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ÁREA ECOLOGÍA 
EL FUEGO 
Eduardo Atilio de la Orden 
Maria Cristina Morlans 
 
 
ÁREA ECOLOGÍA - 
Editorial Científica Universitaria - Universidad Nacional de Catamarca 
ISSN: 1852-3013 
 
 
 
 
EL FUEGO 
 
AUTORES 
Ing. Agr. Lic.rer.reg. Ms.Sc. Eduardo Atilio de la Orden 
Biol. Ms.Sc. María Cristina Morláns 
 
 
Serie Didáctica para alumnos de las carreras de Ingeniería Agronómica e 
Ingeniería de Paisaje 
Facultad de Ciencias Agrarias – UNCa. 
 
CONTENIDO 
 
Introducción 
Factores que Influyen en el Comportamiento del Fuego 
Tipos de Incendios 
Fuego Accidental y Fuego Prescripto 
Objetivos de la Quema 
Efectos del Fuego Sobre los Distintos Elementos del Ecosistema 
Conclusión 
Bibliografía 
 
 
 
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EL FUEGO 
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ISSN: 1852-3013 
 
 
 
 
 
 
 
 
INTRODUCCIÓN 
 
El fuego desde su descubrimiento es usado por el hombre con muy 
diversos fines. Puede ser considerado como un gran aliado, pero también 
puede convertirse en una herramienta peligrosa si no se toman las 
precauciones necesarias para evitar perjuicios innecesarios, y muchas veces 
irreversibles. 
 
El fuego es un factor importante que ha afectado la extensión, 
composición y el carácter de la biocenosis en la mayoría de los ambientes 
terrestres del mundo. 
 
 
 
En Argentina, y en nuestra provincia en particular, sólo en los últimos 
años se ha tomado conciencia, por parte de los organismos y personas, para 
afrontar el problema de la destrucción de los recursos naturales renovables, 
ocasionado por el fuego. A pesar de ello aún son frecuentes los reiterados 
incendios forestales y de pastizales, que se suceden año tras año en los 
bosques del sur y en los pastizales del norte y centro del país. 
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En general, los tomadores de decisión y los productores ganaderos no 
tienen en cuenta, ni los efectos perjudiciales ni los benéficos, que este 
elemento puede tener en las condiciones locales de los ecosistemas afectados. 
En algunos casos puede cobrar gran importancia como un factor regulador, 
mejorador o limitante del complejo ambiental. 
 
Hasta la fecha, la adaptación de algunos ecosistemas a la acción del 
fuego e incluso el beneficio que éste puede aportarles no ha sido considerada 
para la aplicación de medidas de prevención y/o control. La falta de información 
y el desconocimiento del funcionamiento de los ecosistemas pirógenos se 
traducen en la aplicación de políticas erradas en la administración de los 
recursos naturales. 
 
 
Existe una gran diversidad de comunidades vegetales que se han 
desarrollado y evolucionado como respuesta al fuego producido por descargas 
eléctricas o por algún otro fenómeno físico natural. Estos ecosistemas pueden 
ser mantenidos con el uso dirigido del fuego, estando esta práctica de reciclaje 
en perfecto equilibrio y armonía con los demás elementos del ambiente. 
 
En la naturaleza, el fuego es una fuerza regenerativa y 
rejuvenecedora sin cuya presencia las sucesiones vegetales y animales 
se retardarían, cubriéndose parte de la tierra con comunidades 
decadentes, senescentes y más vulnerables. 
 
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Por selección natural, a través del tiempo, las plantas y los animales han 
desarrollado adaptaciones que les permiten vivir en lugares donde el fuego es 
un factor más del medio, que modifica los ciclos energéticos y las relaciones 
ecológicas. 
 
Si el hombre interviene en los ambientes píricos, a través de la exclusión 
del fuego produce la eliminación sucesional de muchas especies valiosas. No 
existe un sustituto para el fuego en los ambientes que se han desarrollado 
ecológicamente a partir de este factor. 
 
El fuego debe considerarse como un factor ecológico, juntamente 
con otros factores tales como, la temperatura, la precipitación y el suelo; y en 
consecuencia su estudio debe afrontarse con una mente libre de prejuicios. 
Que el fuego sea un amigo o un enemigo de las actividades productivas 
dependerá de un adecuado conocimiento, manejo y control inteligente. 
 
La ecología del fuego puede definirse como el estudio del fuego y 
sus efectos en el ambiente físico y las interrelaciones bióticas allí 
existentes. 
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CALOR 
 
 
FACTORES QUE INFLUYEN EN EL COMPORTAMIENTO DEL FUEGO 
 
El fuego es el resultado de la unión rápida del oxígeno del aire y del 
carbono contenido en los materiales. Los tres elementos esenciales para la 
combustión son el material combustible, el oxígeno del aire y la temperatura 
(Graf. Nº 1). Éstos se conocen con el nombre de "triángulo del fuego" (Vidal y 
Costantino, 1959). La ausencia de cualquiera de ellos hace imposible la 
ignición; por el contrario cuando los tres elementos se encuentran en su estado 
óptimo la generación y propagación ocurre rápidamente. 
 
 
 
 
 
 
 Gráfico Nº 1: Triángulo del fuego 
 
 
 
OXIGENO 
COMBUSTIBLE 
FUEGO
Tomado de Vidal (1959) 
Pág. 476 
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La variación en el balance de estos tres elementos determina el grado 
de ocurrencia del fuego; por consiguiente, es indispensable el conocimiento de 
tales componentes para la prevención, el manejo y la lucha del mismo. 
 
 
 
 
La eliminación de cualquiera de los factores antes mencionados quiebra 
o modifica sustancialmente la facultad de ignición o de propagación del fuego. 
Para demostrar la importancia que tiene el conocimiento del oxígeno del aire, 
de la temperatura y del combustible, se puede realizar la simple práctica de 
acercar un fósforo a una hoja de papel de diario. Ésta se quema rápidamente, 
facilitada por la presencia de oxígeno en el aire; si inmediatamente se tapa la 
hoja con una campana de vidrio, las llamas se apagan gradualmente hasta que 
se extinguen. El triángulo del fuego se ha quebrado al eliminarse el oxígeno. 
 
Otro ejemplo que demuestra cómo se rompe o quiebra el triángulo del 
fuego es el siguiente: con un fósforo encendido se intenta quemar una hoja de 
diario mojada, se verá que ello no resulta posible, pues la temperatura que 
ofrece el fósforo no es suficiente para alcanzar el punto de ignición; si en lugar 
de un fósforo se acerca una antorcha, el calor que ésta desprende seca 
rápidamente la hoja y provoca su combustión. 
 
Significa, por lo tanto, que la facilidad de ignición y propagación del 
fuego está determinada por el grado de temperatura, la presencia de oxígeno y 
el tipo de combustible. 
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El material combustible 
 
En la generación y propagación del fuego, en los ambientes 
naturalmente pirógenos o en los de fuego ocasionales o intencionales, 
 
 
 
interviene el complejo variado de factores del fuego, los cuales se 
retroalimentan. 
Las características físicas del combustible son de gran importancia en el 
inicio, expansión y comportamiento del fuego. La cantidad y tipo de materia 
seca acumulada y sucontenido de humedad se cuentan entre los factores 
desencadenantes más importantes a tener en cuenta. 
 
Si se tiene en cuenta la calidad del material estos se agrupan en: 
 
1. Combustibles muertos: Son aquellos que alcanzan rápidamente los 
200º C. 
2. Combustibles vivos: son de de menor inflamabilidad. Estos a su vez se 
clasifican en: 
• Finos: hojas, pasto, mantillo o hojarasca. Son los más peligrosos 
ya que facilitan el comienzo del incendio. 
• Regulares: ramas finas de arbustos, tallos, etc. 
• Medianos: ramas de mayor tamaño. 
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• Gruesos o pesados: troncos, ramas gruesas. Son los más lentos 
en arder. 
 
 Por otro lado es necesario conocer como se disponen estos materiales en el 
terreno en el sentido horizontal y en el vertical. 
 
La fisonomía de la vegetación y la constitución físico químico de los 
elementos vegetales que la componen determinan el riesgo de combustibilidad 
del sistema. 
 
En un bosque se puede distinguir la presencia de distintos materiales 
combustibles. Los peligrosos son aquellos que bajo condiciones naturales son 
de rápida combustión. En esta categoría se pueden incluir a la corteza de los 
árboles muertos, las ramas, los pastos, los musgos y los líquenes al estado 
seco. 
 
Los bosques de pinos y abetos que contienen material resinoso 
inflamable, los pastizales constituidos por una gran masa de gramíneas y 
arbustos presentan un alto riesgo de combustibilidad. Un claro ejemplo lo 
constituyen los pastizales Altoserranos de la provincia de Catamarca, 
constituidos por especies de gramíneas que forman matas duras y altas y al no 
ser consumida por el ganado se acumulan hasta establecer una gran cantidad 
de material combustible. 
 
 
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El estado fenológico en el que se encuentra la comunidad vegetal y la 
época del año determinan el grado de riesgo para la producción de un foco de 
incendio. En una gran parte de territorio de la República Argentina, a fines de 
invierno y al principio de primavera, cuando la vegetación y el ambiente 
presentan bajos tenores de humedad, son momentos propicios para la 
generación de incendios espontáneos, accidentales o intencionales. 
 
En síntesis se puede decir que los combustibles presentes en los 
ecosistemas se pueden clasificar, en general, en: 
• finos, con un diámetro inferior a 0,5 cm (pastizales, hojarascas que 
cubren el suelo) y 
• gruesos, con un diámetro superior a 0,5 cm (ramas de árboles y 
arbustos). 
 
 Tanto el combustible grueso como el fino pueden encontrarse en pie o 
en forma de mantillo o broza. En general el fuego puede iniciarse sobre el 
material fino y desde allí se propaga a los otros elementos del ecosistema. En 
este tipo de material el fuego se inicia rápidamente y en forma violenta, se 
enciende y se extingue rápidamente. El material grueso arde más tiempo, de 
manera más lenta que el anterior, formando brasas y son muchas veces 
causantes de escapes indeseados en las quemas prescriptas (kunst 1996). 
 
La Temperatura 
 
La temperatura a la cual se inicia la combustión, se denomina "punto de 
ignición" o "punto de inflamabilidad"; oscila entre los 260ºC y 398ºC. Esta 
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temperatura puede variar de acuerdo con las características de los distintos 
combustibles y con la época del año. 
 
 
 
La posibilidad de ignición depende del tiempo que el material 
combustible está expuesto a la temperatura. Las hojas secas de pino, por 
ejemplo, arden en pocos segundos a la temperatura de la llama de un fósforo; 
en cambio, estas mismas hojas cuando están húmedas necesitan estar 
expuestas al fuego algunos minutos antes de entrar en combustión. 
 
El fuego aplicado a un trozo de leña corre a lo largo de él debido a que la 
parte inmediata a la llama llega al punto de inflamabilidad y luego el fuego 
avanza paulatinamente, según sea el grado de humedad de la madera, hasta 
transformar la leña en una brasa. 
Se tiene así que la velocidad de avance del fuego en un trozo de 
madera, o sobre cualquier otro elemento, depende del contenido de humedad 
que se tenga en el momento de entrar en combustión. 
 
Los materiales húmedos gastan una gran parte del calor que reciben en 
secarse y entran en ignición tan pronto como el grado de humedad que resta 
permite la combustión. De esta forma se puede decir, que un material verde 
arde con dificultad, se quema lentamente e irradia poco calor; en 
contraposición con lo que ocurre con un material seco. 
 
El Oxígeno 
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La proporción del oxígeno en la atmósfera entra en una proporción de 
aproximadamente 21%, con relación al volumen total de gases que la 
constituyen. Cuando el contenido de oxígeno se reduce por debajo del 15% 
muchos materiales no entran en combustión. Si se tiene en cuenta esta 
circunstancia, se deduce la importancia que tiene la influencia de la frecuencia 
y la velocidad del viento en la propagación del fuego. 
 
 
Los Factores Climáticos 
 
Se mencionó anteriormente que la mayor o menor inflamabilidad de la 
materia seca vegetal depende de su contenido de humedad; ésta no entrará en 
combustión hasta alcanzar el contenido de humedad (grado de sequedad) 
apropiado. En consecuencia el material húmedo o en estado verde se quema 
con dificultad, lentamente y produce poco calor. 
 
Lo expuesto explica la importancia que tienen los factores climáticos en 
la posibilidad de originar incendios. Entre éstos se deben citar a: las 
precipitaciones; la humedad relativa ambiente; la temperatura y el viento. 
 
Las precipitaciones desempeñan un papel importante, ya que al 
mantener el material vegetal al estado húmedo hacen imposible la iniciación y 
propagación de un fuego. 
 
La acción de las lluvias está supeditada a: 
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1. Cantidad y duración. 
2. El porcentaje de evaporación y grado de humedad del material antes de 
la precipitación. 
3. El tipo de formación vegetal. 
4. La topografía y el suelo. 
5. La estación del año. 
 
La humedad relativa de la atmósfera tiene fundamental importancia en el 
análisis de los factores que gobiernan la iniciación y propagación del fuego. El 
material vegetal muerto no se seca por completo; la humedad se va eliminando 
paulatinamente hasta alcanzar un 
 
 
punto en que el contenido de humedad del mismo es equivalente a la cantidad 
de humedad que es capaz de absorber del aire saturado. A este grado se llama 
"punto de saturación fibrosa". El contenido de humedad del material vegetal 
varía en este punto, según sea material leñoso o material herbáceo. Para el 
material leñoso se encuentra entre un 25% y un 40% de su peso seco. Muy por 
encima del punto de inflamabilidad. 
 
Una vez alcanzado este punto de contenido de humedad el secado no se 
efectúa en forma uniforme y continua; el contenido de humedad aumenta o 
baja de acuerdo con la humedad relativa del aire. Cuando la humedad relativa 
del aire es baja y el material vegetal está húmedo, parte del contenido de agua 
se evapora rápidamente,absorbido por la atmósfera; por el contrario, cuando la 
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humedad relativa es elevada y el material está seco, éste absorbe el vapor de 
agua de la atmósfera, con relación a la temperatura ambiente; en general la 
humedad relativa es más baja cuando hace calor y más elevada con 
temperaturas bajas. 
 
El contenido de humedad del material vegetal cambia constantemente, 
estando en relación directa con las fluctuaciones de la humedad relativa de la 
atmósfera que lo rodea. El aire absorbe la humedad del material leñoso y éste 
a su vez absorbe la humedad de aquel. Los cambios de humedad se operan 
rápidamente, pasando en poco tiempo (3 a 4 horas) de un grado de 
inflamabilidad bajo a uno alto, y viceversa. 
 
Los días considerados de mucho peligro se caracterizan por una humedad 
relativa extremadamente baja. Por lo tanto es indispensable conocer las 
fluctuaciones diarias, y dentro del día a diferentes horas, de la humedad 
relativa para usarla como indicador del grado de inflamabilidad (tanto para 
prevenir como para provocar incendios). 
 
La temperatura ambiente ejerce influencia sobre la combustibilidad de los 
ecosistemas al facilitar la evaporación y por lo tanto el contenido de humedad 
del material vegetal. 
 
 Cuando las temperaturas son elevadas se pueden dar las condiciones 
propicias para los incendios. El aire caliente absorbe mayor cantidad de 
humedad que el aire frío. 
 
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El calor producido por los materiales en combustión es también un factor 
importante en el inicio y la propagación de los incendios. El fuego al pasar por 
sobre los materiales los seca y eleva su temperatura al punto de ignición. Éstos 
arden y propagan el fuego a sus vecinos, de esta manera se puede generalizar 
el fuego en toda el área. 
 
De las condiciones meteorológicas las más importantes a considerar 
son la temperatura y la humedad relativa del aire (índice de ignición) y la 
velocidad del viento (índice de propagación). 
 
 Las relaciones históricas entre incendios y valores meteorológicos diarios de 
un área definida, muestran que las curvas de relaciones se convierten en 
herramientas de predicción de umbrales de riesgo de incendios. 
 
 A partir de cierto valor de umbral de humedad relativa y velocidad del viento 
mensual, la extensión afectada aumenta rápidamente. 
 
 Si bien con una red de estaciones meteorológicas apropiadas y con el apoyo 
de imágenes satelitales es posible conocer estos umbrales diarios para las 
distintas zonas monitoreadas, una vez iniciados los focos ígneos, es necesario 
disponer de los medios humanos y materiales necesarios para combatirlos en 
forma adecuada. En el caso de la provincia de Catamarca, con una geografía 
montañosa muy accidentada se requiere de equipos especiales, terrestres y 
aéreos, para poder acceder a zonas inaccesibles, equipos de brigadistas 
entrenados específicamente para combatir incendios de campos, y contar con 
telefonía satelital, entre otros aspectos. 
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¿Cómo se transmite el calor? Se sabe que el calor se propaga por: 
 
1. Convección (columna de aire caliente que se eleva). 
2. Radiación: (pasa a través de las partículas de aire sin que este se 
desplace y disminuye en forma inversamente proporcional al cuadrado 
de distancia). 
3. Conducción (pasa a través de las moléculas de un cuerpo sólido sin que 
este se desplace) 
 
En la siguiente figura se esquematiza la forma de transmisión del calor en un 
campo natural. 
 
 
Figura Nº 1: Formas de Propagación del Calor en el Bosque 
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Cualquiera de estas tres formas de conducción del calor son las que se 
manifiestan durante un incendio forestal o de pastizales naturales. La forma 
convectiva se manifiesta como columnas de aire caliente o columnas de huma 
que tienden a elevarse verticalmente. El calor radial se manifiesta en todas las 
direcciones y va decreciendo en forma inversa con el cuadrado de la distancia 
y el conductivo se da cuando los materiales se ponen en contacto directo. 
 
 Desde la generación del fuego y durante todo el proceso de propagación 
y ocurrencia de un incendio, se van desarrollando temperaturas cada vez 
mayores y se pueden reconocer las siguientes fases: 
 
1. Fase de precalentamiento: en esta fase las temperaturas van producen 
distintos efectos sobre los seres vivos. 
• 50° C.: Si permanece en contacto durante una hora con las 
células vivas, éstas mueren. 
• 55° C.: Con diez minutos que las células vivas estén en contacto 
mueren. 
• 60° C.: Con solo medio minuto mueren las células. 
• 100° C.: Comienza la desecación de los tejidos por evaporación 
del agua que contienen. 
• 200° C.: Comienza la destilación de las resinas y se desprenden 
gases. 
 
 A mayores temperaturas tiene lugar la fase siguiente. 
 
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2. Fase de combustión de gases. En esta fase pueden distinguirse los 
siguientes fenómenos: 
 
• 300° C.: Inflamación de gases. 
• 400° C.: comienza a verse llamas azules y hay presencia de humo. 
 
• 600° C.: la combustión se mantiene por sí sola. 
 
El viento actúa en los incendios: 
 
1. Sobre la velocidad de avance del fuego y su dirección (propagación). 
2. Aumentando o disminuyendo el grado de humedad del área, según se 
trate de un viento caliente o frío. 
3. Activando la combustión con el aporte de oxígeno. 
4. Aumentando la evaporación y por consiguiente secando el material 
combustible. 
5. Dando lugar a la dispersión del incendio al transportar a grandes 
distancias partes de los vegetales encendidos. 
 
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Figura Nº 2: Acción del viento sobre el fuego 
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La topografía 
 
La topografía desempeña un rol importante en la propagación del 
incendio. A diferencia de los agentes atmosféricos constituye un factor 
constante que no se modifica por simples cambios. En la siguiente figura se 
observa cómo la topografía puede actuar sobre el comportamiento del fuego. 
 
 
 
Figura Nº 3: Efectos de la topografía sobre el fuego 
 
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La topografía tiene un efecto directo e indirecto en el comportamiento del 
fuego. Este se expande más rápidamente pendiente arriba, debido a que los 
combustibles están expuestos a un mayor calentamiento por radiación y 
convección y debido a que se generan vientos ascendentes por el calor 
producido por el fuego. 
 
La pendiente facilita la propagación del fuego de acuerdo con el grado 
de declive de la misma.Cuanto más acentuada es la pendiente más rápido 
será el avance del fenómeno. El fuego tiende a extenderse hacia arriba; se 
puede indicar que la velocidad de propagación del fuego en un terreno con una 
pendiente muy inclinada es igual a la de otro incendio producido en un terreno 
plano con la influencia de un fuerte viento. 
 
Esto se debe a que la corriente de aire caliente originada va hacia la 
parte superior de la pendiente debido al acceso de una corriente de aire más 
frío que se inyecta desde la parte inferior de la pendiente. 
 
El fuego seca y recalienta más los materiales que están sobre él, que los 
que se encuentran por debajo; las llamas entran en contacto más rápidamente 
con el follaje de las partes más altas de los árboles y arbustos. 
 
 
 
 
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TIPOS DE INCENDIOS 
 
Básicamente tenemos tres tipos de incendio forestales: 
 
Superficiales o de Suelos. 
 
 Son los más comunes y es por donde normalmente se inician los fuegos. 
Permanecen al ras del suelo, quemando los combustibles ligeros. Afectan 
normalmente a las herbáceas y leñosas de poco porte, además producen 
heridas en la base de los troncos y en las raíces de las especies de mayor 
porte. Dependiendo de la cantidad y calidad del material existente en el área, 
de la topografía y de las condiciones atmosféricas imperantes, estos fuegos se 
pueden transformar en incendios de copas o incendios subterráneos. 
 
De Copas. 
 
 Son aquellos que alcanzan las copas de los árboles hiriendo sus ramas 
y llegando incluso a matarlos. Su origen puede ser un fuego superficial, 
excepcionalmente un rayo sobre un árbol dominante puede ser factor 
desencadenante de un fuego de copa. 
 
Subterráneo o de Subsuelo 
 
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 Es el que se propaga bajo la superficie. Generalmente se da en lugares 
de mucha acumulación de materia orgánica, combinado generalmente con el 
superficial. 
 
 
FUEGO ACCIDENTAL Y FUEGO PRESCRIPTO 
 
 
Se debe diferenciar entre fuegos accidentales y fuegos prescriptos. 
Fuegos accidentales son aquellos causados por factores humanos y/o 
naturales que no poseen supervisión ni planificación, y el hombre no tiene 
control sobre sus posibles efectos y/o consecuencias en el ecosistema y la 
comunidad en general. 
 
El fuego prescripto se distingue del anterior por tener objetivos claros y 
requerir condiciones ambientales apropiadas para su implementación 
(humedad relativa, velocidad del viento, temperatura del aire, etc). Se define al 
fuego prescripto como: 
 
"el uso científico del fuego bajo condiciones definidas y 
controladas con el fin de cumplir con objetivos de manejo específicos" 
(Reeves, 1977, citado por Cipowicz, 1994, pag. 5). 
 
Es importante destacar dos aspectos importantes de esta definición: 
"bajo condiciones definidas y controladas". Al realizarse un fuego prescripto 
es condición indispensable realizar una planificación y preparación previa del 
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predio a quemar. Para esto es necesario tener en cuenta todos los factores, 
antes mencionados, que influyen sobre el fuego. 
 
Los factores climáticos más importantes relacionados con el 
comportamiento del fuego son en consecuencia: el viento, humedad relativa 
ambiente, precipitación, temperatura, estabilidad atmosférica, radiación solar, 
nubosidad y tipo de relieve. 
 
Martínez Carretero (1989) señala que en el sector de la precordillera 
mendocina confluyen varios factores que tornan crítica el área haciéndola muy 
susceptible a incendios accidentales. Estos factores son: la presencia de 
matorrales de Larrea divaricata y Colliguaja integerrima, etc. que ofrecen al 
fuego suficiente material leñoso con buenos tenores de aceites esenciales y 
resinas; el abundante mantillo vegetal descompuesto que se acumula en el 
suelo en cada período vegetativo, las fuertes pendientes y la presencia de 
vientos secos y cálidos, zonda (tipo foehn), etc. 
 
 
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OBJETIVOS DE LA QUEMA 
 
Los objetivos de una quema pueden ser muy variados. El fuego fue 
usado desde que el hombre comienza a realizar manejo del ganado con el fin 
de mantener productivas las praderas herbáceas y para la eliminación de áreas 
con vegetación natural que se habilitaban al cultivo de especies vegetales 
domésticas; en ambos casos no se realizaba un control de las áreas 
quemadas. Aún en la actualidad es una práctica corriente en varias partes del 
mundo y en muchas regiones de nuestro país, siendo llevada a cabo, la 
mayoría de las veces, sin realizar un control adecuado. 
 
En la provincia de Misiones, una vez extraídos los árboles de madera de 
mayor valor, se quema el remanente para "limpiar" la selva y ganar más 
superficie para el cultivo. A esta operación se la llama “rozado”. Con este 
método se busca preparar una cama de siembra para semillas de pasturas 
naturales o artificiales ya que los residuos de la quema aumentan la fertilidad 
actual del suelo. 
 
En la región cerealera era muy común realizar la quemazón de los 
rastrojos de las cosechas de invierno para limpiar los campos y sembrar 
inmediatamente algún cereal de verano. La proliferación de plagas y 
enfermedades es favorecida cuando permanecen en el campo las partes 
infectadas de las plantas capaces de liberar esporas y proteger huevos 
después de cada lluvia. 
 
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El fuego es utilizado, por lo tanto, para destruir el rastrojo remanente y 
las hojas viejas y secas, y con ellas los diferentes cuerpos frutales y huevos 
capaces de diseminarse y reinfectar la futura plantación. Esta costumbre va 
entrando en desuso debido a que son más los perjuicios que los beneficios que 
origina. 
 
 
 
En la provincia de Tucumán se realiza la quema de las plantaciones de 
caña de azúcar para disminuir la cantidad de hojas y tener así una plantación 
más "limpia" de hojas que facilita la cosecha de la caña. 
 
El uso más generalizado del fuego se lleva a cabo en los pastizales 
naturales. Con esta práctica se pueden obtener una serie de ventajas al 
estimular la brotación temprana de los vegetales por efecto del calor. El 
estímulo de la brotación produce una mayor cantidad de forraje, en una época 
donde la oferta de alimento para el ganado es baja. Se incrementa la 
disponibilidad de forraje de mejor calidad al destruirse la materia seca no 
utilizable y otros materiales indeseables, quedando a disposición del ganado 
los brotes tiernos más ricos en proteínas y otros nutrientes, que el follaje viejo 
posee en menor cantidad o está ausente. 
 
Otros objetivos deseados con la quema de pastizales son: 
 
• estimular la producción de semillas de algunos pastos o de otras 
especies deseables; 
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• controlar algunas plagas y enfermedades del ganado, como puede ser 
la garrapata y 
• controlar especies vegetales invasoras de las praderas,especialmente 
árboles y arbustos. 
 
En el caso de incendios desencadenados por causas naturales, 
accidentales o intencionales se puede realizar un contrafuego como un sistema 
de protección, de esta manera se puede controlar la propagación del 
fenómeno. En consecuencia el uso del contrafuego se considera como un 
objetivo en la aplicación del fuego. 
 
Todos los objetivos planteados anteriormente se logran necesariamente con 
un fuego controlado, fácil de manejar para evitar que se propague 
innecesariamente y teniendo 
 
un conocimiento científico de las características físicas y biológicas de la región 
y de los efectos posteriores a los que puede inducir la quemazón. 
 
El empleo del fuego como una herramienta de manejo depende de las 
características propias de cada región; por lo tanto la prescripción de un 
incendio se debe hacer sólo cuando se conocen las consecuencias, o por lo 
menos cuando se pueden pronosticar las mismas. 
 
Si se considera al fuego como una herramienta técnica de manejo de 
pastizales naturales, se puede decir de ésta que es barata, fácil de llevar a la 
práctica y que puede redundar en un mayor y mejor uso de los recursos 
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forrajeros. Sólo se debe tener en cuenta que su utilización se debe implementar 
con criterio científico, en el momento adecuado, cuando las condiciones del 
clima, la vegetación y del suelo lo permitan. 
 
El fuego por sí solo, en la mayoría de los casos, no logra los objetivos 
propuestos y es necesario que su uso sea complementado con otras prácticas, 
tales como pulverizaciones de herbicidas, desmonte mecánico, un 
apotreramiento adecuado y esencialmente, con un manejo adecuado del 
ganado. 
 
En algunos países, como en los Estados Unidos de Norteamérica se 
someten millones de hectáreas de bosques a quemas dirigidas, que consisten 
en una aplicación intencional y científica del fuego bajo condiciones 
específicas, produciendo la intensidad de calor requerida y el comportamiento 
estimado para lograr varios objetivos de manejo a la vez. 
 
Los principales objetivos de estas quemas controladas son: 
 
 
 
• Reducir la acumulación de combustibles orgánicos (acumulación de 
materia seca) a un nivel tolerable que imposibilite el desarrollo de 
incendios naturales de alta intensidad. 
• Estimular el desarrollo de la vida silvestre al mejorar su hábitat natural; 
• Eliminar ciertas plagas y enfermedades; 
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• Disminuir la competencia indeseable de ciertas plantas que tienden a 
invadir el sector (generalmente árboles y arbustos); 
• Favorecer la generación natural y artificial de plantas más nutritivas y 
• estimular la germinación, mejorando la cama de semillas y reducir o 
eliminar cualquier condición que inhiba la germinación de éstas. 
 
Una característica de la ganadería extensiva, en las zonas áridas y 
semiáridas de la República Argentina, es la de mantener una alta carga de 
ganado por unidad de superficie a lo largo de prácticamente todo el año en los 
campos de pastoreo. Como consecuencia de esto se utiliza al fuego como una 
herramienta para promover el crecimiento nuevo y vigoroso de los pastizales. 
 
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EFECTOS DEL FUEGO SOBRE LOS DISTINTOS ELEMENTOS DEL 
ECOSISTEMA 
 
 El fuego como componente natural o inducido en un ecosistema puede 
tener efectos positivos y negativos de acuerdo al manejo que se haga del 
mismo. Puede ser una herramienta eficaz en el manejo de ecosistemas o 
puede convertirse en un factor de alta peligrosidad. En consecuencia, de 
acuerdo a como se lo use puede tener efectos negativos o positivos sobre los 
distintos componentes del ecosistema. 
 
EFECTOS NEGATIVOS 
 
A pesar de los numerosos estudios sobre los efectos del fuego en la 
sucesión vegetal, la productividad primaria, los cambios en el hábitat que 
afectan a la fauna autóctona, la dinámica de los nutrientes en el suelo, la 
erosión, etc. son aún, en la mayoría de los casos, poco conocidas las 
consecuencias globales de su incidencia. 
 
Efecto del fuego sobre la fauna 
 
Los efectos inmediatos del fuego son dramáticos principalmente para los 
animales que forman parte del ecosistema quemado. Las aves, que requieren 
de árboles, arbustos y matas de gramíneas para la nidificación, por lo general 
pueden huir y salvarse, pero significa la destrucción de sus nidos y pichones y 
en muchos casos quedan ellas mismas atrapadas en las llamas, como por 
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ejemplo las perdices, copetonas, martinetas, chingolos, ñandúes, etc. Además 
el fuego arrasa con el alimento (semillas, frutos, insectos, etc.) que sustenta a 
las comunidades de aves de la zona. 
 
Los pequeños mamíferos (liebres, zorros, vizcachas) en general son 
perjudicados pues no alcanzan a huir, cuando no llegan a refugiarse en sus 
madrigueras subterráneas, que 
 
 
en general se encuentran por debajo de los diez centímetros de profundidad y 
donde la acción del fuego se ve disminuida. 
 
La remoción de la cubierta vegetal por parte del fuego disminuye 
inicialmente la población de roedores; pero estos recolonizan rápidamente el 
sector quemado atraídos por los rebrotes de primavera y la gran producción de 
semillas por parte de las terófitas. 
 
Los grandes mamíferos generalmente pueden huir o refugiarse en ríos o 
lagunas; suelen producir grandes estampidas. El ganado vacuno presiona 
sobre los alambrados y los rompe. En cambio los equinos, ante las llamas, se 
quedan quietos y son alcanzados por las mismas. 
Los invertebrados que viven sobre la superficie son muy afectados por 
los incendios. Los insectos, los moluscos, etc. perecen bajo las llamas, salvo 
que se encuentren protegidos en alguna estructura vegetal que los aíslen del 
calor. 
 
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La micro y macrofauna que vive por debajo de los 7,5 cm de profundidad 
(numerosos protozoarios, lombrices de tierra, nemátodos, larvas, arácnidos, 
reptiles y mamíferos, entre éstos quirquinchos, vizcachas, etc.) se ven poco 
afectados por la acción del fuego ya que viven en cuevas más o menos 
profundas o a suficiente profundidad como para que el fuego no los perjudique. 
 
Los más afectados son los que viven entre los 7,5 cm y la superficie del 
suelo. Hasta esa profundidad se alcanzan temperaturas suficientemente altas 
como para matar a todos los animales (macro y micro-fauna), inclusive la 
microflora. 
 
El fuego tiene una consecuencia directa sobre la fauna causando su 
muerte, y un efecto indirecto al remover la cubierta vegetal que constituye el 
alimento y el abrigo. En los insectos puede haber una reducción inicial en un 
90% en su densidad poblacional 
 
(Altieri Soto. 1977). La recuperación de la densidad inicial puede ser rápida 
cuando se dan las condiciones para el rebrote. Se estimula la ovoposición, 
aumentando la población total de insectos. Este incremento se puede deber a 
la recolonización por parte de los adultos desde áreas no quemadas. Éstos 
encuentran el suelo desnudo en condiciones óptimas para su ovoposicióny las 
ninfas una fuente rica de alimento, compuesta por los brotes tiernos y nutritivos. 
 
 
 
 
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Efecto del fuego sobre la vegetación 
 
Los efectos del fuego sobre la vegetación pueden ser muy variados y 
considerarse desde distintos puntos de vista. Ésta aporta el combustible 
necesario para que el fenómeno tenga lugar. 
 
En el piedemonte de las Sierras de Uspallata (Mendoza) cuando el fuego 
es ocasional, al cabo de un período vegetativo y con las lluvias normales, la 
cobertura vegetal se recupera en buena medida, aunque no la estructura inicial 
que requiere más tiempo. En cambio si se producen periódicamente llevan a la 
sucesiva pérdida de biomasa. La reducción de los estratos de vegetación 
puede, en casos extremos, llegar a la situación de suelo desnudo o sólo 
ocupado por terófitas de invierno o verano. Este cambio en la estructura 
conlleva un cambio en la fisonomía, así en la cordillera se encuentran 
pastizales disclimáxicos en lugares antes ocupados por matorrales (Martinez 
Carretero. 1989). 
 
Para ese ecosistema el autor señala los siguientes efectos perjudiciales 
en la vegetación, debido directa o indirectamente a la acción del fuego: 
 
a) Pérdida de biomasa. Los fuegos periódicos en una misma área 
determinan una paulatina pérdida de estratos, y por ende de biomasa 
permaneciendo sólo aquellas especies capaces de rebrotar del cuello o 
de sus órganos subterráneos, 
 
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acompañadas por terófitas estivales o invernales. En casos de quemas 
muy frecuentes se puede llegar incluso al suelo desnudo. 
 
b) Dinamismo de la vegetación. En la precordillera a causa de los 
incendios de los matorrales se llega a pastizales secundarios, con 
evidente reducción de estratos y de la diversidad específica. Se ha 
determinado dos tipos de pastizales correspondientes a dos pisos de 
vegetación. El primero entre 1.300 - 1.800 msm por quema del matorral 
de Larrea divaricata que da origen al pastizal de Stipa eriostachya y el 
segundo entre 1.800 - 2.400 msm, por quema del matorral de Colliguaja 
integerrima a pastizal de Stipa tenuissima. 
 
c) Pérdida de la calidad de las comunidades. Las sucesivas pérdidas 
de estratos por los fuegos no sólo afectan a la disminución de la cobertura 
vegetal sino también al desmejoramiento paulatino de las comunidades 
vegetales. Para el primer piso de vegetación de Larrea divaricata con la 
eliminación de los arbustos de buenos contenidos proteicos, se logran 
pastizales de pocas especies, con bajos contenidos en proteínas, 
relaciones nutritivas amplias, de hojas duras y poco palatables, 
normalmente con más hidratos de carbono que reducen notoriamente su 
digestibilidad. 
 
Según los estudios de Morello (1970) (en Odum pág. 233. 1978) acerca de 
la interacción del fuego y el pastoreo del ganado vacuno en el Chaco argentino, 
en los extensos pastizales del Chaco Oriental, el pastoreo intensivo del ganado 
reduce la materia combustible de modo que los incendios naturales necesarios 
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para mantener la fisonomía de pastizal ya no se producen; dando por resultado 
que los arbustos espinosos, que antes estaban controlados por los incendios, 
invadan grandes áreas eliminando la fisonomía original de pastizal de origen 
pirógeno. La única manera de restaurar la productividad inicial de pastoreo es 
gastar energía de combustibles mediante 
 
 
el desmonte mecánico y la quema de la vegetación leñosa. Este es un ejemplo 
de un cambio de la vegetación hecha por el hombre, reversible solamente con 
un gran costo. 
 
El daño que puede ocasionar el fuego a los distintos vegetales sometidos a 
la acción del mismo depende de varios factores concurrentes. Entre éstos se 
pueden mencionar, la intensidad de la quema, tiempo de duración o 
permanencia del fenómeno, estado fenológico, tipo de vegetación, etc. 
 
La fisiología del vegetal determina una mayor o menor tolerancia a las altas 
temperaturas, que a su vez está correlacionado con los daños por irradiación y 
dependen de la temperatura inicial del tejido, de sus cualidades de 
“aislamiento”, del tiempo de exposición y de las condiciones fisiológicas del 
protoplasma. 
 
Con relación al estado fenológico en la que se encuentran los vegetales, se 
puede decir que, en general, las plántulas, las yemas foliares y florales, las 
flores y las hojas jóvenes son más susceptibles al fuego mientras que los tallos 
leñosos son más tolerantes. Éstos están protegidos por la corteza. La forma de 
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crecimiento es otro carácter diferencial; así las especies rizomatosas, las 
caméfitas, que tienen protegidas sus yemas, y las anuales (en su estado de 
semillas), resisten más y a veces el fuego promueve su germinación. 
 
En un estudio realizado sobre el efecto del fuego en la vegetación (Altieri 
Soto. 1987) se observó, que los árboles jóvenes presentes en la comunidad 
vegetal iniciaron un rebrote a partir de las yemas de la base de los troncos, 
mientras que los más viejos rebrotaron a partir de las yemas epicórnicas 
latentes a lo largo del tronco y de las ramas. 
 
Los arbustos más resistentes al fuego resultaron ser aquellos mayores de 2 
años que poseen sus rizomas y raíces fibrosas entre 5 y 13 cm de profundidad, 
un follaje con bajo contenido en aceites y resinas, una corteza gruesa y un tallo 
de diámetro mayor a 15 cm. 
 
Se consideraron además como resistentes al fuego, aquellos arbustos que 
habiendo sufrido grandes daños, por efectos del fuego, en verano, se repararon 
rápidamente en primavera. Esto se tradujo en una intensa emisión de brotes a 
partir de yemas latentes ubicadas en las ramas y también en la base del tronco 
inmediatamente bajo la superficie del suelo. 
 
Después de producido un incendio los vegetales deben sobrevivir el período 
no fotosintético, con ausencia de órganos fotosintetizadores. Para producir un 
nuevo crecimiento utilizan sus reservas de carbohidratos disminuyendo sus 
niveles normales y variando su período de utilización. Esto se traduce en una 
disminución en la densidad de las poblaciones de los arbustos y gramíneas 
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perennes y plurianuales y favorece el crecimiento de las terófitas que se 
desarrollaron bajo condiciones de competencia mínima alcanzando en poco 
tiempo una densidad alta. En el siguiente gráfico se muestra la relación que 
existe entre el tamaño de la planta con su reserva de carbohidratos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 1 2 3 4 5 
 Reserva de carbohidratos 
 
Figura Nº 4: Relación del tamaño de la planta con la reserva de 
carbohidratos 
El esquema muestra la reserva de una planta antes (1) y después (2) de ser 
quemada. A medida que la planta rebrota y crece la reserva de carbohidratos 
disminuye (2,3) hasta que los nuevos brotes compensan por fotosíntesis los 
gastos de crecimiento y mantenimiento (4,5). Si en este momento los pastos no 
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son disturbados, se produce un excedente de fotosíntesis que permite 
recuperar las reservas. 
 
En un sector quemado se puede observar, en general, una mayor densidad 
de especies anuales durante la primavera posterior al fuego. Esto indicaría que 
se favorecieron las condiciones de germinación para las semillas al crear una 
cama apropiada de suelo mineral con alta exposición solar y con condiciones 
más favorables del ambiente, tanto biótico como abiótico externo de las 
semillas. 
 
 
 
El daño físico que produce el fuego al vegetal puede ser muy variado, 
depende de la intensidad del mismo y del tipo de bioforma. Puede ocurrir 
quemazón y muerte de la corteza; desaparición total o parcial de ramas, hojas 
y yemas, y en casos extremos muerte de la raíz. Todo esto se traduce en una 
disminución del crecimiento, y si el daño es significativo la planta puede morir. 
 
En todos los casos las heridas producidas por la acción del fuego en los 
distintos órganos de una planta sirven de puerta de entrada a insectos y 
enfermedades. Según Altieri Soto (1987), se observó que después de una 
quema se indujo a una mayor susceptibilidad por parte de algunos árboles a 
enfermedades fungosas radiculares y se estimuló el parasitismo de algunos 
homópteros principalmente en las ramas de Acacia caven. 
 
 
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Efecto del fuego sobre el suelo 
 
La eliminación parcial o total de la vegetación, según sea la intensidad y 
la recurrencia del fuego en el ecosistema, conlleva a un efecto directo sobre el 
suelo. La destrucción de la cubierta vegetal deja al suelo temporalmente 
desprotegido ante las lluvias torrenciales, los vientos persistentes, etc. 
acelerando la erosión hídrica y / o eólica. Esta disminución de la cobertura 
vegetal cobra mayor relevancia en los ambientes montañosos. 
 
El contenido de agua en el suelo disminuye después de los incendios 
debido a la evaporación causada por las altas temperaturas. Al desaparecer la 
cubierta vegetal aumenta el escurrimiento del agua cuando ocurren las 
primeras lluvias, más aún si se tiene en cuenta las características torrenciales 
de las precipitaciones en las zonas áridas y semiáridas. El aumento de la 
velocidad de escurrimiento produce una disminución en la infiltración del agua 
en el suelo. La magnitud de la erosión depende de numerosos factores entre 
los que se destacan: época en que se produce la quemazón, temperaturas 
 
alcanzadas durante la ocurrencia del fenómeno, frecuencia entre incendios, 
tipo e intensidad de las precipitaciones, topografía del terreno, clima, etc. Por 
estas razones hay que tener sumo cuidado con los incendios en zonas 
montañosas y en regiones áridas. 
 
Después de la quema la recuperación del agua edáfica hasta un 
contenido normal es lenta. Quizás no es tan importante en zonas lluviosas y 
húmedas, pero sí en los ecosistemas de zonas áridas y semiáridas. 
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En cuanto a los nutrientes del suelo se puede decir que el impacto 
negativo que produce depende de la temperatura alcanzada. 
 
En función de la sensibilidad al calor, los nutrientes pueden clasificarse 
en: 
 
• sensibles: Nitrógeno (N) y Azufre (S), temperaturas de 
volatilización entre 200 y 375 º C. 
• moderadamente sensibles: Potasio (K) y Fósforo (P), 
temperaturas de volatilización entre 700 y 800 º C. 
 
• relativamente insensibles: Magnesio (Mg), Calcio (Ca) y 
Manganeso (Mn), temperaturas de volatilización de 1107 º C, 
1484 º C y 1962 º C, respectivamente (De Bano, 1991 en Kunst, 
1996). 
 
La estructura del suelo se puede afectar por la dispersión de los 
agregados cementados con la materia orgánica en estado coloidal. Según 
González C. (1999), quienes midieron el efecto del suelo sobre las condiciones 
edáficas en un ecosistema del Chaco Occidental en la provincia de Córdoba, el 
contenido de materia orgánica fue significativamente menor en los suelos 
quemados durante los primeros 180 días a partir 
 
 
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del incendio. Posteriormente ésta aumentó en los sectores quemados y no se 
diferenció de los sectores no quemados. 
 
En general no se afectan mayormente el pH del suelo ni la cantidad de 
sales solubles. Se pueden registrar pequeñas pérdidas de N y S por 
volatilización y un pequeño aumento del P disponible. Los minerales 
monovalentes (K y Na) se mantienen constantes y aumenta el Mg 
reemplazando al Ca. 
 
Sin embargo, Altieri Soto y Rodriguez Muñoz (1977) corroboraron que 
debido a la acumulación de cenizas ricas en elementos básicos, el pH del suelo 
aumentó, incrementándose la disponibilidad y aprovechabilidad del potasio, 
fósforo, calcio y magnesio. Con posterioridad se favoreció la actividad de las 
bacterias nitrificantes que se recuperaron rápidamente. 
 
Altieri Soto y Rodriguez Muñoz (1977) determinaron los efectos del 
fuego sobre el suelo en un ensayo llevado a cabo en Chile. El fuego consumió 
el mantillo superficial calentando el suelo y provocando algunas alteraciones en 
los horizontes superficiales al producir la destilación destructiva de los 
compuestos orgánicos volátiles y la desecación del agua de constitución de las 
arcillas. Como consecuencia de esto, se originó una disminución de la 
velocidad de infiltración del agua en el suelo, una disminución del contenido de 
materia orgánica y del nitrógeno soluble. A raíz de este efecto se registró una 
disminución general, de la capacidad de intercambio catiónico y de la actividad 
microbiana del suelo. Las condiciones semidespejadas presentes en el bosque 
después del fuego, provocaron que la temperatura del suelo aumentara en 8ºC 
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en relación con el bosque no quemado y que la humedad disminuyera de 8,7 % 
a 3,6 %. 
 
 En general se pueden mencionar las siguientes pérdidas o efectos 
perjudiciales del fuego sobre los distintos componentes de un sistema: 
 
 
Pérdida de vidas humanas: es la más lamentable de las consecuencias, 
habiendo ocurrido en numerosas ocasiones. 
 
Pérdidas de pastoreo: es una de las principales pérdidas económicas que 
ocasionan los incendios en nuestra provincia, teniendo en cuenta el tiempo 
estimado para la recuperación y reinicio del aprovechamiento del pastizal. 
 
Pérdidas forestales: pueden indicarse como muy graves cuando los incendios 
abarcan áreas ocupadas por los bosques de la provincia fitogeográfica 
Chaqueña en el que no solo ocasiona pérdidas de maderas, sino que también 
comprometen su regeneración , estado sanitario etc. 
 
Pérdidas de infraestructura: puede ser significativas las pérdidas de 
alambrados, aguadas y otras instalaciones de las empresas agropecuarias. 
Pérdidas en la fauna silvestre: se producen disturbios en el ambiente al 
desaparecer gran número de ejemplares de distintas especies sean éstas 
benéficas de uso directo o que están actuando como predadores de otras que 
pueden llegar a convertirse en plagas. 
 
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Pérdidas por la erosión: el fuego al actuar como un gran consumidor de las 
masas vegetales, priva al suelo de la protección natural ocasionando 
pérdidas de origen erosivo, tanta hídrico como eólico; que no se pueden valuar 
en términos monetarios, pero de gran incidencia en la productividad y 
conservando los suelos. 
 
Pérdidas ecológico-sociales: la pérdida de vegetación repercute sobre el 
sistema social de la región al provocar migraciones. También se altera el valor 
paisajista, se produce un aumento de la evaporación, afectan las cuencas 
hidrográficas, etc. 
 
Para el servicio forestal de los Estados Unidos los incendios forestales 
provocan pérdidas en: 
 
1. Valor de la madera: tanta en el turno como el crecimiento, en la 
composición del rodal y en la alteración sanitaria de la madera por 
crearse una puerta de entrada de los agentes patógenos. 
 
2. Valor de las cuencas hidrográficas: al eliminarse la cobertura vegetal se 
incrementa la velocidad de escurrimiento de las aguas, en consecuencia 
hay más ocurrencia de inundaciones, más erosión, mayor aporte de los 
sedimentos, disminución de las reservas. 
 
3. Valor de los animales: se pierden nidos, crías y animales. 
 
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4. Valor recreativo del bosque: se destruye tanto las instalaciones como la 
escenografía. 
 
5. Valor como zona de pastoreo: existe pérdida de forraje. 
 
6. Otros valores de la propiedad: pérdidas de la producción agrícola, de 
edificios, alambrados y otras mejoras. 
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EFECTOS POSITIVOS 
 
El uso más generalizado del fuego como herramienta de manejo en la 
actividad agropecuaria se efectúa en los pastizales naturales. Por lo tanto en 
esta sección sólo se pondrá énfasis en los efectos positivos de la quema sobre 
la vegetación, los cuales son el motivo principal de inducir un incendio en los 
pastizales. 
 
Efectos sobre la producción de forraje 
 
En general, se puede decir que los productores ganaderos de la 
provincia de Catamarca producen fuegos intencionales en los campos de 
pastoreo para incentivar el rebrote de las gramíneas cuando éstas aún no han 
salido del reposo invernal (julio - agosto - setiembre). 
 
Sin lugar a dudas, se produce el rebrote anticipado; la composición 
química de los rebrotes frescos es más rica en proteínas y por lo tanto, son 
más apetecidos por el ganado. Las hojas secas y duras fueron arrasadas por el 
fuego y en consecuencia los animales tienen mayor acceso a los brotes de la 
base. 
 
En cuanto a la producción de materia seca total producida y a los valores 
de la productividad en un campo quemado los datos son disímiles. Al 
comienzo, después de una quema, hay una rápida producción de materia seca 
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que luego va disminuyendo y en los no quemados hay un lento rebrote inicial 
pero al término del ciclo aumenta la producción, no habiendo finalmente 
diferencias significativas entre ambos. Para algunos autores los pastos 
quemados producen menor cantidad pero mayor calidad de forraje. 
 
En una experiencia realizada en un monte natural en la región 
pampeana, Lutz y Graff, encontraron que en potreros con quema controlada a 
favor del viento, que hubo 
 
menor producción de forraje diferido (1.500 kg/ha.) pero una mayor 
disponibilidad y accesibilidad de alimentos de alta digestibilidad (hasta 20 
unidades mayor) en época crítica, debido a los rebrotes en otoño e invierno y 
picos de producción en octubre y diciembre. 
 
La quema durante la estación seca y de reposo, poco antes de 
producidas las primeras lluvias, estimula el rebrote y en consecuencia se 
adelanta la floración de algunas especies; mientras que los incendios 
posteriores las disminuyen o anulan. 
 
Efectos sobre la composición florística 
 
En cuanto a la composición florística, el fuego puede enriquecer la flora 
de un lugar permitiendo la radicación de nuevas especies, pero también puede 
simplificarla. Las especies que crecen juntas responden de muy diferentes 
maneras al mismo fuego. Algunas pueden estar en activo crecimiento y así ser 
más susceptibles; los árboles que no son capaces de emitir brotes desde la 
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corona, en general, son eliminados por fuegos repetidos; las gramíneas 
perennes y anuales suelen ser favorecidas, mientras que los arbustos se 
perjudican. 
 
Los incendios recurrentes hacen que desaparezcan las especies 
perennes y útiles y éstas son reemplazadas por especies indeseables, 
generalmente anuales o bianuales, y en consecuencia aumenta la proporción 
de suelo desnudo o descubierto. 
 
 El fuego bien utilizado, puede aumentar la producción de semillas 
de algunas plantas en un 300 % y mejorar el porcentaje de germinación de las 
semillas hasta un 20 %. Cabe, destacar el efecto benéfico de este hecho para 
el hábitat natural y la vida de los animales silvestres (Komarek, citado por Altieri 
Soto y Rodríguez Muñoz, Pág.216; 1977). 
 
 
Cushwa, Martin y Miller (citados por Altieri Soto y Rodríguez Muñoz, 
Pág.216; 1977) consideran que el fuego favorece la germinación debido a que 
modifica las condiciones de crecimiento de las semillas, al crear una cama 
compuesta de un suelo mineral rico en elementos nutritivos y de una alta 
exposición solar. Modifica el medio biótico circundante al eliminar plantas o 
semillas indeseables que compiten por luz, elementos nutritivos y agua. 
Además reduce la presencia de inhibidores de la germinación presentes en el 
suelo que son de naturaleza hidrosoluble producidos por ciertas plantas con el 
objeto de impedir el desarrollo de otras especies, para así dominar el área. 
 
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CONCLUSIÓN 
 
 La lucha contra los incendios de pastizales naturales y sus 
consecuencias sobre el hábitat natural resultan fundamentales para proteger la 
función básica que éstos desempeñan en la provincia de Catamarca en la 
compleja dinámica de los ecosistemas áridos. 
 
 La efectiva reducción y control de los incendios permitiría que los pastizales 
y los bosques continuaran e incrementaran los aportes fundamentales que 
realizan para la economía provincial. 
 
 Los pastizales altoserranos y los bosques chaqueños tienen funciones 
estratégicas, moderan no sólo las adversidades climáticas, vientos, 
escurrimientos y erosión, sino que también neutralizan la contaminación, con 
los consiguientes beneficios ambientales y, en última instancia, económicos. 
 
 Su destrucción, en cambio, afecta al ecosistema y, por ende, a la 
población, a los productores, y a la economía rural, con consecuencias futuras 
devastadoras. 
 
 Cabe que la mayoría de los incendios de campos son provocados por la 
acción inescrupulosa e irresponsable del hombre. La actividad forestal 
propiamente dicha no produce incendios en nuestra provincia, mientras que la 
actividad ganadera provoca periódicamente incendio de pastizales con el 
propósito de incentivar el rebrote a la salida del invierno.ÁREA ECOLOGÍA 
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 No se han estimado la cuantía de las pérdidas que los incendios 
provocan en el valor económico de los campos de pastoreo destruidos (daños y 
pérdidas en el ganado), en los valores recreativos de los bosques y pastizales 
(valor escénico), en el valor de la 
 
 
zona de pastoreo (vegetación leñosa, pasto y forraje, suelo, regeneración 
vegetal, etc.) y en los valores económicos y sociales (afectación sobre el valor 
productivo, fauna silvestre, pérdidas de vidas humanas y los daños materiales 
en las viviendas, alambradas e instalaciones rurales). Pero básicamente el 
mayor costo que generan los incendios son las pérdidas ambientales y 
paisajísticas. Los pastizales naturales y el bosque nativo ejercen una fuerte 
regulación sobre el ambiente que incluye servicios tales como la protección de 
suelos, purificación del aire, fijación del carbono y refugio de la fauna. 
 
Como expresa Primavesi (1984) el uso del fuego para provocar el 
“rejuvenecimiento” de pastizales es un método barato a corto plazo pero muy 
caro a largo plazo. Esto significa que el fuego no es, en sí mismo, ni bueno ni 
malo. Todo depende de cómo y cuando se lo aplique. 
 
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