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Las Heridas que Hicieron que Me 
Enamorara de Ti 
 
Descubre las heridas de infancia que impactan 
en tus relaciones de pareja y comienza a sanarlas 
 
 
Andrea Arenas Olmos 
 
 
 
Contenidos 
 
 
Introducción 
Antes de Comenzar 
Prólogo 
Volviendo a la Infancia y Su Impacto en Nuestras Vidas 
La Fábula del Locos y los Alpinistas 
El Contexto de Nuestra Realidad Hoy 
La Dependencia Natural y el Ciclo de Abundancia 
La madre es la base que sustenta la sociedad 
Descubre Quién Eres y qué es lo que Quieres 
La Historia que nos Contamos, la Vida que Vivimos. 
La Historia de las Heridas que Hicieron que me Enamorara 
La Proyección en la Pareja versus las Vivencias del Niño Interior Herido. 
Siento que No Soy Suficiente para que Alguien se Enamore de Mí. 
Siento que Tengo que Cuidar y Responsabilizarme del Otro para que Me 
Amen 
Siento que Tengo que Dejar Pasar la Conducta de Mi Pareja para que las 
Cosas Estén Bien. 
Siento que el otro tiene que amarme, entenderme, cuidarme cuando yo lo 
necesite. 
Siento que es Mi Pareja la que Me Hace Daño, que Otros son los 
Responsables por Mi Dolor o Mi Sufrim 
Siento que Me Cuesta Confiar en una Pareja y Tengo Miedo de Aquello. 
Siento que Tengo que Moldearme para ser Amada por Mi Pareja. 
Siento que no Puede Permitirme Ser Vulnerable con una Pareja. 
Siento que el amor es sacrificio, que debo darle muchas oportunidades a 
mi relación de pareja, aunqu 
Siento que el Amor Todo lo Puede, lo Aguanta. Siento que debo Ayudar a 
Mi Pareja y Apoyarlo por Sobr 
Siento que estoy perdida si no tengo pareja. Siento que estoy en 
desventaja con respecto a otros si 
Siento que el Otro Tiene que Devolverme de Alguna Forma las Cosas 
Amorosas que Hago por él/ella. 
Siento que Amar es decir Siempre Sí. 
Siento que Amar es Darle la Razón al Otro. 
Siento que Tengo que Estar en Pareja por los Hijos, por la Familia o por 
los Años Compartidos Juntos 
Siento que mi Pareja tiene que Cumplir con una Serie de Características o 
tiene que ser una Serie de 
Quién Eres en Realidad y Porqué Llegaste a Serlo 
La Comunicación y la Vulnerabilidad 
LA VERDADERA BÚSQUEDA DEL AMOR: ¿De Dónde Nace el 
Amor? 
Los 8 Factores de la Crianza que Impactan en las Relaciones de Pareja 
Vulnerabilidad 
Cuidado Mutuo 
Responsabilidad Personal 
Consideración Por el Otro 
Autocuidado 
Sanos Límites 
Valoración del Proceso, No del Objetivo 
Amor Propio 
Claves para Llegar a Tener una Relación de Pareja Sana 
Conoce cómo te vinculas y qué es lo que deseas 
Escucha Tu Voz Interior, Conócete y Permítete Brillar 
Genera una Relación de Acompañamiento, No de Necesidad. 
Comunícate Contigo Misma y con Tu Pareja de Forma Asertiva 
Comunícate Contigo Misma y con Tu Pareja de Forma Honesta 
Hazte Responsable de Tu Felicidad 
Mata la Creencia de que Existen la Relación Perfecta 
Interioriza que el Amor es Verbo, No Sustantivo. 
El Amor No es para Siempre 
Solo el Tiempo puede Mostrarte Quien es Realmente una Persona y Su 
Coherencia en el Tiempo. 
BONUS TRACK: Busca una Pareja que sea un Buen Socio de Vida 
¡Utiliza las Relaciones y Experiméntate! 
Comentarios Finales 
 
Bibliografía 
Introducción 
 
 
Si eres como la mayoría de las personas, seguramente te has enamorado de la 
idea de encontrar un gran amor. Has buscado alguien a quien amar, con quien 
sentirte especial y con quien poder construir una vida ideal. Soñaste con 
alguien con quien vivir una gran aventura llena de romance y de un “felices 
por siempre” … y cuando la encuentras, esa historia, que parecía estar llena 
de futuro e ilusión, se convierte en una historia de expectativas frustradas, 
desilusión, celos, engaños, preocupación, desgaste, cansancio o decepción. Y 
quedas confundida, no sabiendo porqué pasó lo que pasó, qué hiciste mal, 
porqué llegaron a esto, porqué elegiste mal y ¡tantas otras emociones! 
 
¿Por qué siempre mis relaciones terminan igual? ¿Por qué no recibo el 
amor que deseo recibir? ¿Por qué no logro encontrar un compañero que me 
ame como sueño? ¿Por qué sufro en mis relaciones de pareja? 
 
Este no es un libro que te enseñará a encontrar a la pareja perfecta. Es un 
libro que te llevará a descubrir qué fue lo que aprendiste sobre el amor y 
porqué hoy vives lo que vives. Tampoco es un libro de amor, es un libro para 
desmontar el amor romántico e ideal del príncipe azul que vive en ti. Este es 
un libro que te llevará a descubrir quién eres en realidad y porqué buscas lo 
que buscas. Es un libro para desmontar tus creencias y encontrar tu propio 
camino hacia la felicidad y el amor verdadero. 
 
Sí. Es posible encontrar un gran amor. Pero la verdadera razón por la 
que no lo encuentras, es porque no sabes quién eres o lo que quieres, porque 
intentas ser amada por otro cuando aún no sabes amarte a ti misma. 
 
El origen del amor nació en tu infancia, por eso, te acompañaré en el 
camino de descubrir lo que aprendiste que era amor y qué no lo era. Allí está 
la confusión. ¿Te has preguntado si estás buscando en el camino equivocado? 
 
Transforma tu realidad y descubre qué es lo que realmente necesitas. 
Este libro te guiará, a través de ejemplos y reflexiones, a: 
 
Transforma tu realidad y descubre qué es lo que realmente necesitas. 
Este libro te guiará, a través de ejemplos y reflexiones, a: 
 
1. Hacerte preguntas que quizás no te has hecho 
2. Mirar la historia de tu vida 
3. Te dará ejercicios prácticos 
4. Te inspirará a buscar resultados diferentes 
5. Te ayuda a conectar con el placer de estar contigo 
6. Encontrar el valor para buscar tu propia felicidad 
7. Descubrir quién eres y qué deseas en realidad 
8. Encontrar un amor alineado con tu autenticidad 
 
El amor verdadero existe, pero primero debes crearlo en ti para aprender a verlo en los 
demás y así encontrar a una persona con la cual construir una felicidad mayor de la que tienes 
contigo misma. 
 
 
 
Antes de Comenzar 
 
Cuaderno de Ejercicios 
Antes de iniciar, te propongo que busques un cuaderno solo para iniciar 
este proceso de sanación junto a mí. Aunque este libro no es un taller de 
sanación, mi experiencia de años trabajando en mí misma es que lo que 
queda en la mente, allí muere. 
 
Cuando escribimos, nuevas áreas del cerebro se activan, y los 
aprendizajes se hacen un poco más profundos y reales. 
 
Por lo tanto, mi regalo para ti es compartirte este saber: busca un 
cuaderno estilo diario. En él podrás dejar plasmada mucha información que 
puede serte útil durante toda tu vida. 
 
A lo largo del libro, te iré dejando una serie de ejercicios por si quieres 
profundizar aún más en tu experiencia y contrastar la información que te iré 
compartiendo a la luz de tu propia experiencia. 
 
¡Allá vamos! 
 
 
 
Prólogo 
 
 
Estuve muchos días enganchada buscando la idea perfecta para comenzar a 
introducirles este libro. Me senté a buscar inspiración y puse la canción de los 
Los Prisioneros, “Corazones Rojos” (1990) y quiero compartirles parte de 
esta canción para comenzar a hablar del amor heteronormado, disney- 
especulativo, tono azul príncipe rojo carmesí y eterno amor romántico que se 
nos ha enseñado desde pequeñas: 
 
Quiero que tomes tu teléfono, pongas esta canción y la escuches 
junto a mí: 
 
“ 
Corazones rojos, corazones fuertes, espaldas débiles de mujer 
Mil insultos como mil latigazos, mil latigazos dame de comer 
De comer cordura, de comer comida, yo sabré como traicionar 
Traicionar y jamás pagar, porque yo soy un hombre y no te puedo mirar 
 
Eres ciudadana de segunda clase, sin privilegios y sin honor 
Porque yo doy la plata estás forzada 
A rendirme honores y seguir mi humor 
Búscate un trabajo, estudia algo, la mitad del sueldo y doble labor 
Si te quejas allá está la puerta, no estás autorizada para dar opinión 
Corazones rojos, corazones fuertes, corazones rojos 
Hey mujer 
Hey mujeres 
 
De tu amor de niña sacaré ventaja 
De tu amor de adulta me reiré 
Con tu amor de madre dormiré una siesta 
Y a tu amor de esposa le mentiré 
 
Nosotros inventamos, nosotroscompramos 
Ganamos batallas y también marchamos 
Tú lloras de nada y te quejas de todo 
Para cuando a veces nos emborrachamos 
Corazones rojos (corazones rojos), Corazones fuertes 
Hey mujer 
Hey mujeres 
Hey mujer 
Hey mujeres 
 
En la casa te queremos ver, lavando ropa, pensando en él 
Con las manos sarmentosas y la entrepierna bien jugosa 
Ten cuidado de lo que piensas, hay un alguien sobre ti 
Seguirá esta historia, seguirá este orden 
Porque Dios así lo quiso, porque Dios también es hombre 
 
Hey, mujer (y no me digas nada a mí) 
Hey, mujeres (corazones rojos no me miren así) 
Hey, mujer (y no me digas nada a mí) 
Hey mujeres (corazones rojos) 
“ 
- Los Prisioneros, 1990. 
 
Real. 
Esto es real y fue así para el 99% de nuestras madres, para nuestras 
abuelas y las mujeres que las precedieron… fue mucho más difícil. 
 
Hemos hecho un camino. Nuestras ancestras han forjado un camino para 
nosotras, para que hoy estemos aquí cuestionando a la sociedad. Han 
sacrificado sus vidas, se pusieron en peligro, se atrevieron a ser pioneras a 
costa de su integridad, desafiaron a la autoridad… y todo lo han hecho para 
que hoy estemos tú y yo habilitadas para ir aún más allá. 
 
Lo primero que quiero contarte es que siempre quise hablar del amor y 
de las relaciones de pareja. ¡Es un tema tan interesante, tan lleno de matices, 
tan misterioso y de tanta complejidad! Es un tema que de niña y de joven me 
fascinó. 
 
Para ser honesta contigo, siempre sentí que no estaba habilitada para 
hablar del amor romántico y de pareja porque primero, nunca tuve novio en 
la escuela, después tampoco, y le entré a una relación eterna porque quería 
experimentar el amor y apenas me salí de allí hace algunos años. ¡¡En 
realidad, te hablo desde la plena honestidad de mi existencia cuando te digo 
que creo que soy una romántica soñadora que creo profundamente en el 
amor… pero no tengo ninguna experiencia similar a eso!! 
 
Pero si hay algo en lo que soy muy experta, muy experta, es en 
enamorarme de personas heridas, necesitadas, vacías, egoístas, infantiles y 
dependientes. Mi última relación me dejó tan agotada del aprendizaje de mí 
misma, de mis miedos y defectos en el amor, que me tomé un año sabático de 
las relaciones de pareja y del sexo, un año de celibato que me ha ayudado a 
elaborar todo lo que viví por casi 20 años de mi vida. 
 
Se acaba de cumplir un año exacto desde la última vez que besé a un 
hombre por última vez (no me acuerdo ni como se llamaba el sujeto), pero 
ese último encuentro, tan casual y esporádico, me dejó con la frente en alto 
con respecto a la sensación de poder sobre mí misma. Me recuerdo en la 
puerta, saliendo de su departamento como a las 8:00 am y diciéndole: 
“Gracias por todo. La pasé muy bien. Espero que tú y tus amigos disfruten 
del fin de semana en Viña antes que vuelvan a Argentina”. Le di un último 
beso, me di la media vuelta y me fui con la frente en alto y una sonrisa en mis 
labios. El camino fue como estar en una pasarela en donde me iba a comer el 
mundo. Francamente, me quería quedar en esa sensación de poder toda la 
vida. 
 
Una diva en su máximo esplendor. Esa era la mujer que yo era y la que 
iba a sostener en el tiempo. Una mujer empoderada, resuelta, magnética, 
irresistible, emocionalmente responsable en un momento de conexión sexual 
esporádica… ahí, dos personas que se encuentran para disfrutarse 
mutuamente sin exigencias, compromisos, miedos, inseguridades… quería 
tirar a la basura mis años de aprender a cómo gustarles a los hombres, de 
descifrar el secreto de cómo hacer que se quedaran. 
 
Meses antes, me había dedicado a estudiar en profundidad a los 
Youtubers más famosos en cuanto a relaciones de pareja que había en la red. 
Me compré sus cursos, leí sus libros. Veía una y otra vez sus videos. Me 
aferraba a la idea de conseguir que ese hombre que tanto me gustaba, 
decidiera apostar por mí y por el potencial de relación que podíamos tener 
juntos… Y usé todas las técnicas, me reinventé una y otra y otra vez. Nada 
resultó. 
Aprendí que todo lo que decían era cierto, pero que no podía sostenerlo 
en el tiempo si no era verdad para mí. No pude lograr mi objetivo porque no 
vi la verdad, no quise verla. Estaba comprometida con un resultado que no 
dependía de mí. Y eso, inevitablemente, me iba a llevar al fracaso. 
 
Después de tantas veces aprender con montones de hombres, con una 
relación larga a cuestas y una separación, y cada relación con sus 
complejidades, decidí que era momento de parar y centrarme en mí y en lo 
que me había llevado hasta ese lugar. Comencé estudiando a mis hijas y lo 
que ellas habían aprendido, y lo que yo había aprendido a la luz de mi propia 
infancia. Y comencé a contrastarlo todo. 
 
Además, en este libro, te compartí todo lo que aprendí sobre el amor 
romántico, las relaciones de pareja y el amor. 
 
 
Ejercicio 
 
 
Yo te invito a que cierres tus ojos y conectes con un mundo en donde 
todo es distinto, en el que no existen las relaciones de pareja, no existe la 
fidelidad, no existe la creencia del “felices por siempre” y, bajo esa condición 
de nada, te hagas la siguiente pregunta: ¿por qué deseo estar con alguien? 
Anota en tu cuaderno de ejercicios la respuesta. 
 
 
Volviendo a la Infancia y Su Impacto en 
Nuestras Vidas 
 
 
 
Al igual que la gran mayoría de nosotras, desde pequeña soñaba con un 
amor romántico. 
 
Me recuerdo de unos 7 años, sentarme a ver una y otra vez “La 
Sirenita”, alucinando con la idea maravillosa del príncipe azul que me 
inspirara a seguir un sueño y una aventura. 
 
Como todas las mujeres de nuestra época, fuimos impactadas por los 
cuentos de hadas de las princesas Disney. Nos fuimos impregnando hasta los 
huesos de la idea de ser especiales para alguien, que el amor romántico 
implicaba el inicio de un gran viaje, emocionante y llena de cosas positivas 
para los protagonistas. 
 
Hoy, he llegado a la comprender que casi por repetición (o estímulo 
condicionado) relacionamos la aparición un hombre o una relación romántica, 
con la aventura que nos saca como mujeres del estado “adormecimiento” y 
nos mueve hacia la búsqueda de algo nuevo y excitante. 
 
Pensemos en Ariel, una joven sirena llena de vida, de sueños y con 
hambre de conocer el mundo. Pero solo se atrevió a ir por sus sueños más 
grandes después de sentir una fuerte atracción por un hombre humano. Para 
mí, esa fue la excusa de Ariel, para darse el permiso de salir del Reino de 
Tritón y las Sirenas e ir a explorar el mundo fuera del mar. 
 
Pensemos en Bella, una joven llena de vida, con ansias de conocer el 
mundo, tener aventuras, vivir grandes experiencias, con esas ganas de 
experimentar lo que otras mujeres de sus libros favoritos vivieron. 
Claramente, ella sentía que sus aspiraciones estaban lejos de su realidad… 
hasta que conoció una gran Bestia con un castillo encantado y una biblioteca 
gigante. Esta experiencia abrió su mundo de posibilidades. Y evidentemente, 
esto solo ocurrió porque apareció la Bestia en su historia personal. 
 
Pensemos en Blanca Nieves. Encerrada en un reino que representaba un 
gran peligro, un hogar que, en lo profundo, sabía que era un peligro para ella. 
Logro escapar. En un mundo exterior mucho más acogedor, encontró amigos 
y personas que con las que conectó y se sintió amada y protegida. Pero ella 
siguió cerca del peligro sin atender la gravedad de lo que le había ocurrido. Y 
nuevamente casi la asesinaron. Esta vez sí se fue más lejos, con el príncipe. 
 
¿Acaso aprendimos que estar cerca de un hombre siempre significaba 
tener la fuerza para cuidar de nosotras y tener el coraje para seguir nuestros 
sueños? 
 
Creo que tuvimos mucha suerte. Es probable que nuestras madres, 
nuestras abuelas y bisabuelas, no tuvieran la suerte de tener fe y esperanza 
con respecto al amor. Para ellas quizás fue muy diferente. Al menos nosotras 
relacionamos la pareja con un sueño del amor, la realización y la aventura 
gracias aDisney. Quizás, muchas de las mujeres que nos precedieron solo 
soñaban con eso si aprendían a leer, o se nutrían de las historias que contaban 
otras mujeres sobre lo hermoso del matrimonio. Pero, aún hoy, muchas 
mujeres están condenadas a vivir para conseguir un esposo, una dote, una 
familia y el respeto de una sociedad por “cumplir con un deber” … un deber 
forjado en tiempos remotos que ha criado a las mujeres para sentir miedo y 
vergüenza por soñarse como algo más. 
 
¡Cuántas de nuestras ancestras aspiraban solo a ser esposas! ¿cuántas 
fueron relegadas de la sociedad y a sentir vergüenza por soñarse como algo 
más que la pareja o la madre de alguien? ¿Cuántas fueron quemadas por 
ostentar algún poder o don de la naturaleza? ¡¿Cuántas fueron humilladas 
solo por el hecho de ser mujeres, relegadas a ser ciudadanas de segunda clase, 
sin derecho a opinión, a voz ni voto?! 
 
Quise comenzar este libro hablando de que somos mucho más una 
pareja. Que ser mujer no es sinónimo de ser madre o esposa de alguien. Que 
no tenemos un único propósito. Que no necesitamos sostener ese “hambre de 
hombre” que nos atrapa en una búsqueda constante de una relación de pareja. 
Quise comenzar este libro compartiéndote mi saber: lo que nos mantiene 
atadas a relaciones de pareja que nos duelen es el hecho de estar centradas en 
otros y en un resultado… y mientras, nos perdemos de nuestra propia vida, 
tiempo y energía, perdemos los sueños y la capacidad de crear una vida solo 
para nuestro goce y placer. 
 
¿Hay más para ti y para mí que basar nuestra vida en ser “feliz” con 
alguien? ¿Estamos condenada a sentirnos incompletas, insatisfechas o 
fracasadas si no logramos el “felices para siempre”? ¿Hemos basado nuestras 
vidas en la búsqueda del “príncipe azul? 
 
Y lo peor, ¿qué hemos hecho con nuestro tiempo mientras que 
esperábamos que eso ocurriera? ¿o qué hacemos esperando a que nuestra 
relación de pareja mejore? 
 
Al igual que muchas de nosotras, yo también puse el foco y los 
esfuerzos de mi vida en intentar encontrar el famoso amor de que tanto 
hablan todos. En especial porque nací viendo a mis papás hacerlo todo juntos, 
porque no hacían cosas por sí solos. Mi mamá siempre hacía cosas si mi papá 
podía estar o si podía acompañarla, y dejaba de hacerlas si no estaba. Mi papá 
no movía un dedo si mi mamá no lo acompaña a hacerlo y también dejaba de 
hacer cosas si mi mamá no podía acompañarlo. Se quejaban uno al otro del 
otro constantemente por lo que individualmente les costaba más hacer, pero 
finalmente eso no se convirtió en una fortaleza, sino en una debilidad para su 
relación. 
 
Viví escuchando el discurso de mi mamá “¿cómo vas a salir sin tu 
novio? ¡eso no corresponde!”. Mientras duró mi noviazgo, mi mamá vivió 
atormentándome (se va a reír cuando lo lea jajaja y va a decir “¡nunca te dije 
eso!”, es lo que dicen todas las mamás jajaja) cada vez que osaba hacer algo 
sola porque se me daba la gana. Por supuesto no se dio cuenta de lo que 
hacía, solo repetía lo que una vez aprendió ella misma. Lo bueno es que, un 
día, se estancó tanto de no hacer cosas esperando eternamente a que mi papá 
la acompañara con buena intención, que comenzó a hacer su vida sola, dejó 
de esperar hacer algo para ella esperando a mi papá y dejó de pensar en dos 
todo el tiempo. Fue libre de sus propios mandatos inconscientes. 
 
No era cosa solo de mi mamá. Durante toda mi juventud vi mujeres que 
bordeaban la “ilegalidad moral” por hacer su vida de forma independiente, 
sin un hombre. Mujeres que estaban validadas socialmente a hacer su vida si 
estaban casadas con un marino, con un hombre que hacía turnos de trabajo 
lejos de su hogar. ¡A ellas no se les veía con malos ojos hacer cosas solas! 
 
Pero cuántas veces escuché a una mujer decir “no puedo hacer eso, 
tengo que llegar a la casa porque me está esperando mi pareja”, “tengo que 
llegar a la casa porque tengo que prepararle la comida a mi marido”, “¡no 
puedo hacerlo! ¡Tengo una familia a la que atender!” Unos días para sí 
mismas, para sus aficiones, necesidades, gustos, era demasiado pedir. 
 
En mi trabajo y en mi empresa lo veo a diario, ¡Cuántas mujeres 
pidiendo permiso para comprar cosas para sus hijos! ¡ocultando la boleta de 
la compra o la evidencia por hacer algo sin el consentimiento de la pareja! Es 
de lo más común. 
 
Pareciera ser que estamos supeditadas a este rol de género. ¿No se 
cansan como yo de que todo se trate de hacer la vida en torno a tener una 
pareja y a cómo debes comportarte cuando la tienes? 
 
Y quiero ser súper enfática en esto. Este no es un libro feminista, por 
más tintes que tenga. Esto no se trata de poner la culpa o la responsabilidad 
en los hombres, “malvados de esta película”. No tiene que ver con el rol de 
género mucho más favorecido que tienen ellos, y es que es evidente que 
tienen muchos más privilegios y ostentan una posición de poder mucho mejor 
que nosotras, esa es una verdad. Pero ¡es que esto no se trata de ellos! Se trata 
de nosotras y porqué, a través de las relaciones de pareja y tóxico amor 
romántico, perpetuamos un sistema en que constantemente nos ponemos en 
desventaja, nos postergamos, debilitamos, enfermamos y, lo peor, perdemos 
nuestra valiosa vida y el valioso tiempo en algo en lo que somos infelices o 
en que aceptamos menos de lo que queremos. 
 
Este libro tiene un fin: que te cuestiones porqué pones tanta energía en 
tener una pareja si tienes tanta vida más que eso. Puedes ocupar tu vida en tus 
propios sueños, metas, aventuras, tu hogar y felicidad. Pero aquí estás, quizás 
sintiendo que te falta una mano o una pierna si no encuentras una pareja o si 
tu relación de pareja pasó de cuento de hadas a pesadilla. Pero, aunque sepas 
que todos los sapos que has besado no se han convertido en príncipe, sigues 
empeñada en poner tu vida en pausa hasta que uno se transforme. 
 
¿Te has preguntado si esta búsqueda es sana? ¿Has pensado que quizás 
exista una obsesión de tu parte en lograr este “santo grial” que es el amor 
romántico? 
 
¡Sí! ¡Claro que enamorarte es maravilloso! Lo que se siente y lo que 
vives. Pero, amiga, el amor es de esas cosas que no controlas cuando llega, de 
qué forma o cuándo se va. El amor no es sinónimo de tener una relación de 
pareja, menos de sostenerla en el tiempo. Tener una relación de pareja es una 
decisión demasiado importante, por varias razones: 
 
1. Implica una reducción importante del tiempo para ti misma. 
2. Implica que pondrás tu confianza en otra persona y te pondrás en una 
posición de vulnerabilidad emocional. 
3. Porque tendrás que hacer acuerdos todo el tiempo y estar atenta a que 
se respeten. 
4. Porque terminar la relación tiene costos super elevados para nuestra 
energía, nuestro estado anímico y nuestra vida. 
 
Constante veo mujeres tirándose por el barranco del amor sin los 
debidos cuidados o precauciones. Simplemente sintiendo una fuerte 
atracción, un millón de hormonas revueltas y ya se lanzan a comenzar una 
relación, ¡cómo si solo se alimentara de amor o del coctel de hormonas de la 
atracción! Perdemos total juicio de las implicancias fuertes que tiene para 
nosotras. 
 
Las relaciones más exitosas son las relaciones en que existen dos 
personas con una alta autoestima, que se cuidaron de estar atentos a todos 
estos aspectos para sí mismos primero antes de tirarse vacío del amor y del 
compromiso en pareja. 
 
Digamos que esta es la diferencia entre un loco y un alpinista. En el 
siguiente capítulo, te mostraré esas diferencias. 
 
 
La Fábula del Locos y los Alpinistas 
 
 
 
Decidí crear una fábula para ejemplificarte cómo veo yo las formas en que 
le entramos a las relaciones de pareja. 
 
Esta fábula comienza en las faldas del Everest, la montaña más grande 
del mundo. Allí se reúnen y se encuentran todas las personas que sueñan con 
escalarla y llegar a su cima. Muchas personas, con el mismo anhelo y la 
misma pasión, se descubren mutuamente. 
 
Los dos Locos 
Enlas faldas del Everest se encuentran dos Locos, se miran a los ojos y 
definitivamente se dan cuenta que nacieron para subir juntos el Everest 
porque es su sueño más grande y anhelado. Ambos, al ser locos, deciden 
juntos ir a aventura sin equipos de protección, sin herramientas, sin 
alimentos, sin un plan, sin revisar su historial médico previo, sin tener un 
plan y sin haber investigado el terreno previamente. ¿Les parece un buen 
plan? Bueno, pues ambos comienzan a subir muy entusiasmados y confiando 
el uno el otro, porque el amor y las ganas todo lo puede. 
 
Rápidamente se dan cuenta que no tienen suficiente comida, pasan 
hambre, frío, se comienzan a culpar mutuamente por no haber traído 
suministros o comida, por no haberse preparado o porque ambos creían que el 
otro iba a actuar mucho mejor frente a la adversidad. Pero, en vez de 
devolverse, siguen juntos en la aventura. Pronto, están tan enojados el uno 
con el otro que solo se hablan para culparse, gritarse, recriminarse o quejarse 
de lo que les ha hecho el Everest y la decisión de ir juntos. De a poco, se 
enfrían, ya dejan de tener hambre y sed, ya solo se dejan morir. 
 
Pueden morir juntos o quizás uno se da cuenta que esto no era una buena 
idea y cancela la misión. Mientras que el otro puede encontrarle la razón de 
abandonar misión, no lo reconoce, le recrimina que es un cobarde por no 
seguir adelante, que lo podrán superar. O quizás, uno se quede sufriendo en el 
Everest enojado con el otro loco, pensando en una forma de vengarse por 
haberlo abandonado allí (aunque él decida seguir en el Everest). 
 
Son dos Locos, no tenían idea por donde iban ni porqué. Solo querían 
subir el Everest. Pero ¡oye! Las ganas no faltaron. Por eso, cada vez que 
encuentren a otro loco se irán a la aventura renovados, creyendo que esta vez 
sí que lo lograrán. Nunca vieron que el otro era un loco también. Ni ellos 
mismos saben que son Locos. Pero de tanto que se equivoca el Loco, quizás, 
un día aprenda un poco de su experiencia y se convierta en un Alpinista 
novato. 
 
El Alpinista Novato y el Loco 
Un Alpinista novato decide subir al Everest y se encuentra en las faldas 
de la montaña con un Loco. Le parece emocionante la chispa de vida del 
Loco, ambos se encontraron y les parece super excitante la idea de subir al 
Everest. Es el sueño de sus vidas. 
 
El día 1, el Alpinista novato comienza a hacer los chequeos médicos 
para ver si están capacitados para subir el Everest. Le llama la atención que, 
con todo el historial del Loco, sienta que sí puede entrarle a esta aventura. 
Pero lo deja pasar. Está emocionado. 
 
El Alpinista novato comienza a trazar el plan y ve muy poco interesado 
al Loco en el camino, él solo está enfocado en la idea de cuando lleguen a la 
cima, no piensa en los momentos que serán un desafío o un peligro para ellos. 
Deja que el Alpinista novato haga los acuerdo y ponga las reglas. El Loco 
confía en que todo saldrá excelente y que será una gran aventura. 
 
Luego, el Alpinista novato hace acopio de las herramientas y los 
suministros que necesitarán para subir el Everest. Le llama la atención la falta 
de preocupación que tiene el Loco, pero confía en que solo es optimista y que 
ha hecho sus deberes sin que se diera cuenta. Lo deja pasar y comienzan la 
aventura confiados en que será una gran travesía, pero antes de partir, un 
Alpinista Experto se le acerca, le susurra algo al oído y se va. 
Al inicio todo bien, alcanzan a caminar unas horas juntos hasta que el 
Loco comienza a tener hambre. El Alpinista novato ha guardado unas botanas 
extras y las comparte con el Loco, y comienza a surgir un poco de 
preocupación en su sentir… pero lo deja pasar nuevamente. 
 
Al día siguiente esta situación vuelve a ocurrir, pero además, al 
comenzar a subir la montaña, el Alpinista Novato se da cuenta que el Loco no 
tiene herramientas en su bolso, no ha guardado comida ni agua y tampoco 
conoce el camino. 
 
¡Oh por Dios, en qué me he metido! – exclama el Alpinista Novato. 
Rápidamente reacciona y habla con el Loco. Le explica que tenía muchas 
ganas de subir al Everest junto a él “pero me di cuenta que no estabas listo 
para la aventura”, le dice. Se disculpa, le da las gracias, y acompaña al Loco 
al lugar de donde partieron y se separan. El Loco no entiende nada, pero se 
queda quejándose de que el Alpinista no tuvo el suficiente coraje para 
aventurarse al Everest. Y el alpinista se queda en la falda del Everest 
agradeciendo la experiencia que lo estaba llevando a convertirse en un 
Alpinista experto. 
 
El Experto y el Loco 
Un Alpinista experto se encuentra con un Loco en las faldas del Everest. 
El Loco queda deslumbrado por el Alpinista experto e intenta convencerlo de 
subir al Everest juntos. 
 
El Alpinista experto solo escuchaba en silencio todos los planes del 
Loco para subir el Everest ¡Eran maravillosos e increíbles! Y la cima… ¡una 
experiencia gloriosa! La verdad es que el Alpinista experto estaba allí 
anhelando subir el Everest, también era su sueño. 
 
Pero, en silencio, observaba todos los indicadores que, en su 
experiencia, le podrían ayudar a proyectar si la escalada al Everest junto al 
Loco podría ser un rotundo éxito a un terrible fracaso. El Alpinista experto 
resolvió que primero tenía que descubrir si este escalador era un completo 
Loco o un Alpinista Experto como él. 
 
Observó al Loco minuciosamente: la forma en cómo se alimentaba y se 
nutría, el cuidado que ponía en su descanso, en su capacidad de ser previsor, 
sus comportamientos, su discurso, su coherencia… y rápidamente se dio 
cuenta que el Loco no era más que una pantalla de humo de escalador con 
unas fantasías muy grandes. Entonces, se apresuró a darle las gracias al Loco 
y le comunicó que no subiría al Everest junto a él. 
 
Los Dos Alpinistas Novatos 
En las faldas del Everest, también había dos jóvenes alpinistas con poca 
experiencia se encontraban mirando con esperanza y anhelo la cima del 
monte Everest. Se miraron a los ojos y se dieron cuenta que existía la 
posibilidad de subir al Everest juntos. 
 
Pronto, ambos comenzaron a prepararse gracias a su experiencia. La 
generosidad y el anhelo de subir el Everest los animaba a ayudarse 
mutuamente para el camino. Se compartían el uno al otro sus saberes, 
compartían, disfrutaban, había desencuentros, pero estaban dispuestos a 
aprender. Incluso, a veces, miraban las acciones de Alpinistas expertos y 
aprendían de ellos. 
 
Un día, iniciaron su camino hacia el Everest. El camino estaba lleno de 
desafíos, pero se animaban mutuamente. Había situaciones para las que no 
estaban preparados, se recriminaban, pero pronto se disculpaban. Si uno se 
molestaba con el otro, conversaban las cosas, abiertos a aprender de sí 
mismos y del camino. 
 
No fue un camino fácil, fue uno más difícil y complejo, no estaban 
preparados para todo lo que enfrentarían, pero de todas formas lo hicieron, 
porque la experiencia les había enseñado a ser flexibles y a aprender de las 
experiencias. Aprendieron que hacer la travesía juntos también era bueno: 
para cumplir el sueño, para la relación y para sí mismos. 
 
El Encuentro de Dos Alpinistas Expertos 
Dos Alpinistas expertos se encontraron en las faldas del Everest. Ambos 
habían resuelto que subirían el Everest, estaban listos para esa gran aventura. 
Pero como todo alpinista experto, sabrían que para subir el Everest no 
podrían hacerlo sin un buen compañero o un buen equipo con el cuál trabajar 
para cumplir sus sueños. 
 
Entonces, se sentaron con paciencia en la cima del Everest. Vieron a los 
dos Locos subiendo la montaña sin preparación, y supieron rápidamente que 
fracasarían y que se pondrían en peligro mutuamente (pero no dijeron nada, 
no intentaron salvarlos de la aventura porque un Alpinista experto sabe que 
un loco no iba a escuchar su recomendación). 
 
Vieron al Alpinista novato con todas ganas de subir al Everest, haciendo 
equipo con un Loco, con tantas ganas de ayudarloy de enseñarle a ser una 
alpinista. Lo vieron preocupándose y haciéndose cargo de lo que no debía y 
vislumbraron lo que se venía para el Alpinista novato junto al Loco. 
 
Después, un Alpinista Experto se acercó al Alpinista novato y le susurró 
al oído que prestara atención a los pequeños detalles y se alejó. “Los detalles 
y las acciones dicen mucho más que las palabras” – le dijo. Pronto vieron 
regresar al Alpinista novato junto al Loco (muy desmoralizado), y brindaron 
juntos por obtener más experiencia para subir el Everest. 
 
Mientras todo esto ocurría, los dos Alpinistas expertos se observaban 
mutuamente. Uno de ellos fue acosado por un Loco que deseaba locamente 
llegar a la cima del Everest. Juntos se reían y hablaban de los locos planes del 
Loco, conversaban durante las noches junto a una fogata para pasar el frío de 
sus experiencias subiendo otras montañas. 
 
El paso del tiempo dio paso a una linda amistad, comenzaron a confiar 
entre ellos y a conocerse. Pronto, se dieron cuenta que les gustaba mucho 
pasar tiempo juntos, que habían construido una relación muy cooperativa, se 
habían observado lo suficiente para sentirse seguros y, un buen día, se 
propusieron mutuamente que ser compañeros para subir al Everest juntos. 
 
¿Qué creen que les pasó? 
¿Creen que lograron subir a la cima del Everest? 
 
Creo que lo más importante de esta historia entre los dos Alpinistas 
expertos no fue el resultado. No es la cima del Everest. Es el camino que 
recorrieron, la experiencia que obtuvieron juntos al decidir subir al Everest. 
Quizás, alguno no pudo continuar la travesía y el otro decidió que el Everest 
ya no le interesaba tanto como antes y quería dedicarse a ser surfista. 
 
Lo que sea que haya pasado para hacer que no llegaran a la cima de la 
montaña, no importa. Lo hermoso para ellos fue conservar en sus corazones 
la experiencia de todo lo que vivieron en esta travesía juntos. Quizás, la 
historia que se contaron en medio de la ventisca para darse el valor de 
continuar, los miedos que se confesaron cuando estuvieron a punto de caer 
por un barranco, quizás las risas por hacer una guerra de bolas de nieve, o el 
abrazo en medio de la ventisca y frente a la fogata que hicieron con tanta 
dificultad… 
◆◆◆ 
 
 
Quise iniciar este libro con un relato para ejemplificarte que las 
relaciones de pareja no son sinónimo del amor o las ganas o la química que 
tengamos con alguien. Pero, para derribar todas esas creencias que tenemos, 
necesitamos entrar de lleno en saber qué fue lo que aprendimos del amor 
verdadero y porqué nos deslumbramos tan fácilmente y entramos con tan 
poco autocuidado en una relación romántica. 
 
En este libro vamos a descubrir juntas si hemos sido unas Locas en el 
Amor o unas Alpinistas novatas y cómo ser unas Alpinistas Expertas para 
adentrarnos de forma segura, amorosa y libre de dolor en la aventura del 
amor. 
 
 
El Contexto de Nuestra Realidad Hoy 
El Grito de la Naturaleza Humana 
 
 
 
Estamos en un mundo lleno de creencias e ideas que están cargados de 
herencias e historias, entrampados en un sistema que ha sido heredado de 
generación en generación haciendo uso de los recursos que, como especie, 
nos han hecho sobrevivir a lo largo de los años: la genética. 
 
La bondad de la genética es que podemos heredarle el aprendizaje que 
aprendimos hoy a las generaciones futuras: pueden heredarlo nuestros hijos, 
nietos, bisnietos y hasta varias generaciones sucesivas, en especial si han sido 
eventos muy fuertes, tan fuertes que han requerido que modifiquemos un 
comportamiento para sobrevivir a las más tremendas calamidades y 
vejaciones que un ser humano pudiera experimentar. 
 
Ese aprendizaje tan fuerte, por ejemplo, genera modificaciones en la 
información genética, para que nuestros descendientes eviten ese tipo de 
dolor. ¿Se entiende? Hemos heredado de nuestros ancestros los aprendizajes 
que ellos adquirieron en vida para que nosotros, su linaje, evite al máximo el 
dolor. A esto lo podemos llamar patrones heredados del linaje. 
 
Este dolor puede ser juzgado desde varios lugares de acuerdo a nuestras 
creencias acerca de lo que nos hace bien y de lo que no, pero en lo sumo, lo 
más fundamental para nuestra especie y cualquiera sobre la faz de esta tierra, 
es la supervivencia y el control de las condiciones. 
 
Nuestros ancestros nos heredaron aprendizajes para hacer sobrevivir 
nuestro linaje, incluso sobre eso que no nos expande, lo importante es 
sobrevivir. Es por esta razón, que muchas veces nos parece inexplicable, que 
tenemos actitudes y tomamos decisiones basadas en repetir aquello que 
nuestros padres hicieron, o nuestros abuelos, para mantener el linaje, para 
mantener la herencia del clan… para la supervivencia. 
 
Los ancestros necesitaron mantener controladas las situaciones 
ambientales en un mundo muy hostil, hablando de las primeras comunidades 
en la tierra, nuestros ancestros cazadores-recolectores. Así fue mucho más 
fácil sobrevivir a un ambiente hostil y en que teníamos depredadores… en el 
que no era fácil que un niño humano llegará a ser un adulto. Hemos heredado 
esa forma de comportamiento complejo para nuestra especie. 
 
El ADN que poseemos ha cambiado prácticamente nada en comparación 
a nuestros ancestros cazadores-recolectores… y seguimos repitiendo patrones 
y aprendizajes sociales para la supervivencia de nuestro clan porque, ojo, 
nuestro ADN no se ha enterado que somos billones de personas ya en el 
mundo y que la vida ya no es como antes. 
 
La Herencia del Linaje Familiar 
Es así como podemos encontramos clanes que se supeditan a las órdenes 
de un patriarca o una matriarca que dictamina el actuar del clan, por ejemplo. 
Si subimos arriba y miramos a nuestros ancestros, podemos encontrar razones 
ulteriores de este tipo de conducta colectiva, traumas, situaciones, etc., que 
generaron en algún punto, la repetición de una conducta con tal de volver a 
imitar lo que nos es conocido. 
 
Por ejemplo, en mi propio clan hay un mandato importante, somos un 
“clan de mujeres amazónicas” (para los que no saben, busquen 
“constelaciones familiares”), porque las mujeres de mi familia tienden a 
repetir una y otra vez la búsqueda de hombres débiles o abandonadores. 
Mujeres fuertes que necesitan dominar al masculino ¿para qué?, para 
alejarnos del trauma inicial que provocó la acción. Generalmente se relaciona 
a traumas vividos por una ancestra en relación a un masculino que ejerció 
dominio, poder y daño. Así es como en cada clan hay una historia y 
memorias heredadas de generación en generación. 
 
De este modo es como está diseñado por la naturaleza: repetir aquello 
que nos es conocido porque se siente seguro, se siente hogar, se siente 
territorio conocido y, por lo tanto, sabemos cómo actuar en aquellas 
situaciones sin pensar mucho las cosas. 
 
Así es como nos involucramos en situaciones o relaciones en donde 
comenzamos a actuar como lo hacía mamá en la relación con papá, o nos 
buscamos a una pareja que abandona como abandonó papá a mamá cuando 
quedó embarazada, por ejemplo, y así sucesivamente. 
 
La Herencia del Patriarcado 
¿Qué tiene que ver el patriarcado en todo esto? 
 
Una de los grandes aprendizajes sociales heredados ha sido el 
patriarcado. Una forma de vivir en tribu que no se generó a raíz de la 
necesidad de la supervivencia de la especie, sino una forma de asegurar la 
herencia de bienes y el linaje masculino. Cuando la raza humana comenzó a 
tener conductas crecimiento individual en vez de colectivo, requirió que las 
tierras y las posesiones se heredaran a los herederos legítimos del linaje. 
 
Para asegurar las herencias, los hombres requirieron asegurar su linaje a 
través del establecimiento de parejas monógamas. Las mujeres sabemos 
quiénes son nuestros hijos porque los gestamos, los parimos y los nutrimos. 
El óvulo es nuestro, pero el espermatozoide puede ser de cualquiera que gane 
esa contienda invisible: antiguamente un hombreno podía asegurar quién era 
su verdadero hijo, pero una mujer sí. 
 
Esto es muy relevante para entender el contexto actual de las relaciones 
de pareja, y porqué llegamos tan heridos a la adultez. Pero ya vamos a eso. 
 
El patriarcado y la necesidad de asegurar el linaje masculino fue 
generando lentamente la necesidad de que las mujeres pusieran el foco 
en la relación de pareja por sobre la nutrición de los hijos. Esto fue, de a 
poco, generando una herida muy profunda e invisible de dependencia 
emocional: madres estaban poco disponibles emocionalmente para sus hijos, 
eso generó un déficit de nutrición emocional en el período más crítico de 
vida: el nacimiento y los dos primeros años de vida. 
 
Poner el foco en la pareja por sobre el mandato biológico evolutivo es lo 
que ha dañado tanto a la humanidad: Ir en contra lo que la naturaleza a 
diseñado para la supervivencia de la especie. Es la nutrición y la entrega total 
de la madre al bebé lo que provee de un vital impulso interior, pues el niño 
reconoce en la madre el mundo. 
 
Una madre disponible para atender sus necesidades le otorga al niño la 
tranquilidad de que será cuidado, amado incondicionalmente, le concede un 
sentimiento de valía profundo que, en el futuro, lo conducirá a aceptar en su 
experiencia solo aquello que conoce y aprenderá también a estar disponible 
emocionalmente para otros. 
 
Es la nutrición y la entrega total de la madre al bebé lo que provee 
de un vital impulso interior, pues el niño reconoce en la madre el 
mundo. 
 
 
Solo Repetimos lo que Conocemos en Nuestra Experiencia. 
El patriarcado ha condenado a la humanidad a una herida invisible, 
constante e imborrable, profunda y dolorosa, ciegos y lejanos de este 
conocimiento que nos mantiene lejos de la sanación y el cambio. 
 
Alejar a la madre del recién nacido y reprimir en impulso y deseo sexual 
de la madre hacia el recién nacido, en palabras de Casilda Rodrigañez, es la 
herramienta más efectiva que usa el patriarcado para mantener a los seres 
humanos sometidos a la esclavitud del dolor emocional que no nos permite 
desarrollarnos como seres únicos y libres. 
 
Es simple, somos esclavos de las heridas emocionales y, cuando estás 
encadenado a un sufrimiento tan inconsciente y constante como este, no eres 
libre para pensar en ti, en desarrollarte, en crecer, en tus metas, objetivos, 
sueños… menos para entregarte a los demás. 
 
La herida emocional nos impacta de formas mucho más profundas de lo 
que creemos. Nos lleva a un estado de sumisión en el que somos presa fácil 
de manipulaciones, porque nos ha sido arrebatado nuestro poder interior 
desde el inicio de nuestras vidas. El patriarcado nos mantiene sometidas a una 
herida de dolor constante que cargamos toda la vida. 
 
El dolor de no haber sido suficientemente nutridos en nuestra infancia 
nos mantiene presos de un vacío emocional. Intentamos construir un futuro o 
situaciones desde lo que conocemos, atrapados en una neurosis y fantasía 
infantil inconsciente en que armamos nuevamente las historias solo que, con 
rostros diferentes, actores similares intentando recrear la escena de nuestra 
vida infantil con resultados completamente diferentes. 
 
Repetimos lo que nos es Conocido y Familiar 
¿Cómo puedes reconocer el amor incondicional y sano cuando no ha 
estado en tu experiencia? ¿Es decir, cuando no lo conoces? Me recuerda la 
historia de los indígenas americanos y la llegada de los españoles. 
 
Cuenta la historia que los indígenas comenzaron a notar que había 
movimientos en el mar y en las olas que no percibían anteriormente. Fueron 
regresando día a día a ver qué estaba pasando y no lograron ver nada en el 
horizonte. Hasta que un buen día los barcos estaban tan cerca que su mente 
ya podía verlos claramente. 
 
Y es que no podemos percibir lo que no ha estado en nuestra 
experiencia, y somos capaces de replicar solo aquello que conocemos. Pero 
tengo una muy buena noticia: también hemos sido facultados con creatividad 
y la visualización, ambas juntas son capaces de crear en la mente cosas que 
no conocemos tomando partes de las que sí o de su contraria. 
 
Eso es lo que llaman la flexibilidad neuronal. Inclusivo con aprendizajes 
muy dolorosos, tenemos la capacidad de moldear nuestro cerebro. Por ello es 
un faro de esperanza. Al igual que un músculo, puedes ejercitar a tu cerebro a 
percibir, pensar y reaccionar de una manera diferente… si tienes claridad de 
lo que quieres crear. ¡Pero aún hay mucho más que descubrir! Vamos por 
ello. 
 
Ejercicio 
Este es un ejercicio muy potente que puede traer muchas de las 
respuestas que has estado haciéndote a lo largo de tu vida. 
En tu cuaderno de ejercicios, haz tu árbol genealógico hasta la cuarta 
generación, es decir, los hijos (tú y tus hermanos), tus padres y sus hermanos, 
tus abuelos maternos y paternos, y tus bisabuelos. 
 
Anota en cada generación los hitos importantes. Toma nota de sus 
historias en cuánto a las relaciones de pareja y a sus infancias. Todo lo 
relevante en cuanto a sus vidas: 
- La edad a la que se casaron. 
- Porqué se casaron. 
- Influencias de las familias para la unión. 
- Influencias sociales para la unión. 
- Separaciones, abandonos, pérdidas, muertes. 
- Todo evento traumático personal, social o histórico. 
- La cantidad de hijos y la vida que tuvieron (con dinero, sin dinero, 
malas o buenas condiciones, ambiente, etc.). 
- Todo lo que pudiera ser relevante para sus historias. 
- La historia que has heredado sobre porque sucedieron esas cosas (el 
discurso familiar). 
 
Con todo eso en mente, puede comenzar ya a analizar cuáles son las 
similitudes con tu propia vida hoy. 
 
Allí puedes encontrar claves sobre las lealtades familiares o patrones que 
se repiten en tu familia. 
 
 
La Dependencia Natural y el Ciclo de 
Abundancia 
 
 
 
La dependencia es la necesidad de un externo (persona, cosa, situación) para 
sentirse completo. Esta sola definición nos lleva a la pregunta, ¿en qué 
momento de la vida ocurre naturalmente la dependencia? Y la respuesta es 
simple: en la infancia. La infancia es el momento en que necesitamos de uno 
o varias personas para ser cuidados porque no podemos cuidar totalmente de 
nosotros mismos mientras somos niños. 
 
La dependencia no es mala en sí misma. Es necesaria y adaptativa en 
algunos momentos de nuestra vida, y es especialmente relevante en la 
infancia. A través de la dependencia del vínculo con nuestra mamá, 
aseguramos la supervivencia y el desarrollo de nuestra especie. 
 
Al igual que todos los seres de este planeta, tenemos un período crítico 
entre el nacimiento y el crecimiento, hasta que logramos adentrarnos al 
período reproductivo, luego viene el decaimiento hasta la muerte. Son las 4 
fases de desarrollo de un ser vivo: nacer, crecer, reproducirse y morir. Entre 
el nacimiento y el crecimiento absolutamente todos los seres vivos de este 
planeta son frágiles y requieren de condiciones específicas para llegar a la 
madurez. Y, en el caso de los mamíferos complejos como los humanos y los 
primates, requerimos del cuidado y la presencia emocional de una madre para 
crecer óptimamente. 
 
Es muy importante que tengas presente esto: si estas necesidades 
emocionales no han sido satisfechas, es probable que hayas adquirido una 
herida emocional en tu infancia y, si no eres consciente de ellas ni las has 
trabajado lo suficiente, es seguro que podrías estar confundiendo el amor con 
la dependencia. Ya te voy a explicar por qué. 
No puedes sanar si no sabes dónde ni por qué estás herido. 
 
 
No Olvides Nuestra Naturaleza Animal 
Los seres humanos somos un tipo de mamíferos llamados “animales de 
acarreo tipo marsupial”, lo único que nos diferencia de los canguros es que 
no tenemos una bolsa en nuestro propio cuerpo para cargar a nuestro bebé 
(pero sí inventamos el portabebés hace miles de años). Inclusive, los 
humanos nacemos con una condición que llamamos “prematuridad 
biológica”, es decirque, comparado con otros mamíferos, nuestras crías 
nacen “subdesarrolladas”. De lo contrario, nuestros bebés tendrían que nacer 
aproximadamente de 2 años de edad, tendríamos gestaciones muy largas, no 
podríamos pararnos erguidos ni podríamos tener el desarrollo cerebral que 
tenemos actualmente. 
 
La dependencia es sana, esperable y natural varios años de la vida 
humana. De la dependencia total viajamos hacia la independencia, en una 
larga y compleja travesía, durante varios años de nuestra vida y de forma 
progresiva. 
 
Es importante tener presente que, cuando no hemos culminado alguna 
fase de nuestro desarrollo de forma óptima, podemos quedarnos “estancados” 
emocionalmente y arrastrarlo durante toda nuestra vida hasta que logre 
satisfacerse la necesidad insatisfecha, ¿lo sabías? Según la antroposofía, los 
seres humanos cada 7 años transitamos un tipo de aprendizaje. Los primeros 
7 años corresponden a la encarnación, las funciones básicas de la humanidad 
y el desarrollo del cuerpo. Toda la energía está puesta en el cuerpo. De los 7 a 
los 14, desarrollamos el mundo emocional, comenzamos a conectarnos con 
otros, pensar y sentir son la clave. De los 14 a los 21, desarrollamos el 
pensamiento intelectual, comenzamos a crear desde la mente. Estos 3 estadios 
o 3 septenios son los más vitales en el desarrollo del ser humano. Si no 
logramos un desarrollo óptimo en cada uno de ellos, iremos arrastrando las 
carencias en la vida adulta hasta que logremos solucionarlo. 
 
Para la mente no existe la temporalidad, es por eso que, muchas veces, 
no logramos superar el conflicto con mamá y papá incluso en avanzada edad. 
 
 
La madre es la base que sustenta la sociedad 
 
 
 
El primer momento corresponde a la dependencia y entrega total al vínculo 
con mamá, que nos entrega la sensación de calor interior y hogar, nos enseña 
acerca del ciclo de la abundancia y la prosperidad, el dar y recibir. 
 
Si tuvimos una infancia con una madre emocionalmente disponible 
aprendemos del ciclo de la abundancia. 
 
 
 
La Nutrición Emocional y el Ciclo de Abundancia 
Mamá emocionalmente disponible nos ha enseñado acerca del amor 
incondicional, pues nos da sin pedir nada de nosotros, nos da 
incondicionalmente solo por SER quienes somos, nos otorga el sentido de 
merecimiento pues no requerimos ser nadie ni hacer nada para que nos de lo 
que legítimamente necesitamos y, en la medida que vamos creciendo, vamos 
replicando este comportamiento desinteresado al momento de dar a los demás 
o de entregarnos a la vida. 
 
La consumación del deseo materno por el recién nacido permite a la 
madre entregarse en cuerpo y alma al enamoramiento con su bebé y al 
vínculo que va formando con él, se sabe nutrida por su tribu o grupo, se 
siente segura de que no será abandonada por entregarse el vínculo materno, 
se sabe aceptada, animada, cuidada, tiene sus necesidades cubiertas, es 
protegida dentro de los límites seguros y amorosos de la tribu (el compañero 
de crianza, la familia, los amigos, la red de apoyo) y puede entregarle las 
bases emocionales necesarias para vivir una vida plena. 
La madre completa el ciclo, al saber que no requiere tampoco hacer nada 
para merecer el cuidado y la nutrición que necesita para cuidar su bebé, y su 
energía y atención se enfocan y vuelcan completamente en el vínculo con el 
recién nacido. 
 
El compañero de crianza, nutrido emocionalmente, conoce su lugar y su 
función tan fundamental en la protección del preciado vínculo primario, es 
generoso en el dar porque no siente que pierde un lugar de atención y 
nutrición de la mujer, sabe la tarea crucial de la madre y la importancia de 
brindarle su espacio, respetar sus ritmos, no duda del amor que merece ni que 
recibirá, está volcado al servicio generoso de protección a través de generar 
un ambiente lleno de límites amorosos seguro para la díada, y lo hace en 
compañía de la tribu que también lo respalda. 
 
Podría seguir eternamente con la descripción de la nutrición ideal de 
mamá y papá hacia el recién nacido, y como la monogamia y el ideal de 
pareja patriarcal e ideal, interfieren en la nutrición del recién nacido. Pero voy 
a continuar con el ejemplo contrario. 
 
La Falta de Nutrición y el Ciclo de Carencia 
Si de pequeñas tuvimos una mamá que no estaba disponible 
emocionalmente para nosotros de recién nacidos, quizás las madres de 
nuestro linaje tampoco estuvieron disponibles para sus hijos. Aprendemos 
por herencia el ciclo contrario a la abundancia: el ciclo de carencia y no 
merecimiento. 
 
Aprendemos que el ciclo es: dar para recibir, es decir, damos a otros 
(amor, presencia, compañía, actos, etc.) para recibir de vuelta algo. Puede ser 
amor, presencia, protección, seguridad, protección, atención, limites, y más. 
 
El dar no está ligado a un acto desinteresado, es interesado, 
emocionalmente interesado, pues necesitamos HACER cosas para que otro 
nos de lo que necesitamos. 
 
De bebés aprendemos que tenemos que llorar, gritar, tirar cosas, estar 
enfermos, llorar más y más o ser indiferentes para que mamá nos de la 
atención que legítimamente necesitamos. Ese es el momento exacto en que 
aprendemos que el HACER es mucho más importante que el SER, porque 
requerimos hacer cosas para que nos amen y nos den la nutrición que 
requerimos en ese momento de tanta vulnerabilidad: somos amadas y 
atendidas porque hacemos cosas y no porque lo merecemos porque sí. 
 
Mamá nos ha entrenado para poner el foco fuera de la relación primaria, 
de la fusión emocional, porque mamá ha estado ocupada en todos sus miedos 
externos y porque no siente suficiente seguridad para fundirse en el vínculo. 
 
Mamá ha aprendido que, si no presta suficiente atención a papá, él no la 
nutrirá, no la amará, la abandonará, la reemplazará… Está preocupada 
porque, en su mente, tiene que hacer muchas cosas para merecer ser nutrida 
por su pareja, por su entorno y por la sociedad, entonces está súper 
preocupada de mantener la casa en orden, mantener la cantidad de actividades 
que tenía antes de tener a su bebé, que si no es la misma de antes sus amigas 
dejarán de hablarle, que si no se preocupa de su propia mamá y sus 
problemas entonces se quedará más sola aún. Y un largo etcétera. 
 
Mamá carga con tanto vacío interior y tanta inseguridad que no logra 
percatarse de la batalla interior que está librando entre su instinto, su 
naturaleza, sus carencias y su dolor. Ha aprendido de pequeña a replicar la 
falta de amor y cuidados que recibió de niña, entonces se ha generado un 
montón de vínculos utilitarios y poco reales que sostienen el ciclo vicioso del 
patriarcado de generación en generación. 
 
La Relación de Amor Propio se Forja Primero en la 
Relación con Mamá 
Vamos a entender una cosa muy importante: la primera relación que 
forjamos es la relación con nosotras mismas a través de la relación con 
nuestra madre. Es porque no existe una consciencia individual cuando 
nacemos, está fundida con la consciencia y la psique de la madre. Es lo que 
llamamos “simbiosis mamá-bebé” o “diada mamá-bebé”. 
 
Con el paso del tiempo y los aprendizajes, vamos forjando una psique 
independiente a mamá de forma progresiva. Vamos aprendiendo del mundo 
externo a través de los límites con la figura o energía masculina (no 
necesariamente es un padre hombre, este papel puede representarlo cualquier 
figura externa que se haga partícipe de la interacción). 
 
Por consiguiente, aprendemos primero acerca de nosotros mismos a 
través de cómo se siente el vínculo con mamá y vamos generando la 
sensación interna de saciedad, satisfacción, merecimiento, completitud, 
confianza en la vida, a través de la relación con la madre. Y luego vamos 
interactuando con el mundo exterior, llevándonos el primer aprendizaje con 
mamá en nuestro interior. 
 
Interactuando con los desafíos externos vamos aprendiendo de la 
frustración, vamos aprendiendo que esa frustración no la siente mamá: ella 
regulada emocionalmente ayuda aregular las sensaciones internas del bebé y 
el estrés. Va mostrando con la interacción con bebé que son dos seres 
distintos… y así vamos creciendo y forjando nuestra propia identidad durante 
los primeros 12 años de vida. 
 
Por lo cual, si esta primera relación tiene puesta su energía y atención 
fuera de sí misma (mamá preocupada de lo externo), proyectamos y 
repetimos esta primera vinculación con mirada hacia el exterior durante la 
toda nuestra vida. Creemos entonces que la satisfacción personal, el calor 
interno que estamos buscando, se encuentra en cosas, en aspiraciones, 
expectativas y en personas fuera de nosotras mismas. 
 
Es súper interesante lo que ocurre con respecto al tema de la pareja. 
¿Por qué está primera vinculación con mamá se relaciona con cómo 
después nos relacionamos en pareja? La razón es simple y profunda: 
porque las relaciones de pareja emulan de forma muy similar la simbiosis 
del recién nacido. Y, en la medida en que hemos vivido una infancia 
emocionalmente nutrida, nuestro sentido de independencia permite una 
simbiosis muy complementaria con alguien, con sentido de apoyo mutuo, 
generosidad, expansión, crecimiento, pero también con límites respetuosos y 
amorosos, y acuerdos que aseguren la aceptación de la individualidad del otro 
y de mí misma, de nuestras decisiones, pero también el cuidado mutuo. 
 
Cuando tenemos ese vacío emocional, cargamos con relaciones que nos 
llaman a la fusión, puede haber hay falta de límites personales, dependencia 
del estado emocional del otro, puedo incluso no sentirme libre… depender 
del otro para crecer o para desarrollarme, puedo hacerme cargo de los 
procesos y las emociones del otro, etc. 
 
Todo lo que implica volver a la primera fusión emocional con mamá, en 
la que siento que soy una con el otro, replicando la simbiosis emocional con 
mamá. Existe en nosotras una necesidad de tener una pareja, una dificultad 
para estar en soledad disfrutando simplemente de la presencia de nosotras 
mismas para nosotras mismas. 
 
Toda etapa de desarrollo que no se haya cumplido en su totalidad, queda 
como “pendiente” de procesar en algún momento. Es por eso que, si sentimos 
que faltó fusión con mamá porque mamá no pudo entrar de lleno 
emocionalmente a la fusión mamá-bebé, vamos a guardar esa percepción de 
carencia hasta el momento en que podamos recrear esa fusión para darnos eso 
que nos faltó. 
 
Cuando llegamos a la adultez sosteniendo heridas de la infancia, 
llegamos confundidas de quien realmente somos. La atención está puesta en 
el dolor inconsciente, que arrastramos como un yugo, como una sentencia 
silenciosa. La pareja nos brinda un bálsamo momentáneo, emulamos el 
vínculo primario, la conexión, e cobijo y la protección, y nos sentimos 
satisfechas superficialmente, pero cuando la pareja falta emocionalmente, nos 
toca la herida del vacío nuevamente. 
 
Llegamos a la experiencia de pareja muy confusas de quienes somos, 
llenas de cargas y aprendizajes dolorosos, de creencias limitantes, pero, sobre 
todo, de heridas que deseamos sanar, necesidades que necesitamos cubrir 
y expectativas que queremos cumplir. 
 
Llegamos a la experiencia de pareja muy confusas de quienes 
somos, llenas de cargas y aprendizajes dolorosos, de creencias 
limitantes, pero, sobre todo, de heridas que deseamos sanar, 
necesidades que necesitamos cubrir y expectativas que queremos 
cumplir. 
 
 
Esto No es Culpa de Nadie: Hablemos de la Culpa 
¡Quisiera mucho poner énfasis en la culpa! La culpa es un mecanismo 
doloroso y poco efectivo de autocastigo. Nace del egocentrismo natural y 
esperable de la infancia: centramos nuestras creencias del mundo en nosotras 
mismas, todo pasa por nosotras. Por ejemplo, un niño no logrará entender 
que, si mamá le grita, no es porque está cansada y tiene problemas, piensa 
que algo hizo mal. A menos que mamá le pida disculpas por gritarle y le 
explique que lo hizo porque no se sentía bien consigo misma, o porque se 
sintió abrumada. 
 
Por lo cual, cuando sentimos que no recibimos amor, atención o 
cuidados por algo que tuvo que ver con nosotras (eso incluye niños y niñas), 
nos hacemos responsables del dolor, sentimos que no merecemos el amor de 
mamá y papá porque algo nos falta, algo no hicimos bien, etc. Eso que 
aprendimos de pequeños, lo llevamos como creencias inconscientes a lo largo 
de la vida adulta. 
 
La culpa es un mecanismo de sabotaje y castigo que nos infringimos a 
nosotras mismas, porque venimos de un mundo muy conductista. Hemos 
aprendido de mamá y papá que somos valiosas o no en cuanto recibimos 
premios o castigos. De pequeñas recibimos aprobación, elogios, premios o 
castigos de mamá o papá, que sirvió para mostrarnos si estábamos bien 
encaminadas o no. 
 
Además, aprendimos que éramos valiosas en cuanto llegábamos a las 
metas (lo que quería mamá o papá para nosotras, por ejemplo, obtener una 
buena calificación o portarnos bien). Nos enseñaron que vale más el resultado 
que el proceso o el camino que recorremos y el aprendizaje que obtenemos de 
la diversidad de la experiencia. 
 
De adultos, ya no hay una mamá o un papá que nos premien o castiguen, 
si hay una sociedad que marca lo que es bueno o malo y que se suma a lo que 
hemos aprendido. Nuestras niñas heridas no se han actualizado. No saben que 
ya no dependemos de papá, mamá o los pares, sino de nosotras mismas. 
 
Estamos “atascadas” en lo que no obtuvimos en la infancia de una 
manera que no somos capaces de percibir. 
 
Nos maternamos y paternamos de la manera en que hemos sido criadas, 
y nuestro recurso es repetir. Y siempre es así. Nos tratamos a nosotras 
mismas de la forma en que hemos aprendido en nuestra infancia. 
 
Por tanto, la culpa aparece como ese recurso de crianza actualizada que 
ejercemos para con nosotras mismas, en la que generamos como acción 
interna “pagar” por ese algo que “hicimos mal” (nos castigamos). Como nos 
merecemos un castigo, pero no hay papás que pongan el castigo 
externamente, nos lo damos a nosotras mismas a través de la culpa. Nos 
mantenemos sintiéndonos fatal y teniendo emociones negativas tóxicas 
porque “ese es el castigo que nos imponemos a nosotras mismas” por hacer 
“lo que no debíamos”. 
 
Realmente, la culpa es de esos recursos que no nos aportan, que están 
lejos de la realidad universal y de la naturaleza. Verás: ninguna planta se 
culpa por crecer en una dirección o en otra. No se culpan si sus hojas se caen, 
si se secan. No se culpan si se contagian de alguna peste. No se culpa si no 
florecen. Solo SON. Solo existen. La vida jamás se cuestiona el andar de sus 
pasos, solo vive y acepta la vida como viene. 
 
Es por eso que me permito hablar de la culpa. ¿Podemos culpar a 
nuestros padres por no darnos la imagen de pareja sana si ellos mismos tienen 
su propio niño interior herido, si ellos mismo no han aprendido a gestionar 
sus emociones y su vida, y a amarse lo necesario? 
 
Este es un aprendizaje superior. No seremos capaces incorporar la 
aceptación si no hemos primero validado nuestras heridas, el dolor que 
cargamos y las necesidades que aún no han sido satisfechas. Pero lo hermoso 
es que, como adultos, tenemos la capacidad y el poder para hacernos cargo de 
nuestra historia y volver a encontrar la esencia que somos, el espíritu que nos 
habita. Recuperar a ese niño maravilloso, en palabas del autor John 
Bradshaw, que habita en cada uno de nosotros, ese espíritu puro natural con 
el que nacemos. 
 
La culpa no es de nadie. No es de nuestros padres, abuelos, de la 
sociedad, de la historia o del patriarcado. Todo es algo que ha acontecido. 
Pero tenemos total capacidad de tomar control de nuestras vidas, poder 
reconstruirla y construirla alineada a nuestra más profunda esencia y deseos 
HOY. Y qué mejor si lo hacemos todos juntos… el resultado será 
maravilloso. 
Recapitulación 
 
A continuación, te dejaré un breve ejercicio para que comiences a 
hacerte las preguntas que requieres para conectar con tuverdad interior. 
Toma una hoja y anda anotando las respuestas. Guarda esta información tan 
valiosa para después. Siempre será bueno reflexionar sobre esto a la luz del 
paso de los años. 
 
Ejercicio 
Antes de iniciar este camino te traigo un ejercicio que puede ser de 
mucha utilidad para ti. 
 
Si tienes la posibilidad, indaga en la historia de tu madre: 
- Los 9 meses previos a la fecundación. 
- Los 9 meses de tu embarazo. 
- El momento del parto. 
- Los 9 meses de exterogestación o postparto. 
 
Escribe toda la información relevante en cuanto a hechos, eventos, 
contexto, traumas, miedos, preocupaciones, etc. Todo puede ser información 
relevante que forme parte de la estructura de cómo te relaciones contigo 
misma y con el mundo. 
 
 
Descubre Quién Eres y qué es lo que Quieres 
 
 
 
Este libro no pretende ser una guía para sanar a tu niña interior, más bien es 
una invitación a mirar la importancia que tuvo tu infancia y cómo 
construimos vínculos desde ese lugar. Devolverle el lugar de importancia que 
tiene en la humanidad y en el desarrollo durante la vida, y la relevancia que 
tiene cuando se trata de manifestar una relación de pareja amorosa y sana que 
soñamos. 
 
Es muy importante entender que somos seres dependientes siempre. 
Desde el inicio hasta el final de nuestra existencia. Más bien somos 
interdependientes, porque dependemos unos de otros. Somos seres 
vinculares. 
 
En la infancia establecemos los primeros aprendizajes que bosquejan los 
lentes o la mirada que tenemos del mundo. Eso después se replica una y otra 
vez a lo largo de nuestra vida. Si no somos conscientes de ello, se conforman 
como estilos de vinculación con otros. Por eso todo vínculo terapéutico es 
reparador y puede cambiar de a poco los lentes con los que observamos el 
mundo y, por lo tanto, cambiar nuestra forma de interactuar y vincularnos 
con otros. 
 
Todo Comenzó con Información 
Cuando comencé a descubrir que todo cuánto creía de la vida estaba 
equivocado, fue cuando estudié psicología, fue cuando entendí y di valor al 
mundo interno de los seres humanos. Luego, cuando estudié terapia floral, 
supe que llevamos una vida en que predominan las emociones negativas y 
cómo éstas impactan en la forma de sentir y vivenciar nuestra experiencia, 
nuestro cuerpo y las cosas que nos acontecen. 
Aprendí que una emoción tiene dos polaridades. En esa misma época me 
encontraba estudiando Psicología Analítica de Carl G. Jung, entonces aprendí 
de los arquetipos y los relacioné con los arquetipos emocionales florales (lo 
que fue una bomba para mi mente). Aprendí que una emoción tiene dos 
extremos y que podemos liberarnos de una emoción negativa con la toma de 
terapia floral indicada para nuestro estado emocional actual. Y así, de a poco 
fui descubriendo que todo cuanto creía de mí misma estaba equivocado. 
 
El gran cambio llegó de la mano de mi hija mayor, Amelia. Me 
sumergió en un mundo de cuestionamientos acerca de mi propia infancia, de 
la imagen de lo que yo creía ser y de quién realmente era. Y, a lo largo de los 
años más varias formaciones, coaching ontológico, terapia, cursos, etc., he 
ido sacando cada vez más de esas capas que llamamos “creencias” y que 
ocultaban la profundidad y belleza de mi propio ser. 
 
Llegó un buen día en que conecté toda mi pasión por la infancia, todo lo 
que había aprendido como mamá en la crianza con mis hijas, y comencé a 
aplicar estos mismos aprendizajes conmigo misma. Eso fue la bomba. 
Descubrí que no podía seguir criando coherentemente, que no era efectivo, 
mientras no comenzara a integrar una crianza amorosa conmigo misma. Allí 
ocurrió el cambio más profundo en mi vida. 
 
Es increíble cuando comienzas a saber y a hacerte las preguntas 
correctas: ¿te tratas a ti misma como la madre y padre que te hubiese gustado 
tener? ¿Si pudieras ser tu propia madre y padre, en este preciso momento, la 
madre y padre que te soñaste tener una vez, qué te estarías diciendo en este 
momento? 
 
Hacernos esas preguntas nos quiebran internamente. Es una pregunta 
frecuente que les hago a mis consultantes, en especial cuando llegan muy 
confundidos y permanecen en una vida que no desean, pero de la cual no 
saben cómo escapar. 
 
La pregunta no es ¿qué me estaría diciendo mi mamá o mi papá en este 
momento? Esa pregunta nos mantiene atados a nuestra niña interior herida. 
Porque definitivamente nos guiamos en la vida como a mamá y papá les 
hubiese gustado, con sus creencias, sus formas de tomar la vida, sus juicios y 
su forma de ser. 
El verdadero quiebre viene cuando nuestra niña interior se revela a la 
imagen que hemos incorporado de nuestros padres, cuando los cuestionamos. 
Y no se trata de enjuiciarlos ni exigir de ellos lo que no pudieron darnos, sino 
de mirar objetivamente lo que nos hizo falta, validando el sentir de esa niña 
que fuimos. 
 
Allí está el verdadero problema y la raíz de nuestras soluciones: dar voz 
al niño o niña que fuimos para que comencemos a escuchar nuestro corazón. 
Podremos asegurar una cosa: por muy niña que hayamos sido, en cada una de 
nosotras había una sabiduría innata venida del corazón, capaz de diferenciar 
lo correcto y lo incorrecto. Se trata de una facilidad de conectar con aquello 
conectado a nuestra naturaleza humana o lo que está alejado de ella. 
 
El verdadero quiebre viene cuando nuestra niña interior se revela a 
la imagen que hemos incorporado de nuestros padres, cuando los 
cuestionamos. Y no se trata de enjuiciarlos ni exigir de ellos lo que no 
pudieron darnos, sino de mirar objetivamente lo que nos hizo falta, 
validando el sentir de esa niña que fuimos. 
 
 
Ejercicio 
Busca un cuaderno estilo diario de vida, para que puedas guardar todo 
esto para después. Responde las siguientes preguntas: 
 
¿Vivo con satisfacción las relaciones de pareja? 
 
 
¿Me siento satisfecha actualmente de mi relación de pareja? 
 
 
¿Mi relación de pareja me ayuda a crecer desde lo positivo? 
 
 
¿Me siento expandida en mi relación de pareja? 
 
¿Por qué busco una relación de pareja? ¿Desde qué lugar? 
 
 
¿Cuáles son mis expectativas en cuanto a una relación de pareja? 
 
 
¿Cuáles son mis expectativas en cuanto a mi pareja (la persona)? 
 
 
¿Cuáles son mis expectativas en cuanto a mí mismo en una relación de 
pareja? 
 
 
¿Cuáles creo que son mis compromisos y/o deberes en una relación de 
pareja? 
 
 
¿Si pudiera soñar una relación de pareja ideal, cómo se sentiría y sería 
esa relación? 
 
 
¿Estoy dando yo lo que exijo, pido o deseo en una relación de pareja? 
 
 
¿Estoy recibiendo de vuelta aquello que creo merecer en una relación de 
pareja? 
 
 
Guarda estas respuestas para después. Te ayudará a analizar tu 
historia a la luz de lo que aprenderemos luego. 
 
 
La Historia que nos Contamos, la Vida que 
Vivimos. 
 
 
 
Yo no recuerdo mucho de mi infancia, pero hay algo que recuerdo 
perfectamente y era esa sensación de injusticia cuando no podía expresar mi 
malestar o mi molestia, cuando no me sentía escuchada, cuando me 
golpearon, cuando sentí sus juicios sobre mí… Cada niño es capaz de tener 
una voz tan poderosa, mayor aun que la de un adulto, una claridad impecable 
sobre el propósito humano impresionante. Cada padre que haya aprendido la 
lección de la humildad de la infancia, ha logrado apreciar el mundo interior 
maravilloso e impactante de un niño. 
 
Por eso resulta clave que puedas permitirte reconocer la importancia que 
ha tenido tu infancia en tu vida. Cómo, quizás, te has perdido a ti misma en el 
camino y cómo es de importante que puedas recuperar la esencia fantástica 
que vive en ti. 
 
Siempre has tenido las respuestas, siempre sabrás cuál es el mejor 
camino, todo será maravilloso, siempre te sentirás acompañada… en el 
momento en que te escuches, le des voz a tu corazón y aprendas a contar 
contigo misma. 
 
Lo que deseas de verdad siempre ha estado en tu corazón. Allí están 
todas las respuestas, solo necesitas poner en ordena tu “hogar interior” para 
que puedas descubrir tus dones y tus deseos más profundos. 
 
Para ser Amada Requieres Amarte Primero a Ti Misma 
Resulta simple cuando lo escuchamos por primera vez, como dice una 
de mis mejores amigas Laura Moreno: “la vida es sencilla, lo difícil es ser 
sencillo”. Y es que la teoría de amarse a uno mismo para ser amado por otros 
es evidente, podremos analizar y repensar esa frase y a la mayoría de las 
personas les hará sentido y estarán de acuerdo, y comenzaremos la búsqueda 
del amor propio, pero, voy a decir algo evidente en todo esto: ¿Quién sabe 
qué mierda es el amor? 
 
Está lleno de gente hablando de que el amor propio es necesario para 
conseguir una pareja o una relación de pareja sana, y todos hilan ideas 
sueltas… pero pocos analizan cual es el más real, rápido, fácil y efectivo 
camino para descubrir y vivir el amor. 
 
La verdad es que no sabemos lo que es el amor. Hemos confundido el 
amor con la dependencia, con la necesidad, con la retribución e incluso con la 
falta de soledad. Lo cierto es que el amor tiene y es todas esas cosas, pero al 
mismo tiempo no es ninguna de ellas. 
 
El amor es de esos conceptos en la vida que no tienen una definición 
concreta: 
 
1. primero porque no sabemos qué es; 
2. segundo, porque no lo hemos vivido; 
3. tercero, porque está súper manoseado por todos y por todo, 
4. y cuarto, porque significa muchas cosas al mismo tiempo. 
 
¿Qué es el Amor? 
Yo les comparto que creo que el amor es de esas cosas que solo sabes 
que lo vives cuando lo experimentas. Y, en mi experiencia, conocí del amor 
incondicional cuando nació mi primera hija, Amelia. Déjame contarte esa 
historia. 
 
Desde el momento en que mi hija nació sentí mucha ansiedad. Quería 
hacerlo todo “bien”. Quería cubrir todas sus necesidades, quería hacerla sentir 
acompañada, que jamás se sintiera sola, que iba a estar para todo con ella… 
pero el contraste con la realidad hace que los planes cambien. 
 
Entonces, comencé a experimentar que muchas veces no podía o no 
quería estar para todas sus demandas, simplemente muchas veces me 
sobrepasaban, necesitaba espacios para mí, para respirar, para estar sola, para 
estar con otros, para recuperar algo de mi antigua yo… 
 
Fue entonces cuando comencé reconocer emociones negativas que 
proyectaba en ella. Por ejemplo, que ella se podía a molestar o resentir si no 
estaba, o si no quería estar. Comencé a creer que me reemplazaría, tuve 
miedo de que me “cambiara” por el papá o por otras personas solo porque me 
daba espacios para mí. 
 
No saben la impresión que sentí cuando descubrí que ella no me 
reemplazaba, que ella a pesar de todo, deseaba estar conmigo. De más grande 
comencé a reconocer el significado del perdón en sus ojos. Tantas veces que 
me equivoqué porque mi herida me conducía a depositar mis miedos, 
inseguridad, sentimientos en otros y en ella… incluso a pesar de eso, ella lo 
olvidaba, seguíamos adelante, podíamos comenzar de nuevo, siempre existía 
en nuestra relación un espacio para que yo pudiera aprender a ser una mejor 
persona. 
 
Eso me cambió. Me transformó. Ese vínculo con mi Amelia fue sanando 
todos los aprendizajes emocionales tóxicos que había heredado y aprendido. 
Aprendí a sentir desde otro lugar, a sentir que tenía la posibilidad de 
equivocarme y de reparar, que no me iban a quitar el amor por aprender. Allí 
fue cuando comencé a entender el verdadero significado del amor 
incondicional. 
 
Esa es mi historia. Incluso en pareja y casada, no conocía el amor de 
verdad. Antes, pensaba que el amor era esa química y ese apego que sentía 
por estar con esa persona, o más bien, por no sentirme sola o sentirme 
acompañada en la vida. Vengo de una familia en donde todas las mujeres no 
se han sentido amadas verdaderamente… porque es difícil darte algo que no 
conoces. Tampoco puedes reconocerlo en el exterior ¿cómo reconoces algo 
que no está en tu experiencia? 
 
No es fácil reconocer el amor cuando toca tu puerta. Pero el amor está 
en ti. Tu corazón sabrá reconocerlo. De lo contrario, estaremos sumidas en 
las voces eternas del dolor. 
 
Una Historia Diferente 
Esta es la historia de una de mis mejores amigas. Les cuento su historia 
porque me inspira muchísimo. 
 
Ella conoció el amor a través primero del dolor. Ese dolor que le causó 
una pareja de años la sumergió en un proceso de sanación, como el mío, en el 
que necesitó estar muy sola para volver a confiar y volver a amar. 
 
En ese camino, aprendió a estar consigo misma, amarse, conocerse, 
saber perfectamente lo que quería y lo que no, decidió que su vida no iba a 
depender de tener una pareja… pensó incluso en dedicar su vida al servicio 
de otros a través de su espiritualidad, teniendo aventuras y atreviéndose a 
hacer las cosas muy distintas a los demás… incluso, en contra de lo que todos 
le decíamos: ¿por qué no tienes pareja? ¿no te interesa buscar a alguien? ¿Por 
qué no te abres al amor? ¿no te da miedo estar sola o quedarte sola? 
 
Solo puedo imaginarme y empatizar hoy con su yo del pasado, desde mi 
hoy en que busco lo mismo, mi hermosa amiga fue tan valiente… que me 
emociona ver su camino. Decidió que su vida no se iba a definir ni iba a 
definir su éxito en cuanto tuviera una pareja. Así que lo soltó y lo entregó al 
universo. Se bastaba a sí misma y era muy feliz así tal cual. Para y por sí 
misma. 
 
Fueron 10 años prácticamente en que no estuvo en pareja. A sus 20. 
Imagínense lo valiente que tuvo que ser, y en medio de esta sociedad chilena 
en que, en esa época, aún pregonaba la idea de casarse antes de los 30. 
 
Pues mi amiga era muy feliz. Pero su historia no acaba ahí. Un día sin 
buscarlo, conoció a un hombre maravilloso en el trabajo…y la historia es de 
ellos jejeje. Pero me quiero quedar con algo crucial: mi amiga estaba tan en 
paz consigo misma y con su vida, que cuando se encontraron estas dos almas, 
pudo recibir aquello que estaba acorde con su sentido de merecimiento. 
 
Ella no necesitaba a nadie. Tomen nota. Ella contaba y se tenía a sí 
misma. Entonces, sus ojos se posaron en una persona con la que pudo abrirse 
y expandirse. 
 
El radar del amor propio JAMÁS SE EQUIVOCA. Solo atraemos 
aquello que es símil a nosotros. Ninguna pareja es mala ni es casual en tu 
vida. Incluso las que pasan por temporadas. Cada persona que se cruza en tu 
camino viene a mostrarte aquello que necesitas trabajar para mostrarte la 
verdad de tu corazón y, hasta que no la descubras, no podrás atraer, buscar o 
reconocer el amor con el que te sueñas. Simple. Porque no lo conoces. 
 
 
La Historia de las Heridas que Hicieron que me 
Enamorara 
 
 
 
Me tomó un tiempo poder hablar de esto. No porque no quisiera compartir 
mis aprendizajes (amo hacerlo), sino porque aún me sentía culpable. Me llevó 
casi 3 años sanar y estar en paz conmigo misma y con esta historia que fue la 
más importante de mi vida. 
 
Esta es la historia de cómo el amor que comencé a sentir por mí misma 
me salvó de una relación que me estaba matando lentamente, que no nos 
hacía bien a ninguno de los dos. 
 
 
Esta es mi Historia 
Estuve en una relación de pareja por casi 13 años. No quisiera contarla 
completa porque, como ustedes sabrán en su experiencia, las historias largas 
tienen muchos matices, detalles y cosas para contar, y que lo que puedo 
contarles solo es mi versión de los hechos… pero creo que lo importante es 
decirles cómo se fue develando la verdad en mi interior y cuál fue mi 
experiencia en este camino. 
 
Provengo de una familia en donde las mujeres están supeditadas a una 
relación de pareja. Parecen relaciones felices y tranquilas en lo externo, pero 
que guardan sentimientos de rencor, rabia y victimismo que se proyectan en 
la pareja, en lo interno. Mujeres que son sostenidas económicamente por el 
hombre y una vida de la que constantemente se quejan sin hacer mucho al 
respecto. Inconformismo, miedo, inacción y miedo a brillar y a sostenerse a sí 
mismas

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