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Ensayo IV Platon Armando Ordosgoite

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Instituto Universitario Salesiano “Padre Ojeda”
Licenciatura en Educación Mención Filosofía
Seminario de Filosofía Antigua
RODRÍGUEZ William ORDOSGOITE Armando
Sobre las alegorías de Platón
Los dos grandes problemas con los que se enfrenta Platón, según Marías
(1963), son: el del ser y el del saber. En los diálogos de la República, según mi
parecer, Platón se vale de dos analogías o alegorías con los que quizá pudiese dar
respuesta a estos dos planteamientos; pues, se exponen conceptos y/o teorías que
conducen a Platón a cuestionarse sobre el origen del conocimiento, el problema de la
representación de las cosas y la naturaleza de la propia realidad.
La primera analogía o alegoría, pues, me refiero a la línea divida en
segmentos; la línea es dividida primeramente en dos segmentos, el primer segmento
representa todas las cosas visibles, todo aquello que el ser humano es capaz de
percibir mediante los sentidos, mientras que el segundo segmento representa la
esencia de la cual esta revestida todas las cosas.
Pues, todo aquello que es percibido por nuestros sentidos no es más que
simple opinión; por el contrario, lo inteligible, es la esencia y plenitud de todas las
cosas visibles.
Respecto a la alegoría de la caverna, parece mostrar, en sentido figurativo, que
el ser humano, desde que nace, se encuentra encadenado dentro de una caverna, y que
las sombras que ve reflejadas en la pared componen todo aquello que consideramos
como real.
Quizá, en palabras de Platón, el conocimiento de las cosas pudiese surgir
como una determinación que el sujeto hace del objeto; lo determinado por el sujeto es
la imagen que este crea del objeto en cuestión.
Esto puede entenderse como una relación que se establece entre el sujeto y el
objeto, donde el sujeto es capaz de crear una imagen del objeto a partir de la relación
que surge entre ambos.
El sujeto, tiene conciencia de lo que experimenta a partir de la experiencia que
surge junto el objeto; por lo que, el sujeto es capaz de explorar, conocer, valorar y
reconstruir la realidad mediante la imagen que este crea del objeto.
Entiéndase por objeto, como todo aquello que es percibido o que desea ser
conocido por el sujeto.
El sujeto como ser cognoscente, sus ideas, sus ideales, sus emociones y
sentimientos e incluso la manera particular de valorar sus experiencias, pueden
ejercer influencia en la imagen que este crea del objeto.
Ahora bien, según mi parecer, y quizás, en palabras del mismo Platón, la
plenitud del conocimiento se alcanza en la medida en el que el ser humano es capaz
de discernir entre la opinión que dan los sentidos y lo inteligible de las cosas, es decir,
la esencia real de la cual están revestidas todas las cosas que se hayan presente en la
naturaleza.
Sin embargo, es la idea del bien, la más grande entre todas las ideas, que, vista
como una virtud, es la que posibilita tal discernimiento: “lo que presta la verdad a las
cosas cognoscibles y lo que trasmite virtud cognoscitiva al que conoce, ten por seguro
que es la idea del bien” (Marías, 1963; p. 42).

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