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J. Santacreu1, M.O. Márquez y V. Rubio 
 
 
 
 
 
 
 
Dto. Psicología Biológica y de la Salud. 
Universidad Autónoma de Madrid 
 
1
Correspondencia: José Santacreu Dto. de Psicología Biológica y de la Salud. Fac. de Psicología. Universidad 
Autónoma de Madrid. 28049. Madrid. 
jose.santacreu@uam.es 
 
J. Santacreu, M.O. Márquez & V.J. Rubio. La prevención en el marco de la Psicología de la Salud 
2 
 
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5HVXPHQ�
Se revisan los conceptos de prevención, salud y enfermedad en el contexto de 
psicología de la salud. Se hace referencia a los tipos de prevención reiterados en 
numerosos informes de la OMS y a la necesidad de aclarar el concepto de 
prevención en relación al daño o enfermedad que se intenta prevenir. Se critica la 
idea de la distinción entre salud mental y salud física y la idea de que la 
SVLFRORJtD�FOtQLFD se ocupa de la salud mental y la SVLFRORJtD�GH�OD�VDOXG, de la 
salud física. A partir de la definición de la salud y la enfermedad en los términos 
de la OMS se señala que la enfermedad se manifiesta como la incapacidad del 
sujeto humano en su conjunto o de alguno de sus subsistemas para adaptarse al 
entorno. La enfermedad se manifiesta en forma de queja. La salud es por el 
contrario uno de las muchas alternativas a través de las cuales las personas, se 
adaptan a su ecosistema en un momento dado de su historia. 
Hasta ahora hemos mantenido que la psicología clínica es la psicología de la 
terapia, de la reparación del daño del paso de la enfermedad a la salud. La 
psicología de la salud vigila la salud de la población, los diversos 
comportamientos saludables y de riesgo y trata de prevenir el daño o enfermedad 
en personas sanas y promueve comportamientos saludables a largo plazo. La 
actuación sobre personas sanas versus personas enfermas exige técnicas y 
métodos alternativos en psicología clínica o de la salud aunque en ambos casos 
sean aproximaciones psicológicas. 
Finalmente se propone que el nombre de 3VLFRORJtD�GH�OD�6DOXG se utilice para la 
psicología que se refiera de forma indistinta a la salud o a la enfermedad con 
independencia de que sus manifestaciones sean biológicas o psicológicas, para la 
prevención o el tratamiento. 
 
3DODEUDV� FODYHV: prevención, salud biológica salud mental, psicología de la 
salud , psicología clínica. 
3VLFRORJtD�\�6DOXG����(Jul-Dic), 81-92 (1997) 
3 
 
35(9(17,21�,1�7+(�&217(;7�2)�+($/7+�36<&+2/2*< 
 
6XPPDU\�
The concepts of prevention, health and sickness are reviewed in the context of 
health psychology. Reference is made to the fact of the types of prevention 
repeated in numerous WHO reports and the need to clarify the notion of 
prevention with reference to the damage or illness it is sought to prevent. A 
criticism is made of the distinction between mental and physical health and that 
FOLQLFDO� SV\FKRORJ\ concerns itself with mental health, and health psychology 
with physical health. 
On the basis of the definition of health and sickness in the WHO’s terms, it is 
indicated that sickness is seen in the inability of persons as a whole or in one of 
their sub-systems to adapt to the environment, particularly in the form of 
complaint. Health on the other hand is one of the many alternatives through 
which people adapt to their ecosystem at a given point in their history. 
Until now, it has been maintained that clinical psychology is the psychology of 
therapy, the repairing of the damage, the shift from VLFNQHVV� WR� KHDOWK. Health 
Psychology monitors the population’s health, the various healthy and risk 
conducts, and seeks to SUHYHQW� WKH� GDPDJH� RU� VLFNQHVV in healthy persons, 
promoting ORQJ�WHUP� KHDOWK\� EHKDYLRUV� Action on healthy persons YV sick 
persons demands alternative techniques and methods in clinical or health 
psychology even though they are, in both cases, psychological approaches. 
Finally, it is proposed that the name +HDOWK�3V\FKRORJ\�should be given to any 
psychology concerned with health and sickness irrespective of whether it is 
biological or exclusively psychological, for its prevention or treatment. 
 
.H\� ZRUGV� prevention, physical health, mental health, health psychology, 
clinical psychology. 
 
J. Santacreu, M.O. Márquez & V.J. Rubio. La prevención en el marco de la Psicología de la Salud 
4 
 
6REUH�OD�SUHYHQFLyQ� 
 
A pesar de las descripciones de Matarazzo(1980) Stone(1988) Rodriguez Marín 
(1991, 1995) sobre el objeto, metodología, fundamentos y desarrollo profesional 
de la Psicología de la Salud parece que los aspectos fundamentales de la 
disciplina no están suficientemente definidos y generalmente se induce a 
confusión, a pesar de los múltiples foros en los que se debate tratando de precisar 
los principales conceptos sobre el tema. En todo caso partimos de que uno de los 
objetivos principales de la Psicología de la Salud es el estudio del 
comportamiento precursor de la salud y la enfermedad y, en su rama aplicada, la 
intervención preventiva. El término prevención es de origen latino y hace alusión 
a la acción y efecto de prevenir. Relaciona dos conceptos previos: de una parte 
hace referencia a la preparación o a la acción DQWLFLSDGD��y de otra, tiene como 
objetivo el evitar males o GDxRV� inminentes. Está relacionado también con 
términos como prever (saber con anticipación lo que ha de pasar), avisar, advertir 
(para que otros conozcan lo que va a ocurrir) y precaver (tomar medidas para 
evitar o remediar algo). 
La primera acepción hace referencia a DYLVDU. Así hablamos de un sujeto 
“prevenido” como de una persona avisada, que conoce con antelación el curso de 
los acontecimientos. La segunda acepción tiene que ver con DFWXDU llevar a cabo 
una serie de acciones que impidan el daño del que previamente estamos 
informados, que ocurrirá a menos que actuemos. Así en los casos de catástrofes 
(terremotos, incendios, tormentas, etc.) conocer con antelación permite 
prepararse en cierto modo para el evento. Conocer la evolución epidemiológica 
de una enfermedad vírica permite ciertas posibilidades de actuación. 
Entendemos que toda aquella actividad: disposiciones, instrumentos, etc., 
tendentes a informar del estado de la situación, con pretensiones de LQIRUPDU�lo 
antes posible, o con la intención de informar para que se puedan llevar a cabo 
actuaciones que reduzcan el posible daño que se avecina, sería lo que 
llamaríamos SUHYHQFLyQ� SULPDULD� De esta manera poner sensores de humos, 
realizar estudios epidemiológicos, revisar la vista o los dientes periódicamente, lo 
consideramos actividades relacionadas con prevención primaria. 
Por el contrario, la actividad tendente a remediar la posible amenaza o daño que 
se avecina y del que se tiene “información” lo llamaríamos SUHYHQFLyQ�
VHFXQGDULD��Así pues, vacunar, instruir a la población para que actúe de una 
determinada manera en casos de incendio, lavarse los dientes después de las 
comidas, hacer ejercicio regularmente o descansar frecuentemente la vista 
cuando se realizan actividades a corta distancia, lo consideramos prevención 
secundaria. 
Ni que decir tiene que todas aquellas actividades que se llevan a cabo (bien por 
los propios interesados o por servicios profesionales especializados) cuando el 
VXFHVR�DYHUVLYR��HO�GDxR��R�GHVDVWUH�\D�KD�RFXUULGR� no se podrían denominar, a 
3VLFRORJtD�\�6DOXG����(Jul-Dic), 81-92 (1997) 
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nuestro entender, ³SUHYHQFLyQ”. Estas actividades llevadas a cabo para remediar 
el daño ya realizado en los bienes o en las personas se llaman tradicionalmente en 
los temas de Salud, WUDWDPLHQWR� Los tratamientos son actuaciones de todo tipo 
que inicialmenteintentan reducir o eliminar el daño que está ya presente, como 
por ejemplo: apagar un incendio, curar a las víctimas, utilizar lentes en caso de 
miopía, realizar un empaste en una muela o llevar a cabo un tratamiento para la 
fobia. En parte, cualquier tratamiento intenta que no recaiga el paciente en el 
mismo problema en un tiempo prudencial, y en consecuencia, se llevan a cabo 
actuaciones para impedir o “prevenir” las recaídas. Así, se monta un servicio de 
guardia para que no reaparezcan las llamas de los rescoldos del fuego ya 
controlado, se dan instrucciones a los pacientes sobre la higiene bucal o se 
preparan programas de autocontrol para sujetos tratados por una fobia, obesidad, 
infarto de miocardio, etc. 
Distinguir cuando hacemos prevención y cuando tratamiento es una cuestión 
ciertamente complicada o al menos lo ha sido hasta ahora si uno revisa los textos 
relacionados con prevención, los cuales hacen referencia a las posiciones 
mantenidas por la OMS durante los últimos 20 años. (OMS, 1976; Costa y 
López, 1986; Vega, 1983; Freixa y col. 1981; Bergeret, 1986; Macia-Antón, 
1986) algunos de ellos diferencian hasta cuatro tipos prevención primaria, 
secundaria, terciaria, y cuaternaria. y quizás sea útil señalar que entienden en 
cada uno de los niveles de prevención aunque no coinciden en todos los casos. 
Por� SUHYHQFLyQ� SULPDULD, se entiende prevenir la enfermedad o el daño en 
personas sanas sin entrar en detalle del procedimiento de prevención. En algunos 
casos se hace referencia exclusivamente al estudio de los procesos etiológicos, o 
descripciones epidemiológicas, en otros hace referencia a la generación de 
indicadores de alarma, como la detección de humos, ingresos en urgencias de una 
determinada enfermedad, encuestas sobre estilos de vida y su relación con el 
padecimiento de enfermedades; en otros casos se establece que se hace 
prevención en la medida en que se publicitan estos datos, incluso cuando la 
difusión es en medios científicos y profesionales. En la mayoría de los casos hace 
referencia a trabajos de detección de enfermedades o de indicadores de riesgo. 
Hay mas acuerdo respecto a lo que significa SUHYHQFLyQ�VHFXQGDULD. La mayoría 
de los autores establecen que la prevención secundaria se refiere a todo tipo de 
actuaciones que se realizan para impedir la enfermedad o el daño pero con 
referencias a una determinada población que previamente se identifica como 
población de riesgo. En lo que se difiere, es en el grado de riesgo del sujeto sobre 
el que se hace prevención. En unos casos, el desarrollo de la enfermedad es 
incipiente, en otros no hay siquiera un diagnóstico claro y, en otros ejemplos, la 
enfermedad aunque está diagnosticada cursa con gran lentitud y mucha 
variabilidad lo que hace pensar en intervenciones de tipo preventivo. 
Los ejemplos que se ponen a menudo sacados de experiencias profesionales muy 
distintas y manejados en ausencia de una teoría psicológica y de un modelo de 
análisis pertinente, no facilitan la comprensión de la clasificación. Por ejemplo la 
J. Santacreu, M.O. Márquez & V.J. Rubio. La prevención en el marco de la Psicología de la Salud 
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actuación de un sujeto sano que no sufre paludismo y viaja a una región de 
paludismo endémico que consulta a un especialista sobre actuaciones 
preventivas. O mujeres con bultos en las mamas que cada año se hacen una 
radiografía para estudiar los pequeños quistes y su evolución. El análisis de estos 
ejemplos nos muestra la dificultad del consenso conceptual cuando uno se acerca 
a problemas que son abordados desde muy distintas disciplinas. Efectivamente, 
ni el problema en sí mismo, ni el sujeto que lo sufre, preguntan sobre el marco 
conceptual o sobre la perspectiva desde la que se aborda. 
Revisemos siquiera brevemente lo que se entiende por prevención terciaria y 
cuaternaria, conceptos sobre los que todavía hay menos consenso. En términos 
generales se entiende por �SUHYHQFLyQ�WHUFLDULD aquellos tipos de actuaciones en 
los que se interviene cuando la enfermedad está diagnosticada pero incipiente, 
en la que aparecen los primeros síntomas y se SUHYLHQH�HVWDGRV�PDV�DYDQ]DGRV�
GH�OD�HQIHUPHGDG. Por ejemplo la intervención dirigida al control alimenticio en 
los casos de un nivel de ácido úrico elevado, para prevenir la formación de 
cristales de ácido úrico en las articulaciones. Del mismo modo, se entiende por 
SUHYHQFLyQ�FXDWHUQDULD�la intervención que se realiza cuando el sujeto ya padece 
o ha padecido la enfermedad, y ha sido tratado con el resultado de curación o al 
menos, dependiendo del tipo de enfermedad, paliando sus efectos mas nocivos y, 
se cree que las posibilidades de recaída son muy altas. La intervención en 
prevención cuaternaria se reduciría a lo que clásicamente se ha llamado 
“prevención de recaídas” en la clínica. 
Hemos defendido que llamar prevención a estas actuaciones, no tiene sentido y 
posiblemente solo contribuya a la confusión (Santacreu, 1991 ; Santacreu, 
Márquez y Zaccagnini, 1992). El elemento que a nuestro entender induce a 
confusión es mezclar el tipo de intervención con el objeto de la prevención. 
Cuando en un intento de aclarar la cuestión nos preguntamos VL� XQ� SURJUDPD�
SDUD�GHMDU�GH� IXPDU es una intervención SUHYHQWLYD la formulación misma nos 
impide contestar y/o nos lleva a error. Si efectivamente es un programa para dejar 
de fumar, se aplicará a fumadores es decir a personas “enfermas “ y en 
consecuencia se tratará de un WUDWDPLHQWR clínico. Sin embargo si se nos dice que 
la intervención tiene el objetivo de prevenir la bronquitis o la hipertensión, la 
cuestión no ofrece dudas, se trata de una intervención SUHYHQWLYD y todavía ofrece 
menos dudas si se define la población diana de referencia: fumadores habituales. 
 Por tanto aceptando el continuo prevención /tratamiento, lo que GHILQH� OD�
DFWXDFLyQ� SUHYHQWLYD� HV� HO� GDxR� R� HQIHUPHGDG� TXH� WLHQH� FRPR� REMHWLYR�
SUHYHQLU��HQ�SHUVRQDV��TXH�HQ�HO�PRPHQWR�GH�OD�LQWHUYHQFLyQ�QR�OR�SDGHFHQ� 
Prevenimos el tabaquismo en personas que no fuman pero que tienen un cierto 
riesgo de fumar y prevenimos el cáncer de garganta en personas con cierto 
riesgo de cáncer (fumadores). En estos ejemplos vemos como el daño o 
enfermedad y la población sobre la que se aplica (enferma, sana, o con riesgo de 
...) determinan si la intervención es preventiva o de tratamiento. Una vez que 
hemos definido el daño o enfermedad que queremos evitar en un determinado 
3VLFRORJtD�\�6DOXG����(Jul-Dic), 81-92 (1997) 
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grupo, que presumimos de cierto riesgo, podemos plantearnos el tipo de 
intervención preventiva: o bien LQIRUPDU� es decir hacer pública la investigación 
que establece cuales son los determinantes del riesgo (características de las 
personas o del ecosistema en el que viven o de sus comportamientos habituales, 
etc.) y cuales los comportamientos saludables deseables para prevenir el posible 
daño; o bien DFWXDU�� � cambiando específicamente los comportamientos de la 
población en riesgo y/o modificando determinadas condiciones del ecosistema, 
(v.g. facilitando puntos de distribución de agua potable a una población que 
consume agua contaminada de cisternas o pozos, exigiendo normas de higiene en 
las escuelas, penalizando la comercialización de agua sin garantías sanitarias, 
etc.). Desde nuestro punto de vista no cabría mas que un tipo de prevención (por 
el tipo de enfermedad y/o daño a evitar) pero quizás fuera conveniente distinguir 
dos tipos de intervención por las características intrínsecas de la misma: primaria 
que consiste en informar y secundaria que implica actuar modificando el 
comportamiento. 
 
5HIRUPXODFLyQ�GH�ORV�WLSRV�GH�SUHYHQFLyQ� 
 
Nuestra propuesta sería hablar de SUHYHQFLyQ�SULPDULD en el caso de que el tipo 
de intervención sea LQIRUPDU�a la población de lo que nos indican los sistemas 
epidemiológicos de alarma o la investigación sobre salud,a los efectos de que los 
informados tomen sus propias decisiones y actúen en el sentido correcto. Para 
que este tipo de prevención sea útil los receptores han de juzgar evidente y fácil, 
lo que tienen que hacer (véase una revisión en Rodriguez Marín, 1995, Cap. 2) 
En el caso de la SUHYHQFLyQ�VHFXQGDULD�el tipo de intervención es una DFWXDFLyQ�
FRPSOHMD generalmente organizada como un programa con objetivos y métodos 
definidos, que va mas allá de la mera información, en el que se invierten 
considerables recursos y de los que se esperan unos resultados claros. 
Las actuaciones llamadas de prevención terciaria y cuaternaria, según la 
descripción anteriormente citada, las consideramos LQWHUYHQFLRQHV�GH�WUDWDPLHQWR 
en el control de determinadas enfermedades con el objetivo de lograr la curación 
o de impedir la recaída. Por ejemplo un ³SURJUDPD� GH� ELRIHHGEDFN� SDUD� HO�
UHFRQRFLPLHQWR�GHO�QLYHO�GH�LQVXOLQD´ es una parte del paquete de tratamiento en 
el caso de un paciente diabético que tiene que inyectarse insulina diariamente. El 
objetivo es ayudarle a mantener estable el nivel de glucosa en sangre El 
tratamiento es fundamentalmente médico (administración de insulina en sus 
distintas formas) pero el aspecto aquí mencionado está directamente relacionado 
con la intervención psicológica: aprender a reconocer el nivel de glucosa y actuar 
en consecuencia. Esta intervención, podría ser considerada como preventiva 
respecto a otras enfermedades ya que el exclusivo tratamiento por administración 
de insulina de forma pasiva o con insuficiente control, puede llevar a 
empeoramientos de la enfermedad o a otros problemas (ceguera por control 
inadecuado del nivel de azúcar) que se pueden paliar o prevenir con una 
J. Santacreu, M.O. Márquez & V.J. Rubio. La prevención en el marco de la Psicología de la Salud 
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intervención psicológica DG� KRF y, de esta manera, una intervención que 
llamamos de tratamiento de la diabetes, puede ser denominada preventiva 
respecto a la ceguera. (Polaino y Gil-Roales 1990). 
 
6REUH�OD�VDOXG�\�OD�HQIHUPHGDG 
 
La definición de salud y enfermedad en los términos planteados por la OMS 
desde su constitución en 1948, y el uso consuetudinario del término enfermedad 
 para referirse a la enfermedad con síntomas orgánicos (y en ocasiones a la 
llamada enfermedad mental) es otra fuente de confusión que puede rastrearse en 
cualquier revisión bibliográfica sobre salud y prevención y disciplinas afines 
(Psicología de la salud, Medicina Conductual, Educación para la salud, 
Epidemiología, Salud Pública). La distinción entre alma y cuerpo que arranca 
desde mas allá de la filosofía griega e impregna toda la cultura occidental (Platón 
y Descartes) probablemente están en la base de la dificultad de la compresión de 
los conceptos de salud y enfermedad que propugna ahora la OMS. 
Si partimos de la denominación de sujeto enfermo tendremos que diferenciar 
entre: 
a) órganos y en general VXEVLVWHPDV� GHO� LQGLYLGXR� HQIHUPRV. Así en 
medicina, generalmente, se asume que un individuo está enfermo cuando 
alguna de sus partes, órganos o subsistemas está enfermo y no funciona 
pudiendo llegar a afectar a todo el sistema en su funcionamiento vital y el 
diagnóstico de persona enferma es o puede ser a instancias del paciente 
pero es independiente de las demandas del paciente. 
b) LQGLYLGXR�HQIHUPR que manifiesta inadecuación o déficit de adaptación y 
demanda ayuda (En psicología clínica tradicionalmente se han asumido 
estos casos como enfermos con independencia de donde se situara el 
origen o la etiología de la enfermedad, pero en cualquier caso se ha 
actuado WUDWDQGR de habilitar al sujeto). 
c) HFRVLVWHPD (social o ambiental) HQIHUPR que hace referencia a un medio 
que produce personas enfermas, que demanda mayor asistencia sanitaria o 
social y que en ocasiones, provoca conflictos y violencia (La actuación en 
este caso ha sido amplia afectando a instancias desde el mas alto nivel 
político a las simples asociaciones de afectados. La actuación profesional 
siempre ha sido multidisciplinar, tanto en epidemias recientes como la del 
cólera en América, la del aceite de colza en España, o el SIDA en todo el 
mundo, como en problemas sociales de segregación, pobreza, violencia 
callejera o en problemas muy diversificados como el consumo y tráfico de 
drogas, accidentes de tráfico. 
 
En cualquier caso y con independencia de donde situemos OD� JpQHVLV� GHO�
SUREOHPD (órganos o subsistemas, individuo o ecosistema) resultarán individuos 
enfermos que dependiendo, no solo de donde se originen los problemas sino 
3VLFRORJtD�\�6DOXG����(Jul-Dic), 81-92 (1997) 
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también del JUDGR� HQ� TXH� DIHFWHQ a los distintos sistemas por debajo o por 
encima del individuo, provocará sintomatología perceptible a nivel biológico o 
psicológico, y en la medida en que el problema afecte simultáneamente a muchos 
individuos será perceptible a nivel social. La sintomatología mostrada no es más 
que la incapacidad de adaptación del individuo a las demandas de su ecosistema. 
Los síntomas son comportamientos disfuncionales del individuo o de alguno de 
sus subsistemas. 
 
Podemos distinguir dos dimensiones de las manifestaciones de la enfermedad 
partiendo del supuesto de que la génesis o etiología del problema es, 
generalmente, multicausal, no lineal y en cualquier caso, no determina ni el tipo 
de síntomas ni la gravedad de los mismos: La dimensión individual y la del 
ecosistema. 
 
1. Desde la SHUVSHFWLYD� LQGLYLGXDO, los síntomas y manifestaciones de la 
enfermedad relevantes aparecen a nivel de subsistemas biológicos o a nivel 
psicológico, de manera que el ecosistema siempre es percibido como fuente 
causal pero nunca como ente enfermo con manifestación de síntomas, mientras 
que en el individuo, además de manifestarse los síntomas, puede hallarse el 
origen del problema (bien por deformación o desajuste de alguno de sus 
tejidos u órganos o bien por un comportamiento inadecuado). Desde la 
perspectiva individual, no tienen sentido los datos epidemiológicos del 
ecosistema, como la edad, el sexo, la zona de residencia, las normas de 
higiene, etc. Ante una persona enferma tratamos de reunir la suficiente 
evidencia como para diagnosticar una enfermedad y tratarla. 
 
2. Desde la SHUVSHFWLYD�VRFLDO, grupal o de salud pública, las manifestaciones de 
enfermedad vienen determinadas por los llamados índices epidemiológicos, 
indicadores que informan sobre el número de individuos que están afectados 
por tal tipo de variable o síntoma. En la perspectiva grupal los otros son 
simplemente elementos muy importante del ecosistema del humano. El 
ecosistema se manifiesta mas o menos enfermo según el número de personas 
afectadas por la enfermedad, el riesgo de muerte de la misma, etc. pero como 
tal sistema, no está enfermo (en el sentido de síntomas y quejas) sin embargo, 
respecto de un buen número de enfermedades se puede predecir si un 
ecosistema es insalubre y cual será la evolución de los índices epidemiológicos 
 teniendo en cuenta las variables sociales y ambientales. Con facilidad 
podríamos comparar la salubridad de dos áreas geográficas, teniendo en cuenta 
la densidad de población, el nivel educativo, la permeabilidad inter clases, la 
depuración de aguas, etc. En la dimensión del ecosistema los enfermos 
importan en la medida que impactan al resto de la sociedad y nos interesan 
aquellos datos que pueden sernos de utilidad para la prevención de una 
determinada enfermedad en otros. 
J. Santacreu, M.O. Márquez & V.J. Rubio. La prevención en el marco de la Psicología de la Salud 
10 
 
En el siguiente ejemplo podemos ver como se delimitan los campos conceptuales 
que vamos estableciendo: 
 Supongamos el caso de una infección que después de los primeros estudios, obtiene un diagnóstico de 
cólera. La enfermedad va afectando gradual y progresivamente a una determinadapoblación, y tiene 
distintos orígenes: a) SHUVSHFWLYD� GHO� HFRVLVWHPD� relativos a la depuración de aguas residuales, al 
hacinamiento y condiciones de vivienda, a hábitos de limpieza, tipo de ingesta de la población y en última 
instancia número de personas infectadas; y b) desde una�SHUVSHFWLYD�LQGLYLGXDO� el origen del problema es 
la ingesta, por parte de la persona infectada, de productos contaminados, en donde variables como la 
reiteración de la ingesta infectada y las defensas de este particular organismo modularán el desarrollo de la 
enfermedad. 
 
Así pues la génesis no pertenece necesariamente a un único ámbito (biológico, 
psicológico o del ecosistema) ni produce síntomas en un único sistema, pero las 
manifestaciones de la enfermedad son pertenecientes a un individuo o a alguno 
de sus subsistemas. De hecho decimos que la aproximación médica es la más 
importante en el tratamiento del cólera porque la enfermedad se manifiesta en su 
fase aguda cuando el subsistema digestivo en su respuesta a la infección produce 
deshidratación y, a partir de este punto, se puede descomponer el sistema en su 
conjunto y provocar peligro inmediato de muerte. 
La intervención sobre la enfermedad a QLYHO� LQGLYLGXDO bien sea médica o 
psicológica, y cualquiera de los elementos que son importantes en la misma, está 
muy alejada de la LQWHUYHQFLyQ� D� QLYHO� GHO� HFRVLVWHPD y por tanto de la 
prevención de la enfermedad al resto de los elementos sanos. 
Como ya hemos señalado en otro lugar (Santacreu, 1991), creemos que resulta 
imprescindible distinguir la perspectiva social, de salud pública o como decimos 
nosotros del ecosistema, de la perspectiva individual. Los términos salud y 
enfermedad han de referirse de modo independiente al individuo y al ecosistema 
para facilitar la comprensión y en consecuencia tendremos que referirnos a 
prevención y tratamiento relativos al ecosistema y al individuo. 
Sin embargo no podemos soslayar el hecho de que en cualquier sujeto y sin que 
se manifiesten síntomas perceptibles para él mismo en el momento "T" puede 
estar enfermo o desajustado alguno de sus subsistemas (p.e. subsistema vascular) 
perceptible por expertos mediante aparatos. Decimos que el individuo está VDQR�y 
que probablemente tendrá problemas vasculares precozmente. ¿Pero podemos 
decir que uno de nuestros subsistemas está enfermo? ¿No nos llevará este 
planteamiento a una distinción infinita de sistemas (p.e. circulatorio, vascular, 
celular, etc.)? Si partimos, como es nuestro caso, de una perspectiva psicológica 
podría ser suficiente, para determinar si un individuo está sano, tener en cuenta 
los subsistemas biológicos de primer nivel por abajo y los suprasistemas de 
primer nivel por arriba. 
Los conceptos a definir serían individuo y ecosistema enfermo y saludable y 
queda pendiente plantearnos si también tendríamos que aclarar qué es subsistema 
enfermo y saludable. Sin entrar en detalle en la definición de estos conceptos 
parece claro que para la psicología y para la medicina el FRQFHSWR� GH� VXMHWR�
3VLFRORJtD�\�6DOXG����(Jul-Dic), 81-92 (1997) 
11 
VDQR�HQIHUPR�reviste una cierta singularidad�y esta diferencia, se hace evidente 
cuando nos planteamos la LQWHUYHQFLyQ� tanto clínica (individual) como 
preventiva (grupal). 
�
� 3VLFRORJtD�GH�OD�6DOXG�\�3UHYHQFLyQ��/D�SUHYHQFLyQ�FRPXQLWDULD�� 
 
Al estudiar la salud desde una perspectiva psicológica, partimos de la 
consideración de que HO�FRPSRUWDPLHQWR2�GH�XQ�LQGLYLGXR�HQ�VX�LQWHUDFFLyQ�FRQ�
VX� HQWRUQR� �HFRVLVWHPD�� es el objeto de estudio de la psicología. El 
comportamiento de un individuo puede ser calificado de saludable en función de 
su capacidad adaptativa, evaluado a corto o a largo plazo y consideramos que el 
objeto de estudio de la 3VLFRORJtD� GH� OD� 6DOXG es precisamente el 
comportamiento de los individuos, en su interacción con el medio, en cuanto a su 
condición de salubridad (Santacreu, 1991). Al estudiar la salud de los individuos, 
con el objeto de comprender por qué están sanos y qué les permite mantenerse 
sanos, nos tenemos que dirigir al estudio de los comportamientos precusores de 
la enfermedad y al de los comportamientos que permiten permanecer en salud, 
sean estos cercanos o no al problema o enfermedad. Entendemos que las claves 
del FRPSRUWDPLHQWR�GH�ORV�LQGLYLGXRV están condicionadas en parte tanto por los 
subsistemas biológicos del propio sujeto como por el ecosistema en que vive. 
Desde una perspectiva psicológica podemos modificar el comportamiento del 
individuo mejorando sus condiciones de salubridad mejorando sus competencias, 
asumiendo las dificultades que presenta el control del ecosistema al que 
pertenece, como ocurre frecuentemente en la &OtQLFD� de adultos. No obstante 
podemos hacer un planteamiento grupal, como es usual en la comunicación de 
masas y en otro tipo de intervenciones y, en este caso, proponer un cambio de 
contingencias para el colectivo mediante la modificación de las variables del 
ecosistema. Ello significa que una actuación preventiva se optimizaría si se actúa 
tanto sobre el sujeto como sobre el ecosistema. Evidentemente se ha de entender 
que las actuaciones preventivas que proponemos tienen como objetivo el cambio 
del comportamiento de los sujetos. Para ello se proponen dos estrategias 
aparentemente distintas: actuación sobre el sujeto YHUVXV actuación sobre el 
ecosistema. 
La definición del ecosistema en cuanto a sus dimensiones depende de criterios 
pragmáticos en la solución del problema del individuo y, en unos casos, estará 
reducido a la familia y a la escuela y, en otros, será mucho mas amplio. Las 
actuaciones sobre el ecosistema pueden ser útiles (p.e. la eliminación de la droga 
del mercado reduciría totalmente el consumo) en ocasiones laboriosas, poco 
rentables y no garantizan un comportamiento saludable. (Siguiendo con el 
ejemplo, la eliminación de la droga del mercado no garantiza lo que puede pasar 
 
 2
Comportamiento hace referencia al de cualquier subsistema del individuo o al del propio individuo en su 
ecosistema . 
J. Santacreu, M.O. Márquez & V.J. Rubio. La prevención en el marco de la Psicología de la Salud 
12 
respecto al surgimiento de otras conductas adictivas o de cualquier otra conducta 
no saludable). La actuación exclusiva sobre los individuos puede ser costosa 
(modificar el comportamiento de cada individuo adecuándose a sus 
peculiaridades piscobiológicas) pero barata, si es asumida por los sucesivos 
ecosistemas en los que esta inmerso el individuo: familia, escuela, barrio, 
organizaciones políticas o deportivas, prensa, normas legales, etc. Parece 
evidente que la actuación múltiple (actuación sobre sucesivos ecosistemas) puede 
ser la clave del éxito de la intervención pero teniendo en cuenta que, en una 
sociedad democrática, es imprescindible que los individuos estén informados, 
decidan responsablemente, y asuman los objetivos de los programas preventivos. 
Es claro que una sociedad organizada bajo sistemas democráticos exige, para 
funcionar y evolucionar de forma positiva, que los sujetos estén informados 
correctamente, puesto que las personas individualmente tienen que elegir entre 
una serie de opciones o de soluciones para el futuro, que como sabemos, es 
incierto. Para lograr el�DXWRFRQWURO (autoguía) de un grupo respecto a su salud, la 
información a todos los elementos del ecosistema, ha de ser amplia y continua y 
tal sociedad ha de disponer de mecanismos eficaces de información para la toma 
de decisiones y la ejecución de las soluciones. Es importante señalar que en un 
sistema no democrático seria posible modificar el comportamiento con mas 
eficacia a corto plazo aunque de acuerdo con la cultura política actual no tendría 
efectos duraderos. 
En general, si solo modificamos los grandes ecosistemas a través de medidas 
globales (p.e. infraestructura de comunicación, sanitaria,cambios legislativos, 
campañas publicitarias, etc.) las personas no cambiarán su comportamiento en el 
sentido en el que se les pida, no porque los procedimientos de cambio no sean 
suficientemente potentes, sino porque tales procedimientos no aseguran que se 
asuman ni los objetivos ni los procedimientos de cambio y ello implica que 
actúan ciegos. Los responsables de la intervención serán los únicos que 
conocerán (si disponen de los medios de evaluación necesarios) si los resultados 
son positivos o negativos y, sólo si en ese momento disponen de los recursos, 
podrán tratar de implementar una nueva solución. Por el contrario, entendemos 
que la prevención desde el marco comunitario exige que los sujetos asuman los 
objetivos y tengan capacidad de DXWRFRQWURO (autoevaluación y autodirección). 
De esta forma los sujetos serán sensibles, percibirán los efectos de su conducta 
sobre el ecosistema, los efectos del ecosistema sobre su propia conducta y sobre 
todo los efectos de VX� FRPSRUWDPLHQWR� VREUH� OD� VDOXG y, por consiguiente, 
podrán corregirse permanentemente. Esto es, los sujetos tendrán una actitud 
positiva de afrontamiento del problema. Para alcanzar esta exigencia primero hay 
que tener claro en que consiste el problema y luego informar con veracidad y 
consistencia al individuo y a todos los grupos que conforman el ecosistema. 
La solución que se le ha dado a esta disyuntiva (Santacreu, Zaccagnini y 
Márquez, 1992) ha sido distinguir dos dimensiones de la intervención. La 
primera sería la GLPHQVLyQ� JOREDO�HVSHFtILFR en la que el polo JOREDO de la 
3VLFRORJtD�\�6DOXG����(Jul-Dic), 81-92 (1997) 
13 
dimensión hace referencia a programas generales de promoción de la salud, en 
los que se instruye en higiene, autocuidado, afrontamiento, etc. mientras que el 
polo HVSHFtILFR hace referencia a la prevención de un problema o enfermedad 
concreta, por ejemplo, la prevención de incendios, de consumo de drogas, de la 
ceguera o de infartos de miocardio. La segunda sería la � GLPHQVLyQ� LQGLYLGXR�
HFRVLVWHPD en donde el polo LQGLYLGXR haría referencia a programas de 
prevención dirigidos a individuos o pequeños grupos a los que se ha identificado 
como de alto riesgo y a los que hay que inducir un cambio en su comportamiento 
y el polo HFRVLVWHPD se refiere al programa dirigido al ecosistema mas lejano y 
general en el que está inmerso el individuo (mensajes de políticos en T.V. o 
campañas publicitarias a población general, políticas urbanísticas, etc.). 
Como ya hemos señalado (Froján y Santacreu, 1993 ), creemos que la 
intervención preventiva podrá tener más éxito con una actuación sobre WRGD� OD�
GLPHQVLyQ� LQGLYLGXR�HFRVLVWHPD, es decir, sobre todos y cada uno de los 
ecosistemas que podamos definir. Por el contrario, con respecto a la dimensión 
global-específico, se recomienda actuar en el sentido del SROR�JOREDO� si se desea 
hacer hincapié en la SURPRFLyQ�GH�OD�VDOXG general, y en el del SROR�HVSHFtILFR� si 
el objetivo es erradicar la posibilidad de un daño o riesgo conocido, en sus 
manifestaciones y en su génesis. 
Hay una cuestión que oscurece el planteamiento FRPSRUWDPLHQWR� LQGLYLGXDO�
YHUVXV� HFRVLVWHPD� y es, que la mayoría, por no decir WRGDV� ODV� FDPSDxDV� R�
SURJUDPDV��SUHYHQWLYRV�DFW~DQ�VREUH�\�PRGLILFDQ�HO�FRPSRUWDPLHQWR�LQGLYLGXDO� 
algunas incluso en el sentido deseado, pero no siempre afectan al grupo de 
personas al que va dirigido (la�SREODFLyQ�GH�ULHVJR� ni a todas las personas en el 
mismo sentido (p.e. una campaña informativa que hable sobre los peligros de la 
droga afecta en sentido opuesto según el QLYHO� GH� ULHVJR que acepte el sujeto 
receptor) ni siquiera a todas las personas en el mismo momento. Ello exige una 
metodología particular para evaluar y valorar los mencionados programas 
preventivos. 
 
� /D�,QWHUYHQFLyQ�3UHYHQWLYD� 
 
No pretendemos analizar los problemas de diseño y valoración de los programas 
de cambio del comportamiento humano en general, ni siquiera los problemas y 
dificultades metodológicas que se plantean, cuando se trata de producir un 
³FDPELR� GH� FRPSRUWDPLHQWR´� GHVGH� OD� SHUVSHFWLYD� GH� OD� SUHYHQFLyQ, 
(recomendamos para una análisis LQ�H[WHQVR el libro de Fernández Ballesteros de 
1995:�(YDOXDFLyQ�GH�SURJUDPDV) sino comentar los problemas metodológicos, 
que se ponen de manifiesto, cuando se contrastan las diferencias entre un enfoque 
desde la patología propios de la intervención paliativa y reparadora (Medicina y 
Psicología Clínica) y un enfoque desde la Salud (búsqueda de la salud a largo 
plazo y de la prevención) propios de la intervención preventiva. 
 
J. Santacreu, M.O. Márquez & V.J. Rubio. La prevención en el marco de la Psicología de la Salud 
14 
D��(O�FRPSRUWDPLHQWR�VDOXGDEOH� 
 
Si tratamos de estudiar en un ecosistema el grado de salud deberemos buscar lo 
saludable, bien en el ecosistema (ambiente y grupos sociales), bien en el 
organismo (características biológicas, habilidades básicas, estilos interactivos, 
competencias, marco cultural, historia de aprendizaje personal, ...) o bien en, un 
plano distinto en la FRQVWUXFFLyQ�GH�OD�LQWHUDFFLyQ�DFWXDO entre el individuo y su 
medio, es decir, en el comportamiento actual del individuo en su intento de 
adaptarse al ecosistema. 
Para intervenir sobre el grado de salud y promover comportamientos saludables 
proponemos la síntesis de las dos posiciones antes apuntadas. Ambas posturas 
PRGLILFDFLyQ�GHO�HFRVLVWHPD�\�FDPELR�GHO�FRPSRUWDPLHQWR�LQGLYLGXDO�son los 
extremos del planteamiento que aquí se propone, y que en suma consiste en 
³FDPELDU� HO� HFRVLVWHPD� GHVGH� HO� FDPELR� FRPSRUWDPHQWDO� GH� FDGD� LQGLYLGXR´��
LPSOLFDQGR� HQ� HO� FDPELR� D� XQ� DPSOLR� Q~PHUR� GH� LQGLYLGXRV� \� GH� JUXSRV�
(distintos niveles del ecosistema). En cualquier caso, consideramos que en una 
intervención preventiva habría que considerar los siguientes puntos: 
 
1. Los cambios en el comportamiento individual, desde una perspectiva clínica, 
solo producen la adaptación individual a un ecosistema; sin embargo un 
ecosistema dado (p.e. las condiciones de una gran ciudad como Madrid) 
puede, por sus características, estar produciendo/facilitando un gran número de 
sujetos “desadaptados”. 
2. Los cambios en el comportamiento individual pueden producir cambios en el 
estilo de comportamiento de un individuo, pero alteran levemente el 
ecosistema. Solo el cambio de comportamiento de una masa crítica de 
individuos, en los distintos niveles del ecosistema, permite percibir cambios 
medibles en el mismo. 
3. Los procedimientos de cambio diseñadas para un solo individuo son inútiles 
para modificar el ecosistema desde el cambio del comportamiento de los 
individuos. 
4. La mayor adaptación a las características de cada sujeto, de los programas de 
entrenamiento. facilitará el cambio consistente del individuo y del ecosistema 
en el que está inmerso. 
5. Los comportamientos a implementar (o en su caso a mantener) serán 
saludables en la medida que mantengan en buen funcionamiento los distintos 
subsistemas biológicos y faciliten la adaptación del individuo al ecosistema a 
corto, medio y largo plazo. Las habilidades de autocontrol facilitan este tipo de 
adaptación. 
 
E��(O�PRPHQWR�GH�OD�LQWHUYHQFLyQ� 
 
3VLFRORJtD�\�6DOXG����(Jul-Dic), 81-92 (1997) 
15 
Entendemos que las variables que determinan la génesis del problema 
(comportamientos precursores de la enfermedad) son diferentes de las variables 
que determinan la propia enfermedad y su mantenimiento (los comportamientos 
que constituyen el problema). Es evidente que si no disponemos de un modelo 
explique como se enferma y como se mantiene un sujeto sano no podemos 
intervenir, con independencia de que conozcamos un procedimiento para curar o 
reparar el daño o enfermedad. 
Hay determinados tipos de problemas en los que (dado el estado de conocimiento 
que se tiene sobre el tema) no se debería intervenir en prevención.En ocasiones 
subyacen supuestos falsos que justifican la intervención. Para un ejemplo 
pensemos en la prevención del consumo de tabaco. Alguno de estos supuestos 
dudosos son: 
1. /RV�LQGLFLRV�GH�OD�FRQGXFWD�SUREOHPD�GHWHFWDGRV�FRYDUtDQ�FRQ�ODV�FRQGXFWDV�
SURSLDV� \� FDUDFWHUtVWLFDV� GHO�PLVPR�SUREOHPD� DOJXQRV� DxRV�PiV� WDUGH. Los 
que fuman a los 12 años esporádicamente serán los que fumarán a los 20 años. 
2. (O� WUDWDPLHQWR� DSOLFDGR� FRQ� DQWHODFLyQ�� HQ� SREODFLyQ� VDQD� LPSLGH� OD�
DSDULFLyQ�GHO�SUREOHPD�PiV�WDUGH. Por ejemplo una campaña de información 
que modifique las creencias, actitudes o conocimientos, que el tabaco tiene 
sobre la salud en la infancia, no desaparecerá en la adolescencia y será efectiva 
en la reducción de la prevalencia del consumo. 
3. 6H� SXHGHQ� GHWHFWDU� FRQ� IDFLOLGDG� ORV� LQGLFLRV� GH� OD� FRQGXFWD� SUREOHPD� TXH�
DSDUHFHUi� YDULRV� DxRV� GHVSXpV. (p.e. ¿cuales podrían ser los indicios en la 
adolescencia, de un consumidor de cocaína que se inicia a los 25 años, en el 
lugar de trabajo, con esta droga?) 
4. (O�HFRVLVWHPD��ORV�IDFWRUHV�H[WHUQRV��DPELHQWDOHV�R�VRFLDOHV��VRQ�FRQVWDQWHV�\�
SXHGHQ�VHU�FRQVLGHUDGRV� LQYDULDEOHV�GXUDQWH� OD� LQWHUYHQFLyQ�SUHYHQWLYD. Sin 
embargo en algunos programas con diseños de grupo control se observan que 
los cambios en los valores creencias etc., se modifican durante la intervención 
preventiva y distorsionan sus efectos (Calafat, et al. 1984). 
 
F��/D�VHOHFFLyQ�GH�OD�PXHVWUD�VREUH�OD�TXH�VH�YD�D�LQWHUYHQLU� 
 
La intervención en prevención implica el tratamiento de individuos sanos con la 
esperanza de que el efecto del tratamiento sea OD� QR� DSDULFLyQ� GHO�
FRPSRUWDPLHQWR� PyUELGR. Si el tratamiento fuera LJXDO� D vacunación y la 
vacunación fuera barata entonces lo razonable sería vacuna para todos, (v.g. 
vacuna contra la poliomielitis). 
Es evidente, a nuestro parecer que los programas de intervención en prevención 
afectan a los sujetos de muy diferentes maneras (incluso en sentido opuesto al 
deseado) de manera que variables como experiencia previa o estilo personal de 
afrontamiento, son moduladoras del efecto de la intervención. 
Parece, aunque desde luego podría discutirse, que la intervención en prevención 
tendría sus PHMRUHV�HIHFWRV en el caso de dirigirse a muestras de alto riesgo. El 
J. Santacreu, M.O. Márquez & V.J. Rubio. La prevención en el marco de la Psicología de la Salud 
16 
problema es como identificarlas. Algunos autores señalan que (p.e. en los 
trastornos psiquiátricos) no hay factores de riesgo que sean buenos predictores, 
sin embargo la presencia de dos o mas factores si predice con mayor fiabilidad. 
Sin embargo, la mayoría de los autores parecen estar de acuerdo en que si las 
redes de apoyo social, no son amplias ni duraderas, el sujeto puede ser 
clasificado como de alto riesgo para cualquier desgracia, enfermedad, etc.,. 
Desde otra perspectiva Ribes (1990) plantea en su PRGHOR�SVLFROyJLFR�GH�VDOXG�
ELROyJLFD, un conjunto de factores entre los que están los HVWLORV� LQWHUDFWLYRV 
relacionados con la salud. 
La distinción entre población diana y población de riesgo es fundamental en un 
tipo de intervención como la preventiva que se lleva a cabo sobre la población 
general. Como sabemos la población diana es aquella receptora del programa de 
intervención y la población de riesgo es aquella que de acuerdo con los modelos 
etiológicos de la enfermedad tiene mayor riesgo de contraerla. La población 
diana, por mucho que afinemos en nuestra apreciación siempre tendrá una parte 
de �SREODFLyQ� GH� QR� ULHVJR� sobre la que no es necesario intervenir. 
Naturalmente, en caso de intervención, por las condiciones de aplicación del 
programa preventivo (p.e. campaña publicitaria) lo que se espera es que no haya 
cambios. 
 
5HIOH[LRQHV�VREUH�ODV�GLVFLSOLQDV�GH�3VLFRORJtD�GH�OD�6DOXG�\�3VLFRORJtD�&OtQLFD� 
 
En otro lugar Santacreu, Márquez y Zaccagnini, 1992 y Santacreu, 1991) hemos 
defendido la idea de que la psicología de la salud se debería ocupar de la salud y 
no de la enfermedad y que la intervención característica en psicología de la salud 
es la prevención. Distinguíamos la Psicología de la Salud y la Psicología Clínica 
en primer lugar, por el objeto de estudio y, posteriormente, por el tipo de 
intervención y la estrategia de investigación , de acuerdo con lo establecido en el 
cuadro 1. 
 
,QFOXLU�DTXt�FXDGUR���
 
A pesar de las descripciones de Matarazzo (1980) Stone (1990) Rodriguez Marín 
(1991, 1995) Pérez Alvarez, (1991) sobre el objeto, metodología, fundamentos y 
desarrollo profesional de la Psicología de la Salud consideramos que los aspectos 
fundamentales de la disciplina no son claros y proponemos una definición 
alternativa.. Subyacen a la mayoría de las posiciones la idea de salud psíquica o 
mental de una parte y la salud física por otra. En definitiva se asume que la 
SVLFRORJtD�FOtQLFD se ocupa de la salud mental y la SVLFRORJtD�GH�OD�VDOXG, de la 
salud física. 
Nuestra actual posición abogaría, si como parece, la distinción por el objeto de 
ambas disciplinas no tuviera interés para comunidad científica o porque 
asumimos que la enfermedad y la salud constituyen un continuo, por incluir la 
3VLFRORJtD�\�6DOXG����(Jul-Dic), 81-92 (1997) 
17 
psicología Clínica (tratamiento) dentro de la Psicología de la Salud y señalar un 
campo de intervención alternativo al tratamiento clínico que podríamos llamar 
Psicología Preventiva (Cuadro 2). Lo que no tiene ningún sentido desde una 
perspectiva psicológica, es distinguir entre enfermedad mental y física. Ni 
siquiera es posible mantener esta idea partiendo de la definición de la OMS sobre 
 salud y enfermedad, aunque, como hemos comentado, pueda seguir siendo útil 
distinguir los planos biológico, psicológico y socioambiental, en el estudio de la 
salud y la enfermedad. 
Si como dice la definición de Matarazzo (1980, 1987) la psicología de la salud se 
refiere a la aplicación de la psicología al campo sanitario, podríamos redefinir 
nuestra posición anterior según el siguiente árbol (cuadro 2), atendiendo a la 
distinción entre prevención y tratamiento, asumiendo que el FDPSR�GH�DFWXDFLyQ 
es idéntico: /D�VDOXG�GH�ORV�LQGLYLGXRV��VL�HVWiQ�HQIHUPRV�SDUD�D\XGDUOHV�D�VDQDU�
\�VL�HVWiQ�VDQRV�SDUD�TXH�VH�PDQWHQJDQ�HQ�WDO�HVWDGR��
 
,QWUXFLU�DTXt�FXDGUR���
�
 
El problema ahora es una cuestión de DGHFXDFLyQ� GHO� QRPEUH al concepto, 
tomando en consideración si el asunto es de utilidad y dejando a un lado las 
cuestiones profesionales, que fueron el motor de la creación de la División 38 en 
la APA. Los debates y discusiones posteriores en torno a esta disciplina y los 
numerosas discusiones conceptuales sobre su objeto de estudio y la metodología, 
fueron estériles porque no tenían como fundamento nuevos conocimientos. Salvo 
honrosas excepciones los debates y pretendidos análisis conceptuales no 
alcanzaban ni a entrelazar de manera lógica la nueva disciplina en el marco de la 
Teoría General del Comportamiento. Los análisis de Pelechano, 1996 y Gil 
Roales y Luciano, 1996 son un camino de clarificación epistemológica y 
conceptual, mas allá de los análisis sociológicos (Echeburúa, 1996) al respecto de 
lo que hacen los psicológos que se llaman a sí mismos SVLFyORJRV�GH�OD�VDOXG o 
que escriben libros en cuyo titulo está incluido el término Psicología de la Salud. 
En cualquier caso nos parece que la moda de los tiempos hará, que con 
independencia del objeto de estudio (salud o enfermedad) todos nos llamemos 
3VLFyORJRV� GH� OD� 6DOXG. La cuestión por otra parte no es nada original, los 
médicos antes que nosotros tuvieron hospitales clínicos y ahora están inmersos 
en el 6LVWHPD�1DFLRQDO�GH�6DOXG y ellos y todo el personal técnico que trabaja en 
centros de atención primaria, hospitales o centros de planificación o salud 
pública se llaman a sí mismos VDQLWDULRV amén de los que tienen estudios de 
medicina o enfermeria. Creemos quelos psicólogos que se dediquen al 
tratamiento clínico, a la prevención o a ambos campos, han comprendido que 
puede ser de utilidad llamarse SVLFyORJR� GH� OD� VDOXG y así se llamarán con 
independencia de los análisis conceptuales de la disciplina. La verdad es que 
visto con perspectiva llegar a esta conclusión no tiene nada de creativo. 
J. Santacreu, M.O. Márquez & V.J. Rubio. La prevención en el marco de la Psicología de la Salud 
18 
 
3VLFRORJtD�\�6DOXG����(Jul-Dic), 81-92 (1997) 
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DISCIPLINA OBJETO DE 
ESTUDIO 
ESTRATEGIA DE 
INVESTIGACIÓN 
TIPO DE 
INTERVENCIÓN 
Psicología de la 
Salud 
&RPSRUWDPLHQWR�
SUHPyUELGR�\�
VDOXGDEOH�
0RGHORV�GH�
JpQHVLV�GH�OD�
HQIHUPHGDG�\�GH�
PDQWHQLPLHQWR�GH�
OD�VDOXG�
3UHYHQFLyQ�GH�OD�
HQIHUPHGDG�\�
SURPRFLyQ�GH�OD��
VDOXG�
Psicología Clínica &RPSRUWDPLHQWR�
PyUELGR��
0RGHORV�GH�
FRQVWLWXFLyQ�\�
PDQWHQLPLHQWR�GH�
OD�HQIHUPHGDG�
7UDWDPLHQWR�GH�OD�
HQIHUPHGDG�\�
DXWRFRQWURO�GH�OD�
PLVPD�
 
Cuadro 1. Distinción entre psicología de la salud y psicología clínica por el 
campo de estudio. 
 
 
36,&2/2*Ë$� '(� /$� 6$/8'�� $FWLYLGDG� HQ� HO� FDPSR�
VDQLWDULR��
1.1.Psicología preventiva. 
 1.1.1.Educación para la salud. 
1.1.2.Promoción de la salud 
1.1.3 Prevención de enfermedades. 
1.2.Psicología Clínica. Tratamiento. 
Aplicada al comportamiento del individuo. Con independencia de la etiología 
del trastorno, psicológico, somático o socioambiental. 
 
Cuadro 2. Propuesta alternativa del campo de actuación de la psicología de la 
salud, clínica y preventiva.

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