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ARTÍCULO DE REVISIÓN
Teoría de la Mente, ¿un error conceptual en Neuropsicología?
Theory of Mind, a conceptual error in neuropsychology?
ABSTRACT
Contemporary neuropsychology recognizes the theory of mind as the capacity that 
children develop, between the ages of 4 and 5, to interpret, predict and explain their 
own behavior and that of others in terms of their underlying mental states, linking 
its study to various types of disorders with special emphasis on autism spectrum 
disorders. The objective of the article focuses on the reflection on what a theory that 
seeks to investigate the mind should consider, addressing the concepts of inferences 
and representations, contrasting its content with folk psychology. The relevance of 
directing the line of study is analyzed considering a conceptual change for a more 
appropriate one that generates fewer theoretical gaps at the time of establishing 
its epistemic support, for this purpose, social cognition is presented as a possible 
candidate to replace the highly controversial theory of the mind. From this point of 
view, it is important to emphasize the importance of concepts when informing the 
results of research, since they can stigmatize and / or caricature the groups of people 
with whom they work, groups that particularly they tend to be differentiated by the 
social group given the baseline characteristics by which they are chosen to be part 
of the research. 
Key words: theory of mind, neuropsychology, cognitive science, autism spectrum 
disorder, social cognition.
Rev. Chil Neuro-Psiquiat 2022; 60 (4); 473-478
Recibido: 09-11-2021
Aceptado: 24-06-2022
1 Fonoaudiólogo, Magíster en Neurociencias. Fonoaudiología, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Arturo Prat. 
 Iquique, Chile. 
Manuel Matías Ambiado-Lillo1
REV. CHIL NEURO-PSIQUIAT 2022; 60 (4); 473-478
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TEORÍA DE LA MENTE, ¿UN ERROR CONCEPTUAL EN NEUROPSICOLOGÍA?
REV. CHIL NEURO-PSIQUIAT 2022; 60 (4); 473-478
INTRODUCCIÓN
Como en la mayoría de los procesos reflexivos, la 
primera interrogante que se debería plantear es la 
cuestión misma en términos generales: ¿qué es la 
teoría de la mente (TM)? Numerosos autores en el 
campo de la neuropsicología -siguiendo a Premack 
y Woodruf-(1), la reconocen como “la capacidad 
que desarrollan los niños, entre los 4 y 5 años, de 
interpretar, predecir y explicar el comportamiento 
propio y de los otros en términos de sus estados 
mentales subyacentes”, o en palabras más sintéticas, 
y por lo demás osadas, “<<leer>> la mente del 
otro”(2). Estas citas dejan en evidencia, que más 
que una teoría sobre la mente, es una aplicación 
práctica de una habilidad social aprendida, la cual 
busca un sustento localizacionista(3) equiparable 
a las descripciones neurofisioanatómicas para el 
estudio del lenguaje en los cuadros afásicos.(4)
¿Es la Teoría de la Mente una teoría sobre la 
mente?
Pero esta TM no considera en su explicación 
de fondo factores extremadamente relevantes 
en la actuación mental, a saber, emociones, 
representaciones e inferencias, por lo tanto, 
quedaría condicionada por su incapacidad para 
explicar de forma satisfactoria y científica la 
concepción de mente arraigada en un sistema 
biológico. Posiblemente el lector tienda a refutar 
que la TM sí da cuenta de las inferencias que 
pueden realizar las personas, como en la ya 
clásica prueba de falsas creencias de Sally y Anne 
propuesta por Baron-Cohen(5), pero, ¿qué y cómo 
se generan estas inferencias?, nuevamente se queda 
en el plano de la ejecución sin un fundamento que 
sustente esta actuación.
En cuanto a la información respecto de las 
representaciones, el escenario es aún más 
desalentador: la TM solo menciona que las 
personas tienen representaciones, sin embargo, 
no se describe qué son esas representaciones 
específicamente, o cómo podrían ser estudiadas. 
En este punto, la TM se derrumba al no establecer 
siquiera un atisbo de intención en su explicación, 
considerando que, si bien las representaciones 
suponen un gran desafío al momento de pensar en 
el modo de configurar la abstracción de la realidad, 
desde los noventas se vienen proponiendo ideas 
para su adecuado abordaje, sea desde la teoría 
semántica de dos factores(6) o desde la teoría 
sintáctica modular propuesta por Fodor(7). Es 
más, con el progresar de la tecnología y la 
unificación de las ciencias clásicas en su forma 
de neurociencia cognitiva, se encuentran nuevas 
propuestas a estas interrogantes, específicamente 
desde la neurociencia del lenguaje, disciplina 
en la que se expone y explica todo el entramado 
neuroanatómico (del que se tiene conocimiento en 
la actualidad), en el cual se sustentan las funciones 
lingüísticas evidenciables gracias a los avances en 
neuroimagen y tractografía(8). Para ejemplificar 
esta idea, y como característica emergente del 
SNC, se puede establecer que las representaciones 
mentales surgen de la activación de los psicones 
(sistemas neurales agrupados con una finalidad 
compartida), que permiten la conceptualización(9), 
del mismo modo ocurre para todas las habilidades 
lingüísticas.
Al comprender estas variaciones, las repercusiones 
que se producen en la neuropsicología son 
evidentes. Con un sustrato basal concreto se 
torna más sencillo comprender como un sistema 
nervioso que es afectado por factores externos, 
sean ambientales o sociales, o factores internos 
endocrinos, razonamiento o la actividad neural 
espontánea repercuten en la actuación de los 
seres humano. La comprensión de estos eventos 
en cuanto a características emergentes de un 
biosistema, se podrían analizar desde el cambio 
en las actividades neurales por estímulos aferentes 
que desencadenan procesamientos de información 
en núcleos o áreas corticales especializadas, que 
a su vez generan respuestas eferentes mediante 
sistemas de salida motoras(10), originando las 
conductas humanas que son el objeto de estudio 
de la neuropsicología. Sin embargo, y pese a la 
fundamentación expuesta, ¿se podría asumir una 
representación mental como esta emergencia? Si 
se asume como cierto no existiría TM, dado que el 
fundamento se orienta al plano del reduccionismo, 
por tanto, más que de mentalización, la TM 
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MANUEL AMBIADO
abordaría cuestiones físicas. Por otro lado, si se 
desestima, aún queda por establecer que es una 
representación y, de este modo, una teoría que 
pretenda abordarlas sin hacer una descripción 
detallada; ¿cómo podría explicarlas?
¿Teoría de la mente o psicología de sentido común?
Es evidente que la TM no tiene respuestas para 
estas interrogantes, aún así, postula que las 
personas interactúan prediciendo las actuaciones 
de sus interlocutores con base en mentalizaciones 
subyacentes. Las propuestas clásicas para 
comprender la TM incluyen a la (a) teoría modular, 
la cual propone que existe un módulo específico 
en el cerebro que sería el responsable de esta 
capacidad de leer la mente; la (b) teoría de teorías, 
estableciendo un constructo evolutivista en el 
desarrollo humano, situando como edad crítica 
los 4 años, edad en que la TM sería demostrable 
mediante evaluaciones de falsas creencias; y la (c) 
teoría de simulación, que plantea que las personas 
simulan estados mentales que luego son atribuidos 
a sus interlocutores.(1,11)
Por la forma en que se presenta la TM luego del 
análisis, sería apropiado cuestionar si más que una 
teoría sobre la mente, quizás sería mas apropiado 
reconocerla como un postulado enmarcado 
dentro de la clásica psicología de sentido común, 
considerando que -citando a Rabossi en extenso-:
“El vocabulario de la psicología de sentido común 
hace referencia a estados y procesos mentales 
y supone, en consecuencia, que tales estados y 
procesos existen. La atribución de esos estados y 
procesos permite interpretar, explicar y predecir 
las acciones de los demás. En tal caso, algunos de 
los términos empleados desempeñan el papel de 
términosteóricos, y las explicaciones y predicciones 
suponen la existencia de regularidades y leyes”.(12)
Postulado que se enmascara en una explicación 
de procesos personales y subpersonales(13), 
produciendo una suerte de cientificismo que no 
llega a fundamentarse detalladamente.
Vale decir que, en la actualidad, esta visión en el 
mundo de las ciencias cognitivas es fuertemente 
cuestionada, porque toda su propuesta no tiene 
modo de ser puesta a prueba bajo el paradigma 
científico clásico, llegando incluso a mencionar 
algunos estudiosos de la mente, que estos 
postulados no son un aporte real dado que no 
resuelven problemas en el área, por ello no debería 
existir.(14)
Implicaciones prácticas
Desde el inicio de la conceptualización, la TM en 
neuropsicología se ha estudiado ligada a diversos 
tipos de trastornos(15-17), con especial énfasis en los 
trastornos del espectro autista (TEA)(18-24). Y una 
de las conclusiones a las que se ha llegando en la 
mayoría de los casos, como es de esperar, es que los 
personas con estos trastornos neuropsicológicos 
tienen problemas con la TM. Pero las dificultades 
que se presentan, más bien son inferenciales 
y representacionales, y estas habilidades 
mentales son las que se pretende correlacionar 
con desempeños lingüísticos, contextuales y/o 
emocionales, sin demasiado éxito por lo demás. 
Pero ¿qué responde o informan estos resultados 
respecto de la mente en sí?, ¿Qué pasa con las 
personas que fallan en tareas de inferencias, tienen 
menos mente que otras personas? En esta línea, se 
podría llegar a concluir que no tienen mente las 
personas que fallan en inferir y representar, así 
como las personas que aún no llegan a los 3 o 4 
años de edad. Lo más probable es que esta no es 
una conclusión que los mismos científicos que 
utilizan el término TM estén dispuestos a aceptar. 
En ese sentido, sería más pertinente dirigir la línea 
de estudio considerando un cambio conceptual, el 
cual fuera más adecuado y generara menos vacíos 
teóricos al momento de establecer su respaldo 
epistémico, para tal efecto, la cognición social(25)
se presenta como posible candidato a reemplazar 
la tan polémica TM.
De este modo, la nueva conceptualización 
respondería mucho mejor a cuestiones prácticas, 
como fallos que podría presentar una persona al 
presuponer una determinada forma de actuar o 
decidir respecto de otra persona, la cual ha sido 
criada en una cultura completamente diferente a la 
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cual él pertenece; dificultades para inferir estados 
emocionales; comprender enunciados metafóricos. 
En este sentido, valen las reflexiones propuestas 
por Rodríguez(26), quien postula que, lo que 
las personas creen, más que un estado interno, 
está dado en función de su contexto físico y 
social. Incluso, la propia figura del ser emerge 
de las experiencias que las personas representan 
mediadas por relatos autobiográficos que servirán 
para presentarse socialmente ante los demás y ante 
ellos mismos.
Comentarios finales
Como queda en evidencia luego de esta breve 
exposición, la aplicación de conceptos sin 
fundamentos que los soporten, y que además 
pretendan responder a tal o cual fenómeno sin una 
reflexión de fondo, acarrea un par de consecuencias 
que se alejan de ser benignas. Una primera 
conclusión podría dirigirse a la implantación y 
perduración de conceptos en el colectivo científico 
neuropsicológico y sus áreas afines lo que, sin 
lugar a dudas, a la larga puede producir sesgos 
o limitaciones en las perspectivas sobre cómo se 
abordan estos fenómenos. Un ejemplo claro, y 
guardando todas las proporciones, es el dualismo 
cartesiano que implanta el “dilema” mente-cuerpo, 
discutido hasta el día de hoy.
Tomando esta idea, todo el estudio que deriva de 
la propuesta TM, dado el enfoque característico de 
hacer ciencia en la actualidad, puede significar una 
mala interpretación y aplicación terminológica 
al considerar las conclusiones de los estudios 
contemporáneos, los que pretenden informar en 
qué medida determinada habilidad o condición 
se correlaciona con la TM de esa persona, lo que 
pueda significar en muchos casos correlaciones 
espurias, al no individualizar y operacionalizar 
cada uno de los constituyentes de esta teoría. 
Desde este punto de vista, es importante enfatizar 
la importancia que tienen los conceptos a la hora 
de informar los resultados de las investigaciones, 
debido a que ellos pueden estigmatizar y/o 
caricaturizar a los grupos de personas con los que 
se trabaja, grupos que particularmente propenden 
a ser diferenciados por el colectivo social dadas las 
características basales por los que se eligen para 
formar parte de las investigaciones. 
Al considerar todos los antecedentes expuestos, 
un cambio en la conceptualización se considera 
pertinente y factible. En este sentido, en la 
actualidad se cuenta con el concepto de cognición 
social, que a juicio del autor se posiciona como 
idóneo, dada la naturaleza del ser humano como 
ser social por excelencia, asimismo, se abre un 
universo de posibilidades al estudio considerando 
que la mente, en algún momento, puede dejar de 
analizarse como un constructo preestablecido, 
interno e individual.
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RESUMEN:
La neuropsicología contemporánea reconoce la teoría de la mente como la capacidad que 
desarrollan los niños, entre los 4 y 5 años, de interpretar, predecir y explicar el comportamiento 
propio y de los otros en términos de sus estados mentales subyacentes, ligando su estudio a diversos 
tipos de trastornos con especial énfasis en los trastornos del espectro autista. El objetivo del artículo 
se centra en la reflexión sobre lo que debería considerar una teoría que pretenda indagar sobre 
la mente, abordando los conceptos de inferencias y representaciones, contrastando su contenido 
con la psicología de sentido común. Se analiza la pertinencia de dirigir la línea de estudio, 
considerando un cambio conceptual por uno más adecuado y que genere menos vacíos teóricos al 
momento de establecer su respaldo epistémico. Para tal efecto, la cognición social se presenta como 
posible candidato a reemplazar la tan polémica teoría de la mente. Desde este punto de vista, es 
importante enfatizar la importancia que tienen los conceptos a la hora de informar los resultados 
de las investigaciones, debido a que ellos pueden estigmatizar y/o caricaturizar a los grupos de 
personas con los que se trabaja, grupos que particularmente propenden a ser diferenciados por 
el colectivo social dadas las características basales por los que se eligen para formar parte de las 
investigaciones.
Palabras claves: teoría de la mente, neuropsicología, ciencias cognitivas, trastorno del espectro 
autista, cognición social.
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Correspondencia a: 
MSc. Manuel Matías Ambiado Lillo 
mambiado@unap.cl / matiasambiadol@gmail.com 
+56958358131
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