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APUNTES PARA UN CURSO BIBLICO

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APUNTES	PARA	UN	CURSO	BÍBLICO
Un	compromiso	de	tres	laicos	desde	el	año	del	Jubileo	–	2000
Iniciando	el	Tercer	Milenio
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
PREFACIO
	
Después	 de	 haber	 leído	 este	 libro,	 me	 pasé	 muchas	 horas	 pensando	 qué
opinión	podría	añadirle,	ante	la	solicitud	de	que	lo	hiciera,	sin	que	lo	añadido
fuera	a	mermarle	dimensión	y	valor	o	a	 tergiversarle,	de	alguna	forma,	parte
del	significado	real	y	subjetivo	que	esta	obra	tiene.
	
He	 reflexionado	 mucho	 sobre	 esta	 obra,	 pero	 ante	 el	 hecho	 de	 que	 estos
apuntes	 sean	 presentados	 por	 tres	 laicos,	 como	 una	 forma	 de	 reconocer	 y
agradecer	 a	Dios	 la	 oportunidad	 de	 brindarles	 un	 encuentro	 personal	 con	 su
Hijo	Jesucristo	en	un	Cursillo	de	Cristiandad,	me	revestí	de	inmensa	alegría	y
animación;	 y	 al	 empezar	 a	 saborear	 de	mejor	 forma	 este	 libro,	 he	 reforzado
más	mi	convicción	de	que	es	imposible	que	persona	alguna	pueda	tener	cierta
afinidad	con	otra,	mucho	menos	adoptar	un	compromiso	con	ella	 sin	apenas
tener	el	mínimo	conocimiento	necesario	de	quién	se	trata,	como	para	tener	la
confianza	 suficiente	 para	 ello.	 Si	 en	 el	 plano	 humano,	 la	 relación	 y	 la
comunicación	 con	 esa	 persona	 es	 decisivo	 para	 nuestros	 intereses,
cualesquiera	 que	 fueren,	 no	 hay	 otra	 alternativa	 que	 buscar	 la	 manera	 de
indagarnos	sobre	ella.	Pero	en	estas	condiciones,	las	referencias	personales	son
fácilmente	accesibles.
	
Diferente	 es	 cuando	 penetramos	 al	 campo	 de	Dios:	 un	 Ser	 ya	 conocido	 por
muchos,	 desconocido	 por	 otros,	 aceptado	 por	 tantos	 y	 despreciado	 por
algunos.	¿De	qué	dependen	estas	diferentes	actitudes	del	Hombre?	Mucho	se
debe	al	grado	de	conocimiento	verdadero	que	de	Dios	se	tiene;	por	lo	cual	se
crean	 diferentes	 conceptos	 de	 Dios	 y	 en	 consecuencia	 se	 adoptan	 diversas
actitudes	 ante	 Él.	 Eso	 explica	 también	 los	 diversos	 matices	 que	 adquieren
tanto	las	relaciones	interpersonales	como	las	demás	que	conforman	el	campo
de	 toda	 convivencia	 social.	 Porque	 el	 hombre	 que	 no	 tiene	 a	 Dios	 en	 su
corazón	o	no	conoce	nada	de	Él,	no	tiene	nada	que	compartir	con	los	demás,	a
no	ser	que	comparta	el	vacío	y	la	pena	de	sentirse	una	marioneta,	de	un	origen
y	destino	sin	sentidos.
	
Es	necesario	entonces	interesarse	por	conocer	a	Dios	de	una	manera	ansiosa,
que	 nos	 impulse	 a	 superar	 todas	 esas	 indigencias	 espirituales	 para	 que
tengamos	a	manos	llenas	mucho	que	dar	a	nuestros	hermanos,	esa	es	la	única
manera	 de	 encontrarnos	 con	 el	 verdadero	 Dios.	 A	 Dios	 sólo	 podemos	 ir	 a
través	de	los	hombres.	Eso	quiere	decir	que	debemos	conocer	cómo	sirvió,	y
aún	sirve,	Dios	a	los	hombres	para	que	aprendamos	a	servirnos	los	unos	a	los
otros;	 así	 llegaremos	 a	 comprender	 que	 lo	más	 importante	 para	Dios	 hemos
sido	 nosotros	 mismos,	 los	 hombres;	 para	 nosotros	 dispuso	 un	 Plan	 de
Salvación,	que	es	preciso	conocer	en	su	ejecución	a	través	del	desarrollo	de	la
historia	 humana.	 Pero	 me	 preguntarás;	 ¿dónde	 encontrar	 parte	 de	 este
conocimiento?
	
Esta	es	la	bondad	que	he	encontrado	en	este	libro.	Sus	notas	van	en	dirección	a
explicar	 la	manera	de	cómo	ha	 intervenido	Dios	en	favor	de	 la	humanidad	y
llevar	al	lector	a	los	diferentes	parajes	y	vericuetos	que	ha	tenido	que	recorrer
el	 Pueblo	 de	 Israel,	 como	 pueblo	 escogido	 por	 Dios,	 a	 través	 de	 toda	 su
historia.	La	coherencia	con	que	han	logrado	juntar	las	experiencias	exegéticas
de	 los	 diversos	 autores,	 con	 el	 respaldo	 moral	 de	 las	 definiciones
contempladas	 en	 los	 documentos	 de	 la	 Iglesia,	 le	 dan	 al	 presente	 trabajo	 la
suficiente	 seriedad	 y	 solidez	 como	 para	 tomar	 el	 tiempo	 y	 el	 esfuerzo
necesarios	para	una	gustosa	lectura.
	
El	carácter	ecléctico,	o	sea	el	seleccionar	y	ordenar	 lo	mejor	de	 lo	mejor	del
conocimiento	de	Dios	encontrado	en	muchos	 libros,	no	sólo	 requiere	de	una
gran	 capacidad	 para	 saber	 poner	 cada	 contenido	 en	 su	 mejor	 puesto,	 sino
además,	de	un	alto	espíritu	de	entrega	a	las	cosas	de	Dios	y	de	compartir	esa
entrega	 con	 los	 demás.	Este	 testimonio	 realizado	 por	 tres	 laicos	 aumenta	 su
valor	si	lo	consideramos	dentro	del	marco	festivo	de	la	Iglesia	por	el	Jubileo
2000	y	juega	perfectamente	con	las	intenciones	post-conciliares	de	una	mayor
participación	de	los	seglares	en	el	concepto	de	la	Nueva	Evangelización,	que
contribuirá	 a	 propiciar	 las	 condiciones	 para	 una	 mejor	 transformación	 de
nuestra	Iglesia	y	nuestra	sociedad.
	
He	 sido	 testigo	 de	 todos	 los	 intentos	 por	 dar	 por	 terminado	 este	 libro,	 sin
embargo,	 no	 ha	 sido	 fácil,	 tomando	 en	 cuenta	 que	 estos	 apuntes	 llevan	 la
finalidad	 de	 proporcionarle	 a	 dirigentes,	 con	 cierta	 experiencia	 en	 la	 lectura
bíblica,	el	material	 indispensable	para	la	elaboración	de	un	curso	bíblico	que
pueda	 ser	 impartido	 para	 algunas	 de	 nuestras	 comunidades	 eclesiales	 o
discutido	en	el	seno	familiar.	En	este	sentido,	creo	que	el	esfuerzo	no	ha	sido
en	 vano	 y	 estoy	 seguro,	 lo	 digo	 por	 experiencia	 propia,	 que	 el	 caudal	 de
contenidos	de	este	libro	va	a	enriquecer	nuestro	conocimiento	de	Dios,	y	que
nuestra	postura	ante	Él	cada	día	será	el	de	un	compromiso	más	serio	y	nuestra
entrega	al	servicio	de	los	demás	será	cada	vez	más	amorosa.
	
La	alegría	con	que	 la	 Iglesia	ve	y	recibe	el	 fruto	de	sus	hijos	constituye	una
invitación	 a	 todos	 aquellos	 que	 quieran	 unirse	 a	 la	 cruzada	 por	 la
Evangelización,	a	que	engrosemos	filas	dentro	del	mismo	objetivo	de	conocer
y	dar	a	conocer	a	Dios,	sobre	todo	a	aquellos	que	más	sienten	la	necesidad	de
conocerlo,	 a	 efecto	 de	 que	 nos	 vayamos	 acercando	 a	 la	 conformación	 de
aquella	Iglesia	Única,	Santa,	Católica	y	Apostólica	con	la	que	soñó	su	Divino
Fundador	y	para	lo	cual	se	nos	entregó	hasta	la	muerte.	Que	Dios	nos	bendiga
a	todos.
	
	
	
																																																																																					
	
	
P.	Celestino	Palacios
Párroco	de	San	Pedro	Nonualco
El	Salvador,	Centroamérica
Prólogo
	
El	 esfuerzo	 realizado	 en	 la	 elaboración	 de	 este	 trabajo	 ha	 consistido
sencillamente	en	dar	un	ordenamiento	a	una	serie	de	contribuciones	histórico-
exegética	que	diferentes	autores	han	hecho	a	partir	de	la	lectura	de	la	Sagrada
Escritura.	 No	 hay,	 pues,	 ninguna	 invención	 ni	 aporte	 teológico	 original	 al
respecto.	Sólo	hemos	querido	regalar	nuestro	tiempo	y	labor	a	realizar	lo	que
otras	personas,	 con	un	poquito	de	 tiempo,	podían	haber	 realizado	mejor	que
nosotros;	pero	tengan	la	plena	seguridad	que	en	todo	esto	existe	el	propósito
sincero	 de	 contribuir,	 como	 cristianos	 comprometidos,	 a	 extender	 la	 Buena
Nueva	de	una	Promesa	cumplida	en	Cristo,	Nuestro	Señor.
	
Como	 inicia	 la	 presentación	 de	 la	 Biblia	 de	 Jerusalén,	 “La	 Biblia	 nos
comunica	 de	modo	 inmutable	 la	 Palabra	 del	mismo	Dios.	 «La	 Iglesia	 la	 ha
venerado	siempre	al	igual	que	al	Cuerpo	mismo	del	Señor,	ya	que,	sobre	todo
en	la	Liturgia,	no	cesa	de	tomar	de	la	mesa	y	de	distribuir	a	los	fieles	el	pan	de
vida,	 tanto	 de	 la	 Palabra	 de	 Dios	 como	 del	 Cuerpo	 de	 Cristo»	 (Concilio
Vaticano	II,	Const.	Dei	Verbum,	no.	21).	Consciente	de	su	misión,	 la	 Iglesia
«se	 esfuerza	 por	 llegar	 a	 conseguir	 de	 día	 en	 día	 un	 conocimiento	 mas
profundo	de	las	Sagradas	Escrituras»	(no.	23).	(…)	Todo	intento	de	hacer	mas
accesible	 esta	 Palabra	 es	 un	 servicio	 prestado	 a	 la	 Iglesia”.	 Este	 ideal	 de
servicio	es	el	que	ha	orientado	nuestros	modestos	esfuerzos	en	la	confección
de	este	material.
	
En	nuestra	humilde	 consideración,	 creemos	que	 esta	 aportación,	 que	pueden
considerarlo	como	otro	Curso	Bíblico	más,	van	dirigidos	a	aquellos	hermanos
católicos	que	de	manera	franca	y	vocacional	están	al	frente	de	la	dirección	de
comunidades	 eclesiales	 en	 el	 actualizado	 concepto	 de	 la	 Nueva
Evangelización.	Sin	 embargo,	 con	 la	 ayuda	enorme	que	ofreceel	 estudio	 en
equipo,	 este	 material	 de	 apoyo	 puede	 alcanzar	 mayores	 resultados	 en	 el
crecimiento	de	nuestra	Fe	en	Cristo	Nuestro	Salvador.
	
Aunque	 esta	 presentación	 contiene	 una	 panorámica	 bíblica	 en	 general,
perfectamente,	el	dirigente,	puede	iniciar	su	lectura	o	enseñanza	con	el	Nuevo
Testamento,	 retomando	 parte	 de	 la	 Introducción;	 para	 que	 posteriormente
pueda	concluir	con	el	Antiguo	Testamento.
	
Metodológicamente,	 podrá	 notarse	 que	 en	 la	 parte	 del	 Antiguo	 Testamento,
además	de	la	exposición	de	lo	central	del	tema,	basándonos	en	las	enseñanzas
del	Padre	Amatulli	Valente	y	en	algunos	Diccionarios	Bíblicos,	 se	adicionan
secciones	para	una	fácil	conducción	de	las	reflexiones	en	grupo,	tales	como	un
resumen	de	las	enseñanzas	fundamentales,	así	como	aquellas	dudas	y	ataques
(en	forma	de	interrogantes	para	ser	respondidas	en	grupo)	que	se	formulan	a
las	mismas.	También	se	presentan	algunos	cuadros	sinópticos	para	una	mayor
comprensión	de	la	lectura.	A	medida	que	se	avanza,	esta	tarea	se	delega	a	los
líderes	para	que,	haciendo	gala	de	su	creatividad	y	sujetándose	a	la	situación
particular	 de	 sus	 comunidades,	 organicen	 los	 siguientes	 temas	 de	 la	manera
más	conveniente	al	mejor	aprendizaje	de	los	demás.
	
Como	toda	obra	humana,	ésta	no	puede	ser	perfecta	de	ninguna	manera,	pero
por	esa	misma	razón,	el	estudio	de	las	Sagradas	Escrituras	debe	tomarse	con	la
seriedad	que	merece,	para	 ir	superando	las	deficiencias	del	humilde	esfuerzo
realizado	por	nosotros.	Es	válido	y	conveniente	hacer	de	nuestro	conocimiento
todo	 aquello	 en	 que	 lo	 podamos	 mejorar,	 a	 efecto	 de	 que	 otros	 hermanos
reciban	un	mejor	recurso	para	su	educación	cristiana.	La	verdad	que	no	se	dice
oportunamente	 contribuye	 a	 justificar	 la	 mentira,	 y	 eso	 no	 es	 cristiano.	 Por
favor,	 ayúdennos	 a	 evangelizar	 mejor	 para	 la	 Mayor	 Gloria	 de	 Dios	 y	 la
propagación	de	su	Santa	Madre	Iglesia.
	
Gabriel	Antonio	Pérez;	Sigfredo	Corcio	Torres;	Celso	Rodríguez	Echenique
	
En	la	alborada	del	Tercer	Milenio
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
INDICE
Prefacio																																																												3
Prólogo																																																												6
Indice																																																																		9
Como	utilizar	este	Libro																																																13
Capítulo	I.	Preparación	a	la	lectura	de	la	Biblia																														18
Capítulo	II.	Introducción	a	las	Sagradas	Escrituras																														31
Capítulo	III.	La	Biblia.	Autor	principal	y	autores	secundarios																		35
Capítulo	IV.	Los	Libros																																																																																											39						
Capítulo	V.	Versiones	de	la	Biblia	y	Desarrollo	del	Canon																								51
Capítulo	VI.	Para	aprovechar	al	máximo	la	lectura	de	la	Biblia																		57
	
EL	ANTIGUO	TESTAMENTO	(AT)
Introducción																																																												65
Capítulo	1.	Génesis	(Gn)																																																69
Capítulo	2.	El	pecado																																																						77
Capítulo	3.	Abraham,	nuestro	padre	en	la	fe																																				87
Capítulo	4.	Exodo	(Ex).	Liberacion	de	Egipto	y	alianza	del	Sinai																		96
Capítulo	5.	La	ley.	los	libros	"Levítico",	"Números"	y	"Deuteronomio"												108
			5.1	Levítico	(Lv)																																																108
			5.2	Números	(Nm)																																																115
			5.3	El	Deuteronomio	(Dt)																																																							122
		5.4	La	historia	bíblica	primitiva	en	sus	primeros	capítulos.	Comentario
																		Exegético																																																						132						
Capítulo	6.	Los	Jueces	y	los	Reyes																																										138
			6.1	Libros	históricos																																										138
			6.2	Josue	(Jos)																																																139
			6.3	Jueces	(jc)																																																141
			6.4	Samuel	(1	s	y	2	s)																																										147
			6.5	Libros	de	los	reyes	(1	r	y	2	r)																																				157
Capítulo	7	Los	anales	y	la	reconstrucción																																				172															7.1	 Crónicas	 (1	 cro	 y	 2
cro)																																				173
			7.2	Esdras-nehemías	(esd	y	ne)																																				176
Capítulo	8	Libros	de	los	macabeos	(1	m	y	2	m)																														181
	
Capítulo	9	Los	profetas																																																185
			9.1	Isaias	(is)																																																189
			9.2	Jeremias	(jr)																																																192
			9.3	Ezequiel	(ez)																																																194
			9.4	Oseas	(os)																																																19\7
			9.5	Joel	(jl)																																																						200
			9.6	Amós	(am)																																																202
			9.7	Abdías	(ab)																																																204
			9.8	Jonás	(jon)																																																205
			9.9	Miqueas	(mi)																																																207
			9.10	Nahum	(na)																																																209
			9.11	Habacuq	(ha)																																																211
			9.12	Sofonías	(so)																																																212
			9.13	Ageo	(ag)																																																213
			9.14	Zacarías	(za)																																																214
			9.15	Malaquías	(ml)																																										217
Capítulo	10	Tres	historias	ejemplares																																				219
			10.1	Tobias	(tb)																																																219
			10.2	Judit	(jdt)																																																221
			10.3	Rut	(rt)																																																						222
Capítulo	11	Los	cinco	rollos	(meguilloth)																																				226
			11.1	El	cantar	de	los	cantares	(ct)																																				226
			11.2	Lamentaciones	(lm)																																										228
			11.3	Eclesiastés	(qohélet)	(qo)																																				229
			11.4	Ester	(est)																																																231
Capítulo	12.	Libros	sapienciales	y	demás	escritos																														234
			12.1	Job	(jb)																																																						235
			12.2	Proverbios	(pr)																																																237
			12.3	Sabiduría	(sb)																																																239
			12.4	Eclesiástico	(sirácides	o	sirácida)	(si)																														241
			12.5	Baruc	(ba)																																																242
			12.6	Salmos	(el	salterio)	(sal)																																				244
	
	
	
Capítulo	13.	Visiones	histórico-apocalípticas																														248
			13.1	Daniel	(dn)																																																248
Capítulo	 14.	 Esperanzas	 mesiánicas																																										255												Tabla
Cronologica																																																257
	
NUEVO	TESTAMENTO	(NT)
Presentación																																																												268
Capítulo	1.	Resumen	histórico	de	los	últimos	años	del	pueblo	de	israel
																			antes	de	la	venida	de	Cristo																																				271
			1.1	La	expectación	del	mesías																																				273
			1.2	El	contexto	de	la	época																																										275
			1.3	Los	hechos	de	los	apostoles	(hch)																														283
Capítulo	2	Los	cuatro	evangelios																																										291
			2.1	Evangelio	de	san	marcos	(mc)																																				299
			2.2	Evangelio	de	san	mateo	(mt)																																				313
			2.3	El	evangelio	de	sanlucas	(lc)																																				324
Capítulo	3.	El	evangelio	de	san	juan	(jn)																																				336
Capítulo	4.	Los	escritos	de	san	pablo																																										359
			4.1	Cartas	escatológicas																																										370
			4.2	Primera	carta	a	los	tesalonicenses	(1	ts)																								370
			4.3	Segunda	carta	a	los	tesalonicenses	(2	ts)																								374
			4.4	Grandes	cartas																																																376
			4.5	Primera	carta	a	los	corintios	(1	co)																														376
			4.6	Segunda	carta	a	los	corintios	(1	co)																														381
			4.7	Carta	a	los	gálatas	(ga)																																										385
			4.8	Carta	a	los	romanos	(rm)																																				393
			4.9	Cartas	de	la	cautividad																																										403
			4.10	Carta	a	los	filipenses	(flp)																																				403
			4.11	Carta	a	los	colosenses	(col)																																				410
			4.12	Carta	a	los	efesios	(ef)																																										413
			4.13	La	carta	a	filemón	(flm)																																				424
			4.14	Cartas	pastorales																																										426
			4.15	Cartas	a	timoteo	y	tito	(1	tm,	2	tm	y	tt)																									432
	
	
Capítulo	5.	Las	otras	cartas	del	nuevo	testamento																														436
			5.1	Carta	a	los	hebreos	(hb)																																				436
			5.2	Primera	carta	de	san	pedro	(1	p)																														446
			5.3	Segunda	carta	de	san	pedro	(2	p)																														457
			5.4	La	carta	de	santiago	(st)																																				463
			5.5	La	carta	de	san	judas	(judas)																																				470
			5.6	Las	cartas	de	san	juan	(1	jn,	2	jn	y	3	jn)																								476
Capítulo	6.	Títulos	cristológicos	y	sus	problemas																														484
Capítulo	7	El	apocalipsis	de	juan	(ap)																																				536
Bibliografia																																																												556
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
CÓMO	UTILIZAR	ESTE	LIBRO
	
Para	desarrollar	 una	visión	 completa,	 de	punta	 a	punta,	 del	 contenido	de	 las
Sagradas	Escrituras,	desde	el	inicio	del	Antiguo	Testamento	hasta	el	final	del
Nuevo,	 este	 esfuerzo	 realizado	 por	 nosotros	 se	 queda	 considerablemente
pequeño	 en	 comparación	 con	 el	 requerido.	 De	 manera	 que	 el	 resultado
obtenido	por	nuestra	iniciativa	solamente	constituye	un	ejercicio	de	compartir
los	rasgos	fundamentales	y	más	significativos	de	los	libros	sagrados.
	
Nuestro	propósito	es	proporcionar	al	lector,	con	poco	trajinar	por	la	senda	del
estudio	bíblico,	algunos	elementos	que	consideramos	imprescindibles	para	su
apropiada	 comprensión	 y	 que	 la	 persona	 que	 lo	 tome	 como	 objeto	 de	 su
lectura	tenga	relativa	facilidad	para	llegar	a	su	mayor	asimilación.
	
Además,	para	aquellos	que	deseen	 iniciar	 la	aventura	de	compartir	con	otros
hermanos	 curso	 bíblico,	 exponemos	 a	 su	 consideración	 algunas
recomendaciones	metodológicas.
	
Usted,	amigo	lector,	podrá	descubrir	dos	propósitos	en	la	introducción:
	
Las	 primeras	 páginas	 van	 orientadas	 al	 dirigente,	 a	 aquella	 persona	 que	 se
disponga	a	desarrollar	los	contenidos	de	ese	curso	bíblico.	Llevan	la	intención
de	solidificarlo	en	el	conocimiento	acerca	de	la	disposición	natural	del	hombre
a	la	búsqueda	y	encuentro	con	Dios.	Esta	parte	es	indispensable	ser	leída	por
dichas	 personas	 y	 puede	 ser	 omitida	 para	 el	 resto	 de	 los	 participantes	 del
curso.	Lo	mismo	puede	decirse	del	Cuadro	cronológico.
	
Hay	 una	 segunda	 parte,	 que	 sí	 ya	 es	 parte	 del	 curso	 bíblico	 y	 que	 está
desarrollada	 en	 dirección	 a	 que	 los	 participantes	 en	 el	 curso	 adquieran	 un
marco	conceptual	preliminar	que	sirva	de	base	para	una	mayor	comprensión
de	los	siguientes	capítulos.
	
Toda	la	introducción,	y	una	gran	parte	de	todo	el	curso,	están	acompañadas	de
citas	 referidas	 a	 los	 documentos	 del	 Catecismo	 de	 la	 Iglesia	 Católica,	 del
Concilio	 Vaticano	 II	 y	 a	 otros	 escritores	 versados	 en	 la	 materia;	 lo	 cual
significa	que	se	ha	querido	elaborar	un	trabajo	cuyos	contenidos	estén	en	total
armonía	con	el	pensar	y	sentir	de	Nuestra	Santa	Madre	Iglesia.	Se	sugiere,	por
tanto,	que	el	dirigente	se	remita	siempre	a	la	lectura	de	estas	fuentes	originales
a	 efectos	 de	 alcanzar	 la	 amplitud	 y	 el	 soporte	 necesarios	 que	 le	 permitan
impartir	 sus	 clases	 con	 el	 adecuado	 aplomo	 y	 responsabilidad	 que	 son
requeridas	para	esta	clase	de	actividades.
	
En	los	siguientes	cuatro	capítulos,	ya	relacionados	con	los	primeros	libros	de
la	Biblia,	usted	se	va	a	encontrar	con	una	presentación	que	sugiere	en	sí	una
metodología	a	seguir	en	clase	para	las	diferentes	reflexiones	y	discusiones	en
grupo.	 Después	 de	 cada	 exposición	 de	 estos	 capítulos	 va	 a	 encontrar	 un
resumen	de	los	mensajes	centrales	que	puede	ampliar	y	repasar	con	el	resto	de
los	 participantes.	 Cuando	 ya	 vea	 que	 el	 contenido	 está	 lo	 suficientemente
afianzado	por	los	participantes,	puede	continuar	con	la	discusión	de	las	dudas
y	 ataques	 que	 se	 suelen	 presentar	 para	 contrarrestar	 la	 veracidad	 de	 los
contenidos	expuestos.
	
El	dirigente	debe	estar	muy	seguro	de	 las	 respuestas	que	se	han	de	dar	a	 las
diferentes	 dudas	 o	 preguntas,	 para	 lo	 cual	 le	 servirá	 de	 mucho	 repasar
continuamente	parte	de	 la	 introducción	o	 realizar	 la	 re-lectura,	 las	veces	que
sea	necesario,	de	 las	citas	bíblicas	señaladas	en	el	 texto	y	proporcionar	otras
citas	 que	 ayuden	 a	 su	 mayor	 análisis	 o	 a	 su	 mayor	 claridad,	 o	 comparar
diversos	acontecimientos	en	relación	a	su	marco	histórico	que	aparecen	en	el
Cuadro	 cronológico.	No	está	de	más	que	 la	persona	que	 esté	 impartiendo	el
curso	 haya	 hecho	 previamente	 la	 lectura	 completa	 de	 aquellos	 libros	 de	 la
Biblia	que	se	van	exponiendo.
	
En	 algunos	 de	 esos	 capítulos	 va	 a	 encontrar	 cuadros	 sinópticos	 que	 le
ayudarán	 a	 dar	 una	 mejor	 ilustración	 o	 localización	 de	 los	 temas	 que	 está
impartiendo;	lo	mismo	puede	hacer	usted	con	aquellas	partes	en	que	considere	
que	los	participantes	presentan	algunos	vacíos.		
	
En	este	sentido,	pues,	este	material	es	en	cierta	forma,	una	guía	de	contenidos,
que	 por	 su	 probablemente	 escaso	 tiempo	 se	 le	 hubiese	 hecho	 más	 difícil
encontrar,	y	que	de	manera	complementada	le	sirven	como	referencia	para	sus
propias	ampliaciones	y	demás	consideraciones.
	
La	metodología	cambia	en	la	presentación	de	los	siguientes	temas.	A	partir	de
aquí	 creemos	 que	 ya	 el	 dirigente	 podría	 desarrollar	 sus	 propias	 iniciativas
metodológicas;	debe	echar	a	caminar	su	ingenio	y	su	creatividad,	tomando	en
cuenta	que	cada	comunidad	vive	situaciones	de	aprendizaje	diferentes	y	que,
por	tanto,	la	forma	de	organizar	los	temas	pueden	tener	matices	diversos.	Debe
tener	presente	que	todos	los	participantes	deben	quedar	con	ideas	muy	claras
en	los	temas	que	se	les	exponen,	por	lo	que	su	esmero	debe	ser	enorme.
	
Una	cosa	esencialmente	importante	es	saber	qué	es	lo	que	en	las	entrañas	del
texto	 se	 tiene	 que	 ir	 descubriendo	 y	 entendiendo.	 Indudablemente	 que,	 para
nosotros,	 el	 mérito	 mayor	 tiene	 que	 ser	 el	 descubrimiento	 de	 cómo	 se	 va
desarrollando,	cómo	se	va	cumpliendo	el	PROYECTO	DE	SALVACIÓN	DE
DIOS	para	con	los	hombres,	primero	en	la	descripción	de	sus	manifestaciones
en	la	Historia	del	Pueblo	de	Israel	y	luego,	después,	en	el	papel	Revelador	y
Salvador	 de	 Jesucristo.	 Es	 clave	 no	 soltar	 este	 hilo	 conductor	 de	 toda	 esa
historia,	 porque	 de	 lo	 contrario,	 no	 comprenderemos	 la	 dirección	 de	 los
diferentes	horizontes	con	que	nos	encontraremos	en	el	mismo	desierto	sobre	el
cual	Dios	condujo	a	su	Pueblo.	Si	el	 lector	se	apoya	en	este	objetivo,	le	será
más	fácil	darle	a	cada	libro	la	interpretación	más	adecuada.
	
Ademásdel	postulado	anterior,	es	recomendable	ir	puntualizando	los	avances
del	Plan	de	Salvación	de	Dios	en	cada	uno	de	los	temas	siguientes,	para	lo	cual
es	 útil	 hacer	 comparaciones	 de	 las	 intervenciones	 de	 Dios	 en	 los	 diferentes
contextos	que	se	describen	en	la	Sagrada	Escritura	y	que	se	sintetizan	en	este
libro.	 La	 participación	 activa	 de	 los	 miembros	 de	 la	 comunidad	 es	 de
primordial	 importancia	 para	 que	 se	 vayan	 involucrando	 en	 la	 lectura	 de	 las
citas	bíblicas	y	en	las	reflexiones	que	se	han	de	hacer	después	de	la	exposición
de	cada	uno	de	los	temas.	Si	está	familiarizado	con	la	lectura	de	la	Biblia,	sabe
que	 puede	 disponer	 de	 ella	 en	 una	 variedad	 de	 traducciones	 y	 paráfrasis.
Aunque	puede	usar	cualquiera	de	ellas	con	provecho,	los	versículos	y	palabras
que	se	citan	en	este	Curso	Bíblico	han	sido	tomados	en	su	gran	mayoría	de	la
Nueva	Biblia	de	Jerusalén,	de	la	Sagrada	Biblia	Nácar-Colunga,	o	de	la	Biblia
Latinoamericana,	a	menos	que	se	indique	la	fuente	bíblica	exacta.
	
De	 igual	 manera,	 es	 necesaria	 la	 utilización	 de	 Mapas	 y	 otras	 figuras	 que
ayuden	 al	 participante	 a	 localizar	 los	 acontecimientos	 bíblicos;	 si	 es	 posible
hay	 que	 recurrir	 a	 utilizar	 franelógrafos,	 acetatos	 o	 filminas	 para	 retro-
proyectores,	 o	 la	 moderna	 tecnología	 de	 la	 Multi-media,	 u	 otra	 clase	 de
material	audiovisual	que	pueda	apoyar	o	facilitar	la	comprensión	del	curso	por
los	participantes.	Una	de	las	experiencias	más	interesantes	y	entretenidas	es	ir
mencionando	las	distintas	costumbres	y	tradiciones	que	se	observan	en	nuestro
pueblo	 y	 que	 son	 explicadas	 por	 los	 temas	 que	 se	 exponen.	 En	 la	 misma
medida,	 se	 ha	 de	 tener	 la	 suficiente	 habilidad	 para	 realizar,	 con	 mucha
prudencia,	la	aplicación	de	las	verdades	analizadas	en	el	curso,	a	las	diversas
realidades	sociales	o	religiosas	que	se	observan	actualmente	en	el	mundo	que
nos	rodea.
	
Cuando	no	se	tenga	la	suficiente	ilustración	sobre	el		tema	que	se	va	a	
impartir,	o	se	tenga	cierta	duda	al	respecto,	y	no	se	cuente	con	la	bibliografía	
suficiente,	lo	más	práctico	es	acudir	a	un	Sacerdote	u	otra	persona,	con	
suficientes	conocimientos	en	la	materia,	para	obtener	la	ampliación	o	
profundidad	necesarias	de	lo	que	se	tiene	que	impartir;	pero	nunca	vaya	a	
cometer	el	error	de	impartir	algo	de	lo	cual	no	se	sienta	lo	suficiente	seguro,	
porque	las	cosas	de	Dios	no	se	pueden	realizar	por	salir	del	paso;	hay	que	
recordar	que,	en	muchas	ocasiones,	la	fe	de	alguien	dependerá	de	lo	que	le	
escuche	a	usted	hablar.
	
Por	 último	 le	 diré	 algo	 con	 lo	 que	 pude	 haber	 comenzado,	 pero	 lo	 hago	 así
porque,	a	veces,	 lo	que	se	dice	por	último	es	 lo	que	más	se	nos	queda	en	 la
mente:	Nunca	inicie	algo	para	Dios	sin	pedirle	primero	a	Él	la	dirección	y	la
asistencia	necesaria	como	para	que	lo	que	usted	haga	sirva	únicamente	para	su
gloria.	 Los	 recursos	 que	 más	 se	 necesitan	 para	 completar	 y	 aprovechar	 al
máximo	este	Curso	Bíblico	son:	una	mente	y	un	corazón	abiertos	al	Espíritu
Santo	 y	 una	 actitud	 de	 oración.	 A	 través	 del	 estudio	 de	 la	 Biblia	 adquirirá
mayor	 conocimiento	 y	 comprensión	 del	 Señor,	 de	 su	 Reino	 y	 de	 su	 propio
lugar	en	ese	Reino,	y	todo	esto	es	esencial.	Pero	necesita	algo	más.	Necesita
avivar	 su	 Fe	 y	 depender	 del	 Espíritu	 Santo	 para	 que	 oriente	 su	 estudio	 y
aplique	 las	verdades	bíblicas	a	su	vida.	 Jesús	prometió	que	el	Espíritu	Santo
nos	enseñaría	«todas	las	cosas»	(Jn	14,	26;	cf.	1	Co	2,	13).	«La	fe	es	un	don	de
la	gracia:	"Para	profesar	esta	fe	es	necesaria	la	gracia	de	Dios,	que	previene	y
ayuda,	y	los	auxilios	internos	del	Espíritu	Santo,	el	cual	mueve	el	corazón	y	lo
convierte	 a	Dios,	 abre	 los	 ojos	 de	 la	mente	 y	 da	 "a	 todos	 la	 suavidad	 en	 el
aceptar	y	creer	la	verdad"»	(Dominus	Iesus).	De	modo	que	mientras	use	este
curso	 para	 guiarle,	 o	 para	 guiar	 a	 su	 Comunidad	 a	 través	 de	 las	 Escrituras,
bañe	sus	momentos	de	estudio	con	oración,	pidiendo	al	Espíritu	de	Dios	que
ilumine	el	texto,	que	aclare	su	mente,	que	someta	su	voluntad,	que	consuele	su
corazón.	El	Señor	nunca	le	va	a	fallar	(tomado	del	prólogo	de:	“Hasta	el	fin	de
los	tiempos”;	Jack	W.	Hayford,	BECA,	1998).
																																																																		
	
	
	
Los	autores.
	
	
	
	
	
	
Capítulo	I
	
PREPARACION	A	LA	LECTURA	DE	LA	BIBLIA
	
Adentrarse	a	 la	 lectura	de	 la	Biblia	siempre	ha	representado,	para	 la	persona
que	 lo	hace,	un	gran	reto	y,	sobre	 todo,	una	gran	aventura.	Y	todos	sabemos
que	antes	de	 iniciar	una	aventura	es	necesaria	cierta	preparación,	a	efecto	de
que,	 ya	 dentro	 de	 ella,	 estemos	 dispuestos	 a	 concluirla	 de	 la	 mejor	 manera
posible;	 de	 lo	 contrario	 no	 sentiremos	 la	 satisfacción	 y	 el	 premio	 de	 haber
conquistado	la	tierra	del	Dios	antes	desconocido.	Trataremos	de	hacerlo	de	la
manera	 más	 sencilla,	 por	 lo	 menos	 al	 inicio,	 para	 que	 podamos	 tomar	 el
impulso	suficiente;	después,	como	quien	se	adentra	en	un	misterioso	bosque,
nos	encontraremos	con	ciertas	dificultades,	que	se	irán	sorteando	con	relativa
facilidad	si	lo	hacemos	con	espíritu	perseverante	y	con	la	idea	y	el	sentimiento
de	 que	 al	 final	 del	 camino	 estaremos	 encontrando	 lo	 que	 todo	 hombre	 ha
buscado,	y	debe	buscar,	a	través	de	toda	su	vida:	a	Dios.
	
NECESIDAD	DE	UNA	RELIGION
	
Cuando	revisamos	la	historia	de	cualquier	pueblo	del	mundo,	nos	encontramos
con	que	una	de	las	cosas	más	importantes,	y	siempre	presentes,	es	su	Religión.
No	 encontramos	 ningún	 pueblo	 ateo;	 todos,	 de	 alguna	manera,	 creen	 en	 un
Dios.	 ¿Por	 qué?	 Porque	 Dios	 puso	 en	 el	 corazón	 de	 todos	 los	 hombres	 un
impulso	 misterioso	 para	 buscar	 la	 explicación	 de	 su	 propio	 origen	 y	 de	 su
propio	destino.	Y	 todos	ellos	 la	 fueron	encontrando	de	distintas	 formas	y	en
las	distintas	facetas	de	la	historia.	A	ese	impulso	del	hombre	por	encontrar	la
explicación	de	su	origen	en	un	creador,	superior	a	él,	le	llamamos	RELIGIÓN.
	
En	el	numeral	27	del	Catecismo	de	 la	 Iglesia	Católica	 se	 lee:	«“El	deseo	de
Dios	está	inscrito	en	el	corazón	del	hombre,	porque	el	hombre	ha	sido	creado
por	Dios	y	para	Dios;	y	Dios	no	cesa	de	atraer	al	hombre	hacia	sí,	y	sólo	en
Dios	encontrará	el	hombre	la	verdad	y	la	dicha	que	no	cesa	de	buscar».
	
Una	simple	mirada	a	la	historia	antigua	muestra	con	claridad	como	en	distintas
partes	de	 la	 tierra,	marcadas	por	culturas	diferentes,	brotan	al	mismo	 tiempo
las	preguntas	de	fondo	que	caracterizan	el	recorrido	de	la	existencia	humana:
¿quién	soy?	¿De	dónde	vengo	y	a	dónde	voy?	¿Por	qué	existe	el	mal?	¿Qué
hay	 después	 de	 esta	 vida?	 Estas	 mismas	 preguntas	 las	 encontramos	 en	 los
escritos	sagrados	de	Israel,	pero	aparecen	también	en	los	Veda	y	en	los	Avesta;
las	encontramos	en	los	escritos	de	Confucio	y	Lao-Tze	y	en	la	predicación	de
los	Tirthankara	y	de	Buda;	asimismo	se	encuentran	en	los	poemas	de	Homero
y	en	las	tragedias	de	Eurípides	y	Sófocles,	así	como	en	los	tratados	filosóficos
de	Platón	y	Aristóteles.
	
CLASES	DE	RELIGIONES
	
En	algunas	ocasiones,	los	pueblos	tomaron	como	dioses	a	seres	que	no	tenían
vida,	otras	veces	tomaban	como	dios	a	un	animal;	otros	creían	que	todo	cuanto
existía	era	divino,	y	otros	pueblos,	al	parecer,	se	los	inventaron	a	su	gusto.	El
culto	de	los	animales	fue	una	forma	primitiva	de	adoración.	Fue	la	tendencia
de	muchos	humanos	de	las	épocas	más	remotas	de	adorar	animales	a	los	que
se	 admiraba,	 respetaba	 o	 temía.	 Este	 culto	 se	 refleja	 también	 en	 aspectos
parciales	de	algunos	dioses	de	 la	antigüedad,	como	en	el	antiguo	Egipto.	De
este	culto	dan	testimonio	muchos	investigadores	del	arte	rupestre.	También	se
refleja	 en	 el	 llamado	 Totemismo.	 Otra	 antigua	 forma	 cúltica	 era	 la	 de
considerar	sagrados	a	varios	tipos	de	árboles.	Consideraban	que	tales	árboles
eran	morada	de	una	divinidad	con	la	que	se	identificaba	el	culto.	Varios	de	sus
aspectos	 fundamentales	 están	 presentes	 en	 diferentes	 mitologíascomo	 la
egipcia,	 la	 hindú	y	 la	noruega.	Algunos	 intentan	 argumentar	 este	 culto	 a	 los
árboles	con	referencias	bíblicas	al	«árbol	de	la	vida»	y	al	«árbol	de	la	ciencia
del	bien	y	el	mal».
	
Dependiendo	de	qué	o	cómo	se	fueron	haciendo	de	sus	dioses	los	pueblos,	la
religión	fue	tomando	diversos	nombres:	Los	pueblos	que	tomaron	por	dioses
protectores	 a	 algunos	 animales	 y	 tallaron	 su	 figura	 en	 madera	 o	 piedra,
llamadas	TOTEM,	 se	 dice	que	 tuvieron	una	 religión	TOTEMISTA.	Los	que
creyeron	 que	 todo	 cuanto	 existía	 tenía	 un	 espíritu	 divino	 y	 poderoso,	 tenían
una	religión	ANIMISTA.	Aquellos	que	 tomaron	como	dioses	a	cosas	que	no
tenían	 vida,	 como	 piedras,	 montes,	 rocas,	 etc.,	 se	 les	 considera	 de	 religión
FETICHISTA.
	
El	 culto	 a	 los	 antepasados	 también	 es	 un	 elemento	 antiguo	 de	 religiosidad.
Atribuyen	a	los	muertos	la	condición	divina	y	llegan	hasta	a	adorarlos,	aunque
en	algunos	casos	se	les	considera	como	necesitados	de	atención	(aun	cuando
se	entienda	que	son	seres	poderosos).	Aun	en	una	cultura	monoteísta	como	la
israelita	 es	 posible	 encontrar	 elementos	 de	 este	 culto	 en	 algunas	 tumbas	 de
ciertos	personajes	famosos.
	
Finalmente,	otros	pueblos	aparentemente	se	inventaron	a	sus	dioses	de	manera
que	éstos	se	identificaran	con	alguna	cualidad	o	defecto	de	los	hombres,	y	así
surge	 la	formación	de	dioses	mitológicos	o	 legendarios,	como	fue	el	caso	de
los	pueblos	griego,	romano,	egipcio,	maya,	entre	otros.
	
De	todas	maneras,	lo	que	hay	de	común	en	todo	lo	anterior	es	que,	los	pueblos
creían	 en	 muchos	 dioses	 y	 por	 eso	 se	 dice	 que	 tuvieron	 una	 religión
POLITEISTA	 (palabra	 griega	 que	 significa	 muchos	 dioses).	 Es	 decir	 era	 la
creencia	en	más	de	un	dios.	La	mayoría	de	las	religiones	de	la	antigüedad	eran
claramente	 politeístas,	 como	 las	 creencias	 de	 los	 pueblos	 indígenas	 de
América	Central	y	del	Sur,	Egipto,	Sumeria,	Asiria,	Grecia,	Roma,	a	 los	que
nos	referimos	antes.
	
El	 MONOTEISMO	 (del	 griego	 «monos»	 que	 significa	 uno,	 y	 «theos»	 que
significa	dios)	es,	por	el	contrario,	la	creencia	en	un	solo	Dios	personal.	Para
Marco	Antonio	Ramos	(Nuevo	Diccionario	de	Religiones,	Denominaciones	y
Sectas),	 entre	 las	 religiones	 monoteístas	 se	 encuentran	 el	 JUDAÍSMO,	 el
CRISTIANISMO	 y	 el	 ISLAMISMO.	 EL	 MONOTEÍSMO	 contrasta	 con	 el
POLITEÍSMO	 o	 creencia	 en	 varios	 dioses;	 con	 el	 MATERIALISMO	 que
niega	 la	 existencia	 de	 un	 ser	 superior	 distinto	 de	 la	 materia;	 el
HENOTEÍSMO,	que	admite	un	Dios	principal	y	varios	dioses	secundarios;	el
DEÍSMO,	para	quienes	Dios	no	interviene	en	los	asuntos	de	este	mundo;	y	el
PANTEÍSMO	o	MONISMO,	según	el	cual	Dios	y	el	universo	son	una	misma
cosa.	 De	 acuerdo	 con	 los	 datos	 tradicionales,	 el	 Monoteísmo,	 como	 lo
conocemos	 hoy,	 se	 remonta	 a	 los	 patriarcas	 del	 Israel	 antiguo	 (Abraham	 y
otros)	 y	 al	 antiguo	Egipto	 de	 la	 era	 de	Akenatón,	 faraón	 que	 se	 desempeñó
también	 como	 reformador	 religioso	 y	 sustituyó	 el	 culto	 de	Amón	 por	 el	 de
Atón	(«el	disco	solar»)	como	único	dios	oficial.
	
Obviamente,	 lo	 contrario	 a	 estos	 tipos	 de	 creencias	 es	 el	 ATEISMO	 (Del
griego	 a,	 que	 significa	 privativa,	 y	 theos,	 que	 significa	 dios),	 o	 sea	 es	 la
negación	de	la	existencia	de	Dios.
	
PERO	LA	COSA	CAMBIA
	
Al	paso	de	muchos	años,	la	conciencia	religiosa	de	los	hombres	iba	creciendo,
y	en	medio	de	esa	realidad,	sucede	lo	inesperado:	Dios	decide	irrumpir	en	la
existencia	y	comunicarse	con	los	hombres,	para	hacerle	ver	que	no	hay	tantos
dioses,	 sino	 uno	 sólo	 y	 verdadero.	 Entonces	 se	 vale	 de	 Patriarcas,	Hombres
libertadores,	Profetas,	Jueces,	Reyes	y	Mujeres	valientes	para	que,	en	distintos
momentos	 de	 la	 historia,	 transmitan	 a	 los	 hombres	 todo	 cuanto	 nos	 quería
decir,	 aquello	que	 sacara	a	 los	pueblos	de	 la	oscuridad	y	vieran	por	primera
vez	la	luz	que	iluminaría	el	camino	a	todos	los	que	se	atrevieran	a	atender	su
llamado.	¡Dios	toma	la	iniciativa	de	buscar	y	llamar	a	los	hombres!
	
Lo	fundamental	de	esta	historia	de	la	búsqueda	y	llamado	que	Dios	hace	a	los
hombres	y	 las	diversas	 respuestas	que	 los	hombres	dan	a	ese	único	Dios,	 se
encuentra	escrito	en	un	libro	sagrado	llamado	BIBLIA.	Para	Taylor	Caldwell
ningún	 libro	 puede	 narrar	 la	 historia	 de	 la	 vida	 de	 Nuestro	 Señor	 tan	 bien
como	 la	 Biblia.	 Este	 es	 un	 libro	 que	 contiene	 la	 más	 grande	 y	 maravillosa
historia	de	Amor	de	 todos	 los	 tiempos:	 la	historia	del	Amor	de	Dios	a	 todos
los	hombres.	En	ese	libro	se	plasma	el	verdadero	y	eterno	sentimiento	de	amor
de	Dios	para	con	toda	la	humanidad,	y	por	eso,	ese	libro	es	la	misma	Palabra
de	 Dios.	 Allí	 se	 escribe	 el	 Plan	 que	 Dios	 tiene	 para	 todas	 las	 naciones	 del
mundo	y	para	cada	uno	de	los	hombres	en	particular.	La	Biblia	es	la	historia	de
la	peregrinación	de	los	hombres	que,	a	través	de	la	desesperación	y	la	vida	en
tinieblas,	 del	 sufrimiento	 y	 la	 angustia,	 la	 amargura	 y	 la	 pena,	 la	 duda	 y	 el
cinismo,	 la	 rebelión	 y	 la	 desesperanza,	 han	 llegado	 a	 los	 pies	 y	 a	 la
comprensión	de	Dios.	Sin	 esa	 comprensión	 el	 hombre	vive	 como	un	 animal
irracional,	sin	consuelo	ni	sabiduría,	y	toda	su	vida	es	vana,	sin	que	lo	evite	su
posición	social,	poder	o	nacimiento.
	
Las	Sagradas	Escrituras	hay	que	leerlas	e	interpretarlas	con	el	mismo	Espíritu
con	 el	 que	 fueron	 escritas.	 Hay	 que	 atender	 tanto	 al	 contenido	 como	 a	 la
unidad	 de	 toda	 la	 Biblia.	 Los	 autores	 bíblicos	 no	 fueron	 totalmente
independientes	 entre	 sí,	 pues	 éste	 era	 el	 libro	 de	 vida	 del	 Pueblo	 de	 Israel,
constantemente	leído,	meditado,	vivido.	El	Pueblo	vivía	la	tradición	religiosa
y	 conocía	 a	 fondo	 la	 literatura	 bíblica	 precedente,	 por	 tanto	 los	 escritores
también.	 Así	 que	 al	 exponer	 su	 propio	 pensamiento	 guiados	 por	 el	 Espíritu
Divino,	empleaban	fórmulas	usadas	por	sus	antecesores,	de	ahí	que	en	muchos
libros	de	la	Biblia	se	repitan	estas	fórmulas,	muchas	veces	de	forma	idéntica,	y
otras	con	muy	poca	variación.	Estas	fórmulas	por	tanto	le	confieren	a	la	Biblia
una	 gran	 unidad	 de	 expresión	 y	 una	 línea	 de	 pensamiento	 continua	 y
ascendente,	 de	 contenido	 progresivamente	 enriquecido	 (Nueva	 Biblia	 de
Jerusalén).
	
Lo	 medular	 de	 la	 lectura	 de	 la	 Biblia	 es,	 pues,	 conocer,	 comprender	 y
descubrir	 el	 Plan	 que	 Dios	 tiene	 para	 con	 nosotros.	 Descubrir	 de	 dónde
venimos	y	hacia	dónde	vamos.	Debemos	comprender	por	qué	y	para	qué	Dios
nos	busca	y	nos	habla.	Muchos	han	querido	intervenir	en	la	destrucción	de	este
Plan	de	Dios;	otros	tantos	han	querido	contribuir	a	su	realización,	muchos	han
sido	 indiferentes,	 y	 muchos	 otros	 más	 ni	 lo	 conocen	 todavía.	 Si	 queremos
tomar	partido	en	este	Plan,	 la	clave	está	en	encontrar	 la	manera	adecuada	de
leer	y	entender	el	mensaje	de	Dios	que	se	concreta	en	el	 libro	sagrado	de	 la
Biblia	y	compartirlo	con	todos	aquellos	que	se	encuentren	en	nuestro	metro	
cuadrado	(Fórmula	de	Cursillos	de	Cristiandad).									
	
A	 diferencia	 de	 la	 religión	 de	 los	 pueblos	 antiguos,	 en	 que	 la	 mayoría
desarrolló	una	mitología	y	una	liturgia	basadas	en	el	mundo	de	los	dioses	en
los	tiempos	primigenios,	Israel	se	centró	en	su	vida	con	Yahvé	en	este	mundo.
Desde	 el	 principio	 pensaron	 históricamente,	 en	 términos	 de	 causa	 y	 efecto.
Esta	 nueva	 realidad	 exigía	 la	 creencia	 en	 un	 sólo	 Dios,	 por	 eso,	 como	 ya
vimos,	se	le	denomina	religión	MONOTEISTA.	Sin	embargo,	creer	en	un	sólo
Dios	 parecería	 una	 tarea	 fácil,	 pero	 esa	 posición	 es	 demasiado	 simplista,	 si
consideramos	 que	 todos	 los	 demás	 pueblos	 del	 mundo	 creían	 en	 muchos
dioses	y	que,	por	naturaleza,	estaban	decididos	a	dar	su	sangre	por	defender	la
fe	que	profesaban	en	ese	momento.	Los	mismos	reyes	y	faraones	obligan	a	los
que	se	resisten	a	tener	esa	creencia,	a	que	doblen	sus	rodillas	ante	los	ídolos,
bajo	la	amenaza	de	ser	sacrificados	si	no	lo	hacen.Por	tanto,	la	fe	en	un	sólo
Dios	marca	una	profunda	diferencia	y	está	reservado	solamente	para	aquellas
personas	 de	 sólida	 convicción	 e	 indefectible	 valor,	 para	 aquellos	 que	 estén
decididos	a	dar	su	vida	por	defender	la	fe	en	un	único	Dios.
	
La	 Biblia	 nos	 cuenta	 los	 sufrimientos	 que	 tuvieron	 que	 pasar	 los	 primeros
hombres;	así	como	también	resalta	la	salvadora	promesa	para	aquellos	que	se
mantuvieran	fieles	a	su	Fe.	La	respuesta	de	los	hombres	a	la	llamada	de	Dios
tuvo	matices	diversos,	pero	totalmente	diferentes	bajo	el	punto	de	vista	de	su
posición	politeísta	o	monoteísta.	En	el	 cuadro	que	 se	presenta	podremos	ver
algunas	de	esas	diferencias	que	hemos	mencionado.		
	
Todas	 las	 religiones	 que	 aparecen	 comparadas	 con	 la	 religión	 bíblica	 se
caracterizan	 por	 ser	 politeístas,	 pero	 después	 aparecieron	 otras	 grandes
religiones	 que	 se	 caracterizan	 por	 ser	 MONOTEISTAS	 (Creen	 en	 un	 solo
Dios),	 y	 que	 es	 importante	 conocer	 porque,	 además	 de	 poseer	 una	 inmensa
riqueza	moral	y	doctrinaria,	son	muy	antiguas	y	las	practica	mucha	gente,	aún
en	la	actualidad.
	
																																													
																																																							COMPARACIÓN
	
RELIGIONES	NATURALES
	
RELIGION	DE	LA	BIBLIA
Creen	en	muchos	dioses Creen	en	un	solo	Dios.	Is	43,	10-13
Adoran	dioses	falsos	o	sus	ídolos Denuncia	 la	 insensatez	 de	 creer	 en	 la	 existencia	 de
muchos	dioses	e	ídolos.	Sb	13,	1-10
Presenta	 a	 los	 dioses	 como	 seres
temibles	y	terribles
Presenta	a	Dios	como	amigo	que	habla	a	los	hombres.	Gn
12,	1-3
Practican	 los	 sacrificios	 de	 seres
humanos
Rechaza	los	sacrificios	de	seres	humanos.	Lv	20,	1-3
La	 moral	 que	 practican	 es	 un
sistema	de	tabúes
La	moral	 que	 practican	 es	 por	 compromisos	 de	 alianza
con	Dios.	Ex	24,	7-8
La	 norma	 suprema	 es	 temer	 a	 los
dioses
La	norma	suprema	es	amar	a	Dios	y	al	prójimo.	Mt	22,
37-40
El	ser	humano	es	títere	de	los	dioses El	 ser	humano	es	 imagen	de	Dios	y	 rey	de	 la	 creación.
Gn	1,	26-28
El	 hombre	 se	 siente	 esclavo	 de	 los
caprichos	de	los	dioses
El	hombre	se	siente	 responsable	y	 libre	ante	 la	vida.	Dt
30,	15-20
Nacen	de	los	hombres	que	buscan	a
Dios
Nace	de	Dios	que	busca	a	los	hombres.	Dt	4,	32-35
	
El	Concilio	Vaticano	II,	se	expresa	de	estas	religiones	de	la	siguiente	manera:
En	ellas	el	hombre	busca	el	misterio	divino.
Intentan	responder	al	misterio	de	la	vida	y	a	la	inquietud	del	corazón	humano
de	buscar	a	su	creador.
	
Muchas	de	sus	prácticas	son	nobles	y	dignas.
La	Iglesia	respeta	todo	lo	verdadero	y	santo	que	tienen	en	su	obrar.
La	Iglesia	les	invita	a	que	juntos	promovamos	los	valores	morales,	espirituales
y	socioculturales	comunes	a	ellos	y	a	nosotros.
No	podemos	invocar	a	Dios	como	Padre	de	todos,	si	negamos	la	fraternidad	a	
los	que	lo	buscan.						
	
	
	
DIOS	NOS	MANIFIESTA	SU	EXISTENCIA
	
Dios	nos	manifiesta	su	existencia	de	muchas	maneras,	unas	veces	reflejándose
en	 el	 mundo	 natural	 como	 su	 creador,	 otras	 interviniendo	 en	 la	 historia	 de
manera	sobrenatural	y	sobre	todo	apareciendo	en	Cristo.	El	Catecismo,	en	su
numeral	54	nos	dice:	«Dios,	creándolo	todo	y	conservándolo	por	su	Verbo,	da
a	los	hombres	testimonio	perenne	de	sí	en	las	cosas	creadas,	y,	queriendo	abrir
el	 camino	 de	 la	 salvación	 natural,	 se	 manifestó,	 además,	 personalmente	 a
nuestros	primeros	padres	ya	desde	el	principio»,	y	en	el	numeral	65	nos	aclara:
«De	una	manera	fragmentaria	y	de	muchos	modos	habló	Dios	en	el	pasado	a
nuestros	padres	por	medio	de	los	profetas;	en	estos	tiempos	nos	ha	hablado	por
su	hijo	(Hb	1,	1-2).	Cristo,	el	Hijo	de	Dios	hecho	hombre,	es	la	Palabra	única,
perfecta	e	insuperable	del	Padre.	En	Él	lo	dice	todo,	no	habrá	otra	palabra	más
que	ésta».
	
i.			DIOS	SE	NOS	DA	A	CONOCER	REFLEJÁNDOSE	EN	EL	MUNDO
						NATURAL
El	mundo	visible	que	nos	rodea	y	nuestro	propio	interior	con	su	conciencia	y
sus	 más	 íntimas	 aspiraciones	 constituyen	 una	 manifestación	 natural	 de	 la
existencia	de	Dios.
	
1.		Dios	se	manifiesta	por	el	mundo	visible	que	nos	rodea.
El	 hombre	 que	 reflexiona	 sin	 prejuicios	 y	 con	 corazón	 puro,	 descubre
constantemente	a	Dios	en	 la	contemplación	de	 la	naturaleza.	La	observación
atenta	 del	 mundo	 de	 los	 astros,	 cuya	 grandeza	 no	 deja	 de	 asombrarnos;	 el
mundo	prodigioso	de	 los	átomos,	 cuyo	 interior	desentrañan	 infatigablemente
los	 sabios	 de	 nuestros	 días;	 la	 maravilla	 constante	 de	 la	 vida,	 una	 flor,	 un
insecto,	los	grandes	animales;	Todo	en	la	naturaleza	está	hablando	de	Dios.
	
En	 las	 llamadas	 “cinco	 vías	 de	 Santo	 Tomás	 de	 Aquino”	 se	 sostiene:	 Este
mundo	 no	 puede	 tener	 en	 sí	 mismo	 la	 última	 explicación	 de	 su	 propia
existencia.	Sería	un	absurdo,	porque	constantemente	estamos	experimentando
la	poca	 consistencia	de	 las	 cosas:	 empiezan	a	 existir,	 se	 transforman	en	otra
cosa,	 desaparecen,	 mueren,	 etc.	 Luego,	 necesariamente	 tiene	 que	 haber	 una
causa	 perfectamente	 consistente,	 con	 plenitud	 de	 existencia,	 distinta	 del
mundo,	que	comunique	y	mantenga	la	existencia	de	las	cosas	en	este	mundo.
La	maravillosa	 belleza,	 armonía	 y	 orden	 de	 todo	 el	 universo	 son	 totalmente
inexplicables	 sin	 una	 “suprema	 inteligencia	 ordenadora”.	 Las	 leyes,
enormemente	 complicadas,	 de	 los	 astros	 en	 sus	 movimientos,	 los	 procesos
admirables	 de	 la	 naturaleza,	 el	 mismo	 cuerpo	 humano	 tan	 sabiamente
dispuesto	en	todos	sus	detalles,	están	demostrando	palpablemente	la	existencia
indudable	de	un	artífice	lleno	de	sabiduría	y	poder.
	
2.		Dios	se	manifiesta	en	nuestro	propio	interior.
Reflexionando	 sobre	 su	 propio	 interior	 puede	 llegar	 el	 hombre	 a	 conocer	 la
existencia	de	Dios.	Profundamente	grabada	en	nuestro	interior	está	la	voz	de	la
conciencia,	voz	que	nos	dice	 lo	que	está	bien	y	 lo	que	está	mal,	que	impone
una	 obligación	 y	 que	 se	 encuentra	 en	 todos	 los	 hombres	 y	 en	 todos	 los
tiempos.	 Esta	 voz	 no	 es	 exterior,	 no	 la	 recibimos	 de	 otros,	 brota	 de	 lo	más
íntimo	de	nuestro	ser:	es	la	voz	de	nuestro	creador,	del	que	impone	sus	leyes
en	nuestra	propia	naturaleza,	la	voz	de	un	Supremo	Juez	de	los	hombres.
	
Además	 en	 nuestro	 interior	 hay	 anhelos	 insaciables,	 sed	 de	 felicidad,	 de
verdad,	de	belleza	 infinita,	amor	 jamás	satisfecho:	 todos	estos	anhelos	serían
vanos	 e	 incomprensibles	 si	 no	 existiera	 un	 ser	 perfecto	 en	 sí	mismo,	 BIEN
SUMO,	AMOR	INFINITO	capaz	de	colmar	 todas	nuestras	aspiraciones	más
hondas.
	
Como	hemos	 advertido,	 el	Catecismo	 de	 la	 Iglesia	sostiene	que	el	deseo	de	
Dios	está	inscrito	en	el	corazón	del	hombre,	porque	el	hombre	ha	sido	creado	
por	Dios	y	para	Dios;	y	Dios	no	cesa	de	atraer	al	hombre	hacia	sí,	y	sólo	en	
Dios	encontrará	el	hombre	la	verdad	y	la	dicha	que	no	cesa	de	buscar,	por	ello	
cita:	“La	razón	más	alta	de	la	dignidad	humana	consiste	en	la	vocación	del	
hombre	a	la	comunión	con	Dios.	El	hombre	es	invitado	al	diálogo	con	Dios	
desde	su	nacimiento,	pues	no	existe	sino	porque,	creado	por	Dios	por	amor,	es	
conservado	siempre	por	amor,	y	no	vive	plenamente	según	la	verdad	si	no	
reconoce	libremente	aquel	amor	y	se	entrega	a	su	creador	(Gaudium	et		Spes	
19,	1)”.
	
ii.	DIOS	SE	DA	A	CONOCER	POR	SUS	INTERVENCIONES
					SOBRENATURALES
	
1.	Dios	nos	confirma	su	existencia.
La	 providencia	 paternal	 de	 Dios,	 su	 condescendencia	 y	 amor,	 quiso
confirmarnos	 su	 existencia	 interviniendo	 poderosamente	 en	 la	 historia	 de	 su
pueblo,	 y	 sobre	 todo,	 apareciendo	 en	 Cristo.	 De	 este	 modo	 pueden	 los
hombres	 llegar	 con	 más	 firme	 certeza,	 sin	 mezcla	 de	 errores,	 con	 mayor
facilidad	y	 rapidez	al	conocimiento	de	Dios.	Esta	 revelación	natural	de	Dios
no	sólo	confirma	su	existencia,	sino	que,	sobre	todo,	descubre	la	vida	íntima
del	mismo	Dios	y	sus	planes	para	nuestra	salvación.
	
2.	Dios	interviene	en	la	historia	de	su	pueblo.
Dios	irrumpe	desde	arriba,	desde	el	más	allá,	en	la	historia	de	los	hombres	y
constituyesu	pueblo,	Israel.	De	esta	manera	Dios	se	da	a	conocer	como	poder
personal,	distinto	del	mundo,	y	como	creador.	Dios	habla	a	los	patriarcas	y	les
hace	promesas,	 los	conduce;	gobierna	a	su	pueblo	y	 le	da	 leyes	porque	es	el
Señor.	Esta	intervención	de	Dios	es	una	continua	llamada	a	los	hombres	para
que	tengan	Fe	en	Él	y	comprendan	el	sentido	auténtico	de	su	vida:	someterse	a
Dios.	Y	así,	entre	resistencias	y	sumisiones,	va	conduciendo	Dios	la	historia	de
su	pueblo	y	realizando	su	plan	de	salvación.
	
3.		Dios	aparece	en	Cristo.
Toda	 la	 historia	 del	 pueblo	 de	 Israel	 está	 dirigida	 por	 Dios,	 hacia	 su	 plena
manifestación	a	los	hombres	en	Cristo.	Cristo	es	la	Revelación	de	Dios,	por	su
presencia	 histórica	 entre	 los	 hombres,	 por	 sus	 obras	 de	 salvación,	 por	 sus
palabras.	Cristo	es	enviado	de	Dios	(Jn	5,	23;	14,	24);	manifiesta	al	Padre	(Jn
5,	30;	14,	10).	El	que	ve	a	Cristo	ve	al	Padre	(Jn	14,	9),	porque	Cristo	es	uno
con	el	Padre	(Jn	10,	30).	Las	obras	de	Cristo	dan	testimonio	de	su	misión:	con
Él,	Dios	ha	hecho	su	aparición	entre	los	hombres.
	
Esta	revelación	de	Dios	no	es	 tan	sólo	una	confirmación	de	su	existencia;	es
sobre	 todo	 una	 llamada:	 el	 Evangelio	 es	 una	 llamada	 a	 la	 bienaventuranza.
Dios	hace	visible	su	amor	en	Cristo:	en	Él	nos	llama	a	participar	en	su	vida	de
amor.	“Dios	viene	a	nosotros	en	Cristo;	nosotros	vamos	a	Dios	en	Cristo”.
	
Como	 aparece	 claramente	 expresado	 en	 la	 Declaración	 Dominus	 Iesus	 «en
Jesucristo	se	da	la	plena	y	completa	revelación	del	misterio	salvífico	de	Dios.
Por	lo	tanto,	las	palabras,	las	obras	y	la	totalidad	del	evento	histórico	de	Jesús,
aun	siendo	limitados	en	cuanto	realidades	humanas,	sin	embargo,	tienen	como
fuente	 la	 Persona	 divina	 del	Verbo	 encarnado,	 "verdadero	Dios	 y	 verdadero
hombre"	y	por	eso	llevan	en	sí	la	definitividad	y	la	plenitud	de	la	revelación	de
las	 vías	 salvíficas	 de	Dios,	 aunque	 la	 profundidad	 del	misterio	 divino	 en	 sí
mismo	siga	siendo	trascendente	e	inagotable.
	
4.	La	Iglesia	prolonga	el	anuncio	de	Cristo.
Cristo	ha	encargado	a	su	Iglesia	que	siga	anunciando	a	 todos	 los	hombres	 la
existencia	de	Dios.	Y	la	Iglesia	de	Cristo,	a	pesar	de	sus	deficiencias	humanas,
sigue	proclamando	a	este	Dios,	lleno	de	amor	hacia	los	hombres.	La	extensión
de	 la	 Iglesia,	 su	 apertura	 a	 todos	 los	 hombres	 de	 todos	 los	 tiempos,	 el
testimonio	de	tantos	mártires,	santos,	apóstoles,	vírgenes;	todo	esto	anuncia	la
existencia	de	un	Dios,	todo	nos	conforta	en	nuestra	Fe.
	
iii.	DIOS	NOS	HABLA
	
Dios	nos	habla	con	un	mensaje	vivo	que	es	su	Palabra.	Esta	Palabra	de	Dios
llega	hasta	nosotros	de	dos	maneras:
Fijada	en	Escritura	divinamente	inspirada	(Sagrada	Escritura).
Predicada	y	vivida	desde	los	Apóstoles	en	la	Iglesia	de	Dios	(Tradición)
	
LA	REVELACION
	
Etimológicamente	“revelar”	(del	latín	re-velare)	significa	descorrer	el	velo	que
oculta	algo,	descubrir	algo.	¡La	Revelación	es,	pues,	el	acto	mediante	el	cual	la
Palabra	de	Dios	nos	descubre	 el	misterio	 íntimo	de	Dios	y	 sus	designios	de
salvación	para	los	hombres!
	
Esta	revelación	divina	puede	ser:
Inmediata:	cuando	se	recibe	directamente	la	Palabra	de	Dios	sin	intervención
de	otro	hombre.	Por	ejemplo:	Dios	habla	a	Moisés;	Cristo	habla	a	Pablo.
Mediata:	cuando	se	recibe	la	Palabra	de	Dios	por	mediación	de	sus	profetas.
	
La	Revelación	es	necesaria	no	sólo	para	confirmar	y	facilitar	la	comprensión
de	algunas	verdades	de	orden	natural,	sino,	especialmente,	para	comunicar	al
hombre	 los	 inescrutables	 designios	 que	Dios	 tiene	 sobre	nuestra	 salvación	y
elevación	a	participar	de	su	misma	vida	divina.	Si	 la	Palabra	de	Dios	no	nos
revelara	 este	misterio	de	 salvación,	nunca	podríamos	 llegar	 a	 conocerlo	ni	 a
vivirlo.
	
Por	ello,	como	se	declara	en	Dominus	Iesus:	«La	obediencia	de	la	fe	conduce
a	 la	 acogida	 de	 la	 verdad	 de	 la	 revelación	 de	 Cristo,	 garantizada	 por	 Dios,
quien	 es	 la	 Verdad	 misma;	 "La	 fe	 es	 ante	 todo	 una	 adhesión	 personal	 del
hombre	a	Dios;	es	al	mismo	tiempo	e	inseparablemente	el	asentimiento	libre	a
toda	 la	 verdad	 que	Dios	 ha	 revelado".	 La	 fe,	 por	 lo	 tanto,	 "don	 de	Dios"	 y
"virtud	sobrenatural	infundida	por	Él",	implica	una	doble	adhesión:	a	Dios	que
revela	 y	 a	 la	 verdad	 revelada	 por	 él,	 en	 virtud	 de	 la	 confianza	 que	 se	 le
concede	a	la	persona	que	la	afirma.	Por	esto	"no	debemos	creer	en	ningún	otro
que	no	sea	Dios,	Padre,	Hijo	y	Espíritu	Santo"».
	
¿DÓNDE	ESTÁ	CONTENIDA	LA	PALABRA	DE	DIOS?
Este	mensaje	vivo	de	Dios	llega	hasta	nosotros	de	dos	maneras:
En	 libros	escritos:	es	Palabra	de	Dios,	plasmada	de	un	modo	privilegiado	en
Escritura	Sagrada,	divinamente	inspirada.
	
En	 Tradiciones	 no	 escritas:	 es	 Palabra	 de	 Dios,	 transmitida	 desde	 los
Apóstoles,	 quienes	 la	 recibieron	 de	 labios	 del	 mismo	 Cristo,	 o	 bien	 por
inspiración	del	Espíritu	Santo.
	
Esta	 transmisión	 se	 hace	 en	 la	 vida	misma	 de	 la	 Iglesia,	 garantizada	 por	 la
asistencia	 del	Espíritu	 Santo.	 ¡“La	Sagrada	Tradición	 y	 la	 Sagrada	Escritura
constituyen	 un	 sólo	 depósito	 sagrado	 de	 la	 Palabra	 de	 Dios	 confiado	 a	 la
Iglesia”!	(Vaticano	II,	“Dei	Verbum”,	n.	10).
	
iv.	RESPUESTA	DE	LOS	HOMBRES
1.	Hombres	que	niegan	la	existencia	de	Dios.
La	negación	de	 la	existencia	de	Dios	 se	 llama	Ateísmo.	Se	puede	negar	que
Dios	exista	de	dos	maneras:
Con	 la	 razón,	 es	 decir,	 intentando	 exponer	 teóricamente	 que	Dios	 no	 existe.
Entonces	se	llama	ateísmo	teórico.
Con	 la	vida,	es	decir,	viviendo	como	si	Dios	no	existiera.	Entonces	se	 llama
ateísmo	práctico.
	
2.	Hombres	que	reconocen	la	existencia	de	Dios:	Religión	natural.
Muchos	hombres	descubren	la	existencia	de	algún	SER	SUPERIOR,	y	viven
conforme	 a	 una	 religión	 natural.	 Esta	 religión	 tiene	 su	 fundamento	 en
consideraciones	 meramente	 humanas.	 La	 razón	 humana,	 debilitada	 por	 el
pecado,	 y	 sin	 la	 garantía	 de	 la	 revelación	 divina	 puede	 torcerse	 y	 generar
muchos	errores.
	
3.	Hombres	que	encuentran	a	Dios	en	Cristo.
Ante	 la	 apertura	de	Dios	al	hombre,	que	 se	 realiza	 sobre	 todo	por	medio	de
Cristo,	corresponden	muchos	hombres	con	su	propia	apertura	a	Dios.	El	acto
de	 Fe	 en	Dios	 es	 una	 decisión	 libre,	 y	muy	 personal,	 por	 la	 que	 el	 hombre
confía	y	se	entrega	totalmente	a	Cristo.
Capítulo	2
	
INTRODUCCION	A	LA	SAGRADA	ESCRITURA
	
LECTURA	DE	LA	BIBLIA
	
Biblia	 es	 una	 palabra	 griega	 que	 significa	 libros.	 Proviene	 de	 una	 ciudad
llamada	 Biblos,	 donde	 se	 fabricaba	 el	 papiro	 para	 hacer	 libros.	 Es	 el	 Libro
Santo	escrito	por	hombres,	bajo	la	inspiración	y	dirección	de	Dios.	No	es	un
solo	 libro,	 sino	un	conjunto	de	Libros	Sagrados,	que	narran	 la	historia	de	 la
Salvación,	es	decir,	todo	el	proyecto	de	Dios	para	salvarnos,	para	atraernos	a
Él	y	formar	con	Él	una	comunión	de	vida	y	de	amor.
	
CONCEPTOS
A	 la	 Biblia	 se	 le	 llama	 también	 Sagrada	 Escritura,	 La	 Escritura,	 Palabra	 de
Dios,	Libro	de	la	Revelación:
	Se	le	llama	Sagrada	Escritura	porque	trata	de	asuntos	sagrados	y	religiosos.
	Palabra	de	Dios,	ya	que	es	el	mismo	Dios	el	que	se	comunica	con	nosotros	 					
a	través	de	la	Biblia.
	Libro	de	la	Revelación,	ya	que	Dios	se	nos	revela,	es	decir,	corre	el	velo	 					
cuando	la	leemos;	y	porque	los	que	la	escribieron	lo	hicieron	por	medio							de
la	revelación	de	Dios.	No	se	la	inventaron	ellos.
La	 Sagrada	 Biblia	 se	 divide	 en	 dos	 grandes	 partes:	 Antiguo	 Testamento	 y
Nuevo	Testamento.	La	palabra	testamento	significa	pacto	o	alianza,	que	Dios
hizo	con	los	hombres.
El	Antiguo	Testamento	comprende	lo	sucedido	desde	la	creación	del	mundo,
hasta	que	llegó	el	tiempo	de	la	venida	del	Hijo	de	Dios,	y	contiene	los	pactos	o
testamentos	que	hizo	Dios	 con	 los	primeros	padres,	 con	 los	patriarcas	 (Noé,
Abraham,	Moisés),	 con	 los	profetas	y	con	el	pueblo	de	Dios.	Narra	 también
los	éxitos	que	obtuvieron	quienes	cumplieron	estos	pactos	o	testamentos,	y	los
fracasos	que	sufrieron	quienes	no	los	cumplieron.	Por	eso,	laBiblia	nos	enseña
a	hacer	el	bien	y	a	evitar	el	mal.	A	hacer	el	bien,	que	gusta	a	Dios;	y	a	evitar	el
mal	que	le	hiere	y	le	pone	triste.
El	Nuevo	Testamento	contiene	lo	que	sucedió	desde	el	nacimiento	del	Hijo	de
Dios	en	Belén,	sus	enseñanzas,	su	vida,	su	Pasión,	su	Muerte,	Resurrección	y
Ascensión	 a	 los	 cielos.	Y,	 además,	 la	 historia	 de	 los	 apóstoles,	 las	 cartas	 de
algunos	de	ellos,	y	el	libro	de	Apocalipsis.	El	primer	pacto	que	hizo	Dios	fue
con	Moisés.	El	segundo	pacto	o	Nueva	Alianza	lo	hizo	a	través	de	Jesucristo,
su	 Hijo.	 El	 antiguo	 Pueblo	 de	 Israel	 viene	 ahora	 sustituido	 con	 un	 nuevo
Pueblo:	La	Iglesia,	por	Él	fundada.
Estos	dos	Testamentos	no	son	independientes	uno	del	otro,	sino	que	el	antiguo
es	 preparación	 para	 el	 nuevo	 y	 ambos	 están	 estrechamente	 unidos.	 Ambas
Alianzas	constituyen	la	historia	de	la	salvación,	en	la	cual	Dios	interviene	con
sus	palabras	y	con	sus	obras	en	la	vida	de	los	hombres	para	llevar	a	cabo	su
plan.
Todos	 nosotros	 junto	 con	 Dios	 somos	 los	 protagonistas	 de	 esta	 historia
sagrada;	 todos	 con	 Dios	 estamos	 dentro	 de	 ella	 porque	 todos	 los	 hombres
vamos	en	peregrinación	hacia	el	Padre.
Siguiendo	 la	 historia	 del	 Pueblo	 escogido,	 nosotros	 llegamos	 a	 descubrir
nuestra	propia	historia.	Igual	que	el	Pueblo	de	Israel,	Dios	nos	ofrece	su	amor
y	 nos	 hace	 comprender	 cómo	 podemos	 responderle,	 no	 obstante	 nuestras
rebeldías	y	pecados
	
MANEJO	DE	LA	BIBLIA
La	 Biblia	 es	 un	 conjunto	 de	 libros	 muy	 extenso.	 Es	 muy	 importante	 saber
cómo	manejarla,	para	poder	buscar	inmediatamente	lo	que	uno	quiere.	He	aquí
algunas	indicaciones	prácticas.
	
Índice	General.
Lo	 primero	 que	 se	 tiene	 que	 hacer	 es	 buscar	 el	 Índice	General.	 En	 algunas
Biblias	lo	encontramos	al	principio	y	en	otras	al	final.	En	la	línea	izquierda	se
encuentran	 los	nombres	de	 los	diferentes	 libros	de	 la	Biblia;	a	 la	derecha,	se
escriben	las	respectivas	abreviaturas;	y	más	a	la	derecha,	están	colocados	los
Números	de	las	páginas	en	donde	cada	uno	de	los	libros	da	inicio.
	
Capítulos	y	Versículos.
Cada	 libro	se	encuentra	dividido	en	capítulos,	 los	cuales	están	señalados	por
números	 grandes;	 pero	 cada	 capítulo	 se	 divide,	 a	 la	 vez,	 en	 partecitas,	 que
señaladas	por	números	más	pequeños	reciben	el	nombre	de	versículos.
	
Citas	Bíblicas.
El	 conjunto	 de:	 libro,	 capítulo	 y	 versículo,	 se	 llama	 cita	 bíblica.	 Primero	 se
pone	 el	 nombre	 del	 libro	 abreviado,	 después	 el	 número	 del	 capítulo	 y,
finalmente,	se	pone	el	número	del	versículo.	Entre	el	capítulo	y	el	versículo	se
pone	una	coma	(,).	Ejemplo:	Gn	3,	1.	Se	lee:	Génesis,	capítulo	tres,	versículo	
uno.			Si	se	quiere	señalar	varios	versículos	juntos,	se	tiene	que	indicar	el	
primero	y	el	último,	poniendo	un	guion	entre	ellos.	Ejemplo:	Jn	3,	16-19.	Se	
lee:	Evangelio	según	San	Juan,	capítulo	tres,	del	versículo	dieciséis	al	
versículo	diecinueve.	
	
Si	se	quiere	señalar	distintos	versículos	sueltos	del	mismo	capítulo,	hay	que	
poner	un	punto	entre	un	versículo	y	el	otro.	Ejemplo:	Mt	8,	3.	8.	15.	
Leyéndose:	Evangelios	según	San	Mateo,	capítulo	ocho,	versículos	tres,	ocho	
y	quince.			De	igual	forma	entre	el	capítulo	y	el	versículo	se	pueden	poner	
“dos	puntos”	(:),	 pero	 en	 ese	 caso,	 entre	 cada	 uno	 de	 los	 versículos	 sueltos
habría	 que	 poner	 una	 “coma”	 (,).	Ejemplo:	Mt	8:	3,	8,	15.	Leyéndose:	
Evangelios	según	San	Mateo,	capítulo	ocho,	versículos	tres,	ocho	y	quince.			
Una	“s”	después	de	un	numerito	quiere	decir	“y	siguiente”;	dos	“ss”	quiere	
decir	“y	siguientes”	Ejemplos:	Ex	3,	1s.	Se	lee:	Éxodo,	capítulo	tres,	versículo	
uno	y	siguiente.	Lv	1,	2ss.	Se	leerá:	Levítico,	capítulo	uno,	versículos	dos	y	
siguientes.			Las	citas	pueden	abarcar	distintos	capítulos.	Ejemplos:	Gn	3,	1-4,	
3	o	Gn	3:	1-4:	3.	Se	lee	así:	Génesis,	del	capítulo	tres,	versículo	uno	al	capítulo	
cuatro,	versículo	tres.	Gn	4-11.	Se	lee	así:	Génesis,	del	capítulo	cuatro	al	
capítulo	once.			Entre	una	cita	bíblica	y	otra,	se	pone	punto	y	coma.	Al	final,	se	
pone	punto.	Ejemplo:	Gn	8,	1;	Ex	3,	4-8;	Lv	8,	1-10;	Mt	3-9.	
	
Un	número	 antes	 de	 la	 sigla	 que	 señala	 el	 libro,	 sirve	 para	 diferenciar	 a	 los
libros	que	tengan	al	mismo	título.	Ejemplo:	1Cor	Se	lee	así:	Primera	carta	de
San	Pablo	a	los	corintios.
Capítulo	3
	
LA	BIBLIA.	AUTOR	PRINCIPAL	Y	AUTORES	SECUNDARIOS
	
Dios	 es	 el	 autor	 principal	 de	 la	 Biblia.	 Él	 inspiró	 al	 hagiógrafo	 o	 escritor
sagrado,	 para	 que	 escribiera	 todo	 aquello	 y	 sólo	 aquello	 que	 quería	 que	 se
escribiera.	 La	 Sagrada	Escritura	 es,	 pues,	 el	 conjunto	 de	 libros	 que	 tienen	 a
Dios	por	autor	principal,	el	cual	ha	inspirado	a	los	diversos	autores	humanos
que	los	han	escrito	como	instrumentos	de	Dios.	El	Espíritu	Santo	se	ha	servido
de	 los	 diversos	 autores	 humanos	 como	 de	 instrumentos	 vivos,	 racionales	 y
libres	que	al	escribir	bajo	el	 influjo	de	la	 inspiración	divina	dejan	plasmados
su	propio	estilo,	su	genio	poético,	su	viveza	de	inteligencia,	entre	otros.
	
Pero,	ante	 todo,	hay	que	saber	que	 la	Biblia	no	es	un	 libro	de	ciencias	ni	un
catecismo	 con	 una	 lista	 de	 verdades.	 La	 Biblia	 esencialmente	 relata	 una
historia	de	amor	entre	Dios	y	su	Pueblo;	y	en	esa	historia	hay	de	todo:	luces	y
sombras,	santidad	y	pecado,	creencias,	costumbres	y	enseñanzas.
	
LA	INSPIRACION
Inspiración	 es	 un	 deseo	 que	 nace	 de	 la	 persona	 y	 que	 lo	 impulsa	 a	 realizar
algo.	Hay	inspiraciones	humanas,	cuando	proceden	de	las	facultades	humanas
(p.e.	 un	 cuadro,	 una	 escultura,	 un	 libro,	 una	 poesía).	 Y	 hay	 inspiraciones
divinas,	cuando	proceden	de	Dios	por	conducto	del	Espíritu	Santo,	y	lleva	al
hombre	 a	 ejecutar	 algo	 que	Dios	 le	 inspira	 y	 como	Dios	 le	 inspira.	De	 esta
última	hablamos	aquí.
Dios	respetó	a	 los	escritores	sagrados,	 influidos	por	 las	costumbres	y	cultura
de	 los	 países	 en	 los	 que	 vivían,	 dejando	 huella	 de	 su	 estilo,	 temperamento,
personalidad	e	 incluso	de	 la	clase	social	a	 la	que	pertenecían	o	el	oficio	que
desempeñaban;	 así,	 por	 ejemplo,	 san	 Pablo	 muestra	 su	 temperamento
impetuoso,	 san	 Juan,	místico	 y	 sereno;	 san	Marcos,	 detallista;	 Lucas,	 como
buen	médico,	nos	revela	a	un	Jesús	lleno	de	misericordia,	entre	otros.
La	mayor	parte	de	los	autores	del	Antiguo	Testamento	son	desconocidos	para
nosotros;	cosa	comprensible	ya	que	la	literatura	antigua	era	anónima,	pues	las
composiciones,	tanto	orales	como	escritas,	pertenecían	a	la	comunidad	y	no	a
los	individuos.	Muchos	escritores	además	se	basaron	en	la	tradición	oral,	que
ampliaban,	por	lo	que	algunas	obras	se	atribuyen	a	aquel	autor	que	más	haya
influido	en	ella.	Así	ocurre,	por	ejemplo,	con	el	Pentateuco	que	se	atribuye	a
Moisés	siendo	que	él	es	sólo	autor	de	su	núcleo	fundamental.
	
Una	 consecuencia	 de	 la	 inspiración	 es	 la	 inerrancia	 de	 la	 Sagrada	Escritura.
Inerrancia	 quiere	 decir	 la	 ausencia	 de	 todo	 error.	 La	 Palabra	 de	 Dios	 a	 los
hombres	está	libre	de	error,	ya	que	Dios	no	puede	engañarse,	ni	engañarnos.
	
Aplicando	 estos	 criterios	 se	 evitará	 que	 los	 cristianos	 den	 interpretaciones
arbitrarias	 y	 antojadizas	 a	 la	 Sagrada	 Escritura,	 como	 acostumbran	 otras
profesiones	religiosas.
	
De	cualquier	manera,	siempre	que	nos	invada	alguna	duda	interpretativa	de	la
Sagrada	 Escritura,	 tenemos	 el	 derecho,	 y	 la	 obligación,	 de	 consultar	 con
nuestro	párroco	o	con	cualquier	persona	versada	en	la	materia	para	despejarla,
porque	es	inconveniente	seguir	con	dudas	de	interpretación.
	
PARA	COMPRENDER	CON	AMOR	LOS	LIBROS	DE	DIOS
	
Prestar	una	gran	atención	“al	conjunto	y	a	la	unidad	de	toda	la	escritura”,	pues
uno	es	el	designio	de	Dios,	aunque	ese	designio	haya	sido	escrito	en	una	gran
variedad	de	libros	y	en	una	gran	variedad	de	estilos.
	
Leer	la	escritura	en	“Tradición	viva	de	toda	la	Iglesia”.	La	Iglesia	lleva	en	su
tradición	 la	memoria	viva	de	 la	Palabra	de	Dios,	y	el	Espíritu	Santo	 le	da	 la
interpretación	 espiritual	 dela	 escritura.	 Ese	 mismo	 Espíritu	 que	 asiste	 a	 la
Iglesia	 le	 asegura	 la	 infalibilidad	 (que	 no	 puede	 equivocarse)	 en	 materia
doctrinaria.
Estar	 atento	 “a	 la	 analogía	 de	 la	 fe”	 (cf.	 Rm	 12:	 6).	 Por	 analogía	 de	 la	 Fe
entendemos	la	cohesión	de	las	verdades	de	la	Fe	entre	sí	y	en	el	proyecto	total
de	la	Revelación.
	
Dios	habla	con	el	lenguaje	corrientemente	usado	en	su	época	y	según	el	estado
del	conocimiento	científico	de	entonces.	Ciertas	maneras	de	exponer	y	narrar,
ciertos	modos	 hiperbólicos	 o	 antropomórficos	 de	 hablar,	 ciertas	 paradojas…
son	 para	 adaptarse	 a	 los	 hombres	 hebreos	 antiguos.	La	Biblia,	sin	embargo,	
¡toda	entera!	está	adaptada	a	todos	los	hombres	de	todos	los	tiempos	y	
pueblos.	Sólo	Dios	puede	hablar	así:	con	una	eficacia	salvadora	que	jamás	
pierde	actualidad.		
En	 el	 corazón	 de	 un	método	 sólido	 de	 interpretación	 bíblica	 hay	 principios
básicos:
Oración,	pidiendo	a	Dios	nos	ilumine	para	entender	su	mensaje.
Lectura	pausada,	para	poder	digerir	bien.
Humildad,	sabiéndonos	necesitados	de	Dios.
No	buscar	ciencia	profana,	sino	un	mensaje	espiritual	para	salvarnos.
No	dejar	pasar	el	día	sin	leer	una	página	de	la	Sagrada	Biblia.
Leer	 explicaciones	 de	 buenos	 libros	 que	 comenten	 la	 Sagrada	 Escritura;	 o
pedir	esas	explicaciones	a	expertos	de	la	Biblia.
Leer	 la	 Sagrada	 Escritura	 en	 el	 orden	 más	 fácil	 para	 entenderla:	 Por	 ejm.
Evangelios,	Hechos,	Génesis	y	Éxodo,	Samuel	y	libros	de	los	Reyes,	Tobías	y
Judit,	Salmos,	Proverbios,	Eclesiástico,	Santiago,	san	Pablo,	entre	otros.
	
TIEMPO	EN	QUE	SE	ESCRIBIÓ	LA	BIBLIA
						
Los	manuscritos	 del	mar	Muerto	 o	 de	Qumrán.	 En	 1947	 se	 encontró	 en	 las
cercanías	del	Mar	Muerto,	en	unas	cuevas	de	la	actual	Jordania,	en	el	extremo
noroccidental,	 región	 de	 Qirbet	 Qumran,	 una	 serie	 de	 manuscritos	 que
constituye	uno	de	los	hitos	más	sobresalientes	en	la	historia	de	la	arqueología
contemporánea	 y	 en	 la	 investigación	 sobre	 el	 Antiguo	 Oriente,	 el	 judaísmo
primitivo	 y	 los	 orígenes	 del	 cristianismo	 (César	 Vidal;	 Jesús	 y	 Los
Manuscritos	 del	 Mar	 Muerto,	 Editorial	 Planeta,	 2006).	 Se	 trata	 de	 una
colección	de	cerca	de	600	escritos	en	hebreo	y	arameo.	La	mayoría	de	estos
escritos	 fueron	 hechos	 entre	 el	 200	 aJC	 y	 el	 68	 dJC.	 Incluyen	manuales	 de
disciplina,	 comentarios	 bíblicos,	 himnos,	 textos	 apocalípticos	 y	 dos	 de	 las
copias	 más	 antiguas	 conocidas	 del	 libro	 de	 Isaías,	 casi	 intactas,	 así	 como
fragmentos	 de	 prácticamente	 todos	 los	 libros	 del	 Antiguo	 Testamento.	 La
importancia	 de	 los	 rollos	 del	 mar	 Muerto	 para	 los	 estudios	 del	 Antiguo
Testamento	yace	precisamente	en	su	antigüedad.	El	manuscrito	de	Isaías	data
del	 siglo	 II	 a	 JC,	es	decir,	 antes	de	 la	 sistematización	del	 texto	ocurrido	 tres
siglos	después.
En	 la	 antigüedad	 era	 costumbre,	 en	Egipto,	 no	 quemar	 el	 papel,	 sino	 tirarlo
fuera	de	 la	ciudad,	donde	 la	arena	del	desierto	 lo	cubría.	Allí	permanecieron
durante	siglos	gran	cantidad	de	estos	desperdicios.	Sin	embargo,	en	1896/97	el
Dr.	 Grenfell	 y	 el	 Dr.	 Hunt	 empezaron	 las	 excavaciones	 en	 Oxirinco,
descubriendo	 una	 gran	 cantidad	 de	 papiros.	 Entre	 ellos	 se	 hallaba	 una	 hoja
arrugada,	escrita	por	ambos	lados	en	caracteres	unciales,	y	que	resultó	ser	una
colección	 de	 dichos	 atribuidos	 a	 Jesús;	 máximas	 estas	 que	 el	 Dr.	 J.	 Hope
Moulton	 aceptó	 como	 genuinas.	 Estos	 y	 muchos	 otros	 papiros	 fueron
clasificados	y	editados.	Un	día,	cuando	el	Dr.	Deissmann	estaba	examinando
casualmente	 uno	 de	 estos	 volúmenes	 en	 la	 biblioteca	 de	 la	 Universidad	 de
Heidelberg,	se	quedó	impresionado	por	la	semejanza	del	lenguaje	con	el	que	él
estaba	familiarizado	por	su	estudio	del	NT.
	
Pudiéramos	suponer	por	tanto	que	se	empezó	a	escribir	la	Biblia	con	Moisés,
unos	1,250	años	antes	de	Cristo,	y	se	terminó	de	escribir	con	el	Apóstol	San
Juan,	casi	100	años	después	de	Cristo.
	
	
	
																														Capitulo	4
	
LOS	LIBROS
	
La	 Biblia	 que	 usamos	 en	 nuestros	 días	 contiene	 73	 libros:	 46	 del	 Antiguo
Testamento	y	27	del	Nuevo	Testamento.	Los	libros	del	Antiguo	Testamento	se
escribieron	 en	 un	 período	 de	 1,000	 años	 aproximadamente.	 El	 Nuevo
Testamento	se	escribió	en	un	período	de	más	o	menos	70	años.
	
Todas	 las	 religiones	 que	 aparecen	 comparadas	 con	 la	 religión	 bíblica	 se
caracterizan	 por	 ser	 politeístas,	 pero	 después	 aparecieron	 otras	 grandes
religiones	 que	 se	 caracterizan	 por	 ser	 MONOTEISTAS	 (Creen	 en	 un	 solo
Dios),	 y	 que	 es	 importante	 conocer	 porque,	 además	 de	 poseer	 una	 inmensa
riqueza	moral	y	doctrinaria,	son	muy	antiguas	y	las	practica	mucha	gente,	aún
en	la	actualidad,	de	ahí	que	sean	esbozadas	en	el	Anexo	a	este	libro.
	
Merece	la	pena	transcribir	 textualmente	lo	que	acabamos	de	referir	sobre	los
creyentes	en	gran	cantidad	de	dioses	y	que	aparece	en	el	c.	13	de	Sabiduría:
“Sb	 13:	 6-9	 Con	 todo,	 no	merecen	 éstos	 tan	 grave	 reprensión,	 pues	 tal	 vez
caminan	 desorientados	 buscando	 a	 Dios	 y	 queriéndole	 hallar.	 Como	 viven
entre	sus	obras,	se	esfuerzan	por	conocerlas,	y	se	dejan	seducir	por	lo	que	ven.
¡Tan	 bellas	 se	 presentan	 a	 los	 ojos!	 Pero,	 por	 otra	 parte,	 tampoco	 son	 éstos
excusables;	 pues	 si	 llegaron	 a	 adquirir	 tanta	 ciencia	 que	 les	 capacitó	 para
indagar	el	mundo,	¿Cómo	no	llegaron	primero	a	descubrir	a	su	Señor?”.
	
En	 su	 declaración	 “Nuestra	 Época”,	 el	 Concilio	 Vaticano	 II,	 se	 expresa	 de
estas	religiones	de	la	siguiente	manera:
En	ellas	el	hombre	busca	el	misterio	divino.
Intentan	responder	al	misterio	de	la	vida	y	a	la	inquietud	del	corazón	humano
de	buscar	a	su	creador.
Muchas	de	sus	prácticas	son	nobles	y	dignas.
La	Iglesia	respeta	todo	lo	verdadero	y	santo	que	tienen	en	su	obrar.
La	Iglesia	les	invita	a	que	juntos	promovamos	los	valores	morales,	espirituales
y	socioculturales	comunes	a	ellos	y	a	nosotros.
No	podemos	invocar	a	Dios	como	Padre	de	todos,	si	negamos	la	fraternidad	a	
los	que	lo	buscan.						
	
DIOS	NOS	MANIFIESTA	SU	EXISTENCIA
	
Dios	nos	manifiesta	su	existencia	de	muchas	maneras,	unas	veces	reflejándose
en	 el	 mundo	 natural	 como	 su	 creador,	 otras	 interviniendo	 en	 la	 historia	 de
manera	sobrenatural	y	sobre	todo	apareciendo	en	Cristo.	El	Catecismo,	en	su
numeral	54	nos	dice:	«Dios,	creándolo	todo	y	conservándolo	por	su	Verbo,	da
a	los	hombres	testimonio	perenne	de	sí	en	las	cosas	creadas,	y,	queriendo	abrir
el	 camino	 de	 la	 salvación	 natural,	 se	 manifestó,	 además,	 personalmente	 a
nuestros	primeros	padres	ya	desde	el	principio»,	y	en	el	numeral	65	nos	aclara:
«De	una	manera	fragmentaria	y	de	muchos	modos	habló	Dios	en	el	pasado	a
nuestros	padres	por	medio	de	los	profetas;	en	estos	tiempos	nos	ha	hablado	por
su	hijo	(Hb	1,	1-2).	Cristo,	el	Hijo	de	Dios	hecho	hombre,	es	la	Palabra	única,
perfecta	e	insuperable	del	Padre.	En	Él	lo	dice	todo,	no	habrá	otra	palabra	más
que	ésta».
	
i.			DIOS	SE	NOS	DA	A	CONOCER	REFLEJÁNDOSE	EN	EL	MUNDO
					NATURAL
	
El	mundo	visible	que	nos	rodea	y	nuestro	propio	interior	con	su	conciencia	y
sus	 más	 íntimas	 aspiraciones	 constituyen	 una	 manifestación	 natural	 de	 la
existencia	de	Dios.
	
1.		Dios	se	manifiesta	por	el	mundo	visible	que	nos	rodea.
El	 hombre	 que	 reflexiona	 sin	 prejuicios	 y	 con	 corazón	 puro,	 descubre
constantemente	a	Dios	en	 la	contemplación	de	 la	naturaleza.	La	observación
atenta	 de	 los	 inmensos	 mundos	 de	 los	 astros,	 cuya	 grandeza	 no	 deja	 de
asombrarnos;	 el	mundo	 prodigioso	 de	 los	 átomos,	 cuyo	 interior	 desentrañan
infatigablemente	los	sabios	de	nuestros	días;	la	maravilla	constante	de	la	vida,
una	flor,	un	insecto,	los	grandes	animales;	Todo	en	la	naturaleza	está	hablando
de	Dios.
	
En	 las	 llamadas	 “cinco	 vías	 de	 Santo	 Tomás	 de	 Aquino”	 se	 sostiene:	 Este
mundo	 no	 puede	 tener	 en	 sí	 mismo	 la	 última	 explicación	 de	 su	 propia
existencia.	Sería	un	absurdo,	porque	constantementeestamos	experimentando
la	poca	 consistencia	de	 las	 cosas:	 empiezan	a	 existir,	 se	 transforman	en	otra
cosa,	 desaparecen,	 mueren,	 etc.	 Luego,	 necesariamente	 tiene	 que	 haber	 una
causa	 perfectamente	 consistente,	 con	 plenitud	 de	 existencia,	 distinta	 del
mundo,	que	comunique	y	mantenga	la	existencia	de	las	cosas	en	este	mundo.
La	maravillosa	 belleza,	 armonía	 y	 orden	 de	 todo	 el	 universo	 son	 totalmente
inexplicables	 sin	 una	 “suprema	 inteligencia	 ordenadora”.	 Las	 leyes,
enormemente	 complicadas,	 de	 los	 astros	 en	 sus	 movimientos,	 los	 procesos
admirables	 de	 la	 naturaleza,	 el	 mismo	 cuerpo	 humano	 tan	 sabiamente
dispuesto	en	todos	sus	detalles,	están	demostrando	palpablemente	la	existencia
indudable	de	un	artífice	lleno	de	sabiduría	y	poder.
	
2.		Dios	se	manifiesta	en	nuestro	propio	interior.
Reflexionando	 sobre	 su	 propio	 interior	 puede	 llegar	 el	 hombre	 a	 conocer	 la
existencia	de	Dios.	Profundamente	grabada	en	nuestro	interior	está	la	voz	de	la
conciencia,	voz	que	nos	dice	 lo	que	está	bien	y	 lo	que	está	mal,	que	impone
una	 obligación	 y	 que	 se	 encuentra	 en	 todos	 los	 hombres	 y	 en	 todos	 los
tiempos.	 Esta	 voz	 no	 es	 exterior,	 no	 la	 recibimos	 de	 otros,	 brota	 de	 lo	más
íntimo	de	nuestro	ser:	es	la	voz	de	nuestro	creador,	del	que	impone	sus	leyes
en	nuestra	propia	naturaleza,	la	voz	de	un	Supremo	Juez	de	los	hombres.
	
Además	 en	 nuestro	 interior	 hay	 anhelos	 insaciables,	 sed	 de	 felicidad,	 de
verdad,	de	belleza	 infinita,	amor	 jamás	satisfecho:	 todos	estos	anhelos	serían
vanos	 e	 incomprensibles	 si	 no	 existiera	 un	 ser	 perfecto	 en	 sí	mismo,	 BIEN
SUMO,	AMOR	INFINITO	capaz	de	colmar	 todas	nuestras	aspiraciones	más
hondas.
	
Como	hemos	 advertido,	 el	Catecismo	de	 la	 Iglesia	 sostiene	 que	 el	 deseo	 de
Dios	está	inscrito	en	el	corazón	del	hombre,	porque	el	hombre	ha	sido	creado
por	Dios	y	para	Dios;	y	Dios	no	cesa	de	atraer	al	hombre	hacia	sí,	y	sólo	en	
Dios	encontrará	el	hombre	la	verdad	y	la	dicha	que	no	cesa	de	buscar,	por	ello	
cita:	“La	razón	más	alta	de	la	dignidad	humana	consiste	en	la	vocación	del	
hombre	a	la	comunión	con	Dios.	El	hombre	es	invitado	al	diálogo	con	Dios	
desde	su	nacimiento,	pues	no	existe	sino	porque,	creado	por	Dios	por	amor,	es	
conservado	siempre	por	amor,	y	no	vive	plenamente	según	la	verdad	si	no	
reconoce	libremente	aquel	amor	y	se	entrega	a	su	creador	(Gaudium	et		Spes	
19,	1)”.
	
ii.	DIOS	SE	DA	A	CONOCER	POR	SUS	INTERVENCIONES			
					SOBRENATURALES
	
1.	Dios	nos	confirma	su	existencia.
La	 providencia	 paternal	 de	 Dios,	 su	 condescendencia	 y	 amor,	 quiso
confirmarnos	 su	 existencia	 interviniendo	 poderosamente	 en	 la	 historia	 de	 su
pueblo,	 y	 sobre	 todo,	 apareciendo	 en	 Cristo.	 De	 este	 modo	 pueden	 los
hombres	 llegar	 con	 más	 firme	 certeza,	 sin	 mezcla	 de	 errores,	 con	 mayor
facilidad	y	 rapidez	al	conocimiento	de	Dios.	Esta	 revelación	natural	de	Dios
no	sólo	confirma	su	existencia,	sino	que,	sobre	todo,	descubre	la	vida	íntima
del	mismo	Dios	y	sus	planes	para	nuestra	salvación.
	
2.	Dios	interviene	en	la	historia	de	su	pueblo.
Dios	irrumpe	desde	arriba,	desde	el	más	allá,	en	la	historia	de	los	hombres	y
constituye	su	pueblo,	Israel.	De	esta	manera	Dios	se	da	a	conocer	como	poder
personal,	distinto	del	mundo,	y	como	creador.	Dios	habla	a	los	patriarcas	y	les
hace	promesas,	 los	conduce;	gobierna	a	su	pueblo	y	 le	da	 leyes	porque	es	el
Señor.	Esta	intervención	de	Dios	es	una	continua	llamada	a	los	hombres	para
que	tengan	Fe	en	Él	y	comprendan	el	sentido	auténtico	de	su	vida:	someterse	a
Dios.	Y	así,	entre	resistencias	y	sumisiones,	va	conduciendo	Dios	la	historia	de
su	pueblo	y	realizando	su	plan	de	salvación.
	
3.		Dios	aparece	en	Cristo.
Toda	 la	 historia	 del	 pueblo	 de	 Israel	 está	 dirigida	 por	 Dios,	 hacia	 su	 plena
manifestación	a	los	hombres	en	Cristo.	Cristo	es	la	Revelación	de	Dios,	por	su
presencia	 histórica	 entre	 los	 hombres,	 por	 sus	 obras	 de	 salvación,	 por	 sus
palabras.	Cristo	es	enviado	de	Dios	(Jn	5,	23;	14,	24);	manifiesta	al	Padre	(Jn
5,	30;	14,	10).	El	que	ve	a	Cristo	ve	al	Padre	(Jn	14,	9),	porque	Cristo	es	uno
con	el	Padre	(Jn	10,	30).	Las	obras	de	Cristo	dan	testimonio	de	su	misión:	con
Él,	Dios	ha	hecho	su	aparición	entre	los	hombres.
	
Esta	revelación	de	Dios	no	es	 tan	sólo	una	confirmación	de	su	existencia;	es
sobre	 todo	 una	 llamada:	 el	 Evangelio	 es	 una	 llamada	 a	 la	 bienaventuranza.
Dios	hace	visible	su	amor	en	Cristo:	en	Él	nos	llama	a	participar	en	su	vida	de
amor.	“Dios	viene	a	nosotros	en	Cristo;	nosotros	vamos	a	Dios	en	Cristo”.
	
Como	 aparece	 claramente	 expresado	 en	 la	 Declaración	 Dominus	 Iesus	 «en
Jesucristo	se	da	la	plena	y	completa	revelación	del	misterio	salvífico	de	Dios.
Por	lo	tanto,	las	palabras,	las	obras	y	la	totalidad	del	evento	histórico	de	Jesús,
aun	siendo	limitados	en	cuanto	realidades	humanas,	sin	embargo,	tienen	como
fuente	 la	 Persona	 divina	 del	Verbo	 encarnado,	 "verdadero	Dios	 y	 verdadero
hombre"	y	por	eso	llevan	en	sí	la	definitividad	y	la	plenitud	de	la	revelación	de
las	 vías	 salvíficas	 de	Dios,	 aunque	 la	 profundidad	 del	misterio	 divino	 en	 sí
mismo	siga	siendo	trascendente	e	inagotable.
	
4.	La	Iglesia	prolonga	el	anuncio	de	Cristo.
Cristo	ha	encargado	a	su	Iglesia	que	siga	anunciando	a	 todos	 los	hombres	 la
existencia	de	Dios.	Y	la	Iglesia	de	Cristo,	a	pesar	de	sus	deficiencias	humanas,
sigue	proclamando	a	este	Dios,	lleno	de	amor	hacia	los	hombres.	La	extensión
de	 la	 Iglesia,	 su	 apertura	 a	 todos	 los	 hombres	 de	 todos	 los	 tiempos,	 el
testimonio	de	tantos	mártires,	santos,	apóstoles,	vírgenes;	todo	esto	anuncia	la
existencia	de	un	Dios,	todo	nos	conforta	en	nuestra	Fe.
	
	
iii.	DIOS	NOS	HABLA
	
Dios	nos	habla	con	un	mensaje	vivo	que	es	su	Palabra.	Esta	Palabra	de	Dios
llega	hasta	nosotros	de	dos	maneras:
Fijada	en	Escritura	divinamente	inspirada	(Sagrada	Escritura).
Predicada	y	vivida	desde	los	Apóstoles	en	la	Iglesia	de	Dios	(Tradición).
	
LA	REVELACION
	
Etimológicamente	“revelar”	(del	latín	re-velare)	significa	descorrer	el	velo	que
oculta	algo,	descubrir	algo.	¡La	Revelación	es,	pues,	el	acto	mediante	el	cual	la
Palabra	de	Dios	nos	descubre	 el	misterio	 íntimo	de	Dios	y	 sus	designios	de
salvación	para	los	hombres!
	
Esta	revelación	divina	puede	ser:
Inmediata:	cuando	se	recibe	directamente	la	Palabra	de	Dios	sin	intervención
de	otro	hombre.	Por	ejemplo:	Dios	habla	a	Moisés;	Cristo	habla	a	Pablo.
Mediata:	cuando	se	recibe	la	Palabra	de	Dios	por	mediación	de	sus	profetas.
	
La	Revelación	es	necesaria	no	sólo	para	confirmar	y	facilitar	la	comprensión
de	algunas	verdades	de	orden	natural,	sino,	especialmente,	para	comunicar	al
hombre	 los	 inescrutables	 designios	 que	Dios	 tiene	 sobre	nuestra	 salvación	y
elevación	a	participar	de	su	misma	vida	divina.	Si	 la	Palabra	de	Dios	no	nos
revelara	 este	misterio	de	 salvación,	nunca	podríamos	 llegar	 a	 conocerlo	ni	 a
vivirlo.
	
Por	ello,	como	se	declara	en	Dominus	Jesús:	«La	obediencia	de	la	fe	conduce
a	 la	 acogida	 de	 la	 verdad	 de	 la	 revelación	 de	 Cristo,	 garantizada	 por	 Dios,
quien	 es	 la	 Verdad	 misma;	 "La	 fe	 es	 ante	 todo	 una	 adhesión	 personal	 del
hombre	a	Dios;	es	al	mismo	tiempo	e	inseparablemente	el	asentimiento	libre	a
toda	 la	 verdad	 que	Dios	 ha	 revelado".	 La	 fe,	 por	 lo	 tanto,	 "don	 de	Dios"	 y
"virtud	sobrenatural	infundida	por	Él",	implica	una	doble	adhesión:	a	Dios	que
revela	 y	 a	 la	 verdad	 revelada	 por	 él,	 en	 virtud	 de	 la	 confianza	 que	 se	 le
concede	a	la	persona	que	la	afirma.	Por	esto	"no	debemos	creer	en	ningún	otro
que	no	sea	Dios,	Padre,	Hijo	y	Espíritu	Santo"».
	
CRISTO	PALABRA	ETERNA	DE	DIOS	ENTRE	LOS	HOMBRES
	
Cristo	es	la	Palabra	Eterna	de	Dios	hecha	hombre.	Cristo	es	el	revelador	por
excelencia:	 el	 que	 nos	 habla	 de	 Dios,	 de	 su	 amor	 por	 nosotros,	 el	 que	 nos
reúne	en	 torno	a	Él	y	nos	salva.	“Muchas	veces	y	en	muchas	maneras	habló
Dios	 en	 otros	 tiempos	 a