Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Mecanismos de control de la ingesta de alimentos - 260 - Control de la ingesta de alimentos Para ordenar la discusión acerca de los factores que influyen sobre la ingesta de alimentos, es útil hacer la distinción propuesta por de Castro (3). En la ingesta de alimentos influyen factores compensados y fac- tores no compensados. Los factores compensados son aquellos sobre los que influye la ingesta, como es por ejemplo el hambre. Los factores no compen- sados no son influidos por cuánto alimento se come; en este grupo están incluídos factores como, por ejemplo, el número de personas con quienes uno come: comemos más si lo hacemos en compañía, pero cuánto comamos en una ocasión particular no afecta al número de comensales con quienes com- partimos la mesa o la fiesta. Factores compensados que controlan la ingesta Siguiendo con la visión evolutiva, la búsqueda y el consumo de comida son un ejemplo clásico de una conducta motivada que persigue la supervivencia del individuo y sus genes. La conducta humana es el resultado de la complejísima actividad del cerebro, órgano con que la evolución ha dotado al ser huma- no para la mejor preservación y multiplicación de su patrimonio hereditario. La necesidad de obtener nu- trientes a través de una conducta que tiene por ob- jetivo mantener la homeostasis corporal es guiada por la búsqueda de recompensas. Esto es, la direc- ción de las conductas motivadas está señalada por reforzadores a los cuales nos acercamos o a los que procuramos obtener (si son recompensas o refor- zadores positivos), o bien de quienes nos alejamos para evitar castigos (reforzadores negativos de la conducta). Tal vez para fortalecer las conductas mo- tivadas es que existen señales homeostáticas como el hambre, y señales hedónicas como el placer de comer, que separadamente pero interactuando en- tre ellas, nos empujan a buscar e ingerir alimentos. Comer como acto homeostático La mayoría de los animales, y también los seres hu- manos, no ingieren alimento en forma ininterrumpi- da sino que dividen la ingesta en episodios llamados comidas (4). El inicio de la búsqueda de alimento es el resultado de señales internas, típicamente el hambre, o externas, como la disponibilidad de alimento atrac- tivo. Como contraparte, una comida finaliza como resultado de señales de saciedad. En las siguientes secciones se desarrollarán las ideas y conceptos clave referentes a las señales de hambre y de saciedad y su procesamiento en el cerebro, orquestador final de toda conducta (Figura 1). El hambre La respuesta a la pregunta de porqué una persona tiene hambre pasa muchas veces por una explica- ción (cuando el entrevistado tiene formación bio- lógica) que es una variante de la hipótesis glucos- tática: tiene hambre porque le bajó la glicemia. O bien puede ser una explicación más amplia: tiene hambre porque disminuyó su “energía” (y aquí se pueden mencionar, además de la glucosa, los lípi- dos). Y es cierto que una baja aguda de la glicemia, típicamente inducida por una inyección de insulina, induce fuertemente a procurar alimento. Pero en la vida real esto no ocurre y es lógico que sea así. Una baja mantenida de la glicemia no es compatible con el funcionamiento adecuado del cerebro. Este órga- no tan exigente desde el punto de vista energético (consume el 20% de la energía metabólica, aunque es sólo el 2% del peso corporal), obtiene casi toda su energía de la glucosa circulante. Por ello se piensa que el comienzo de la búsqueda de alimento, cuya duración e intensidad son poco predecibles, no re- presenta una ventaja evolutiva si se inicia con el ce- rebro funcionando en forma subóptima como resul- tado de un déficit de la glucosa disponible. Sin embargo, la hipótesis glucostática, en su acep- ción más amplia, está lejos de ser descartada. Al contrario, Campfield y Smith (5) propusieron y es- tudiaron experimentalmente un mecanismo muy interesante y con amplia capacidad explicativa para
Compartir