Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
LITERATURA DE LA EMANCIPACIÓN Durante las últimas décadas de la dominación hispánica, el sistema colonial atraviesa por una profunda crisis causada por el descontento ante las reformas administrativas y el surgimiento de movimientos sociales como la rebelión de Túpac Amaru (1780). Inicia en la segunda mitad del S. XVIII, con la penetración de la literatura francesa, la enciclopedia y el neoclasicismo los cuales desarrollan ideas de liberalismo en Hispanoamérica y se extendió hasta las primeras décadas del S. XIX. LITERATURA DE LA EMANCIPACIÓN ➢El último periodo de la literatura colonial abarca desde fines del siglo XVIII hasta comienzos del siglo XIX, en esta época surgió la idea de la libertad y los hechos que marcaron una influencia son: La Revolución Francesa que ocurrió en 1789 además de la Independencia de EE.UU en 1776. Se desarrolló en un contexto de la Revolución de Túpac Amaru II en 1780 y concluirá este movimiento con el levantamiento del pueblo peruano debido a la dictadura de Simón Bolívar; y la Proclamación de la Independencia el 28 de julio de 1821. ➢ Sobresalen, al estilo de los enciclopedistas franceses, los redactores del Mercurio Peruano, la primera gran revista americana, quienes se agrupan en la llamada Sociedad de Amantes del País. Entre ellos destacan Hipólito Unanue, Toribio Rodríguez de Mendoza, José Baquíjano y Carrillo, entre otros. ➢ Los temas que se utilizaron en esta literatura fueron: la libertad, objetivo de todos los indígenas; la patria, anti española y separatista; y el sentimiento indígena. ➢ Surgimiento de líderes intelectuales: El surgimiento de líderes intelectuales criollos, con mayores o menores tendencias a la independencia, responde al proceso cultural del neoclasicismo y del liberalismo europeo que se reflejan en América. ➢ Literatura de contenido político: En esta época surge una literatura de contenido político e ideológico que hace fermentar el sentimiento de la independencia. Igualmente se desarrolla una literatura anónima que expresa el sentimiento de los criollos, su descontento y su protesta, ya sea mediante propaganda clandestina, panfletos, programas políticos, versos satíricos. La literatura de la revolución se expresó en la oratoria, el periodismo, la lírica y el ensayo. ➢ Sociedad Amantes del País: Se funda la “Sociedad Amantes del País” y se edita El Mercurio Peruano, importante medio para la difusión de las nuevas ideas. Los ideólogos de la revolución abren el camino de la Emancipación Política, lo que se concreta con los movimientos libertadores de José San Martín y Simón Bolívar. CARACTERÍSTICAS ➢ Se difunde las ideas liberales a través de la prensa ➢ Desarrollo de un estilo neoclásico ➢ Temas desarrollados: ▪ Homenajes patrióticos. ▪ El paisaje peruano. ▪ El sentimiento indígena. ➢ Se difunde fácilmente el americanismo. ➢ Se fomenta el patriotismo y se propaga los principios políticos y sociales que se profesaban. ➢ Se difunden a través del periódico y los panfletos. ➢ En la poesía se utiliza las odas y los epigramas. EL MERCURIO PERUANO ❖ Periódico más importante de la Ilustración. ❖ Publicado entre 1791 y 1795 (411 números) ❖ Temas: Hacer conocer el Perú e ilustrar a los peruanos. ❖ Periódico del siglo de las luces. ❖ Afirmó el sentimiento patriótico ❖ Fue editado por un grupo de jóvenes intelectuales pertenecientes a la Sociedad de Amantes del País, entre los que destacaron Hipólito Unanue, José Baquíjano y Carrillo y José Rossi y Rubí. Fue el periódico más importante y editado en el Perú. ❖ No fue un órgano periodístico revolucionario, pero trató de influir en establecer que el Perú era una unidad geográfica, así como una búsqueda de identidad, sea humana o natural. Este tenía como objetivo que la sociedad se diera cuenta de lo importante que era el Perú, mencionado por primera vez con el nombre de "PATRIA", y a través de esa simple identificación se insinuó la idea del separatismo con respecto a la metrópoli. REPRESENTANTES ❑José Baquíjano y Carrillo: Elogio al virrey Jáuregui. ❑Juan Pablo Vizcardo y Guzmán: Carta a los españoles americanos. ❑Pablo de Olavide: El evangelio del triunfo ❑Mariano Melgar: Oda a la libertad, Yaravíes. ✓ Se dice que a los tres años ya sabía leer y escribir. Su hermano José Fabio Melgar afirmaba que a los ocho años dominaba tan bien el latín a tal punto que lo enseñaba a sus compañeros de estudio. Otros afirman que antes de cumplir los doce años ya dominaba el inglés y el francés. En sus ratos apacibles dibuja y pinta los hermosos paisajes donde se desenvuelve su primera juventud. ✓ A los 17 años, Mariano aprobó el examen de ingreso al Seminario Conciliar de San Jerónimo, para estudiar Filosofía y Teología. Su acceso a la nutrida biblioteca de dicho Seminario, conocida como una de las más completas de Arequipa, lo familiarizó con las obras clásicas y de la Ilustración. Se dedicó a hacer traducciones de Virgilio. Mariano Lorenzo Melgar Valdivieso (Arequipa, 10 de agosto de 1790 - Umachiri, 12 de marzo de 1815) ➢ En 1810, gracias a sus brillantes estudios, se hizo merecedor a una beca de gracia y se encargó interinamente de la clase de Gramática en el Seminario. Luego se desempeñó sucesivamente como profesor de Latinidad y Retórica; Física y Matemáticas; y Filosofía (1811-1813). ➢ El 21 de septiembre de 1810, recibió las órdenes menores, de manos del obispo Luis Gonzaga de la Encina y Perla, sucesor de monseñor La Rosa. En 1812, por razones amorosas, abandonó la carrera eclesiástica y viajó a Lima para estudiar leyes, pero no se sabe si logró graduarse de doctor. ➢ Su primer amor fue Melisa (cuyo verdadero nombre era Manuelita Paredes, hija del Tesorero Fiscal de Arequipa), pasión que pronto se truncaría. Luego ya siendo mayor, se enamoró con pasión de su prima en segundo grado, María Santos Corrales, mejor conocida como Silvia, quien, según la leyenda, tenía por entonces 13 años. Esta tormentosa pasión fue la que empujó a Melgar a abandonar la carrera eclesiástica. Sus padres decidieron entonces enviarlo a Lima, para que estudiara leyes. No conforme con ello, regresó a Arequipa para encontrarse con Silvia, pero ésta lo convenció a que obedeciera los deseos paternos, por lo que volvió a Lima. Mariano la buscaba, le enviaba cartas, la esperaba, pero ella lo rechazaba, el desdén aumentaba para nuestro poeta, Melgar se desesperaba, se ahogaba, lloraba por la mujer que quiso más que a su vida. Su padre lo envío a Lima a estudiar leyes, Mariano marchose, estuvo 52 días y pronto regresó a Arequipa, no podía seguir lejos de Silvia. Pero a pesar que el sabía que no tenía la mejor de la posición para estar con Silvia, no le importó, su corazón era valiente, aún sabiendo que ella estaba en compromiso con Manuel Amat y León. La buena relación con la madre de María, doña Manuela Salazar, haría que pueda tener facilidad para frecuentar a su bella prima, la cortejaba, la sacaba a caminar, la ilusionaba, la llenaba de promesas, juramentos y ternura. Sin embargo todo se terminó con la prematura muerte de doña Manuela, ahora Mariano ya no tenía la suerte de poder visitar a su Silvia como le había bautizado. En el mismo día del sepelio, don José Corrales padre de Silvia, le pidió a Mariano que deje de frecuentar a su hija, siendo este el inicio del lamento de nuestro héroe. ➢ Su estancia en Lima coincidió con la promulgación de la Constitución de Cádiz de 1812 y los festejos realizados en homenaje a José Baquíjano y Carrillo por haber sido designado consejero de Estado. Dedicó entonces a este personaje una “Oda al Conde de Vista Florida”, donde expone el sentimiento de la mancomunidad hispanoamericana. ➢ En el periódico El Investigador aparece su fábula "El ruiseñor y el calesero" (1813). Otras fábulas suyas, que no se publicaron sino hasta después de su muerte, contienen indudables mensajes de crítica hacia el estado de cosas imperante y en defensa del indio, lo que nos indica que ya por entoncesel poeta se hallaba ganado por la idea de la emancipación, corriente que por entonces convulsionaba a las colonias hispanoamericanas. ➢ De regreso a Arequipa, en marzo de 1814, sufrió la indiferencia de Silvia. Al parecer, la actitud de Silvia obedecía al deseo de sus padres, que por algún motivo rechazaban al poeta. Todo su drama amoroso lo concentró entonces Melgar en su conocida "Carta a Silvia", en la que expresa en 522 versos cómo conoció el amor y el dolor, hasta la aparición y pérdida de su amada. De esa época también data, al parecer, su célebre "Soneto a la Mujer". Para olvidar a Silvia, se dedicó a leer y traducir a Ovidio, además de consagrarse al trabajo de campo en el valle de Majes (al oeste de Arequipa). Su cercanía con los trabajadores agrícolas, le pone a la escucha de las variantes mestizas del antiguo harawi o canto quechua, que adopta para componer sus más célebres composiciones de carácter sentimental: los yaravíes. ➢ En agosto de 1814 estalló la rebelión del Cusco bajo la dirección de los hermanos Angulo y Mateo Pumacahua. En noviembre de ese año, Melgar, que se hallaba en Majes, se dirigió a Chuquibamba para enrolarse a las tropas patriotas que se unían al ejército de Pumacahua, quien avanzaba desde el Cuzco para capturar Arequipa. Dada su preparación intelectual fue nombrado Auditor de Guerra. La campaña resultó inicialmente exitosa para los patriotas, que obtuvieron la victoria de la Apacheta y ocuparon Arequipa. Sin embargo, poco después, la reacción realista los obligó a abandonar la ciudad blanca y dirigirse hacia Puno. ➢ El 28 de febrero de 1815, el jefe patriota Vicente Angulo firmó en Ayaviri una oferta de paz dirigida al general realista Juan Ramírez Orozco, documento que se supone fue escrito por Melgar. ➢ El 11 de marzo del mismo año, se libró la batalla de Umachiri, entre las fuerzas patriotas y las realistas, en la actual provincia de Melgar del departamento de Puno. Melgar resistió valerosamente en la dirección de artillería, pero consumada la derrota de los patriotas, fue persuadido a que huyera y le proporcionaron un caballo. Sin embargo, fue finalmente capturado por los realistas, y de manera rápida, se constituyó un tribunal improvisado en el mismo campo de batalla, siendo juzgado sumariamente y condenado a muerte. A la mañana siguiente (12 de marzo), Melgar fue fusilado. Se dice que cuando el jefe del pelotón pretendió ponerle una venda sobre los ojos, Melgar la rechazó diciendo: “Pongánsela ustedes que son los engañados porque América será libre antes de diez años”. Su profecía habría de cumplirse pues en 1824 la libertad de América se sellaría en los campos de Junín y Ayacucho. “Pongánsela ustedes que son los engañados porque América será libre antes de diez años”. “Yo no podría vivir tranquilo teniendo en mi conciencia haber renunciado a mis principios e ideales” CARACTERÍSTICAS DE SU OBRA ▪ Gran parte de su producción refleja las vivencias más hondas de su vida. ▪ Representa el tránsito entre el neoclasicismo y el romanticismo peruano. ▪ Tuvo una sólida formación humanística. ▪ Crea los nombres bucólicos Melisa y Silvia. ▪ Sus obras atraviesan por dos etapas: I. ETAPA CLÁSICA: Influencia neoclásica II. ETAPA PRERROMÁNTICA: Poesía amorosa e idealizada OBRAS: ➢Elegías (en total cinco) ➢Odas (en total cinco) ➢ Sonetos (“A la mujer” y “A Silvia”) ➢ Fábulas (Son 10:“Los gatos”, “El cantero y el asno”, “La ballena y el lobo”, “Las abejas” y “Las cotorras y la zorra”…) ➢Carta a Silvia ➢Yaravíes ➢Traducciones: • Fragmento de Geórgicas de Virgilio • Remedios de amor de Ovidio que tituló El arte de olvidar EL YARAVÍ MELGARIANO Proviene del haraui, poesía o cantar en quechua que expresa el amor doliente; es decir, es el canto de la nostalgia, la congoja, el lamento del amor contrariado. El Yaraví melgariano recoge esta temática para expresar el amor inconstante, el dolor por la ausencia de la amada, las tribulaciones del yo poético que con acento desgarrado manifiesta su angustia por el ser querido. Mariano Melgar es el asimilador y culminador de todo un proceso que dará forma definitiva al yaraví. Su poesía se enlaza con una tradición e inicia otra, la del yaraví mestizo, en el que confluyen formas aprendidas de la lírica popular y la lírica culta. IMPORTANTE: Según Mariátegui, Melgar es precursor de Romanticismo. “El sentimiento indígena no ha carecido totalmente de expresión en este período de nuestra historia literaria. Su primer expresador de categoría es Mariano Melgar. La crítica limeña lo trata con un poco de desdén. Lo siente demasiado popular, poco distinguido. Le molesta en sus versos, junto con una sintaxis un tanto callejera, el empleo de giros plebeyos. Le disgusta en el fondo, el género mismo. No puede ser de su gusto un poeta que casi no ha dejado sino yaravíes” “Melgar es un romántico. Lo es no sólo en su arte sino también en su vida. El romanticismo no había llegado, todavía, oficialmente a nuestras letras. En Melgar no es, por ende, como más tarde en otros, un gesto imitativo; es un arranque espontáneo. Y éste es un dato de su sensibilidad artística. Se ha dicho que debe a su muerte heroica una parte de su renombre literario. Pero esta valorización disimula mal la antipatía desdeñosa que la inspira. La muerte creó al héroe, frustró al artista”. “Para Riva Agüero, el poeta de los yaravíes no es sino "un momento curioso de la literatura peruana". Rectifiquemos su juicio, diciendo que es el primer momento peruano de esta literatura” YARAVÍ I Por más que quiero De la memoria Borrar la gloria Que poseí; Por todas partes Cruel me persigue: Siempre me sigue, Siempre ¡ay de mí! Procuro en vano No dar oido Á aquel sonido Que un dia oí, Cuando mi prenda Juró ser mía Y me decía « Seré de tí ». Su voz entónces Fué mi contento: Su juramento Me hizo feliz. Más sus recuerdos Me son mortales, Y entre mil males Llego á gemir. Por qué ha perdido Su fiel firmeza, Y su promesa Olvidó ruin? Cuando yo fino Más la quería, Me borró impía Del pecho vil. Esta inconstancia Cruel y severa Calmar debiera Mi frenesí. Pero solo hace Que se acreciente Mi llama ardiente, ¡Llama infeliz! Amor infame, Dime hasta cuando Quieres vil mando Tener en mí? Borra esa ingrata Del pecho mío: No más impío Me hagas morir. YARAVÍ II No pienses que haya entrado Aquí otro pajarillo: Nó, palomita mía, Nadie toca este sitio. Tuyo es mi pecho entero Tuyo es este albedrío; Y por tí sola clamo Con amantes suspiros. Vuelve mi palomita, Vuelve á tu dulce nido. No seas, pues, tirana: Haz las paces conmigo: Ya de llorar cansado Me tiene tu capricho, No vueles más, no sigas Tus desviados giros, Tus alitas doradas Vuelve á mí que ya espiro Vuelve que ya no puedo Vivir sin tus cariños, Vuelve mi palomita, Vuelve á tu dulce nido. Yo solo reconozco Tu bello colorido, Y solo sabré darle Su precio merecido, Yo solo así merezco Gozar de tu cariño; Y tú solo en mí puedes Gozar dias tranquilos. Vuelve mi palomita. Vuelve á tu dulce nido. Por fin libre y seguro Puedo cantar. Rompióse el duro freno, Descubriré mi seno Y con lenguaje puro Mostrará la verdad que en él se anida, Mi libertad civil bien entendida. Oíd: cese ya el llanto; Levantad esos rostros abatidos, Esclavos oprimidos, Indios que con espanto Del cielo y de la tierra sin consuelo, Cautivos habéis sido en vuestro suelo. Oíd: patriotas sabios, Cuyas luces doblaban el tormento De mirar al talento Lleno siempre de agravios; Cuando debiera ser director justo Y apoyo y esplendor del trono augusto. Oye, mundo ilustrado, Que viste con escándalo a este mundo En tesoros fecundos A ti sacrificado, Y recogiendo el oro americano, Te burlaste del preso y del tirano. Despotismo severo, Horribles siglos, noche tenebrosa; Huid. La India llorosa, El sabio despreciado, el orbe entero, Sepan que expiró el mal y que hemos dado El primero paso al bien tan suspirado. Compatriotasqueridos, Oíd también amigos europeos, Que en opuestos deseos Nos visteis divididos, Oíd: acabe ya la antigua guerra, Amor más que tesoros da esta Tierra. A LA LIBERTAD, ODA DE MARIANO MELGAR FÁBULA DE MARIANO MELGAR LITERATURA DE LA REPÚBLICA EL COSTUMBRISMO PERUANO El Costumbrismo se desarrolló en medio de las luchas políticas que por esos años sostenía nuestra patria para afianzarse como nación democrática y republicana. La ambición de caudillos políticos y militares provoca un clima de inestabilidad que el pueblo va a rechazar a través de la critica, critica a los vicios de la vida nacional incoherencias del nuevo sistema republicano, personas conductas y costumbres citadinas . INFLUENCIAS: ❑ Neoclasicismo: Intención didáctica, moralizadora y modelos clásicos. ❑ Romanticismo: Colorido local, gusto por lo pintoresco y contraste de la atmósfera. OBJETIVOS: ✓ La búsqueda de una identidad nacional, puesto que existía esa voluntad de Afirmación Nacional que nos diferenciara del resto de países americanos. Con ellos, lograr la consolidación de la Independencia (el Costumbrismo es uno de los medios más eficaces de afirmar la nacionalidad). ✓ Criticar los excesos que en el gobierno se cometían. ORIGEN: ❑ Es una variante del Romanticismo que surgió en España con la obra de Mariano José de Larra titulada Artículos de Costumbres. ❑ En el Perú, el Costumbrismo se inició con el estreno teatral de Frutos de la educación en 1830 de Felipe Pardo y Aliaga. CARACTERÍSTICAS ➢ Descripción de usos, costumbres y personajes típicos de Lima. ➢ Presentación de lo limeño. Se muestra costumbres preferentemente de la ciudad. ➢ Apego a la realidad inmediata, percibe sus estratos epidérmicos. ➢ Tendencia satírica, ya como burla o como arma de lucha ideología y política. ➢ Tono humorístico. ➢ Actitud moralizante. ➢ Tono realista y panfletario. ➢ Se trabajó la comedia, poemas satíricos y artículos de costumbres. ➢ Obsesión enjuiciadora, desde una actitud moralizante. Plasmó en innumerables acuarelas diversas escenas de la vida limeña, retratando a tipos de todos los estratos sociales y de todos los oficios, constituyendo un invalorable testimonio de las costumbres cotidianas en la capital peruana durante el segundo tercio del siglo XIX. Francisco Fierro Palas (1809-1879), pintor popular conocido como Pancho Fierro. Nació en Lima en 1809, siendo sus padres Nicolás Fierro y Carmen Palas. Aparentemente, su habilidad para la pintura fue innata, aunque la falta de una depurada técnica evidencia su formación autodidacta. Su actividad se relacionó de manera permanente con su destreza manual y se ganaba la vida pintando letreros y carteles taurinos, moldeando pequeñas figuras para adornar los nacimientos navideños y realizando decoraciones murales. “Los personajes y escenas de danzas y rituales populares, del demos criollo, transmiten una fresca vitalidad, gozan de espontánea alegría, y el pincel que las describe carga su trazo de vívida ternura, cuando no de travesura” "Para conocer la ciudad, hay que conocer a sus habitantes; y para conocer la Lima antigua, hay que conocer a Francisco Fierro” VERTIENTES: M. A. SEGURA F. PARDO Y ALIAGA MANUEL ASCENCIO SEGURA Y CORDERO (Lima, 23 de junio de 1805 - Lima, 18 de octubre de 1871) Fue un escritor y dramaturgo peruano, representante importante del costumbrismo en los inicios de la literatura republicana. Es considerado como el creador del teatro nacional peruano, junto con Felipe Pardo y Aliaga (1806-1868), con quien a menudo polemizó. Destacó con sus comedias y sainetes costumbristas, que enriqueció con voces y giros populares. Mientras Felipe Pardo era un hombre de ideas aristocráticas y defensor de la colonia española, Segura representó los valores democráticos de la nueva sociedad peruana, lo que se refleja en el sabor criollo de sus comedias. Mestizo de clase media pobre, tenía una gran afinidad con lo popular y los nuevos grupos sociales que emergían en un país recientemente emancipado. En su honor, el Teatro Principal de Lima fue rebautizado con su nombre en 1929 Entre 1854 y 1862 llegó a ser intensa su actividad teatral. Consagró su ingenio a la comedia costumbrista y se erigió como el creador del teatro peruano. El 9 de diciembre de 1854 estrenó la comedia La espía, y el año siguiente, El resignado. Reestrenó su comedia Ña Catita, el 7 de septiembre de 1856, con gran éxito. El 15 de septiembre de ese año de 1856 estrenó Nadie me la pega, y el 24 de enero de 1858, Un juguete. En enero de 1859, en colaboración con el joven Ricardo Palma, presentó el sainete El santo de Panchita. En 1861 estrenó Percances de un remitido; en julio de 1862, el sainete Lances de Amancaes, y en septiembre de ese mismo año Las tres viudas, comedia en tres actos. Manuel Ascencio Segura “Padre del teatro nacional” Manuel Ascencio Segura y Cordero (1805-1871) nació y falleció en Lima. Era hijo de un militar español que luchó contra los independentistas en la batalla de Ayacucho (1824), y de una criolla peruana. Obras A. Lírica de costumbres ▪ La pelimuertada” ▪ “A las muchachas” ▪ “La santa cruzada” B. Teatro ▪ Ña Catita ▪ El sargento Canuto ▪ El santo de Panchita (en colaboración con Ricardo Palma) ▪ Las tres viudas Felipe Pardo y Aliaga “El satírico limeño” Nació en Lima en 1806. Su padre, Manuel Pardo y Rivadeneira, trabajó para los virreyes cuando el régimen colonial estaba por llegar a su fin con las luchas por la independencia de nuestro país. Obras A. Comedias ❑ Frutos de la educación ❑ Don Leocadio y el aniversario de Ayacucho ❑ Una huérfana en Chorrillos B. Artículos costumbristas ❑ “Un viaje” ❑ “El paseo de Amancaes” Argumento: El niño Goyito ha estado recibiendo cartas de Chile durante tres años sobre ciertos negocios interesantes. Aunque tiene 52 años, lo llaman niño Goyito, y así lo llamarán hasta su muerte. Después de muchos titubeos, el asunto se decide: viajará. La noticia corre por toda la parentela y se convierte en motivo de conversación y quehaceres. El preparativo dura seis meses. Todos se dividen el trabajo: Los sastres hacen ropas diferentes por cada cambio estacional; un hacendado de Cañete ordena la confección de cigarreras; se encargan los dulces a las madres de un convento; las pastillas, a la madre Salomé, etc. Sin embargo, surge la disyuntiva: de si el buque es seguro o no. Para estar seguros se valen de los informes de un catalán, experto en el asunto, quien luego de hacer las pesquisas, informa que el barco es bueno, con lo que se tranquilizan todos. El niño Goyito emprende por fin el viaje tan comentado. En la despedida, lloran las hermanas y también el viajero. Hay, además de llantos, encargos de la gente. Este viaje marcó un hito para la familia del protagonista, como si se tratara de una era universal, pues en el habla cotidiana, todos los acontecimientos se sitúan antes y después del viaje de Goyito. El narrador finaliza exponiendo que, a diferencia de esa manera antigua de viajar de los abuelos, ahora el asunto es mucho más expeditivo, sin tanto barullo. Y precisamente avisa a sus lectores que dentro de unos días se irá a Chile, siendo su partida “forzosa”, aunque estará de vuelta, asegura, en un par de meses. Mensaje: Concebido como una sátira mordaz hacia la sociedad limeña de mediados del siglo XIX, “El Viaje del Niño Goyito” es una crítica hacia la persistencia de las antiguas costumbres y la incapacidad humana de crecer como persona y dejar de ser el "niño". UN VIAJE (ARTÍCULO DE COSTUMBRES) ▪ GÉNERO: DRAMÁTICO ▪ ESPECIE: COMEDIA ▪ VERSO: PREDOMINA EL VERSO OCTOSÍLABO ▪ ESTRUCTURA: CUATRO ACTOS ▪ TEMA: EL MATRIMONIO POR INTERÉS ▪ PERSONAJES: ➢ Ña Catita, una mujer intrigante, entrometida, chismosa y ambiciosa. ➢ Doña Juliana o Julieta, hija de don Jesús y doña Rufina, joven enamorada de don Manuel. ➢ Don Jesús, padre de Juliana. ➢ Doña Rufina, esposa de don Jesús y madre de Juliana. ➢ Don Alejo, presumido caballero que pretende casarsecon Juliana. ➢ Don Manuel, joven enamorado galán de Juliana. ➢ Mercedes, criada de la familia y consejera de Juliana. ➢ Don Juan, viejo amigo de don Jesús. (Estrenada en 1845 y reestrenada en 1856) Don Juan, viejo amigo de don Jesús. Ña Catita, una mujer intrigante, entrometida, chismosa y ambiciosa. Doña Juliana o Julieta, hija de don Jesús y doña Rufina, joven enamorada de don Manuel. Don Jesús, padre de Juliana. Doña Rufina, esposa de don Jesús y madre de Juliana. Don Alejo, hombre casado y presumido caballero que pretende casarse con Juliana. Don Manuel, joven enamorado galán de Juliana. Mercedes, criada de la familia y consejera de Juliana. PERSONAJES El tema principal son los enredos de Ña Catita (diminutivo de doña Catalina), una vieja chismosa y entrometida, que busca armar escándalos en el hogar de una familia de clase media limeña, para sacar provecho. Sin embargo, es puesta al descubierto y termina expulsada de la casa. Tema convergente: la pretensión amorosa de don Alejo hacia doña Juliana. Don Alejo es un hombre maduro, vanidoso y petulante, que dice tener fortuna y educación, no obstante lo cual, es rechazado por Juliana, que prefiere al joven Manuel, que es pobre pero honrado. Doña Rufina, la madre de Juliana, trata de convencer a su hija de que acepte a don Alejo, a quien considera un buen partido. Al final se descubre que don Alejo no es sino un impostor, por lo que Juliana obtiene finalmente el consentimiento de sus padres para casarse con Manuel. La escena es en Lima, en casa de don Jesús. Sala decentemente amueblada, con puertas al fondo y laterales. _______________ ACTO PRIMERO ESCENA I DON JESÚS y DOÑA RUFINA JESÚS.- ¿Te se ha metido el demonio dentro del cuerpo, mujer? ¿No ves que no puede ser feliz ese matrimonio? ¿Con don Alejo? ¡Qué he oído! RUFINA.- Cabal; con él, sí, señor. JESÚS.- ¿Un sempiterno hablador le quieres dar por marido? Un zanguango con más dengues que mocita currutaca, más hueco que una petaca y lleno de perendengues; un fatuo que rompe al día un par o dos de botines, registrando figurines de una en otra sastrería: un baboso, un dominguejo, cuyo trato nadie estima y que sirve en todo Lima de hazmerreír y de gracejo. RUFINA.- ¿No encontraron más apodo para hacértelo deforme? Pues los que han dado el informe mienten hasta por los codos. Les sobra pechuga, arrojo para hacer malo lo bueno; ven la paja en ojo ajeno y no ven la viga en su ojo ¿Querrán para yerno tuyo un mozo zarrapastroso, torpe, feo y andrajoso, cara de zango con yuyo? No, señor: ese tal Manongo no se casará con mi hija; vaya y llene su vasija con agua de otro porongo. JESÚS.- Pero escucha mis razones, mujer de todas mis culpas; a ver si encuentras disculpas a estas justas reflexiones. Sabes que Manongo es hijo de un hombre a quien aprecié, y con el cual milité en el batallón del Fijo. Cuando fuimos con Pezuela al Alto Perú los dos , a él debí, después de Dios, la vida... RUFINA.- ¡Dale la muela! Tan decantado servicio con usura le pagaste. JESÚS.- Nunca hay servicio que baste a pagar tal beneficio. muy poco antes de su muerte, como sabes, me llamó, y llorando me encargó de ese muchacho la suerte. Yo entonces le prometí tratarlo como a hijo mío, y ¿he de mostrarle desvío sin justo motivo? Di. RUFINA.- ¿Acabó usted, Don Jesús? JESÚS.- Acabé, ¿no te contenta? RUFINA.- Pues bien, haga usted de cuenta que no ha dicho chus ni mus. Mi hija no se ha de casar con un mozo estrafalario de cuyo trato ordinario se tenga que avergonzar; ni con ningún homo-bono, que a su padre se parezca, que la engañe y embrutezca. JESÚS.- ¡Se verá tal desentono! ESCENA II DICHOS, DON ALEJO ALEJO.- Echemos antes el lente para ver quién anda aquí. RUFINA.- ¡Don Alejo! JESÚS.- (¡Sinvergüenza!) RUFINA.- (Hágame usted el favor de callarse). (Bajo a don Jesús). JESÚS.- (¡Pillo!) RUFINA.- (¡Chito! Tenga usted más discreción). ALEJO.- ¡Hola! Es Monsieur con Madama. JESÚS.- ¡Soy capaz...! RUFINA.- Baja la voz ALEJO.- A la orden... (Saludando con afectación) RUFINA.- ¡Oh, don Alejo! ¿Tanto bueno? ALEJO.- Sans façon. Por mí no hay que incomodarse. RUFINA.- ¡Disparate! No, señor. Usted está aquí en su casa. ALEJO.- Merci. RUFINA.- No hay de qué... JESÚS.- (Embrollón) ALEJO.- ¿Y comment ça va, Madama? RUFINA.- Pues no lo he sabido hasta hoy; ¿Con qué vino usted el sábado? Yo salí... ALEJO.- No es eso, no... Digo, ¿que cómo está usted? RUFINA.- Ahí tirando con la tos. ALEJO.- Goma arábiga con ella, o ipecacuana sino. Ahora hay muchos constipados. RUFINA.- Irritada es lo que estoy. ALEJO.- Entonces soy de dictamen que tome usté el pansirop. ¡Y cuidado! mucho abrigo, que de una muerte precoz nadie está libre. RUFINA.- Así lo hago. ALEJO.- Y hasta que no salga el sol en cama. RUFINA.- Precisamente. ALEJO.- Très-bien. JESÚS.- (¡Y lo sufro yo!) ALEJO.- La estación está pluviosa; y el aire, y ese frescor de las mañanas... RUFINA.- Así es. ALEJO.- ¿Y usted, Monsieur...? ¿Guapetón? JESÚS.- Sí, señor. ALEJO.- Me alegro mucho. JESÚS.- Gracias. RUFINA.- Prudencia por Dios. (Bajo a don Jesús). ALEJO.- Usted va de promené, según lo que viendo estoy. ¡Pero con capa...! ¿Quién usa ya ese ropaje español? Parece que usted viviera en los tiempos de Godoy . JESÚS.- Yo me visto como quiero. RUFINA.- ¡Qué respuesta! ¡Cuándo no! ALEJO.- Póngase usted un Lord Ragland, que es el traje comm’il faut; donde Rosack compré el mío, Y pintado me salió. Me costó caro, verdad; pero es el que sirve hoy de modelo en todo Lima. ¡No es extraño! Tengo yo un gusto tan exquisito... y luego me ha dado Dios un cuerpo tan... ¿No es así? (A Da. Rufina después de mirarse). RUFINA.- ¿Quién lo duda? Sí señor. JESÚS.- (¡Habrá mayor mentecato!) Por no escucharlo me voy. Hasta luego, mi señora. Caballero... ALEJO.- Servidor. JESÚS. (Ya te compondré yo el bulto). ESCENA IV DOÑA RUFINA, DOÑA JULIANA Y DON ALEJO JULIANA.- Mamita. ¿Usted me llamó? RUFINA.- ¡A buena hora te apareces! Te llamé, porque el señor ha preguntado por ti. JULIANA.- ¿Por mí? RUFINA.- ¡Qué contestación! por ti: ¿por quién ha de ser? JULIANA.- Como nadie me avisó. RUFINA.- ¡Jesús! ¡Nunca has de ser gente! ¡No sé cómo no te doy un pellizco que te aturdo! ¡Qué animal eres! JULIANA.- Por Dios, mamá... RUFINA.- ¡Mamá...! ¡Sinvergüenza! JULIANA.- (¡Caramba!) RUFINA.- ¡Qué condición! ALEJO.- Madame, ne vous fachéz pás; Todo eso lo hace el pudor: yo a su edad era lo mismo. Mire usted; una ocasión andaba tras una dama, como gorgojo en arroz, con el fin de que me diese un rendéz-vous en su maison, y, al verla, se me dormía la mandíbula inferior. RUFINA.- Mira... el señor Don Alejo dice que te ama y... ALEJO.- ¡Oh! En cuanto a caso, ni Orosmán, ni Orlando, ni Agamenón, ni todos los que han sentido el aguijón del amor, sufrieron el voraz fuego en que arde mi corazón. JULIANA.- (¡Agua que este hombre se quema!) ALEJO.- Todo por ese arrebol. Sí, Julieta, mia Julietta, más brillante está usted hoy, que el lucero matutino antes de que salga el sol; más seductora que Venus, más robusta que Nemrod, y de más aprecio y valía que las minas de Tirol. RUFINA.- Contesta. ALEJO.- Déjela usted; harto dice su rubor, quien calla otorga. RUFINA.- ¡Ay amigo! ¡Como esta niña no hay dos! Es huraña como un gato. ¡No sé a quién diablos salió! Y ya se hace indispensable desterrarle ese amargor; usted que ha de ser su esposo está en esa obligación. Púlala usted, descortécela. Repréndala usted, por Dios, porque su padre... ALEJO.- Su padre es del tiempo de Guirior . ¡Usa capa...! RUFINA.- ¿Ni qué entiende de gusto ni ilustración? Es tan... pues... ALEJO.- Un bonus vir RUFINA.- Eso es; una alma de Dios. ALEJO.- ¡Eh, bien! queda a mi cuidado. Yo haré que lea a Rosseau, a Volney, Pigault Lebrun, a Voltaire, Walter Scott, a Eloisa y Abelardo, a Ovidio,al Barón de Humboldt, y a otros autores modernos que hablan sobre educación. RUFINA.- Muy bien. Y el canto y el baile, y otras cosas así... ALEJO.- ¡Oh! Para eso me pinto solo. No hay coreógrafo cual yo. A Bernardelli y su esposa, a Magin y a la Mulot, les apuesto a hacer piruetas diez onzas contra un doblón. En el canto ¡oh! en el canto es donde yo hago furor. No lo digo por jactancia, pero tengo yo una voz, que Mirandola a mi lado no es más que un gallo capón, y Rossi Corsi no sabe ni lo que es un si bemol. El dúo del Belisario será la primera lección que le dé a Julieta. Luego... Pero acá, para inter nos, atienda usté este trocito para que juzgue mejor. ¿Vedi tu questo pugnale? (Canta). Se ti fugge una parola; ¿Vedi tu questa pistola, Caricata a doppia palle? ¿Qué tal? RUFINA.- Bien, perfectamente. JULIANA.- (¡Jesús! qué hombre tan simplón! ESCENA VII DOÑA RUFINA, ÑA CATITA. CATITA.- Deo gracias. RUFINA.- ¡Oh! ¡Ña Catita! CATITA.- ¡Déjame que vengo muerta! ¡Ay Jesús! RUFINA.- ¿Cómo está usted? CATITA.- ¡Con un dolor de cabeza que no veo! RUFINA.- Habrá usté estado metida hasta ahora en la iglesia. CATITA.- ¿Qué quiere, hijita, que haga? ¡El Señor me dé paciencia! RUFINA.- Pero si está usted así... CATITA.- Y con la boca muy seca, y el estómago en un hilo. RUFINA.- ¡Válgame Dios! También llega usted tan tarde. No importa porque que haya en la alacena alguna cosa. Yo creo que guardó la cocinera un poco de caldo. Sí… que lo caliente. ¡Manuela! CATITA.- Dios te lo pague, mamita. Pero escucha; mejor fuera un poco de chocolate, porque hoy creo que son témporas, y el ayuno... RUFINA.- Mandaremos a comprarlo... CATITA.- No; no, deja; tomaré cualquier cosa. Te molestas… (…) RUFINA.- ¿Pero qué haré, Ña Catita? CATITA.- Nada: a una niña doncella se le mete en cartabón, que quieras o que no quieras. Si no, tal vez llegue el día que te embista y que te muerda. Dios no permita que a ti, en la vida, te suceda lo que a una niña que habita enfrente de mi vivienda, que se ponen ella y su hija lo mismo que dos placeras. Tampoco estás tan de sobra, para que así, por simplezas, desprecies el fortunón que te se entra por las puertas. Don Alejo es un partido que así no más no se encuentra. ¡Cuántas, hija, se darían de santos con una piedra, porque el cielo les mandase una manada como esta! Los hombres, hoy en el día, no se casan tan a secas, pues como están a tres dobles, buscan solo conveniencia. A menos que un extranjero... ¡Estos, sí, tienen pesetas! Pero, hija, nuestros paisanos con tanta vuelta y revuelta han quedado casi todos como gallina culeca. RUFINA.- Mírela usted; aquí viene. CATITA.- ¡Qué lástima que se pierda! ESCENA VIII DICHOS, JULIANA JULIANA.- ¿Me llamaba usted, mamita? RUFINA.- ¿Dónde te fuiste, muchacha? Pareces, mujer maldita, que estuvieras con caracha. No paras en parte alguna; y por Dios que me alegrara que fuera de esa perruna, cosa que nunca sanara. ¡Lo has hecho de mil primores contestando a Don Alejo! JULIANA.- Si no me dijese amores no le mostrara entrecejo. CATITA.- Habla con menos descoco de un sujeto tan instruido, que debe dentro de poco, hijita, ser tu marido. JULIANA.- ¿Mi marido? RUFINA. ¡Sí, señor! ¡No empieces a incomodarme! JULIANA.- A quien yo no tengo amor no podré nunca ligarme. RUFINA.- ¿No la oye usted? Si me está provocando esta insolente. JULIANA.- Dispénseme usted, mamá: voy a hablarle francamente. Usted pretende casarme con un hombre que no estimo y porque de ello me eximo me trata con frenesí. Sin embargo, yo no puedo manifestarme insensible a la existencia terrible que diviso sobre mí. El lazo del matrimonio no dura dos o tres días; deben tener simpatías, los que se estrechan con él; si en uno y otro consorte recíproco amor no mora, será tener a toda hora en la garganta un cordel. Reflexione usted sobre esto; compadézcame, no sea que después cuando me vea llorar el perdido bien, aunque tarde, se arrepienta de sus iras maternales, y mis angustias mortales sufra su pecho también. Aún es tiempo todavía; con sumisión se lo pido. con semejante marido yo no puedo ser feliz. No lo amo, mamá, no lo amo; perdone usted que así le hable: casarme con él no es dable, sería hacerme infeliz. RUFINA.- ¡Qué tal, pues! ¡Cuánto sabía! ¡Si me ha dejado pasmada! ¡Qué demonio! CATITA.- ¡Ave María! RUFINA.- ¡Estás bien aconsejada! CATITA.- Mira, el amor es un niño que desagrada y fastidia y a quien no se hace cariño cuando con él no se lidia; pero que en fuerza de trato se le toma tal pasión, que parece lindo y ñato lo que es feo y narigón. Así, si ahora a Don Alejo lo ves con indiferencia, ya mudarás de consejo tratándolo con frecuencia. RUFINA.- Sobre todo, Ña Catita, ¡qué amor ni qué patarata! CATITA.- Dice muy bien tu mamita, es mucho cuento la plata. Hasta la pena más dura se ablanda con el dán dán; y como dice el refrán, amor, con hambre no dura. Tu novio la tiene pues; me consta, no son fachendas: la mitad puesta a interés, con la otra da sobre prendas. RUFINA.- Y luego, niña, aquel corte tan fino, tan caballero... nadie diría en su porte sino que es un extranjero CATITA.- ¡Ay, hija, y tiene una casa con todo lo necesario! Parece cuando uno pasa que está viendo un relicario. ¿Y caridad? ¡Mucho de eso! No lo digo por lisonja, anteanoche me dio un peso para una que entró de monja, Y también en ocasiones me da a mí su real o dos, por eso en mis oraciones siempre lo encomiendo a Dios ESCENA XIV DON JESÚS, DON ALEJO, DON MANUEL, DOÑA RUFINA, DOÑA JULIANA, DON JUAN y MERCEDES JUAN.- Señor don Jesús... JESÚS.- ¡Oh, amigo! ¿Tanto bueno por acá? ¿Cuándo ha sido la llegada? JUAN.- En este mismo momento. ALEJO.- (¿No es este don Juan Sarmiento?) JUAN.- Y he querido, antes de nada, entregar a usted esta carta, que, al pasar por Ayacucho, me la encargó, pero mucho, nuestro amigo don Luis Marta. JESÚS.- ¡Don Luis! Traiga usted. RUFINA.- (¿Qué harán?). JESÚS.- ¡Qué veo! ¡Gracias a Dios! ALEJO.- ¿Qué tratarán ahí los dos? RUFINA.- No sé. JESÚS.- Pase usted, don Juan. JUAN.- Mis señoras... RUFINA Y JULIANA.- Caballero JESÚS.- (Al fin y al cabo don Luis se acordó que era mortal). JUAN.- Señores... ¡Oh qué feliz casualidad...! ¡Don Alejo! Mi amigo... ALEJO.- (¿Qué irá a decir?). JUAN.- Me ha ahorrado usted el trabajo de buscarlo. Tengo aquí una carta de su esposa... TODOS.- ¡De su esposa! JUAN.- Que con mil encargos me la entregó, cuando del Cuzco salí. ¿Sabe usted que se ha casado la Petuca con don Gil? RUFINA.- ¡Cómo! ¿El señor no es soltero? JUAN.- No, señora. ALEJO.- (C’est fini!). JESÚS.- Pues no podía usted traernos una nueva más feliz. RUFINA.- ¿Es posible don Alejo? ¿Habrá sido usted tan ruin para tratar de engañarnos...? ALEJO.- ¿Y usted lo cree...? Fue un desliz ese que tuve en el Cuzco... una contracción en fin, un trato ilícito, un... JUAN.- ¡Don Alejo! ALEJO.- Sí, un ardid... RUFINA.- Pero el señor… ALEJO.- Cubiletes... ¿Qué hombre en la edad juvenil se ve libre? JUAN.- ¡Don Alejo! JUAN.- ¿Cómo así puede usted en mi presencia con tal descaro mentir? JESÚS.- ¿Y por qué no? El señor es de conciencia matriz. JUAN.- Don Jesús ¿pero qué ocurre? JESÚS.- ¡No es cosa! ¿Qué ha de ocurrir? ¡Nada! Sino que el señor tenía ya dado el sí para contraer nuevas nupcias, y la presunta del quid es nada menos que mi hija, que es esa que ve usted allí, y mi mujer, la madrina. JUAN.- ¿Qué dice usted? JESÚS.- Pero en fin era muy santo, don Juan, muy piadoso... JUAN.- ¡Eso es muy vil! JESÚS.- ¡Disparate! ¿Quién dijo eso? RUFINA.- (¡Qué mujer tan infeliz!). JESÚS.- Quien frecuenta sacramentos se va al cielo sin sentir. ¡Cómo está en gracia de Dios! RUFINA.- (¡Tan zonza que lo creí!) JESÚS.- Ya usted ve: ¡no tiene una alma más cándida un serafín! ALEJO.- ¡Basta de pullas! JUAN.- (¡Canalla!) JESÚS.-¡Y basta de hablarme a mí! Si no sale usted al punto le hago ñiscas un cuadril. ALEJO.- Espero que usted en el campo se sepa también batir... no digo más; hasta luego... JESÚS.- Vamos, lárguense de aquí. ALEJO.- Madamas... JESÚS.- ¡Largo! JUAN.- (¡Tunante!). ALEJO.- Nos veremos vis-à-vis ESCENA XV DON JESÚS, DON MANUEL, DON JUAN, DOÑA RUFINA, DOÑA JULIANA Y MERCEDES JUAN.- Tanta maldad no creyera si yo no lo hubiera visto. JESÚS.- Mucho peor, amigo, fuera si con el tiempo no ando listo. JUAN.- Ese hombre es una calavera. JESÚS.- No tiene él la culpa, no, si no esta imbécil mujer que lo atrajo y lo aduló, porque creyó que iba a ser... ¡qué sé yo lo que creyó!... Y una vieja endemoniada, que, con capa de virtud, nos ha hecho aquí una ensalada de la casa y la salud. MERCEDES.- (Se acabó la mancada). JESÚS.- De esas, don Juan, que hay en Lima, no a cientos, si no a millares, que fingiendo honra y estima se tragan los pilares de la casa de más cima; y que, haciendo una oración o rezando una novena, te quitan sin son ni ton a la familia más buena el reposo y la opinión. Hirientes como un venablo, que haciendo el real van y vienen; y para abreviar lo que hablo, de estas, mi amigo, que tienen los siete pelos del diablo. RUFINA.- (¡Ella no más me ha perdido. No sé cómo le creí!) JESÚS.- ¡Infortunado el marido a quien pasa lo que a mí! RUFINA.- No sé qué me ha sucedido. ESCENA XVI DON JESÚS, DON JUAN, DON MANUEL, DOÑA RUFINA, DOÑA JULIANA, MERCEDES Y NA CATITA CATITA.- ¡Pues...! Ya perdí el Jubileo, por estarme aquí metida. JESÚS.- Ahí la tiene usted, don Juan. Esa es la santita, la hidra. CATITA.- Adiós, pues hija... Ya es tarde… Hasta mañana. JULIANA.- ¡Maldita! JESÚS.- Escuche usted, mi señora... CATITA.- ¡Mi señora! ¡Habrá manía! ¿Del Carmen o del Rosario? JESÚS.- ¡Cuidado como en su vida vuelva usted, ni por candela, por aquestas cercanías; pues si por su mala estrella así no lo verifica se expone usted a que le mande dar una buena paliza! ¡Vaya usté a enredar al diablo! CATITA.- Usted será el enredista. JESÚS.- ¡Salga usted de aquí! CATITA.- ¡Guá! ¡Guá! ¡Habráse visto estantigua! ¡Esto es lo que me faltaba! JESÚS.- ¡Silencio! ¡Ande usted de prisa! CATITA.- ¡Váyase el muy indecente a donde no cause grima! ¿Yo para qué necesito ni de usted ni su familia? ¡Judío! ¡Descomulgado! JUAN.- Váyase usted, mi querida. CATITA.- ¿Y a usted quién le ha dado vela en este entierro...? ¡Cochinas! Por eso está Lima así... ¡Ya se vé, Dios la castiga! ¡Por cuenta de ellas no más de repente hay una ruina, o con más violencia que antes vuelve la fiebre amarilla! ¡Escandalosas...! JUAN.- Señora, basta de majaderías. CATITA.- ¡Quite que me da calor! JUAN.- No se exponga usted. MERCEDES.- (¡Qué lisa!) CATITA.- Mejores habían de ser, no tan sucias, tan mezquinas. JESÚS.- ¡Vamos...! CATITA.- ¡Vaya usté a la porra! ¡Espantajo! ¡Sin camisa! ¡Muñecón! ¡Matusalén! ESCENA XVII DON JESÚS, DON JUAN, DON MANUEL, DOÑA RUFINA, DOÑA JULIANA Y MERCEDES JUAN.- ¡Qué mujer! ¡Si es una arpía! JESÚS.- Cuánto fuera mi rubor si otro que usted, buen amigo, presenciara mi dolor. JUAN.- No hay etiquetas conmigo. MANUEL.- Permítame usted, señor... JESÚS.- ¡A un lado! Señora mía tome usted esa libranza que don Luis María me envía; cóbrese usted lo que alcanza, y largo de aquí en el día. Si usted pretende vivir por su cuenta, yo también. RUFINA.- (¡Dios mío! ¿qué he de decir?). JUAN.- Reflexiónelo usted bien, no tenga más que sentir. JESÚS.- Mucho he sufrido, don Juan; pero desde hoy ¡voto a aquel! He de adoptar otro plan. Si un hombre se hace de miel... ya usted conoce el refrán. JUAN.- Como el dolor es creciente y la herida no está sana, que usted padezca es corriente; mas diga usted, ¿qué se gana con no mostrarse prudente? JESÚS.- Que haya prudencia y reposo en un marido es muy santo, y además muy provechoso; pero tampoco no tanto, que todo extremo es vicioso. JUAN.- Es probable que jamás vuelva por aquí ese vándalo a molestarle a usted más; así es peor cualquier escándalo, e inoficioso además. JULIANA.- Padre mío... JESÚS.- Que se aleje, puesto que así lo desea. Que se vaya, que me deje, que no hay miedo que la vea por más que después se queje. JUAN.- Nada, mi amigo, a otra cosa; todo eso es inútil ya... mire usted a su pobre esposa cuán acongojada está. RUFINA.- ¡Virgen de Chinquinquirá, a esta infeliz compadece! JUAN.- Don Jesús, yo me intereso. Si algo mi amistad merece no pensemos en eso. JESÚS.- (Cómo soy que me enternece). RUFINA.- (¡Ay Señor! ¿A dónde iré que no ande de arriba a abajo?). JUAN.- Mi amigo, ¿en qué piensa usté? No hay atajo sin trabajo. JESÚS.- Es cierto, don Juan, lo sé. JUAN.- Vaya; lléguese, señora: (a doña Rufina que llora) restablézcase la paz. ¿A qué esos llantos ahora? RUFINA.- Si no lloro soy capaz de reventar. JESÚS.- En buena hora llegó usted, don Juan, aquí a desbaratar patrañas. JULIANA.- Mamita, yo sola fui... RUFINA.- ¡Ay, hijita de mis entrañas! (abrazándola). ¿Qué hubiera sido de ti? JUAN.- Se acabó... Todo es concluido. Acercarse... MANUEL.- ¡Señor! JULIANA.- ¡Padre! JESÚS.- Bien: todo lo echo al olvido. Den un abrazo a su madre. (A don Manuel y Juliana que abrazan a doña Rufina). Y tú abraza a tu marido. (A doña Rufina, con los brazos abiertos, después de que ella abraza a sus hijos). La mayor satisfacción es esta, amada Rufina, pues nace del corazón: toda otra cosa es pamplina, un absurdo, una ilusión. Desconfía, en adelante, del que ostenta beatitud, y de todo hombre pedante, que nunca fue la virtud ficciosa ni petulante. RUFINA.- Siempre sumisa a tu lado haré que todos me vean. JUAN.- No hablar más de lo pasado. MERCEDES.- (Dios quiera que estas no sean promesas de enamorado). VALORACIÓN Como en todas las comedias de Segura, más que el argumento (muy sencillo) olas formas poéticas (algo descuidadas), lo que destaca en la obra es la espontaneidad de los personajes y la gracia de los diálogos plagados de dichos populares, que ofrecen un vivo retrato de la sociedad peruana en sus primeras décadas republicanas, a veces de manera festiva, otras de forma sarcástica. Punto importante que destacar es la renovación que aportó Segura en el vocabulario teatral o poético. Por entonces, el lenguaje literario castellano se había tornado pobre y descolorido, al mantenerse dentro de los cánones vigentes. Segura empleó, con la originalidad propia del escritor nato, voces que no estaban en el diccionario pero si en el habla diaria de la gente común de la costa peruana (criollos). Estampó así los llamados criollismos y adoptó también la curiosa sintaxis popular, adelantándose, en esta forma, a Ricardo Palma y Leonidas Yerovi, máximos representantes del criollismo literario. Al lector no advertido del siglo XXI le sorprenderá sin duda encontrar en los diálogos de Ña Catita expresiones populares de actual uso cotidiano («hacerse el sueco», «váyase a freír monos», etc.). Aun cuando no se había creado aún el término de “huachafería” (cursilería de clase media baja), Segura recoge ese ambiente de “medio pelo”, de diversiones de la clase media, de pobres “presumidos de nobleza”, de diálogos “cursi”, de falsa ostentación. Con toda razón, Ricardo Palma defendió a Segura de quienes lo acusaban de supuesta vulgaridad: «Lo que estos críticos olvidan es que cuando se pinta al pueblo debe pintársele tal cual es. Si existe algo en las comedias de nuestro compatriota que ofenda a quisquillosos lectores, culpa será del original, no del retrato». 1. C 2. A 3. C 4. C 5. D 6. D 7. D 8. B 9. D 10. A 11. C 12. C 13. C 14. D 15. D 16. C 17. C 18. C 19. D 20. D
Compartir