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EVIDENCIA Y VEREDICTO Exponiendo al verdadero culpable CARY PALMÓN Publicado por Naciones Unidas en Cristo, Inc. Tulsa, Oklahoma © 2016 por Naciones Unidas en Cristo, Inc. Reservados todos los derechos. Todas las citas bíblicas de esta publicación han sido tomadas de la Reina Valera 1960 (RVR60). Utilizado con permiso. Impreso en los Estados Unidos. Categoría: Vida Cristiana-Vida práctica ISBN 978-1511431309 AGRADECIMIENTOS Una palabra de agradecimiento a todos mis padres y madres espirituales de mi vida, que a través de los años han orado por mí y me han enseñado los preceptos de la Palabra de Dios. Les estoy muy agradecida. En especial a mi propio padre, Dalmacio Palmón Soret, que fue y sigue siendo mi héroe. Él ha sido y será la inspiración en mi vida, siempre agradeceré tu amor y tu dignidad. A todos ustedes, gracias. Un millón de gracias. ÍNDICE Prólogo ................................................................................ 1 El Gran Autor ...................................................................... 5 La interrupción del plan .................................................... 23 El terrible instigador ......................................................... 39 El plan en acción................................................................ 53 El precio del rescate ........................................................... 67 El Poder y la Autoridad ..................................................... 83 La guerra espiritual ......................................................... 103 Sobre la autora................................................................. 115 1 Prólogo ¿Por qué suceden tantas cosas terribles en este mundo? Me estaba preparando para asistir a una reunión en la iglesia cuando mi mamá me hizo una pregunta muy interesante. Mi madre es una mujer muy inteligente y llena de sabiduría, y a decir verdad, me sorprendió su pregunta. Ella ama a Dios y lleva muchos años en sus caminos. Después de responderle a su pregunta me quedé pensando: si mi mamá tiene esa duda en su corazón, ¿cuántas otras personas tendrán la misma duda? La pregunta que me hizo era muy importante, y sentí el peso de la gravedad que la falta de conocimiento acerca de la respuesta le podría traer a cualquier persona. La pregunta que me hizo puede plantearse de la siguiente manera: ¿por qué sucede lo que sucede en el mundo?; ¿acaso Dios no tiene las riendas de este mundo en sus manos?; ¿por qué hay que orar y pedirle a Dios por algo que Él ya desea darnos?; ¿cómo es posible que ocurran las C A R Y P A LM Ó N 2 cosas que están sucediendo? Transcurrieron los días, y comencé a hacer una pequeña encuesta entre mis amistades. Unas cuantas ya llevaban mucho tiempo asistiendo a la iglesia, y me di cuenta de que no había un buen entendimiento acerca de este tema entre los mismos creyentes, y mucho menos entre aquellos que no son creyentes. Un sinnúmero de personas se quejaron de las cosas malas que están pasando en este mundo; citaron casos horribles, actos de maldad, carencia de alimentos… Se quejaron de que Dios tenía el control de este planeta, y de que aún así tenían que resignarse con los hechos que ocurrían, inclusive con aquellos que estaban pasando en sus propias vidas. Estas personas sienten que somos seres impotentes ante todo lo que ocurre a nuestro lado, y que Dios ya lo tenía todo planeado para que sucediese de dicha manera. Esto me recordó la canción que dice “Qué será, será….”. Ellos perciben a Dios como si Él fuese un malvado que ya ha decidido a quién va a favorecer y a quién no; y por lo tanto ya no hay nada qué hacer, solo resignarse a los “designios” de Dios. La otra pregunta que les hice fue si creían que sus oraciones podrían cambiar las circunstancias, y nuevamente me encontré con la incertidumbre de muchos en cuanto la posibilidad de que nuestras oraciones pudiesen hacer algún tipo de cambio positivo en este mundo. La encuesta me demostró que las personas, en su mayoría, oran porque sus padres les enseñaron a orar, pero que no tienen la certeza –o tal vez ni siquiera tienen la esperanza– de que Dios vaya a contestar sus oraciones. E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 3 Lo triste es que esas personas se encuentran totalmente impotentes ante las malas circunstancias que puedan enfrentar en sus vidas. Encontré –como tema central– la convicción de que cuando oran, si Dios lo desea, tendrán la respuesta. En consecuencia, se encuentran en una posición neutral al respecto; sin fe o esperanza en cuanto a que sus oraciones cambien circunstancias y destinos. Dime algo: ¿por qué oras tú? ¿Oras debido a la rutina, al deber o al temor? ¿Estás convencido de que Dios te va a oír y te va a responder? ¿Puedes cambiar las circunstancias negativas que surgen en tu contra, contra tu familia, contra tu ciudad y hasta contra tu país? ¿Cuál es tu opinión de Dios? ¿Quién está en control de este planeta? Yo creo que si tienes la misma interrogante que tenía mi mamá, encontrarás la respuesta en las páginas de este libro. Y hablando de conocimiento, muchos no tienen entendimiento acerca de nuestra autoridad espiritual, la cual es uno de los fundamentos más importantes en nuestra vida de oración; al igual que lo es el resultado e impacto que la oración debida trae a nuestras vidas. La Palabra de Dios nos dice que su pueblo perece debido a la carencia de conocimiento, y es mi deseo que este libro te ayude a obtener la información que necesitas para que tus oraciones traigan a tu vida un resultado positivo. Muchas personas no comprenden que mientras nosotros no oremos, nada sucederá. Muchos culpan a Dios por las cosas que les suceden y se sienten impotentes para cambiarlas. Hay cosas que les impactan negativamente, como circunstancias, eventos; y ellos se sienten víctimas de C A R Y P A LM Ó N 4 los acontecimientos, sin darse cuenta de que con una oración, todo se puede cambiar. 5 C A P Í T U L O 1 El Gran Autor Para responder todas las preguntas e interrogan- tes que se han planteado, tenemos que comenzar por el principio y utilizar la Biblia, que es la forma en que Dios se ha revelado al hombre. ¿Cuántos de nosotros hemos comprado algún equipo de un fabricante y lo primero que buscamos es el libro de instrucciones para ver cómo operarlo? Del mismo modo, la Biblia es el libro de instrucciones que Dios nos ha dado para conocerlo a Él, a nosotros mismos y al mundo donde vivimos. La palabra Biblia significa "los libros". La Biblia tiene un tema principal, que es la redención del pe- cado en el hombre. Es un libro inspirado por el Espí- ritu Santo, que contiene 66 divisiones. El Espíritu Santo inspiró por lo menos a 40 autores diferentes en un lapso de 1500 años. La Biblia tiene una multi- tud de escritores, tales como poetas, pescadores, re- C A R Y P A LM Ó N 6 yes, agricultores, funcionarios de gobierno, un ra- bino, un príncipe y un doctor. ¿Cómo recibían el mensaje los escritores de la Bi- blia? El Apóstol Pablo dijo que era por revelación y por inspiración: “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por reve- lación de Jesucristo.” (Gálatas 1:11,12). Revelar es sinónimo de descubrir o explicar; cuando hablamos de revelación hablamos de descu- brimiento o explicación. La Biblia nos enseña que el Espíritu Santo utilizó medios divinos para crearla: “Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia”, (2 Tim.3: 16), y en (2 Pedro 1:21) “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres deDios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. Esto nos explica que el Espíritu de Dios fue quien los guio. Dios cumplió con exactitud con lo que Él quiso, al dirigir a los autores humanos que la escri- bieron, santos hombres de Dios, los cuales hablaron siendo inspirados por El Espíritu Santo. En otras palabras: ellos fueron motivados e impulsados por el Espíritu Santo. Permíteme ofrecerte pruebas del origen divino de la Biblia: E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 7 • La Biblia en sí es su propia prueba. Las profecías escritas en la Biblia han sido probadas. Con referencia a Jesucristo, existen más de 400 profecías las cuales fueron cumplidas exactamente por Él. • El testimonio del Espíritu Santo. Testifica en nosotros que es la Palabra de Dios. Este es el mismo Espíritu Santo que es el autor y Él lo confirmará con su poder. • Durabilidad de la Biblia. Ha sobrevivido a través de los siglos. No existe libro escrito que haya tenido que enfrentarse a tanta oposición como la Biblia. Sin embargo, se ha multiplicado en número y en idiomas. • Su mensaje tiene poder para transformar. El poder transformador de las Escrituras siempre ha sido una de las más fuertes evidencias de su origen divino. Su mensaje es universal, su mensaje es actual y es el testimonio de Cristo. • Su influencia cambió la historia. El efecto de su influencia se manifiesta en los millones de vidas cambiadas, al igual que su efecto en las naciones del mundo. El primer libro de la Biblia es el libro del Génesis y en él, el Espíritu Santo nos narra el comienzo de la C A R Y P A LM Ó N 8 raza humana. En estas páginas leemos acerca del principio del universo, la creación, el hombre y el pecado. En realidad, se trata de la historia de un Dios eterno, un Dios que comenzó una obra llamada “La creación de la tierra”, un Dios que primeramente deseaba tener hijos que fueran como Él, y que para lograr tener estos hijos tenía que crear una tierra donde ellos pudieran vivir y estar a gusto, de la mis- ma manera que Él estaba a gusto en el mundo espiri- tual. Dios comenzó por crear esta tierra como se nos describe a continuación: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tie- rra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día. Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y sepa- re las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y lla- mó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la maña- na el día segundo. Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno. Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 9 hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semi- lla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno.” (Génesis 1:1 al 11). El relato de la creación señala a Dios como el creador de todo este mundo y planetas. Todo vino a la existencia por la Palabra de Dios. El Espíritu Santo se movía sobre la tierra esperando el lanzamiento de la Palabra hablada por Dios para crear. En este primer capítulo del libro del Génesis, Dios nos revela que esta tierra tiene un lugar muy privile- giado en los planes y los propósitos de Dios porque va a ser el hogar de sus hijos. Dios creó el sol, la luna y los planetas alrededor de ella. La ciencia no nos niega la influencia que el sol, la luna y las estrellas tienen en nuestra tierra. A pesar de que el sol está a más de 93 millones de millas de distancia, éste afecta el clima y es responsable de sostener la vida de los seres humanos, los animales y hasta las plantas; y los planetas que nos rodean afectan directamente las mareas, el clima, los huracanes y mucho más. ¿Cómo podía ser la tierra que Él iba a crear para sus hijos? Lo más bello que Él pudiese hacer: pondría en ella montañas, mares, playas, y le daría el sol y la luna para alumbrarla. Haría un clima perfecto, sin calor ni frío, y en el centro pondría un huerto con lo C A R Y P A LM Ó N 10 mejor de todo lo existente y sería una continuación de su esfera espiritual, donde reinarían, entre tantas cosas, la paz, la fe y el amor. Dios creó los animales, los árboles y todo lo que está en esta tierra; y al terminar con su obra, Él dijo que era bueno. Entonces llegó el momento de crear al hombre, el cual era la razón de toda esta obra de Dios. Al fin, Dios iba a poner en esta tierra a su ser amado, con el cual disfrutaría del compañerismo. Este hombre sería creado en su imagen. Él quería que sus hijos pudiesen expresarse, que pudiesen re- producirse y crear otros seres inmortales como Él. Al crear al hombre en su imagen, el hombre sería el que reinaría en la tierra, de la misma manera que Él reina sobre los cielos. En otras palabras, Dios deseaba que el hombre reinase sobre el mundo visible de la mis- ma manera en que Él reina en el mundo invisible. “Los cielos son los cielos de Jehová; Y ha dado la tie- rra a los hijos de los hombres” (Salmo 115:16). El hombre fue el ápice de la creación. Dios nos hi- zo a su imagen, sopló en nosotros su Espíritu y su esencia. Dios es Espíritu, al igual que nosotros. Dios creó a Adán y le dio un cuerpo físico, y nosotros de- bemos referirnos a nuestros cuerpos como un traje para subsistir en esta tierra; sin embargo, debemos observar que somos un espíritu y también tenemos un alma. Él no creó un robot, Él creó a un ser igual a E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 11 Él, con libre albedrío, uno al cual Él pudiese llamar hijo. Yo creo que cualquiera que fuese a crear a su hijo, haría uno similar a él, no un perro o un gato. Pues así lo hizo Dios. El Antiguo Testamento original fue escrito en idioma hebreo y la palabra tsélem, traducida direc- tamente del hebreo, significa una imagen, una som- bra, una figura representativa. Y por favor, observemos que Dios repite dos veces en el mismo verso que Él creó al hombre en su imagen y después declara que lo hizo en su semejanza. Está recalcando esta información para que nosotros sepamos bien que somos hechos a su semejanza. ¿Cómo podemos definir su semejanza? El hombre era la copia exacta de Dios, con la habilidad, la apti- tud innata, y el poder creativo de Dios. Leamos lo que la Biblia dice acerca del hombre: “Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies.” (Salmos 8:5). Sin embargo, yo creo que en la creación del hombre Dios dejó un espacio que solo Él podía ocu- par; y mientras no regresemos a tener ese compañe- rismo con Dios, siempre tendremos un vacío dentro de nuestro ser. Si leemos la creación vemos que Dios dice “y fue así”, sin embargo, cuando llegó el momento de crear C A R Y P A LM Ó N 12 al hombre, Dios se duplicó o reprodujo en él. Enton- ces dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos;llenad la tierra, y sojuz- gadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” (Génesis 1:26). La Biblia lo describe diciendo “hagamos”; utilizan- do el plural y demostrándonos la trinidad de Dios: Dios el Padre, Dios el Hijo o Verbo y Dios el Espíritu Santo. Dios estaba enseñándonos que el hombre ha- bía sido creado, como Dios, un ser trino. El hombre fue creado con un cuerpo físico, un alma y un espíri- tu. Estamos compuestos de tres partes, al igual que Dios. El espíritu humano se relaciona con Dios, que es Espíritu. El cuerpo se relaciona con Jesucristo que fue la manifestación física de Dios en esta tierra, y el alma del hombre que se compone de su voluntad, mente y emociones, se relaciona con el Espíritu San- to. No solo había sido hecho en la misma imagen o copia de Dios, sino que lo había coronado de gloria: “pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, O el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ánge- E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 13 les, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste sobre las obras de tus manos” (Hebreos 2:6-7). En otras pala- bras, el hombre había sido coronado con el esplen- dor, la honra, el poder, la riqueza, la majestad de Dios; y con la destreza de procesar, entender y hacer cálculos mentales y de escoger. Solo en nuestra ima- ginación podemos pensar en la clase de ser humano que caminaba en esta tierra, en la semejanza de Dios, pero un poquito más abajo. Este hombre tenía su propia voluntad y tal como Dios, era también espíritu. Tal como Dios, él tenía la habilidad de crear un ser en su propia imagen, otro igual a él, física y espiritualmente. Al describir el momento en que Adán tuvo su hijo, la Biblia emplea la misma palabra que utilizó cuando describió la ma- nera en que Dios creó a Adán en su imagen: “Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su seme- janza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set.” (Génesis 5:3). ¡Son las mismas palabras! A pesar de que Adán poseía muchos de los atribu- tos de Dios, no era omnipresente ni omnipotente. Tenía la habilidad de escoger lo que deseaba hacer; su mente tenía una gran capacidad intelectual; era capaz de nombrar a todos los animales de la tierra; y podía tener compañerismo con Dios a nivel espiri- tual. Su cuerpo físico era perfecto en todo sentido; cada célula se recreaba perfectamente para continuar la vida eterna, no tenía fin. El hombre tenía la facul- C A R Y P A LM Ó N 14 tad de ordenar porque Dios le dio la autoridad para regir o tener dominio en esta tierra. Si algo estaba fuera de orden ya Dios le había dicho a Adán: “Sojúz- galo. Tú tienes la autoridad y sabes cómo utilizarla. Pon orden”. Cuando Dios le dijo al hombre que señoree, éstas eran palabras que tenían en sí una implicación muy importante. Una vez más fui al texto hebreo para ver cuál era el significado exacto de la palabra señorear y su definición es “estar a cargo”, “dirigir”, “mandar”, “dominar”. Era un mandato de Dios al hombre para que éste estuviera a cargo de esta tierra, bajo el orden de Dios. Con estas palabras Dios le estaba entregan- do a Adán toda la autoridad de esta tierra, y con estas palabras Dios mismo estaba definiendo la relación entre el hombre y Él; así como a quién le correspon- dería cada esfera. Dios le otorgó la autoridad legal de regir esta tie- rra exclusivamente al hombre, y como Él es Dios, Él mismo está sujeto a Su Palabra: lo que Él dijo así permanece, Dios no miente. Él ha elevado su Palabra sobre su nombre y nunca violará o romperá su Pala- bra. La Palabra de Dios no es solamente la ley para el hombre, sino también la ley para Dios. Así que si Él le había dado autoridad al hombre, en las manos del hombre descansarían todas las cosas que pertenecen a este mundo y NADA SUCEDERÍA EN ESTA TIERRA SIN EL PERMISO DEL HOMBRE, ya sea E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 15 para el bien o para el mal. En La Biblia nos dice: “Benditos vosotros de Jehová, Que hizo los cielos y la tie- rra. Los cielos son los cielos de Jehová; Y ha dado la tierra a los hijos de los hombres” (Salmo 115: 15, 16). Dios y el hombre se paseaban por el huerto dis- frutando del compañerismo mutuo. Durante esos días, Dios –como padre– le enseñaba a Adán acerca de cómo estar a cargo de esta tierra. Adán, como ré- plica exacta de Dios, seguía los pasos trazados por Él. Dios deseaba que su voluntad se hiciera en la tierra como era hecha en los cielos. Adán era capaz de funcionar en el mismo nivel de fe que Dios y Dios le enseñó a tener dominio sobre la tierra desatando su fe en sus palabras, de la misma forma que Dios lo hizo. Puedes leer más de 10 veces durante la creación del mundo, en el libro de Génesis 1, las expresiones “Dijo Dios” y “fue hecho”. Adán tenía un trabajo específico y era el de cuidar del huerto. “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.” (Génesis 2:15). Pero ¿de qué y de quién? Dios necesitaba una forma específica para poder definir la voluntad y el libre albedrío del hombre y escogió el árbol de la ciencia del bien y del mal para llevar a cabo este propósito. Dios le dijo a Adán, todo es tuyo, mas si escoges comer de este fruto morirás. “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia C A R Y P A LM Ó N 16 del bien y del mal no comerás; porque el día que de él co- mieres, ciertamente morirás.” (Génesis 2:16-17). La Biblia no nos especifica el tiempo que había transcurrido mientras Dios y el hombre caminaban juntos en esta tierra en perfecta armonía. Este hom- bre, creado un poquito más abajo que Dios, estaba cubierto de la gloria, de la majestad y del esplendor de Dios; regía sobre la tierra. Llegó el día en que Dios decidió crear una compa- ñera para Adán y llevar a cabo su plan de multiplica- ción. Él quería una descendencia de hombres y mujeres que lo amaran, que fueran sus hijos. “Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del va- rón fue tomada.” (Génesis 1:21-23). Los ángeles y los querubines estaban muy sor- prendidos por el comportamiento de Dios, no com- prendían el amor que Dios sentía dentro de su corazón por esta raza que fue creada del polvo de la tierra. ¿Por qué Dios estaba tan apasionado por ellos? ¿Acaso no habían estado presentes cuando Dios to- mó el polvo de la tierra y formó al hombre? En su asombro vieron cómo Dios sopló sobre este hombre que había formado, y cómo su Espíritu y la gloria de E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 17 Dios descendieron sobre el hombre y cómo, en ese momento, el hombre se convirtió en una réplica exacta de Dios. Y ahora, los ángeles –que habían sido testigos de lo ocurrido– estaban presenciando cómo Dios hizo que un sueño profundo cayese sobre Adán y de la costilla de él (o costado según el texto hebreo) sacó una igual que Adán, la cual sería su compañera idónea, ser de su ser, carne de su carne para siempre. La mujer fue creada de la costilla del hombre (el costado, para caminar a su par) y no de los pies (no para ser dominada desde arriba) o de la cabeza (no para gobernar a hombres). El diseño original fue una creación que colaboraría con el hombre como ayuda idónea para llevar a cabo los propósitos de Dios. Éste era el plan de Dios; y su deseo era que el huerto se extendiera por toda la tierra, con hombres y mujeres que lo amaran y fueran sus hijos por elección. Yo sé que te estás preguntandoqué tiene que ver todo esto con lo que está pasando en el mundo y con tus oraciones. Sigue leyendo, porque pronto te expli- caré todos los detalles. C A R Y P A LM Ó N 18 Referencias Bíblicas utilizadas en este capítulo “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por re- velación de Jesucristo.” (Gálatas 1:11,12) “Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para ins- tituir en justicia” (2 Tim.3: 16) “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios habla- ron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21) “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día. Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que es- taban debajo de la expansión, de las aguas que esta- ban sobre la expansión. Y fue así. Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 19 segundo. Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno. Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, so- bre la tierra. Y fue así. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno.” (Génesis 1:1 al 11) “Los cielos son los cielos de Jehová; Y ha dado la tierra a los hijos de los hombres” (Salmo 115:16) “Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies” (Salmos 8:5). “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tie- rra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mue- C A R Y P A LM Ó N 20 ven sobre la tierra.” (Génesis 1:26) “pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, O el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste sobre las obras de tus manos” (Hebreos 2:6-7) “Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set.” (Génesis 5:3) “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.” (Génesis 2:15) “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” (Géne- sis 2:16-17) “Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada” (Gé- nesis 1:21-23 E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 21 Anotaciones ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ 23 C A P Í T U L O 2 La interrupción del plan En medio de este bello huerto, entre todos los ár- boles, había dos árboles. Uno de ellos era el árbol de la vida y el otro era el árbol de la ciencia (o conoci- miento) del bien y del mal. Sin embargo, Él les había advertido que no comieran del árbol de la ciencia del bien y el mal, porque en ese día morirían. Ese fue su único requisito. Dios permitió que Adán y Eva ejer- citaran la libertad de elección. Adán estaba a cargo de todo, él era como el jefe, el encargado de la creación de Dios. La tierra y los cielos eran de Dios. Ahora a Adán le había sido delegado el cuidado de todo en el huer- to; si las cosas iban bien o mal, era su responsabili- dad. Muchos preguntan ¿por qué hizo Dios las cosas que hizo de la forma en que las hizo? ¿Acaso tenemos nosotros la audacia de decirle a Dios cómo debió ha- cer el mundo? Dios es Soberano y cuando hizo el C A R Y P A LM Ó N 24 mundo y a nosotros, Él sabía lo que estaba haciendo. “Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros.” (Isaías 62:8). Todos conocemos la triste historia de cómo vino Satanás, el enemigo de Dios, y a través de la serpien- te engañó a Eva; y aunque la Biblia no lo explica, yo me imagino que la serpiente vino a visitarla día tras día, ganándose su confianza. Llenó la mente de la mujer con ideas e hizo que se enfocara en su falta y la hizo dudar de lo que Dios le había dicho. ¿Por qué digo esto? Porque todos los que vivimos en esta tie- rra sabemos que es así como trabaja el diablo. ¿Te has dado cuenta de que el diablo no se presenta repenti- namente con una tentación, y que viene poquito a poco hasta lograr que la persona se trague la carnada del pecado? ¿Y cómo fue que lo hizo? De la misma manera que lo sigue haciendo, tergiversando la Pala- bra de Dios, mintiendo y dándole otro sentido. Satanás le habló a Eva diciéndole: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No co- meréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” (Géne- E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 25 sis 3:1 al 4). Dios les había advertido claramente que si comían de ese árbol, morirían. Lo que es muy interesante observar es que ésta es la forma en que opera Sata- nás, tratando de conseguir que dudes de la VERDAD de la Palabra de Dios. Y si recuerdas, así mismo hizo con Jesús cuando lo tentó en el desierto. Trató de hacerle dudar de lo que Dios había dicho acerca de Él con la frase “si eres el hijo de Dios”. Presta atención a los elementos que se involucra- ban en la tentación. Primero, le hizo sentir a Eva que ella no tenía todos los derechos que debía tener; lue- go le mintió –cuando la Biblia se refiere a Satanás, lo llama el Padre de Mentira–; y después trató con su orgullo, diciéndole que sería como Dios, que lo que le esperaba era algo mejor. Y ahora te pregunto: tú que vives en esta tierra, ¿cuántas veces ha usado el diablo esta misma táctica en tu vida con el propósito de llevarte por el mal camino? El fruto lucía muy delicioso y esto, combinado con su apetito físico y la idea de que si comía del fruto iba aser como Dios, hizo que Eva cediera a la presión del diablo y comie- ra del fruto prohibido. ¿Dónde estaba Adán mientras esto sucedía? ¿Por qué no ejerció su autoridad y echó a la serpiente? En el texto original hay ciertas pausas que denotan que tal vez Adán no estaba presente y al parecer, Eva se C A R Y P A LM Ó N 26 encontraba a solas con la serpiente. Hay muchas pre- guntas sin respuesta en la Biblia. Sabemos que algún día Dios nos las revelará. ¡Qué cuadro más triste! La mujer, totalmente en- gañada, ahora va a su esposo; le ofrece del fruto prohibido y Adán tiene que escoger. En su corazón había un debate: escoger ir con la mujer, desobedecer a Dios y perder su relación con Él; u obedecer a Dios y perder a la mujer que tanto amaba y era su compa- ñera. ¿Cómo era posible que él tuviese que escoger entre Dios y ella? ¡Qué momento tan terrible! Ambos eran criaturas perfectas y él tenía que escoger entre la esposa que Dios le había dado, la cual ya había to- mado la decisión incorrecta, o permanecer con Dios. Sabemos que Adán escoge a Eva antes que escoger obedecer el mandamiento de Dios. Y ahí ocurre la tragedia más grande en la historia de este mundo. Un hombre, vivo física y espiritualmente, muere; y la gloria de Dios se aleja de él para siempre: porque escrito está que el pecado destituyó la gloria que Dios había volcado en el hombre. El hombre peca. El hombre, que solo conocía el bien, al cometer este acto de traición pasa a conocer el mal. ¡Qué terrible mentira por parte del diablo, una vez más lo vemos torciendo la verdad! La muerte física y espiritual entra en la raza hu- mana, escribiendo el capítulo más triste de este pla- E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 27 neta y esclavizando al hombre bajo el yugo de Sata- nás. “Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engaña- da, incurrió en transgresión.” (1 Timoteo 2:13,14). Muchas personas se preguntan lo siguiente: si Dios dijo que Adán y Eva morirían si comían del fruto prohibido, ¿cómo es posible que no murieran repentinamente después de comerlo? En el texto original lo que dijo Dios fue que “muriendo, mori- rían” lo cual describe un proceso; y así fue, porque los cuerpos de Adán y de Eva eran perfectos, creados para durarles la eternidad; sin embargo, cuando el pecado entró en su ser fue en este momento que co- menzó la destrucción de sus cuerpos, y tomó 930 años en la vida de Adán para que éste muriera físi- camente. Lo que sí sucedió instantáneamente fue la muerte espiritual de Adán porque la muerte espiritual con- siste en la separación de Dios. El pecado los separó totalmente de Dios y ahora todo lo que eran y habían sido pertenecía a su nuevo dueño, Satanás. El domi- nio, la autoridad que Dios les había dado sobre esta tierra, a partir de ese momento pasó a manos del enemigo de Dios. “¿No sabéis que si os sometéis a al- guien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?”(Romanos 6:16) Si estudiamos cuidadosamente las Escrituras, nos C A R Y P A LM Ó N 28 damos cuenta de que nuestro Dios es justo, y no le arrebató las riendas del mundo a Satanás. Podemos leer la confirmación del cambio de gobernador de la tierra a través de las palabras de Jesucristo. El diablo le enseñó a Jesucristo todos los reinos de esta tierra, y se los ofreció si Jesús lo adoraba: “Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me ado- rares, todos serán tuyos.” (Lucas 4:5,6,7). El mismo Jesucristo se dirigió a Satanás como “el príncipe de este mundo” tres veces, en el libro de Juan: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.” (Juan 12:31), “No habla- ré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.” (Juan 14: 30), “y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.” (Juan 16:11). Satanás deseaba obtener la autoridad del hombre en esta tierra. Su propósito era no solo tener la auto- ridad de esta tierra sino también hacerlos comer del árbol de la vida para que de esa manera, ellos vivie- ran en esta condición por la eternidad. Uno se puede hacer esta pregunta: ¿por qué Sata- nás tenía tanto deseo de entrar en la raza humana? Dios era su enemigo mortal y él deseaba destruir la creación de Dios, porque sabía que Dios amaba E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 29 grandemente a los hombres. Yo creo que cuando Satanás veía al hombre, veía a Dios en él, y en su odio hacia Dios, quería destruir su semejanza de la tierra y hacerla suya. Si Satanás iba a lograr hacer algo aquí, en esta tie- rra, tenía que utilizar al hombre; porque Dios le ha- bía dado la autoridad a Adán. Dios también es un Espíritu, y tiene que obtener la cooperación del ser humano para todo lo que Él va a hacer en este mun- do. Ya sé que te estás dando cuenta de la importancia de nuestras oraciones. Satanás pensó que una vez que él les ganó el territorio a Adán y a Eva, los haría comer del árbol de la vida y ellos permanecerían en ese estado terrible para la eternidad, sin esperanza de salvación o restauración. Después de que pecaron, Adán y Eva supieron que Dios se estaba aproximando al huerto; y vieron que estaban desnudos porque quedaron destituidos de la gloria de Dios; ya no representaban a Dios con su poder y su majestad; y ahora no tenían nada con qué cubrir sus cuerpos, así que rápidamente se hicieron vestimentas con las hojas de la viña para cubrir su desnudez. Dios, que todo lo sabe, supo el momento en que esto ocurrió, y claro que ya sabía que esto iba a suceder y había creado un plan para el rescate de sus seres amados, antes de la fundación del mundo pero Él lo mantenía en secreto. C A R Y P A LM Ó N 30 Si nosotros utilizamos nuestra imaginación y va- mos con Dios a ese momento antes de la fundación del mundo, vemos que ahí estaba Dios con el Verbo –o Logos– y el Espíritu Santo, teniendo una reunión donde Dios les dice que desea crear estos seres hu- manos que serán sus hijos, y que ellos pecarán. El Verbo le responde a Dios: cuando ellos pequen, yo tomaré la forma del hombre, los rescataré y moriré por ellos y así pagaré por sus pecados. En medio de esta conversación interrumpe el Espíritu Santo y les dice: si tú vas y mueres por ellos, yo te rescataré de entre los muertos y te resucitaré, y entonces yo iré y viviré entre ellos, y les revelaré acerca de nosotros para que crean, sean salvos, y durante sus vidas esta- ré con ellos y los cuidaré hasta el momento en que ellos vengan de regreso con nosotros. Y así, Dios pone el plan en acción, por eso es que leemos que el Cordero de Dios fue sacrificado antes de la fundación del mundo “Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Apocalipsis 13:8). Dios va en busca de Adán y de Eva, sabiendo que ya habían pecado. En su amor y compasión no los va a dejar abandonados. Adán y Eva se escondieron de Dios, temerosos, porque sabían de su terrible acto de traición contra el que les dio la vida. Dios los en- cuentra, y ellos, llenos de vergüenza, se habían cu- E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 31 bierto con las hojas de la viña. Dios, al verlos, les pregunta qué han hecho, como si Él no lo supiese. Adán, mostrando la naturaleza de su nuevo padre espiritual, miente –tal como Satanás–, y no solo miente, sino que acusa a Dios, diciéndole: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.” (Génesis 3:12). En otras palabras; si tú, Dios, no me hubiesesdado esta mujer, yo no hubiese hecho esto. Y, cuando Dios se dirige a la mujer, ella es sincera y dice: “La serpiente me engañó y comí.” Estos dos se- res que eran su gran amor, se habían vuelto contra Él y habían escogido el camino del maligno. Y en este mismo huerto, mientras estaban al lado del árbol que había sido su perdición, Dios les pro- mete que un día la mujer tendrá un hijo que los res- taurará. En el mismo escenario de la gran tragedia, Adán recibe por fe la promesa de Dios, y le cambia el nombre a su esposa que hasta entonces era llamada Varona y la nombra Eva, que significa la madre de todos los vivientes. Ahora la fe de Adán en las pala- bras de Dios pone en acción el plan de rescate. Eva pensó que su primer hijo iba a ser el que los rescata- ría, pero no fue así. Pasaron muchos años antes de que la promesa de Dios se hiciera realidad. Dios puso un ángel alrededor del árbol de la vida, porque Él no quería que el hombre y la mujer vivie- sen una eternidad en la condición perdida en que se C A R Y P A LM Ó N 32 encontraban, y así protegió el árbol de la vida. El diablo quería hacerlos comer del árbol de la vida, sin embargo, no lo logró. ¿Qué ocurrió con el huerto, con la tierra, con todo lo que Dios le había dado a Adán? Estas son las pala- bras que dijo Dios, debido a la acción de Adán: “Mal- dita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro co- merás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.” (Géne- sis 3:17). Cuando el hombre cometió este terrible acto con- tra Dios, no solo afectó a la raza humana, sino que toda la tierra cayó en desgracia. Nosotros, los seres humanos, no nos damos cuenta de que nuestras ac- ciones –sean buenas o malas– traerán consecuencias; y en este caso, el pecado de Adán trajo como conse- cuencia la muerte física, la maldición sobre la tierra, la destrucción de su relación con Dios y la muerte espiritual. Dios es amor, y en su amor infinito por nosotros, inmediatamente puso en acción su plan para redimir a estos seres tan amados por Él y redimir a la tierra de la maldición merecida. El hombre, que tenía todo, empezando por la comunión con Dios, ahora estaba destituido de dicha relación; su nuevo padre era el diablo, que le hacía hacer cosas que él no quería, E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 33 porque su nueva naturaleza –o cuerpo físico– ahora tenía una naturaleza regida por deseos malignos in- controlables. Cuando Adán le entregó la autoridad a Satanás, éste se convirtió en el príncipe de este mundo, y con su maldad comenzó inmediatamente a destruir, y pervertir la tierra y sus habitantes. Donde había vida, ahora había muerte; donde había salud, ahora había enfermedad; donde había fe, ahora había temor; donde había amor, ahora había odio; donde había paz, ahora había intranquilidad. Debido a la decep- ción del diablo, el mundo cree que todo lo bueno y lo malo viene de Dios. Jesucristo identificó las obras de Satanás cuando dijo: “El ladrón no viene sino para hur- tar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vi- da, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10). Las trágicas consecuencias de la desobediencia de Adán y Eva operaron un cambio funesto y alteraron el plan original de Dios, separando a la humanidad de su Padre Celestial. Esa desobediencia trajo a Adán y a todos los seres humanos bajo la autoridad y el cautiverio de Satanás y del pecado, dándole a Satanás el dominio sobre la creación de Dios, y cambió la tierra en un planeta donde la violencia, el odio, la enfermedad y la muerte, ahora reinan. La única esperanza de Adán estaba en el rescate prometido por Dios; pero ¿quién podría pagar por su C A R Y P A LM Ó N 34 traición?, ¿quién podría restituirle la amistad y el compañerismo que él había disfrutado con Dios?, ¿quién sería capaz de llevar a cabo esta redención total? E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 35 Referencias Bíblicas utilizadas en este capítulo “Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; noso- tros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros” (Isaías 62:8). “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo ár- bol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:1 al 4) “Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión” (1 Timoteo 2:13,14) “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como es- clavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (Romanos 6:16) “Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de C A R Y P A LM Ó N 36 ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos se- rán tuyos” (Lucas 4:5,6,7) “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el prínci- pe de este mundo será echado fuera” (Juan 12:31) “No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí” (Juan 14: 30), “y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado” (Juan 16:11) “Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Apocalipsis 13:8) “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.” (Génesis 3:12) “Maldita será la tierra por tu causa; con dolor co- merás de ella todos los días de tu vida. Espinos y car- dos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuel- vas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:17) “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10) E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 37 Anotaciones ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ 39 C A P Í T U L O 3 El terrible instigador Adán y Eva fueron expulsados del huerto, su nue- va naturaleza comenzó a dar frutos, y Caín mató a Abel. Desde entonces, la historia cuenta terribles actos de maldad hechos por el ser humano, cuya na- turaleza pecadora procedió con sus obras pecamino- sas. Y, ¿quién es este enemigo que desea todo el mal para nosotros? Los seres humanos hoy en día están siendo constantemente bombardeados con informa- ción falsa acerca de los ángeles y los demonios, a tra- vés de nuestra cultura popular, la televisión y la cinematografía. Es muy importante que sepamos exactamente lo que la Biblia dice al respecto y que no tengamos ideas erróneas. Dios, nuestro Creador, existía antes de la Crea- ción: “Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que C A R Y P A LM Ó N 40 está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivi- ficas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te ado- ran” (Nehemías 9:6). Los ángeles fueron creados por Dios. A pesar de susuperioridad evidente sobre los seres humanos, los ángeles también están sujetos al tiempo y al espa- cio. Aunque son más poderosos, móviles, y de una inteligencia superior a la nuestra, los ángeles no son ni omniscientes, (que conocen todas las cosas reales y posibles) ni omnipotentes, (que todo lo puede) ni omnipresentes (siempre presente) como Dios. Ellos, a menudo, son descritos como “el ejército de los cie- los": no envejecen, no tienen hambre ni se cansan. En muchas ocasiones los ángeles pueden aparecer en forma corporal (como en el caso del anuncio del nacimiento de Cristo), y también pueden afectar el mundo físico con su gran poder. Los ángeles son descritos como mensajeros de Dios y su misión es la de traer mensajes de Dios, ministrar a las personas y administrar los juicios de Dios. Los ángeles tienen trabajos específicos tales como traer sanidad, prote- ger, fortalecer y animar a los creyentes. Un ejemplo de las acciones de los ángeles es el del ángel que fue enviado a liberar a Pedro de la prisión (lee el acontecimiento en Hechos 12:5 al 11). Otro fue enviado a matar 185.000 asirios “Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 41 campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.” (2 Reyes 19:35). Otro ángel retiró la grandísima piedra que bloqueaba la entrada de la puerta de la tumba de Jesucristo (Mateo 28:2). Los ángeles no están sujetos a la muerte, tal como se nos indica en Lucas 20:35,36: “Pero en cuanto a los que sean dignos de tomar parte en el mundo venidero por la resurrección: ésos no se casarán ni serán dados en casa- miento, ni tampoco podrán morir, pues serán como los ángeles, Son hijos de Dios porque toman parte en la resu- rrección”. No se reproducen ni se casan (ver Marcos 12: 25), lo cual nos lleva a la conclusión de que su número ha sido el mismo desde su creación. Al igual que nosotros, ellos poseen personalidad e individualidad, y han sido creados para servir y ado- rar a Dios. Como en el caso de los seres humanos, ellos tienen libre albedrío y su servicio y la adoración a Dios no es obligatoria, pero es algo que Dios desea recibir por parte de los ángeles, aunque proveniente de su propia voluntad. Los ángeles no deben ser ado- rados. “Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios. Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios” (Apocalipsis 19: 9,10). La Biblia nos enseña que en el reino espiritual se C A R Y P A LM Ó N 42 encuentran los arcángeles, los ángeles, los ángeles de la guardia, los querubines, los serafines y las Cuatro Criaturas Vivientes. Los arcángeles son los superio- res de los ángeles, siendo estos últimos los mensaje- ros de Dios. Los ángeles de la guardia cuidan a los hijos de Dios desde que nacen y continúan con ellos por toda su vida. Los querubines y los serafines, jun- to a las Cuatro Criaturas Vivientes, tienen un papel importante en el cielo, sirviendo a Dios. Su primer deber es glorificar y alabar a Dios constantemente, y tal vez ciertos ángeles sean acompañantes de Dios. No se sabe cuántos serafines existen. Podemos estudiar la Palabra de Dios y en ella en- contramos el nombre de tres arcángeles en especial, que son Miguel, Gabriel y Lucifer. Miguel está a car- go de los ángeles guerreros que se oponen al mal y a la injusticia. Gabriel y sus ángeles son asignados para llevar el mensaje de Dios a la gente. Cuando Dios creó a Lucifer, ahora conocido como Satanás, le dio la responsabilidad de los ángeles asig- nados a la adoración. Al encabezar a sus ángeles en adoración a Dios, Lucifer decidió que la adoración debería ser dirigida a él porque a su juicio, él era tan bueno como Dios y merecía los mismos honores. De hecho, decidió que él debería ser Dios. Satanás, inicialmente, era una criatura angelical, dotada con honores extraordinarios. Su nombre ori- E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 43 ginal era Lucifer (Is.14: 12) y era el modelo de sime- tría, bendecido con la mayor sabiduría. Su cuerpo estaba adornado con magníficas joyas e instrumentos y era el "querubín", encargado de la más alta respon- sabilidad angelical, ubicado en la posición más alta de honor. “En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la mul- titud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arro- jé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti. Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te mi- ran. Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre deja- rás de ser” (Ezequiel 28:13 al 19). Dios creó a Satanás perfecto y sin pecado. Esto es algo muy importante, porque a través de este pasaje C A R Y P A LM Ó N 44 se nos asegura que la decisión de Satanás de pecar no era una acción que se originaba con Dios, sino que era una decisión de libre albedrío por parte de Sata- nás. Satanás fue creado sin pecado, y sin necesidad de pecar. Él, y sólo él, es el que tiene la responsabilidad completa por todos los problemas que ha traído a sus compañeros, los ángeles caídos, a la humanidad, y sobre sí mismo. Dios no tiene ninguna culpa de la caída de Sata- nás. Satanás se aprovechó de la oportunidad de utili- zar el libre albedrío que Dios le dio para rechazar a Dios y seguir hacia el camino del mal. Con un orgullo exorbitante por las cualidades y atributos que Dios le había dado, Satanás condujo a su vez un plan diabólico contra Dios: “Sobre las altu- ras de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:14). Con esta declaración demuestra que puede ejercitar su propia voluntad y que el orgullo fue su perdición. Él deseaba ser Dios, en vez de tener un Dios. El resultado del acto de Satanás fue que condujo una rebelión a gran escala entre los ángeles, donde un tercio de los ángeles escogieron seguir a Satanás y rebelarse contra Dios. Ahora sabemos que Satanás está constantemente en guerra contra Dios, contra sus ángeles y contra la raza humana; deseando traer destrucción a todos nosotros. Al igual que los ánge- E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 45 les, nosotros podemos escoger entre servir a Dios o servir a Satanás. Satanás es un ser creado por Dios, que ha ejercita- do su propia voluntad, la cual no está de acuerdo con la voluntad de Dios. La Biblia lo describe de varias formas, tales como un león rugiente, matando y des- garrando su presa; como un lobo, el cual devora a las ovejas; como una serpiente, llena de veneno; como un enemigo, que solo desea destruir; y como un la- drón cuya su intención es robar. Estas son las cuali- dades que caracterizan a nuestro enemigo. No olvides que Dios es todopoderoso. Cuando Sa- tanástrató de dar un golpe de estado en el cielo, Sa- tanás cayó como un relámpago, a gran velocidad. Cayó sin ninguna batalla, sin demora, sin sudor o esfuerzo por parte de Dios, el cual desató solamente un lanzamiento de su poder hacia Satanás. Jesucristo nos explicó: “Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo, que caía del cielo” (Lucas 10:18). De la misma manera en que él instigó a una rebe- lión contra Dios, entre los ángeles, su plan era hacer lo mismo con Adán y Eva. Y esta fue la misma tenta- ción que él utilizó contra Adán y Eva. Él les ofreció ser como Dios, que no tendrían necesidad de Dios y al igual que Dios conocerían el bien y el mal. Nue- vamente, la tentación refleja el orgullo de no tener necesidad de Dios y ser su propio Dios. La relación C A R Y P A LM Ó N 46 con Dios tiene que nacer de nuestra propia voluntad, con toda libertad para escoger o rehusar. El forzar a alguien a amar es otra forma de interpretar el amor incorrectamente. A pesar de su plan de destrucción y conquista del ser humano, Satanás sabía que un día perdería y Dios triunfaría. Él no tenía la menor idea de cómo y cuándo. Pero la promesa de su destrucción comenzó en el huerto del Edén cuando Dios le dijo: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” (Génesis 3:15). Satanás, el adversario, les robó a Adán y a Eva la autoridad y dominio que Dios les había dado en esta tierra. El vio cuando Dios les entregó túnicas san- grientas para cubrir sus cuerpos, derramando la san- gre inocente de un animal y no supo que algún día vendría el redentor que derramaría su sangre por nosotros. Pasaron los años. Una y otra vez Dios continuaba dando promesas, a través de distintos profetas, de que iba a venir uno que destruiría el poder de este enemigo y libertaría la raza humana. La Biblia nos instruye que pasaron muchos años antes de que lle- gase el prometido de Dios que iba a liberar a la raza humana y restaurarla con Dios. Cada vez que venía uno que podía ser el enviado por Dios, Satanás trata- E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 47 ba de matarlo para que la Palabra dada por Dios no se realizase. Satanás estaba alerta a la Palabra de Dios para destruir al emisario de Dios antes de que lo des- truyese a él. ¡Un sueño imposible! C A R Y P A LM Ó N 48 Referencias Bíblicas utilizadas en este capítulo “Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cie- los de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran” (Nehemías 9:6) “Y aconteció que aquella misma noche salió el án- gel de Jehová, y mató en el campamento de los asi- rios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.” (2 Reyes 19:35) “Pero en cuanto a los que sean dignos de tomar parte en el mundo venidero por la resurrección: ésos no se casarán ni serán dados en casamiento, ni tam- poco podrán morir, pues serán como los ángeles, Son hijos de Dios porque toman parte en la resurrec- ción” (Lucas 20:35,36) “Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios. Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mi- ra, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus her- manos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios” (Apocalipsis 19: 9,10) E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 49 “En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topa- cio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbun- clo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en to- dos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecas- te; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arro- jé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu her- mosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu es- plendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti. Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te mi- ran. Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siem- pre dejarás de ser” (Ezequiel 28:13 al 19) “Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré seme- jante al Altísimo” (Isaías 14:14) “Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo, que C A R Y P A LM Ó N 50 caía del cielo” (Lucas 10:18) “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabe- za, y tú le herirás en el calcañar.” (Génesis 3:15) E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 51 Anotaciones ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ 53 C A P Í T U L O 4 El plan en acción En toda generación ha existido alguien que busca- ba a Dios; alguien que recordaba las promesas de Dios; alguien que recordaba que el redentor un día vendría al mundo. Hubo un día en que llegó el mo- mento señalado, cuando el Verbo tomó la forma del hombre y Dios mismo se manifestó en la carne; no como Dios sino como un hombre –ahora llamado el segundo Adán– el que iba a ser expuesto a las mis- mas tentaciones que fue expuesto el primer Adán. Este segundo Adán iba a resistir la tentación para echar abajo de una vez y para siempre la separación entre Dios y el hombre. No solo tenía que venir a esta tierra para triunfar contra la tentación y pagar por todos los pecados de la humanidad, sino que también tenía que venir y demostrarle al hombre el amor de Dios, el camino C A R Y P A LM Ó N 54 hacia Dios, devolverle la autoridad que le había sido robada por Satanás, y enseñarle al hombre a vivir en esta tierra como un verdadero hijo de Dios. Era una encomienda grandísima y en ella descansaba el futu- ro de toda la raza humana. ¿Y cómo fue que Dios llevó a cabo el plan de res- cate? En el día escogido por Dios, Él envió su ángel para anunciarle a una jovencita, virgen, descendiente del linaje de David y que estaba comprometida en matrimonio, que había sido escogida para concebir a su Hijo; y que a través de ella se realizaría la promesa de Dios. Esta joven, cuando oyó las palabras del án- gel, donde le anunciaba el plan de Dios, no consideró las consecuencias negativas que tendría contra ella y tampoco le importó lo que sucediera en su vida; y fue por eso que le respondió: “hágase conmigo conforme a tu palabra.” (Lucas 1:38). ¡Qué admirable paso de fe! Sin duda alguna Dios ve en los corazones, y sabía que ella aceptaría. ¿Por qué tenía que ser una virgen? Esta es una pregunta muy interesante. En los años recientes, la ciencia médica ha descubierto que la sangre que reci- be el bebé viene directamente del padre, así que la sangre de Jesús vino directamente de Dios Padre, una sangre sin pecado, sin la maldición, una sangre pura, que calificaba para ser el sacrificio supremo. Al igual que el primer Adán, Jesús tendría la sangre de E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 55 Dios sin pecado, y la derramaría para pagar porto- dos los pecados de la raza humana. Así comenzó el gran rescate, utilizando una joven que a los ojos de la humanidad no era nadie, una simple muchacha sin fama; la cual fue el instrumento escogido por Dios para traer al mundo al Verbo, el cual recibió la forma del hombre. En un establo sen- cillo y corriente, rodeado de pastores y de los anima- les que vivían en él, la virgen trajo a este mundo a nuestro gran redentor. ¡La noche se enmarcó con ángeles cantando y ala- bando a Dios en los cielos por lo que había hecho! Este redentor no vino a este mundo lleno de pompa, como un hijo de rey o de un emperador romano, sino que vino a este mundo como hijo de la promesa que Dios le hizo a Adán y a Eva. Pasaron los años y Jesús comenzó su ministerio público cuando tenía 30 años de edad; todos esos años había pasado desapercibido, ganándose la vida como carpintero, y esperando el momento seleccio- nado por el Padre Celestial. Finalmente había llegado la hora de revelarle a la raza humana el amor de Dios, su propósito y sus pla- nes. “Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres C A R Y P A LM Ó N 56 mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.” (Lucas 3:21,22). Después de su bautizo fue llevado al desierto por el Espíritu Santo, donde fue tentado. Había pasado 40 días en ayuno, solo, en presencia de Dios. En el momento de su mayor debilidad física aparece Sata- nás para tentarlo. Jesucristo iba a ser tentado en las tres categorías en que todos nosotros somos tentados y en las que Adán y Eva también fueron tentados: “ los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, (1ra Juan 2:16)”. Estas tres tentaciones de Jesús corres- ponden a las tentaciones comunes a nosotros hoy: deseos de la carne (el hambre de todos los tipos); la lujuria de los ojos o la codicia; y el orgullo o la ambi- ción de poder. Nuestro futuro colgaba en sus manos. Si superaba la tentación, entonces seguiría sin mancha de pecado y sería el único libre de las garras del enemigo de Dios. Satanás intentó arruinar el plan de salvación de Dios, tratando de instar a Jesús hacia el pecado, por- que un Mesías pecaminoso no podía ser un sacrificio digno para la humanidad. Jesús siempre fue capaz de ver a través de los engaños del diablo, y se mantuvo fiel al plan de Dios. La primera tentación fue los deseos de la carne (Lucas 4:3,4). Jesucristo tenía hambre. El diablo co- menzó con picardía: "Si eres Hijo de Dios, di a esta pie- E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 57 dra que se convierta en pan…". Él le estaba diciendo, básicamente, a Jesús: ‘Puede que no seas el Hijo de Dios en absoluto. Demuéstrame que puedes hacer este pequeño milagro’. No hay nada malo con la sa- tisfacción de las necesidades físicas –comida, refugio, amor, compañerismo, sexo– por medios legítimos. Existe una ley superior a nuestros deseos físicos, y es la Palabra de Dios. Jesucristo le respondió citando Deuteronomio 8:3: "el hombre no vive sólo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca del Señor." Jesucristo fue tentado para satisfacer sus propias necesidades fuera de la voluntad de Dios. El punto es que las necesidades físicas se deben satisfacer bajo las ordenanzas de Dios, no de una manera incorrecta. Dios es capaz de suplir nuestras necesidades, pero hay que esperar en Él y hacer las cosas a su manera. La segunda tentación es la autoridad y la gloria mundana (Lucas 4:5 al 8). El diablo lleva a Jesús a un lugar alto y le muestra los reinos del mundo en un momento del tiempo. Esto suena como una visión. Al instante, Jesús puede ver cada uno de los reinos de su época: Roma, la corte de César; los imperios ru- sos; el subcontinente indio; y China. Jesús podía ver- lo todo. Satanás reclama tanto la propiedad de esos reinos, así como el poder de otorgar el control político con la riqueza material y todo su esplendor: “porque a mí C A R Y P A LM Ó N 58 me ha sido entregada, y a quien quiero la doy”. Es in- teresante notar que Jesucristo no niega que los reinos ahora le pertenecen a Satanás, ya que ambos sabían que Satanás los había usurpado a su legítimo propietario, Adán. Jesucristo tenía bien clara su encomienda de res- catar a la raza humana. Dicha tarea tenía que llevar- se a cabo con el poder otorgado por su Padre Celestial y a su debido tiempo. El camino que tenía que llevar para cumplir con el mandato divino era el más difícil; a través de la cruz, la tumba y la resurrec- ción. Le tomó más tiempo que el camino que le ofre- cía Satanás. Jesucristo resistió la solución rápida, y tomó el camino de su Padre Celestial, respondiéndo- le “escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo ser- virás”. La tercera tentación fue un ataque directo, por parte de Satanás, contra la Palabra de Dios (Lucas 4:9 al 12). Adán y Eva no pudieron confiar en lo que Dios les había dicho. Jesucristo afirma la Palabra de Dios al no ponerlo a prueba. Jesucristo respondió al diablo con las palabras del Deuteronomio 6:16: " No tentarás al Señor tu Dios". En otras palabras, no tomaré ninguna acción que fuerce la mano de Dios, que busque ma- nipularlo y forzarlo a hacer lo que de otra manera no desearía hacer. El pasaje que Jesucristo estaba citando se refería a E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 59 cuando los israelitas tenían sed en el desierto, en Ma- sah. En aquel momento habían tentado a Dios di- ciendo: ¿Está el Señor entre nosotros o no?. Jesucristo demostró una y otra vez que Él había ve- nido a hacer la voluntad del Padre Celestial y no lo cuestionó. Satanás fue derrotado en su intento de hacer pecar al Hijo de Dios. Al terminar su ayuno, Jesucristo entró en la sina- goga, y según era su costumbre, se levantó a leer de las escrituras del profeta Isaías, hallando el lugar donde ya estaba escrito acerca de Él. “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cauti- vos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimi- dos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.” (Lucas 4:18-21). Con estas palabras Él comenzó a predicar su pri- mer sermón, el cual no fue bienvenido, es más, trata- ron de echarlo de la cumbre de un monte y despeñarle. ¡Qué terrible acogida para alguien que les traía tan buenas noticias! Ellos no creían que Jesús había sido enviado y ungido por Dios para llevar a cabo esta misión. ¿Cómo era posible que los ciegos recibieran su vista; los oprimidos fuesen liberados y C A R Y P A LM Ó N 60 los quebrantados de corazón y cuerpo pudiesen ser sanos? ¿Y qué de la libertad de los oprimidos? Esto calificaría a TODA la raza humana. Estas noticias eran tan buenas que se ofendieron cuando lo oyeron, porque no creían que alguien pu- diese hacer lo que Él dijo. Jesús vino a predicar las buenas noticias, con todo derecho legal a estar en esta tierra; habiendo nacido en esta tierra, con un cuerpo físico como el tuyo y el mío; ungido por El Espíritu Santo; con el propósito de deshacer las obras de Satanás. Durante tres años Jesús caminó en esta tierra co- mo el segundo Adán, un hombre como tú y yo, lleno de la plenitud del Espíritu, haciendo la voluntad de Dios y enseñando a sus discípulos acerca del Reino de Dios. Los discípulos veían los grandes milagros que ha- cía Jesucristo y también observaban que Él se retira- ba a orar. Al ver que su gran éxito estaba relacionado con su vida de oración, sus discípulos le pidieron que les enseñara a orar. Jesucristoprocede a instruirlos: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nues- tras deudas, como también nosotros perdonamos a nues- tros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 61 por todos los siglos. Amén” (Mateo 6:9 al 13). ¿Cuáles son los elementos que enseñó Jesucristo con esta oración? Esta oración debe ser entendida como un ejemplo, un modelo de cómo orar y nos da los componentes que deben ir en la oración. Co- mienza dirigiéndose al Padre Celestial: "Padre nues- tro que estás en los cielos". A Él es que debemos dirigir nuestras oraciones. "Santificado sea tu nom- bre" nos está indicando que debemos adorar a Dios y alabarlo por ser quien es Él. La frase "venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo" es un recordatorio, para nosotros, de que estamos orando por el plan de Dios para nuestras vidas y para el mundo, no por nuestro propio plan. Debemos orar para que la voluntad de Dios se haga, y no para que se cumplan nuestros deseos. Jesucristo nos indi- ca que le pidamos a Dios por las cosas que necesita- mos, incluyendo “el pan nuestro de cada día”. "Perdónanos nuestras deudas, como también no- sotros perdonamos a nuestros deudores" es la llave para vivir una vida victoriosa, no solo confesando nuestros pecados a Dios sino, a la vez, perdonando a todo aquel que nos haya hecho un mal, utilizando como ejemplo la misma manera como Dios nos ha perdonado. La conclusión de la oración es "Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal" es una petición de C A R Y P A LM Ó N 62 ayuda para vivir en victoria sobre el pecado y una petición de protección contra los ataques del diablo. Durante su ministerio en esta tierra, Dios aprobó a Jesucristo ante todos: “como Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y como éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”(Hechos 10:38). Cuando analizas todo lo que hizo Jesucristo en los tres años de su ministerio, te admiras de la forma en que Él exhibía su autoridad sobre todas las leyes de la naturaleza. Por ejemplo, Él demostró su autoridad sobre las leyes naturales cuando caminó sobre el agua. Él intervino contra las fuerzas de la naturaleza cuando paró el viento. Cuando necesitó dinero para pagar el impuesto, utilizó a un pez para que le trajera la moneda necesaria para el pago, pudo transportar su cuerpo físico de un lugar a otro sin necesidad de tener una barca, cambió el agua en vino y secó la higuera con solo sus palabras. Él perdonó a los pecadores ofreciéndoles un nue- vo comienzo para sus vidas, dándole paz al tumulto de sus corazones, liberó a todos los que estaban oprimidos por demonios, los cuales salían de las per- sonas gritando con gran terror. Cuando había caren- cia, multiplicó los panes y los peces y prosperó a los pescadores. Sabemos que sanó a multitudes de en- fermos haciendo grandes milagros donde muchos E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 63 fueron sanados, recibieron la vista, y hasta resucitó a los muertos. Expuso la religión falsa demostrando que tener una verdadera relación con Dios era posi- ble. Cuando Él hablaba, hasta sus enemigos tembla- ban. Y todo esto lo hizo como un hombre en relación correcta con Dios. No como Dios, sino como hom- bre, demostrándonos la forma en que el primer Adán caminaba en esta tierra y enseñándonos lo que es posible para todo aquel que escoja ser hijo de Dios. C A R Y P A LM Ó N 64 Referencias Bíblicas utilizadas en este capítulo “hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1:38) “Aconteció que cuando todo el pueblo se bautiza- ba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo compla- cencia” (Lucas 3:21,22). “ los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida” (1ra Juan 2:16) “Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se con- vierta en pan”(Lucas 4:3,4). "el hombre no vive sólo de pan, sino de toda pala- bra que sale de la boca del Señor" (Deuteronomio 8:3) “porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy” (Lucas 4:6) “escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás” (Lucas 6:8) "No tentarás al Señor tu Dios" (Deuteronomio 6:16) E V I DE N C I A Y V E R E DI C T O 65 “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de cora- zón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predi- car el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de voso- tros.” (Lucas 4:18-21) “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que es- tás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así tam- bién en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén” (Mateo 6:9 al 13) “como Dios ungió con el Espíritu Santo y con po- der a Jesús de Nazaret, y como éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38). C A R Y P A LM Ó N 66 Anotaciones ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ ________________ 67 C A P Í T U L O 5 El precio del rescate He leído la Biblia una y otra vez, y si algo me de- leita en ella es el leer una historia y darme cuenta de que dentro de la historia central, el Espíritu Santo siempre tiene una ilustración o mensaje que impac- tará nuestras vidas. Esto se describe como tipo y sombra y lo puedes apreciar por toda la Biblia. Desde el comienzo de la Biblia, leemos cómo Dios sacrificó a un animal inocente para cubrir el pecado de Adán y Eva y cómo, a través del Antiguo Testa- mento, Dios dio instrucciones específicas de sacrifi- car animales para la expiación o pago de pecados, pues esto era un tipo y sombra de lo que necesitamos para estar libres de pecados. Él envió a su hijo único a pagar por nuestros pe- cados, pero con una gran diferencia, y es que la san- gre que Jesucristo derramó no solo pagó por C A R Y P A LM Ó N 68 nuestros pecados sino que los borró para siempre. Muchas personas se ven como pobres pecadores sin ningún valor o propósito, sin embargo, esta percep- ción es contraria a todo lo que nos enseña la Biblia. Cada uno de nosotros es muy valioso porque Dios escogió darnos a su hijo único, Jesucristo, como sus- tituto del castigo que merecemos, y a través de su sacrificio en la cruz perdonar todos nuestros pecados y restaurarnos una vez más a la posición de hijos de Dios. Adán experimentó el reverso del nuevo nacimien- to. Él tenía vida. Al pecar recibió la muerte. La ver- dadera muerte es la separación total de Dios. Adán fue instantáneamente separado de Dios. Fue desti- tuido de la gloria de Dios, que lo cubría. Su muerte física tuvo lugar 930 años después porque su cuerpo físico había sido hecho con tal perfección, que tomó todo ese tiempo
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