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APUNTES PARA UN CURSO BÍBLICO Un compromiso de tres laicos desde el año del Jubileo – 2000 Iniciando el Tercer Milenio PREFACIO Después de haber leído este libro, me pasé muchas horas pensando qué opinión podría añadirle, ante la solicitud de que lo hiciera, sin que lo añadido fuera a mermarle dimensión y valor o a tergiversarle, de alguna forma, parte del significado real y subjetivo que esta obra tiene. He reflexionado mucho sobre esta obra, pero ante el hecho de que estos apuntes sean presentados por tres laicos, como una forma de reconocer y agradecer a Dios la oportunidad de brindarles un encuentro personal con su Hijo Jesucristo en un Cursillo de Cristiandad, me revestí de inmensa alegría y animación; y al empezar a saborear de mejor forma este libro, he reforzado más mi convicción de que es imposible que persona alguna pueda tener cierta afinidad con otra, mucho menos adoptar un compromiso con ella sin apenas tener el mínimo conocimiento necesario de quién se trata, como para tener la confianza suficiente para ello. Si en el plano humano, la relación y la comunicación con esa persona es decisivo para nuestros intereses, cualesquiera que fueren, no hay otra alternativa que buscar la manera de indagarnos sobre ella. Pero en estas condiciones, las referencias personales son fácilmente accesibles. Diferente es cuando penetramos al campo de Dios: un Ser ya conocido por muchos, desconocido por otros, aceptado por tantos y despreciado por algunos. ¿De qué dependen estas diferentes actitudes del Hombre? Mucho se debe al grado de conocimiento verdadero que de Dios se tiene; por lo cual se crean diferentes conceptos de Dios y en consecuencia se adoptan diversas actitudes ante Él. Eso explica también los diversos matices que adquieren tanto las relaciones interpersonales como las demás que conforman el campo de toda convivencia social. Porque el hombre que no tiene a Dios en su corazón o no conoce nada de Él, no tiene nada que compartir con los demás, a no ser que comparta el vacío y la pena de sentirse una marioneta, de un origen y destino sin sentidos. Es necesario entonces interesarse por conocer a Dios de una manera ansiosa, que nos impulse a superar todas esas indigencias espirituales para que tengamos a manos llenas mucho que dar a nuestros hermanos, esa es la única manera de encontrarnos con el verdadero Dios. A Dios sólo podemos ir a través de los hombres. Eso quiere decir que debemos conocer cómo sirvió, y aún sirve, Dios a los hombres para que aprendamos a servirnos los unos a los otros; así llegaremos a comprender que lo más importante para Dios hemos sido nosotros mismos, los hombres; para nosotros dispuso un Plan de Salvación, que es preciso conocer en su ejecución a través del desarrollo de la historia humana. Pero me preguntarás; ¿dónde encontrar parte de este conocimiento? Esta es la bondad que he encontrado en este libro. Sus notas van en dirección a explicar la manera de cómo ha intervenido Dios en favor de la humanidad y llevar al lector a los diferentes parajes y vericuetos que ha tenido que recorrer el Pueblo de Israel, como pueblo escogido por Dios, a través de toda su historia. La coherencia con que han logrado juntar las experiencias exegéticas de los diversos autores, con el respaldo moral de las definiciones contempladas en los documentos de la Iglesia, le dan al presente trabajo la suficiente seriedad y solidez como para tomar el tiempo y el esfuerzo necesarios para una gustosa lectura. El carácter ecléctico, o sea el seleccionar y ordenar lo mejor de lo mejor del conocimiento de Dios encontrado en muchos libros, no sólo requiere de una gran capacidad para saber poner cada contenido en su mejor puesto, sino además, de un alto espíritu de entrega a las cosas de Dios y de compartir esa entrega con los demás. Este testimonio realizado por tres laicos aumenta su valor si lo consideramos dentro del marco festivo de la Iglesia por el Jubileo 2000 y juega perfectamente con las intenciones post-conciliares de una mayor participación de los seglares en el concepto de la Nueva Evangelización, que contribuirá a propiciar las condiciones para una mejor transformación de nuestra Iglesia y nuestra sociedad. He sido testigo de todos los intentos por dar por terminado este libro, sin embargo, no ha sido fácil, tomando en cuenta que estos apuntes llevan la finalidad de proporcionarle a dirigentes, con cierta experiencia en la lectura bíblica, el material indispensable para la elaboración de un curso bíblico que pueda ser impartido para algunas de nuestras comunidades eclesiales o discutido en el seno familiar. En este sentido, creo que el esfuerzo no ha sido en vano y estoy seguro, lo digo por experiencia propia, que el caudal de contenidos de este libro va a enriquecer nuestro conocimiento de Dios, y que nuestra postura ante Él cada día será el de un compromiso más serio y nuestra entrega al servicio de los demás será cada vez más amorosa. La alegría con que la Iglesia ve y recibe el fruto de sus hijos constituye una invitación a todos aquellos que quieran unirse a la cruzada por la Evangelización, a que engrosemos filas dentro del mismo objetivo de conocer y dar a conocer a Dios, sobre todo a aquellos que más sienten la necesidad de conocerlo, a efecto de que nos vayamos acercando a la conformación de aquella Iglesia Única, Santa, Católica y Apostólica con la que soñó su Divino Fundador y para lo cual se nos entregó hasta la muerte. Que Dios nos bendiga a todos. P. Celestino Palacios Párroco de San Pedro Nonualco El Salvador, Centroamérica Prólogo El esfuerzo realizado en la elaboración de este trabajo ha consistido sencillamente en dar un ordenamiento a una serie de contribuciones histórico- exegética que diferentes autores han hecho a partir de la lectura de la Sagrada Escritura. No hay, pues, ninguna invención ni aporte teológico original al respecto. Sólo hemos querido regalar nuestro tiempo y labor a realizar lo que otras personas, con un poquito de tiempo, podían haber realizado mejor que nosotros; pero tengan la plena seguridad que en todo esto existe el propósito sincero de contribuir, como cristianos comprometidos, a extender la Buena Nueva de una Promesa cumplida en Cristo, Nuestro Señor. Como inicia la presentación de la Biblia de Jerusalén, “La Biblia nos comunica de modo inmutable la Palabra del mismo Dios. «La Iglesia la ha venerado siempre al igual que al Cuerpo mismo del Señor, ya que, sobre todo en la Liturgia, no cesa de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la Palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo» (Concilio Vaticano II, Const. Dei Verbum, no. 21). Consciente de su misión, la Iglesia «se esfuerza por llegar a conseguir de día en día un conocimiento mas profundo de las Sagradas Escrituras» (no. 23). (…) Todo intento de hacer mas accesible esta Palabra es un servicio prestado a la Iglesia”. Este ideal de servicio es el que ha orientado nuestros modestos esfuerzos en la confección de este material. En nuestra humilde consideración, creemos que esta aportación, que pueden considerarlo como otro Curso Bíblico más, van dirigidos a aquellos hermanos católicos que de manera franca y vocacional están al frente de la dirección de comunidades eclesiales en el actualizado concepto de la Nueva Evangelización. Sin embargo, con la ayuda enorme que ofreceel estudio en equipo, este material de apoyo puede alcanzar mayores resultados en el crecimiento de nuestra Fe en Cristo Nuestro Salvador. Aunque esta presentación contiene una panorámica bíblica en general, perfectamente, el dirigente, puede iniciar su lectura o enseñanza con el Nuevo Testamento, retomando parte de la Introducción; para que posteriormente pueda concluir con el Antiguo Testamento. Metodológicamente, podrá notarse que en la parte del Antiguo Testamento, además de la exposición de lo central del tema, basándonos en las enseñanzas del Padre Amatulli Valente y en algunos Diccionarios Bíblicos, se adicionan secciones para una fácil conducción de las reflexiones en grupo, tales como un resumen de las enseñanzas fundamentales, así como aquellas dudas y ataques (en forma de interrogantes para ser respondidas en grupo) que se formulan a las mismas. También se presentan algunos cuadros sinópticos para una mayor comprensión de la lectura. A medida que se avanza, esta tarea se delega a los líderes para que, haciendo gala de su creatividad y sujetándose a la situación particular de sus comunidades, organicen los siguientes temas de la manera más conveniente al mejor aprendizaje de los demás. Como toda obra humana, ésta no puede ser perfecta de ninguna manera, pero por esa misma razón, el estudio de las Sagradas Escrituras debe tomarse con la seriedad que merece, para ir superando las deficiencias del humilde esfuerzo realizado por nosotros. Es válido y conveniente hacer de nuestro conocimiento todo aquello en que lo podamos mejorar, a efecto de que otros hermanos reciban un mejor recurso para su educación cristiana. La verdad que no se dice oportunamente contribuye a justificar la mentira, y eso no es cristiano. Por favor, ayúdennos a evangelizar mejor para la Mayor Gloria de Dios y la propagación de su Santa Madre Iglesia. Gabriel Antonio Pérez; Sigfredo Corcio Torres; Celso Rodríguez Echenique En la alborada del Tercer Milenio INDICE Prefacio 3 Prólogo 6 Indice 9 Como utilizar este Libro 13 Capítulo I. Preparación a la lectura de la Biblia 18 Capítulo II. Introducción a las Sagradas Escrituras 31 Capítulo III. La Biblia. Autor principal y autores secundarios 35 Capítulo IV. Los Libros 39 Capítulo V. Versiones de la Biblia y Desarrollo del Canon 51 Capítulo VI. Para aprovechar al máximo la lectura de la Biblia 57 EL ANTIGUO TESTAMENTO (AT) Introducción 65 Capítulo 1. Génesis (Gn) 69 Capítulo 2. El pecado 77 Capítulo 3. Abraham, nuestro padre en la fe 87 Capítulo 4. Exodo (Ex). Liberacion de Egipto y alianza del Sinai 96 Capítulo 5. La ley. los libros "Levítico", "Números" y "Deuteronomio" 108 5.1 Levítico (Lv) 108 5.2 Números (Nm) 115 5.3 El Deuteronomio (Dt) 122 5.4 La historia bíblica primitiva en sus primeros capítulos. Comentario Exegético 132 Capítulo 6. Los Jueces y los Reyes 138 6.1 Libros históricos 138 6.2 Josue (Jos) 139 6.3 Jueces (jc) 141 6.4 Samuel (1 s y 2 s) 147 6.5 Libros de los reyes (1 r y 2 r) 157 Capítulo 7 Los anales y la reconstrucción 172 7.1 Crónicas (1 cro y 2 cro) 173 7.2 Esdras-nehemías (esd y ne) 176 Capítulo 8 Libros de los macabeos (1 m y 2 m) 181 Capítulo 9 Los profetas 185 9.1 Isaias (is) 189 9.2 Jeremias (jr) 192 9.3 Ezequiel (ez) 194 9.4 Oseas (os) 19\7 9.5 Joel (jl) 200 9.6 Amós (am) 202 9.7 Abdías (ab) 204 9.8 Jonás (jon) 205 9.9 Miqueas (mi) 207 9.10 Nahum (na) 209 9.11 Habacuq (ha) 211 9.12 Sofonías (so) 212 9.13 Ageo (ag) 213 9.14 Zacarías (za) 214 9.15 Malaquías (ml) 217 Capítulo 10 Tres historias ejemplares 219 10.1 Tobias (tb) 219 10.2 Judit (jdt) 221 10.3 Rut (rt) 222 Capítulo 11 Los cinco rollos (meguilloth) 226 11.1 El cantar de los cantares (ct) 226 11.2 Lamentaciones (lm) 228 11.3 Eclesiastés (qohélet) (qo) 229 11.4 Ester (est) 231 Capítulo 12. Libros sapienciales y demás escritos 234 12.1 Job (jb) 235 12.2 Proverbios (pr) 237 12.3 Sabiduría (sb) 239 12.4 Eclesiástico (sirácides o sirácida) (si) 241 12.5 Baruc (ba) 242 12.6 Salmos (el salterio) (sal) 244 Capítulo 13. Visiones histórico-apocalípticas 248 13.1 Daniel (dn) 248 Capítulo 14. Esperanzas mesiánicas 255 Tabla Cronologica 257 NUEVO TESTAMENTO (NT) Presentación 268 Capítulo 1. Resumen histórico de los últimos años del pueblo de israel antes de la venida de Cristo 271 1.1 La expectación del mesías 273 1.2 El contexto de la época 275 1.3 Los hechos de los apostoles (hch) 283 Capítulo 2 Los cuatro evangelios 291 2.1 Evangelio de san marcos (mc) 299 2.2 Evangelio de san mateo (mt) 313 2.3 El evangelio de sanlucas (lc) 324 Capítulo 3. El evangelio de san juan (jn) 336 Capítulo 4. Los escritos de san pablo 359 4.1 Cartas escatológicas 370 4.2 Primera carta a los tesalonicenses (1 ts) 370 4.3 Segunda carta a los tesalonicenses (2 ts) 374 4.4 Grandes cartas 376 4.5 Primera carta a los corintios (1 co) 376 4.6 Segunda carta a los corintios (1 co) 381 4.7 Carta a los gálatas (ga) 385 4.8 Carta a los romanos (rm) 393 4.9 Cartas de la cautividad 403 4.10 Carta a los filipenses (flp) 403 4.11 Carta a los colosenses (col) 410 4.12 Carta a los efesios (ef) 413 4.13 La carta a filemón (flm) 424 4.14 Cartas pastorales 426 4.15 Cartas a timoteo y tito (1 tm, 2 tm y tt) 432 Capítulo 5. Las otras cartas del nuevo testamento 436 5.1 Carta a los hebreos (hb) 436 5.2 Primera carta de san pedro (1 p) 446 5.3 Segunda carta de san pedro (2 p) 457 5.4 La carta de santiago (st) 463 5.5 La carta de san judas (judas) 470 5.6 Las cartas de san juan (1 jn, 2 jn y 3 jn) 476 Capítulo 6. Títulos cristológicos y sus problemas 484 Capítulo 7 El apocalipsis de juan (ap) 536 Bibliografia 556 CÓMO UTILIZAR ESTE LIBRO Para desarrollar una visión completa, de punta a punta, del contenido de las Sagradas Escrituras, desde el inicio del Antiguo Testamento hasta el final del Nuevo, este esfuerzo realizado por nosotros se queda considerablemente pequeño en comparación con el requerido. De manera que el resultado obtenido por nuestra iniciativa solamente constituye un ejercicio de compartir los rasgos fundamentales y más significativos de los libros sagrados. Nuestro propósito es proporcionar al lector, con poco trajinar por la senda del estudio bíblico, algunos elementos que consideramos imprescindibles para su apropiada comprensión y que la persona que lo tome como objeto de su lectura tenga relativa facilidad para llegar a su mayor asimilación. Además, para aquellos que deseen iniciar la aventura de compartir con otros hermanos curso bíblico, exponemos a su consideración algunas recomendaciones metodológicas. Usted, amigo lector, podrá descubrir dos propósitos en la introducción: Las primeras páginas van orientadas al dirigente, a aquella persona que se disponga a desarrollar los contenidos de ese curso bíblico. Llevan la intención de solidificarlo en el conocimiento acerca de la disposición natural del hombre a la búsqueda y encuentro con Dios. Esta parte es indispensable ser leída por dichas personas y puede ser omitida para el resto de los participantes del curso. Lo mismo puede decirse del Cuadro cronológico. Hay una segunda parte, que sí ya es parte del curso bíblico y que está desarrollada en dirección a que los participantes en el curso adquieran un marco conceptual preliminar que sirva de base para una mayor comprensión de los siguientes capítulos. Toda la introducción, y una gran parte de todo el curso, están acompañadas de citas referidas a los documentos del Catecismo de la Iglesia Católica, del Concilio Vaticano II y a otros escritores versados en la materia; lo cual significa que se ha querido elaborar un trabajo cuyos contenidos estén en total armonía con el pensar y sentir de Nuestra Santa Madre Iglesia. Se sugiere, por tanto, que el dirigente se remita siempre a la lectura de estas fuentes originales a efectos de alcanzar la amplitud y el soporte necesarios que le permitan impartir sus clases con el adecuado aplomo y responsabilidad que son requeridas para esta clase de actividades. En los siguientes cuatro capítulos, ya relacionados con los primeros libros de la Biblia, usted se va a encontrar con una presentación que sugiere en sí una metodología a seguir en clase para las diferentes reflexiones y discusiones en grupo. Después de cada exposición de estos capítulos va a encontrar un resumen de los mensajes centrales que puede ampliar y repasar con el resto de los participantes. Cuando ya vea que el contenido está lo suficientemente afianzado por los participantes, puede continuar con la discusión de las dudas y ataques que se suelen presentar para contrarrestar la veracidad de los contenidos expuestos. El dirigente debe estar muy seguro de las respuestas que se han de dar a las diferentes dudas o preguntas, para lo cual le servirá de mucho repasar continuamente parte de la introducción o realizar la re-lectura, las veces que sea necesario, de las citas bíblicas señaladas en el texto y proporcionar otras citas que ayuden a su mayor análisis o a su mayor claridad, o comparar diversos acontecimientos en relación a su marco histórico que aparecen en el Cuadro cronológico. No está de más que la persona que esté impartiendo el curso haya hecho previamente la lectura completa de aquellos libros de la Biblia que se van exponiendo. En algunos de esos capítulos va a encontrar cuadros sinópticos que le ayudarán a dar una mejor ilustración o localización de los temas que está impartiendo; lo mismo puede hacer usted con aquellas partes en que considere que los participantes presentan algunos vacíos. En este sentido, pues, este material es en cierta forma, una guía de contenidos, que por su probablemente escaso tiempo se le hubiese hecho más difícil encontrar, y que de manera complementada le sirven como referencia para sus propias ampliaciones y demás consideraciones. La metodología cambia en la presentación de los siguientes temas. A partir de aquí creemos que ya el dirigente podría desarrollar sus propias iniciativas metodológicas; debe echar a caminar su ingenio y su creatividad, tomando en cuenta que cada comunidad vive situaciones de aprendizaje diferentes y que, por tanto, la forma de organizar los temas pueden tener matices diversos. Debe tener presente que todos los participantes deben quedar con ideas muy claras en los temas que se les exponen, por lo que su esmero debe ser enorme. Una cosa esencialmente importante es saber qué es lo que en las entrañas del texto se tiene que ir descubriendo y entendiendo. Indudablemente que, para nosotros, el mérito mayor tiene que ser el descubrimiento de cómo se va desarrollando, cómo se va cumpliendo el PROYECTO DE SALVACIÓN DE DIOS para con los hombres, primero en la descripción de sus manifestaciones en la Historia del Pueblo de Israel y luego, después, en el papel Revelador y Salvador de Jesucristo. Es clave no soltar este hilo conductor de toda esa historia, porque de lo contrario, no comprenderemos la dirección de los diferentes horizontes con que nos encontraremos en el mismo desierto sobre el cual Dios condujo a su Pueblo. Si el lector se apoya en este objetivo, le será más fácil darle a cada libro la interpretación más adecuada. Ademásdel postulado anterior, es recomendable ir puntualizando los avances del Plan de Salvación de Dios en cada uno de los temas siguientes, para lo cual es útil hacer comparaciones de las intervenciones de Dios en los diferentes contextos que se describen en la Sagrada Escritura y que se sintetizan en este libro. La participación activa de los miembros de la comunidad es de primordial importancia para que se vayan involucrando en la lectura de las citas bíblicas y en las reflexiones que se han de hacer después de la exposición de cada uno de los temas. Si está familiarizado con la lectura de la Biblia, sabe que puede disponer de ella en una variedad de traducciones y paráfrasis. Aunque puede usar cualquiera de ellas con provecho, los versículos y palabras que se citan en este Curso Bíblico han sido tomados en su gran mayoría de la Nueva Biblia de Jerusalén, de la Sagrada Biblia Nácar-Colunga, o de la Biblia Latinoamericana, a menos que se indique la fuente bíblica exacta. De igual manera, es necesaria la utilización de Mapas y otras figuras que ayuden al participante a localizar los acontecimientos bíblicos; si es posible hay que recurrir a utilizar franelógrafos, acetatos o filminas para retro- proyectores, o la moderna tecnología de la Multi-media, u otra clase de material audiovisual que pueda apoyar o facilitar la comprensión del curso por los participantes. Una de las experiencias más interesantes y entretenidas es ir mencionando las distintas costumbres y tradiciones que se observan en nuestro pueblo y que son explicadas por los temas que se exponen. En la misma medida, se ha de tener la suficiente habilidad para realizar, con mucha prudencia, la aplicación de las verdades analizadas en el curso, a las diversas realidades sociales o religiosas que se observan actualmente en el mundo que nos rodea. Cuando no se tenga la suficiente ilustración sobre el tema que se va a impartir, o se tenga cierta duda al respecto, y no se cuente con la bibliografía suficiente, lo más práctico es acudir a un Sacerdote u otra persona, con suficientes conocimientos en la materia, para obtener la ampliación o profundidad necesarias de lo que se tiene que impartir; pero nunca vaya a cometer el error de impartir algo de lo cual no se sienta lo suficiente seguro, porque las cosas de Dios no se pueden realizar por salir del paso; hay que recordar que, en muchas ocasiones, la fe de alguien dependerá de lo que le escuche a usted hablar. Por último le diré algo con lo que pude haber comenzado, pero lo hago así porque, a veces, lo que se dice por último es lo que más se nos queda en la mente: Nunca inicie algo para Dios sin pedirle primero a Él la dirección y la asistencia necesaria como para que lo que usted haga sirva únicamente para su gloria. Los recursos que más se necesitan para completar y aprovechar al máximo este Curso Bíblico son: una mente y un corazón abiertos al Espíritu Santo y una actitud de oración. A través del estudio de la Biblia adquirirá mayor conocimiento y comprensión del Señor, de su Reino y de su propio lugar en ese Reino, y todo esto es esencial. Pero necesita algo más. Necesita avivar su Fe y depender del Espíritu Santo para que oriente su estudio y aplique las verdades bíblicas a su vida. Jesús prometió que el Espíritu Santo nos enseñaría «todas las cosas» (Jn 14, 26; cf. 1 Co 2, 13). «La fe es un don de la gracia: "Para profesar esta fe es necesaria la gracia de Dios, que previene y ayuda, y los auxilios internos del Espíritu Santo, el cual mueve el corazón y lo convierte a Dios, abre los ojos de la mente y da "a todos la suavidad en el aceptar y creer la verdad"» (Dominus Iesus). De modo que mientras use este curso para guiarle, o para guiar a su Comunidad a través de las Escrituras, bañe sus momentos de estudio con oración, pidiendo al Espíritu de Dios que ilumine el texto, que aclare su mente, que someta su voluntad, que consuele su corazón. El Señor nunca le va a fallar (tomado del prólogo de: “Hasta el fin de los tiempos”; Jack W. Hayford, BECA, 1998). Los autores. Capítulo I PREPARACION A LA LECTURA DE LA BIBLIA Adentrarse a la lectura de la Biblia siempre ha representado, para la persona que lo hace, un gran reto y, sobre todo, una gran aventura. Y todos sabemos que antes de iniciar una aventura es necesaria cierta preparación, a efecto de que, ya dentro de ella, estemos dispuestos a concluirla de la mejor manera posible; de lo contrario no sentiremos la satisfacción y el premio de haber conquistado la tierra del Dios antes desconocido. Trataremos de hacerlo de la manera más sencilla, por lo menos al inicio, para que podamos tomar el impulso suficiente; después, como quien se adentra en un misterioso bosque, nos encontraremos con ciertas dificultades, que se irán sorteando con relativa facilidad si lo hacemos con espíritu perseverante y con la idea y el sentimiento de que al final del camino estaremos encontrando lo que todo hombre ha buscado, y debe buscar, a través de toda su vida: a Dios. NECESIDAD DE UNA RELIGION Cuando revisamos la historia de cualquier pueblo del mundo, nos encontramos con que una de las cosas más importantes, y siempre presentes, es su Religión. No encontramos ningún pueblo ateo; todos, de alguna manera, creen en un Dios. ¿Por qué? Porque Dios puso en el corazón de todos los hombres un impulso misterioso para buscar la explicación de su propio origen y de su propio destino. Y todos ellos la fueron encontrando de distintas formas y en las distintas facetas de la historia. A ese impulso del hombre por encontrar la explicación de su origen en un creador, superior a él, le llamamos RELIGIÓN. En el numeral 27 del Catecismo de la Iglesia Católica se lee: «“El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar». Una simple mirada a la historia antigua muestra con claridad como en distintas partes de la tierra, marcadas por culturas diferentes, brotan al mismo tiempo las preguntas de fondo que caracterizan el recorrido de la existencia humana: ¿quién soy? ¿De dónde vengo y a dónde voy? ¿Por qué existe el mal? ¿Qué hay después de esta vida? Estas mismas preguntas las encontramos en los escritos sagrados de Israel, pero aparecen también en los Veda y en los Avesta; las encontramos en los escritos de Confucio y Lao-Tze y en la predicación de los Tirthankara y de Buda; asimismo se encuentran en los poemas de Homero y en las tragedias de Eurípides y Sófocles, así como en los tratados filosóficos de Platón y Aristóteles. CLASES DE RELIGIONES En algunas ocasiones, los pueblos tomaron como dioses a seres que no tenían vida, otras veces tomaban como dios a un animal; otros creían que todo cuanto existía era divino, y otros pueblos, al parecer, se los inventaron a su gusto. El culto de los animales fue una forma primitiva de adoración. Fue la tendencia de muchos humanos de las épocas más remotas de adorar animales a los que se admiraba, respetaba o temía. Este culto se refleja también en aspectos parciales de algunos dioses de la antigüedad, como en el antiguo Egipto. De este culto dan testimonio muchos investigadores del arte rupestre. También se refleja en el llamado Totemismo. Otra antigua forma cúltica era la de considerar sagrados a varios tipos de árboles. Consideraban que tales árboles eran morada de una divinidad con la que se identificaba el culto. Varios de sus aspectos fundamentales están presentes en diferentes mitologíascomo la egipcia, la hindú y la noruega. Algunos intentan argumentar este culto a los árboles con referencias bíblicas al «árbol de la vida» y al «árbol de la ciencia del bien y el mal». Dependiendo de qué o cómo se fueron haciendo de sus dioses los pueblos, la religión fue tomando diversos nombres: Los pueblos que tomaron por dioses protectores a algunos animales y tallaron su figura en madera o piedra, llamadas TOTEM, se dice que tuvieron una religión TOTEMISTA. Los que creyeron que todo cuanto existía tenía un espíritu divino y poderoso, tenían una religión ANIMISTA. Aquellos que tomaron como dioses a cosas que no tenían vida, como piedras, montes, rocas, etc., se les considera de religión FETICHISTA. El culto a los antepasados también es un elemento antiguo de religiosidad. Atribuyen a los muertos la condición divina y llegan hasta a adorarlos, aunque en algunos casos se les considera como necesitados de atención (aun cuando se entienda que son seres poderosos). Aun en una cultura monoteísta como la israelita es posible encontrar elementos de este culto en algunas tumbas de ciertos personajes famosos. Finalmente, otros pueblos aparentemente se inventaron a sus dioses de manera que éstos se identificaran con alguna cualidad o defecto de los hombres, y así surge la formación de dioses mitológicos o legendarios, como fue el caso de los pueblos griego, romano, egipcio, maya, entre otros. De todas maneras, lo que hay de común en todo lo anterior es que, los pueblos creían en muchos dioses y por eso se dice que tuvieron una religión POLITEISTA (palabra griega que significa muchos dioses). Es decir era la creencia en más de un dios. La mayoría de las religiones de la antigüedad eran claramente politeístas, como las creencias de los pueblos indígenas de América Central y del Sur, Egipto, Sumeria, Asiria, Grecia, Roma, a los que nos referimos antes. El MONOTEISMO (del griego «monos» que significa uno, y «theos» que significa dios) es, por el contrario, la creencia en un solo Dios personal. Para Marco Antonio Ramos (Nuevo Diccionario de Religiones, Denominaciones y Sectas), entre las religiones monoteístas se encuentran el JUDAÍSMO, el CRISTIANISMO y el ISLAMISMO. EL MONOTEÍSMO contrasta con el POLITEÍSMO o creencia en varios dioses; con el MATERIALISMO que niega la existencia de un ser superior distinto de la materia; el HENOTEÍSMO, que admite un Dios principal y varios dioses secundarios; el DEÍSMO, para quienes Dios no interviene en los asuntos de este mundo; y el PANTEÍSMO o MONISMO, según el cual Dios y el universo son una misma cosa. De acuerdo con los datos tradicionales, el Monoteísmo, como lo conocemos hoy, se remonta a los patriarcas del Israel antiguo (Abraham y otros) y al antiguo Egipto de la era de Akenatón, faraón que se desempeñó también como reformador religioso y sustituyó el culto de Amón por el de Atón («el disco solar») como único dios oficial. Obviamente, lo contrario a estos tipos de creencias es el ATEISMO (Del griego a, que significa privativa, y theos, que significa dios), o sea es la negación de la existencia de Dios. PERO LA COSA CAMBIA Al paso de muchos años, la conciencia religiosa de los hombres iba creciendo, y en medio de esa realidad, sucede lo inesperado: Dios decide irrumpir en la existencia y comunicarse con los hombres, para hacerle ver que no hay tantos dioses, sino uno sólo y verdadero. Entonces se vale de Patriarcas, Hombres libertadores, Profetas, Jueces, Reyes y Mujeres valientes para que, en distintos momentos de la historia, transmitan a los hombres todo cuanto nos quería decir, aquello que sacara a los pueblos de la oscuridad y vieran por primera vez la luz que iluminaría el camino a todos los que se atrevieran a atender su llamado. ¡Dios toma la iniciativa de buscar y llamar a los hombres! Lo fundamental de esta historia de la búsqueda y llamado que Dios hace a los hombres y las diversas respuestas que los hombres dan a ese único Dios, se encuentra escrito en un libro sagrado llamado BIBLIA. Para Taylor Caldwell ningún libro puede narrar la historia de la vida de Nuestro Señor tan bien como la Biblia. Este es un libro que contiene la más grande y maravillosa historia de Amor de todos los tiempos: la historia del Amor de Dios a todos los hombres. En ese libro se plasma el verdadero y eterno sentimiento de amor de Dios para con toda la humanidad, y por eso, ese libro es la misma Palabra de Dios. Allí se escribe el Plan que Dios tiene para todas las naciones del mundo y para cada uno de los hombres en particular. La Biblia es la historia de la peregrinación de los hombres que, a través de la desesperación y la vida en tinieblas, del sufrimiento y la angustia, la amargura y la pena, la duda y el cinismo, la rebelión y la desesperanza, han llegado a los pies y a la comprensión de Dios. Sin esa comprensión el hombre vive como un animal irracional, sin consuelo ni sabiduría, y toda su vida es vana, sin que lo evite su posición social, poder o nacimiento. Las Sagradas Escrituras hay que leerlas e interpretarlas con el mismo Espíritu con el que fueron escritas. Hay que atender tanto al contenido como a la unidad de toda la Biblia. Los autores bíblicos no fueron totalmente independientes entre sí, pues éste era el libro de vida del Pueblo de Israel, constantemente leído, meditado, vivido. El Pueblo vivía la tradición religiosa y conocía a fondo la literatura bíblica precedente, por tanto los escritores también. Así que al exponer su propio pensamiento guiados por el Espíritu Divino, empleaban fórmulas usadas por sus antecesores, de ahí que en muchos libros de la Biblia se repitan estas fórmulas, muchas veces de forma idéntica, y otras con muy poca variación. Estas fórmulas por tanto le confieren a la Biblia una gran unidad de expresión y una línea de pensamiento continua y ascendente, de contenido progresivamente enriquecido (Nueva Biblia de Jerusalén). Lo medular de la lectura de la Biblia es, pues, conocer, comprender y descubrir el Plan que Dios tiene para con nosotros. Descubrir de dónde venimos y hacia dónde vamos. Debemos comprender por qué y para qué Dios nos busca y nos habla. Muchos han querido intervenir en la destrucción de este Plan de Dios; otros tantos han querido contribuir a su realización, muchos han sido indiferentes, y muchos otros más ni lo conocen todavía. Si queremos tomar partido en este Plan, la clave está en encontrar la manera adecuada de leer y entender el mensaje de Dios que se concreta en el libro sagrado de la Biblia y compartirlo con todos aquellos que se encuentren en nuestro metro cuadrado (Fórmula de Cursillos de Cristiandad). A diferencia de la religión de los pueblos antiguos, en que la mayoría desarrolló una mitología y una liturgia basadas en el mundo de los dioses en los tiempos primigenios, Israel se centró en su vida con Yahvé en este mundo. Desde el principio pensaron históricamente, en términos de causa y efecto. Esta nueva realidad exigía la creencia en un sólo Dios, por eso, como ya vimos, se le denomina religión MONOTEISTA. Sin embargo, creer en un sólo Dios parecería una tarea fácil, pero esa posición es demasiado simplista, si consideramos que todos los demás pueblos del mundo creían en muchos dioses y que, por naturaleza, estaban decididos a dar su sangre por defender la fe que profesaban en ese momento. Los mismos reyes y faraones obligan a los que se resisten a tener esa creencia, a que doblen sus rodillas ante los ídolos, bajo la amenaza de ser sacrificados si no lo hacen.Por tanto, la fe en un sólo Dios marca una profunda diferencia y está reservado solamente para aquellas personas de sólida convicción e indefectible valor, para aquellos que estén decididos a dar su vida por defender la fe en un único Dios. La Biblia nos cuenta los sufrimientos que tuvieron que pasar los primeros hombres; así como también resalta la salvadora promesa para aquellos que se mantuvieran fieles a su Fe. La respuesta de los hombres a la llamada de Dios tuvo matices diversos, pero totalmente diferentes bajo el punto de vista de su posición politeísta o monoteísta. En el cuadro que se presenta podremos ver algunas de esas diferencias que hemos mencionado. Todas las religiones que aparecen comparadas con la religión bíblica se caracterizan por ser politeístas, pero después aparecieron otras grandes religiones que se caracterizan por ser MONOTEISTAS (Creen en un solo Dios), y que es importante conocer porque, además de poseer una inmensa riqueza moral y doctrinaria, son muy antiguas y las practica mucha gente, aún en la actualidad. COMPARACIÓN RELIGIONES NATURALES RELIGION DE LA BIBLIA Creen en muchos dioses Creen en un solo Dios. Is 43, 10-13 Adoran dioses falsos o sus ídolos Denuncia la insensatez de creer en la existencia de muchos dioses e ídolos. Sb 13, 1-10 Presenta a los dioses como seres temibles y terribles Presenta a Dios como amigo que habla a los hombres. Gn 12, 1-3 Practican los sacrificios de seres humanos Rechaza los sacrificios de seres humanos. Lv 20, 1-3 La moral que practican es un sistema de tabúes La moral que practican es por compromisos de alianza con Dios. Ex 24, 7-8 La norma suprema es temer a los dioses La norma suprema es amar a Dios y al prójimo. Mt 22, 37-40 El ser humano es títere de los dioses El ser humano es imagen de Dios y rey de la creación. Gn 1, 26-28 El hombre se siente esclavo de los caprichos de los dioses El hombre se siente responsable y libre ante la vida. Dt 30, 15-20 Nacen de los hombres que buscan a Dios Nace de Dios que busca a los hombres. Dt 4, 32-35 El Concilio Vaticano II, se expresa de estas religiones de la siguiente manera: En ellas el hombre busca el misterio divino. Intentan responder al misterio de la vida y a la inquietud del corazón humano de buscar a su creador. Muchas de sus prácticas son nobles y dignas. La Iglesia respeta todo lo verdadero y santo que tienen en su obrar. La Iglesia les invita a que juntos promovamos los valores morales, espirituales y socioculturales comunes a ellos y a nosotros. No podemos invocar a Dios como Padre de todos, si negamos la fraternidad a los que lo buscan. DIOS NOS MANIFIESTA SU EXISTENCIA Dios nos manifiesta su existencia de muchas maneras, unas veces reflejándose en el mundo natural como su creador, otras interviniendo en la historia de manera sobrenatural y sobre todo apareciendo en Cristo. El Catecismo, en su numeral 54 nos dice: «Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas, y, queriendo abrir el camino de la salvación natural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio», y en el numeral 65 nos aclara: «De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos tiempos nos ha hablado por su hijo (Hb 1, 1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta». i. DIOS SE NOS DA A CONOCER REFLEJÁNDOSE EN EL MUNDO NATURAL El mundo visible que nos rodea y nuestro propio interior con su conciencia y sus más íntimas aspiraciones constituyen una manifestación natural de la existencia de Dios. 1. Dios se manifiesta por el mundo visible que nos rodea. El hombre que reflexiona sin prejuicios y con corazón puro, descubre constantemente a Dios en la contemplación de la naturaleza. La observación atenta del mundo de los astros, cuya grandeza no deja de asombrarnos; el mundo prodigioso de los átomos, cuyo interior desentrañan infatigablemente los sabios de nuestros días; la maravilla constante de la vida, una flor, un insecto, los grandes animales; Todo en la naturaleza está hablando de Dios. En las llamadas “cinco vías de Santo Tomás de Aquino” se sostiene: Este mundo no puede tener en sí mismo la última explicación de su propia existencia. Sería un absurdo, porque constantemente estamos experimentando la poca consistencia de las cosas: empiezan a existir, se transforman en otra cosa, desaparecen, mueren, etc. Luego, necesariamente tiene que haber una causa perfectamente consistente, con plenitud de existencia, distinta del mundo, que comunique y mantenga la existencia de las cosas en este mundo. La maravillosa belleza, armonía y orden de todo el universo son totalmente inexplicables sin una “suprema inteligencia ordenadora”. Las leyes, enormemente complicadas, de los astros en sus movimientos, los procesos admirables de la naturaleza, el mismo cuerpo humano tan sabiamente dispuesto en todos sus detalles, están demostrando palpablemente la existencia indudable de un artífice lleno de sabiduría y poder. 2. Dios se manifiesta en nuestro propio interior. Reflexionando sobre su propio interior puede llegar el hombre a conocer la existencia de Dios. Profundamente grabada en nuestro interior está la voz de la conciencia, voz que nos dice lo que está bien y lo que está mal, que impone una obligación y que se encuentra en todos los hombres y en todos los tiempos. Esta voz no es exterior, no la recibimos de otros, brota de lo más íntimo de nuestro ser: es la voz de nuestro creador, del que impone sus leyes en nuestra propia naturaleza, la voz de un Supremo Juez de los hombres. Además en nuestro interior hay anhelos insaciables, sed de felicidad, de verdad, de belleza infinita, amor jamás satisfecho: todos estos anhelos serían vanos e incomprensibles si no existiera un ser perfecto en sí mismo, BIEN SUMO, AMOR INFINITO capaz de colmar todas nuestras aspiraciones más hondas. Como hemos advertido, el Catecismo de la Iglesia sostiene que el deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar, por ello cita: “La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento, pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor, y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su creador (Gaudium et Spes 19, 1)”. ii. DIOS SE DA A CONOCER POR SUS INTERVENCIONES SOBRENATURALES 1. Dios nos confirma su existencia. La providencia paternal de Dios, su condescendencia y amor, quiso confirmarnos su existencia interviniendo poderosamente en la historia de su pueblo, y sobre todo, apareciendo en Cristo. De este modo pueden los hombres llegar con más firme certeza, sin mezcla de errores, con mayor facilidad y rapidez al conocimiento de Dios. Esta revelación natural de Dios no sólo confirma su existencia, sino que, sobre todo, descubre la vida íntima del mismo Dios y sus planes para nuestra salvación. 2. Dios interviene en la historia de su pueblo. Dios irrumpe desde arriba, desde el más allá, en la historia de los hombres y constituyesu pueblo, Israel. De esta manera Dios se da a conocer como poder personal, distinto del mundo, y como creador. Dios habla a los patriarcas y les hace promesas, los conduce; gobierna a su pueblo y le da leyes porque es el Señor. Esta intervención de Dios es una continua llamada a los hombres para que tengan Fe en Él y comprendan el sentido auténtico de su vida: someterse a Dios. Y así, entre resistencias y sumisiones, va conduciendo Dios la historia de su pueblo y realizando su plan de salvación. 3. Dios aparece en Cristo. Toda la historia del pueblo de Israel está dirigida por Dios, hacia su plena manifestación a los hombres en Cristo. Cristo es la Revelación de Dios, por su presencia histórica entre los hombres, por sus obras de salvación, por sus palabras. Cristo es enviado de Dios (Jn 5, 23; 14, 24); manifiesta al Padre (Jn 5, 30; 14, 10). El que ve a Cristo ve al Padre (Jn 14, 9), porque Cristo es uno con el Padre (Jn 10, 30). Las obras de Cristo dan testimonio de su misión: con Él, Dios ha hecho su aparición entre los hombres. Esta revelación de Dios no es tan sólo una confirmación de su existencia; es sobre todo una llamada: el Evangelio es una llamada a la bienaventuranza. Dios hace visible su amor en Cristo: en Él nos llama a participar en su vida de amor. “Dios viene a nosotros en Cristo; nosotros vamos a Dios en Cristo”. Como aparece claramente expresado en la Declaración Dominus Iesus «en Jesucristo se da la plena y completa revelación del misterio salvífico de Dios. Por lo tanto, las palabras, las obras y la totalidad del evento histórico de Jesús, aun siendo limitados en cuanto realidades humanas, sin embargo, tienen como fuente la Persona divina del Verbo encarnado, "verdadero Dios y verdadero hombre" y por eso llevan en sí la definitividad y la plenitud de la revelación de las vías salvíficas de Dios, aunque la profundidad del misterio divino en sí mismo siga siendo trascendente e inagotable. 4. La Iglesia prolonga el anuncio de Cristo. Cristo ha encargado a su Iglesia que siga anunciando a todos los hombres la existencia de Dios. Y la Iglesia de Cristo, a pesar de sus deficiencias humanas, sigue proclamando a este Dios, lleno de amor hacia los hombres. La extensión de la Iglesia, su apertura a todos los hombres de todos los tiempos, el testimonio de tantos mártires, santos, apóstoles, vírgenes; todo esto anuncia la existencia de un Dios, todo nos conforta en nuestra Fe. iii. DIOS NOS HABLA Dios nos habla con un mensaje vivo que es su Palabra. Esta Palabra de Dios llega hasta nosotros de dos maneras: Fijada en Escritura divinamente inspirada (Sagrada Escritura). Predicada y vivida desde los Apóstoles en la Iglesia de Dios (Tradición) LA REVELACION Etimológicamente “revelar” (del latín re-velare) significa descorrer el velo que oculta algo, descubrir algo. ¡La Revelación es, pues, el acto mediante el cual la Palabra de Dios nos descubre el misterio íntimo de Dios y sus designios de salvación para los hombres! Esta revelación divina puede ser: Inmediata: cuando se recibe directamente la Palabra de Dios sin intervención de otro hombre. Por ejemplo: Dios habla a Moisés; Cristo habla a Pablo. Mediata: cuando se recibe la Palabra de Dios por mediación de sus profetas. La Revelación es necesaria no sólo para confirmar y facilitar la comprensión de algunas verdades de orden natural, sino, especialmente, para comunicar al hombre los inescrutables designios que Dios tiene sobre nuestra salvación y elevación a participar de su misma vida divina. Si la Palabra de Dios no nos revelara este misterio de salvación, nunca podríamos llegar a conocerlo ni a vivirlo. Por ello, como se declara en Dominus Iesus: «La obediencia de la fe conduce a la acogida de la verdad de la revelación de Cristo, garantizada por Dios, quien es la Verdad misma; "La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado". La fe, por lo tanto, "don de Dios" y "virtud sobrenatural infundida por Él", implica una doble adhesión: a Dios que revela y a la verdad revelada por él, en virtud de la confianza que se le concede a la persona que la afirma. Por esto "no debemos creer en ningún otro que no sea Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo"». ¿DÓNDE ESTÁ CONTENIDA LA PALABRA DE DIOS? Este mensaje vivo de Dios llega hasta nosotros de dos maneras: En libros escritos: es Palabra de Dios, plasmada de un modo privilegiado en Escritura Sagrada, divinamente inspirada. En Tradiciones no escritas: es Palabra de Dios, transmitida desde los Apóstoles, quienes la recibieron de labios del mismo Cristo, o bien por inspiración del Espíritu Santo. Esta transmisión se hace en la vida misma de la Iglesia, garantizada por la asistencia del Espíritu Santo. ¡“La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un sólo depósito sagrado de la Palabra de Dios confiado a la Iglesia”! (Vaticano II, “Dei Verbum”, n. 10). iv. RESPUESTA DE LOS HOMBRES 1. Hombres que niegan la existencia de Dios. La negación de la existencia de Dios se llama Ateísmo. Se puede negar que Dios exista de dos maneras: Con la razón, es decir, intentando exponer teóricamente que Dios no existe. Entonces se llama ateísmo teórico. Con la vida, es decir, viviendo como si Dios no existiera. Entonces se llama ateísmo práctico. 2. Hombres que reconocen la existencia de Dios: Religión natural. Muchos hombres descubren la existencia de algún SER SUPERIOR, y viven conforme a una religión natural. Esta religión tiene su fundamento en consideraciones meramente humanas. La razón humana, debilitada por el pecado, y sin la garantía de la revelación divina puede torcerse y generar muchos errores. 3. Hombres que encuentran a Dios en Cristo. Ante la apertura de Dios al hombre, que se realiza sobre todo por medio de Cristo, corresponden muchos hombres con su propia apertura a Dios. El acto de Fe en Dios es una decisión libre, y muy personal, por la que el hombre confía y se entrega totalmente a Cristo. Capítulo 2 INTRODUCCION A LA SAGRADA ESCRITURA LECTURA DE LA BIBLIA Biblia es una palabra griega que significa libros. Proviene de una ciudad llamada Biblos, donde se fabricaba el papiro para hacer libros. Es el Libro Santo escrito por hombres, bajo la inspiración y dirección de Dios. No es un solo libro, sino un conjunto de Libros Sagrados, que narran la historia de la Salvación, es decir, todo el proyecto de Dios para salvarnos, para atraernos a Él y formar con Él una comunión de vida y de amor. CONCEPTOS A la Biblia se le llama también Sagrada Escritura, La Escritura, Palabra de Dios, Libro de la Revelación: Se le llama Sagrada Escritura porque trata de asuntos sagrados y religiosos. Palabra de Dios, ya que es el mismo Dios el que se comunica con nosotros a través de la Biblia. Libro de la Revelación, ya que Dios se nos revela, es decir, corre el velo cuando la leemos; y porque los que la escribieron lo hicieron por medio de la revelación de Dios. No se la inventaron ellos. La Sagrada Biblia se divide en dos grandes partes: Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. La palabra testamento significa pacto o alianza, que Dios hizo con los hombres. El Antiguo Testamento comprende lo sucedido desde la creación del mundo, hasta que llegó el tiempo de la venida del Hijo de Dios, y contiene los pactos o testamentos que hizo Dios con los primeros padres, con los patriarcas (Noé, Abraham, Moisés), con los profetas y con el pueblo de Dios. Narra también los éxitos que obtuvieron quienes cumplieron estos pactos o testamentos, y los fracasos que sufrieron quienes no los cumplieron. Por eso, laBiblia nos enseña a hacer el bien y a evitar el mal. A hacer el bien, que gusta a Dios; y a evitar el mal que le hiere y le pone triste. El Nuevo Testamento contiene lo que sucedió desde el nacimiento del Hijo de Dios en Belén, sus enseñanzas, su vida, su Pasión, su Muerte, Resurrección y Ascensión a los cielos. Y, además, la historia de los apóstoles, las cartas de algunos de ellos, y el libro de Apocalipsis. El primer pacto que hizo Dios fue con Moisés. El segundo pacto o Nueva Alianza lo hizo a través de Jesucristo, su Hijo. El antiguo Pueblo de Israel viene ahora sustituido con un nuevo Pueblo: La Iglesia, por Él fundada. Estos dos Testamentos no son independientes uno del otro, sino que el antiguo es preparación para el nuevo y ambos están estrechamente unidos. Ambas Alianzas constituyen la historia de la salvación, en la cual Dios interviene con sus palabras y con sus obras en la vida de los hombres para llevar a cabo su plan. Todos nosotros junto con Dios somos los protagonistas de esta historia sagrada; todos con Dios estamos dentro de ella porque todos los hombres vamos en peregrinación hacia el Padre. Siguiendo la historia del Pueblo escogido, nosotros llegamos a descubrir nuestra propia historia. Igual que el Pueblo de Israel, Dios nos ofrece su amor y nos hace comprender cómo podemos responderle, no obstante nuestras rebeldías y pecados MANEJO DE LA BIBLIA La Biblia es un conjunto de libros muy extenso. Es muy importante saber cómo manejarla, para poder buscar inmediatamente lo que uno quiere. He aquí algunas indicaciones prácticas. Índice General. Lo primero que se tiene que hacer es buscar el Índice General. En algunas Biblias lo encontramos al principio y en otras al final. En la línea izquierda se encuentran los nombres de los diferentes libros de la Biblia; a la derecha, se escriben las respectivas abreviaturas; y más a la derecha, están colocados los Números de las páginas en donde cada uno de los libros da inicio. Capítulos y Versículos. Cada libro se encuentra dividido en capítulos, los cuales están señalados por números grandes; pero cada capítulo se divide, a la vez, en partecitas, que señaladas por números más pequeños reciben el nombre de versículos. Citas Bíblicas. El conjunto de: libro, capítulo y versículo, se llama cita bíblica. Primero se pone el nombre del libro abreviado, después el número del capítulo y, finalmente, se pone el número del versículo. Entre el capítulo y el versículo se pone una coma (,). Ejemplo: Gn 3, 1. Se lee: Génesis, capítulo tres, versículo uno. Si se quiere señalar varios versículos juntos, se tiene que indicar el primero y el último, poniendo un guion entre ellos. Ejemplo: Jn 3, 16-19. Se lee: Evangelio según San Juan, capítulo tres, del versículo dieciséis al versículo diecinueve. Si se quiere señalar distintos versículos sueltos del mismo capítulo, hay que poner un punto entre un versículo y el otro. Ejemplo: Mt 8, 3. 8. 15. Leyéndose: Evangelios según San Mateo, capítulo ocho, versículos tres, ocho y quince. De igual forma entre el capítulo y el versículo se pueden poner “dos puntos” (:), pero en ese caso, entre cada uno de los versículos sueltos habría que poner una “coma” (,). Ejemplo: Mt 8: 3, 8, 15. Leyéndose: Evangelios según San Mateo, capítulo ocho, versículos tres, ocho y quince. Una “s” después de un numerito quiere decir “y siguiente”; dos “ss” quiere decir “y siguientes” Ejemplos: Ex 3, 1s. Se lee: Éxodo, capítulo tres, versículo uno y siguiente. Lv 1, 2ss. Se leerá: Levítico, capítulo uno, versículos dos y siguientes. Las citas pueden abarcar distintos capítulos. Ejemplos: Gn 3, 1-4, 3 o Gn 3: 1-4: 3. Se lee así: Génesis, del capítulo tres, versículo uno al capítulo cuatro, versículo tres. Gn 4-11. Se lee así: Génesis, del capítulo cuatro al capítulo once. Entre una cita bíblica y otra, se pone punto y coma. Al final, se pone punto. Ejemplo: Gn 8, 1; Ex 3, 4-8; Lv 8, 1-10; Mt 3-9. Un número antes de la sigla que señala el libro, sirve para diferenciar a los libros que tengan al mismo título. Ejemplo: 1Cor Se lee así: Primera carta de San Pablo a los corintios. Capítulo 3 LA BIBLIA. AUTOR PRINCIPAL Y AUTORES SECUNDARIOS Dios es el autor principal de la Biblia. Él inspiró al hagiógrafo o escritor sagrado, para que escribiera todo aquello y sólo aquello que quería que se escribiera. La Sagrada Escritura es, pues, el conjunto de libros que tienen a Dios por autor principal, el cual ha inspirado a los diversos autores humanos que los han escrito como instrumentos de Dios. El Espíritu Santo se ha servido de los diversos autores humanos como de instrumentos vivos, racionales y libres que al escribir bajo el influjo de la inspiración divina dejan plasmados su propio estilo, su genio poético, su viveza de inteligencia, entre otros. Pero, ante todo, hay que saber que la Biblia no es un libro de ciencias ni un catecismo con una lista de verdades. La Biblia esencialmente relata una historia de amor entre Dios y su Pueblo; y en esa historia hay de todo: luces y sombras, santidad y pecado, creencias, costumbres y enseñanzas. LA INSPIRACION Inspiración es un deseo que nace de la persona y que lo impulsa a realizar algo. Hay inspiraciones humanas, cuando proceden de las facultades humanas (p.e. un cuadro, una escultura, un libro, una poesía). Y hay inspiraciones divinas, cuando proceden de Dios por conducto del Espíritu Santo, y lleva al hombre a ejecutar algo que Dios le inspira y como Dios le inspira. De esta última hablamos aquí. Dios respetó a los escritores sagrados, influidos por las costumbres y cultura de los países en los que vivían, dejando huella de su estilo, temperamento, personalidad e incluso de la clase social a la que pertenecían o el oficio que desempeñaban; así, por ejemplo, san Pablo muestra su temperamento impetuoso, san Juan, místico y sereno; san Marcos, detallista; Lucas, como buen médico, nos revela a un Jesús lleno de misericordia, entre otros. La mayor parte de los autores del Antiguo Testamento son desconocidos para nosotros; cosa comprensible ya que la literatura antigua era anónima, pues las composiciones, tanto orales como escritas, pertenecían a la comunidad y no a los individuos. Muchos escritores además se basaron en la tradición oral, que ampliaban, por lo que algunas obras se atribuyen a aquel autor que más haya influido en ella. Así ocurre, por ejemplo, con el Pentateuco que se atribuye a Moisés siendo que él es sólo autor de su núcleo fundamental. Una consecuencia de la inspiración es la inerrancia de la Sagrada Escritura. Inerrancia quiere decir la ausencia de todo error. La Palabra de Dios a los hombres está libre de error, ya que Dios no puede engañarse, ni engañarnos. Aplicando estos criterios se evitará que los cristianos den interpretaciones arbitrarias y antojadizas a la Sagrada Escritura, como acostumbran otras profesiones religiosas. De cualquier manera, siempre que nos invada alguna duda interpretativa de la Sagrada Escritura, tenemos el derecho, y la obligación, de consultar con nuestro párroco o con cualquier persona versada en la materia para despejarla, porque es inconveniente seguir con dudas de interpretación. PARA COMPRENDER CON AMOR LOS LIBROS DE DIOS Prestar una gran atención “al conjunto y a la unidad de toda la escritura”, pues uno es el designio de Dios, aunque ese designio haya sido escrito en una gran variedad de libros y en una gran variedad de estilos. Leer la escritura en “Tradición viva de toda la Iglesia”. La Iglesia lleva en su tradición la memoria viva de la Palabra de Dios, y el Espíritu Santo le da la interpretación espiritual dela escritura. Ese mismo Espíritu que asiste a la Iglesia le asegura la infalibilidad (que no puede equivocarse) en materia doctrinaria. Estar atento “a la analogía de la fe” (cf. Rm 12: 6). Por analogía de la Fe entendemos la cohesión de las verdades de la Fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación. Dios habla con el lenguaje corrientemente usado en su época y según el estado del conocimiento científico de entonces. Ciertas maneras de exponer y narrar, ciertos modos hiperbólicos o antropomórficos de hablar, ciertas paradojas… son para adaptarse a los hombres hebreos antiguos. La Biblia, sin embargo, ¡toda entera! está adaptada a todos los hombres de todos los tiempos y pueblos. Sólo Dios puede hablar así: con una eficacia salvadora que jamás pierde actualidad. En el corazón de un método sólido de interpretación bíblica hay principios básicos: Oración, pidiendo a Dios nos ilumine para entender su mensaje. Lectura pausada, para poder digerir bien. Humildad, sabiéndonos necesitados de Dios. No buscar ciencia profana, sino un mensaje espiritual para salvarnos. No dejar pasar el día sin leer una página de la Sagrada Biblia. Leer explicaciones de buenos libros que comenten la Sagrada Escritura; o pedir esas explicaciones a expertos de la Biblia. Leer la Sagrada Escritura en el orden más fácil para entenderla: Por ejm. Evangelios, Hechos, Génesis y Éxodo, Samuel y libros de los Reyes, Tobías y Judit, Salmos, Proverbios, Eclesiástico, Santiago, san Pablo, entre otros. TIEMPO EN QUE SE ESCRIBIÓ LA BIBLIA Los manuscritos del mar Muerto o de Qumrán. En 1947 se encontró en las cercanías del Mar Muerto, en unas cuevas de la actual Jordania, en el extremo noroccidental, región de Qirbet Qumran, una serie de manuscritos que constituye uno de los hitos más sobresalientes en la historia de la arqueología contemporánea y en la investigación sobre el Antiguo Oriente, el judaísmo primitivo y los orígenes del cristianismo (César Vidal; Jesús y Los Manuscritos del Mar Muerto, Editorial Planeta, 2006). Se trata de una colección de cerca de 600 escritos en hebreo y arameo. La mayoría de estos escritos fueron hechos entre el 200 aJC y el 68 dJC. Incluyen manuales de disciplina, comentarios bíblicos, himnos, textos apocalípticos y dos de las copias más antiguas conocidas del libro de Isaías, casi intactas, así como fragmentos de prácticamente todos los libros del Antiguo Testamento. La importancia de los rollos del mar Muerto para los estudios del Antiguo Testamento yace precisamente en su antigüedad. El manuscrito de Isaías data del siglo II a JC, es decir, antes de la sistematización del texto ocurrido tres siglos después. En la antigüedad era costumbre, en Egipto, no quemar el papel, sino tirarlo fuera de la ciudad, donde la arena del desierto lo cubría. Allí permanecieron durante siglos gran cantidad de estos desperdicios. Sin embargo, en 1896/97 el Dr. Grenfell y el Dr. Hunt empezaron las excavaciones en Oxirinco, descubriendo una gran cantidad de papiros. Entre ellos se hallaba una hoja arrugada, escrita por ambos lados en caracteres unciales, y que resultó ser una colección de dichos atribuidos a Jesús; máximas estas que el Dr. J. Hope Moulton aceptó como genuinas. Estos y muchos otros papiros fueron clasificados y editados. Un día, cuando el Dr. Deissmann estaba examinando casualmente uno de estos volúmenes en la biblioteca de la Universidad de Heidelberg, se quedó impresionado por la semejanza del lenguaje con el que él estaba familiarizado por su estudio del NT. Pudiéramos suponer por tanto que se empezó a escribir la Biblia con Moisés, unos 1,250 años antes de Cristo, y se terminó de escribir con el Apóstol San Juan, casi 100 años después de Cristo. Capitulo 4 LOS LIBROS La Biblia que usamos en nuestros días contiene 73 libros: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. Los libros del Antiguo Testamento se escribieron en un período de 1,000 años aproximadamente. El Nuevo Testamento se escribió en un período de más o menos 70 años. Todas las religiones que aparecen comparadas con la religión bíblica se caracterizan por ser politeístas, pero después aparecieron otras grandes religiones que se caracterizan por ser MONOTEISTAS (Creen en un solo Dios), y que es importante conocer porque, además de poseer una inmensa riqueza moral y doctrinaria, son muy antiguas y las practica mucha gente, aún en la actualidad, de ahí que sean esbozadas en el Anexo a este libro. Merece la pena transcribir textualmente lo que acabamos de referir sobre los creyentes en gran cantidad de dioses y que aparece en el c. 13 de Sabiduría: “Sb 13: 6-9 Con todo, no merecen éstos tan grave reprensión, pues tal vez caminan desorientados buscando a Dios y queriéndole hallar. Como viven entre sus obras, se esfuerzan por conocerlas, y se dejan seducir por lo que ven. ¡Tan bellas se presentan a los ojos! Pero, por otra parte, tampoco son éstos excusables; pues si llegaron a adquirir tanta ciencia que les capacitó para indagar el mundo, ¿Cómo no llegaron primero a descubrir a su Señor?”. En su declaración “Nuestra Época”, el Concilio Vaticano II, se expresa de estas religiones de la siguiente manera: En ellas el hombre busca el misterio divino. Intentan responder al misterio de la vida y a la inquietud del corazón humano de buscar a su creador. Muchas de sus prácticas son nobles y dignas. La Iglesia respeta todo lo verdadero y santo que tienen en su obrar. La Iglesia les invita a que juntos promovamos los valores morales, espirituales y socioculturales comunes a ellos y a nosotros. No podemos invocar a Dios como Padre de todos, si negamos la fraternidad a los que lo buscan. DIOS NOS MANIFIESTA SU EXISTENCIA Dios nos manifiesta su existencia de muchas maneras, unas veces reflejándose en el mundo natural como su creador, otras interviniendo en la historia de manera sobrenatural y sobre todo apareciendo en Cristo. El Catecismo, en su numeral 54 nos dice: «Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas, y, queriendo abrir el camino de la salvación natural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio», y en el numeral 65 nos aclara: «De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos tiempos nos ha hablado por su hijo (Hb 1, 1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta». i. DIOS SE NOS DA A CONOCER REFLEJÁNDOSE EN EL MUNDO NATURAL El mundo visible que nos rodea y nuestro propio interior con su conciencia y sus más íntimas aspiraciones constituyen una manifestación natural de la existencia de Dios. 1. Dios se manifiesta por el mundo visible que nos rodea. El hombre que reflexiona sin prejuicios y con corazón puro, descubre constantemente a Dios en la contemplación de la naturaleza. La observación atenta de los inmensos mundos de los astros, cuya grandeza no deja de asombrarnos; el mundo prodigioso de los átomos, cuyo interior desentrañan infatigablemente los sabios de nuestros días; la maravilla constante de la vida, una flor, un insecto, los grandes animales; Todo en la naturaleza está hablando de Dios. En las llamadas “cinco vías de Santo Tomás de Aquino” se sostiene: Este mundo no puede tener en sí mismo la última explicación de su propia existencia. Sería un absurdo, porque constantementeestamos experimentando la poca consistencia de las cosas: empiezan a existir, se transforman en otra cosa, desaparecen, mueren, etc. Luego, necesariamente tiene que haber una causa perfectamente consistente, con plenitud de existencia, distinta del mundo, que comunique y mantenga la existencia de las cosas en este mundo. La maravillosa belleza, armonía y orden de todo el universo son totalmente inexplicables sin una “suprema inteligencia ordenadora”. Las leyes, enormemente complicadas, de los astros en sus movimientos, los procesos admirables de la naturaleza, el mismo cuerpo humano tan sabiamente dispuesto en todos sus detalles, están demostrando palpablemente la existencia indudable de un artífice lleno de sabiduría y poder. 2. Dios se manifiesta en nuestro propio interior. Reflexionando sobre su propio interior puede llegar el hombre a conocer la existencia de Dios. Profundamente grabada en nuestro interior está la voz de la conciencia, voz que nos dice lo que está bien y lo que está mal, que impone una obligación y que se encuentra en todos los hombres y en todos los tiempos. Esta voz no es exterior, no la recibimos de otros, brota de lo más íntimo de nuestro ser: es la voz de nuestro creador, del que impone sus leyes en nuestra propia naturaleza, la voz de un Supremo Juez de los hombres. Además en nuestro interior hay anhelos insaciables, sed de felicidad, de verdad, de belleza infinita, amor jamás satisfecho: todos estos anhelos serían vanos e incomprensibles si no existiera un ser perfecto en sí mismo, BIEN SUMO, AMOR INFINITO capaz de colmar todas nuestras aspiraciones más hondas. Como hemos advertido, el Catecismo de la Iglesia sostiene que el deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar, por ello cita: “La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento, pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor, y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su creador (Gaudium et Spes 19, 1)”. ii. DIOS SE DA A CONOCER POR SUS INTERVENCIONES SOBRENATURALES 1. Dios nos confirma su existencia. La providencia paternal de Dios, su condescendencia y amor, quiso confirmarnos su existencia interviniendo poderosamente en la historia de su pueblo, y sobre todo, apareciendo en Cristo. De este modo pueden los hombres llegar con más firme certeza, sin mezcla de errores, con mayor facilidad y rapidez al conocimiento de Dios. Esta revelación natural de Dios no sólo confirma su existencia, sino que, sobre todo, descubre la vida íntima del mismo Dios y sus planes para nuestra salvación. 2. Dios interviene en la historia de su pueblo. Dios irrumpe desde arriba, desde el más allá, en la historia de los hombres y constituye su pueblo, Israel. De esta manera Dios se da a conocer como poder personal, distinto del mundo, y como creador. Dios habla a los patriarcas y les hace promesas, los conduce; gobierna a su pueblo y le da leyes porque es el Señor. Esta intervención de Dios es una continua llamada a los hombres para que tengan Fe en Él y comprendan el sentido auténtico de su vida: someterse a Dios. Y así, entre resistencias y sumisiones, va conduciendo Dios la historia de su pueblo y realizando su plan de salvación. 3. Dios aparece en Cristo. Toda la historia del pueblo de Israel está dirigida por Dios, hacia su plena manifestación a los hombres en Cristo. Cristo es la Revelación de Dios, por su presencia histórica entre los hombres, por sus obras de salvación, por sus palabras. Cristo es enviado de Dios (Jn 5, 23; 14, 24); manifiesta al Padre (Jn 5, 30; 14, 10). El que ve a Cristo ve al Padre (Jn 14, 9), porque Cristo es uno con el Padre (Jn 10, 30). Las obras de Cristo dan testimonio de su misión: con Él, Dios ha hecho su aparición entre los hombres. Esta revelación de Dios no es tan sólo una confirmación de su existencia; es sobre todo una llamada: el Evangelio es una llamada a la bienaventuranza. Dios hace visible su amor en Cristo: en Él nos llama a participar en su vida de amor. “Dios viene a nosotros en Cristo; nosotros vamos a Dios en Cristo”. Como aparece claramente expresado en la Declaración Dominus Iesus «en Jesucristo se da la plena y completa revelación del misterio salvífico de Dios. Por lo tanto, las palabras, las obras y la totalidad del evento histórico de Jesús, aun siendo limitados en cuanto realidades humanas, sin embargo, tienen como fuente la Persona divina del Verbo encarnado, "verdadero Dios y verdadero hombre" y por eso llevan en sí la definitividad y la plenitud de la revelación de las vías salvíficas de Dios, aunque la profundidad del misterio divino en sí mismo siga siendo trascendente e inagotable. 4. La Iglesia prolonga el anuncio de Cristo. Cristo ha encargado a su Iglesia que siga anunciando a todos los hombres la existencia de Dios. Y la Iglesia de Cristo, a pesar de sus deficiencias humanas, sigue proclamando a este Dios, lleno de amor hacia los hombres. La extensión de la Iglesia, su apertura a todos los hombres de todos los tiempos, el testimonio de tantos mártires, santos, apóstoles, vírgenes; todo esto anuncia la existencia de un Dios, todo nos conforta en nuestra Fe. iii. DIOS NOS HABLA Dios nos habla con un mensaje vivo que es su Palabra. Esta Palabra de Dios llega hasta nosotros de dos maneras: Fijada en Escritura divinamente inspirada (Sagrada Escritura). Predicada y vivida desde los Apóstoles en la Iglesia de Dios (Tradición). LA REVELACION Etimológicamente “revelar” (del latín re-velare) significa descorrer el velo que oculta algo, descubrir algo. ¡La Revelación es, pues, el acto mediante el cual la Palabra de Dios nos descubre el misterio íntimo de Dios y sus designios de salvación para los hombres! Esta revelación divina puede ser: Inmediata: cuando se recibe directamente la Palabra de Dios sin intervención de otro hombre. Por ejemplo: Dios habla a Moisés; Cristo habla a Pablo. Mediata: cuando se recibe la Palabra de Dios por mediación de sus profetas. La Revelación es necesaria no sólo para confirmar y facilitar la comprensión de algunas verdades de orden natural, sino, especialmente, para comunicar al hombre los inescrutables designios que Dios tiene sobre nuestra salvación y elevación a participar de su misma vida divina. Si la Palabra de Dios no nos revelara este misterio de salvación, nunca podríamos llegar a conocerlo ni a vivirlo. Por ello, como se declara en Dominus Jesús: «La obediencia de la fe conduce a la acogida de la verdad de la revelación de Cristo, garantizada por Dios, quien es la Verdad misma; "La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado". La fe, por lo tanto, "don de Dios" y "virtud sobrenatural infundida por Él", implica una doble adhesión: a Dios que revela y a la verdad revelada por él, en virtud de la confianza que se le concede a la persona que la afirma. Por esto "no debemos creer en ningún otro que no sea Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo"». CRISTO PALABRA ETERNA DE DIOS ENTRE LOS HOMBRES Cristo es la Palabra Eterna de Dios hecha hombre. Cristo es el revelador por excelencia: el que nos habla de Dios, de su amor por nosotros, el que nos reúne en torno a Él y nos salva. “Muchas veces y en muchas maneras habló Dios en otros tiempos a