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47 La condición real y dinástica del arte gótico es argumento que toda la his- toriografía reconoce, circunstancia que en los últimos años la literatura artística viene reivindicando para lo hispano1. La relaciones entre los reyes hispanos y las cortes europeas en la Baja Edad Media. El - sión de analizar la recepción de una de las vinculadas a la monarquía y más paradig- máticas del Gótico real: la galería de reyes y su adopción en un foco periférico del gó- tico hispano: la puerta de las Cadenas de la catedral de Ciudad Rodrigo. Según sostenía Clark en un clásico en gran medida la historia de una serie de centros de donde irradia un estilo. Por un periodo más o menos largo, este estilo ha dominado el arte de su tiempo y se con- vierte en un arte internacional, metropoli- tano en el centro y más y más provincial 2. Pero en la práctica artística las cosas no son tan como sugería el historiador inglés, el lu- gar de la creación artística, y la periferia supone algo más que la elección de ese centro, superando su consideración como sinónimo de retraso. Con acierto Castel- de resituar los términos centro y periferia, así como sus aportaciones mutuas, en toda - * Este trabajo ha sido realizado en el marco del Proyecto reinos de Castilla y León durante la Edad Media. El papel Ministerio de Educación y Ciencia. 1 una primera aproximación puede consultarse. R. CÓMEZ RAMOS, Las empresas artísticas de Alfonso X El Sabio, Sevilla,1978, A. DOMÍNGUEZ RODRÍGUEZ, “ Reales Sitios, 82, 1984,pp.73-75, J. M. NIETO SORIA, sobre el patronato real castellano-leonés en los siglos XIII Anuario de Estudios Medievales, 15, 1985, pp. 203-227, A. FRANCO MATA, “Alfonso X y las catedrales de Norba-Arte, 1987, pp.71-81, J. MARTÍNEZ DE AGUIRRE, Arte y monarquía en Navarra, Pamplona, 1987, M. NÚÑEZ RODRÍGUEZ, “ El rey, la catedral, la Espacio, Tiempo y Forma. T. V, 1992, pp.27-52, H. KARGE, La catedral de Burgos y la arquitectura del siglo XIII en Francia y en España, Valladolid, 1995, L. LAHOZ, “Imaginería real gótica en Revisión del arte medieval en Euskal Herria. Artes Plásticas y Monumentales, 15, 1996, pp. 375-382, F. GUTIÉRREZ BAÑOS, Las empresas artísticas de Sancho IV, Valladolid, 1997, I. G. BANGO TORVISO, (dir), Maravillas de la España Medieval. Tesoros Sagrado y monarquía, León .2001, F. ESPAÑOL BERTRAN, Els Scenaris del rei. Art i monarquia a la Corona de Aragón. Tarrasa, 2001, A. SERRA DESFILIS, “La historia de la dinastía en imágenes: Martín el Humano y le rollo genealógico de la corona de Aragón, Locus- Amoenus, 6, 2002-2003, pp. 57-74. M. V. HERRÁEZ, III: historia de su construcción a través de las fuentes VIII Congreso de Estudios medievales, 2003, pp. 421- 434. R. SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, “Cultura visual en tiempos en El Conocimiento del Pasado. Una herramienta para la igualdad, Salamanca, 2005, pp. 295-327. Así como la serie de ponencias y comunicaciones recogidas en este simposio dan buena cuenta. 2 K. CLARK, Provincialism, The English Association Presidencial Address, Londres, 1962, p. 3. SOBRE LA RECEPCIÓN DE LA GALERÍA DE REYES EN EL GÓTICO HISPA- NO. EL CASO DE LA CATEDRAL DE CIUDAD RODRIGO* Lucía Lahoz Gutiérrez Universidad de Salamanca 48 Lucía Lahoz mica, religiosa y artística3. De todos modos, para el momento que nos ocupa, considerar la Isla de Francia y las catedrales reales ga- las4 como el centro artístico es presupuesto tan reconocido y aceptado que rehusa más explicación. El dominio real delimita el epicentro, donde se gesta conceptual y for- malmente un estilo, que mucho tiene que ver con el ideario de la realeza y que una vez formulado, se difunde y se adopta por otros focos receptores en función de las ne- cesidades y de las posibilidades de éstos. Las galerías de reyes representan un que todavía la historiografía más moderna 5. Las - - es fácil. Ni en todas las catedrales existió una galería real, ni los reyes aparecen en número constante o con una iconografía francesas fueron decoradas con galerías de reyes en París y en Reims tiene su lógica como capital del reino y lugar de unción y coronación de la monarquía gala. Lo mis- mo ocurre con Amiens y Chartres, las cate- drales de dominio regio y especialmente la segunda, escenario de la celebración de los 6. Según subrayaba Le Goff monarquía francesa no cesará de precisarse bajo los Capetos: después de Suger, el arte gótico, arte francés real, impone los temas del portal real de las iglesias y del árbol de Jesé de las vidrieras, donde los antiguos re- yes de Israel o de Judá son los precursores, los tipos a la vez históricos y simbólicos de los reyes de Francia (hasta el punto que en Reims, por ejemplo, los especialistas se preguntan de cara a las estatuas reales: re- yes bíblicos o reyes de Francia?). Y Bonifa- cio VIII en la bula de canonización de San 7. En la génesis de las galerías de reyes, la historiografía viene diferenciando entre Para el primero se ha recavado la frecuen- cia de los registros de personajes bajo arca- das, en mosaicos y pinturas recorriendo los ábsides y la presencia de frisos esculpidos con el apostolado, que tanta vigencia ad- quieren en las fachadas del Oeste de Fran- cia y Norte de España, y se ha defendido una transposición monumental de un tema frecuente en los frontales de altar. Y desde emergencia y la difusión de un tema nuevo en el que los ancestros reales del Antiguo Testamento se confunden rápidamente con los antepasados del reino de Francia. Valga con ello para señalar que el nacimiento del tema de la galería de reyes no puede diso- ciarse del prestigio de la dinastía de los Ca- petos a partir del reinado de Luís VI ni de la elaboración de la noción de legitimidad la imagen del soberano, que constituye el centro de las preocupaciones de los círcu- 8. - ma simbiosis entre la iconografía religiosa 3 E. CASTELNUOVO, C. GINZBURG, “ Domination symbolique Actes de la recherche en sciencies sociales, París, 1981, Vol, 40, nº 1, p. 51. 4 Sobre la condición de catedral gótica gala como modelo de iglesia real vid. el capítulo de H. SEDLMAYR, “La Épocas y obras artísticas. Madrid, 1965, pp. 175-189. 5 Sobre los problemas de interpretación que supone las galerías reales francesas una puesta al día en E. CARRERO SANTAMARIA, “ I. BANGO TORVISO, Op. cit., p. 85. 6 Ibidem. 7 J. LE GOFF, “Aspects religeux et sacrés de la monarchie A. BOUREAU, C.S. INGERFLOM, La royauté sacré dans le monde chrétien, París, 1992, p. 24. 8 X. BARRAL I ALTET, G. DUBY, Historia de un arte. La escultura. 49 Sobre la recepción de la galería de Reyes en el Gótico Hispano... y el concepto monárquico a través de sus símbolos. Además, como sugiere Barral, - cas que intervienen en el proceso del en- cargo se hallan directamente implicadas en la emergencia de un motivo arquitectónico 9 Cuando Fernando II, tras la recon- quista en 1102, concede a Ciudad Rodrigo el privilegio de sede episcopal está deter- minado su ulterior desarrollo. La medida venía impuesta por su condición fronteriza frente a límite portugués y como bastión para la reconquista árabe. Ello va a inci- dir obviamente en la topografía y la ima- gen arquitectónica de su catedral. En el desarrollo de la plástica civitatense resulta determinante la condición estratégica de la seo, su emplazamiento y su inserción en un su condición real10. En buena lógica, como no podía ser de otro modo, ello impone la propia planimetría templaria, la distribu- ción de sus accesos y sobre todo el progra- 11. La seo de Ciudad Rodrigo organiza sus accesos observando un modelo canóni- co y de amplia vigencia, las entradas inva- den los dos brazos de crucero, la puerta de Amayuelas ocupa el brazo norte del tran- septo y la puerta de las Cadenas amuebla el hastial sur. El formato se completa con un pórtico a los pies conocido como Pórti- co del Perdón o de la Gloria. La puerta de las Cadenas centra ahora nuestro interés. Se notaráque es la portada más urbana de toda la catedral, si por urbano entendemos la proyección en el entramado de la ciudad, lo que de ninguna manera es azaroso. Sán- esa esencia pública explica la riqueza ico- elegido de la que también se había hecho eco Crozet12. En ese sentido la ubicación de la ca- tedral en la topografía urbana no deja de coloca intencionadamente al margen de la ciudad, cerca de la muralla y participando en las tareas estratégicas. La solución no es nueva, vendría a constituir una suerte de ciudad santa como ya señalara Erlan- la ciudad y constituida por la catedral, el palacio episcopal y las dependencias cano- 13. Pero en este contexto es donde precisamente la Puerta de la Cadenas cobra - parate de la catedral hacia la ciudad y ello La portada se ejecuta en dos campa- ñas, llevadas a cabo en momentos artísticos distintos. La parte inferior responde a un modelo tardorrománico de marcada ascen- dencia compostelana, invertido en pres- tigiar la catedral, desarrolla un programa monumental destinado a la consolidación de la sede. La vigencia de los formatos compostelanos obedece tanto a razones for- males como preferentemente ideológicas y en la que el Obispo don Pedro de Ponte de- bió desempeñar un notable protagonismo14. El testimonio de la Edad Media desde el siglo V al XV. Barcelona, 1987, p. 129. 9 Ibídem. 10 Sobre el desarrollo histórico y arquitectónico puede verse J. M. MARTÍNEZ FRÍAS, y E. CARRERO SANTAMARÍA, “De palacios y de claustros. La catedral de Ciudad Rodrigo en su contexto urbano, en E. AZOFRA, La catedral de Ciudad Rodrigo. Visiones y revisiones, Salamanca, 2006, pp. 109-195. 11 L. LAHOZ, “Sobre galerías, portadas e imágenes. La escultura monumental E. AZOFRA, Op. Cit., pp. 195-251. 12 R. CROZET, Bulletin Monumental, 130, 1970, p. 100. 13 A. ERLANDE-BRANDENBURG, La catedral, Madrid, 1993. 50 Lucía Lahoz Una vez ultimado el proyecto tardorromá- nico las tareas escultóricas se paralizan, con- forma por tanto esa primera campaña que la arquitectura también corrobora15. Cuando se retoman las labores escultóricas en los em- peños sucesivos la situación había cambiado radicalmente y la plástica monumental de la catedral de Ciudad Rodrigo se inscribirá en una órbita gótica tanto en estilo como, espe- cialmente, en la selección y en la adopción de programas. De todos modos la portada de las Ca- denas de Ciudad Rodrigo es mucho más, cuenta a su vez con una galería superior que corona el proyecto. En otro lugar la hemos los ciclos de los Cristóforos y las galerías de reales. Su misma existencia revela la asi- milación de numerosas novedades, toda vez programa distinto, tanto por estilo como por iconografía. Todo conduce a encajar su eje- cución en una segunda campaña, llamada a catedralicia, rematada ahora con una galería nueva solución nos proporciona un magní- arte y la sociedad que la genera, pues como - tura de este período deben verse no como la amplias transformaciones que estaban re- 16 Carrero reivindicaba para el conjunto civitatense una ascendencia tardorrománi- ca17, supuestamente por la amplia tradición de frisos coronando los accesos en las últi- mas manifestaciones del románico y deriva- do de su carácter macizo. Por su lado Crozet en los modelos vegetales que rematan los arcos ha defendido una gramática ornamen- - rándolos más de cerca en la interpretación del follaje revela más bien una estilística 18. La tesis del investigador francés en principio puede resultar contradictoria aunque, conocido lo exiguo del repertorio explica sin grandes controversias19. A nues- tro juicio, sin embargo, la galería supera la idea de arquitectura esculturada y formula una nueva relación entre la arquitectura y la escultura, cuya disposición y formato le asignan la inclusión de hecho y de derecho en la tradición gótica. Las estatuas se alzan 14 Nos hemos ocupado de ello en L. LAHOZ, “Sobre , pp. 199-211. 15 Vid. J. M. MARTÍNEZ FRÍAS, Op. Cit. 16 M. CAMILLE, El arte gótico. Visiones gloriosas. Madrid, 2005, p. 14. 17 E. CARRERO SANTAMARÍA 86. 18 R. CROZET, Op. cit, p. 101. 19 ocupado J. M. MARTINEZ FRÍAS, Op. cit., pp. 137 y ss. Catedral de Ciudad Rodrigo.Puerta de las Cadenas 51 Sobre la recepción de la galería de Reyes en el Gótico Hispano... como cuerpos libres con pleno dominio de la gravedad, sin depender del muro de fondo, relegado a la función de decorado habitado por imágenes, que desvinculadas del muro rompen con los condicionantes de la fron- talidad. En verdad, el escenario arquitectó- nico resulta bastante macizo, se ignoran las arcuaciones ligeras, airosas y traslucidas, a la manera de simples bastidores vigentes en otras catedrales, verbigracia la de Burgos,20 pero estructuras más macizas se ven tam- bién en otros modelos como en el caso de Nôtre Dame de París21. Apelar al carácter arcaico que rige el proyecto arquitectónico de la catedral mirobrigense explica satisfac- toriamente la solución adoptada. En efecto, el continuismo y el arcaísmo es una de sus notas caracterizadoras, aunque, como es sabido, con frecuencia esas soluciones obe- decen a una actividad artística marcada por la debilidad y el continuismo, Ciudad Ro- drigo, por su parte, proporciona un episodio paradigmático de esa evolución, si bien ese carácter macizo articulador de toda la cate- dral no sería ajeno a su función estratégica, a lo que ha de sumarse necesariamente su condición de frontera. El friso civitantese constituye un buen ejemplo del problema que plantea la gale- - a las aplicadas en Burgos, portada norte y portada occidental, constituyen los únicos casos del gótico en la península que repiten un modelo tan socorrido en la articulación de las portadas francesas con los cometi- dos y contenidos ideológicos que conlle- van implícitos. En la galería salmantina se apuesta por personajes Veterotestamenta- rios, donde se funden y se confunde reyes y profetas. Una docena completa la serie, lo que ha motivado que tradicionalmente - 20 El modelo de Burgos puede verse en H. KARGE, Op. cit., 21 El ejemplar de París en W. SAUERLANDER, L´sculpture Paris, 1972, lám. 144. 52 Lucía Lahoz toles. Ahora se trata de precisar la idea que coherente, más allá de su condición mera- mente anecdótica o representativa. - raban en las jambas de las catedrales fran- portales son vastas composiciones anagó- gicas y sus programas centrados sobre los ciclos y personajes del Antiguo Testamen- to están puestos siempre en relación con la Nueva, es decir, los temas veterotestamen- tarios no pueden ser comprendidos más que las escenas y personajes evangélicos de los - guo Testamento remiten al Nuevo según la doctrina tipológica que con su origen en los textos evangélicos será sistematizada por los Padres de la Iglesia y defendida por los 22. Ahí, la solución al presentar el ciclo aislado, aunque, presu- de los pies. Esos cambios y esas rupturas de la normativa -si de normativa puede hablarse en arte- es donde mejor se detec- ta la aclimatación de un arte exótico23. La organización en friso acaso la informe su y principios del gótico, no así su concepto ni su tratamiento. Crozet ya advertía cierto eclecticismo composición de este ciclo, en esencia, vete- rotestamentario24. Desde la izquierda inau- no plantea problemas. Como era habitual, la Eucaristía25. En la Isla de Francia pron- to se ensayan una serie de transformaciones 22 M. BEAULIEU, Bulletin Monumental, 1984, p. 273. 23 S. MORALEJO ALVÁREZ, en el marco de las relaciones hispano-francesas (siglo Actas del Congreso Nacional de Historia del arte. real francés, un arte dinástico, urbano, ciudadano y que estilísticamente se expanden en oleadas de aluvión. Si bien a la luz de las nuevas investigaciones el protagonismo y la supuesto y así de un proclamado mero papel receptor se ha reivindicado el carácter activo por parte hispana tanto en la creación de programas como en la matización aproximaciónvid. L. LAHOZ Gótico en Álava. Modelos de transmisión social. Creación Jornadas de estudios Históricos Locales. Formas de Transmisión social de la Cultura. Vasconiana, Kobie- Bellas Artes, 11, 1995/97, pp. 229-239, R. SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, Materia, 1, 2001, pp. 161-198. 24 R. CROZET, Op. cit,. p. 101. Catedral de Ciudad Rodrigo Puerta de las Cadenas. Abraham 53 Sobre la recepción de la galería de Reyes en el Gótico Hispano... encaminadas a condensar las escenas ico- expanden por otros territorios. Aquí sin em- bargo, no se resuelve bien del todo, como denota el carácter anecdótico de Isaac; por el contrario no se descuida el cometido sim- bólico, como se ve en el tratamiento del al- tar, o el ángel con el cordero que asoma en la enjuta. Por otro lado se notará que la in- clusión de Abraham en los ciclos del primer gótico es tardía, de hecho no lo encontramos hasta la portada de Senlis26. Secunda al patriarca un profeta, se- gún denuncia el gesto indicativo de la mano y la cartela anepígrafe, pero la im- - cación con seguridad. La tradición lo había asimilado con Isaías que dada su condición de profeta mayor y por sus vaticinios de la Anunciación y del árbol de Jesé, de tanta importancia en el programa elegido, apo- ya su presencia, toda vez que su ademán coincide con los modos gestuales más fre- cuentes en el profeta. En la mano derecha sujeta algo que por estar roto no puede 27, aunque dichas ondulaciones corresponden a la caída de los pliegues de su vestimenta. Prosigue la serie la única fémina que integra el grupo. Su indumentaria en - narcas coetáneas. Se acompaña de una cartela, elemento que de por si bastaba para reconocerla. Los rasgos algo apreta- dos pueden evocar modelos negroides de la imagen que, como Moralejo apuntaba, aunque luego desestimaba, para su homó- pretendido origen etíope y, en el plano ale- 25 M. BEAULIEU, Op. cit., p. 274. 26 El modelo de la catedral de Senlis puede verse en W. SAUERLANDER, Op. cit., lám. 43. 27 M. SENDIN CALABUIG, Ciudad Rodrigo. Carnaval, 1981, Salamanca, 1981, p. 25. Catedral de Ciudad Rodrigo. Puerta de las Cadenas. Abraham y profeta Catedral de Ciudad Rodrigo. Puerta de las Cadenas. Reina de saba y Salomón 54 Lucía Lahoz - 28. Al igual que la reina orensana sujeta un brote vegetal que Crozet asimila con un cetro29, más allá de - ce otras simbologías, el modelo coincide con la caracterización de la alegoría de la retórica y en la orensana se encuentra el modelo más próximo. Se han evocado referir a los conocimientos botánicos que completaban la erudición de Salomón30. In- cluso se ha supuesto que haga alusión a una de las pruebas impuesta al sabio, discernir 31, aunque dado lo tardío de la tradición lite- - suscita a posteriori 32. Notable es la ligera curvatura helicoi- dal que exhibe la imagen, en ocasiones se ha imputado a un concepto de movimiento más avanzado33. Sin embargo, como ya se adujera para la homónima de Tuy, puede impacto que en ella causa la sabiduría y el esplendor de Salomón, exponiendo del - 34. Tampoco ex- con la representación de la reina histórica. Hernández Vegas suponía que represen- taba a doña Teresa esposa de Alfonso IX, uno de los protectores de la catedral, e in- cluso le sirve para datar la obra entre 1191 y 1196, año en el que el rey se separa para casarse con doña Berenguela35. A lado de la reina irrumpe un rey. Se notará cierto empaque en la complexión moda del momento e insiste en la madurez del retratado, en claro contraste con la se- nectud elegida para sus compañeros. Viste rico peyote donde, al igual que en su com- pañera, se han trabajado las orlas de pedre- ría que lo decoraban. La mano izquierda gestos que la etiqueta tenía prescritos para la alta jerarquía social y en la otra exhibía el cetro del que resta la huella en la ropa. dinásticas más habituales en los programas 28 S. MORALEJO ALVÁREZ, Iconografía gallega de David y Salomón, Santiago de Compostela, 2004, p. 33. 29 R. CROZET, Op. cit., p.102. 30 S. MORALEJO ALVÁREZ, Iconografía…, p. 35. 31 Ibídem. donde se tratan todos los problemas que se plantean sobre los textos y la posible evolución en la creación literaria. 32 Ibidem, p. 35. 33 J. L. HERNÁNDEZ GARRIDO Salamanca. Enciclopedia del Románico, Salamanca, 2001, p. 151. 34 S. MORALEJO ALVÁREZ; Iconografía…, p.117. 35 M. HERNÁNDEZ VEGAS, Ciudad Rodrigo. La catedral y la ciudad. Salamanca, 1987, p. 159. Catedral de Ciudad Rodrigo. Puerta de las Cadenas. De- talle de la Reina y Salomón 55 Sobre la recepción de la galería de Reyes en el Gótico Hispano... un grupo relatando el encuentro de Salo- món y la Sabena, de amplia vigencia en las catedrales, donde apostadas en las jambas, una frente a otra, iniciaban un diálogo mi- aquí vigente mitiga esa relación, si bien en esencia el cometido es el mismo. No se equivocaba tanto Hernández Vegas al reconocerlo como el fundador el insigne protector de la catedral, Alfon- 36. En este sentido se sigue una costumbre habitual, como había sucedido en Amiens donde por la ambivalencia de las estatuas el pueblo había reconocido al rey Felipe de Francia y a la reina Inés y no a Salomón y la reina de Saba37. A Gómez Moreno se debe su iden- 38, seguida por to- dos los que se han ocupado del friso. Por su parte Crozet llamaba la atención sobre - en todo caso, interpretados a través de las particularidades vestimentas exactamen- te medievales, el rey sobre todo, hasta tal punto que incluso estaría tentado a pensar también en los benefactores de la cate- 39 el problema de las galerías de los reyes bí- blicos y la asimilación dinástica, gestada en el mundo galo y extensible a las monar- importancia del papel jugado por los reyes del Antiguo Testamento en los programas - cos, y preguntarse si existe una correlación entre la representación de los reyes bíblicos En efecto hay una asimilación de los sobe- 40 Precisamente Ciudad Rodrigo apuesta por ambos proto- tipos reales, sin duda ligado al carácter real de la catedral como se verá. La elección de Salomón y Saba in- troduce otras connotaciones que matizan el - Esposo y la Esposa que Salomón celebra en el Cantar de los Cantares, concretada en el pórtico en la escena de la Coronación y culminando en el tímpano. Se crean así una serie de lazos, donde unas imágenes enla- zan con otras para articular un programa coherente41. Ese sentido nupcial tal vez no 36 Ibidem. 37 Como señala G. DUBY, Tiempo de Catedrales. El arte y Barcelona, 1983, p. 145. 38 M. GÓMEZ MORENO, Catálogo Monumental de España. Provincia de Salamanca. Salamanca, 2003, p. 323. 39 R. CROZET, Op. cit., p. 102. 40 M. BEAULIEU, Op. cit., p.277. 41 Para no extendernos más sobre todas las acepciones del encuentro y de la imagen de Salomón remitimos a los estudios de S. MORALEJO ALVÁREZ, Iconografía… Del et de la reine de Saba: de la Bible de Roda aux portails Cahiers de Saint Michel de Cuxà, 1981, nº 12, pp. 79-109. Por nuestra parte nos hemos ocupado en L. LAHOZ, Catedral de Ciudad Rodrigo. Puerta de las Cadenas. Reina de Saba y Salomón 56 Lucía Lahoz sería extraño a ciertas funciones desarrolla- das en los pórticos, sabemos de la costum- bre medieval de celebrar los matrimonios había apuntado la posibilidad de que la pareja de Salomón y la reina de Saba tan frecuentemente representada en ellas ha- 42. Precisamente la Igle- sia de Ciudad Rodrigo pronto se preocupó de atraerse dichas celebraciones hacia su sede. Sánchez-Oro sugiere que ya desde - mentar las uniones ad benecditione” y un claro intento por parte del episcopado de inscribir la institución matrimonial dentro de la órbita de la Iglesia43. Si ello se cons- tata estaríamos ante un nuevo ejemplo de las funciones litúrgicas y las celebraciones que en ellas tenían cabida, proporcionan- do la imaginería el decorado monumental pero también su referente, que dados los usos de las imágenes y la cultura visual del momento nada tienede extraño. De todos es conocido el valor judi- cial que alcanza Salomón hasta convertirse en el paradigma de justo por excelencia, 44. Supuesto y acepción judicial que acaso también suscriba el Salomón de la galería salmantina. La legislación local vigente es- tablecía que los juicios se dirimieran delan- te del Pórtico de Santa María45. De todos modos, la práctica judicial es anterior a la - esas actividades previas46. Que entre todos los contenidos semánticos de los que el rey bíblico está revestido el cometido judicial también se incluya no me parece ajeno a las intenciones que guiaron la creación de estos conjuntos. Además, como ya expuso Morale- - ticos e históricos muy interesantes. Su figura concuerda bien con los tiempos góticos, personifica un ideal de monar- ca pacifico, legislador, justo, sabio, con espíritu comercial muy acorde con la sociedad, la economía, la política y el carácter urbano donde se generan estas obras47. Valores que, aun teniendo en cuenta todo lo de normativo y sistemá- tico de la iconografía gótica, coinciden bien con el propio desarrollo de Ciudad Rodrigo y, por supuesto, de sus empre- Lecturas de Historia del arte, Vitoria, 1994, pp. 187-191. 42 D. DENNY, “Some narrative subjects in the portal sculpture of Auxe Speculum, LI, 1976, pp. 27 y 28, nota 16. Citado en S. MORALEJO ALVÁREZ, Iconografía…, p. 61 y nota. 35. 43 Como ha señalado J. J. SÁNCHEZ ORO ROSA, “Orígenes de la Iglesia en la diócesis de Ciudad Rodrigo. Episcopado, Ciudad Rodrigo, 1999, p. 113. 44 Por ejemplo en la catedral de Estrasburgo Vid. L. GRODECKI, R. RECHT, Strasburg, 18-20 octobre, 1968, Bulletin monumental, 1971, pp. 21-23. También se ha ocupado de ello S. MORALEJO ALVÁREZ, Iconografía…, p. 57. Un caso paradigmático es la representación de la catedral de León. Recientemente se ha ocupado de ello G. CAVERO DOMINGUEZ, E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ Y F. GALVÁN FREILE, “Imágenes reales, imágenes de justicia en la catedral de 45 Sabemos que en fuero de Alfayates, fechado en 1190, supuestamente inspirado en el Ciudad Rodrigo se acudan al pórtico de la iglesia de Santa María para iniciar J. J. SÁNCHEZ ORO ROSA, Op. cit.. p. 108. 46 Como se constata en el caso de León según ha señalado S. MORALEJO ALVÁREZ, Iconografía…, p. 61. En el caso de la catedral de León, parece incluso que fue ya una función judicial preexistente la que determinó la presencia del monarca como arquetipo de justicia. En el caso de San San Miguel. Nos hemos ocupado de ello en L. LAHOZ, “El Academia, 76, 1993, pp. 390- 417. 47 S. MORALEJO ÁLVAREZ, p. 104. 57 Sobre la recepción de la galería de Reyes en el Gótico Hispano... sas artísticas, ligadas directamente al patrocinio de la realeza. La siguiente estatua personaliza a un profeta. De nuevo se nos presenta la impre- - tela lo que impide un reconocimiento seguro. Se notará que lleva el típico gorro judío. Sen- dín lo ha asimilado con Ezequiel48, aunque dado lo genérico de su imagen impide ir más allá. De hecho, la inclusión de Ezequiel en un ciclo veretotestamentario entra dentro de lo posible, introduce valores escatológicos y también se ha relacionado frecuentemente con la profecía sobre la Virgen, en ambos ca- sos remite al proyecto del pórtico. Toda vez que por su condición de profeta mayor es uno de los habituales en los programas prototípi- cos anteriores a nuestra catedral. La imagen vecina no ofrece ningún - blas de la ley, los restos de la serpiente de bronce y el atributo que corona su cabeza lo reconocen como Moisés. El patriarca Cristo como a San Pedro lo que explica su alcance en el arte medieval. Se notará que en Ciudad Rodrigo adopta la indumentaria de un sólo cuerno, en alusión a la represen- - pués del suceso de Monte Sinai, <<cornuta facie>> que por una mala traducción de la Vulgata se interpreta la acepción rayos por cuernos. Sin embargo, el patriarca no usa en la iconografía de las catedrales france- sas tal atributo y lo mismo sucede en las copias hispanas, para Crozet la opción de - sentaría una de esas raras invenciones re- pentinas de las que el arte hispano ofrece 49. Gómez Moreno ya se preguntaba si Melquisedec integraba esta galería, de he- cho la trascendencia del viejo preste dilu- cida su inclusión, en efecto la generalizada irrupción en las primeras catedrales galas parece aconsejarlo. En Ciudad Rodrigo prescinde de la ropa sacerdotal y sólo se acompaña de un libro abierto, pero en el tímpano, rematando la estatua, se ha talla- do una cabeza episcopal, lo que indujo a - introduce una notación sacerdotal, tan pro- pia del personaje, que acude a enriquecer lo hace pensar en su hermano Aarón, el otro gran sacerdote, habitual en la iconografía gótica, dispuesto al lado o frente a Moisés. En ese supuesto enlazaría también con las escenas del pórtico. Sea quien sea, se pre- cambia mucho pues ambos inauguran y dan entrada a los cometidos sacerdotales muy apropiados para el lugar que se destina. Completa el friso otro profeta. De cartela, en exceso genérico para saber de quien se trata. Sendín había reparado en una especie de disco que amuebla el vér- tice reconociéndolo como Balaam, en re- lación con la estrella de Jacob sobre una 48 M. SENDIN CALABUIG, Op. cit., p.25. 49 R. CROZET, Op. cit., p. 102. Catedral de Ciudad Rodrigo. Puerta de las Cadenas. Lado derecho de la galería. 58 Lucía Lahoz especie de disco a la manera de estrella50. en ninguna de las series estatuarias de las primeras catedrales francesas vendría a comprometer la tesis51. El octavo de la serie remite a la cate- goría de reyes ya presentes con Salomón y David, y en la otra mano sujeta una espe- cie de cartela enrollada. La delicadeza de su factura le convierte en la talla mejor lo- grada de todo el friso. Caracterizado como rey, luce la indumentaria estrictamente contemporánea introduciendo en el pro- grama acaso connotaciones históricas. La y la disposición de las barbas y cabellos en unas formas muy lineales evocan las maneras de hacer de las catedrales góti- cas francesas con ciertas asonancias con Chartres, que acaso puedan sugerirle el modelo, dando entrada al problema de circulación de modelos52, y denota la in- terpretación en una área bastante margi- viable, dado que la diacronía tan acusada la ejecución salmantina impide pensar en que sean los mismos artistas o artesanos formados en aquellas estelas los que la- boran aquí53. Ahora bien, la adopción de un modelo que para su tiempo ya se había superado puede venir impuesto también por razones semánticas e ideológicas54. El rey es el único sentado, descansa en un trono de tijera, reproduciendo las si- llas rematadas en cabezas y garras de ani- males, de claras resonancias dinásticas, - cas contemporáneos, esencialmente en los ejemplares miniados, donde éstos también se acompañan de cartelas. Sospecho que la coincidencia no sea casual, si bien no se ignorará que unas y otras dependen del mo- delo arquetípico de la realeza. El cruce de piernas exhibe cadencia aristocrática, toda vez que registra la proverbial <<attitude royal>> que la etiqueta de la época prescri- bía a los notables en el ejercicio de la au- toridad, sea ésta del tipo que sea, judicial, política, militar, perfectamente legible hoy y que debía ser todavía más evidente para el público contemporáneo ya que forma parte de los códigos gestuales y de la cultu- 50 M. SENDIN CALABUIG, Op.cit., p. 26. 51 Vid. M. BEAULIEU, Op.cit. 52 Sobre este aspecto vid el artículo de P. KURMANN, Revue de l’art, 120, 1998, 2, pp. 203-227. 53 Para una primera aproximación resulta muy interesante R. RECHT Revue de l´art, nº 120, 1998, 2 pp. 5-10. 54 Para algunos de estos aspectos remitimos al artículo de Castenuovo y Ginzburg citado en la nota 3. Catedral de Ciudad Rodrigo. Puerta de las cadenas. Rey David. 59 Sobre la recepción de la galería de Reyes en el Gótico Hispano... ra visual del momento. David está caracte-rizado como un anciano para distinguir de la madurez de Salomón como corresponde al relato bíblico. David introduce una cadena de el programa, el rey judío no sólo es una ancestro. Con él se introduce en el pro- yecto una triple tipología, dado que está ligado como rey por vía de la carne, como profeta y escritor por vía de la palabra y por sus hazañas por vía de las acciones. Determinados hechos de la biografía del Salmista anticipan o enlazan con el pro- grama elegido, o al menos introducen alusiones que lo enriquecen, pero lo que aplicables tanto a la vida del Cristo como a la de la Virgen. No hay que olvidar que también David queda como paradigma de los monarcas medievales. Algunos problemas ocasiona la iden- hábito, la capucha cubriendo su cabeza y el cordón colgando planteaban pocas dudas, su iconografía coincide con la del Povere- llo de Asís. En su reconocimiento acude también la cabeza del querubín que coro- na el vértice. Hernández Vegas lo asimila- ba al patriarca franciscano, lo que le sirve para datar la obra con posterioridad a 1214 cuando la leyenda sitúa la visita del santo italiano a estas tierras55. Por su parte Sendín lo reconocía como Elías, para este autor la adopción del hábito obedece a que la orden carmelitana celebra al profeta como su fun- dador56. Compromete la suposición el dato y otorgarle a Ciudad Rodrigo un protago- nismo como el creador de la iconografía se nos antoja comprometido. También Crozet piensa en San Francisco, se extraña de su irrupción en una serie veterotestamentaria pero lo relaciona con las otras imágenes franciscanas tempranas de la catedral57. La introducción de San Francisco en un conjunto veterotestamentario no deja de - poránea. A la ambigüedad exhibida en las galerías como toda la historiografía reco- de santos vinculados a las iglesias respec- tivas donde irrumpen, ya en ciclos comple- tos, ya en imágenes de jambas. Santos que se utilizan como elementos de prestigio de las respectivas sedes. En su caso ubicar a San Francisco en la portada catedralicia 55 M. HERNÁNDEZ VEGAS, Op. cit., p. 159. 56 M. SENDIN CALABUICH, Manuel, Op.cit., p. 26. 57 R. CROZET, Op. cit., p. 102. Catedral de Ciudad Rodrigo. Puerta de las Cadenas. San Francisco. 60 Lucía Lahoz más urbana vendría a vincularlo monu- mentalmente con la catedral, prestigiando la sede y de algún modo se publicita con un santo sentido como propio -la leyenda insiste en su visita en la ciudad- desde lue- propaganda redunde y revierta en la cate- dral a la que vendría a prestigiar. Toda vez que, conforme a la trascendencia adquirida por los santos de reciente canonización y el protagonismo que alcanzan en la economía de la Salvación, acaso, su adopción tam- bién promulga el valor que tiene la cate- dral de Ciudad Rodrigo en la historia de la salvación de la humanidad58. Dispuesto en una talla monumental y en la portada más urbana su imagen está cantando y reme- morando esa venida del poverello de Asís, leyenda en su núcleo original pero auténti- ca historia en su utilización, con todos los cometidos expuestos. Además su icono- grafía se despliega también en otros luga- res de la catedral59. No obstante sorprende que el de Asís se represente desprovisto de cronología tardía y que crea un modelo a observar en toda la iconografía franciscana repartida por la seo. En esa línea de imprecisión vigente en todo el friso, el siguiente sólo lleva la cartela, se ha asimilado a San Juan Bautis- ta aunque la falta del disco con el cordero compromete la suposición. Cierra el ciclo desde la izquierda un anciano, también con la cartela, la mano en la mejilla reproduce un gesto de pesar, coincide con el registro gestual habitual de Jeremías que, dada su condición de profeta mayor y su frecuencia en los programas de las catedrales france- sas, bien pudo contemplarse. Es por exce- lencia el profeta de la Pasión e introduce esas notas en el proyecto catedralicio. La presencia de este friso superior en la puerta de las Cadenas de Ciudad Rodri- go constituye el único caso hispano donde se despliega ese ciclo. Se ha esgrimido su comunidad con los ejemplares de las gale- castellana otros ciclos se eligen a buen se- guro porque otras son las intenciones que se quieren celebrar. Para la galería de la puerta Occidental se han apuntado todo tipo de interpretaciones, antecesores de Cristo, reyes de Judá, reyes de Castilla, monarcas 58 Como había defendido Shlink para el caso de Reims de Reims por ella misma, que reivindica menos su papel de iglesia de la Coronación que el lugar esencial ocupado por la ecclesia Remensis- representado por sus W. SCHLINK, « Existait-il un programme d´ ensemble pour les cathèdrales au Moyen Âge? R. RECH, Le monde des cathédrales, París, 2003, p. 24. 59 Pórtico del Perdón con las escenas de la predicación a las los primeros ejemplos de que se tienen constancia de la irrupción en la plástica hispana. Y de nuevo vuelve aparecer la estatua del santo franciscano entre las imágenes monumentales que presiden el interior. Nos hemos ocupado de ello en L. LAHOZ, “ , pp. 241 y 247, respectivamente y donde se recoge la bibliografía anterior. Catedral de Ciudad Rodrigo. Puerta delas Cadenas. San Francisco y dos profetas. 61 Sobre la recepción de la galería de Reyes en el Gótico Hispano... concretos o más recientemente la imagen regia en una ciudad real, aunque como ha señalado Carrero, todos los problemas no están resueltos y una situación equiparable sucede en la portada Norte60. Bien es ver- dad que en Burgos, independientemente de la interpretación que se quiera otorgarles -son todos reyes- mientras que en Ciudad Rodrigo sólo tres son Salomón, la reina de Saba y el rey David. Presumiblemente su opción no es inocente, se podría recabar su condición de inercia y marginalidad, sólo en un foco periférico y marginal podría tener vigencia un modelo similar. Pero no creo que la elección se deba atribuir a la mera inercia, a buen seguro responde a una intencionalidad, apelando al valor dinásti- co defendido para este ciclo, vendría a re- cordar el papel de la monarquía en la crea- ción de la propia sede, rememoración que no podía ser más adecuada. En efecto, es el único caso en el gótico hispano con ese tema, con esa profusión y con esas circuns- tancias, por tanto, entre otros cometidos, interpretarla como la celebración de la mo- narquía es bien apropiada y bien oportuna. Ciudad Rodrigo, políticamente ha- blando, es uno de los episcopados reales. La historiografía ha imputado su creación al deseo de Fernando II por controlar una zona fronteriza y directamente ligada al problema de la repoblación61. Se podría de- cir, como se había apuntado para Chartres, que aquí también los soberanos utilizaron la sede de Ciudad Rodrigo como una cuña para establecer su poder en una zona hos- til62. Del valor que alcanza la ciudad para la monarquía da cuenta la serie de visitas - do II como su sucesor Alfonso IX, incluso Fernando III al comienzo de su reinado, incluyeron siempre a Ciudad Rodrigo en 63. Sabemos que fue sede de reuniones importantes y decisivas de los sucesivos reyes, de encuentros donde se di- rime la cuestión con Portugal, e incluso al- gunas bodas regias se celebran aquí, Alfon- so XI contrae matrimonio en ella. Como se ha sugerido para otros casos galos, el papel político de la ciudad exigía que la autoridad real se manifestara y se exhibiera simbóli- camente64 y qué mejor manera de hacerlo que en una de las portadas de la catedral. La generosidad de los monarcas, en- tre otras intenciones, quizás obedezca al interés de realzar la importancia de la basí- lica como catedral real65. Una revisión de la implicación de la monarquía en la génesis de la catedral y del propio desarrollo civi- Frías subrayaba en su ponencia la condi- ción real de la catedral, las noticias docu- mentales solo registran la contribución de los reyes a la empresa constructiva,deno- tando una atonía de la implicación episco- pal, en claro contraste con lo habitual en otras fábricas. El silencio de las fuentes en relación a la participación canonical no deja de ser elocuente e imputa la fábrica al deseo y a la iniciativa regia. A lo largo del proceso edilicio se suceden las donaciones de Fernando II, Alfonso IX, Fernando III, Alfonso X y así sucesivamente66. Por otro 60 Todas las tesis aparecen sintetizadas y algunas contraargumentadas en E. CARRERO SANTAMARIA, p. 86, al que remitimos para no repetir. 61 Ha resaltado su condición de frontera A. BERNAL ESTÉVEZ, Ciudad Rodrigo en la Edad Media. Salamanca, 1981, p. 21. 62 Como ha señalado O. SIMSOM VON, La catedral gótica, Madrid, 2000, p. 228. 63 A. BARRIOS GARCÍA, “En torno a los orígenes y la Congreso de la Diócesis de Ciudad Rodrigo, Zamora, 2002, p. 191. 64 O. SIMSON VON, Op. cit., p. 228. 65 Como se ha señalado para el caso anterior Ibidem. 66 Para no alargarnos más pueden verse todas estas donaciones en la historiografía clásica de Ciudad Rodrigo, D. NOGALES DELICADO Y RENDÓN, Historia de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Ciudad Rodrigo. Ciudad Rodrigo, 1882, también M. GÓMEZ MORENO, Op. Cit. M. HERNÁNDEZ VEGAS, Op. cit. Aparecen recogidas en J. M. 62 Lucía Lahoz lado, éste, más que notable, patronato regio tampoco sería ajeno al cometido estratégi- co de la propia fábrica catedralicia. Estamos en una época donde la fun- ción y la producción de imágenes experi- mentó un cambio profundo y permanente y la catedral se eleva sobre el entramado urbano y se cubre de representaciones que publicitan un mensaje y una ideología per- fectamente diseñada. Es precisamente en esta portada de las Cadenas -la que se pro- yecta hacia la ciudad- donde se publicita ese carácter real. No cabe ninguna duda que bíblicos son los reyes representados, pero también éstos corresponden y coin- ciden con el arquetipo ideal de la monar- quía que se está gestando. De ningún modo como personalización de los monarcas fun- dadores o de los coetáneos a las obras, pero al menos en el sentido iconológico los re- presenta. Incluso una estaría tentada a dar el anciano David se ve sustituido o asistido por Salomón, tal y como debió pasar en la fábrica catedralicia de Ciudad Rodrigo, se tome tanto como Fernando II el fundador y Alfonso IX el impulsor, o se piense en Fer- nando III o Alfonso X. Los programas dan así cabida a las circunstancias históricas que han presidido su nacimiento y su evolu- ción. Acaso en Ciudad Rodrigo entre otros cometidos nos encontremos con un corte- jo real, anunciando al exterior, de manera genérica, su estatuto de iglesia real que en los pilares del crucero se hace de una for- ma más concreta e individualizada, como ya apuntaba Regine Abegg para Burgos67. Pues como es sabido la imaginería real de la catedral se completa con las representa- ciones de los fundadores en el interior, que reyes del Antiguo Testamento en los pro- las abadías va a la par con la restauración de los reyes o con la erección de la estatua 68, hipótesis que continúa siendo, una tecnología para atraer a los espectadores a ciertas formas de co- municación visual, como quería Camille69, nada mejor que estas imágenes para publi- citar su condición real. - vid, y por extensión, otros personajes de las Escrituras fueron una imagen recurrente - val que, en la plástica gótica llegó a consti- 70 el fenómeno como un <<hecho histórico>>. David como Salomón fueron sentidos como arquetipos de la realeza hierocrática medie- val, según testimonian las tan tópicas alu- siones a ellas en los laudes o eulogia regios y en los rituales de coronación de la época, y que la iconografía misma se hizo también cargo de esta suerte de propaganda política, especialmente en de la Francia de los Cape- tos, cuando el ideal monárquico trataba de unánimemente en aquellos retratos- si no en - co- de los mismos poderes que lo patroci- posible que los monarcas contemporáneos hayan prestado más de una vez sus rasgos genérico que tiene la retratística medieval- a los reyes de Judá, como ya se había visto MARTÍNEZ FRÍAS, Op. cit., pp. 117-119. 67 R. ABEGG, O quam beata tempora ista... Une mise en scène rétrospective: les monuments des rois et des évèques P. KLEIN, Der mittelalterliche Kreuzgang. The medieval Cloister. Le cloître au Moyen Âge. Architektur, Funktion und Programm. Reginsburg, 2004, p. 345. 68 W. SAUERLANDER; Op. cit., p. 35. 69 M. CAMILLE, Op. cit., p. 14. 70 E. CARRERO SANTAMARIA , p. 88. 63 Sobre la recepción de la galería de Reyes en el Gótico Hispano... que le prestaron sus atributos, y éstos, por su parte, sirvieron en algún caso de pauta ico- - cesas. El anacronismo y la ambigüedad se 71. Nada im- pide aplicar todas estas sugerencias semánti- cas al caso civitatense, registros que acuden propuestas, pues como apuntaba el profesor - jor reconstruir las mentalidades a través de 72. Y como ya sugería Simson acaso la predilección de la escultu- ra monumental en la Isla de Francia por el grupo de Salomón y la reina de Saba este vinculado a la ideología monárquica73. Si al rey se le consideraba un nuevo Salomón, la construcción de templos cristianos estaba entre sus más notables obligaciones, lo cual - ción estilística del conjunto y su acotación cronológica, ya que no se cuenta con un - ra medieval catedralicia. La historiografía no es unánime a la hora de formular la as- cendencia del conjunto. Gómez Moreno lo atribuye a un maestro que llega cuando terciaba el siglo, de mayor alcance arqueo- valoración ejecutiva no supera un matiz ne- gativo. Vincula sus labores también con la ejecución del pórtico de los pies74. Crozet colocaba sus empeños en otra órbita dis- tinta que las imágenes inferiores. Denun- cia ciertas desproporciones, pero destaca el tratamiento de la Sabena, el franciscano y el rey David, que buscando evadirse del hieratismo y el verticalismo, sugiere cierto movimiento del que se encuentra la replica en el portal occidental75. Azcárate habla de un arcaizante friso, pese a su aire románi- co corresponde ya al siglo XIII. Sus for- mas evocan lo más antiguo de la catedral de Chartres, situándolo dentro del siglo XIII, unos años antes que la escultura de la puerta principal76. Moralejo la asigna en la tradición del mismo artista o taller junto a la portada occidental y la data hacia media- dos del siglo77. En efecto, la disparidad de opinio- nes informa la apreciación del conjunto. - do los prototipos que le sirvan de mode- lo. Además, la distancia cronológica entre esos primeros ejemplos y la ejecución en Ciudad Rodrigo tampoco facilita las cosas. Esa ascendencia de Chartres se deja sentir de David, y asimismo informa otros prés- tamos aunque también pudiera imputarse a ejemplares en la órbita chartriana. De todos modos desconocemos la incidencia que pudieron desempeñar otros modelos, recientemente se ha especulado sobre la mediación de plantillas tridimensionales, o la ascendencia de las cartillas de dibu- pues, a partir de una circulación intensa y generalizada de modelos tanto o más pre- ciosos ya que el conocimiento empírico de 78. Si nos atenemos a la diacronía entre esta obra y las que le sirven de base, esa vía de plantillas y cartillas de modelos mediando parece la más indicada. El escaso peritaje del taller escultórico tampoco favorece el esbozo de conclusiones claras. 71 S. MORALEJO ALVÁREZ, Iconografía…, p. 59. 72 IDEM, , p. 79. 73 O. SIMSON VON, Op. cit., p. 154, nota 140. 74 M. GÓMEZ MORENO, Op. cit., p.321. 75 R. CROZET, Op. cit., p.102. 76 J. M. AZCÁRATE RISTORI, Arte gótico en España. Madrid, 1990, p. 147. 77 S. MORALEJO ALVÁREZ, Iconografía…, p. 34 notas 66 y 67. 78 R. RECHT, Op. cit. p.7. 64 Lucía Lahoz del núcleo civitatense, así como la escasa producción de escultura gótica en sus in- mediaciones dilucida ese vacío, que tanto en arte como en física explica los fenóme- nos inerciales.Es uno de los pocos deste- llos de la producción monumental gótica en la provincia de Salamanca. Su apuesta decidida por los modelos típicos de las catedrales góticas es evidente pero adap- tando y adoptándolo a sus necesidades, acoplándolas e imbuidas de una lectura histórica. Esa vinculación con el pórtico occidental es más puntual y epidérmica de lo que se ha supuesto, a buen seguro porque allí se adoptan algunas recetas del taller del friso más que otra cosa. La adop- ción de las plantillas debe ser consciente y responde al cometido que suscriben y con el que se quiere revestir la producción mi- robrigense, directamente ligada al ideario de la monarquía, buen ejemplo de esa per- vivencia de formatos, o mejor el recurso a implícito. La adopción no ha de tomarse - cionada, el centro receptor desempeña un papel activo y buscado, si bien viene im- puesto por razones ideológicas. La ausencia de datos documentales impide formular una cronología segura, la escasa pericia de sus artesanos tampoco - truir el proceso. En lo formal realizan una interpretación bastante libre que impide reconocer la plantilla que la inspira, y ni tan siquiera permite vislumbrar una estela. Faltos de datos artísticos, tal vez el calen- dario político y la documentación histórica nos proporcionen de forma indirecta algu- nos eslabones a los que asirnos para esbo- zar una aproximación cronológica, dado que están directamente relacionados79. Se ha supuesto una primera reanudación de las tareas constructivas con Alfonso IX. La tesis de Hernández Vegas situando la obra entre 1191 y 1214 resulta inverosí- mil, fechas en exceso tempranas que ni el programa ni el estilo permiten sostener80. Por su parte los estilemas, y sobre todo el - plazan en una etapa plenamente gótica. Un privilegio del 25 de diciembre de 1230 de Fernando III otorga a la iglesia catedral mientras durase su fábrica una renta anual de doscientos maravedís sobre los pechos que pagaban los judíos de esta ciudad. La noticia ha servido para establecer los inicios del pórtico81, proporcionando una fecha temprana. Además, como apuntaba Martínez Frías, ha de considerarse el pro- blema de las tercias reales desviadas ha- cia la campaña de Sevilla, lo que supone necesariamente un parón en las fábricas catedralicias. Es más, algunos autores tras la toma de Sevilla han destacado un desin- terés de la monarquía hacia las empresas catedralicias, desviando la atención hacia el sur. El citado autor sitúa la reanudación de la campaña en los años posteriores a Sevilla todos los privilegios del templo82 y, aunque no se ha conservado, en 1254 se sabe que por un documento de este rey se exime de pagar al Obispo, canónigos y clérigos de la catedral83. Por todo ello, entra dentro de lo posible que en esos momentos se cree un clima adecuado en el que se geste ese proyecto. Ahora bien, - tilística- con el proyecto del pórtico más 79 Como ha señalado el profesor Moralejo para Galicia, que sea casualidad que el fenómeno coincida con el momento en que Galicia se ha quedado sin reyes, aunque fueran compartidos con León. S. MORALEJO ALVÁREZ, Iconografía..., p.120. 80 M. HERNÁNDEZ VEGAS, Op. cit., p. 159. 81 J. YARZA LUACES, La Edad Media. Historia del Arte Hispánico. Madrid, 1978, p. 230 supone que superadas esa fechas se comienza la gran portada de los pies. 82 M. HERNÁNDEZ VEGAS, Op. cit., p. 169. 83 Ibidem. 65 Sobre la recepción de la galería de Reyes en el Gótico Hispano... tardío, conviene retrasar su ejecución por - da de los 70. A partir de los modelos paradigmáti- cos galos y como testimonio de los présta- mos entre las respectivas cortes, la galería superior de la puerta de las Cadenas inicia las empresas plásticas góticas de la cate- dral, publicitando el carácter real de la seo mirobrigense. Proyectada sobre la calle más transitada con un mensaje que privilegia los pilares básicos de la catedral, de una parte la imaginería monárquica, proclamando su condición de iglesia real y reforzada con la presencia de San Francisco. Con todo, el arte se convierte en <<texto y contexto>> para entender mejor lo que fue la vida y los problemas en Ciudad Rodrigo en el siglo XIII, dejándonos uno de los pocos casos de de un modelo galo pero pleno de intencio- nes, donde la imaginería arquetípica regia es síntoma evidente del contexto político monárquico que la sustenta, buen ejemplo el aporte documental y la situación históri- ca que la genera. Haciendo explícito aquel también se esclarecerá de la aplicación del análisis político en sentido largo. No se tra- mecenazgo sobre la forma, el contenido y de la evolución del arte. Se trata sobre todo de analizar cómo el poder de las obras de arte se organiza en relación con el poder en general. Me parece que Erwin Panofsky ha dado un paso en esta dirección poniendo en relación el estilo gótico a través de la noción polivalente de orden y de jerarquía con el método escolástico, y el de estos dos niveles con el orden socio-político encar- nado en la Isla de Francia en los alrededo- 84. 84 J. LE GOFF, Daedalus, 100, 1971, pp. 1-19, citado en E. CASTELNUOVO, Actes de la recherché a sciences sociales, 1976, vol, 2, nº 6, J. LE GOFF, “¿Es Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente Medieval, Madrid, 1999, p.175.
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