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cumplen una función fisiológica con agonistas endógenos, pero les provocan bien una estimula- ción excesiva o bien un bloqueo en su función de lo que se deriva el efecto nocivo, a veces de forma definitiva al unirse por enlace covalente; cuando un medicamento se absorbe en cantidad elevada, el número de receptores estimulados es grande, y el efecto es tóxico. La estimulación continuada o muy repetida de determinados receptores da lugar a una desensibi- lización o taquifilaxia, o tolerancia de los mismos, así denominadas según el tiempo necesario para ello, de menos a más. Esta pérdida de función pue- de deberse a varias causas, como son: – alteraciones de los receptores, bien porque se les produzca un cambio en su configuración, bien porque experimenten una fosforilación estable, mecanismo que inicia la intervención de los segun- dos mensajeros, etc. – modificación de la estructura del receptor a consecuencia de una alteración de la expresión génica inducida por el xenobiótico. – pérdida o disminución del número de recep- tores, lesionados o necrosados por la estimulación abusiva, que suelen ser reabsorbidos al interior de la célula por endocitosis. – agotamiento de las reservas de mediadores, como ocurre tras el abuso de anfetamínicos, en que se vacían los depósitos de las aminas neurotrans- misoras. Ariens et al. aplicaron a las interacciones fár- maco-receptor las leyes de Michaelis y Menten para las reacciones enzimáticas, basadas en: K1 K3 F + R→← [F – R] → Ε K2 donde [F – R] es el complejo activo formado entre receptor y ligando, y E el efecto produci- do; las velocidades a que se desarrollan cada uno de los pasos vienen dadas por las constantes K1, K2, K3 La constante K3 que rige la aparición del efecto, valora la actividad intrínseca. Cuando K3 = 1, el efecto es el máximo posible (Emáx), y la sustancia se comporta como un agonista total. Cuando K3 < 1, el efecto es menor que el máximo, por lo que el fármaco actúa como agonista parcial; mientras que si K3 = 0, el fármaco no produce efecto y ade- más bloquea al receptor para que no le afecten otras sustancias, por lo que se denomina a aquél antagonista especifico. La expresión K2 + K3/K1 = Km o simplemente K2/K1 = Km, nos permite calcular la afinidad, como 1/Km, representando Km la concentración de fár- maco que provoca un efecto mitad del máximo posible. Si se representa gráficamente 1/E en ordenadas, frente a 1/[F] en abscisas, se tiene una recta cuya pendiente es Km/Emáx, que corta el eje de ordenadas en 1 /Emáx y el de abcisas en -l /Km (Fig. 6.18). La constante K2, representativa de la velocidad de disociación del complejo [F – R], influye deci- sivamente en la efectividad, ya que a mayor valor de K2 menos efectivo será el complejo. Algunos receptores, sobre todo los correspon- dientes a membranas celulares, no cumplen la cinética de Michaelis-Menten, y su comporta- miento se trata de explicar por la teoría alostéri- ca. Ésta supone que, en ausencia del fármaco, el receptor posee dos estados conformacionales en equilibrio; un estado es de reposo y el otro de activación. La llegada de un agonista desplaza el equilibrio hacia la forma activa, mientras que los antagonistas lo harían hacia la forma inactiva; agonistas y anta- gonistas actuarían en diferentes puntos del receptor, mientras que los agonistas parciales tendrían afini- dad por ambos estados conformacionales. Se piensa también que los receptores poseen varios lugares de acción que no funcionan inde- pendientemente, sino que la fijación de un fárma- co en un punto produce cambios conformacionales que modifican la fijación de otros agonistas o anta- gonistas en otros lugares. Estas dianas pueden ser lugares vitales, cuya alteración, por la reacción con el agresor químico, conduce a la muerte celular, o pueden ser lípidos o MECANISMOS DE TOXICIDAD 207 Figura 6.18. 06 toxicologia alim 24/11/08 13:46 Página 207
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