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Ensayo II Aproximación al fenómeno religioso del hombre Armando Ordosgoite

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IUSPO Los Teques, 22 de noviembre de 2022
Educación Mención Filosofía
Filosofía de la Religión I
GARCIA Everd ORDOSGOITE Armando
Una aproximación al fenómeno religioso del hombre
El hombre religioso es aquél para quien el conjunto de cuanto hay aparece a la luz de la
presencia de una realidad absolutamente superior, absolutamente no reducible a una cosa
mas del mundo, sino que, situada del todo mas allá y por encima del mundo, o
completamente trascendente, y que sin embargo, de ser así o, más bien, precisamente debido
a que es así, afecta al ser del nombre en su centro mismo y de una manera plena y definitiva.
Ahora bien, lo antes expuesto es lo que se conoce como fenómeno religioso.
La presencia del Misterio marca, en cierto modo, el significado de todo el resto de la
realidad del hombre.
Es lo que se quiere decir cuando se caracteriza también al hombre religioso como quien
reconoce un ámbito de lo sagrado o, mejor, como aquel que ha experimentado el paso al
interior de ese ámbito.
Lo sagrado no es precisamente un fragmento del mundo distinto de lo profano, sino todo
el mundo que antes era profano, vivido contando con la presencia iluminadora del Misterio.
Y aun, entonces, lo habitual es que el hombre religioso reconozca actividades y objetos
menos interiores al ámbito sagrado que otros.
Porque lo sagrado es sólo propiamente el terreno de lo definitivo. Es el lugar de la
relación con el Misterio; y de ella depende en último término todo. Esto es, según mi parecer,
lo que se identifica con la trascendencia.
La trascendencia del Misterio impide por principio que pueda ser abarcado por el hombre
o que pueda presentarse a éste totalmente encerrado en los límites de un fragmento del
mundo. Sólo cabe hablar de él descubriendo su efecto en la existencia.
Uno de los elementos más interesantes de la descripción de la experiencia
del hombre religioso es que comprende que la relación que se ha establecido entre el
Misterio y él no ha podido surgir de su iniciativa, sino de la decisión, pues, algo así como
una llamada del Misterio mismo.
En este sentido, al que muchos llaman el “Todopoderoso” se inclina hacia el sujeto,
desde su trascendencia, porque así lo quiere.
Jamás las fuerzas solas del hombre habrían bastado para que conquistara él el derecho al
encuentro con el Misterio.
Esto, según mi parecer, es el origen de la caracterización del Misterio como Dios
personal: el Absoluto que posee de algún modo voluntad y amor.
Pues, de esto han dado testimonio los grandes místicos de la Iglesia y aquellos que han
convertido su corazón al Misterio.
Ante el encuentro con el Misterio cabe rechazarlo, o bien pueden adoptarse dos actitudes
la primera apenas distinguible del rechazo: la actitud religiosa.
La actitud religiosa consiste, en el reconocimiento del Misterio como tal. Lo cual
significa, fundamentalmente, situar el centro de la existencia no en sí mismo, sino en el
Absolutamente Otro.
Ahora bien, eso no se hace sólo deseándolo o reconociéndolo intelectualmente, ni mucho
menos renunciando a la libertad personal y a toda acción, sino poniendo en juego con la
máxima energía todas las capacidades en la persecución de un sueño que, se encuentra
situado a una distancia infinita.
Esta búsqueda es la de la salvación, es decir, la de que sea concedido por fin al hombre
llegar a la perfección plena y definitiva.
Es esencial a la religión o, al menos es lo que considero, a todas las formas de religión,
que el esfuerzo hacia Dios o el Misterio no comienza sólo por el reconocimiento de no
valer nada en comparación con aquel Ser Supremo, sino más bien cuando se toma conciencia
de la imperfección moral, del propio mal moral, en la presencia de aquel al que llaman Santo
y Omnipotente.
Así, la salvación es vista como la liberación del mal, ante todo moral, en el que se
empieza estando.
Por ejemplo, el concepto cristiano de pecado, que es aquello de lo que el hombre busca
salvarse, consiste en la situación de partida, que es tener colocado en uno mismo el centro de
la realidad.
Como se desprende de la descripción de la experiencia del Misterio, que resulta
tremendo y fascinante para el hombre, la religión nunca piensa la salvación como fruto
exclusivo del esfuerzo del hombre, sino, en último término, como don o gracia.
Pues, el hombre por sus propias fuerzas no puede alcanzar la realización plena en el
Misterio, sino que necesita de una fuerza que es superior y trascendete a él para poder
realizarse.
Tal fuerza es lo que muchos llaman amor y misericordia.
Finalmente, todas las religiones reconocen que, dado que el hombre se ve a sí mismo
siempre en la naturaleza, en la realidad y en la historia, el encuentro del Misterio con él es
sólo posible si el Misterio se le hace de algún modo presente, de algún modo que preserve su
trascendencia absoluta en la naturaleza y en la historia.
Y, a la vez, que el hombre no puede adoptar la actitud religiosa si no la expresa en al
menos uno cualquiera de los medios en que siempre vive: el espacio, el tiempo, la sociedad,
la palabra, la acción, el pensamiento, etc.
Hierofanía quiere decir manifestación de lo santo. Las hierofanías son los seres dentro
del mundo a través de los cuales se ha encontrado el Misterio con el hombre o, desde el otro
lado de la relación, ha visto el hombre la presencia de Dios.
Quizás todo haya sido alguna vez hierofanía para algún sujeto o algún pueblo.
Por ejemplo, las antiguas culturas agrícolas veían lo divino a través de la madre tierra, de
la tierra fecunda que todo lo sustenta.
Y los nómadas, en cambio, encontraban el Misterio predominantemente, a través de los
astros y el firmamento.
Y los hebreos lo hallaron en la historia, y no sólo en el Éxodo, sino, más bien, a partir de
él, en todos los acontecimientos.
Pero, es fundamental para la preservación de la actitud religiosa, la no confusión de
la hierofanía con el Misterio mismo.
En cuanto a las expresiones de la actitud religiosa, también lo abarcan todo, como
corresponde a la universalidad del ámbito de lo sagrado.
Hay lugares sagrados, tiempos sagrados (fiestas), acciones sagradas (el sacrificio, la
peregrinación); y también oración (expresión en pensamientos y palabras de la relación con el
Misterio), dogmas y teología (racionalización de la experiencia religiosa).
También, hay instituciones y asociaciones religiosas de una inmensa variedad de formas.

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