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Microbiota intestinal, prebióticos y probióticos - 219 - por el contrario, son activados y algunas moléculas son transformadas en carcinógenos. La MI también puede metabolizar los polifenoles y otros fitoquími- cos aportados por la dieta. Estos compuestos, que se encuentran generalmente en forma glicosilada en las frutas y verduras, casi no son absorbidos en el intestino delgado y tienden a acumularse en el colon. Algunas poblaciones bacterianas tienen la capacidad de deglicosilar estos compuestos o me- tabolizarlos; las agliconas y/o los metabolitos resul- tantes pueden ser absorbidos, pasar a la circulación y ejercer efectos fisiológicos de interés para la salud del consumidor. Funciones de defensa Como se describió anteriormente, la MI ejerce un efecto de barrera frente a la multiplicación de pató- genos oportunistas, porque compite en forma muy eficiente por los sitios de adherencia a la mucosa y por los nutrientes y porque puede inhibir su creci- miento a través de la liberación de bacteriocinas y otras moléculas con actividad antibiótica (H2O2). La MI, además, tiene un papel importante en la regu- lación del sistema inmune, como lo demuestran los animales axénicos, que tienen una mucosa intesti- nal con muy pocos linfocitos y células plasmáticas, pocos folículos linfoides, placas de Peyer de menor tamaño y niveles bajos de IgAs en su intestino en comparación con los animales convencionales. La MI contribuye a la maduración y “educación” del sistema inmune del recién nacido promoviendo en particular el desarrollo del fenómeno de “toleran- cia oral” a antígenos de la dieta y bacterianos. Tam- bién contribuye a la modulación de la inmunidad en el adulto; las alteraciones de la MI se asocian con desequilibrios del sistema inmune y el desarrollo de patologías como las alergias y enfermedades auto- inmunes o inflamatorias. Factores capaces de alterar la microbiota intestinal Existe un delicado equilibrio entre los microorga- nismos inocuos, que constituyen la parte dominan- te de la MI, y aquellos potencialmente patógenos, que también pueden estar presentes en el intesti- no, pero en menor cantidad. Cuando este equilibrio es adecuado, la microbiota actúa como una barre- ra que impide la multiplicación de estos patógenos así como su fijación a la mucosa gastrointestinal y la generación de efectos nocivos que se pueden tra- ducir por la aparición de diarrea u otros síntomas gastrointestinales. Las alteraciones de la microbiota disminuyen la eficiencia de la función de barrera y favorecen el desarrollo de patógenos y la aparición de sintomatología. Estos cambios de la microbiota pueden ocurrir en forma fisiológica, como sucede durante el proceso de envejecimiento, en el cual los niveles de bifidobacterias o de lactobacilos tienden a disminuir. Por otra parte, factores de la vida cotidia- na también pueden ejercer efectos negativos sobre la MI como el estrés (tanto físico como psicológico), el consumo de alimentos con contaminantes y el agua con alto contenido de cloro. Los antibióticos ejercen profundos efectos sobre la MI dependiendo de la especificidad de su actividad bactericida, de su vía de administración y de su concentración en el lu- men del colon. En general, la administración de an- tibióticos se asocia con disminuciones considerables y transitorias de los recuentos de aerobios y anaero- bios, que vuelven a sus niveles originales pocos días después de la interrupción del tratamiento. La dismi- nución o la eliminación de poblaciones bacterianas dominantes puede dejar el campo libre a patógenos oportunistas que se vuelven capaces de desarrollar sus capacidades patógenas. El ejemplo más conoci- do es el de Clostridium difficile que produce dos toxi- nas (A y B) entero- y citotóxica, respectivamente, y es responsable de la enterocolitis pseudomembranosa. Prácticamente todos los antibióticos son capaces de alterar este equilibrio entre especies bacterianas y de permitir la proliferación de C. difficile. El consumo regular de antiinflamatorios, laxantes o antiácidos también altera el equilibrio de la flora así como los tratamientos de radio- o quimioterapia en los pa- cientes con tumores malignos. Finalmente, varios factores surgidos recientemente en la historia del ser humano probablemente están impactando en forma sostenida la MI, alterando paulatinamente su composición de generación en generación, sin que se conozcan las repercusiones de estos cambios a más largo plazo.
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