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Resonancia magnetica en dolor inguinal

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Summary
Introduction: The presence of inguinal pain is a diagnostic 
challenge due to the number of related articular and 
periarticular anatomical structures, in addition, the 
manifestation of inguinal pain caused by affection of 
elements distant from the coxofemoral joint such as the 
spine and knee, increase the possibilities of differential 
diagnosis, on the other hand, despite the fact that the 
interrogation and the complete exploration guide the 
diagnosis, currently the support of imaging studies, 
especially magnetic resonance imaging, is essential to 
make accurate diagnoses, including problems that are 
not suspected due to their low frequency. As proof of this, 
three different muscular lesions are presented whose main 
symptomatology was inguinal pain. Clinical cases: Three 
cases are presented, the fi rst with crural square muscle 
injury, the second with psoas lesion and the third with 
femoris rectus injury. Conclusion: Magnetic resonance 
imaging is an essential study for the diagnosis of certainty 
in muscle injuries that cause inguinal pain.
Key words: Hip pain, muscle injuries.
 1 Especialista en Medicina de Rehabilitación. Facultad de Me-
dicina de León, Universidad de Guanajuato, México.
 2 Radiólogo. Departamento de Imagenología. Hospital Ángeles 
León, León, Guanajuato, México.
 3 Neurocirujano. División de Cirugía. Hospital Ángeles León, 
León, Guanajuato, México.
 4 Residente de Traumatología y Ortopedia. Hospital General 
León. León, Guanajuato, México.
Correspondencia:
Dr. Luis Gerardo Domínguez Carrillo
Correo electrónico: lgdominguez@hotmail.com
Aceptado: 05-02-2018.
Este artículo puede ser consultado en versión completa en http://
www.medigraphic.com/actamedica
Resonancia magnética en dolor inguinal
por lesiones musculares
Luis Gerardo Domínguez Carrillo,1 Maribella Álvarez Rodríguez,2 Olga Chamberlin Varela,2
Jorge Magaña Reyes,2 José Luis Alcocer Maldonado,3 Luis Gerardo Domínguez Gasca4
Resumen
Introducción: La presencia de dolor inguinal es un reto 
diagnóstico por el número de estructuras anatómicas articu-
lares y periarticulares relacionadas; además, la presencia 
de dolor inguinal manifestado por afección de elementos 
lejanos a la articulación coxofemoral, como columna y 
rodilla, incrementan las posibilidades del diagnóstico dife-
rencial. Por otra parte, a pesar de que el interrogatorio y la 
exploración completa orientan el diagnóstico, actualmente 
el apoyo de estudios de imagen, en especial la resonancia 
magnética, resulta indispensable para efectuar diagnósti-
cos de precisión, incluyendo problemas que por su baja 
frecuencia no son sospechados por el clínico. Casos clí-
nicos: Como muestra de ello, se presentan tres diferentes 
lesiones musculares cuya sintomatología principal fue dolor 
inguinal; el primero con lesión del músculo cuadrado crural, 
el segundo con lesión del psoas y el tercero con lesión del 
recto femoral. Conclusión: La resonancia magnética es 
un estudio indispensable para el diagnóstico de certeza en 
lesiones musculares que originan dolor inguinal.
Palabras clave: Dolor inguinal, lesiones musculares.
INTRODUCCIÓN
La presencia de dolor inguinal es un reto diagnóstico por 
el número de estructuras anatómicas articulares y pe-
riarticulares relacionadas. Además, la presencia de dolor 
inguinal manifestado por afección de elementos lejanos 
a la articulación coxofemoral, como columna y rodilla, 
incrementan las posibilidades del diagnóstico diferencial. 
Por otra parte, el interrogatorio y la exploración completa 
orientan el diagnóstico, principalmente por la presencia 
de dolor al estiramiento pasivo del músculo lesionado, 
además de incremento del dolor ante una contracción 
contra resistencia; sin embargo, el apoyo de estudios 
de imagen, en especial la resonancia magnética, resulta 
indispensable para efectuar diagnósticos de precisión, 
incluyendo problemas que por su baja frecuencia no son 
sospechados por el clínico como el caso de lesiones de 
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CASO CLÍNICO
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la entesis, en el tendón propiamente dicho, en la unión 
miotendinosa o a lo largo del músculo, recordando que 
cuando existe desgarro muscular (muscle strain, en in-
glés) por cada centímetro cuadrado de músculo existen 
aproximadamente 3,000 capilares, los cuales ocasionan 
sangrado que, de no romper la fascia, produce hematoma 
localizado de menor o mayor magnitud, y de romperse la 
fascia existe extravasación sanguínea que resulta irritante 
para los tejidos adyacentes.
La mayoría de los desgarros musculares relacionados 
con la región inguinal se presentan durante actividades 
deportivas en jóvenes, ya sea de tipo traumático o por 
sobreuso; sin embargo, el adulto no está exento de su-
frirlas, más aún cuando se ha perdido elasticidad por vida 
sedentaria y se solicita una contracción excéntrica brusca 
del músculo. En un estudio enfocado a lesiones relacio-
nadas con la cadera y la ingle que incluyó 628 lesiones 
registradas en jugadores de fútbol soccer durante siete 
temporadas,1 se encontraron entre 12 y 16% de lesiones 
por temporada; se presentaron 18 cuadros distintos; de 
ellos, la lesión de los músculos aductores ocupó 64%, 
seguida de la lesión del músculo psoas iliaco en 8%. En 
otro estudio prospectivo de 998 jugadores daneses en 
donde participaron 44 clubes de diferente categoría, se 
registraron 58 lesiones musculares; de ellas, 52% fueron 
de los músculos aductores de cadera, 28% del psoas iliaco 
y 27% de músculos abdominales.2
En el reporte del grupo de Bui y colaboradores3 sobre 
4,862 resonancias magnéticas de cadera y pelvis, se detec-
taron 32 personas con lesión del psoas iliaco, identificando 
el grado de ruptura muscular; la prevalencia de lesión del 
tendón del psoas iliaco y de lesiones miotendinosas del 
mismo fue de 0.66%.
En la lesión del músculo cuadrado crural, 80% de los 
casos clínicos registrados los hallazgos de RMN3 indican 
presencia de edema o hemorragia de la unión músculo-
tendinosa del músculo cuadrado crural (CC) entre el tro-
cánter mayor y la tuberosidad isquiática.
El músculo rector femoral (RF) es el único músculo 
biarticular del cuádriceps. Es el músculo más frecuente-
mente lesionado en el muslo anterior especialmente en 
deportistas; las lesiones en su inserción proximal son menos 
frecuentes, las rupturas traumáticas y la tendinitis calcifica-
da se observan en adultos; y puede ser subdiagnosticada, 
principalmente en el adulto mayor, confundiéndose con 
coxartrosis u otras causas de dolor inguinal, siendo el es-
tudio de elección la resonancia magnética.4
Por lo anterior, presentamos tres diferentes lesiones 
musculares manifestadas como dolor inguinal, las cuales 
forman parte del amplio diagnóstico diferencial de los 
problemas de cadera y su diagnóstico clínico e image-
nológico.
REPORTE DE CASOS
Caso 1
Hombre de 65 años, jugador de tenis en fines de semana, 
inició con dolor intenso posterior a envío de servicio y 
correr hacia la red, el dolor se refirió en región glútea, 
trocánter mayor y región inguinal derecha con irradiación 
a cara posterior de tercio superior de muslo. Permaneció 
en reposo relativo por ocho días con antiinflamatorio, 
sin mejoría, referido por su médico a rehabilitación sin 
diagnóstico definitivo. A la exploración inicial en reha-
bilitación se encontró: paciente con marcha claudicante 
a expensas de miembro pélvico derecho, con ayuda de 
bastón a mano contralateral, con dolor a la palpación 
de trocánter mayor derecho y dolor inguinal intenso a la 
rotación interna de cadera. El examen clínico muscular a 
nivel de cadera derecha no fue preciso por dolor intenso 
a la movilización pasiva y activa: reflejos osteotendinosos 
normales. Con diagnóstico presuncional de fractura por 
estrés de cuello de fémur derecho se solicitó resonancia 
magnética, la cual mostró ruptura de músculo cuadrado 
crural derecho (Figura 1). Se inició tratamientocon es-
teroide a dosis única, tramadol 10 mg cada 12 horas y 
programa de terapia física a base de ultrasonido a dosis 
de 1.6 watts/cm2 aplicado del trocánter mayor al isquion 
derecho cada tercer día por 12 sesiones, en la octava 
sesión se agregaron movimientos de rotación externa e 
interna de cadera derecha a tolerancia, así como ergó-
metro y reeducación de la marcha en banda. El paciente 
fue dado de alta a las 20 sesiones de terapia física con 
arcos de movilidad de cadera completos, fuerza muscular 
en 5/5 y asintomático.
Caso 2
Hombre de 45 años, con padecimiento de 18 días de 
evolución originado en la realización de dos series de 30 
movimientos (flexión de cadera con elevación bilateral 
de las extremidades pélvicas con extensión de rodilla en 
posición supina); en los 15 minutos posteriores presentó 
dolor intenso (10 en la EVA) en la zona lateral de la cresta 
iliaca derecha con irradiación al glúteo, región inguinal 
y fosa iliaca derecha, con imposibilidad para la flexión 
de la cadera y deambulación dolorosa. Efectuó reposo 
por tres días y analgésico; con paraclínicos normales, al 
no tener cambios en la sintomatología, se le solicitó una 
resonancia magnética de la columna lumbar, donde se 
detectó protrusión discal L4/L5 central y hernia discal 
L5/S1; se prescribió pregabalina a dosis de 75 mg para 
incrementarla a 150 mg a los cuatro días; con dolor de 7 
en la EVA, fue canalizado a rehabilitación. A la exploración 
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en rehabilitación, se encontró postura en bipedestación 
con semiflexión de cadera, ambulación con ayuda de 
andador, dolor intenso al intentar movilidad activa en 
flexión y/o rotación interna de la cadera, prueba de 
Thomas positiva, cuádriceps derecho con calificación 
3/5. El anillo inguinal estaba normal, se ubicó zona de 
hiperestesia en el territorio del nervio femoral derecho 
en el muslo y la pierna; se realizó el diagnóstico presun-
cional de ruptura muscular parcial del psoas iliaco dere-
cho. Se solicitó resonancia magnética de la pelvis (Figura 
2), corroborando ruptura parcial grado III del músculo 
iliaco derecho, con sangre entre sus fibras. Se le manejó 
inicialmente con reposo, con cadera en flexión por tres 
días; posteriormente, extensión paulatina de la cadera a 
posición neutra por cinco días más, marcha con ayuda de 
muletas axilares con apoyo parcial; farmacológicamente, 
con tramadol a dosis de 10 mg cada seis a ocho horas 
aunado a paracetamol 500 mg. Al octavo día, se inició 
manejo con diatermia a la fosa iliaca derecha, ejercicios 
activo-asistidos de flexo-extensión de cadera por ocho 
días; se agregaron ejercicios en bicicleta estacionaria, 
electroestimulaciones y fortalecimiento del cuádriceps 
derecho con técnica de DAPRE (ejercicios de resistencia 
progresiva con incremento diario). Fue dado de alta a las 
seis semanas con indicaciones de no efectuar el tipo de 
ejercicio que desencadenó el cuadro.
Caso 3
Mujer de 68 años que acude a rehabilitación con dolor 
de un mes de evolución, localizado en región inguinal 
derecha, el cual inició inmediato a resbalón en tina de 
baño, obligando a la paciente a efectuar flexo-abducción 
forzada (grand écart) de ambas articulaciones coxofemo-
rales, quedando la derecha hacia atrás y afuera; el dolor 
con intensidad 7/10 en EVA, con irradiación a cara anterior 
de tercio superior y medio de muslo ipsilateral, mejorando 
con analgésicos sin desaparecer y con incremento al subir 
o bajar escaleras. A la exploración: postura normal; mar-
cha claudicante a expensas de miembro pélvico derecho, 
con semiflexión de cadera al apoyo ipsilateral; dolor a la 
palpación a 3 cm por debajo de espina iliaca anterosupe-
rior derecha y a lo largo del tercio externo del ligamento 
inguinal ipsilateral, incrementándose con estiramiento 
pasivo del cuádriceps ipsilateral; arcos de movimiento de 
cadera completos, excepto la rotación interna de cadera 
derecha dolorosa, resto de arcos de movilidad en miembros 
pélvicos completos, el examen clínico muscular mostró: 
psoas iliaco derecho en 4/5, cuádriceps derecho 3/5 por 
dolor en cara anterior de muslo y región inguinal ipsilateral, 
resto de músculos de miembros pélvicos con calificación 
5/5; reflejos osteotendinosos, sensibilidad y llenado capilar 
normales. Con el diagnóstico presuncional de lesión del 
Figura 2:
Imágenes de resonancia mag-
nética de columna lumbosacra 
y pelvis, en cortes coronal y 
axial ponderadas en T2, mos-
trando ruptura parcial (grado 
III) del músculo iliaco derecho, 
con sangrado entre sus fi bras 
y entre el coxal y el músculo.
Figura 1:
Imágenes de resonancia mag-
nética en cortes coronales de 
pelvis, en las que se observa 
ruptura parcial a nivel de la 
unión del tercio externo con 
tercio medio del músculo cua-
drado crural derecho (fl echa) y 
presencia de líquido rodeando 
al músculo (fl echa).
Resonancia magnética en dolor inguinal por lesiones musculares
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recto femoral del cuádriceps derecho se solicita placa sim-
ple AP de pelvis y resonancia magnética de pelvis (Figura 
3) encontrando: en placa simple datos compatibles con 
lesión del rodete glenoideo en su porción anteroexterna 
y coxartrosis ipsilateral; en la resonancia magnética se ob-
serva líquido (sangre) rodeando al músculo rector femoral 
disecándolo. Se le prescribe reposo relativo, uso de bastón 
a mano contralateral, paracetamol 500 mg/TID, además de 
tramadol solución, 10 mg como dosis de rescate en caso 
de dolor intenso, se aplicaron sesiones de ultrasonido cada 
tercer día (en número de 15), con ejercicios de estiramiento 
paulatino de cuádriceps, se dio de alta asintomática.
DISCUSIÓN
El músculo cuadrado crural1 se encuentra en la parte 
posterior de la cadera, tiene relaciones con los nervios 
ciáticos mayor y menor (de ahí sus manifestaciones de 
dolor a la región glútea), los vasos isquiáticos que lo cruzan 
verticalmente; por delante está en relación con la cápsula 
articular (origen de las manifestaciones de dolor a la región 
inguinal). Su acción es de rotador externo de la cadera por 
lo que al efectuar rotación interna pasiva o activa origina 
dolor por estiramiento. Su lesión es poco frecuente, con 
incidencia desconocida, siendo sus manifestaciones clínicas 
dolor en región glútea y/o región inguinal. De acuerdo con 
el reporte de O’Brien y colaboradores,5 esta lesión se pre-
senta principalmente en el género femenino con relación 
6:1 con edades comprendidas entre 18 y 43 años, siendo 
la mayoría rupturas aisladas grado II en la unión músculo-
tendinosa, causadas durante la práctica de deportes con 
raqueta (semejante al paciente presentado). El mecanismo 
de lesión se da al tratar de controlar la rotación interna de 
cadera inmediatamente el envío del servicio, generando 
una contracción excéntrica de los rotadores externos de 
cadera (entre ellos el cuadrado crural) que ocasiona la rup-
tura de sus fibras. Debido a lo infrecuente de la lesión, por 
lo regular no se diagnostica de primera intención, siendo 
necesario el estudio de imagen para llegar al diagnóstico 
de certeza. En 80% de los casos clínicos registrados de 
lesión de cuadrado crural los hallazgos de RMN3 indican 
presencia de edema o hemorragia de la unión músculo-
tendinosa del cuadrado crural entre el trocánter mayor y 
la tuberosidad isquiática. El cuadro puede manifestarse 
posterior a la osteotomía de cadera y a la colocación de 
prótesis de la misma. Tanto la ruptura del cuadrado crural 
como su pinzamiento deben ser parte del amplio diagnós-
tico diferencial de los problemas de cadera.
En relación a la lesión del músculo psoas iliaco, en la 
mayoría de los gimnasios aún se efectúan rutinas de ejer-
cicios con poca o inadecuada supervisión; un ejemplo es 
la elevación de ambas extremidades inferiorescon rodillas 
en extensión en posición supina,6 con la suposición de 
que dicho movimiento es útil para fortalecer los músculos 
abdominales. Desde el punto de vista biomecánico, este 
movimiento es efectuado por el complejo muscular psoas 
iliaco, que por su inserción proximal, durante su acción 
ocasiona hiperlordosis lumbar, lo que hace vulnerable al 
psoas iliaco; si a eso agregamos que durante el descenso 
de las extremidades inferiores, la contracción es de tipo 
excéntrico, actuando sobre un largo brazo de palanca, se 
incrementa el riesgo de desgarro muscular. La lesión en su 
inserción distal es más frecuente, pero puede observarse 
también en sus inserciones proximales (como en el caso 
presentado); el nervio crural puede afectarse por sus rela-
ciones anatómicas en 37 a 57% de los casos, produciendo 
su parálisis por compresión o irritación. En relación con la 
prevalencia, las lesiones se presentan habitualmente en 
personas jóvenes durante la práctica deportiva. Las ma-
nifestaciones más frecuentes son: dolor inguinal y/o dolor 
lumbar o en el flanco ipsilateral, que se incrementa con 
la flexión activa de cadera. A la exploración se encuentra 
imposibilidad para flexionar la cadera ipsilateral a la lesión; 
existe dificultad para la marcha y paresia del cuádriceps, el 
intento de extender pasivamente la cadera agrava el dolor 
(signo invertido del psoas).7 Se pueden presentar parestesias 
y alteración de la sensibilidad cutánea en el territorio del 
nervio femoral. Los pacientes con grandes hematomas del 
Figura 3:
Imagen de resonancia magné-
tica de pelvis en cortes axiales, 
ponderadas en T2, mostrando 
en (A) presencia de líquido 
(sangre) que diseca al músculo 
recto femoral del cuádriceps a 
nivel de articulación coxofe-
moral (fl echa); en (B) a nivel 
del trocánter mayor el líquido 
rodea completamente al rector 
femoral disecándolo (fl echa).
A B
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psoas iliaco pueden presentar signos de hipovolemia, ya 
que el músculo puede contener un gran volumen sanguí-
neo. Al diagnóstico se llega por un interrogatorio adecuado 
y exploración física completa, corroborándose con apoyo 
de imagen. En todos los individuos es indispensable com-
probar su estado de coagulación. La ecografía abdominal 
puede aportar mucha información para detectar estas 
lesiones; no obstante, la tomografía, la angiotomografía 
y la resonancia magnética tienen mayor sensibilidad y 
especificidad. La tomografía es útil para diferenciar los 
hematomas de otras lesiones retroperitoneales como abs-
cesos y tumores; la angiografía puede actuar de manera 
diagnóstica y terapéutica al ser posible la embolización 
del vaso sangrante. Entre los diagnósticos diferenciales8 
de este cuadro se encuentran apendicitis aguda, abscesos 
musculares, tumores retroperitoneales, cólico nefrítico, 
coxartrosis o hemartrosis de cadera, fracturas de las espinas 
iliacas posterosuperior y anterosuperior, así como hernias 
discales. Cuando no existe antecedente traumático, es 
indispensable realizar pruebas de coagulación y descartar 
discrasia sanguínea o el uso de anticoagulantes. La cirugía 
estaría indicada si hay progresión del sangrado, parálisis 
completa sin signos de recuperación en lo inmediato o 
ambos. La neuropatía femoral es habitualmente reversible; 
el tiempo para la recuperación es variable y a veces pro-
longado. Los pacientes hemofílicos se tratan con reposición 
de factor VIII o IX hasta que cesa el sangrado y en ellos está 
contraindicada la cirugía. El tratamiento de los hematomas 
del psoas iliaco es controvertido; en hematomas de peque-
ño o moderado tamaño sin repercusión hemodinámica, el 
manejo es conservador, con reposo absoluto y analgesia 
adecuada; puede llegar a requerirse la aplicación de trac-
ción del miembro ipsilateral para rectificar la contractura 
refleja de la cadera, alinear la articulación y disminuir el 
dolor, así como un programa de rehabilitación. El manejo 
de la hemostasia resulta en extremo importante. En el caso 
de grandes hematomas que causen compresión importante 
con alteración funcional de las estructuras adyacentes existe 
indicación quirúrgica9 excepto en pacientes hemofílicos, 
en donde está contraindicada la cirugía.
El músculo rector femoral (RF) es el único músculo biar-
ticular del cuádriceps, es el músculo más frecuentemente 
lesionado en el muslo anterior, especialmente en atletas, 
las lesiones en su inserción proximal son menos frecuen-
tes, pudiendo originarse en tres puntos distintos: a) en la 
entesis (inserción en la espina iliaca anteroinferior), b) en 
el tendón y, c) en la unión músculo-tendinosa. En niños se 
presenta como avulsión de la espina iliaca anteroinferior;10 
las rupturas traumáticas (como en este caso) y la tendinitis 
calcificada se observan en adultos; la lesión traumática 
puede ser subdiagnosticada, principalmente en el adulto 
mayor confundiéndose con coxartrosis u otras causas de 
dolor inguinal. La lesión traumática del rector femoral se 
presenta durante la hiperextensión de cadera con rodilla en 
flexión (como en el caso presentado) o como resultado de 
una contracción excéntrica del cuádriceps. El ultrasonido 
apoya el diagnóstico; sin embargo, el estudio de elección es 
la resonancia magnética.11 El tratamiento habitualmente es 
conservador, requiriéndose cirugía en casos seleccionados 
en atletas.4
Hasta 30% de las lesiones en el deportista se presentan 
a nivel muscular, con mayor frecuencia en los isquiotibia-
les, el recto anterior de los cuádriceps, los gemelos y los 
aductores, siendo la ultrasonografía muy útil en su detec-
ción; esta utilidad queda limitada en lesiones musculares 
profundas, particularmente en la musculatura relacionada 
con la pelvis donde los músculos obturadores, piramidal, 
géminos y cuadrado crural son difíciles de evaluar, además 
de ser un método diagnóstico operador dependiente. Por 
otra parte, la radiografía simple, así como la tomografía 
computarizada no son de gran utilidad, especialmente en 
etapa aguda, resultando sólo de utilidad en casos crónicos 
para localizar calificación heterotópica o cicatriz fibrosa en 
miositis osificante. Por lo que en lesiones musculares pro-
fundas, especialmente en la pelvis, la resonancia magnética 
es el método de elección, pues cuenta con gran resolución 
anatómica y capacidad multiplanar que permite descartar 
otras patologías de similar presentación clínica y realizar 
un diagnóstico específico.12
CONCLUSIONES
La resonancia magnética es un estudio indispensable para 
el diagnóstico de certeza en lesiones musculares profundas 
y/o atípicas que originan dolor inguinal, ante dudas clínicas 
diagnósticas y cuando el paciente con dolor inguinal no 
presenta una evolución favorable.
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