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168 FERNANDO TORNERO MOLINA parénquima renal por un tejido con abundante contenido colágeno2. Se han descrito dos formas clásicas [2]: – Forma maligna: Se caracteriza histológica- mente por la presencia de necrosis fibrinoide, HTA acelerada o maligna e insuficiencia renal rápidamente progresiva. – Forma benigna: Lesiones histológicas más le- ves. Si evoluciona hacia insuficiencia renal lo hace de forma más lenta y progresiva. Epidemiología: A pesar de un mejor control e las cifras de PA y del descenso muy importante de la frecuencia de HTA maligna o acelerada, la nefroangioesclerosis como causa de insuficiencia renal terminal se está incrementando, siendo en muchos registros la segunda causa de entrada en diálisis después de la Nefropatía Diabética [2]. La asociación entre formas graves de HTA y riesgo de padecer insuficiencia renal está clara- mente establecida. La insuficiencia renal es un hallazgo característico de la HTA maligna, evi- denciándose en la mayoría de los estudios epide- miológicos una asociación entre el aumento de las cifras de PA e insuficiencia renal. No obstante, existen dudas de si la HTA esencial no maligna bien controlada puede producir insuficiencia re- nal o bien se trata de pacientes con otras causas de lesión renal [3]. Fisiopatología: No está claro el papel que el aumento de PA ejerce sobre la aparición de lesión renal, pero si es decisivo en la progresión de la in- suficiencia renal una vez establecido el daño renal (Figura 2) [3]. Figura 2. Patogenia de la Hipertensión en la enfermedad renal (Fuente elaborado por Dr. D. Fernando Tornero Molina Médico Especialista en Nefrología. Jefe de Servicio de Nefrología del Hospital Universitario del Sureste. Arganda del Rey. Madrid 28500, España). En la fisiopatología de la nefroangioesclerosis probablemente coexistan mecanismos hemodi- námicos de isquemia glomerular e hiperperfusión posterior. En condiciones normales, el glomérulo se protege de la HTA por una vasoconstricción de la arteriola aferente que impide la transmisión de la PA elevada, en el árbol vascular, al glomé- rulo. Esto origina con el tiempo un daño irrever- sible de los vasos preglomerulares que lleva a la perdida de nefronas por isquemia glomerular [3].
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