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822 ParTe 5 | Tratamiento nutricional médico supervivencia en ERT. La hipoalbuminemia es multifactorial y puede estar relacionada con mala nutrición, inflamación o enfermedades concomitantes. Al interpretar la cifra de albúmi- na, es importante conocer la metodología del laboratorio para medir la albúmina sérica, porque técnicas de laboratorio di- ferentes arrojan distintos resultados en la insuficiencia renal (v. tabla 36-9). La mayoría de los pacientes tienen dificultades para con- sumir las proteínas necesarias, porque la uremia provoca abe- rraciones del gusto, especialmente de las carnes rojas. Algunos pacientes ni siquiera toleran el olor de la carne al cocinarse. A menudo esta aversión a las proteínas les dificulta alcanzar la ingesta recomendada de proteínas de alto valor biológico. Los pacientes podrían tolerar mejor huevos, tofu y carnes «blancas». También es posible utilizar especias para disimular el sabor de la carne o servir las proteínas animales frías para minimizar el sabor a urea. Los suplementos nutricionales pue- den ser útiles en algunos casos y, ocasionalmente, es necesario suspender la restricción de fosfatos para permitir el consumo de productos lácteos y así satisfacer las necesidades proteicas. Al igual que sucede con todos los parámetros nutricionales, conseguir las necesidades de cada paciente debe ser un proceso individualizado. energía La ingesta energética debe ser adecuada con el fin de reservar las proteínas para la síntesis proteica tisular e impedir su meta- bolismo como fuentes de energía (Byham-Gray, 2006). Según el estado nutricional del paciente y el grado de estrés, hay que administrar entre 25 y 40 kcal/kg de peso corporal, utilizando el valor más bajo del intervalo en pacientes trasplantados y aquellos con DP, y la cifra más alta para pacientes sin reservas nutricionales. Se han desarrollado herramientas para que el dietista renal pueda valorar la calidad del estado nutricio- nal del paciente. La técnica de valoración global subjetiva (v. cuadro 6-5) se ha modificado en esta población para tener en cuenta los cambios inmunológicos y fisiológicos básicos de la ERT. equilibrio del sodio y los líquidos Hay que valorar frecuentemente la capacidad del riñón para ocuparse del agua y el sodio en la ERT mediante la determi- nación de la presión arterial, edemas, aumento de peso líquido, ingesta dietética y sodio sérico. La inmensa mayoría de pacien- tes en diálisis precisan restringir la ingesta de sodio y líquidos. Un consumo excesivo de sodio aumenta la sed, incrementa la ganancia de líquido y conduce a hipertensión. Incluso aque- llos pacientes que no presentan estos síntomas, pero producen mínimas cantidades de orina, se beneficiarán de una ingesta reducida de sodio para limitar la sed y prevenir grandes aumentos de peso intradiálisis. En pacientes mantenidos con HD, se regula la ingesta de sodio y líquidos para permitir un aumento de peso de 2 a 3 kg procedentes del incremento de líquido en los vasos sanguíneos entre las sesiones de diálisis. El objetivo es un aumento de líquidos inferior al 4% del peso corporal. Una ingesta de sodio de 87-130 mEq/día (2-3 g) y un límite de la ingesta de líquidos (habitualmente unos 750 ml/día más la cantidad correspondiente a la diuresis) suele ser suficiente para cumplir estas directrices. En este cálculo solo se incluyen los líquidos que permanecen en este estado a temperatura ambiente. El líquido contenido en los alimentos sólidos no está incluido en esos 750 ml. Los alimentos sólidos de la die- ta promedio aportan aproximadamente 500-800 ml/día de líquidos. Este líquido de los alimentos sólidos se calcula para reponer aproximadamente los 500 ml diarios de pérdida neta insensible de agua. Una dieta con 86-130 mEq de sodio (2-3 g) significa no añadir sal al cocinar, no usar sal en la mesa, no consumir car- nes o pescados en salazón, ahumados ni curados, y prescindir de aperitivos salados, sopas enlatadas y platos preparados ricos en sal. En el mercado actual, cada vez más orientado a productos precocinados, se calcula que el 75-90% de la ingesta de sodio se debe a estos productos, y solo el 10-25% al sodio añadido a los alimentos al cocinarlos o en la mesa. Es importante recordar que el método más eficaz para reducir la sed y la ingesta de líquidos del paciente renal es reducir el consumo de sodio. Es el consumo de sal lo que lleva a tomar líquidos. El apéndice 37 detalla un plan de comidas hiposódicas. Muchos médicos y nutricionistas piensan que no es ético restringir los líquidos en pacientes que no sigan una dieta hiposódica, porque la sed es insoportable para pacientes con ingestas altas de sodio. En la educación sobre el equilibrio hídrico, el profesional sanitario debe enseñar al paciente a saciar su sed sin beber. Chupar hielo, trozos de fruta fríos o caramelos amargos, o bien utilizar saliva artificial son buenas indicaciones. En el 15-20% de los pacientes, aproximadamente, la hipertensión no mejora incluso con el cuidado meticuloso del equilibrio de líquidos y agua. En estos pacientes, la hipertensión suele perpetuarse por una gran secreción de renina y requiere fármacos para ser controlada. Aunque la mayoría de los pacientes con ERT retienen sodio, unos pocos pueden perderlo. Ejemplos de trastornos con ten- dencia a perder sal son enfermedad renal poliquística, nefropatía medular, uropatía obstructiva crónica, pielonefritis crónica y nefropatía por analgésicos. Puede ser necesario un aporte extra de sodio para prevenir la hipotensión, la hipovolemia, los calam- bres y un mayor deterioro de la función renal. Una dieta para este tipo de pacientes tendría 130 mEq (3 g) o más de sodio al día, que es la cantidad de una dieta normal sin sal añadida. La adición de sal o alimentos salados es suficiente para satisfacer las necesidades de sodio extra. El número de pacientes que precisan esta ingesta mayor de sodio es pequeño, pero ejemplifican la necesidad de considerar individualmente la prescripción de dietas y comprender en profundidad la enfermedad subyacente del paciente y la dieta que sigue. Los pacientes que reciben diálisis frecuentes, como DP diaria, diálisis diaria de corta duración o diálisis nocturna diaria, podrían consumir más sodio y líquidos, según la evaluación individual de su peso seco y los valores de laboratorio. Potasio Por lo general, el potasio debe estar limitado, según la concen- tración sérica de potasio, diuresis, fármacos y frecuencia de HD. La ingesta diaria de potasio en la mayoría de los estadou- nidenses es de 75 a 100 mEq (3-4 g). Esta suele reducirse en la ERT a 60-80 mEq/día (2,3-3,1 g) y hasta 51 mEq/día (2 g) para pacientes con anuria y diálisis. Algunos pacientes (aquellos en diálisis de alto flujo o con mayores tiempos o frecuencias de diálisis, como DP, diaria breve o nocturna) podrán tolerar ingestas mayores. De nuevo, es esencial vigilar estrechamente los valores de laboratorio, el contenido en K+ del dializado y la ingesta dietética. Parte 5 - Tratamiento nutricional médico Capítulo 36 - Tratamiento nutricional médico en las enfermedades renales Enfermedad renal terminal Tratamiento nutricional médico Energía Equilibrio del sodio y los líquidos Potasio
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