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Metodología de lla investigación ssocial Salvador PPerelló OOliver Metodología de la Investigación Social Salvador PERELLÓ OLIVER Metodología de la Investigación Social Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el di- seño de la cubierta, puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electró- nico o mecánico. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titula- res, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. © Copyright by Salvador Perelló Oliver Madrid Editorial DYKINSON, S.L. Meléndez Valdés, 61 - 28015 Madrid Teléfono (+34) 91 544 28 46 - (+34) 91 544 28 69 e-mail: info@dykinson.com http://www.dykinson.es http://www.dykinson.com ISBN: 978-84-9849-792-2 Depósito Legal: M-52019-2009 Preimpresión por: Besing Servicios Gráficos S.L. e-mail: besing@terra.es a Jaime MARTÍN MORENO Índice C a p í t u l o 1 . - Metodología de la investigación social .................13 1.1. La contribución metodológica de los fundadores ........................15 1.2. Institucionalización académica y metodología sociológica ............26 1.3. La institucionalización de la Sociología en España ......................41 1.4. El pluralismo metodológico en la investigación social ..................43 1.5. El debate entre cuantitativismo y cualitativismo ........................49 1.6. La triangulación metodológica ..................................................50 1.7. Filosofía de la ciencia y método científico ...................................53 C a p í t u l o 2 . - La organización de la investigación .................... 63 2.1. Ciencia, método y técnicas en la investigación social ..................65 2.2. La secuencia lógica del método y sus elementos a través de . un ejemplo sencillo ...................................................................71 2.3. Proyecto, diseño y tipos de la investigación social ......................74 2.4. Las fases de la investigación ....................................................81 2.5. La validez de la investigación ....................................................87 2.6. El informe final ........................................................................90 2.7. La ética en la investigación social .............................................91 C a p í t u l o 3 . - Las operaciones de medida y el diseño de la muestra ........................................................ 97 3.1. De la conceptualización a la operacionalización ..........................99 3.2. La medida .............................................................................100 3.3. Variables y escalas ................................................................104 3.4. Validez y fiabilidad de la medida ..............................................109 3.5. La muestra ...........................................................................111 3.6. Tipos de muestreo .................................................................120 10 Índice C a p í t u l o 4 . - El uso de datos secundarios y fuentes documentales ...............................................131 4.1. Concepto y uso ......................................................................133 4.2. Clasificación ..........................................................................135 4.3. Criterios de evaluación ...........................................................139 4.4. Potencialidades y limitaciones del uso de datos secundarios y fuentes documentales .........................................................140 C a p í t u l o 5 . - La encuesta ..................................................145 5.1. Origen ..................................................................................147 5.2. Concepto y uso ......................................................................148 5.4. Fases de una encuesta ...........................................................155 5.5. El cuestionario ......................................................................156 5.6. Formas y tipos de preguntas ..................................................157 5.7. Restricciones y cautelas en el diseño del cuestionario ..............160 5.8. El trabajo de campo ...............................................................163 5.9. Codificación y tabulación ........................................................164 5.10. Potencialidades y limitaciones de la encuesta ........................167 C a p í t u l o 6 . - La entrevista y la historia de vida ....................171 6.1. Concepto y uso de la entrevista ..............................................173 6.2. Tipos de entrevista ................................................................174 6.3. La entrevista en profundidad y sus fases ................................176 6.4. Potencialidades y limitaciones de la entrevista en profundidad .....191 6.5. Concepto y uso de la historia de vida ......................................191 6.6. Caracterización de la historia de vida ......................................193 6.7. El proceso de construcción de la historia de vida .....................194 6.8. Potencialidades y limitaciones de la historia de vida ................ 199 C a p í t u l o 7 . - El grupo de discusión .....................................203 7.1. Concepto y uso del grupo de discusión ....................................205 7.2. Diseño y formación ................................................................209 Índice 11 7.3. El funcionamiento del grupo de discusión ................................213 7.4. Análisis e interpretación ........................................................215 7.5. Potencialidades y limitaciones del grupo de discusión ...............218 C a p í t u l o 8 . - La observación científica ................................221 8.1. Concepto y uso de la observación científica .............................223 8.2. Tipología y modalidades ..........................................................224 8.3. Principios básicos de implementación ......................................228 8.4. Potencialidades y limitaciones de la observación científica ........233 Bibliografía ........................................................................237 C a p í t u l o 1 Metodología de la investigación social Competencias y habilidades a desarrollar: Las competencias y habilidades asociadas al aprendizaje de este tema están relacionadas con el dominio de los fundamentos en los que se asien- ta la metodología científica en el ámbito de la Sociología. El estudiante deberá ser capaz de identificar e interpretar los principios epistemológi- cos a partir de los cuales se articulan los paradigmas metodológicos de la Sociología y las distintas técnicas de investigación. Esquema básico de contenidos: 1.1. La contribución metodológica de los fundadores 1.1.1. Dimensión estructural 1.1.2. Dimensión intersubjetiva 1.2. Institucionalización académica y metodología sociológica 1.2.1. De la Escuela de Chicago al funcionalismo 1.2.2. La teoría crítica y la Escuela de Frankfurt 1.2.3. Del Interaccionismo Simbólico a la Etnometodología 1.3. La institucionalización de la Sociología en España 1.4. El pluralismo metodológico en la investigación social 1.5. El debate entre cuantitativismo y cualitativismo 1.6. La triangulación metodológica Capítulo 1. Metodología de la investigación social 15 1.1. La contribución metodológica de los fundadores Comenzaremos por estudiar las aportaciones metodológicas de los “padres fundadores”, cuya influencia será decisiva para el progreso de la Sociología, “porque sus trabajos intelectuales siguen suministrando enbuena medida ‘modelos de problemas’ y ‘modelos de soluciones’ a la comunidad de sociólogos contemporáneos” (García Ferrando, 1979:40). Por esta razón consideramos ineludible la referencia aquí a estos autores desde el punto de vista de la metodología de las ciencias sociales. Para perfilar sus aportaciones a la metodología sociológica hemos elegido adoptar como guía el esquema interpretativo de la evolución y desarrollo de la teoría sociológica utilizado por Rodríguez Ibáñez (1989:33/36) y sintetizado en dos líneas fundamentales: — Estructural (dimensión gesellschaft): va del positivismo clásico y el evolucionismo a la teoría de sistemas, pasando por Pareto y, sobre todo, por la reformulación sociológica de Durkheim y el funcionalismo. — Intersubjetiva (dimensión gemeinschaft): arranca de movi- mientos no estrictamente sociológicos, como el romanticismo y la propuesta germana de ciencias de la cultura. Encuentra en Weber un refinador sociológico crucial, junto a Tönnies y Simmel, y fluye hacia los representantes de la teoría crítica y de las corrientes fenomenológicas. 1.1.1. Dimensión estructural De las dos dimensiones, la estructural es claramente la predomi- nante en los inicios de la Sociología. Comte (1798-1857) y el positi- vismo, junto a Spencer (1820-1903) y el evolucionismo, serán los que perfilen las primeras aportaciones metodológicas en el ámbito de una Sociología en consolidación. Los postulados metodológicos de Comte están unidos al objetivo de la nueva ciencia: descubrir las leyes fundamentales inherentes a los fenómenos sociales. Para ello propone observarlos a partir de la misma lógica científica con la que se estudian los fenómenos naturales, ana- lizándolos como fenómenos entrelazados integrados en un todo y no como hechos aislados e independientes unos de otros. Comte identificaba tres métodos sociológicos básicos, tres modos fundamentales de hacer investigación social con el fin de obtener un 16 Metodología de la Investigación Social conocimiento empírico del mundo social real. El primero es la obser- vación, si bien rápidamente rechazó las observaciones ateóricas y ais- ladas del mundo social, considerando que debían hacerse guiadas por una teoría previa y, una vez hechas, conectarse con una ley. De hecho, como muestran Elias (1982:39) y Ferraroti (1975:43), para Comte la observación científica debía estar dirigida por una teoría. El segundo método comtiano es la experimentación, pues era prác- ticamente imposible, a su juicio, interferir en los fenómenos sociales e intentar controlarlos. La única excepción posible la constituía un experi- mento natural en el que las consecuencias de algo que sucede en un lugar son observadas y comparadas con las condiciones en lugares en los que ese “algo” no sucede. Al de la experimentación, Comte añade el método de la comparación, que divide en tres subtipos: primero, comparar las sociedades humanas con las de los animales inferiores; segundo, com- parar los diferentes estadios de las sociedades en diferentes zonas del mundo; y tercero, comparar los diferentes estadios de las sociedades en el transcurso del tiempo. Una posible cuarta metodología sería la investi- gación histórica de los distintos estadios consecutivos de la sociedad. En su obra, Comte utilizó casi exclusivamente el método histórico, pese a que con posterioridad se ha planteado la cuestión de si lo utilizó de forma adecuada. Desafortunadamente, sus reflexiones metodológi- cas no quedaron plasmadas en investigaciones empíricas concretas. Todo se limitó a una extraordinaria especulación, aunque de gran re- percusión en el desarrollo ulterior de la Sociología. En todo caso, pese a lo obsoleta que ha quedado gran parte de su obra, “es sorprendentemente contemporánea en lo que se refiere a sus enuncia- dos metodológicos, y de hecho en la actualidad siguen constituyendo los principales métodos de investigación social” (Ritzer, 1993a:115). Spencer, por su parte, fue el máximo exponente de la nueva etapa que se inicia en la Sociología tras el positivismo de Comte. En este perío- do se conjuga la visión estructural/funcional de la sociedad con la visión histórico/evolutiva. A él se debe el primer manual sobre el concepto y el método de la Sociología (El estudio de la Sociología (1873), prefacio, más tarde, del voluminoso Principios de Sociología, publicado en 1876). En su obra Spencer plantea diversas cuestiones metodológicas a tener en cuenta en el ámbito de una Sociología que empezaba a conso- lidarse como ciencia: a) la naturaleza intrínseca de los hechos sociales; b) la imposibilidad de los sociólogos de usar la introspección como mé- todo, a diferencia de los psicólogos; c) la mayor dificultad y compleji- Capítulo 1. Metodología de la investigación social 17 dad de los hechos sociales frente a los naturales; d) la escasa fiabilidad de los datos de las sociedades pasadas y presentes; y e) la necesidad de analizar los fenómenos sociales a través de criterios científicos, aun admitiendo que los sociólogos son humanos que observan fenómenos humanamente creados. Estas reflexiones le llevaron a mostrar que la naturaleza del propio objeto de la Sociología obstaculizaba el avance de la misma, a diferencia de las ciencias naturales. Spencer insistió en que el tipo de relación que los sociólogos mantienen con los hechos es diferente al de los científicos naturales: las emociones de los sociólogos podían llegar a influir sobre los fenómenos sociales o llevarles a formar opiniones sin el suficiente funda- mento. Alertó acerca de la posible aparición de diversos sesgos (educativo, patriótico o antipatriótico, de clase, político, teológico) que afectaban a la metodología y debían ser excluidos de la investigación sociológica. Como indica Ritzer, Spencer “se comprometió principalmente con el estudio comparado de los diferentes estadios por los que habían atra- vesado las sociedades en el curso del tiempo, así como de los diversos tipos de sociedades contemporáneas. La meta de esta investigación era siempre procurar, de un modo inductivo, apoyo para las teorías deriva- das deductivamente de su orientación general. También se interesó por desarrollar generalizaciones empíricas basadas en sus estudios compa- rados y, en especial, evolucionistas” (Ritzer, 1993a:137). Spencer comparte con Comte las nociones de: a) la unidad de la ciencia, puesto que también concibe la Sociología como una ciencia positiva, basada en los principios metodológicos de las ciencias natura- les; b) el concepto de ley científica, en el sentido de que todo fenómeno está sujeto a regularidades y su identificación será el objetivo de todo análisis; c) el holismo, es decir, la comprensión de los hechos sociales como partes de un todo; y d) la restricción del conocimiento a la expe- riencia, a lo observable. Pareto (1848-1923) propugnará, en su Tratado de Sociología General de 1916, que nada de lo que sobrepasa el ámbito de la experiencia pue- de ocupar un lugar en la ciencia. La Sociología se constituye, de este modo, como una ciencia empírica, inductiva y lógico/experimental, en la que debe imperar la neutralidad valorativa (al menos desde un pun- to de vista metodológico). Para Timasheff (1974:203/204), el punto de vista de Pareto sobre la Sociología se caracteriza ante todo por su in- sistencia en el carácter científico (empírico) de esta disciplina. Indica que la Sociología debía emplear un método “empírico/experimental”, basado totalmente en la observación y la inferencia lógica. En su opi- 18 Metodología de la Investigación Social nión, el mundo experimental (observable) consiste en cosas y relacio- nes que pueden ser percibidas por los órganos de los sentidos y que, en consecuencia, pueden medirse. Como señala Lucas Marín (1986:151), el pasado científico del autor le llevó a una clara toma de posición posi- tivista, siguiendo los pasos de Comte y Spencer, a los que criticó por su progresivo abandono del positivismo.Para Pareto, según Zeitlin (1970:184/185), la conducta humana abar- caba dos ámbitos autónomos y excluyentes: el de la ciencia y la lógica por una parte, y el del sentimiento por otra, sentimiento que consideraba una fuerza fundamental y predominante en la sociedad. La ciencia y la lógica suponían la observación y la experiencia objetiva en las que se basaba la “verdad”, mientras que en el ámbito sentimental o “no lógico experimen- tal” (alógico) operaba otro tipo de “razonamiento”. Las teorías científicas serían “lógico/experimentales”, mientras que las “no lógico experimenta- les” agregarían algo a la experiencia y tratarían de dominar los “hechos”. Con Durkheim (1958-1917) se establecen con más firmeza los fun- damentos esenciales del método científico aplicado a los fenómenos sociales. Según García Ferrando (1979), una de las cualidades más no- tables de Durkheim como científico fue su capacidad para desarrollar de una manera continuada los criterios de una ciencia social y los atri- butos del campo de la Sociología. Para identificar una ciencia genuina es preciso que se cumplan dos criterios empíricos: la existencia de tipos o clases y la existencia de regula- ridades que permitan a la ciencia formular principios generales o leyes. Para Durkheim, la tarea de las ciencias sociales era descubrir aque- llas uniformidades y regularidades de la conducta humana que no son accidentales, sirviéndose de analogías con las ciencias naturales como método de investigación y tipos de explicación para analizar la organi- zación interna de las entidades que estudia. Con todo, el método que buscaba no lo hallaba definido en su época. La tarea que se asignó, por tanto, fue la de escribir un tratado metodológico que se ocupara de los siguientes puntos específicos: a) las precauciones que deben adoptarse en la observación de los hechos sociales; b) el modo de plantear los principales problemas; c) el sentido que debía imprimirse a las investigaciones; d) las prácticas especiales que permitirían obtener resultados de dichas investigaciones; y e) las reglas que debían presidir la realización de las pruebas. Capítulo 1. Metodología de la investigación social 19 La obra de Durkheim sobre metodología es una reflexión sobre su propia práctica investigadora y la de sus predecesores. Publica en 1895 Las Reglas del Método Sociológico. En esta obra se articula su visión del método y objeto de la Sociología. La propuesta más característica de esta obra es la concepción de la sociedad como una suma de he- chos que han de analizarse como cosas externas. Intenta separar lo más nítidamente posible lo social de lo individual, lo sociológico de lo psicológico, tratando de definir el hecho social y de reflexionar sobre su tratamiento científico. En su opinión, el estudio de la realidad social debería incluir dos tipos de análisis: el causal y el funcional. Si se quiere explicar un hecho social, primero hay que buscar su causa, definir el fenómeno social que le ante- cede para, a continuación, indagar la función que cumple en el sistema social (su utilidad). El método idóneo es el comparativo, “el único que con- viene a la Sociología” (Durkheim, 1972:133). Sólo podremos descubrir lo que es específico de una sociedad y lo que es común a la humanidad si comparamos los mismos fenómenos en diferentes sociedades. Pero, sin duda, el gran mérito del autor lo constituye el haber apli- cado de forma coherente las reglas del método que propone a investi- gaciones concretas: El suicidio (1897) y Las formas elementales de la vida religiosa (1912). En El suicidio trata de demostrar que los hechos sociales analiza- dos como cosas se reflejan en los datos estadísticos. Esta obra anali- za el fenómeno del suicidio a partir de una progresiva incorporación de variables. La metodología del análisis multivariante se aprecia con mayor claridad cuando la relación entre variable dependiente e inde- pendiente se “elabora” con la introducción de una tercera variable. Es decir, la explicación, la interpretación y la especificación son utilizadas en El suicidio, lo que demuestra que Durkheim se percató de su lugar central en la investigación empírica. Así, en Las reglas del método, afir- ma que la relación entre dos variables “puede no deberse al hecho de que un fenómeno sea la causa de otro, sino al hecho de que ambos son los efectos de la misma causa o, de otra manera, que existe entre ellos un tercer fenómeno, interpuesto pero no percibido, que es el efecto del primero y la causa del segundo” (Durkheim, 1978:130). Esta obra no sólo es un ejemplo para la moderna investigación em- pírica, sino una muestra de la aplicación de la lógica de la ciencia en la Sociología. Se plantea un problema, en función de una teoría y una hipótesis anterior, y después se trata de interpretar el concepto (suici- dio) en términos de fenómenos sobre los que pudieran realizarse las 20 Metodología de la Investigación Social observaciones. De hecho, “Durkheim acepta el criterio empirista de va- lidación por el cual una teoría debe ser probada y contrastada con los hechos perceptibles de la vida social” (Solé, 1986:106). Así, Durkheim usó la escala de proporciones del recuento; las es- calas nominales de afiliación religiosa, de sexo, nacionalidad, etc.; la escala de intervalos del calendario anual; y la escala ordinal del esta- tus matrimonial. Los instrumentos que utilizó para realizar las obser- vaciones fueron documentos oficiales y trabajos publicados por otros (análisis de datos secundarios). El muestreo de los suicidios lo hizo en base a las estadísticas referentes a unos años dados del siglo XIX en di- versas regiones europeas, según la edad, sexo, etc. Los datos reunidos le permitieron realizar algunas generalizaciones empíricas que fueron transformadas en teoría a través de la formación de conceptos y pro- posiciones y la posterior ordenación de estas últimas en un lenguaje común de causa y efecto. La teoría, obtenida por la ordenación de las proposiciones, permitió a Durkheim deducir, interpretar y finalmente contrastar varias hipótesis. Con todo, a juicio de García Ferrando (1979:59), quizá la idea metodológica durkheimiana que ha tenido mayor importancia para la Sociología moderna ha sido la relativa al concepto de función. Así, para Durkheim, no se pueden comprender y describir adecuadamente los hechos sociales a través de la simple descripción de su forma o uso manifiesto, pues la función de un hecho social debe buscarse siempre en la relación que mantiene con cierto fin social. De este modo, supo articular el análisis causal con el análisis funcional, sin perder de vista el sistema de valores existente en una sociedad. En definitiva: “la obra de Durkheim posee una cualidad que pocas otras obras so- ciológicas tienen. La de mostrar que la investigación empírica sólo es útil cuando viene guiada por una teoría bien establecida. El mensaje del paradigma durkheimiano, [...] bien puede ser el siguiente: la meto- dología sólo es útil en tanto que nace de las necesidades de una teoría, y la teoría es tanto más provechosa cuanto más verificada y refinada esté por la investigación empírica”. (García Ferrando, 1979:60). 1.1.2. Dimensión intersubjetiva Iniciaremos esta segunda dimensión haciendo una breve referen- cia a las aportaciones metodológicas de Tönnies, revisando más dete- nidamente las realizadas por Weber y finalizando con la contribución aportada por Simmel a la metodología. Capítulo 1. Metodología de la investigación social 21 Tönnies llevó a cabo distintos estudios empíricos, de excelente cali- dad, sobre conducta desviada y suicidio, y escribió brillantes informes acerca de ellos. De hecho sugirió que la Sociología descriptiva se lla- mara sociografía, palabra que en su tiempo no tuvo aceptación pero que actualmente se suele usar bastante para denominar un tipo espe- cial de estudio práctico cuantitativo (Timasheff, 1974:129). Tönnies destaca, entre otrascosas, por su defensa de la aplica- ción de métodos empíricos a la realidad social, lo que apelaría a una Sociología empírica en contacto directo con un sistema de conceptos o tipos ideales situados en la teoría sociológica, y necesarios para la des- cripción y comprensión de la realidad empírica. Por su parte, Weber (1864-1920), a diferencia de Durkheim, arran- ca de la distinción propuesta por Dilthey (1833-1911) entre ciencias naturales y ciencias del espíritu. Las primeras se centran en la obser- vación de las manifestaciones externas de los fenómenos naturales, en tanto que las segundas se dedican a la interpretación del significado y el sentido de la acción humana. Esta interpretación es posible gracias a un proceso de compresión (verstehen) que no es otra cosa que ponerse en el lugar del otro. Por lo que se refiere a sus aportaciones metodológicas, Rodríguez Ibáñez destaca que “parece como si las propuestas de Weber hubieran sido escritas refutando las posiciones de Durkheim. Si Durkheim plan- tea una sociedad como realidad superior distinta a la suma de los indi- viduos, una Sociología como ciencia objetiva de los hechos sociales, la causalidad lineal y modelos tipológicos derivados por vía de inducción empírica, Weber opone una concepción sociológica basada en los pila- res del sustrato intersubjetivo, la caracterización de la sociedad como acción portadora de sentido y la causalidad entendida inseparablemente de la comprensión (verstehen) del sentido. Durkheim conserva el método científico, aunque adaptándolo a una realidad social que denomina sui generis. Por el contrario, Weber, en la creencia de que la sociedad es tan especial que no admite su inclusión en el campo del conocimiento cien- tífico/natural, elaborará un nuevo método que pueda captar lo específico del acontecer social” (Rodríguez Ibáñez, 1992:105). Frente a la tradición positivista, la posición weberiana se caracte- riza por: a) el rechazo del positivismo, porque los fenómenos sociales son irrepetibles; b) la peculiar relación que se establece entre el sujeto investiga- dor y el objeto de conocimiento; y 22 Metodología de la Investigación Social c) la defensa de que los actores sociales actúan en tanto en cuanto están inmersos en un medio social cargado de significados. Por ello el problema metodológico que plantea Weber se centra en la captación de la acción social, estableciendo una ciencia de la com- prensión que “constituye un claro ejemplo de cómo una concepción general sobre la Sociología determina una metodología específica de aproximación a la realidad” (Hernández, 1986:279/280). No obstante, y por lo que se refiere al trabajo más netamente em- pírico, Weber realizó tres investigaciones sobre las condiciones de tra- bajo de obreros agrícolas e industriales —el primero data de 1892 y lo titula La situación de los obreros de la industria textil en Alemania al este del Elba—, sirviéndose de cuestionarios y observación directa. Utilizó asimismo una perspectiva estadística relativamente moderna, tratando cuantitativamente datos cualitativos. En todo este trabajo mostró su inte- rés por las técnicas cuantitativas, pero nunca llegó a mostrar una actitud definida sobre el valor de los métodos cuantitativos (García Ferrando, 1979:61). El interés de Weber por las encuestas sociales es evidente, pero combinadas con una perspectiva histórica. En uno de sus trabajos de cuestionarios dejó bien claro su interés metodológico por dos temas: la elección de informantes y la mejora del diseño del cuestionario. Un elemento central en los planteamientos metodológicos de Weber es el uso de tipos ideales. Weber no creó el tipo ideal, que heredó de Marx (1818-1883), pero sí que lo adoptó y explotó puesto que le interesaba desplazarse del tipo a la realidad empírica para luego volver al tipo, modificándolo de acuerdo con esa realidad (Zeitlin, 1970:135/136). Weber, señala Cea (1998:28), define el tipo ideal como el “interés de la época”, expresado en forma de construcción teórica. No se extrae de la realidad empírica, sino que se construye como un esquema teó- rico. Considera que la construcción de tipos ideales abstractos no in- teresa como fin, sino exclusivamente como medio y cuya utilidad sirva como patrón de referencia para comparar con él la realidad empírica. Puntualiza que el fin de la formación de conceptos de tipo ideal consis- te en comprender la motivación de los actores (Weber, 1977:64). Weber utiliza los tipos ideales en dos sentidos: por una parte, todos los conceptos científicos y teorías son tipos ideales; por otra, los utiliza de una manera muy específica al referirse a los conceptos de relevan- cia valorativa implicados en la distinción de complejos particulares de sentido (García Ferrando, 1979:70). En esta línea es donde Weber afir- ma la necesidad para la Sociología de poseer un campo de investiga- Capítulo 1. Metodología de la investigación social 23 ción propio y de utilizar los conceptos típico/ideales de forma distinta a la historiografía. Centra su atención en el aspecto cualitativo de los hechos sociales y cuestiona la aplicación que del concepto de ley se ha hecho, tanto en las ciencias naturales como en las sociales, afirmando que el estable- cimiento de leyes no constituye el objeto de la ciencia, sino una fase previa al conocimiento que aspiramos. Cuatro serían los pasos a seguir en la adquisición de conocimiento: 1. Fijar conceptos y establecer regularidades. 2. Agrupar causas posibles en cada caso y momento histórico de- terminado, señalando su importancia y a qué se debe. 3. Remontarnos al pasado para ofrecer una explicación histórica de las distintas particularidades de tales agrupaciones. 4. Evaluar las posibles constelaciones de factores en el futuro. De igual modo, Weber no acepta el principio de la causalidad: “el conocimiento de unas leyes de la causalidad no puede constituir el fin, sino el medio de estudio” (Weber, 1977:45). Simmel es otro de los referentes básicos en el ámbito esa dimensión intersubjetiva de la Sociología. A juicio de Lucas Marín (1986:150), la fuerte formación filosófica de Simmel le hizo inclinarse por el estudio de las formas puras de socialización, prescindiendo en muchas ocasio- nes de la investigación empírica, en la creencia de que era suficiente con la observación ordinaria. Con todo, Simmel entendía que la Sociología debía someterse a métodos científicos, ya que debe descubrir leyes sociales, esto es, regu- laridades concernientes a las formas de organización social. Utilizaba el método comparativo aunque en un sentido completamente distin- to del que daban a esta palabra los evolucionistas de la tradición de Spencer. Se puede hablar de un Simmel metodólogo del nivel “macro”, defensor de una causación histórica dual, —a partes iguales cultural y material—, pero no partidario de ninguno de esos dos polos. Sin em- bargo, su originalidad metodológica aparecería en el nivel “micro”. En concreto, en su teoría de los a priori sociológicos, lo que le confiere la paternidad de un ámbito específico de mediación entre lo individual y lo colectivo, el cual será desarrollado posteriormente por ciertas escue- las sociológicas que llegan hasta nuestros días. Estos a priori constitu- yen los cimientos metodológicos en los que hace descansar la arquitec- tura de un modelo intersubjetivo y normativo/formal a partes iguales (Rodríguez Ibáñez, 1992:156/160). 24 Metodología de la Investigación Social Su huella metodológica puede rastrearse en el interaccionismo simbólico, la etnometodología, la Sociología inspirada por la “ciencia cognitiva”, el enfoque dramatúrgico de Goffman y la teoría microsocial del conflicto de Coser y Rex. Siguiendo a Cea (1998:31), vamos a resumir las características más sobresalientes, en los aspectos metodológicos, de las dos dimensiones (estructural e intersubjetiva) que hemos venido utilizando: Cuadro 1.1. Las dos dimensiones de la realidad socialDimensión estructural Dimensión intersubjetiva Analogía metodológica ciencias socia- les con ciencias naturales: unidad de la ciencia. Diferenciación ciencias sociales de las ciencias naturales: singularidad de su ob- jeto y método de conocimiento. Búsqueda de regularidades objetivas de los fenómenos sociales: identificación de leyes universales. Análisis de lo individual y concreto. Énfasis en la variedad y especificidad de las sociedades humanas y de sus mani- festaciones culturales. Descripción y explicación de los hechos sociales como elementos integrantes de la sociedad global. Interesan los aspec- tos cuantitativos. Comprensión o interpretación de los agentes internos de la acción social. Destacan los aspectos cualitativos. Énfasis en la cohesión estructural. Se centra en la actividad intersubjetiva, concediendo gran importancia a la his- toria (a la condicionalidad histórica y su significado cultural). Positivismo, evolucionismo, funcionalis- mo, teoría de sistemas. Romanticismo, historicismo, escuela neo kantiana, fenomenología, interaccionismo simbólico, etnometodología. Fuente: Cea (1998, 31). Como se recordará, en la propuesta de Rodríguez Ibáñez de las dos dimensiones (estructural e intersubjetiva), se constataba que ambas lí- neas no fluían puras a lo largo del tiempo, al contrario, se abrían entre sí y, de hecho, incluían momentos en que el diálogo adquiría vocación de complementación dialéctica. Uno de esos grandes momentos lo re- presenta la obra de Marx. Capítulo 1. Metodología de la investigación social 25 Entre las dos dimensiones se encuentra la aportación metodoló- gica de Marx. Éste adoptó el modo dialéctico de la lógica de Hegel, pero aplicándolo, no al mundo de las ideas, sino al mundo material, creando el materialismo dialéctico, que, a grandes rasgos, consiste en fijar las leyes que regulan los fenómenos sociales y, al mismo tiempo, enfatizar la perspectiva histórica. Este enfoque dialéctico, en opinión de Ritzer, “es lo que da relevancia a la obra de Marx para la Sociología, aún cuando sea muy diferente del modo de pensar que utilizan la ma- yoría de los sociólogos” (Ritzer, 1993a:169). Dos características básicas del análisis dialéctico distinguen el pensamiento de Marx de la mayor parte del pensamiento sociológico. En primer lugar, no contempla la relación causa/efecto como unidi- reccional, de modo que, cuando se habla de causalidad, se refiere a las relaciones recíprocas entre los factores sociales, así como a la totalidad dialéctica de la vida social en la que se producen. En segundo lugar, señala que los valores sociales no sólo son inseparables de los hechos sociales, sino que además se hallan entretejidos en ellos. Marx propone romper los esquemas materialistas y espiritualistas, devolviendo a los actores singulares y colectivos del devenir su digni- dad perdida, en una dialéctica que integre los polos estructural e inter- subjetivo (Rodríguez Ibáñez, 1989:77). Su interés no se centra sólo en la relación entre los fenómenos so- ciales contemporáneos, sino también en la relación con los fenómenos sociales pasados y su proyección hacia el futuro. Se hace evidente que Marx, a lo largo de su obra, trabajaba de acuerdo con este modelo que enfatiza la perspectiva histórica, preocupándose, asimismo, por la inte- racción entre los principales niveles del análisis social, por la relación entre las personas y las grandes estructuras creadas por ellas (Ritzer, 1993a:169-175). Así, más allá de la teorización metodológica, Marx destacaba el pa- pel de la observación empírica, y se mostró muy interesado por las inves- tigaciones sociales objetivas. De hecho, en 1880 proyectó una Enqûete ouvrière entre los obreros franceses, haciéndoles un llamamiento para que contestaran al cuestionario, y afirmando que sólo ellos podrían ex- presar con conocimiento de causa los males que soportaban. Pero, como ya se ha señalado, la manera de utilizar la dialéctica como instrumento de análisis y no como instrumento de avance espe- culativo es una de las principales peculiaridades del método sociológi- co de Marx. En Hegel, “los tres momentos dialécticos de la manifesta- 26 Metodología de la Investigación Social ción de la idea —tesis, antítesis, síntesis— son totalidades unitarias y simples, mientras que en Marx se trata de tres momentos complejos: tesis, antítesis y síntesis contienen en su seno toda una serie de fuerzas en relación asimismo dialéctica” (García Ferrando, 1979:48). 1.2. Institucionalización académica y metodología sociológica El proceso de institucionalización académica de la Sociología va de la mano del proceso de integración entre la tradición teórica y la expan- sión de la Sociología aplicada, en la que Estados Unidos adquiere un especial protagonismo. Tal y como señala Cea (1998:32), la situación eu- ropea a comienzos del siglo XX era muy desigual. En Francia, Inglaterra y Alemania, los acontecimientos llevan a una institucionalización hete- rogénea marcada por una cierta animadversión hacia las indagaciones empíricas y por una preeminencia de los desarrollos teóricos. La llegada del nazismo al poder supuso la paralización de la obra del Círculo de Viena y la Escuela de Frankfurt, y Estados Unidos se convirtió en el país de acogida de la mayoría de los herederos de la tra- dición sociológica alemana. Esa realidad, junto al dinamismo que en el ámbito de la Sociología aplicada tenía Estados Unidos, convirtió a ese país en el centro de la Sociología mundial. El desarrollo de la Sociología aplicada en Estados Unidos se expli- ca, según Shils (1971), por el asociacionismo voluntario americano y su capacidad económica para financiar programas de investigación so- cial empírica, junto a la creación de nuevas universidades. En ellas, el establecimiento de departamentos de Sociología no encuentra la fuerte oposición de las disciplinas “clásicas”, como sucedía en las universida- des europeas. 1.2.1. De la Escuela de Chicago al funcionalismo En este apartado vamos a reseñar las aportaciones metodológicas que se desarrollaron dentro del marco de la institucionalización de la Sociología norteamericana y que tiene como claros exponentes, en un primer momento, los trabajos realizados bajo el rótulo de la Escuela de Chicago —con importantes desarrollos y aplicaciones metodológi- cas— y en un segundo momento, el auge del funcionalismo. Ambos suponen un gran avance en la investigación tanto de tipo cualitativo como cuantitativo. Capítulo 1. Metodología de la investigación social 27 El primer curso que lleva el nombre de Sociología lo promovió Sumner en la Universidad de Yale en 1878. No obstante, fue Albion Small quien en 1893 ocupa la primera Cátedra de Sociología en la Universidad de Chicago, y es este departamento el germen de la llama- da Escuela de Chicago. En este contexto surgen los primeros esfuerzos por integrar la tra- dición teórica con el desarrollo de una emergente Sociología aplica- da. Thomas y Znaniecki, con su obra El campesino polaco en Europa y América (1918-1920), impulsaron ese reto introduciendo nuevas técni- cas de recogida y análisis de datos, como la recopilación y el análisis de documentos personales, poco habituales tradición empírica socioló- gica. Efectivamente, los autores se basaron en una gran diversidad de fuentes de datos (cartas, archivos de prensa, parroquiales, de organiza- ciones de ayuda a inmigrantes polacos, autobiografía) que han hecho que esta investigación se convierta en pionera en cuanto a la aplicación del método biográfico. A partir de la senda marcada por esta investigación se encuentran los trabajos desarrollados posteriormente en el seno de la Escuela de Chicago. Su primer referente fue Park, que desarrolló una serie de in- vestigaciones centradas en la relación entre entorno urbano y la orga- nización e interacción social. Fueron muy diversas las investigaciones realizadas bajo la cober- tura de la mencionada Escuela de Chicago.Destacaron The Gang, de Tharsher; The Jack Roller y Brothers in Crime, de Shaw; y The Ghetto, de Wirth. Todas ellas fueron publicadas en las Chicago Sociological Series o en la revista The American Journal of Sociology. El denomi- nador común de todos estos trabajos era la metodología aplicada, basada principalmente en la técnica de la observación participante. Complementariamente se analizaba una larga lista de fuentes de datos secundarios y documentales (informes municipales, de tribunales de justicia, censos, documentos privados, etc.). Ya se empezaba a poner de manifiesto el uso triangulado tanto de técnicas cuantitativas como de técnicas cualitativas. En estrategias metodológicas aplicadas en las investigaciones realizadas por Robert y Helen tituladas Lind Middletown (1929) y Middletown in Transition (1937) se complementa la observación par- ticipante con otras técnicas cualitativas y cuantitativas (entrevistas abiertas a partir de guiones y estructuradas administradas con cues- tionarios). En la misma línea de integración metodológica está la se- rie Yankee City (1941/1959) de Warner, que igualmente reúne una gran 28 Metodología de la Investigación Social cantidad de información de diferentes fuentes: observación partici- pante, documentos oficiales, periódicos, diarios personales y estudios de casos particulares. La obra de Whyte, Street Corner Society (1943), significó la culminación de la técnica de observación participante en la investigación social. El autor, a diferencia de otras investigaciones, únicamente utilizó la observación participante como técnica de recogi- da de información. Como señala Cea (1998:37), tras la llegada a Estados Unidos de algunos miembros del Círculo de Viena, que huían de la persecución nazi, la Sociología dominante hasta ese momento cambia de rumbo. La confluencia del positivismo lógico del Círculo de Viena con el prag- matismo americano, junto a las críticas manifestadas contra la meto- dología cualitativa, supuso el fin del dominio de la Escuela de Chicago y el auge de la metodología cuantitativa. Fue en la Universidad de Columbia, con sociólogos como Merton y Lazarsfeld, donde según Shils (1971:159) “la tradición teórica y empí- rica se aproximaron más que en otro lugar, pero sin llegar a producir- se, tampoco, una integración total”. Se inicia así el desarrollo y auge de la metodología cuantitativa gracias a las aportaciones de matemáticos como Pearson, Poincaré, Dewey y Thurstone, cuyas obras, como bien recuerda García Ferrando (1979:79), “representan un punto de inflexión significativo en el desarrollo de la Sociología empírica contemporánea”. La aportación metodológica del funcionalismo, fundamentalmente a través de las obras de Parsons y Merton, se encuentra dominada en un primer momento (segunda generación de sociólogos norteamericanos) por el empirismo, y en un segundo y más reciente momento por térmi- nos como “análisis estructural/funcional” (Lucas Marín, 1986:155). La idea motriz del estructural/funcionalismo, según Rodríguez Ibáñez (1989:163/169), defiende que el estudio de la sociedad es más completo si en los diseños del mismo se extiende “hacia adelante” el espectro de las cadenas causales con las que opera habitualmente la ciencia. Por ello, posiblemente el mayor precedente de esta corriente fuera Durkheim, quien en Las reglas del método sociológico, recomen- daba estudiar los hechos sociales a tenor tanto de las causas que los producen como de los resultados que proyectan sobre la sociedad. Con todo, del funcionalismo salió su superación sistémica, consistente en no limitarse a “ampliar hacia adelante” el ámbito causal; antes bien, contempla a la tríada causa/efecto/resultado del efecto, no de forma lineal, sino como proceso circular, cuya iniciación puede corresponder a cualquiera de los tres estadios. Capítulo 1. Metodología de la investigación social 29 Parsons elaboró, a partir de su teoría de la acción, una orientación de tipo micro, pero, con los años, el acto unidad y el voluntarismo se desvanecieron de su teoría, así como la teoría de la acción. En su lugar se desarrolló una teoría estructural/funcional en la que los actores no actuaban de una manera voluntarista, sino básicamente constreñidos por las estructuras sociales y la cultura, lo que representaba una apues- ta por una opción claramente macrosociológica (Ritzer, 1993a: 421). La opción metodológica de Parsons puede derivarse por el méto- do hipotético/deductivo y la transcendental importancia de la cons- trucción de teorías. De hecho la preocupación de este autor se cen- traba en facilitar la descripción, el análisis y la investigación empírica (Timasheff, 1974: 302). Pero quizá sea Beltrán quien más nos puede aportar sobre las impli- caciones metodológicas de la obra de Parsons. Para Beltrán es en La es- tructura de la acción social (1937) donde Parsons formula una especie de filosofía de la ciencia de cuyos postulados no se separaría posteriormen- te. La construcción parsoniana aportaría varias proposiciones epistemo- lógicas (realismo, estructuralismo, relación teoría/realidad, limitaciones del conocimiento científico y parcialidad de éste último). En segundo lugar, existiría un grupo de proposiciones acerca de la ciencia empírica (desarrollo teórico de la ciencia, concepto de teoría, la teoría como siste- ma cerrado, teoría e investigación, los hechos, ciencia y filosofía). El tercer grupo de proposiciones llamadas sistémicas se referiría a las propiedades emergentes de los sistemas, la divisibilidad del objeto como condición de la ciencia y el carácter abstracto de las partes o unidades. En cuarto lugar, estarían las proposiciones alusivas al con- cepto parsoniano de sistema teórico (elementos de un sistema teórico, pluralidad de sistemas teóricos, fenómenos versus sistemas, variables y constantes y base empírica versus base analítica). Un quinto grupo atendería a la clasificación de las ciencias (ciencias de la cultura y cien- cias analíticas empíricas, ciencias naturales y ciencias de la acción), y por último se referiría a aquellas proposiciones que es posible aislar acerca de la Sociología (definición de Sociología, Sociología e histo- ria, Sociología y positivismo, Sociología e idealismo y la medición en Sociología), (Beltrán, 1988:240/262). Pero si Parsons es un positivista que toma como modelo las cien- cias de la naturaleza, ello implica una determinada concepción de las relaciones entre teoría y realidad y una necesidad de verificar la teoría acudiendo a su contrastación con los hechos. En realidad, Parsons uti- liza el término “empírico” en dos sentidos diferentes: de acuerdo con el 30 Metodología de la Investigación Social primero, se refiere a la observación de fenómenos sociales, a la consta- tación de hechos y verificación de teorías; de acuerdo con el segundo, se refiere a la afirmación de que sólo un único y determinado sistema teórico sea capaz de dar cuenta de la realidad (Beltrán, 1988:255). En cuanto a Merton, revisó la aportación metodológica parsonia- na, en el sentido de afirmar que los postulados funcionales se funda- mentaban sobre supuestos no empíricos basados en sistemas teóricos abstractos. A su juicio, la responsabilidad del sociólogo era examinar empíricamente cada uno de esos supuestos. De hecho, tal y como señalan Ritzer (1993b:129) y Wallace y Wolf (1985:71/74), la creencia de Merton en que la verificación empírica, no los supuestos teóricos, era crucial para el análisis funcional, le condujo a desarrollar su “paradigma” del análisis funcional como guía para la interpretación de la teoría y la investigación. Esto conectaría con una de las principales críticas lógico/metodológicas efectuadas al estructural/ funcionalismo, al que reprocha la ambigüedad general de sus conceptos, pero, sobre todo, el pretender analizar sistemas sociales abstractos en lugar de sociedades reales. Entre otras críticas específicamente metodo- lógicas, se incluyetambién la cuestión de si existen métodos adecuados para los temas que preocupan al estructural/funcionalismo. También le reprocha que como teoría dificulta el análisis comparado. Pero continuando con las aportaciones de Merton, para Beltrán el concepto de estructura sostenido por él no se confina a un nivel analí- tico, sino que debe enfrentarse sucesivamente con los fenómenos que se dan en los niveles micro y macro, desarrollando herramientas con- ceptuales y metodológicas que sean capaces de conectarlos (Beltrán, 1988:233). Además, y diferenciándose de Parsons, Merton entiende que las ciencias naturales no pueden ser para las sociales más que una mera referencia provisional en espera de que, a largo plazo, se alcance una teoría unificada, por una simple cuestión de diferencia de madu- rez entre ambos tipos de ciencia. Los procedimientos se pueden utilizar para aplicar y comprobar hipótesis funcionales, y en tal sentido apunta al experimento mental, al método comparativo en el plano cuantitativo y cualitativo, y a la ob- servación y análisis de las consecuencias de desórdenes. Estos métodos han sido señalados con gran eficacia por Merton en su Teoría y estruc- tura sociales (Timasheff, 1974:286). De las investigaciones realizadas bajo la influencia del operaciona- lismo y del positivismo instrumental, podemos destacar, por su apor- Capítulo 1. Metodología de la investigación social 31 tación metodológica, la obra de Lazarsfeld y Berelson The People’s Choice: How the Voter Makes Up His Mind in a Presidential Compaing (1944), que introduce los estudios panel en investigación social, pasan- do tres veces un cuestionario a una muestra de electores, en tres mo- mentos distintos. Asimismo, utilizaron tres muestras como grupos de control para comprobar los efectos de aplicar varias veces el mismo cuestionario a la muestra principal. Después de lo tratado, pueden ser clarificados algunos aspectos de la práctica metodológica estructural/funcionalista con las reflexiones de García Ferrando sobre los puntos fundamentales de la teoría y el método de la Sociología neopositiva: 1. Reconocimiento de que todo conocimiento científico es teorético. 2. Toda teoría comporta un cierto grado de abstracción de los he- chos concretos. 3. La definición pasa de ser creativa a ser operativa y, para evitar los posibles abusos de ésta última, se convierte en constructiva. 4. La teoría se convierte en una actividad basada en la formación de cuadros analíticos de referencia y de formación de conceptos. 5. El razonamiento sustantivo va siempre acompañado del razo- namiento metodológico. 6. De una objetividad referente al objeto se pasa a una objetividad concerniente al método. 7. En el interior de este universo, la especialización y la división del trabajo propician el desarrollo de sus propios aparatos con- ceptuales y de sus propios cuerpos de teoría. 8. El ideal de la ciencia se convierte en el logro de una interco- nexión sistemática entre las proposiciones de la teoría analíti- ca. (García Ferrando 1979:88/89). 1.2.2. La teoría crítica y la Escuela de Frankfurt. A principios de los años sesenta, tal y como señala Cea (1998:37), el funcionalismo pierde la hegemonía entre las nuevas generaciones de sociólogos y surgen nuevas perspectivas de la realidad social, a la par que renacen viejas teorías. Los espectaculares avances producidos por la metodología cuanti- tativa gracias a la aparición de los ordenadores y de su orientación al 32 Metodología de la Investigación Social análisis estadístico hacen reverdecer las viejas críticas de los sociólo- gos cualitativistas hacia la metodología cuantitativa. Los cualitativistas defienden la peculiaridad y especificidad de las ciencias sociales y la necesidad de utilizar técnicas de análisis diferentes a las aplicadas en las ciencias naturales (Cea, 1998:36), y surgen así de nuevo las viejas disputas entre positivistas e historicistas. Una de las aportaciones que más huella ha dejado tanto en el aspecto puramente teórico, ya comentado, como en el metodológi- co, es la llamada teoría crítica o Escuela de Frankfurt, con autores como Horkheimer, Adorno, Marcuse, Benjamin, Neumann, Fromm y Habermas, entre otros. Estos autores hacen hincapié en la subordina- ción de la cuantificación a la comprensión cualitativa y se caracterizan por la crítica que realizan a la exaltación de la experiencia y de las ciencias empírico-analíticas, junto a la defensa de la autorreflexividad. Ritzer (1993b:163/171) destaca las diversas críticas que desde ella se efectúan al positivismo. La primera, creer que las leyes generales de la ciencia se pueden aplicar sin considerar la acción humana; la segunda, al “cientifismo” de la propia Sociología, es decir, considerar el método científico como un fin en sí mismo; la tercera, al intento de reducir toda la actividad humana a variables sociales, sin contar con la interacción entre individuo y sociedad. Por ello la teoría crítica resalta el elemento subjetivo, aplicado a una reformulación del marxismo, aunque también se hace mucho énfasis en la dialéctica, aplicada a la totalidad social. En realidad, ello supone una prescripción metodológica: no puede estudiarse un componente de la vida social aislado de los demás componentes. Del mismo modo, la pre- ocupación por una perspectiva sincrónica y diacrónica de la sociedad remite a la importancia del método dialéctico y del método histórico. La Escuela de Frankfurt, además de pretender depurar los rasgos compulsivos y cosificantes (positivistas) presentes en las mismas catego- rías filosóficas y científicas de la cultura occidental, enarbola, como alter- nativa, una nueva postura teórico/metodológica para las ciencias sociales centrada en el ideal de autorreflexividad (Rodríguez Ibáñez, 1989:184). En esta corriente, por tanto, converge el pensamiento de Marx con el de Weber, engarzándolo con el método psicoanalítico freudiano (véa- se por ejemplo la obra de Fromm, Horkheimer, Adorno, Mills, Marsal y Reich). En el plano metodológico, la teoría crítica apuesta por la verifi- cación de la teoría por la praxis, especialmente a través de la auto- Capítulo 1. Metodología de la investigación social 33 rreflexión. No existirían teorías puras, sino orientadas hacia el control técnico, hacia el mutuo entendimiento o hacia la liberación de repre- siones aparentemente naturales. Por lo que, como afirma Habermas, sólo por el camino crítico de la autorreflexión se puede conseguir la congruencia de conocimiento y el interés en la autonomía humana, o dicho de otra forma, se formula una versión postindustrial del viejo problema de validar la teoría por la praxis (Del Pino, 1990:217/220). A grandes rasgos, la metodología de la Escuela de Frankfurt debe vincularse muy estrechamente al llamado método crítico/racional. Así, desde el momento en que se piensa que hay que concebir la ciencia social como una actividad crítica o dialéctica de la totalidad social, se insiste en que no pueden trasladarse mecánicamente los criterios de investigación propios de las ciencias naturales al ámbito de las cien- cias sociales. Ello no significa que se rechace cualquier forma de empi- rismo. A lo que se opone es a ese modo de investigación empírica que no va más allá de la mera constatación y elaboración de datos. En este sentido, Beltrán (1988:166) insiste en que “salta a la vista la desconfianza con que el positivismo se contempla por muchos científi- cos: no en vano, además, los positivistas han venido por mucho tiempo ejerciendo una suerte de judicatura científica, adjudicando a unas ac- tividades patente de ciencia y relegando a otras a las tinieblas exterio- res, desempeñando con ello una tutela que ha terminado por exasperar a los tutelados. Si se añade a ello la generalizada actitud positivista de no tomar en cuenta las implicaciones políticas de los objetivos y consecuencias de la ciencia y de rechazar cualquier planteamiento queimplique opciones éticas al respecto, se comprenderá fácilmente la im- putación a este tipo de ciencia de ser ‘un instrumento al servicio de la opresión de los hombres’, en lugar de un ‘instrumento al servicio de la emancipación humana’. Y no será necesario decir que esta problemá- tica se hace especialmente aguda en el campo de las ciencias sociales”. La teoría crítica considera que, para acceder a la comprensión de la totalidad social, no basta con el mero procesamiento de datos empí- ricos, ni tampoco con el establecimiento de generalizaciones a partir de investigaciones particulares. En palabras de Adorno, los “métodos empíricos, es decir, cuestionarios, entrevistas y cuanto resulte posible por combinación y complementariedad de todo ello, han ignorado la objetividad social, la suma de todas las relaciones, instituciones y fuer- zas en cuyo seno actúan los hombres o, en todo caso, no han pasado de considerarlas como meros accidentes” (Adorno, 1973:84). Llegados a 34 Metodología de la Investigación Social este punto, se puede realizar un resumen de los postulados metodológi- cos de la teoría crítica, elaborado por Adorno: 1. La teoría crítica no niega la observación, pero sí niega su pri- macía como fuente de conocimiento. 2. La teoría crítica no niega la pertinencia de atender a los he- chos, pero sí se niega a tomarlos sin más por la realidad y a mantenerlos desconectados de la totalidad. 3. La teoría crítica no niega la objetividad, pero se opone a iden- tificarla con la del científico o con la de los métodos: la obje- tividad radica en el objeto de la reflexión y del conocimiento (Beltrán, 1988:133/136). Adorno, como vemos, subordina la cuantificación a la compresión cualitativa. En cuanto a las aportaciones de algunos autores representativos de la teoría crítica, Horkheimer, junto a Adorno y Marcuse, resalta que no se puede olvidar la dimensión cualitativa —no utilitaria—, y que no to- dos los problemas se pueden reducir a simples hechos susceptibles de ser tecnocratizados en función de la causalidad lineal medios/fin. La obra de Marcuse incorpora el método freudiano al análisis de la realidad social e intensifica la crítica al positivismo, en la línea de Horkheimer y Adorno: “La objetividad científica como tal no es nunca garantía suficiente de la verdad, especialmente en una situación como la actual, en la que la verdad, escondida tras los hechos, habla tan fuertemente en contra de ellos” (Marcuse, 1964:156). Por lo que se refiere a la obra de Habermas, la propuesta de un es- quema epistemológico comunicativo, así como la asunción de elemen- tos psicoanalíticos, le hacen orientarse claramente por los métodos y técnicas de carácter cualitativo. En Theory and practice (1974), sostie- ne que el paradigma ya no es la observación cuantitativa, sino el diálo- go. En disciplinas hermeneúticas, como la Sociología, ha de recurrirse al diálogo, y no a procedimientos de medición. De hecho, como señala Beltrán (1988:76/80), para Habermas, en las ciencias empírico/analíticas, la teoría se articula en conjuntos de proposiciones hipotético/deductivas que permiten la formulación de leyes con contenido empírico, desde las que se elaboran predicciones cuyo significado es su explotación técnica. Pero lo que ocurre es que este tipo de ciencia no es tan objetiva como pretende. Semejantes re- Capítulo 1. Metodología de la investigación social 35 servas guarda respecto a las ciencias histórico/hermenéuticas, aunque no respecto a las que el autor llama ciencias críticamente orientadas, donde prima la autorreflexión. 1.2.3. Del Interaccionismo Simbólico a la Etnometodología En los años sesenta, señala Cea (1998:38), se recupera también la perspectiva del Interaccionismo Simbólico de la Escuela de Chicago (Mead, Cooley, Thomas y Park), de la mano de algunos de sus antiguos miembros. Entre ellos destacan Blumer, Becker, Hughes y Goffman. El planteamiento de todos ellos es que la sociedad es interacción, y, como afirma Blumer (1969), dado que la acción la construye el actor a partir de lo que percibe, el estudio de la interacción habrá de hacerse desde el punto de vista del actor. De la aportación del Interaccionismo Simbólico destacaremos las figuras de Mead y Blumer. Para estos autores, la sociedad es interac- ción, y el estudio de la interacción se tendrá que hacer desde el punto de vista del actor. Mead resaltó la importancia del individuo, los gestos, los actos y los procesos mentales, así como del lenguaje y los símbolos significantes. Como señala Ritzer (1993b:256-259), este autor sentía un gran respeto por las dificultades que planteaba el estudio de la acción y la interac- ción en el mundo real. Por ello los sociólogos debían esforzarse cons- tantemente por desarrollar modelos para su estudio. Debían proyectar y comprobar en el mundo real modelos científicos que sólo se demues- tran útiles si nos ayudan a comprender ese mundo. Blumer criticó duramente lo que consideraba “cientifismo ciego” en Sociología. No rechazaba el uso de métodos cuantitativos, pero los creía menos útiles que la mayoría de los sociólogos convencionales, y pensaba que eran muchos los métodos que se habían demostrado útiles para la comprensión del mundo real. Consecuentemente, criticaba tanto el esquema teórico abstracto como el uso de muchos conceptos sociológicos que prescribían lo que los sociólogos deben estudiar en el mundo real, recomendando el uso de “conceptos sensibilizadores”. Es decir, la investigación implicaba ponerse en el lugar del actor que se está estudiando para comprender la situación desde su punto de vista. Esta postura lleva a la preferen- cia por los métodos “suaves” frente a los “duros” en el interaccionismo simbólico. Sin embargo, no creía que tal preferencia fuera un reflejo de 36 Metodología de la Investigación Social la inmadurez científica de la Sociología, sino que indicaba la particu- laridad de su objeto de estudio. Como resume Beltrán (1988:158), “la metodología recomendada consiste en introducirse dentro del mundo del actor y ver el mundo como él lo ve, al objeto de captar los significa- dos con que el actor se maneja; se trata, pues, de una suerte de intros- pección empática, de Verstehen intuitivo orientado a la comprensión última”. Hay, por tanto, también aquí un rechazo del modelo estructural/ funcional para el análisis de la acción humana y una exigencia metodo- lógica de atención a los contextos de interacción y a los puntos de vista definidos por los actores. Un tercer autor a destacar, que en cierta forma aúna el interaccio- nismo simbólico con aspectos de la fenomenología, es Goffman. Con su “enfoque dramatúrgico”, el método cualitativo y la observación se ponen especialmente de relieve, dada la preocupación del autor por captar las técnicas e instrumentos con los que interactúan los actores. Según Beltrán (1988:159/164), el propio Goffman define con bas- tante claridad en numerosas obras sus pretensiones: la perspectiva de la representación teatral y los principios dramatúrgicos. Él mismo reco- noce que en su trabajo no tiende a utilizar las herramientas usuales de medición y control, sino la observación participante especialmente. En otras ocasiones Goffman confiesa que muchas de sus reflexiones care- cen de sólida evidencia cuantitativa, y que están formuladas a partir de observaciones asistemáticas y naturalísticas, inspiradas con frecuencia en el trabajo etológico. Se le critica su excesivo énfasis en los fenómenos que tienen lugar en el nivel microsocial, siendo sus presupuestos teórico/metodológicos poco adecuados para el estudio de aquellas estructuras y procesos so- ciales que tienen lugar a gran escala. Sin embargo, el enfoque goffma- niano, que además de la observación participante echa mano de un abundante análisis documental, lejos de ser una alternativa a los mo- delos macrosociológicos, enfatiza el examen de una dimensión de la organización social que se descuida endichos modelos. Como decíamos al hablar de las teorías microsociológicas, estas pretendían el estudio de lo cotidiano, de lo pequeño, de lo irrelevan- te, de lo evidente, con la pretensión de incorporar a los modelos cien- tíficos el carácter reflexivo de los actores sociales, es decir, asumien- do radicalmente el hecho diferencial de la sociedad: su composición subjetiva y objetiva a partes iguales. Esta especie de “sociología auto- Capítulo 1. Metodología de la investigación social 37 rreflexiva” influirá en la fenomenología de Husserl, llegando a auto- res como Schutz, y se plasmará asimismo en corrientes herederas del interaccionismo simbólico, la etnometodología o las recientes teorías de Habermas (de la acción comunicativa), de Homans (conductismo social), de Coleman (teoría de la opción racional), además de los muy recientes intentos de integración teórica macro/micro. La orientación fenomenológica pretende tener una decisiva im- portancia para una Sociología que trate de ser científica. De ahí la in- sistencia de Husserl en considerar que es la conciencia la que crea el mundo, y no la experiencia del mundo la que produce el conocimiento. La experiencia del “mundo de la vida” como mundo socio/cultural se origina en la interacción, idea que será seguida por toda la fenomeno- logía y corrientes derivadas de ella. Pero es Schutz quien presenta explícitamente su tentativa de pro- porcionar un fundamento fenomenológico a las ciencias sociales. Piensa en la ciencia social como algo muy distinto de la ciencia natu- ral: la primera plantea “cuestiones peculiares” que exigen un “método especial” respecto del de la segunda, y su propósito es reducir el mun- do del espíritu objetivo a la conducta de los individuos, rechazando el planteamiento funcionalista. Para Schutz, “el científico social no puede contentarse con utilizar las vivencias como significado, sino que tiene que ir a un escrutinio sistematizador de aquéllas: sólo así alcanzará el significado estructural del mundo social....; la ciencia interpretativa escruta de manera sistemática ese material, trata de llegar a sus funda- mentos mismos con pretensiones de validez categorial, y pasa del ‘te- ner significado’ en la vida diaria a una comprensión extremadamente refinada del significado estructural del mundo social (nivel científico)” (Beltrán,1988:147). Evidentemente, esta orientación fenomenológica implica un re- chazo de los presupuestos epistemológicos del positivismo más simple y acrítico, en la medida en que éste elude los problemas teóricos inhe- rentes a la subjetividad humana: la intención, la atribución de signifi- cados o la interpretación. Ello implica un enfoque psicologista con una metodología alejada de la utilizada por los enfoques positivistas. Este enfoque psicologista es corregido y reelaborado en la importan- te obra de Berger y Luckmann La construcción social de la realidad, don- de se pone gran énfasis en los procesos de interacción. Tras su plantea- miento teórico subyace la concepción de la Sociología como una ciencia empírica. La teoría ha de contrastarse con los hechos y estar abierta a nuevos hechos. Pero ello no debe confundirse con el positivismo, pues 38 Metodología de la Investigación Social de éste se rechaza, no su vinculación a los hechos, sino su reduccionis- mo, al explicarlo todo por razones sociológicas; y por su empeño en la explicación causal, por contraste con la compresión y la interpretación. Así pues, y en resumen, “se concibe la Sociología como una ciencia em- pírica, aunque no como una ciencia positiva: lo que Berger apoya es una ‘Sociología humanista’, íntimamente conectada con una ‘antropología filosófica’ que se sitúa explícitamente en la tradición fenomenológica en- carnada por Schutz” (Beltrán, 1988:157). Además, y de cara a sus apli- caciones metodológicas, Berger y Luckmann concedían gran importan- cia, siempre dentro del contexto de la interacción social, al lenguaje y a la captación de sus estructuras (Ritzer, 1993b:284). En análoga dirección, pero de manera más radical, se ubica la etno- metodología, corriente surgida en los años sesenta en la Universidad de los Ángeles de la mano de Garfinkel. Para la etnometodología, “el mun- do social se apoya en un conjunto de reglas y de elementos cognitivos que son tácitamente compartidos y que constituyen, a través de la inte- racción, el fundamento de todo lo demás; pero pese a ese carácter funda- mental, el respeto que merecen de la gente tales reglas es muy relativo, por su fragilidad y precariedad: lo que salva su vigencia es precisamente que se dan por supuestas, por lo que cuando son explicitadas, cuando se hacen visibles, pierden rápidamente su entidad.” (Beltran,1988:164). Esta corriente contempla el mundo social como una realización práctica en curso. Se considera que las personas son racionales, pero usan un “razonamiento práctico” para vivir su vida cotidiana. La etno- metodología se centra en lo que hace la gente, mientras la fenomenolo- gía se ocupa de lo que piensa la gente. Sin embargo, aunque los etno- metodólogos se centran en la acción, la conciben en tanto que implica y entraña un acto reflexivo, no negando los procesos mentales, si bien la acción de los actores suele ser rutinaria y relativamente irreflexiva. De ello se desprende que el enfoque metodológico de la etnometodolo- gía apunta claramente hacia el cualitativismo y a las técnicas de análi- sis de la interacción social (Ritzer, 1993b:287-288). No debe sorprender, por lo tanto, las críticas de los etnometodólo- gos a la Sociología tradicional. Acusan a ésta de haber dedicado escasa atención al mundo cotidiano, le reprochan que sus conceptos distor- sionan el mundo social y destruyen su flujo y reflujo. Una distorsión todavía mayor se produce como consecuencia de la confianza de los sociólogos en las técnicas científicas y los análisis estadísticos de da- tos. Las técnicas codificadoras utilizadas por los sociólogos, quienes traducen la conducta humana a sus propias categorías preconcebidas, Capítulo 1. Metodología de la investigación social 39 distorsionan el mundo social. Por añadidura, a juicio de la crítica etno- metodológica, la descripción de una situación social suele ser aceptada como definición de la situación, y no como lo que realmente es, una concepción de esa situación (Ritzer, 1993b:306). La aportación etnometodológica ha servido para hacer hincapié en la necesidad de una Sociología con más sensibilidad cualitativa, a la vez que con unos mayores niveles de exigencia en lo que se refiere a la creación de datos y a la utilización de fuentes secundarias, como bien se aprecia en los estudios de sociolingüística o psicología social de las instituciones. Como hemos señalado anteriormente, el representante más carac- terístico de la etnometodología será Garfinkel. En su obra deja claro que debe abandonarse la idea de “dar por supuesto” propio de las reglas establecidas e intentar hacer visibles los fundamentos de la interacción y del orden social. Para este autor, la etnometodología no atiende a la actividad de la gente como tal, sino al proceso en virtud del cual los in- dividuos producen y mantienen la sensación de existencia de la estruc- tura social. Para ello articula una metodología basada en una serie de peculiares “experimentos” (de violación de normas) y “demostraciones” provocadoras, proponiendo una nueva técnica: la simulación. Esta técnica consiste en partir de una situación que se cree normal y, desde ella, intentar crear confusión. Pero su efectividad en contextos que no sean microsociológicos se estima dudosa. A juicio de Ritzer (1993b:290), Garfinkel defiende que tanto los profanos como los sociólogos usan el método documental, que implica el esfuerzo por identificar un patrón que subyace tras las apariencias. Este método permite a los profanos comprender mejor lo que está su- cediendo y orientar más convenientemente sus acciones, mientras que al sociólogo lepermite comprender más profundamente lo que sucede en el mundo social. De ahí se deriva el gran interés de la etnometodolo- gía por el lenguaje natural, y por ello una de sus principales preocupa- ciones es el análisis conversacional. Con todo, Beltrán (1988) destaca que tanto Garfinkel como Cicourel y otros etnometodólogos, emplean una metodología que evidencia un consciente y deliberado rechazo de la ciencia social positivista acadé- micamente establecida. Lo que se rechaza es tanto el concepto que la Sociología positivista tiene de lo que es real, como la metodología segui- da por ella para identificarlo. Precisamente, a propósito del esfuerzo de la etnometodología por afinar la sensibilidad cualitativa y mantener un nivel de exigencia en 40 Metodología de la Investigación Social cuanto a la creación de datos y la utilización de fuentes secundarias, señala Rodríguez Ibáñez (1989:229) que es especialmente de agrade- cer el trabajo de Cicourel, pues a partir de él casi nadie duda de que una investigación social no se sostiene si no simultanea las perspecti- vas cuantitativa y cualitativa. Así, Cicourel, dentro del campo sociolingüístico, ha sabido mostrar la forma en que el lenguaje coloquial, las conversaciones y la jerga de los mundos marginales no son sino condensaciones cognitivas de todo un orden social que queda mediado, concertado y transmitido a través de la lengua precisamente. Por otra parte, no puede obviarse la contribución metodológica de Habermas en el enfoque microsociológico, especialmente en aquello relacionado con su obra La acción comunicativa y la estructura del len- guaje en el mundo de la vida (teoría lingüístico/comunicativa). Siempre, claro está, desde su concepción de las ciencias sociales como crítica- mente orientadas y su postura favorecedora del subjetivismo. Ello tiene que ver con sus trabajos sobre la “colonización del mundo de la vida” y el intento de integración entre acción y estructura. En este punto Habermas recoge la tradición fenomenológica, con sus consecuentes aplicaciones metodológicas (Rodríguez Ibáñez, 1989:196-203). Finalmente deben mencionarse las aportaciones derivadas de las llamadas teorías del intercambio y de la opción racional. La obra de Homans —conductista social— representaría a las primeras y supone una reacción contra el estructural/funcionalismo parsoniano. Su inte- rés se centra en la interacción social cotidiana y en los factores de tipo psicológico, de forma que el factor esencial, lejos de ser el hecho social, sería la conducta individual y el intercambio entre individuos. Respecto a Coleman, representante destacado de la teoría de la op- ción racional, resalta su interés por la evolución de lo micro a lo macro y su afirmación de que es en el nivel individual donde se producen, por lo común, las “intervenciones” que dan lugar a los cambios sociales. Por tanto, se reconoce como un individualista metodológico, aunque otros fenómenos micro, además de los individuales, constituyen el ob- jeto de su análisis (Ritzer, 1993b:468/476). Finalmente, cabe resaltar que las líneas de investigación más nove- dosas en la actualidad se centran en la aplicación de las perspectivas estructurales y de redes al comportamiento político. Asimismo, se con- solidan los estudios de Sociología del género, de la vejez, la familia, del medio ambiente y de las nuevas tecnologías. Con ello se pretende dar Capítulo 1. Metodología de la investigación social 41 respuesta a los problemas generados por la transformación de la socie- dad actual, disponiendo para ello de más medios y mayor especializa- ción en la obtención y análisis de datos de la información. 1.3. La institucionalización de la Sociología en España En Norteamérica la institucionalización de la Sociología tuvo lugar en 1893, en la Universidad de Chicago. En 1907 se creaba en Inglaterra la primera Cátedra de Sociología, en la Universidad de Londres. Pero, ¿qué ocurría con la Sociología en España? En nuestro país el punto cero de la institucionalización de la Sociología se data en 1898, con la creación de la primera Cátedra de Sociología en la antigua Universidad Central, hoy Universidad Complutense de Madrid. Concretamente se ubicó en la Facultad de Filosofía y Letras y fue ocupada por Sales y Ferré. A pesar de esta pronta institucionaliza- ción, tal y como señala Cea (1998: 32), previa incluso a la de otros países europeos, la Sociología no se consolidó en España hasta los años 50 y siempre bajo la influencia de la Sociología norteamericana. Sin embargo, en esa primera mitad del siglo XX, surgieron en el ámbito de la Sociología obras relevantes que es importante resaltar aquí. Se pueden destacar, siguiendo a Cea (1998), las realizadas por cuatro teóricos importantes: a) Gumersindo de Azcárate (1840-1917), introductor de Spencer en España y fundador del Instituto Internacional de Sociología en 1891; b) Sales y Ferré (1843-1910), el “padre fundador” por antono- masia de la Sociología española, seguidor del evolucionis- mo y, más tarde, de las posturas encabezadas por Durkheim. A él se debe la edición del primer manual de Sociología en España, compuesto de cuatro volúmenes y titulado Tratado de Sociología. Evolución social y política (1889 a 1897). También publica el primer tratado de Sociología general (1912) dentro de la corriente evolucionista; c) Adolfo G. Posada (1860-1944) y sus Principios de Sociología, obra proclive al neodarwinismo norteamericano; y d) Ortega y Gasset (1883-1955), alrededor de quien se constituye la Escuela de Madrid, destacando dos aspectos de su obra: la teoría de la acción y la crítica de la masificación de la sociedad occidental (Cea, 1998:32). 42 Metodología de la Investigación Social La Guerra Civil eclipsa estos primeros pasos de la Sociología en España y no es, como decíamos, hasta la década de los cincuenta cuan- do Gómez Arboleya comienza su refundación. Tal y como señala Lamo de Espinosa (1992), el desarrollo de la Sociología española estará marcado por lo que ocurra en el exterior y consiga importarse. El vehículo humano de dicha importación va a es- tar constituido por aquellas generaciones que, o bien se exiliaron tras la Guerra Civil, en los años cuarenta, o bien emigraron a universidades ex- tranjeras, dada la penuria de la enseñanza de la Sociología existente en España en los años cincuenta y décadas posteriores. Este sería el caso de dos discípulos de Gómez de Arboleya: Salustiano del Campo, que intro- duce el funcionalismo y el empirismo norteamericano; y Salvador Giner, que incorpora la teoría crítica (Lamo de Espinosa, 1992: 119). Como señala Cea (1998:39), hasta los años sesenta la orientación de la Sociología española había sido, a diferencia de la norteamericana, más teórica que empírica. A partir de los sesenta comienzan a crearse los primeros institutos de investigación de mercado y de Sociología apli- cada, y destaca la creación, en 1963, del Instituto de Opinión Pública, actual Centro de Investigaciones Sociológicas, cuyo vehículo de difusión era la Revista Española de Opinión Pública. En esta época, al igual que en otros países, la Sociología española se bifurca en dos grandes corrientes teóricas: una empírica liberal, encabezada por Linz y Murillo; y otra do- minada por el pensamiento crítico de González Seara, Marsal y Moya. No debemos olvidar el papel pionero que por esos años juegan las Universidades de la Iglesia creando la Facultad de Sociología de Deusto (1963) y la de Ciencias Sociales León XIII (1964). No es hasta 1973 cuando se establece la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense. El impulso pionero de las investigaciones sociológicas también se debe a la Iglesia a través de fundaciones como FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada), de cuyo seno partió la financiación de los famosos Informes FOESSA. El primero data de 1966 y estuvo dirigido por Amando de Miguel (al igual
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