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LE BOULCH, JEAN. El aspecto transitivo del movimiento humano. En: Hacia una ciencia del movimiento humano. Introducción a la psicokinética. Capítulo IV. IV. EL ASPECTO TRANSITIVO DEL MOVIMIENTO HUMANO LAS PRAXIS Y SU MODO DE ADQUISICION En relación con el mundo exterior “el cuerpo es el que realiza y el que recibe” (Bergés). Así pues, se puede analizar la gestualidad en sus relaciones con el objeto y, desde un punto de vista subjetivo, en sus manifestaciones expresivas. Ese doble análisis nos ofrece dos perspectivas complementarias acerca de los movimientos. El estudio de la motricidad expresiva nos ha permitido aportar algunas precisiones acerca de las reacciones afectivas y emocionales que se exteriorizan mediante reacciones tónicas y motrices, espontáneas o controladas, conscientes o inconscientes. La motricidad transitiva se ejerce sobre el objeto con miras a modificarlo; su característica fundamental es la eficacia. Pero esta eficacia no es un don primitivo; se adquiere. “En el comienzo el objeto y el sí mismo se confunden; después, el objeto está más allá y para mí antes de convertirse, ulteriormente, en el objeto en si” (Piaget). Sabemos en qué medida el componente tónico-emocional primario desempeña un papel capital al respecto. Su irregularidad puede “desorganizar todo el mecanismo de la manipulación, alterar la aparición de la permanencia del objeto y perturbar la realidad del sujeto”. Franqueado este primer estadio y puesto el objeto a distancia, lo efectivo y lo transitivo permanecen íntimamente ligados por intermedio de la motivación que es la fuerza a partir de la cual se organiza la motricidad transitiva. La motivación evoca el aspecto adaptativo de la conducta y, a este respecto, la acción que conduce al objeto, en el curso de la fase final de la conducta, puede tener un carácter apropiativo o defensivo (véase pág. 41) según el análisis que ya hemos hecho. Pero la acción sobre el objeto puede no tener ningún fin pragmático, es decir, no tener ninguna relación con las motivaciones fundamentales apropiativas o defensivas. En tal caso, hay un placer ligado a la acción propiamente dicha fuera del fin a alcanzar, y el objeto sólo será un Intermediario; es lo que hemos definido como actividad lúdica. Este proceso de abandono del asedio que implica un distanciamiento en relación con el objeto, aun cuando se manifiesta en un nivel animal, caracteriza más específicamente el nivel humano y desempeña un papel considerable en el desarrollo de la función cognitiva. En resumidas cuentas, la motricidad transitiva se ejercerá a la vez en el curso de las actividades pragmáticas y de las actividades lúdicas, e implica la regulación minuciosa de la cooperación de los diferentes grupos musculares que permiten un buen ajuste del movimiento al fin propuesto. Lo que hemos llamado “intencionalidad” de la conducta significa, precisamente, que una finalidad más o menos consciente de las acciones preside la ejecución de todos los movimientos coordinados. COORDINACIONES INNATAS Y COORDINACIONES ADQUIRIDAS En algunos casos el ajuste motor es innato y el dominio del objeto es posible merced al juego de coordinaciones que forman parte del bagaje genético. Este tipo de conducta, que corresponde a los actos instintivos de los clásicos, permite un estado de equilibrio con un elemento fijo del medio. En el nivel humano, esos automatismos innatos son poco numerosos y destinados a desaparecer. Además del reflejo de succión, que permite la supervivencia del recién nacido en el curso de los primeros meses, citemos los “reflejos arcaicos” que desaparecen hacia el tercer mes de vida. Desde la supresión de los reflejos arcaicos, la entrada en juego de la motricidad piramidal o voluntaria de tipo intencional va a permitir la adquisición rápida de numerosos automatismos en el curso del primer año de existencia. Esos automatismos, así como las diferentes actitudes: marcha y desplazamientos en general que se realizan merced a la existencia de estructuras funcionales comunes a la especie, no se desarrollan por sí mismos y no son la mera revelación de automatismos preexistentes. La ontogénesis nos enseña que en su desarrollo los dones hereditarios y la influencia del medio se entrelazan de modo constante, habida cuenta de ese poder del organismo de autoestructurarse por medio del contacto práctico con el mundo exterior. El ajuste a una situación puede no ser inmediato ni automático. La formación de un nuevo sistema de respuesta, de una nueva estructura funcional, se imponen: es el fenómeno de aprendizaje que adquiere una importancia considerable en el hombre y que nos proponemos estudiar aquí. El aprendizaje permite adquirir nuevos “esquemas” de conducta. La repetición los fija en forma de conductas estabilizadas: los hábitos. El hábito es, por ende, un producto terminal del aprendizaje y por ello se opone a los automatismos innatos y a la improvisación motriz en presencia de una situación nueva. Cuando el hábito motor es suficientemente complejo como para exigir la puesta en juego de movimientos coordinados, se le puede dar el nombre de “habilidad motríz” (Munn). La expresión neurológica praxis es, poco más o menos, sinónimo de habilidad motriz y designa sistemas de movimientos coordinados en función de un resultado o de una intención. Por otra parte, las praxis se adquieren. Esta adquisición puede provenir de la experiencia del sujeto o de la educación. La educación se puede fijar como objetivo: en el aprendizaje de la praxis, el mero hecho de poner al niño frente a una situación-problema a fin de que pueda realizar su propia experiencia de adquisición. Con mayor frecuencia, el objetivo es la transmisión de un saber gestual que depende de las experiencias anteriores; de ese modo, se trasmiten de generación en generación las “técnicas del cuerpo”, para utilizar la expresión de Marcel Mauss. Para enseñar, por ejemplo, a un niño a valerse del cuchillo y del tenedor se le colocarán en las manos indicándosele cómo debe utilizar los dedos. Esta forma de aprendizaje emplea la señal verbal, sea para estimular el acto de aprendizaje, sea para dar informaciones que adquieren valor de consignas en la ejecución. En este ejemplo, el acto es compartido por el educador y el niño, pero el perfeccionamiento en el análisis y su mayor precisión pueden hacerle desempeñar, al fin, el papel más importante a aquel que enseña el movimiento. Así pues, podríamos afirmar en último análisis que si bien los movimientos humanos realizan efectos subordinados a las reacciones instintuales primordiales (alimentación, defensa, investigación, orientación), su modalidad de desarrollo, es decir su “técnica”, ha recibido una profunda influencia de la suma de las experiencias humanas anteriores. Por ende, las conductas motrices del cuerpo humano están socializadas, según la expresión de Pelosse. (Contribution d l’étude des usages corporels traditionnels). A este respecto debemos señalar que nuestras sociedades fuertemente industrializadas se han empobrecido en cuanto a movimientos tradicionales de carácter expresivo, al tiempo que el bagaje de gestos de eficacia técnica no ha cesado de aumentar. Parece que en el ámbito del movimiento asistiéramos a una evolución comparable a la observada en el del lenguaje. Así como “los lingüistas han reconocido en el acto de comunicar un mensaje la función esencial del lenguaje hablado, relegando a una condición secundaria las funciones expresivas y estéticas”, del mismo modo la preocupación por el rendimiento mecánico del movimiento humano es lo que concentra la mayoría de las investigaciones kinesiológicas. LOS DIFERENTES TIPOS DE PRAXIS: INTENTO DE CLASIFICACION Precisemos nuevamente la definición que hemos adoptado para caracterizar las praxis: sistemas de movimientos coordinados en función de un resultado o de una intención. A partir de esta definición podemosdiferenciar las praxis según su intención en praxis con intención transitiva, praxis de carácter simbólico y praxis con objetivo estético. Las praxis con intención transitiva implican una acción directa sobre el objeto con miras a modificarlo. Las praxis simbólicas están en relación con el deseo de comunicarse, es decir, de transmitir un mensaje gestual a los demás. En esta categoría encontraremos gestos que presentan diferentes niveles de abstracción y que van del mero remedo de un gesto usual a un verdadero código gestual puramente convencional. Las praxis con miras estéticas tienden a transmitir, de igual modo, un mensaje, pero la intención aquí está centrada más en la cualidad formal de ese mensaje que en su precisión. Observemos que numerosos gestos que en nuestros días parecen tener una función estética no son otra cosa que gestos en otro tiempo transitivos: es el caso, por ejemplo, de la danza y de las actividades deportivas como la gimnasia artística, que utilizan gestos utilitarios al igual que instalaciones con aparatos. Las praxis simbólicas y estéticas poseen siempre un alto grado de socialización por tener una finalidad en relación con la expresión y la comunicación. Las praxis con carácter transitivo pueden estar muy próximas a las reacciones instintuales o, por el contrario, muy socializadas. Es verdad que en sociedades del tipo de la nuestra se manifiesta cada vez más el carácter socializado, que se traduce mediante una codificación y un tecnicismo más acusados. Según la rigidez de la codificación se puede dejar a la iniciativa y a la habilidad personales un mayor o menor sitio. En función de estos criterios, Gemelli, seguido por Marco Capol y León Walther, ha dividido en cuatro categorías las habilidades motrices coordinadas de manera “eupráxica”. “1) En la primera categoría se pueden colocar todas las habilidades motrices que no están estricta y rigurosamente definidas y adaptadas al fin propuesto; son el resultado de movimientos variados coordinados en determinadas percepciones; estas habilidades no están automatizadas de una manera estricta: por el contrario, son el resultado de movimientos más sencillos, relativamente automáticos. A esta categoría de habilidades pertenecen un gran número de actos que componen nuestra vida cotidiana... “2) A la segunda categoría pertenecen las habilidades motrices que resultan de los movimientos automatizados —en su complejo— y bien dirigidos hacia su objetivo, pero no poseen una fisonomía personal ya que están estereotipados. Un ejemplo típico nos lo ofrecen muchos ejercicios gimnásticos y deportivos. “En el campo del trabajo debemos agregar a esta categoría la mayoría de las tareas confiadas a los obreros, quienes a causa de la facilidad de su tarea con un relativo grado de ejercicio y una instrucción limitada pueden obtener un nivel suficiente de coordinación y de automatismo de los movimientos. “3) A la tercera categoría pertenecen las habilidades motrices que resultan de los diferentes movimientos automatizados, los cuales, sin embargo —en su complejo—, no poseen un alto grado de automatismo porque los diferentes movimientos son relativamente independientes unos de otros; incluso esta independencia relativa es una condición para que se encuentren, en conjunto, estrictamente subordinados al fin que nos proponemos, fin que puede tener cierto grado de variación. Esas habilidades constituyen, por lo tanto, un todo estructuralmente unido en una forma determinada; se trata, justamente de las habilidades que adquieren los obreros especializados cuyo trabajo, aunque automático y uniforme en sus diferentes movimientos exige no obstante una atención vigilante y cierto grado de inteligencia para la coordinación y el ajuste de esos movimientos en relación con los objetivos que el obrero se propone en su trabajo. “Incluso aquí, aunque se manifieste más que en las categorías precedentes, la personalidad del obrero no tiene mayor influencia; lo que predomina es el automatismo. “4) Finalmente, es preciso recordar las habilidades motrices que resultan de movimientos automatizados relativamente independientes y —en su complejo— muy subordinadas al objetivo a alcanzar, que es la razón de su coordinación, es decir, de las habilidades iguales a las comprendidas en la categoría precedente por su mecanismo interior, pero en cuya aplicación el elemento intelectual posee una participación predominante, de modo tal que en su conjunto pierden todo carácter de automatismo y adquieren otro plenamente personal. En síntesis, encontramos aquí esas habilidades personales que si bien son el resultado de los movimientos automáticos y estructurados presentan, sin embargo, notas individuales tan particulares que constituyen el elemento predominante. Así es, por ejemplo, la habilidad de los obreros que realizan su trabajo con sentido artístico; los artesanos en el sentido más cabal de la palabra.” A guisa de conclusión podernos bosquejar una clasificación de las praxis teniendo en cuenta lo mejor posible los distintos datos expuestos. Señalemos, como consecuencia de este esbozo de clasificación, que el carácter estereotipado de las praxis transitivas es tanto más acusado cuanto que predomina la preocupación por el rendimiento. En cuyo caso el carácter humano del movimiento es postergado en provecho de sus características mecánicas. En ocasiones ocurre que sujetos creativos que se alejan de las formas rigurosamente codificadas y que utilizan habilidades motrices del tipo cuatro llegan a mejores resultados. Es el caso de un artesano ingenioso que descubre una nueva habilidad o el de un atleta que ha escapado a la influencia de su entrenador y descubre una nueva técnica. Este caso se ha presentado durante los últimos Juegos Olímpicos en el salto en alto cuando, ante la sorpresa general, el título lo ganó un atleta que franqueó la barra de un modo desconocido hasta entonces. Cuando sobreviene un acontecimiento tan excepcional, debemos admitir que muy pronto el nuevo gesto se filma, se analiza, se diseca, se codifica. Su enseñanza, en tal caso, se vuelve tan rígida como las técnicas que lo han precedido. LOS DIFERENTES TIPOS DE APRENDIZAJE Y SU SIGNIFICACION Los cuatro tipos de habilidades motrices descritos por Gemelli no representan, en nuestra opinión, variaciones de orden cuantitativo en el grado de habilidad, pero son el resultado de modos de aprendizaje no sólo diferentes, sino heterogéneos y hasta antagónicos. El aprendizaje por “insight” como consecuencia de ensayos y errores determina la adquisición de la primera categoría de habilidades motrices No nos detendremos en las discusiones teóricas relacionadas con la legitimidad de las distinciones entre las dos concepciones del aprendizaje, por ensayo y error (Thorndike) y por comprensión (guestaltistas). En el nivel humano, consideramos que no hay nunca aprendizaje estricto por ensayo y error en el sentido de Thorndike, sino que por una parte el aprendizaje es orientado por la conciencia más o menos clara del fin propuesto (intencionalidad); y por la otra, lo que en determinado momento la “situación problema” ha sido “comprendida”. Entendemos por ello que el individuo en situación de aprendizaje ha percibido las relaciones esenciales inmanentes a la situación, es decir, su estructura, y a esa estructura corresponde un “esquema”. Llamaremos “esquema” de una acción según Piaget: “Cuando la estructura general de esta acción se conserva en el curso de sus repeticiones, se consolida mediante el ejercicio y se aplica a situaciones que varían en función de las modificaciones del medio”. Los trabajos de Piaget acerca del período sensoriomotor del desarrollo muestran que a partir de las primeras manifestaciones del pensamiento simbólico (hacia los dos y medio y tres años) el insight se explica por la posibilidad de un comienzo de internalizaciónde la coordinación entre los esquemas que permite la invención de nuevas praxis. Podemos entonces enumerar las características de este tipo de aprendizaje: Depende de la capacidad del individuo para dominar la función simbólica que implica la posibilidad de internalización de esquemas. Es función de la experiencia anterior. En la medida en que el individuo posee “esquemas” adquiridos mediante una experiencia previa podrá utilizarlos en presencia de una situación nueva en la cual reconocerá el parentesco estructural con otra situación anterior vivida. Por eso la importancia de la elección de la situación-problema para que sea posible el insight. La transferencia del esquema de una situación de aprendizaje a otra está en función de la semejanza de las estructuras de significación de las dos situaciones. El insight depende de un período de ensayos y errores; el sujeto tiene que haber tanteado para que el descubrimiento se haya producido. Así pues, podemos afirmar que antes que la repetición como tal, es el ejercicio en condiciones apropiadas el factor de aprendizaje. Las praxis adquiridas por medio de ese tipo de aprendizaje pueden estabilizarse mediante la repetición, pero no están “estrictamente automatizadas”, lo que las hace susceptibles de ser explotadas en situaciones diferentes (acomodación de los esquemas a las situaciones). Aun cuando la internalización del esquema hace posible asociarlo a tal situación, su propia estructura, es decir la representación mental del tipo de coordinación, es muy vaga e incluso inexistente. A este respecto, permanecemos en el nivel de lo vivido corporal, y es de desear que así sea para conservar la plasticidad de la praxis. Este tipo de habilidad corresponde, además de las praxis usuales, a lo que Georges Hebert describía con el nombre de “gestos naturales” adquiridos después de ajustes a las situaciones-problema que tienden a restituir las “condiciones naturales de existencia”. Se puede observar, de igual modo, en un deportista librado a sí mismo que ha encontrado mediante tanteos una modalidad de respuesta que le permite obtener resultados satisfactorios. Señalemos que en los atletas especialmente aptos, esta modalidad da origen a la invención de estilos nuevos. Por lo demás, algunos entrenadores en ocasiones se limitan a dejar descubrir nuevas modalidades de respuesta a los atletas, y además, después, a perfeccionar y afinar esas respuestas. El aprendizaje inteligente con programación consciente explica la adquisición de las habilidades motrices de 4a categoría El aprendizaje por insight como consecuencia de ensayos y errores representa un modo primitivo, lento y a menudo ineficaz que predomina en el niño todavía en el estadio de la conducta sensitivo- motriz. Cuando los imperativos sociales que exigen con frecuencia un aprendizaje más rápido de nuevas habilidades motrices, sea en el ámbito de la profesión, sea en el de la práctica deportiva, nos colocan en presencia de una situación-problema se llega a codificar la respuesta en forma de una técnica. En este tipo de aprendizaje, no sólo el fin a alcanzar está fijado, sino que se determina en detalle el “esquema de acción” que será objeto de una descripción técnica, a veces muy precisa. El aprendizaje inteligente o aprendizaje secundario de Hebb, específico de la conducta humana, implica la internalización del “esquema de acción”. A partir de la representación mental del esquema internalizado en su totalidad se darán los pasos sucesivos que producirán la estabilización de la nueva praxis. La estricta mecanización o “drill” es el modo de aprendizaje responsable de la estereotipia gestual La técnica del “drill” consiste en descomponer los actos que han de aprenderse y en recomponerlos en un aluvión de reflejos. Sobre todo, la adquisición de destreza en las profesiones es lo que ha inspirado los más célebres trabajos en este ámbito; los de Carrard en Francia y el Método TWI en los Estados Unidos. Carrard describe esa forma de aprendizaje de la siguiente manera: “La preocupación de evitar todo falso movimiento conduce a una descomposición de los ejercicios. La sucesión de esos ejercicios y su grado de dificultad deben combinarse de modo que pueda adquirirse insensiblemente el automatismo del gesto. La repetición del gesto le asegura, poco a poco, la regularidad, la precisión y el ritmo impuesto. Los músculos ‘adoptan’ el movimiento y se liberan de la tutela de la mente. El gesto es, en ese momento, automático”. Deberíamos decir: el gesto está, en ese momento, mecanizado, ya que en este método todo está calculado para inscribir en el cuerpo del hombre, desde el exterior, mecanismos de respuesta que finalmente lo ciñen a formas rígidas de reacción que él ya no puede modificar. Según el rigor con que se aplique este sistema, y también el grado de tolerancia del sujeto que lo padece, se determinan el segundo y tercer tipo de habilidades citadas en el comienzo de este capítulo. IMPORTANCIA FILOSOFICA DEL PROBLEMA DEL APRENDIZAJE MOTOR Según los principios que hemos desarrollado en nuestra metodología no podemos contentarnos con adoptar una actitud descriptiva tendiente a analizar lo que se puede observar en el plano del aprendizaje motor. Debemos hacerles adquirir a los niños y a los hombres nuevas habilidades motrices; debemos prepararlos para adquirirlas respetando su personalidad y mejorando sus posibilidades de elección. Esta observación implica una opción precisa acerca de la forma de aprendizaje que adoptaremos en tal o cual situación concreta: ¿Qué actitud adoptaremos para hacerle adquirir al niño las praxis usuales? ¿Cómo encararemos el aprendizaje de la escritura? ¿Cómo conduciremos en la formación profesional la asimilación de los gestos de la profesión? En la misma situación, ¿Cuál será nuestra forma de proceder con el débil? ¿Cómo abordaremos el problema del aprendizaje de las técnicas en el deporte? ¿Qué puesto daremos a la técnica en las actividades estéticas? Esta obra sólo tiene sentido en la medida en que permite aportar elementos de respuesta a esas preguntas precisas y prácticas que contemplan a la vez los imperativos del desarrollo de la persona y las necesidades de su integración social conservando el respeto por su autonomía. En último análisis, toda nuestra metodología gira alrededor de la necesidad de superar ese dilema que nos sitúa en el núcleo de los principales problemas filosóficos que conciernen al hombre, y que volvemos a hallar en los métodos pedagógicos cuando se plantea el problema de la autoridad en la educación. EL CUERPO-INSTRUMENTO Y EL DUALISMO FILOSOFICO La opción dualista que está en la base de nuestra cultura occidental induce a la concepción de un “cuerpo-instrumento”. Dentro de una concepción semejante, las preocupaciones educacionales fundamentales deben dirigirse a lo esencial, el espíritu; el cuerpo sólo adquiere importancia en la medida en que permite la expansión del espíritu. Pero la acción en el mundo muestra de inmediato una falla en esta afirmación y la debilidad de esta tesis. El acto voluntario exige un predominio sobre el mundo y sobre las cosas que pueden ofrecerle resistencia. En la lucha contra esa resistencia es posible que el cuerpo no sea el órgano dócil del espíritu, sino que dé prueba de una inconsistencia y de una opacidad que la voluntad pudo haber olvidado y sin cuyo dominio sólo es veleidad. Será menester asegurar mediante el entrenamiento una determinada adecuación de la persona a su cuerpo. Ese cometido lo cumplirá una determinada gimnasia que se dedicará a “domar” el cuerpo; a hacer de él un “buen instrumento”. Los filósofos dualistas han sido, de tal modo, conducidos a promover una acción educativa doble, permaneciendo dentro de la lógica de su sistema. “Decir que el hombre se compone de un alma y un cuerpo es concluir seguidamente que la educación,aprendizaje de la vida, deberá estar al servicio de los dos” (J. Ulman). Es así como el abate Fleury, fiel discípulo de Descartes, define la educación corporal de una manera práctica con miras a satisfacer las exigencias de la vida corriente: “Los ejercicios que más se practican en todo el mundo son andar y estar de pie mucho tiempo, llevar pesos, tirar de una polea, correr, saltar, nadar, montar a caballo, manejar armas, jugar a la pelota y así por el estilo, según la edad, la condición y la profesión a la que cada uno se destina”. Es Descartes el que ha dado al dualismo su forma más acabada e intelectualizante. Para él el cuerpo, así como el conjunto del mundo material, es “máquina” que posee en sí misma todos los principios del movimiento en virtud de un determinismo biológico. El cartesianismo, que lleva en sí el germen del pensamiento técnico, reduce el cuerpo a un simple mecanismo movido por el espíritu. Pero desde el momento en que ya no basta ajustarse globalmente al mundo y que es preciso aprender voluntariamente un gesto técnicamente definido, el hombre comienza a debatirse contra su torpeza que traduce la pesadez de su cuerpo. EL “CUERPO-INSTRUMENTO” Y LA FORMACION PROFESIONAL En el siglo XIX, comienzo de la era industrial, las consecuencias extremas del cartesianismo se hacen sentir en el ámbito de la formación profesional. En el sistema educativo, la separación entre la formación intelectual y la ejercitación del cuerpo se había consumado mucho antes de este período, pero sin embargo había una rama en la cual la formación presentaba cierta unidad: el ámbito del aprendizaje de los oficios. El sistema de Corporaciones aseguraba una formación práctica “en el taller”, al término de la cual el joven debía conocer todos los aspectos del oficio completo, tanto prácticos como teóricos. Jean Rousselet precisa al respecto: “En el ejercicio de su profesión, los artesanos del pasado se veían precisados a recurrir indistintamente a conocimientos prácticos y teóricos. Les acordaban la misma importancia y no encontraban ninguna diferencia entre el valor intrínseco de su demostración de destreza, fruto de un largo aprendizaje manual, o el de una receta técnica más o menos empírica. Ninguno podía desinteresarse de la ‘cultura general’, tanto más cuanto que las interferencias entre las profesiones eran frecuentes”. Por el contrario, el desarrollo del maquinismo, con su corolario la especialización, provocó muy pronto una diferenciación entre profesiones nobles y profesiones manuales, reduciendo a sus practicantes a un mero automatismo gestual. La concentración industrial produce una división cada vez más acentuada del trabajo en operaciones fragmentarias (no exigen más que un corto aprendizaje previo) que convierten en inútil para quienes las ejecutan cualquier incorporación de conocimientos teóricos y generales no inmediatamente explotables. El hombre-máquina, el obrero-robot había nacido, y con la ayuda de la ciencia se hacía fácil “condicionarlo” a su trabajo con gastos mínimos. Así pues, el desarrollo del maquinismo permitió la objetivación del dualismo cartesiano: la despersonalización de la tarea del obrero separaba cada vez más netamente los aspectos intelectuales y manuales del trabajo. La técnica del “drill”, utilizada todavía de manera corriente en nuestros días y surgida del método Carrard y del TWT, permite la adquisición de respuestas inmediatas y seguras centradas en el efecto a obtener y lo inmediatamente útil. La ergonomía y los estudios de mecánica del movimiento justifican científicamente esas prácticas en nombre de una aparente eficacia y del rendimiento. Recordamos aquí la crítica fundamental que hemos hecho acerca de esta concepción de una técnica ideal válida para todos y definida por sus caracteres mecánicos de rendimiento que privan al movimientde su dimensión humana. EL CUERPO-INSTRUMENTO Y LA EDUCACION FISICA Toda la educación física tradicional, influida por Marey y Demeny, hoy felizmente en vías de desaparecer, surgió de la herencia cartesiana del animal-máquina. Demeny, en sus trabajos científicos, tiende a estudiar el movimiento humano como una máquina y a extraer de ello consecuencias para la educación física. En la medida en que la educación física sólo tenía por objetivo el mantenimiento de la salud o la recreación, su contenido no revestía mayor importancia y los problemas de técnica, prácticamente, no se planteaban. Pero desde que los problemas de rendimiento y de precisión gestual se plantearon en la educación, allí y también en otros ámbitos los movimientos humanos fueron homologados a los de una máquina, según los métodos del análisis cartesiano que van de lo simple a lo complejo y del elemento a la totalidad. La gimnasia sueca de Ling representa de modo casi caricaturesco el tipo de sistema mecanicista. En la edición póstuma (1903) de Bases Générales de la Gymnastique, Ling escribía: “El fin de la gimnasia pedagógica es educar correctamente el cuerpo humano mediante movimientos correctamente prefijados”. Ese criterio de lo “correcto” al referirse a un movimiento o una actitud descrita como ideal nos remite al concepto de coordinación considerada como una cosa en sí que existe en el cuerpo, independientemente del medio y de la intencionalidad propia del ser. En la realización de esos movimientos se imponen reglas y directivas estrictas: debe haber un punto fijo de partida, una trayectoria precisa y un punto de llegada establecido, de manera tal que todas las características del movimiento estén bien definidas. Más tarde, los adictos al método llegaron todavía más lejos en la precisión descriptiva. Se codificaron, en particular, cinco posiciones fundamentales y posiciones “anexas de brazos”. Con el fin de crear estereotipos estables de actitud, se definieron anatómicamente las acciones musculares a utilizar en el curso de esas diferentes tomas de posición. El carácter analítico de la progresión de ejercicios es igualmente uno de los aspectos peculiares de los métodos mecanicistas. La serie de ejercicios está prevista de tal suerte que en el comienzo se hace actuar a los músculos de la manera más elemental posible. Más tarde, se realizan combinaciones parciales en el curso de ejercicios llamados fundamentales. Los ejercicios de aplicación que incluyen todo el cuerpo sólo se practican al final de la progresión. Este conjunto didáctico lo traduce bastante bien Ling mediante la afirmación siguiente: “En la gimnasia pedagógica ningún movimiento puede considerarse demasiado simple”. Por esa razón la progresión debe ser muy metódica. El coronel Lefebure (1922) precisa al respecto: “La progresión en los ejercicios de un grupo determinado sólo se puede efectuar cuando el conjunto de los practicantes ejecuta con corrección el movimiento que precede” ... “La posición de los brazos que se obtiene cuando se colocan sucesivamente las manos en las caderas, en los hombros, en la nuca y, por fin, los brazos se extienden verticalmente, constituye un elemento esencial de la profesión” … “La combinación de los ejercicios está permitida cuando los gimnastas los ejecutan separadamente con facilidad”. La descripción que acabamos de dar del sistema sueco ilustra con acierto el carácter “racional y científico” del método. Científico según los criterios cientificistas del siglo XIX, surgidos del cartesianismo; racional si consideramos en el hombre dos aspectos separados, uno mecánico, jurisdicción de la anatomía y de la fisiología, y otro psíquico, jurisdicción de la psicología. Pero incluso los contemporáneos de Hjalmar Ling, hijo de Henrik Ling, criticaron el sistema reprochándole el rigorismo formal del movimiento, cuya consecuencia es transformar a “los gimnastas en muñecos de madera, movidos por mecanismos de relojería” (Gustave Nylblaeus). EL CUERPO-INSTRUMENTO Y EL APRENDIZAJE DE LAS TECNICAS DEPORTIVAS Más aúnque la educación física, el deporte debía ser un terreno favorable para la utilización del “drill”. Surgido del “instinto agonal” o juego competitivo, progresivamente, el elemento competitivo del deporte se exacerbó produciendo en ocasiones la desaparición de su carácter lúdico. El rendimiento, que en los comienzos no era sino ocasional en el juego, se convirtió progresivamente en el fin absoluto, al cual con frecuencia se sacrifica todo, incluso el placer. Un artículo de Jean Bobet citado por Georges Magnane ilustra perfectamente esa evolución: “Hemos alcanzado una nueva era que marca el fin de la fantasía, de la improvisación, de todo lo que constituía el artesanado en materia de deporte. Para acercarse a la perfección, para mejorar el rendimiento del hombre, ya no tenemos derecho a divertirnos”. Estudios muy vastos, que se beneficiaron con recursos materiales importantes, permitieron mediante el cine y las técnicas más modernas multiplicar las investigaciones acerca de la mecánica del movimiento con miras a codificar las formas gestuales susceptibles de permitir las mejores performances. Paralelamente, un sistema de selección y de rastreo de jóvenes talentos permite comenzar la preparación del futuro campeón lo más temprano posible, con el riesgo de comprometer su equilibrio y hasta su salud. A fin de que las bases del reclutamiento sean lo más amplias posibles, las técnicas deportivas se enseñan sistemáticamente en la escuela y son objeto de una programación oficial. El aprendizaje de esas formas gestuales codificadas está considerado como un medio de acceder a un cierto tipo de cultura, y la transmisión de esas “destrezas” llega a ser “en sí misma.” uno de los objetivos de la educación tipo del hombre del siglo XX. En la actualidad, la educación física se confunde casi exactamente con la iniciación en la práctica competitiva y su corolario, el aprendizaje de gestos específicos. En efecto, en la mayoría de los casos, apremiados por obtener resultados espectaculares los entrenadores resuelven el problema del aprendizaje gestual preparando mediante entrenamiento un cierto número de modalidades, de respuestas a “destrezas” que permiten al organismo-máquina enfrentar un determinado número de situaciones típicas perfectamente codificadas. El cometido del instructor es el de enseñar “técnicas buenas” sin “fallas” y que posean el grado máximo de eficacia supuesta. A título de ejemplo citemos el método empleado en natación por James Cousilman, de la Universidad de Indiana, para hacerles adquirir a sus nadadores el primer tiempo del crol. Recordemos lo que este entrenador expuso en el Coloquio de Vichy, en 1964, durante el Congreso de Deporte y Medicina: “La mayoría de los entrenadores saben qué difícil es enseñar al nadador medio a nadar con el codo en alto durante la primera parte de su tracción. “Nos hemos esforzado por enseñar ese gesto a los nadadores utilizando filmes, espejos, lecturas y trabajando en el agua. Es particularmente difícil hacerles asimilar esta técnica a los nadadores que se inician.” Los repetidos fracasos llevaron al autor a inventar un aparato compuesto por un banco sobre el cual se estira el nadador, delante del cual se halla un tonel munido de agarraderas. Citemos otra vez a Cousilman: “El nadador se acuesta sobre el banco y coloca las manos en las agarraderas que poseen resortes. Hace presión contra las agarraderas hasta que éstas toquen el tonel. Si el nadador baja los codos y toca el tonel entra en contacto con electrodos conectados con pilas y recibe una leve descarga. Por lo cual el nadador se ve firmemente llevado a conservar los codos en el aire”. Esta descripción nos compele a evocar los experimentos de Munn con ratones blancos en laberintos. El “drill” no se presenta en la mayoría de los casos bajo formas coercitivas, sino, las más de las veces en forma de una descomposición del gesto a aprender mediante un aluvión de reflejos que luego se trata de combinar de nuevo de modo armonioso. La repetición es el principal medio de adquisición: será la que permitirá, además, la internalización del modelo exterior presentado por el instructor, lo cual le conferirá una apariencia de intelectualismo al sistema. Justificaciones mecánicas combinadas con fórmulas matemáticas permitirán aureolar el procedimiento empleado con un añadido de misterio. El resultado será la adquisición del tercer tipo de habilidades motrices descritas por Gemelli. Ese culto de la técnica encontrará una apariencia de justificación en la afirmación de que por intermedio del cuerpo se actuará sobre el espíritu, consiguiéndose sólo con ello replantear el dualismo bajo otra forma. Aplicación del sistema a los escolares Un ejemplo excelente que nos proporciona un artículo de la revista Education Physique et Sport que trata sobre el aprendizaje del lanzamiento de pesos, va a permitirnos analizar el método empleado El educador parte del conocimiento de un gesto técnico ideal (Coordinación como cosa en sí) Merced a los procedimientos analíticos actuales, mediante filmes se analiza el gesto en sus menores detalles. Cálculos matemáticos justifican sus características; esos cálculos se refieren a las trayectorias de los diferentes segmentos del cuerpo. Este estudio corresponde a lo que anhelaba Demeny cuando deseaba poner de relieve las características del sujeto de élite de un modo científico. “Es preciso someterlos a mediciones y a pruebas diversas. Esas medidas permiten fijar el tipo humano con el cual se podrá comparar a todos los otros”. El gesto descripto se convierte en un “modelo en sí” Citemos a los autores: “El lanzamiento con partida de espaldas es la técnica adoptada por todos los campeones. Es la que actualmente parece corresponder a la mejor utilización de las posibilidades humanas. Es el modelo en el cual podemos inspirarnos cualquiera que sea el nivel del alumno; aquel cuyo análisis nos permite comprender el enlace y el papel de las diferentes acciones e inferir los principios de una ejecución correcta”. Observamos aquí un propósito por completo comparable al del método sueco en el terreno de la actitud. — Establecimiento de un modelo ideal “en-sí-mismo”, a partir del cual vamos a contar con un criterio de juicio para decidir si la realización del alumno es “correcta”. La realización del alumno se compara con la del modelo y se marcan los “defectos” Citemos nuevamente: “Cuando se observa a un principiante o a un atleta de escaso nivel técnico, se comprueba que intenta imitar el gesto del campeón, pero que no respeta naturalmente los principios de ejecución antes enunciados. — La impulsión es sacrificada en gran parte por la velocidad inicial de arranque. — La flexión-rotación preparatoria para la recepción del sobresalto es insuficiente. — El brazo cumple una función preponderante en detrimento de la acción de los segmentos más potentes. — La recuperación del equilibrio se realiza prematuramente, cuando la impulsión se halla apenas asegurada”. En vista de estas fallas constantes en el sujeto no campeón, según el modelo, deducimos: “Que el movimiento es demasiado complejo para que los primeros ensayos sean suficientemente satisfactorios, para que automatismos inadecuados (siempre en relación con el modelo tipo) no se formen antes de que el alumno comprenda las diferentes acciones y su secuencia”. Es preciso, en ese caso, seriar las dificultades “Enseñar el lanzamiento a partir de la imitación del campeón presenta demasiadas dificultades ... Salvo raras excepciones, es siempre preferible seriar las dificultades y limitar las tareas fijadas al alumno... “Para instruirse convenientemente en el lanzamiento con salto de impulsión, el principiante debe, con dos etapas preliminares, alcanzar dos niveles sucesivos. “Para el alumno, en función de esos objetivos y a fin de que le parezcan perfectamente concretoslos diferentes fines a alcanzar, hemos escogido una técnica de base que representa el centro de interés de cada etapa.” En resumen, vemos que se nos proponen submodelos más simples (?) que son supuestas etapas hacia el supermodelo descripto al comienzo. El entrenamiento en la realización de los submodelos Como era de esperar, los submodelos formales no son más prontamente realizados en forma “correcta” que el gesto inicial. Es menester entonces “para alcanzar los objetivos fijados en cada una de las etapas, es decir, para permitir a los alumnos franquear los diferentes niveles aprendiendo y perfeccionando ‘las formas de ejecución’ que materializan esos niveles, que el maestro disponga de medios abundantes y variados”. El estudio de esos medios es muy instructivo para conocer bien el método. La primera etapa, que corresponde a la realización del primer submodelo, comprende en sí misma cuatro subetapas: 1. Empleo de todo el cuerpo. 2. Dirección de la impulsión. 3. Posición de los puntos de apoyo. 4. Acción respectiva de las piernas. Cada una de las subetapas se divide aún en estadios. De ese modo, para llegar al empleo de todo el cuerpo se aconseja sucesivamente: — Lanzamiento con el brazo solamente (??). — Lanzar con el tronco y el brazo. — Lanzar con tronco-piernas-brazo (primero de frente, luego de perfil, más tarde de tres cuartos de perfil ...) Comentarios: he elegido de buen grado este modelo de aprendizaje ya que ilustra de manera perfecta el método que consiste en razonar como si el cuerpo humano fuera una máquina, según la hipótesis de Demeny: “Nuestro cuerpo está sometido a las mismas leyes que las máquinas ordinarias”. Ciertamente, pero si bien está sometido a las mismas leyes su forma de reaccionar a ellas es estrictamente personal y depende de las propias características. Ahora bien, mientras las características de la supuesta máquina no sean analizadas de otro modo que en forma de descripciones exteriores, los ejercicios que tienden a perfeccionarla no podrán actuar si no es por azar, y con mayor frecuencia, sin que sea posible precisar qué se ha mejorado. Por lo demás, ya no es posible saber por qué tal o cual sujeto triunfa en tanto que los otros fracasan, si nos atenemos a este método exterior a la persona. Se llega, entonces, al concepto de “don”. “Pero, por supuesto para los alumnos más dotados, es posible pasar sin transición del lanzamiento sin impulso al lanzamiento con salto” (artículo citado). ¿Cuál es el fin de ese trabajo? Es aprender el gesto ideal definido al comienzo. El razonamiento implícito es el siguiente: el campeón que posee capacidades superiores realiza ese gesto de máxima eficacia; cuando lo efectúan sujetos “menos dotados” habrá probabilidades de desarrollar una parte de las capacidades propias del campeón. Por desgracia, según nuestras investigaciones, no hay solamente meras diferencias cuantitativas en las capacidades puestas en juego por el campeón y el no campeón en la realización de un gesto tal como el lanzamiento de pesos de acuerdo con los criterios definidos. Algunos factores faltan por completo en tal o cual sujeto, vaciando totalmente al gesto de la significación que se le quiere dar. En otras palabras, ningún gesto más que otro se puede aplicar de modo automático a todos los sujetos. Es preciso asegurarse previamente de que ciertas condiciones de éxito se hallan reunidas: si no, se pierde un tiempo precioso en un entrenamiento sin interés educacional. EL CUERPO-INSTRUMENTO EN LA FORMACION ARTISTICA Con respecto a la danza hemos subrayado la faz contradictoria que puede existir entre el valor expresivo de los movimientos del cuerpo y la necesidad de respetar algunos aspectos formales indispensables que confieren carácter estético a la interpretación. El problema de conciliar la interpretación impetuosa, rica de temperamento y de emoción, con la precisión técnica indispensable para exteriorizar con plenitud intenciones estéticas contenidas en la obra de arte, lo encontramos de nuevo en la interpretación musical. Así pues, la formación de un virtuoso debe tener en cuenta ese doble imperativo. Cuando el proceso de mecanización predomina en la formación y el cuerpo del artista está rigurosamente “condicionado” por su profesor para producir tal o cual trozo musical, el empobrecimiento de la expresión se traduce en un estilo académico, preciso, con frecuencia alejado del valor emocional y vivo de la obra. Una verdadera educación artística se contradice con los métodos de entrenamiento empleados y preconizados por algunas recopilaciones de recetas bautizadas “método” y empleadas en el aprendizaje del dominio gestual de un instrumento de música. CONCLUSION Para las actividades humanas en las cuales el ajuste motor predomina o es simplemente indispensable (formación profesional, formación deportiva, formación artística) el peligro de pretender proceder mediante el entrenamiento es grande, a veces porque en apariencia se gana tiempo o simplemente por la dificultad de utilizar otra modalidad de aprendizaje. Hemos puesto de relieve el inconveniente de ese modo de adquisición, que crea estereotipias estables pero rígidas con el fin de ajustarse a una situación determinada. De ahí la consecuencia que obtienen los sostenedores de este sistema: una estricta especificidad de los aprendizajes motores. Esta supuesta especificidad de los aprendizajes motores para nosotros se realiza esencialmente en función del método empleado y equivale a una condenación de este método en el plano educacional. Oposición entre las nociones de transferencia y de disponibilidad corporal en el aprendizaje motor Los que practican el entrenamiento desean justificar el sistema y mejorar su rentabilidad buscando los medios de “transferir” a otros ámbitos una adquisición realizada en un aprendizaje de tipo diferente. Por nuestra parte, hace algunos años, emprendimos la investigación de “ejercicios clave” o “de base” que serían comunes a un gran número de aprendizajes de habilidades motrices, que habrían tenido grandes posibilidades de transferencia y permitirían acelerar aprendizajes ulteriores por medio de su práctica. El concepto de transferencia se relaciona con las concepciones de Thorndike. Este autor intentó demostrar que la transferencia se debe a elementos idénticos hallados, sea en la misma experiencia, sea en el nivel de la realización motriz que se deriva de ella. En otras palabras, si en las nuevas situaciones de aprendizaje hay elementos idénticos a los de situaciones antiguas, será más fácil dominar la nueva situación. Así pues, los elementos idénticos son los que facilitan nuevos aprendizajes. Por nuestra parte, desde hace mucho tiempo hemos abandonado esa vana tentativa de buscar “ejercicios clave” con alto poder de transferencia. En realidad nuestras observaciones tenderían a mostrar que el aprendizaje adquirido con respecto a una “parte” de la situación no lo es con respecto a esa misma parte insertada en un todo nuevo. En otras palabras, las partes reales del estímulo objetivo no son necesariamente partes reales de la situación vivida por el sujeto. La consecuencia de esta opción en el aprendizaje es inmediata y puede traducirse por lo que expresaba M. Ryan (EUA), entrenador de atletismo, cuando en un congreso mundial se le pidieron ejercicios adecuados para facilitar el aprendizaje del salto con garrocha: “Sólo el salto con garrocha prepara para el salto con garrocha y todo ejercicio aproximativo perjudica tanto más el aprendizaje cuanto más se aproxima”. Esta concepción con la cual nos solidarizamos de buen grado, tendría que haber cuestionado nuevamente la utilización de los ejercicios llamados educativos, que en las “progresiones” de muchos instructores preceden aun al aprendizaje de un gesto técnico complejo. El aprendizaje de tipo mecanicista basado en la utilizacióneventual del traspaso que apunta a reunir las partes del cuerpo una a una mediante el entrenamiento más o menos hábil, reposa en la antigua concepción neurológica de un sistema de proyección motriz que contiene todos los elementos de un esquema de mando. Ahora bien, actualmente, habida cuenta de la evolución de los conocimientos neurofisiológicos, esta concepción se hace insostenible: “es imposible comparar el funcionamiento del sistema nervioso con el de un piano mecánico que funciona con bandas perforadas” (Sou- lairac). La plasticidad del sistema de acción se muestra cada vez con mayor evidencia; uno de los roles esenciales de la educación es preservar la plasticidad de ajuste, mientras que a menudo, por el contrario, transforma un potencialmente plástico en un sistema de estructuras de una rigidez muy grande. En toda concepción coherente de aprendizaje es preciso conciliar el aspecto esquemático y organizado de la acción con las necesidades de ajuste a las circunstancias cambiantes e imprevistas a las cuales será sometido el organismo. Es menester, pues, partir de la hipótesis de que toda acción en curso se debe poder reorganizar a cada instante de la ejecución. Ese caso ideal, sin embargo, no siempre se realiza y la educación no ha sabido conciliar suficientemente la adquisición de las praxis complejas con el mejoramiento de la plasticidad de ajuste. 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