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Libro Inmuno

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Segunda edición, 18 de febrero de 2012
D.R. ©Universidad Nacional Autónoma de México
Ciudad Universitaria, 04510, D.F.
Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán
Km 2.5 carretera Cuautitlán-Teoloyucan, San Sebastián Xhala, 
Cuautitlán Izcalli, 54714, Estado de México
Comité Editorial
ISBN 978-607-02-2961-9
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo3
Dedicado a mi hija
Gabriela Montaraz Miranda
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo5
Prefacio (Presentación) 
a la primera edición
El presente libro tiene como antecedente los Apuntes de Inmunología Veterinaria publicados por la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM en 1989. Esos apuntes fueron escritos pensando exclusivamente en estudiantes 
de Medicina Veterinaria y Zootecnia. Después de varios años de impartir la asignatura 
Inmunología Especial en la carrera de Químico Farmacobiólogo de la Facultad de Estudios 
Superiores Cuautitlán de la UNAM, y más recientemente regresar de nuevo a impartir 
Inmunología en la carrera de MVZ de la FES-C, pensé que era el momento adecuado para 
actualizar y ampliar aquellos apuntes en dos aspectos principales: a) incorporar los nuevos 
conocimientos surgidos en el ámbito de la Inmunología en los últimos años; b) ampliar 
el espectro del texto, de manera que pueda ser utilizado por estudiantes de las carreras 
de MVZ, QFB u otras afines. El resultado es este libro, Introducción a la Inmunología, que 
pretende exponer los conceptos básicos de una manera sencilla y actualizada, de forma 
que aquellos estudiantes que se interesen en profundizar en algunos aspectos de esta 
disciplina cuenten con los suficientes antecedentes para consultar otras fuentes de 
información especializadas.
Quiero dejar patente mi agradecimiento al “Programa de Cátedras” de la FES-
Cuautitlán por proporcionar los fondos para la publicación de este libro.
Dr. Juan Antonio Montaraz Crespo
Cuautitlán Izcalli, Febrero de 1997
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo7
Prefacio a la segunda edición
Trece años han transcurrido desde la primera edición de este libro y, como es de suponerse, han surgido nuevas ideas y conceptos en relación con la respuesta inmunitaria. La presente edición es un intento por incluir estos nuevos conceptos 
manteniendo el mismo enfoque que la edición anterior y, a la vez, por incorporar algunos 
elementos que ayuden a la función pedagógica del libro.
En cuanto al enfoque general, el texto mantiene el abordaje de los temas desde un 
punto de vista general y actualizado; esto inevitablemente hace que se tenga que echar 
mano de la información generada en modelos experimentales (basados principalmente 
en el ratón) y en ocasiones en el hombre. Debemos considerar que, en cuanto a aspectos 
básicos de la respuesta inmunitaria se refiere, un buen número de las veces se considera 
a la especie humana como el blanco final de la investigación. La premisa del libro es que 
entendiendo los principios básicos de la respuesta inmunitaria, sin importar la especie 
utilizada para extraerlos, éstos pueden ser aplicados, en general, a otras especies, 
particularmente las domésticas. No obstante, algunos tópicos, como el de vacunación, 
se tratan con un enfoque netamente veterinario, ya que es claro que el libro está dirigido, 
primordialmente, a los estudiantes de Medicina Veterinaria.
Uno de los componentes novedosos de esta edición es la inclusión de una serie 
de ilustraciones que espero coadyuven a un mejor entendimiento de los conceptos 
y/o mecanismos tratados. A este respecto dejo patente mi agradecimiento al LDCG 
Héctor Miranda Martinelli y a la pDCV Cristina Landazuri Trejo, quienes realizaron estas 
ilustraciones. Asimismo, se agregó un glosario al final del libro con la definición de los 
términos más relevantes. 
Dr. Juan Antonio Montaraz Crespo, MVZ, MSC, PhD
Cuautitlán Izcalli, Enero de 2010
9Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo
Índice Temático
1.- Breve reseña histórica y perspectivas 
 de la Inmunología
2.- Inmunidad innata
 2.1 Barreras epiteliales
 2.2 Inflamación
 2.3 Fagocitosis
 2.4 Células NK
 2.5 Complemento
 2.6 Interferón
 2.7 Proteínas de fase aguda
3.- Inmunidad adaptativa
 3.1 Antígeno
 3.2 Características de la inmunidad adaptativa
 3.3 Inmunidad humoral e inmunidad celular
 3.4 Inmunidad activa e inmunidad pasiva
4.- El sistema inmunitario
 4.1 Órganos linfoides primarios
 4.1.1 Timo
 4.1.2 Bolsa de Fabricio
 4.1.3 Placas de Peyer
 4.1.4 Médula ósea
 4.2 Órganos linfoides secundarios
 4.2.1 Ganglios linfáticos
 4.2.2 Bazo
 4.2.3 Tejido linfoide asociado a mucosas
 4.2.3.1 Tonsilas
 4.2.3.2 Placas de Peyer
 4.3 Células del sistema inmunitario
 4.3.1 Linfocitos
 4.3.1.1 Linfocitos T
 4.3.1.2 Linfocitos B
 4.3.1.3 Células dendríticas
 
5.- Inmunidad humoral
 5.1 Estructura de las inmunoglobulinas
 5.2 Generación de diversidad en el repertorio de inmu-
 noglobulinas
 5.3 Propiedades fisicoquímicas y biológicas de las inmu-
 noglobulinas
 5.4 La reacción antígeno-anticuerpo, serología y prue-
 bas serológicas de diagnóstico
 5.4.1 Pruebas serológicas que dependen de la ma-
 nifestación macroscópica de la reacción Ag-Ac
 5.4.2 Pruebas que dependen de un sistema indica-
 dor de la reacción Ag-Ac
 5.4.3 Pruebas especiales para la detección y cuanti-
 ficación de anticuerpos antivirales
 5.4.4 La utilización de anticuerpos monoclonales 
 en serología 
 5.4.5 Sensibilidad y especificidad en las pruebas se-
 rológicas
6.- Inmunidad celular
 6.1 El receptor de antígeno de los linfocitos T
 6.2 Inmunidad celular mediada por linfocitos T CD4+/Th1
 6.3 Pruebas para evaluar la actividad de linfocitos T 
 CD4+/Th1
 6.4 Inmunidad celular mediada por linfocitos T citotóxi-
 cos CD8+
 6.5 Pruebas para evaluar la actividad de linfocitos T cito-
 tóxicos CD8+
..............................................................13
..............................................................19
 .......................................................31
......................................................37
..........................................................47
 ............................................................59
Juan Antonio Montaraz CrespoIntroducción a la Inmunología
Índice Temático
10
7.- Interacciones celulares 
 en la respuesta inmune adaptativa
 7.1 El complejo mayor de histocompatibilidad
 7.1.1 Antígenos clase I
 7.1.2 Antígenos de clase II
 7.2 Activación de linfocitos T CD4+
 7.2.1 Activación de las subpoblaciones de linfoci-
 tos T CD4+ 
 7.3 Activación de linfocitos T citotóxicos CD8+
 7.4 Activación de linfocitos B
8.- Respuesta inmunitaria en el feto y en las crías
 8.1 El aprendizaje de lo propio
 8.2 El feto como aloinjerto
 8.3 Inmunidad pasiva natural
9.- Hipersensibilidad
 9.1 Hipersensibilidad tipo I
 9.2 Hipersensibilidad tipo II
 9.3 Hipersensibilidad tipo III
 9.4 Hipersensibilidad tipo IV
10.- Autoinmunidad
11.- Vacunas y vacunación
 11.1 Vacunas preparadas con microorganismos vivos o 
 activos
 11.1.1 Virus atenuados en cultivo
 11.1.2 Virus termosensibles
 11.1.3 Cepas bacterianas atenuadas o avirulentas
 11.1.4 Vacunas preparadas con fases infectantes de 
 protozoarios
 11.1.5 Organismos genéticamente atenuados
 11.1.6 Organismos recombinantes
 11.1.7 Cepas heterólogas
 11.2 Vacunas preparadas con microorganismos muertos 
 o inactivados
 11.3 Vacunas preparadas con antígenos purificados o 
 semipurificados
 11.4 Vías de aplicación de las vacunas
11.5 Pruebas de control de calidad de las vacunas
11.6 Adyuvantes
12.- Un ejercicio integrador: Inmunidad contra 
 agentes infecciosos12.1 Inmunidad contra virus
 12.2 Inmunidad contra bacterias
 12.3 Inmunidad contra hongos
 12.4 Inmunidad contra parásitos
 12.4.1 Inmunidad contra protozoarios
 12.4.2 Inmunidad contra helmintos
Glosario
Índice alfabético
...................................65
..............73
..............................................................77
..............................................................85
......................................................89
..........................................................97
.................................................................................107
....................................................................115
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo11
Abreviaturas
•	 Ac = Anticuerpo
•	 Acs = Anticuerpos
•	 Ag = Antígeno
•	 Ags = Antígenos
•	 BF = Bolsa de Fabricio
•	 C = Complemento
•	 CD = Célula dendrítica
•	 CD3 = Marcador de la mayoría 
de los linfocitos T
•	 CD4 = Marcador de una subpoblación 
de linfocitos T 
•	 CD8 = Marcador de una subpoblación 
de linfocitos T
•	 CI = Complejos inmunes
•	 CMH = Complejo mayor de histocompatibilidad
•	 FNT = Factor de necrosis tumoral 
[alfa (α) y beta (β)]
•	 FNT = Factor de necrosis tumoral
•	 FTCβ = Factor de transformación 
del crecimiento β
•	 IF = Interferón
•	 IFα = Interferón alfa
•	 IFγ = Interferón gama
•	 Ig = Inmunoglobulina
•	 IgA = Inmunoglobulina A
•	 IgAS = Inmunoglobulina A secretora
•	 IgD = Inmunoglobulina D
•	 IgE = Inmunoglobulina E
•	 IgG = Inmunoglobulina G
•	 IgM = Inmunoglobulina M
•	 Igs = Inmunoglobulinas
•	 IL = Interleucina
•	 LPS = Lipopolisacárido
•	 Mθ = Macrófago
•	 OLP = Órgano linfoide primario
•	 OLS = Órgano linfoide secundario
•	 PMN = Polimorfonucleares o neutrófilos
•	 PP = Placas de Peyer
•	 RI = Respuesta inmunitaria
•	 RLT = Receptor de antígeno del linfocito T
•	 SI = Sistema inmunitario
•	 Th1 = Linfocito T cooperador tipo 1
•	 Th2 = Linfocito cooperador tipo 2
•	 Th17 = Linfocito T cooperador tipo 17
•	 Treg = Linfocitos T reguladores
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo13
1. Breve reseña histórica 
 y perspectivas de la Inmunología
La ciencia que hoy conocemos como Inmunología tiene sus orígenes en observacio-nes empíricas realizadas milenios atrás, las cuales indicaban qué personas que ha-bían padecido (y no murieron a consecuencia de ello) alguna de las que hoy cono-
cemos como enfermedades infecciosas, no volvían a enfermar de lo mismo. Es decir, el 
origen de la Inmunología coincide con el origen del concepto de memoria inmunológica. 
En este sentido, hay registros del historiador griego Tucídides (430 AC) —con respecto 
a la Plaga o Peste Bubónica producida por la bacteria Yersinia pestis— y también de las 
culturas del mediano y lejano oriente con respecto a la Viruela.
El caso de la Viruela fue el que mayor impacto tuvo para el desarrollo de la Inmunolo-
gía, pues Occidente conoció como variolización a la forma en que se llevó a la práctica el 
concepto de memoria inmunológica. Esta práctica consistía en colectar tejido y líquidos 
de lesiones variolosas, macerarlos y aplicarlos (escarificados o inhalados) a personas sus-
ceptibles. Es, como puede apreciarse, el germen de lo que hoy conocemos como vacu-
nación.
La persona que introdujo la variolización, primero a Inglaterra y de ahí al resto de 
Europa occidental, fue Lady Mary Montagu en 1721. Esta dama inglesa fue ella misma víc-
tima de la Viruela y conoció la variolización durante sus viajes por países asiáticos acom-
pañando a su marido, un diplomático inglés. El impacto que este procedimiento causó en 
Lady Montagu fue tal que los primeros individuos variolizados bajo sus auspicios fueron 
sus propios hijos.
No obstante los beneficios que significaba variolizar, este procedimiento no estaba 
exento de desventajas, entre ellas las siguientes: a) un porcentaje de las personas varioli-
zadas contraían e incluso morían de Viruela, esto es fácilmente explicable si consideramos 
que en aquellos tiempos se desconocía por completo la etiología viral del padecimiento y 
no había manera de cuantificar la dosis del inóculo o disminuir su virulencia; b) los indivi-
duos variolizados podían, en efecto, quedar inmunes a la Viruela, sin embargo, también 
podían servir como foco de infección para familiares o vecinos no variolizados, y c) al vario-
lizar, se corría el riesgo de transmitir otras enfermedades infecciosas.
Las desventajas asociadas con la variolización fueron exitosamente eliminadas con la 
vacuna desarrollada por Edward Jenner (1749-1823). Jenner, médico rural inglés, observó 
Juan Antonio Montaraz CrespoIntroducción a la Inmunología 14
que individuos (generalmente mujeres que trabajaban como 
ordeñadoras) que entraban en contacto con Viruela Bovina 
no contraían la Viruela Humana. Apoyándose en esta obser-
vación desarrolló una variante de la variolización, utilizando 
como inóculo tejido colectado de lesiones de Viruela Bovina. 
Este procedimiento fue tan eficaz que el mismo Jenner con-
dujo experimentos en los que individuos variolizados con su 
vacuna resistían un desafío con Viruela Humana.
Conviene en este momento resaltar que la razón por la 
que la vacuna de Jenner fue eficaz en las personas es aquello 
que en Inmunología denominamos reacción cruzada. Esto es, 
el virus de la Viruela Humana es diferente al virus de la Viruela 
Bovina, pero ambos conservan antígenos (moléculas capaces 
de iniciar una respuesta inmune) en común, de modo tal que la 
respuesta contra uno también es eficaz contra el otro. Este fe-
nómeno sigue aplicándose en la actualidad. Una de las vacunas 
que se utilizan para inmunizar pollitos contra la Enfermedad de 
Marek se elabora con el virus que causa esa enfermedad en 
los pavos. Otro ejemplo es la vacuna contra la Tuberculosis 
Humana, que está elaborada con una cepa atenuada (la cepa 
BCG) de Mycobacterium bovis, el agente etiológico de la Tu-
berculosis Bovina.
El impacto de la vacuna de Jenner fue tal que muchos lo 
consideran el padre de la Inmunología. Podemos agregar que 
en la década 1970, la Viruela fue oficialmente erradicada del 
planeta por la Organización Mundial de la Salud, en buena 
medida gracias a la práctica sistemática de la vacunación con 
una versión moderna de la vacuna de Jenner que contiene lo 
que hoy conocemos como virus Vaccinia. No es de extrañar 
que el propio Louis Pasteur (1822-1895) introdujera, en honor 
a Jenner, el término vacunación (del latín vacca>vaca) para 
designar en forma genérica esta práctica introducida por el 
médico inglés y que hoy es pilar de la medicina preventiva.
El propio Pasteur hizo grandes contribuciones al desarro-
llo de la Inmunología a través de lo que hoy conocemos como 
atenuación de microorganismos. El término atenuar implica 
disminuir la capacidad patogénica, o virulencia, de un micro-
organismo, de suerte que pueda ser inoculado en el huésped 
original sin producir enfermedad, pero sí una respuesta inmu-
nitaria. El primer caso de este tipo fue el que se presentó en 
el laboratorio de Pasteur con la bacteria Pasteurella multocida 
que, entre otras enfermedades, produce Cólera Aviar. Pas-
teur y sus colaboradores habían encontrado procedimientos 
para reproducir experimentalmente esta enfermedad inocu-
lando cultivos de la bacteria en aves susceptibles. En cierta 
ocasión, un cultivo, olvidado por varios días en una mesa de 
laboratorio, fue utilizado con la intención de reproducir la 
enfermedad. Desafortunadamente para los investigadores, 
pero afortunadamente para la Inmunología, la enfermedad 
no se produjo. Pasteur razonó que, durante el tiempo que el 
cultivo se mantuvo en la mesa de laboratorio, este “enveje-
ció”, perdiendo propiedades que le conferían patogenicidad 
(capacidadpara producir enfermedad); no obstante, existía 
la posibilidad de que el cultivo “viejo” pudiera haber funcio-
nado como vacuna. Para probar esta hipótesis, las mismas 
aves fueron inoculadas nuevamente con un cultivo recién 
preparado y no enfermaron, demostrando que Pasteur había 
acertado.
Las enseñanzas de los estudios con Cólera Aviar fue apli-
cada a otra enfermedad infecciosa del ganado, el Ántrax, 
producido por Bacillus anthracis. En este caso, a través de 
modificaciones a la temperatura de cultivo, Pasteur logró 
obtener cepas atenuadas que sirvieron para inmunizar el 
ganado y protegerlo contra un desafío con una cepa virulenta.
Sin duda los trabajos de Pasteur que causaron un mayor 
impacto fueron los relacionados con la producción de una va-
cuna contra la Rabia, mucho tiempo antes de que incluso se 
demostrara la etiología viral de esa enfermedad. Como en ca-
sos anteriores, Pasteur desarrolló procedimientos para repro-
ducir la enfermedad en conejos; éstos consistían en inocular 
extractos de medula espinal de animales rabiosos a animales 
susceptibles. También comprobó que la deshidratación de los 
extractos reducía su virulencia. Con estas observaciones y su 
intuición genial, Pasteur propuso un sistema de vacunación 
1. Breve reseña histórica y perspectivas de la Inmunología
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo15
terapéutica (encaminada a curar, más que a prevenir) que 
consistía en inocular diariamente por 14 días extractos cuya 
virulencia iba en aumento. Este tratamiento fue exitosamen-
te puesto en práctica en un niño mordido por un perro rabio-
so y marcó el inicio del tratamiento de la Rabia con vacunas, 
que en su esencia, se mantiene hoy en día.
Las aportaciones de Jenner y Pasteur sentaron las bases 
para el combate de las enfermedades infecciosas a través de 
la vacunación, y de esta manera fueron los iniciadores de 
una de las vertientes de la Inmunología moderna. Dirijamos 
ahora la atención a los trabajos que dieron lugar a los prime-
ros conceptos en cuanto a los mecanismos de la inmunidad. 
En este sentido, son particularmente relevantes los estudios 
del zoólogo ruso radicado en París Elie Metchnikoff (1845-
1916), quien estudiando diferentes especies de invertebra-
dos y vertebrados describió la existencia de células móviles 
con capacidad para ingerir y destruir cuerpos extraños. A 
este fenómeno lo denominó fagocitosis, y a las células que 
lo llevaban a cabo las llamó macrófagos (las de mayor ta-
maño) y micrófagos (las más pequeñas, conocidas actual-
mente como neutrófilos). En consonancia con las ideas del fi-
siólogo prusiano Rudolph Virchow (1821-1902), que proponía 
que el origen de las enfermedades se hallaba en disfunciones 
celulares (contrario a las ideas clásicas que más bien lo atri-
buían a un desequilibrio en los humores o fluidos orgánicos), 
los hallazgos de Metchnikoff dieron lugar a lo que se denomi-
nó teoría celular de la inmunidad.
Prácticamente en forma simultánea a los estudios de Met-
chnikoff, el alemán E. von Behring (1854-1917) y su colabora-
dor japonés Shibasaburo Kitasato (1852-1931), demostraron 
que animales de laboratorio inoculados con la toxina tetánica 
producían substancias en su suero que la neutralizaban; a es-
tas substancias (que son los actuales anticuerpos) las deno-
minaron antitoxinas, y demostraron que con el suero de los 
animales inmunizados se podía transferir la inmunidad a ani-
males susceptibles. Estos hallazgos dieron lugar al concepto 
de inmunidad antitóxica, que fue el primer caso documenta-
do de inmunidad humoral. De esta manera quedaron estable-
cidos los fundamentos de las dos manifestaciones de la inmu-
nidad adquirida, a saber, inmunidad humoral, dependiente de 
inmunoglobulinas o anticuerpos e inmunidad celular (diferen-
te a la fagocitosis descrita por Metchnikoff), que depende de la 
actividad de lo que hoy conocemos como linfocitos T.
A partir de estos inicios, la Inmunología se fue desarro-
llando vigorosamente durante el siglo XX. Hoy en día sigue 
siendo una de las ramas biomédicas de mayor actividad en 
cuanto a investigación básica y desarrollos tecnológicos en-
caminados, básicamente, a resolver problemáticas en torno 
a enfermedades infecciosas y no infecciosas que afectan al 
ser humano. Como muestra de lo anterior, en la tabla 1 se en-
listan los premios Nobel en Medicina y Fisiología otorgados a 
investigadores por sus contribuciones a la Inmunología.
Para finalizar este primer capítulo, sólo resta mencionar 
algunos comentarios en cuanto a las perspectivas de la Inmu-
nología Médica y la Inmunología Veterinaria. La primera tiene 
como objeto de estudio al ser humano, y en consecuencia la 
prioridad es preservar la vida del individuo. En el caso de la In-
munología Veterinaria, los principales objetos de estudio son 
las especies animales dedicadas a la producción de alimentos 
u otros insumos para el hombre y las especies de compañía. En 
el caso de las primeras, la prioridad será mantener la función 
zootécnica o productiva en condiciones rentables; en cuanto 
a las especies de compañía, cuando su salud se ve comprome-
tida por condiciones que puedan tener algún trasfondo inmu-
nológico las decisiones se verán fuertemente influenciadas por 
consideraciones humanitarias y económicas. En cualquier caso, 
áreas de gran importancia para la Inmunología Médica —como 
el trasplante de órganos y tejidos, la inmunidad contra el cán-
cer, las enfermedades autoinmunes, las inmunodeficiencias 
hereditarias e incluso algunas manifestaciones de hipersen-
sibilidad— no tienen la misma relevancia para la Inmunología 
Veterinaria, y esto tiene su reflejo en el presente libro, cuyos 
lectores serán, principalmente, estudiantes de Medicina Ve-
terinaria.
Juan Antonio Montaraz CrespoIntroducción a la Inmunología 16
1. Breve reseña histórica y perspectivas de la Inmunología
No obstante lo señalado en el párrafo anterior, un aspec-
to que sigue siendo central tanto para la Inmunología Médi-
ca, como para la Inmunología Veterinaria, es el combate de 
las enfermedades infecciosas. En este caso se pueden señalar 
tres grandes áreas interconectadas entre sí: a) la interacción 
patógeno-huésped que define la patogenia o desarrollo del 
proceso infeccioso —y en consecuencia el tipo de respues-
ta inmune que puede contrarrestarlo— b) la identificación 
precisa de los individuos enfermos o infectados a través de 
métodos, generalmente —pero no exclusivamente— seroló-
gicos, y c) el desarrollo de nuevas y/o mejores vacunas para la 
prevención de las infecciones.
Tabla 1.1 Premios Nobel en Medicina y Fisiología otorgados en el área de Inmunología
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo17
Lecturas adicionales
Aprovechando este primer capítulo, se mencionan a conti-
nuación publicaciones periódicas y libros de consulta que el 
lector interesado en seguir el devenir de la Inmunología, en 
general, y de la Inmunología Veterinaria, en particular, podrá 
considerar: 
Publicaciones periódicas
•	 Nature
•	 Nature Reviews Immunology
•	 Nature Reviews Microbiology
•	 Annual Review of Immunology
•	 Science
•	 Journal of Immunology
•	 Infection and Immunity
•	 Veterinary Immunology and Immunopathology
•	 Veterinary Microbiology
•	 Veterinary Record
•	 Journal of the American Veterinary Medical Association
•	 American Journal of Veterinary Research
Libros de consulta
•	 Avian Immunology, F. Davison, B. Kaspers, K.A. Schat, 
Academic Press, 2008.
•	 Clinical Immunology of the Dog and Cat, M.J. Day, Iowa 
State University Press/Manson Publishing, Ltd., 1999.
•	 Inmunología Veterinaria, J.A. Gutiérrez, Manual Mo-
derno, 2010.
•	 Inmunología Veterinaria (8ª edición), I.R. Tizard, Else-
vier, 2009.
•	 Introducción a la Inmunología Porcina (2ª edición), J.M. 
Sánchez-Vizcaíno. (Disponible en: http://www.sanida-
danimal.info/cursos/inmuno2/)
•	 Temas Selectos de Inmunología Veterinaria, J.A. Monta-
ño, Manual Moderno, 2005.
•	 The RuminantImmune System in Health and Disease, 
W.I. Morrison, Cambridge University Press, 2009.
•	 Veterinary Vaccinology, P. Pastoret, J. Blancou, P. Van-
nier, C. Verschuren, Elsevier Science Pub Co., 1999.
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo19
2. Inmunidad innata
El concepto de inmunidad innata, y la amplia gama de mecanismos de defensa que incluye, es uno de los campos de la Inmunología moderna que mayor crecimiento y consolidación ha adquirido en los últimos años. Lo que en los años 70 del siglo XX 
se denominaba simplemente “Resistencia”, en los 80 y 90’s se llamó “Mecanismos Ines-
pecíficos de Defensa”; hoy se le da la categoría de “inmunidad innata”. Recordar esto no 
es meramente hacer una brevísima cronología, implica también subrayar la evolución de 
las ideas en torno a estos mecanismos y a su relevancia inmunológica. Hoy tenemos que 
familiarizarnos con la idea de dos categorías de inmunidad —innata y adaptativa— de 
importancia biológica equiparable y con numerosos vasos comunicantes entre ambas.
La inmunidad innata se refiere a mecanismos de defensa que son inespecíficos, es-
pontáneos (contrario a inducibles) y sin memoria. Podríamos agruparlos (no en forma 
perfecta) en tisulares (piel y mucosas), celulares (inflamación, fagocitosis, citotoxicidad 
celular) y moleculares (complemento, interferón, proteínas de fase aguda, etc.). Antes 
de describirlos uno a uno, conviene hacer una comparación general entre inmunidad 
innata e inmunidad adaptativa, misma que se resume en la tabla 2.
Tabla 2.1. Comparación entre Inmunidad 
Innata e Inmunidad Adaptativa
Mf, macrófago; PMN, polimorfonuclea-
res o neutrófilos; CD, células dendríticas; 
CC, células cebadas; CNK, células NK; LT, 
linfocitos T; LB, linfocitos B; PAMP, patro-
nes moleculares asociados a patógenos; 
Ag, antígeno; PRR, receptores que reco-
nocen patógenos; Igs, inmunoglobulinas; 
RLT, receptor de linfocitos T.
Juan Antonio Montaraz CrespoIntroducción a la Inmunología 20
2. Inmunidad innata
Células involucradas: Las principales células que partici-
pan en la inmunidad innata son macrófagos (MФ), neutrófilos 
o polimorfonucleares (PMN), células dendríticas (CD), células 
cebadas y células NK (del inglés natural killer cells). En con-
traste, las principales células que participan en la inmunidad 
adaptativa son linfocitos T, linfocitos B y CD.
Inicio: Podemos considerar que el inicio de la inmunidad 
innata, incluyendo cualquiera de sus manifestaciones, es 
prácticamente inmediato al evento desencadenante (daño ti-
sular, infección). En cambio, el inicio de la inmunidad adapta-
tiva puede llevarse días, particularmente cuando se trata del 
primer contacto con un antígeno. Esta situación muestra en 
el fondo una complementariedad entre un tipo de respuesta 
y otro, característica que generalmente está presente cuan-
do se comparan estas dos manifestaciones de la inmunidad.
Especificidad: Esto se refiere a qué tipo de estructuras 
(o moléculas) son reconocidas por la inmunidad innata o la 
inmunidad adaptativa; en el caso de la segunda se plantea 
fácilmente, pues la inmunidad adaptativa reconoce, en forma 
específica, moléculas denominadas antígeno (Ag). La situa-
ción en la inmunidad innata poco a poco se ha ido aclarando 
en torno al concepto “patrones-moleculares-asociados-a-
patógenos”; lo que esto quiere decir es que la inmunidad 
innata reconoce estructuras presentes en grandes gru- 
pos de microorganismos, por ejemplo, el lipopolisacárido 
(LPS) o la flagelina en las bacterias, o los ARN de cadena 
doble o sencilla en los virus. Esto reduce las exigencias so-
bre los receptores implicados, como veremos en el siguien-
te párrafo.
Receptores: En el caso de la inmunidad adaptativa, los 
receptores son inmunoglobulinas (Ig) en la membrana de 
los linfocitos B, o el denominado receptor-de-antígeno del 
linfocito T (RLT). Como se detallará en capítulos posteriores, 
la generación de estos receptores es un fenómeno complejo 
que permite producir los, literalmente, millones de diferentes 
receptores necesarios para reconocer en forma específica los 
millones de Ag presentes en la naturaleza. Para conseguirlo, 
el mecanismo implica la recombinación aleatoria de unas 
cuantas familias de genes que resulta en una enorme diver-
sidad de productos finales. Un aspecto fundamental es que 
una determinada célula (ya sea un linfocito B o un linfocito T) 
expresa un solo tipo de receptor; a esto se le conoce como 
distribución (o expresión) clonal: una célula-una clona-un 
mismo receptor.
En lo que toca a la inmunidad innata, los receptores se en-
globan en el concepto “receptor-que-reconoce-patógenos”, 
estos están constituidos por unas cuantas familias (quizá la 
más estudiada sea la de los receptores-tipo-Toll), que están 
presentes en todas las células de un mismo linaje —digamos 
macrófagos o células dendríticas— por tanto, la distribución 
es no clonal (pues como dijimos antes, todas las células ex-
presan el mismo o los mismos receptores). Es interesante 
señalar que incluso existen receptores en el citoplasma de 
estas células, lo que modifica el concepto tradicional de re-
ceptor como molécula presente en la membrana celular, limi-
tándolo únicamente a reconocer ligandos extracelulares. En 
el caso de estos receptores intracelulares, sus ligandos son 
ácidos nucleícos virales, o fragmentos de las paredes celula-
res bacterianas (peptidoglican).
Un aspecto a subrayar en el caso de los receptores de la 
inmunidad innata es que al tratarse de un número reducido, 
la codificación genética está presente tal cual en el genoma 
de la célula, sin necesidad de llegar a la combinación de genes.
Discriminación propio-no-propio: Uno de los pilares de la 
inmunidad adaptativa es que los organismos responden con-
tra aquello que consideran ajeno, lo cual evita que todo el 
potencial destructivo de la propia respuesta inmunitaria se 
vierta contra células o tejidos propios. Como sabemos, esta 
situación tiene sus excepciones en las denominadas enferme-
dades autoinmunes, en las cuales se observan anticuerpos 
(Ac) o linfocitos citotóxicos contra células o tejidos propios, 
y son, de hecho, los que inician la sintomatología del caso. Se 
asume que estas patologías —al menos algunas— se originan 
por, digamos, “errores de lectura o reconocimiento”, dada la 
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo21
gran diversidad de moléculas con potencial antigénico; y en 
su contraparte, la enorme cantidad de receptores para poder 
reconocerlas. Esta situación no se presenta con la inmunidad 
innata pues, como se dijo en los párrafos anteriores, el nú-
mero de moléculas a reconocer en los patógenos es limitada, 
y por tanto, también el número de receptores en las células 
involucradas. Así, la codificación para estos receptores está 
presente tal cual en el genoma y, podríamos agregar, ha sido 
depurada por millones de años de evolución. 
Memoria: Otro de los pilares de la inmunidad adaptativa es 
la denominada memoria inmunológica caracterizada por la ca-
pacidad del sistema inmune para reconocer antígenos con los 
que ya tuvo contacto y responder contra ellos en forma rápida 
(en otra palabras, es la lógica de la vacunación). No pasa lo mis-
mo con la inmunidad innata, ya que la magnitud de la respues-
ta no varía en sucesivos contactos con un mismo patógeno.
2.1 Barreras Epiteliales
Piel: La piel está constituida por dos capas: la más superficial, 
denominada epidermis, y la dermis (figura 2.1). La epidermis es 
un epitelio escamoso estratificado y queratinizado, caracterís-
ticas que impiden la penetración de patógenos a menos que 
ocurran heridas, laceraciones, traumatismos o la intervención 
de vectores biológicos (insectos) o mecánicos (agujas, instru-
mentos quirúrgicos, etc.). Adicionalmente, en la dermis se vier-
ten las secreciones de las glándulas sebáceas y sudoríparas; 
las primeras, asociadas a los folículos pilosos, producen una 
secreción oleosa (mezcladiversa que contiene, entre otros, tri-
glicéridos, ácidos grasos y escualeno), la cual lubrica y protege 
a la piel y al pelo. El sudor, además de sus funciones termorre-
guladoras, colabora para mantener un pH de la piel ligeramen-
te ácido en algunas especies (cerdo, equino, gato, hombre) y 
contiene enzimas bacteriolíticas como la lisozima. En la piel, 
como en otras regiones del organismo, habita una flora normal 
(Staphylococcus, Propionobacterium, Candida) que compite 
con patógenos potenciales por el espacio y que además puede 
secretar compuestos bactericidas (bacteriocinas).
Mucosas: Las mucosas son los epitelios que recubren los 
tractos digestivo, respiratorio y genitourinario. Es muy ilustra-
tiva la forma en que Iwasaki divide a las mucosas en dos tipos: 
las de tipo I, cuyas funciones son la absorción y la respiración, 
incluyen a la mucosa del intestino, del tracto respiratorio y el 
útero, constituidas por un epitelio simple; y las mucosas tipo II, 
que se encuentran, por ejemplo, en la cavidad oral y en la vagi-
na, constituidas por un epitelio escamoso estratificado y su fun-
ción principal es la protección en actividades como la mastica-
ción o el coito. Las mucosas tipo I incluyen cantidades elevadas 
de células caliciformes (figura 2.2) que secretan mucina, la cual 
es una glicoproteína que constituye un componente principal 
del moco y que a su vez es la principal barrera para evitar la ad-
hesión de patógenos. Es importante añadir que en el caso de 
tráquea y bronquios, el epitelio presenta cilios cuyo constante 
movimiento impulsa las partículas o patógenos adheridos al 
Figura 2.1 La piel y estructuras anexas
Glandula
sebácea
Folículo
piloso
Juan Antonio Montaraz CrespoIntroducción a la Inmunología 22
2. Inmunidad innata
salida de plasma y células sanguíneas, principalmente leuco-
citos, a la zona que se inflama (figura 2.3). La inflamación que 
ocurre minutos después de la agresión al organismo la de-
signamos aguda, y si se prolonga indefinidamente será una 
inflamación crónica. 
En términos generales, los causantes de una reacción in-
flamatoria pueden dividirse en dos tipos, exógenos y endó-
genos. Los exógenos incluyen a los de origen microbiano y 
los de origen no microbiano; entre estos últimos tenemos 
alérgenos, cuerpos extraños y sustancias tóxicas o irritantes. 
Entre los causantes endógenos se encuentran las moléculas 
liberadas por células dañadas o estresadas.
Para los efectos de este capítulo conviene considerar la 
respuesta inflamatoria provocada por microorganismos —y 
en particular por bacterias— que es, por cierto, la mejor carac-
terizada. Esta respuesta inicia con la activación de receptores 
(entre los mejor estudiados, pero no los únicos, se encuentran 
moco hacia la faringe para ser deglutidos. Otra propie-
dad importante de las mucosas tipo I es que presen-
tan el denominado tejido linfoide asociado a mucosas 
y receptores poliméricos para Ig; esto permite que 
en ellas pueda desarrollarse la inmunidad adaptativa 
y también las capacita para captar IgA de la circula-
ción sanguínea e incluirla a la secreción mucosa. Estas 
características están ausentes en las mucosas tipo II.
Hay que agregar que, asociada a las mucosas oral 
(Streptococcus, Bacteroides, Fusobacterium, Candi-
da), intestinal (Enterococcus, Lactobacillus, Escheri-
chia, Proteus, Enterobacter) y vaginal (Staphylococ-
cus, Estreptococcus, Candida), se encuentra una flora 
bacteriana que, al igual que en el caso de la piel, difi-
culta el establecimiento de patógenos. 
2.2 Inflamación
Podemos definir a la inflamación como el conjunto 
de eventos celulares y moleculares que permiten la 
Figura 2.2 Epitelio ciliado del tracto respiratorio
y células caliciformes
Figura 2.3 Inflamación
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo23
los receptores tipo-Toll) en células como macrófagos y célu-
las cebadas; estas células, a su vez, liberan una amplia gama 
de mediadores que permiten la salida de plasma y leucocitos 
a nivel de los pequeños vasos capilares. El endotelio activado 
de estos pequeños vasos permite la salida de leucocitos me-
diante selectinas que se ligan a integrinas y receptores de qui-
miocinas en la membrana del leucocito. Los neutrófilos son los 
primeros en intentar destruir al microorganismo fagocitándolo 
y/o liberando contenidos tóxicos (radicales de oxígeno, nitró-
geno y enzimas hidrolíticas). Es importante notar que el efecto 
de estos factores tóxicos no distingue entre los microorganis-
mos y los tejidos del huésped, por lo que se genera daño tisular 
colateral a la reacción inflamatoria. Si los neutrófilos no consi-
guen eliminar al microbio, van siendo sustituidos por macró-
fagos y linfocitos T, derivándose una inflamación crónica que 
desembocará en la producción de un granuloma.
Se han estudiado una amplia gama de mediadores de la 
inflamación que pueden agruparse de la siguiente manera:
a) Aminas vasoactivas: Como la histamina y la serotonina 
que se producen por la degranulación de células cebadas y/o 
plaquetas. Dependiendo del contexto en el que se liberen o del 
tipo de vaso sanguíneo que afecten, pueden producir vasodila-
tación o vasoconstricción.
b) Péptidos vasoactivos: Entre estos se encuentra la bra-
dicinina, que además de su efecto vasodilatador, es pro-al-
gésico, es decir, estimulante de dolor; lo que equivale a una 
señal de alerta para el organismo.
c) Fracciones de la cascada del complemento (C3a, C5a): Es-
tas se liberan durante la activación del complemento (figura 2.5) 
y tienen un efecto quimiotáctico sobre macrófagos y neutrófi-
los, además de promover la degranulación de células cebadas.
d) Mediadores lipídicos: Se derivan de fosfolípidos de la 
capa interna de la membrana celular. Incluyen a derivados del 
ácido araquidónico como los leucotrienos y las prostaglandi-
nas (PG). PGI2 y PGE2 son vasodilatadoras; además PGE2 es 
hiperalgésica e inductora de fiebre. También pertenece a este 
grupo el factor activador de plaquetas que resulta vasodilata-
dor y quimiotáctico para leucocitos.
e) Citocinas pro-inflamatorias (IL-1, IL-6, factor de necro-
sis tumoral α): Llevan a cabo varias funciones, entre ellas la 
activación del endotelio vascular y la liberación de proteínas 
de fase aguda.
f) Quimiocinas: Inducen quimiotaxis y extravasación de 
leucocitos.
g) Enzimas proteolíticas (elastina, catepsina, metalopro-
teinasa de matriz): Participan en la migración de leucocitos y 
en la remodelación de los tejidos afectados.
2.3 Fagocitosis
La fagocitosis es un mecanismo central en la defensa del or-
ganismo, y literalmente significa la ingestión de microorga-
nismos, cuerpos extraños y/o células del huésped envejeci-
das o dañadas. La fagocitosis es realizada por dos tipos de 
células, los neutrófilos o polimorfonucleares y los monoci-
tos-macrófagos. A los neutrófilos y a los monocitos-macró-
fagos también se les conoce como fagocitos profesionales, o 
simplemente como fagocitos.
Los neutrófilos son —dependiendo de la especie— el pri-
mero o segundo tipo de leucocito más abundante en la circu-
lación sanguínea. Como ya se dijo, son los primeros en apa-
recer en una reacción inflamatoria, razón por la cual se suele 
referir a ellos como la primera línea de defensa.
Los monocitos reciben este nombre mientras se mantie-
nen en la circulación sanguínea; cuando migran a órganos y 
tejidos, ya sea como resultado de una reacción inflamatoria 
o en ausencia de estímulos proinflamatorios, se les deno-
mina macrófagos. Algunos de estos macrófagos reciben 
nombres específicos dependiendo su ubicación anatómica; 
así, tenemos células de Kupffer (hígado), histiocitos (tejido 
conectivo), células de la microglía (encéfalo) y osteoclastos 
(hueso).
Juan Antonio Montaraz CrespoIntroducción a la Inmunología 24
2. Inmunidad innata
La fagocitosis tiene varias etapas (figura 2.4). Para des-
cribirlas usemos como ejemplo la fagocitosis de una bacteria 
patógena:
receptores-tipo-Toll presentes en macrófagosy células den-
dríticas. En la tabla 2.2 se muestran los miembros de este gru-
po y sus ligandos microbianos.
Otra familia de receptores-que-reconocen-patrones son 
las lectinas tipo C; éstas son proteínas con afinidad por car-
bohidratos como manosa, fucosa, N-acetil-glucosamina o glu-
canos abundantes en las membranas de bacterias y hongos. 
Estas lectinas pueden encontrarse formando parte de las 
membranas de macrófagos y células dendríticas, o libres en 
la circulación; entre estas últimas se encuentran las colecti-
nas y las ficolinas.
Los fagocitos expresan receptores para la porción Fc de 
las inmunoglobulinas o anticuerpos, y para la fracción C3b del 
complemento; esto implica que un microorganismo que ha 
sido reconocido por anticuerpos del huésped puede ser más 
fácilmente fagocitado, ya que el fagocito se adhiere al micro-
organismo vía los receptores mencionados. A esta variante 
de la fagocitosis se le conoce como opsonización, y a las mo-
léculas que la permiten (anticuerpos y complemento) se les 
denomina opsoninas.
c) Endocitosis: El fagocito rodea al microbio con su mem-
brana citoplasmática y lo introduce a su citoplasma, forman-
do una vacuola denominada fagosoma.
d) Formación o maduración del fagolisosoma: Al fagoso-
ma se le van fusionando vacuolas denominadas endosomas. 
El proceso termina con la fusión de los lisosomas, que vierten 
su contenido de enzimas hidrolíticas. A la vacuola final se le 
denomina fagolisosoma.
e) Muerte y destrucción del microorganismo: Como resul-
tado de la acción de varios mecanismos que se describen a conti-
nuación, el fagocito termina matando y destruyendo al microbio.
Los mecanismos microbicidas con los que cuentan los fa-
gocitos son los siguientes:
1) Generación de radicales de oxígeno: Como consecuen-
cia del proceso de fagocitosis se incrementa sustancialmente 
Figura 2.4 Fagocitosis
a) Acercamiento del fagocito al microorganismo: Pode-
mos decir que el primer evento en esta fase es la propia reac-
ción inflamatoria provocada por la presencia de la bacteria; a 
esto se agrega el efecto de atracción de fagocitos —o quimio-
taxis— que ejercen factores como las quimiocinas y fracciones 
de la cascada del complemento (C3a, C5a).
b) Adhesión del microorganismo a la membrana del fa-
gocito: En este momento pueden participar dos tipos de re-
ceptores, los propios de la inmunidad innata y los receptores 
que reconocen mediadores (anticuerpos) de la inmunidad 
adaptativa. En el caso de los primeros podemos mencionar 
los receptores-que-reconocen-patrones y los receptores que 
reconocen a la fracción C3b del complemento cuando se ac-
tiva en forma inespecífica. Los receptores-que-reconocen-
patrones reaccionan con moléculas compartidas por grandes 
grupos de microorganismos, por ejemplo, bacterias Gram 
negativas. Una familia de este tipo de receptores es la de los 
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo25
el consumo de oxígeno y este es convertido en iones supe-
róxido (O2
-). Estos iones se combinan con hidrógeno para 
formar peróxido de hidrógeno (H2O2) e iones hidroxilo (OH
-).
Los neutrófilos poseen la enzima mieloperoxidasa que ca-
taliza la formación de ácido hipocloroso (OCl-) a partir de 
peróxido de hidrógeno y cloro. Estas cuatro moléculas (O2
-, 
H2O2, OH
-, OCl-) tienen una fuerte acción oxidante que resulta 
nociva para las membranas microbianas, particularmente las 
bacterianas.
2) Generación de radicales de nitrógeno: Como conse-
cuencia de la descarboxilación de la arginina, en los macró-
fagos se produce óxido nítrico (NO), que resulta tóxico para 
microorganismos.
3) Enzimas hidrolíticas: Una gama de proteasas, lipasas, 
nucleasas se encuentran contenidas en los lisosomas; entre 
ellas sobresale la lisozima, que también está presente en el 
suero, saliva, lágrimas y las secreciones mucosas. El sustrato 
Tabla 2.2 Receptores tipo-Toll y sus ligandos microbianos
Juan Antonio Montaraz CrespoIntroducción a la Inmunología 26
2. Inmunidad innata
de la lisozima son los enlaces glucosídicos que unen al ácido 
N-acetil-murámico y a la N-acetil-glucosamina, juntos forman 
el esqueleto de la pared celular bacteriana; en consecuencia 
la acción de la lisozima destruye esta importante estructura 
bacteriana. 
4) Lactoferrina: Es una proteína presente en los lisosomas 
y en secreciones mucosas, leche, saliva, lágrimas. La lactofe-
rrina captura el hierro libre y no lo deja disponible para el cre-
cimiento bacteriano. 
5) Defensinas: Forman parte de las denominadas proteí-
nas catiónicas. Son pequeños péptidos que producen poros 
en las membranas microbianas; por tanto, afectan el equili-
brio osmótico, lo que puede desembocar en la lisis o estalla-
miento del microbio.
Es importante tener presente que existen bacterias (My-
cobacterium, Brucella, Salmonella, Lysteria, entre otras) y 
protozoarios (Toxoplasma, Leishmania) que, aunque son fa-
gocitados, no son destruidos y sobreviven y se replican en 
el interior de los fagocitos. A este tipo de microorganismos 
se les designa facultativos intracelulares y, en términos ge-
nerales, se reconocen tres mecanismos que permiten este 
fenómeno: i) inhibición de la formación y/o maduración del 
fagolisosoma, ii) resistencia a los mecanismos microbicidas del 
fagocito y iii) escape del fagosoma al citoplasma del fagocito.
2.4 Células NK
Las células NK (natural killer cells) se denominaron así porque 
representaban una población celular capaz de lisar células 
tumorales en forma espontánea, es decir, sin necesidad de 
inmunización previa. Actualmente muchos de los expertos 
en este campo las consideran una subpoblación de linfocitos 
con propiedades funcionales y fenotípicas distintas a los lin-
focitos (B y T). Las células NK se originan en la medula ósea y 
pueden constituir entre un 10 y un 15% de los linfocitos circu-
lantes, además de estar presentes en órganos linfoides como 
el bazo y ganglios linfáticos.
Otra peculiaridad de las células NK es que funcionan 
como células efectoras de la inmunidad innata y como célu-
las moduladoras de la inmunidad adaptativa. En el caso de 
la inmunidad innata, las células NK lisan células tumorales 
o células infectadas por microorganismos, preferentemen-
te virus. Este efecto citotóxico puede presentarse minutos 
después de su activación, que ocurre cuando la célula blan-
co (la célula que va a ser destruida) ha suprimido la expre-
sión de moléculas clase I del complejo mayor de histocom-
patibilidad (CMH) en su membrana celular. Esta supresión 
es inducida por aquello que produjo que la célula blanco 
se convirtiera en una célula tumoral o por el microorganis-
mo que la infectó. Es decir, la supresión de la expresión de 
moléculas del CMH tendría como propósito impedir que la 
célula blanco fuera destruida por linfocitos T citotóxicos (in-
munidad adaptativa) y, en estas circunstancias, en las que la 
inmunidad adaptativa es rebasada, el organismo recurre a la 
inmunidad innata vía las células NK.
Otro aspecto interesante es que el mecanismo de lisis 
celular que utilizan las células NK es esencialmente el mis-
mo que el que utilizan los linfocitos T citotóxicos. En ambos 
casos participan dos familias de proteínas, las perforinas y 
las granzimas. Las perforinas se polimerizan sobre la mem-
brana de la célula blanco y, probablemente, por un proceso 
de pinocitosis inducen la internalización de las granzimas; la 
acción enzimática de estas últimas desencadena un proceso 
de muerte celular y degradación del ADN que se denomina 
apoptosis.
2.5 Complemento
Lo que se conoce como complemento es una familia de pro-
teínas plasmáticas que se designan con la letra C y un número 
arábigo; en su conjunto, constituyen alrededor de un 15% del 
total de las proteínas plasmáticas. Cuando estas proteínas se 
activan, adquieren funciones biológicas relevantes para la de-
fensa del organismo. El proceso de activación se da en forma 
de reacción en cascada, es decir, las primeras fracciones activa-
Introduccióna la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo27
das van activando a las subsiguientes y, una vez iniciado, el pro-
ceso no termina hasta la activación de las últimas fracciones.
Hay tres vías de activación, dos de ellas (la vía alterna, 
y la vía de las lectinas) pertenecen a la inmunidad innata, y 
la tercera (vía clásica) pertenece a la inmunidad adaptativa. 
De diferente forma, cualquiera de las tres vías llega a acti-
var la fracción C3 y, de este punto en adelante, el resultado 
es el mismo, independientemente de cómo haya iniciado 
(figura 2.5).
a) Vía alterna: En este caso, los factores de activación 
son polisacáridos presentes en la superficie de microorga-
nismos (principalmente bacterias y hongos) cuyo prototipo 
es el lipopolisacárido (LPS) de las bacterias Gram-negativas; 
estos azúcares actúan sobre C3 para convertirlo en C3a y 
C3b y de aquí la cascada continúa hasta las últimas fraccio-
nes (figura 2.5).
b) Vía de las lectinas: Las lectinas son mo-
léculas con afinidad por los azúcares. En este 
caso, hablamos de lectinas presentes en el 
plasma y en secreciones mucosas con afinidad 
por azúcares presentes en el exterior de micro-
organismos. Entre las mejor estudiadas se en-
cuentran la proteína-ligadora-de-manosa y las 
ficolinas. La reacción que desencadenan estas 
lectinas es parecida a la que ocurre en la acti-
vación del complemento por la vía clásica; es 
decir, la lectina adherida al azúcar induce la ac-
tivación de C4, este de C2 y así se llega a C3 (fi-
gura2.5), y de aquí hasta el final de la cascada.
c) Vía clásica: Esta vía forma parte de la in-
munidad adaptativa porque involucra la partici-
pación de anticuerpos en forma de una reacción 
antígeno-anticuerpo; el antígeno en este caso 
es una molécula —usualmente una proteína— 
presente en la superficie de un microorganismo, 
y el anticuerpo puede ser una molécula de IgM 
o dos de IgG. La reacción antígeno-anticuerpo 
expone en este último regiones de su molécula que permiten 
la adhesión a ellas de C1, este activa a C4, este a C2 y este a C3, 
y así hasta el final de la cascada (figura2.5).
Los efectos del complemento activado son cruciales para 
la defensa del huésped contra microorganismos, e incluyen a 
los siguientes (figura 2.5):
1) Ampliación de la reacción inflamatoria: Las fracciones 
C3a y C5a (también denominadas anafilotoxinas) producen 
degranulación de las células cebadas, y con ello liberación de 
mediadores de la inflamación, como la histamina.
2) Quimiotaxis: Las mismas fracciones C3a y C5a ejercen 
un potente efecto atrayente sobre neutrófilos y macrófagos, 
favoreciendo la fagocitosis.
3) Opsonización: La opsonización es una variante de la 
fagocitosis que ocurre en presencia de moléculas (opsoni-
Figura 2.5 Vías de activación y funciones del complemento
Juan Antonio Montaraz CrespoIntroducción a la Inmunología 28
2. Inmunidad innata
nas) para las cuales los fagocitos poseen receptores en su 
membrana celular; C3b es una opsonina. La importancia de 
la opsonización radica en el hecho de que, por ejemplo, la 
fagocitosis de bacterias encapsuladas se complica porque la 
cápsula inhibe en cierto modo la adhesión del fagocito. Aho-
ra, si el microorganismo está cubierto por opsoninas que se 
fueron depositando como consecuencia de la inmunidad 
innata o adquirida, su fagocitosis y eventual eliminación se 
facilita.
4) Lisis celular: La fracción C3 activada se parte en dos 
componentes: C3a, del que ya vimos en los párrafos anterio-
res las funciones que desdobla, y C3b, que actúa como una 
opsonina y se mantiene adherida a la superficie de los micro-
organismos. A C3b se le agrega C5, C6, C7, C8 y más de una 
decena de moléculas de C9. El conjunto de fracciones C5 a C9 
activadas adquieren una conformación tubular que se inserta 
en la membrana del microorganismo formando un peque-
ño poro. Hay que tener presente que este tipo de reacción 
puede ocurrir decenas (y quizás centenas) de veces en forma 
simultánea, lo que produce decenas de perforaciones que al-
teran el equilibrio osmótico y con ello acarrean la muerte del 
microorganismo.
2.6 Interferón
Interferón es una familia de proteínas agrupadas en dos ca-
tegorías, interferones tipo I, que típicamente incluye a los 
interferones α y β, y el interferón tipo II o interferón γ. Los 
interferones tipo I pertenecen a la inmunidad innata; el inter-
ferón tipo II a la inmunidad adaptativa. 
 Los interferones α y β son producidos por leucocitos 
o fibroblastos, respectivamente, como consecuencia de una 
infección viral. Se les incluye en la inmunidad innata por el 
efecto inespecífico de la inhibición de la replicación viral en 
células vecinas o adyacentes a la célula que los produce. Este 
efecto antiviral se consigue por la inducción de enzimas que 
degradan ARN mensajeros virales u otras proteínas que a su 
vez impiden la síntesis de proteínas virales.
Es interesante señalar que se ha desarrollado y comer-
cializado un interferón tipo I recombinante denominado 
interferón ω (omega), que se ha utilizado exitosamente 
en el tratamiento de infecciones virales del perro y del 
gato; tales como Distemper Canino, Parvovirus Canino, 
Calcivirus Felino, Peritonitis Infecciosa Felina y Retrovirus 
Felino.
El interferón γ es producido por linfocitos T como con-
secuencia de un estímulo antigénico, de ahí su inclusión en 
la inmunidad adaptativa. Su función principal es la activa-
ción de macrófagos infectados por microorganismos fa-
cultativos intracelulares, es decir, bacterias y protozoarios 
que en el huésped se alojan en el interior de estas células 
fagocíticas.
2.7 Proteínas de fase aguda
Son un conjunto de proteínas que se liberan por el hígado 
tras el estímulo de citocinas como IL-1, IL-6 y factor de necro-
sis tumoral-α; estas, a su vez, son liberadas por macrófagos y 
células dendríticas poco después de una infección o daño ti-
sular. Así, el nivel de las proteínas de fase aguda en la circula-
ción sanguínea se eleva sustancialmente unas cuantas horas 
después de la infección o daño tisular.
Entre las principales proteínas de fase aguda se encuen-
tran las siguientes:
a) Proteína C reactiva (que recibió este nombre porque 
se adhiere al carbohidrato C de Streptococcus pneumoniae): 
Esta proteína muestra una alta afinidad por fosfocolina, 
abundante en las membranas de bacterias y protozoarios. 
Una vez unida a un microorganismo, la proteína C reactiva 
actúa como opsonina (ya que se une a receptores en los neu-
trófilos) y a la vez activa al complemento de manera similar 
a la vía clásica.
b) Haptoglobulina: Su principal función de defensa es 
captar el hierro molecular y no dejarlo disponible para el cre-
cimiento bacteriano.
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo29
c) Proteína-ligadora-de-manosa: Esta proteína es una lec-
tina que se une a la manosa en la superficie de microorganis-
mos y activa al complemento de forma similar a la vía clásica.
 
Lecturas adicionales
1) Flannagan, R.S., Cosio, G. and Grinstein, S. Antimicro-
bial mechanisms of phagocytosis and bacterial evasion stra-
tegies. Nature Reviews Microbiology, 7: 355-366, 2009.
2) Iwasaki, A. Mucosal dendritic cells. Annual Review of Im-
munology, 25: 381-418, 2007.
3) Latz, E. and K.A. Fitzgerald. Innate Immunity: sensing 
and signaling. Poster, Nature Reviews Immunology (online 
version).
4) Medzhitov, R. Origin and physiological roles of inflam-
mation. Nature, 454: 428-435, 2008.
5) Pollard, J.W. Trophic macrophages in development and 
disease. Nature Reviews Microbiology, 9: 259-270, 2009.
6) Vivier, E., E. Tomasello, M. Baratin, T. Walzer and S. 
Ugolini. Functions of natural killer cell. Nature Reviews Immu-
nology, 9: 503-510, 2008.
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo31
3. Inmunidad adaptativa
Inmunidad adaptativa es un término relativamente nuevo para referirse a lo que tradicionalmente se denominaba respuesta inmune o, más específicamente, in-munidad adquirida; es decir,es una respuesta inducida, específica, que genera la 
llamada memoria inmunológica. Para poder referirnos con claridad a la inmunidad adap-
tativa es conveniente hacer primero una descripción del concepto antígeno (Ag).
Ag-Ac
Juan Antonio Montaraz CrespoIntroducción a la Inmunología 32
3. Inmunidad adaptativa
3.1 Antígeno
Una definición práctica del concepto antígeno es: “Toda 
aquella molécula capaz de inducir una respuesta adaptativa”. 
Las características que debe reunir un Ag para comportarse 
como tal son las siguientes:
a) Ajeno al sistema inmunitario: Una de las reglas de oro 
de la inmunidad adaptativa es que esta no se desarrolla contra 
antígenos (Ags) propios; desde luego hay excepciones, algu-
nas asociadas con patologías referidas como enfermedades 
autoinmunes (artritis autoinmune, anemias hemolíticas au-
toinmunes, etc.) y otras que tienen que ver con la estructura 
anatómica y/o funcionamiento de ciertos órganos, tejidos o 
células que los mantienen fuera del contacto con linfocitos. 
Tomemos el ejemplo del espermatozoide. Por extraño que 
parezca, si le inyectamos sus propios espermatozoides a un 
animal, este producirá anticuerpos contra ellos (esto no ocu-
rriría si le inyectáramos sus propios eritrocitos, o médula ósea, 
o hiciéramos un injerto de su propia piel para reparar alguna 
lesión). ¿Qué pasa entonces con los espermatozoides? Por un 
lado, estas células empiezan a producirse al llegar el animal a 
la pubertad y, cuando empiezan a producirse, se mantienen 
fuera del contacto con linfocitos, ya que al parénquima testi-
cular normalmente no acceden los linfocitos. Ahora bien, ¿qué 
pasaría si el animal sufre un traumatismo o una infección con 
bacterias que se alojan en el testículo (digamos Brucella)? Ocu-
rriría una reacción inflamatoria que permitiría la extravasación 
de linfocitos y con ello el contacto con los espermatozoides; de 
ahí se desprendería una respuesta inmunitaria. Los Ags que po-
see el espermatozoide y que son responsables de la respuesta 
inmunitaria en las condiciones antes descritas se denominan 
antígenos ocultos. Los del espermatozoide no son los únicos, 
también los podemos encontrar asociados a la mielina o al cris-
talino y la eventual respuesta inmunitaria contra éstos puede 
provocar encefalitis desmielinizantes o cataratas.
En suma, lo que estamos diciendo es que para que una molé-
cula se comporte como Ag tiene que ser extraña al sistema inmu-
nitario, cuyos principales representantes son los linfocitos.
b) Naturaleza química: La inmensa mayoría de los Ags en 
la naturaleza son proteínas, solas o combinadas con azúcares 
(glicoproteínas). Esto tiene que ver con la estructura terciaria y 
cuaternaria de las proteínas, que las hace más susceptibles al re-
conocimiento y procesamiento por el sistema inmunitario. 
No obstante, también existen algunos carbohidratos que 
por sí mismos tienen capacidad antigénica relevante; tal es el 
caso de los Ags capsulares bacterianos, del denominado Ag 
“O” de las bacterias Gram-negativas —que forma parte del 
complejo lipo-polisacárido inserto en la membrana externa 
de estos microorganismos— y de algunos Ags que forman 
parte de los grupos sanguíneos eritrocíticos.
c) Tamaño molecular: Se puede decir que cuanto más 
grande es una molécula, mayor es su capacidad antigénica. 
Puede haber moléculas que aun siendo ajenas al sistema in-
munitario carezcan de actividad antigénica por su bajo peso 
molecular, a estas moléculas se les denomina haptenos. Si un 
hapteno se combina con una proteína de mayor tamaño, en-
tonces puede inducir una respuesta inmunitaria. Un ejemplo 
típico de este caso son los grupos peniciloicos que se produ-
cen cuando la enzima bacteriana β-lactamasa degrada a la pe-
nicilina, estos grupos son haptenos que pueden combinarse 
con proteínas del huésped, inducir anticuerpos (Acs) y causar 
una reacción de hipersensibilidad o alergia.
Un aspecto interesante a considerar es que, tratándose de 
Ags proteicos, la mayoría suelen inducir diferentes tipos de Acs 
dirigidos contra pequeñas regiones de la molécula —general-
mente de no más de diez aminoácidos— denominadas deter-
minantes antigénicos (figura 3.1). Estos determinantes antigé-
nicos se ubican en zonas externas de la molécula y su actividad 
antigénica depende más de su estructura tridimensional —di-
gamos de su “forma”— que de la secuencia de aminoácidos. 
Nos podemos referir a ellos como determinantes antigénicos 
conformacionales. En el caso de Ags constituidos por carbohi-
dratos, los determinantes antigénicos dependen más de la se-
cuencia misma de monosacáridos y los podemos referir como 
determinantes antigénicos secuenciales.
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo33
3.2 Características de la inmunidad adaptativa
La inmunidad adaptativa posee tres propiedades básicas: es 
inducible, específica y desarrolla memoria. A continuación se 
desarrollan estos conceptos.
a) Inducibilidad: Para que se desarrolle una respuesta 
inmune adaptativa tiene que haber un estímulo antigénico 
sobre el sistema inmunitario; si usamos como ejemplo la in-
munidad contra una bacteria, tiene que existir la infección o 
la inmunización a través de una vacuna o bacterina.
b) Especificidad: La respuesta inmune adaptativa es al-
tamente específica contra el Ag que la indujo; por supuesto, 
podemos imaginarnos que en el enorme universo de Ags en 
la naturaleza, muchos pueden parecerse entre sí, y en conse-
cuencia un Ac producido contra un Ag puede reaccionar con 
otro Ag parecido. A este fenómeno, que en la práctica ocurre 
con frecuencia y puede tener diferentes implicaciones, lo lla-
mamos reacción cruzada.
Figura 3.1 Determinantes antigénicos
c) Memoria: La memoria inmunológica es la capacidad que 
tiene el sistema inmunitario para “recordar” el contacto con 
un Ag, de tal manera que en un segundo o sucesivo encuen-
tro con el mismo Ag responde más rápidamente y con mayor 
intensidad. Esta propiedad de la respuesta inmune adaptativa 
es la que explica la lógica detrás de la vacunación; la vacuna 
representa ese primer contacto que induce memoria (también 
podemos decir que sensibiliza), de tal suerte que, en el futuro, 
el encuentro natural con el microorganismo contra el cual se 
vacunó produce una respuesta rápida e intensa que permite al 
animal vacunado combatir la infección. 
Esta capacidad de “recordar” divide la respuesta inmuni-
taria en respuesta primaria (primer contacto con un Ag en 
particular) y respuesta secundaria, que es el segundo o su-
cesivo contacto con un mismo Ag (figura 3.2). El tiempo que 
transcurre entre la aplicación del Ag y la aparición de Acs en 
el suero sanguíneo se denomina período de latencia; en la 
respuesta primaria este es de alrededor de 7 días, mientras 
que en la respuesta secundaria es de aproximadamente 3 
días. Tanto en la respuesta primaria como en la secundaria se 
producen Acs de las clases IgG e IgM; sin embargo, en la res-
puesta secundaria, los niveles —o título— de IgG son mucho 
mayores, y se alcanzan en menor tiempo con respecto a lo 
que ocurre en la respuesta primaria.
Cómo explicar la memoria inmunológica es un asunto que 
se sigue debatiendo entre los expertos en el tema. Algunos 
aspectos del fenómeno son claros. Si tomamos como ejem-
plo la producción de Acs por parte de los linfocitos B, es un 
hecho que después de la primera estimulación antigénica se 
producen dos tipos de células a partir de un mismo linfocito 
B virgen (un linfocito que nunca había tenido contacto con 
Ag): las encargadas propiamente de la producción de Ac, de-
nominadas células plasmáticas, y las células que se mantie-
nen listas para responder en el futuro a un segundo contacto 
con el mismo Ag, denominadas células de memoria. Una po-
sible explicación del fenómeno de memoria inmunológica es 
suponer que el número de células de memoria de la primera 
generación es mayor que el número de linfocitos B vírgenes 
Ag-Ac
Juan Antonio Montaraz CrespoIntroducción a la Inmunología34
3. Inmunidad adaptativa
que les dio lugar, de tal manera que en la segunda estimula-
ción antigénica el número de células listas para responder es 
mayor que en la primera estimulación; por tanto, la intensi-
dad y rapidez de la respuesta es mayor, y así sucesivamente 
(figura3.3).
Figura 3.2 Respuesta primaria y respuesta secundaria
Sin embargo, al esquema anterior hay que incorporar ele-
mentos adicionales que expliquen la larga duración de la me-
moria inmunológica. En estudios en el ratón y en el hombre se 
ha demostrado que la memoria inmunológica persiste por años 
(décadas en el caso del ser humano); lo más plausible ante esta 
situación es plantearse que los linfocitos de memoria son células 
de vida larga, ya sea porque su ciclo de vida sea efectivamente 
longevo o porque se repliquen lentamente a través de los años 
y así mantengan la capacidad de respuesta rápida e intensa.
Figura 3.3 Respuesta primaria y secundaria.
Desarrollo de memoria inmunológica
3.3 Inmunidad humoral e inmunidad celular
La inmunidad adaptativa puede manifestarse de dos mane-
ras, designadas inmunidad humoral e inmunidad celular. La 
inmunidad humoral es la que depende de la producción de in-
munoglobulinas (Igs) o anticuerpos (Acs). La inmunidad ce-
lular, por su parte, depende de la actividad de linfocitos T.
Existen diferentes tipos de Igs que difieren en estructura, 
localización y funcionamiento (para una descripción detalla-
da ver el capítulo 5). La concentración más abundante de Igs se 
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo35
halla en la sangre, son los denominados Acs circulantes y per-
tenecen a las clases IgG e IgM. El segundo lugar en concentra-
ción de Igs son las secreciones (secreciones mucosas del tracto 
respiratorio, digestivo, genitourinario; saliva, lágrimas, leche), 
cuyo anticuerpo característico es la IgA secretora (IgAS). En 
tercer lugar tenemos Igs cuya ubicación natural es la membra-
na celular de ciertos tipos de células; los cuales pertenecen a 
las clases IgE e IgD. La IgE se asocia a la membrana de células 
cebadas, y la IgD está asociada a la membrana de linfocitos B de 
varias especies, con excepción del equino, conejo y gallina.
Los linfocitos T se subdividen en diferentes subpoblacio-
nes y, para distinguirlas, se recurre a ciertas moléculas presen-
tes en su membrana celular (para una descripción detallada 
ver capítulo 4); dos de estas moléculas tienen una aplicación 
prácticamente universal, nos referimos a las proteínas CD4 y 
CD8 (CD proviene de cluster of differentiation o diferenciación 
de grupo). La inmunidad celular depende de la actividad del 
linfocito T CD4+ y de linfocitos T CD8+. Los linfocitos T CD4+ 
intervienen en la inmunidad contra los denominados patóge-
nos facultativos intracelulares; estos son bacterias, levaduras 
y protozoarios que se alojan y replican en los macrófagos del 
huésped. Por su parte, los linfocitos T CD8+ son citotóxicos, 
es decir, son linfocitos con capacidad para destruir células del 
huésped infectadas, generalmente, con virus patógenos.
Como puede apreciarse, la inmunidad celular es activa 
contra patógenos intracelulares, mientras que la inmunidad 
humoral lo es contra patógenos que puedan ser accesibles 
a la acción de los Ac, es decir, patógenos extracelulares.
3.4 Inmunidad activa e inmunidad pasiva
Hablamos de inmunidad activa cuando el sistema inmunitario 
del animal se involucra en la producción de Acs o linfocitos T 
contra un Ag. Esto puede ocurrir cuando una animal se infec-
ta —y puede o no enfermar— con un patógeno o entra en 
contacto con un Ag de su entorno; en este caso nos referi-
mos a inmunidad activa natural. Otra posibilidad muy común 
es que el animal sea vacunado o inmunizado; entonces nos 
referimos a inmunidad activa artificial.
La inmunidad pasiva es la inmunidad que transfieren las 
madres a sus crías, mayoritariamente en forma de Acs; en el 
caso de los mamíferos, a través del calostro y leche, y en el ca-
so de las aves a través del saco vitelino. A este tipo de inmuni-
dad la denominamos inmunidad pasiva natural. En ocasiones 
se recurre a la aplicación de un suero hiperinmune (un suero 
con un elevado contenido de Ac contra un Ag en particular), 
por ejemplo, para combatir una infección. En este caso habla-
mos de inmunidad pasiva artificial. Hay dos aspectos impor-
tantes que recordar, uno es que la inmunidad pasiva no genera 
memoria —ya que no se está estimulando al sistema inmuni-
tario del huésped— y el otro es que la inmunidad pasiva dura-
rá tanto como los Acs transferidos, en términos generales, de 
dos a seis meses (ver capítulo 8).
Lecturas adicionales
1) Joshi, N.S. and S.M. Kaech. Effector CD8 T cell develop-
ment: A balancing act between memory cell potential and ter-
minal differentiation. J. Immunology, 180: 1309-1315, 2008.
2) Manz, R.A., A. E. Hauser, F. Hiepe, A. Radbruch. Mainte-
nance of serum antibody levels. Annual Review of Immunolo-
gy, 23: 367-386, 2005.
3) Welsh, R.M., L.K. Selin, E. Szomolanvi-Tsuda. Immunolo-
gical memory to viral infections. Annual Review of Immunolo-
gy, 22: 711-743, 2004.
4) Williams, M.A., M.J. Bevan. Effector and memory CTL 
differentiation. Annual Review of Immunology, 25: 171-192, 
2007.
Ag-Ac
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo37
4. El sistema inmunitario
El sistema inmunitario (SI) de los mamíferos está constituido por los denominados órganos linfoides y por las células que participan en la respuesta inmunitaria (RI). En cuanto a los órganos linfoides (OL), estos se denominan así debido a que la mayoría 
de ellos —con la posible excepción de la médula ósea y el bazo— están poblados por 
linfocitos. Los OL se subdividen a su vez en primarios (OLP) y secundarios (OLS). En los 
OLP se lleva a cabo la diferenciación y selección de linfocitos, y están constituidos por el 
timo, la bolsa de Fabricio (BF), la médula ósea y las placas de Peyer (PP) del íleum. Los OLS 
están constituidos por los ganglios linfáticos, el bazo, las tonsilas, el apéndice cecal y el 
tejido linfoide asociado a mucosas; en los OLS se genera el microambiente necesario para 
iniciar la RI. En cuanto a las células que forman parte del SI, las principales son los linfocitos 
T y B. También hay que considerar otras células como las células dendríticas (CD).
Juan Antonio Montaraz CrespoIntroducción a la Inmunología 38
4. El sistema inmunitario
4.1 Órganos linfoides primarios
4.1.1 Timo
El timo es un órgano bilobular localizado en la región anterior 
de la cavidad torácica, cada lóbulo se subdivide en múltiples 
lobulillos en los que se distingue una región cortical de mayor 
densidad celular y una región medular (figura 4.1). 
Una característica muy interesante, que por cierto 
comparte con otros OLP, es que su actividad se realiza 
durante la primera etapa de la vida extrauterina —lo que en 
el hombre es la niñez— y posteriormente va sufriendo una 
involución que se manifiesta en la gradual pérdida de tejido 
linfoide, el cual va siendo sustituido por tejido graso.
La función del timo empezó a entenderse hacia la 
segunda mitad del siglo XX, cuando se empleo la timectomía 
(extracción quirúrgica del timo) en animales de laboratorio 
para indagar qué ocurría en estas condiciones. La timectomía 
de animales adultos no acarreaba mayores consecuencias, sin 
embargo, la timectomía neonatal dejaba a los animales muy 
expuestos a infecciones y además, dada la tolerancia a los 
aloinjertos, podía comprobarse que carecían de inmunidad 
Figura 4.1 Microestructura del timo
celular. Dados estos resultados, se introdujo el término 
linfocito T para aquellos linfocitos que se desarrollaban bajo 
la influencia del timo. 
No obstante estos descubrimientos, aún quedaban mu-
chas dudas en cuanto al funcionamiento detallado del timo, 
estas no fueron aclaradas sino hasta los años 70’s y 80’s del 
siglo XX, cuando se describieron los mecanismos genéticos 
que gobernaban el desarrollo del repertorio de Ig y de losreceptores de antígeno de los linfocitos T (RLT). 
Para aproximarnos a esta problemática, debemos dete-
nernos a considerar la enorme capacidad que demuestra el 
SI al poder reconocer millones de diferentes Ag con los que 
puede encontrarse en la naturaleza. Si a esto agregamos 
que los receptores de Ag (Ig y RLT) son proteínas, y que las 
proteínas están codificadas por genes, terminaríamos supo-
niendo la existencia de millones de genes encargados de la 
codificación de Ig y RLT. Esto, como hoy sabemos, es impo-
sible y contrario a lo que los diversos proyectos encamina-
dos a la secuenciación del genoma de diversos mamíferos 
han arrojado; por ejemplo, se calcula que el genoma huma-
no contiene unos 30,000 genes con los cuales se tienen que 
codificar todas las proteínas, enzimas, hormonas y demás 
que participan en el funcionamiento del organismo de un 
ser humano. 
La naturaleza resolvió el problema de la codificación ge-
nética de los receptores de Ag mediante la combinación alea-
toria de unas cuantas familias de genes que en su totalidad 
no rebasan unos 250 genes. Para entenderlo, imaginemos los 
juegos de azar que se basan en la combinación aleatoria de 
seis números de un total de 40. Si hacemos las operaciones 
aritméticas del caso llegaremos a la conclusión de que se pue-
den formar millones de posibles combinaciones.
Regresando al timo y a su funcionamiento, en ese reper-
torio millonario de receptores de Ag formado al azar no se 
puede excluir a priori la posibilidad de que en él también que-
den incluidos receptores contra Ag propios que, si se dejaran 
tal cual, representarían el peligro constante de reacciones 
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo39
autoinmunes. Es por ello que en el timo se va a llevar a cabo 
un proceso de selección positiva y de selección negativa de 
linfocitos: aquellos linfocitos que expresen un receptor que 
reconozca un Ag propio serán eliminados mediante la induc-
ción de apoptosis (selección negativa); mientras que los linfo-
citos que expresen receptores que no reconozcan Ag propios 
y que puedan acoplarse con los antígenos del complejo ma-
yor de histocompatibilidad del huésped (ver capítulo 7) conti-
nuarán su proceso de maduración y diferenciación (selección 
positiva).
En suma, al timo llegan precursores de linfocitos pro-
venientes de la médula ósea que, mediante un proceso de 
maduración y diferenciación, se convertirán en linfocitos T 
listos para salir a la circulación sanguínea, poblar los OLS y 
funcionar como células reguladoras de la inmunidad adap-
tativa en general y como células efectoras de la inmunidad 
celular en particular. En ese proceso de maduración y dife-
renciación serán eliminados aquellos que hayan expresado 
un receptor capaz de reconocer un Ag propio. Esta función 
es tan crítica para la sobrevivencia del animal que se tiene 
que llevar a cabo durante las primeras etapas de la vida 
extrauterina; de tal suerte que conforme el animal crece, 
el timo va involucionando y va siendo infiltrado por tejido 
graso.
4.1.2 Bolsa de Fabricio
La bolsa de Fabricio (BF) es una estructura en forma de saco 
que se encuentra en la zona de la cloaca en las aves (figura 
4.2). Al interior de la BF se forman invaginaciones en las que la 
organización celular se presenta en forma de folículos (figura 
4.3) similares a los que se observan en las zonas pobladas por 
linfocitos B en otros órganos linfoides.
La función de la BF se esclareció mediante experimentos 
que implicaron su extracción quirúrgica o bursectomía. De 
forma semejante a lo que ocurría con el timo, los efectos de 
esta intervención se hicieron evidentes cuando esta se reali-
zaba en aves recién nacidas; en estos casos se observaba un 
estado de agama o hipogamaglobulinemia, es decir, ausen-
cia o disminución notable de los niveles de gama globulinas 
en la sangre. Paralelamente, se notaba una disminución nota-
ble de linfocitos circulantes. 
Figura 4.2 Ubicación de la bolsa de Fabricio
Figura 4.3 Corte de la bolsa de Fabricio
Juan Antonio Montaraz CrespoIntroducción a la Inmunología 40
4. El sistema inmunitario
La conclusión lógica de estos experimentos fue que bajo 
la influencia de la BF maduraba una población particular de 
linfocitos, a los que se les denominó linfocitos B, y que estos 
linfocitos B eran los responsables de la inmunidad humoral; 
es decir, de la producción de inmunoglobulinas. 
4.1.3 Placas de Peyer
Las placas de Peyer (PP) son acúmulos de tejido linfoide que 
se encuentran en la submucosa del intestino delgado. Se han 
descrito dos tipos de PP, las del yeyuno y las del íleum. Las 
PP del íleum están consideradas OLP en rumiantes, cerdos, 
equinos y caninos. Su funcionamiento es equivalente al de la 
BF en las aves. Por ejemplo, en el caso del ovino se ha podido 
documentar que su remoción quirúrgica al nacimiento produ-
ce una considerable disminución de linfocitos B circulantes; 
asimismo, se ha observado su gradual involución a partir de 
la pubertad.
4.1.4 Médula ósea
La médula ósea es el tejido hematopoyético (productor de 
todas las células sanguíneas) en la vida extrauterina; ade-
más, es un OLP en el humano, en primates superiores y 
roedores como el ratón. En estas especies realiza funciones 
equivalentes a la bolsa de Fabricio en las aves; es decir, en la 
médula ósea no solo se generan las células precursoras de 
todos los linfocitos, sino que en ella terminan su diferencia-
ción los linfocitos B.
4.2 Órganos linfoides secundarios
Como se mencionó anteriormente, los OLS son los encargados 
de proporcionar el microambiente necesario para que en 
ellos se inicie la RI hacia un Ag en particular.
4.2.1 Ganglios linfáticos
Estas son estructuras que están distribuidas por todo el 
organismo que, además de la vasculatura sanguínea normal, 
están conectados a la red de vasos linfáticos; éstos captan el 
líquido intersticial, denominado linfa, con todo aquello que 
se encuentre en él (detritus celulares, microorganismos y Ags 
diversos) y lo conducen hacia el ganglio linfático regional. De 
esta manera, los posibles Ags pueden entrar en contacto con 
las células de SI encargadas de iniciar la RI.
La estructura de los ganglios linfáticos se muestra en 
la figura 4.4. El ganglio cuenta con una cápsula de tejido 
fibroso por debajo de la cual se encuentra una red de 
sinusoides (pequeñas ramificaciones de los vasos linfáticos); 
el parénquima ganglionar propiamente dicho se divide en 
región cortical (la más externa), paracortical y medular. 
La zona cortical está poblada por linfocitos B organizados 
en estructuras circulares denominadas folículos. Cuando 
ha habido estimulación antigénica y los linfocitos están en 
un proceso activo de replicación, la región central de estos 
folículos se denomina centro germinal. La región paracortical 
se encuentra poblada por linfocitos T; y en la medular, se 
hallan células que han concluido su diferenciación en el 
ganglio y están próximas a salir de él.
 
Figura 4.4 Estructura del ganglio linfático
Introducción a la Inmunología Juan Antonio Montaraz Crespo41
Es muy importante mencionar que el endotelio de los 
pequeños capilares venosos inmediatamente posteriores a 
los capilares arteriales, denominados venas post-capilares, 
permite la salida de linfocitos (fundamentalmente linfocitos 
T) hacia el parénquima ganglionar de una manera completa-
mente fisiológica, contrario a lo que en otro órgano o tejido 
ocurriría como consecuencia de una reacción inflamatoria. 
Esta salida de linfocitos permite la posible activación de estas 
células en el caso de que reconocieran Ag en este microen-
torno; en caso contrario, los linfocitos abandonan el ganglio 
mediante la circulación linfática eferente, incorporándose 
eventualmente a la circulación venosa en un proceso cons-
tante y aleatorio de circulación por los OLS, el cual sigue la 
ruta sangre-linfa-sangre (figura 4.5). Esta migración constan-
te contribuye a asegurar

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