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344 BÁRBARA YOLANDA PADILLA FERNÁNDEZ Y GERARDO ALFONSO MÁRQUEZ SÁNCHEZ – Adecuada movilización del testículo y del cor- dón espermático. – Reparación de la hernia asociada. – Creación de una bolsa superficial (dartos) dentro del hemiescroto y fijación del testículo. En el caso de que el testículo sea palpable la in- cisión debe abordar en más o menos extensión el conducto inguinal entre ambos anillos inguinales para realizar la liberación del cordón espermático separándolo del peritoneo y cerrar el saco de una hernia inguinal indirecta cuando esta existe. Si el testículo no es palpable la exploración quirúrgica puede ampliarse al espacio retroperitoneal o a la cavidad abdominal [18, 29, 30]. En ocasiones es necesario practicar la orqui- dopexia en etapas con sección vascular (Bevan 1899 y Fowler y Stephens 1959). La ligadura de la arteria espermática interna permitiría el aporte vascular correcto al testículo a través de la arte- ria deferencial y arterias cremastéricas al mismo tiempo que permite obtener longitud adicional para la movilización testicular [30]. 3.5. Otras anomalías testiculares – La agenesia testicular es la ausencia congé- nita de uno (monorquia) o de los dos testículos (anorquia) [30]. – Poliorquia. Es la presencia de un tercer tes- tículo y se debe a una división de la cresta gona- dal durante el estadio indiferente. El diagnóstico diferencial hay que hacerlo con los tumores para testiculares (lipomas y liposarcomas de cordón espermático) [30]. – Sinorquia, consiste en la fusión de ambos testículos en posición extraescrotal. Apenas se han publicado 20 casos y se asocian a otras mal- formaciones congénitas como las sínfisis renales, la agenesia renal y malformaciones óseas y neuro- lógicas [29, 30]. 3.6. Patología del conducto peritoneo-va- ginal La mayoría de las hernias e hidroceles de la infancia proceden de una anomalía de la oblitera- ción del conducto peritoneovaginal [30]. Los testículos aparecen inicialmente en el abdomen para alcanzar la bolsa escrotal en el último trimestre del embarazo. En el descenso arrastran un repliegue peritoneal, por el que se rodean, y que en un futuro constituirá la vagi- nal testicular. Por lo tanto, existe una comunica- ción directa entre la cavidad vaginal testicular y la cavidad peritoneal constituyendo el conducto peritoneovaginal el cual se cerrará desde el anillo inguinal interno hasta el escroto alto poco des- pués del nacimiento. Obliterado este conducto se forma una cavidad virtual en el escroto ro- deando al testículo y parte del epidídimo: la ca- vidad vaginal [30-33]. La anormal persistencia del conducto perito- neo-vaginal determina, según el grado y el tipo de comunicación, la aparición de cuatro situaciones: – Hernia inguinal. Suelen ser indirectas y completas es decir el saco herniario llega al es- croto y puede contener asas de intestino delgado, omento, vejiga y estructuras genitales. Deben re- pararse precozmente para evitar complicaciones como la estrangulación o el daño testicular por compresión [29]. – Hidrocele comunicante, hidrocele simple y quiste de cordón. Lo más frecuente es el hidro- cele comunicante (6% de los varones nacidos a término). En el 80% de los casos se resolverá es- pontáneamente por lo que la actitud debe de ser conservadora [34]. 3.7. Anomalías congénitas de conductos deferentes, epidídimos y vesículas semi- nales Alrededor de la 7ª semana de la embriogéne- sis ureteral se separa del conducto de Wolff. Si la alteración se produce antes de este momento las anomalías congénitas genitales se asociarán a anomalías congénitas renoureterales (agenesia, displasias) [35]. Podemos encontrar las siguientes circunstancias: Anomalías de los conductos deferentes – Ausencia bilateral: 1-2% de los varones infértiles. Puede asociarse a anomalías renoure- terales (14-21%). Las vesículas seminales están presentes en la mitad de los pacientes [35]. – Ausencia unilateral: Muy poco frecuente (0,06-1%). Es la anomalía más frecuente de los deferentes. Habitualmente se asocia a agenesia de la vesícula seminal correspondiente [35].
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