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24 Ya los antiguos griegos se preguntaban cómo los alimentos nutren al cuerpo humano y se con- vierten en sus componentes. Pensaban que el proceso de digestión sería algo similar a la cocción, pro- bablemente repetida en el estómago y luego en el intestino. El páncreas era visto en esa época como amortiguador y protector de los grandes vasos, sin darle importancia en la digestión de nutrientes. Claude Bernard reconoció por primera vez, que la digestión gástrica era solo una etapa preparatoria y describió la importancia del páncreas en la digestión. Sin embargo, solo la primera pancreatectomía total experimental realizada por von Mering y Minkowski en 1889 aclaró que el páncreas era realmen- te necesario para la vida. En ausencia del páncreas, observaron todos los síntomas de diabetes, dando inicio a investigaciones en diabetología, sin percatarse de la importancia de la secreción pancreática exocrina, dado que las consecuencias de la mala digestión son más tardías y la diabetes fatal de los animales de experimentación no permitió reconocerlas. Estos trabajos dieron nacimiento a la palabra “hormona” y a una nueva rama de la ciencia, la endocrinología. El mecanismo de producción de las enzimas, la fisiología de la secreción exocrina pancreática y de su regulación neurohumoral fueron mejor conocidos recién en el siglo XX. Secreción exocrina del páncreas El jugo pancreático contiene numerosas enzimas, cuya presencia en el lumen duodenal y su mezcla con los alimentos es indispensable para la digestión. Como Claude Bernard ya notó, en el estómago solo se desarrolla una predigestión de los alimentos para el proceso digestivo definitivo, cuyo lugar principal es el duodeno. El bolo alimenticio se mezcla con la secreción biliopancreática en un pH alcalino cercano a 8,0, que es el medio óptimo para las enzimas pancreáticas. El páncreas produce enzimas para la digestión de todas las clases de nutrientes (Tabla 1), siendo los grupos principales las enzimas proteolíticas, amilolíticas y lipolíticas, pero también hay ribonucleasa y desoxirribonucleasa. Estas enzimas se producen en las células acinares del parénquima pancreático. Desde la célula entran en el lumen y fluyen por la gran cantidad de líquido producido hacia los pequeños dúctulos, llegando finalmente al duodeno a través del conducto principal y por la papila mayor (de Vater) y en menor cantidad por la papila menor. La unidad funcional del páncreas exocrino es el grupo de células acinares dirigidas con su polo api- cal hacia un lumen central, drenado por pequeños conductos formados por células ductales (Figura 1). La célula acinar sintetiza gran cantidad de proteínas. La velocidad de esta síntesis permitió a George Palade y su grupo estudiar los mecanismos involucrados en todo tipo de células, y obtener el premio Nobel. La mayoría de estas proteínas sintetizadas son enzimas, que se almacenan en los gránulos zimógenos, limitados por membranas internas dentro de la célula, separando las enzimas del citoplasma y particularmente, de las enzimas de los lisosomas (Figura 2). Las proteasas se producen en forma inactiva (tripsinógeno y quimotripsinógeno). En caso de autoactivación espontánea y presencia de pequeñas cantidades de tripsina activa intracelular, el páncreas sigue protegido por la presencia de antiproteasas, sintetizadas por la misma célula acinar y almacenadas junto con las enzimas en el gránulo zimógeno. El representante más importante es el SPINK1 (Serine Protease Inhibitor Kazal type 1). La mutación del gen que determina la síntesis de SPINK1 puede traducirse en su función de- ficiente, permitiendo la presencia intracelular de tripsina activa que a su vez desencadena el proceso Fisiología del páncreas exocrino y estudio funcional Zoltán Berger Fleiszig SECCIÓN 1 | Capítulo 2
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