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Función pancreática exocrina - 326 - tre ambas que determinan su forma de tratamiento (25). En esta última se produce una disminución pa- ralela de la producción de insulina y de su contra- parte, el glucagón, sin que exista una disminución de la sensibilidad a la insulina de las células de la periféria; la ingesta de alimentos puede variar de- pendiendo de las alteraciones producidas por la en- fermedad de base y la absorción de glucosa a partir de los hidratos de carbono puede sufrir modificacio- nes en relación con la actividad de la enfermedad y el tratamiento con enzimas pancreáticos. Todos es- tos factores llevan a un riesgo alto de hipoglicemia en la diabetes pancreática, que requiere particular atención en la elección de la preparación y la dosis de insulina usadas. Los hipoglicemiantes orales tie- nen un papel menos que limitado ya que cuando en la pancreatitis crónica se manifiesta la diabetes, la reserva estimulable de insulina generalmente ya es mínima. El páncreas exocrino en la diabetes El páncreas endocrino se encuentra disperso en el páncreas exocrino. Aunque la dependencia de los islotes respecto del parénquima exocrino es lógi- ca, si se tiene en cuenta la presencia dominante de este último, el daño del páncreas endocrino puede tener repercusiones en el tejido exocrino. En frag- mentos aislados de tejido pancreático, la insulina no modifica por sí sola la secreción enzimática, pero la hormona potencia el efecto estimulante de la CCK sobre la secreción de amilasa (26). Además, el efec- to trófico de la CCK en relación con la regeneración del páncreas después de una pancreatitis aguda es también más intenso en presencia de insulina (27). Por el contrario, la producción de amilasa disminu- ye en la diabetes experimental (26). En la patología humana se reproduce el mismo proceso, ya que va- rios grupos de investigadores observaron disminu- ciones de la producción de enzimas pancreáticos en los diabéticos (28, 29). Algunos de estos pacientes presentan también alteraciones morfológicas leves de los conductos pancreáticos mayores, detectables por resonancia magnética o por pancreatografía en- doscópica (30), que son similares a las descritas en la pancreatitis crónica incipiente. Sin embargo, la nece- sidad de utilizar una terapia de sustitución enzimáti- ca en estos pacientes diabéticos es poco frecuente. Insuficiencia pancreática exocrina La mezcla deficiente de nutrientes y enzimas pan- creáticos resulta en una digestión imperfecta, con presencia de moléculas parcialmente hidrolisadas en el lumen intestinal. De los tres grupos de enzi- mas pancreáticos, las lipolíticas son las que resul- tan afectadas más precozmente. La lipasa es muy sensible a las alteraciones del pH intraluminal y su destrucción es rápida; las lipasas lingual y gástrica no son capaces de compensar la deficiencia de la lipasa pancreática. Como consecuencia, la primera manifestación clínica de la presencia de una insufi- ciencia pancreática es la aparición de esteatorrea. La esteatorrea es la pérdida aumentada de una proporción variable de la grasa no digerida de los alimentos a través de las deposiciones. En circuns- tancias normales esta pérdida no excede el 5% del contenido total de grasa de la alimentación, en tan- to que en la insuficiencia pancreática exocrina esta pérdida sobrepasa con frecuencia el 50%. La pérdida de grasa interfiere con la absorción de las vitaminas liposolubles, A, D, E y K, lo que acarrea todas las co- nocidas consecuencias. Los enzimas proteolíticos y amilolíticos resisten más a las variaciones del pH, su degradación en el lumen intestinal es más lenta y limitada y además, tanto la amilasa salival como las proteasas gástricas y las peptidasas intestinales proporcionan un cierto grado de compensación. Aún así, en los casos más extremos de insuficiencia pancreática exocrina se agrega una deficiente diges- tión de las proteínas y los hidratos de carbono: esto último dificulta el tratamiento de la diabetes asocia- da frecuentemente con la insuficiencia exocrina. La creatorrea, la pérdida excesiva de proteínas por las heces, se manifiesta raramente en forma clínica. Sin embargo, cuando esta pérdida ocurre, resulta con el
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