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WRIGHT, N T (2016) Reflexión para el Adviento Semana 1

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Adviento, Semana 1 
 
LA TEMPORADA DE ADVIENTO COMIENZA CON 
LA CELEBRACIÓN DE LA LLEGADA DEL REY 
 
Mientras nos preparamos para el Adviento y la Navidad, un tema obvio es el reinado de Jesús. 
Usamos lenguaje real muy a menudo para referirnos a Jesús, pero rara vez nos detenemos a 
analizar qué es exactamente lo que eso debería significar tanto cuando hablamos del mismo 
Jesús como cuando pensamos en el liderazgo y la gobernanza en el mundo. En ambos países 
[Reino Unido y EE.UU.] en este momento nos encontramos de cara a los resultados 
sorprendentes de la democracia, y es un momento perfecto para reflexionar sobre la visión de 
Dios para el gobierno humano y, de hecho, la visión de Dios para una sociedad humana sana. 
Me encuentro volviendo una y otra vez al Salmo 72. Algunos teólogos actuales rechazan salmos 
reales como este, por considerar que se prestan para la falsa legitimación divina de regímenes 
opresores. Pero este Salmo se resiste firmemente a ser deconstruido de esa manera, por dos 
razones obvias y otras que surgen a medida que profundizamos en su mensaje. 
El Salmo 72 nos ofrece una visión de un mundo ardiendo de gloria; un mundo en el que se 
hace justicia, especialmente para los pobres y aquellos que no tienen a nadie que los defienda. 
Esta es la visión de un rey al cual visitan los reyes de la tierra, llevándole regalos porque él hace 
lo que ellos saben que ellos deberían estar haciendo, es decir, liberar a los necesitados cuando 
claman por ayuda, tener piedad de los débiles y los pobres, y rescatar a los desvalidos de los 
codiciosos, los opresores y los violentos. ¿Cuántas veces en los últimos años, en los últimos días, 
hemos anhelado una sociedad como esa? En mi país, y creo que en el suyo también, las élites 
políticas y los encuestadores subestimaron completamente el hecho de que mientras que en 
Londres y Nueva York y en diferentes países los ricos se enriquecen y organizan el sistema en 
beneficio propio, en muchas partes, incluyendo Durham donde yo trabajaba, hay gente cuyo 
grito por ayuda parece pasar desapercibido. 
No se han abordado la pobreza y las dificultades reales a las que se enfrentan muchas 
personas en los lugares abandonados de los antiguos núcleos industriales. No se ha cumplido 
con lo prometido. Los políticos van y vienen, y siempre dicen que una de sus su metas es una 
mejora radical del país, del mundo, de la vida de la gente común. La mayoría de los funcionarios 
públicos comienzan creyendo en ese objetivo, pero terminan confundidos por las muchas 
transigencias que deben aceptar para poder ascender, o deslumbrados por las grandes 
tentaciones del poder y el prestigio. O más bien llegan a creer que la manera de arreglar el 
mundo es con una fuerte solución impuesta desde arriba, ya sea a través de una nueva 
estructura social en la que el ‘chorreo’ tal vez beneficie a los más necesitados, o del lanzamiento 
de bombas y misiles sobre nuestros supuestos enemigos. Amigos, hemos intentado todo esto 
una y otra vez y, en vez de mejorar, el mundo está peor que nunca. Es hora de vislumbrar la 
visión bíblica del reino de Dios que encontramos en este Salmo, al leerlo a través del lente del 
evangelio de Jesús, en el cual el tema se intensifica y no se relativiza como muchos han 
imaginado… 
La razón cristiana más obvia es que Mateo y Lucas recogen este Salmo al anunciar el 
nacimiento de Jesús. Los reyes magos de Mateo que traen presentes al niño Jesús obviamente 
cumplen las profecías de este Salmo acerca de los dones traídos por los reyes de Sabá y de Seba, 
y de hecho podría ser que la referencia implícita a este Salmo es lo que, en la imaginación 
popular, ha convertido a los magos en reyes. El Benedictus o Cántico de Zacarías de Lucas, que 
aclama a Juan el Bautista como el heraldo real, hace eco de la alabanza final del Salmo: ¡Bendito 
sea YHVH Elohim, el Dios de Israel, el único que hace maravillas! Se les animó a los primeros 
seguidores de Jesús a que volvieran a este Salmo para hacerlo suyo, lo cual hicieron al reportar 
la afirmación del Jesús resucitado de que ya poseía «toda potestad en el cielo y en la tierra». La 
piedra angular de todas las visiones bíblicas de los propósitos de Dios para el mundo, y cómo 
estos deben implementarse, es que el Dios Creador quiere que su mundo esté lleno de su gloria. 
Esto significa, entre otras cosas, que esté lleno de justicia verdadera y misericordia generosa. 
Esta no es sólo una visión para una época distante. No se espera que nos sentemos sobre nuestras 
manos y esperemos a que suceda más allá del cielo en algún tiempo futuro. Incluso en tiempos 
del Antiguo Testamento era perfectamente posible que los reyes hicieran justicia y amaran la 
misericordia; a menudo fallaban, pero los mejores no lo hacían tan mal. Y parte del sentido de 
las narraciones de la resurrección en los evangelios es que Dios ya ha puesto en marcha su 
nueva creación en el Jesús resucitado. 
Jesús es tanto el comienzo de dicha nueva creación como el Señor que da su propio Espíritu 
para que su pueblo pueda continuar con el proyecto. A partir del mismo Génesis 1 queda claro 
que el Dios Creador quiere gobernar su mundo a través de seres humanos sabios que portan su 
imagen. Hay una base trinitaria para toda la teología política bíblica: el Creador quiere que su 
imagen de justicia y misericordia se refleje en el mundo a través de seres humanos obedientes, 
humildes y sabios. En algunos textos el rey davídico se ve como el verdadero Adán, y en otros 
(en el Salmo 72, por ejemplo) como el cumplimiento de las promesas abrahámicas. El Rey, por 
lo tanto, es el ser humano arquetípico que refleja la imagen. El lenguaje grandioso y la 
esperanza gloriosa del Salmo dependen de esta visión, de que el rey venidero reflejará en el 
mundo el hecho de que los pobres y su cuidado, los oprimidos y los que sufren violencia y 
maldad, son la prioridad para Dios.

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