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EMANCIPACIÓN Y COSTUMBRISMO

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LITERATURA DE LA EMANCIPACIÓN
Durante las últimas décadas de la
dominación hispánica, el sistema colonial
atraviesa por una profunda crisis causada
por el descontento ante las reformas
administrativas y el surgimiento de
movimientos sociales como la rebelión de
Túpac Amaru (1780).
Inicia en la segunda mitad del S. XVIII, con la
penetración de la literatura francesa, la
enciclopedia y el neoclasicismo los cuales
desarrollan ideas de liberalismo en
Hispanoamérica y se extendió hasta las
primeras décadas del S. XIX.
LITERATURA DE LA EMANCIPACIÓN
➢El último periodo de la literatura colonial abarca desde fines del siglo XVIII hasta
comienzos del siglo XIX, en esta época surgió la idea de la libertad y los hechos que
marcaron una influencia son: La Revolución Francesa que ocurrió en 1789 además
de la Independencia de EE.UU en 1776. Se desarrolló en un contexto de la
Revolución de Túpac Amaru II en 1780 y concluirá este movimiento con el
levantamiento del pueblo peruano debido a la dictadura de Simón Bolívar; y la
Proclamación de la Independencia el 28 de julio de 1821.
➢ Sobresalen, al estilo de los enciclopedistas franceses, los redactores del Mercurio
Peruano, la primera gran revista americana, quienes se agrupan en la llamada
Sociedad de Amantes del País. Entre ellos destacan Hipólito Unanue, Toribio
Rodríguez de Mendoza, José Baquíjano y Carrillo, entre otros.
➢ Los temas que se utilizaron en esta literatura fueron: la libertad, objetivo de todos
los indígenas; la patria, anti española y separatista; y el sentimiento indígena.
➢ Surgimiento de líderes intelectuales: El surgimiento de líderes intelectuales
criollos, con mayores o menores tendencias a la independencia, responde al
proceso cultural del neoclasicismo y del liberalismo europeo que se reflejan en
América.
➢ Literatura de contenido político: En esta época surge una literatura de contenido
político e ideológico que hace fermentar el sentimiento de la independencia.
Igualmente se desarrolla una literatura anónima que expresa el sentimiento de
los criollos, su descontento y su protesta, ya sea mediante propaganda
clandestina, panfletos, programas políticos, versos satíricos. La literatura de la
revolución se expresó en la oratoria, el periodismo, la lírica y el ensayo.
➢ Sociedad Amantes del País: Se funda la “Sociedad Amantes del País” y se edita El
Mercurio Peruano, importante medio para la difusión de las nuevas ideas. Los
ideólogos de la revolución abren el camino de la Emancipación Política, lo que se
concreta con los movimientos libertadores de José San Martín y Simón Bolívar.
CARACTERÍSTICAS
➢ Se difunde las ideas liberales a través de la prensa
➢ Desarrollo de un estilo neoclásico
➢ Temas desarrollados:
▪ Homenajes patrióticos.
▪ El paisaje peruano.
▪ El sentimiento indígena.
➢ Se difunde fácilmente el americanismo.
➢ Se fomenta el patriotismo y se propaga los principios
políticos y sociales que se profesaban.
➢ Se difunden a través del periódico y los panfletos.
➢ En la poesía se utiliza las odas y los epigramas.
EL MERCURIO PERUANO
❖ Periódico más importante de la Ilustración.
❖ Publicado entre 1791 y 1795 (411 números)
❖ Temas: Hacer conocer el Perú e ilustrar a los peruanos.
❖ Periódico del siglo de las luces.
❖ Afirmó el sentimiento patriótico
❖ Fue editado por un grupo de jóvenes intelectuales pertenecientes a
la Sociedad de Amantes del País, entre los que destacaron Hipólito
Unanue, José Baquíjano y Carrillo y José Rossi y Rubí. Fue el
periódico más importante y editado en el Perú.
❖ No fue un órgano periodístico revolucionario, pero trató de influir
en establecer que el Perú era una unidad geográfica, así como una
búsqueda de identidad, sea humana o natural. Este tenía como
objetivo que la sociedad se diera cuenta de lo importante que era el
Perú, mencionado por primera vez con el nombre de "PATRIA", y a
través de esa simple identificación se insinuó la idea del
separatismo con respecto a la metrópoli.
REPRESENTANTES
❑José Baquíjano y Carrillo: Elogio al virrey Jáuregui.
❑Juan Pablo Vizcardo y Guzmán: Carta a los españoles americanos.
❑Pablo de Olavide: El evangelio del triunfo
❑Mariano Melgar: Oda a la libertad, Yaravíes.
✓ Se dice que a los tres años ya sabía leer y escribir. Su
hermano José Fabio Melgar afirmaba que a los ocho
años dominaba tan bien el latín a tal punto que lo
enseñaba a sus compañeros de estudio. Otros afirman
que antes de cumplir los doce años ya dominaba el
inglés y el francés. En sus ratos apacibles dibuja y pinta
los hermosos paisajes donde se desenvuelve su primera
juventud.
✓ A los 17 años, Mariano aprobó el examen de ingreso al
Seminario Conciliar de San Jerónimo, para estudiar
Filosofía y Teología. Su acceso a la nutrida biblioteca de
dicho Seminario, conocida como una de las más
completas de Arequipa, lo familiarizó con las obras
clásicas y de la Ilustración. Se dedicó a hacer
traducciones de Virgilio.
Mariano Lorenzo Melgar Valdivieso
(Arequipa, 10 de agosto de 1790 - Umachiri, 12 de marzo de 1815) 
➢ En 1810, gracias a sus brillantes estudios, se hizo merecedor a una beca de gracia y se encargó
interinamente de la clase de Gramática en el Seminario. Luego se desempeñó sucesivamente
como profesor de Latinidad y Retórica; Física y Matemáticas; y Filosofía (1811-1813).
➢ El 21 de septiembre de 1810, recibió las órdenes menores, de manos del obispo Luis Gonzaga
de la Encina y Perla, sucesor de monseñor La Rosa. En 1812, por razones amorosas,
abandonó la carrera eclesiástica y viajó a Lima para estudiar leyes, pero no se sabe si logró
graduarse de doctor.
➢ Su primer amor fue Melisa (cuyo verdadero nombre era
Manuelita Paredes, hija del Tesorero Fiscal de Arequipa), pasión
que pronto se truncaría. Luego ya siendo mayor, se enamoró con
pasión de su prima en segundo grado, María Santos Corrales,
mejor conocida como Silvia, quien, según la leyenda, tenía por
entonces 13 años. Esta tormentosa pasión fue la que empujó a
Melgar a abandonar la carrera eclesiástica. Sus padres decidieron
entonces enviarlo a Lima, para que estudiara leyes. No conforme
con ello, regresó a Arequipa para encontrarse con Silvia, pero ésta
lo convenció a que obedeciera los deseos paternos, por lo que
volvió a Lima.
Mariano la buscaba, le 
enviaba cartas, la 
esperaba, pero ella lo 
rechazaba, el desdén 
aumentaba para nuestro 
poeta, Melgar se 
desesperaba, se ahogaba, 
lloraba por la mujer que 
quiso más que a su vida. Su 
padre lo envío a Lima a 
estudiar leyes, Mariano 
marchose, estuvo 52 días y 
pronto regresó a Arequipa, 
no podía seguir lejos de 
Silvia. Pero a pesar que el 
sabía que no tenía la mejor 
de la posición para estar 
con Silvia, no le importó, 
su corazón era valiente, 
aún sabiendo que ella 
estaba en compromiso con 
Manuel Amat y León.
La buena relación con la 
madre de María, doña 
Manuela Salazar, haría que 
pueda tener facilidad para 
frecuentar a su bella prima, 
la cortejaba, la sacaba a 
caminar, la ilusionaba, la 
llenaba de promesas, 
juramentos y ternura. Sin 
embargo todo se terminó 
con la prematura muerte de 
doña Manuela, ahora 
Mariano ya no tenía la 
suerte de poder visitar a su 
Silvia como le había 
bautizado. En el mismo día 
del sepelio, don José 
Corrales padre de Silvia, le 
pidió a Mariano que deje de 
frecuentar a su hija, siendo 
este el inicio del lamento de 
nuestro héroe.
➢ Su estancia en Lima coincidió con la promulgación de la Constitución de Cádiz de 1812 y los festejos
realizados en homenaje a José Baquíjano y Carrillo por haber sido designado consejero de Estado.
Dedicó entonces a este personaje una “Oda al Conde de Vista Florida”, donde expone el sentimiento de
la mancomunidad hispanoamericana.
➢ En el periódico El Investigador aparece su fábula "El ruiseñor y el calesero" (1813). Otras fábulas suyas,
que no se publicaron sino hasta después de su muerte, contienen indudables mensajes de crítica hacia el
estado de cosas imperante y en defensa del indio, lo que nos indica que ya por entoncesel poeta se hallaba
ganado por la idea de la emancipación, corriente que por entonces convulsionaba a las colonias
hispanoamericanas.
➢ De regreso a Arequipa, en marzo de 1814, sufrió la indiferencia de Silvia. Al parecer, la actitud de
Silvia obedecía al deseo de sus padres, que por algún motivo rechazaban al poeta. Todo su drama amoroso
lo concentró entonces Melgar en su conocida "Carta a Silvia", en la que expresa en 522 versos cómo
conoció el amor y el dolor, hasta la aparición y pérdida de su amada. De esa época también data, al
parecer, su célebre "Soneto a la Mujer". Para olvidar a Silvia, se dedicó a leer y traducir a Ovidio,
además de consagrarse al trabajo de campo en el valle de Majes (al oeste de Arequipa). Su cercanía con los
trabajadores agrícolas, le pone a la escucha de las variantes mestizas del antiguo harawi o canto quechua,
que adopta para componer sus más célebres composiciones de carácter sentimental: los yaravíes.
➢ En agosto de 1814 estalló la rebelión del Cusco bajo la dirección de los hermanos Angulo y Mateo
Pumacahua. En noviembre de ese año, Melgar, que se hallaba en Majes, se dirigió a Chuquibamba para enrolarse a
las tropas patriotas que se unían al ejército de Pumacahua, quien avanzaba desde el Cuzco para capturar Arequipa.
Dada su preparación intelectual fue nombrado Auditor de Guerra. La campaña resultó inicialmente exitosa para
los patriotas, que obtuvieron la victoria de la Apacheta y ocuparon Arequipa. Sin embargo, poco después, la
reacción realista los obligó a abandonar la ciudad blanca y dirigirse hacia Puno.
➢ El 28 de febrero de 1815, el jefe patriota Vicente Angulo firmó en Ayaviri una oferta de paz dirigida al general
realista Juan Ramírez Orozco, documento que se supone fue escrito por Melgar.
➢ El 11 de marzo del mismo año, se libró la batalla de Umachiri, entre las fuerzas patriotas y las realistas, en la actual
provincia de Melgar del departamento de Puno. Melgar resistió valerosamente en la dirección de artillería, pero
consumada la derrota de los patriotas, fue persuadido a que huyera y le proporcionaron un caballo. Sin embargo, fue
finalmente capturado por los realistas, y de manera rápida, se constituyó un tribunal improvisado en el
mismo campo de batalla, siendo juzgado sumariamente y condenado a muerte. A la mañana siguiente (12 de
marzo), Melgar fue fusilado. Se dice que cuando el jefe del pelotón pretendió ponerle una venda sobre los ojos,
Melgar la rechazó diciendo: “Pongánsela ustedes que son los engañados porque América será libre antes de diez
años”. Su profecía habría de cumplirse pues en 1824 la libertad de América se sellaría en los campos de Junín y
Ayacucho.
“Pongánsela ustedes que son los 
engañados porque América será libre 
antes de diez años”. 
“Yo no podría vivir tranquilo teniendo en mi 
conciencia haber renunciado a mis principios e 
ideales”
CARACTERÍSTICAS DE SU OBRA
▪ Gran parte de su producción refleja las
vivencias más hondas de su vida.
▪ Representa el tránsito entre el
neoclasicismo y el romanticismo peruano.
▪ Tuvo una sólida formación humanística.
▪ Crea los nombres bucólicos Melisa y Silvia.
▪ Sus obras atraviesan por dos etapas:
I. ETAPA CLÁSICA: Influencia neoclásica
II. ETAPA PRERROMÁNTICA: Poesía
amorosa e idealizada
OBRAS: 
➢Elegías (en total cinco)
➢Odas (en total cinco)
➢ Sonetos (“A la mujer” y “A Silvia”)
➢ Fábulas (Son 10:“Los gatos”, “El cantero y
el asno”, “La ballena y el lobo”, “Las
abejas” y “Las cotorras y la zorra”…)
➢Carta a Silvia
➢Yaravíes
➢Traducciones:
• Fragmento de Geórgicas de Virgilio
• Remedios de amor de Ovidio que
tituló El arte de olvidar
EL YARAVÍ MELGARIANO
Proviene del haraui, poesía o cantar en quechua que
expresa el amor doliente; es decir, es el canto de la
nostalgia, la congoja, el lamento del amor
contrariado. El Yaraví melgariano recoge esta
temática para expresar el amor inconstante, el dolor
por la ausencia de la amada, las tribulaciones del yo
poético que con acento desgarrado manifiesta su
angustia por el ser querido.
Mariano Melgar es el asimilador y culminador de
todo un proceso que dará forma definitiva al yaraví.
Su poesía se enlaza con una tradición e inicia otra, la
del yaraví mestizo, en el que confluyen formas
aprendidas de la lírica popular y la lírica culta.
IMPORTANTE:
Según Mariátegui, Melgar es precursor de Romanticismo.
“El sentimiento indígena no ha carecido totalmente de expresión en este
período de nuestra historia literaria. Su primer expresador de categoría es
Mariano Melgar. La crítica limeña lo trata con un poco de desdén. Lo siente
demasiado popular, poco distinguido. Le molesta en sus versos, junto con una
sintaxis un tanto callejera, el empleo de giros plebeyos. Le disgusta en el
fondo, el género mismo. No puede ser de su gusto un poeta que casi no ha
dejado sino yaravíes”
“Melgar es un romántico. Lo es no sólo en su arte sino también en su vida. El
romanticismo no había llegado, todavía, oficialmente a nuestras letras. En
Melgar no es, por ende, como más tarde en otros, un gesto imitativo; es un
arranque espontáneo. Y éste es un dato de su sensibilidad artística. Se ha
dicho que debe a su muerte heroica una parte de su renombre literario. Pero
esta valorización disimula mal la antipatía desdeñosa que la inspira. La
muerte creó al héroe, frustró al artista”.
“Para Riva Agüero, el poeta de los yaravíes no es sino "un momento curioso
de la literatura peruana". Rectifiquemos su juicio, diciendo que es el primer
momento peruano de esta literatura”
YARAVÍ I
Por más que quiero
De la memoria
Borrar la gloria
Que poseí;
Por todas partes
Cruel me persigue:
Siempre me sigue,
Siempre ¡ay de mí!
Procuro en vano
No dar oido
Á aquel sonido
Que un dia oí,
Cuando mi prenda
Juró ser mía
Y me decía
« Seré de tí ».
Su voz entónces
Fué mi contento:
Su juramento
Me hizo feliz.
Más sus recuerdos
Me son mortales,
Y entre mil males
Llego á gemir.
Por qué ha perdido
Su fiel firmeza,
Y su promesa
Olvidó ruin?
Cuando yo fino
Más la quería,
Me borró impía
Del pecho vil.
Esta inconstancia
Cruel y severa
Calmar debiera
Mi frenesí.
Pero solo hace
Que se acreciente
Mi llama ardiente,
¡Llama infeliz!
Amor infame,
Dime hasta cuando
Quieres vil mando
Tener en mí?
Borra esa ingrata
Del pecho mío:
No más impío
Me hagas morir.
YARAVÍ 
II
No pienses que haya entrado
Aquí otro pajarillo:
Nó, palomita mía,
Nadie toca este sitio.
Tuyo es mi pecho entero
Tuyo es este albedrío;
Y por tí sola clamo
Con amantes suspiros.
Vuelve mi palomita,
Vuelve á tu dulce nido.
No seas, pues, tirana:
Haz las paces conmigo:
Ya de llorar cansado
Me tiene tu capricho,
No vueles más, no sigas
Tus desviados giros,
Tus alitas doradas
Vuelve á mí que ya espiro
Vuelve que ya no puedo
Vivir sin tus cariños,
Vuelve mi palomita,
Vuelve á tu dulce nido.
Yo solo reconozco
Tu bello colorido,
Y solo sabré darle
Su precio merecido,
Yo solo así merezco
Gozar de tu cariño;
Y tú solo en mí puedes
Gozar dias tranquilos.
Vuelve mi palomita.
Vuelve á tu dulce 
nido.
Por fin libre y seguro
Puedo cantar. Rompióse el duro freno,
Descubriré mi seno
Y con lenguaje puro
Mostrará la verdad que en él se anida,
Mi libertad civil bien entendida.
Oíd: cese ya el llanto;
Levantad esos rostros abatidos,
Esclavos oprimidos,
Indios que con espanto
Del cielo y de la tierra sin consuelo,
Cautivos habéis sido en vuestro suelo.
Oíd: patriotas sabios,
Cuyas luces doblaban el tormento
De mirar al talento
Lleno siempre de agravios;
Cuando debiera ser director justo
Y apoyo y esplendor del trono augusto.
Oye, mundo ilustrado,
Que viste con escándalo a este mundo
En tesoros fecundos
A ti sacrificado,
Y recogiendo el oro americano,
Te burlaste del preso y del tirano.
Despotismo severo,
Horribles siglos, noche tenebrosa;
Huid. La India llorosa,
El sabio despreciado, el orbe entero,
Sepan que expiró el mal y que hemos dado
El primero paso al bien tan suspirado.
Compatriotasqueridos,
Oíd también amigos europeos,
Que en opuestos deseos
Nos visteis divididos,
Oíd: acabe ya la antigua guerra,
Amor más que tesoros da esta Tierra.
A LA LIBERTAD, ODA DE MARIANO MELGAR
FÁBULA DE MARIANO MELGAR
LITERATURA DE LA REPÚBLICA
EL COSTUMBRISMO PERUANO
El Costumbrismo se desarrolló en
medio de las luchas políticas que por
esos años sostenía nuestra patria
para afianzarse como nación
democrática y republicana. La
ambición de caudillos políticos y
militares provoca un clima de
inestabilidad que el pueblo va a
rechazar a través de la critica, critica
a los vicios de la vida nacional
incoherencias del nuevo sistema
republicano, personas conductas y
costumbres citadinas .
INFLUENCIAS: 
❑ Neoclasicismo: Intención didáctica,
moralizadora y modelos clásicos.
❑ Romanticismo: Colorido local, gusto por lo
pintoresco y contraste de la atmósfera.
OBJETIVOS: 
✓ La búsqueda de una identidad nacional,
puesto que existía esa voluntad de
Afirmación Nacional que nos diferenciara del
resto de países americanos. Con ellos, lograr
la consolidación de la Independencia (el
Costumbrismo es uno de los medios más
eficaces de afirmar la nacionalidad).
✓ Criticar los excesos que en el gobierno se
cometían.
ORIGEN:
❑ Es una variante del Romanticismo que
surgió en España con la obra de
Mariano José de Larra titulada
Artículos de Costumbres.
❑ En el Perú, el Costumbrismo se inició
con el estreno teatral de Frutos de la
educación en 1830 de Felipe Pardo y
Aliaga.
CARACTERÍSTICAS
➢ Descripción de usos, costumbres y personajes típicos de Lima.
➢ Presentación de lo limeño. Se muestra costumbres preferentemente de
la ciudad.
➢ Apego a la realidad inmediata, percibe sus estratos epidérmicos.
➢ Tendencia satírica, ya como burla o como arma de lucha ideología y
política.
➢ Tono humorístico.
➢ Actitud moralizante.
➢ Tono realista y panfletario.
➢ Se trabajó la comedia, poemas satíricos y artículos de costumbres.
➢ Obsesión enjuiciadora, desde una actitud moralizante.
Plasmó en innumerables acuarelas diversas escenas
de la vida limeña, retratando a tipos de todos los
estratos sociales y de todos los oficios,
constituyendo un invalorable testimonio de las
costumbres cotidianas en la capital peruana durante
el segundo tercio del siglo XIX.
Francisco Fierro Palas (1809-1879), pintor popular conocido como
Pancho Fierro. Nació en Lima en 1809, siendo sus padres Nicolás
Fierro y Carmen Palas. Aparentemente, su habilidad para la
pintura fue innata, aunque la falta de una depurada técnica
evidencia su formación autodidacta. Su actividad se relacionó de
manera permanente con su destreza manual y se ganaba la vida
pintando letreros y carteles taurinos, moldeando pequeñas
figuras para adornar los nacimientos navideños y realizando
decoraciones murales.
“Los personajes y escenas de danzas y rituales populares, 
del demos criollo, transmiten una fresca vitalidad, gozan 
de espontánea alegría, y el pincel que las describe carga 
su trazo de vívida ternura, cuando no de travesura”
"Para conocer la ciudad, hay que conocer a sus habitantes; y para 
conocer la Lima antigua, hay que conocer a Francisco Fierro”
VERTIENTES: 
M. A. SEGURA F. PARDO Y 
ALIAGA
MANUEL ASCENCIO SEGURA Y CORDERO 
(Lima, 23 de junio de 1805 - Lima, 18 de octubre de 1871) 
Fue un escritor y dramaturgo peruano, representante importante del
costumbrismo en los inicios de la literatura republicana. Es considerado
como el creador del teatro nacional peruano, junto con Felipe Pardo y
Aliaga (1806-1868), con quien a menudo polemizó. Destacó con sus
comedias y sainetes costumbristas, que enriqueció con voces y giros
populares. Mientras Felipe Pardo era un hombre de ideas aristocráticas y
defensor de la colonia española, Segura representó los valores
democráticos de la nueva sociedad peruana, lo que se refleja en el sabor
criollo de sus comedias. Mestizo de clase media pobre, tenía una gran
afinidad con lo popular y los nuevos grupos sociales que emergían en un
país recientemente emancipado. En su honor, el Teatro Principal de Lima
fue rebautizado con su nombre en 1929
Entre 1854 y 1862 llegó a ser intensa su actividad teatral. Consagró su
ingenio a la comedia costumbrista y se erigió como el creador del teatro
peruano. El 9 de diciembre de 1854 estrenó la comedia La espía, y el año
siguiente, El resignado. Reestrenó su comedia Ña Catita, el 7 de
septiembre de 1856, con gran éxito. El 15 de septiembre de ese año de
1856 estrenó Nadie me la pega, y el 24 de enero de 1858, Un juguete. En
enero de 1859, en colaboración con el joven Ricardo Palma, presentó el
sainete El santo de Panchita. En 1861 estrenó Percances de un remitido;
en julio de 1862, el sainete Lances de Amancaes, y en septiembre de ese
mismo año Las tres viudas, comedia en tres actos.
Manuel Ascencio Segura
“Padre del teatro nacional”
Manuel Ascencio Segura y Cordero (1805-1871) nació y
falleció en Lima. Era hijo de un militar español que luchó
contra los independentistas en la batalla de Ayacucho
(1824), y de una criolla peruana.
Obras
A. Lírica de costumbres
▪ La pelimuertada”
▪ “A las muchachas”
▪ “La santa cruzada”
B. Teatro
▪ Ña Catita
▪ El sargento Canuto
▪ El santo de Panchita
(en colaboración con Ricardo Palma)
▪ Las tres viudas
Felipe Pardo y Aliaga
“El satírico limeño”
Nació en Lima en 1806. Su padre, Manuel
Pardo y Rivadeneira, trabajó para los virreyes
cuando el régimen colonial estaba por llegar a
su fin con las luchas por la independencia de
nuestro país.
Obras
A. Comedias
❑ Frutos de la educación
❑ Don Leocadio y el aniversario de Ayacucho
❑ Una huérfana en Chorrillos
B. Artículos costumbristas
❑ “Un viaje”
❑ “El paseo de Amancaes”
Argumento:
El niño Goyito ha estado recibiendo cartas de Chile durante tres años sobre ciertos negocios interesantes.
Aunque tiene 52 años, lo llaman niño Goyito, y así lo llamarán hasta su muerte.
Después de muchos titubeos, el asunto se decide: viajará. La noticia corre por toda la parentela y se convierte
en motivo de conversación y quehaceres. El preparativo dura seis meses. Todos se dividen el trabajo: Los
sastres hacen ropas diferentes por cada cambio estacional; un hacendado de Cañete ordena la confección de
cigarreras; se encargan los dulces a las madres de un convento; las pastillas, a la madre Salomé, etc. Sin
embargo, surge la disyuntiva: de si el buque es seguro o no. Para estar seguros se valen de los informes de un
catalán, experto en el asunto, quien luego de hacer las pesquisas, informa que el barco es bueno, con lo que se
tranquilizan todos.
El niño Goyito emprende por fin el viaje tan comentado. En la despedida, lloran las hermanas y también el
viajero. Hay, además de llantos, encargos de la gente. Este viaje marcó un hito para la familia del protagonista,
como si se tratara de una era universal, pues en el habla cotidiana, todos los acontecimientos se sitúan antes y
después del viaje de Goyito.
El narrador finaliza exponiendo que, a diferencia de esa manera antigua de viajar de los abuelos, ahora el
asunto es mucho más expeditivo, sin tanto barullo. Y precisamente avisa a sus lectores que dentro de unos días
se irá a Chile, siendo su partida “forzosa”, aunque estará de vuelta, asegura, en un par de meses.
Mensaje:
Concebido como una sátira mordaz hacia la sociedad limeña de mediados del siglo XIX, “El Viaje del Niño
Goyito” es una crítica hacia la persistencia de las antiguas costumbres y la incapacidad humana de crecer como
persona y dejar de ser el "niño".
UN VIAJE 
(ARTÍCULO DE COSTUMBRES)
▪ GÉNERO: DRAMÁTICO
▪ ESPECIE: COMEDIA
▪ VERSO: PREDOMINA EL VERSO OCTOSÍLABO
▪ ESTRUCTURA: CUATRO ACTOS
▪ TEMA: EL MATRIMONIO POR INTERÉS
▪ PERSONAJES:
➢ Ña Catita, una mujer intrigante, entrometida, chismosa y ambiciosa.
➢ Doña Juliana o Julieta, hija de don Jesús y doña Rufina, joven
enamorada de don Manuel.
➢ Don Jesús, padre de Juliana.
➢ Doña Rufina, esposa de don Jesús y madre de Juliana.
➢ Don Alejo, presumido caballero que pretende casarsecon Juliana.
➢ Don Manuel, joven enamorado galán de Juliana.
➢ Mercedes, criada de la familia y consejera de Juliana.
➢ Don Juan, viejo amigo de don Jesús.
(Estrenada en 1845 y
reestrenada en 1856)
Don Juan, 
viejo amigo 
de don Jesús.
Ña Catita, una mujer 
intrigante, entrometida, 
chismosa y ambiciosa.
Doña Juliana o Julieta, 
hija de don Jesús y doña 
Rufina, joven enamorada 
de don Manuel.
Don Jesús, 
padre de 
Juliana.
Doña Rufina, 
esposa de don 
Jesús y madre 
de Juliana.
Don Alejo, hombre 
casado y 
presumido 
caballero que 
pretende casarse 
con Juliana.
Don Manuel, 
joven enamorado 
galán de Juliana.
Mercedes, 
criada de la 
familia y 
consejera de 
Juliana.
PERSONAJES
El tema principal son los enredos de Ña Catita (diminutivo de doña Catalina), una vieja chismosa y
entrometida, que busca armar escándalos en el hogar de una familia de clase media limeña, para sacar
provecho. Sin embargo, es puesta al descubierto y termina expulsada de la casa.
Tema convergente: la pretensión amorosa de don Alejo hacia doña Juliana. Don Alejo es un hombre
maduro, vanidoso y petulante, que dice tener fortuna y educación, no obstante lo cual, es rechazado por
Juliana, que prefiere al joven Manuel, que es pobre pero honrado. Doña Rufina, la madre de Juliana, trata
de convencer a su hija de que acepte a don Alejo, a quien considera un buen partido. Al final se descubre
que don Alejo no es sino un impostor, por lo que Juliana obtiene finalmente el consentimiento de sus
padres para casarse con Manuel.
La escena es en Lima, en casa de don Jesús. Sala decentemente amueblada, con puertas al fondo y laterales.
_______________ 
ACTO PRIMERO
ESCENA I
DON JESÚS y DOÑA RUFINA
JESÚS.- ¿Te se ha metido el demonio
dentro del cuerpo, mujer? 
¿No ves que no puede ser 
feliz ese matrimonio?
¿Con don Alejo? ¡Qué he oído! 
RUFINA.- Cabal; con él, sí, señor.
JESÚS.- ¿Un sempiterno hablador 
le quieres dar por marido?
Un zanguango con más dengues
que mocita currutaca, 
más hueco que una petaca 
y lleno de perendengues;
un fatuo que rompe al día
un par o dos de botines, 
registrando figurines
de una en otra sastrería:
un baboso, un dominguejo,
cuyo trato nadie estima
y que sirve en todo Lima
de hazmerreír y de gracejo.
RUFINA.- ¿No encontraron más apodo
para hacértelo deforme?
Pues los que han dado el informe
mienten hasta por los codos.
Les sobra pechuga, arrojo
para hacer malo lo bueno;
ven la paja en ojo ajeno
y no ven la viga en su ojo
¿Querrán para yerno tuyo
un mozo zarrapastroso,
torpe, feo y andrajoso, 
cara de zango con yuyo?
No, señor: ese tal Manongo
no se casará con mi hija;
vaya y llene su vasija
con agua de otro porongo.
JESÚS.- Pero escucha mis razones,
mujer de todas mis culpas;
a ver si encuentras disculpas
a estas justas reflexiones.
Sabes que Manongo es hijo
de un hombre a quien aprecié,
y con el cual milité
en el batallón del Fijo.
Cuando fuimos con Pezuela
al Alto Perú los dos ,
a él debí, después de Dios,
la vida...
RUFINA.- ¡Dale la muela!
Tan decantado servicio
con usura le pagaste.
JESÚS.- Nunca hay servicio que baste
a pagar tal beneficio.
muy poco antes de su muerte,
como sabes, me llamó,
y llorando me encargó
de ese muchacho la suerte.
Yo entonces le prometí
tratarlo como a hijo mío,
y ¿he de mostrarle desvío
sin justo motivo? Di.
RUFINA.- ¿Acabó usted, Don Jesús?
JESÚS.- Acabé, ¿no te contenta?
RUFINA.- Pues bien, haga usted de cuenta
que no ha dicho chus ni mus.
Mi hija no se ha de casar
con un mozo estrafalario
de cuyo trato ordinario
se tenga que avergonzar;
ni con ningún homo-bono,
que a su padre se parezca,
que la engañe y embrutezca.
JESÚS.- ¡Se verá tal desentono!
ESCENA II
DICHOS, DON ALEJO
ALEJO.- Echemos antes el lente
para ver quién anda aquí.
RUFINA.- ¡Don Alejo!
JESÚS.- (¡Sinvergüenza!)
RUFINA.- (Hágame usted el favor 
de callarse).
(Bajo a don Jesús).
JESÚS.- (¡Pillo!)
RUFINA.- (¡Chito!
Tenga usted más discreción).
ALEJO.- ¡Hola! Es Monsieur con Madama.
JESÚS.- ¡Soy capaz...!
RUFINA.- Baja la voz
ALEJO.- A la orden...
(Saludando con afectación)
RUFINA.- ¡Oh, don Alejo!
¿Tanto bueno?
ALEJO.- Sans façon.
Por mí no hay que incomodarse.
RUFINA.- ¡Disparate! No, señor.
Usted está aquí en su casa.
ALEJO.- Merci.
RUFINA.- No hay de qué...
JESÚS.- (Embrollón)
ALEJO.- ¿Y comment ça va, Madama?
RUFINA.- Pues no lo he sabido hasta hoy; 
¿Con qué vino usted el sábado?
Yo salí...
ALEJO.- No es eso, no...
Digo, ¿que cómo está usted?
RUFINA.- Ahí tirando con la tos.
ALEJO.- Goma arábiga con ella,
o ipecacuana sino.
Ahora hay muchos constipados.
RUFINA.- Irritada es lo que estoy.
ALEJO.- Entonces soy de dictamen
que tome usté el pansirop.
¡Y cuidado! mucho abrigo,
que de una muerte precoz 
nadie está libre.
RUFINA.- Así lo hago.
ALEJO.- Y hasta que no salga el sol
en cama.
RUFINA.- Precisamente.
ALEJO.- Très-bien.
JESÚS.- (¡Y lo sufro yo!)
ALEJO.- La estación está pluviosa;
y el aire, y ese frescor
de las mañanas...
RUFINA.- Así es.
ALEJO.- ¿Y usted, Monsieur...? ¿Guapetón?
JESÚS.- Sí, señor.
ALEJO.- Me alegro mucho.
JESÚS.- Gracias.
RUFINA.- Prudencia por Dios.
(Bajo a don Jesús).
ALEJO.- Usted va de promené,
según lo que viendo estoy.
¡Pero con capa...! ¿Quién usa
ya ese ropaje español?
Parece que usted viviera
en los tiempos de Godoy .
JESÚS.- Yo me visto como quiero.
RUFINA.- ¡Qué respuesta! ¡Cuándo no!
ALEJO.- Póngase usted un Lord Ragland,
que es el traje comm’il faut; 
donde Rosack compré el mío,
Y pintado me salió.
Me costó caro, verdad;
pero es el que sirve hoy
de modelo en todo Lima.
¡No es extraño! Tengo yo
un gusto tan exquisito...
y luego me ha dado Dios
un cuerpo tan... ¿No es así?
(A Da. Rufina después de mirarse).
RUFINA.- ¿Quién lo duda? Sí señor.
JESÚS.- (¡Habrá mayor mentecato!)
Por no escucharlo me voy.
Hasta luego, mi señora.
Caballero...
ALEJO.- Servidor.
JESÚS. (Ya te compondré yo el bulto).
ESCENA IV
DOÑA RUFINA, DOÑA JULIANA Y DON ALEJO
JULIANA.- Mamita. ¿Usted me llamó?
RUFINA.- ¡A buena hora te apareces!
Te llamé, porque el señor 
ha preguntado por ti.
JULIANA.- ¿Por mí?
RUFINA.- ¡Qué contestación!
por ti: ¿por quién ha de ser?
JULIANA.- Como nadie me avisó.
RUFINA.- ¡Jesús! ¡Nunca has de ser gente!
¡No sé cómo no te doy
un pellizco que te aturdo!
¡Qué animal eres!
JULIANA.- Por Dios, mamá...
RUFINA.- ¡Mamá...! ¡Sinvergüenza! 
JULIANA.- (¡Caramba!)
RUFINA.- ¡Qué condición!
ALEJO.- Madame, ne vous fachéz pás;
Todo eso lo hace el pudor:
yo a su edad era lo mismo.
Mire usted; una ocasión
andaba tras una dama,
como gorgojo en arroz,
con el fin de que me diese
un rendéz-vous en su maison,
y, al verla, se me dormía
la mandíbula inferior.
RUFINA.- Mira... el señor Don Alejo
dice que te ama y...
ALEJO.- ¡Oh!
En cuanto a caso, ni Orosmán,
ni Orlando, ni Agamenón,
ni todos los que han sentido
el aguijón del amor,
sufrieron el voraz fuego
en que arde mi corazón.
JULIANA.- (¡Agua que este hombre se quema!) 
ALEJO.- Todo por ese arrebol.
Sí, Julieta, mia Julietta,
más brillante está usted hoy,
que el lucero matutino
antes de que salga el sol;
más seductora que Venus,
más robusta que Nemrod,
y de más aprecio y valía
que las minas de Tirol.
RUFINA.- Contesta.
ALEJO.- Déjela usted;
harto dice su rubor,
quien calla otorga.
RUFINA.- ¡Ay amigo!
¡Como esta niña no hay dos!
Es huraña como un gato.
¡No sé a quién diablos salió!
Y ya se hace indispensable
desterrarle ese amargor;
usted que ha de ser su esposo
está en esa obligación.
Púlala usted, descortécela.
Repréndala usted, por Dios,
porque su padre...
ALEJO.- Su padre
es del tiempo de Guirior .
¡Usa capa...!
RUFINA.- ¿Ni qué entiende
de gusto ni ilustración?
Es tan... pues...
ALEJO.- Un bonus vir
RUFINA.- Eso es; una alma de Dios.
ALEJO.- ¡Eh, bien! queda a mi cuidado.
Yo haré que lea a Rosseau,
a Volney, Pigault Lebrun,
a Voltaire, Walter Scott,
a Eloisa y Abelardo,
a Ovidio,al Barón de Humboldt,
y a otros autores modernos
que hablan sobre educación.
RUFINA.- Muy bien. Y el canto y el baile,
y otras cosas así...
ALEJO.- ¡Oh!
Para eso me pinto solo.
No hay coreógrafo cual yo.
A Bernardelli y su esposa,
a Magin y a la Mulot,
les apuesto a hacer piruetas
diez onzas contra un doblón.
En el canto ¡oh! en el canto
es donde yo hago furor.
No lo digo por jactancia,
pero tengo yo una voz,
que Mirandola a mi lado
no es más que un gallo capón,
y Rossi Corsi no sabe
ni lo que es un si bemol.
El dúo del Belisario
será la primera lección
que le dé a Julieta. Luego...
Pero acá, para inter nos,
atienda usté este trocito
para que juzgue mejor.
¿Vedi tu questo pugnale?
(Canta).
Se ti fugge una parola;
¿Vedi tu questa pistola,
Caricata a doppia palle?
¿Qué tal?
RUFINA.- Bien, perfectamente.
JULIANA.- (¡Jesús! qué hombre tan simplón!
ESCENA VII
DOÑA RUFINA, ÑA CATITA.
CATITA.- Deo gracias.
RUFINA.- ¡Oh! ¡Ña Catita!
CATITA.- ¡Déjame que vengo muerta!
¡Ay Jesús!
RUFINA.- ¿Cómo está usted?
CATITA.- ¡Con un dolor de cabeza
que no veo!
RUFINA.- Habrá usté estado
metida hasta ahora en la iglesia.
CATITA.- ¿Qué quiere, hijita, que haga?
¡El Señor me dé paciencia! 
RUFINA.- Pero si está usted así...
CATITA.- Y con la boca muy seca,
y el estómago en un hilo.
RUFINA.- ¡Válgame Dios! También llega
usted tan tarde. No importa
porque que haya en la alacena
alguna cosa. Yo creo
que guardó la cocinera
un poco de caldo. Sí…
que lo caliente. ¡Manuela!
CATITA.- Dios te lo pague, mamita.
Pero escucha; mejor fuera
un poco de chocolate,
porque hoy creo que son témporas,
y el ayuno...
RUFINA.- Mandaremos
a comprarlo...
CATITA.- No; no, deja;
tomaré cualquier cosa.
Te molestas…
(…)
RUFINA.- ¿Pero qué haré, Ña Catita?
CATITA.- Nada: a una niña doncella
se le mete en cartabón,
que quieras o que no quieras.
Si no, tal vez llegue el día
que te embista y que te muerda.
Dios no permita que a ti,
en la vida, te suceda
lo que a una niña que habita
enfrente de mi vivienda,
que se ponen ella y su hija
lo mismo que dos placeras.
Tampoco estás tan de sobra,
para que así, por simplezas,
desprecies el fortunón
que te se entra por las puertas.
Don Alejo es un partido
que así no más no se encuentra.
¡Cuántas, hija, se darían
de santos con una piedra,
porque el cielo les mandase
una manada como esta!
Los hombres, hoy en el día,
no se casan tan a secas,
pues como están a tres dobles,
buscan solo conveniencia.
A menos que un extranjero...
¡Estos, sí, tienen pesetas!
Pero, hija, nuestros paisanos
con tanta vuelta y revuelta
han quedado casi todos
como gallina culeca.
RUFINA.- Mírela usted; aquí viene.
CATITA.- ¡Qué lástima que se pierda!
ESCENA VIII
DICHOS, JULIANA
JULIANA.- ¿Me llamaba usted, mamita?
RUFINA.- ¿Dónde te fuiste, muchacha? 
Pareces, mujer maldita,
que estuvieras con caracha.
No paras en parte alguna;
y por Dios que me alegrara
que fuera de esa perruna,
cosa que nunca sanara.
¡Lo has hecho de mil primores
contestando a Don Alejo!
JULIANA.- Si no me dijese amores
no le mostrara entrecejo.
CATITA.- Habla con menos descoco
de un sujeto tan instruido,
que debe dentro de poco,
hijita, ser tu marido.
JULIANA.- ¿Mi marido?
RUFINA. ¡Sí, señor!
¡No empieces a incomodarme!
JULIANA.- A quien yo no tengo amor
no podré nunca ligarme.
RUFINA.- ¿No la oye usted? Si me está
provocando esta insolente.
JULIANA.- Dispénseme usted, mamá:
voy a hablarle francamente.
Usted pretende casarme
con un hombre que no estimo
y porque de ello me eximo
me trata con frenesí.
Sin embargo, yo no puedo
manifestarme insensible
a la existencia terrible
que diviso sobre mí.
El lazo del matrimonio
no dura dos o tres días;
deben tener simpatías,
los que se estrechan con él;
si en uno y otro consorte
recíproco amor no mora,
será tener a toda hora
en la garganta un cordel.
Reflexione usted sobre esto;
compadézcame, no sea
que después cuando me vea
llorar el perdido bien,
aunque tarde, se arrepienta
de sus iras maternales,
y mis angustias mortales
sufra su pecho también.
Aún es tiempo todavía;
con sumisión se lo pido.
con semejante marido
yo no puedo ser feliz.
No lo amo, mamá, no lo amo;
perdone usted que así le hable:
casarme con él no es dable,
sería hacerme infeliz.
RUFINA.- ¡Qué tal, pues! ¡Cuánto sabía!
¡Si me ha dejado pasmada!
¡Qué demonio!
CATITA.- ¡Ave María!
RUFINA.- ¡Estás bien aconsejada!
CATITA.- Mira, el amor es un niño
que desagrada y fastidia
y a quien no se hace cariño
cuando con él no se lidia;
pero que en fuerza de trato
se le toma tal pasión,
que parece lindo y ñato
lo que es feo y narigón.
Así, si ahora a Don Alejo
lo ves con indiferencia,
ya mudarás de consejo
tratándolo con frecuencia.
RUFINA.- Sobre todo, Ña Catita,
¡qué amor ni qué patarata!
CATITA.- Dice muy bien tu mamita, 
es mucho cuento la plata.
Hasta la pena más dura
se ablanda con el dán dán;
y como dice el refrán,
amor, con hambre no dura.
Tu novio la tiene pues;
me consta, no son fachendas:
la mitad puesta a interés,
con la otra da sobre prendas.
RUFINA.- Y luego, niña, aquel corte
tan fino, tan caballero...
nadie diría en su porte
sino que es un extranjero
CATITA.- ¡Ay, hija, y tiene una casa
con todo lo necesario!
Parece cuando uno pasa
que está viendo un relicario.
¿Y caridad? ¡Mucho de eso!
No lo digo por lisonja,
anteanoche me dio un peso
para una que entró de monja,
Y también en ocasiones
me da a mí su real o dos,
por eso en mis oraciones
siempre lo encomiendo a Dios
ESCENA XIV
DON JESÚS, DON ALEJO, DON MANUEL, DOÑA 
RUFINA, DOÑA JULIANA, DON JUAN y 
MERCEDES
JUAN.- Señor don Jesús...
JESÚS.- ¡Oh, amigo!
¿Tanto bueno por acá?
¿Cuándo ha sido la llegada?
JUAN.- En este mismo momento.
ALEJO.- (¿No es este don Juan Sarmiento?)
JUAN.- Y he querido, antes de nada,
entregar a usted esta carta,
que, al pasar por Ayacucho, 
me la encargó, pero mucho, 
nuestro amigo don Luis Marta.
JESÚS.- ¡Don Luis! Traiga usted.
RUFINA.- (¿Qué harán?).
JESÚS.- ¡Qué veo! ¡Gracias a Dios!
ALEJO.- ¿Qué tratarán ahí los dos?
RUFINA.- No sé.
JESÚS.- Pase usted, don Juan.
JUAN.- Mis señoras... 
RUFINA Y JULIANA.- Caballero
JESÚS.- (Al fin y al cabo don Luis
se acordó que era mortal).
JUAN.- Señores... ¡Oh qué feliz casualidad...! 
¡Don Alejo! Mi amigo...
ALEJO.- (¿Qué irá a decir?).
JUAN.- Me ha ahorrado usted el trabajo 
de buscarlo. Tengo aquí
una carta de su esposa...
TODOS.- ¡De su esposa!
JUAN.- Que con mil
encargos me la entregó, 
cuando del Cuzco salí. 
¿Sabe usted que se ha casado
la Petuca con don Gil?
RUFINA.- ¡Cómo! ¿El señor no es soltero?
JUAN.- No, señora.
ALEJO.- (C’est fini!).
JESÚS.- Pues no podía usted traernos 
una nueva más feliz.
RUFINA.- ¿Es posible don Alejo? 
¿Habrá sido usted tan ruin 
para tratar de engañarnos...?
ALEJO.- ¿Y usted lo cree...? Fue un desliz 
ese que tuve en el Cuzco... 
una contracción en fin, 
un trato ilícito, un...
JUAN.- ¡Don Alejo!
ALEJO.- Sí, un ardid...
RUFINA.- Pero el señor…
ALEJO.- Cubiletes...
¿Qué hombre en la edad juvenil 
se ve libre?
JUAN.- ¡Don Alejo!
JUAN.- ¿Cómo así
puede usted en mi presencia 
con tal descaro mentir?
JESÚS.- ¿Y por qué no? El señor 
es de conciencia matriz.
JUAN.- Don Jesús ¿pero qué ocurre?
JESÚS.- ¡No es cosa! ¿Qué ha de ocurrir? 
¡Nada! Sino que el señor
tenía ya dado el sí
para contraer nuevas nupcias, 
y la presunta del quid
es nada menos que mi hija,
que es esa que ve usted allí,
y mi mujer, la madrina.
JUAN.- ¿Qué dice usted?
JESÚS.- Pero en fin
era muy santo, don Juan, 
muy piadoso...
JUAN.- ¡Eso es muy vil!
JESÚS.- ¡Disparate! ¿Quién dijo eso?
RUFINA.- (¡Qué mujer tan infeliz!).
JESÚS.- Quien frecuenta sacramentos 
se va al cielo sin sentir.
¡Cómo está en gracia de Dios!
RUFINA.- (¡Tan zonza que lo creí!)
JESÚS.- Ya usted ve: ¡no tiene una alma 
más cándida un serafín!
ALEJO.- ¡Basta de pullas!
JUAN.- (¡Canalla!)
JESÚS.-¡Y basta de hablarme a mí!
Si no sale usted al punto
le hago ñiscas un cuadril.
ALEJO.- Espero que usted en el campo
se sepa también batir... 
no digo más; hasta luego...
JESÚS.- Vamos, lárguense de aquí.
ALEJO.- Madamas...
JESÚS.- ¡Largo!
JUAN.- (¡Tunante!).
ALEJO.- Nos veremos vis-à-vis
ESCENA XV
DON JESÚS, DON MANUEL, DON JUAN, DOÑA RUFINA, 
DOÑA JULIANA Y MERCEDES
JUAN.- Tanta maldad no creyera
si yo no lo hubiera visto. 
JESÚS.- Mucho peor, amigo, fuera
si con el tiempo no ando listo. 
JUAN.- Ese hombre es una calavera.
JESÚS.- No tiene él la culpa, no,
si no esta imbécil mujer 
que lo atrajo y lo aduló,
porque creyó que iba a ser... 
¡qué sé yo lo que creyó!... 
Y una vieja endemoniada, 
que, con capa de virtud,
nos ha hecho aquí una ensalada
de la casa y la salud.
MERCEDES.- (Se acabó la mancada).
JESÚS.- De esas, don Juan, que hay en Lima, 
no a cientos, si no a millares, 
que fingiendo honra y estima 
se tragan los pilares
de la casa de más cima;
y que, haciendo una oración 
o rezando una novena,
te quitan sin son ni ton
a la familia más buena
el reposo y la opinión.
Hirientes como un venablo,
que haciendo el real van y vienen; 
y para abreviar lo que hablo, 
de estas, mi amigo, que tienen 
los siete pelos del diablo.
RUFINA.- (¡Ella no más me ha perdido. 
No sé cómo le creí!)
JESÚS.- ¡Infortunado el marido 
a quien pasa lo que a mí!
RUFINA.- No sé qué me ha sucedido.
ESCENA XVI
DON JESÚS, DON JUAN, DON MANUEL, DOÑA RUFINA, 
DOÑA JULIANA, MERCEDES Y NA CATITA
CATITA.- ¡Pues...! Ya perdí el Jubileo, 
por estarme aquí metida.
JESÚS.- Ahí la tiene usted, don Juan. 
Esa es la santita, la hidra.
CATITA.- Adiós, pues hija... Ya es tarde… 
Hasta mañana.
JULIANA.- ¡Maldita!
JESÚS.- Escuche usted, mi señora...
CATITA.- ¡Mi señora! ¡Habrá manía!
¿Del Carmen o del Rosario? 
JESÚS.- ¡Cuidado como en su vida
vuelva usted, ni por candela,
por aquestas cercanías;
pues si por su mala estrella 
así no lo verifica
se expone usted a que le mande 
dar una buena paliza!
¡Vaya usté a enredar al diablo!
CATITA.- Usted será el enredista.
JESÚS.- ¡Salga usted de aquí!
CATITA.- ¡Guá! ¡Guá!
¡Habráse visto estantigua! 
¡Esto es lo que me faltaba!
JESÚS.- ¡Silencio! ¡Ande usted de prisa!
CATITA.- ¡Váyase el muy indecente 
a donde no cause grima! 
¿Yo para qué necesito 
ni de usted ni su familia? 
¡Judío! ¡Descomulgado!
JUAN.- Váyase usted, mi querida.
CATITA.- ¿Y a usted quién le ha dado vela 
en este entierro...? ¡Cochinas! 
Por eso está Lima así... 
¡Ya se vé, Dios la castiga!
¡Por cuenta de ellas no más 
de repente hay una ruina, 
o con más violencia que antes 
vuelve la fiebre amarilla! 
¡Escandalosas...! 
JUAN.- Señora, basta de majaderías.
CATITA.- ¡Quite que me da calor!
JUAN.- No se exponga usted.
MERCEDES.- (¡Qué lisa!)
CATITA.- Mejores habían de ser,
no tan sucias, tan mezquinas.
JESÚS.- ¡Vamos...!
CATITA.- ¡Vaya usté a la porra! 
¡Espantajo! ¡Sin camisa! 
¡Muñecón! ¡Matusalén!
ESCENA XVII
DON JESÚS, DON JUAN, DON MANUEL, DOÑA 
RUFINA, DOÑA JULIANA Y MERCEDES
JUAN.- ¡Qué mujer! ¡Si es una arpía!
JESÚS.- Cuánto fuera mi rubor
si otro que usted, buen amigo, 
presenciara mi dolor.
JUAN.- No hay etiquetas conmigo.
MANUEL.- Permítame usted, señor...
JESÚS.- ¡A un lado! Señora mía 
tome usted esa libranza
que don Luis María me envía; 
cóbrese usted lo que alcanza, 
y largo de aquí en el día.
Si usted pretende vivir
por su cuenta, yo también.
RUFINA.- (¡Dios mío! ¿qué he de decir?).
JUAN.- Reflexiónelo usted bien, 
no tenga más que sentir.
JESÚS.- Mucho he sufrido, don Juan; 
pero desde hoy ¡voto a aquel! 
He de adoptar otro plan.
Si un hombre se hace de miel... 
ya usted conoce el refrán.
JUAN.- Como el dolor es creciente 
y la herida no está sana,
que usted padezca es corriente; 
mas diga usted, ¿qué se gana 
con no mostrarse prudente?
JESÚS.- Que haya prudencia y reposo 
en un marido es muy santo, 
y además muy provechoso; 
pero tampoco no tanto,
que todo extremo es vicioso.
JUAN.- Es probable que jamás 
vuelva por aquí ese vándalo 
a molestarle a usted más;
así es peor cualquier escándalo, 
e inoficioso además.
JULIANA.- Padre mío...
JESÚS.- Que se aleje,
puesto que así lo desea. 
Que se vaya, que me deje, 
que no hay miedo que la vea 
por más que después se queje.
JUAN.- Nada, mi amigo, a otra cosa; 
todo eso es inútil ya...
mire usted a su pobre esposa 
cuán acongojada está.
RUFINA.- ¡Virgen de Chinquinquirá, 
a esta infeliz compadece!
JUAN.- Don Jesús, yo me intereso. 
Si algo mi amistad merece 
no pensemos en eso.
JESÚS.- (Cómo soy que me enternece).
RUFINA.- (¡Ay Señor! ¿A dónde iré
que no ande de arriba a abajo?).
JUAN.- Mi amigo, ¿en qué piensa usté?
No hay atajo sin trabajo.
JESÚS.- Es cierto, don Juan, lo sé.
JUAN.- Vaya; lléguese, señora: 
(a doña Rufina que llora) 
restablézcase la paz.
¿A qué esos llantos ahora?
RUFINA.- Si no lloro soy capaz de reventar.
JESÚS.- En buena hora
llegó usted, don Juan, aquí 
a desbaratar patrañas.
JULIANA.- Mamita, yo sola fui...
RUFINA.- ¡Ay, hijita de mis entrañas! 
(abrazándola).
¿Qué hubiera sido de ti?
JUAN.- Se acabó... Todo es concluido.
Acercarse...
MANUEL.- ¡Señor!
JULIANA.- ¡Padre!
JESÚS.- Bien: todo lo echo al olvido. 
Den un abrazo a su madre.
(A don Manuel y Juliana que abrazan a doña Rufina).
Y tú abraza a tu marido.
(A doña Rufina, con los brazos abiertos, después de que ella 
abraza a sus hijos). 
La mayor satisfacción 
es esta, amada Rufina, 
pues nace del corazón: 
toda otra cosa es pamplina, 
un absurdo, una ilusión.
Desconfía, en adelante, 
del que ostenta beatitud,
y de todo hombre pedante, 
que nunca fue la virtud 
ficciosa ni petulante.
RUFINA.- Siempre sumisa a tu lado 
haré que todos me vean.
JUAN.- No hablar más de lo pasado.
MERCEDES.- (Dios quiera que estas no sean 
promesas de enamorado).
VALORACIÓN Como en todas las comedias de Segura, más que el argumento (muy sencillo) olas formas poéticas (algo descuidadas), lo que destaca en la obra es la
espontaneidad de los personajes y la gracia de los diálogos plagados de dichos
populares, que ofrecen un vivo retrato de la sociedad peruana en sus primeras
décadas republicanas, a veces de manera festiva, otras de forma sarcástica.
Punto importante que destacar es la renovación que aportó Segura en el
vocabulario teatral o poético. Por entonces, el lenguaje literario castellano se
había tornado pobre y descolorido, al mantenerse dentro de los cánones
vigentes. Segura empleó, con la originalidad propia del escritor nato, voces que
no estaban en el diccionario pero si en el habla diaria de la gente común de la
costa peruana (criollos). Estampó así los llamados criollismos y adoptó también
la curiosa sintaxis popular, adelantándose, en esta forma, a Ricardo Palma y
Leonidas Yerovi, máximos representantes del criollismo literario. Al lector no
advertido del siglo XXI le sorprenderá sin duda encontrar en los diálogos de Ña
Catita expresiones populares de actual uso cotidiano («hacerse el sueco»,
«váyase a freír monos», etc.).
Aun cuando no se había creado aún el término de “huachafería” (cursilería de
clase media baja), Segura recoge ese ambiente de “medio pelo”, de diversiones
de la clase media, de pobres “presumidos de nobleza”, de diálogos “cursi”, de
falsa ostentación. Con toda razón, Ricardo Palma defendió a Segura de quienes
lo acusaban de supuesta vulgaridad: «Lo que estos críticos olvidan es que
cuando se pinta al pueblo debe pintársele tal cual es. Si existe algo en las
comedias de nuestro compatriota que ofenda a quisquillosos lectores, culpa será
del original, no del retrato».
1. C
2. A
3. C
4. C
5. D
6. D
7. D
8. B
9. D
10. A
11. C
12. C
13. C
14. D
15. D
16. C
17. C
18. C
19. D
20. D

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