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PÁGINA 4 Teórico #8 – 25/10/05. Sergio Caletti. Un breve primer tramo de hoy quiero dedicarlo a tratar de aclarar algunas de las dudas que plantearon el martes pasado. Especialmente, el designante rígido y los significantes flotantes. Cuando se habla de significantes vacíos, ¿hablamos de significantes flotantes? Es prácticamente lo mismo. De acuerdo a la perspectiva de Žižek, por definición, todo significante tiene capacidad de flotación. El énfasis está puesto en la capacidad que en tanto que vacío para sin nombrar nada, organizar un campo semántico donde todo queda enlazado (mmm). El uso que se hace de uno o de otro tiene que ver con dónde ponemos el énfasis. Otra pregunta: ¿cuál es el momento inicial? En todo campo discursivo, hay puntos acolchados que organizan. Las modificaci ones que tienen lugar en este campo discursivo en relación a la manera de articularse los significantes, tiene que ver con las variaciones que se producen en el propio proceso histórico. La relación entre el designante rígido y el puro significante... Sólo en tanto y en cuanto deviene como significante puro, vacío de significado propio, está en condiciones de realizar esa operación a la que Žižek llama designante rígido. Ahora, este lugar puede ser ocupado, en principio, por cualquier significante. En términos teóricos, cualquier significante, en una determinación situación social histórica, puede cumplir el lugar del designante rígido. Otra pregunta: ¿no son todos los significantes vacíos? Todos los significantes son flotantes y, en esa medida, nunca están llenos; pero la capacidad de vaciarse para cumplir este lugar, este es un lugar que de ninguna manera le puede caber a todos los significantes al mismo tiempo. Entonces, preguntarse si todos los significantes son vacíos es una suerte de sin sentido. No hay ninguna característica intrínseca. La posibilidad de que uno se convierta en organizador de una cadena, requiere que los demás estén en una posición diferenciada. Otra pregunta: el designante rígido, ¿cierra la lucha por el significado o hay posibilidades de reabrir el campo? Estamos pensando en el designante rígido como el lugar en el que se visibiliza una operación que llamamos ideológica, que apunta a estabilizar, fijar, cerrar, clausurar las luchas por el significado; que lo logre o no, es otro problema. Que haya o no posibilidad de reabrir esa lucha o serie de desplazamientos, es la pregunta por la lucha social. Otra pregunta: el designante rígido, ¿es un signo que clausura la significación? Es un modo de pensar, de abordar un campo discursivo. Ese modo de abordarlo supone, en un mismo movimiento, encontrar su organización a través de encadenamientos que están, de alguna manera, soportados, enclavados, sostenidos, articulados desde un punto nodal. Entonces, no se puede pensar una cosa sin la otra. El proceso analítico de la creencia supone ambas cosas a la vez. La creencia es un sintagma que condensa una serie grande de operaciones discursivas de significación. Puede ser que en ellas esté el designante rígido y puede ser que no. (Recordar ej. inflación). Que el designante rígido esté vacío o no, no es propio de la palabra, sino que somos nosotros con nuestros modos de cristalizar expresiones, giros, términos, etc., los que vamos convirtiendo algunos términos en más capaces de articular una serie que otros y dentro de tres años será distinto. Lo que se desplaza es el deseo y es el motorcito del deseo que se va desplazando, participa en el modo en el que el sentido se desplaza, en el que la significación se desplaza también. La idea del designante rígido es la de detener este flujo de desplazamientos. Detenerlo en un lugar y, en ese sentido, estabilizarlo. Esta operación es eminentemente ideológica y política. Ideológica, en tanto que naturaliza, vuelve natural una significación, cuando en rigor esa significación es un resultado de una lucha social. Esta es la operación PÁGINA 4 ideológica y, en ese sentido, se clausura lo que es el movimiento propio de lo discursivo, movimiento que está en estrecha relación con el movimiento de la vida social. La articulación de dos significantes se da siempre con un tercero. Esa articulación tiene un punto clave que es el designante rígido. El significante Kirchner hoy quiere decir muchas más cosas que hace dos años. ¿Dónde termina estabilizado? Es un modo de decir “¿quién gana?” La institución de unos términos como los que efectivamente nombran la realidad, es una operación política, cultural, ideológica. De esto se trata. Entonces, sí podemos tomar “la Argentina es un país Cromañon”, y ver todo lo que converge en torno de esa operación discursiva, cuáles se articulan con cuáles, cuáles se oponen a cuáles, deberíamos pensar que en torno de cada una de estas operaciones articuladoras, en principio, es posible que podamos encontrarnos con un punto nodal que organiza, legitima, envuelve, condensa esa articulación. Otra pregunta: Si la ideología es una operación de dominación pareciera que hay algo intencional que, en general, triunfa; pero, a la vez, si es inconsciente, no queda claro cómo juntar estas dos características. En general, en los problemas de la ideología, el interés es el interés objetivo según una cierta operación del proceso histórico de lo que el lugar que ocupa en la estructura requiere. No podemos pensar a lo ideológico como intencional. (gramáticas de producción – ideología, gramáticas de reconocimiento – poder / Verón). Unidad 4. Voloshinov. Regresamos a una problematización de lo ideológico en términos más clásicos que los de Žižek, etc. Inmediatamente, para la semana que viene, cuando nos toque Pêcheux y Foucault, se darán otros dos pasos adelante y lo mismo, luego, al seguir con Laclau. La secuencia de textos y el encuadre de la lectura en relación con el lugar que ocupan en el programa. Esta última unidad es la unidad desde la cual se realizaron todas las invitaciones a leer primero las tradiciones marxistas, el psicoanálisis, para poder operar propiamente en torno de la problemática de lo discursivo. Es comprensible que se retomen distintos hilos más vinculados con las operaciones del lenguaje. En primer término, entonces, Voloshinov. Es un texto de 1927. Hay suficientes referencias en el propio texto. Voloshinov era parte del llamado Grupo de Bajtin. Intenta una filosofía marxista del lenguaje en los años en los que el Stalinismo comienza a desplegarse en la URSS. A Voloshinov y a Bajtin les va muy mal con el Stalinismo. Caído el régimen de Stalin, los textos de este grupo comienzan a entrar en Europa, por los años ’60 (Julia Kristeva). Hay otro aterrizaje de la obra de Bajtin en los debates europeos que es a través de Birmingham, a través de Hall y de Williams. Una parte del grupo de Birmingham estaba muy orientado a ese horizonte de intereses y los textos del grupo de Bajtin son bien recibidos cuando logran transponer la frontera soviética. Vale la pena tener en cuenta estas condiciones y el año 1927 para acercarse a la lectura de Voloshinov, asumiendo cuál podía ser el contexto de su debate, los diálogos que sostiene con otras perspectivas, que son perspectivas de época, para entender que en el tratamiento que hace sobre lo ideológico, en rigor, lo psicoanalítico es una completa ausencia. En el grupo de Bajtin hay textos en los que se proclamaban muy en contra de Freud y a favor de una psicología marxista. Pero, en este caso, el eje está puesto en la creciente influencia de la lingüística saussureana y, por otro lado, las posiciones que enhebra con las tradiciones de una filosofía idealista, donde el lenguaje centralmente ponía en juego la posibilidad expresiva de un interior, de un alma, de una psique, de una vida singular de cada individuo, en una contraposición completa con lo que sería la perspectiva saussureana. Tener esto en cuenta porque en función de este escenario es que Voloshinov va a intentar plantear el PÁGINA 4 problema del lenguaje, que lo plantea vinculado a la cuestión de lo ideológico. En Voloshinov, aunqueen términos menos complicados y sofisticados que algunos de los textos que hemos leído, podemos encontrar elementos claros que de algún modo, establecen un puente con lo que venimos planteando. Por ejemplo: con la idea de remover el sujeto de conciencia, del cogito. Este es el primer movimiento que hace Voloshinov. En esta problematización de los (asuntos) del lenguaje, todavía se pueden añadir elementos importantes recogiendo las otras lecturas que hemos incluido en el programa a lo largo de las distintas unidades. Pêcheux y Foucault plantearán el problema de manera distinta pero no radicalmente distinta, el problema del discurso. Hay en el texto de Voloshinov una nota del traductor que utiliza el término palabra para hablar de discurso. Pero el concepto de discurso tal como lo plantean Pêcheux y Foucault nos coloca en la discusión contemporánea. En Pêcheux vamos a encontrar una problematización de lo discursivo que recoge la tradición marxista a través de Althusser y la tradición psicoanalítica a través de Lacan. Pêcheux, en este texto, escrito muy pocos años después de lo leído de Althusser, sigue en esa misma dirección, en ese mismo programa de trabajo, buscando las maneras de poner en diálogo, de articular elementos de ambas vertientes. Y produce algunos aportes conceptuales relevantes. Foucault sabe de ambas vertientes. Sin embargo, el trabajo de Foucault va a estar más marcado por la ruptura con estos antecedentes que por su continuidad. En el marco de esta relativa ruptura, incorpora a la problemática de lo discursivo una noción que es el poder, que para una mirada como la del programa de la materia, que se plantea la cuestión de lo ideológico en el discurso, las operaciones del discurso en el campo de lo histórico social, resulta un elemento de suma importancia. Laclau, en rigor, ha leído a Althusser, a Lacan, a Foucault, a Žižek y formula algunas propuestas, habría que decir para una teorización de lo discursivo, pensando particularmente en torno del concepto de hegemonía (Gramsci). Este es, más o menos, el cuadro. Voloshinov. El centro inicial de la crítica de Voloshinov es el de esta filosofía de la conciencia. La perspectiva de Voloshinov al respecto es sumamente rica: plantea de manera clara de qué manera la ideología está hecha de signos, los signos son ideológicos; de qué manera la ideología, los signos, no son resultado de una actividad de conciencia, sino, por el contrario, la conciencia se forma en ellos, y de ellos, y de qué manera se forma de ellos y con ellos en el marco de la interacción; pero también abre el paraguas y dice que la interacción se da en una organización social determinada. Entonces, ahí sí podemos pensar en términos de una interacción generadora de signos y de ideología. Es decir, una desmentida radical a cualquier posición que haga del individuo o de los dos o más individuos en tanto que tales, en definitiva, el lugar de origen o el lugar decisivo o el lugar crucial para la producción de las significaciones. Antes bien, asumiendo que es antes que nada social y que es ahí donde los individuos venimos a ser producidos como tales. La conciencia es un “inquilino del edificio ideológico”. Y no al revés, no es la fábrica productora de representaciones. El otro punto que debe destacarse es lo que retoma bastante tiempo después Althusser: no suponer la relación base – superestructura como una relación causal, ni tampoco suponer que esta determinación, en última instancia, de la superestructura por parte de la base, es capaz de agotar lo que allí sucede. De manera reiterada, usa una metáfora: cuando el lenguaje dominante en el campo del marxismo era la ideología como reflejo de la base material, se empeña en marcar una y otra vez “refleja y refracta”, y dice que, sobre todo, lo que importa es cómo refracta. En esta refracción puede entenderse el modo, la manera PÁGINA 4 en la que con una actividad propia, el campo de lo ideológico construye, produce una significación material que de ninguna manera se acaba en su acople perfecto con las cosas. La refracción, en todo caso, podría estar apuntando a lo que asumimos como un plus de significación. Página 41 y 42, capítulo 2: Problema de la relación entre las bases y las superestructuras. “El establecimiento de un nexo entre las bases y un fenómeno aislado, sacado del contexto ideológico global, no tiene ningún valor cognoscitivo. Ante todo es indispensable determinar la significación de un cambio ideológico dado en el contexto de la ideología respectiva, tomando en cuenta el hecho de que toda el área ideológica representa una totalidad, la que reacciona mediante todos su componentes a los cambios de las bases. Por eso una explicación debe conservar todas las diferencias cualitativas entre las áreas en interacción, siguiendo todas las etapas por las cuales el cambio atraviesa. Sólo bajo esta condición el resultado del análisis no registrará tan sólo una correspondencia externa de dos fenómenos eventuales pertenecientes a planos distintos, sino que mostrará el proceso de una generación dialéctica efectiva en una sociedad, proceso que se inicia en las bases y culmina en las superestructuras.” Hay una alusión a lo que luego se llamará autonomía relativa (ver ejemplo). Prestar atención a las observaciones que hace en relación con la perspectiva saussureana. En relación con la otra que llama subjetivismo idealista, que ya hoy no forma parte de los programas de lingüística. Humboldt publica tratados importantes de análisis del lenguaje en culturas exóticas hacia 1830... El tema del subjetivismo idealista, aquí tiene que ver con la concepción de la conciencia y el lugar que ocupa. El territorio del lenguaje es el territorio de la libertad y la pura creación, para esta perspectiva. Es donde el ser humano despliega su espacio de creatividad, su libre albedrío hasta sus particularidades estilísticas, de gusto, etc. El lenguaje mismo se convierte así en una obra de arte. El lenguaje entendido como las operaciones individuales de habla. Por contraposición, la perspectiva saussureana suponiendo este tesoro social, universal, donde la lengua como entidad abstracta, como estructura que soporta cualquier uso individual, fija las reglas inexorables y la posibilidad del individuo en el habla es hacer una apropiación individual para proferir su enunciado; es una posición contraria, donde el espacio del lenguaje es un espacio absolutamente normado, donde la libertad individual está claramente circunscripta a un campo de combinaciones posibles y donde lo que organiza la posibilidad de estos intercambios es esta suerte de arco iris que se tiende por sobre la estructura constante que el habla plantea. Voloshinov contra estas dos perspectivas teóricas, es lo que va a desarrollar en los capítulos de la segunda parte, hasta llegar a cierta conceptualización respecto del discurso, su posición es pensar en una cierta congruencia con otros autores, pensar en la posibilidad de una producción social que carece de toda fuente última, de todo origen metafísico, que se sostiene, se modifica en la propia producción social, en el propio juego de las conflictivas relaciones sociales; en ellas se forjan las concepciones individuales, que en esa lucha es donde se definen las significaciones de las cosas, que dependen de los efectos y resultados de estas luchas, es por excelencia un campo político el campo de las significaciones, no sólo en la ideología de lo artístico filosófico, religioso, sino también en la ideología de la vida cotidiana. Al mismo tiempo, abre algunas puntas / puentes metodológicas/os que nos permiten pensar la polisemia de cualquiera de los campos sobre los que elegimos trabajar, como un campo donde al mismo tiempo se dirimen lo que las cosas aparecen siendo de un modo indiscutible, y con ello, se dirimen también las posiciones simbólicas de los actores que se constituyen, de las identidades que se constituyen en torno de una forma de organización de las significaciones o bien de otra. Esto está insinuado en Voloshinov.Las dos o tres páginas que les dedica a la polisemia, al signo como campo de la lucha de clases, la manera que la operación ideológica busca la acentualidad, son pistas en este sentido. PÁGINA 4 Lo que plantea en los últimos tres capítulos gira en torno de estos puntos y a partir de allí, construye las referencias a lo discursivo, a lo enunciativo, lo comunicativo.
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