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1 Fisiología gastrointestinal y nutrición (82)

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Microbiota intestinal, prebióticos y probióticos
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por el contrario, son activados y algunas moléculas 
son transformadas en carcinógenos. La MI también 
puede metabolizar los polifenoles y otros fitoquími-
cos aportados por la dieta. Estos compuestos, que 
se encuentran generalmente en forma glicosilada 
en las frutas y verduras, casi no son absorbidos en 
el intestino delgado y tienden a acumularse en el 
colon. Algunas poblaciones bacterianas tienen la 
capacidad de deglicosilar estos compuestos o me-
tabolizarlos; las agliconas y/o los metabolitos resul-
tantes pueden ser absorbidos, pasar a la circulación 
y ejercer efectos fisiológicos de interés para la salud 
del consumidor.
Funciones de defensa
Como se describió anteriormente, la MI ejerce un 
efecto de barrera frente a la multiplicación de pató-
genos oportunistas, porque compite en forma muy 
eficiente por los sitios de adherencia a la mucosa y 
por los nutrientes y porque puede inhibir su creci-
miento a través de la liberación de bacteriocinas y 
otras moléculas con actividad antibiótica (H2O2). La 
MI, además, tiene un papel importante en la regu-
lación del sistema inmune, como lo demuestran los 
animales axénicos, que tienen una mucosa intesti-
nal con muy pocos linfocitos y células plasmáticas, 
pocos folículos linfoides, placas de Peyer de menor 
tamaño y niveles bajos de IgAs en su intestino en 
comparación con los animales convencionales. La 
MI contribuye a la maduración y “educación” del 
sistema inmune del recién nacido promoviendo en 
particular el desarrollo del fenómeno de “toleran-
cia oral” a antígenos de la dieta y bacterianos. Tam-
bién contribuye a la modulación de la inmunidad en 
el adulto; las alteraciones de la MI se asocian con 
desequilibrios del sistema inmune y el desarrollo de 
patologías como las alergias y enfermedades auto-
inmunes o inflamatorias. 
Factores capaces de alterar la 
microbiota intestinal
Existe un delicado equilibrio entre los microorga-
nismos inocuos, que constituyen la parte dominan-
te de la MI, y aquellos potencialmente patógenos, 
que también pueden estar presentes en el intesti-
no, pero en menor cantidad. Cuando este equilibrio 
es adecuado, la microbiota actúa como una barre-
ra que impide la multiplicación de estos patógenos 
así como su fijación a la mucosa gastrointestinal y la 
generación de efectos nocivos que se pueden tra-
ducir por la aparición de diarrea u otros síntomas 
gastrointestinales. Las alteraciones de la microbiota 
disminuyen la eficiencia de la función de barrera y 
favorecen el desarrollo de patógenos y la aparición 
de sintomatología. Estos cambios de la microbiota 
pueden ocurrir en forma fisiológica, como sucede 
durante el proceso de envejecimiento, en el cual los 
niveles de bifidobacterias o de lactobacilos tienden a 
disminuir. Por otra parte, factores de la vida cotidia-
na también pueden ejercer efectos negativos sobre 
la MI como el estrés (tanto físico como psicológico), 
el consumo de alimentos con contaminantes y el 
agua con alto contenido de cloro. Los antibióticos 
ejercen profundos efectos sobre la MI dependiendo 
de la especificidad de su actividad bactericida, de su 
vía de administración y de su concentración en el lu-
men del colon. En general, la administración de an-
tibióticos se asocia con disminuciones considerables 
y transitorias de los recuentos de aerobios y anaero-
bios, que vuelven a sus niveles originales pocos días 
después de la interrupción del tratamiento. La dismi-
nución o la eliminación de poblaciones bacterianas 
dominantes puede dejar el campo libre a patógenos 
oportunistas que se vuelven capaces de desarrollar 
sus capacidades patógenas. El ejemplo más conoci-
do es el de Clostridium difficile que produce dos toxi-
nas (A y B) entero- y citotóxica, respectivamente, y es 
responsable de la enterocolitis pseudomembranosa. 
Prácticamente todos los antibióticos son capaces de 
alterar este equilibrio entre especies bacterianas y 
de permitir la proliferación de C. difficile. El consumo 
regular de antiinflamatorios, laxantes o antiácidos 
también altera el equilibrio de la flora así como los 
tratamientos de radio- o quimioterapia en los pa-
cientes con tumores malignos. 
Finalmente, varios factores surgidos recientemente 
en la historia del ser humano probablemente están 
impactando en forma sostenida la MI, alterando 
paulatinamente su composición de generación en 
generación, sin que se conozcan las repercusiones 
de estos cambios a más largo plazo.

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