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92 JULIO HERRERA PÉREZ DEL VILLAR Y JULIA T. HERRERA DIEZ persiste después del tratamiento. Suele comenzar de nuevo el cuadro clínico antes de cuatro sema- nas una vez finalizado el tratamiento previo [8, 23]. La reinfección es una infección originada por un nuevo germen no relacionado con el anterior y suele aparecer unas dos- cuatro semanas des- pués de finalizado el tratamiento de la infección previa [8, 9] La sintomatología de la cistitis aguda puede mejorar e incluso desaparecer especialmente si se toman abundantes líquidos para conseguir una diuresis elevada. También pueden ocurrir cura- ciones espontáneas, aunque son poco frecuentes [8, 23]. Síndrome uretral Se define como la presencia, generalmente en una mujer joven, de disuria y polaquiuria con leucocituria de diferente grado, incluso piuria, pero con urocultivos negativos o como mucho una bacteriuria no significativa (< 103 colonias/ ml). En la mujer joven, en la mayoría de las oca- siones se trata de una infección uretral por gér- menes de transmisión sexual como la Chlamydia trachomatis, el Ureaplasma urealyticum, la Neisse- ria gonorrhoeae (gonococo) o el Herpes simple. En otras ocasiones, más raramente, se trata de bac- terias que no crecen en medios habituales, como algunos Haemophilus, Corynebacterium tipo D2, que tienen un crecimiento lento [8, 23]. Prostatitis La prostatitis aguda se caracteriza por la apa- rición aguda o lentamente progresiva, de dolor perineal o lumbar, asociado a disuria y fiebre. Al- gunos pacientes refieren dolor en la eyaculación. En el sedimento se detecta leucocituria y/o piuria y urinocultivo positivo. A veces el cultivo de ori- na es negativo por lo que será necesario recurrir a cultivar una muestra de secreción prostática ob- tenida mediante masaje. El tacto rectal es doloro- so y muestra una próstata agrandada y dolorosa. La prostatitis crónica puede ser asintomática y se debe sospechar su existencia en los casos de varo- nes con ITU recurrentes [8, 23]. Pielonefritis Aguda Es la infección aguda del parénquima renal casi siempre de origen ascendente. Una disemi- nación hematógena de Staphylococus aureus tam- bién puede dar origen a una pielonefritis con for- mación de abscesos corticales. Puede haber una propensión familiar hereditaria a presentar este proceso [24-26]. Es un cuadro de diagnóstico eminentemente clínico: dolor lumbar sordo, continuo e in cres- cendo lentamente, generalmente unilateral, fie- bre generalmente elevada, escalofríos, afectación del estado general con puñopercusión lumbar positiva, y síndrome cistítico acompañante que no siempre está presente, o que incluso ha tenido lugar unos días antes [24, 25, 27]. Los datos de laboratorio muestran una leuco- citosis con desviación izquierda, piuria, cilindros leucocitarios y con distintos grados de hematuria generalmente microhematuria. Ante una pielo- nefritis es obligatoria la recogida de urocultivos y hemocultivos [25-27]. Las complicaciones de la pielonefritis aguda son [24-27]: • Nefritis Intersticial Bacteriana Aguda (NIBA), que consiste en una supuración in- tersticial renal con gran infiltrado leucocitario y áreas de necrosis, semejantes a microabsce- sos, pero sin confluir entre sí. Aparecen en pa- cientes con infecciones particularmente agre- sivas y resistentes al tratamiento. El escáner muestra áreas hipodensas parcheadas y en la gammagrafía con DMSA se observa que esas áreas captan mal el radiotrazador. En ocasio- nes, progresa hasta la formación de un absceso que requiere drenaje. La NIBA difusa puede ser refractaria al tratamiento médico y reque- rir entonces nefrectomía. • Necrosis papilar en diabéticos, alcohólicos, inmunodeprimidos. Grave y de mal pronós- tico. • Absceso renal/perirrenal. Exige drenaje qui- rúrgico. • Sepsis, que puede acompañarse de shock y fa- llo multiorgánico con pronóstico particular- mente grave. La mala evolución de las ITU complicadas y recurrentes que presentan diferentes episodios de pielonefritis aguda en su evolución, pueden con- ducir a una pielonefritis crónica por daño renal
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