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EVIDENCIA 
Y 
VEREDICTO 
Exponiendo al verdadero culpable 
CARY PALMÓN 
Publicado por 
Naciones Unidas en Cristo, Inc. 
Tulsa, Oklahoma 
 
© 2016 por Naciones Unidas en Cristo, Inc. 
Reservados todos los derechos. 
 
Todas las citas bíblicas de esta publicación han sido tomadas de la 
Reina Valera 1960 (RVR60). Utilizado con permiso. 
 
Impreso en los Estados Unidos. 
 
Categoría: Vida Cristiana-Vida práctica 
 
ISBN 978-1511431309 
AGRADECIMIENTOS 
 
 
 
 
Una palabra de agradecimiento a todos mis padres y madres 
espirituales de mi vida, que a través de los años han orado por 
mí y me han enseñado los preceptos de la Palabra de Dios. Les 
estoy muy agradecida. 
 
En especial a mi propio padre, Dalmacio Palmón Soret, que fue 
y sigue siendo mi héroe. Él ha sido y será la inspiración en mi 
vida, siempre agradeceré tu amor y tu dignidad. 
 
A todos ustedes, gracias. Un millón de gracias. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
ÍNDICE 
Prólogo ................................................................................ 1 
El Gran Autor ...................................................................... 5 
La interrupción del plan .................................................... 23 
El terrible instigador ......................................................... 39 
El plan en acción................................................................ 53 
El precio del rescate ........................................................... 67 
El Poder y la Autoridad ..................................................... 83 
La guerra espiritual ......................................................... 103 
Sobre la autora................................................................. 115 
 
 
 
 1 
 
Prólogo 
¿Por qué suceden tantas cosas terribles en este 
mundo? 
Me estaba preparando para asistir a una reunión en la 
iglesia cuando mi mamá me hizo una pregunta muy 
interesante. Mi madre es una mujer muy inteligente y 
llena de sabiduría, y a decir verdad, me sorprendió su 
pregunta. Ella ama a Dios y lleva muchos años en sus 
caminos. Después de responderle a su pregunta me quedé 
pensando: si mi mamá tiene esa duda en su corazón, 
¿cuántas otras personas tendrán la misma duda? 
La pregunta que me hizo era muy importante, y sentí 
el peso de la gravedad que la falta de conocimiento acerca 
de la respuesta le podría traer a cualquier persona. La 
pregunta que me hizo puede plantearse de la siguiente 
manera: ¿por qué sucede lo que sucede en el mundo?; 
¿acaso Dios no tiene las riendas de este mundo en sus 
manos?; ¿por qué hay que orar y pedirle a Dios por algo 
que Él ya desea darnos?; ¿cómo es posible que ocurran las 
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 2 
cosas que están sucediendo? 
Transcurrieron los días, y comencé a hacer una 
pequeña encuesta entre mis amistades. Unas cuantas ya 
llevaban mucho tiempo asistiendo a la iglesia, y me di 
cuenta de que no había un buen entendimiento acerca de 
este tema entre los mismos creyentes, y mucho menos 
entre aquellos que no son creyentes. Un sinnúmero de 
personas se quejaron de las cosas malas que están pasando 
en este mundo; citaron casos horribles, actos de maldad, 
carencia de alimentos… Se quejaron de que Dios tenía el 
control de este planeta, y de que aún así tenían que 
resignarse con los hechos que ocurrían, inclusive con 
aquellos que estaban pasando en sus propias vidas. 
Estas personas sienten que somos seres impotentes ante 
todo lo que ocurre a nuestro lado, y que Dios ya lo tenía 
todo planeado para que sucediese de dicha manera. Esto 
me recordó la canción que dice “Qué será, será….”. Ellos 
perciben a Dios como si Él fuese un malvado que ya ha 
decidido a quién va a favorecer y a quién no; y por lo 
tanto ya no hay nada qué hacer, solo resignarse a los 
“designios” de Dios. 
La otra pregunta que les hice fue si creían que sus 
oraciones podrían cambiar las circunstancias, y 
nuevamente me encontré con la incertidumbre de muchos 
en cuanto la posibilidad de que nuestras oraciones 
pudiesen hacer algún tipo de cambio positivo en este 
mundo. La encuesta me demostró que las personas, en su 
mayoría, oran porque sus padres les enseñaron a orar, 
pero que no tienen la certeza –o tal vez ni siquiera tienen 
la esperanza– de que Dios vaya a contestar sus oraciones. 
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Lo triste es que esas personas se encuentran totalmente 
impotentes ante las malas circunstancias que puedan 
enfrentar en sus vidas. Encontré –como tema central– la 
convicción de que cuando oran, si Dios lo desea, tendrán 
la respuesta. En consecuencia, se encuentran en una 
posición neutral al respecto; sin fe o esperanza en cuanto a 
que sus oraciones cambien circunstancias y destinos. 
Dime algo: ¿por qué oras tú? ¿Oras debido a la rutina, 
al deber o al temor? ¿Estás convencido de que Dios te va a 
oír y te va a responder? ¿Puedes cambiar las 
circunstancias negativas que surgen en tu contra, contra 
tu familia, contra tu ciudad y hasta contra tu país? ¿Cuál 
es tu opinión de Dios? ¿Quién está en control de este 
planeta? Yo creo que si tienes la misma interrogante que 
tenía mi mamá, encontrarás la respuesta en las páginas 
de este libro. 
Y hablando de conocimiento, muchos no tienen 
entendimiento acerca de nuestra autoridad espiritual, la 
cual es uno de los fundamentos más importantes en 
nuestra vida de oración; al igual que lo es el resultado e 
impacto que la oración debida trae a nuestras vidas. 
La Palabra de Dios nos dice que su pueblo perece 
debido a la carencia de conocimiento, y es mi deseo que 
este libro te ayude a obtener la información que necesitas 
para que tus oraciones traigan a tu vida un resultado 
positivo. Muchas personas no comprenden que mientras 
nosotros no oremos, nada sucederá. Muchos culpan a Dios 
por las cosas que les suceden y se sienten impotentes para 
cambiarlas. Hay cosas que les impactan negativamente, 
como circunstancias, eventos; y ellos se sienten víctimas de 
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los acontecimientos, sin darse cuenta de que con una 
oración, todo se puede cambiar. 
 
 
 
 5 
C A P Í T U L O 1 
El Gran Autor 
Para responder todas las preguntas e interrogan-
tes que se han planteado, tenemos que comenzar por 
el principio y utilizar la Biblia, que es la forma en que 
Dios se ha revelado al hombre. ¿Cuántos de nosotros 
hemos comprado algún equipo de un fabricante y lo 
primero que buscamos es el libro de instrucciones 
para ver cómo operarlo? Del mismo modo, la Biblia 
es el libro de instrucciones que Dios nos ha dado 
para conocerlo a Él, a nosotros mismos y al mundo 
donde vivimos. 
La palabra Biblia significa "los libros". La Biblia 
tiene un tema principal, que es la redención del pe-
cado en el hombre. Es un libro inspirado por el Espí-
ritu Santo, que contiene 66 divisiones. El Espíritu 
Santo inspiró por lo menos a 40 autores diferentes 
en un lapso de 1500 años. La Biblia tiene una multi-
tud de escritores, tales como poetas, pescadores, re-
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yes, agricultores, funcionarios de gobierno, un ra-
bino, un príncipe y un doctor. 
¿Cómo recibían el mensaje los escritores de la Bi-
blia? El Apóstol Pablo dijo que era por revelación y 
por inspiración: “Mas os hago saber, hermanos, que el 
evangelio anunciado por mí, no es según hombre;
 
pues yo 
ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por reve-
lación de Jesucristo.” (Gálatas 1:11,12). 
Revelar es sinónimo de descubrir o explicar; 
cuando hablamos de revelación hablamos de descu-
brimiento o explicación. La Biblia nos enseña que el 
Espíritu Santo utilizó medios divinos para crearla: 
“Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para 
enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en 
justicia”, (2 Tim.3: 16), y en (2 Pedro 1:21) “Porque nunca 
la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los 
santos hombres deDios hablaron siendo inspirados por el 
Espíritu Santo”. 
Esto nos explica que el Espíritu de Dios fue quien 
los guio. Dios cumplió con exactitud con lo que Él 
quiso, al dirigir a los autores humanos que la escri-
bieron, santos hombres de Dios, los cuales hablaron 
siendo inspirados por El Espíritu Santo. En otras 
palabras: ellos fueron motivados e impulsados por el 
Espíritu Santo. 
Permíteme ofrecerte pruebas del origen divino de 
la Biblia: 
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 7 
• La Biblia en sí es su propia prueba. Las 
profecías escritas en la Biblia han sido 
probadas. Con referencia a Jesucristo, existen 
más de 400 profecías las cuales fueron 
cumplidas exactamente por Él. 
• El testimonio del Espíritu Santo. Testifica en 
nosotros que es la Palabra de Dios. Este es el 
mismo Espíritu Santo que es el autor y Él lo 
confirmará con su poder. 
• Durabilidad de la Biblia. Ha sobrevivido a 
través de los siglos. No existe libro escrito que 
haya tenido que enfrentarse a tanta oposición 
como la Biblia. Sin embargo, se ha 
multiplicado en número y en idiomas. 
• Su mensaje tiene poder para transformar. El 
poder transformador de las Escrituras 
siempre ha sido una de las más fuertes 
evidencias de su origen divino. Su mensaje es 
universal, su mensaje es actual y es el 
testimonio de Cristo. 
• Su influencia cambió la historia. El efecto de su 
influencia se manifiesta en los millones de 
vidas cambiadas, al igual que su efecto en las 
naciones del mundo. 
El primer libro de la Biblia es el libro del Génesis 
y en él, el Espíritu Santo nos narra el comienzo de la 
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 8 
raza humana. En estas páginas leemos acerca del 
principio del universo, la creación, el hombre y el 
pecado. En realidad, se trata de la historia de un Dios 
eterno, un Dios que comenzó una obra llamada “La 
creación de la tierra”, un Dios que primeramente 
deseaba tener hijos que fueran como Él, y que para 
lograr tener estos hijos tenía que crear una tierra 
donde ellos pudieran vivir y estar a gusto, de la mis-
ma manera que Él estaba a gusto en el mundo espiri-
tual. 
Dios comenzó por crear esta tierra como se nos 
describe a continuación: 
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tie-
rra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban 
sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía 
sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la 
luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz 
de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas 
llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día. Luego 
dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y sepa-
re las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y 
separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de 
las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y lla-
mó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la maña-
na el día segundo. Dijo también Dios: Júntense las aguas 
que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo 
seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la 
reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era 
bueno. Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, 
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hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su 
género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. 
Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semi-
lla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla 
está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno.” 
(Génesis 1:1 al 11). 
El relato de la creación señala a Dios como el 
creador de todo este mundo y planetas. Todo vino a 
la existencia por la Palabra de Dios. El Espíritu Santo 
se movía sobre la tierra esperando el lanzamiento de 
la Palabra hablada por Dios para crear. 
En este primer capítulo del libro del Génesis, Dios 
nos revela que esta tierra tiene un lugar muy privile-
giado en los planes y los propósitos de Dios porque 
va a ser el hogar de sus hijos. Dios creó el sol, la luna 
y los planetas alrededor de ella. La ciencia no nos 
niega la influencia que el sol, la luna y las estrellas 
tienen en nuestra tierra. A pesar de que el sol está a 
más de 93 millones de millas de distancia, éste afecta 
el clima y es responsable de sostener la vida de los 
seres humanos, los animales y hasta las plantas; y los 
planetas que nos rodean afectan directamente las 
mareas, el clima, los huracanes y mucho más. 
¿Cómo podía ser la tierra que Él iba a crear para 
sus hijos? Lo más bello que Él pudiese hacer: pondría 
en ella montañas, mares, playas, y le daría el sol y la 
luna para alumbrarla. Haría un clima perfecto, sin 
calor ni frío, y en el centro pondría un huerto con lo 
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mejor de todo lo existente y sería una continuación 
de su esfera espiritual, donde reinarían, entre tantas 
cosas, la paz, la fe y el amor. 
Dios creó los animales, los árboles y todo lo que 
está en esta tierra; y al terminar con su obra, Él dijo 
que era bueno. Entonces llegó el momento de crear 
al hombre, el cual era la razón de toda esta obra de 
Dios. Al fin, Dios iba a poner en esta tierra a su ser 
amado, con el cual disfrutaría del compañerismo. 
Este hombre sería creado en su imagen. Él quería 
que sus hijos pudiesen expresarse, que pudiesen re-
producirse y crear otros seres inmortales como Él. Al 
crear al hombre en su imagen, el hombre sería el que 
reinaría en la tierra, de la misma manera que Él reina 
sobre los cielos. En otras palabras, Dios deseaba que 
el hombre reinase sobre el mundo visible de la mis-
ma manera en que Él reina en el mundo invisible. 
“Los cielos son los cielos de Jehová; Y ha dado la tie-
rra a los hijos de los hombres” (Salmo 115:16). 
El hombre fue el ápice de la creación. Dios nos hi-
zo a su imagen, sopló en nosotros su Espíritu y su 
esencia. Dios es Espíritu, al igual que nosotros. Dios 
creó a Adán y le dio un cuerpo físico, y nosotros de-
bemos referirnos a nuestros cuerpos como un traje 
para subsistir en esta tierra; sin embargo, debemos 
observar que somos un espíritu y también tenemos 
un alma. Él no creó un robot, Él creó a un ser igual a 
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 11 
Él, con libre albedrío, uno al cual Él pudiese llamar 
hijo. Yo creo que cualquiera que fuese a crear a su 
hijo, haría uno similar a él, no un perro o un gato. 
Pues así lo hizo Dios. 
El Antiguo Testamento original fue escrito en 
idioma hebreo y la palabra tsélem, traducida direc-
tamente del hebreo, significa una imagen, una som-
bra, una figura representativa. Y por favor, 
observemos que Dios repite dos veces en el mismo 
verso que Él creó al hombre en su imagen y después 
declara que lo hizo en su semejanza. Está recalcando 
esta información para que nosotros sepamos bien 
que somos hechos a su semejanza. 
¿Cómo podemos definir su semejanza? El hombre 
era la copia exacta de Dios, con la habilidad, la apti-
tud innata, y el poder creativo de Dios. Leamos lo 
que la Biblia dice acerca del hombre: “Le has hecho 
poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria 
y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus 
manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies.” (Salmos 
8:5). Sin embargo, yo creo que en la creación del 
hombre Dios dejó un espacio que solo Él podía ocu-
par; y mientras no regresemos a tener ese compañe-
rismo con Dios, siempre tendremos un vacío dentro 
de nuestro ser. 
Si leemos la creación vemos que Dios dice “y fue 
así”, sin embargo, cuando llegó el momento de crear 
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al hombre, Dios se duplicó o reprodujo en él. Enton-
ces dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, 
conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del 
mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la 
tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y 
creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo 
creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les 
dijo: Fructificad y multiplicaos;llenad la tierra, y sojuz-
gadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los 
cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” 
(Génesis 1:26). 
La Biblia lo describe diciendo “hagamos”; utilizan-
do el plural y demostrándonos la trinidad de Dios: 
Dios el Padre, Dios el Hijo o Verbo y Dios el Espíritu 
Santo. Dios estaba enseñándonos que el hombre ha-
bía sido creado, como Dios, un ser trino. El hombre 
fue creado con un cuerpo físico, un alma y un espíri-
tu. Estamos compuestos de tres partes, al igual que 
Dios. El espíritu humano se relaciona con Dios, que 
es Espíritu. El cuerpo se relaciona con Jesucristo que 
fue la manifestación física de Dios en esta tierra, y el 
alma del hombre que se compone de su voluntad, 
mente y emociones, se relaciona con el Espíritu San-
to. 
No solo había sido hecho en la misma imagen o 
copia de Dios, sino que lo había coronado de gloria: 
“pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el 
hombre, para que te acuerdes de él, O el hijo del hombre, 
para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ánge-
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les, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste sobre 
las obras de tus manos” (Hebreos 2:6-7). En otras pala-
bras, el hombre había sido coronado con el esplen-
dor, la honra, el poder, la riqueza, la majestad de 
Dios; y con la destreza de procesar, entender y hacer 
cálculos mentales y de escoger. Solo en nuestra ima-
ginación podemos pensar en la clase de ser humano 
que caminaba en esta tierra, en la semejanza de Dios, 
pero un poquito más abajo. 
Este hombre tenía su propia voluntad y tal como 
Dios, era también espíritu. Tal como Dios, él tenía la 
habilidad de crear un ser en su propia imagen, otro 
igual a él, física y espiritualmente. Al describir el 
momento en que Adán tuvo su hijo, la Biblia emplea 
la misma palabra que utilizó cuando describió la ma-
nera en que Dios creó a Adán en su imagen: “Y vivió 
Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su seme-
janza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set.” 
(Génesis 5:3). ¡Son las mismas palabras! 
A pesar de que Adán poseía muchos de los atribu-
tos de Dios, no era omnipresente ni omnipotente. 
Tenía la habilidad de escoger lo que deseaba hacer; 
su mente tenía una gran capacidad intelectual; era 
capaz de nombrar a todos los animales de la tierra; y 
podía tener compañerismo con Dios a nivel espiri-
tual. Su cuerpo físico era perfecto en todo sentido; 
cada célula se recreaba perfectamente para continuar 
la vida eterna, no tenía fin. El hombre tenía la facul-
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tad de ordenar porque Dios le dio la autoridad para 
regir o tener dominio en esta tierra. Si algo estaba 
fuera de orden ya Dios le había dicho a Adán: “Sojúz-
galo. Tú tienes la autoridad y sabes cómo utilizarla. Pon 
orden”. 
Cuando Dios le dijo al hombre que señoree, éstas 
eran palabras que tenían en sí una implicación muy 
importante. Una vez más fui al texto hebreo para ver 
cuál era el significado exacto de la palabra señorear y 
su definición es “estar a cargo”, “dirigir”, “mandar”, 
“dominar”. Era un mandato de Dios al hombre para 
que éste estuviera a cargo de esta tierra, bajo el orden 
de Dios. Con estas palabras Dios le estaba entregan-
do a Adán toda la autoridad de esta tierra, y con estas 
palabras Dios mismo estaba definiendo la relación 
entre el hombre y Él; así como a quién le correspon-
dería cada esfera. 
Dios le otorgó la autoridad legal de regir esta tie-
rra exclusivamente al hombre, y como Él es Dios, Él 
mismo está sujeto a Su Palabra: lo que Él dijo así 
permanece, Dios no miente. Él ha elevado su Palabra 
sobre su nombre y nunca violará o romperá su Pala-
bra. La Palabra de Dios no es solamente la ley para el 
hombre, sino también la ley para Dios. Así que si Él 
le había dado autoridad al hombre, en las manos del 
hombre descansarían todas las cosas que pertenecen 
a este mundo y NADA SUCEDERÍA EN ESTA 
TIERRA SIN EL PERMISO DEL HOMBRE, ya sea 
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 15 
para el bien o para el mal. En La Biblia nos dice: 
“Benditos vosotros de Jehová, Que hizo los cielos y la tie-
rra. Los cielos son los cielos de Jehová; Y ha dado la tierra 
a los hijos de los hombres” (Salmo 115: 15, 16). 
Dios y el hombre se paseaban por el huerto dis-
frutando del compañerismo mutuo. Durante esos 
días, Dios –como padre– le enseñaba a Adán acerca 
de cómo estar a cargo de esta tierra. Adán, como ré-
plica exacta de Dios, seguía los pasos trazados por Él. 
Dios deseaba que su voluntad se hiciera en la tierra 
como era hecha en los cielos. 
Adán era capaz de funcionar en el mismo nivel de 
fe que Dios y Dios le enseñó a tener dominio sobre la 
tierra desatando su fe en sus palabras, de la misma 
forma que Dios lo hizo. Puedes leer más de 10 veces 
durante la creación del mundo, en el libro de Génesis 
1, las expresiones “Dijo Dios” y “fue hecho”. Adán 
tenía un trabajo específico y era el de cuidar del 
huerto. “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en 
el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.” 
(Génesis 2:15). Pero ¿de qué y de quién? 
Dios necesitaba una forma específica para poder 
definir la voluntad y el libre albedrío del hombre y 
escogió el árbol de la ciencia del bien y del mal para 
llevar a cabo este propósito. Dios le dijo a Adán, todo 
es tuyo, mas si escoges comer de este fruto morirás. 
“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo 
árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia 
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 16 
del bien y del mal no comerás; porque el día que de él co-
mieres, ciertamente morirás.” (Génesis 2:16-17). 
La Biblia no nos especifica el tiempo que había 
transcurrido mientras Dios y el hombre caminaban 
juntos en esta tierra en perfecta armonía. Este hom-
bre, creado un poquito más abajo que Dios, estaba 
cubierto de la gloria, de la majestad y del esplendor 
de Dios; regía sobre la tierra. 
Llegó el día en que Dios decidió crear una compa-
ñera para Adán y llevar a cabo su plan de multiplica-
ción. Él quería una descendencia de hombres y 
mujeres que lo amaran, que fueran sus hijos. “Entonces 
Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y 
mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la 
carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó 
del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo 
entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne 
de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del va-
rón
 
fue tomada.” (Génesis 1:21-23). 
Los ángeles y los querubines estaban muy sor-
prendidos por el comportamiento de Dios, no com-
prendían el amor que Dios sentía dentro de su 
corazón por esta raza que fue creada del polvo de la 
tierra. ¿Por qué Dios estaba tan apasionado por ellos? 
¿Acaso no habían estado presentes cuando Dios to-
mó el polvo de la tierra y formó al hombre? En su 
asombro vieron cómo Dios sopló sobre este hombre 
que había formado, y cómo su Espíritu y la gloria de 
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 17 
Dios descendieron sobre el hombre y cómo, en ese 
momento, el hombre se convirtió en una réplica 
exacta de Dios. Y ahora, los ángeles –que habían sido 
testigos de lo ocurrido– estaban presenciando cómo 
Dios hizo que un sueño profundo cayese sobre Adán 
y de la costilla de él (o costado según el texto hebreo) 
sacó una igual que Adán, la cual sería su compañera 
idónea, ser de su ser, carne de su carne para siempre. 
La mujer fue creada de la costilla del hombre (el 
costado, para caminar a su par) y no de los pies (no 
para ser dominada desde arriba) o de la cabeza (no 
para gobernar a hombres). El diseño original fue una 
creación que colaboraría con el hombre como ayuda 
idónea para llevar a cabo los propósitos de Dios. Éste 
era el plan de Dios; y su deseo era que el huerto se 
extendiera por toda la tierra, con hombres y mujeres 
que lo amaran y fueran sus hijos por elección. 
Yo sé que te estás preguntandoqué tiene que ver 
todo esto con lo que está pasando en el mundo y con 
tus oraciones. Sigue leyendo, porque pronto te expli-
caré todos los detalles. 
 
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Referencias Bíblicas utilizadas en este 
capítulo 
“Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio 
anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo 
recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por re-
velación de Jesucristo.” (Gálatas 1:11,12) 
“Toda Escritura es inspirada divinamente y útil 
para enseñar, para redargüir, para corregir, para ins-
tituir en justicia” (2 Tim.3: 16) 
“Porque nunca la profecía fue traída por voluntad 
humana, sino que los santos hombres de Dios habla-
ron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 
1:21) 
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y 
la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas 
estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios 
se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la 
luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y 
separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la 
luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y 
la mañana un día. Luego dijo Dios: Haya expansión 
en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. 
E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que es-
taban debajo de la expansión, de las aguas que esta-
ban sobre la expansión. Y fue así. Y llamó Dios a la 
expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día 
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segundo. Dijo también Dios: Júntense las aguas que 
están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo 
seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la 
reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era 
bueno. Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba 
verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé 
fruto según su género, que su semilla esté en él, so-
bre la tierra. Y fue así. Produjo, pues, la tierra hierba 
verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y 
árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su 
género. Y vio Dios que era bueno.” (Génesis 1:1 al 
11) 
“Los cielos son los cielos de Jehová; Y ha dado la 
tierra a los hijos de los hombres” (Salmo 115:16) 
“Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo 
coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear 
sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo 
de sus pies” (Salmos 8:5). 
“Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme 
a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, 
en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tie-
rra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y 
creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios 
lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, 
y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, 
y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las 
aves de los cielos, y en todas las bestias que se mue-
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ven sobre la tierra.” (Génesis 1:26) 
“pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: 
¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, O el 
hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un 
poco menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y 
de honra, Y le pusiste sobre las obras de tus manos” 
(Hebreos 2:6-7) 
“Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un 
hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó 
su nombre Set.” (Génesis 5:3) 
“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en 
el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.” 
(Génesis 2:15) 
“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De 
todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de 
la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el 
día que de él comieres, ciertamente morirás.” (Géne-
sis 2:16-17) 
“Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo 
sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus 
costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla 
que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y 
la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora 
hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será 
llamada Varona, porque del varón fue tomada” (Gé-
nesis 1:21-23 
 
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 21 
Anotaciones 
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 23 
C A P Í T U L O 2 
La interrupción del plan 
En medio de este bello huerto, entre todos los ár-
boles, había dos árboles. Uno de ellos era el árbol de 
la vida y el otro era el árbol de la ciencia (o conoci-
miento) del bien y del mal. Sin embargo, Él les había 
advertido que no comieran del árbol de la ciencia del 
bien y el mal, porque en ese día morirían. Ese fue su 
único requisito. Dios permitió que Adán y Eva ejer-
citaran la libertad de elección. Adán estaba a cargo de 
todo, él era como el jefe, el encargado de la creación 
de Dios. 
La tierra y los cielos eran de Dios. Ahora a Adán 
le había sido delegado el cuidado de todo en el huer-
to; si las cosas iban bien o mal, era su responsabili-
dad. Muchos preguntan ¿por qué hizo Dios las cosas 
que hizo de la forma en que las hizo? ¿Acaso tenemos 
nosotros la audacia de decirle a Dios cómo debió ha-
cer el mundo? Dios es Soberano y cuando hizo el 
C A R Y P A LM Ó N 
 24 
mundo y a nosotros, Él sabía lo que estaba haciendo. 
“Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, 
y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos 
todos nosotros.” (Isaías 62:8). 
Todos conocemos la triste historia de cómo vino 
Satanás, el enemigo de Dios, y a través de la serpien-
te engañó a Eva; y aunque la Biblia no lo explica, yo 
me imagino que la serpiente vino a visitarla día tras 
día, ganándose su confianza. Llenó la mente de la 
mujer con ideas e hizo que se enfocara en su falta y la 
hizo dudar de lo que Dios le había dicho. ¿Por qué 
digo esto? Porque todos los que vivimos en esta tie-
rra sabemos que es así como trabaja el diablo. ¿Te has 
dado cuenta de que el diablo no se presenta repenti-
namente con una tentación, y que viene poquito a 
poco hasta lograr que la persona se trague la carnada 
del pecado? ¿Y cómo fue que lo hizo? De la misma 
manera que lo sigue haciendo, tergiversando la Pala-
bra de Dios, mintiendo y dándole otro sentido. 
Satanás le habló a Eva diciéndole: “¿Conque Dios 
os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y 
la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los 
árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del 
árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No co-
meréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces 
la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe 
Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros 
ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” (Géne-
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 25 
sis 3:1 al 4). 
Dios les había advertido claramente que si comían 
de ese árbol, morirían. Lo que es muy interesante 
observar es que ésta es la forma en que opera Sata-
nás, tratando de conseguir que dudes de la VERDAD 
de la Palabra de Dios. Y si recuerdas, así mismo hizo 
con Jesús cuando lo tentó en el desierto. Trató de 
hacerle dudar de lo que Dios había dicho acerca de Él 
con la frase “si eres el hijo de Dios”. 
Presta atención a los elementos que se involucra-
ban en la tentación. Primero, le hizo sentir a Eva que 
ella no tenía todos los derechos que debía tener; lue-
go le mintió –cuando la Biblia se refiere a Satanás, lo 
llama el Padre de Mentira–; y después trató con su 
orgullo, diciéndole que sería como Dios, que lo que 
le esperaba era algo mejor. Y ahora te pregunto: tú 
que vives en esta tierra, ¿cuántas veces ha usado el 
diablo esta misma táctica en tu vida con el propósito 
de llevarte por el mal camino? El fruto lucía muy 
delicioso y esto, combinado con su apetito físico y la 
idea de que si comía del fruto iba aser como Dios, 
hizo que Eva cediera a la presión del diablo y comie-
ra del fruto prohibido. 
¿Dónde estaba Adán mientras esto sucedía? ¿Por 
qué no ejerció su autoridad y echó a la serpiente? En 
el texto original hay ciertas pausas que denotan que 
tal vez Adán no estaba presente y al parecer, Eva se 
C A R Y P A LM Ó N 
 26 
encontraba a solas con la serpiente. Hay muchas pre-
guntas sin respuesta en la Biblia. Sabemos que algún 
día Dios nos las revelará. 
¡Qué cuadro más triste! La mujer, totalmente en-
gañada, ahora va a su esposo; le ofrece del fruto 
prohibido y Adán tiene que escoger. En su corazón 
había un debate: escoger ir con la mujer, desobedecer 
a Dios y perder su relación con Él; u obedecer a Dios 
y perder a la mujer que tanto amaba y era su compa-
ñera. ¿Cómo era posible que él tuviese que escoger 
entre Dios y ella? ¡Qué momento tan terrible! Ambos 
eran criaturas perfectas y él tenía que escoger entre 
la esposa que Dios le había dado, la cual ya había to-
mado la decisión incorrecta, o permanecer con Dios. 
Sabemos que Adán escoge a Eva antes que escoger 
obedecer el mandamiento de Dios. Y ahí ocurre la 
tragedia más grande en la historia de este mundo. Un 
hombre, vivo física y espiritualmente, muere; y la 
gloria de Dios se aleja de él para siempre: porque 
escrito está que el pecado destituyó la gloria que Dios 
había volcado en el hombre. El hombre peca. El 
hombre, que solo conocía el bien, al cometer este 
acto de traición pasa a conocer el mal. ¡Qué terrible 
mentira por parte del diablo, una vez más lo vemos 
torciendo la verdad! 
La muerte física y espiritual entra en la raza hu-
mana, escribiendo el capítulo más triste de este pla-
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 27 
neta y esclavizando al hombre bajo el yugo de Sata-
nás. “Porque Adán fue formado primero, después Eva; y 
Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engaña-
da, incurrió en transgresión.” (1 Timoteo 2:13,14). 
Muchas personas se preguntan lo siguiente: si 
Dios dijo que Adán y Eva morirían si comían del 
fruto prohibido, ¿cómo es posible que no murieran 
repentinamente después de comerlo? En el texto 
original lo que dijo Dios fue que “muriendo, mori-
rían” lo cual describe un proceso; y así fue, porque 
los cuerpos de Adán y de Eva eran perfectos, creados 
para durarles la eternidad; sin embargo, cuando el 
pecado entró en su ser fue en este momento que co-
menzó la destrucción de sus cuerpos, y tomó 930 
años en la vida de Adán para que éste muriera físi-
camente. 
Lo que sí sucedió instantáneamente fue la muerte 
espiritual de Adán porque la muerte espiritual con-
siste en la separación de Dios. El pecado los separó 
totalmente de Dios y ahora todo lo que eran y habían 
sido pertenecía a su nuevo dueño, Satanás. El domi-
nio, la autoridad que Dios les había dado sobre esta 
tierra, a partir de ese momento pasó a manos del 
enemigo de Dios. “¿No sabéis que si os sometéis a al-
guien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel 
a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la 
obediencia para justicia?”(Romanos 6:16) 
Si estudiamos cuidadosamente las Escrituras, nos 
C A R Y P A LM Ó N 
 28 
damos cuenta de que nuestro Dios es justo, y no le 
arrebató las riendas del mundo a Satanás. Podemos 
leer la confirmación del cambio de gobernador de la 
tierra a través de las palabras de Jesucristo. El diablo 
le enseñó a Jesucristo todos los reinos de esta tierra, 
y se los ofreció si Jesús lo adoraba: “Y le llevó el diablo 
a un alto monte, y le mostró en un momento todos los 
reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda 
esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido 
entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me ado-
rares, todos serán tuyos.” (Lucas 4:5,6,7). 
El mismo Jesucristo se dirigió a Satanás como “el 
príncipe de este mundo” tres veces, en el libro de 
Juan: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe 
de este mundo será echado fuera.” (Juan 12:31), “No habla-
ré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este 
mundo, y él nada tiene en mí.” (Juan 14: 30), “y de juicio, 
por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.” 
(Juan 16:11). 
Satanás deseaba obtener la autoridad del hombre 
en esta tierra. Su propósito era no solo tener la auto-
ridad de esta tierra sino también hacerlos comer del 
árbol de la vida para que de esa manera, ellos vivie-
ran en esta condición por la eternidad. 
Uno se puede hacer esta pregunta: ¿por qué Sata-
nás tenía tanto deseo de entrar en la raza humana? 
Dios era su enemigo mortal y él deseaba destruir la 
creación de Dios, porque sabía que Dios amaba 
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 29 
grandemente a los hombres. Yo creo que cuando 
Satanás veía al hombre, veía a Dios en él, y en su 
odio hacia Dios, quería destruir su semejanza de la 
tierra y hacerla suya. 
Si Satanás iba a lograr hacer algo aquí, en esta tie-
rra, tenía que utilizar al hombre; porque Dios le ha-
bía dado la autoridad a Adán. Dios también es un 
Espíritu, y tiene que obtener la cooperación del ser 
humano para todo lo que Él va a hacer en este mun-
do. Ya sé que te estás dando cuenta de la importancia 
de nuestras oraciones. Satanás pensó que una vez 
que él les ganó el territorio a Adán y a Eva, los haría 
comer del árbol de la vida y ellos permanecerían en 
ese estado terrible para la eternidad, sin esperanza de 
salvación o restauración. 
Después de que pecaron, Adán y Eva supieron que 
Dios se estaba aproximando al huerto; y vieron que 
estaban desnudos porque quedaron destituidos de la 
gloria de Dios; ya no representaban a Dios con su 
poder y su majestad; y ahora no tenían nada con qué 
cubrir sus cuerpos, así que rápidamente se hicieron 
vestimentas con las hojas de la viña para cubrir su 
desnudez. Dios, que todo lo sabe, supo el momento 
en que esto ocurrió, y claro que ya sabía que esto iba 
a suceder y había creado un plan para el rescate de 
sus seres amados, antes de la fundación del mundo 
pero Él lo mantenía en secreto. 
C A R Y P A LM Ó N 
 30 
Si nosotros utilizamos nuestra imaginación y va-
mos con Dios a ese momento antes de la fundación 
del mundo, vemos que ahí estaba Dios con el Verbo 
–o Logos– y el Espíritu Santo, teniendo una reunión 
donde Dios les dice que desea crear estos seres hu-
manos que serán sus hijos, y que ellos pecarán. El 
Verbo le responde a Dios: cuando ellos pequen, yo 
tomaré la forma del hombre, los rescataré y moriré 
por ellos y así pagaré por sus pecados. En medio de 
esta conversación interrumpe el Espíritu Santo y les 
dice: si tú vas y mueres por ellos, yo te rescataré de 
entre los muertos y te resucitaré, y entonces yo iré y 
viviré entre ellos, y les revelaré acerca de nosotros 
para que crean, sean salvos, y durante sus vidas esta-
ré con ellos y los cuidaré hasta el momento en que 
ellos vengan de regreso con nosotros. 
Y así, Dios pone el plan en acción, por eso es que 
leemos que el Cordero de Dios fue sacrificado antes 
de la fundación del mundo “Y la adoraron todos los 
moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos 
en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde 
el principio del mundo” (Apocalipsis 13:8). 
Dios va en busca de Adán y de Eva, sabiendo que 
ya habían pecado. En su amor y compasión no los va 
a dejar abandonados. Adán y Eva se escondieron de 
Dios, temerosos, porque sabían de su terrible acto de 
traición contra el que les dio la vida. Dios los en-
cuentra, y ellos, llenos de vergüenza, se habían cu-
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 31 
bierto con las hojas de la viña. Dios, al verlos, les 
pregunta qué han hecho, como si Él no lo supiese. 
Adán, mostrando la naturaleza de su nuevo padre 
espiritual, miente –tal como Satanás–, y no solo 
miente, sino que acusa a Dios, diciéndole: “La mujer 
que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.” 
(Génesis 3:12). En otras palabras; si tú, Dios, no me 
hubiesesdado esta mujer, yo no hubiese hecho esto. 
Y, cuando Dios se dirige a la mujer, ella es sincera y 
dice: “La serpiente me engañó y comí.” Estos dos se-
res que eran su gran amor, se habían vuelto contra Él 
y habían escogido el camino del maligno. 
Y en este mismo huerto, mientras estaban al lado 
del árbol que había sido su perdición, Dios les pro-
mete que un día la mujer tendrá un hijo que los res-
taurará. En el mismo escenario de la gran tragedia, 
Adán recibe por fe la promesa de Dios, y le cambia el 
nombre a su esposa que hasta entonces era llamada 
Varona y la nombra Eva, que significa la madre de 
todos los vivientes. Ahora la fe de Adán en las pala-
bras de Dios pone en acción el plan de rescate. Eva 
pensó que su primer hijo iba a ser el que los rescata-
ría, pero no fue así. Pasaron muchos años antes de 
que la promesa de Dios se hiciera realidad. 
Dios puso un ángel alrededor del árbol de la vida, 
porque Él no quería que el hombre y la mujer vivie-
sen una eternidad en la condición perdida en que se 
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 32 
encontraban, y así protegió el árbol de la vida. El 
diablo quería hacerlos comer del árbol de la vida, sin 
embargo, no lo logró. 
¿Qué ocurrió con el huerto, con la tierra, con todo 
lo que Dios le había dado a Adán? Estas son las pala-
bras que dijo Dios, debido a la acción de Adán: “Mal-
dita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella 
todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y 
comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro co-
merás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella 
fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.” (Géne-
sis 3:17). 
Cuando el hombre cometió este terrible acto con-
tra Dios, no solo afectó a la raza humana, sino que 
toda la tierra cayó en desgracia. Nosotros, los seres 
humanos, no nos damos cuenta de que nuestras ac-
ciones –sean buenas o malas– traerán consecuencias; 
y en este caso, el pecado de Adán trajo como conse-
cuencia la muerte física, la maldición sobre la tierra, 
la destrucción de su relación con Dios y la muerte 
espiritual. 
Dios es amor, y en su amor infinito por nosotros, 
inmediatamente puso en acción su plan para redimir 
a estos seres tan amados por Él y redimir a la tierra 
de la maldición merecida. El hombre, que tenía todo, 
empezando por la comunión con Dios, ahora estaba 
destituido de dicha relación; su nuevo padre era el 
diablo, que le hacía hacer cosas que él no quería, 
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 33 
porque su nueva naturaleza –o cuerpo físico– ahora 
tenía una naturaleza regida por deseos malignos in-
controlables. 
Cuando Adán le entregó la autoridad a Satanás, 
éste se convirtió en el príncipe de este mundo, y con 
su maldad comenzó inmediatamente a destruir, y 
pervertir la tierra y sus habitantes. Donde había vida, 
ahora había muerte; donde había salud, ahora había 
enfermedad; donde había fe, ahora había temor; 
donde había amor, ahora había odio; donde había 
paz, ahora había intranquilidad. Debido a la decep-
ción del diablo, el mundo cree que todo lo bueno y lo 
malo viene de Dios. Jesucristo identificó las obras de 
Satanás cuando dijo: “El ladrón no viene sino para hur-
tar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vi-
da, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10). 
Las trágicas consecuencias de la desobediencia de 
Adán y Eva operaron un cambio funesto y alteraron 
el plan original de Dios, separando a la humanidad 
de su Padre Celestial. Esa desobediencia trajo a Adán 
y a todos los seres humanos bajo la autoridad y el 
cautiverio de Satanás y del pecado, dándole a Satanás 
el dominio sobre la creación de Dios, y cambió la 
tierra en un planeta donde la violencia, el odio, la 
enfermedad y la muerte, ahora reinan. 
La única esperanza de Adán estaba en el rescate 
prometido por Dios; pero ¿quién podría pagar por su 
C A R Y P A LM Ó N 
 34 
traición?, ¿quién podría restituirle la amistad y el 
compañerismo que él había disfrutado con Dios?, 
¿quién sería capaz de llevar a cabo esta redención 
total? 
 
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 35 
Referencias Bíblicas utilizadas en este 
capítulo 
“Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; noso-
tros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de 
tus manos somos todos nosotros” (Isaías 62:8). 
“¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo ár-
bol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: 
Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; 
pero del fruto del árbol que está en medio del huerto 
dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que 
no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No 
moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de 
él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, 
sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:1 al 4) 
“Porque Adán fue formado primero, después Eva; 
y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo 
engañada, incurrió en transgresión” (1 Timoteo 
2:13,14) 
“¿No sabéis que si os sometéis a alguien como es-
clavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien 
obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la 
obediencia para justicia?” (Romanos 6:16) 
“Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró 
en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo 
el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de 
C A R Y P A LM Ó N 
 36 
ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien 
quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos se-
rán tuyos” (Lucas 4:5,6,7) 
“Ahora es el juicio de este mundo; ahora el prínci-
pe de este mundo será echado fuera” (Juan 12:31) 
“No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene 
el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí” 
(Juan 14: 30), 
“y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo 
ha sido ya juzgado” (Juan 16:11) 
“Y la adoraron todos los moradores de la tierra 
cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la 
vida del Cordero que fue inmolado desde el principio 
del mundo” (Apocalipsis 13:8) 
“La mujer que me diste por compañera me dio del 
árbol, y yo comí.” (Génesis 3:12) 
“Maldita será la tierra por tu causa; con dolor co-
merás de ella todos los días de tu vida. Espinos y car-
dos te producirá, y comerás plantas del campo. Con 
el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuel-
vas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues 
polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:17) 
“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y 
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para 
que la tengan en abundancia” (Juan 10:10) 
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Anotaciones 
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C A P Í T U L O 3 
El terrible instigador 
Adán y Eva fueron expulsados del huerto, su nue-
va naturaleza comenzó a dar frutos, y Caín mató a 
Abel. Desde entonces, la historia cuenta terribles 
actos de maldad hechos por el ser humano, cuya na-
turaleza pecadora procedió con sus obras pecamino-
sas. 
Y, ¿quién es este enemigo que desea todo el mal 
para nosotros? Los seres humanos hoy en día están 
siendo constantemente bombardeados con informa-
ción falsa acerca de los ángeles y los demonios, a tra-
vés de nuestra cultura popular, la televisión y la 
cinematografía. Es muy importante que sepamos 
exactamente lo que la Biblia dice al respecto y que no 
tengamos ideas erróneas. 
Dios, nuestro Creador, existía antes de la Crea-
ción: “Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos 
de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que 
C A R Y P A LM Ó N 
 40 
está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivi-
ficas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te ado-
ran” (Nehemías 9:6). 
Los ángeles fueron creados por Dios. A pesar de 
susuperioridad evidente sobre los seres humanos, 
los ángeles también están sujetos al tiempo y al espa-
cio. Aunque son más poderosos, móviles, y de una 
inteligencia superior a la nuestra, los ángeles no son 
ni omniscientes, (que conocen todas las cosas reales y 
posibles) ni omnipotentes, (que todo lo puede) ni 
omnipresentes (siempre presente) como Dios. Ellos, 
a menudo, son descritos como “el ejército de los cie-
los": no envejecen, no tienen hambre ni se cansan. 
En muchas ocasiones los ángeles pueden aparecer 
en forma corporal (como en el caso del anuncio del 
nacimiento de Cristo), y también pueden afectar el 
mundo físico con su gran poder. Los ángeles son 
descritos como mensajeros de Dios y su misión es la 
de traer mensajes de Dios, ministrar a las personas y 
administrar los juicios de Dios. Los ángeles tienen 
trabajos específicos tales como traer sanidad, prote-
ger, fortalecer y animar a los creyentes. 
Un ejemplo de las acciones de los ángeles es el del 
ángel que fue enviado a liberar a Pedro de la prisión 
(lee el acontecimiento en Hechos 12:5 al 11). Otro 
fue enviado a matar 185.000 asirios “Y aconteció que 
aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el 
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 41 
campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y 
cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era 
cuerpos de muertos.” (2 Reyes 19:35). Otro ángel retiró la 
grandísima piedra que bloqueaba la entrada de la 
puerta de la tumba de Jesucristo (Mateo 28:2). 
Los ángeles no están sujetos a la muerte, tal como 
se nos indica en Lucas 20:35,36: “Pero en cuanto a los que 
sean dignos de tomar parte en el mundo venidero por la 
resurrección: ésos no se casarán ni serán dados en casa-
miento, ni tampoco podrán morir, pues serán como los 
ángeles, Son hijos de Dios porque toman parte en la resu-
rrección”. No se reproducen ni se casan (ver Marcos 
12: 25), lo cual nos lleva a la conclusión de que su 
número ha sido el mismo desde su creación. 
Al igual que nosotros, ellos poseen personalidad e 
individualidad, y han sido creados para servir y ado-
rar a Dios. Como en el caso de los seres humanos, 
ellos tienen libre albedrío y su servicio y la adoración 
a Dios no es obligatoria, pero es algo que Dios desea 
recibir por parte de los ángeles, aunque proveniente 
de su propia voluntad. Los ángeles no deben ser ado-
rados. “Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los 
que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me 
dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios. Yo me postré 
a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; 
yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el 
testimonio de Jesús. Adora a Dios” (Apocalipsis 19: 9,10). 
La Biblia nos enseña que en el reino espiritual se 
C A R Y P A LM Ó N 
 42 
encuentran los arcángeles, los ángeles, los ángeles de 
la guardia, los querubines, los serafines y las Cuatro 
Criaturas Vivientes. Los arcángeles son los superio-
res de los ángeles, siendo estos últimos los mensaje-
ros de Dios. Los ángeles de la guardia cuidan a los 
hijos de Dios desde que nacen y continúan con ellos 
por toda su vida. Los querubines y los serafines, jun-
to a las Cuatro Criaturas Vivientes, tienen un papel 
importante en el cielo, sirviendo a Dios. Su primer 
deber es glorificar y alabar a Dios constantemente, y 
tal vez ciertos ángeles sean acompañantes de Dios. 
No se sabe cuántos serafines existen. 
Podemos estudiar la Palabra de Dios y en ella en-
contramos el nombre de tres arcángeles en especial, 
que son Miguel, Gabriel y Lucifer. Miguel está a car-
go de los ángeles guerreros que se oponen al mal y a 
la injusticia. Gabriel y sus ángeles son asignados para 
llevar el mensaje de Dios a la gente. 
Cuando Dios creó a Lucifer, ahora conocido como 
Satanás, le dio la responsabilidad de los ángeles asig-
nados a la adoración. Al encabezar a sus ángeles en 
adoración a Dios, Lucifer decidió que la adoración 
debería ser dirigida a él porque a su juicio, él era tan 
bueno como Dios y merecía los mismos honores. De 
hecho, decidió que él debería ser Dios. 
Satanás, inicialmente, era una criatura angelical, 
dotada con honores extraordinarios. Su nombre ori-
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 43 
ginal era Lucifer (Is.14: 12) y era el modelo de sime-
tría, bendecido con la mayor sabiduría. Su cuerpo 
estaba adornado con magníficas joyas e instrumentos 
y era el "querubín", encargado de la más alta respon-
sabilidad angelical, ubicado en la posición más alta de 
honor. 
“En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra 
preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, 
crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y 
oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron 
preparados para ti en el día de tu creación.
 
Tú, querubín 
grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, 
allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. 
Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste 
creado, hasta que se halló en ti maldad.
 
A causa de la mul-
titud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y 
pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arro-
jé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector.
 
Se 
enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste 
tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por 
tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en 
ti.
 
Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de 
tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué 
fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en 
ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te mi-
ran.
 
Todos los que te conocieron de entre los pueblos se 
maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre deja-
rás de ser” (Ezequiel 28:13 al 19). 
Dios creó a Satanás perfecto y sin pecado. Esto es 
algo muy importante, porque a través de este pasaje 
C A R Y P A LM Ó N 
 44 
se nos asegura que la decisión de Satanás de pecar no 
era una acción que se originaba con Dios, sino que 
era una decisión de libre albedrío por parte de Sata-
nás. Satanás fue creado sin pecado, y sin necesidad de 
pecar. Él, y sólo él, es el que tiene la responsabilidad 
completa por todos los problemas que ha traído a sus 
compañeros, los ángeles caídos, a la humanidad, y 
sobre sí mismo. 
Dios no tiene ninguna culpa de la caída de Sata-
nás. Satanás se aprovechó de la oportunidad de utili-
zar el libre albedrío que Dios le dio para rechazar a 
Dios y seguir hacia el camino del mal. 
Con un orgullo exorbitante por las cualidades y 
atributos que Dios le había dado, Satanás condujo a 
su vez un plan diabólico contra Dios: “Sobre las altu-
ras de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” 
(Isaías 14:14). Con esta declaración demuestra que 
puede ejercitar su propia voluntad y que el orgullo 
fue su perdición. 
Él deseaba ser Dios, en vez de tener un Dios. El 
resultado del acto de Satanás fue que condujo una 
rebelión a gran escala entre los ángeles, donde un 
tercio de los ángeles escogieron seguir a Satanás y 
rebelarse contra Dios. Ahora sabemos que Satanás 
está constantemente en guerra contra Dios, contra 
sus ángeles y contra la raza humana; deseando traer 
destrucción a todos nosotros. Al igual que los ánge-
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 45 
les, nosotros podemos escoger entre servir a Dios o 
servir a Satanás. 
Satanás es un ser creado por Dios, que ha ejercita-
do su propia voluntad, la cual no está de acuerdo con 
la voluntad de Dios. La Biblia lo describe de varias 
formas, tales como un león rugiente, matando y des-
garrando su presa; como un lobo, el cual devora a las 
ovejas; como una serpiente, llena de veneno; como 
un enemigo, que solo desea destruir; y como un la-
drón cuya su intención es robar. Estas son las cuali-
dades que caracterizan a nuestro enemigo. 
No olvides que Dios es todopoderoso. Cuando Sa-
tanástrató de dar un golpe de estado en el cielo, Sa-
tanás cayó como un relámpago, a gran velocidad. 
Cayó sin ninguna batalla, sin demora, sin sudor o 
esfuerzo por parte de Dios, el cual desató solamente 
un lanzamiento de su poder hacia Satanás. Jesucristo 
nos explicó: “Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo, 
que caía del cielo” (Lucas 10:18). 
De la misma manera en que él instigó a una rebe-
lión contra Dios, entre los ángeles, su plan era hacer 
lo mismo con Adán y Eva. Y esta fue la misma tenta-
ción que él utilizó contra Adán y Eva. Él les ofreció 
ser como Dios, que no tendrían necesidad de Dios y 
al igual que Dios conocerían el bien y el mal. Nue-
vamente, la tentación refleja el orgullo de no tener 
necesidad de Dios y ser su propio Dios. La relación 
C A R Y P A LM Ó N 
 46 
con Dios tiene que nacer de nuestra propia voluntad, 
con toda libertad para escoger o rehusar. El forzar a 
alguien a amar es otra forma de interpretar el amor 
incorrectamente. 
A pesar de su plan de destrucción y conquista del 
ser humano, Satanás sabía que un día perdería y Dios 
triunfaría. Él no tenía la menor idea de cómo y 
cuándo. Pero la promesa de su destrucción comenzó 
en el huerto del Edén cuando Dios le dijo: “Y pondré 
enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la 
simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás 
en el calcañar.” (Génesis 3:15). 
Satanás, el adversario, les robó a Adán y a Eva la 
autoridad y dominio que Dios les había dado en esta 
tierra. El vio cuando Dios les entregó túnicas san-
grientas para cubrir sus cuerpos, derramando la san-
gre inocente de un animal y no supo que algún día 
vendría el redentor que derramaría su sangre por 
nosotros. 
Pasaron los años. Una y otra vez Dios continuaba 
dando promesas, a través de distintos profetas, de 
que iba a venir uno que destruiría el poder de este 
enemigo y libertaría la raza humana. La Biblia nos 
instruye que pasaron muchos años antes de que lle-
gase el prometido de Dios que iba a liberar a la raza 
humana y restaurarla con Dios. Cada vez que venía 
uno que podía ser el enviado por Dios, Satanás trata-
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 47 
ba de matarlo para que la Palabra dada por Dios no 
se realizase. Satanás estaba alerta a la Palabra de Dios 
para destruir al emisario de Dios antes de que lo des-
truyese a él. ¡Un sueño imposible! 
 
C A R Y P A LM Ó N 
 48 
Referencias Bíblicas utilizadas en este 
capítulo 
“Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cie-
los de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo 
lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en 
ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de 
los cielos te adoran” (Nehemías 9:6) 
“Y aconteció que aquella misma noche salió el án-
gel de Jehová, y mató en el campamento de los asi-
rios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se 
levantaron por la mañana, he aquí que todo era 
cuerpos de muertos.” (2 Reyes 19:35) 
“Pero en cuanto a los que sean dignos de tomar 
parte en el mundo venidero por la resurrección: ésos 
no se casarán ni serán dados en casamiento, ni tam-
poco podrán morir, pues serán como los ángeles, 
Son hijos de Dios porque toman parte en la resurrec-
ción” (Lucas 20:35,36) 
“Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los 
que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. 
Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios. Yo 
me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mi-
ra, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus her-
manos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a 
Dios” (Apocalipsis 19: 9,10) 
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 49 
“En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda 
piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topa-
cio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbun-
clo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y 
flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu 
creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse 
en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de 
las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en to-
dos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta 
que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de 
tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecas-
te; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arro-
jé de entre las piedras del fuego, oh querubín 
protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu her-
mosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu es-
plendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes 
te pondré para que miren en ti. Con la multitud de 
tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones 
profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en 
medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza 
sobre la tierra a los ojos de todos los que te mi-
ran. Todos los que te conocieron de entre los pueblos 
se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siem-
pre dejarás de ser” (Ezequiel 28:13 al 19) 
“Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré seme-
jante al Altísimo” (Isaías 14:14) 
“Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo, que 
C A R Y P A LM Ó N 
 50 
caía del cielo” (Lucas 10:18) 
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu 
simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabe-
za, y tú le herirás en el calcañar.” (Génesis 3:15) 
 
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 51 
Anotaciones 
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 53 
C A P Í T U L O 4 
El plan en acción 
En toda generación ha existido alguien que busca-
ba a Dios; alguien que recordaba las promesas de 
Dios; alguien que recordaba que el redentor un día 
vendría al mundo. Hubo un día en que llegó el mo-
mento señalado, cuando el Verbo tomó la forma del 
hombre y Dios mismo se manifestó en la carne; no 
como Dios sino como un hombre –ahora llamado el 
segundo Adán– el que iba a ser expuesto a las mis-
mas tentaciones que fue expuesto el primer Adán. 
Este segundo Adán iba a resistir la tentación para 
echar abajo de una vez y para siempre la separación 
entre Dios y el hombre. 
No solo tenía que venir a esta tierra para triunfar 
contra la tentación y pagar por todos los pecados de 
la humanidad, sino que también tenía que venir y 
demostrarle al hombre el amor de Dios, el camino 
C A R Y P A LM Ó N 
 54 
hacia Dios, devolverle la autoridad que le había sido 
robada por Satanás, y enseñarle al hombre a vivir en 
esta tierra como un verdadero hijo de Dios. Era una 
encomienda grandísima y en ella descansaba el futu-
ro de toda la raza humana. 
¿Y cómo fue que Dios llevó a cabo el plan de res-
cate? En el día escogido por Dios, Él envió su ángel 
para anunciarle a una jovencita, virgen, descendiente 
del linaje de David y que estaba comprometida en 
matrimonio, que había sido escogida para concebir a 
su Hijo; y que a través de ella se realizaría la promesa 
de Dios. Esta joven, cuando oyó las palabras del án-
gel, donde le anunciaba el plan de Dios, no consideró 
las consecuencias negativas que tendría contra ella y 
tampoco le importó lo que sucediera en su vida; y fue 
por eso que le respondió: “hágase conmigo conforme a 
tu palabra.” (Lucas 1:38). ¡Qué admirable paso de fe! Sin 
duda alguna Dios ve en los corazones, y sabía que 
ella aceptaría. 
¿Por qué tenía que ser una virgen? Esta es una 
pregunta muy interesante. En los años recientes, la 
ciencia médica ha descubierto que la sangre que reci-
be el bebé viene directamente del padre, así que la 
sangre de Jesús vino directamente de Dios Padre, 
una sangre sin pecado, sin la maldición, una sangre 
pura, que calificaba para ser el sacrificio supremo. Al 
igual que el primer Adán, Jesús tendría la sangre de 
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 55 
Dios sin pecado, y la derramaría para pagar porto-
dos los pecados de la raza humana. 
Así comenzó el gran rescate, utilizando una joven 
que a los ojos de la humanidad no era nadie, una 
simple muchacha sin fama; la cual fue el instrumento 
escogido por Dios para traer al mundo al Verbo, el 
cual recibió la forma del hombre. En un establo sen-
cillo y corriente, rodeado de pastores y de los anima-
les que vivían en él, la virgen trajo a este mundo a 
nuestro gran redentor. 
¡La noche se enmarcó con ángeles cantando y ala-
bando a Dios en los cielos por lo que había hecho! 
Este redentor no vino a este mundo lleno de pompa, 
como un hijo de rey o de un emperador romano, 
sino que vino a este mundo como hijo de la promesa 
que Dios le hizo a Adán y a Eva. 
Pasaron los años y Jesús comenzó su ministerio 
público cuando tenía 30 años de edad; todos esos 
años había pasado desapercibido, ganándose la vida 
como carpintero, y esperando el momento seleccio-
nado por el Padre Celestial. 
Finalmente había llegado la hora de revelarle a la 
raza humana el amor de Dios, su propósito y sus pla-
nes. “Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, 
también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió y 
descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, 
como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres 
C A R Y P A LM Ó N 
 56 
mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.” (Lucas 3:21,22). 
Después de su bautizo fue llevado al desierto por 
el Espíritu Santo, donde fue tentado. Había pasado 
40 días en ayuno, solo, en presencia de Dios. En el 
momento de su mayor debilidad física aparece Sata-
nás para tentarlo. 
Jesucristo iba a ser tentado en las tres categorías 
en que todos nosotros somos tentados y en las que 
Adán y Eva también fueron tentados: “ los deseos de la 
carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, 
(1ra Juan 2:16)”. Estas tres tentaciones de Jesús corres-
ponden a las tentaciones comunes a nosotros hoy: 
deseos de la carne (el hambre de todos los tipos); la 
lujuria de los ojos o la codicia; y el orgullo o la ambi-
ción de poder. 
Nuestro futuro colgaba en sus manos. Si superaba 
la tentación, entonces seguiría sin mancha de pecado 
y sería el único libre de las garras del enemigo de 
Dios. Satanás intentó arruinar el plan de salvación de 
Dios, tratando de instar a Jesús hacia el pecado, por-
que un Mesías pecaminoso no podía ser un sacrificio 
digno para la humanidad. Jesús siempre fue capaz de 
ver a través de los engaños del diablo, y se mantuvo 
fiel al plan de Dios. 
La primera tentación fue los deseos de la carne 
(Lucas 4:3,4). Jesucristo tenía hambre. El diablo co-
menzó con picardía: "Si eres Hijo de Dios, di a esta pie-
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 57 
dra que se convierta en pan…". Él le estaba diciendo, 
básicamente, a Jesús: ‘Puede que no seas el Hijo de 
Dios en absoluto. Demuéstrame que puedes hacer 
este pequeño milagro’. No hay nada malo con la sa-
tisfacción de las necesidades físicas –comida, refugio, 
amor, compañerismo, sexo– por medios legítimos. 
Existe una ley superior a nuestros deseos físicos, y es 
la Palabra de Dios. Jesucristo le respondió citando 
Deuteronomio 8:3: "el hombre no vive sólo de pan, sino de 
toda palabra que sale de la boca del Señor." 
Jesucristo fue tentado para satisfacer sus propias 
necesidades fuera de la voluntad de Dios. El punto es 
que las necesidades físicas se deben satisfacer bajo las 
ordenanzas de Dios, no de una manera incorrecta. 
Dios es capaz de suplir nuestras necesidades, pero 
hay que esperar en Él y hacer las cosas a su manera. 
La segunda tentación es la autoridad y la gloria 
mundana (Lucas 4:5 al 8). El diablo lleva a Jesús a un 
lugar alto y le muestra los reinos del mundo en un 
momento del tiempo. Esto suena como una visión. 
Al instante, Jesús puede ver cada uno de los reinos de 
su época: Roma, la corte de César; los imperios ru-
sos; el subcontinente indio; y China. Jesús podía ver-
lo todo. 
Satanás reclama tanto la propiedad de esos reinos, 
así como el poder de otorgar el control político con 
la riqueza material y todo su esplendor: “porque a mí 
C A R Y P A LM Ó N 
 58 
me ha sido entregada, y a quien quiero la doy”. Es in-
teresante notar que Jesucristo no niega que los 
reinos ahora le pertenecen a Satanás, ya que ambos 
sabían que Satanás los había usurpado a su legítimo 
propietario, Adán. 
Jesucristo tenía bien clara su encomienda de res-
catar a la raza humana. Dicha tarea tenía que llevar-
se a cabo con el poder otorgado por su Padre 
Celestial y a su debido tiempo. El camino que tenía 
que llevar para cumplir con el mandato divino era el 
más difícil; a través de la cruz, la tumba y la resurrec-
ción. Le tomó más tiempo que el camino que le ofre-
cía Satanás. Jesucristo resistió la solución rápida, y 
tomó el camino de su Padre Celestial, respondiéndo-
le “escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo ser-
virás”. 
La tercera tentación fue un ataque directo, por 
parte de Satanás, contra la Palabra de Dios (Lucas 4:9 
al 12). Adán y Eva no pudieron confiar en lo que Dios 
les había dicho. Jesucristo afirma la Palabra de Dios 
al no ponerlo a prueba. Jesucristo respondió al diablo 
con las palabras del Deuteronomio 6:16: " No tentarás al 
Señor tu Dios". En otras palabras, no tomaré ninguna 
acción que fuerce la mano de Dios, que busque ma-
nipularlo y forzarlo a hacer lo que de otra manera no 
desearía hacer. 
El pasaje que Jesucristo estaba citando se refería a 
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 59 
cuando los israelitas tenían sed en el desierto, en Ma-
sah. En aquel momento habían tentado a Dios di-
ciendo: ¿Está el Señor entre nosotros o no?. 
Jesucristo demostró una y otra vez que Él había ve-
nido a hacer la voluntad del Padre Celestial y no lo 
cuestionó. Satanás fue derrotado en su intento de 
hacer pecar al Hijo de Dios. 
Al terminar su ayuno, Jesucristo entró en la sina-
goga, y según era su costumbre, se levantó a leer de 
las escrituras del profeta Isaías, hallando el lugar 
donde ya estaba escrito acerca de Él. “El Espíritu del 
Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar 
buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los 
quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cauti-
vos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimi-
dos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando 
el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos 
en la sinagoga estaban fijos en él.
 
Y comenzó a decirles: 
Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.” 
(Lucas 4:18-21). 
Con estas palabras Él comenzó a predicar su pri-
mer sermón, el cual no fue bienvenido, es más, trata-
ron de echarlo de la cumbre de un monte y 
despeñarle. ¡Qué terrible acogida para alguien que les 
traía tan buenas noticias! Ellos no creían que Jesús 
había sido enviado y ungido por Dios para llevar a 
cabo esta misión. ¿Cómo era posible que los ciegos 
recibieran su vista; los oprimidos fuesen liberados y 
C A R Y P A LM Ó N 
 60 
los quebrantados de corazón y cuerpo pudiesen ser 
sanos? ¿Y qué de la libertad de los oprimidos? Esto 
calificaría a TODA la raza humana. 
Estas noticias eran tan buenas que se ofendieron 
cuando lo oyeron, porque no creían que alguien pu-
diese hacer lo que Él dijo. Jesús vino a predicar las 
buenas noticias, con todo derecho legal a estar en 
esta tierra; habiendo nacido en esta tierra, con un 
cuerpo físico como el tuyo y el mío; ungido por El 
Espíritu Santo; con el propósito de deshacer las 
obras de Satanás. 
Durante tres años Jesús caminó en esta tierra co-
mo el segundo Adán, un hombre como tú y yo, lleno 
de la plenitud del Espíritu, haciendo la voluntad de 
Dios y enseñando a sus discípulos acerca del Reino 
de Dios. 
Los discípulos veían los grandes milagros que ha-
cía Jesucristo y también observaban que Él se retira-
ba a orar. Al ver que su gran éxito estaba relacionado 
con su vida de oración, sus discípulos le pidieron que 
les enseñara a orar. Jesucristoprocede a instruirlos: 
“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los 
cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase 
tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El 
pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nues-
tras deudas, como también nosotros perdonamos a nues-
tros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos 
del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, 
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 61 
por todos los siglos. Amén” (Mateo 6:9 al 13). 
¿Cuáles son los elementos que enseñó Jesucristo 
con esta oración? Esta oración debe ser entendida 
como un ejemplo, un modelo de cómo orar y nos da 
los componentes que deben ir en la oración. Co-
mienza dirigiéndose al Padre Celestial: "Padre nues-
tro que estás en los cielos". A Él es que debemos 
dirigir nuestras oraciones. "Santificado sea tu nom-
bre" nos está indicando que debemos adorar a Dios y 
alabarlo por ser quien es Él. La frase "venga tu reino, 
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo" es 
un recordatorio, para nosotros, de que estamos 
orando por el plan de Dios para nuestras vidas y para 
el mundo, no por nuestro propio plan. Debemos 
orar para que la voluntad de Dios se haga, y no para 
que se cumplan nuestros deseos. Jesucristo nos indi-
ca que le pidamos a Dios por las cosas que necesita-
mos, incluyendo “el pan nuestro de cada día”. 
"Perdónanos nuestras deudas, como también no-
sotros perdonamos a nuestros deudores" es la llave 
para vivir una vida victoriosa, no solo confesando 
nuestros pecados a Dios sino, a la vez, perdonando a 
todo aquel que nos haya hecho un mal, utilizando 
como ejemplo la misma manera como Dios nos ha 
perdonado. 
La conclusión de la oración es "Y no nos metas en 
tentación, mas líbranos del mal" es una petición de 
C A R Y P A LM Ó N 
 62 
ayuda para vivir en victoria sobre el pecado y una 
petición de protección contra los ataques del diablo. 
Durante su ministerio en esta tierra, Dios aprobó 
a Jesucristo ante todos: “como Dios ungió con el Espíritu 
Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y como éste anduvo 
haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el 
diablo, porque Dios estaba con él”(Hechos 10:38). 
Cuando analizas todo lo que hizo Jesucristo en los 
tres años de su ministerio, te admiras de la forma en 
que Él exhibía su autoridad sobre todas las leyes de la 
naturaleza. Por ejemplo, Él demostró su autoridad 
sobre las leyes naturales cuando caminó sobre el 
agua. Él intervino contra las fuerzas de la naturaleza 
cuando paró el viento. Cuando necesitó dinero para 
pagar el impuesto, utilizó a un pez para que le trajera 
la moneda necesaria para el pago, pudo transportar 
su cuerpo físico de un lugar a otro sin necesidad de 
tener una barca, cambió el agua en vino y secó la 
higuera con solo sus palabras. 
Él perdonó a los pecadores ofreciéndoles un nue-
vo comienzo para sus vidas, dándole paz al tumulto 
de sus corazones, liberó a todos los que estaban 
oprimidos por demonios, los cuales salían de las per-
sonas gritando con gran terror. Cuando había caren-
cia, multiplicó los panes y los peces y prosperó a los 
pescadores. Sabemos que sanó a multitudes de en-
fermos haciendo grandes milagros donde muchos 
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 63 
fueron sanados, recibieron la vista, y hasta resucitó a 
los muertos. Expuso la religión falsa demostrando 
que tener una verdadera relación con Dios era posi-
ble. Cuando Él hablaba, hasta sus enemigos tembla-
ban. 
Y todo esto lo hizo como un hombre en relación 
correcta con Dios. No como Dios, sino como hom-
bre, demostrándonos la forma en que el primer Adán 
caminaba en esta tierra y enseñándonos lo que es 
posible para todo aquel que escoja ser hijo de Dios. 
 
C A R Y P A LM Ó N 
 64 
Referencias Bíblicas utilizadas en este 
capítulo 
“hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 
1:38) 
“Aconteció que cuando todo el pueblo se bautiza-
ba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se 
abrió y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma 
corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que 
decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo compla-
cencia” (Lucas 3:21,22). 
“ los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la 
vanagloria de la vida” (1ra Juan 2:16) 
“Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se con-
vierta en pan”(Lucas 4:3,4). 
"el hombre no vive sólo de pan, sino de toda pala-
bra que sale de la boca del Señor" (Deuteronomio 
8:3) 
“porque a mí me ha sido entregada, y a quien 
quiero la doy” (Lucas 4:6) 
“escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo 
servirás” (Lucas 6:8) 
"No tentarás al Señor tu Dios" (Deuteronomio 
6:16) 
E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 
 65 
“El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto 
me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; 
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de cora-
zón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los 
ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predi-
car el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, 
lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la 
sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: 
Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de voso-
tros.” (Lucas 4:18-21) 
“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que es-
tás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu 
reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así tam-
bién en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo 
hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también 
nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos 
metas en tentación, mas líbranos del mal; porque 
tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los 
siglos. Amén” (Mateo 6:9 al 13) 
“como Dios ungió con el Espíritu Santo y con po-
der a Jesús de Nazaret, y como éste anduvo haciendo 
bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, 
porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38). 
 
C A R Y P A LM Ó N 
 66 
Anotaciones 
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 67 
C A P Í T U L O 5 
El precio del rescate 
He leído la Biblia una y otra vez, y si algo me de-
leita en ella es el leer una historia y darme cuenta de 
que dentro de la historia central, el Espíritu Santo 
siempre tiene una ilustración o mensaje que impac-
tará nuestras vidas. Esto se describe como tipo y 
sombra y lo puedes apreciar por toda la Biblia. 
Desde el comienzo de la Biblia, leemos cómo Dios 
sacrificó a un animal inocente para cubrir el pecado 
de Adán y Eva y cómo, a través del Antiguo Testa-
mento, Dios dio instrucciones específicas de sacrifi-
car animales para la expiación o pago de pecados, 
pues esto era un tipo y sombra de lo que necesitamos 
para estar libres de pecados. 
Él envió a su hijo único a pagar por nuestros pe-
cados, pero con una gran diferencia, y es que la san-
gre que Jesucristo derramó no solo pagó por 
C A R Y P A LM Ó N 
 68 
nuestros pecados sino que los borró para siempre. 
Muchas personas se ven como pobres pecadores sin 
ningún valor o propósito, sin embargo, esta percep-
ción es contraria a todo lo que nos enseña la Biblia. 
Cada uno de nosotros es muy valioso porque Dios 
escogió darnos a su hijo único, Jesucristo, como sus-
tituto del castigo que merecemos, y a través de su 
sacrificio en la cruz perdonar todos nuestros pecados 
y restaurarnos una vez más a la posición de hijos de 
Dios. 
Adán experimentó el reverso del nuevo nacimien-
to. Él tenía vida. Al pecar recibió la muerte. La ver-
dadera muerte es la separación total de Dios. Adán 
fue instantáneamente separado de Dios. Fue desti-
tuido de la gloria de Dios, que lo cubría. Su muerte 
física tuvo lugar 930 años después porque su cuerpo 
físico había sido hecho con tal perfección, que tomó 
todo ese tiempo

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