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Histoplasmosis Angela M. Tobón Beatriz L. Gómez INTRODUCCIÓN La histoplasmosis es una micosis endémica y sistémica de origen pulmonar primario, pero que generalmente se disemina a otros órganos, especialmente a los del sistema reticuloendotelial. El agente causal es el hongo dimórfico Histoplasma capsulatum, y la enfermedad es muy frecuente en las Américas y en África.[1] [2] En la mayoría de los casos la infección pasa inadvertida o se manifiesta por síntomas respiratorios leves, pero puede presentarse en forma aguda, subaguda o crónica, de acuerdo con el hospedero y el tamaño del inóculo infectante.[1] [2] La enfermedad se adquiere por la inhalación de las microconidias del agente causal, cuyo hábitat son los suelos especialmente aquellos contaminados con excretas de aves y murciélagos.[1] En las áreas endémicas, la epidemia del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) ha tenido un impacto importante en la epidemiología de la histoplasmosis. El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, ha incluido la histoplasmosis diseminada como una de las infecciones oportunistas que definen el caso de sida y esto ocurre hasta en un 29% de los pacientes infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).[3] Con la terapia antirretroviral altamente efectiva (HAART, por la sigla en inglés de highly active antiretroviral therapy), ha disminuido significantemente su presentación, pero en los individuos que desconocen su infección por VIH, y sin terapia para esta, constituye todavía una enfermedad frecuente y grave. Son frecuentes las epidemias y los brotes limitados de histoplasmosis.[1] [4] Esta enfermedad afecta a personas de todas las edades y tanto a hombres como a mujeres con un leve predominio en los primeros. En la población inmunocompetente la enfermedad es más frecuente en quienes ejercen ciertas ocupaciones (agricultores, granjeros, constructores, espeleólogos).[2] [5] EPIDEMIOLOGÍA, ECOLOGÍA Y TRANSMISIÓN La histoplasmosis tiene una amplia distribución geográfica y se la ha reportado en más de 60 países en todos los continentes con una alta endemicidad en las Américas (desde los 45o norte hasta los 30o sur) (figura 189-1A)[2] y en África. Las zonas endémicas de mayor importancia en Norteamérica corresponden a los valles de los ríos Mississippi, Missouri y Ohio. En estos valles más del 70% de la población ha tenido ya una primoinfección[2] y en algunas regiones se han reportado epidemias de grandes proporciones. Como ejemplos pueden mencionarse tres grandes epidemias en Indianapolis, Estados Unidos, en 1979, 1980 y 1988[6] en las que, aunque no se pudieron establecer las fuentes de contagio, se describieron más de 400 casos de enfermedad pulmonar aguda, con un 10% de muertes. Se calculó que en la epidemia de 1979, un 10% de los residentes de esa ciudad adquirieron histoplasmosis.[6] Una alta prevalencia de esta micosis se ha observado también en México, Centroamérica (Panamá, Honduras, Guatemala y Nicaragua), en el Caribe (Jamaica, Puerto Rico, Cuba y Martinica) y en Suramérica (Venezuela, Guayana Francesa, Colombia, Perú, Brasil y Argentina).[7] En Colombia, aunque la histoplasmosis es una de las micosis más frecuentes, su incidencia e impacto real en la salud pública no son muy claros, dado que no es una enfermedad de notificación obligatoria. En 1997, Ordóñez y colaboradores publicaron datos sobre 12 brotes de histoplasmosis ocurridos en seis departamentos colombianos (figura 189-1B).[4]En nueve de los 12 brotes, se identificaron las actividades que condujeron a la infección por el hongo, a saber: visitas a cuevas, remoción de tierra de un árbol hueco y de cal agrícola contaminada con excretas de aves, demolición de una casa vieja, empleo de tierra abonada con gallinaza y tala de cafetales. Se aisló el hongo en cinco de los ocho brotes en los que fue posible procesar muestras ambientales.[4] Recientemente, el Grupo Colombiano para el Estudio de la Histoplasmosis, coordinado por el Grupo de Microbiología del Instituto Nacional de Salud (INS) y la Corporación para Investigaciones Biológicas (CIB), ha publicado los resultados de una encuesta nacional que analizó 434 encuestas de pacientes diagnosticados con histoplasmosis entre los años 1992 y 2008 provenientes de 20 departamentos del país.[8] En este estudio se informó un predominio de adultos (96,1%), de hombres (77%), con edad promedio de 38,4 años; en la población de pacientes adultos el 70,5% tenían coinfección con el VIH y 7%, otra forma de inmunosupresión.[8] Figura 189-1. Incidencia y prevalencia de histoplasmosis en Norte, Centro y Sur América. A. Las zonas marcadas con sombra son de alta endemicidad (tomado de Rippon JW. 1974, Medical Micology: the pathogenic fungi and the pathogenic Actinomycetes. Filadelfia: Saunders; 1974). B. Epidemias (zonas oscuras) de histoplasmosis reportadas en la zona andina colombiana. Tomado de: referencia 4, Ordóñez et al, Biomédica; 17: 105-111; 1997. La enfermedad puede afectar por igual hombres y mujeres con predominio en los primeros (cuatro hombres por una mujer). Los niños y los ancianos son más propensos a desarrollar primoinfecciones clínicamente manifiestas y con tendencia a la diseminación.[2] Existe una asociación importante con enfermedades malignas del sistema reticuloendotelial y con la inmunosupresión, especialmente con el sida, lo cual indica que la histoplasmosis en una micosis oportunista. La mortalidad es más alta en individuos inmunocomprometidos y se han reportado en estudios recientes tasas de mortalidad hasta del 40% en pacientes con sida.[9] Prueba cutánea La aplicación de la prueba cutánea con histoplasmina a personas sanas residentes en un área determinada, permite detectar el número de primoinfecciones. El uso de esta prueba ha permitido delimitar zonas endémicas; por ejemplo: la zona de Kansas, en Estados Unidos, es altamente endémica; allí se encontró que entre 80% y 90% de la población mayor de 20 años era positiva para la prueba de histoplasmina. También se encontraron altos porcentajes de positividad en otras partes de Estados Unidos: el sureste de Ohio, Illinois, Missouri, Kentucky, Tennessee y Arkansas.[10] El grupo de Wheat y colaboradores[11] ha descrito la histoplasmosis en los Estados Unidos como la micosis endémica más común y asegura que en ciertas áreas más del 50% de la población tiene prueba cutánea positiva indicadora de contacto con el microorganismo. Este trabajo también reveló que la histoplasmosis puede ocurrir como una enfermedad benigna y que como tal se la puede catalogar como una infección leve y común. Sin embargo, es importante tener en cuenta que existen regiones donde la incidencia de histoplasmino-positivos es baja, pero en las cuales, bruscamente, puede desencadenarse una epidemia al remover un microfoco anteriormente oculto. En Colombia, según datos del trabajo publicado por Carmona y colaboradores en 1971,[12] el promedio de reactividad a la histoplasmina fue del 22% en cinco regiones importantes. En esa época los autores calcularon que aproximadamente había 6.000.000 de personas infectadas en Colombia (cálculo basado en su momento en una población de 30.000.000 de habitantes).[12] La prueba cutánea no es útil para el diagnóstico de la enfermedad porque puede dar reacciones cruzadas, especialmente con Blastomyces dermatitidis, y también se ha observado interferencia con las pruebas que detectan anticuerpos. La prueba puede ser negativa en pacientes con infección diseminada. Los reactivos para la prueba cutánea ya no se distribuyen comercialmente.[13] Ecología Histoplasma capsulatum se aísla de la naturaleza en las zonastempladas (22ºC-29oC, con humedad relativa de 67%-87%), cuyos suelos son ácidos, ricos en nitrógeno, fosfatos e hidratos de carbono. La presencia de excretas de aves y murciélagos, que son ricas en nitrógeno, facilita grandemente la reproducción de H. capsulatum. Las aves no se infectan con este hongo, a diferencia de los murciélagos que sí pueden infectarse y excretar el organismo en las heces.[1] [2] En las zonas endémicas el hongo no está distribuido regularmente sino que aparece en focos restringidos donde se reúnen las condiciones mencionadas. Esto sucede en bosques y parques con árboles que sirven de sitio de anidación, cuevas donde habitan murciélagos, gallineros abandonados, silos, riberas de ríos y otros. El suelo puede estar contaminado hasta una profundidad de 20 cm y permanecer así hasta por 10 años aunque las aves o murciélagos ya no habiten en el área.[1] [2] Transmisión El mayor riesgo de adquirir la infección es por exposición ambiental al hongo. La inhalación de las microconidias es el modo usual de transmisión en los humanos. Las microconidias se desprenden al crear aerosoles y la fuerza de estos, así como la concentración del inóculo infectante, determinan la aparición de casos aislados, de brotes o aun de grandes epidemias. La histoplasmosis es más frecuente en personas dedicadas a ciertas ocupaciones en las que son mayores las oportunidades de contacto con el hongo: granjeros, agricultores, constructores, espeleólogos, exploradores. El período de incubación es de una a tres semanas, pero es más corto en casos de reinfección (cuatro a siete días después de la exposición). La histoplasmosis no es contagiosa de persona a persona.[13] Pueden ocurrir accidentes de laboratorio tanto por inhalación de propágulas infectantes a partir de cultivos miceliales como por la inoculación accidental de levaduras. También hay algunos informes en la literatura de transmisión mediante donación de órganos.[13] MICROBIOLOGÍA Taxonomía El hongo dimorfico Histoplasma capsulatum pertenece a la clase Euascomycetes, orden Onygenales, familia Onygenaceae. Estudios filogenéticos moleculares han indicado que las especies de los Onygenales se dividen en diferentes clados (descendientes de un ancestro común). Recientemente se ha propuesto la familia Ajellomycetaceae como uno de estos clados e incluye Emmonsia crescens y Emmonsia parva, Histoplasma capsulatum, Paracoccidioides brasiliensis, Blastomyces dermatitidis y Lacazia loboi.[14] Históricamente H. capsulatum fue dividido en tres variedades: H. capsulatum var. capsulatum, patógeno para humanos en América; var. duboisii, patógeno para humanos en África; y var. farciminosum, patógeno para equinos. Estudios filogéneticos recientes han definido al menos ocho clados dentro de H. capsulatum así: Norteamericano clase 1, Norteamericano clase 2, grupo Latinoamericano A, grupo Latinoamericano B, Australiano, Países bajos, Euroasiático y Africano.[15] Siete de estos ocho clados agrupan genética y geográficamente poblaciones distintas conocidas como especies filogenéticas. La única excepción es el clado Euroasiático que se originó dentro del clado grupo A Latinoamericano. H. capsulatum var. farciminosum fue incluido dentro del clado Euroasiático. Se ha encontrado también que diferencias genéticas pueden asociarse a diferencias en las manifestaciones clínicas. H. capsulatum de algunas regiones específicas de Suramérica frecuentemente se presenta con lesiones cutáneas.[2] H. capsulatum es un patógeno eucariota complejo; se calcula que el tamaño de su genoma está entre 28 y 39 Mbp; en el momento presente se encuentra aún en proceso de anotación en el Broad Institute y en la Universidad de Washington (http://www.broadinstitute.org/annotation/genome/histoplasma_capsulatum and http://genome.wustl.edu/genome.cgi?GENOME=Histoplasmacapsulatum). La secuenciación y anotación del genoma de H. capsulatum abren nuevas perspectivas que pueden ayudar a dilucidar sus mecanismos patogénicos y su interacción con el hospedero, y permitir la identificación de nuevos blancos para la prevención y el tratamiento de la histoplasmosis.[16] [17] Agente etiológico Histoplasma capsulatum es un hongo dimórfico, que presenta una fase micelial a temperatura ambiente en la naturaleza o en cultivos in vitro por debajo de 35°C, y que adopta la fase levadura en los tejidos del hospedero o cuando se lo incuba a temperaturas por encima de 35°C. En el laboratorio se puede observar la fase micelial con dos tipos de colonias: café (Brown [B]) y albino [A]). La colonia de tipo albino crece más rápido y pierde su capacidad de producir conidias luego de varias resiembras. La colonia de tipo B produce pigmento y se ha descrito que es más virulenta.[2] La fase micelial produce dos clases de conidias: macroconidias con pared celular gruesa, cuyo diámetro aproximado es de 8 µm a 15 µm, y que se presentan con tubérculos o proyecciones superficiales, y microconidias, que son las partículas infecciosas, cuya pared celular es delgada y el diámetro pequeño, de 2 µm a 4 µm (figura 189-2A). La levadura es de forma ovalada y presenta gemación; la conexión entre las células madre e hija es muy delgada (figura 189-2B). La levadura que se encuentra en la histoplasmosis africana es más gruesa y de mayor tamaño, de 8 µm a 15 µm. Tomada de: Colección de Micología de la CIB. Figura 189-2. A. Fase miceliar de H. capsulatum, cultivo y microscopía: macroconidias tuberculadas y microconidias. Azul de lactofenol (aumento 400x). B. Fase levaduriforme de H. capsulatum, cultivo y microscopía: levaduras (aumento 100x). PATOGÉNESIS Y RESPUESTA INMUNE La entrada de las estructuras infectantes de H. capsulatum al hospedero ocurre por inhalación, tanto de las microconidias como de pequeños fragmentos de hifas que pueden ser transportados por aerosoles y que, gracias a su tamaño, logran llegar hasta los álveolos pulmonares y los espacios intersticiales. Estas conidias se adhieren a macrófagos y neutrófilos mediante la familia de integrinas CD11-CD18 para ser fagocitadas posteriormente.[18] La transición de conidia o del micelio a levadura es el evento más crítico y determinante para el establecimiento de la infección y ocurre principalmente dentro de las células. Esta transformación dura de horas a días.[2] El número de conidias inhaladas juega un papel muy importante en el desarrollo y la gravedad de la infección, que dependerán de la interacción dinámica entre la inmunidad innata, la inmunidad adaptativa y los factores de virulencia propios del hongo.[17] Los macrófagos alveolares y los neutrófilos ejercen una función defensora inespecífica al fagocitar y destruir algunas levaduras, si bien un buen número de ellas logra multiplicarse en el interior de los macrófagos. La reacción inflamatoria local facilita la dispersión de los macrófagos alveolares ya cargados con microorganismos y estos pasan por vía linfática hacia los ganglios hiliares y mediastinales y luego, por el conducto torácico, invaden el torrente sanguíneo y se diseminan a los distintos tejidos y órganos, especialmente a los del sistema reticuloendotelial (SRE) (hígado, bazo, ganglios linfáticos). Ante la presencia del microorganismo y a los varios días de la infección, se desarrolla la inmunidad específica, mediada por la respuesta inflamatoria constituida inicialmente por leucocitos polimorfonucleares y luego por macrófagos, linfocitos (principalmente CD4) y sus linfocinas. En la infección primaria, esta inmunidad celular tarda dos semanas en desarrollarse. En este momento es cuando la condición del hospedero determina el curso de la infección: si las defensas son adecuadas, el tejido reacciona con formación de granulomas y controla así elproceso infeccioso[19] lo que ocurre aproximadamente en el 95% de los casos. En el hospedero incapaz de poner en marcha todas las defensas, la infección micótica progresa hacia la formación de lesiones locales en el pulmón o hacia la afectación amplia de varios órganos y sistemas, especialmente los del SRE. Se desarrolla luego la inmunidad humoral, que es duradera pero no muy efectiva, a menos que se considere su interacción con el sistema de los linfocitos T CD4 y CD8, el que por medio de citocinas como IFN-γ y TNF-α, activa a otras células responsables de la respuesta inmune. Aunque la inmunidad celular suele controlar la infección primaria, los tejidos no quedan completamente libres de levaduras, sino que algunas pueden permanecer viables por muchos años en un estado latente. Se desconoce el estado metabólico de H. capsulatum en los tejidos.[2] Estos organismos “latentes” representan poco riesgo para el hospedero, pero pueden reactivarse si, por cualquier causa, la inmunidad celular se deteriora, por ejemplo, por el uso de inmunosupresores para tratar diversas condiciones clínicas o por la infección con el VIH. Lo anterior explica por qué personas que vivieron en áreas endémicas, pero que han estado fuera de ellas por muchos años, pueden desarrollar histoplasmosis después de varios años.[1] [2] Se desconoce la cascada de eventos inmunológicos que permite la reactivación de la infección, pero reportes de pacientes que desarrollaron histoplasmosis después del tratamiento con un anticuerpo monoclonal contra el TNF- α, han implicado a esta citocina en la reactivación de la infección.[2] En los modelos animales en que se ha estudiado este fenómeno, las células B también aparecen implicadas en la gravedad de la reactivación endógena de la infección. En la infección usual, es pequeño el número de microorganismos inhalados, de lo que resulta una cantidad igualmente pequeña de infiltrados en el pulmón y los ganglios linfáticos. Este tipo de interacción es asintomática y quedan como recuerdo unas pocas calcificaciones en el pulmón y otros sitios. La residencia prolongada en áreas endémicas hace que se produzcan infecciones repetidas que, a su vez, condicionan el desarrollo de lesiones residuales. Un individuo sano puede desarrollar infección grave capaz de poner en peligro su vida si inhaló un número grande de conidias. La inhalación de un inóculo masivo hace que todos los individuos expuestos -inmunes y no inmunes- desarrollen enfermedad sintomática; la única diferencia reside en que el período de incubación es menor y los síntomas se controlan más rápidamente en los individuos ya inmunes (que habían tenido contacto previo con H. capsulatum). En contraste, un inóculo pequeño puede causar infección pulmonar grave y progresar a infección diseminada si el hospedero es incapaz de responder con su inmunidad celular y, por consiguiente, de controlar la infección.[1] La capacidad de H. capsulatum de crecer con distintas morfologías implica que el microorganismo, al adaptarse a diferentes condiciones de vida, expresa genes específicos para su transición cuyos productos son críticos en la supervivencia y la capacidad de colonizar al hospedero.[20] El dimorfismo de H. capsulatum está regulado térmicamente: el morfotipo micelial se convierte en una levadura a 37°C, lo cual ocurre también en el sitio inicial de infección en los pulmones.[21] También son importantes otras condiciones del ambiente; por ejemplo, se sabe que la cisteína y el adenosín- monofosfato cíclico (cAMP) son compuestos que influyen en la morfogénesis de H. capsulatum.[22] Como se mencionó anteriormente, la transición moho-levadura es esencial en la patogénesis de H. capsulatum y no se conocen por completo los mecanismos y la regulación de este proceso porque no se han identificado con precisión los genes que la controlan.[2] [22] [23] Tanto las conidias como las levaduras pueden entrar al macrófago por la vía tradicional de opsonofagocitosis, después de unirse a inmunoglobulinas y/o componentes del complemento, o mediante la familia de moléculas de adherencia de naturaleza glicoproteica, CD18 (LFA-1 (CD11a), CR3 (CD11b) y p150,95 (CD11c).[24] Se desconoce aún si la conidia o la levadura se adhieren a las cadenas α o β de estos receptores, o si lo hacen a ambas. La adhesina fúngica responsable de la unión específica es una proteína de choque térmico (HSP, por la sigla en inglés de heat shock protein), la HSP 60, y aún no se han dilucidado por completo los mecanismos del proceso de internalización subsiguiente.[25] Para prosperar en el ámbito hostil de un fagocito profesional, H. capsulatum pone en marcha mecanismos que modulan el pH microambiental y que resisten los radicales tóxicos de oxígeno, los metabolitos intermediarios de nitrógeno y las enzimas degradadoras. Además, el hongo es capaz de activar mecanismos que le permiten soportar condiciones de inanición, incluyendo las bajas concentraciones intracelulares de hierro y calcio y las alteraciones en la biosíntesis de precursores de ácidos nucleicos.[20] [26] H. capsulatum, en su forma levadura, secreta una proteína que liga el calcio (CBP, por la sigla en inglés de calcium binding protein), la cual es esencial en medios limitados en calcio como los que el microorganismo encuentra in vivo, y que, a la luz de estudios experimentales en ratones, son vitales para la expresión de su virulencia.[23] Además del calcio, el hierro es otro elemento vital para la supervivencia de H. capsulatum. El microorganismo puede adquirir el hierro del ambiente intracelular por medio de tres mecanismos bien definidos: 1) la producción de una reductasa férrica, 2) la producción y liberación de sideróforos y 3) modulando el pH para remover el hierro de la transferrina.[2] El alfa-(1,3)-glucán, componente de la pared celular del hongo, también ha sido implicado en su virulencia. Aislamientos deficientes en este compuesto son menos virulentos y se ha demostrado también que dicha sustancia puede bloquear los receptores de dectina-1, lo que disminuye la producción de importantes citocinas proinflamatorias.[27] Pese a que se considera a los macrófagos como las células principales del hospedero en la defensa contra H. capsulatum, este también puede entrar en los neutrófilos, interacción que podría ser particularmente importante en las fases tempranas de la infección. Además, otros fagocitos no profesionales, como las células epiteliales, se han comportado in vitro como hospederos de H. capsulatum, actuando como posibles reservorios alternativos para las infecciones persistentes (latentes). Por el contario, las células dendríticas pueden matar a H. capsulatum[28] y la presentación de antígenos puede estimular células T CD8 de manera que se logre el control efectivo de la infección. Estudios en modelos animales han demostrado claramente la importancia de las células T (especialmente las CD4) y de los fagocitos en el desarrollo de inmunidad específica contra H. capsulatum.[29] especialmente con la producción de citocinas como IFN-γ y TNF-α. El IFN-γ es el principal activador de macrófagos y células citotóxicas T y NK. La terapia adyuvante con IFN-γ mejora la defensa contra la histoplasmosis experimental[30] y en humanos con defectos en los receptores para IFN-γ.[31] La producción de TNF-α es inducida rápidamente después de la infección primaria y experimentalmente su neutralización se correlaciona con el aumento de la infección y la mortalidad de los ratones.[32] Estos hallazgos experimentales se correlacionan con hallazgos clínicos, segúnlos cuales los pacientes con deficiencia de TNF-α están en mayor riesgo de desarrollar histoplasmosis grave[31] y de reactivación de la histoplasmosis latente. La falta de herramientas moleculares que permitan analizar la expresión de genes propios del hongo responsables de su virulencia ha limitado el estudio de la patogénesis de H. capsulatum. Sin embargo, avances tecnológicos recientes como el desarrollo de sistemas de transformación para manipular genes, el silenciamento del ARN y la mutagenésis, han constituido las bases para examinar los genes o los reguladores de genes responsables de la patogénesis de este microorganismo.[33] En conclusión, la respuesta inmune contra H. capsulatum es multifactorial e involucra varios tipos de células y de moléculas. Algunos elementos de las respuestas inmunes innata y adaptativa que participan durante el desarrollo de la infección por H. capsulatum son los macrófagos, los polimorfonucleares neutrófilos, las células dendríticas, las células asesinas naturales (NK), los linfocitos T CD4+ y T CD8+, así como algunas citocinas -IFN-γ, TNF-α e IL-12- que son determinantes en la producción de una respuesta inmune protectora frente a la infección por este hongo.[34] Las principales células efectoras estimuladas durante la resistencia del hospedero contra H. capsulatum son los macrófagos. MANIFESTACIONES CLÍNICAS El moho crece en la tierra e infecta al ser humano cuando se perturba esta. Las microconidias se dispersan en el aire y luego son inhaladas causando neumonía. La gravedad de la infección inicial dependerá en gran medida de la cantidad del inóculo y del estado inmune del hospedero. Durante las primeras semanas luego de la infección, antes del desarrollo de la inmunidad celular, el microorganismo, luego de alcanzar el alvéolo, se disemina por vía hemática al tejido reticuloendotelial. Con el desarrollo de dicha inmunidad, las infecciones pulmonar y extrapulmonar se resuelven espontáneamente en 95% de los casos; usualmente solo es progresiva en los pacientes incapaces de desarrollar una respuesta inmune adecuada contra el hongo. Las manifestaciones clínicas dependen del órgano afectado y de la alteración estructural o inmune que pueda estar presente en el momento de la infección.[35] Por esta razón, hasta el día de hoy sigue siendo útil tener en mente la clasificación clínica de la entidad hecha por Goodwing y colaboradores, para un adecuado enfoque de las diferentes manifestaciones clínicas, su diagnóstico y tratamiento (tabla 189-1).[36] [37] Tabla 189-1. Clasificación de la histoplasmosis. Hospedero normal Hospedero anormal Exposición a una dosis leve o mediana del inóculo Usualmente asintomática pero ocasionalmente sintomática. Defecto inmune Histoplasmosis diseminada progresiva. Exposición a una dosis alta del inóculo Histoplasmosis pulmonar aguda (epidémica). Defecto estructural pulmonar Histoplasmosis pulmonar crónica. Modificado de: Goodwin RA, Loyd JE, Des Prez RM. Histoplasmosis in normal hosts. Medicine.1981; 60:231-266 [36] y Goodwin RA, Shapiro JL, Thurman GH, Thurman SS, Des Prez RM. Disseminated histoplasmosis: Clinical and pathologic correlations. Medicine. 1980; 59:1-33 [37]. Histoplasmosis en hospederos normales • Exposición leve (usualmente asintomática). • Exposición fuerte (histoplasmosis pulmonar aguda). Histoplasmosis en hospedero anormal • Infección oportunista. ▪ Histoplasmosis diseminada (defecto inmune). ▪ Histoplasmosis pulmonar crónica (defecto estructural). • Excesiva respuesta fibrótica o de hipersensibilidad o complicaciones. ▪ Histoplasmoma. ▪ Fibrosis mediastinal. ▪ Linfadenitis mediastinal. ▪ Broncolitiasis. Histoplasmosis pulmonar aguda (HPA) El resultado usual de la exposición de un hospedero inmunocompetente a H. capsulatum es una infección asintomática, pero en cerca del 5% de los casos, el individuo puede presentarse, luego de un período de incubación de siete a 21 días, con síntomas como tos seca, fiebre, escalofríos, cefalea, malestar, disnea, dolor en el pecho y fatiga. La radiografia de tórax típicamente muestra parches de neumonitis con áreas de infiltrado intersticial en uno o más lóbulos, acompañados por linfadenopatía hiliar o mediastinal, cuya presencia debe siempre incluir este diagnóstico en pacientes que residen en países endémicos. Las personas que se exponen a un gran inóculo del hongo pueden presentar una enfermedad grave con síndrome de dificultad respiratoria de comienzo agudo; la radiografía de tórax muestra un infiltrado reticulonodular difuso que puede coalecer en nódulos, que posteriormente se calcifican; es infrecuente la afectación pleural (figura 189-3).[2] Tomada de: Colección de Micología de la CIB. Figura 189-3. Infiltrado reticulonodular difuso en la tomografía de tórax de un paciente con HPA. Usualmente la diseminación no es progresiva y se resuelve, aun sin terapia, cuando se desarrolla la inmunidad celular, pero puede manifestarse por hepatomegalia, esplenomegalia, linfadenopatía y evidencia por el laboratorio de supresión de la médula ósea y elevación de enzimas hepáticas y deshidrogenasa láctica. Aunque es característica la mejoría rápida y espontánea en 10 días, algunas veces el cuadro clínico se prolonga y el diagnóstico de neumonía adquirida en la comunidad lleva a la administración de antibióticos, con mejoría atribuida erróneamente a la acción benéfica de estos, sin sospechar ni diagnosticar la etiología micótica. Aproximadamente en 6% de los pacientes la infección aguda autolimitada puede acompañarse de manifestaciones reumatológicas y dermatológicas; se cree que están asociadas con la respuesta de hipersensibilidad a los antígenos del hongo. Las manifestaciones cutáneas más comunes son los eritemas nodoso y multiforme. Las mialgias y artralgias son síntomas comunes durante la infección aguda, pero en una minoría de pacientes se puede desarrollar poliartritis simétrica, que se resuelve en varias semanas y responde a los antiinflamatorios no esteroides.[38] Se incluyen en el diagnóstico diferencial la neumonía atípica adquirida en la comunidad, influenza, sarcoidosis y tuberculosis (TB). Las personas residentes en áreas endémicas para histoplasmosis pueden presentar reinfección aguda con un cuadro clínico más leve, de solo tres días de incubación y con resolución clínica más rápida. Radiológicamente se presenta con nódulos pequeños difusos, sin aumento de los ganglios linfáticos hiliares, lo cual dificulta su reconocimiento.[2] Para el diagnóstico de histoplasmosis aguda se requiere una historia clínica cuidadosa que permita reconocer la posible exposición a Histoplasma en las actividades diarias o durante viajes. Debe siempre preguntarse si otras personas expuestas presentan una sintomatología similar. El diagnóstico se puede establecer rápidamente en los casos graves mediante la broncofibroscopia (BFC); el estudio del lavado broncoalveolar (LBA) permite visualizar el hongo con tinciones especiales aproximadamente en 50% de los pacientes.[39] También se puede detectar el antígeno del hongo en la orina en 75% de los casos y en el LBA.[40] La serología para la medición de anticuerpos contra el hongo puede ser negativa durante el primer mes después de la exposición. Se deben hacer las técnicas de inmunodifusión en gel de agar (ID) y fijación del complemento (FC); si resultan negativas, la repetición un mes después permitirá confirmar la seroconversión, lo cual no sería tan útil en casos de pacientes afectados gravemente. En casos de histoplasmosis aguda con más de 15 días de evolución de los síntomas la antigenuria es positiva solo en una tercera parte de los pacientes debido a la carga micótica baja, pero las pruebas serológicas son positivas en casi la totalidad,con títulos de 1:32 o más en la FC y poca necesidad de broncofibroscopia u otros procedimientos invasivos para establecer el diagnóstico, ya que el aislamiento del hongo en cultivos de muestras respiratorias no es frecuente en esta forma clínica (9%-40%), porcentaje que aumenta solo en los casos de infección con gran carga micótica.[13] Histoplasmosis pulmonar crónica (HPC) La presencia de enfermedad pulmonar estructural, como el enfisema, altera el aclaramiento mucociliar del Histoplasma, permitiendo una afección pulmonar crónica con destrucción de tejido y formación de cavernas. Su curso es lento y progresivo y puede ser fatal si el paciente no recibe tratamiento. Se desconoce su verdadera incidencia, pero en grandes epidemias se ha informado en el 8% de los pacientes infectados.[40] La inflamación intersticial causada por la infección por el hongo usualmente se desarrolla adyacente a la bula enfisematosa y afecta además los linfáticos peribronquiales y la pared de los vasos sanguíneos, lo que conduce al infarto y la necrosis tisular. Radiológicamente es común la afectación de los segmentos apical y ápico-posterior del pulmón (90% de los casos), con infiltrados en parches y desarrollo de áreas de consolidación; posteriormente hay engrosamiento de la pared de la bula con necrosis seguida de fibrosis y formación de grandes cavidades persistentes. Es común el engrosamiento pleural adyacente a la cavidad, pero no lo es el derrame pleural. En algunos casos puede ocurrir diseminación a otros órganos.[40] Se presenta generalmente en hombres mayores de 50 años con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), pero una revisión reciente informa el aumento de casos en mujeres posiblemente por incremento en el hábito de fumar.[41] Sus manifestaciones sistémicas consisten en fatiga, fiebre, sudores nocturnos, anorexia y pérdida de peso; se acompañan de empeoramiento de los síntomas respiratorios previos con disnea y tos con producción de esputo y algunas veces hemoptisis. El paciente puede experimentar períodos casi asintomáticos, con estabilidad radiológica y otros con recurrencia de los síntomas y empeoramiento radiológico. Además, puede ocurrir transmisión broncógena de un segmento pulmonar a otro durante la tos o la aspiración. En ausencia de tratamiento, el deterioro pulmonar conduce a la insuficiencia respiratoria, cor pulmonale y muerte. Alrededor de 70% de los pacientes tratados resuelven la infección, 15% manifiestan una enfermedad permanente y 15% recurren.[41] En muchos aspectos la HPC se asemeja a la tuberculosis (TB) de reactivación, con la cual debe hacerse diagnóstico diferencial, ya que muchos pacientes con esta forma de histoplasmosis reciben tratamiento anti-TB sin comprobación bacteriológica, lo que permite mayor deterioro pulmonar antes del diagnóstico y tratamiento de la enfermedad micótica. Una vez que se sospeche la entidad, su diagnóstico se establece fácilmente por aislamiento del hongo a partir de muestras respiratorias (65%-85%) y la detección de anticuerpos séricos (93%). Las pruebas para antígeno en orina y suero suelen ser negativas debido a la baja cantidad de hongos.[42] Histoplasmosis diseminada progresiva (HDP) Aunque todas las infecciones primarias pueden ser diseminadas si se tiene en cuenta que el hongo migra del pulmón a otros órganos ricos en células fagocíticas mononucleares, el término histoplasmosis diseminada progresiva se refiere al crecimiento continuo del microorganismo en múltiples órganos y sistemas diferentes al pulmón. La enfermedad puede resultar de la reactivación de focos latentes de infección previa, o ser consecuencia de la diseminación de una nueva infección especialmente en pacientes con alteración del sistema inmune, como son las personas en los extremos de la vida (mayores de 65 años y menores de 2 años), los enfermos con terapia a base de corticosteroides, antineoplásicos y antagonistas del TNF-α, los trasplantados de órgano sólido y especialmente los pacientes infectados por el VIH y cuyos recuentos de CD4 sean inferiores a 150 células/µL. Debido a que la histoplasmosis no es una enfermedad de notificación obligatoria, no se conoce la verdadera incidencia de HDP, pero se considera que es de 1/2.000 casos de histoplasmosis; en la mayoría de los informes de brotes, la inmunosupresión y la edad mayor de 54 años constituyeron los factores de riesgo más frecuentes para este tipo de presentación de la enfermedad. En pacientes con sida la incidencia es cercana al 25%, y aunque parece haber declinado con el uso de terapia antirretroviral altamente efectiva (HAART), aún permanece como una infección oportunista significativa en Centroamérica (Panamá).[9] [43] [44] Otra causa de inmunosupresión recientemente asociada a casos graves de HDP es el uso de terapia con antagonistas del TNF-α.[45] En Colombia, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Histoplasmosis realizada por el INS y la CIB entre los años 1992-2008,[8] la histoplasmosis constituyó la enfermedad definitoria de sida en el 29,3% en este grupo de pacientes. El curso clínico de la HDP se puede clasificar por sus manifestaciones clínicas y patológicas, en las siguientes categorías: 1) forma aguda, con falla multiorgánica, coagulopatía de consumo, infiltración masiva de los tejidos por el hongo y muerte; 2) forma subaguda; 3) en el otro extremo, una forma crónica de curso lento y escasa cantidad de levaduras contenidas en granulomas bien constituidos. HDP aguda Antes de las terapias inmunosupresoras agresivas y de la infección por VIH, esta forma de histoplasmosis se veía principalmente en niños, debido a la inmadurez de su sistema inmune mediado por células. El inicio es usualmente brusco con fiebre y malestar seguidos rápidamente por pérdida de peso, tos y diarrea; hay hepatomegalia y esplenomegalia, linfadenopatías, crépitos, ictericia y alteraciones hematológicas: anemia en 90% de los casos y trombocitopenia y leucopenia en 80%. En una minoría de pacientes (10%) se desarrollan úlceras en la orofaringe; las lesiones cutáneas pueden ser frecuentes en especial en pacientes en Suramérica donde se las ha informado hasta en 66% de los casos (figura 189-4).[46] En el grupo de pacientes con HDP y sida en la Encuesta Nacional, la afectación de la piel estuvo presente en 39% de los casos.[8] Las lesiones cutáneas son generalmente maculopapulares en diferentes estadios, pero también se observan úlceras y costras, petequias y equimosis y hasta áreas extensas de celulitis en pacientes en estado avanzado de inmunosupresión. Tomada de: Colección de Micología de la CIB. Figura 189-4. Lesiones maculopapulares en un paciente con HDP y coinfección con VIH. La radiografía de tórax puede ser normal en 30% de los casos; en los demás se pueden observar parches de neumonitis con infiltrado intersticial o miliar y aumento de los ganglios mediastinales e hiliares.[37] [47] Sin tratamiento, mueren todos los pacientes con esta forma de histoplasmosis; con frecuencia los eventos terminales son: coagulación intravascular, hemorragia intestinal, sepsis y síndrome hemofagocítico. Con tratamiento la tasa de supervivencia puede exceder del 80%. Por el laboratorio es frecuente encontrar anemia, leucopenia, trombocitopenia y elevación de las enzimas hepáticas, pero es difícil su interpretación en pacientes con sida y con medicaciones concomitantes. La elevación de la deshidrogenasa láctica y la ferritina puede sugerir el diagnóstico en pacientes con infección por VIH.[48] [49] HDP subaguda Se distingue de la forma aguda por la naturaleza más prolongada de los síntomas antes de que el paciente busque atención médica. Lossíntomas más comunes son fiebre y pérdida de peso, algunas veces acompañados por hepatomegalia y esplenomegalia. La presencia de úlceras en la orofaringe es más común que en la forma aguda, y estas son profundas y más probablemente confundidas con malignidad. Las anormalidades hematológicas son menos frecuentes y más leves: anemia en 40% y leucopenia y trombocitopenia en 20%. Una de sus características más notables es la afectación intestinal, vascular, neurológica y adrenal. En el 70% de los casos de autopsia se han encontrado en la mucosa intestinal levaduras de H. capsulatum, con úlceras macroscópicas en el 40% principalmente en el íleo terminal y el ciego. Pueden presentarse aneurisma de la aorta abdominal, endocarditis de válvulas protésicas o nativas con algún grado de alteración previa, con mayor frecuencia en la aórtica y la mitral. La manifestación más frecuente en el sistema nervioso central es la meningitis; en 80% de los pacientes que la presentan se hallan en el LCR pleocitosis de predominio linfocítico, hipoglucorraquia y elevación de las proteínas; ocasionalmente se forman histoplasmomas cerebrales. Los síntomas de afectación adrenal son infrecuentes, pero en las autopsias se las ha hallado invadidas por el hongo hasta en el 80% de los casos con diseminación a órganos. Las glándulas se observan aumentadas de tamaño y se afectan tanto la corteza como la médula. Solo en 10% de los pacientes con invasión adrenal se halla enfermedad de Addison.[2] HDP crónica Los síntomas son generalmente leves y prolongados; los más frecuentes son malestar general y cansancio, acompañados por fiebre en menos del 30% de los casos. El hallazgo más frecuente son las úlceras profundas, induradas, bien circunscritas y dolorosas en las mucosas y los labios. El centro de estas lesiones contiene macrófagos con muchas levaduras, pero su número es menor en la periferia de las mismas. En un tercio de los pacientes se presentan hepatomegalia y esplenomegalia y, al contrario de la forma subaguda, es notable la ausencia de afectación hematológica y de otros órganos. La enfermedad puede persistir por años, con períodos de mejoría espontánea o de empeoramiento de los síntomas. Sin diagnóstico y tratamiento la enfermedad progresa a la muerte.[2] Durante su diseminación la histoplasmosis puede afectar cualquier órgano y sistema, pero es rara la enfermedad sintomática en algunos sitios, como tracto genitourinario (glomerulonefritis), testículo y próstata (abscesos), sistema osteoarticular (tendinitis y artritis séptica) y ojo (coroiditis o uveítis posterior con cicatrices atróficas periféricas). Histoplasmosis en el niño El paciente pediátrico presenta síntomas similares a los del adulto en lo que a la forma pulmonar aguda se refiere, la cual se describe en ellos con mayor frecuencia que en los adultos. En el lactante la forma diseminada se acompaña de un cuadro febril prolongado, hepatomegalia, esplenomegalia, alteraciones hematológicas (anemia, leucopenia, trombocitopenia) y pérdida del estado general. En la forma diseminada progresiva es frecuente encontrar meningitis, caracterizada por cefalea, alteraciones de la conciencia, confusión y afectación de pares craneanos. La afectación meníngea se confunde regularmente con otras enfermedades, especialmente con la tuberculosis pero también con otras meningitis crónicas. Ello lleva a un retraso en el establecimiento del diagnóstico de histoplasmosis y, por consiguiente, también en el inicio del tratamiento, lo que permite el progreso de la enfermedad con alta mortalidad. En el LCR se encuentra pleocitosis con leucocitos entre 50 y 500 células/μL con predominio de mononucleares, hiperproteinorraquia y glucosa disminuida, menor de 40 mg en un 70% de los casos. La reactividad de la serología en el LCR tiene gran importancia en el diagnóstico. No se ha descrito en niños la forma pulmonar crónica.[50] [51] Complicaciones de la histoplasmosis Histoplasmoma Consiste en el desarrollo de una masa, generalmente en el pulmón, cuyo crecimiento lo causa el estímulo antigénico permanente de las levaduras. Está compuesto por capas concéntricas de tejido inflamatorio en la periferia, con fibrosis y calcio en el interior, lo cual ayuda a diferenciarlo radiológicamente de la neoplasia. Granuloma mediastinal, broncolitiasis y fibrosis Puede presentarse un crecimiento masivo de los ganglios linfáticos causado por la inflamación granulomatosa; se trata de ganglios caseosos que, dependiendo de su tamaño, pueden producir síndromes compresivos de las vías aérea y digestiva. Si sufren calcificación pueden dar lugar a la expectoración de partículas de calcio y algunas veces su ruptura produce fístulas entre las vías aérea y digestiva. Una complicación rara pero muy grave es la fibrosis mediastinal; se desconoce el mecanismo por el cual se produce esta respuesta inmune exuberante, ya que en este tejido hay pocas estructuras del hongo. La fibrosis envuelve todas las estructuras del mediastino, incluyendo la vía aérea superior, el pericardio, la vena cava y el esófago.[52] Histoplasmosis africana Las manifestaciones clínicas de la histoplasmosis africana difieren de aquellas de la histoplasmosis clásica. Los sitios comúnmente afectados son la piel y los huesos. Anteriormente se describía que la afección pulmonar era más escasa pero este concepto ha ido cambiando; también se han informado linfadenopatías importantes en algunos casos.[1] Las lesiones cutáneas se observan principalmente en la cara y el tronco y son de tipo granulomatoso o supurativo. La osteomielitis ocurre hasta en 30% de los pacientes. La lesión ósea parece iniciarse con un granuloma que causa erosión del hueso mismo y de las áreas adyacentes. Generalmente se produce un absceso que drena al exterior. La infección se puede extender a las articulaciones causando artritis, o a los tejidos adyacentes con producción de abscesos subcutáneos purulentos. Cuando la enfermedad está más diseminada afecta principalmente el hígado, el bazo y otros órganos. Hay mucha fiebre y en ausencia de tratamiento la enfermedad puede ser fatal en semanas o meses.[1] En cuanto a los métodos diagnósticos, el tamaño y la abundancia de las levaduras en los exudados de las lesiones permiten un diagnóstico rápido por las simples preparaciones en fresco. Los cultivos miceliales son de crecimiento lento (hasta seis semanas). El cultivo a 37oC revela las levaduras características.[1] DIAGNÓSTICO DE LABORATORIO El diagnóstico de laboratorio se fundamenta en los estudios micológicos (examen directo, histopatología y cultivos), en las pruebas inmunológicas y más recientemente en las pruebas moleculares. El diagnóstico micológico se hace por observación del germen en el estudio directo y se confirma por su identificación en cultivo a partir de diferentes muestras: esputo, lavado broncoalveolar, médula ósea, sangre, biopsias, raspados o exudados de lesiones cutáneas o en las mucosas, líquido cefalorraquídeo y otros líquidos corporales (de acuerdo con la forma clínica y la accesibilidad de las lesiones). Los anticuerpos detectados por estudios serológicos se evidencian en las formas progresivas tres o cuatro semanas después de la infección. Se pueden hallar resultados falsos negativos en pacientes inmunosuprimidos. La detección de antígenos circulantes en la sangre y la orina es muy sensible y específica por lo que se la considera de gran utilidad para un diagnóstico rápido de las formas diseminadas en pacientes con sida.[9] [39] Examen directo e histopatología Se observan blastoconidias ovaladas de 2 µm - 3 µm, intracelulares, generalmente con una solagema. A veces se las observa extracelulares debido a efectos de la preparación o a la multiplicación intracelular excesiva seguida por destrucción de los fagocitos. Las levaduras de H. capsulatum son muy pequeñas para ser reconocidas en fresco o con KOH por lo que este examen no tiene valor diagnóstico. Se necesitan coloraciones como Giemsa y Wright para los extendidos y tinciones de histología como hematoxilina eosina (HE), ácido peryódico de Schiff (PAS) y plata metenamina o Grocott-Gomori. Con HE y PAS las levaduras tienen la particularidad de teñirse en medialuna pues su pared no se colorea y se separa de la membrana, dando el aspecto de una falsa cápsula (figura 189- 5A). Con las coloraciones específicas para hongos, como la de plata metenamina, las levaduras se observan de color marrón oscuro por la precipitación de los iones de plata (figura 189-5B). Con HE se puede observar la respuesta inflamatoria del hospedero; tal respuesta es mínima en los individuos inmunocomprometidos y el hongo se reproduce en forma abundante en el interior de los macrófagos. En contraste, en los individuos inmunocompetentes, el hongo produce una reacción granulomatosa, con predominio de células epitelioides en cuyo interior se encuentra el hongo. En el centro del granuloma se puede presentar necrosis con caseificación. La observación de blastoconidias intracelulares con las características mencionadas es muy sugestiva de histoplasmosis; también lo son los hallazgos histopatológicos. Es importante tener en cuenta que, por su morfología y tamaño, las levaduras de H. capsulatum se pueden confundir con otros microorganismos entre los que se incluyen Candida spp., Pneumocystis jirovecii, Cryptococcus neoformans y Leishmania spp.[13] Tomada de: Colección de Micología de la CIB. Figura 189-5. A. Blastoconidias intracelulares de H. capsulatum, tinción de Wright (aumento 400x). B. Blastoconidias de H. capsulatum, tinción de plata metenamina (aumento 400x). La sensibilidad del examen directo y las coloraciones es inferior al 50% y depende en gran parte de la experiencia del analista (tabla 189-2).[1] [2] [13] El cultivo es el método más específico para establecer el diagnóstico definitivo. Tabla 189-2. Sensibilidad de las pruebas de laboratorio (%) para el diagnóstico de la histoplasmosis de acuerdo con la forma clínica. Prueba de laboratorio [Referencias] Histoplasmosis pulmonar aguda Histoplasmosis pulmonar crónica Histoplasmosis progresiva diseminada Coloraciones 10 17-40 43 Cultivo 15 50-85 50-85 Detección de anticuerpos ID + FC 90 90-100 70-80* Detección de antígenos Orina (Connolly et al 2007) Suero (Gómez et al 1998) Orina (Scheel et al 2009) 75-81 88 - 6-14 57 - 92 73 81 ID: Inmunodifusión y FC: Fijación del complemento. • En pacientes inmunocomprometidos la sensibilidad es del 58%-70%. Cultivo En su fase miceliar, H. capsulatum es un microorganismo altamente infeccioso y es necesario que los laboratorios estén equipados con cámaras de bioseguridad nivel II y que tengan condiciones estrictas de bioseguridad nivel 3 (BSL 3).[13] Los medios de cultivo más usados para aislar el hongo son el agar infusión de cerebro corazón (BHI, por la sigla en inglés de brain heart infusion) suplementado con sangre, generalmente de carnero, antibióticos (para inhibir el crecimiento de bacterias), cicloheximida (que inhibe el crecimiento de hongos saprofitos) y cloranfenicol (Mycosel, BBL). H. capsulatum es de crecimiento lento y se recomienda incubar a 24ºC-25°C por tres a seis semanas. Para los cultivos de sangre y médula ósea se recomienda el método de lisis centrifugación (porque se destruyen los eritrocitos y leucocitos y se liberan más levaduras intracelulares). Entre los métodos comerciales más recomendados y que están descritos con sensibilidad más alta se encuentran el Isolator Lysis- Centrifugation System (Wampole Laboratories, Princeton NJ) y el Bactec Mycolytic Bottles (BD Diagnostic Systems, Franklin Lakes, NJ).[13] Por ser un hongo dimórfico térmico, H. capsulatum crece en forma de moho a 25°C y como levadura a 37°C. A 25°C las colonias crecen lentamente (tres a seis semanas), son de color blanco a beige y tienen una apariencia granular, pulverulenta o algodonosa. La identificación se hace con base en las características microscópicas; se observan hifas septadas hialinas y lo más importante para la identificación que es la esporulación: producción de microconidias y macroconidias tuberculadas que son las que definen el género y la especie (ver la descripción del agente etiológico y la figura 189-2A). Después de reconocer las características típicas de H. capsulatum se puede también confirmar el aislamiento convirtiéndolo a la fase de levadura. Para ello se debe transferir el moho a BHI agar e incubarlo a 37°C por siete a 10 días. Aunque es difícil conseguir una conversión completa, se observa el desarrollo de colonias blanquecinas suaves en cuyo examen microscópico se ven levaduras gemantes de 3 µm a 5 µm de diámetro (figura 189-2B). La sensibilidad de los cultivos varía de acuerdo con la forma clínica de la histoplasmosis: puede ser hasta del 85% en los casos de histoplasmosis diseminada (tabla 189-2). Pruebas inmunológicas Detección de anticuerpos Estas pruebas son de gran valor en el diagnóstico de la histoplasmosis, no solo por su relativa rapidez en comparación con los métodos de cultivo e identificación, sino también porque en muchas ocasiones son la primera y a veces la única evidencia de infección. Entre los diferentes métodos disponibles en la práctica diaria se encuentran la inmunodifusión en gel de agar (ID) y la fijación del complemento (FC). El antígeno principal usado en estas pruebas es la histoplasmina, que es un filtrado soluble de la fase miceliar de H. capsulatum en cultivo líquido. La histoplasmina contiene tres componentes antigénicos importantes, a saber: 1) el antígeno H, que es una β-glucosidasa contra la cual se forman anticuerpos en la fase aguda de la histoplasmosis; 2) el antígeno M, que es una catalasa; contra él se forman anticuerpos durante todas las fases de la enfermedad; 3) el antígeno C, que es un polisacárido.[13] Aunque se había descrito anteriormente que los antígenos H y M eran específicos para la detección de anticuerpos contra H. capsulatum, se sabe ahora que el M es específico solo si se usa en su forma deglicosilada.[52] La ID es un método cualitativo que permite identificar anticuerpos (en forma de bandas de precipitado) contra los antígenos H y M de H. capsulatum. La banda H se observa con mayor frecuencia en la fase aguda o progresiva de la enfermedad, pero solo se halla hasta en un 20% de los pacientes. La banda M se puede detectar al inicio de una histoplasmosis aguda o crónica, en una infección pasada o en pacientes con una prueba cutánea reciente. La banda M puede persistir hasta tres años después de la resolución de la enfermedad y la presentan aproximadamente 75% de los pacientes con histoplasmosis comprobada. Solo en el 10% de los pacientes se presentan las bandas H y M (tabla 189-2).[13] Se encuentran disponibles reactivos comerciales para la ID: Gibson Laboratories (Lexington, KY), ImmunoMycologics [IMMY], Inc. (Norman, OK), y Meridian Bioscience (Cincinnati, OH); los laboratorios de referencia cuentan con reactivos bien estandarizados.[53] La fijación del complemento es un método cuantitativo que permite detectar anticuerpos contra dos antígenos: la histoplasmina y una suspensión de levaduras muertas de H. capsulatum. Tiene valor diagnóstico a títulos de 1:32 o más, o cuando el título aumenta al menos cuatro veces a lo largo del tiempo. Los títulos 1:8 y 1:16 se consideran positivos débiles y se observan en casi unacuarta parte de los pacientes. La principal aplicación de esta técnica reside en que permite evaluar al paciente durante el tratamiento. La FC es más sensible que la ID pero menos específica (se observan reacciones cruzadas importantes con sueros de pacientes con paracoccidioidomicosis, blastomicosis y coccidioidomicosis). Se pueden medir anticuerpos en muestras de suero o líquido cefalorraquídeo. No existen juegos de reactivos comerciales pero la técnica está disponible en laboratorios de referencia.[54] La detección de anticuerpos es particularmente útil en pacientes con histoplasmosis meníngea. La detección de las bandas H y M en el LCR es prueba suficiente para hacer el diagnóstico y muchas veces es la única prueba positiva.[13] Comercialmente se encuentra disponible un juego de reactivos para aglutinación de partículas de látex (LA-Histo Antibody system; IMMY) que usa como antígeno la histoplasmina. Esta prueba es semicuantitativa, detecta anticuerpos de tipo IgM y se usa para el diagnóstico presuntivo de histoplasmosis aguda. Es menos útil en las formas crónicas.[13] Debido a dificultades en la estandarización e interpretación de los resultados, se han utilizado poco las técnicas de ensayo inmunoenzimático (ELISA) directo e indirecto para la detección de anticuerpos; además hay que tener presentes las reacciones cruzadas en sueros de pacientes con otras enfermedades micóticas. Experimentalmente, Guimaraes y colaboradores[52] probaron uno de tales ensayos utilizando la histoplasmina deglicosilada y hallaron buena sensibilidad (92%) y especificidad (96%). Detección de antígenos En la histoplasmosis diseminada, en el diagnóstico temprano de la histoplasmosis aguda y en el seguimiento de la terapia se puede detectar el antígeno polisacárido de H. capsulatum (HPA, por la sigla en inglés de Histoplasma polysaccharide antigen) en muestras de fluidos corporales como orina, suero, lavado broncoalveolar y LCR, mediante el uso de anticuerpos policlonales y técnicas de ELISA y radioinmunoensayo (RIA).[55,56]. Dicho test se encuentra disponible solo en un laboratorio de los Estados Unidos (MiraVista Diagnostics (Indianapolis, Ind.; www.miravistalabs.com) y desde su desarrollo original utilizando la técnica de RIA se han descrito ya técnicas de ELISA de segunda y tercera generaciones que mejoran su sensibilidad.[56,57] En pacientes con sida y formas diseminadas de histoplasmosis, la sensibilidad reportada es del 95% en orina y de 86% en suero (tabla 189-2).[55] En cuanto a la especificidad, las cifras informadas han sido variables porque hay reacciones cruzadas importantes en muestras de pacientes con otras micosis, especialmente las endémicas. El nivel de antígeno en la orina disminuye con el tratamiento y llega a ser indetectable en la mayoría de los pacientes. Cuando el nivel de antígeno no disminuye durante el tratamiento se puede pensar en una falla terapéutica y si hay un aumento importante se sugiere que el paciente puede estar presentando una recaída.[1] [2] [13] [55] Recientemente investigadores del CDC han venido desarrollado anticuerpos policlonales también contra el HPA y han validado una técnica de ELISA en orina en una cohorte de pacientes VIH positivos con diagnóstico de histoplasmosis en Guatemala.[9] Se informó sensibilidad de 81% y especificidad de 96%. Es la primera vez que se dispone de una prueba para detectar antígeno circulante de H. capsulatum fuera de los Estados Unidos. Esta prueba se encuentra actualmente en proceso de validación en una cohorte de pacientes en Colombia. Se han desarrollado además otras técnicas que utilizan anticuerpos monoclonales para la detección de otros antígenos específicos del hongo, con buenas sensibilidad y especificidad y que también han probado ser útiles en el seguimiento de los pacientes durante la terapia. Estas pruebas no están disponibles comercialmente y no se emplean en laboratorios de rutina.[58] Detección de ácidos nucleicos Aún no existen pruebas comerciales para detectar los ácidos nucleicos de H. capsulatum en muestras clínicas. Sin embargo, en los últimos años se han venido desarrollando varios métodos producto de la investigación de distintos grupos. Las técnicas moleculares más comunes empleadas en estos trabajos han sido la reacción en cadena de polimerasa (PCR), la PCR anidada y la PCR en tiempo real.[1] [13] Como blanco para la identificación al nivel molecular se han usado regiones conservadas del ARN ribosomal (ARNr). Sin embargo, es importante tener en cuenta que la amplificación de genes conservados puede dar como resultado la de otros hongos no relacionados que estén también presentes en la muestra o provengan de contaminación durante la extracción del ADN. Cuando se amplifican estos genes conservados se recomienda verificar el resultado con secuenciación del producto amplificado.[13] Estudios recientes están usando como blanco genes específicos del hongo eliminando así el problema de la inespecificidad. A la fecha, hay un poco más de 10 publicaciones que describen el uso de PCR para detectar H. capsulatum. Bialek y colaboradores[59] describieron una PCR anidada que usa como blanco un gen que codifica para una proteína de 100 kDa de H. capsulatum. Esta técnica ya ha sido validada por otros grupos en la Guayana Francesa.[60] y en Colombia[61] Ambos grupos han reportado sensibilidad del 100% y especificidad del 95%. Otros estudios han amplificado regiones parciales de los genes que codifican para los antígenos H y M[62] Estas últimas técnicas se están adaptando del formato original de PCR anidada a PCR en tiempo real con resultados promisorios.[63] ESTRATEGIAS TERAPÉUTICAS Todos los estudios han establecido la efectividad de la anfotericina B como terapia inicial en las formas graves de histoplasmosis; se prefieren las formas liposomales por su menor toxicidad renal; es inusual la utilización de anfotericina B para el curso completo de terapia, pues se pasa en todos los pacientes a un azólico oral cuando presentan mejoría clínica.[64] Entre los azoles, rara vez se usa en la actualidad el ketoconazol por sus efectos adversos en el 60% de los casos, por su baja efectividad en los pacientes con histoplasmosis y por la afectación del sistema inmune. El itraconazol es el medicamento de primera elección en el tratamiento de las diferentes formas clínicas de la enfermedad, luego de la anfotericina B en las formas graves, y como terapia inicial en las formas moderadas y leves. Se lo usa por vía parenteral en las formas graves en pacientes con contraindicación para recibir anfotericina B; en la forma oral se prefieren la solución a las cápsulas porque se obtienen con aquella concentraciones sanguíneas 30% más altas que con estas. En todos los casos se debe iniciar con una dosis de carga, 200 mg cada 8 horas por 3 días, para obtener niveles terapéuticos en cinco a siete días. Se recomienda controlar el nivel sérico de itraconazol luego de dos semanas de haberlo iniciado, y asegurarse de mantener concentraciones de al menos 1 µg/mL. El fluconazol y el voriconazol han sido menos efectivos que el itraconazol, especialmente en los pacientes con sida, y se desarrolla resistencia al fluconazol en quienes falla el tratamiento; por eso no se los debe utilizar.[65] El posaconazol demostró efectividad en un grupo de pacientes con enfermedad diseminada y aguda que no toleraron o en quienes falló otra terapia.[66] Las equinocandinas no tienen actividad in vitro contra Histoplasma y no hay experiencias con ellas publicadas en humanos (tabla 189-3). Tabla 189-3. Tratamiento de la histoplasmosis. Forma clínica Medicamento Dosis Duración Evidencia Efectividad(%)Pulmonar aguda Grave. Anfo B liposomal. 3-5 mg/kg/día. 1-2 semanas. AIII 80Anfo B deoxicolato. 0,7-1 mg/kg/día. 1-2 semanas. AIII Moderada o leve. Itraconazol (cápsulas). 200-400 mg/día. 12 semanas. BIII Pulmonar crónica Itraconazol. 200-400 mg/día. 12-24 meses. AII 85 Diseminada No SIDA Anfo B liposomal. 3-5 mg/kg/día. Hasta la mejoría (1-2 semanas) 12 meses. AI 88Anfo B deoxicolato. 0,7-1 mg/kg/día. Itraconazol (sln). 400 mg/día. Sí SIDA Fase inicial: casos graves Hasta la mejoría (1-2 semanas). AI 71-88 Anfo B liposomal o 3-5 mg/kg/día. Anfo B deoxicolato o 0,7-1 mg/kg/día. Itraconazol i.v. 200 mg 2 veces/día por 3 dosis → 200 mg/día. Fase de consolidación (luego de IV) y casos moderados y leves: Itraconazol solución 200 mg 3 veces/ día por 3 días → 200 mg 2 veces/día. 12 meses. AII 88 Fase de mantenimiento: Itraconazol cápsulas 200 mg/día. Suspender con HAART y CD4 >150/µL por 6 meses. BIII Previene el 15% de las recaídas. Wheat JL, Freifeld AG, Kleiman MB, et al. Clinical Practice Guidelines for the management of patients with histoplasmosis: 2007 Update by the Infectious Diseases Society of America. Clin Infect Dis. 2007; 45: 807-825. Histoplasmosis aguda Se debe tratar a todos los pacientes con síntomas graves o que persistan por más de un mes. Casos graves: iniciar con anfotericina B deoxicolato 0,7 mg/kg/día, i.v. por 1-2 semanas y continuar con itraconazol oral. Si existe contraindicación para el uso de anfotericina, se puede iniciar itraconazol i.v., 200 mg cada 12 horas hasta completar 3 dosis y continuar con 200 mg/día, hasta cuando la condición clínica del paciente permita el cambio a la terapia oral. En casos moderados, o si el paciente es intolerante a la anfotericina, suministrar itraconazol oral, dosis de carga, y continuar con 200 mg 1 ó 2 veces día por 6-12 semanas. Histoplasmosis pulmonar crónica Se recomienda hacerles tratamiento a todos los pacientes: itraconazol dosis de carga oral y continuar con 200 mg 1 ó 2 veces al día por un mínimo de 12 meses. Algunos expertos prefieren 18-24 meses debido al alto riesgo de recaídas (15%). Debe vigilarse al paciente para recaídas al menos por un año luego de suspender el tratamiento.[35] Histoplasmosis diseminada progresiva Todos los pacientes requieren tratamiento, que se debe iniciar con anfotericina B liposomal 5 mg/kg/día; si no se dispone de esta formulación o existe bajo riesgo de nefrotoxicidad, se debe suministrar anfotericina B deoxicolato a razón de 0,7 mg/kg/día hasta obtener mejoría clínica, generalmente en dos semanas, seguida por itraconazol en solución dosis de carga y continuar con 200 mg 2 veces/día al menos por 12 meses. En pacientes con sida, luego de 12 meses con itraconazol 400 mg/día, se continúa con la terapia de mantenimiento con itraconazol 200 mg/día, hasta obtener la mejoría inmunológica demostrada por CD4 por encima de 200 células/µL, como resultado de la HAART, la mejoría clínica y la negativización de la antigenuria y los hemocultivos para Histoplasma. En este grupo de pacientes, la terapia antirretroviral se debe iniciar prontamente porque el éxito del tratamiento antimicótico depende en gran medida de la recuperación inmunológica. El síndrome de reconstitución inmunológica es raro en pacientes con histoplasmosis y cuando se presenta es usualmente leve.[67,68] En pacientes que reciben medicación inmunosupresora, se la debe reducir durante los primeros dos a tres meses de la terapia antimicótica. Generalmente se debe descontinuar el antagonista del factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) hasta que el paciente resuelva sus síntomas o presente gran mejoría. Si es necesario reanudar dicha terapia por empeoramiento de la condición inflamatoria, se debe continuar el tratamiento antimicótico de mantenimiento y hacerle una vigilancia clínica estrecha.[42] Tratamiento de la histoplasmosis del SNC La anfotericina B por 4-6 semanas, seguida por itraconazol al menos por un año. Aunque el itraconazol no alcanza un nivel detectable en el LCR, ha mostrado ser más efectivo que el fluconazol.[69] Tratamiento para niños Los esquemas son iguales que para los adultos. Se puede utilizar, con buena tolerancia y excelente respuesta, anfotericina B deoxicolato 1 mg/kg/día, por un mes, en casos clínicos graves. En casos moderados se usa itraconazol en solución 5-10 mg/kg/día divididos en dos dosis, sin exceder de 400 mg/día.[70] Tratamiento en embarazadas Se debe tener en cuenta la teratogenicidad de los azólicos y la transmisión transplacentaria de Histoplasma al feto. Se les administra anfotericina B liposomal o deoxicolato. Teóricamente es bajo el riesgo de teratogenicidad de los azólicos en el tercer trimestre. Se debe monitorizar al recién nacido para evidencias clínicas y de laboratorio sugestivas de histoplasmosis; en caso de detectarlas debe recibir anfotericina B deoxicolato 1 mg/kg/día por 4 semanas. PREVENCIÓN Y CONTROL No es fácil la prevención de la histoplasmosis; sin embargo, las personas que entran a sitios reconocidos como endémicos deben abstenerse de las actividades que impliquen formación de aerosoles. Igualmente, deben tomar precauciones similares los excursionistas, guaqueros y espeleólogos que visitan cuevas o grutas naturales, colonizadas por murciélagos. Deben también protegerse los obreros que se encarguen de demoliciones (edificios viejos, silos) o que deban derrumbar árboles. Como en estos casos es casi imposible evitar los aerosoles, se aconseja el uso de máscaras protectoras. Los pacientes con infección por VIH que vivan en áreas endémicas para histoplasmosis, definidas como más de 10 casos por 100 pacientes/año, o las visiten, no pueden evitar completamente la exposición, pero a aquellos con CD4 por debajo de 150 células/µL se les debe recomendar que eviten las actividades de riesgo y usen máscaras. En este grupo de pacientes se ha demostrado que el uso de itraconazol 200 mg/día reduce la incidencia de infección (nivel de evidencia AI). En pacientes con otra forma de inmunosupresión, puede ser apropiado administrar itraconazol 200 mg/día mientras persista su alteración inmune (CIII). No se ha demostrado la utilidad de la profilaxis en pacientes que estén recibiendo terapia inmunosupresora por malignidad, trasplante de órgano o enfermedad inflamatoria crónica, y que presenten hallazgos radiográficos y evidencia serológica de histoplasmosis pasada. Por otro lado, la histoplasmosis es la infección micótica más común asociada a la terapia con anti- TNF-α, lo cual obliga a pensar en la profilaxis en casos específicos. La historia de histoplasmosis activa en los últimos dos años puede ser indicación para administrar profilaxis antes de iniciar una terapia inmunosupresora; y en los pacientes que han finalizado recientemente la terapia antimicótica para histoplasmosis, se debe estudiar la antigenuria antes de iniciar la terapia inmunosupresora y cada dos a tres meses en el curso de la misma. Si el nivel de antígeno se eleva se debe iniciar una terapia antimicótica empírica en el contexto de la inmunosupresión.[35] Actualmente se adelantan estudios para desarrollar una vacuna preventiva contra H. capsulatum. Se han identificado algunos antígenos inmunodominantes (proteínas de choque térmico) y se ha encontrado que anticuerpos monoclonales contra estas proteínas de la superficie celular aumentan la eficacia de la terapia antimicótica.[17] Todos los desarrollos recientes, incluyendo la disponibilidad de información genómica, los métodos moleculares para manipulación genética, y el avance en el entendimiento de todos los mecanismos que afectan la respuesta inmune y la capacidad futura para desarrollarvacunas tendrán un impacto en el tratamiento y cuidado de los pacientes con histoplasmosis. BIBLIOGRAFÍA 1. Kauffman CA. Histoplasmosis. In: Kauffman CA, Pappas PG, Sobel JD, Dismukes WE editors. Essentials of Clinical Mycology. 2 edition. New York: Springer; 2011.p. 321-35. 2. Deepe GS Jr. Histoplasma capsulatum. In: Mandell GL, Bennett JE, Dollin R, editors. Principles and Practice of infectious Diseases.7 edition. Philadelphia: Elseiver Churchill Livingstone; 2010.p. 3305-18. 3. 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