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1 Fisiología gastrointestinal y nutrición (132)

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Mecanismos de control de la ingesta de alimentos
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saciones de placer); estas situaciones pueden ser 
medidas como manifestaciones hedónicas explícitas 
(en los seres humanos) o indirectas (en los seres hu-
manos y en animales de experimentación). Las es-
tructuras cerebrales participantes identificadas en 
los seres humanos y las ratas son la corteza órbito-
frontal medial, la concha del núcleo accumbens (o 
estriado ventral) y en el núcleo pálido ventral y en 
el núcleo parabraquial del puente. En estas estructu-
ras cerebrales, la administración de agonistas de los 
receptores a opiáceos o de receptores de endoca-
nabinoides, incrementan el placer que producen los 
alimentos normalmente recompensantes, lo cual ha 
llevado a pensar en un papel clave en la neurofisio-
logía del placer para las neuronas opiodérgicas y los 
receptores de opiáceos.
La corteza órbitofrontal está en la cima de las regio-
nes cerebrales involucradas en la percepción de lo 
placentero. En la región medial de esta corteza, en 
primates que pueden seleccionar voluntariamente 
cual de varios jugos con variados sabores quieren 
beber, se han encontrado neuronas que codifican 
el valor hedónico de esas bebidas a través de su 
frecuencia de disparo de potenciales de acción. Las 
altas frecuencias de disparo estaban estrechamen-
te asociadas con las respuestas hedónicas positivas 
que producía en estos monos un jugo cuyo sabor 
apreciaban. Repuestas similares fueron detectadas 
en neuronas del área hipotalámica lateral, región que 
recibe fuertes conexiones axonales de la corteza ór-
bitofrontal. Estudios comparables en humanos, en 
que los voluntarios comían chocolate mientras se 
sometían a estudios de imagenología cerebral, re-
velaron que el aumento de la actividad de la corteza 
órbitofrontal medial se correlacionaba estrechamen-
te con las manifestaciones subjetivas de placer que 
provocaba el chocolate. Si los sujetos seguían ingi-
riendo chocolate al punto que les llegaba a desagra-
dar, la corteza órbitofrontal medial se desactivaba y 
en cambio aumentaba la actividad en regiones late-
rales de dicha corteza.
Los prebióticos y el control del balance 
de energía
Un interesante y promisorio avance reciente en el 
campo de la medicina y la nutrición ha sido el en-
tendimiento más profundo de la relación entre el 
huésped, la microflora gastrointestinal, y la ingesta 
de alimentos (11, 12). La microflora intestinal está 
formada por cientos de diferentes especies de bac-
terias que en conjunto forman una biomasa que 
pesa alrededor de 1,5 Kg, con 10 veces más células 
que el huésped. Esta microflora intestinal varía con-
siderablemente en composición y densidad en cada 
segmento del tracto intestinal dependiendo de la 
edad y de factores de la dieta y del medio ambiente. 
Las principales funciones de la microflora intestinal, 
que son metabólicas, tróficas y regulatorias de la in-
munidad local y sistémica, no serán revisadas aquí. 
Sin embargo, hay fuertes evidencias de que existen 
diferencias cualitativas y cuantitativas en la compo-
sición de la microflora intestinal entre los individuos 
delgados y los obesos, ya que estos últimos tienen 
una población microbiana que favorece la capacidad 
de extraer energía de los hidratos de carbono indi-
geribles pero fermentables de la dieta. 
La actividad de la microflora puede ser modulada por 
componentes específicos de la dieta llamados pre-
bióticos. Los prebióticos son componentes indigeri-
bles de la dieta, usualmente carbohidratos del tipo 
oligosacáridos en forma de fibra soluble. Los prebió-
ticos fueron definidos por Gibson y Roberfroid (13), 
quienes los identificaron en 1995, como ingredientes 
de la dieta que, al ser fermentados selectivamente 
promueven cambios en la composición o la activi-
dad de la microflora gastrointestinal que confieren 
beneficios para el bienestar y la salud del huésped. 
Los microorganismos típicamente modulados por los 
prebióticos son las bífidobacterias y los lactobacilos 
que habitan en el colon.
En el 2007 los prebióticos fueron definidos por un 
panel de expertos convocados por la FAO en Roma 
que los describió como componentes no viables (de 
los alimentos) cuyo consumo beneficia al huesped

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