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49 Los órficos creían en la reencarnación y en la rueda de nacimientos y muertes. Morir es nacer a otro cuerpo; nacer es morir al cuerpo anterior, consideraba a la muerte como un transito hacia otra vida, en tanto no se hallaba la liberación definitiva que ponía fin a todo nuevo renacimiento, el órfico, consideraba que tomamos forma carnal hasta liberar la chispa divina de toda atadura y retornarla al ser supremo de donde emanó. Los Romanos.- No eran muy dados en entrar en cuestiones filosóficas, metafísicas o religiosas, por lo general creían en la supervivencia del alma, el hecho cierto es que había que morir y que, cuando esto sucedía, el cadáver era bien incinerado, o bien introducido en un sarcófago o ataúd de piedra. Para que el alma del difunto disfrutará de quietud se llevaban a cabo honras fúnebres, el alma pasaba a formar parte del panteón de innumerables antepasados dioses, el alma del muerto se convertía en protector de los animales vivos eso era todo. La muerte de los místicos Es un hecho que ante la muerte surge la espiritualidad de cada quien aunque no necesariamente la religiosidad. Las religiones o creencias entorno a la muerte como la de los judíos, cristianos, hinduistas, budistas y demás, tienen variados conceptos y rituales de la muerte pues algunos creen en la posibilidad de la reencarnación o la resurrección o de una vida eterna en el cielo o en el infierno. El Tanatólogo respetará la vida religiosa o espiritual de los pacientes, en lo que respecta a su sentido de vida y enfrentamiento a la muerte. Muerte en las diferentes religiones Para los sabios tibetanos el cadáver es como un mueble inútil que ya prestó sus servicios. No tiene cementerios, porque arrojan los cuerpos de los difuntos con un total desapego. Los hindúes por su parte, creman a sus difuntos y arrojan las cenizas a un río. Están seguros de que hay otra vida y no dedican a un cadáver el amor que hay que dar a los que están vivos. En el Cristianismo, Cristo nos dio un mensaje de esperanza. En el brillo para nosotros la esperanza de una feliz resurrección, sucede que en la muerte esta vida no se nos quita sino que esta sólo transformada. Morir y resucitar con Cristo es consumar ese feliz encuentro con la Misericordia de Dios. Todos los seres tiene periodos marcados: deben hacer, crecer y perecer, no hay nada que no tenga su vejez, su decrepitud, su término aunque en épocas diferentes, el mismo fin le espera a todo lo que existe.
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