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IUSPO Los Teques, 06 de julio de 2021 Educación Mención Filosofía Filosofía Medieval SEQUERA José ORDOSGOITE Armando Guillermo de Ockham: El nominalismo y el problema de los universales, crisis de la escolástica y fin de la edad media. El nominalismo es un sistema filosófico según el cual todo lo que existe en la naturaleza es individual. El nominalismo niega la existencia de los universales tanto de manera inmanente, como trascendente, es decir, fuera de cada sujeto. Tal afirmación se da en oposición a quienes sostienen la existencia de los universales y de entidades abstractas. Pues, el nominalismo surgió en reacción al problema de los universales, siendo Guillermo de Ockham su iniciador y el representante más destacado de este sistema filosófico, de quien se dice también que es precursor de la ciencia moderna, debido a su estricta argumentación de que solo los individuos existen y que los universales son producto de la abstracción mental y no tienen existencia fuera de ella. Para Ockham el universal no es real: No hay nada externo al alma, por sí mismo o por otra cosa real o simplemente racional que se le agregue, cualquiera que sea la forma en que se le considere o se le entienda, que sea universal; porque la imposibilidad de que una cosa externa al alma sea universal de cualquier modo, es tan grande como la imposibilidad de que el hombre, por cualquier tipo de consideración o bajo cualquier aspecto, sea un asno (Reale y Antiseri, 1995; p. 537). Por consiguiente, la realidad de los universales es contradictoria y debe excluirse de manera total y radical. La realidad es esencialmente individual. Los universales son sólo nombres y no una realidad y tampoco poseen un fundamento en ella. Entonces, ¿qué representa el hecho de que algunas cosas en la naturaleza sean semejantes entre si? Si toda realidad individual provoca un conocimiento individual de las cosas, la reiteración de muchos actos de conocimiento con respecto a cosas semejantes entre sí genera en el intelecto determinados conceptos que no significan una cosa individual, sino una multiplicidad de cosas semejantes entre sí, tales conceptos servirán para abreviar cosas semejantes entre si, que son llamados universales; esto no es más que una reacción del intelecto ante la presencia y existencia de cosas particulares que son semejantes entre si. Pues, para Ockham se trata de formas verbales que a través de la mente humana constituye una serie de relaciones con un alcance exclusivamente lógico. https://es.wikipedia.org/wiki/Inmanencia https://es.wikipedia.org/wiki/Trascendencia https://es.wikipedia.org/wiki/Universal_(filosof%C3%ADa) https://es.wikipedia.org/wiki/Entidad https://es.wikipedia.org/wiki/Problema_de_los_universales https://es.wikipedia.org/wiki/Universales https://es.wikipedia.org/wiki/Abstracci%C3%B3n_(filosof%C3%ADa) Por ejemplo, el nombre “Juan” se refiere a una persona individual, mientras que el concepto “hombre” es más genérico y se refiere a todos aquellos individuos que pueden ser indicados a través de la forma general y abreviada de tal concepto, que por eso es llamado universal. Lo mismo puede decirse del color verde característico del pasto y de las hojas de los árboles y que se haya presente también en los animales y demás cosas en la naturaleza. La verdadera fisionomía del nominalismo ockhamista se revela en la crítica de las doctrinas que sostienen la existencia de los universales en las cosas, sea por afirmar como santo Tomás de Aquino el carácter ontológicamente compuesto de lo individual sensible, sea por distinguir como Duns Escoto las formalidades universales como existentes en las cosas con anterioridad al conocimiento de las mismas (Canals, 1980). El nominalismo respecto de las significaciones universales no se funda en Ockham en modo alguno en una crítica del conocimiento representativo universal, es decir, en un inmediatismo gnoseológico empirista, sino en un postulado de unidad esencial de lo singular, que se desintegraría con la atribución de realidad a naturalezas comunes y la consiguiente afirmación de composiciones o de distinciones formales entre caracteres genéricos específicos e individuales (Canals, 1980; Reale y Antiseri, 1995). Ahora bien, la primacia de lo individual conduce a la primacia de la experiencia sobre la cual se fundamenta el conocimiento. Por ejemplo, aun cuando el nombre “Juan” sea común en varios sujetos, cada sujeto es una entidad individual y concreta, diferente uno de otro en cuanto que cada sujeto o cada Juan es capaz de percibir e interpretar la realidad y los fenónemos de la naturaleza de forma distinta. Por lo tanto, cada sujeto es una realidad individual. En este sentido, Ockham distingue dos tipos de conocimiento: conocimiento intuitivo y el conocimiento abstractivo. Ockham refiriendose al conocimiento intuitivo señala que: “Mediante el conocimiento intuitivo se otorga el primer asentamiento a una verdad contingente. En segundo lugar, con el conocimiento intuitivo juzgo que hay una cosa no solo cuando la hay, sino también cuando no la hay” (Reale y Antiseri, 1995; p. 536). En este sentido el conocimiento intuitivo se refiere al conocimiento de la existencia de una cosa real y concreta y por eso se mueve en la esfera de la contingencia porque atestigua si una cosa existe o no. La importancia del conocimiento intuitivo consiste sobre todo en el hecho de que es el conocimiento fundamental sin el cual no serían posibles los demás. En relación al conocimiento abstractivo, en palabras de Ockham, es aquel que prescinde de la existencia o no existencia de una cosa (Reale y Antiseri, 1995). En este sentido, pudiera entenderse el conocimiento abstractivo como una forma de conocimiento a priori, del cual es posible prescindir de cualquier forma de experiencia individual. Con esto se quiere decir que la experiencia no es un factor extrictamente necesario para que pueda darse este tipo de conocimiento. Según Canals (1980) y Reale y Antiseri (1995), es posible distinguir ambos tipos de conocimiento: el conocimiento intuitivo se refiere a juicios de existencia, el conocimiento abstractivo no; el conocimiento intuitivo está ligado a la existencia o inexistencia de una cosa, mientras que el conocimiento abstractivo prescinde de ello; el conocimiento intuitivo es causado por la existencia de una cosa real y concreta, mientras que el conocimiento abstractivo lo presupone, y es posterior a su aprehensión; el conocimiento intuitivo se ocupa de verdades contingentes, en cambio el conocimiento abstractivo de verdades necesarias y universales. Por ejemplo, el conocimiento de que “no todos los cisnes son blancos” es una forma de conocimiento intuitivo, en tanto que se requirió de la observación de cisnes negros para afirmar lo establecido. Este tipo de conocimiento tiene una validez particular y contingente. Por el contrario, el conocimiento de que “ningún hombre soltero es casado”, es una forma de conocimiento abstractivo, en tanto que no se requiere de ninguna investigación para que tal afirmación sea establecida como verdadera y universal. En Ockham, la supremacia de lo individual, según mi parecer, cambia la concepción que se tiene sobre el hombre y la naturaleza; ahora el hombre es la medida de todas las cosas. Todo esto es contrario a la conciencia medieval. Es de suponer que este es el primer punto de quiebre entre la conciencia medieval y la conciencia moderna. No se puede obviar que Ockham fue un hombre religioso. Antes de mover los cimientos de la Iglesia y de cuestionar la autoridad temporal del Papa, fue miembro de la Orden Franciscana. En este sentido, Ockham también fue teólogo, pero todo lo antes expuesto confirma que fue ante todo un brillante filósofo. Para Ockham, saber de filosofía y teología, lo lleva a ser consciente de la fragilidad teórica de la armonía entre razón y fe, asi como el carácter subsidiario de la filosofía con respecto a la teología. No se trata de una simple distinción,sino de una separación absoluta y necesaria entre filosofía y teología. https://es.wikipedia.org/wiki/Papa https://es.wikipedia.org/wiki/Franciscano https://es.wikipedia.org/wiki/Franciscano Tajantemente Ockham afirma que la filosofía no es una servidora de la teología y esta no es una ciencia sino un conjunto de proposiciones y argumentaciones que se mantienen unidas gracias a la fuerza de la fe, pero sin una coherencia racional. Las verdades de la fe son un don gratuito de Dios y deben seguir siéndolo (Canals, 1980). Para Ockham no es honrado revestir de plausibilidad racional unas verdades que trascienden la esfera humana y que desvelan perspectivas que serían impensables e inalcanzables de otra forma (Reale y Antiseri, 1995). Pues, la razón humana posee un ámbito y una tarea diferentes del ámbito de la fe. He aquí el segundo punto de quiebre entre la conciencia medieval que da paso a la conciencia moderna. En este sentido, con Ockham se llega a la emancipación de la filosofía frente a la teología y el precedente definitivo que marca el fin de la conciencia medieval y la apertura de la modernidad (Canals, 1980; Reale y Antiseri, 1995). Comprendido en su contexto histórico resulta más justo considerar a Guillermo de Ockham como un teólogo fideísta, y a su manera radicalmente agustiniano, que recusa de la metafísica tradicional de las esencias universales por considerarla incompatible con la fe en la libertad y la omnipotencia divina (Canals, 1980). Referencias Canals, (1980). Historia de la filosofia medieval. Editorial HERDER. Reale, G., y Antiseri, J. (1995). Historia del pensamiento filosófico y científico. Tomo primero: Antigüedad y Edad Media. (2da edición). Editorial HERDER.
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