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Williamson -Del Eden hasta la gloria del cielo

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Derechos de Autor 2009 Seminario Bautista Reformado. Ninguna copia puede ser hecha 
o distribuida sin permiso. Se pueden comprar copias en http://rbseminary.org/order.php 
 
 
 
 
 
 
DESDE EL HUERTO DE EDÉN A 
LA GLORIA DEL CIELO 
 
EL PLAN EN DESARROLLO DE DIOS Y COMO SE RELACIONA CON CRISTIANOS HOY 
 
 
 
J.R. WILLIAMSON 
 
 
2 
CONTENIDO 
 
INTRODUCCION ......................................................¡ERROR! MARCADOR NO DEFINIDO. 
1 PREPARANDO PARA EL VIAJE ...............................¡ERROR! MARCADOR NO DEFINIDO. 
EXPLORANDO LAS CARACTERÍSTICAS Y FUNCIONES DE LOS PACTOS 
2 CREADOS Y CAIDOS ................................................................................................ 16 
LA NECESIDAD Y PROPÓSITO DE LOS PACTOS 
3 LA PROMESA DE REDENCION .................................................................................. 36 
EL TEMA DE LOS PACTOS 
4 LA BONDAD Y SEVERIDAD DE DIOS ....................................................................... 488 
EL PACTO CON NOE 
5 PROMESAS GRANDIOSAS Y PRECIOSAS .................................................................. 61 
EL PACTO CON ABRAHAM PARTE 1 
6 SELLADO CON UNA PROMESA Y UNA SEÑAL .........¡ERROR! MARCADOR NO DEFINIDO. 
EL PACTO CON ABRAHAM PARTE 2 
7 SUMAMENTE Y ABUNDANTEMENTE SUPERIOR ...................................................... 92 
EL PACTO CON ABRAHAM PARTE 3 
8 UN PUEBLO SANTO PARA EL SEÑOR ..................................................................... 109 
EL ANTIGUO PACTO PARTE 1 
9 ¿QUE DEJA DE SER Y QUE PERMANECE? ............................................................... 124 
 EL ANTIGUO PACTO PARTE 2 
10 CRISTO, NUESTRO PROFETA Y NUESTRO SACERDOTE .......................................... 138 
 EL ANTIGUO PACTO PARTE 3 
 
3 
11 CRISTO, NUESTRO REY PERFECTO ....................................................................... 153 
EL PACTO CON DAVID PARTE1 
12 EL REINO Y EL TEMPLO ....................................................................................... 168 
 EL PACTO CON DAVID PARTE 2 
13 EL MENSAJE Y LOS ESTATUTOS ........................ ¡ERROR! MARCADOR NO DEFINIDO.5 
EL NUEVO PACTO PARTE 1 
14 LA ESPOSA Y EL BANQUETE ................................................................................ 204 
 EL NUEVO PACTO PARTE 2 
15 DE FE A VISTA ................................................................................................... 225 
 EL NUEVO PACTO PARTE 3 
CONCLUSION: VIVIENDO LAS PROMESAS ................¡ERROR! MARCADOR NO DEFINIDO. 
EL IMPACTO PRÁCTICO DE LOS PACTOS 
 
 
4 
INTRODUCCIÓN 
 
 La autopista 93 serpentea hacia el norte a lo largo del límite occidental del estado 
de Montana a través de valles angostos y altos bosques de pinos, junto a lagos de azul 
intenso y, por supuesto, a través de las escabrosas Montañas Rocosas. En los días cuando 
el cielo está despejado, un glorioso momento le espera mientras viaja rumbo al norte 
desde Missoula a Flathead Lake. Durante su viaje, usted tendrá vistazos de inmensas 
montañas en la distancia. A veces, las verá entre los árboles, otras veces desde un punto 
alto del camino. Durante el camino los vistazos aquí y allá son grandiosos, pero 
relativamente breves, y siempre aislados y elusivos en el principio del viaje al norte. 
Pero mientras se acerca al pequeño pueblo de Arlee, usted empieza un ascenso firme por 
un período extendido. Cuando llega a la cima, verá extendida frente a usted toda la 
cordillera Misión en majestad panorámica. Captura la atención de tantos que hay un 
parqueo al lado de la carretera en la cima de la colina, para que la gente pueda salir y 
pararse y admirar las montañas extendidas ante ellos. Cada vez que voy allí, esa vista me 
mueve a admirar la maravillosa obra de la mano creadora de Dios. 
 Ver esas montañas ilustra el como me sentí por primera vez cuando participé en 
un curso sobre los pactos hace muchos años con el Pastor Greg Nichols: Yo había visto 
piezas individuales del gran plan de redención de Dios en mi estudio de las Escrituras, 
pero siempre habían estado relativamente desconectados uno del otro; no los había visto 
juntos, en una sola imponente cordillera. Esa clase fue el vehículo que me llevó a una 
vista donde yo pudiese contemplar el esquema de la Escritura en un amplio recorrido, y 
ver como los grandes “picos” del plan de redención de Dios (los pactos) permanecen en 
relación del uno al otro, y con el alcance de la Escritura. Desde entonces, ha sido mi 
deleite el volver a estudiar los pactos una y otra vez, y de maravillarme de la gloriosa 
sabiduría de Dios que ellos exhiben. Este libro nació de un deseo de compartir esa 
perspectiva y experiencia con el pueblo de Dios. Mi gran esperanza es que leerlo lo 
ayude a ver con más claridad lo que Dios ha hecho planificando y realizando nuestra 
redención en Cristo, para que Dios sea alabado por Su maravillosa sabiduría e inigualable 
 
5 
gracia. La obra redentora de Cristo es a la vez el mensaje central de las Escrituras y 
también el pegamento que une sus varias partes, trayéndolas a una armonía una con la 
otra. Los pactos de Dios son Sus medios de desarrollar el plan y aplicar los beneficios de 
Su obra redentora. De esta manera, a través de un estudio de estos pactos que encarnan la 
gran promesa de salvación, podremos legar a ver más claramente Cómo La Biblia 
Encaja. Es mi oración que este libro sea un medio de promover un entendimiento más 
grande de la obra de redención de Dios, ¡y de esa forma una alabanza y gloria más grande 
para Su Hijo! 
 
 
 
6 
 
1 
 
PREPARANDO PARA EL VIAJE 
EXPLORANDO LAS CARACTERÍSTICAS Y FUNCIONES DE LOS PACTOS 
 
“Por mi mismo he jurado,” dice el Jehová… 
“de cierto te bendeciré…” 
Génesis 22:16-17 
 
 
 Viajar a un nuevo lugar es emocionante, pero el viaje puede ser confuso y 
desalentador si usted solo tiene una vaga idea de a donde se dirige, y no sabe de seguro 
por qué se dirige hacia allá. Esto vale también en un estudio de los pactos. Muchas 
veces, cuando le decía a personas que estaba trabajando en un libro sobre “los pactos,” 
me miraban inexpresivamente. Cuando me deseaban lo mejor, yo podía sentir que la 
respuesta no había estimulado nada en sus mentes a parte de la confusión o desconcierto. 
Tristemente, para muchos cristianos, “los pactos” o “el plan de redención no son siquiera 
términos reconocibles. 
Esta ignorancia es evidencia de un problema más grande. Nuestra cultura nos 
sobrecarga con información, dada en trocitos y pedazos desconectados que raramente son 
procesados. El pensar del cristiano practicante promedio a menudo es igualmente 
fragmentado y nubloso, por lo que no siempre somos adeptos uniendo piezas. El tipo de 
 
7 
enseñanza y predicación en muchas iglesias simplemente baja hasta esta perspectiva, en 
vez de procurar elevar el nivel del pensar claro y comprehensivo. Es más, cuando usted 
considera que la Biblia es una colección de sesenta y seis libros escrito por más de 
cuarenta autores, abarcando tantos siglos, la tarea de comprender la relación entre todos 
puede parecer absolutamente abrumadora. Pero, esto es exactamente por qué es 
importante para nosotros el entender los pactos. Como veremos, los pactos, son señales 
dados por Dios; son marcadores que nos indican como la historia de la redención 
progresa y se desarrolla. Ellos son los grandes puntos de referencia en el intricado mapa 
de la Biblia, manteniéndonos en curso ayudándonos a conseguir nuestras direcciones 
mientras viajamos por sus páginas. 
 Ya que estaremos viendo los pactos a lo largo de nuestro estudio sobre como la 
Biblia encaja perfectamente, comencemos estableciendo una idea básica de lo que son los 
pactos, y después considerar por qué son importantes. 
¿QUÉ ES LO QUE ESTAMOS BUSCANDO? UNA DEFINICIÓN 
BÁSICA PARA “PACTOS” 
 
CONCEPTO GENERAL DE LOS PACTOS 
 Eltérmino “pacto” es usado casi trescientas veces en las Escrituras. El término 
antiguo-testamentario, “berith,” es usado 266 veces y habla de un compromiso formal 
hecho entre dos partes. Los pactos tienen en su corazón un juramento hecho ya sea por 
una o ambas partes. Cuando ocurre un compromiso de pacto, el término usado a menudo 
era “cortando” un pacto, ya que animales eran cortados y sacrificados como parte de una 
solemne ceremonia de compromiso con el pacto (Gén 15:18; Ex 34:10; 1 Sam 11:1), y 
porque los pactos frecuentemente involucraban una comida o banquete conmemorativo 
(cf. Gén 26:26-30). Este compromiso coloca a las personas involucradas bajo la solemne 
obligación de “guardar el pacto.” (1Re 8:24; Gén 17:9-10; Ex 19:5 comp. Gén 21:25-34, 
31:44-55; 1Sam 18:3-4; Jos 9:3-15, etc.). La violación de las obligaciones del pacto 
amenazaba el bienestar de aquel quien había prometido guardarlo, particularmente si ese 
pacto había sido impuesto por un superior. Por ejemplo, en Jeremías 34:8-22, Dios 
 
8 
pronuncia juicio sobre Israel por haber quebrantado el pacto y “jura” destrucción como 
resultado de hombres quebrantar el pacto con El, o no guardando lo que ellos juraron 
delante de El (comp. Isa 24:5; Jer 22:5; Sal 95:10-11; Oseas 10:4). 
Por lo tanto, en términos generales, los pactos en las Escrituras son compromisos 
solemnes entre dos partes, ya sea que envuelvan promesas u obligaciones o ambas. Esto 
es, en general, la naturaleza de los pactos que Dios ha hecho con los hombres; ellos son 
compromisos jurados que incluyen promesas y responsabilidades. 
 
LOS CINCO GRANDES PACTOS ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES 
 Las personas hacen pactos unas con otras, como en el matrimonio, y también 
hacen votos a Dios, en los cuales ellos prometen fidelidad a El. Ambos tipos de pactos 
son iniciados por hombres, pero en este libro, estaremos considerando un tercer tipo, los 
cuales son pactos que Dios jura a los hombres para su bendición. Estos pactos anuncian y 
declaran ciertas bendiciones sobre los hombres, y son iniciados y definidos solo por Dios. 
A menudo conllevan obligaciones así como responsabilidades, pero el énfasis en estos 
pactos es en la promesa de Dios. Como los otros pactos que hemos mencionado, ellos 
incluyen un acto de Dios por el cual El jura guardar ese pacto, sobre Su propia vida. 
Hebreos explica que el juramento que Dios presta es diferente de aquellos que prestan los 
hombres; no hay nada superior a Dios por lo cual El podría jurar: 
Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro 
mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te 
multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la 
promesa. Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para 
ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación. Por lo cual, 
queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la 
inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas 
inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo 
consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de 
nosotros. (Heb 6:13-18; énfasis mío) 
 
9 
Todas las palabras de Dios son seguras y ciertas (Sal 119:89-90). Encima de eso, Sus 
promesas son señaladas como infaliblemente dignas de confianza y fieles por causa de 
Cristo (2 Cor 1:20). Pero, el texto está diciendo que en ciertas ocasiones, con ciertas 
promesas Suyas, Dios hace un juramento de confirmación. Ese juramento no hace Su 
Palabra más segura, ya que todo lo que El habla es inmutablemente verdadero y eterno. 
Pero si consuela el corazón y fortalece la fe de Su pueblo. 
 De esta manera, en el curso de la historia, Dios ha pronunciado promesas 
especiales y las ha sellado con un juramento. Hay cinco pactos llamados explícitamente 
así en las Escrituras: el pacto con Noé, el pacto con Abraham, el Antiguo Pacto, el pacto 
con David; y el Nuevo Pacto. Estos cinco pactos son necesarios porque el hombre no 
obedeció el mandamiento de Dios en el Huerto, y ellos son la revelación de la Promesa 
de Redención de Dios declarada en el Huerto justo después de la Caída de la Humanidad. 
¿CÓMO SON? IDENTIFICANDO MARCAS DE LOS PACTOS 
 
 Ya que nuestro objetivo para este libro se limita a los grandes pactos que Dios ha 
hecho con Su pueblo a lo largo de la historia redentora, necesitamos desarrollar un 
entendimiento más claro de la naturaleza de esos pactos Divino-humanos. Un estudio de 
los elementos comunes de todos los grandes pactos entre Dios y los hombres revela 
ciertas marcas inconfundibles de la mano de Dios en los pactos que El hace con Su 
pueblo. Cada pacto tiene sus características particulares, pero todos comparten las 
siguientes marcas identificables: 
 
Todos los pactos son distintivamente soberanos. La soberanía total de Dios es mostrada 
en cada pacto que El hace con Su pueblo a través de la historia. Cada uno de los pactos 
que consideraremos son iniciados por Dios, en vez de los hombres. Dios procura 
activamente el bien de los hombres, aunque ellos no lo estén buscando a El. Los términos 
del pacto no son trabajados entre Dios y los hombres, sino declarados sólo por Dios. A 
las personas no se les pide hacer un pacto con Dios; el no se reúne con Noé, Abraham, o 
ninguna otra persona en la historia redentora, y trata de “llegar a un acuerdo.” En otras 
 
10 
palabras, el hacer pactos en la Biblia no es como comprar una casa, donde el contrato es 
pasado de uno al otro por medio de un mediador hasta que todos estén de acuerdo sobre 
cuánto va a costar y quien se queda con el refrigerador. En vez de eso, es un decreto real: 
El Rey emite una declaración en relación a las bendiciones que El conferirá sobre Sus 
súbditos, y sus responsabilidades para con El, y el asunto es concluido. 
 
Todos los pactos son relacionales. Cada uno de los pactos forman una relación entre 
Dios y aquellos con quienes El hace el pacto. Ellos no son solo momentos para compartir 
información—son épocas trascendentales de formar relaciones—representando una 
nueva fase en el trato de Dios con las personas involucradas. Los pactos son marcas de 
desarrollo en la interacción de Dios con Sus criaturas, y cada una impacta profundamente 
la relación que los recipientes tienen con el Dios verdadero y viviente. 
 
Todos los pactos por naturaleza son de gracia. Si Dios fuera como los gobernantes 
humanos, la declaración anterior sobre los pactos siendo soberanos serían una causa real 
de preocupación. Las personas vivirían en temor, preguntándose cual decreto 
descendería de los cielos, sellando inalterablemente su fin. Es verdad que los pactos 
contienen elementos de obligación para los hombres, pero, como veremos, cuando Dios 
le habla a los hombres y hace un pacto con ellos, el tema predominante es el de la gracia. 
Los pactos les expresan a la gente en términos que puedan entender, los propósitos de 
gracia que han estado en el corazón de Dios desde antes de la fundación del mundo. Cada 
vez que un nuevo pacto es revelado en las Escrituras, es otra revelación más del gran 
diseño de Dios de hacerle bien a Su pueblo. 
 
Todos los pactos contienen promesas de Dios. Los pactos no solo emanan el aroma de 
la actitud misericordiosa de Dios hacia Su pueblo, sino que también contienen promesas 
objetivas de Dios. Si todo lo que recibiéramos de Dios fueran expresiones verbales de 
benignidad, ciertamente sería más de lo que merecemos, pero no ayudaría nuestra 
situación; no nos daría una esperanza y un futuro. Por esta razón, las promesas son el 
 
11 
corazón de cada pacto. Ellas expresan los deseos de Dios para Su pueblo, y exponen 
ciertas cosas que los recipientes pueden esperar de Dios, porque El siempre cumple Su 
Palabra (Heb 6:13-20). 
 
Todos los pactos son sellados con unjuramento. Cada uno de los pactos expresan la 
gracia de Dios en la forma de promesas específicas a Su pueblo, y esa promesa de gracia 
es sellada con un juramento. Hay cientos de promesas en la Biblia, pero, como veremos 
en los capítulos que siguen, las promesas en los pactos tienen un lugar más formal, 
solemne y esencial en el plan de Dios. Los pactos incluyen un momento de jurar o 
comprometerse a la certeza de lo que se ha prometido, y a menudo envuelven una señal, 
una comida ceremonial, o ambas, como un medio de confirmar y hacer memoria del 
juramento que se ha tomado (comp. Gen 31:44-55). Es más, a menudo los pactos son 
repetidos en diferentes pasajes de las Escrituras para enfatizar su valor único entre las 
promesas de Dios. 
 
 Entonces, para resumir, los pactos son promesas juradas por Dios que forman una 
relación especial entre El y aquellos con quienes El jura pactar. Ahora, volvamos nuestra 
atención del “dónde” de la destinación al “por qué” de función y propósito. 
¿POR QÚE VAMOS ALLÁ? LA IMPORTANCIA DE LOS PACTOS 
 
 ¿Qué es tan importante sobre los pactos que tenemos que tomar el tiempo de 
viajar a través de las Escrituras, estudiando cada uno durante el camino? Por un lado, los 
pactos son revelados por Dios, y por lo tanto son parte de las Escritura que Dios dice que 
es “útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Tim 3:16). 
Toda la Escritura merece un estudio y consideración cuidadosa. Más allá del beneficio 
general de toda las Escrituras, las siguientes son algunas de las razones por las que los 
pactos en particular merecen nuestra especial consideración. 
 
 
12 
 Primero, los pactos marcan los momentos claves de la revelación de Dios a los 
hombres. Las Escrituras no nos fueron dadas todas a la vez, y tampoco fueron dadas a un 
ritmo lento y consistente durante un largo período de tiempo. Ellas vinieron en períodos 
marcados, intensos o épocas en las cuales Dios reveló una gran cantidad de verdad sobre 
Sí mismo, y espuso otro aspecto importante de Su plan global en la salvación de la 
humanidad. Los pactos sirven como marcos de referencia para estos períodos, y ellos son 
el principio organizador para las cosas que Dios nos revela en la Biblia. En otras 
palabras, las eras de los pactos son las grandes eras en las cuales fue dado el contenido de 
la Biblia. Porque ese es el caso, los pactos nos proveen el trazado de Dios de las 
Escrituras. En un sentido, los pactos son los grandes encabezados para el libro que 
llamamos la Biblia, y nos dan una idea del tema de cada sección de sus contenidos. 
 
Segundo, los pactos ayudan a explicar los grandes actos redentores de Dios. La 
Biblia contiene tres grandes actos redentores de Dios: El redimió una familia del diluvio 
universal, El redimió a una nación de la esclavitud en Egipto, y El redimió a un mundo de 
pecadores de la destrucción por medio de Cristo. A veces podemos ser como niños en 
nuestro entendimiento de estos y otros eventos claves en la Biblia—conocemos la 
historia, y podemos contársela a otros, pero no estamos tan claros sobre lo que significa y 
por qué está ahí. Los pactos proveen el significado para las historias más grandes de la 
Biblia, declarando la infalible interpretación de Dios de Sus actos redentores. 
Revelación y redención siempre van juntas. Cuando Dios hace una gran obra, El 
habla de antemano, preparando a la gente para lo que viene, y luego después de, 
explicando la importancia de lo que El ha hecho y como se aplica prácticamente a Su 
pueblo. Los pactos de Dios son sus herramientas interpretativas para explicar el 
significado de Sus actos. Por ejemplo, veremos que cuando Dios habla antes del Éxodo, 
y luego después de, enseñándole a la gente la importancia de lo que había ocurrido. El 
pacto que El hace con ellos está conectado esta liberación, tal como Su pacto con Noé 
está conectado con su acto de rescate (Ex 19:1-6; Gen 9:1-11). De hecho, cada uno de 
los pactos tiene una conexión con la obra redentora más importante—la obra de Cristo 
para nuestra salvación. La Biblia nos dice que Cristo viene, describe lo que El hace, y 
 
13 
luego nos explica y aplica la importancia de estos eventos. Los pactos juegan un papel 
central exponiendo las características principales de la obra redentora de Cristo, tal como 
veremos a lo largo de este libro. 
 
 Tercero, los pactos nos ayudan a ver la naturaleza progresiva del plan redentor 
de Dios. Como cristianos modernos quienes siempre han tenido una Biblia completa, 
podemos tener una perspectiva llana sobre la verdad del Evangelio. Nos olvidamos que, 
literalmente hace miles de años, Dios ha estado desarrollando progresivamente un plan 
para salvar pecadores que fue consumado en la muerte, entierro, y resurrección de Cristo. 
Un estudio de los pactos nos lleva por el viaje desde la promesa de Dios a Adán y Eva en 
el Huerto hasta la inauguración del Nuevo Pacto el cual fue sellado en la sangre de 
Jesucristo. Nos permite ver cosas desde la perspectiva de los hombres y mujeres quienes 
primero oyeron estas promesas, nos hace apreciar de una forma más completa el alcance 
limitado de su conocimiento, y aún así muestra la unidad esencial entre su fe y la nuestra. 
Al mismo tiempo, vemos cuán vastos e intricados fueron los designios de Dios en la 
salvación de su pueblo. En este sentido, estudiar los pactos es como volver atrás y mirar 
fotografías de la construcción de una masiva e intricada obra maestra arquitectónica. 
Podemos ver como son el fundamento, la estructura, y obras internas del desarrollo del 
reino de Dios. Esto nos ayuda a apreciar más plenamente la salvación que disfrutamos 
actualmente, y también maravillarnos de la sabiduría de Dios como el Diseñador del plan 
de redención. 
 
Cuarto, los pactos nos dan una apreciación de la centralidad de Cristo en las 
Escrituras. A medida que las piezas del mosaico del pacto son unidas en el transcurso de 
este libro, es mi esperanza que usted reconozca crecientemente el rostro de Cristo en el 
estudio de los pactos. El predicador que tenía razón dijo: “Así como todos los caminos 
conducen a Roma, así todos los textos conducen a Cristo.” Esa no es sola una manera 
agradable de pensar acerca de la Biblia, sino que es la regla propia de interpretación de la 
Biblia. Debemos esperar encontrar a Cristo en todas las Escrituras (Lucas 24:27; Juan 
 
14 
5:39). Si usted ama encontrar a Cristo en las Escrituras, amará el estudiar los pactos. 
Cada uno revela una faceta diferente de Su persona y Su obra. 
 
Quinto, los pactos son el patrimonio y la herencia de todos los cristianos. ¡Esta 
es una razón poderosa para estudiar los pactos! Ellos son su derecho de nacimiento como 
un hijo de Dios. En el libro de los Efesios, Pablo describe la maravilla de nuestra 
salvación por la libre gracia del Señor Jesucristo. El muestra nuestra posición de muertos 
en nuestros pecados y enemigos de Dios, y luego describe como Dios nos dio vida por Su 
poder. Hablando primordialmente a gentiles, o no judíos, el sigue relatando que antes de 
que se volviesen Cristianos, ellos estaban “sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel 
y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en 
Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por 
la sangre de Cristo.” (Ef. 2:12-13). 
Eso significa que todos los cristianos, de cualquier trasfondo étnico o religioso, 
son acercados a Cristo tanto en términos de nuestra adopción como de nuestra heredad. 
¡Estos pactos son nuestros pactos! Las bendiciones pronunciadas en los pactos son la 
propiedad de los descendientes espirituales de aquellos quienes originalmente oyeron 
esas promesas, y por consiguiente, estudiar los pactos puede ser como descubrir un 
montón de riquezas y bendiciones familiares que usted ni siquierasabía que existían. Así 
como la oración de Pablo era que los efesios pudiesen comprender plenamente la altura, 
profundidad, y anchura del amor de Cristo, es mi oración que usted comprenda 
crecientemente la altura, profundidad, y anchura de la heredad que Dios ha preparado 
para usted como Su hijo. 
 
Acabamos de rascar la superficie del significado e importancia de los pactos. 
Mientras nos movemos hacia los detalles de cada sección, las características comunes de 
los pactos que identificamos en este capítulo serán resaltadas y, al mismo tiempo, 
veremos como nuestra vista de la revelación progresiva del pan de redención de Dios 
impacta tanto de nuestra diaria vida cristiana y caminar con Dios. Comenzando con los 
 
15 
eventos claves en los primeros capítulos de la Biblia que declaran la promesa de 
redención, estudiaremos cada uno de los cinco grandes pactos del Antiguo Testamento, y 
luego seguiremos mirando el Nuevo Pacto, el cual junta todos los demás, y muestra su 
cumplimiento en Cristo. 
 
 
RECOMENDADOS PARA MAS ESTUDIO: 
Hendriksen, William. Survey of the Bible. Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1995. 
Gonzales, Robert. “The Covenantal Context of the Fall: Did God Make a Primeval 
Covenant with Adam?” in Reformed Baptist Theological Review. 4:2 (2007): 5-32. 
 
Coxe, Nehemiah and Owen, John. Covenant Theology from Adam to Christ. Palmdale, 
CA: Reformed Baptist Academic Press, 2005. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
16 
2 
 
CREADOS Y CAÍDOS 
LA NECESIDAD Y PROPÓSITO DE LOS PACTOS 
 
He aquí, solamente esto he hallado: 
que Dios hizo al hombre recto, 
pero ellos buscaron muchas perversiones. 
Eclesiastés 7:29 
 
Hay formas de autoengaño que harán que usted termine en una institución mental. 
Si usted piensa que es Elvis, o Abraham Lincoln, o Zeus el dios griego, usted padece de 
una enfermedad que lo hace incapaz de funcionar en el “mundo real.” Lo mismo es 
verdad si usted cree que es algo menos que humano, como por ejemplo un perro o un 
mono. Estas formas absurdas de comportamiento serían casi cómicas si no supiéramos 
que hay personas cuya salud mental está tan comprometida que realmente se llegan a 
convencer de su falsa identidad, y comienzan a vivir en consistencia con ese engaño. 
 Aunque los dos tipos de falsa identidad que acabamos de considerar 
afortunadamente son raros en nuestra sociedad, hay muchos más personas viviendo con 
un problema de identidad de lo que usted podría percatarse en principio. A todo nuestro 
alrededor hay personas que están desorientadas en como se ven a sí mismas. Por un lado, 
se creen ser animales esencialmente evolucionados con ninguna conexión con Dios o la 
eternidad, pero por el otro lado, ellos piensan de sí mismos como personas esencialmente 
buenas quienes son virtualmente dioses, personalmente en control de sus propias vidas y 
 
17 
las vidas de otros, ¡y haciéndolo muy bien! Ellos participan simultáneamente del estilo 
de vida de una bestia impulsiva y de la vanidad de una reina de belleza; son dados a las 
pasiones carnales, pero luego se ven sí mismas como una “Diva.” 
La diferencia entre estas personas y aquellas quienes están en instituciones 
mentales es un asunto de cuán consistentemente ellos vivan activamente sus autoengaños. 
La mayoría de las personas no llevan lo que creen de sí mismas a su conclusión lógica, 
porque su cosmovisión simplemente no se puede vivir; ellos realmente no pueden vivir 
como si de lo que han llegado a convencerse es verdad sobre la humanidad. Hay 
demasiadas cosas que no pueden ser explicadas, y se contradicen una con otra, por lo que 
se contentan solo con tener una forma borrosa e inconsistente de verse a sí mismas y a la 
realidad. De esa forma, sienten que no tienen que rendir cuentas a Dios (creyendo que no 
son criaturas responsables ante El), y también sienten que hay propósito y significado en 
su existencia, y que son únicos y especiales (creyendo que son su propio “dios” o que 
“hay un dios dentro de cada uno de nosotros,” etc.). 
Sin embargo, solo la cosmovisión cristiana de la naturaleza de la humanidad 
como tanto creada por Dios y caída en Adán nos da una respuesta satisfactoria a nuestra 
verdadera identidad, como criaturas caídas hechas a la imagen de Dios. Es esta doble 
realidad sola que explica como podemos ser brillantes y brutales al mismo tiempo: como 
podemos diseñar edificios y administrar compañías a una escala masiva, y aún así estar 
haciéndole daño a nuestros cuerpos a través del alcohol, las drogas, fumar, y la 
glotonería; como podemos crear tecnología para viajar de un lado del mundo al otro en 
cuestión de horas, y aún así estar en guerra unos con otros alrededor de toda la tierra. 
Estas contradicciones crecieron de adentro de las dos realidades fundamentales de 
la Creación y la Caída. Lo que pasó en el Huerto de Edén es crucial para entender los 
pactos. Es ahí donde vemos lo que originalmente Dios deseaba que el hombre fuese, y 
por qué el hombre necesita la intervención de Dios, como se revela en los pactos, para 
poder ser reconciliado con El. De hecho, todo lo que es dicho y hecho en los cinco 
grandes pactos que vamos a considerar tienen el propósito de restaurar lo que se perdió 
 
18 
antes de la Caída, o de llevar a cumplimiento lo que fue prometido en el Huerto después 
de la Caída.
1
 
 En este capítulo, queremos enfocarnos en la creación del hombre, su tiempo de 
prueba por Dios (o, “prohibición”), y su fracaso en la prueba por caer en pecado. Como 
hemos empezado a ver, hay dos realidades que son profundamente importantes para 
nuestra existencia entera: que somos creados a imagen de Dios, y que hemos caído en 
pecado y muerte. Mientras mejor entendamos estas realidades y sus implicaciones, mejor 
nos entenderemos a nosotros mismos, a Dios mismo, y la naturaleza de nuestra relación 
con El. 
LA CRIATURA QUE LLEVA LA IMAGEN 
 
 El relato de la Creación en los capítulos uno y dos de Génesis nos informa de 
varias características de la intención y designio original de Dios para nuestra relación con 
El. En esa breve narración, descubrimos que todos los seres humanos son criaturas 
hechas a la imagen de Dios con cuerpos y almas diseñadas para vivir para siempre. 
 
SOMOS CRIATURAS 
 La creación de la humanidad es mencionada dos veces en los dos primeros 
capítulos de la Biblia. Inicialmente es vista dentro del contexto de la creación del 
universo, donde el hombre es la corona de la obra creativa de Dios: 
 
1
 A estas dos eras de los tratos de Dios a veces se les ha referido como el “Pacto de Obras” (el mandato 
original de Dios a Adán en el Huerto) y el “Pacto de Gracia” (la promesa que Dios hizo después de la Caída 
de la victoria de Cristo sobre el enemigo). Estos dos si que comprenden el uso más amplio del término 
“pacto” en la Escritura, ya que en ellos Dios declara los términos para Adán que son obligatorios para el. 
Sin embargo, ya que ellos no son designados como pactos en las Escrituras, hemos elegido no usar estos 
términos, y en vez solo usaremos “pacto” en referencia a los eventos en los cuales la misma Escritura los 
designa como tales. 
 
19 
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra 
semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las 
bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra 
los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la 
tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y 
en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Y vio Dios todo lo que había 
hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día 
sexto. (Gen. 1:26-28; 31) 
 
Luego, en el siguientecapítulo, la creación de Dios del hombre es descrita en más 
detalle. Ahí, la Escritura dice que “Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y 
sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” (Gen 2:7). Estas son 
palabras un tanto familiares para nosotros, ¡pero que monumentales son en sus 
implicaciones! Una vista correcta o distorsionada de nuestra creación tiene peso en cada 
aspecto de nuestra relación con Dios; afecta fuertemente como nos vemos a nosotros 
mismos y como vivimos nuestras vidas. El registro de la creación nos demuestra que 
fuimos hechos cuidadosamente por Dios según Su deseo, y que la existencia del hombre 
es con propósito e intencional. También nos demuestra que nuestra creación fue 
inmediata; no describe un extenso proceso de creación de prueba y error, como en la 
teoría evolucionista, sino más bien una serie perfecta y completa de eventos creativos. Es 
más, de la narración aprendemos que en general la creación era buena, y que la formación 
de una criatura especial llamada “hombre,” llevó la creación a un lugar en el cual es 
descrita como “buena en gran manera” (Gen 1:31). 
En otras palabras, ¡en las páginas iniciales de las Escrituras ya tenemos la verdad 
sobre nuestra naturaleza como criaturas que están en conflicto directo con la cosmovisión 
de la mayoría de las personas con quienes vivimos y trabajamos! Aunque muchos creen 
en “un Dios,” pocas personas piensan de si mismas como personas hechas por Dios en un 
acto creativo especial. Y aún menos llevan a cabo la implicación de ser criaturas al punto 
de aceptar responsabilidad ante Dios y de rendirle cuentas a El. 
 
20 
Romanos 1:18-32 nos enseña que en realidad las personas “saben” que son 
criaturas hechas por Dios, pero suprimen esa verdad por causa del pecado. El mismo 
pasaje demuestra la degradación moral que ocurre cuando rechazamos la verdad sobre 
nuestros orígenes, y también muestra el orgullo y auto-deificación resultando de la 
creencia de que en algún sentido nosotros mismos nos trajimos a la existencia. 
Sin embargo, como cristianos, debemos ir más allá de meramente denunciar una 
vista falsa de orígenes; debemos vivir a la luz de las enseñanzas de la Biblia de que 
somos criaturas hechas por Dios. Saber que usted fue creado por Dios le da una 
consciencia más grande de su dependencia de El. Este es el caso particularmente cuando 
recordamos que no somos más que polvo sin el aliento de vida, sustentador de Dios. 
Mientras uno de los amigos de Job imagina el revocado del acto creativo de Dios, el hace 
una declaración que nos recuerda nuestra dependencia total del poder sustentador de Dios 
como nuestro Creador momento a momento: “Si él pusiese sobre el hombre su corazón, y 
recogiese así su espíritu y su aliento, toda carne perecería juntamente, y el hombre 
volvería al polvo.” (Job 34:14-15). Sin Dios, ¡nos revertiríamos en un montón de tierra! 
Nuestro estatus como criaturas nos recuerda de la demencia y la necedad del 
orgullo, y nos pone de regreso en nuestro lugar apropiado. Vivimos por el principio de 
que el Creador es el Señor; por lo tanto, eso que Dios ha formado y moldeado por Su 
propio poder creador, El tiene todo el derecho de mandar. Cuando se levantan preguntas 
sobre la justicia de Dios sobre la forma en que El gobierna el mundo, al final Pablo 
vuelve al hecho de que Dios nos creó, y El tiene el derecho de hacer con nosotros lo que 
El quiera porque somos Sus criaturas. Respondiendo un cuestionario hipotético sobre la 
justicia de Dios, Pablo dice lo siguiente: 
Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el 
vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el 
alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro 
para deshonra? (Rom 9:20-21) 
No deberíamos cuestionar el derecho de un escultor de hacer lo que bien le parezca con 
su propio barro en su propio estudio, y solo porque tengamos la capacidad dada por Dios 
para cuestionar al Escultor Divino no significa que Dios tenga menos derecho sobre 
 
21 
nosotros, Su barro. En realidad, ¡hay una diferencia mucho más grande entre nosotros y 
el infinito Dios Creador que la que hay entre un finito escultor humano y su barro! 
Nosotros fuimos hechos por El, y El tiene derecho absoluto sobre nuestras vidas, de hacer 
con nosotros lo que sea Su voluntad (ver Salmo. 100:3). 
 
SOMOS HECHOS A LA IMAGEN DE DIOS 
Ciertamente somos criaturas, pero somos criaturas hechas a la imagen de Dios 
(comp. también Stgo 3:9) ¿Qué significa esto? Significa que comos criaturas hemos sido 
diseñadas por Dios para llevar Su semejanza, lo que implica que en el caso del hombre, 
Dios estaba pintando un auto-retrato. El había dotado al cielo de la noche con estrellas, 
había peinado la tierra seca con grama y árboles, y detalló finamente cada pluma, garra, y 
mechón y piel de toda criatura viviente; todas las obras de arte dicen algo sobre el artista, 
y todas las cosas que Dios hizo retratan Su carácter hasta algún grado (Salmo 19:1). 
Pero, cuando Dios creó al hombre, El estaba juntando varios de Sus atributos para formar 
un auto-retrato vívido; la distinción entre el artista y su obra es obvia, y aún así la 
semejanza es innegable. Por eso, el nosotros haber sido hechos a la imagen de Dios no 
nos iguala con Dios, ni nos hacen un “mini-Dios”— ¡la diferencia entre El y nosotros es 
inmensurable! Aún así, al mismo tiempo, la semejanza en la creación es inconfundible, 
porque Dios el Creador nos ha diseñado con ciertas características que corresponden con 
Su propia “imagen.” Miremos unos cuantas. 
Primero, somos criaturas mortales. Fuimos creados en rectitud moral, o justicia 
moral. Dios es justo en Sí mismo, y el hizo a la humanidad recta, o positivamente santa 
(Ecl 7:29). El hombre no era una entidad neutral, libre a su antojo, esperando ver si se 
volvería malo o bueno; el era una criatura positivamente buena que cayó de la bondad y 
justicia al pecado, la miseria y la muerte. Pero aún después de la caída, todavía somos 
criaturas morales, y aunque el carácter de santidad y justicia se ha perdido, la 
responsabilidad de santidad y justicia permanece en nosotros. La imagen de Dios es 
expresada aún entre los incrédulos, gente pecaminosa en que ellos se juzgan moralmente 
unos con otros, mostrando que el sello original de Dios, aunque distorsionado y 
corrompido, permanece en su consciencia (Rom 2:14-15; comp.. Ef. 4:24). 
 
22 
 Además, somos criaturas racionales. Dios es racional en el sentido de que El 
piensa y sabe y comprende. El hombre también es racional; el tiene la capacidad para el 
pensamiento lógico, la evaluación e idioma. Desde los primeros momentos de la 
creación, Dios le está hablando al hombre; El interactúa con el hombre como otro ser 
racional. Esta racionalidad es tan evidente en el hecho de que fuimos creados con la 
capacidad de ejercer libremente nuestra voluntad en hacer elecciones morales basadas en 
la revelación y la razón. Cuando Dios salva personas, El renueva esa capacidad racional. 
El la vuelve a colocarla en línea con Su propósito creador original (Col 3:10). 
 Finalmente, somos criaturas emocionales. Somos hechos a la imagen de Dios en 
el sentido que podemos y de hecho expresamos, odio, placer, pesar, y otras emociones. 
Algunos escritores han sugerido que las referencias de Dios a Sus emociones 
simplemente son una forma de acomodarlas a nuestro entendimiento. Es verdad que a 
veces la Biblias utiliza un lenguaje acomodador y figuras retóricas para describir a Dios 
(vea el tratamiento de Gen 6:6 en el capítulo 4), pero la Biblia sobreabunda con un 
lenguaje que expresa el amor, la pena, preocupación, cuidado y simpatía de Dios junto 
con muchas otras emociones las cuales no son presentadas para acomodarnos, sino para 
atribuirle a Dios ciertosrasgos de carácter. Por causa del pecado, nosotros expresamos 
nuestras emociones de la forma incorrecta y por las cosas incorrectas, y a menudo 
llevados por nuestras pasiones carnales al pecado. Sin embargo, esto no es un problema 
con nuestro diseño. Las emociones y/o afectos de justicia son parte de nuestra semejanza 
con Dios. El problema con las emociones es nuestra distorsión pecaminosa de ellas, igual 
que con nuestra creatividad o cualquier otro aspecto de haber sido hechos a la imagen de 
Dios ¡Alabado sea Dios porque en el mundo porvenir tendremos emociones perfectas 
que reflejarán con precisión la capacidad emocional perfecta de Dios mismo! 
 
SOMOS ENTIDADES DE CUERPO-ALMA 
Otra gran característica de nuestra creación es que estamos compuestos de cuerpo 
y alma a la vez. Fíjese en como Dios formó a Adán del polvo de la tierra, y respiró en su 
nariz. Fíjese en como Dios formó a Adán del polvo de la tierra, y sopló en su nariz 
aliento de vida. Es solamente cuando estos dos son juntados que el hombre es llamado un 
 
23 
“ser viviente.” La separación de estos dos implica la muerte, y la muerte es una 
maldición porque arranca dos cosas que originalmente fueron creadas para estar unidas 
inseparablemente y eternamente. Mientras estamos en la tierra, el pecado distorsiona el 
cuerpo así como el alma. Actúa particularmente contra nuestros cuerpos después que nos 
convertimos, para que “lo bueno que [nosotros] queremos hacer, [nosotros] no lo 
hagamos…” (Rom 7:19). Nuestra voluntad, un aspecto de nuestra alma, es cambiada por 
gracia e inclinada al bien, pero nuestro cuerpo (que incluye las pasiones carnales) lucha 
contra la voluntad y los deseos de nuestro nuevo hombre interior (Rom 7:22-23). Los 
deseos de la carne no solo inclinan nuestro espíritu renovado a pecar, sino que las 
limitaciones de cansancio y enfermedad nos estorban aún cuando tenemos deseos 
piadosos (Mat 26:41). 
Sin embargo, ya que sabemos que nuestros cuerpos eran originalmente buenos al 
momento de la creación, entonces hay esperanza tanto para el cuerpo como el alma. Las 
cosas materiales, incluyendo nuestros cuerpos, no son malas en sí mismas, sino que 
fueron declaradas como “buenas en gran manera” en la creación (Gen 1:31). La gloria de 
la resurrección yace en el hecho de que aquellos quienes conocen al Señor tendrán un 
cuerpo transformado y un alma sin pecado unidos, trabajando para siempre en armonía 
para dar gloria a nuestro Dios Creador y Redentor (comp. Rom 8:23). 
 
LAS BENDICIONES Y RESPONSABILIDADES DE LA HUMANIDAD 
Como resultado de nuestro estado original como criaturas hechas a la imagen de 
Dios con cuerpos y almas, tenemos ciertas bendiciones y responsabilidades. En nuestra 
relación con Dios, estas dos están estrechamente vinculadas; las cosas que Dios nos 
manda a hacer (nuestras responsabilidades) son “siempre para nuestro bien”—son de 
bendición para nosotros (comp. Deut 6:24). Si todo lo que Dios demanda de nosotros es 
para nuestro bien, entonces nuestro deber corre paralelo con nuestro deleite; nuestras 
responsabilidades son una causa de regocijo. Esto es demostrado en la introducción al 
mandato de la creación: “Los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos…” (Gen 
1:28). Es el pecado, y no los mandamientos de Dios, lo que nos ha hecho colocar las 
bendiciones y las responsabilidades en confrontación una con otra; pero en la redención, 
 
24 
Dios restaura nuestro deleite de hacer Su voluntad por el cual Sus leyes y mandamientos 
se convierten en una bendición para nosotros, como lo eran para Adán y Eva. Tomemos 
un inventario de las bendiciones y responsabilidades las cuales Dios confirió sobre la 
humanidad en la creación. 
Primero, el hombre ha de ser la imagen de Dios. El ha de actuar según fue 
diseñado cumpliendo el rol para el que el fue hecho. Esta característica central de la 
responsabilidad del hombre no es mencionada explícitamente, pero es fuertemente 
insinuada. La bendición que esta responsabilidad es para el hombre no puede ser 
exagerada. La vida del hombre no puede tener un significado e importancia más grande 
que el carácter de Dios. No podemos tener más satisfacción y gozo que cuando estamos 
siendo lo que Dios nos hizo para ser—los portadores de Su imagen. Toda búsqueda de 
excelencia fuera de Dios es un hoyo vacío en el cual son vertidos nuestro tiempo, tesoro y 
energía. ¿Qué valor real hay en vivir para alcanzar la excelencia en educación, en 
atletismo, o dentro de cierto campo profesional? Si esto es todo lo que hay para lograr, 
entonces la vida es una maldición y no una bendición (Ecl 1:2-4, 14; Mat 6:25; Stgo 
4:13-14). Pero si estamos buscando ser aquello para lo que Dios nos hizo, y reflejar Su 
imagen, ¿qué objetivo más grande podríamos imaginar? De ser como Dios en amor y 
compasión, en justicia y virtud, en bondad y misericordia, en gozo y en contentamiento, 
en santidad y pureza— ¡esto es lo supremo en bendición! Otra característica de esta 
responsabilidad de llevar la imagen de Dios es que como somos criaturas morales 
debemos obedecer la ley de Dios escrita en nuestros corazones. Por ejemplo, Adán no 
podía haber mentido y haberse salido con la suya con mentir, aún si el no comía del árbol 
de la ciencia del bien y del mal. Eso hubiera distorsionaría y tergiversaría la imagen de 
Dios porque la prueba que Dios le puso a Adán concerniente al “Arbol de la Ciencia del 
Bien y del Mal” fue una prueba específica del compromiso general del hombre de ser 
obediente a Dios, de andar en sumisión a El, de tal manera que refleje Su gloria. 
 En segundo lugar, el hombre ha de ser fructífero y multiplicarse. Desde el 
principio, fue la intención de Dios ver una multitud de gente sobre esta tierra. Adán y Eva 
fueron los primeros en oír este mandamiento de “fructificad y multiplicaos.” El propósito 
de “llenar” la tierra, lo que habla de esparcirse a través de toda la tierra numéricamente 
 
25 
mientras llevaban consigo el mandato de atenderlo, mantenerlo, ordenarlo y someterlo. 
Adán y Eva habrían de ver los hijos como una bendición. No hay número mágico de 
hijos que a uno se le requiere tener para cumplir con este mandato de la creación, pero 
hay una disposición requerida, y esa es que las parejas han de desear y buscar tener hijos 
(Gen 8:17, 9:1; Sal 127:3-5). 
Una de las señales de una cultura degradada es la pérdida de un deseo, amor y 
cuidado piadoso hacia los niños como Dios. Esto es evidente en la forma en la que la 
sociedad ve el aborto o ve a los niños como una carga limitante a sus actividades 
egoístas. Ser fructífero y multiplicarse es una responsabilidad dada a toda la humanidad, 
pero también es una maravillosa expresión de la amabilidad de Dios hacia nosotros en 
que cada niño es un regalo del Señor y una verdadera bendición por la cual somos 
exhortados mientras llevamos a cabo la labor como Dios de engendrar y criar hijos. 
En tercer lugar, el hombre ha de gobernar y someter la creación que Dios hizo. 
Esta regla es una expresión de la identidad del hombre como uno que lleva la imagen de 
Dios, y así a la vez es parte de su identidad y parte de su responsabilidad. El gobierno y 
dominio de Adán comenzó a lograrse por dos eventos en el huerto: Primero, en relación a 
la vida vegetal de la creación antes de la caída, a el se le dio un segmento de esa creación 
para empezar a cultivar. El Señor plantó un huerto especial para el hombre (Gen 2:8). 
Imagínelo— ¡un huerto sin yerbas malas o espinas o cardos, una porción especialmente 
diseñada de una creación perfecta! El hombre fue puesto en ese huerto y le fue dada 
autoridad sobre el como un gerente para labrarlo y guardarlo (Gen 2:15). Este estado de 
perfección en el huerto no resultó en Adán meciéndose en una hamaca y bebiendo 
limonada el día todo el día, sino que el fue animado a trabajar; había un trabajo bueno, 
significativo y disfrutableque hacer. Adán habría de labrar y guardar ese maravilloso 
huerto; el estaba “a cargo” de el. En resumen, el primer hombre fue el primer gerente. 
A Adán también le fue dada la tarea de nombrar todos los animales, lo que nos 
dice que tuvo que usar la mente que Dios le había dado para su labor en el huerto. Esto 
implica mucho más que llamarle “Felipe” a la zebra o “Bolito” al guepardo. Parece muy 
probable que para poder nombrarlos, el tenía que segregar y clasificar estas diversas 
criaturas. El tenía que estudiarlas y conocerlas suficientemente bien para poder designar 
 
26 
cada una apropiadamente. Principalmente, esta tarea demostró su dominio sobre los 
animales; el los definió, porque el estaba a cargo de ellos. 
Dios ha bendecido al hombre con el gobierno de la tierra. Sin embargo, ahora el 
reto es mucho más difícil. Los “espinos y cardos” de nuestros empleos y del trabajo en 
general son recordatorios diarios de que somos criaturas pecaminosas que diariamente 
necesitan la ayuda y la gracia de Dios. A pesar de las dificultades, la actitud del cristiano 
hacia la tierra debería ser una de mayordomía; debemos tener dominio al cuidar, atender 
y guardar el mundo con el cual Dios nos ha bendecido. Los cristianos bíblicamente 
informados no ven la creación como algo a la par con nosotros, y nosotros tampoco la 
vemos como algo que puede ser maltratado y desperdiciado. Podemos y debemos 
disfrutar libremente de las cosas que Dios ha hecho (Gen 2:16), pero debemos hacerlo 
responsablemente, sabiendo que cualquier cosa que tengamos en este mundo ha sido 
tomada prestada temporalmente del verdadero Gobernante y Dueño de todas las cosas. 
En esta responsabilidad/bendición, Dios ha abierto el todo de Su creación para nuestra 
provisión y disfrute; como un medio para estimular nuestras mentes y ejercitar nuestros 
cuerpos. El ha establecido ante nosotros, literalmente, una labor fructífera. 
 Finalmente, el hombre ha de relacionarse y tener compañerismo con sus prójimos 
humanos. La última bendición/responsabilidad que Dios le confirió al hombre en su 
estado de inocencia fue el compañerismo. Después que todas las otras bendiciones fueron 
recibidas, el Señor vio que el hombre todavía estaba incompleto por sí solo—“no era 
bueno que el hombre estuviera solo” (Gen 2:18). Por lo tanto, Dios hizo a una ayuda 
idónea para el que supliera sus necesidades. Una quien le ayudaría en la labor que Dios le 
había dado para hacer. Una quien le correspondiese a Adán. Una con quien el se pudiera 
comunicar era compatible. Ella era “de su costado,” ni más alta ni baja que el en gloria 
esencial como una criatura de Dios. 
 Adán no necesitó tomar un test de personalidad, ni necesitó un servicio de citas 
para lograr que el se relacionara con su compañera de creación; cuando el vio la hermosa 
creación de Dios, era inmediatamente evidente que ellos eran pareja: “Esto es ahora 
hueso de mis huesos y carne de mi carne,” dijo el (Gen 2:23). El vio que ella era parte de 
el, y que ella correspondería exactamente con sus necesidades. El aislamiento de Adán 
 
27 
era la única cosa antes de la caída que fue declarada como “no buena,” y por esto se nos 
recuerda que no es natural (podríamos hasta decir que no es humano) que un hombre esté 
solo y se aísle a sí mismo. Hay una necesidad de pertenecer, cooperar, e interactuar con 
otros seres humanos; sin embargo, la caída ha empañado la habilidad del hombre de 
percibir esa necesidad. El pecado ha distorsionado nuestras relaciones unos con otros, 
particularmente relaciones hombre-mujer. Toda Escritura subsecuente concerniente a 
nuestra relación unos con otros viene desde esta relación de la creación entre Adán y Eva 
(comp. 1 Cor 11:3-9; Ef 5:22-33). Adán también fue ordenado a “aferrarse” a ella—de 
estar unido con ella y conectado a ella emocionalmente, intelectualmente, y físicamente 
por medio de una comunicación abierta y transparente. Estas bendiciones de la creación 
son empañadas por el pecado, pero revividas por la obra salvadora de Dios. Los creyentes 
tienen el privilegio de compartir parcialmente estas bendiciones ahora, ¡y plenamente 
cuando regrese nuestro Señor Jesucristo! 
 
 
LA PRUEBA Y LA CAÍDA 
 
Las bendiciones que hemos considerado no eran permanentes e irrevocables para 
Adán. Dios pronunció una prohibición de participar del árbol de la ciencia del bien y del 
mal, y si este mandamiento no era obedecido, Adán “ciertamente moriría,” y su 
desobediencia afectaría su posteridad entera (comp. Gen 2:16-17). 
 
EL ESTADO NO PUESTO A PRUEBA DE ADAN 
Cuando le llegó esta prueba a Adán, a pesar de que el era una criatura hecha del 
polvo, el también fue nombrado como un “hijo de Dios,” sosteniendo una relación de 
favor y amor de El (Lucas 3:38; comp. Gen 5:1-3). Sin embargo, lo que también está 
claro es la relativa condición de ser incompleto o inmaduro de Adán concerniente a su 
 
28 
posición ante el Señor. La misma existencia de una prueba nos dice que el necesitaba ser 
confirmado o establecido en su estado presente, y que el aún no había sido probado y era 
inmaduro en cuanto a su justicia y su relación con Dios como hijo. El hecho de que se le 
prohibió comer para que no muriese nos muestra otra cosa sobre el estado tentativo de 
Adán; aunque era un “ser viviente,” y era sustentado en el huerto por todos los árboles de 
los que el podía comer libremente, el no tenía vida inmortal. Así como en su estado sin 
probar, el era capaz de pecar, por lo que también era capaz de morir. 
Desde los primeros tres capítulos de Génesis en conjunto con Romanos capítulo 
cinco, parece que Adán ciertamente hubiese sido establecido y asegurado en justicia y 
vida si hubiese obedecido el mandamiento de Dios en la prohibición. Tras su resistencia 
exitosa de la tentación, la posición tentativa de Adán como un hijo de Dios justo se 
hubiese vuelto permanente y fija. Por lo tanto, no hemos de pensar que Adán hubiese 
tenido que rehusar la tentación del fruto perpetuamente hasta que finalmente cayese. Tal 
como cristo cumplió la obra de redención con “un acto de obediencia,” así mismo Adán, 
si el hubiera rehusado su tentación y obedecido, ciertamente hubiera obtenido por esto 
una posición permanente de justicia para sí mismo y para su simiente, así como vida 
eterna (Rom 5:17-19). 
Por lo tanto, el Adán no probado estuvo en una encrucijada cuando Satanás 
ofreció el fruto aquel día. El pudo haberse visto o sujeto a muerte por el pecado, o pudo 
haberse establecido y asegurado en su posición ante Dios, habiendo alcanzado vida 
eterna, sin posibilidad de que esa vida fuera revocada más tarde. Esta es la importancia 
del “árbol de la vida,”del cual, si Adán hubiese comido de el, hubiese causado que el 
“viviese para siempre” (Gen 3:22-24; vea también Apocalipsis 2:7, 22:2, 22:14). 
 
LA PRUEBA Y SU NATURALEZA REPRESENTATIVA 
La prueba específica de comer del árbol de la ciencia del bien y del mal estaba 
perfectamente apta para medir la fe y obediencia de Adán. Ya que el podía comer de 
cualquier otro árbol, es claro que Adán no necesitaba comer esta fruta. La prohibición 
enfocó la atención sobre si Adán había creído la Palabra de Dios, y de si el confiaba en lo 
 
29 
que Dios dijo simplemente porque Dios lo había dicho. Adán no tenía conocimiento de 
una forma u otra de los efectos de comer del árbol excepto por lo que Dios le había dicho. 
¿Le creería a Dios o al enemigo? ¿Qué tan fuerte era su compromiso de obedecer a Dios, 
quién lo había hecho a el y lo colocó en este Paraíso? 
Fíjese en la amabilidad de esta prueba. Dios comienza esta advertencia haciendo 
al huerto entero disponible para que el hombre comiese de el (Gen 2:16). No solo no 
había necesidad para el fruto del árbol prohibido, sino que había una abundancia de 
alternativas superiores. No había carencia de placer sensual—el tenía “todo árbol 
delicioso a lavista, y bueno para comer” (Gen 2:9). También, Dios le dio a Adán una 
clara advertencia de que habrían serias consecuencias por comer del árbol de la ciencia 
del bien y del mal. 
El estatus de Adán como justo e hijo de Dios ya les habían sido dados 
gratuitamente, por lo que la prueba no era con el fin de ganar una relación con Dios o 
convertirse en justos; el ya era justo y ya había experimentado comunión con Dios (Ecl 
7:29; Gen 3:8). La prueba era con el fin de que el justo Adán obtuviese una posición 
justa permanente para sí mismo y su posteridad. El estaba en el Huerto en complacencia a 
Dios, pero ese estatus fue temporal y no permanente, personal y no corporativo. La 
prueba determinaría si Adán confiaría y obedecería a Dios. Si lo hacía, el y toda su 
posteridad hubiesen tenido justicia para con Dios. En otras palabras, la negativa de Adán 
de comer la fruta hubiera asegurado las bendiciones que nos han sido prometidas 
implícitamente en el mandamiento de Dios. 
Fíjese también en la naturaleza representativa de esta prueba. Adán estuvo en el 
lugar de todos aquellos quienes vendrían tras el cuando Satanás lo tentó con el fruto del 
árbol de la ciencia del bien y del mal. Si el hubiera rechazado exitosamente la tentación, 
el estado permanente y la vida eternal la cual el hubiese ganado en ese evento hubieran 
sido transferidas a toda su descendencia para siempre. En ese sentido, el carácter de la fe 
y obediencia que se esperaban de Adán son paralelas a aquellas que más adelante se 
esperarían de Cristo, aunque, por muchas razones, esas cosas que se demandaban de 
Cristo eran inexpresablemente más difíciles (Rom 5:12). Por diseño de Dios, la elección 
y acciones de Adán en respuesta al mandamiento de Dios serían hechas en representación 
 
30 
de toda la humanidad. Por lo tanto, porque el actuó a nombre nuestro, sus acciones fueron 
puestas en nuestra cuenta y su maldición se convirtió en nuestra maldición: 
 
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la 
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron (Rom 
5:12; comp. Sal 51:5). 
 
“Todos pecaron,” no solo individualmente, como lo hacen en sus propias vidas, sino “en 
él,” como parte de los descendientes de Adán (vea el contexto de este verso). Por lo 
tanto, sin excepción, como resultado, todo hombre, mujer, niño y niña tiene la marca del 
pecado en su record como resultado de la caída de Adán. Todos venimos corruptos desde 
la matriz y caídos en Adán quien es nuestra cabeza representativa (Sal 58:3; Rom 3:9-
18). 
 
SU FALLO EN LA PRUEBA Y EL EFECTO INMEDIATO 
 En el día de la caída, Adán y su esposa comenzaron a sentir las consecuencias de 
sus acciones, siendo la muerta la consecuencia principal. Mientras vemos lo que pasó 
como resultado de la caída, vemos que Adán y Eva sufrieron la muerte en el día que ellos 
rompieron su relación con Dios. La justicia y la vida están conectadas inseparablemente, 
así mismo el pecado y la muerte. De acuerdo a la advertencia que Dios había dado en 
Génesis 2:17, Adán perdió su justicia por desconfiar y desobedecer a Dios, y murió. 
Primero, murió en relación a Dios. Hasta la caída, el tenía vida en Dios y comunión con 
Dios, pero en ese día, el quedó separado de o muerto para Dios. Cuando se oyó a Dios 
caminando en el huerto en el frescor del día, vemos la falta de vida del alma de Adán 
hacia Dios: ahora el está temeroso y se esconde a sí mismo en vez de deleitarse en 
comunión con su Creador. En segundo lugar, también murió físicamente ese día. Eso no 
es decir que su cuerpo se volvió instantáneamente frío y muerto en ese día, pero si se 
volvió sujeto a la muerte en ese día. El se volvió mortal en su cuerpo el día que el comió 
 
31 
de la fruta, y de esa forma se volvió sujeto a enfermedad, corrupción, lesión y en última 
instancia, la muerte. 
 
CONSECUENCIAS DE LA CAÍDA 
 
TODOS PECARON 
 Adán estaba actuando como un representante para toda la humanidad, por lo que 
la caída tiene implicaciones para toda la humanidad en todas las edades. Comencemos 
con la consecuencia más obvia. La Caída del hombre trajo pecado y muerte a toda la 
humanidad sin excepción. Esta muerte espiritual del hombre en Adán afecta todas las 
partes de su gloria originalmente creada. Lo vuelve moralmente oblicuo. Hace que el 
desobedezca, distorsione, y rechace completamente las leyes de Dios (Rom 3:12-19). 
Hace que su pensar y razonar se vuelvan envilecidos, por lo que el anda a tientas en la 
oscuridad, en vez de pensar claramente y sensiblemente (Hch 17:23; Rom 1:21-22, 28; 
3:10-11). La voluntad del hombre, por igual, que era libre antes de la caída, ahora es 
esclava de sus pasiones pecaminosas (Rom 8:7). No hay aspecto de la humanidad 
originalmente creada que no haya sido contaminado por esta caída. Ya sea moralmente, 
emocionalmente, intelectualmente o voluntariamente, todo compartimiento del corazón 
del hombre está manchado con pecado. 
Es más, como señalamos anteriormente, cuando Adán pecó, todos morimos con el 
ese día también, porque el nos representó. Todos nacemos separados de Dios, y todos 
nacemos con las semillas de la muerte física en nosotros. Nuestra muerte espiritual es 
evidente en el hecho de que a los niños no hay que enseñarles a mentir o robar o quejarse, 
pero a temprana edad muestran los frutos de la caída (Sal 51:5; 58:3). 
Nuestra susceptibilidad a la muerte física también es dolorosamente evidente. 
Después del registro inicial de la creación y la caída, comenzamos a leer sobre la muerte 
en la Biblia, y este fenómeno no se detendrá hasta el juicio final de toda la humanidad, de 
lo cual esta muerte física es un preludio y un testamento (Heb 9:27). Cada vez que 
 
32 
tenemos un dolor de espalda o un sentido de cansancio, un virus o una enfermedad, es un 
recordatorio de la maldición del pecado. Es más, esta maldición impacta no solo a 
nosotros mismos, sino a todo el orden creado. La humanidad es el pináculo de la 
creación, y, como responsable de ella, sus acciones afectan la creación inanimada. El 
mundo en grande tiene bacteria, virus, muerte de animales, y la destrucción de la 
naturaleza por la caída del hombre en pecado. Toda la creación hace eco de la depresión 
y la aflicción las cuales nuestro pecado han traído al mundo (Rom 8:19-22). 
 
EL PLAN INMUTABLE DE DIOS 
Una segunda consecuencia es que la creación y la caída juntas demuestran el 
plan supremo de Dios para la humanidad. Aún con la tragedia de la caída, el plan de 
Dios en la creación permanece igual, y El terminará. El plan de Dios para el hombre en 
el Huerto no terminó en fracaso ni fue abandonado por uno mejor. Dios nunca ha tenido 
que ir a un plan “B” en ninguna de Sus obras; El todavía está en el plan “A.” En el 
Huerto de Edén, Dios anunció Su deseo para un mundo lleno con portadores de Su 
imagen quienes reflejan Su gloria, y entonces, a través de los pactos El promete una 
multitud de descendientes quienes le glorificarán, y está siendo llevado a cabo por medio 
de la obra de Cristo en representación de ellos (Apo 7:9-12). 
En la Creación, Dios hizo al hombre recto, y en los pactos, El promete hacer un 
pueblo santo. Esto se está cumpliendo por nosotros ser conformados a la imagen de 
Cristo, el perfecto Hijo de Dios (comp. Rom 8:29; 1 Cor 15:49; 2 Cor 3:18; Fil 3:21; 1 
Juan 3:2). Esta restauración solo puede ocurrir a través de la obra del Hijo de Dios por 
nosotros. Cuando El limpia el registro y luego santifica los corazones y las vidas de Sus 
criaturas caídas, El los está llevando al lugar que el originalmente deseó—el de reflejar 
Su gloria. En el proceso, Su gracia, misericordia, sabiduría y gloria son reveladas en 
maneras que nunca fueron vistas en el Huerto de Edén. “¡Oh profundidad de las riquezas 
de la sabiduría y de la ciencia de Dios!” (Rom 11:33). A través de nuestro estudiode los 
pactos, veremos los temas de la creación original resurgiendo una y otra vez. De hecho, 
los pactos son en muchas formas todo sobre Dios restaurando a Su pueblo a la pureza con 
 
33 
la que los creó, a una tierra que El preparó para ellos, y a una relación para la cual ellos 
fueron hechos en principio (comp. Ap 2:7; 22:2). 
Esta relación, su prueba, y su naturaleza representativa, demuestran el hecho de 
que Dios está en control de todas las cosas, y que aún en algo tan terrible como la caída, 
los propósitos de Dios estaban siendo ejecutados. Irónicamente, es evidencia de la caída, 
y de nuestro razonamiento consecuentemente pecaminoso, que nos quejamos de los 
caminos de Dios y dudamos de Su sabiduría en estos asuntos. El es el Creador Soberano, 
y nosotros somos meramente criaturas—criaturas hechas del polvo de la tierra. 
Adicionalmente, somos criaturas pecaminosas que merecen la ira y el juicio de Dios. 
Debería causar que le temamos cuando vemos los efectos del pecado en la continua 
muerte espiritual y física que nos rodea, ¡y también debería hacernos maravillar mientras 
los propósitos originales de Dios se cumplen a pesar de nuestras propias fallas y pecados! 
 
AFERRANDONOS SOLO A LA GRACIA 
Otra lección de la caída es que la humanidad solo puede ser salva por gracia. La 
justificación fue y será algo que solo Dios debe impartirle a los hombres. Dios en Su 
gracia creó a Adán justo, y le dio la oportunidad se ser establecido en esa justicia. Adán 
no pasó esa prueba, todos nosotros empezamos la vida en un estado de injusticia (Rom 
3:10). Por lo tanto, tratar de ganar la salvación por obras es negar la realidad de la caída, 
y pretender que estamos en un estado de inocencia, en vez de culpabilidad, condenación, 
y muerte. De ninguna manera podemos conseguir favor de Dios ahora sobre la base de las 
obras; nuestra única esperanza es gracia, y solo gracia. Bendito sea Dios que, tal como 
veremos, ¡hay gracia abundante en Sus promesas de los pactos! 
 
¿ERES TU REPRESENTADO POR ADAN O CRISTO? 
Finalmente, los eventos de la caída establecen el concepto de representación. 
Usted podría haber puesto cara de vergüenza por las declaraciones anteriores que dijeron 
que Adán actuó en representación de todos nosotros en el Huerto de Edén. Prueba 
nuestra sumisión a Dios y la confianza en Su bondad cuando leemos sobre la 
 
34 
representación (Sal 145:17; 115:3; Job 42:2-6; Rom 9; Stgo 1:13), pero la representación 
obra de ambas maneras. Así como somos “en Adán” por nacimiento, así podemos ser “en 
Cristo,” y volvernos partícipes de Su justicia a través del nuevo nacimiento. Esto no es 
posible sin el concepto de la representación. 
En un sentido, Dios solo mira el record de dos hombres: El primer Adán y Cristo, 
el Segundo y Adán final (1 Cor 15:45). Aquel a quien estás unido determina tu situación 
delante de Dios. Donde Adán falló, Cristo obedeció, con una oposición inmensamente 
más grande, y en un mundo caído. Su tentación en el desierto hace eco de la tentación en 
el huerto, y las buenas noticias son que cuando El triunfó sobre el pecado, Su pueblo 
triunfó en El. “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán 
vivificados.” (1Cor 15:22). Toda la posteridad (física) de Adán muere en el. Pero toda la 
posteridad (espiritual) de Cristo será hecha viva, porque está en El. La expiación 
sustitutiva de Jesucristo descansa en los principios que Dios estableció y reveló en el 
Huerto de Edén en el mismo principio. Cristo alcanzó la justicia para todos quienes creen 
por Su obediencia perfecta al Padre (Rom 1:16-17, 5:19). Desde la entrada del pecado, 
debemos o tener un sustituto quien alcance la justicia por nosotros, o morir bajo la 
maldición de nuestro representante original, el pecaminoso Adán. 
El Adán permanentemente justo Adán falló en asegurar lo que fue obtenido por 
nosotros por Jesucristo en su perfecta conformidad a la voluntad de Dios. Es esta justicia 
la posición que nos es dada en nuestra justificación (comp. Rom 3:21 y sig.). Esto 
significa que, negativamente, a través del castigo y muerte de Jesús, nuestra culpa y 
transgresiones son puestas sobre El. Positivamente, significa que Su record justo, 
alcanzado por Su vida perfecta y validado en Su resurrección es transferido a nuestra 
cuenta. Sin el concepto de representación, no tendríamos esperanza de salvación, pero 
porque un Hombre podía representar a otros ante Dios, tomar la condenación de ellos 
sobre Sí y alcanzando justicia por ellos, podemos ser librados del pecado. Por causa de la 
naturaleza representativa del segundo Adán, no solo la culpa del primer Adán, pero 
nuestro record completo de pecado y desobediencia han sido clavados a la cruz, ¡y nos es 
dada Su justicia! (Rom 5:18-19; 2 Cor 5:21; Col 2:13-14) 
 
 
35 
 Ahora que hemos visto la creación y la caída, espero que usted vea como nos 
proveen un trasfondo vital para la obra redentora de Dios. La caída de la humanidad nos 
muestra el problema y el reto que Dios abordará a lo largo de la historia de la redención, 
y la creación del hombre insinúa eso que Dios está obrando en última instancia para con 
la restauración del hombre. 
 
 
 
RECOMENDADOS PARA MAS ESTUDIO: 
Machen, J. Gresham. The Christian View of Man. Carlisle, PA: Banner of Truth Trust, 
1937, 1995. 
Pink, Arthur W. The Sovereignty of God. Carlisle, PA: The Banner of Truth Trust, 1961, 
1986. 
Sire, James W. The Universe Next Door: A Basic Worldview Catalog. Third Edition. 
Downers Grove, IL: 1997. 
 
 
 
 
 
 
 
36 
3 
 
LA PROMESA DE REDENCIÓN 
EL TEMA DE LOS PACTOS 
 
Porque es preciso que El reine 
hasta que haya puesto a todos sus enemigos bajo el estrado de sus pies. 
1 Corintios 15:25 
 
 Si nuestra salvación y bendiciones en Cristo fueron retratadas como un árbol que 
da frutos, Génesis 3:15 sería la semilla. Dice: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y 
entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el 
calcañar.” Esta promesa de la simiente es sembrada en la tierra de un mundo estable, 
establecido por el pacto con Noé. La simiente crece hasta ser un retoño suave llamado el 
Pacto de Abraham. El retoño luego se convierte en un árbol obteniendo su aspecto y 
forma de los pactos por medio de Moisés y David. Y luego, ese fruto viene en el Nuevo 
Pacto. Donde no hay simiente, no habrá árbol, y eso hace a esta promesa de la simiente 
de valor inestimable para nosotros. Contiene los elementos esenciales de la promesa de 
redención que será desvelada y expandida en las generaciones siguientes. En la misma 
ocasión que la maldición fue pronunciada sobre Adán y Eva, la simiente del evangelio 
fue sembrada en la narración, y eso es lo que queremos considerar en este capítulo. 
 
 
 
37 
LLEGANDO A LA RAÍZ 
 
 Génesis 3:15 sigue un intento inútil de Adán y Eva de encubrir su propio pecado 
(v.7). No es sorpresa que inmediatamente después del primer pecado, haya un intento de 
encargarse del problema sin Dios. Su horrible sentido de culpa y vergüenza está ardiendo 
dentro de ellos, pero ellos no van a Dios con su pecado. En vez, ellos hacen delantales 
para sí mismos para esconder la desnudez de la cual ahora están conscientes. Esto 
siempre es nuestra respuesta instintiva, automática a nuestro pecado, pero es lo opuesto a 
lo que Dios nos manda hacer con el pecado. El pecado encubierto solo crecerá y se 
pudrirá. Como un moho, crece mejor en lugares húmedos y oscuros. El pecado debe ser 
expuesto para ser eliminado; debe ser confesado para ser limpiado. Entonces, Aquel 
mismo contra quien ha pecado busca a Adán y Eva. Sus preguntas son calculadas para 
hacerles reconocer su condición: “¿Dónde estás tú?” “¿Has comido del árbol de que yo 
te mandé que no comieses?” (Gen 3:9-11). 
 Habiendo sido expuesto su pecado, Adán aún no confiesa, sino que trata de ponerla responsabilidad en otro sitio, diciendo: “La mujer que me diste como compañera” fue 
el problema (Gen 3:12). Fíjese que cuando desviamos la responsabilidad por nuestros 
pecados, a fin de cuentas señalamos a Dios. En vez de culparnos a nosotros mismos, 
culpamos a personas, circunstancias, u otras cosas, insinuando que Dios es culpable de 
nuestros pecados y fracasos. 
 Después la mujer pasa la culpa a la serpiente. Aunque ciertamente esta no fue la 
respuesta correcta, el Señor convierte su cambio de culpa en búsqueda de fuente. El lo 
usa para abordar primero la fuente de la tentación, y después trata con la pareja culpable. 
La serpiente es el vehículo para esta tentación, y como tal, se pronuncia sobre ella una 
maldición específica superior a la maldición del pecado que vendrá sobre todas las 
criaturas como resultado de la caída. Tendrá que recorrer la tierra de la forma más 
humillante—sobre su pecho—y comerá el polvo de la tierra (v.14) (Más adelante los 
profetas pronuncian la misma maldición sobre los enemigos del Señor (Sal 72:9; Mi 
7:17). Sin embargo, la serpiente no fue la verdadera fuente del mal que rompió la paz y 
pureza del Huerto de Edén. Dios expandirá la maldición para lidiar con el enemigo 
 
38 
primario que incubó esta tentación, lo que nos lleva a la declaración de guerra del Señor 
contra Satanás. 
 
LA DECLARACIÓN DE GUERRA 
 
La promesa de redención está expresada en un lenguaje bélico en el cual se 
declara una enmienda y se asegura un triunfo. El enfoque de esta declaración de guerra es 
en el triunfo de Dios, y no en el rescate del hombre. Ciertamente el hombre será 
rescatado, pero el asunto mayor es que se ha hecho una afrenta contra la gloria de Dios, y 
será completamente rechazada; el diablo ha agredido la principal creación de Dios, y 
debe enfrentar las consecuencias. La Promesa de Redención se trata de la vindicación de 
Dios, la inmutabilidad de Su gran plan para la humanidad y el triunfo de la Simiente de la 
mujer sobre la serpiente. 
 
LA INICIACION DE LA ENEMISTAD 
 La declaración del Señor a la serpiente toca tres áreas de enemistad. Primero, 
habrá enemistad entre Satanás y la mujer. Dios no dilató el comienzo de las hostilidades 
con el diablo, simplemente permitiendo que Satanás conquistase toda la humanidad hasta 
la venida de Cristo. Se lucharía contra Satanás desde el principio, y la mujer que el había 
atraído al pecado sería la primera, por decir, que se levantaría en armas contra el. La 
palabra traducida aquí como “enemistad” se refiere a odio y a un espíritu vengativo y 
rencoroso. No es solo oposición, sino oposición con una fuerza emocional tras ella. (Ver 
Num 35:22, Ez 25:15, 35:5). Eso es que habrá una relación intensamente adversa entre 
Satanás y la mujer. 
 
 
 
 
39 
LA CONTINUACION DE LA ENEMISTAD 
 En segundo lugar, habrá enemistad entre dos grupos básicos de la humanidad. 
El mundo estará dividido, tanto así que permanece en su condición presente, en dos 
grupos: la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente. A lo largo de todas las 
edades, estas dos permanecerán en oposición una con otra como enemigos 
irreconciliables. Aquellos quienes tienen el mismo corazón y disposición que la mujer no 
tendrán cosas en común con aquellos quienes son del mismo corazón y mente que el 
diablo tiene para Dios (2 Cor 6:15). 
 Sin embargo, los cristianos quienes son “la simiente de la mujer” reflejan el 
carácter de un Dios de gracia y misericordia (comp. Ap 12:17), y han de amar a sus 
enemigos (Mat 5:44). Esto no es algo que es cierto de la “simiente de la serpiente” 
(incrédulos). Los cristianos tienen un amor divino implantado en su corazón, el cual 
causa un deseo de que aquellos que aún están en rebelión se arrepientan de sus pecados. 
Aún así, no crea una unión artificial entre nosotros y ellos; es un amor de compasión y 
lástima por las tinieblas y carencia de vida que el pecado ha causado en el corazón del 
hombre. Sin embargo, el verdadero cristiano con un corazón como su Padre, recordará 
su propia enemistad pasada con Dios, y se compadecerán de aquellos quienes aún no 
hayan venido a estar bajo el gobierno del Salvador. 
 Adicionalmente, leemos en las Escrituras que el enemigo de nuestras almas 
perseguirá (a menudo por medio de su “simiente”) a los santos de Dios a lo largo de las 
edades. El libro de Apocalipsis nos da varias imágenes de la oposición de Satanás al 
pueblo de Dios, pero una es particularmente evoca la declaración de guerra que ahora 
estamos considerando: 
 
Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra 
el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y 
tienen el testimonio de Jesucristo. (Apo 12:17) 
 
 
40 
El contexto de este pasaje pone de relieve la guerra que estaba sucediendo por las edades 
entre estos dos grupos de la humanidad. 
 
EL CLIMAX DE LA ENEMISTAD 
 Finalmente, habrá enemistad entre Cristo y Satanás. Esta es la suprema enemistad 
a la que se refiere el pasaje. Aunque el pasaje habla de descendencia en general, también 
señala a la Descendencia de la mujer, la Simiente que aplastará la cabeza de la Serpiente. 
Todos los hijos de Eva odian a la serpiente y sus obras, pero ese odio es más profundo y 
fuerte en el santo corazón de Jesucristo. Las palabras de Jesús durante los principios de 
Su ministerio terrenal revelan la severidad de esta enemistad. Cuando Satanás se ha 
aprovechado de Simón Pedro, Jesús le habla a la fuente del problema, dirigiéndose a Su 
adversario de hace tanto tiempo con estas palabras: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; 
me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los 
hombres.” (Mat 16:23). 
Durante el comienzo del ministerio terrenal de Cristo, Satanás estaba maquinando 
para derrocar a nuestro Salvador desde Su nacimiento hasta la víspera de Su crucifixión, 
y todos los en medio. Los frecuentes choques entre Cristo y Satanás se intensifican hasta 
llegar a la gran batalla de la cruz. Aunque la enemistad es tan vieja como la Caída, la 
tentación en el desierto trae esa enemistad a la luz cuando Jesús y Satanás interactúan 
cara a cara al principio del ministerio de Jesús. Desde ese punto en adelante, Satanás es 
derrotado por la “Simiente de la Mujer” en cada turno. El echar fuera demonios, que 
algunos son de la “simiente” del diablo, ilustra la autoridad y victoria que Jesús está 
tomando sobre Su enemigo (Mat 12:28-29). Por la naturaleza de esta enemistad, nunca 
será traída a términos de paz. Debe haber una victoria absoluta de un lado u otro. Esto 
nos lleva a la siguiente gran declaración en la promesa de redención. 
 
 
 
 
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LA PROMESA DE VICTORIA 
 
Ahora llegamos a lo que realmente es el corazón del pasaje—la Simiente 
prometida: “Esta [refiriéndose a la Simiente de la mujer] te herirá en la cabeza, y tú le 
herirás en el calcañar.” (Gen 3:15). La promesa de la simiente del evangelio es la 
promesa de una Simiente; esta es la semilla de donde crecerá toda la historia de la 
redención, y Cristo Jesús es la sustancia de esa semilla. El es el objeto primario de la 
historia completa de la Biblia, y verdaderamente la historia total del mundo. Hay por lo 
menos cuatro cosas que se nos dicen sobre esta Simiente de la mujer en Génesis 3:15: la 
venida de la Simiente, el propósito de Su misión, el sufrimiento de la Simiente, y el éxito 
de Su misión. 
 
LA VENIDA DE LA SIMIENTE: “LA SIMIENTE DE ELLA” 
Primero, estas palabras comienzan a revelar la forma en que el pecado será 
derrotado. Ellas nos dicen como la Simiente vendrá al mundo. Vendrá por medio de una 
mujer. Dios usará la mujer a quien la serpiente engañó para traer al mundo la Simiente 
que aplastará su cabeza. Eso es, los mismos seres a quienes Satanás causó que cayesen 
traerán al Hombre quien lo derrotará completamente. Esta

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