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Ensayo X Empedocles Armando Ordosgoite

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Instituto Universitario Salesiano “Padre Ojeda”
Licenciatura en Educación Mención Filosofía
Asignatura: Filosofía Antigua
RODRÍGUEZ William ORDOSGOITE
Armando
El arkhé de Empédocles
Llama mucho la atención que el pensamiento de Empédocles inicia de
manera muy similar al de Parménides; Empédocles comienza su poema con
una introducción que nos recuerda a Parménides. Según Marías (1963),
Empédocles expone su pensamiento en dos poemas centrales: sobre la
naturaleza y las purificaciones; sin embargo, quisiera centrar mi reflexión en
el primero de estos dos poemas como punto de partida que sirva para
esclarecer el pensamiento de Empédocles, poema en que el autor plantea el
arkhé o principio de las cosas.
A diferencia de Parménides, Empédocles pone su confianza en el
testimonio que dan los sentidos y en el de la razón aspirando a llegar por
medio de ambos a un conocimiento seguro y a una verdad nueva. Respecto
a ello, dice Empédocles, citado por Marías (1963) que: “…no confíes más en
la vista que en el oído, ni en el oído resonante de ruidos más que en las
declaraciones de la lengua…”; mas a adelante, Empédocles, citado por
Marías (1963), dice que: “…sino piensa en cada cosa del modo como es
manifestada”; con esto, Empédocles ya se manifiesta como contrario al
pensamiento de Parménides y demás monistas al afirmar que no se puede
llegar al conocimiento pleno de las cosas si obviamos nuestros sentidos.
También resulta interesante el modo en el que Empédocles, citado por
Marías (1963), se refiere al arkhé de las cosas como: “oye primero las cuatro
raíces de todas las cosas: Zeus brillante, Hera que vivifica, Aidoneus y Nestis,
cuyas lágrimas son un manantial para los mortales”. En sus cuatro raíces en
las que se exponen en lo anteriormente citado, según mi parecer,
Empédocles pudiese estar refiriéndose al agua de Tales, el aire de
Anaxímenes, la tierra de Jenófanes y el fuego de Heráclito; pues, según
Empédocles, pudiese estar sustituyendo por los cuatro elementos la
aspiración jónica de hallar un solo principio o un arkhé de las cosas (Fraile y
Urdanoz, 1982).
Empédocles, junto con los cuatro elementos (agua, aire, fuego y tierra),
señala dos fuerzas que son eternas y antagónicas; respecto a ello, dice
Empédocles, citado por Marías (1963), que: “una vez todas las cosas se
juntan por el amor, otra se separa cada una de las demás a impulsos del
odio de la discordia”; por lo que, de la mezcla y separación de los elementos
en virtud de la acción del amor y la discordia; dice Empédocles, con motivo
de lo ya expuesto, citado por Marías (1963), que: “…solo ellos existen, pero
penetrándose los unos a los otros llegan a ser unas veces una cosa y otras
otra, y así sucesivamente”. Por tanto, con el predominio del odio o la
discordia se llega a la separación completa de los elementos; de esta
manera, la discordia es el principio de la multiplicidad de las cosas, pero si el
odio hubiese triunfado sobre el amor por completo, una vez desunidas todas
las cosas, se llegaría la desintegración total.
Para concluir, dice Empédocles, citado por Marías (1963), que: “no
hay más que mezcla y separación de lo que se había mezclado”, en palabras
de Empédocles, citado por Marías (1963), dice que: “…de estas mezclas
resultan innumerables especies de mortales de todas clases y formas...”;
pues, del predominio alternativo del odio y del amor procede la pluralidad de
las cosas, pero todos ellos retornan a la unidad que es divisible (Fraile y
Urdanoz, 1982).

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