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64 ALBERTO MARTÍN ARRIBAS 4.2. Patogenia La nefropatía membranosa se caracteriza pa- tológicamente por [10]: – Engrosamiento difuso de la membrana basal glomerular al microscopio óptico. – Presencia de «spikes» con la tinción de plata. – Depósito difuso granular de IgG y comple- mento C3 al microscopio de inmunofluores- cencia, a lo largo de la membrana basal glo- merular. – Depósitos densos subepiteliales al microsco- pio electrónico, en la cara externa de la mem- brana basal glomerular. Los «spikes» representan la expansión de la membrana basal glomerular por la formación de nueva matriz extracelular entre los depósitos. Esta expansión se produce a medida que los de- pósitos inmunes se separan de la superficie de los podocitos y se incorporan a la membrana basal glomerular, ya que los podocitos dañados indu- cen la formación de nueva matriz extracelular. La enfermedad se puede dividir en estadios de acuerdo al grado en el cual los depósitos inmu- nes subepiteliales son rodeados por la membrana basal glomerular. Este división, sin embargo, no guarda relación directa con la gravedad de la pro- teinuria o la respuesta al tratamiento [10, 11]. Los depósitos inmunes se pueden formar «in situ» con el paso a través de la membrana basal glomerular de anticuerpos Ig G circulantes diri- gidos frente a antígenos endógenos expresados en los pies de los podocitos, o bien frente a antíge- nos circulantes catiónicos que han atravesado la barrera de carga aniónica de la membrana basal glomerular. Los depósitos subepiteliales activan el complemento, con la formación del comple- jo de ataque de membrana C5b-9, que se inserta en la membrana plasmática podocitaria, dando lugar al daño podocitario mediado por el com- plemento. Esto conduce a la proteinuria por la pérdida de la integridad del diafragma en hendi- dura del podocito, y también a la expansión de la membrana basal glomerular por la hiperpro- ducción de colágeno tipo IV y laminina por los podocitos dañados [10, 11]. Los anticuerpos frente al receptor tipo M de la fosfolipasa A2 (anti-PLA2R), un antígeno princi- pal expresado en los podocitos, se han encontra- do de manera específica en una alta proporción de pacientes (aproximadamente un 70%) con nefropatía membranosa idiopática [12]. Los an- ticuerpos frente al dominio contenedor de 7A de la trombospondina tipo-1 (anti-THSD7A), otro antígeno podocitario, identifican una pequeña proporción de pacientes con nefropatía mem- branosa primaria (aproximadamente un 5%). Un reciente estudio ha identificado un factor de crecimiento neural epidérmico (NELL-1) como un novedoso antígeno que puede ser responsable de aproximadamente el 16% de los casos de ne- fropatía membranosa primaria PLA2R negativa [13]. 4.3. Etiología El 75 % de los casos son idiopáticos, aunque los hay asociados a una variedad de enfermedades incluyendo la hepatitis B, enfermedades autoin- munes (p.ej. lupus), tumores y ciertos fármacos como penicilamina, oro y antiinflamatorios no esteroideos. También puede verse en conjunción con otras enfermedades glomerulares como la ne- fropatía diabética y la glomerulonefritis con se- milunas. Aproximadamente entre un 10 y un 20 % de los pacientes con nefropatía lúpica tienen nefropatía membranosa, llamada nefritis lúpica clase V. La exposición a una variedad de agen- tes que se usan para tratar la artritis reumatoi- de ha sido implicada en el desarrollo de N.M., incluyendo la penicilamina (7 % de incidencia), sales de oro parenterales (incidencia 1-3 %), antiinflamatorios no esteroideos, bucilamina y, posiblemente, agentes anti-factor de necrosis tu- moral (anti-TNF: etanercept; infliximab; adali- mumab). Aunque la mayoría de los casos de sín- drome nefrótico inducido por antiinflamatorios no esteroideos son por enfermedad de mínimos cambios, la nefropatía membranosa también puede aparecer [14]. La nefropatía membranosa asociada a la he- patitis B ocurre fundamentalmente en niños en las zonas endémicas. Muchos de estos niños son portadores asintomáticos sin historia de hepatitis activa. La infección por el virus de la hepatitis B representa, junto con el lupus, la única forma de N.M. que puede estar asociada con hipocom- plementemia. Hasta un 5-20 % de los adultos con N.M., en especial los mayores de 65 años, desarrolla una neoplasia, más frecuentemente un
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