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Investigación transdisciplinar del fenómeno suicida 2 Investigación transdisciplinar del fenómeno suicida Armando Martín Ibarra-López Teresita Morfín-López Coordinadores Editor Responsable: Lic. Georgina Moreno Zarco Editorial El Manual Moderno 3 IMPORTANTE Los autores y la Editorial de esta obra han tenido el cuidado de comprobar que las dosis y esquemas terapéuticos sean correctos y compatibles con los estándares de aceptación general en la fecha de la publicación. Sin embargo, es difícil estar por completo seguro que toda la información proporcionada es totalmente adecuada en todas las circunstancias. Se aconseja al lector consultar cuidadosamente el material de instrucciones e información incluido en el inserto del empaque de cada agente o farmacoterapéutico antes de administrarlo. Es importante, en especial, cuando se utilizan medicamentos nuevos o de uso poco frecuente. La Editorial no se responsabiliza por cualquier alteración, pérdida o daño que pudiera ocurrir como consecuencia, directa o indirecta, por el uso y aplicación de cualquier parte del contenido de la presente obra. Nos interesa su opinión, comuníquese con nosotros: Editorial El Manual Moderno S .A. de C.V. Av. Sonora 206, Col. Hipodromo, Deleg. Cuauhtémoc. 06100 Ciudad de México, México (52-55) 52-65-11-00 info@manualmoderno.com quejas@manualmoderno.com Investigación transdisciplinar del fenómeno suicida D.R. © 2017 por Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) ISBN: 978-607-8528-02-8 (versión electrónica) Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, C.P. 45604 Tlaquepaque, Jalisco, México. Fecha de edición: 1 de marzo de 2017 En coedición: Editorial El Manual Moderno, S. A. de C. V. ISBN: 978-607-448-615-5 (versión electrónica) Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. núm. 39 Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida sin permiso previo por escrito de la Editorial. Este libro es producto de la investigación "Un acercaiento transdisciplinar al fenómeno suicida en adultos jóvenes de la zona metropolitana de Guadalajara: alternativas para su prevención y tratamiento y el Observatorio por la Vida: Construcción de un modelo de atención para la prevención del suicidio en Jalisco" con clave 2011-01-162752. Financiado por el Fondo Mixto CONACYT y Gobierno del Estado de Jalisco. Para mayor información sobre Catálogo de producto Novedades Distribuciones y más www.manualmoderno.com Investigación transdiscipl inar del fenómeno suicida / coordinadores Armando Martín Ibarra-López, Teresita Morfín-López. –- 1ª edición. –- Tlaquepaque, Jalisco : Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente ; Ciudad de México : Editorial El Manual Moderno, 2017. xvi i i , 232 páginas : ilustraciones ; 23 cm. xvii , 535 páginas : ilustraciones ; 28 cm. 4 mailto:info@manualmoderno.com mailto:quejas@manuamoderno.com http://www.manualmoderno.com/ ISBN: 978-607-8528-02-8 (versión electrónica - ITESO) ISBN: 978-607-448-615-5 (versión electrónica - Editorial El Manual Moderno) 1. Suicidio -– México. 2. Suicidio -– México -– Prevención. 3. Conducta suicida -– Factores de riesgo -– México. 4. Conducta suicida -– Tratamiento -– México. I. Ibarra-López, Armando Martín, coordinador. II. Morfín López, Teresita, coordinador. III. Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente. 364.15220972-scdd21 Biblioteca Nacional de México Director editorial y de producción: Dr. José Luis Morales Saavedra Editora asociada: Tania Flor García San Juan Diseño de portada: LDP. Cynthia Karina Oropeza Heredia 5 6 Prólogo 7 Javier Eduardo García de Alba García México constituye un medio sui generis, pues ciertas tradiciones no se han ido y la modernización supletoria no acaba de llegar, escenario favorecido en parte por la presión de las políticas de globalización de la economía, en un marco filosófico que descalifica movimientos culturales que prometen utopías y auspician ciertas formas de progreso social. En las instituciones sociales, esta situación ha provocado un grado importante de incertidumbre acerca del sentido y valor de modernizar sus macrofunciones, entre las que se encuentra la investigación. Dicha circunstancia no sólo se deriva de las diferencias que separan a las diversas disciplinas involucradas en la búsqueda de conocimiento científico, sino también de lo que Néstor García Canclini (1988) denomina “cruces socioculturales” entre lo tradicional y lo moderno, que coexisten dentro de estas disciplinas. Sin embargo, en la actualidad el trabajo institucional de conjunto se da con mayor frecuencia, en tanto que cada vez es menos frecuente el modelo de trabajo emprendido por profesionales aislados. Esto obedece a que muchos investigadores comparten una visión de la realidad cotidiana, que R. García (1988) denomina “concepción osmótica” del trabajo disciplinar participativo, y que opera de acuerdo con los siguientes supuestos: 1. La realidad es compleja y los objetos que la conforman también lo son. 2. Los especialistas estudian esos objetos según la perspectiva de su disciplina. 3. Ningún especialista puede abarcar todos los puntos de vista. Este contexto con frecuencia favorece la estructuración de equipos de trabajo de diversas disciplinas, así como alianzas que se desarrollan para ciertos proyectos, y a las cuales se unen investigadores de todo tipo, cristalizándose como sucede con esta obra coordinada por los doctores Armando Ibarra-López y Teresita Morfín-López. Tal labor planteó dos formidables tareas a desarrollar en el área de la investigación institucional del fenómeno suicida. Por una parte, considerar las estrategias y tácticas disciplinares ante las necesidades que se afrontan hoy en día y en un futuro próximo; por otra, el requerimiento de propiciar la autorreflexión y la autocrítica disciplinar para volver a direccionar sentidos y límites, como un ejercicio constante de vigilancia epistemológica. En ambas tareas un eje conflictivo común fue el trabajo disciplinar participativo, lo cual no fue casualidad, debido a que los coordinadores de manera asertiva consideraron enfrentar un problema complejo: el “fenómeno suicida”. Las alternativas tradicionales para estudiar problemas complejos oscilan entre las de tipo pragmático, que requieren del concurso de una pléyade de especialistas o generalistas, y las de tipo reduccionista, que pretenden confinar los problemas a un nivel macro o micro. Estas opciones pueden, en realidad, conducir a falsos dilemas, ya que la participación de un profesional aislado, por más avezado que sea, por un lado presenta 8 limitaciones y, por otro, la idea de obtener conocimiento trascendente a través de la investigación realizada sólo por elementos muy especializados puede resultar también limitada. Los coordinadores superaron el dilema optando generosamente por invitar a un grupo balanceado de 20 profesionales que hacen sus aportaciones en 10 razonados capítulos de estudio. Vale la pena recordar que la historia de la ciencia ha mostrado resultados que responden a la calidad de la participación, más que a la cantidad de participantes, ya que muchas veces un problema complejo se ha resuelto demostrando... ¡que no era un problema! En algunos casos la solución consistió en cambiar la dificultad, es decir, en desechar una hipótesis por otra para generar otro problema, pues reformar el conflicto visualizado desde el inicio y delimitarlo en un contexto más amplio puede propiciar soluciones adecuadas. Un ejemplo es el biologismo en la concepción de la enfermedad, mismo que ha sido superado por una concepción biopsicosocial de la salud-enfermedad-atención como proceso. La investigación disciplinar participativa en la intersección de lo social y lo biológico, además de lidiar con problemas de tipo semántico o terminológico, confronta problemas de estudio simpleso complejos que involucran situaciones de interacción humana más plenos de historia, de presente y de futuro, que aluden a los significados, sentidos y razones del porqué y para qué del fenómeno suicida, en este caso. En relación con las dimensiones del trabajo disciplinar participativo, diversos autores señalan que cualquier propuesta de este tipo, ya sea sumatorio, de contigüidad, de interacción o de unificación, varía en su significado (E. Ruiz, 1999). Es por ello que, en algunos casos, puede haber una utilización ambigua y polisémica de los términos referentes al trabajo disciplinar participativo; de ahí que J. Samaja (1992) lo conciba como grados o acercamientos para hacer una dialéctica de diferentes metodologías en la praxis de la investigación, donde al cambiar de grado o acercamiento se producen transformaciones de un mismo objeto de estudio en otro, idea que J. Piaget y R. García popularizaron y desarrollaron como estrategias disciplinares, distintas y distintivas, con los nombres de: pluridisciplinar, multidisciplinar, interdisciplinar y transdisciplinar. El uso de los cuatro enfoques señalados plantea cuestiones de orden epistemológico, ya que se corre el riesgo de poner en función los objetos de estudio, situación que no resulta práctica para problemas complejos porque se corre el peligro de simplificar la realidad, limitando la comprensión del fenómeno suicida como proceso complejo. Transdisciplinariedad y fenómeno suicida El término transdisciplinariedad fue acuñado en 1970 por el epistemólogo suizo Jean Piaget (tesis de la transdisciplinariedad), pero su formalización corresponde al filósofo francés Edgar Morin, quien la desarrolla como teoría al mismo tiempo que la teoría del pensamiento complejo, dándole a este trabajo intelectual un carácter abierto, 9 participativo, reflexivo y activo. Como estrategia, la transdisciplinariedad es una forma compartida de aproximación a la problemática del fenómeno suicida, entendido como un objeto de estudio complejo que supera al agotamiento de la especialización incomunicativa en las disciplinas y subdisciplinas de las ciencias de la salud, como compartimientos estancos. Esta situación pretende ser solventada a través del libro, al no reducir a una sola mirada, ni reducir o simplificar el fenómeno suicida, al armonizar en un solo texto estudios analíticos y sintéticos, y al comunicarlo de manera contextualizada a los lectores. El texto prologado ejemplifica lo que E. Gibbons et al. (1997) plantean como tesis: en la actualidad existe una transformación en la producción del conocimiento; del modo tradicional de producir conocimiento científico, el cual es generado dentro de un contexto disciplinar, fundamentalmente cognitivo, gobernado por intereses académicos de una comunidad específica donde la aplicabilidad inmediata no es tan importante como la homogeneidad y la jerarquía, que pasaría a un siguiente modo desarrollado en contextos sociales y económicos más amplios de participación disciplinar aplicada, heterogéneos, heterárquicos y transitorios, donde se emplean diversos criterios de control de calidad. Este cambio es importante ante el fenómeno suicida porque posibilita, entre otras cosas: 1. Un aumento de lugares potenciales donde se puede crear conocimiento. Se caducan los espacios académicos tradicionales de los departamentos e institutos universitarios, para involucrar a otras instituciones públicas y privadas, como ministerios gubernamentales, organizaciones privadas, entre otros. 2. La vinculación de estos espacios a través de una variedad de formas: electrónicas, organizativas, sociales, informales u otros. 3. La diferenciación simultánea, en estos lugares, de campos y ámbitos de estudio en especialidades más refinadas, recombinándose y reconfigurándose para crear nuevas formas de conocimiento útil. Estas circunstancias plantean, en países como México, un reto importante para lograr la sustentabilidad del segundo modo de generar conocimiento, ya que es necesario incrementar capacidades y efectuar una delicada transformación institucional. El libro Investigación transdisciplinar del fenómeno suicida es, parafraseando a E. Gibbons et al. (1997), una forma organizada de la segunda forma de producir conocimiento. Dicho conocimiento no está situado dentro de una disciplina concreta ni se fija por imbricación o traslape de diversos intereses profesionales de manera desconectada, dejando a otros especialistas la tarea de la integración en una fase posterior. El trabajo logrado implica un ejercicio de comprensión común, acompañado de la interpenetración mutua de epistemologías disciplinares, donde se procura agrupar formas de comprensión y solución al problema del fenómeno suicida, enraizado de forma 10 disciplinar, para crear así un modelo teórico de fusión, es decir, una teoría de sistemas o de estructuras sin fronteras sólidas, supeditada al grado de desarrollo que han alcanzado las interacciones que sólo pueden lograrse en espacios y tiempos limitados a un texto de aplicación, no localizable en el mapa disciplinar tradicional. Esta fusión implica que la prueba de validez es su comparación con otras disciplinas, es decir, que se requiere efectuar un esfuerzo compartido de pluralismo teórico donde se pongan en evidencia, a través de la crítica, los alcances y limitaciones de cada teoría participante o afín, de tal manera que su significado provenga de una lógica interna de trabajo y no de las relaciones externas que implica el grupo de soluciones del problema a considerar, lo que da sentido a lo expresado por el filósofo de la ciencia P. Feyerabend (1991) respecto a que sólo existen los hechos teóricos. En suma, la transdisciplina como una estrategia (L. Viniegra, 1999, 1999b y 2000) puede superar la escisión arbitraria que configuran las disciplinas producto de la división social y técnica del trabajo, y soportes de la organización económica que responden a intereses políticos definidos. A través del ejercicio de la reflexión y la crítica se busca pronunciar una postura dotada de coherencia epistemológica, para así poder organizar o relacionar conocimientos en torno a una situación problemática compleja que requiere la formulación de políticas de prevención y de atención. Así, la transdisciplinariedad cobra mayor relevancia al coadyuvar a transformar los recursos humanos en actores con pensamiento crítico, capaces de abordar planteamientos complejos, preparados para dar respuestas viables, sustentables, confiables y justas. Lo anterior debido a que la visión transdisciplinaria es abierta en la medida que trasciende las diversas ciencias estimulándolas para que dialoguen y se reconcilien no sólo entre ellas, sino también con el arte y las humanidades. En el caso del fenómeno suicida, su complejidad se demuestra a lo largo del libro, entre otras representaciones, a manera de una red fractal donde interactúan de forma conjunta y simultánea elementos psicológicos, económicos, sociales, culturales y ambientales que pueden, en un momento dado, alterar: 1. El curso clínico y epidemiológico de la enfermedad; por ejemplo: el nivel económico puede incrementar o reducir la gravedad de las complicaciones. 2. El acceso a la atención puede verse influido por las relaciones sociales del paciente. 3. El nivel cultural puede hacer que los factores de riesgo no se tomen en cuenta cabalmente. 4. El medio social puede favorecer la marginación. A MANERA DE CONCLUSIONES Inducir y lograr un cambio cultural es una labor lenta y nada fácil; sin embargo, este cambio es fundamental para lograr la inclusión adecuada y eficaz de las diversas 11 disciplinas que integran el sistema de investigación institucional. Para tal efecto se deben considerar y propiciar los siguientes movimientos: 1. Descentralización de unidades para revertir la secularización desigual y contradictoria en los diferentes campos de la investigación. 2. Renovación de recursos de todo tipo, sincrónica a la renovación del conocimiento científico. 3. Democratizacióna través de la comunicación constante y la formación de grupos de trabajo no tradicionales. Como se puede deducir, visto así, el fenómeno suicida requiere del concurso de cada vez más disciplinas en busca de un diálogo como respuesta, pues la verdad no es un lugar o espacio específico, sino un intercambio fluido y cambiante. De ahí que la comprensión de la complejidad, a decir de Morin, “solo se pueda civilizar”. En otras palabras, este trabajo apunta a un nuevo paradigma que alimenta con conocimientos concretos y resolutivos a unas nuevas ciencias de la complejidad, ofreciendo guías, caminos y respuestas a las problemáticas que se enfrentan en la actualidad. REFERENCIAS Almeida Filho, N. (2006). Complejidad y transdisciplinariedad en el campo de la salud colectiva. Evaluación de conceptos y aplicaciones. Salud Colectiva, 2(2), 1-22. Carmona Rodríguez, M.A. (2004). Transdisciplinariedad: una propuesta para la educación superior. Revista de Pedagogía, 25(73), 1-13. Feyerabend, P. (1991). Diálogos sobre el conocimiento. Madrid: Cátedra, 132. García, B.R. (1989). Interdisciplinariedad. Avance y Perspectiva, 40, 54-56. García Canclini, N. (1988). Las culturas híbridas. México: Conaculta, 380 p. Gibbons, M., Limoges, C., Nowotny, Schwartzman, S., Scott, P. y Trow, M. La nueva producción del conocimiento. Barcelona: Ediciones Pomares-Corredor, S.A., 217. Pérez Matos, N.E. (2008). La interdisciplinariedad y transdisciplinariedad en las ciencias: una mirada a la teoría bibliológico-informativa. Recuperado de http: ////bvs.sid.cu/revistas/aci/vol18808aci31008.htm Ruiz Ruiz, E. (1999). Reflexión sobre el enfoque interdisciplinar y su proyección práctica en la formación del profesorado. Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación de Profesorado, 2(1), 8 p. Samaja, J. (1992). La combinación de métodos: pasos para una comprensión dialéctica del trabajo interdisciplinar. Educación Médica y Salud. 26(1), pp. 4-34. Viniegra Velázquez, L. (ed). (1999). La investigación en la educación: papel de la teoría y de la observación. México: IMSS, 7-11. Viniegra, L. (2000). La crítica: aptitud olvidada por la educación. México: IMSS, 1-27. Viniegra, L. y Aguilar, E. (1999). Hacia otra concepción del currículo. México: IMSS, 41-70. 12 13 Prefacio El libro Investigación transdisciplinar del fenómeno suicida da continuidad al texto Un acercamiento transdisciplinar al fenómeno suicida, de la misma editorial, ya que reúne diversas experiencias, avances, informes y trabajos de investigación desarrollados en un proyecto más amplio titulado “Un acercamiento transdisciplinar al fenómeno suicida en adultos jóvenes de la Zona Metropolitana de Guadalajara: alternativas para su prevención y tratamiento en la construcción de un modelo de atención para la prevención del suicidio en Jalisco”.1Los autores participantes provienen de diferentes campos disciplinares; algunos cuentan con experiencias profesionales en el ámbito de atención institucional en salud; en su mayoría son profesores y académicos dedicados a la docencia universitaria y a la investigación con distintos objetos de estudio.Este texto es resultado del trabajo de investigación, interinstitucional e interdisciplinar de un equipo que laboró en el marco de un diálogo de construcción y discusión transdisciplinar. El cruce de disciplinas, ámbitos de estudio y niveles de acercamiento al fenómeno del suicidio generó una visión que, aunque se presenta en este libro de manera parcial y particular en cada uno de sus capítulos, busca colaborar en la explicación integral de este fenómeno, en una región que representa el complejo escenario cultural de México. La investigación y discusión transdisciplinar articuló diferentes perspectivas que necesitaron dialogar y poner en común en cada grupo de investigación. Conceptos, términos y objetos fronterizos que se encuentran entre las disciplinas fueron expuestos en los diferentes trabajos, intentando explicar el complejo fenómeno del suicidio.Los resultados coincidieron en nutrir y ofrecer miradas entrecruzadas que no se redujeran a las disciplinas y a sus campos, sino que aportaran a una visión global que considera la realidad estudiada en su unidad diversa, es decir, que no la separa, pero que distingue sus diferencias. La prevención como concepto resultado de la investigación integró y posibilitó una forma de comprender el fenómeno suicida, y permitió proponer una posible respuesta para dilucidar su compleja estructura y funcionamiento; se trata de una respuesta viable para plantear soluciones potenciales a este problema de salud pública antes de que inicie y se desarrolle. El libro se divide en tres apartados: a) factores de riesgo suicida: conocimiento para su prevención; b) algunos modelos de prevención del suicidio y; c) propuestas de tratamiento psicoterapéutico en mujeres adultas jóvenes con comportamiento suicida. Dichos apartados incluyen capítulos concatenados por sus títulos, y desde diferentes posturas expresan sus resultados en términos de intervención o propuesta que coadyuve a tratar de entender y solucionar el suicidio en la región indicada.Durante la estructuración de este libro, el doctor Roque Quintanilla Montoya, promotor, investigador y transformador social tenaz en Jalisco y México, falleció después de años de labor en la 14 prevención de este fenómeno.Su último trabajo de investigación, que se publicaría en este libro, quedará en esta ocasión en el escritorio de su computadora. Los autores de esta obra desean dedicarla al doctor Quintanilla Montoya in memoriam, por su vocación de servicio, entrega al ser humano en general y en particular a las personas en situación de suicidio, así como por sus agudos y puntuales escritos que ayudarán, sin duda, a la prevención y explicación del suicidio.Por último, este libro es sólo una puesta en común y una propuesta escrita que se deja a consideración de investigadores, estudiosos y personal de atención a personas y familias en situación de suicidio. La transdisciplinariedad es la aspiración central de este libro, que busca abrir el diálogo constructivo explicando la diversidad del ser humano desde diferentes saberes que ayuden a definir el complejo fenómeno del suicidio entre la incertidumbre de la realidad, la verdad de la búsqueda de la objetividad y la esperanza en un futuro mejor. Armando Martín Ibarra-López NOTAS 1 Este proyecto de investigación fue desarrollado por un equipo de trabajo del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), la Universidad de Guadalajara y la Universidad del Valle de Atemajac, así como por otras instituciones dedicadas a la atención de servicios de salud en las ámbitos público y privado: Servicios Médicos Municipales de Guadalajara, Cruz Verde y Salud Integral de los Altos, A.C. Fue auspiciado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología del Estado de Jalisco (Coecytjal) y la Secretaría de Salud del Gobierno de Jalisco. 15 16 Autores 17 Everardo José Camacho Gutiérrez Investigador del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Doctor en Ciencia del Comportamiento opción Análisis de la Conducta por la Universidad de Guadalajara. Es profesor investigador titular del Departamento de Salud, Psicología y Comunidad del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Capítulo 1, 5 18 Víctor Manuel De Santiago Sánchez Maestro en Psicoterapia por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Formación como psicoanalista por el Círculo Psicoanalítico Mexicano. Profesor de asignatura en el ITESO. Capítulo 8 19 Beatriz Guadalupe Echeveste García de Alba Candidata a Doctora en Ciencias del Desarrollo Humano por la Universidad del Valle de Atemajac (UNIVA), Maestra en Educación. Actualmente Jefa de Planeación y Evaluación de la UNIVA. Experiencia en procesos de evaluación institucional. Capítulo 7 20 Javier Eduardo García de AlbaGarcía Investigador del Sistema Nacional de Investigadores, nivel II. Doctor en Antropología. Maestro en Salud Pública y Administración Médica. Médico Cirujano. Cocoordinador del posgrado en Socio medicina de la Universidad de Guadalajara, e Investigador del Instituto Mexicano del Seguro Social, adscrito a la unidad de investigación social, epidemiológica y de servicios de salud (UISESS), del Centro Médico de Occidente, Jalisco, México. Prólogo 21 César González González Médico Psiquiatra con subespecialidad en Psicogeriatría, egresado de la UNAM-INP. Jefe de investigación del Instituto Jalisciense de Salud Mental. Investigador Asociado A de la Secretaría de Salud. Capítulo 3 22 Lorena Genoveva Hernández Muñoz Médico Psiquiatra con subespecialidad en psiquiatría de la adolescencia, egresada de la UNAM-INP. Directora del Instituto Jalisciense de Salud Mental. Miembro director del Consejo Mexicano de Psiquiatría. Capítulo 3 23 Armando Martín Ibarra-López Investigador Nacional nivel I, Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara/CIESAS, Maestro en Educación por la Universidad del Valle de Atemajac (UNIVA) y licenciado en Sociología por la Universidad de Guadalajara. Asesor y conferencista de la Organización Universitaria Interamericana (OUI). Capítulo 4, 5 24 Teresita Morfín-López Doctora del programa Métodos de Investigación en Sociología, Comunicación y Cultura de la Universidad Complutense de Madrid. Maestra en Desarrollo Humano, Especialidad en Educación Cognoscitiva y licenciatura en Ciencias de la Comunicación por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Profesora investigadora del ITESO. Capítulo 2, 5 25 Salvador Moreno López Doctor en Psicología, profesor investigador del Departamento de Salud, Psicología y Comunidad en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Psicoterapeuta y Consultor en Desarrollo Humano. Ha publicado tres libros y numerosos artículos sobre temas de psicoterapia, educación y desarrollo humano. Instructor certificado de Focusing. Capítulo 9 26 Olivia Penilla Núñez Licenciada en Psicología por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Maestra en Antropología Social por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS). Formación psicoanalista, Círculo de Estudios Psicoanalíticos de México en Guadalajara. Investigadora Asociada del proyecto para la creación del Centro de Investigación Dialógica y Transdisciplinaria (CIDYT). Profesora en ITESO. Participante del Proyecto PORTICUS. Capítulo 8 27 Francisco Javier Pérez Bouquet Lazcano Maestro en Ciencia del Comportamiento por la Universidad de Guadalajara (UDG). Licenciado en psicología por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Trabaja en DIA, institución dedicada a la rehabilitación psicosocial de personas con discapacidad intelectual. Terapeuta dedicado a la prevención y al aumento del rendimiento. Capítulo 1 28 Alfonso Reynoso-Rábago Sociólogo por la UAM-Xochimilco y maestro y doctor en Antropología por la Universidad de Montreal, Canadá. Ha dedicado una parte importante de su vida a la enseñanza en escuelas particulares y oficiales de los diversos niveles educativos. Desde 2001 es profesor e investigador en la Universidad de Guadalajara mediante el desarrollo de proyectos sobre la cultura de los nahuas de la Sierra Norte de Puebla y de los habitantes de los Altos de Jalisco. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Capítulo 4 29 Antonio Sánchez Antillón Doctor en Psicología por la universidad en Ciencias Sociales (CIES), Buenos Aires, Argentina. Maestro en Teoría Psicoanalítica por el CIEE, licenciatura en psicología por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Fue jefe del Departamento de Salud Psicología y Comunidad del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Psicoanalista, autor de múltiples artículos en revistas y de capítulos de libro. Autor del libro Introducción al discurrir ético en psicoanálisis (ITESO, Guadalajara). Profesor investigador del ITESO. Capítulo 8 30 Luis Miguel Sánchez-Loyo Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I. Doctor en Ciencia del Comportamiento y Maestría en Lingüística Aplicada por la Universidad de Guadalajara (UDG). Especialidad en Educación Cognoscitiva por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Licenciatura en Psicología, UDG. Profesor investigador de la Universidad de Guadalajara. Psicólogo clínico en intervención en crisis con conductas suicidas. Presidente de Decide Vivir México A.C., Representante de México de la Asociación de Suicidología de Latinoamérica y el Caribe. Capítulo 1, 2, 5, 7 31 Juan Enrique Sánchez Ochoa Doctorados en Metodología de la Enseñanza (IMEP) y Ciencias del Desarrollo Humano por la Universidad del Valle de Atemajac (UNIVA). Maestrías en Terapia familiar sistémica, Educación, Filosofía, Psicología analítica. Médico cirujano y partero, UDG. Posgrado en Medicina Legal. Licenciado en Psicología (UNIVER). Capítulo 6 32 Andrés Sáinz Márquez Doctor en Ciencias del Desarrollo Humano y Maestro en Terapia Familiar Sistémica por la Universidad del Valle de Atemajac (UNIVA). Licenciatura en Psicología, UNIVA. Director de la Clínica de Salud Mental: Salud Integral de los Altos A.C. Ha participado en diversos congresos tanto nacionales como internacionales con el producto de sus investigaciones del Fenómeno Suicida. Capítulo 6 33 Martha Beatriz Tamez Cardona Realiza estudios de Doctorado en Salud Familiar. Maestra en Ciencias de la Educación Familiar. Licenciada en Psicología. Docente de la Licenciatura en Psicología y la Maestría en Psicoterapia en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Terapeuta familiar Sistémica. Capítulo 10 34 María Fernanda Torres Alvarado Maestra en Psicología de la Salud por la Universidad de Guadalajara. Licenciatura en Psicología por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Labora en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, es docente en la Universidad de América Latina y trabaja en investigación relacionada a estrés y salud. Capítulo 1 35 Xóchitl Jovita Vázquez Isaac Candidata a Doctora por la Universidad Intercontinental en convenio con la Universidad Autónoma de Zacatecas. Maestra en Psicología Clínica por la Universidad de Guadalajara (UDG). Formación como Psicoanalista en el Círculo Psicoanalítico Mexicano. Licenciada en Psicología por UDG. Experiencia como docente a nivel Licenciatura y como Psicoterapeuta desde 1987. Capítulo 8 36 Claudia Vega-Michel Realiza estudios de Doctorado en Ciencia del Comportamiento, Maestra en Ciencia del Comportamiento (opción Neurociencias) por la Universidad de Guadalajara. Es profesora investigadora del Departamento de Salud, Psicología y Comunidad del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Su línea de investigación se enfoca en parámetros biológicos y psicológicos de la salud. Capítulo 1 37 38 Contenido 39 Prólogo 40 Prefacio 41 Autores 42 1. Algunos factores biológicos, psicológicos y socioculturales asociados al intento suicida 43 Luis Miguel Sánchez-Loyo, Everardo José Camacho Gutiérrez, Claudia Vega-Michel, Francisco Javier Pérez Bouquet Lozano, María Fernanda Torres Alvarado 44 2. Conocimiento cultural e intento de suicidio en adultos jóvenes 45 Teresita Morfín-López y Luis Miguel Sánchez-Loyo 46 3. El fenómeno suicida en el adulto mayor 47 César González González, Lorena Genoveva Hernández Muñoz 48 4. Problemática y prevención del suicidio en Jalisco: hacia un diseño de su política pública 49 Armando Martín Ibarra-López, Alfonso Reynoso-Rábago 50 5. Prevención del suicidio: un imperativo social 51 Teresita Morfín-López,Luis Miguel Sánchez-Loyo, Armando Martín Ibarra-López y Everardo José Camacho Gutiérrez 52 6. Del Modelo Hidalgo a la propuesta del Modelo de la Saudade: apoyo del asesoramiento filosófico en la atención a personas en situación límite, de fracaso existencial e ideación suicida 53 Juan Enrique Sánchez Ochoa y Andrés Sáinz Márquez 54 7. Programas de prevención del suicidio en países desarrollados 55 Luis Miguel Sánchez-Loyo, Beatriz Guadalupe Echeveste García de Alba 56 8. Consistencias en las secuencias narrativas de los sujetos con intento suicida: elementos protectores y desencadenantes 57 Antonio Sánchez Antillón, Xóchitl Jovita Vázquez Isaac, Víctor Manuel De Santiago Sánchez, Olivia Penilla Núñez 58 9. En busca de un vivir propio. Estudio de caso de mujer adulta con intento suicida en un proceso de acompañamiento psicoterapéutico individual 59 Salvador Moreno López 60 10. Intento suicida desde el abordaje sistémico: estudio de caso de una joven de 27 años 61 Martha Beatriz Tamez Cardona 62 63 1 Algunos factores biológicos, psicológicos y socioculturales asociados al intento suicida Luis Miguel Sánchez-Loyo, Everardo José Camacho Gutiérrez, Claudia Vega- Michel, Francisco Javier Pérez Bouquet Lazcano, María Fernanda Torres Alvarado 64 INTRODUCCIÓN Las conductas suicidas son un problema de salud pública a nivel internacional (OMS, 2014), lo cual ha provocado la necesidad de identificar los factores de riesgo asociados, con fines preventivos. Dado que las conductas suicidas son una problemática compleja, estos factores de riesgo se han buscado en dimensiones sociales, psicológicas y biológicas. En el presente trabajo se identifican factores sociales, psicológicos y biológicos que se correlacionan en términos estadísticos con el intento de suicidio, mediante la comparación de un grupo de personas que han intentado suicidarse de manera reciente con un grupo sin antecedentes de padecimientos mentales ni de conducta suicida. ANTECEDENTES Respecto de los factores biológicos asociados a la conducta suicida se han registrado niveles anormales de cortisol. Sin embargo, los resultados son contradictorios, pues se observan niveles tanto altos como bajos en las personas con tentativa suicida (Young, 2004; Lindqvist, Isaksson, Träskman-Bendz y Brundin, 2008; Jokinen y Nordström, 2008 y 2009). Otro factor biológico observado es la desregulación en el eje hipotalámico-pituitario- adrenal (HPA) en pacientes con desórdenes del estado de ánimo y conducta suicida (Young, 2004; Jokinen y Nordström, 2008; Chatzittofis, Nordström, Hellström, Arver, Asberg y Jokinen, 2013). La hiperactividad del eje HPA parece correlacionarse positivamente con la depresión mayor y la conducta suicida; en la prueba de supresión de cortisol por medio de dexametasona, los pacientes con riesgo de intento de suicidio no presentan esta supresión de cortisol, lo que demuestra la hiperactividad del eje HPA (Coryell y Schlesser, 2001). Es decir, es muy probable que la desregulación de la actividad del eje HPA sea un efecto de la exposición prolongada (crónica) a condiciones de estrés, las cuales pueden concretizarse como problemas de relación de pareja, dificultades económicas o maltrato familiar (psicológico, físico o ambos) en la historia particular de aquellos individuos con intento suicida. También se han detectado alteraciones en el sistema noradrenérgico en pacientes con conducta suicida; en particular, niveles bajos de un metabolito de la noradrenalina en el fluido cerebroespinal en pacientes con tentativa suicida de alta letalidad; también en pacientes deprimidos con intento de suicidio, comparados con pacientes deprimidos sin tentativa suicida. Niveles bajos en la respuesta noradrenérgica se han asociado de la misma forma con el riesgo suicida (Jokinen, Ouda y Nordström, 2010). En la lista de factores relacionados con conducta suicida destacan trastornos mentales (Morrison, 2015) como el depresivo, en particular cuando es de inicio temprano; síntomas psicóticos comórbidos y la desesperanza, propia de la depresión (Barrett et al., 2010a y 2010b; Gonda et al., 2012); el trastorno bipolar, que aumenta 15 veces el riesgo de presentar conductas suicidas, en particular durante los episodios depresivos (Ayuso- 65 Mateos et al., 2012; Reiser y Thompson, 2005); los trastornos adictivos están relacionados con los intentos de suicidio en una tercera parte en hombres y una quinta parte en mujeres, 10% de los alcohólicos cometen suicidio (Borges, Walter y Kessler, 2000; Koller, Preuss, Bottlender, Wenzel y Soyka, 2002; Sánchez-Loyo y Ramos-Loyo, 2013); personas con diagnóstico de esquizofrenia, entre las cuales el mayor riesgo se da en quienes tienen recaídas frecuentes o presentan un inicio temprano del padecimiento (Barrett et al., 2010a y 2010b; Radomsky, Haas, Mann y Swenney, 1999; Ayuso-Mateos et al., 2012); la personalidad agresiva/impulsiva (Gonda et al., 2012; Marchand et al., 2013; Turecki, 2005); eventos negativos tempranos en la vida, como abuso sexual (Gonda et al., 2012; Pérez-Amezcua et al., 2010); historial familiar de trastornos afectivos o suicidios consumados, así como intentos de suicidio previos (Arlaes, Hernández, álvarez y Cañizares, 1998; Gonda et al., 2012). Todos estos factores de riesgo se ubican en la categoría de factores psicológicos, que son aquellos modos particulares de interacción del individuo con su medio y con otros individuos. Los factores de riesgo sociales, es decir, las condiciones sociales presentes que se correlacionan con intento suicida, se pueden dividir en macrosociales y microsociales. En el nivel macrosocial hay más suicidios en hombres que en mujeres, pero más tentativas en ellas; entre los 15 y 24 años el suicidio tiene mayor prevalencia en desempleados e individuos con menor nivel educativo (Borges et al., 2009); la mayoría de las personas con tentativa suicida se ubica en un nivel económico bajo (Borges et al., 2009); el acceso limitado a los recursos básicos en el nivel socioeconómico bajo (Arlaes Nápoles et al., 1998; Almenares, Moracen, Madrigal y Alomenares, 1998) podría propiciar una vida altamente aversiva y llena de privaciones, así como episodios depresivos en los que el suicidio es una opción, lo cual se cumple en particular entre los desempleados (Guilbert y Roldan, 2001). A nivel microsocial, las relaciones familiares negativas son un factor de riesgo (Herrera y Avilés, 2000). Por relaciones negativas se entiende aquellas interacciones entre miembros de una familia en donde se relacionan de manera continua con regaños, enojos, gritos y maltratos físicos y psicológicos. Las relaciones familiares positivas y cooperativas en su aspecto emocional favorecen la evolución personal (Guilbert y Roldán, 2001); en cambio, se sabe que una familia con poca cohesión propicia mayor riesgo de comportamientos suicidas, sobre todo en mujeres (Pérez-Amezcua et al., 2010). Las familias con relaciones negativas generan múltiples expresiones de aversividad (Brown, Cohen, Johnson y Smailes, 1999; González-Forteza, Ramos-Lira, Vignau- Brambila y Ramírez-Villarreal, 2001). La ausencia de apoyo y el rechazo de los integrantes de la familia favorecen las conductas suicidas, en particular entre adolescentes (Guilbert y Del Cueto, 2003; Martínez et al., 1998; Borges et al., 2009). Se han realizado esfuerzos para relacionar los factores de riesgo biológico, psicológico y social de manera comprensiva y coherente. Ello supone un sistema dinámico de afectación mutua entre los factores biológicos y psicológicos (de los cuales algunos han sido clasificados por los psiquiatras como trastornos mentales); este sistema del individuo recibe y ejerce influencia de aspectos socioculturales y del entorno físico-ambiental 66 (Mann, Waternaux, Haas y Malone, 1999; Van Heeringen, 2001; O’Connor, 2011). Mann et al. (1999) desarrollaron el modelo de diátesis-estrés, el cual señala que existe una predisposición genética oepigenética y que se necesita una situación de estrés psicosocial importante o un trastorno mental para que la conducta suicida se presente. Van Heeringen (2001) retoma el modelo de diátesis-estrés organizado en dos componentes funcionales: el primero considera la respuesta del individuo ante cambios en su entorno que provocan la ruptura de vínculos interpersonales; el segundo es mediado por alteraciones en los sistemas dopaminérgico y serotoninérgico que implican fallos en el control de la impulsividad. De su lado, la propuesta de O’Connor (2011), denominada modelo motivacional-volitivo integrado del comportamiento suicida, considera la interacción compleja de aspectos biológicos, psicológicos, ambientales y culturales en tres fases: a) premotivacional, de vulnerabilidad biológica; b) motivacional, que presenta sentimientos de derrota, humillación y sin salida del problema, además de la falta de pertenencia, deseos y objetivos futuros irreales, normas sociales y actitudes que incrementan el malestar emocional; y c) volitiva, de conducta suicida facilitada por la impulsividad. En conclusión, los factores de riesgo pueden ser biológicos, psicológicos (los cuales incluyen los trastornos mentales referidos por los psiquiatras) y socioculturales. Hasta ahora ninguno de ellos es una condición suficiente para explicar de manera absoluta las conductas suicidas. Asimismo, estos factores parecen interactuar de forma compleja para que se presente el comportamiento suicida. Por lo anterior, el objetivo del presente trabajo es identificar algunas de las características biológicas, psicológicas y socioculturales presentes en personas que han tratado de suicidarse y que quizá también se encuentran en menor medida en quienes no lo han intentado, pero que confluyen de manera sinérgica e interactiva en los individuos que sí lo han hecho. MÉTODO Diseño Para cumplir los objetivos de la presente investigación se utilizó un diseño descriptivo, ya que sólo se realizó medición y observación de las variables que se estimó podrían tener relación con el fenómeno del suicidio, a fin de conocer así su incidencia y relación. Asimismo, se optó por un diseño transversal comparativo, lo cual quiere decir que se hicieron mediciones en un grupo sin intento de suicidio y en otro con intento suicida reciente; ambos fueron equilibrados para compararlos, lo que implica que estuvieron integrados por gente del mismo género y rango de edad. Unidad de observación Para la presente investigación fueron tomadas como universo de estudio personas con 67 intento de suicidio que recibieron atención en los Servicios Médicos Municipales de Guadalajara, el Instituto Jalisciense de Salud Mental y el Hospital Psiquiátrico “San Juan de Dios”. Muestra Para la selección de los sujetos del grupo experimental se realizó un muestreo por densidad de incidencia (es decir, cuando fueron apareciendo en el servicio institucional por intento de suicidio y cubrían los criterios de edad y origen), mientras que para el grupo de control se usó un muestreo de controles institucionales pareados por grupo etario y sexo. Se obtuvo una muestra total de 69 participantes: Grupo experimental: se contó con una muestra de 35 personas (23 mujeres y 12 hombres) que habían intentado suicidarse y estaban hospitalizadas en los centros de atención antes mencionados, a consecuencia de la tentativa. Grupo de control: se obtuvo un total de 34 personas (22 mujeres y 12 hombres) igualadas por sexo y edad. A continuación se presentan, en la tabla 1-1, los criterios de selección que se tomaron en cuenta para conformar la muestra. Tabla 1-1. Criterios de selección para conformar la muestra Inclusión Exclusión Grupo experimental Tener un intento de suicidio reciente. Haber sido atendido en una institución de salud a consecuencia de su tentativa suicida. Tener entre 16 y 46 años de edad. Haber sido atendido por lesiones autoinfligidas y estar en condición médica grave por las secuelas de la tentativa suicida. Tener tentativa suicida y síntomas psicóticos. Haber sido atendido por lesiones autoinfligidas sin intencionalidad suicida y no tener un diagnóstico psiquiátrico. Haber consumido drogas ilegales en las últimas 48 horas. Estar embarazada. Grupo de control No haber llevado a cabo intentos de suicidio. Tener entre 16 y 46 años de edad. Contar con un diagnóstico psiquiátrico. No haber concluido con la totalidad de evaluaciones. Padecer enfermedades autoinmunes. Instrumentos de medición Para medir las variables de estudio se empleó una metodología cuantitativa con parámetros endocrinos (ciclo circadiano de cortisol mediante recolección de muestras de saliva en tubos de plástico) e instrumentos de evaluación psicométrica (Inventario de Depresión de Beck, Escala de Riesgo Suicida de Plutchik, Inventario de Ansiedad Rasgo- Estado y Escala de Desesperanza de Beck). Asimismo, se utilizaron parámetros clínicos, familiares y sociodemográficos (estudio SUPRE-MISS de la comunidad). 68 Estudio SUPRE-MISS de la comunidad: fue realizado en 2002 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y tiene como objetivo la evaluación sociodemográfica, sociocultural, familiar, de salud física, médica y psicológica en relación con intento e ideación suicidas. Inventario de Depresión de Beck (BDI): construido por Beck, Rush, Shaw y Emery (1979) con el propósito de medir la sintomatología depresiva. Cuenta con 21 reactivos con múltiples respuestas, las cuales se realizan por medio de autorreporte. Se desarrolló una estandarización mexicana (Jurado, Villegas, Méndez, Rodríguez, Loperena y Varela, 1998) que reportó una consistencia interna de = 0.87. Escala de Desesperanza de Beck (BHS): instrumento creado por Beck, Weissman, Lester y Trexel (1974) que mide, mediante el autorreporte, las actitudes negativas que se tienen sobre el futuro; consta de 20 reactivos con respuesta dicotómica (verdadero y falso). Su fiabilidad reportada se encuentra entre 0.82 y 0.93, con un Alfa de Cronbach de 0.93 (Sánchez, Muela y García, 2014). Escala de Riesgo Suicida de Plutchik (RS): instrumento construido por Plutchik, Van Praag, Conte y Picard (1989) que facilita la identificación de personas que presentan riesgo de suicidio. Evalúa ideación suicida, sentimientos de depresión y desesperanza, así como intentos previos; cuenta con 15 reactivos con respuesta dicotómica (sí y no). Fue estandarizada para la población mexicana por Rubio, Montero, Jáuregui, Villanueva, Casado, Marín y Santo-Domingo (1998), quienes indicaron que cuenta con una consistencia interna de = 0.90 y una fiabilidad de 0.89 Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado (IDARE): fue elaborado en su versión en español por Spielberger y Díaz Guerrero (1975) con el propósito de evaluar la ansiedad en dos dimensiones: como estado (IDARE-E) y como rasgo (IDARE-R). Cada subescala cuenta con 20 reactivos con respuestas en escala Likert de 0 a 4, según la frecuencia. En México se reportó que tenía una consistencia interna de = 0.81 (Zavala y Wettsell, 2007). PROCEDIMIENTO Para iniciar el protocolo de investigación se determinó, primero, y de acuerdo con los criterios de selección de la muestra, quién podía participar en el estudio. Después se explicó a los seleccionados el objetivo del estudio, describiendo su procedimiento y aclarando dudas en caso de que se presentaran. Al aceptar participar, se otorgó a la persona una carta de consentimiento informado, para que la leyera de manera atenta y, de nuevo, aclarar dudas que pudieran surgir. Dicha carta es un requisito que se firma previo al inicio del procedimiento de obtención de datos. Enseguida se explicó a los participantes cómo recolectar muestras de saliva en tubos 69 de plástico. Fueron solicitadas cuatro muestras cada día, durante dos días: al despertar, media hora después de despertar, dos horas después de despertar y por la noche. A continuación se indagó en la historia clínica, se obtuvieron los datos sociodemográficos del participante y se comenzó la aplicación de los instrumentosde evaluación psicométrica. Todas las muestras fueron almacenadas después de su recolección a -10°C hasta su análisis, el cual se realiza por medio de una prueba ELISA (Gould y Stephano, 2005), un kit de inmunoensayo. Finalmente, se agradeció a los participantes su presencia y se obtuvieron los datos de contacto de quienes deseaban conocer los resultados de la investigación. RESULTADOS En términos descriptivos, la diferencia que es posible reportar entre el grupo de participantes con tentativa suicida y el grupo sin intento suicida, con relación a las variables analizadas son: Las personas con intento de suicidio son de mayor edad (M=30.2; rango=16 a 46) que los participantes del grupo control (M=24; rango=20 a 29) (Z=-2.97; p=.003). Las personas con intento de suicidio han cambiado de parejas en su vida con más frecuencia que las del grupo control (p=.0002). No se observaron diferencias en sus creencias religiosas ni en su participación en actividades de esa naturaleza. La percepción de las problemáticas del entorno social es semejante respecto de la pobreza, la vida familiar, los maltratos y la calidad de vida. Las personas con intento de suicidio abusan con mayor frecuencia de drogas ilícitas, pero no de alcohol o tabaco. En la tabla 1-2 se presentan los datos descriptivos generales y sus respectivos porcentajes para ambos grupos de participantes. Tabla 1-2. Datos descriptivos generales de ambos grupos y porcentajes Grupo con intento suicida Grupo de control Mujeres Hombres Grupo Mujeres Hombres Grupo N 23 12 35 22 12 34 Edad 32.55 26.33 30.22 23.73 25.58 24.38 Escolaridad Ninguna 13.04 % 0.00 % 8.57 % 0.00 % 0.00 % 0.00 % Primaria 8.70 % 16.67 % 11.43 % 0.00 % 0.00 % 0.00 % Secundaria 34.78 % 41.67 % 37.14 % 4.55 % 0.00 % 2.94 % Universidad 8.70 % 33.33 % 17.14 % 72.73 % 91.67 % 79.4 % Otra 34.78 % 8.33 % 25.71 % 22.73 % 8.33 % 17.65 % 70 Estado civil Soltero 39.13 % 75.00 % 51.43 % 95.45 % 100.00 % 97.06 % Casado 43.48 % 8.33 % 31.43 % 4.55 % 0.00 % 2.94 % Viudo 0.00 % 0.00 % 0.00 % 0.00 % 0.00 % 0.00 % Divorciado 17.39 % 16.67 % 17.14 % 0.00 % 0.00 % 0.00 % Hijos 1.62 0.42 1.18 -- 0 -- Situación laboral Empleado 86.96 % 91.67 % 88.57 % 95.45 % 100.00 % 97.06 % Desempleado 13.04 % 8.33 % 11.43 % 4.55 % 0.00 % 2.94 % Es religioso Sí 78.26 % 66.67 % 74.29 % 77.27 % 83.33 % 79.41 % No 21.74 % 33.33 % 25.71 % 22.73 % 16.67 % 20.59 % Tabaco Sí 60.87 % 66.67 % 62.86 % 68.18 % 58.33 % 64.71 % No 39.13 % 33.33 % 37.14 % 31.82 % 41.67 % 35.29 % Alcohol Sí 56.52 % 91.67 % 68.57 % 95.45 % 83.33 % 91.18 % No 43.48 % 8.33 % 31.43 % 4.55 % 16.67 % 8.82 % Drogas Sí 26.09 % 75.00 % 42.86 % 54.55 % 41.67 % 50.00 % No 73.91 % 25.00 % 57.14 % 45.45 % 58.33 % 50.00 % Intentos de suicidio Rango 1 a 15 1 a 5 1 a 15 1 1 1 Promedio 5.09 2.75 4.26 1 1 1 Se observaron mayores niveles de cortisol en las personas con tentativa suicida. En particular, en la toma hecha 120 min después del despertar la diferencia fue estadísticamente significativa con la prueba de Mann-Whitney con una p de 0.001, como se puede apreciar en la figura 1-1. 71 Figura 1-1. Ciclo circadiano de cortisol en saliva de ambos grupos de estudio. Se observaron mayores niveles de depresión, ansiedad de estado, ansiedad de rasgo y riesgo suicida en las personas con intento de suicidio en comparación con aquellas sin tentativa, como se puede observar en las figuras 1-2, 1-3 y 1-4. En todas estas pruebas las diferencias fueron estadísticamente significativas con la prueba de U de Mann- Whitney, con una p de 0.000. 72 Figura 1-2. Puntajes promedio del Inventario de Depresión de Beck para ambos grupos. Figura 1-3. Puntajes promedio de ansiedad rasgo y estado del IDARE para ambos grupos. 73 Figura 1-4. Puntajes promedio en la prueba de riesgo suicida en ambos grupos. Con relación al cuestionario SUPRE-MISS, hubo una diferencia estadísticamente significativa en la mayor frecuencia de consumo de alcohol del grupo con intento suicida, con respecto al grupo de control, con una p de 0.03. Un segundo tipo de análisis, en relación con la descripción numérica y visual antes reportada, es la interrelación entre variables, registrada también de forma descriptiva y sin suponer una relación causal entre ellas. Al respecto es posible señalar que: Se observó correlación positiva entre el nivel promedio de cortisol y los puntajes de ansiedad de estado en los participantes con intento de suicidio, pero no así en los participantes del grupo de control. Se observó correlación positiva entre los puntajes del inventario de depresión con el inventario de ansiedad de estado y de rasgo en ambos grupos. De igual manera, se observó correlación positiva en la frecuencia de consumo de tabaco y alcohol en ambos grupos, pero no con el resto de drogas ilegales. DISCUSIÓN En cuanto a las características sociales, se observó mayor violencia en las relaciones de pareja que entablan las personas con tentativa suicida, lo cual es consistente con varios estudios (Devries, Watts, Yoshihama, Kiss, Schraiber, Deyessa, y WHO-Multi-Country- Study-Team, 2011). Incluso en el contexto mexicano, Morfín y Sánchez-Loyo (2015), 74 por ejemplo, identificaron mediante entrevistas a 20 mujeres con intento de suicidio reciente, situaciones de violencia doméstica y el estado afectivo asociado a este tipo de experiencias. En las personas con tentativa suicida se observó hiperactividad en el eje HPA, evidenciada por altos niveles de cortisol dos horas después de despertar. Este dato concuerda con otras investigaciones recientes; Chatzittofis et al. (2013) reportan mayores niveles de cortisol en personas con intento suicida en comparación con una muestra de controles, e incluso mayores niveles en el subgrupo de intento con historia de abuso infantil. Inclusive hay trabajos que registran incremento de cortisol en participantes en el segmento de edad semejante al del estudio aquí expuesto, sobre todo en hombres (Ghaziuddin, King, Welch y Ghaziuddin, 2014) con diagnóstico de depresión mayor, lo que supone un proceso crónico que se considera impacta a la desregulación del eje HPA y, por lo tanto, los niveles de cortisol. En este estudio se hallaron mayores niveles de depresión en el grupo con intento suicida en comparación con el grupo de control, lo cual tuvo correlación con la ansiedad, aun cuando la depresión no tuvo correlación significativa con los niveles de cortisol (es decir, aunque hay cierta relación entre estas variables, en los casos estudiados no alcanzó el nivel de significancia como para generalizar la correlación a la población de la que proviene la muestra tomada). Este dato confirma el planteamiento de que la ansiedad y la depresión son factores de riesgo que forman parte de un proceso temporal crónico altamente interrelacionado (Camacho, 2015). En cuanto a las características clínicas, se identificaron mayores niveles de depresión, ansiedad, riesgo suicida y abuso de drogas ilícitas en las personas suicidas. Los resultados son congruentes con los de otros estudios que consideran la sintomatología depresiva uno de los factores de riesgo más importantes para la aparición de las conductas suicidas (Gómez Restrepo et al., 2002; Jiménez Genchi et al., 1997), riesgo que es mayor cuando los síntomas depresivos son severos (Grunebaum et al., 2005), en particular ante la ocurrencia de un intento de suicidio en el último año (Gómez Restrepo et al., 2002). Los síntomas de ansiedad de moderada a grave se han asociado a las conductas suicidas (es decir, aparecen más en personas con intento, con respecto a las que no lo han intentado, pero sin suponer una relación causal), en particular en la población latinoamericana (Gómez Restrepo et al., 2002; Nock et al., 2008). En poblaciones latinas en EUA se ha señalado que los eventos estresantes se asocian de modo significativo con las conductas suicidas (Fortuna, Joy Pérez, Canino, Sribney y Alegría, 2007) lo que podría estar relacionadocon la ansiedad de estado. En conjunto se ha establecido que en países en vías de desarrollo las conductas suicidas se presentan por la interacción de trastornos del estado de ánimo, trastornos de ansiedad y trastornos de control de impulsos (Nock et al., 2009). Se observó que las personas con intento de suicidio consumen más drogas ilegales. De manera reciente el suicidio ha crecido entre los jóvenes, al mismo tiempo que ha aumentado el abuso de drogas (Jiménez, Mondragón y González-Forteza, 2000). Otros estudios señalan que el consumo de drogas incita a una conducta violenta, entre las 75 cuales está el suicidio (Rodríguez, Fernández, Hernández y Ramírez, 2006). Sólo se observó una correlación positiva entre los niveles de ansiedad y mayores niveles de cortisol en personas con tentativa suicida. La ansiedad se ha relacionado con el riesgo suicida por la incidencia de los sentimientos de tensión y aprehensión, así como por el aumento de la actividad del sistema nervioso autónomo (Guillén-Riquelme y Buela-Casal, 2011). Se ha considerado que la ansiedad de estado podría estar relacionada con intentos suicidas no planeados y, por consecuencia, menos letales (Fidan, Ceyhun y Kirpinar, 2011). En conclusión, en la muestra estudiada se aprecian de forma simultánea factores de riesgo biológicos, psicológicos-psiquiátricos y socioculturales en el grupo de personas con tentativa suicida, en comparación con personas sin padecimientos mentales y sin tentativa suicida. La sinergia de niveles altos de cortisol dos horas después de despertar y por la tarde, así como los mayores puntajes en los instrumentos de depresión, ansiedad y riesgo suicida podrían ser predictores de intento suicida cuando se presentan de manera conjunta en individuos que se mueven en un medio socioeconómicamente bajo y provienen de una familia con disfuncionalidad o poca cohesión, confirmada por el dato de inestabilidad en las relaciones de los participantes. Queda como tarea analizar cómo estos factores interactúan entre sí de manera sincrónica o secuencial temporalmente y cuál de los modelos propuestos ofrece una explicación plausible en el contexto del medio social aquí abordado. El reconocimiento de estos factores de riesgo ofrece la oportunidad de desarrollar estrategias preventivas mediante la detección temprana de sujetos con alto riesgo de intento suicida y con experiencias iniciales del mismo (Hetrick, Parker, Robinson, Hall y Vance, 2011) para interferir el proceso de escalamiento, muy común en estos casos. Existen reportes exitosos de tratamiento psicoterapéutico que modifica los niveles de cortisol y disminuye la ocurrencia de ideaciones suicidas (Hsiao et al., 2014), lo que genera la expectativa fundada de poder modificar el comportamiento suicida a través de intervenciones oportunas. REFERENCIAS Arlaes Nápoles, L., Hernández Sorí, G., Álvarez Concepción, D. y Cañizares García, T. (1998). Conducta suicida: factores de riesgo asociados. Revista Cubana de Medicina General Integral, 14(2), 122-126. Ayuso-Mateos, J., Baca-García, E., Bobes, J., Ginen, J., Ginen, L., Pérez, V., Saiz, P. y Saiz, J. (2012). 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El método utilizado fue el consenso cultural, mediante el análisis de datos recabados por medio de entrevistas semiestructuradas a adultos jóvenes con y sin intento de suicidio. Participaron 34 personas con intento de suicidio reciente, que fueron contactadas a través de los Servicios Médicos Municipales de Guadalajara, Jalisco, el Instituto Jalisciense de Salud Mental y el Hospital Psiquiátrico “San Juan de Dios”; además, intervinieron 33 personas sin antecedentes de intento de suicidio. Se formaron dos grupos: uno con participantes con tentativa suicida reciente y otro integrado por participantes sin antecedentes de suicidio. Entre los resultados se observó que existe consenso cultural respecto el dominio cultural del suicidio en ambos bloques, con una misma estructura semántica y sólo algunas diferencias. En las causas del intento de suicidio destacaron los problemas familiares; en cuanto a lo que sienten, la tristeza tuvo mayor número de menciones; sobre lo que piensan, el no querer vivir presentó mayor frecuencia. En referencia a lo que hacen, planear el suicidio fue lo más mencionado; y sobre la prevención, la ayuda psicológica tuvo una mayor relevancia. Los resultados de esta investigación sugieren un conocimiento compartido acerca del suicidio. Se puede concluirque mostrar la relevancia de estos factores socioculturales vinculados al fenómeno suicida en México podrá ser de utilidad para emprender medidas protectoras. 81 INTRODUCCIÓN El suicidio es un fenómeno multidimensional que tiene diversas explicaciones según el entorno social en el que se presenta, dependiendo de la cultura y los principios morales e ideológicos de la misma (Chávez-Hernández y Leenaars, 2010). Según la Organización Mundial de Salud (OMS) (2014), este comportamiento incluye la ideación suicida, la planificación del suicidio, el intento y, en su caso, el logro. La OMS establece que la conducta suicida se ve determinada por la relación entre lo biológico, lo psicológico, lo social, el ambiente y los factores culturales. Según la OMS, cada año se suicidan aproximadamente 800 000 personas, y se estima que por cada suicidio consumado hay 20 intentos (OMS, 2014). La Secretaría de Salud en México estima que cada año se producen alrededor de 14 000 intentos de suicidio (Secretaría de Salud, 2014). La muerte causada por suicidio ha aumentado de manera constante en México en los últimos 40 años (Borges, Orozco, Benjet y Medina-Mora, 2010). En 2013 se presentaron en el país poco menos de 6 000 suicidios (Inegi, 2015), con mayor tasa de frecuencia en personas entre 15 y 24 años edad (Inegi, 2015). Para la elaboración del presente estudio se partió de una perspectiva que se conoce como psicocultural, en la cual la mediación cultural es el eje que articula diversos procesos relacionados con el comportamiento. La cultura moldea la vivencia humana y a la vez es moldeada por ésta, pues se conoce que las personas se desarrollan en interacción con su contexto sociocultural (Guitart, 2008); por lo tanto, para entender los aspectos psicológicos del ser humano, se debe considerar su contexto, y para entender la cultura se deben considerar los significados y los sentidos construidos en esa cultura. La psicología cultural se interesa en los efectos psicológicos de la internalización de la cultura (García-Borés, 2000). Según Hjelmeland (2010), para entender el suicidio es necesario comprender lo que los individuos de una cultura determinada piensan y expresan respecto de las conductas suicidas y otras conductas asociadas. Desde esta dimensión psicocultural existen diversos estudios que se acercan a la comprensión del suicidio. Algunos de esos trabajos pretenden comprender la influencia de los valores y del cambio cultural en la prevalencia de la conducta suicida de cada país y relacionan las tasas de suicidio con la aceptabilidad social de los comportamientos suicidas. Otros estudios tratan de conocer los significados y los actos suicidas desde la subjetividad de los actores. En las investigaciones sobre valores y cambio cultural asociados al incremento de las tasas de suicidio, se ha señalado que los valores de individualismo, autonomía, racionalidad y secularidad se vinculan con mayores tasas de suicidio, las cuales disminuyen ante valores de igualdad y mayor apego a las creencias religiosas (Lenzi, Colucci y Minas, 2012). La variable cultural más fuertemente asociada a la aceptabilidad del suicidio es la religiosidad y la afiliación religiosa (Stack y Kposowa, 2011a y 2011b; Boyd y Chung, 82 2012; Joe, Romer y Jamieson, 2007; Kamal y Lowenthal, 2002), es decir, a mayor religiosidad hay menor aceptación del suicidio (Boyd y Chung, 2012; Stack y Kposowa, 2011a y 2011b). Los estudios para conocer los significados según los propios participantes han identificado que los profesionales de la salud consideran que no están capacitados para atender a personas con intento suicida. Estos profesionales piensan que la conducta suicida tiene una intención de manipulación, que la atención a las personas suicidas es una molestia y les genera emociones de temor y tristeza (Liégio Matão, Borges Miranda, Faria Campo, De Sousa Borges y Rodrigues Pereira, 2012; Hagaman et al., 2013). Por otro lado, los hombres irlandeses con tentativa suicida viven mucho dolor emocional, tienen dificultad para identificar el estrés y hablar al respecto, y el suicidio es un medio para salir de sus problemas en lugar de hablar o buscar ayuda (Cleary, 2012). Mujeres hindúes adolescentes sienten enojo, decepción, culpa y estrés agudo ante el intento suicida, y lo consideran una forma de expresar su inconformidad por situaciones de violencia física y falta de libertades en su familia (Marecek y Senadheera, 2012). 83 FACTORES PSICOCULTURALES ASOCIADOS AL SUICIDIO El modelo del consenso cultural ha servido como herramienta para identificar, en diversos estudios, factores de riesgo de la conducta suicida. Diversos estudios realizados con población adolescente (García de Alba, Quintanilla, Sánchez-Loyo, Morfín-López y Cruz, 2011; Sánchez-Loyo et al., 2014) se desarrollaron utilizando el modelo del consenso cultural. Estos trabajos tienen en común la identificación de esquemas culturales de conocimiento que se tienen acerca del suicidio. En cuanto a las principales características que comparten los estudios de los que se hará una comparativa y una diferenciación más adelante, destaca que se identificó en adolescentes participantes con intento suicida la estructura semántica del dominio cultural de las causas del intento de suicidio. Se mencionó en primer lugar como causa del suicidio a los “Problemas familiares”; en segundo lugar, “Sentirse solo”. Algunas otras expresiones en la estructura semántica de causas importantes fueron: “No le ponen atención”, “Nadie lo comprende”, “Que lo deje el novio/a” y “Sentir que no lo quieren”. Por lo anterior, el objetivo del presente estudio fue conocer en población adulta joven la estructura semántica de: las causas del suicidio, sentimientos, pensamientos, acciones previas a un intento suicida y la manera de prevenirlo, así como determinar el consenso cultural para un grupo de participantes con intento suicida y otro grupo sin antecedentes, sobre el dominio cultural del intento de suicidio. 84 MÉTODO Participantes Participaron dos grupos: el primero de 33 individuos con intento de suicidio reciente y el segundo de 34 personas sin antecedentes de conducta suicida. Grupo de personas con intento de suicidio En el grupo con intento de suicidio, conformado por 33 participantes, 13 hombres y 20 mujeres, de los cuales nueve contaban con escolaridad primaria, siete con secundaria, cinco con preparatoria y 10 con licenciatura terminada o en curso; de dos participantes se desconoce el dato. La muestra fue integrada por participantes con una edad mínima de 18 años y máxima de 44, con una media de 28 años. De los participantes, 55% expresó haber cometido más de un intento de suicidio; para 13 de ellos era su primer intento; 18 habían tratado al menos dos veces y de dos no hubo datos. El mayor número de intentos reportado por uno de los participantes fue de 12. Los criterios de inclusión para este grupo consistieron en encontrarse conscientes, sin trastornos psicóticos ni adicciones. Algunos integrantes reportaron haber sido diagnosticados con distintos trastornos del afecto, entre ellos depresión y, en menor medida, trastorno límite de la personalidad. Estas entrevistas fueron realizadas en los Servicios Médicos Municipales de Guadalajara, en el Centro de Atención Integral a la Salud Mental, estancia breve, del Instituto Jalisciense de Salud Mental, y en el Hospital Psiquiátrico “San Juan de Dios”. Grupo de personas sin antecedentes de conducta suicida El grupo sin intento suicida fue conformado por 34 participantes, 16 hombres y 18 mujeres, en el mismo rango de edad que el bloque con intento suicida; la edad mínima registrada fue de 18 años y la máxima de 43; la media fue de 26 años. Los integrantes se encontraban en condiciones socioeconómicas similares, con un nivel de escolaridad mínima de primaria en el caso de un participante, predominando el nivel preparatoria en 16 personas, seguido por el nivel secundaria en nueve y ocho más con carrera técnica o licenciatura.
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