Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
209 NEFROPATÍAS TÓXICAS podría quedar el antígeno, o el producto de la reacción antígeno-anticuerpo, atrapado en el intersticio, precipitando la reacción inflama- toria en esta estructura [12]. • Otra opción, es que el paciente desarrolle un anticuerpo contra el antígeno precipitan- te (por ejemplo, un fármaco) y se desarrolle una respuesta inmune contra el mismo, o una respuesta inflamatoria contra el complejo an- tígeno-anticuerpo. Un fármaco en sí mismo puede ser inmunogénico, en pacientes con determinado complejo mayor de histocom- patibilidad, aunque también podría ocurrir con un metabolito del fármaco. Esta reacción puede verse facilitada por la presencia de hap- tenos [12]. • Podrían desarrollarse anticuerpos contra me- tabolitos que tengan estructura similar a la membrana basal tubular, y se produzca una reacción de inmunidad cruzada, siendo ata- cada la membrana basal tubular [12]. Esta forma de patogenia es especialmente relevante en las NIA inducidas por infecciones. En la tuberculosis renal, por ejemplo, la NIA se está convirtiendo en la forma de presentación más habitual. Ni en la tuberculosis renal ni en las pielonefritis parece que el mecanismo de daño renal sea invasión directa de la infección sobre el intersticio, sino más bien la inmunidad cru- zada mencionada [5, 9]. La inmunidad celular desarrolla un papel im- portante. La fase inicial de presentación del an- tígeno y activación de células T se sigue de acti- vación de efectores de la respuesta inmune. Los linfocitos T activados precipitan una diferencia- ción de los linfocitos T efectores, como mediado- res de sensibilidad retardada y toxicidad celular. No hay presencia de inmunidad mediada por an- ticuerpos. Las células inflamatorias actuarán so- bre el parénquima renal, o por infiltración directa sobre el mismo o a través de la producción de citoquinas, que actuarán atrayendo a otras células inflamatorias al parénquima, lo que determinará el curso evolutivo y severidad de afectación renal [5, 12]. La respuesta inmune podría ser inmunomo- dulada, en presentaciones leves de la enfermedad, o amplificada, en formas graves. Si este proceso no es detectado a tiempo, tiene el potencial efecto de incrementar la síntesis de matriz, produciendo fibrosis del tejido y daño renal irreversible [12]. 3.4. Manifestaciones clínicas Los síntomas de un cuadro de NIA serán los derivados de la reacción inmunoalérgica y del grado de insuficiencia renal. Así, podremos iden- tificar cuadros que ocupen el espectro desde asin- tomáticos, hasta insuficiencia renal que requiera de la realización de hemodiálisis. Los pacientes podrán referir malestar general, náuseas, vómitos o prurito. En la literatura, se ha descrito clásica- mente una triada típica de fiebre, rash cutáneo y eosinofilia, aunque esta presentación se da en menos del 10% de los casos. Puede existir oligu- ria o mantenerse un adecuado ritmo de diuresis. Dado que es un cuadro que afecta al intersticio, lo habitual es encontrar presión arterial normal. En el sistemático y sedimento de orina, la pre- sencia de hematuria es rara, y puede haber pro- teinuria de cuantía variable, aunque es raro que supere el rango nefrótico (3.5 g/24 horas), [3, 5]. La eosinofiluria (presencia de eosinófilos en ori- na) podría encontrarse en los casos de NIA, tanto inducida por fármacos como por infecciones del tracto urinario, pero no presenta una sensibilidad o especificidad alta, y no es un test adecuado para diferenciar el cuadro de una NTA [9]. En la ta- bla 3 resumimos algunas de sus manifestaciones y frecuencia de aparición de las mismas. Clínica Porcentaje (%) Fracaso renal agudo (FRA) 100 Proteinuria no nefrótica 93 Leucocituria 82 Microhematuria 67 Artralgias 45 FRA con necesidad de Hemodiálisis 40 Fiebre 36 Eosinofiluria 35 Rash cutáneo 22 Hematuria macroscópica 5 Síndrome nefrótico 2.8 Proteinuria en rango nefrótico 2.5 Tabla 3. Clínica de la NIA y frecuencia de aparición (Fuente: adaptado de [3, 5, 9]).
Compartir