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CAPITULO 14 El concepto de balance energético es de enorme ayuda para poner la ingesta de alimentos y sus pro- cesos de control en los seres humanos en un contex- to funcional. Al igualar en una simple ecuación inges- ta y gasto observamos fácilmente que ambos tienen igual importancia al momento de tratar de entender las causas y los mecanismos que llevan al depósito del sobrante de energía en el tejido adiposo, que ac- túa almacenando dicho exceso. Desde el punto de vista de la neurociencia, la motiva- ción dirige la conducta del individuo al proporcionar- le tanto dirección como intensidad (1). La dirección la dan las recompensas, hacia las cuales nos aproxi- mamos, o los castigos, de los cuales nos alejamos. La intensidad que caracteriza las motivaciones es gene- rada por los sistemas de vigilia del cerebro, los cua- les originan el estado de alerta aumentado, típico de una búsqueda motivada. En este capítulo revisare- mos las principales ideas que la neurociencia ha pro- ducido para entender los mecanismos neuronales y conductuales que regulan la ingesta de alimento. No abordaremos el otro componente de la ecuación del balance energético, esto es, no discutiremos mayor- mente sobre el gasto de energía. Nuestra herencia evolutiva nos empuja a aprovechar los alimentos al máximo. En breve, nuestros cerebros y conducta son muy eficientes para un mundo donde la comida es escasa, pero no poseemos mecanismos de control para los tiempos de abundancia. Nuestro cerebro fue el producto evolutivo adecuado para el estado del planeta cuando aparecimos sobre él. Antecedentes evolutivos y culturales Los seres humanos emergieron como especie hace 100.000 a 200.000 años, probablemente aisladamen- te en África y como muchos antepasados del género Homo, se expandieron por todo el planeta empuja- dos por una fuerte avidez por explorar y aprovechar nuevos territorios. Obtuvieron el alimento necesario recolectando, cazando y pescando durante las de- cenas de miles de años en que Homo vivió como nómada (2). Los análisis arqueológicos de los asen- tamientos de Homo sapiens muestran que cuando vivía como cazador-recolector, hace más de 12.000 años, comía una gran variedad de tubérculos, fru- tos y lo que hubiese disponible como caza o pesca. Afortunadamente, hay además registros confiables acerca de la subsistencia de seres humanos que vi- ven o vivieron como cazadores-recolectores duran- te el siglo XX. Entre ellos no había exceso de peso; al contrario, la necesidad de gastar mucha energía para, entre otras cosas, obtener comida, los mante- nía en buen estado físico, fuertes y delgados. Ade- más, estaban muy conscientes del gasto energético y de los recursos que implica en general la búsqueda de alimento. Aparentemente, nuestros antepasados cazadores-recolectores usaban en promedio unas pocas horas del día para procurarse comida, ocu- pando el resto del tiempo en actividades sociales, exploración y ocio. Mecanismos de control de la ingesta de alimentos Fernando Torrealba otro LIBRO Cap.14(FINAL)
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