Logo Studenta

Ensayo XXIV Hegel

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

IUSPO Los Teques, 15 de junio de 2023
Educación Mención Filosofía
Filosofía Moderna II
RODRIGUEZ William ORDOSGOITE Armando
Hegel (1770-1831)
La obra de Hegel Fenomenología del Espíritu, según mi parecer, trata de las diferentes
manifestaciones del espíritu humano: percepción, entendimiento, conciencia, autoconciencia,
razón y saber, entre otras.
Si queremos analizar cómo la conciencia humana obtiene saber y conocimiento, debemos
empezar con el saber inmediato; este es un saber puramente sensible.
Sin embargo, nuestro pensamiento no está satisfecho con la certeza sensible, en otro paso
interviene la percepción.
Entonces, establecemos una relación entre el objeto concreto percibido sensorialmente y
su significado general.
Tampoco estamos satisfechos con la percepción, pues, se pone en funcionamiento una
tercera forma del conocimiento, esto es el entendimiento.
Mientras que la certeza sensible capta un objeto en su totalidad y la percepción lo
subdivide en características, la tarea del entendimiento es crear un concepto de él.
Según mi parecer, esto significa que el entendimiento pone orden en la multiplicidad de
características y piensa en el concepto.
El entendimiento debe reconocer la cosa detrás de las características para poder crear un
concepto de ella.
Ahora bien, cuando nuestro entendimiento mira detrás del mundo sensible y descubre la
fuerza detrás de él, ha ganado algo decisivo, pues, nuestro entendimiento sabe acerca de su
saber.
Por lo que, deviene en autoconciencia, en saber de sí misma. Este es el cuarto plano del
espíritu.
En palabras de Hegel, la autoconciencia es impulsada por el deseo. Por ejemplo,
sentimos el deseo de ingerir alimentos cuando tenemos hambre, entonces, sobreviene una
duplicación de la autoconciencia.
De modo que, la autoconciencia se duplica en un señor y un siervo que luchan entre sí,
pero que también dependen el uno del otro.
El mayor problema de la autoconciencia es encontrar su unidad, porque las dos partes de
la autoconciencia se enfrentan a un dilema:
El señor es conciencia del pensamiento puro; por consiguiente, es absolutamente libre.
En cambio, la autoconciencia servil está orientada al mundo, y aquí experimenta un
engaño y una desilusión tras otra.
Se ahoga en la negación y experimenta una contradicción entre la transitoriedad de los
fenómenos individuales y la inmortalidad del concepto que la convierte en una contradicción
entre lo particular y lo general.
Ante este desgarramiento, la conciencia deviene en una conciencia dividida y
desventurada.
Esta situación insatisfactoria puede llegar a un nivel mayor solo mediante la actuación de
la razón porque, mientras tanto, la razón reconoce que el desgarramiento forma parte de la
unidad y que el mundo no está determinado por los fenómenos individuales, sino por el
pensamiento.
Como quinto nivel, la razón controla, por así decirlo, el timón; explica la conciencia
respecto al origen de toda la realidad.
Por consiguiente, el ser está determinado por la conciencia. Pues, para que la razón sea
plenamente consciente de sí misma, debe llevar a cabo un viaje de expedición al mundo.
En la autoconciencia, la razón encuentra un mecanismo de negación: el espíritu humano
puede adaptarse a las circunstancias externas o rebelarse contra las circunstancias.
El individuo humano, así lo descubre la razón, está igualmente en sí mismo porque existe
como ser humano en el mundo, pero también es para sí mismo, porque puede actuar de
manera autónoma; finalmente está en y para sí.
Después de la razón, el espíritu y la religión, el proceso llega a su apogeo en el saber
absoluto, es decir, la filosofía.
Todas estas manifestaciones del espíritu no solo existen en el individuo, sino también en
la humanidad en su conjunto.

Continuar navegando