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PARTE X 81 En f e r m e d a d e s c a r d io v a s c u l a r e s Y TRASTORNOS DE OTROS ÓRGANOS Trastornos endocrinos y enfermedades cardiovasculares Irwin Klein Hipófisis, 1793 Glándula suprarrenal, 1795 Trastornos paratiroideos, 1797 Glándula tiro idea, 1798 Feocromocitoma, 1805 Perspectivas futuras, 1806 Bibliografía, 1806 El sistema endocrino se encuentra estrechamente relacionado con muchas enfermedades cardiovasculares importantes. Al ir aumentando nuestro conocimiento acerca de los efectos de las diversas hormonas a nivel celular y molecular, hemos ido comprendiendo también mejor las m anifes taciones clínicas debidas a la secreción excesiva de una hormona o, en caso de insuficiencia glandular, a su déficit. Hace más de 200 años, el médico inglés Caleb Hillier Parry describió a una mujer con bocio y palpitaciones en la que «cada sístole hacía temblar todo el tórax». Fue el primero en sugerir que podía existir alguna relación entre las enfermedades cardíacas y la hipertrofia de la glándula tiroidea. La asociación entre anomalías cardiovasculares y alteraciones patológicas de ciertas glándulas endocrinas se estableció antes de que se conociesen las hormonas concretas que producían estas glándulas. En este capítulo se estudian las enfermedades cardíacas que se producen como consecuencia de alteraciones específicas del funcionamiento del sistema endocrino. Exploraremos los mecanismos celulares mediante los cuales diversas hormonas pueden afectar al sistema cardiovascular al alterar el metabolismo lipídico o actuar de manera directa sobre los miocitos cardíacos, las células musculares lisas del sistema vas cular y otras células y tejidos diana. H IPÓ FISIS La hipófisis está formada por dos porciones anatómicamente diferen ciadas. La porción anterior, o adenohipófisis, contiene seis clases dis tintas de células, cinco de ellas productoras de hormonas polipeptídicas o glucoproteínicas; las de la sexta clase están compuestas de célu las cromófobas no secretoras. Dos de estos tipos celulares, las células somatótropas, que secretan hormona del crecimiento humana (hGH), y las células corticótropas, que producen hormona adrenocorticótropa (ACTH), se han relacionado con cardiopatías. La hipófisis posterior, o neurohipófisis, es la localización anatóm ica de las terminaciones nerviosas que secretan vasopresina (hormona antidiurética) para con trolar el equilibrio hídrico o la oxitocina, el polipéptido que induce la liberación de la leche. H orm ona del crecim iento En adultos, la secreción excesiva de hG H antes de la fusión de las epífisis óseas provoca un síndrome clínico de gigantismo, mientras que la secreción excesiva de hGH después de la maduración de los huesos largos provoca acromegalia. La hGH ejerce sus efectos celulares a través de dos vías principales. La primera de ellas actúa a través de receptores específicos para la hGH en ciertas células diana. Se han identificado receptores en corazón, músculo esquelético, tejido adiposo, hígado y riñón, así como en muchos otros tipos celulares durante el desarrollo fetal.1 La segunda vía empleada por hGH para favorecer el crecimiento es la estimulación de la síntesis de factor de crecimiento similar a la insulina de tipo I (IGF-I). Esta proteína se sintetiza fundamentalmente en el hígado, aunque otros tipos celulares también pueden producir IG F-I en respuesta a la hGH. Poco después de identificarse la familia de IGF, se propuso que la mayoría de las acciones de la hGH eran mediadas por este segundo men sajero. La actividad clínica de la enfermedad en los pacientes con exceso de hormona del crecimiento (acromegalia) depende más de las concentra ciones de IGF-I que de las de hGH. Este factor recibió el nombre de «simi lar a la insulina» debido a su capacidad de favorecer la captación de glucosa y la síntesis de proteínas celular. IGF-I se fija a los receptores de IGF-I, presentes prácticamente en todo tipo de células. Experimentos genéticos han demostrado que la presencia de receptores de IGF-I en distintos tipos celulares guarda una estrecha relación con la capacidad de división de cada tipo de célula. En ingeniosos estudios con inducción de sobreexpresión de receptores de IG F-I en miocitos cardíacos, se han descrito aumentos del número de miocitos, de la tasa de mitosis y de la capacidad de replicación de los miocitos posdiferenciados. Este efecto podría ser aprovechado mediante manipulación genética y, utilizado conjuntamente con las células madre cardíacas, contribuir a la reparación del miocardio dañado. La infusión de hGH e IGF-I ocasiona alteraciones agudas de la hemo dinámica cardiovascular. Los aumentos de contractilidad y gasto cardíacos podrían deberse, al menos en parte, a una disminución de las resistencias vasculares sistémicas y de la poscarga cardíaca.2 La administración a corto plazo de hGH e IGF-I no aumenta la presión arterial.3,4 M an ife stac ion e s card iovascu lares de la acrom egalia La acromegalia es una enfermedad relativamente infrecuente, de la que se diagnostican unos 900 casos nuevos anuales en EE. UU. La acromegalia y el gigantismo humano hipofisario se asocian a mor bilidad y mortalidad significativam ente aum entadas, sobre todo a causa de enfermedades cardiovasculares. La acromegalia no tratada, identificada por los signos y síntomas clínicos de crecimiento aero y por el aumento de secreción de hGH, acorta considerablem ente la esperanza de vida, ya que m enos del 20% de los pacientes superan los 60 años. Diversos estudios han atribuido esta mayor mortalidad al aumento de neoplasias digestivas, pólipos de colon, cáncer de colon y enfermedades pulmonares;5 pero son los efectos cardiovasculares y cerebrovasculares, entre los que se encuentran la hipertensión, la cardiomegalia, la insuficiencia cardíaca congestiva y los accidentes cerebrovasculares, los que conducen a los acontecimientos patológicos que limitan la supervivencia.6,7 Los efectos cardiovasculares y hemodinámicos de la acromegalia varían considerablemente dependiendo de la edad y de la gravedad y duración de la enfermedad.8 Los pacientes en los que el trastorno se diagnosticó dentro de los primeros 5 años de actividad de la enfermedad no presentaron anomalías significativas de la presión arterial sistólica ni diastólica, pero los estudios ecocardiográficos mostraron que el índice de m asa ventricular izquierda era casi un 35% mayor, y que el índice cardíaco aumentaba un 24%.9 Al comparar pacientes con acromegalia 2016. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos E n fe r m e d a d e s c a r d io v a sc u l a r e s y t r a st o r n o s de o tr o s ó r g a n o s recién diagnosticada y no tratada con un grupo de controles ajus tados por edad y sexo, se observó que los parámetros indicadores del funcionamiento sistólico, incluido el volumen de eyección corregido, eran significativamente mejores, y que la resistencia vascular sistémica era un 20% más elevada. La función diastólica ventricular izquierda estaba dentro de la normalidad.6 Estos estudios están en desacuerdo con otros en que se asoció una duración mayor de la acromegalia con alteraciones ventriculares y miocardiopatía. En la acromegalia no tra tada, la hipertrofia cardíaca va acompañada de alteraciones diastólicas globales del ventrículo izquierdo. Las anomalías del esfuerzo miocárdico sistólico regional se pueden poner de manifiesto mediante ecografía Doppler y responden al tratamiento.10 En un estudio reciente, se han observado alteraciones del funcionam iento diastólico en pacientes con acromegalia, especialmente en individuos de edad avanzada y con diabetes mellitus.11 Los pacientes con acromegalia suelen presentar factores de riesgo de cardiopatía conocidos -incluidos hipertensión, resistencia a la insulina, diabetes mellitus e hiperlipidem ia-. Aunque los primeros estudios indicaban que la afectación de la función cardíacaen la acromegalia de larga duración se debía a ateroesclerosis acelerada, estudios de autopsias solo hallaron enfermedad arterial coronaria significativa en el 11% de los pacientes fallecidos por causas relacionadas con la enfermedad. La angiografía demuestra en la mayoría de los casos arterias coronarias normales o dilatadas. La prueba de esfuerzo isotópica es positiva en menos del 25% de los pacientes y todos estos datos, en conjunto, nos permiten afirmar que es poco probable que la ateroesclerosis y la car diopatía isquémica puedan explicar las elevadas tasas de hipertrofia cardíaca biventricular, insuficiencia cardíaca y mortalidad cardiovas cular. El aumento prolongado de las concentraciones séricas de hGH e IG F-I parece provocar cambios funcionales e histológicos bastante específicos en los miocitos.9 Hasta dos tercios de los pacientes acro- megálicos presentan criterios ecocardiográficos de hipertrofia del ven trículo izquierdo (HVI).6'8 La masa ventricular derecha también aumenta en la acromegalia, lo cual indica una causa más generalizada que la hipertensión sistémica.10 La hipertrofia septal asimétrica, que se creía frecuente en los pacientes con acromegalia, es un hallazgo poco habitual. La acromegalia increm enta la prevalencia de valvulopatía aórtica y mitral, que persiste a pesar de la curación de la enfermedad.12 En los pacientes con acromegalia no controlada, se observa insuficiencia mitral progresiva y aumento de la precarga y poscarga ventricular izquierda.13 Los pacientes con acromegalia pueden presentar dilatación de la raíz de la aorta (ectasia aórtica) y/o defectos del sistema de conducción del corazón.8,12,14 La evaluación histológica del tejido cardíaco acromegálico pone de manifiesto un aumento del tamaño de los miocitos (hipertrofia), sin aumento del número de células. La acromegalia se asocia a fibrosis inters ticial e infiltración por diversas células inflamatorias, entre ellas células mononucleares, compatibles con miocarditis.6 Algunos hallazgos his tológicos podrían deberse a una muerte celular programada (apoptosis) estimulada por IGF-I. La afectación anatomopatológica del corazón en la acromegalia se asocia a alteraciones funcionales.9,10 El 10% de los pacientes recién diagnosticados presentan signos y síntomas de compromiso cardíaco, y este porcentaje aumenta considerablemente con una mayor duración de la enfermedad.13'15 Algunos estudios señalan una baja incidencia (4%) de insuficiencia ventricular izquierda manifiesta, según lo cual serían necesarios otros factores añadidos, como hipertensión, diabetes de tipo 2 e hiperlipidemia, para alterar la función contráctil.16 Los pacientes con acromegalia de larga duración pero sin hipertensión pueden presentar HVI y anomalías funcionales del ventrículo izquier do, lo que indica que las concentraciones elevadas de hGH y/o IGF-I pueden producir fenómenos miopáticos por sí mismas. La insuficiencia cardíaca manifiesta va asociada a un mal pronóstico.16 El tratamiento de la acrom egalia puede im pedir el desarrollo de la insuficiencia cardíaca.17,18 H asta en el 50% de los pacientes con acrom egalia se observan anomalías electrocardiográficas (ECG), entre las que se encuentran la desviación izquierda, ondas Q septales, descenso del segmento ST-T, dispersión QT anómala y defectos del sistema de conducción. Pueden aparecer diferentes alteraciones del ritmo, como extrasístoles auriculares y ventriculares, síndrome del seno enfermo, y taquicardia supraven tricular y ventricular.6 En los ECG de señal promediada se observan 1794 incrementos hasta de cuatro veces de los casos de arritmia ventricular compleja y potenciales tardíos; se cree que pueden predecir la irrita bilidad ventricular, y también se observaron con más frecuencia en los pacientes con acromegalia activa que en los que estaban sometidos a tratamiento.14 Por el contrario, en las pruebas de esfuerzo con segui miento electrocardiográfico no se detectaron alteraciones inducibles del ritm o ni señales de isquem ia, lo que sugiere que las alteraciones del ritmo ventricular izquierdo no están relacionadas con una isquemia subyacente. La función autónoma cardíaca, determinada mediante la medida de la recuperación y la variabilidad de la frecuencia cardíaca, se mostró alterada en pacientes con acromegalia recién diagnosticada, sin tratamiento.19 Se ha descrito la asociación de hipertensión secundaria a la acrome galia en el 20 al 40% de los pacientes.5,6,8 Dada la elevada prevalencia de hipertensión en la población adulta y la lenta instauración de la acromegalia, resulta muy difícil determinar si la hipertensión es secun daria o simplemente coincidente. La mejoría de la hipertensión con el tratamiento para la acromegalia, no obstante, indica que están relacio nadas.17 Aunque los estudios observacionales sobre la supervivencia en pacientes con acromegalia señalaron inicialmente que la hipertensión no constituía un factor de riesgo independiente de mortalidad, el estudio de una serie de pacientes fallecidos por la enfermedad demostró que sus presiones arteriales medias eran más altas que las de los supervivientes.3 No se conoce bien el mecanismo subyacente de la hipertensión en la acromegalia. Los pacientes recién diagnosticados de la enfermedad y con corta duración de esta presentaron tensiones arterias sistólica y diastólica similares a las de controles de la misma edad y sexo, aunque su índice cardíaco estaba significativamente aumentado. El grosor de la íntima arterial es mayor en los pacientes con acromegalia de larga evolución y esta alteración vascular responde a la reducción de los niveles de hGH.2 La administración de hormona del crecimiento favorece la reten ción de sodio y la expansión de volumen, y parece ejercer un potente efecto antinatriurético , independiente de cualquier efecto sobre la aldosterona.3,18 Los estudios sobre el sistema renina-angiotensina- aldosterona indican que se reduce la capacidad de la expansión de volum en para inhibir la liberación de renina. Tanto los inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina como los bloqueantes de los receptores de angiotensina inducen un aumento paradójico de la presión arterial en los pacientes con acromegalia. Se ha cuestionado el papel desem peñado por la hiperinsulinem ia en la hipertensión asociada a la acromegalia. El aumento de la concentración sérica de insulina puede incrementar la retención urinaria de sodio, interferir con la vasodilatación dependiente del endotelio y estimular la actividad del sistema simpático. D iagnóstico En el 99% de los casos la acromegalia se debe a un adenoma benigno de la hipófisis anterior.3,17 En el momento del diagnóstico, la mayoría de estas neoplasias se clasifican como macroadenomas (>10 mm) y los pacientes tienen signos clínicos de haber tenido la enfermedad durante más de 10 años. El diagnóstico puede confirmarse demostrando una concen tración sérica de hGH mayor de 5 ng/dl y una concentración sérica de IGF-I mayor de 300 mUI/ml 1 h después de una sobrecarga con 100 g de glucosa. En la mayor parte de los pacientes las concentraciones de hGH en ayunas son superiores a 10 ng/ml. El tumor puede localizarse mediante resonancia magnética de la glándula hipofisaria. Raramente, la causa de la acromegalia puede ser la secreción de hormona liberadora de hormona del crecimiento, que da lugar a hiperplasia difusa de la hipófisis. En tal caso debe considerarse la posibilidad de que exista una lesión neoplásica en otras partes del sistema endocrino. Tratamiento El tratamiento inicial de elección es la cirugía transesfenoidal con resección del adenoma. Si persisten cifras elevadas de hGH y/o IGF-I, se puede uti lizar la radioterapia, en pacientes de mayor edad, o agonistas de dopamina o del receptor de somatostatina, en pacientes más jóvenes, con el fin de normalizar las concentraciones séricas de estos compuestos. El acetato de octreótido,un fármaco análogo de somatostatina, consigue reducir la hGH a menos de 5 ng/ml en la inmensa mayoría de los pacientes. El tratamiento primario debería producir una reducción de las concentraciones de IGF-I y del tamaño del tumor en casos seleccionados.17,20 Las complicaciones cardiovasculares de la acromegalia, como hipertensión, HVI y disfunción ventricular izquierda, mejoran con el tratamiento, y la supervivencia es El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. significativamente superior en los pacientes que consiguen la remisión clínica y bioquímica de la enfermedad.7,8,13,211 Pegvisomant, un antagonis ta de los receptores de hormona del crecimiento, puede normalizar de forma duradera las cifras de IG F-I y ser útil en pacientes resistentes a somatostatina.14 D éfic it de horm ona d e l crecim iento El déficit de hGH infantil va asociado a un aumento de la grasa cor poral, a obesidad de origen central, y a un perfil lipídico aterógeno, así como a un crecimiento lineal anómalo. Parece que el tratamiento de reemplazo con hormona del crecimiento revierte o mejora todas estas alteraciones.21 G LÁ N D U LA SU PRA RREN AL H orm ona adrenocorticótropa suprarrenal y cortiso l Las células corticótropas suprarrenales de la hipófisis anterior sinte tizan una proteína de gran tamaño (proopiomelanocortina) que, tras ser procesada dentro de la célula corticótropa, da lugar a una familia de proteínas de menor tamaño, como la hormona estimulante de los melanocitos a , p-endorfina y ACTH. Esta última, a su vez, actúa sobre células específicas de la glándula suprarrenal. La glándula suprarrenal se divide anatómicamente en dos segmentos principales: corteza y médula. La zona glomerular de la corteza produce aldosterona, la zona fasciculada produce fundamentalmente cortisol y algunos esteroides andrógenos y la zona reticular produce cortisol y andrógenos. La síntesis de cortisol en las zonas fasciculada y reticular está regulada principalmente por la ACTH. La zona glomerular responde en mucha menor medida a la ACTH, y es estimu lada fundamentalmente por angioten sina II, que aumenta la secreción de aldosterona. Enferm edad de Cush ing El exceso de secreción de cortisol y las entidades clínicas que lo acompañan pueden deberse a una liberación exce siva de ACTH por la hipófisis (enfer medad de Cushing) o a un proceso adenom atoso, o en raras ocasiones neoplásico, de la propia glándula supra rrenal (síndrome de Cushing). Ciertos cuadros clínicos, bien caracterizados, con hipersecreción de glucocorticoides y mineralocorticoides suprarrenales, parecen deberse a las concentraciones excesivamente altas de ACTH (ectópi- ca) producidas por carcinomas pulmo nares de células pequeñas, tumores car cinoides, tumores de las células de los islotes pancreáticos, carcinoma medular de tiroides y otros adenocarcinomas y neoplasias hematológicas. El cortisol, miembro de la familia g lu co co rtico id e de las horm on as esteroideas, se fija a receptores mono- méricos localizados en el citoplasma de muchos tipos celulares (fig. 81-1). Los receptores de glucocorticoides libres forman complejos con proteínas del shock térmico. Tras la fijación del cortisol, los receptores se disocian de estos complejos, forman homodímeros y, en ocasiones, heterodímeros, pasan al núcleo y actúan como factores de transcripción. Diversos genes cardíacos contienen elementos que responden a glucocorticoides en sus regiones pro motoras, que confieren capacidad de © respuesta a los glucocorticoides a nivel transcripcional.22 Entre estos genes están los que codifican los canales de potasio activados por el voltaje y las proteínas cinasas, que fosforilan y regulan los canales de sodio activados por el voltaje. Esta expresión puede ser, a su vez, específica de ciertas cavidades y puede desempeñar una función en el corazón fetal en desarrollo. Además, hay vías independientes de la transcripción que actúan con más rapidez y mediante las cuales el cortisol puede regular la actividad de los canales de potasio regulados por voltaje. Los efectos cardíacos del exceso de glucocorticoides en la enfermedad de Cushing se producen a través de la acción de los glucocorticoides sobre el corazón, el hígado, el músculo esquelético y el tejido adiposo.22'24 Se puede producir una ateroesclerosis acelerada originada por el meta bolismo anómalo de la glucosa, con hiperglucemia, hiperinsulinemia e hipertensión en la mayoría de los pacientes, así como de la alteración de la coagulación y la función plaquetaria.22 El mecanismo de la hipertensión inducida por el cortisol es multifactorial. A diferencia de lo que sucede en la hipertensión inducida por aldosterona, la administración intra craneal de glucocorticoides disminuye la presión arterial.25 Por tanto, la hipertensión mediada por cortisol no parece deberse a la activación del receptor de mineralocorticoides. Además, el antagonismo de la acción de los glucocorticoides a través de su receptor citosólico puede bloquear las elevaciones de glucosa e insulina inducidas por colesterol, pero no la elevación de la presión arterial.26,27 Es interesante conocer que un estudio indicó que la inhibición de la retención de sodio tampoco basta para bloquear la elevación de la presión arterial inducida por el cortisol, por lo que serían los cambios de la reactividad vascular, de las resistencias O Aldosterona O Cortisol | Cortisona Q T3 FIGURA 81-1 Esquema general del mecanismo de acción de un receptor hormonal nuclear. El receptor de mineralocorticoides (MR) posee afinidades similares por aldosterona y cortisol. Las concentraciones circulantes de cortisol son entre 100 y 1.000 veces mayores que las de aldosterona. En las células sensibles al RM, la enzima 11 (J-hidroxiesteroide deshidrogenasa metaboliza cortisol a cortisona, lo cual permite que la aldosterona se fije al RM. Este y el receptor de glucocorticoides (GR) son receptores citoplasmáticos que, tras la fijación de su ligando, se trasladan al núcleo y se unen a elementos sensibles a glucocorticoides (GRE) de las regiones promotoras de los genes sensibles. La T3 es transportada al interior de la célula a través de proteínas de membrana específicas y se une a los receptores de hormonas tiroideas (TR), que están unidos a los elementos sensibles a la hormona tiroidea en las regiones promotoras de los genes sensibles a T3. HSP, proteína de choque térmico; TATA, región promotora de la caja TATA. (Por cortesía del Dr. S. Danzi.) 1795 T ra sto rn o s e n d o crin o s y e n fe rm e d a d e s ca rd io va sc u la re s E n fe r m e d a d e s c a r d io v a sc u l a r e s y t r a st o r n o s de o tr o s ó r g a n o s vasculares y de la vasodilatation mediada por el óxido nítrico, los que explicarían el efecto hipertensivo.22 La elevación de la glucosa sérica y el desarrollo de resistencia insulínica puede ocasionar la activación de citocinas proinflamatorias como el factor de necrosis tumoral a y la interleucina 6 (IL-6), que podrían ser la causa de la ateroesclerosis acelerada observada en otras endocrinopatías con resistencia a la insulina.26 Por tanto, aunque se comporta clásicamente como hormona antiinflamatoria, el exceso de cortisol puede favorecer la inflamación y acelerar la ateroesclerosis, al producir resistencia insulínica, cambios en la proteína transportadora de corticoesteroides y cambios en la regulación de citocinas proinflamatorias.28 La obesidad centrípeta típica del exceso de glucocorticoides recuerda mucho a la observada en los síndromes de resistencia a la insulina (metabólicos). La producción excesiva de andrógenos provocada por la mayor estimulación de la corteza suprarrenal por ACTH también podría acelerar la ateroesclerosis, tanto en hombres como en mujeres. El aumento de la morbimortalidad cardiovascular en el síndrome de Cushing puede explicarse,en parte, por aumento de enfermedad cerebrovascular, vasculopatía periférica, enfermedad arterial coronaria con infarto de miocardio e insuficiencia cardíaca congestiva crónica.24,27 Estudios sobre la estructura y función del ventrículo izquierdo han hallado hipertrofia y contractilidad alterada en el 40% de los pacientes.29 El síndrome de Cushing puede presentarse como una miocardiopatía dilatada.30 En un estudio reciente en que se compararon 15 pacientes con síndrome de Cushing con un grupo control ajustado por edad, se observó en los primeros un mayor grado de calcificación de las arterias coronarias y un volumen mayor de las placas, de acuerdo con los criterios de Agatston.31 Además, la llamativa debilidad muscular causada por la miopatía esquelética esteroidea contribuye a la menor tolerancia al ejercicio. Los pacientes con síndrome de Cushing pueden presentar diversas alteraciones en el ECG. Parece existir una correlación entre las tasas de producción de cortisol por las suprarrenales y la duración del intervalo PR.22 El mecanismo puede guardar relación con la expresión o regulación del canal de sodio activado por el voltaje (SCN5A). Las alteraciones electrocardiográficas, sobre todo las de los intervalos PR y QT, pueden deberse a las acciones directas (no genómicas) de los glucocorticoides sobre el canal de potasio activado por el voltaje (Kvl,5) en los tejidos excitables.22,24 Un complejo específico de lesiones cardíacas y suprarrenales, conocido como complejo de Carney, comprende síndrome de Cushing, mixoma cardíaco y diversas lesiones dérmicas pigmentadas (no en «café con leche»). Este rasgo autosómico dominante monogénico se localiza en la región q2 del cromosoma 17.32 Los mixomas se desarrollan generalmente en la aurícula izquierda, aunque pueden aparecer en cualquier parte del corazón, pueden hacerlo a temprana edad y pueden ser multicéntricos. D iagnóstico El diagnóstico de enfermedad y síndrome de Cushing exige demostrar un aumento de producción de cortisol, a ser posible mediante determi nación de cortisol libre en orina de 24 h o la concentración nocturna de cortisol salival.28 La medición de las cifras de ACTH para determinar si la enfermedad es hipofisaria, suprarrenal o etiópica, junto con la localización anatómica de las lesiones sospechosas mediante resonancia magnética, confirman el diagnóstico. El síndrome de Cushing no es frecuente en la población pediátrica, excepción hecha de los pacientes con asma u otras enfermedades que requieren la administración de dosis elevadas de corticoesteroides. Tratamiento El tratamiento de la producción excesiva de cortisol depende del meca nismo subyacente. En la enfermedad de Cushing, la hipofisectomía tran- sesfenoidal, seguida o no de radioterapia posquirúrgica, puede corregir parcial o completamente el aumento de producción de ACTH por la hipófisis anterior. En el síndrome de Cushing es necesaria la extirpación quirúrgica de una (adenoma suprarrenal, carcinoma suprarrenal) o ambas (hiperplasia nodular) glándulas suprarrenales. En pacientes no tratados quirúrgicamente, se puede utilizar el ketoconazol, un inhibidor de las enzimas suprarrenales, para controlar la producción excesiva de cortisol. Inmediatamente después de la intervención quirúrgica, se deben reemplazar el cortisol y los mineralocorticoides (fludrocortisona) para evitar una insuficiencia suprarrenal. Para tratar el síndrome de 1796 secreción ectópica de ACTH, es esencial localizar y tratar el proceso neoplásico primario. Los pacientes tratados con esteroides exógenos en dosis equivalentes a 20 mg de prednisona al día durante más de 1 mes suelen desarrollar signos y síntomas clínicos del síndrome de Cushing. El riesgo de enfermedad cardiovascular se ve incrementado hasta en los procesos más leves, incluso subclínicos (incidentalomas suprarrenales), de enfermedad de Cushing.30 En todos los casos, un tratamiento corrector del hipercortisolismo conduce a una mejoría de las alteraciones cardíacas.33 H iperaldoste ron ism o (v. tam bién cap ítu lo 43) La producción de aldosterona por la zona glomerular se encuentra bajo el control del sistema renina-angiotensina. La secreción de renina res ponde a los cambios en el volumen intravascular. La síntesis y secreción de aldosterona están reguladas fundamentalmente por angiotensina II, que se une al receptor de angiotensina II de tipo I de las células de la zona glomerular.34 El mecanismo de acción de aldosterona sobre sus tejidos diana es similar al de los glucocorticoides (v. fig. 81-1). La aldosterona es captada por las células y se une al receptor de mineralocorticoides, que pos teriormente pasa al núcleo, donde induce la expresión de genes sensi bles a la aldosterona. Estudios han demostrado que, además de en las células renales, donde controlan el transporte de sodio, existen receptores mineralocorticoides en los miocitos cardíacos de rata, y responden a estimulación aumentando la síntesis de proteínas. No está claro si estos cambios corresponden a algún efecto relevante pero la aldosterona puede potenciar el desarrollo de hipertrofia cardíaca y de disfunción diastólica en pacientes hipertensos.35 Los antagonistas de la aldosterona espironolactona y eplerenona compiten por unirse al receptor en el citosol (v. fig. 81-1). Además del tratamiento del hiperaldosteronismo primario, en estudios recientes se ha definido una función de estos fármacos después del infarto agudo de miocardio y para el tratamiento de la disfunción ventricular izquierda, la insuficiencia cardíaca y la hipertensión (v. capítulos 25 y 44).36,37 Aunque la causa principal del aumento de la concentración de aldos terona en suero está relacionada con la respuesta fisiológica a la acti vación del sistema renina-angiotensina, los adenomas suprarrenales benignos productores de aldosterona son una entidad bien conocida (síndrome de Conn). El hiperaldosteronismo primario promueve la retención de sodio, genera hipertensión, aumenta las pérdidas renales de magnesio y potasio, reduce la distensibilidad arterial, con el consiguiente aumento de la resistencia sistémica y, por tanto, mayor riesgo de lesiones vasculares, y altera la regulación nerviosa de los sistemas simpático y parasimpático.38 Muchas de las alteraciones cardíacas y vasculares que se observan en el hiperaldosteronismo son debidas a la hipertensión que este último conlleva.35 El aldosteronismo primario puede provocar fibrilación auricular en pacientes con hipertensión, pero no lesiones cardíacas estructurales. Se han revisado recientem ente los datos de que se dispone con respecto a la detección, diagnóstico y tratamiento de pacientes con aldosteronismo primario.39 Todavía se requieren más estudios acerca de los aspectos genéticos de este síndrome clínico y de los mecanismos causantes de las secuelas cardiovasculares, incluida la modulación del gen KCNJ5.40 La hipopotasemia inducida por la aldos terona y, en buena medida, la hipertensión responden bien a la extir pación quirúrgica de los adenomas suprarrenales benignos unilaterales (o, en ocasiones, bilaterales).38 Enferm edad de A d d iso n Mucho antes de descubrirse que las glándulas situadas inmediatamente por encima del polo superior de cada riñón (suprarrenales) sintetizaban y secretaban glucocorticoides y mineralocorticoides, Thomas Addison describió la asociación entre la atrofia, con pérdida de función, de estas estructuras e importantes alteraciones del aparato cardiovascular. La hipovolemia, la hipotensión y el colapso cardiovascular (secundarios a pérdidas renales de sodio, hiperpotasemia y pérdida del tono vascular) son las manifestaciones principales de la crisis addisoniana aguda, una de las urgencias endocrinas más graves. La causa más frecuente de insuficiencia suprarrenal es la pérdida bilateral de la función suprarrenal por mecanismos autoinmunitarios; otras causas son infecciones, hemo rragias o metástasis malignasy, en algunos casos, errores congénitos del m etabolismo de las horm onas esteroideas.41 Por el contrario, la insuficiencia suprarrenal secundaria, que se debe a una falta de secreción hipofisaria de ACTH, provoca una disminución de la producción de glucocorticoides, mientras que la de mineralocorticoides, incluida la El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. de aldosterona, se mantiene en cifras relativamente normales. Diver sos estudios han analizado la insuficiencia hipotalámico-hipofisario- suprarrenal relativa en los pacientes críticos. No obstante, la existencia real de esta entidad y los criterios diagnósticos para determinar esta condición aún deben confirmarse, lo que ha reabierto el debate sobre la necesidad de tratar con cortisol, en dosis de estrés, a los pacientes con enfermedades críticas.42 La enfermedad de Addison puede manifestarse a cualquier edad. En niños puede ir asociada a enfermedad tiroidea autoinmunitaria (Has- himoto). Los síntomas extracardíacos -incluidos pigmentación excesiva, dolor abdominal con náuseas y vómitos, y pérdida de p eso - pueden ser crónicos, pero otros, como la taquicardia, la hipotensión, la pérdida de tono autónomo y las anomalías electrolíticas anuncian la inminencia de colapso y crisis cardiovascular.41 La presión arterial diastólica permanece constantemente baja (<60 mmHg) y presenta cambios ortostáticos que son un reflejo de la hipovolemiay de las anomalías autónomas secunda rias. Los hallazgos de laboratorio en pacientes con hiponatremia e hiper potasemia indican falta de producción de aldosterona (las concentraciones de renina están elevadas). La hiperpotasemia puede alterar los hallazgos del electrocardiograma, produciendo ondas P de baja amplitud y ondas T picudas. En pacientes con enfermedad de Addison recién diagnosticada y no tratada las dimensiones telesistólica y telediastólica del ventrículo izquierdo se encontraron menores que en los controles. La atrofia cardíaca es un hallazgo poco frecuente. Se observa en la desnutrición secundaria a anorexia, en astronautas que han permanecido mucho tiempo en el espacio, en poblaciones con dietas pobres en sodio y, típicamente, en la enfermedad de Addison (corazón en lágrima) (fig. 81-2). Este proceso de atrofia representa una respuesta a la baja carga de trabajo cardíaco, ya que el restablecimiento del volumen plasmático normal mediante suplementos de mineralocorticoides y glucocorticoides aumenta la masa ventricular. D iagnóstico La insuficiencia suprarrenal aguda se produce típicamente en el contexto de un estrés agudo, una infección o un traumatismo en un paciente con insuficiencia suprarrenal crónica, o en los niños con anomalías congénitas del metabolismo del cortisol. También puede deberse a hemorragia supra rrenal bilateral en pacientes con infección sistémica grave o coagulación intravascular diseminada.41 En el hipopituitarismo, que generalmente es crónico, puede producirse una insuficiencia renal secundaria; sin FIG URA 81-2 Radiografía de tórax rutinaria de un paciente con enfermedad de Addison secundaria a tuberculosis. Además de una pequeña silueta cardíaca, se observan © ganglios calcificados en el hilio del pulmón derecho. (Por cortesía del Dr. J. B. Naidich.) embargo, también se han observado trastornos agudos producidos por hemorragia hipofisaria (apoplejía) o inflamación hipofisaria (hipofisitis linfocítica). Los pacientes tratados crónicamente con dosis supresoras de corticoesteroides (>10 mg de prednisona durante más de 1 mes) pueden desarrollar insuficiencia suprarrenal aguda si el tratamiento se suspende repentinamente o si se presenta una enfermedad aguda grave de origen no endocrinológico. El diagnóstico se confirma cuando, por la mañana o durante un estrés grave, las cifras de cortisol son bajas (<8 mg/dl) y no aumentan por enci ma de 20 mg/dl a los 30 min de la inyección i.v. de 0,25 mg de cosintropina. El diagnóstico puede ser más difícil en el contexto de la enfermedad aguda originada por una variedad de causas con una concentración sérica matinal de cortisol baja (<10 mg/dl) puede ser suficiente para sugerir algún trastorno del control de la secreción.42 Tratamiento El tratamiento de la crisis addisoniana tiene que cubrir tres frentes principales. En primer lugar es necesaria la sustitución adecuada con hidrocortisona: 100 mg en forma de embolada intravenosa inicial y luego 100 mg cada 8 h durante las primeras 24 h, con descenso paulatino de la dosis a lo largo de las 72 a 96 h siguientes. En segundo lugar, hay que restaurar el déficit de líquido intravascular administrando volúmenes altos de solución salina normal con dextrosa al 5%. Por último, es nece sario identificar y tratar cualquier posible causa desencadenante, como infecciones, isquemia cardíaca o cerebral aguda, o urgencias intraab- dominales. El tratamiento a largo plazo se realiza con corticoesteroides y mineralocorticoides (0,1 mg/día de fludrocortisona) orales pero en estos pacientes aumenta el riesgo de mortalidad cardiovascular y por cualquier causa.43 Enferm edades relacionadas con la pro lactina El trastorno más frecuente de la hipófisis anterior es la formación de pequeños (<1 cm) adenomas hipofisarios productores de prolactina, que provocan amenorrea y galactorrea. Como la secreción de prolactina suele ser inhibida por la dopamina de origen hipotalámico, los agonistas de la dopamina, como la cabergolinay la bromocriptina, son el tratamiento de elección. Sin embargo, estos tratamientos no se asocian a valvulopatías cardíacas, al contrario de lo que ocurre en el caso de pacientes con enfer medad de Parkinson.44 TRASTO RNO S PARAT IRO IDEOS Las enfermedades de las glándulas paratiroideas pueden producir enfer medades cardiovasculares y alterar la función cardíaca a través de dos mecanismos. El primero son los cambios en la secreción de hormona paratiroidea (PIH), una hormona proteínica con acciones sobre corazón, células musculares lisas vasculares y células endoteliales. Y el segundo, los cambios en las concentraciones de calcio sérico. El calcio ionizado sérico regula la síntesis y la secreción de hormona paratiroidea (PTH) mediante un mecanismo de retroalimentación negativa exquisitamente sensible.45 La PTH se une a su propio receptor de la superficie celular y modifica la frecuencia del latido de los miocitos cardíacos neonatales, a través del aumento del monofosfato de adenosina cíclico (AMPc) intracelular. La PTH también puede modificar la entrada de calcio y la contractilidad de los miocitos cardíacos adultos y relajar las células musculares lisas vasculares. Además, existe un péptido relacionado con la hormona para tiroidea (PTHrP), de estructura semejante a la de PTH y sintetizado y secretado en diversos tejidos, entre ellos los miocitos cardíacos. La PTHrP se puede unir al receptor de PTH en las células cardíacas, estimular la acumulación de AMPc y la actividad contráctil, y regular las corrientes de calcio de tipo L. Así pues, los efectos directos de los niveles séricos aumentados de PTHrP sobre el corazón y la vascularización sistémica pueden acompañar a síndromes caracterizados por hipercalcemia. El tratamiento a largo plazo con teriparatida (PTH recombinante humana) puede requerir un seguimiento para detectar posibles acontecimientos cardíacos adversos. H iperparatiro id ism o La causa más frecuente de hiperparatiroidismo primario, causante de hipercalcemia, es el crecimiento adenomatoso de una de las cuatro glán dulas paratiroideas. Entre los efectos cardiovasculares de la hipercalcemia se encuentran el aumento de la contractilidad cardíaca, el acortamiento de la duración del potencial de acción ventricular, sobre todo a través de 1797 T ra sto rn o s e n d o crin o s y e n fe rm e d a d e s ca rd io va sc u la re s E n f e r m e d a d e s c a r d io v a s c u l a r e s y t r as t o r n o s de o tr o s ó r g a n o s cambios en la fase 2, el aplanamiento de la ondaT y cambios del segmento ST que, en ocasiones, pueden hacer sospechar isquemia cardíaca.45 El intervalo QT se acorta, acompañado a veces de acortamiento del intervalo PR. El tratamiento con glucósidos digitálicos parece aumentar la sensibi lidad del corazón a la hipercalcemia. La hipercalcemia puede dar lugar a cambios anatomopatológicos en el corazón, concretamente en el intersticio miocárdico y en el sistema conductor, así como depósitos cálcicos en las cúspides y en los anillos valvulares. Aunque inicialmente todo ello se observó en hipercalcemias graves y de larga duración, las denominadas calcificaciones metastásicas también pueden aparecer en los trastornos paratiroideos secundarios a la insuficiencia renal crónica, en la cual el producto constante del calcio y el fósforo séricos aumenta. La función sistólica del ventrículo izquierdo se mantiene generalmente en pacientes con hiperparatiroidismo primario, pero la enfermedad grave o crónica puede alterar la función diastólica. Los cambios de la estructura y la funcionalidad del ventrículo izquierdo no parecen mejorar hasta 1-2 años después de la cirugía paratiroidea con éxito.45,46 El aumento simultáneo de PTH inmunorreactiva sérica (determinada, a ser posible, mediante análisis de PTH intacta) y del calcio sérico esta blece el diagnóstico de hiperparatiroidismo primario. Otras causas son la hipercalcemia maligna por aumento de PTHrP, por metástasis óseas o por enfermedades neoplásicas (linfoma) o no neoplásicas (sarcoidosis) que aumenten la síntesis y liberación de 1,25-dihidroxivitamina D3. El tratamiento del hiperparatiroidismo consiste en la extirpación quirúrgica del adenoma paratiroideo.46 Hipocalcem ia Las concentraciones séricas bajas de calcio total e ionizado alteran direc tamente la función del miocito. La hipocalcemia prolonga la fase 2 del potencial de acción y el intervalo QT. La hipocalcemia grave puede llegar a afectar a la contractilidad cardíaca y ocasiona un síndrome musculoesque- lético difuso con tetania y rabdomiólisis. El hipoparatiroidismo primario es una enfermedad poco frecuente que puede aparecer tras la extirpación quirúrgica de las glándulas paratiroideas, como puede ocurrir después del tratamiento del cáncer de tiroides, en el contexto de un síndrome de dis función poliglandular, en el síndrome de agenesia glandular (DiGeorge) y en el raro, pero interesante, seudohipoparatiroidismo hereditario. La insuficiencia renal crónica es la causa más frecuente de disminu ción del calcio sérico y de concentraciones de PTH elevadas. En estos pacientes, los efectos sobre el corazón y el sistema cardiovascular de las concentraciones crónicamente elevadas de PTH (hiperparatiroidismo secundario) pueden ser, al mismo tiempo, causa de insuficiencia cardíaca y servir como marcador biológico de la eficacia del tratamiento de la misma.47,48 En los pacientes de edad avanzada con estenosis aórtica progresiva, se produce un aumento de la concentración de PTH en suero y de la remodelación ósea.49 Por tanto, la capacidad de PTH de estimular receptores acoplados a proteínas G pue de contribuir a la HVI. Se puede utilizar cinacalcet, un fármaco calcimimético aprobado hace poco, para el tratamien to del hiperparatiroidismo secundario asociado a insuficiencia renal crónica. Sin embargo, un ensayo para evaluar su eficacia en los episodios cardiovas culares no ha mostrado ningún beneficio significativo.511 V itam in a D Algunas pruebas indican que las con centraciones más bajas de vitamina D (<30 ng/ml de 25-hidroxivitamina D) se asocian a un aumento de la morbilidad cardiovascular y por cualquier causa.51 En las m ujeres posm enopáusicas, el aumento de la ingestión de vitamina D disminuye su riesgo relativo de desarro llar cáncer. Aunque en la enfermedad renal crónica y en la insuficiencia car- 1798 díaca se observan concentraciones baj as de vitamina D, hay que esperar a los resultados de los ensayos clínicos en curso para comprobar si el aporte suplementario de vitamina D puede prevenir la enfermedad cardíaca.52 G LÁ N D U LA T IRO IDEA La glándula tiroidea y el corazón están estrechamente relacionados desde el punto de vista embriológico. En ontogenia, la glándula tiroidea y el primordio cardíaco emigran juntos. Esta estrecha relación fisiológica se ve reforzada por lo predecible de los cambios de la función cardiovascular en los distintos trastornos tiroideos. Las manifestaciones cardiovasculares se encuentran entre las más frecuentes y típicas del hipertiroidismo.41 Para diagnosticar y tratar las cardiopatías inducidas por las hormonas tiroideas resulta importante conocer bien los mecanismos celulares de la acción de las hormonas tiroideas sobre el corazón y sobre las células musculares lisas de los vasos.53 M e can ism os celulares del efecto de la horm ona tiro idea sobre el corazón La glándula tiroidea está regulada por la hormona estimuladora del tiroides (o tirotropina [TSH]), concentra el yoduro y sintetiza, a través de una serie de pasos enzimáticos, tetrayodotironina (T4, 85%) y una proporción menor de triyodotironina (T^ 15%; fig. 81-3). La principal fuente de T3 es la conversión de T4 en T3 por 5'monodesyodación, fun damentalmente en el hígado, en el músculo esquelético y en el riñón. Diversos estudios han confirmado que T3 es la forma activa de hormona tiroidea y que explica la inm ensa mayoría de sus efectos biológicos, entre ellos la estimulación de la termogenia tisular, las alteraciones en la expresión de diversas proteínas celulares, y los efectos sobre el corazón y las células musculares lisas vasculares.53,54 La T3 libre penetra en las células mediante proteínas transportadoras (fig. 81-4) pertenecientes a las familias MCT y OAT de transportadores de la superficie celular.55 La mayoría de las observaciones indican que los miocitos cardíacos no pueden metabolizar T4 ni T3 y, por tanto, todos los efectos nucleares y los cambios de expresión génica se deben a los cambios en las concen traciones sanguíneas de T3. De modo similar a las familias de proteínas receptores de esteroides y ácido retinoico, los receptores de la hormona tiroidea actúan uniéndose en forma de homodímeros o heterodímeros a los elementos sensibles a la hormona tiroidea de la región promotora de determinados genes. La unión a las regiones promotoras podría activar o reprimir la expresión del gen.56 Las proteínas cardíacas cuya transcripción es regulada por la hor mona tiroidea se enumeran en la tabla 81-1, entre ellas hay proteínas Lugares de acción de la hormona tiroidea sobre el corazón y el aparato cardiovascular . . . Disminución de la resistencia Termogenia tisular ► vascular sistémica FIGURA 81-3 Esquema del metabolismo de la hormona tiroidea y de los efectos de T3 sobre el corazón y los vasos sis témicos. AMPc Q. O FIGURA 8 1-4 T3 entra en la célula a través de transportadores de membranas específicos y se une a receptores nucleares de T3. El complejo se une a elementos sensibles a la hormona tiroidea y regula la transcripción de determinados genes. Se han representado las acciones no nucleares de T3 sobre los canales iónicos de Na+, K+ y Ca2+. AC, ciclasa de adenilato; ARNm, ARN mensajero; Gs, nucleótido guanina ligado a la subunidad proteínica; Kv, canal de potasio activado por el voltaje; NCX, canal de sodio; PLB, fosfolambán; R(3-A, receptor (3-adrenérgico; TR, proteína receptora de T3. T ABLA 81-1 Regulación de la expresión génica cardíaca por las hormonas tiroideas Regulación positiva Cadena pesada de miosina a Ca2+-ATPasa del retículo sarcoplásmico Na+, K+-ATPasa Canales de potasio activados por el voltaje (Kv1,5; Kv4,2; Kv4,3) Péptido natriurético auricular y cerebral Enzima málica Receptor (3-adrenérgico Proteína Gs con afinidad por el nucleótido guanina Transportador de nucleótidosde adenina 1 Regulación negativa Cadena pesada de miosina p Fosfolambán Intercambiador de Na+/Ca2+ Receptor de hormonas tiroideas a! Adenilato ciclasa de tipos V y VI Proteína G¡ con afinidad por el nucleótido guanina . Transportadores de monocarboxilato 8 y 10 ¡8 estructurales y reguladoras, así como una amplia variedad de canales ~o iónicos de membrana cardíacos y receptores de la superficie celular, lo cual « proporciona un mecanismo molecular para explicar muchos de los efectos 'g de la hormona tiroidea en el corazón. Las primeras proteínas descritas y 3 las mejor estudiadas hasta la fecha son las isoformas (a y (3) de la cadena g pesada de miosina. Sin embargo, en el ventrículo humano, la principal ^ isoforma de miosina expresada es la fJ y esto no parece modificarse apenas 'S., en las diversas enfermedades tiroideas. Se observan cambios de expresión ¡=¡ de isoformas de la cadena pesada de miosina en las aurículas humanas ¿o en diversas enfermedades, como la insuficiencia cardíaca congestiva, $ y no se ha comprobado todavía si estos cambios son mediados por la > hormona tiroidea.53,57 £3 La Ca2+-trifosfatasa de adenosina (ATPasa; SERCA) del retículo © sarcoplasmático es una importante bom ba iónica que determina la magnitud del reciclaje de calcio en los miocitos (v. capítu lo 21). La recaptación de calcio hacia el interior del retículo sarcoendoplásmico al inicio de la diástole determina, en parte, la velocidad a que se relaja el ventrículo izquierdo (tiempo de relajación isovolumétrico). La pro- teína polimérica fosfolambán regula la actividad de SERCA2; inhibe la actividad de SERCA de forma dependiente del grado de fosforilación de cada uno de los monómeros de fosfolambán.38 Los fármacos inótropos que estimulan la contractilidad cardíaca a través del aumento de AMPc en el miocito, lo hacen estimulando la fosforilación de fosfolambán. La hormona tiroidea inhibe la expresión genética de fosfolambán y aumenta su fosforilación.57 En animales modificados genéticamente con deficiencia de fosfolambán no hay aumento de la contractilidad cardíaca cuando son expuestos a un exceso de hormona tiroidea.38 Todas estas observaciones indican que la hormona tiroidea ejerce la mayor parte de sus efectos directos sobre la contractilidad cardíaca a través de la regulación de los movimientos de calcio mediante el sistema SERCA- fosfolam bán, tanto en la transcripción como después de esta. Este mecanismo molecular podría explicar por qué la función diastólica varía inversamente con el espectro de enfermedades tiroideas (fig. 81-5)59'61 y por qué incluso los grados más leves de hipotiroidismo pueden con tribuir a la insuficiencia cardíaca. Además, en el hipertiroidismo, el bloqueo |3-adrenérgico cardíaco no reduce la relajación diastólica rápida, algo que separa aún más a la hormona tiroidea de los efectos adrenérgicos del hipertiroidismo.33 Cambios en otros genes del miocito, entre ellos el de la Na+,K+-ATPasa, explican el aumento del consumo basal de oxígeno del corazón en el hipertiroidismo experimental, así como la disminución de la sensibilidad a la digital de los pacientes hipertiroideos. Los estudios han demostrado que la hormona tiroidea también puede regular la expresión de los genes que codifican sus propios receptores nucleares y las proteínas de trans porte de la membrana plasmática (MCT8 y MCT10) dentro de los miocitos cardíacos (v. tabla 81-1). Además de los conocidos efectos nucleares de la hormona tiroidea, algunas respuestas cardíacas a la hormona tiroidea parecen estar media das por mecanismos no genómicos,62 tal como indican su relativamente rápido comienzo de acción -ta n rápido que no puede explicarse por cambios en la expresión de genes y en la síntesis de proteínas- y la falta de sensibilidad a los inhibidores de la transcripción génica. No se conoce con 1799 E n fe r m e d a d e s c a r d io v a sc u l a r e s y t r a st o r n o s de o tr o s ó r g a n o s FIGURA 81-5 La función diastólica, medida por el tiempo de relajación isovolumé- trica, varía a lo largo del espectro de tiroidopatías, que incluye hipotiroidismo clínico (HC), hipotiroidismo subclínico (HSC), individuos normales (N), hipertiroidismo (H), hipertiroidismo tras bloqueo p-adrenérgico (H + P) e hipertiroidismo tratado para res tablecer la función tiroidea normal (E). exactitud el significado de estas diversas acciones, pero puede que sean la razón por la que el tratamiento agudo con T3 altera la hemodinámica cardiovascular. Pruebas de función tiro idea Una serie de pruebas de laboratorio sensibles y específicas pueden realizarse para establecer el diagnóstico de las tiroidopatías con gran precisión. La más utilizada es laTSH sérica, que es la determinación más sensible para el diagnóstico del hipotiroidismo y del hipertiroidismo.63 Las concentraciones séricas de TSH están sistemáticamente elevadas (>3,5 mUI/ml) en los pacientes con hipotiroidismo primario y, por el contrario, debido a la autorregulación normal por las concentraciones elevadas de T4 (y T3) sobre la síntesis y secreción hipofisarias de TSH, están bajas (<0,1 mUI/ml) en el hipertiroidismo. Las determinaciones de T4 libre (y raramente de T3 libre) pueden ser útiles cuando las concen traciones de globulina transportadora de tiroxina puedan estar alteradas por trastornos hepáticos, nutricionales o genéticos concomitantes. Las tiroidopatías autoinmunitarias (Hashimoto y Graves) pueden diagnos ticarse con ayuda de determinaciones serológicas de anticuerpos anti tiroideos, especialmente de anticuerpos antiperoxidasa tiroidea y antitiro- globulina. Interacción horm ona tiro idea-cateco lam inas Las primeras observaciones sobre el corazón en el hipertiroidismo pusieron de manifiesto su similitud con los estados hiperadrenérgicos, e incluso sugerían la existencia de hipersensibilidad a las catecolami nas.53 En este postulado se basa la prueba descrita por Emil Goetsch en 1918, que diagnosticaba el hipertiroidismo demostrando una respuesta exacerbada de cardioaceleración y aumento de la presión arterial ante dosis s.c. de adrenalina. La determ inación de las concentraciones de catecolam inas circulantes en los sujetos hipertiroideos puso de manifiesto que, a pesar de la aparente exacerbación de los signos y síntomas adrenérgicos, las concentraciones de adrenalina y noradrena- lina estaban disminuidas. Este descubrimiento originó el concepto de hipersensibilidad a las catecolaminas, que fue apoyado por la demos tración molecular de un aumento de receptores p^adrenérgicos en los miocitos cardíacos en el hipertiroidismo experimental. Un estudio perfectamente controlado, efectuado con primates no humanos, sin embargo, ha demostrado claramente que no existe hipersensibilidad a las catecolam inas en el corazón o el aparato cardiovascular en el hipertiroidismo experimental.64 Aparte de aumentar la cantidad de receptores adrenérgicos y de proteínas transportadoras de gua- nosina trifosfato, la hormona tiroidea reduce la expresión génica de isoformas de la subunidad catalítica de adenilil ciclasas específicas del corazón (tipos V y VI) y, por tanto, mantiene la respuesta celular a los p-bloqueantes y la generación de AMPc dentro de los límites 1 8 0 0 normales.53 T A B L A 81 -2 Cambios cardiovasculares en las tiroidopatías I PARÁMETRO NORMAL HIPERTIROIDISMO HIPOTIROIDISMO I Resistencia vascular sistémica (dina-cm ■ s~5) 1.500-1.700 700-1.200 2.100-2.700 Frecuencia cardíaca (latidos/min) 72-84 88-130 60-80 Gasto cardíaco (1/min) 5,8 >7 <4,5 Volumen sanguíneo (% del normal) 100 105,5 84,5 Alteraciones hem od inám icas en las t iro idopatías Las diversas tiroidopatías ocasionan cambios predecibles de la con tractilidad miocárdica y la hemodinámica cardiovascular (tabla 81-2; y v. fig. 81-5). Muchos estudios, incluidos algunos con animales de laboratorio y determinaciones invasivas y no invasivas en pacientes,indican que T3 regula el inotropismo y el cronotropismo cardíacos a través de mecanis mos directos e indirectos.64'67 LaT3 ejerce su acción sobre todos los tejidos corporales, aumentando el consumo de oxígeno por parte del miocardio y la termogenia tisular (v. fig. 81-3). LaT3 también reduce la resistencia vascular sistémica en las arteriolas periféricas, mediante su efecto direc to sobre las células del músculo liso de los vasos.53,57 Se produce una disminución de la presión arterial media y una activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona con aumento de la actividad sérica de la enzima conversora de la angiotensina, así como un incremento de la reabsorción tubular de sodio. El aumento del volumen plasmático, junto con el aumento de eritropoyetina, incrementan el volumen sanguíneo y la precarga cardíaca. Por tanto, la disminución de la resistencia vascular sistémica (hasta un máximo de un 50%), junto con el aumento del retomo venoso y de la precarga, incrementan el gasto cardíaco. El gasto cardíaco puede más que duplicarse en el hipertiroidismo y, por el contrario, puede disminuir hasta en el 30 al 40% en el hipotiroidismo. Estudios sobre metabolismo del acetato, realizados mediante tomografía por emisión de positrones (PET), han demostrado que el gran aumento del gasto cardíaco observado en el hipertiroidismo se consigue sin modificación de la eficiencia energética68 LaT3 parece reducir la resistencia vascular sistémica a través de efectos directos sobre las células musculares lisas vasculares y de cambios en el endotelio vascular, en los cuales puede estar implicada la síntesis de óxido nítrico. El efecto vasodilatador de T3 puede observarse unas horas después de la administración de T3 a pacientes sometidos a injertos de derivación arterial coronaria (IDAC) y a pacientes con insuficiencia cardíaca congestiva crónica.55,67 La distensibilidad arterial también dis minuye en el hipotiroidismo, lo cual puede explicar por qué la presión arterial media y la diastólica son bajas y las tensiones sistólicas máximas aumentan. Así pues, la combinación del incremento del gasto cardíaco y disminución de la distensibilidad arterial, que puede ser más acusada en pacientes ancianos con cierto grado de arteriopatía, provoca hipertensión sistólica en hasta un 30% de los pacientes.65,66 En el hipotiroidismo, la resistencia vascular sistémica puede estar aumentada hasta en un 30%. La presión arterial media está aumentada y hasta el 20% de los pacientes presentan hipertensión diastólica significativa. Incluso el hipotiroidismo leve puede reducir las cantidades de factores relajantes derivados del endotelio.69 La hipertensión diastólica incluso en pacientes con grados leves de hipotiroidismo se asocia a concentraciones bajas de renina y a una disminución de la síntesis hepática de sustrato de renina. Esto origina la típica disminución de sensibilidad a la sal, lo cual refuerza la implicación del aumento de la resistencia vascular sistémica en el mecanismo de la hipertensión diastólica. Hipertiro id ism o Los síntomas cardiovasculares forman parte, a menudo de forma predo minante, de la presentación de los pacientes hipertiroideos.33 La mayoría de los pacientes tienen palpitaciones provocadas por el aum ento El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. de la frecuencia y la fuerza de la contractilidad cardíaca. El aumento de la frecuencia cardíaca se debe al aumento del tono simpático y la dis m inución de la estimulación parasimpática. Es frecuente encontrar frecuencias cardíacas superiores a 90 latidos/min, tanto en reposo como durante el sueño; la variación diurna normal de la frecuencia cardíaca está reducida y el aumento durante el ejercicio exagerado. Muchos enfermos hipertiroideos presentan intolerancia al ejercicio y disnea de esfuerzo, en parte debido a debilidad de los músculos esqueléticos y respiratorios.65 La reserva funcional cardíaca se ve comprometida en caso de resistencias vasculares bajas y aumento de la precarga, y no puede aumentar para adecuarse a las demandas del ejercicio máximo o submáximo.70 Algunos pacientes hipertiroideos pueden experimentar dolor torácico de tipo anginoso. En pacientes ancianos con enfermedad arterial coro naria conocida o sospechada, el aumento del trabajo cardíaco provocado por el aumento del gasto cardíaco y la contractilidad cardíaca en pacien tes con hipertiroidismo puede producir isquemia cardíaca, que puede responder al tratamiento con bloqueantes fJ-adrenérgicos ((5-bloquean tes) o al restablecimiento del estado eutiroideo. En un pequeño número de pacientes, generalmente mujeres jóvenes, es posible la aparición de un síndrome caracterizado por dolor torácico en reposo asociado a cambios isquémicos del ECG. El cateterismo cardíaco ha demostrado que la mayoría de estos pacientes presentan arterias coronarias angio- gráficamente normales; sin embargo, se ha observado vasoespasmo coronario similar al de la angina variante (v. tam bién capítulos 54 y 77). Raramente llega a producirse un infarto de miocardio y estos pacientes parecen responder a antagonistas del calcio y nitroglicerina.33 En las últimas publicaciones se han descrito síntomas isquémicos cerebrovas culares en mujeres principalmente asiáticas, jóvenes, con enfermedad de Graves. Este síndrome, la enfermedad moyamoya, se caracteriza por oclusión anatómica de las partes terminales de las arterias carótidas internas. El tratamiento del hipertiroidismo puede evitar que se pro duzcan más síntomas isquémicos cerebrales y destaca la importancia de realizar pruebas de función tiroidea de forma habitual, incluyendo laTSH, a los pacientes que se presentan con síntomas de isquemia vas cular cardíaca o cerebral.71 El hipertiroidismo se asocia con un grado significativo de hipertensión pulmonar (presión sistólica arterial pulmonar media > 50 mmHg), que fue reversible después del tratamiento de la enfermedad de Graves.72 A su vez, la hipertensión pulmonar impone un grado importante de estrés y sobrecarga al ventrículo derecho. Esta observación implica que si bien la resistencia vascular sistémica disminuye con la tirotoxicosis, no sucede lo mismo con la resistencia vascular pulmonar. Evaluar las enfermedades tiroideas midiendo la concentración sérica de TSH puede beneficiar a todos los pacientes con hipertensión pulmonar inexplicada.65 Fibrilación auricular (v. tam bién capítulo 38) El trastorno del ritmo más frecuente en pacientes hipertiroideos es la taquicardia sinusal,51 pero la alteración con más impacto clínico que induce el hipertiroidismo es la fibrilación auricular. En los pacientes con hipertiroidismo, la prevalencia de fibrilación auricular y de otras formas menos frecuentes de taquicardia supraventricular oscila entre el 2 y el 20%.73,74 Mientras que la prevalencia de la fibrilación auricular en individuos con un funcionamiento tiroideo normal es del 2,3%, en los que presentan hipertiroidismo manifiesto dicha prevalencia asciende hasta un 13,8%. Sin embargo, en un estudio con más de 13.000 pacientes hipertiroideos, la prevalencia de fibrilación auricular que se observó fue inferior al 2%, probablemente debido al diagnóstico precoz y tratamiento rápido del estado hipertiroideo.73 Cuando este mismo grupo de pacientes se analizó en función de la edad, se observó que la prevalencia aumentaba escalonadamente en cada década, alcanzando un máximo del 15% en pacientes con más de 70 años. En otro estudio, la incidencia acumulada de fibrilación auricular en pacientes hipertiroideos asintomáticos con 60 años o más fue del 28% a lo largo de un período de 10 años.75 En un estudio sobre fibrilación auricular con pacientes no seleccionados, menos del 1% de los casos eran debidos a hipertiroidismo manifiesto. Por tanto, parece que la frecuencia de resultados anómalos en las pruebas de función tiroidea, como una baja concentración sérica de TSH, en pacientescon fibrilación auricular recién diagnosticada es pequeña. De todas formas, la posibilidad de revertir el estado de los pacientes con tirotoxicosis a una situación eutiroidea y restablecer el ritmo sinusal justifica llevar a cabo una determinación de TSH en la mayoría de los pacientes con fibrilación auricular u otras arritmias supraventriculares de reciente aparición y causa desconocida.74,76 El tratamiento de la fibrilación auricular en el hipertiroidismo consis te en bloqueo |3-adrenérgico con un -bloqueante, selectivo o no selectivo, para controlar la respuesta ventricular (tabla 81-3). Esta medida sintomática puede lograrse con rapidez, pero los tratamientos antitiroideos dirigidos al restablecimiento del eutiroidismo requieren más tiempo.74 La digital puede ayudar a controlar la respuesta ven tricular en la fibrilación auricular secundaria a hipertiroidismo; sin embargo, debido al aumento de la eliminación de digital y a la menor sensibilidad a la acción del fármaco, a causa de las elevadas concen traciones celulares de Na+,K+-ATPasa y del menor tono parasimpático, estos pacientes suelen requerir dosis más altas. La anticoagulación, especialmente con los nuevos inhibidores directos de la trombina, de los pacientes con hipertiroidismo y fibrilación auricular es controver tida.53 Hay que sopesar el riesgo de embolización sistémica o cerebral, frente al riesgo de hemorragias y complicaciones secundarias. No se ha confirmado por completo que los pacientes hipertiroideos presentan un mayor riesgo de embolia sistémica.77 En un estudio retrospectivo de pacientes con hipertiroidismo se observó que el principal factor de riesgo de embolias era la edad, más que la presencia de fibrilación auricular. El análisis retrospectivo de series extensas de pacientes no halló una prevalencia de episodios tromboembólicos superior al riesgo de hemorragias graves descrito con el tratamiento con warfarina. Por tanto, en pacientes jóvenes con hipertiroidismo y fibrilación auricular, sin cardiopatía, hipertensión u otros factores de riesgo independientes de embolias (puntuación CHADS VASC = 0), no se han demostrado beneficios con la anticoagulación y es posible que estos sean superados por los riesgos.53 El ácido acetilsalicílico representa una alternativa para reducir el riesgo de episodios embólicos en pacientes jóvenes, y puede ser utilizado sin riesgos. El tratamiento eficaz del hipertiroidismo con yodo radiactivo o fármacos antitiroideos, y la normalización de las concentraciones séricas de T4 y T3, da lugar a reversión a ritmo sinusal en dos tercios de los pacientes en el plazo de 2 a 3 meses.73,74 En ancianos o en fibrilaciones auriculares de larga duración, el porcentaje de reversión a ritmo sinusal es menor y, por tanto, se debe intentar la cardioversión eléctrica o farmacológica, aunque previamente hay que lograr que el paciente se encuentre eutiroideo. La mayoría de los pacientes (90%) pasan a ritmo sinusal mediante cardio versión eléctrica o medidas farmacológicas, y pueden permanecer en ritmo sinusal durante períodos de 5 años o más. La adición de 300 mg/ día de disopiramida durante 3 meses después de una cardioversión eficaz aumentó la probabilidad de permanecer en ritmo sinusal en comparación con los no tratados.76 T ABLA 81-3 Bloqueo del receptor (3-adrenérgico en el tratamiento del hipertiroidismo* I FÁRMACO DOSIS FRECUENCIA CONSIDERACIONES Propranolol 10-40 mg 3 o 4 veces al día Bloqueo con Rp-A no selectivo; mayor experiencia Atenolol 25-100 mg 2 veces al día Selectividad pi relativa; aumenta el cumplimiento del paciente Metoprolol 25-50 mg 4 veces al día Selectividad pi relativa Nadolol 40-160 mg 1 vez al día Bloqueo con Rp-A no selectivo; una vez al día; menos experiencia hasta la fecha Esmolol Bomba i.v., 50-100 (jg/kg/min En la UCI por hipertiroidismo grave o tormenta *Todos estos fármacos se han aprobado para el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, pero hasta ahora ninguno se ha aprobado para el tratamiento del hipertiroidismo. © Rp-A, receptor p-adrenérgico; UCI, unidad de cuidados intensivos. 1801 T ra sto rn o s e n d o crin o s y e n fe rm e d a d e s ca rd io va sc u la re s E n fe r m e d a d e s c a r d io v a sc u l a r e s y t r a st o r n o s de o tr o s ó r g a n o s Insuficiencia cardíaca en la enferm edad tiroidea Entre las alteraciones cardiovasculares del hipertiroidismo destacan el aumento del gasto cardíaco en reposo y el aumento de la contractilidad cardíaca (v. tabla 81-2). A pesar de ello, solo una minoría de los pacientes presentan síntomas como disnea de esfuerzo, ortopnea y disnea paroxís tica nocturna, o signos como edemas periféricos, elevación de la presión venosa yugular o un S3.65 Este conjunto de hallazgos, junto con la falta de aumento de la fracción de eyección ventricular con el ejercicio,70 indican la posibilidad de que exista una miocardiopatía hipertiroidea. El término insuficiencia de alto gasto, utilizado a menudo en este contexto, es inadecuado; aunque el gasto cardíaco en reposo llega a ser el doble o el triple del normal, la intolerancia al ejercicio no parece deberse a insuficiencia cardíaca, sino más bien a debilidad de la musculatura esquelética51,71 y quizá a la hipertensión pulmonar asociada.72 En los estados de alto gasto, sin embargo, puede aumentar la reabsorción renal de sodio y expandir el volumen plasmático. En el hipertiroidismo, aunque las resistencias vasculares disminuyen, el lecho pulmonar no se ve afectado de la misma manera y, debido al aumento del gasto cardíaco en la circulación pulmonar, se produce un aumento de las presiones arteriales pulmonares.65 Esto produce un aumento de la presión veno sa media, hipertensión venosa yugular, congestión hepática y edema periférico del tipo que se asocia a hipertensión pulmonar primaria o insuficiencia cardíaca derecha. Los pacientes con hipertiroidismo de larga duración y taquicardia o fibrilación auricular importantes, pueden desarrollar bajo gasto cardíaco, alteración de la contractilidad cardíaca con fracción de eyección baja, S3 y congestión pulmonar -todo ello compatible con insuficiencia cardía ca-.53,57,65 El estudio de estos casos indica que la alteración de la función ventricular izquierda se debe al aumento prolongado de la frecuencia cardíaca y al desarrollo de insuficiencia cardíaca por taquicardia. Cuando el ventrículo izquierdo se dilata, puede aparecer también insuficiencia mitral (v. capítulo 63). Es importante reconocer este hecho, ya que los tratamientos que tienen como objetivo reducir la frecuencia cardíaca o controlar la respuesta ventricular en la fibrilación auricular, parecen mejorar la función ventricular izquierda incluso antes de iniciado el tratamiento antitiroideo. Estos pacientes se encuentran en situación crítica y deben ser tratados en unidades de cuidados intensivos. Algunos pacientes con hipertiroidismo (como sucede, en general, en la insufi ciencia cardíaca congestiva) no toleran el inicio del tratamiento con (3- bloqueantes en dosis completas, por lo que este debe iniciarse con dosis bajas de (3-bloqueantes de corta duración, junto con otros tratamientos clásicos en la insuficiencia cardíaca aguda, entre ellos la diuresis y la utilización de digital.65 El aumento del producto de presión-frecuencia y del consumo de oxígeno provocado por el hipertiroidismo puede alterar la función cardíaca en ancianos con cardiopatía isquémica, hipertensiva o valvular conocidas o sospechadas. Es importante reconocer de forma precoz las manifes taciones del hipertiroidismo en ancianos, ya que pueden tener un mayor riesgo de mala evolución cardiovascular o cerebral,78 como después del tratamiento.79 Tratamiento El tratamiento de los pacientes con cardiopatía tirotóxica debe incluir un 3 -bloqueante para reducir la frecuencia cardíaca hasta un 10-15% por encima de lo normal. Los (3-bloqueantesmejoran el componente de la disfunción ventricular secundario a la taquicardia, pero persisten los efectos inótropos directos de la hormona tiroidea (v. tabla 81-3 y fig. 81-4 fig. 81-4).74 La mayoría de los pacientes con síntomas deben recibir fi- bloqueantes, debido a su rápido comienzo de acción y a la mejoría de muchos de los signos y síntomas del hipertiroidismo. Posteriormente se puede realizar un tratamiento definitivo y seguro con yodo-131 solo o combinado con un fármaco antitiroideo.65,74 Un estudio reciente ha confirmado la importancia del tratamiento definitivo con yodo-131, al demostrar que dicho tratamiento está asociado a una menor mortalidad por causas cardiovasculares.811 H ipotiro id ism o Frente a los llam ativos signos y síntom as del hipertiroidism o, los hallazgos cardiovasculares en el hipotiroidismo son más discretos.81 Se observa típicamente bradicardia leve, hipertensión diastólica, presión del pulso estrecha, precordio prácticamente inmóvil y disminución de la intensidad del impulso apical. Las alteraciones hemodinámicas del 1 8 0 2 hipotiroidismo son diametralmente opuestas a las del hipertiroidismo (v. tabla 81-2) y explican muchos de los hallazgos en la exploración física. A pesar de la disminución del gasto cardíaco y de la contractilidad del miocardio hipotiroideo, estudios del metabolismo miocárdico con la técnica PET han demostrado que el miocardio hipotiroideo no usa con eficiencia la energía. El oxígeno consumido por unidad de trabajo aumenta, debido sobre todo al aumento de la poscarga.82 El tratamien to del hipotiroidismo con restablecimiento de un estado eutiroideo soluciona estos cambios, a la vez que reduce las resistencias vasculares sistémicas a valores menores. El hipotiroidismo aumenta también las cifras de colesterol total y unido a lipoproteínas de baja densidad (LDL), en proporción con el aumento de laTSH sérica.83 Aunque la hormona tiroidea puede alterar el metabolismo del colesterol a través de numerosos mecanismos, entre ellos la disminu ción de la excreción biliar, parece que el mecanismo principal consiste en cambios del metabolismo de LDL relacionados con disminución del número de receptores de LDL.84 En un estudio reciente, se afirma que la eprotiroma, un agonista tiroideo hepatoselectivo, puede ejercer un efecto aditivo, reduciendo aún más la concentración de colesterol en los pacientes tratados con estatinas, lo que confirmaría esta idea.85 La creatina cinasa (CK) sérica está elevada entre un 50% y 10 veces en hasta el 30% de los pacientes con hipotiroidismo. El análisis de iso formas específicas indica que más del 96% corresponde a CK-MM, lo que concuerda con un origen muscular del aumento de la liberación de la enzima.84 Después de iniciar el tratamiento sustitutivo estándar con hormona tiroidea v.o., en el hipotiroidismo la concentración sérica de creatina cinasa disminuye lentamente con una vida media de aproximada mente 14 días. Pueden aparecer derrames pericárdicos, lo que concuerda la observación de un mayor volumen de distribución de albúmina y una menor eliminación de la linfa en el hipotiroidismo. En ocasiones, los derrames pericárdicos pueden ser bastante grandes, pueden provocar la aparición de cardiomegalia en las radiografías de tórax convencionales. El ecocardiograma muestra derrames pequeños o moderados en hasta el 30% de los pacientes con hipotiroidismo franco; los derrames se resuelven en semanas o meses tras la instauración del tratamiento de restitución hormonal.81 Debido a los cambios en la expresión de canales iónicos, en el hipoti roidismo el electrocardiograma muestra bradicardia sinusal, bajo voltaje y alargamiento de la duración del potencial de acción y del intervalo QT. Este último, a su vez, predispone al desarrollo de arritmias ventriculares; incluso se han descrito casos de pacientes con torsades de pointes adquirido que ha mejorado o se ha resuelto por completo con el tratamiento sus titutivo tiroideo.53 El aumento de los factores de riesgo para la ateroesclerosis, como la hipercolesterolemia, puede aumentar el riesgo de ateroesclerosis y de enfermedad vascular coronaria y sistémica en pacientes con hipotiroidis mo (v. capítulos 42 y 45) .83'86-87 En un estudio se observó aumento de la ateroesclerosis aórtica abdominal en mujeres ancianas incluso aunque el hipotiroidismo fuera leve.86 La posibilidad de que la enfermedad arterial coronaria aumente en los pacientes con hipotiroidismo es una cuestión clínica importante. Un informe indicó un aumento de la morbilidad y la mortalidad cardiovasculares si existía hipotiroidismo subclínico no tratado,87 y que el aumento del grosor medial de la íntima de la carótida se resolvió con el tratamiento sustitutivo con hormona tiroidea.88 En estudios no invasivos, como la gammagrafía nuclear, se ha demostrado la presencia de anomalías de la perfusión que indican isquemia del miocardio, pero parece que estos defectos se resuelven con el tratamiento con hormona tiroidea. En pacientes menores de 50 años sin antecedentes de enfermedad cardíaca, generalmente es posible comenzar el tratamiento con dosis sustitutivas completas de levotiroxina (100-150 |xg/día) sin tem or a efectos cardíacos indeseables. En pacientes menores de 50 años con enfermedad arterial coronaria, conocida o sospechada, la situación es más compleja.74 Al diagnosticar un hipotiroidismo en un paciente con enfermedad arterial coronaria conocida deben tenerse en cuenta tres cuestiones importantes. La primera cuestión es si es necesaria la revascularización coronaria antes de iniciar la sustitución hormonal. Si el paciente no es candidato a intervención percutánea y presenta angina inestable, afecta ción de la coronaria principal izquierda o enfermedad de tres vasos con alteración de la función ventricular izquierda, se puede realizar un IDAC, incluso en presencia de hipotiroidismo clínico. En raras ocasiones, algunos pacientes presentan un hipotiroidismo tan intenso como para prolongar los tiempos de hemorragia y de tromboplastina parcial, y es necesaria la El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. administración preoperatoria de factores de la coagulación. El tratamiento sustitutivo con hormona tiroidea se puede retrasar hasta el período post operatorio, momento en el cual puede iniciarse en dosis completas por vía parenteral u oral.53,89 La segunda cuestión hace referencia a pacientes con cardiopatía estable conocida en quienes no está clínicamente indicada la revascularización cardíaca. En estos pacientes, el tratamiento debe iniciarse con dosis bajas (12,5 jxg) de levotiroxina con un aumento progresivo de las dosis (de 12,5 a 25 |xg) cada 6 a 8 semanas, hasta la normalización de la TSH sérica. En estos casos, el tratamiento sustitutivo con hormona tiroidea, con su capacidad de disminuir las resistencias vasculares sistémicas y la poscarga, así como de hacer progresar la eficiencia del miocardio, puede mejorar los signos clínicos de isquemia miocárdica. Los fármacos P-bloqueantes son el tratamiento complementario ideal para controlar la frecuencia cardíaca. La tercera cuestión se refiere a los pacientes que, aunque presenten riesgo potencial de enfermedad arterial coronaria, no muestran signos ni síntomas clínicos de la misma. En este grupo, el tratamiento sustitutivo con hormona tiroidea puede iniciarse con dosis de 25 a 50 |xg/día, y aumentarse en 25 |xg cada 6 a 8 semanas hasta conseguir la normalización de la TSH sérica. En caso de aparición de signos o síntomas de cardiopatía isquémica, se deben seguir las mismas recomendaciones que en los pacientes con una cardiopatía subyacente conocida. En todos los pacientes, el tratamiento de restitución con hormona tiroidea debería bastar para que la concentración de la TSH retomase a la normalidad, con la consiguiente recuperación del estado clínico eutiroideo. Los conocidos efectos de las hormonas