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REHABILITANDO LA SINTAXIS GRIEGA:
LAS OPERACIONES SINTÁCTICAS EN APOLONIO DÍSCOLO
Claudia T. Mársico
Universidad de Buenos Aires
Universidad Nac. de San Martín
RESUMEN
El objetivo de este trabajo combina un aspecto estrictamente lingüístico con otro en torno de la historia de las 
ideas gramaticales. En relación con el primero, se efectúa un recorte temático orientado al estudio de las 
operaciones sintácticas en el sistema de Apolonio Díscolo y su utilidad para dar cuenta de la relación entre la 
estructura lógica de un enunciado y su efectiva materialización sintáctica. Esto permite evaluar los alcances 
de la sintaxis griega, y en ese sentido rehabilitarla, a los efectos de poner de manifiesto los puntos de contacto 
entre la perspectiva apoloniana y los enfoques corrientes actualmente. Este diálogo entre la gramática 
contemporánea y la historia de las ideas lingüísticas es ampliamente beneficioso para ambas vertientes de los 
estudios sobre el lenguaje. 
PALABRAS CLAVE: operaciones; ensamble; sustitución; elipsis; anáfora; transformación; movimiento.
ABSTRACT
The goal of this paper combines a strictly linguistic aspect with other related with the history of the 
grammatical ideas. In connection with the first one, we study syntactic operations in the system of Apollonius 
Dyscolus and its utility to explain the relationship between the logical structure of a phrase and its syntactic 
materialization. This allows to evaluate the achievements of greek syntax, and at the same time to reinstate it, 
based on the contacts between apollonian and actual perspectives. This dialogue between contemporary 
grammar and the history of the linguistic ideas is broadly beneficial for both branches of studies on language.
KEYWORDS: operations; merge; substitution; ellipsis; anaphora; transformation; movement.
1. Introducción
La historia de las ideas lingüísticas es una disciplina metateórica relativamente nueva,1 que 
ha ido creciendo vertiginosamente en las últimas décadas. La pregunta por los orígenes de 
la gramática occidental, de cuño griego, se yergue como tema preeminente. Sin embargo, 
esta actitud no deja de provocar sorpresa para quien está familiarizado con las opiniones 
decimonónicas. En ellas se señalaba la baja calidad de la gramática griega antigua y se 
afirmaba que sus limitaciones hacían de ella un campo prescindible y superado. Nada más 
lejano a la perspectiva actualmente predominante.
Las razones de este cambio responden primordialmente a la evolución de la 
gramática contemporánea: por un lado, el paradigma dominante a fines del siglo XIX 
estaba asociado con los trabajos de los neogramáticos, y por lo tanto el objetivo prioritario 
de la práctica gramatical apuntaba a la fonética y la morfología. Si los estudios de la 
antigua gramática griega son medidos con esa vara, sin duda el resultado será una cierta 
decepción, sobre todo si se los compara con los logros de la gramática del sánscrito, que 
sorprende todavía hoy por la potencia y complejidad de desarrollos en estas áreas (Pinault, 
1989:301ss.). Este deslumbramiento, sin embargo, no fue definitivo, ya que el 
advenimiento del siglo XX alumbró una verdadera revolución en los estudios sintácticos. 
Desde esta nueva perspectiva, la gramática griega cobró otro valor y lo que había sido 
evaluado como ausencia y limitación, se convirtió en una fuente abundante de desarrollos 
1 Sobre la evolución de la historia de las ideas lingüísticas, véase Robins (1998:13ss.).
1
que respondían a preocupaciones similares a las de la gramática contemporánea. 
Dentro de los núcleos de interés, el que más sorprende por su vivacidad teórica es el 
que se relaciona con la figura de Apolonio Díscolo. Este gramático alejandrino del siglo II 
d. C., hasta hace pocas décadas frecuentado por unos pocos filólogos, ha ido recibiendo 
cada vez más atención. Como indicio, notemos que la única traducción a una lengua 
moderna de la Sintaxis, su obra principal, fue por mucho tiempo la de Buttman, en alemán 
(1877), hasta que en 1981 se publicó la de Householder, en inglés. En los últimos años, 
apareció la de Bécares Botas en español (1987) y la de Lallot (1997) en francés, además del 
tratado Sobre las conjunciones de Dalimier (2001) y numerosos artículos sobre el área. 
En estos trabajos, se señala en general que la perspectiva apoloniana muestra un 
elaborado modelo sintáctico con visos “generativos, lo cual hace que Householder se 
refiera sin más a “Apolonio Díscolo y los orígenes de la estructura profunda” (1981:4). Sin 
embargo, los estudios suelen limitarse a señalar estos rasgos en los parágrafos iniciales de 
la Sintaxis, donde se plantea la noción de lógos autotelés u ‘oración perfecta’, sin internarse 
en las restantes características que hacen de la sintaxis apoloniana un avanzado complejo 
orientado al análisis de enunciados. En lo que sigue, nos concentraremos en el tratamiento 
que Apolonio bosqueja respecto de las operaciones sintácticas. Caracterizaremos las 
nociones centrales, para mostrar luego casos complejos con combinación de operaciones. 
El cuadro general, aunque escueto, será una muestra de la calidad de la propuesta sintáctica 
apoloniana y revelará hasta qué punto es merecida la rehabilitación de la sintaxis griega.2 
2. El horizonte del lógos autotelés
El asunto más recurrente en los estudios sobre el sistema apoloniano es la 
diferencia de planos que se establece entre los enunciados concretos y el parámetro 
universal del cual derivan y sirve para evaluar su corrección. La Sintaxis comienza, 
precisamente, con la declaración del propósito de la obra, planteado en los siguientes 
términos: 
“La exposición presente comprenderá la construcción (sýntaxis) que de ellas <sc. las palabras> 
surge con vistas a la coherencia (katallelótes) de la oración perfecta (autotelês lógos)” (I.1)
Los tres términos transliterados están inextricablemente unidos. Podríamos 
parafrasear esta idea diciendo que la sintaxis se apoya en la coherencia que proviene del 
parámetro que ofrece la oración perfecta en tanto parámetro. De las dos primeras nociones 
diremos algo más en ocasión del tratamiento del ensamblaje. Detengámonos ahora en la 
de lógos autotelés. Apolonio no se explaya en la explicación del concepto, aunque su 
carácter de modelo se infiere perfectamente de I.14, donde dice que “el orden de las partes 
de la oración es una imitación de la oración perfecta (lógos autotelés)”. Con “partes de la 
oración” se refiere a las ocho clases léxicas reconocidas desde época aristarquiana, 
canonizadas en la lista de nombre, verbo, participio, artículo, pronombre, preposición, 
adverbio y conjunción. Estos son los ladrillos elementales del sistema, hasta el punto de 
que la gramática en su conjunto se constituyó como disciplina en torno del estudio de los 
rasgos y relaciones de los mére toû lógou, i.e. las clases léxicas, en lo que se llamó el 
merismós (Matthaios, 1999:13ss. y Mársico, 2005:3.4). Se indica con esto que los valores 
2 Un desarrollo más amplio, orientado a otros aspectos de la sintaxis apoloniana, ha sido desarrollado en 
Mársico (2005: cap. 5).
2
de ensamblaje de cada parte –su tipo de selección, podríamos decir– determina la jerarquía 
y el tipo de relaciones que puede establecer con las demás preservando la coherencia. 
La oración perfecta ha sido interpretada desde tiempos antiguos como una “oración 
genérica o universal” a la que se remiten las oraciones concretas, tal como consta en el 
escolio londinense a la Téchne grammatiké (I/III.517.28). Modernamente se ha prestado 
atención a su estructura y así Lambert (1985:121 ss.) subraya su aspecto de ensamblaje 
sucesivo a partir de las clases léxicas primarias, nombre y verbo, que forman los nodos 
básicos a las que se agregan las demás partes, de un modoque prefigura la categoría de 
sustantivo como núcleo del sujeto y verbo como núcleo del predicado. Sobre esta base 
propone Lallot que el lógos autotelés no es, en rigor, una oración, sino una “metafrase de 
máxima densidad semántica” que contiene las reglas de ensamblaje de términos 
(1986:421). A estas caracterizaciones básicamente correctas podríamos agregar que la 
densidad no se limita a lo semántico, sino que es primariamente sintáctica, precisamente 
porque reposa en la katallelótes, la coherencia de las partes que constituyen la frase. Así, 
el lógos autotelés es perfecto porque constituye el modelo de ensamblaje básico de las 
diversas categorías léxicas que constituyen la lengua. En Sintaxis, I.2 Apolonio agrega que 
el sistema no admite combinaciones al azar, sino que son siempre necesarias (katà tò 
déon), pues cuando no lo son emerge inmediatamente el solecismo. La tarea de la sintaxis 
es, entonces, establecer las condiciones de esa coherencia, i.e. las reglas que permiten 
decidir si un enunciado se deriva lícitamente de una oración perfecta o, al no hacerlo, 
carece de respaldo gramatical. 
La oración perfecta, por lo tanto, no es un correlato idéntico de la oración concreta 
en el plano del significado, sino su versión básica, antes de la aplicación de operaciones 
sintácticas que pueden alterar la organización de la versión resultante, sin por ello quebrar 
la relación con la que funciona como parámetro. El inventario de operaciones da cuenta de 
la relación existente entre los dos planos y permite explicar las supuestas anomalías de la 
lengua reconduciéndolas a su modelo originario, lo cual hace del sistema apoloniano un 
modelo dinámico y potente para dar cuenta de casos concretos que aparentemente se 
apartan de la norma, y sin embargo son reconocidos por los hablantes como enunciados 
aceptables. 
 
 
3. Las operaciones sintácticas
Las operaciones que conforman la sintaxis apoloniana que consideraremos como 
principales son ensamble, sustitución, elipsis, anáfora, transposición y transformación. 
Antes de referirnos a cada una de ellas, notemos que no hay para mentarlas una 
terminología técnica claramente desarrollada, pero encontramos un esquema que permite 
inferir un grado de sistematización en ciernes. Las operaciones mencionadas están 
referidas por medio de un grupo de verbos que podríamos denominar “sintácticos”, en 
tanto indican básicamente ubicación o movimiento, por ejemplo phérein, ‘llevar’, ágein, 
‘conducir’, teínein, ‘tender’, iénai, ‘ir’, eînai, ‘estar’, érchesthai, ‘venir’, histánai, 
‘ubicarse’, etc. Por medio del agregado de prefijos, mientan nociones específicas que 
sirven para nombrar operaciones. Así, por ejemplo, con el agregado de prós o sýn a estos 
verbos se refiere al ensamblaje, mientras que cuando toman antí significan sustitución, 
cuando se construyen con metá indican transformación o transposición, cuando tienen apó 
señalan elipsis y cuando llevan aná resultan anafóricos.3 De este modo, puede decirse que 
3 Además de ello, por supuesto, hay casos de términos específicos asociados a una operación, como el caso de 
3
el sistema de operaciones posee una cierta unidad estructural que se refleja en su 
organización léxica.
3.1. Ensamble 
Como es de esperar, es la operación básica del sistema. Este término podría servir sin 
problemas para traducir el griego sýntaxis, si la tradición no lo hubiera incorporado 
directamente. Está, a la vez, inextricablemente unido a la noción de katallelótes, 
‘coherencia’, ya que ésta es la condición para un ensamblaje correcto. En la conformación 
de este término está presente la forma allélon, ‘uno a otro’, ‘mútuamente’, que indica la 
relación intrínseca que une a los elementos de la oración y les da cohesión.
Los alcances del ensamblaje y las reglas a las que está sujeto se aprecian en el 
pasaje Sintaxis, I.107. En ese contexto Apolonio se encuentra estudiando el 
comportamiento del artículo, y más específicamente el ensamble con un núcleo nominal 
cuando se está en presencia de un adjetivo en posición atributiva, i.e. el sintagma formado 
por artículo + adjetivo + nombre propio.
Del análisis de ejemplos Apolonio colige la siguiente regla: cuando los adjetivos se 
construyen con nombres propios, siempre llevan artículo, a no ser que siga al adjetivo un 
verbo de existencia. Esto se verifica en casos como (1) y (2), que presentan verbos no 
copulativos. 
 
(1) Ho grammatikós Trýphon anaginóskei. 
 El (art) gramático (adj) Trifón (sust) lee.
 El gramático Trifón lee.
(2) Ho philósophos Díon peripateî.
 El (art) filósofo (adj) Dion (sust) pasea.
 El filósofo Dion pasea.
(3) Grammatikòs òn Trýphon anaginóskei.
 Gramático (adj) siendo (part) Trifón (sust) lee. 
 Siendo gramático, Trifón lee.
(4) Philósophos òn Díon dialégetai.
 Filósofo (adj) siendo (part) Dion (sust) dialoga. 
 Siendo filósofo, Dion dialoga.
(5) *Philósophós esti Díon dialégetai.
 Filósofo (adj) es Dion (sust) dialoga.
 *Filósofo es Dion dialoga.
Ya sea en (1), donde anaginóskei es un verbo transitivo, aunque no tenga explícito 
un acusativo, o en (2), donde peripateî es intransitivo, el grupo de nominativos sólo puede 
estar seleccionado como argumento externo, i.e. como sujeto, de estos verbos. Sin la noción 
de sintagma, a pesar de que se utiliza una noción similar en otras oportunidades, Apolonio 
intenta dar cuenta de esto apelando a la distribución. Por otra parte, en casos como (3) y (4), 
la presencia del participio del verbo ser (ón) indica una estructura totalmente distinta, ya 
que a diferencia de (1) y (2), donde grammatikós y philósophos están integrados, diríamos 
hoy, en un sintagma nominal, en (3) y (4) forman parte de un sintagma de participio y 
funcionan como predicativos a través de la forma participial copulativa. Con este esquema, 
el artículo asociado al adjetivo no tiene sentido.
Es interesante notar que entre los ejemplos analizados no hay sólo casos 
considerados gramaticales, sino también enunciados inaceptables, como el de (5), que 
permite formular la regla: “dos verbos finitos no pueden entrar en una frase sin nexo”. Este 
élleipsis, ‘elipsis’.
4
es un claro rasgo del valor atribuido al error gramatical para inferir las reglas que rigen el 
ensamblaje.
3.2. Sustitución
Junto al ensamble, hay que contar entre las operaciones básicas a la sustitución. Mientras 
el primero implica la colocación conjunta y coherente de partes para formar una nueva 
unidad, la sustitución es una operación derivada y se aplica en construcciones donde las 
formas primarias no son admisibles y deben, por lo tanto, ser reemplazadas por otras. Esto 
sucede, por ejemplo, en el caso de los pronombres personales. Apolonio afirma que, dado 
que los verbos en formas de primera y segunda persona no pueden construirse con 
nombres, naturalmente terciopersonales, entonces son sustituidos por pronombres. En ese 
sentido, se afirma en Sintaxis, I.19 que 
“los verbos tienen tres personas y, por eso, se ideó el pronombre con personas definidas, para que 
supliese al nombre y completase la construcción verbal”. 
Para sostener este punto se aducen ejemplos típicos como (6), (7) y (8), a los efectos 
de comparar la idéntica distribución de pronombre y nombre respecto del verbo.
(6) egò grápho.
 Yo escribo.
(7) sý grápheis.
 Tú escribes.
(8) Arístarchos anaginóskei.
 Aristarco lee.
Por otra parte, Apolonio atribuye a la sustitución funciones sintácticas adicionales. 
En Sintaxis, II.8 se trata de pronombres anafóricos que reemplazan a nombres previamente 
mencionados. El caso que se menciona es el de (9), que presenta el caso del pronombre 
autós, ‘él mismo’.
(9) Zeùs d’ epeì oûn Trôás te kaì Héktoraneusì pélassen
 (...) autòs dè pálin trépen ósse phaeinó. (Ilíada, XIII.1-3)
 Una vez que Zeus permitió a los troyanos y a Héctor acercarse a las naves
(...) él mismo volvió sus brillantes ojos.
En este ejemplo el pronombre anafórico autós está sustituyendo al nombre Zeus, 
mencionado en el primer verso. Efectivamente, los elementos anafóricos cumplen una 
función característica en la subordinación, ya que subrayan la cohesión entre las cláusulas 
en conjunción. Pero lo que le interesa a Apolonio es que la operación de sustitución 
posibilita estructuras sintácticas que sin sustitución serían imposibles. En este caso, las dos 
cláusulas no pueden integrar una misma oración, excepto si se emplea la operación de 
sustitución que da por resultado la presencia de autós en la segunda, ya que si el nombre 
Zeus se expresa también allí, dice Apolonio, ésta se convierte inmediatamente en una 
oración independiente. También en español es defectuoso o poco aceptable el caso de (10), 
porque la segunda mención de ‘Zeus’ está sujeta a borrado por identidad, i.e. daría lugar a 
una operación de elipsis.
(10) (?) Cuando Zeus llegó, Zeus sonrió.
5
Es claro que estas restricciones son típicas de un estadio de plena subordinación en 
la lengua, frente a los usos de la yuxtaposición primitiva, cuyos ecos están presentes en las 
obras homéricas y que requerirían de otro tipo de explicaciones. Apolonio, sin embargo, 
juzga desde parámetros sincrónicos, y en ellos la operación de sustitución se revela como 
un instrumento de la sintaxis que no sólo se asocia al reemplazo de un elemento por otro 
sin alterar la coherencia oracional, sino que además permite la construcción de oraciones 
complejas, que sin su aplicación colapsarían.
3.3. Elipsis
Aunque la elipsis se manifiesta en varios planos, el fónico, por ejemplo (I.5), el ámbito de 
aplicación más productivo es, sin duda, el sintáctico. Apolonio se preocupa especialmente 
por determinar cuáles son las condiciones para afirmar que se está ante este fenómeno, 
respecto de lo cual se afirma:
“no se podría reconocer un exceso o una falta si primero no se determinara la forma plena (he phonè 
holókleros).” (Sintaxis, II.79). 
Se trata de una referencia a la oración perfecta, el lógos autotelés, del cual deriva la 
oración concreta con elipsis. Identificar la operación de elipsis supone, entonces, la 
posibilidad de recuperar esa forma plena (pléres o holókleros) de la oración a la cual le 
“falta” una parte. En este sentido, es comprensible que la noción de elipsis pueda indicarse 
mediante algunos verbos “sintácticos” con prefijos que indican ensamble más la negación, 
de modo que, por ejemplo, ‘x ou sýneinai’, i.e. ‘x no se ensambla’, equivale a ‘hay elipsis 
de x’. Esto hace de la elipsis una “falta de ensamblaje” en el plano de la oración concreta.
Entre los casos de aplicación de esta operación, mencionemos el de Sintaxis, III.82, 
donde Apolonio trata el caso de los sujetos de cláusulas sujetivas. En (11), por ejemplo, 
postula que hay “elipsis de acusativo” (leipoûsa aitiatiké), ya que en acusativo debiera estar 
el sujeto del infinitivo akoúein que indicaría, en el plano semántico, quién es el agente del 
escuchar. En rigor, es la oración aislada la que pone de relieve la falta, que se subsana con 
la referencia a un acusativo sobreentendido (hypakouoméne), cuya explicitación, como se 
ve en (12), arroja una forma sin elipsis (mé élipen), con el acusativo Díona, que hace 
inequívoco que el que debe escuchar es efectivamente Dion. 
(11) Deî sou akoúein. 
 Es-preciso a ti (gen.) escuchar.
 Es preciso escucharte.
(12) Deî akoúein sou Díona
 Es-preciso escuchar a ti (gen) Dion (acus.)
 Es preciso que Dion te escuche. 
(13) Deî apothnéiskein hypèr patrídos.
 Es-preciso morir por la patria.
En los ejemplos no se menciona la posibilidad de sujetos genéricos como el de (13), 
que de todos modos Apolonio podría haber explicado por el mismo procedimiento, 
diciendo que un elemento del tipo hemâs, ‘nosotros’, o toùs anthrópous, ‘los hombres’, 
ambos en acusativo, está sobreentendido en el contexto.
Otro caso de apelación a la operación de elipsis se manifiesta en el análisis de la 
selección argumental de los verbos llamados “pasivos intrínsecos” como páscho, ‘sufro’, 
que forman un grupo especial desde el punto de vista del esquema diatético, ya que tienen 
6
morfología activa, pero una semántica que no indica actividad del agente.4 A partir de 
Sintaxis, III.158 Apolonio estudia el tipo de casos oblicuos que requieren los diferentes 
tipos de verbos explicando dicha selección sobre la base de los rasgos semántico-
sintácticos de cada grupo. La explicación general para los que se construyen con acusativo 
es que el verbo se dirige a un acusativo-objeto que recibe la acción, de modo que su 
prototipo serán los verbos transitivos que pueden transformarse a la voz pasiva (Sint., 
I.159). Llegado al grupo de los pasivos intrínsecos, este esquema se revela inadecuado, ya 
que la lengua cuenta con construcciones como (14), (15) y (16), i.e. acusativos 
seleccionados por verbos que no indican acción alguna del agente, sino al contrario, su 
estado de afección. En estos ejemplos, se, el acusativo singular del pronombre de primera 
persona, no es un acusativo como el de (17), que se ajusta a la descripción del receptor de 
la acción del verbo, según el modelo de los transitivos. En concordancia con esto, estos 
verbos no pueden generar voz pasiva, un dato que Apolonio usa para colegir que no se trata 
del mismo tipo diatético.
(14) Trémo se.
 Temo te (acus.).
 Te temo. 
(15) Pheúgo se 
 Huyo te (acus.). 
 Huyo de ti.
(16) Frísso se 
 Tiemblo te (acus.).
 Tiemblo ante ti.
(17) Týpto se (ac)
 Golpeo te (acus.).
 Te golpeo.
Dado que se trata de una excepción demasiado marcada a la regla general del uso 
del acusativo, Apolonio se vale de la operación de elipsis y dice que en (18a) se elidió la 
preposición diá ‘por, a través de’, y su forma plena sería (18b), del mismo modo que (19a) 
sería una forma con elipsis de la preposición epí, ‘durante’, cuya forma plena es (19b). 
(18) a. Hormései pedíoio. (Homero, Ilíada, XIII.64) 
 Se lanza llanura (genitivo).
 b. Hormései dià pedíoio.
 Se lanza por (prep.) llanura (genitivo).
 Se lanza por la llanura.
(19) a. Oú ti polùn chrónon. (Homero, Ilíada, XII.9)
 No algo mucho (acus.) tiempo (acus.).
 b. Oú ti <epì> polùn chrónon. 
 No algo por (prep.) mucho (acus.) tiempo (acus.).
 No durante mucho tiempo. 
Eso lo habilita a afirmar en III.166 que las formas plenas de (14) y (15) son (20) y 
(21), respectivamente.
(20) Trémo dià sé
 Tiemblo por (prep.) ti (acus.)
 Tiemblo a causa de ti.
(21) Pheúgo dià sé 
4 Sobre el esquema diatético apoloniano, véase Lambert (1978), Lallot (1997) y Mársico (2005).
7
 Huyo por (prep.) ti (acus.).
 Huyo a causa de ti’. 
De este modo se entiende el acusativo como un elemento que depende de la 
preposición, a quien debe su asignación de caso. Podríamos decir que se trata de un 
adjunto, y no de un argumento relacionado directamente con el verbo. Esto implica que 
sobre la ‘forma plena’ puede aplicarse la operación de elipsis de modo sistemático, de 
manera que en casos como éste la formulación en el nivel del lógos autotelés tiene la forma 
de ‘verbo + preposición + acusativo’, pero tiene adosada una regla de aplicación 
automática que sujeta a borrado a la preposición y deja “visibles” sólo verbo y acusativo. 
Hacia esto apunta la precisión del mismo parágrafo III.166 en que se afirma, contra otrasposiciones gramaticales, que 
“la elipsis de alguna palabra (élleipsis léxeon) no es sólo licencia poética, sino también de uso 
ordinario (synétheis lógoi)”, 
es decir, se trata de una operación sintáctica generalizada.
3.4. Anáfora
La anáfora, en tanto reenvío o referencia de un elemento oracional a otro, es fundamental 
en el análisis de enunciados y recibe en el contexto de la Sintaxis un amplio tratamiento, en 
tanto está ligada con una categoría léxica específica, el artículo, y a la vez está 
comprometida con la estructura misma de la obra, que concibe la relación entre categorías 
léxicas según un modelo de referencia de unas partes a otras que puede ser leído como un 
sistema anafórico (Mársico:2000 y 2002). Apolonio examina detalladamente esta 
operación, para la que podrían elegirse numerosos ejemplos. Tomemos el pasaje de 
Sintaxis, I.140, donde mediante esta operación se estudian detalles de distribución. En este 
contexto Apolonio discute la construcción de sintagmas del tipo (artículo) + (artículo en 
genitivo) + genitivo especificativo + núcleo nominal, notando que la presencia de artículos 
no es constante, como se ve en los cuatro ejemplos de Sintaxis, I.140:
(22) tò tês eláphou énkonon 
 la (art. nom) del (art. gen.) ciervo (sust. gen) cría (sust. nom).
 la cría del ciervo
(23) ho toû anthrópou hyiós
 el (art. nom.) del (art. gen.) hombre (sust. gen.) hijo (sust. nom.)
 el hijo del hombre
(24) Léontos skymníon édramen.
 León (sust. gen.) cachorrito (sust. nom.) corrió.
 Un cachorrito de león corrió.
(25) Tò toû léontos skymníon édramen.
 El (art. nom.) del (art. gen.) león (sust. gen.) cachorrito (sust. nom.) corrió.
 El cachorrito del león corrió.
En (22) y (23) tanto el núcleo nominal (énkonon y hyiós) como el complemento de 
especificación en genitivo (eláphou y anthrópou), siempre que no sea un nombre propio, 
están acompañados de artículo, es decir, revelan la operación de anáfora. Pero no sólo esto 
es posible. A continuación, Apolonio compara esta variante, idéntica a (25), con la de (24), 
de modo que es tan posible la forma de (24) sin artículos, como la de (25), con ambos 
presentes. Si el núcleo nominal lleva artículo y por lo tanto está presente un funcionamiento 
anafórico, el genitivo lo refiere ensamblándose también él con artículo. Así se dan dos 
8
anáforas correlativas, mientras que si esta función falta en el núcleo nominal, el ensamblaje 
con artículo queda bloqueado también para el genitivo. De allí se infiere la regla: 
(…) los nombres comunes reclaman los dos artículos, ya que no es posible hacer referencia 
(anaphéresthai) a la posesión de algo, si no nos hemos referido previamente (proanapheroménou) al 
poseedor; así que o bien ambos aparecen sin artículo (…) o bien se hacen las dos anáforas 
(synanenechthésetai) al mismo tiempo. (I:140)
Esto es relevante en el plano sintáctico, ya que manifiesta la función de la jerarquía 
del núcleo sobre el complemento de especificación, que se traslada a su capacidad para 
soportar la operación de anáfora. Así, la aplicación de la anáfora en el núcleo determina 
una aplicación de la misma operación en el elemento dependiente, de un modo que revela 
extremo cuidado por la lógica del ensamblaje y su relación con las demás operaciones.
3.5. Transformación
En el contexto de la sintaxis apoloniana, la transformación, que indica un cambio de 
función sintáctica, es un fenómeno análogo a la transposición, que indica un movimiento 
desde el lugar lógico de un elemento a otro diferente. La asociación cercana entre estas 
operaciones surge claramente de la identidad del léxico para mentar ambos casos 
(habitualmente metalambánomai, epistréphein y trépein, todos ligados con la noción de 
modificación). Detengámonos primero en la operación de transformación, aplicada al caso 
de la subordinación nominal en III.86. Apolonio menciona los ejemplos (26) y (28), 
construidos con verbo conjugado y sujeto en nominativo, y los resultados de la 
transformación al subordinar las cláusulas a un verbo de decir –phasí, ‘afirman’ en (26) y 
légousin, ‘dicen’ en (28)–, lo cual hace que el verbo de la oración originaria aparezca en 
infinitivo y su sujeto en acusativo. 
(26) Plouteî Trýphon.
 Es-rico Trifón (nom.)
 Trifón es rico.
(27) Phasì Trýphona plouteîn.
 Afirman Trifón (acus.) es-rico (infinitivo).
 Afirman que Trifón es-rico.
(28) Hygiaínei Trýphon.
 Está-sano Trifón (nom.).
 Trifón está-sano
(29) Légousin Trýphona hygiaínein.
 Dicen Trifón (acus.) está-sano (infinitivo).
 Dicen que Trifón está-sano.
Apolonio nota que “es claro que los mismos hechos afectan a las mismas personas”, 
es decir que la transformación morfológica y sintáctica no altera el contenido semántico del 
enunciado que sigue refiriendo a estados de Trifón en todos los casos, sin importar que se 
lo mencione en nominativo en (26) y (28) y en acusativo en (27) y (29). El cambio de 
nominativo por acusativo y el paso a infinitivo es el resultado lícito de la aplicación de la 
operación de transformación. Por su intermedio es posible pasar de una construcción 
admisible a otra igualmente admisible con una estructura sintáctica diferente. Nótese que la 
operación de transformación da cuenta de la recursividad en la lengua, que es el requisito 
básico para que los enunciados producidos por el sistema sean virtualmente infinitos. 
La transformación está presente también en el ámbito de la voz: en Sintaxis, 
III.157ss., la construcción pasiva se explica por transformación a partir de la activa. Por 
9
aplicación de esta operación se explica en III.159 la relación entre (30) y (31).
(30) Déro se.
 Golpeo te (acus.)
 Te golpeo.
(31) Egò déromai hypò soû.
 Yo soy-golpeado por ti (gen.).
 Yo soy golpeado por ti.
La posibilidad de aplicar la operación de transformación a una cláusula tiene 
restricciones muy claras, que ponen de relieve la precisión con que se la plantea. En este 
caso, la transformación activa-pasiva se da sólo en enunciados donde la selección 
argumental del verbo lo permite, como nota Apolonio en III.157. Vale la pena notar que 
además de explicar la relación sintáctica entre la cláusula en activa y la cláusula en pasiva, 
este caso de transformación tiene un valor heurístico adicional, ya que la aplicación de esta 
operación oficia de instrumento para corroborar la clase a la que pertenece una determinada 
forma verbal. Así, por ejemplo, la posibilidad de conversión a pasiva de déro, ‘golpear’, en 
(30) indica su carácter transitivo, ausente en los casos de plouteî, ‘ser rico’ en (26) y 
hygiaineî, ‘estar sano’ en (28). Estas formas comparten los rasgos morfológicos –las tres 
son formas activas–, pero no sus rasgos sintácticos. A los efectos de manifestar este tipo de 
diferencias, la operación de transformación es un elemento fundamental para identificar 
tipos dudosos.
3.6. Transposición
En lo que toca a la transposición, el tipo de cambio operado es diferente, pues ya no se 
trata de dos enunciados de igual nivel lingüístico, sino que la transposición coloca a la 
nueva oración en un lugar derivado respecto del parámetro del lógos autotelés. Esto es, en 
el caso de la transformación, los enunciados son convertibles unos en otros y tanto se puede 
decir que hay transformación de una construcción activa en una pasiva, como de una pasiva 
en una activa, en tanto son el reverso una de la otra. La transposición, en cambio, da cuenta 
de movimientos o alteraciones de la estructura primigenia con posiciones de loselementos 
que no reflejan directamente la “oración perfecta”. 
En el mismo pasaje donde se discuten las reglas de ensamblaje del artículo con 
nombre propio, que aludimos a propósito del ensamble (Sintaxis, I.107-108), Apolonio 
esboza dos reglas de distribución que podríamos parafrasear del siguiente modo: 
Regla 1: si el verbo expresa una cualidad, i.e. no es copulativo, se construye con un sintagma 
nominal de artículo + adjetivo + nombre propio. 
Regla 2: si el verbo es copulativo se construye con un sintagma de artículo + nombre propio como 
argumento externo y el adjetivo en posición predicativa como argumento interno.
Por la regla 1, es admisible la distribución de (32), pero no la de (33). 
Efectivamente, fuera de la posición atributiva, i.e. entre artículo y nombre, el adjetivo, en 
este caso grammatikós, queda en posición predicativa, lo cual es incoherente, porque el 
verbo no copulativo no habilita el adjetivo en nominativo ni su valor predicativo. Al 
contrario, por la regla 2, la distribución de (34), idéntica a la de (33), es lícita porque el 
verbo copulativo requiere, ahora sí, un adjetivo en posición predicativa, i.e. detrás del 
sintagma de artículo + nombre que funciona como sujeto, de modo que el nominativo 
grammatikós está seleccionado como argumento interno por el verbo copulativo egíneto, 
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‘resultó’.
(32) Ho grammatikòs Trýphon aeídei.
 El (art.) gramático (adj.-nom.) Trifón (sust.) canta.
 El gramático Trifón canta.
(33) * Ho Trýphon grammatikòs aeídei.
 El (art.) Trifón (sust.) gramático (adj.-nom.) canta.
 * El Trifón gramático canta.
(34) Ho Trýphon grammatikòs egíneto
 El (art.) Trifón (sust.) gramático (adj.-nom.) resultó.
 Trifón resultó (=se volvió) gramático. 
Este esquema se utiliza como instrumento para analizar el pasaje homérico de 
Ilíada, I.11, ya que revela problemas de distribución que Apolonio explica a través de la 
presencia de una operación de transposición:
(35) Hoúneka tòn Chrýsen etímasen aretêra 
 Puesto-que al (art. acus.) Crises (sust. acus.) deshonró sacerdote (sust. acus.)
 Puesto que deshonró al sacerdote Crises
(36) Hoúneka tòn aretêra Chrýsen etímasen. 
 Puesto que al (art. acus.) sacerdote (acus.) Crises (ac.) deshonró.
 Puesto que deshonró al sacerdote Crises
 La argumentación comienza por plantear el problema: (35) no cumple con lo que 
hemos llamado la Regla 1, por la cual los verbos no copulativos, como etímasen, 
‘deshonró’, no admiten el orden artículo + nombre propio + nombre atributivo, que es el 
que encontramos en tòn (artículo) Chrýsen (nombre propio) aretéra (nombre atributivo). 
Según Apolonio, la estructura básica de este pasaje debería tener el orden de (36), tèn 
aretêra Chrýsen, con aretêra entre artículo y nombre propio, pues en el orden en que está 
colocado predispone a una lectura que para la koiné es predicativa, lo cual no se ajusta al 
tipo de verbo presente en el enunciado. Sin embargo, la distribución del texto homérico es 
clara y Apolonio se propone dar cuenta de su validez. Para hacerlo apela a un argumento en 
dos pasos. En primer lugar, se vale de la operación de transformación para confirmar que 
en esa posición aretêra es efectivamente predicativo: 
(...) si se sustituye etímasen, ‘deshonró’, por onómasen, ‘llamó’, se tendría entonces una 
construcción distinta: hoúneka tòn Chrýsen onómasen aretêra, ‘porque llamó a Crises sacerdote’. 
(Sintaxis, I.108)
Esto es, si aplicamos una transformación de la oración que sustituya el verbo 
etímasen, ‘deshonró’, que sólo puede seleccionar un argumento interno en acusativo, por 
un verbo que admita dos argumentos internos en acusativo, i.e. un verbo que tome objeto 
directo y predicativo objetivo, como onómasen ‘llamó’, se puede mostrar que aretêra, 
‘sacerdote (ac.)’, adopta la función de predicativo –objetivo en este caso– en la 
construcción ‘llamó a Crises sacerdote’, ya que onómasen selecciona por un lado a tòn 
Chrýsen y por otro a aretêra, como predicativo del primero. El sentido original 
correspondiente a un sintagma único, ‘al sacerdote Crises’, no es admisible. 
Esto habilita la segunda parte del argumento: a pesar de la posición efectivamente 
predicativa confirmada por el primer paso del argumento, es claro por el contexto que 
aretêra no tiene un sentido predicativo. De su posición hay que inferir que estamos frente a 
la operación de transposición: aretéra “se movió” de su lugar primitivo, y la forma (36), 
más cercana al modelo del lógos autotelés, se tornó la de (35). Por lo tanto, entre los 
enunciados concretos y el modelo del lógos autotelés puede haber variantes de distribución 
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que responden a la transposición. Por esta vía, lo que parecía una ruptura de la Regla 1 no 
lo es, sino que se plasma como el resultado de una operación explicable a través del 
sistema sintáctico propuesto.
4. Operaciones complejas
Hasta aquí hemos notado que las operaciones sintácticas dan cuenta de la 
conformación de diversas estructuras que no concuerdan exactamente con lo que se 
considera el parámetro de máxima coherencia sintáctica encarnado por el lógos autotelés. 
Estas operaciones, por otra parte, no se dan de forma aislada. Estudiemos algunos ejemplos 
de combinación de estas operaciones, comenzando por el pasaje de Sintaxis, II.31. La 
cuestión allí es que el artículo puede tener a veces usos pronominales, lo cual entraña serios 
inconvenientes para el sistema apoloniano (Mársico:2000). Para explicar este 
comportamiento sin vulnerar la función específica del artículo, Apolonio plantea que se 
produce una serie de operaciones consecutivas:
(...) cuando el artículo se usa sin un nombre (onóma) y adopta la construcción de un nombre 
( sýntaxis onómatos), a la que acabamos de referirnos, se convertirá obligatoriamente en un 
pronombre (eis antonymían), dado que, aunque no acompañe a un nombre, funcionalmente es usado 
en lugar del mismo (antì onómatos), y en consecuencia su construcción se convierte en pronominal. 
Sea un ejemplo como el siguiente: Chrýses gàr êlthe thoàs epì nêas Achaiôn, ‘pues Crises llegó a las 
rápidas naves de los aqueos’, y a continuación con artículo ho gàr Chrýses êlthe thoàs epì nêas 
Achaiôn; es evidente que la elipsis del nombre hace que su función en la construcción pase a ser 
desempeñada por el artículo, de suerte que éste no podrá ser otra cosa que pronombre (...). (II.31)
Apolonio se propone explicar cómo (38f), el enunciado transmitido en el texto 
homérico, puede derivar de la forma plena de (38a). Para ello no basta con recurrir a la 
operación de transformación, que tiene condiciones más estrictas ausentes en este caso. Se 
describe, entonces, el proceso que hace que el artículo asuma funciones pronominales, 
analizando el sintagma nominal en cuestión según el modelo de (38): en (b), el estadio 
originario, se supone un nombre. En (c), por operación de ensamble, se le adosa un 
artículo, que agrega un valor anafórico, esto es la indicación de que Crises ya ha sido 
mencionado en el contexto previo. En (d), por operación de elipsis, precisamente porque es 
fácilmente recuperable del contexto, el nombre queda sujeto a borrado. En (e), finalmente, 
sólo queda el artículo, que debe adoptar entonces necesariamente los rasgos del nombre, 
i.e. lo sustituye, oficiando la función de pronombre, de modo que se da la operación de 
transformación. 
(38a) Chrýses gàr êlthe thoàs epì nêas Achaiôn (oración básica)
 Crises (nom.) pues llegó rápidas (acus.) a naves Aqueos (gen).Pues Crises llegó a las rápidas naves de los aqueos.
 (38b) Chrýses (...) (formulación básica)
 (38c) Ho Chrýses (...) (ensamble de artículo)
 (38d) Ho [Chrýses] (...) (elipsis de nombre)
 (38e) Ho (...) (sustitución y consecuente transformación)
 (38f) Ho gàr êlthe thoàs epì nêas Achaiôn (oración resultante)
 Él (art/pron) pues llegó rápidas (acus.) a naves Aqueos (gen). 
 Pues él llegó a las rápidas naves de los aqueos.
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La sustitución fuerza la transformación, precedida por operaciones de ensamblaje y 
elipsis, en lo que se puede considerar como un buen ejemplo del cuidado teórico con el que 
Apolonio se vale de las operaciones sintácticas. Esto es, no se trata de salvoconductos que 
le permitan postular una transformación cada vez que el esquema no se ajusta exactamente 
a lo esperado, sino que se intenta por todos los medios respetar la lógica misma de las 
operaciones, de modo que cada una produzca sólo sus efectos peculiares.
Otro ejemplo de combinación de operaciones se encuentra en el tratamiento de los 
pronombres relativos. En Sintaxis, III.49 se refiere Apolonio a ejemplos homéricos que 
tienen una distribución anómala, atribuida a una operación de transposición que modificó el 
enunciado:
(40) He myrí’ Achaioîs alge’ étheken (verbo).
 Que (relativo) infinitos (acus.) aqueos (dat.) dolores (acus.) causó.
 Que causó infinitos dolores a los aqueos.
(41) He étheken myría kaká toîs Héllesin.
 Que (relativo) causó infinitos (acus.) males (acus.) los (dat.) griegos (dat.).
 Que causó infinitos males a los griegos
En (39) el relativo (hé) ocupa el primer lugar de la frase, y el verbo (étheken) se 
encuentra al final, mientras que los complementos en acusativo y dativo respectivamente 
ocupan los lugares medios con la construcción de acusativo dislocada por la presencia 
intermedia del dativo Achaioîs. Frente a esto, Apolonio propone un orden de tipo SVO, que 
suele preferir siempre, de modo que el modelo básico que sustenta el pasaje homérico de 
(40) tiene el orden sujeto – verbo – objeto directo – objeto indirecto, como en (41). 
Esto permite colegir que el orden normal fue afectado por una transposición 
locativa, esto es, un movimiento. Es interesante notar, además, que las diferencias con el 
modelo no se restringen a lo sintáctico, sino que la versión con transposición introduce 
modificaciones léxicas, de modo que los myría álgea, ‘infinitos dolores’, no sólo están 
ahora asociados por proximidad, sino que también los álgea, ‘dolores’, son ahora 
simplemente kaká, ‘males’. Del mismo modo, ya no se trata de Achaioî, ‘aqueos’, sino de 
Héllenes, ‘griegos’. Esto parece implicar, aunque entrando en terreno especulativo, que el 
prototipo lingüístico no sólo tiene un orden lógico simple, sino que se vale de un léxico 
neutro, de modo que los usos poéticos o excesivamente coloquiales surgirían por un 
mecanismo de transposición. Así, en estos casos no sólo asistiríamos a una transposición en 
el plano sintáctico, sino también a una transformación simultánea que afecta el eje 
paradigmático y sustituye elementos del léxico, lo cual complejiza aun más este ejemplo de 
operaciones combinadas.
El planteo apoloniano ofrece, entonces, un esquema teórico consistente que permite 
comprender la estructura de enunciados concretos, explicando la generación de oraciones y 
eventualmente justificando formas aparentemente anómalas. Lejos de ofrecer un panorama 
de terreno yermo, la gramática apoloniana despliega sorprendentes desarrollos, algunas 
veces cercanos a nuestros paradigmas teóricos, y otras totalmente diferentes, pero siempre 
dotados de una extrema lucidez y potencia teóricas. 
El análisis de los ejemplos presentados pretende oficiar de estímulo para que los 
gramáticos contemporáneos vuelvan la atención a los pioneros estudios que inauguraron la 
disciplina. La contemplación de las constantes teóricas puede coadyuvar a la reflexión 
sobre su identidad y alcances y sobre el papel de los gramáticos como intelectuales insertos 
en la tradición. 
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Referencias
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Claudia Teresa Mársico es profesora en Filosofía (Universidad de Buenos Aires, 1996) y 
doctora en Filosofía y Letras (Universidad de Buenos Aires, 2005). Trabaja en las cátedras 
de Lengua y cultura griegas e Historia de la filosofía antigua en la Facultad de Filosofía y 
Letras de la Universidad de Buenos Aires y en la Escuela de Humanidades de la 
Universidad Nacional de Gral. San Martín. Es traductora de textos griegos clásicos y 
participa en grupos de investigación en ambas instituciones. Sus áreas de interés se 
relacionan con la filosofía del lenguaje y la historia de las ideas lingüísticas en la tradición 
griega.
Dirección electrónica: sofiac@ciudad.com.ar
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	(38a) Chrýses gàr êlthe thoàs epì nêas Achaiôn (oración básica)
	 (38b) Chrýses (...) (formulación básica)
	Referencias

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