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MIEDO, REVERENCIA, TERROR Cinco ensayos de iconografía política Cario Ginzburg L o s l i b r o s J e la otra mtrmítt dt Cito MIEDO, Cinco REVERENCIA, TERROR nsayos de iconografía política Cario Ginzburg L o s i i h r o s d c !.} ofni nanuLi <íe t'.ih Primera edición: Editorial Contrahistorias, octubre de 2014. [5BN 9 7 8 -9 7 0 -9 4 3 5 3 -4-5 Digitalizado por: Micheletto S a p ie n s Historicus © Contra historias. La otra mirada de Clío Estamos por la difusión más amplia posible de la cultura. Se permite la reproduc ción total o parcial de esta obra por medios electrónicos, mecánicos, químicos, óp ticos, de grabación o fotocopia, con el simple permiso escrito del editor. D ise ñ o g rá fico y fo rm a ció n : M a n u e l Sá n c h e z y M a d r id J im é n e z Impreso en México / Printed in México índice PREFACIO 5 CAPITULO 1. MEMORIA Y DISTANCIA. EN TORNO 13 DE UNA COPA DE PLATA DORADA (AMBERES, APROXIMADAMENTE 1530) CAPITULO 2. MIEDO, REVERENCIA, TERROR: RELEER A 31 HOBBES HOY CAPÍTULO 3. DAVID, MARAT. ARTE, POLÍTICA, RELIGIÓN 51 CAPÍTULO 4. "YOUR COUNTRY NEEDS YOU". UN 129 ESTUDIO DE CASO EN ICONOGRAFÍA POLÍTICA CAPÍTULO 5. LA ESPADA Y EL FOCO. UNA LECTURA DEL 151 GUERIMICA LISTA DE ILUSTRACIONES 183 PREFACIO 1. Los ensayos, o tentativas, reunidos aquí tratan temas muy di ferentes los unos de los otros, pero todos ellos están vinculados a la iconografía política que se evoca en el subtítulo de este libro. En cambio, el instrumento analítico que les es común a todos ellos, es menos evidente: se trata de la noción de Pathos/onneln (“Fórmulas de Emoción") propuesta por Aby Warburg hace más de un siglo’. Evocaré rápidamente la significación y la génesis de esta noción, an tes de indicar el uso, en parte nuevo, que yo hago aquí de ella. 2. En una conferencia pronunciada en Hamburgo en octubre de 1905, Warburg aproximaba un dibujo de Durero, que representaba la muerte de Orfeo, a un grabado sobre el mismo tema, que prove nía del círculo de Andrea Mantegna. El dibujo se inspiró en el graba do: pero además, y a través de mediaciones cuyos trazos se perdían, este grabado recuperaba, en el gesto de Orfeo muerto, "una fór mula de emoción (Pathos/ormeln) arqueológicamente fiel"1, que se encontraba ya en los vasos griegos. Y no se trataba aquí, según War burg, de un caso aislado, porque el arte del primer Renacimiento ha bía retomado de la Antigüedad "los modelos de una gestualidad pa tética intensificada'’, ignorados por la visión clásica, que había que rido identificar el Arte de la Antigüedad con la "grandeza serena*’. Así, dentro de esta interpretación estilístíco-iconográfica de la muerte de Orfeo, Warburg (como él mismo lo señala dentro de su propio diario, algunos meses más tarde), recurría a Nietzsche para recuperar a Wínckelmann, al mismo tiempo que lo corregía3. Y con la recuperación de Nietzsche venía también la de Burckhardt: el Re nacimiento (según las observaciones de Fritz Saxl, que utilizó las notas que dejó Warburg) había retomado, sobre todo a través de los sarcófagos, los gestos del paganismo orgiástico que la Edad Me 1 Cfr. mi ensayo "De A. Warburg á E. H. Gombrich, Notas sobre un problema de m étodo”, en el libro Mitos. Emblemas, Indicios. Morfología e historio, Ed. Cedisa, Barcelona, 1994, pp. 38-93. ; A. Warburg, “ Diirer und die italienische Antike”, en Ausgewahlte Sdiriften und Würdígun- gen, D. Wuttke (editor), 2‘ edición, Badén — Badén, 19S0, pp. 125-135, en particular página 126. 1 E. H. Gombrich, Aby Warburg. An intelectual Biograpfiy, Londres, 1970, p, 185, nota 1, Cfr. también Ib:tí., pp. 245-246. Cario Gínzburg día, con su característica piedad, había censurado tácitamente4. Y es justamente dentro de una frase del libro La civilización del Rena cimiento, de Burckhardt, — "allí donde se manifestaba un pathos, era necesario que fuese bajo una forma antigua”— , que Gombrich ha reconocido el germen de la idea de Pathos/ormeín propuesta por Warburg5, Puede ser, pero lo que también es claro es que ese ger men cayó sobre un terreno que otras experiencias habían converti do en un terreno fértil. 3. En los ensayos que él mismo publicó, Warburg se sirvió con cierta moderación de la noción de Pathosforme/n. En cambio, no dejó de regresar a esta noción de una manera casi obsesiva, den tro de la masa considerable de materiales que acumuló al paso de los años. Aquí, inspirándose en las investigaciones del lingüista Her- mann Osthoff sobre el carácter primitivo de los superlativos, War burg compara las representaciones de ciertos gestos, que se po drían considerar como fórmulas, a los superlativos verbales, es decir "a las palabras primordiales de la gestualidad apasionada” (Urworte leidenschaftlicher Gebardenspracbe6). Y para Osthoff la ambivalen cia era una parte del conjunto de características de esas "palabras primordiales’', de modo que Warburg extendió este elemento a los Pathosformeln7. El Renacimiento recuperó ciertos gestos de emoción representa dos por la Antigüedad, aunque ¡nvirtiendosu significado. Un ejemplo de esta "inversión energética” (pues es esta la expresión propuesta por Warburg), es la de María-Magdalena, representada como una ménade en el cuadro La Crucifixión de Bertoldo di Ciovanni, el artista florentino que fue discípulo de Donatello: una imagen que aparece -1 F. Saxl, "D¡e Ausdrucksgebarden der bildenden Kunst”, 1932, en A. Warburg, Ausgewohlte Schriftert, pp. 419-431, y sobre todo la página 429 (Saxl se apoya en este punto en las notas del propio Warburg). s E, H. Gombrich, Aby Warburg, p. 179, nota 1: "Wo irgend Pathos zum Vorshein kam, musste es in antiker Form geschehen", citado por K. H. von Stein, Vorfesungen über Aesthetik, Stutt- gart, 1897, p, 77. "Esta es la idea germinal del PatfiosfornieJn de W arburg”, cfr. J. Burckhardt, La CiviJísation de !a Renaíssartce en I tal je, París, 1958, p. 85. [La traducción de H. Schmittt y R. Klein se aleja del texto original, y no recupera el término de “ pathos”]. 6 F. Saxl, “ Die Ausdrucksgebarden", p. 429, nota 1; E.H. Gombrich, Aby Warburg, pp. 178-179 (las notas de 1903-1906, basadas sobre H, Osthoff, "Von Suppletivwesen der indogermanis- chen Sprachen", en Akademiscfie Rede, Heidelberg, 1899), y página 263. Véase también ibtd., p. 232. ' M. Barasch, “ 'Pathos Formulae': Some Reflections on the Structure of a Concept”, en ¡mago Hommis, Studíes in the Language of Art, Nueva York, 1994, pp. 119-127 (que utiliza el término "am bigüedad”). Véase Gombrich, Aby Warburg, índice en la entrada “ polaridad"; C. Didi-Hu- berman, L’lm age survivante, Histoíre de í'nrt et temps des /antómes se ton Aby Warburg, París, 2002, pp. 190-270. 6 Miedo, reverencia, terror dos veces, una vez de manera completa, y la segunda vez como un detalle, dentro del At/as Mnemosyrte en el cual Warburg trabajó has ta el fin de su vida8. Después de la muerte de Warburg, Edgar Wind, que había sido parte de su círculo cercano, regresó sobre la Mana-Magdalena de Bertoldo di Giovanni, en un breve ensayo intitulado “La ménade bajo la cru2”. Ese ensayo se abría con una cita de los Discursos sobre el Arte de Joshua Reynolds. Y este último, comentando un dibujo de Baccio Bandínelli que le pertenecía, subrayó que el artista se había inspirado en una bacante "que expresaba una especie de gozo, derivado de un entusiasmo frenético", para representar a una María bajo la cruz que, a su vez, "expresaba una agonía frenética de dolor”. Y concluía: "es curioso observar, y es seguramente verdadero, que es necesaria sólo una pequeña variación, para que los extremos que pueden alcanzar pa siones opuestas, puedan ser representados por una misma acción”, y subrayaba que Warburg había reunido una documentación que precisamente “tendía a mostrar que gestos similares pueden llegar a tener significaciones opuestas”, aunque esto sin saber nada del ensayo de Reynolds (“Without knowing of this passage’^). Pero Wind se equivocó sobreeste punto. Porque Warburg había conocido el texto de Reynolds, gracias a un intermediario que nos ayuda a comprender mejor la génesis de la noción de Pathos/ormeln. 4. Aunque es necesario decir que se trata de un intermediario que es casi evidente. Pues en 1888, cuando preparaba un Semina rio para August Schmarsow, Warburg, que tenía entonces 22 años, encontró en la Biblioteca Nacional Central de Florencia el famoso libro de Charles Darwin titulado La expresión de las emociones en * A. W arburg, Der Bílderatlas. MNE/MOSVNE, M, Warnke (editor), con la colaboración de Cl. Bnnk, Berlín, 2000, cuadro 25, pp. 42-43: un bajo relieve neoático que hoy se encuentra en el Museo del Prado y que representa una ménade que baila y que se encuentra al lado de la iVlaría-Magdalena de la Crucifixión de Bertoldo di Giovanni. Cfr. también el cuadro 42, pp, 76 77 con la Dída5Calia: "Leidenpathos inenergetischer Inversión (Pentheus, Mánade am Kreuz). Bürgerliche Totenklage, heroisiert. Kirchl. Totenklage. Tod des Erlosers ( . . .) Grablegung. To- desmedltation” (aquí, con la imagen entera de la Crucifixión de Bertoldo di Giovanni). Véase también A. W arburg, Togebuch der Kufturwissensch/o/ilíchen Bíblrothek W arburg mit Eíntragen won Certrud Bing und Fritz SaxI, K. Mlchels y Ch. Schoell-Glass (edítors), Berlín, 2001, p, 320. ' E, Wind, "The Maenad under tbe Cross. Comments on an Observation by Reynolds" [1937], en el libro Hume and the Heroic Portroít. Studies in Eighteenth-Century Imagery, J. Anderson (editor), Oxford, 1986, pp. 74-76. K. W. Forster juzga la referencia a Reynolds “significativa”, en K. W. Forster - K. Mazzucco, Introduzíorte ad Aby W arburg e all'Atlante delta Memoria, M. Centanni (editor), 2002, p. 28, 7 Cario Cinzburg /os hombres y en ios animo/es10. Entonces, Warburg escribió en su diario: "Por fin un libro que puede serme útil"’1. Y que esta “utili dad” puede tener alguna relación con la noción de Pothos/orme/n ha sido señalado muchas veces, pero siempre de un modo vago: “ La cuestión que permanece todavía abierta, y se ha podido es cribir esto, es la de saber en qué sentido hay que interpretar tal influencia’*'2. Sea. Pero toda interpretación futura deberá tomar en consideración un dato que ha sido extrañamente silenciado por los especialistas de Warburg, y es el de que Darwin, en su capítulo con sagrado a la contigüidad de los estados emotivos extremos, como por ejemplo la risa y los ¡lantos espasmódicos, cita en una nota el pasaje ya mencionado de Reynolds, “ It is curious to observ, an ¡t is certainly true, that the extremes of contrary passions are, with very little variation, expressed by the same action”, y subraya que “Como ejemplo él cita el placer frenético de una bacante y el dolor de una María-Magdalena”'5. Esas cinco líneas de Darwin, han encendido en el espíritu de War burg una reflexión que habrá durado cuarenta años. Y se podría ver aquí la expresión in nuce de la noción de “fórmula de emoción” (Pathosformeln) con sus diversas implicaciones: de un lado, la rela ción con “la Antigüedad”, y del otro “la inversión energética” que transforma el frenesí extático de la bacante en un frenesí doloroso en María-Magdalena. Pero se trata en verdad de una ilusión retros pectiva, porque la semilla no explica el árbol. Además, es revelador 10 Charles Darwin, The Expression of the Emotions ín Mort ond Animáis, Londres, John M urray, 1872 (Biblioteca Nazionale Céntrale: M ACL. 19.8.445). La biblioteca posee también un ejem plar de la traducción francesa: L'Expression des emotions ebez l ’homme et les animaux, traduc ción de S. Pozzí y R. Benoit, Paris, 1S74 (M ACL. 19.8.435). Cfr. Charles Darwin, L’espressiorte del le emozioni neíi’uomo e negli animal!, 3' edición, con una introducción de P. Ekman, y con un ensayo sobre la historia de las ilustraciones de Ph. Prodger, Turín, 1999. Véase también D. M. Cross, "Defending the Humanities with Charles Darwin’s The Expression of the Emotions in Man and Animáis (1872)", en la revista Critica! Inquiry, núm. 37, Otoño 1010, pp. 34-59 (con indicaciones bibliográficas sobre algunas discusiones recientes). " E. H, Gombrích, Aby Warburg, p. 72 (que cita el titulo de una manera imprecisa: The Expres sion of Emotions in Animáis and Men). El título exacto es: The Expression of the Emotions in Man and Animáis. G. Didi-Huberman, L'Image sum vante, p. 232. El planteamiento de esta pregunta provoca un intento de respuesta que es muy rica en observaciones útiles (pp. 224-240, 242-246). La im portancia decisiva de Darwin para la teoría de la expresión de Warburg, había sido ya señalada por Gombrich (Aby Warburg, p. 242). " "He [Reynolds] gives as an instance the frantic joy of a Bacchante and the grief of a Mary Magdalene", Charles Darwin, The Expression of the Emotions in Man and Animáis, 2* edición, por F. Darwin, Londres, 1904, p. 214, nota 17 (en la edición de Londres de 1872, consultada por Warburg, la nota se encuentra en la página 208, nota 15). Véase también P. Ekman, Darwin and Facial Expression. A Century of Research in Revíew, Londres, 1973. Se ve uno tentado a leer, en el comentario de Wirtd sobre el pasaje de Reynolds, ("a fundamental law of human expres sion": "The Maenad", p. 74), una alusión inconsciente al título del libro de Darwin. 8 Miedo, reverencia, terror que Warburg haya esperado más de veinte años, antes de proponer al público su noción de Pathos/ormeln. 5. Es posible que esta duda provenga de una dificultad que War burg no ha logrado resolver verdaderamente. Porque si las expre siones de las emociones, como lo sugería Darwin desde el propio titulo de su libro, se explican a través de la evolución, entonces la búsqueda e investigación de intermediarios culturales específicos se vuelve superflua. Pero son precisamente estos intermediarios, ciertos o supuestos, los que estaban en el centro de la conferen cia de Hamburgo sobre "Durero y la Antigüedad Italiana" (1905). En cambio, en la introducción al Atlas A/lnemosyne, Warburg, en el artículo de la muerte (1929), evoca algunos “engramas de una ex periencia apasionada [que] sobreviven como patrimonio heredita rio impreso dentro de la memoria”14. Así que en el espacio de un cuarto de siglo, el espíritu de Warburg habría oscilado entre dos direcciones opuestas. Y la riqueza de su obra, la editada y también la inédita, nace justamente de esta tensión no resuelta entre una perspectiva histórica y una perspectiva morfológica, que se puede representar en esta oposición entre, de un lado el diagrama que condensa el extraordinario desciframiento de los frescos del pala cio Schifanoia, y del otro, las imágenes yuxtapuestas por contigüi dad y por disonancia en los distintos cuadros incluidos en el libro Mnemosyr>e'\ 6. Pero dicha tensión tiene raíces objetivas. Porque la transmi sión de los Pathos/ormeln depende de contingencias históricas, ya que las reacciones humanas frente a esas fórmulas dependen de contingencias completamente diferentes, en el seno de las cuales, los tiempos más o menos breves de la historia se entrelazan con los tiempos muy largos de la evolución. Y las modalidades de este en trelazamiento nos reenvían hacía un campo de investigaciones que, en una gran medida, se encuentra todavía inexplorado. Y es precisa '* G. Didl-Huberman L'lm age survivante, p. 240, Esta tensión no aparece en el libro de Didi- Huberman, quien no le da ningún lugar al Warburg historiador. Pero la reconstrucción del W arburg "teórico", está tam bién viciada por su polémica en contra de "el odio positivista frente a toda 'teoría” 1 (p. 93). Sin embargo, las teorías de Warburg nacen evidentemente del positivismo, aún cuando luego lo superan (y lo mismo sucede con las teorías de Freud, por lo demás; pero la comparación entre los dos, a la que Didi-Huberman dedica mucho tiempo, no es muy esdarecedora). ’5 Sobre esta oposición y sus implicaciones, véase Cario Ginzburg, “Semejanzas de familia y árboles defamilia: dos m etáforas cognoscitivas”, en Contra historias núm. 7, México, 2006, pp. 17-36* 9 Cario Ginzburg mente a este campo de investigación, que los ensayos reunidos en este libro quisieran aportar una pequeña contribución. En el primero, se explora el efecto de distanciamiento, en re lación a la violencia de la colonización del Nuevo Mundo, efecto producido por el hecho de recurrir a un lenguaje visual tomado en préstamo de la Antigüedad clásica. En el segundo, el análisis de! tér mino awe (en el que confluyen el terror y la veneración), y del lugar central que este término ocupa en la reflexión de Hobbes, puede desembocar en una reflexión más general: ¿en qué medida la ambi valencia de la expresión de las emociones extremas, señalada por Darwin (y también por Reynolds, antes de él), y desarrollada más adelante por Warburg, depende del contexto histórico? Terror y ve neración están también en el centro del tercer ensayo, consagrado al cuadro Marat del pintor David: aquí, la recuperación de los gestos de una iconografía pagana en principio, y luego cristiana, puesta al servicio de la iconografía revolucionaria, ilustra de manera ejemplar las ambigüedades de lo que se ha llamado el proceso de la secula rización. El mismo tema reaparece, de una manera implícita, en el cuarto ensayo, pues los antecedentes at mismo tiempo lejanos y cer canos del gesto de Lord Kitchener, permiten aclarar su poderosa efi cacia. Finalmente, en el quinto ensayo, la yuxtaposición violenta de lo antiguo y de lo contemporáneo, de una espada rota y de un foco, compuesta por Picasso, arroja una luz inesperada sobre su cuadro Guerníca. Con lo cual regresamos al terror y a sus gestos, un tema que se encuentra en el centro de todo este conjunto de ensayos de iconografía política. 7. La noción de Pathos/orme/n permite mostrar hoy las raíces antiguas de las imágenes modernas, lo mismo que el modo en que esas raíces han sido reelaboradas. Pero el instrumento analítico que Warburg nos ha transmitido, puede ser extendido a otros fenóme nos, muy diferentes de aquellos para los cuales fue elaborado ini cialmente. El frontispicio del libro de! Leviathcin, este ejemplo ilustre de la iconografía política, traduce en una imagen nueva las antiguas palabras de Tácito: /ingunt símul creduntque {"ellos inventan ficcio nes, y al mismo tiempo creen en las propias ficciones que han in ventado”, según una traducción que debería ser explicada). Pero en este caso, nosotros no estamos ya frente a una emoción, sino frente a una idea, a un Logosformel que tiene por objeto a una emoción: es tamos subyugados por mentiras, de las que nosotros mismos somos los autores. En su simplicidad desarmante y paradójica, esta idea 10 Miedo, reverencia, terror * puede ayudarnos a crear una distancia —y por ende, también una defensa— , en contra del verdadero torrente de iconografía política, directa e indirecta, que se descarga sobre nosotros a cada momen to, sin interrupción. * * * A Martín Rueff, que tradujo estos ensayos al francés, con la com petencia y la generosidad que todos conocemos de él, y a! que le expreso una vez más mi profunda gratitud. * * * Post-scriptum a la traducción en español: Agradezco profunda mente a mi amigo Carlos Antonio Aguirre Rojas, que tradujo al es pañol estos ensayos, y que aceptó incluir en este libro el primero de ellos (que no está incluido en la edición francesa de este libro). Aunque, como los lectores podrán comprobar, ese primer ensayo nació también del mismo proyecto que ha inspirado a los otros cua tro ensayos.'6 En esta edición mexicana se han eliminado, en las notas, algunas citas provenientes de los textos originales mencionados. ,s Es el ensayo "M em oíre et Distante. Autourd'une coupe d'argent doré (Anvers, ca. 1530)”, en Diogéne, número 101, enero — marzo de 2003, pp. 108-126. 11 CAPITULO 1. MEMORIA Y DISTANCIA. EN TORNO DE UNA COPA DE PLATA DORADA (AMBERES, APROXIMADAMENTE 1530) i. En 1929, poco tiempo antes de su muerte, Aby Warburg redac tó una Introducción a su último proyecto intelectual, el Atlas de imá genes que él dedicó a Mnemosine, diosa griega de la Memoria, cuyo nombre estaba inscrito en el frontispicio de la Biblioteca de las Cien cias Culturales que el propio Warburg había fundado. La introduc ción de Warburg, publicada por primera vez en su versión italiana solo 70 años después de su muerte, comienza por la frase siguiente: “La creación deliberada de una distancia entre sí mismo y el mun do exterior, puede ser considerada como el acto fundamental de civilización. Cuando esta distancia es fuente de creatividad artística, la conciencia de la distancia puede llegar a cumplir una función so cial durable'”7. ¿Por qué en el espíritu de Warburg la memoria estaba tan estre chamente ligada a la distancia? Comentando el pasaje que acaba mos de citar, Ernst Gombrich escribió: "No se trata de que la memoria pueda generar la 'distancia’, sino que ella puede hacer más amplio el intervalo entre dos polos que son, de un lado, la contemplación serena, y del otro, el abandono or giástico a las emociones, proveyendo modelos a ambas actitudes”'3. En su Introducción al Atlas de imágenes, Warburg asociaba la me moria no solamente a los individuos, sino también a las “personali dades colectivas” (KollektiVpersónfichfíeiten). Gombrich había deri vado de esto “un paralelo significativo entre el sistema desarrollado por Warburg, y las ideas de Jung a propósito de los arquetipos y de Traducción libre. Para la traducción italiana véase Mnemosyne. (.'Atlante delta memo rio di Aby Warburg, materiales publicados bajo la responsabilidad de I. Spinelli y R. Venturi, Roma, 1988, p. 33-43, para la versión original en alemán véase A. Warburg, Der Bilderatlas Mnemosy ne, editado por M. Warnke con la colaboración de C. Brink, en Cesommeite Schriften, 11,1, Ber lín, 3000 p. 3-6. [Existen dos ediciones en español de esta obra de Aby Warburg, y vale la pena consultar ambas, pues la primera contiene varios Apéndices que no se incluyen en ia segunda, y la segunda, además de incluir una reproducción facsimilar del texto de Warburg, es una versión mucho más exacta de los Cuadros o Tablas del texto original, incluyendo además una amplia monografía explicativa como Volumen II de la edición. Esta versiones son: Warburg, Aby, Atlas M nenioíyne, Ed. Akal, Madrid, 2010, y Warburg, Aby, El Atlas de Imágenes Mnemosi ne, Ed. Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, México, 2012. Nota del Traductor]. Mis citas han sido extraídas de la traducción inglesa del libro de Ernst H. Gombrich, Aby Warburg, An Intelectual Biography, Londres, 1970, p. 228. " Ernst H. Gombrich, Aby Warburg, pp, 288-289. Traducción libre. Cario Ginzburg la memoria racial'”9. Pero esta idea no me parece para nada con vincente. Pues el proyecto de Warburg no tenía nada que ver con arquetipos ahistóricos: más bien, se trata aquí de una memoria que había sido perdida y luego reencontrada, de la memora contingen te y frágil del pasado de Grecia y de Roma. Y e! redescubrimiento de esta memoria, implicaba una serie de cosas que van mucho más allá de una simple empresa erudita llevada a cabo por anticuarios, incluso si los eruditos y los anticuarios han jugado aquí un rol muy importante. Porque ciertas representaciones visuales y verbales, enraizadas en un pasado lejano, han ayudado a convertir a nuestro presente en algo mucho más familiar, y a controlar así la distancia geográfica y/o cultural. 2. El encuentro de Europa con el Nuevo Mundo, ilustra de mane ra muy clara esta interacción entre el pasado y el presente. "Hemos descubierto tierras inmensas, hemos visto un número infinito de pueblos hablando lenguas diferentes, y todos ellos estaban desnu dos, escribid Américo Vespucio en 1500, a Lorenzo di Pierfrancesco de Medid’0. Esta desnudez, subrayada por todos los viajeros euro peos, era considerada como una prueba irrefutable de la ausencia de civilización."No tienen fe ni ley. Viven según la naturaleza”, es cribió Vespucio^’. Pier Martire d’Anghiera, no obstante, en su libro Decades de Orbe Novo, de 1516, una obra que tuvo un impacto consi derable, invirtió este juicio despreciativo: esos pueblos, escribió él, comentando un dialogo con un “filósofo desnudo”, no poseen bie nes, no tienen leyes, no tienen libros ni tampoco jueces, "pero ellos están en la Edad de Oro”32. 5e trataba aquí de un acontecimiento muy importante, pues este era, nada más y nada menos, que el nacimiento del mito del buen salvaje. Las imágenes y los textos antiguos proveían un marco apro piado para abordar a los habitantes del nuevo mundo: un lenguaje textual o visual que se apoyaba en las mitologías griega y romana, y que finalmente ha transformado el hecho de “estar desnudo” en la simple condición de la "desnudez'’. En este sentido, podemos citar ” Ernst H. Gombrich, Aby Warburg, pp. 241-242; véase también [a página 287. Américo Vespucio, II mondo nuovo, M. Pozzi (Editor), Milán, 1984, p. 71 (Carta a Lorenzo di Pierfrancesco de'Medici det 28 de julio de 1500). ” Am érico Vespucio, II mondo nuovo, p, 79: Non tengono rté lege né fede nesuno. Vivan secando natura (Carta desde Lisboa a Lorenzo di Pierfrancesco de' Medici, fechada en 1502). ” Petrus Martyr de Angleria, Opus, Introducción de E. Woldan, Graz, 1966, Decas prima, ca- put til, fol X. Ver también Extraíct ou recueiJ des isles nouvellement trouvees en la grand mer Oceane.,, fait prem¡¿rement en latín por Fierre Martyr de Mitán, et depuis transióte en lartguage ftrjnr oví P^rís. Simón rlp Colines. n. 73 r. 74 Miedo, reverencia, terror un ejemplo bien conocido: el de los dos murales de Piero di Cosimo, que representan distintos episodios de la vida de Baco (Ei descubri miento de la miel, hoy en el Worcester Art Museurn, en Worcester, Massachusetts, y Las desventuras de Sileno, hoy en el Fogg Art Mu seum, en Cambridge, Massachusetts) y que han sido interpretados de manera convincente por Edwin Panofsky como comentarios vi suales sobre "los orígenes de Ib historia del hombre”23. Aunque, cosa curiosa, Panofsky ha omitido subrayar que muchas de las pinturas de Piero di Cosimo sobre este tema, habían sido cla ramente inspiradas por el Descubrimiento del Nuevo Mundo, tema que se convirtió en familiar para el público florentino, gracias a la publicación de dos narraciones, de 1504 y de 1505, de la autoría de Américo Vespucio, él mismo florentino: la primera Mundus novus y la segunda Somar/o.,, di due sue navigazioni al magnífico messer Pietro Soder/nP4. (Llamamos la atención sobre el hecho de que Federico Zeri, ha fechado este conjunto de cuadros de Piero de Cosimo en tre 1505 y 1507, basándose sobre criterios de evaluación puramente estilísticos)25. Además, Vasari nos dice que Piero de Cosimo ha pin tado sus storie baccanarie, sus historias relativas a Baco para Gio- vanni Vespucio, o más probablemente, para el padre de este último, Guídantonio, que fue un hombre político de primer plano y antiguo Embajador en ¡a Corte del Rey de Francia Luis XI, y que además vivió dos años en París con un pariente lejano, su joven protegido, Amé- rico Vespucio16. Los cuadros de Piero di Cosimo trataban de ser, evidentemente, un homenaje indirecto a los descubrimientos de Américo. Pero ha )! Erwin Panofsky, "The Early H ¡5(017 of Man in Two Cycles of Paintings by Piero di Cosimo", enStudíes in iconotogy, Nueva York, 1939, pp. 33-68. " Véase Américo Vespucio, II mondo nuovo, op. cit. 14 Federico Zeri, "Rivedendo Piero di Cosimo", 1959, en el libro Giorno per giorno nella pittura. Scritti su ií’arte tosccma dal Trecento al primo Cínquecento, Turín, 1991, pp. 175-182, en particular página 180. lb Erwin Panofsky, Studies, p. 5,9, nota 69: el nombre de Guidantonio ha sido sugerido por G. Gamba en "Piero di Cosim o e i suoi quadri mitologici", en SoJIettrno d'orte, 1936, p. 45-57. Sobre Guidantonio véase F. J. Pohl, Amérigo Vespucci Priot Major, Hueva York, 1966, p. 26 don de dice: "U na de las influencias principales en la vida de Am érico ha sido la de Guidantonio Vespucio, un primo lejano (el tatarabuelo de Américo era un hermano del bisabuelo de Guí dantonio), que era un eminente hombre de leyes, Doctor en Derecho, diplomático y hombre de letras". Américo, que estaba con él el mismo año de la conjura de Pazzi, ha pasado dos años en París. "Era el miembro de la familia Vespucio más eminente. Fue varias veces Prior y dos veces Jefe Ejecutivo de justicia de Florencia, en 1478 y en 1498 ( . . .) ”. La correspondencia familiar revela que Guidantonio y Am érico tenían, el uno respecto del otro, la más alta estima, y que a lo largo de los anos habían construido lazos muy estrechos. Sobre este problema, no he podido consultar el libro de Germán Arciniegas, El Embajador. Vida de Guido Antonio, tío de Amérigo Vespucci, Bogotá, 1990. 15 Cario Cinzburg biendo ignorado este elemento contextual, Panofsky ha concluido entonces que las pinturas de Piero di Cosimo sobre los comienzos de la historia de la humanidad, deberían ser interpretadas como “los recuerdos inconscientes de un primitivo, que se encontró viviendo en un periodo de civilización avanzada”37. Pero en contra de este punto de vista de Panofsky, debemos afirmar que Piero di Cosimo no era ni un “primitivo” ni tampoco un “fenómeno atávico", y que no abordaba a las poblaciones recientemente descubiertas, median te el sesgo de sus "recuerdos subconscientes”, sino a través de una memoria muy consciente y deliberadamente inspirada en los tiem pos de la Antigüedad clásica. Por lo demás, su aproximación no tenía nada de excepcional. Pues en 1521, Cesare Cesariano, para explicar con palabras su ilustra ción del pasaje de Vitrubio sobre el descubrimiento del fuego (II, 1, 1-4), menciona a la “ Edad de Oro”, igual que a las “nuevas poblacio nes” (noví popul/) descubiertas por las flotas de los reyes de España y de Portugal38. Y algunos años más tarde, Vasco de Quiroga, Juez y entonces Obispo de Michoacán, escribió que las poblaciones más in genuas del Nuevo Mundo eran exactamente iguales a las de la Edad de Oro, citando como referencias de autoridad para sustentar su afirmación, a Lo Utopía de Tomás Moro, y a la Saturnalia de Luciano39. De modo que inspirándose y apoyándose en la herencia griega y ro mana, a la vez visual y textual, escritores, anticuarios, pintores y es cultores europeos, han tratado de dar cuenta de las poblaciones de los nuevos territorios descubiertos, los cuales los geógrafos griegos o romanos, no habían ni de lejos sospechado la posible existencia. 3. El estudio de caso que presento aquí, trata sobre una copa de plata dorada, que se puede ver expuesta en la 5chatzkammer de la Res/denz en Múnich)C (véase Ilustración núm. t). Debido a su calidad ” Erwin Panofsky, Stud¡es, p. 67. ,s Vitrubio, De orehitecturo, transíate commentato et u/Jiguroto da Caesare Cesariano, 1521, A. Bruschi, A. Carugo y F. P. Fiore (editores), Milán, 1981, c. XXXI v. Panofsky ha reproducido ia ilustración de Cesariano, pero ha olvidado señalar el texto que la acompaña; véase Studies ín Icono/ogy, p. 41, nota 23. Véase tam bién C. Cesariano, Valgarizzam ento del libri IX (Capítol! 7-8) e X di Vitruvio, De Architectura, secondo II manoscrítto 9/2790, Sección de Cortes de ia Real Aca demia de Historia, Madrid, B. Agosti (editor), Pisa, 1996, y véase también la compilación Cesare Cesariano e ¡I classicismo di primo Cinquecento, Milán, 1996. Véase Cario Cinzburg, Ninguna isla es una isla. Cuatro aproximaciones a la literatura inglesa desde una perspectiva mundial, Ed. Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, Villahermosa, 2003, pp. 28 — 30. *° H, Thoma, Kronen und Kfeínodien, Meisterwerke des Mittetolters und der Renaissance aus dem Scfiatzlíommern der Residen; ru München, Munich, 1965, p. 12 (Abb. 24 y 25), Schatzka- mmer 170. 16 * Miedo, reverencia, terror extraordinaria, y a la iconografía excepcionalque lo acompaña y lo singulariza, este objeto impresionante, de una altura de 47.5 cm. y de 24.5 cm. de diámetro, ha sido citado y reproducido muy frecuen temente. Pero hasta donde sé, no obstante, nunca ha sido objeto de un estudio realmente profundo, A partir de su propia inscripción grabada, sabemos que la copa ha sido fabricada en Amberes en 1524-15253'. Pero se ha conjeturado hace algún tiempo, que los adornos habrían sido agregados en una fecha ulterior32. Esta hipótesis trata de dar cuenta de una dispari dad estilística evidente, que ya había sido planteada varias veces, entre, de una parte ¡a forma gótica tardía de la copa y el follaje que se enreda alrededor del pie hasta la copela, y de otra parte, el estilo Renacimiento de las escenas que adornan la tapa, !a copela y el pie de la copa*3. Porque vista en cuanto a su exterior, la copa se pre senta como un objeto híbrido. Pero, muy curiosamente, no se ha señalado que la vista del interior de la copa es, aunque por razones diferentes, igualmente híbrida. Ya que, en efecto, la comparación entre la cara interna de la tapa, y la del pie de la copa, nos muestra igualmente una diferencia asombrosa (véase la Ilustración núm. 2). Porque si la cara interna de la copela y de la tapa, está recubierta de una capa suplementaria de plata dorada, que impide ver el reverso de las escenas que adornan la capa externa, en cambio, en el inte rior del píe de la copa, las escenas son perfectamente visibles en su reverso {véase Ilustración núm. 3). ¿Cómo podemos interpretar esta disimilitud? La única respuesta posible es la siguiente: tratándose de la tapa y de la copela, los ador nos han sido agregados sobre una copa preexistente, cuyo interior es todavía visible, mientras que el pie, cuya cara interna no tenía la doble capa de plata dorada, ha sido realizada por el mismo orfebre que ha decorado la tapa y la copela. O en otros términos, la copa que se puede ver hoy en la Sc/iatzkammer de la Residenz de Múnich, es el ensamble de dos copas, ubicadas la una dentro de la otra, con la única excepción del pie. Así que la antigua copa ha sido rota por razones desconocidas, no se sabe cuándo, pero seguramente antes del agregado de las escenas que adornan la parte exterior. >' M. Rosenberg, Der Goidehmtecic Markzeichen, Dr. erw. Aufl., Berlín, 1928, tomo IV, n. 5086. 11 C. Hernmarck, DieKunst der europáísehenGold — und Srlbersclimiede vori 1450 bis 1830, Mu nich, 1978, Abb. 141. En la página 101, ha sido sugerida otra fecha para los adornos, y se hace una comparación con ciertos platos decorados portugueses (sin referencia particular). 11 Véase por ejemplo L. Voet, Antwerp. the Colden Age, tfie Rlse and Clory of the Metrópolis ín the Síxteenth Century, Anvers, 1973, ilustración de la página 373 en color y el texto de la página 35a. Véanse igualmente las páginas 372 y 374. 17 Cario Ginzburg 4. Concentrémonos ahora en las escenas. Ellas cubren tres partes de la copa, que son la tapa, el cuerpo principal de la propia copa, y el pie, con un friso que representa seres humanos, animales, plantas y edificaciones. El observador se encuentra sumergido, por así decir, por la abundancia de información visual incorporada en el objeto, aún cuando esas escenas son fácilmente legibles. Aquí, los seres humanos (hombres, mujeres, niños) están, ya sea desnudos, ya sea vestidos con un paño que les ciñe la cintura, mientras que otros llevan vestidos más elaborados. Ciertos honv bres están llenos de adornos de plumas y otros llevan collares. Por su parte, los animales son a veces reales y a veces imaginarios. Y así, sobre la tapa, por ejemplo, ai lado de un mono vemos a un ky- nokephalos, un hombre con cabeza de perro, montado sobre un monstruo marino, con cabeza de toro y cola de serpiente. El mons truo ha sido amarrado con una cuerda por dos hombres desnudos, que lo jalan hacia afuera de un lago o de un río. También, dos hom bres que portan un arco, disparan una flecha en dirección de dos bestias que parecen ser pavos (detalle sobre el cual volveré más adelante), mientras que otro hombre toca un instrumento de mú sica. Además, en la escena de fondo, se distinguen montañas, edifi caciones imponentes cerca de un lago o de un río, con barcos y con remeros. Y cabe señalar que el contorno de las montañas, de las construcciones y de los barcos, está delicadamente grabado sobre la capa de plata dorada. Mas abajo, y ya sobre la copa, se ven palmas y otros follajes. Y una mujer desnuda, cubierta de un manto arrojado sobre sus espal das, cuida a un niño, al mismo tiempo en que una pareja abrazada está sentada al lado de ella, y un mono está acostado sobre el suelo, frente al observador. También un hombre desnudo, de pie y con la cintura ceñida con un trozo de tela, carga a un niño que se ve de espaldas, mientras que un hombre y una mujer vestidos de manera mucho más rebuscada y coronados por gorros imponentes, miran a otros dos hombres que soplan dentro de grandes cuernos (véase la Ilustración núm. 4). Además, un hombre que se ve de espaldas, parece golpear a un caballo con una vara, junto a un pequeño león que corre en el primer plano de la escena y una mujer coronada con un adorno de plumas, que cabalga sobre un caballo envuelta en un vestido cosido de una rica tela, mientras que detrás de ella un hom bre está encaramado sobre un elefante. Y hay también una escena acuática en la que un hombre y una mujer están deteniendo a un niño, junto a una pareja que nada dentro del lago, y hacia el fondo 18 Miedo, reverencia, terror se perciben un barco, un camello sobre el río, peñascos, árboles y construcciones. En cambio, en el pie de la copa se ven escenas de un género to talmente distinto. Allí dos hombres acosan a un león, uno solamente con sus manos, y el otro con un bastón, al mismo tiempo en que otros dos hombres golpean brutalmente a tres !<ynoí<epha!o/ (y dos de entre ellos, yacen ya sin vida sobre el suelo) (véase la Ilustración núm. 5). Además, alrededor de esta representación de una violencia extrema, se presenta una especie de procesión ceremonial: una pa reja de amantes a caballo y niños sobre camellos. Al ser revisadas, estas escenas han sido consideradas como repre sentaciones de poblaciones exóticas, y más particularmente, como escenas de los Indios de América, a pesar de la apariencia negroide de algunos de sus personajes. Y al hacer este señalamiento, Hans Thoma proponía que la copa databa probablemente de la época de los '‘Conquistadores”3,1. Esta sugerencia parecería estar confirmada por ciertos elementos contradictorios, incluidos dentro de las esce nas que adornan la copa. Pues de una parte vemos a hombres y mu jeres desnudos o casi desnudos, rodeados de árboles y de animales exóticos, mientras que de otra parte, vemos algunas construcciones imponentes de estilo europeo. Pero, evidentemente, una alusión a Europa en este contexto habría sido absurda35. Porque en los territorios recientemente descubiertos, los euro peos no encontraron grandes ciudades o edificios imponentes más que en México. Y en Amberes, uno de los centros del comercio in ternacional, las noticias de la conquista de México por parte de los españoles, llegaron rápidamente. De modo que una traducción fran cesa de la Segunda carta de Hernán Cortés, y una versión flamenca de sus dos primeras Cartas, han sido publicadas en Amberes, respec tivamente, en 1522 y en 152456. Y en la segunda Carta se puede leer e! pasaje siguiente: "La cual dicha provincia [de México] es redonda, y está toda cercada de muy altas y ásperas sierras, y lo llano de ella tendrá en torno de hasta setenta leguas, y en el dicho llano hay dos lagunas que casi lo ocupan todo, porque tienen canoas en torno de más de cincuenta leguas. Y una de estas dos lagunas es de agua dul- M H.Thom a, Kronen, p. 12. ss Herbert Brunner (ed.), Schatzkam m er der Residenz M Linchen Katalog, 3*. edición, Munich, 1970, p. 60, número 37. 16 HernánCortés, Des marches, íles et pays tro uves et conquis por íes capítaines du trés ¡Ilus tre..,, Anvers, Míchíel de Hoocstraten, después del 1" de octubre de i$J2 (que no he podido consultar); Hernán Cortés, De Contreyen winden Eyltmden ende Landtou w en..., Anvers, 1523 (reimpresión, Boston, 1920). 19 Cario Gínzburg ce, y la otra, que es mayor, es de agua salada [... ] y por entre una laguna y la otra, y las ciudades y otras poblaciones que están en las dichas lagunas, contactan las unas con tas otras en sus canoas por el agua, sin haber necesidad de ir por la tierra ] Esta gran ciudad de Tenuxtitán está fundada en esta laguna salada [... ] Es tan grande la ciudad como Sevilla o Córdoba...”37. Así, esta descripción podría muy bien haber inspirado las mon tañas, las edificaciones y los barcos que, atravesando los lagos, es tán representados sobre la tapa de la copa. En cambio, es mucho más precisa, en la medida en que reposa sobre una observación directa, la descripción de los dos pavos, en esta imagen europea que posiblemente sea la más antigua y todavía torpe representa ción del gallus índicus que Cortés envió desde México38. Pero estos fragmentos, más o menos deformados, de una información fac tual, están al mismo tiempo incrustados dentro de escenas que son de una apariencia antigua, de frisos a /o antigua. Porque esos hombres y mujeres desnudos o semidesnudos que se ven repre sentados a caballo, en el momento de combatir, de nadar, de ha cer el amor, se parecen a las criaturas de las mitologías griega y romana. Por eso, Aby Warburg habría tomado estas escenas que decoran a la copa de Amberes, como pruebas en apoyo de su hi pótesis sobre el rol jugado por las antiguas ‘fórmulas de emoción’ (Pathos/orme/n) dentro del arte del Renacimiento. Ya que en su opinión esas fórmulas, que fueron reprimidas por la Iglesia al con siderarlas paganas, idólatras y demoniacas, habían sido luego re descubiertas para expresar: "Toda la gama de expresiones de la emoción, desde los remor dimientos desesperados hasta el canibalismo mortífero. [Recupe ración que] confiere un carácter de experiencia perturbadora a la dinámica de los distintos movimientos de expresión humana situa dos entre los extremos del frenesí orgiástico, como el combate, la marcha forzada, la carrera, la danza o el abrazo alocado. El público del Renacimiento, educado en la disciplina de la Iglesia, fue lleva do así a mirar todo esto como una zona prohibida, en la que sólo 57 Hernán Cortés, Cartas y Relaciones de Hernán Cortes al Emperador Carlos V, Eef. imprenta Central de los Ferrocarriles A. Chaíx y ca., París, 1866, pp. 102 — 103, consultable en internet en el sitio: https://archive.org/details/cartasyrelacionoocortgoog. ” Según Use Lotte-M ülleren"D er Indianische Hahn in Europa”, en Art the Ape of Nature. Stu- dies in Honor of H. W. Jan son, editado por M. Baras^h y L. Freeman Sandler, Nueva York, 1981, PP- 3'3 340 . y en particular página 313, se encontraría la primera representación de un pavo en el arte europeo, dentro del cuadro de una ilustración de Rene Boivin, en el libro de Leonard Thiry, Historio Jasonrs, de 1550, foja 19. 20 https://archive.org/details/cartasyrelacionoocortgoog Miedo, reverencia, terror podían caer los abandonados de Dios que se libraban a pasiones desenfrenadas39”. 5- El nombre del orfebre que ha fabricado la copa es descono cido, y una tentativa aislada, identificándolo a partir de indicios es tilísticos con Peeter Wolfganck, no parece para nada convincente. También improbable, pero más interesante, es la sugerencia que es tablece un vínculo entre la copa y las imágenes grabadas en madera de Hans Burgkmair, D/e kolikutischen Leut, realizadas para las series Los Tríun/os de Maximiliano I (de 1517-18, pero publicadas en 1526)4°. Sin embargo, el vago aire de familia entre esas imágenes grabadas y la copa, debe más bien, en mi opinión, ser atribuido a la serie de los Trronfi de Andrea Mantegna, que Burgkmair debe haber visto en el curso de su estancia en Italia4'. En cambio, el vínculo entre e! orfebre de Amberes y Mantegna parece ser más específico y más directo. Pues el combate con el monstruo marino que aparece en la tapa de la copa, igual que el combate entre los hombres y los kynokephaloi que aparecen en el pie de la misma, son distintas respuestas al Com bate de los dioses marinos de Mantegna, por lo demás muy alejados, en su reproducción de la energía muscular, de la procesión estática representada por Burgkmair. En su Historia Natural y General de las Indias, Gonzalo Fernández de Oviedo lamentaba que grandes pintores como Berruguete, Leo nardo o Mantegna, que él había encontrado durante su estancia en Italia, no habían podido testimoniar acerca del Nuevo Mundo. Pero Oviedo habría podido apreciar la copa de Amberes como una reelaboración original, inspirada por los grabados de Mantegna4". Pues se puede fechar el Combate de los dioses marinos de Mantegna antes de 1494, año en el que Durero hizo una copia de uno de estos grabados43. Además, otra fuente de inspiración evidente de la copa de plata de Amberes, la vincula igualmente a la etapa de finales del siglo XV, y es la de la Batalla de los desnudos, de Pollaiolo, grabado ’> Aby Warburg, Der Biíderotlas Mnemosyne, p. j ; aunque yo he utilizado la traducción inglesa de Ernst Gombrich, en su libro Aby Warburg, p. 391. ,0 P. Baudoin, P, Colman, D. Coethals, Orfévrerie en BefgiqueXVIe— XVIIe-XVtHesiécles, París, 1988, p. 50, ilustración 25 (fecha propuesta: Am beres 1530 • 31). *' Hans Burgkmair, Das Graphísche Werk, Augsburg, 1973, nota 26. 43 D. B. Quinn, "N ew Geographical Horaons: Literatura" en First Images of America: The Im- pact of the New World on the Oíd, bajo la dirección de F. Chiappelli, II, Berkeley y Los Ángeles, 1976, quien cita a Oviedo, Hystoria General (1547), c. 91 v. t¡ Véase R, Ligthbown, Mantegna, Oxford, 1986, pp. 490 ■ 491 (que incluye la bibliografía so bre los sarcófagos que ha inspirado a Mantegna). La copia de Durero ha sido vinculada, por un descuido, solamente al grabado de la izquierda. 21 Cario Ginzburg realizado por un escultor y grabador que, como ha sido observado, no ha abandonado nunca la guilda de los orfebres44. Estas referencias nos sugieren un contexto geográfico y cronoló gico que debemos tratar de acotar un poco más. Aunque, desgracia damente, aquí las comparaciones no son fáciles, en la medida en que la copa de la Schatzkammer de la Residenz, es “el ejemplo más anti guo de trabajo en meta! precioso de Amberes”, que ha escapado a la iconoclasia característica del siglo XVI^. Así que podemos comenzar evocando un caso que, admitimos, está bastante alejado, y que es el de Cesare Cesariano. Al respecto, y en su comentario sobre Vitru- bio, publicado en 1521, fecha bastante próxima de la fecha de la copa, Cesariano, que nació en 1475, ha hecho un repertorio de algunos de los artistas modernos que según él habían alcanzado la excelencia propia de los artistas antiguos: Andrea Mantegna, Leonardo Da Vinci, Donato Bramante y Miguel Ángel (quien es elogiado al mismo tiem po como escultor y como pintor). Y de hecho, se ha sugerido que las ilustraciones de Cesariano trataban de traducir, bajo un soporte dife rente, ciertas ideas de Leonardo, del cual él mismo había sido alum no46. De modo que una lista equiparable que hubiese sido hecha por el orfebre de Amberes, habría incluido a Mantegna, a Pollaiolo y se guramente también a Durero, en cuyos grabados se encuentra igual mente un eco de ciertos de los paisajes que figuran dentro de la copa. Pero la ausencia de reminiscencias de los artistas italianos del si glo XVI sobre la copa de Amberes, sugiere que el maestro orfebre que la ha moldeado era, o un artista italianizante, o un italiano que habría dejado Italia poco después de 1500. Para aclarar las implica ciones de ésta alternativa, se puede tratar de adaptar al escenario de Amberes la distinción entre losestilos Weísch y Deutsch que M¡- chael Baxandall ha analizado en su magnífica obra Los Escultores en Madera del Renacimiento Alemán: “ Digamos que el estilo Welsch”, escribe Baxandall, "es el estilo italianizante de la escultura alemana, que se ha difundido amplia mente entre los años de 1510 y 1580 ( ...) pero es una cosa híbrida, provincial, secundaria en el seno del gran Renacimiento europeo (...) además, al principio estaba influido por una visión muy limitada del arte italiano. Pues para los primeros Weísch, el arte italiano no era ni Miguel Ángel ni Rafael, ni incluso Giotto o Donatello, sino que " D. Landau y P. Parshall, The Renoissance Print, New Haven y Londres, 1994, p. 73. « L. Voet, Antwerp, the Golden Age, p. 372. Vitrubio, De orchrtectura, p. XLVIII, v: para la fecha de nacim iento de Cesariano, véase B. Agosti, "Riflesstoní su un manoscritto di Cesariano", en Cesare Cesariano, p. 71. 22 » eran más bien los grabados de Mantegna, las placas de bronce de gente como Moderno, o el arte veneciano reapropiado por talentos extremadamente personales, como el de Alberto Durero... ”47. La copa de la Res/denz puede, ciertamente, ser descrita como híbrida en muchos sentidos. Pero el lenguaje visual del orfebre de Amberes, y en particular su manera de articular las formas de los cuerpos humanos, parece ser claramente italiana, y no una versión proveniente de Amberes del estilo We/sch (véase nuevamente la ilustración núm. 4). Sometamos esta hipótesis a algunas pruebas. El combate entre los humanos y los kynokephaloí o humanoides con cabezas de perro, ilustrado en el pie de la copa, puede haber sido inspirado lejanamen te por la Batalla de los hombres desnudos y los campesinos, concebida por quien ha sido llamado el maestro NH, y que han sido ejecutadas por Hans Lützellburger en 152248. Y en un nivel infinitamente más grosero, el orfebre de Amberes podría haber visto la portada del pe queño libro flamenco, que incluía la primera y la segunda cartas de Hernán Cortés y que fue publicado en Amberes en 152349. No obstan te, en los dos casos, el filtro, es decir una educación visual adquirida gracias a Mantegna y a Pollaiolo, se ha mostrado como mucho más importante que los propíos mensajes filtrados. Un tercer ejemplo concierne a un préstamo más próximo. En 1527, Laurent Friep, “filó sofo natural”, médico y geógrafo, publicó en Estrasburgo una obra intitulada Usfegung der Mercarthen oder Cartha A/larina: se trata de una descripción, muchas veces imaginaria, de tierras exóticas, que comprendía, además de la carta marina mencionada en el título, va rias ilustraciones que ameritarían un examen más detenido. Y una de ellas, anexa al capítulo intitulado De los caníbales, (p. XIV, v), y que se convirtió en la página inicial en la edición de 1530, habrá sin duda retenido la atención de nuestro orfebre50. Pero los kynokephaloí representados sobre la tapa y en el pie de la copa (véase nuevamente la ilustración 5), hablan un lenguaje más italiano que germánico. *■ Michael Baxandall, The Umewood Sculptors of Renaiísance Germany, New Haven, 1980, p. 135-42, en particular la página 135. 11 D. Landau. E.P. Parshall, The Renoíssance Print, pp. 212-213, ilustración 224. 45 Hernán Cortés, De contrefeyen randen eyltmden ende lanátouwen, Amberes, 1523 (reedita do en Boston, en 1920). Laurent Friep, UsJegung der Mercarthen oder Cartha Marino darin finan sehen mag wo einer in der weilt sey und wo ein yetlich Landt. Wasser und Stadt gelegen ist. Das alies in den büchlin zu fjnden, Getruckt zum Stra0burg i/on Johannes Grieníngen und voliendet uff son Erasmus tag. Im jar 1527, p. XiV, v.; y del mismo autor, Undenveísung und uslegunge der Cartha M arina..., Estrasburgo, 1530. Miedo, reverencia, terror 23 Cario Ginzburg Todo esto nos lleva a pensar en un orfebre que nació en Italia, y que trabajó en Amberes hacia los años de 1520. ¿Podemos tratar de llevar esta hipótesis un poco más lejos? 6. Podemos. En noviembre de 1520, de regreso de los Países Ba jos, Durero se detuvo por segunda ocasión en la ciudad de Amberes. Y en su diario escribió: "Stefano Capello me ha dado un rosario en madera de cedro, a cambio de lo cual he prometido hacer su retra to. Lo que hice después"5’. Luego, se ha tratado de identificar este retrato a partir de un dibujo que se encuentra ahora en Berlín, y que incluye una inscripción hecha de propia mano por Durero, que dice: “Orfebre de Malínes dibujado en Amberes, 1520”. La fecha corresponde a la que figura en la parte superior del dia rio y de otro lado, sabemos que un Stefano Capello ha trabajado como orfebre para Margarita de Austria, que era Regente de los Paí ses Bajos y tía del Emperador Carlos V53. Así, algunos investigadores, entre los cuales se incluye también a Erwin Panofsky, no han acepta do esta identificación, a partir del hecho de que Durero, conociendo el nombre de Capello, no habría por tanto escrito en el texto antes citado de su retrato, simplemente “un orfebre”53. Yo me siento in* capaz de resolver este punto, de modo que me contentaré con su brayar que en 1520, a partir de mis hipótesis, el orfebre de Amberes que produce la copa debería de estar, más o menos, en una edad cercana a la treintena de años, es decir, probablemente más viejo que el hombre del cual Durero hizo el retrato. Pero lo que llama mucho mi atención, son las primeras páginas del Diario de Durero. Pues Stefano Capello no es hoy nada más que un nombre, dado que ninguna de sus obras le ha sobrevivido. Y has ta el momento actual, no he podido encontrar ningún documento relativo a la formación inicial de Capeilo en Italia54. No obstante, y a la luz de la apreciación de Durero y de Margarita de Austria, Stefano Capello debe haber sido un artesano notable, habituado a trabajar sobre diferentes materiales. Ya que la referencia hecha por Durero v Alberto Durero, Drary of Hrs Journey to the NetherJands, 1520-1521, con una Introducción por J.-A. Coris y G. Marlier, Greenwich, Connecticut, 1970, p. 77 (ortografía m odificada) (12-24 de noviembre de 1520), ilustración 29. Véase Alberto Durero, Scbri/ten und Briefe, Leipzig, 1993, p. 42: "Ítem der Steffon Capello fíat mir eín zederbaumen paternóster gebert, dargegen so/l und bab ich konterfet1'. 51 C. Van Doorslaer, La Corporation et les ouvrages des orfévres malínoís, Am beres, 1935, pp. 94-96. S1 W. L. Strauss, The Complete Drawings of Dürer, 4, Nueva York, 1974, nota 1520/9. H P. Pazji, Dizronarío biográfico degli oreficí, argentieri... operanti nello Stato Veneto..., Trévi- se, 199S, menciona a un Stefano Capello que vivió en el siglo XVI ti. 24 Miedo, reverencia, terror al Rosario de madera de cedro, que él intercambió por un retrato, es en este sentido particularmente interesante. Pues se han encontra do un gran número de documentos para los periodos ulteriores, que se refieren a la utilización de modelos en madera, como una etapa preparatoria para la ulterior construcción de objetos en plata55. De manera que un hombre acostumbrado a grabar sobre materiales más frágiles, como la madera, bien habría sido capaz de haber desa rrollado la variedad asombrosa de texturas que figuran en las esce nas que adornan la copa de plata de Amberes: la espuma, la piel de los animales, las escamas, el follaje, las plumas, los músculos, la piel dulce o rugosa de las cosas, de los animales y de los seres humanos. Entre abril y junio de 1529 Stefano Capello, “un joyero que residía en Amberes”, recibió 253 libras y 10 soles "por un grande y bello vaso de plata, decorado con historias antiguas y con una tapa, dorada al interior y al exterior, y con un peso de diez marcas y cuatro onzas... y para la custodia de ese vaso... Madame lo ha enviado a Baboz, Se ñor de Bourdoisie, tesorero de la Señora Regenta de Francia"56. Los vasos decorados A ía antigua eran, aparentemente, una especialidad de Stefano Capello, porque siete años antes, el 27 de marzo de 1522, él había sidopagado por Margarita de Austria por otro "grande y bello vaso de plata, hecho a la antigua, muy bien dorado y con su tapa dorada de los dos lados”. Ese vaso, fabricado en 1522 y que fue dado en regalo a Madame de Noyelle, era mucho más ligero, de más o menos la mitad del peso del de 1529, de donde deriva la diferencia del precio respectivo pagado a Stefano Capello, en esas dos diferen tes ocasiones. ¿Es la copa de plata dorada de Amberes idéntica al “bello y gran vaso [dorado] decorado con historias antiguas”, que Stefano Cape llo entregó en 1529 a Margarita de Austria? Para responder a esta pregunta, debemos plantearnos dos cuestiones preliminares. La pri mera se refiere a la fecha. El sello que está impreso en la copa que comentamos en este ensayo, indica 1524-25, aunque un investigador ha propuesto la idea de que la decoración que la acompaña, podría haber sido posterior. Y esta hipótesis se encuentra reforzada por la estrecha relación entre la escena caníbal que ilustra la Cartha Marina de Laurent Friess, publicada en 1527, y la escena que decora el pie de la copa de Amberes (véase una vez más la ilustración núm. 5}. 51 M. Hering-Mingau, "Vom Holzmodell zur Silberplastik", en Ermurf und Aus/ührung ¡n der europáischen BarockpJostik, Munich, 1986, pp. 135-156. '*■ G. Van Doorslaer, Lo Corporation, p. 96. F. Leitschuh ha hecho referencia a este vaso en su edición del Diario de Durero: A. Oürer Togebuch der fieise ín die Níederkande, Leipzig, t884, p. 147- 25 Cario Gínzburg Sobre la base de la relación existente entre el grabado y la copa (cuyas fechas no pueden invertirse con ningún argumento razona ble), consideraría 1527 como el term/nus ante quem non [como el lí mite antes del cual no es posible] de la decoración de esta última. La segunda pregunta preliminar que debemos plantearnos, es la del peso. El vaso entregado por Stefano Capello pesaba diez mar cas y cuatro onzas. Dado que en Amberes y en las Malinas la marca equivalía a 246.1 gramos, el peso total de! vaso entregado en 1529 era de 2,584.5 gramos*7. El peso de la copa que se expone hoy en la Schatzkammer de la Residenz en Munich es de 3,243 gramos. Pero como ya lo hemos visto, estamos en este caso frente a un objeto recompuesto, híbrido y hecho de dos capas diferentes; una capa de adornos ornamental, agregada sobre un vaso quebrado a medias. El señor Oelke, que es el restaurador de la Res/denz de Múnich ha teni do la amabilidad de compartir sus propias hipótesis conmigo, sobre el peso de la copa, una vez que se hace la deducción de la capa de la parte interna quebrada a medias58. El resultado sería de 2,143 gra* mos, lo que equivale a 400 gramos menos que el “bello y gran vaso de plata decorado con historias antiguas", que Margarita de Austria ha adquirido en 1529. Pero como me lo ha recordado el mismo señor Oelke, ninguna hipótesis puede ser hecha sobre el espesor exacto de la capa agregada en la cara interna de la copa. Eso significa, si no me equivoco, que la pequeña diferencia entre los datos que concier nen a la copa de 1529, no permite obtener una conclusión totalmen te cierta, un sí o un no incuestionable, lo que no es tan sorprendente si se considera la importancia del trabajo y de los agregados a los cuales la copa ha estado sometida en el curso de su larga historia. ¿Pero por qué la copa de Amberes tiene una capa que ha sido agregada sobre un vaso que estaba ya quebrado a medías? En mi opinión, el enigma puede ser resuelto gracias al inventario detallado de pinturas, de libros, de joyas y del mobiliario que perteneció a Margarita de Austria. Pues se puede ubicar en este inventario una “gran copa de oro con una decoración de follaje” y un “salero”, los cuales, “bajo la orden de Margarita habían sido quebrados a fin de hacer de ellos tres pequeñas copas, que fueron ¡levadas a Cambray en donde la paz fue firmada”59. 51 H. Doursther, Dirtíonnaíre universal des poids et mesures anctens et rrtodernes, reimpresión 1965, p. 248: "Anvers, Bruxelles, Matines, 246.: gram m es”. >s El valor del peso hoy: 1,255 gramos la tapa; 1,095 gramos la copa; 135 gramos el anillo; 758 gramos el pie: peso total 3,243 gramos. Hipótesis: 758 gram os la tapa; 535 gram os la copa; 100 gramos el anillo; 750 gramos el pie: peso total 2,143 gramos. V1 L. de Laborde, Inventoire des tableaux, livres, j'oyaux et meubíes de Marguerite d'Autriche, 26 Miedo, reverenda, terror El “grande y bello vaso de plata decorado con historias antiguas” por el cual Stefano Capello fue pagado en 1529, ha sido ejecutado para el mismo objetivo: el esfuerzo diplomático que debía conducir a "La Paz de las Damas”, el Tratado firmado en Cambray en 1529 por Margarita de Austria, tía del Emperador Carlos V, y Luisa de Saboya, madre de Francisco l, Rey de Francia. Así que se puede pensar que el vaso interno de la copa de Amberes ha sido igualmente fractura do, un día antes del viaje a Cambray, a fin de ser recubierto con una suntuosa decoración al gusto de ese momento. Lo que sabemos de manera cierta es que el vaso de Stefano Capello ha sido ín fine (finalmente) ofrecido al tesorero de Luisa de Saboya. Pues como bien sabemos, el oro de Borgoña, y podemos agregar nosotros que también la plata, han contribuido al triunfo diplomático de Marga rita de Austria. Además, los indicios circunstanciales que podrían corroborar la identificación de la copa construida por Stefano Capello en 1529, con la copa de Amberes expuesta hoy en la Scfiatzkammer de la Res/denz son en mi opinión razonablemente probatorios. Y agregaría un ele mento suplementario: el tema de las escenas ornamentales de la copa. Pues se puede fácilmente imaginar a Margarita de Austria pre parando su viaje a Cambray, y en el proceso de escoger un regalo, que por indicaciones de su madre, muy bien podría recordarle al Rey de Francia las conquistas españolas más recientes, llevadas a cabo más allá del Océano. No obstante, no hay personajes españoles en esas escenas ornamentales. ¿Por qué? Eso es porque el antiguo vocabulario de las emociones llevadas al extremo, las Pathosformeln como las calificó Warburg, conserva do dentro de los antiguos sarcófagos y transmitido por ¡a vía de los grabados de Mantegna, es más bien el que ha provisto el lenguaje visual que se exhibe en el pie de la copa (véase otra vez la ilustra ción núm. 5). París, 1850, p. 34: “ 249. Una gran copa de oro trabajada con follajes y pesando vi 1 xíii [se lee al margen] ésta primera copa de oro y el cuerpo del salero del que se habla en el tercer articulo siguiente, han sido quebrados por orden de Madame, y de ahí se han hecho tres pequeñas copas para servir en el viaje de Cambray, en donde la paz fue hecha, y después Madame los ha donado a la Condesa de Ascot, a las Condesas de Aygremont y de Caure que habían estado en dicha ciudad de Cam bray" "(no cito más que este artículo, pero los otros incluyen también menciones de la misma naturaleza, que probarían cuántos objetos de orfebrería han sufrido este tipo de transformaciones, sobre la presión de las grandes necesidades, así como para apoyar a los más diversos propósitos)”. Para una edición completa del inventario, véase H. Michelant, Inventaíre des vaisseiles, ¡oyaux, topisseríes, pein tures, monuscríts, etc. de Morgue- rite d ’Autriche, régeme et gouvernonte des Pays.Bas, dressé en son paíors de Molines, le 9 juillet 1523, Bruselas, 1870 (incluido en el tomo XII, números 1 y 2, tercera serie de los Bu/letíns de la Commission Royale d ’histoire de Belgique), p. 113. 27 Cario Cinzburg Y la tercera Carta de Cortés, de la cual el orfebre de Amberes (¿o deberíamos ahora ya decir Stefano Capello?) podría haber leído una versión francesa publicada en Amberes en 1524 a partir de la traduc ción latina, provee un comentario que se aplica perfectamente a la violencia de esta imagen del pie de la copa: "...seguimos nuestro alcance hasta entrar dentro [de la ciudad de Iztapalapa]. Y como estaban ya sobreel aviso, todas las casas de la tierra firme estaban despobladas, y toda la gente y despojo de ellas metidos en las casas de la laguna, y allí se recogieron los que iban huyendo, y pelearon con nosotros muy reciamente; pero quiso nuestro Señor dar tanto esfuerzo a los suyos, que les entra mos hasta meterlos por el agua, a las veces a los pechos y otras na dando, y les tomamos muchas casas de las que están en el agua, y murieron de ellos más de seis mil ánimas entre hombres y mujeres y niños, porque los indios nuestros amigos, vista la victoria que Dios nos daba , no entendían en otra cosa sino en matar a diestro y a siniestro"60. Como puede verse, la estrategia seguida por Cortés en el relato de su tercera Carta, es la misma que se ha aplicado en la copa de Am beres: no aparecen allí los españoles, cuya presencia ha sido dejada de lado, de modo que las masacres son perpetradas más bien por “nuestros amigos indios"61. Además, el enemigo golpeado a muerte es un enemigo sólo a medias humano, un subhumano que no plan tea problema. 7. Los seres híbridos, semihumanos, semianimales constituyen un fenómeno que encontramos en todas las culturas y que muestra que las fronteras entre el hombre y el animal son más bien porosas61. Porosas e históricamente cambiantes. Porque hoy los trasplantes de órganos de animales, abren a los seres humanos perspectivas in éditas de vida más sana y más larga. Aunque ellas anuncian también algunas perspectivas sombrías, que no están demasiado alejadas de aquellas que fueron evocadas hace más de un siglo, por el fundador de la ciencia ficción, H. G Wells, en su ís/a del Dr. Moreau, previsión w Hernán Cortés, Cartas y Relaciones ríe Hernán Cortés of Emperador Carlos V, dt., p. 174. La ter cera carta (1522) (p. 15 9 -27 2 ) ( i *. Edición, Sevilla, 1523, traducción [atina por Pietro Savorgnani: Nuremberg 1524; traducción francesa de la versión latina, Anvers, 1524). Se puede ver aquí en ejemplo de "la retórica de la inocencia”, brillantemente analizada por Franco Moretti, en Opere-Mondo. Soggío su lie forma épica d al Faust a Cent’anni di solitudine, Turin, 1994, pp. 22-28. 61 Cario Cinzburg, Historia Nocturno, Ed. Muchník, Barcelona, 1991, Ver también, aunque en una perspectiva diferente, Cario Cinzburg, Ojazos de Madera, Ed. Península, Barcelona, 2000, (el ensayo sobre el Mito). 28 Miedo, reverencia, terror sombría de una sociedad capaz de utilizar la ingeniería biológica para crear nuevas jerarquías63. Y la evocación de especies animales híbridas contiene, en gene ral, algo de perturbador. Ya que aún estamos todavía demasiado perturbados, a partir del hecho de que ellas parecen pertenecer sobre todo a la esfera de lo imaginario, pero no al dominio de lo posible. Por eso, en el combate representado en el pie de la copa, que opone a seres humanos con seres híbridos que son semihuma nos, nosotros percibimos hoy una amenaza que va mucho más allá del sentido alegórico posible ligado a la conquista de México por Hernán Cortés. Naturalmente, proyectar este sentimiento actual en la copa de Amberes sería un anacronismo. Pero en cambio, lo que sí reencontramos aquí, una vez más, es el tema de mi argumento general de este ensayo, el de la memoria y la distancia, 8. Hoy, la inmediatez de la memoria ha sido frecuentemente contrapuesta a una aproximación distanciada de la historia. Pero si, como Maurice Halbwachs nos lo ha enseñado hace mucho tiem po, tenemos en cuenta las dimensiones socioculturales de las me morias individuales, las cosas se presentan como mucho más com plicadas64. Como lo indiqué al principio de este texto, la memoria cultural ha sido utilizada, efectivamente, para llenar las lagunas de la distancia geográfica. El Nuevo Mundo ha sido frecuentemente percibido, comprendido y convertido en algo familiar (y la copa de Amberes nos lo demuestra), a través del lenguaje det Viejo Mun do, tamizado y transmitido mediante formulas visuales tomadas en préstamo a la Antigüedad clásica recuperadas vía el Renacimiento italiano. Y entre ellas, las representaciones de la violencia llevada a! extremo, que eran capaces de funcionar como un dispositivo de toma de distancia, al proyectar la realidad feroz de la conquista es pañola hacia un mundo mítico lejano65. Lo que nos muestra que tan to a nivel individual como a nivel social, la memoria puede convertir al pasado en algo más cercano o en algo más lejano, lo que es una ambivalencia paradójica que nosotros no deberíamos, de ninguna manera, olvidar. * * * 61 H. C. Wells, The Isíand of Dr. M arean (1896). 61 Maurice Halbwachs, Los marcos sociales de la memoria, Ed. Anthropos, Barcelona, 5004. 6,i Sobre los Pathosformeín com o expresión exacerbada de las emociones, véase Ernst H. Gombrích, Aby Warburg, pp, 178-179. Sobre el efecto atenuador del lenguaje clásico (kfassis- che Dómpfung), véase Leo Spitzer, Etudes destyle, París, 1970, pp. 208-335 (“ L'effet de sourdi- ne dans le style classique: Racine”). 29 Cario Cinzburg Me gustaría expresar aquí mi gratitud al Dr. Sabine Heym, de la Bayerische Verwaitung der staatl/chen Schíósser, Corten und Seen por su amabilidad y su apoyo, y a! Señor Oelke (Restaurador en la Resi- denz München), por haber compartido su saber y su conocimiento especializado conmigo. Texto proveniente de "Mémoire et distance. Autour d’une coupe d’argent doré (Anvers, ca.1530)” en Diogéne, número 201, enero — marzo de 2003, pp. 108-126. 30 CAPITULO 2. MIEDO, REVERENCIA, TERROR: RELEER A HOBBES HOY 1. Hablaré acerca del terror, no acerca del terrorismo. Porque es toy convencido de que una palabra como "terrorismo” no nos ayu da a entender los acontecimientos sangrientos a los cuales se le apli ca hoy. Como el terrorismo, el terror es también parte de nuestro presente, pero yo no hablaré acerca del presente. Pues creo que al gunas veces debemos de tratar de conservar el presente a distancia, protegiéndonos del incesante ruido de las noticias que nos llegan de todas partes. Así, pienso que para comprender e! presente, de bemos aprender a mirarlo oblicuamente. O, para usar una metáfora diferente, debemos aprender a mirarlo a través de una suerte de bi noculares invertidos. De este modo, al final de este procedimiento, el presente se nos mostrará de una manera nueva, y dentro de un contexto diferente e inesperado. Entonces, aunque sea muy rápida mente, al final diré algo acerca del presente, e incluso algunas pocas palabras acerca del futuro. Pero lo haré siguiendo un largo camino, viniendo, por así decirlo, desde lejos. 2. Desde hace algún tiempo, digamos después del 11 de septiem bre de 2001, dentro de diversos comentarios que se hacen sobre los atentados que se multiplican con una frecuencia siniestra en mu chas regiones del mundo, el nombre de Hobbes, el autor del Levia- than, reaparece con cierta insistencia66. Y es posible que estos nom bres, de Hobbes y de El Leviathan, evocarán inmediatamente en la memoria de muchos ciertos recuerdos escolares más o menos anti guos, como las frases duras y desencantadas de "la guerra de todos contra todos” (be/íum omnium contra omnes), o la de "el hombre es el lobo del hombre” (homo bomini lupus). Pero propongo que miremos más a fondo al filósofo que las pronunció, aún cuando la segunda frase, homo hom/ni lupus, remonta a una tradición de la Antigüedad67. " C. Robín, Fear. The History of a PoUticai Ideo, Oxford 2004, p. 28 y subsiguientes. F. Tricaud, "'Homo fiomini Deus’, ‘Homo hominí lupus’: recherche des sources de deux formules de Hobbes”, en R. Koselleck y R. Schnur (directores), Hobbes Forschungen, Berlín, 1969, pp. 61-70. Adem ás de Plauto y de los Adagio de Erasmo, F. Tricaud subraya la importan cia de Baeon. Cario Cinzburg Thomas Hobbes nació en Inglaterra, en Malmesbury, en 1588. La familia era pobre, y su padre era un ebrio que no tardó en aban donar a la familia y desapareció. Hobbes pasó algún tiempo en va rias casas de la nobleza, trabajandoprimero como Profesor, y luego como Secretario. Lector voraz, adquirió un profundo conocimiento de! griego y el latín e incluso tradujo la Historio de la Guerra del Pelo- pone so de Tucídídes, que fue publicada en 1629. En ese tiempo, los ingleses de familias nobles acostumbraban refinar su educación haciendo un viaje al continente europeo (el cé lebre Grand Tour), pasando una cantidad de tiempo considerable en Francia y en Italia. Y en uno de tales viajes, Hobbes acompañó al hijo de Lord Cavendish, su protector. En otra ocasión, Hobbes fue a Florencia, en donde conoció a Calileo. Y en París conoció a Marín Merssene, un instruido fraile que era el centro de una vasta red inte lectual. Así que a través de Merssene, Hobbes inició una correspon dencia con Descartes, comunicándole una serie de objeciones a su filosofía. En aquel tiempo, Hobbes tenía 45 años de edad, y nunca había publicado nada sobre filosofía, pero había desarrollado una serie de reflexiones originales organizadas en una forma rigurosa mente deductiva. Esta organización de sus ideas, se explica por un hecho accidental. Pues algunos años antes, durante una visita a un noble que aún no ha sido identificado, Hobbes vio un libro que es taba sobre una mesa y que resultó ser los E/ementos de Euclides. Entonces abrió el libro al azar, y leyó la proposición 47 del primer libro, lo que lo hizo exclamar: "¡Por Dios. Esto es imposible! Así que leyó el libro de atrás para adelante, hasta que todo se le aclaró. Y de acuerdo con su amigo y biógrafo, Aubrey, quien relató esta anécdo ta, Hobbes "se enamoró de la geometría”6®. El primer trabajo filosófico de Hobbes se tituló Los E/ementos de la Ley, como un homenaje a los Elementos de Euclides. Y la dedicato ria a WÜtiam Earl, Conde de Devonshire, que se había convertido en e! protector de Hobbes, está fechada e! 8 de mayo de 1640, es decir una fecha que coincide con e! inicio de la serie de acontecimientos de la llamada “Gran Rebelión”, de la revolución inglesa del siglo XVU. Dentro de ella, la tensión entre el rey Carlos I y e! Parlamento se volvió cada vez más áspera y en unos cuantos años, desembocó en una guerra civil. Así que en 1649, el Parlamento acusó al Rey, quien luego fue decapitado, un acontecimiento que conmocionó profun damente a toda Europa. b! J. Aubrey, "Brief Uves”, Chíe/iy of Contemperarles.,,, edición a cargo del autor, Mss, By A. Clark, Oxford, 1898, vol. I, p. 332. 32 Miedo, reverencia, terror Pero Hobbes no esperó a que la situación política empeorara, pues en noviembre de 1640 dejó Inglaterra y se asentó en Parts: "fui el primero de los que huyeron”, como él mismo lo escribió más tar de. Y eligió el exilio para evitar ser perseguido por sus comentarios en favor de la monarquía, incluidos en su libro E/ementos de la Ley, li bro concebido como la primera parte de un proyecto tripartito, que circuló primero como un manuscrito, y luego en ediciones abrevia das, descuidadas, publicadas a espaldas de su autor. Durante una gran parte de su larga vida, Hobbes pasó muchos años volviendo a escribir este libro de diferentes maneras, y en di ferentes idiomas (en latín y en inglés), ampliándolo, modificándolo, corrigiéndolo De modo que ciertas nociones, que él había presenta do primero bajo una forma embrionaria, se desarrollaron después, enriqueciéndose con nuevos significados. Y una de esas nociones, que es fundamental, es la del miedo. 3. “ El miedo y yo somos como gemelos'1. Hobbes hizo esta decla ración al final de su vida, en un poema autobiográfico escrito en la tín69. El nació, de hecho, durante el periodo en el que la flota españo la, la Armada Invencible, amenazaba con desembarcar en las costas inglesas. Es muy probable que ésta alusión al miedo hacía referencia a una debilidad persona!. Pero Hobbes era también un pensador au daz hasta el punto de la insolencia, amante de la disputa y la pro vocación. De modo que con estas palabras, lo que Hobbes quería hacer notar, incluso con cierto orgullo, era más bien su decisión de ubicar el miedo en el centro de su propia filosofía política. Porque en sus Elementos de la Ley encontramos una concisa descripción del estado natural del hombre, ligado a un argumento al que Hobbes se aferraría por el resto de su vida. En ese estado natural, los hombres son fundamentalmente iguales y tienen los mismos derechos (incluyendo el derecho de atacar y también el de recho a defenderse), por lo cual viven en una condición de guerra permanente, de “desconfianza general” y de “miedo mutuo”70. Así que para escapar a esta situación intolerable, renuncian mutuamen te a una parte de sus derechos, lo que es el origen del pacto que transforma a una multitud amorfa en un cuerpo político. Y esta es la razón del nacimiento del Estado, al cual Hobbes etiquetará con el M "Atque metum tantum eoncepit tune mea mater, I Ut pareret gem inos, meque metumque sinnul” , en “T. Hobbes Malmesburiensis vita, seripto anno MOCLXXII" en Opero Phrlosphica, quae Latine scripsit, W, Molesworth (ed.), (reimpresión de 1966), I, p. LXXXVI. K T. Hobbes, The Elements 0 / Law, F. Tónnies (editor), 2J edición con una nueva introducción de M. M. Goldsmrth, capítulo 14, pp. 70-74, 33 Cario Ginzburg nombre de Leviathan: un nombre que en el Libro de Job, designa a una ballena, a un enorme animal marino al que nadie puede atrapar. Por eso, en el frontispicio del Leviathan (véase la ilustración número 6) Hobbes cita, desde la versión latina de San Jerónimo, un versículo del capítulo 41 de ese Libro de Job : “Non est super terram potestas quae comparetur ei”, es decir “No hay poder sobre la tierra compa rable al suyo propio”7'. Sobre el significado del frontispicio, que ciertamente fue inspi rado por Hobbes, regresaré más adelante. Por ahora, basta subra yar que según Hobbes el Estado surge de un pacto nacido de! mie do. Porque en una Europa desgarrada por las guerras de religión, y en una Gran Bretaña trastornada por los conflictos entre el Rey y el Parlamento, Hobbes consideraba la paz como un bien supremo que merecía cualquier sacrificio, una idea que lo acompañó hasta su muerte. Pero ¿puede un pacto establecido a partir de una situación de coacción, como la que caracteriza al estado natural, considerarse como un pacto válido? Esta pregunta, que Hobbes se plantea explí citamente en los Elementos de la Ley, nos remite al dilema que no ha dejado de plantearse repetidamente, en ese mismo tiempo, entre los teólogos protestantes y también entre los católicos, y es el de si era lícito jurar en falso para escapar a la persecución religiosa72. La respuesta de Hobbes es clara: un pacto es válido aun cuando haya sido hecho bajo la presión del miedo. Retrospectivamente visto, parece que Hobbes no podía contestar de otra manera. Pues en su estrategia argumental, el miedo jugaba un papel que era al mismo tiempo fundamental, y escandaloso. El tiempo ha suavizado esa impresión de escándalo. Pero para muchos de sus lectores contemporáneos, la descripción de Hobbes respecto al estado natural de los hombres dominado por el terror, parecía inaceptable, sobre todo si recordamos que se abstenía de toda referencia a ¡a Biblia y al pecado original. A ese silencio se agre gaba otro argumento polémico, de un género totalmente diferente que es posible leer entre líneas, en el Prefacio que Hobbes escribió para la segunda edición de su libro De Cfve, publicado en Amster- dam en 1647. (La primera edición, traducida por Samuel Sorbiere, 7' En la cita de Hobbes dice: "Non est potestas super terram quae comparetur ei”. 71 Por esta razón el Leviathan de Hobbes fue interpretado por algunos de sus lectores con temporáneos como un libro escrito en defensa del régimen de Cromwell: véase O. Sklnner, "Hobbes’Life in Philosophy", en Id. Visions of Politics, |||: Hobbes and Civil Science, Cambridge, 2002, p. 21. Ver también, J . P. Sommerville, “The 'new Art of Lytng’: Equivocaron, Mental Res ervaron, and Casuistry",
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