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Mecanismos de control de la ingesta de alimentos - 269 - saciones de placer); estas situaciones pueden ser medidas como manifestaciones hedónicas explícitas (en los seres humanos) o indirectas (en los seres hu- manos y en animales de experimentación). Las es- tructuras cerebrales participantes identificadas en los seres humanos y las ratas son la corteza órbito- frontal medial, la concha del núcleo accumbens (o estriado ventral) y en el núcleo pálido ventral y en el núcleo parabraquial del puente. En estas estructu- ras cerebrales, la administración de agonistas de los receptores a opiáceos o de receptores de endoca- nabinoides, incrementan el placer que producen los alimentos normalmente recompensantes, lo cual ha llevado a pensar en un papel clave en la neurofisio- logía del placer para las neuronas opiodérgicas y los receptores de opiáceos. La corteza órbitofrontal está en la cima de las regio- nes cerebrales involucradas en la percepción de lo placentero. En la región medial de esta corteza, en primates que pueden seleccionar voluntariamente cual de varios jugos con variados sabores quieren beber, se han encontrado neuronas que codifican el valor hedónico de esas bebidas a través de su frecuencia de disparo de potenciales de acción. Las altas frecuencias de disparo estaban estrechamen- te asociadas con las respuestas hedónicas positivas que producía en estos monos un jugo cuyo sabor apreciaban. Repuestas similares fueron detectadas en neuronas del área hipotalámica lateral, región que recibe fuertes conexiones axonales de la corteza ór- bitofrontal. Estudios comparables en humanos, en que los voluntarios comían chocolate mientras se sometían a estudios de imagenología cerebral, re- velaron que el aumento de la actividad de la corteza órbitofrontal medial se correlacionaba estrechamen- te con las manifestaciones subjetivas de placer que provocaba el chocolate. Si los sujetos seguían ingi- riendo chocolate al punto que les llegaba a desagra- dar, la corteza órbitofrontal medial se desactivaba y en cambio aumentaba la actividad en regiones late- rales de dicha corteza. Los prebióticos y el control del balance de energía Un interesante y promisorio avance reciente en el campo de la medicina y la nutrición ha sido el en- tendimiento más profundo de la relación entre el huésped, la microflora gastrointestinal, y la ingesta de alimentos (11, 12). La microflora intestinal está formada por cientos de diferentes especies de bac- terias que en conjunto forman una biomasa que pesa alrededor de 1,5 Kg, con 10 veces más células que el huésped. Esta microflora intestinal varía con- siderablemente en composición y densidad en cada segmento del tracto intestinal dependiendo de la edad y de factores de la dieta y del medio ambiente. Las principales funciones de la microflora intestinal, que son metabólicas, tróficas y regulatorias de la in- munidad local y sistémica, no serán revisadas aquí. Sin embargo, hay fuertes evidencias de que existen diferencias cualitativas y cuantitativas en la compo- sición de la microflora intestinal entre los individuos delgados y los obesos, ya que estos últimos tienen una población microbiana que favorece la capacidad de extraer energía de los hidratos de carbono indi- geribles pero fermentables de la dieta. La actividad de la microflora puede ser modulada por componentes específicos de la dieta llamados pre- bióticos. Los prebióticos son componentes indigeri- bles de la dieta, usualmente carbohidratos del tipo oligosacáridos en forma de fibra soluble. Los prebió- ticos fueron definidos por Gibson y Roberfroid (13), quienes los identificaron en 1995, como ingredientes de la dieta que, al ser fermentados selectivamente promueven cambios en la composición o la activi- dad de la microflora gastrointestinal que confieren beneficios para el bienestar y la salud del huésped. Los microorganismos típicamente modulados por los prebióticos son las bífidobacterias y los lactobacilos que habitan en el colon. En el 2007 los prebióticos fueron definidos por un panel de expertos convocados por la FAO en Roma que los describió como componentes no viables (de los alimentos) cuyo consumo beneficia al huesped
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