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315 Capítulo XVII. Biotecnología y salud: las vacunas daban protegidas por el resto de sus vidas. Claro que no siempre se lograban los resultados esperados: 0,5 a 2% de las personas inoculadas morían al desarrollar la enfermedad en su forma más grave. A pesar de estos accidentes, la viruela disminuyó en los pueblos que practicaban la “variolización”. En 1520, con la llegada a México de un esclavo infectado, la viruela entró en América. El contacto con este nuevo patógeno tuvo consecuencias nefastas para las poblaciones indígenas: en menos de doscientos años la viruela exterminó al 95% de la población. Durante los dos siglos siguientes la viruela dejó su rastro trágico en todas partes, cobrando vidas de pobres y ricos –como la del rey de Francia, Luis XV. Al comienzo del siglo XVIII se introdujo la variolización en Inglaterra. Años más tarde, el médico inoculador Edward Jenner oyó decir que las ordeñadoras contaminadas con una enfermedad benigna de las vacas, que se manifestaba con pústulas en la ubre, nunca desarrollaban viruela. En 1796, después de inocular en un niño la viruela vacuna y días más tarde la viruela humana, Jenner observó que el niño permanecía sano. El método de Jenner se difundió rápidamente por Europa, donde recibió el nombre de vacuna- ción (por vacuna, del latín vacca), término que más tarde se extendería a los diversos tipos de inmunización artificial para prevenir una enfermedad. La vacunación fue introducida en Brasil en 1840, por el barón de Barbacena. En 1904, cuando Oswaldo Cruz era el Director General de Salud Pública, el gobierno decretó la obligatoriedad de la vacuna antivariólica. La resistencia de la población de Río de Janeiro, que se manifestó en motines y una revuelta histórica, obligó al gobierno a rever la medida. En 1908, des- pués de una violenta epidemia de viruela (10.000 casos diagnosticados), la población acabó por aceptar la vacuna. Aunque los brotes de viruela se espaciaran notablemente con la vacu- nación, se calcula que 300 millones de personas murieron de viruela en el siglo XX. En la década de 1970, la Organización Mundial de la Salud reem- plazó la vacunación masiva por una campaña de erradicación “en anillo”: al detectar un caso nuevo se aislaba a la víctima y se vacunaba inmediatamente a todas las personas que estaban en contacto con ella. Como el efecto de la vacuna era muy rápido, esa estrategia tuvo resultados extraordinarios, si bien que en ocasión de un brote ocurrido en Yugoslavia (1972) tuvo que ser complementada con una vacunación masiva. El último caso de viruela ocurrió en Somalia en 1977. Con la confirmación de la erradicación de la viruela en 1979, y la conta- minación posterior de dos personas por el escape del virus de un laboratorio de la Universidad de Birmingham (Reino Unido, 1978), las reservas del virus
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