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Terico 10 - 08-11-05 doc

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Teórico #10 – 08/11/05. Carlos Gassmann.
Vamos a continuar con el desarrollo de la cuarta y última unidad del programa. Es una unidad que se
refiere a los problemas del discurso. El título de la unidad es La superficie del discurso, ¿un lugar de elucidaciones
teóricas? Vamos a hacer algunos comentarios sobre Foucault, sobre El orden del discurso y algunos de los
artículos breves incluidos en la compilación titulada Microfísica del poder.
Quienes se han dedicado a analizar la obra de Foucault dicen que podría decirse que es una obra
vertebrada, organizada alrededor de dos grandes interrogantes:
1. La pregunta por el saber y el desarrollo de un método que es el arqueológico y
2. La pregunta por el poder y el desarrollo de un método denominado genealógico.
Hay dos etapas, entonces, en la producción teórica de Foucault: 1954 – 1969, que tiene que ver con la
pregunta por el saber; y la etapa de la pregunta por el poder que se abre con El orden del discurso, que es de
1970. Aquí también entra Vigilar y castigar y lo que alcanza a desarrollar de la Historia de la sexualidad. En
1984 lo sorprendió la muerte y la Historia de la sexualidad quedó inconclusa.
En esta segunda etapa de su producción, él dice que el concepto de poder ha sido un concepto implícito a
lo largo de todo su trabajo. A nosotros nos interesa traer a Foucault para pensar las relaciones de poder y
su relación con el discurso. En realidad, lo que hay en el conjunto de la producción de Foucault es una
serie de conceptos que están estrechamente vinculados entre sí, que se van implicando recíprocamente:
saber, discurso, poder, verbal. Aparecen en Foucault y con el concepto de discurso jugando un
papel articulador, jugando un rol especial.
Sin embargo, no es fácil encontrar definiciones explícitas respecto de lo que Foucault entiende por
discurso. Al mismo tiempo es una categoría que aparece en Foucault muy marcada por lo que han sido sus
propias investigaciones: la locura, la clínica, el castigo, la sexualidad, etc. Justamente, por tratarse de esos
objetos de investigación, podríamos suponer que piensa el discurso, fundamentalmente, como lo verbal
porque, tratándose de investigaciones que se preocupan por establecer qué significación se le atribuye
socialmente en determinado momento a la locura, o a la sexualidad, él conforma un cuerpo de textos
escritos. No puede recuperar de otra forma las significaciones que circularon en el pasado.
Sin embargo, el discurso atraviesa los cuerpos y se inscribe en ellos. Es decir, va más allá de lo verbal y
tiene que ver con el modo en el que socialmente se instituyen significaciones. Por ejemplo: le interesa saber
cómo se instituye y cómo fue modificándose la significación locura. En ningún momento se propone
saber qué es la locura en sí misma, sino que la concibe como una significación histórica contingente y
cambiante, y analiza porqué en determinados momentos se instituye en tal significación y no en otra. O
sea, le interesan los procesos discursivos como procesos de construcción de significaciones. Se
enmarca en una perspectiva anti-esencialista (Derrida) o anti-sustancialista. La idea de que no podemos
develar lo que las cosas son, sino más bien qué significan. Remarca dos características del discurso
que le parecen importantes:
A. Tiene el carácter de un acontecimiento, de un suceso.
B. Posee cierta materialidad.
Estas características vuelven al discurso peligroso, dice Foucault, y por eso en este texto – que es El
orden del discurso – va a hablar de los procedimientos de control que las sociedades establecen para conjurar
los peligros que significan los discursos. Es un suceso porque cualquier discurso implica una cierta
irrupción en el tiempo que introduce aunque sea una mínima discontinuidad. Siempre hay un elemento de
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novedad: “un enunciado es un acontecimiento que la lengua no puede agotar”, se repite el mismo enunciado y el
significado varía. No es posible repetirlo.
Nos encontramos aquí con una idea que está presente en otros autores, aunque de otra manera. En
Pêcheux la categoría discurso va más allá de la lingüística. No solamente porque el discurso va más allá del
límite de la frase y se ocupa de encadenamientos trans-oracionales, sino también porque el discurso
supone siempre un uso situado del lenguaje, supone unos arranques que están ubicados en un tiempo
y en un lugar. Un contexto social que es constitutivo, que no es algo haya que agregar después, sino que
hay que tenerlo contemplado desde el vamos.
Este carácter de acontecimiento que le atribuye Foucault al discurso es lo que lo llevó a distanciarse del
estructuralismo. En algún momento de El orden del discurso, Foucault se hace cargo de que lo han llamado
estructuralista y dice que el estructuralismo ha sido un esfuerzo sistemático por evacuar la noción de
suceso, de acontecimiento. Lo pensable era la estructura. Detrás de la multiplicidad de fenómenos que
aparecen entre nosotros, se buscan estructuras invariantes. Él, sin embargo, señala la necesidad de pensar
los acontecimientos, los sucesos. En ese sentido, nadie es más anti – estructuralista que él.
Foucault no cree tampoco que sea posible un análisis inmanente de los discursos. No se puede analizar al
discurso mismo tratando de encontrar lo que sería su sentido último. A Foucault le interesa establecer
las condiciones de posibilidad de un discurso. Es decir, la pregunta que se formula a través de su
método arqueológico es porqué, en un determinado momento y en un determinado lugar,
apareció tal discurso y no tal otro. Es completamente diferente al análisis que haría la lingüística, que,
frente a un enunciado, intentaría inferir las reglas con las que fue construido. Inferidas esas reglas, podría
decir que son muchos los discursos que podrían producirse. Foucault, en cambio, se pregunta porqué se
produjo ese discurso determinado y no otro. El mecanismo del análisis sería poner en relación a un
discurso con sus condiciones de posibilidad, concepto que tiene algún parentesco con el de
condiciones de producción.
Hay un punto que conviene mencionar porque está desarrollado en los propios textos. Cuando lean a
Laclau, verán que formula una crítica a Foucault por sostener la existencia de algo que es
extra-discursivo. Por establecer una distinción entre discurso y lo que no es discurso. Laclau – que tiene
un concepto muy amplio de discurso y que cuestiona la idea de lo extra-discursivo – dice que ahí hay una
suerte de incongruencia. Hay distintas maneras de interpretarlo. En un momento de La arqueología del saber,
Foucault dice: “Buscamos comprender cómo los enunciados pueden articularse sobre acontecimientos cuya naturaleza no es
discursiva, y pueden ser de orden técnico, práctico, económico, social, político, etc. Buscamos describir un juego de relaciones
entre acontecimientos discursivos y otros sistemas exteriores a él”. Podría, a partir de este párrafo, sostener lo que
Laclau; pero también hay otra posibilidad.
Caletti planteó varias veces que, quizá, también pueda reinterpretarse esto con una distinción metodológica:
las condiciones de posibilidad son, por definición, exteriores a la formación discursiva que uno está
analizando y que, por eso, pueden llamarse extra-discursivas pero que, sin embargo, también podrían ser
considerados otros discursos anteriores, que han sido condiciones de posibilidad. Si lo analizamos de esta
forma, es una distinción metodológica y tendría menos peso la crítica de Laclau.
El orden del discurso. Es un texto de 1970. Al principio, hace una serie de afirmaciones: frente a ese poder de
enunciación infinito que creemos tener, diría Pêcheux, frente a la ilusión del sujeto de ser origen del
sentido, frente a la idea de “yo digo lo que quiero”, frente a la idea que viene de la lingüística saussureana
tradicional de que la lengua es reglada pero el habla es libre, es el campo de expansión de la libertad del
sujeto, frente a esa idea, Foucault dice que no es posible hablar de todo y en cualquier circunstancia. Dice
quecualquiera no puede decir cualquier cosa. El discurso, que tiene carácter de acontecimiento, que
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posee una materialidad que le es propia, implica un peligro, porque está íntimamente relacionado
con el poder. Entonces, todas las sociedades han desarrollado procedimientos de control del
discurso. Mecanismos de exclusión que buscan limitar de distinto modo los discursos posibles.
También señala la relación estrecha que existe entre discurso y poder. El discurso no traduce las luchas
de poder sino que es aquello por lo que se lucha. O sea, no es que un poder que es anterior y exterior
se refleja en el discurso. Las operaciones discursivas son constitutivas de las relaciones de poder. Es decir,
Foucault no está preocupado por el discurso del poder sino por el poder del discurso. Justamente,
por ese poder del discurso emergen estos procedimientos de control.
Habla de tres grandes tipos de mecanismos de exclusión por el control:
A. Procedimientos externos o prohibiciones
1) La palabra prohibida
2) La separación de la locura
3) La voluntad de verdad.
B. Procedimientos internos
1) El comentario
2) El autor
3) Las disciplinas.
A. Procedimientos externos o prohibiciones.
No les atribuye la misma jerarquía.
A. 1) La palabra prohibida. No se puede hablar de todo. Existen determinados tabúes. Este principio
varía dependiendo de las sociedades. Foucault dice que están fundamentalmente relacionados con el
campo de la política y la sexualidad. Los campos que tienen que ver con el poder y con el deseo. Allí
es donde aparecen estos tabúes, incluso en sociedades como las nuestras que parecen más “liberales”.
A. 2) La separación de la locura. Es decir, cómo se ha ido construyendo históricamente la oposición
razón – locura y cómo se ha ido separando la palabra del loco, de distintas maneras. Ya sea
considerándola una palabra nula, que no tiene valor, por ejemplo, en un proceso judicial sería declarado
nulo el testimonio de un loco. O bien, separándola de la razón, dándole un testimonio privilegiado
como revelador de verdades secretas que hay que interpretar, pero que está ahí. En cualquier caso,
separación de la locura de la razón. Una separación que es variable históricamente.
A. 3) La voluntad de verdad es la más importante de todas. Por lo menos, para Occidente moderno ha
ido ganando en importancia y han ido derivando hacia él o condensándose en él los demás
procedimientos de control.
Estos mecanismos tienen que ver con la separación de lo verdadero y de lo falso. Esto nos vincula con la
concepción de la verdad en Foucault. Naturalmente él piensa que el problema de la verdad es un
problema interno a la producción discursiva. Nunca escribiría verdad con mayúscula o con minúscula. La
verdad es lo que ha construido cada sociedad en cada momento y eso ha ido variando en el
tiempo. La importancia de la existencia de un régimen de verdad o de una política de verdad. Un régimen
de verdad es un conjunto de reglas que sirven para distinguir los enunciados verdaderos de los enunciados
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falsos. Lo que resulta creíble y lo que resulta increíble. En eso consiste la verdad, en un conjunto de
procedimientos, reglamentos para la producción, circulación y funcionamiento de los enunciados.
¿Por qué es un mecanismo de control del discurso y de los más importantes? Porque no se puede decir
cualquier cosa y porque lo que uno dice, para que sea tomado en serio, tiene que decir la verdad. Ahora,
esto para Foucault quiere decir someterse al régimen de verdad, a la política de verdad que está vigente en
ese momento, en ese lugar. Obviamente que esto tiene también efectos de poder. Es una sociedad entera
la que, de distinto modo, con distinta participación de diferentes actores, construye históricamente un
régimen de verdad.
Esto está vinculado con la discusión de Foucault respecto del papel de los intelectuales:
● intelectual universal
● intelectual específico.
El intelectual universal quería convertirse en voz de los que no tienen voz. Intervenía desde su posición de
intelectual, desde los más diversos asuntos y, en gran medida, esa intervención era mediante una crítica
ideológica del contenido. Está pensando, por ejemplo, en Sartre, que interviene en la vida pública, se
compromete, pero como una especie de agente que se encargaba de crear conciencia a donde no la hay.
Frente a eso, Foucault defiende la idea de un intelectual específico, que no intenta intervenir en todos los
asuntos, sino en los que son de su incumbencia. El intelectual no debe criticar contenidos ideológicos
sino que debe intentar constituir una nueva política de verdad. Es fundamental trabajar sobre el
régimen de verdad vigente. Discutir la política de verdad de una sociedad. Piensa, por ejemplo, en los
físicos que se han convertido en militantes por la paz o contra el desarrollo del armamentismo y,
seguramente, se está pensando a sí mismo.
Volviendo a El orden del discurso, si no se puede hablar de cualquier cosa, es porque existen mecanismos de
control del discurso. Habla de procedimientos externos o prohibiciones y dice que A. 3) la voluntad de
verdad, es especialmente importante.
B. Procedimientos internos.
Luego, habla de procedimientos internos porque, en este caso, son los discursos mismos los que ejercen su
control. En general, estos mecanismos permiten producir discursos. No sólo impiden o censuran sino que
tienen un papel productivo pero en el marco de ciertas restricciones. Posibilita la aparición de discursos
pero no de cualquier discursos sino de discursos sometidos a ciertas reglas.
B. 1) El comentario. Hay discursos que se dicen una vez y listo y otros que son comentados, por ejemplo,
la interpretación de la ley o la interpretación de los textos sagrados. Son comentarios que quieren
controlar las interpretaciones posibles.
B. 2) El autor va a criticar la idea de que se utilice la idea de otro como principio de reagrupamiento de
ciertos discursos. Es otra ilusión esta idea de autor. Sería una especie de prolongación de la idea de que
el sujeto es origen del sentido. Para entender un discurso hay que remitirse a todo un campo de otros
discursos y no a la vida, las circunstancias existenciales de un autor determinado.
B. 3) Las disciplinas, por ejemplo, las científicas, la biología, la botánica. Las disciplinas disciplinan, reglan,
forman. Permiten la proliferación de discursos pero en un marco fuertemente reglado.
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Por último, hay procedimientos de selección de los sujetos que hablan que son, al mismo tiempo,
procedimientos de selección de los sujetos que escuchan. Hay sujetos que hablan, otros que escuchan, etc.
Aquí incluye los rituales: rituales religiosos, judiciales y políticos. Por ejemplo: los rituales del discurso
parlamentario. O sea, so casos en los que existe una cierta puesta en escena a la que hay que someterse.
Habla de sociedad y de discurso. Todavía hay sociedades de discurso en el sentido de que hay ciertas
sociedades que siguen manteniendo los discursos en un grupo cerrado. Son grupos doctrinarios. Es
propio de toda doctrina distinguir entre ortodoxos y herejes y condenar la herejía.
Por último, adecuación social del discurso. Aquí habla del papel fuerte que cumple la educación. En
nuestras sociedades, la educación parece como un lugar que posibilita a muchos el acceso a determinados
discursos. Sin embargo, la educación en todos lados está ligada a determinadas luchas sociales.
Este es el desarrollo que hace de esta idea que presenta al principio sobre conjurar los peligros del discurso
a través de mecanismos sociales.
Hay un punto también presente en uno de los textos. En un momento de Verdad y poder, Foucault se
refiere a su relación con la noción de ideología: (pág. 181 / 182): “La noción de ideología me parece difícilmente
utilizable por tres razones. La primera es que, se quiera o no, está siempre en oposición virtual a algo que sería la verdad.
Ahora bien, yo creo que el problema no está en hacer la partición entre lo que, en un discurso, evidencia la cientificidad y laverdad y lo que evidencia otra cosa, sino ver históricamente cómo se producen los efectos de verdad en el interior de los discursos
que no son en sí mismos ni verdaderos ni falsos. Segundo inconveniente, es que se refiere, pineso, necesariamente a algo como a
un sujeto. Y tercero, la ideología está en posición secundaria respecto a algo que debe funcinar para ella como infraestructura o
determinante económico, material, etc. Por estas tres razones, creo que es un noción que no puede ser utilizada sin
precaución”.
Implica un sujeto. Supone el par infraestructura – superestructura. Piensa en que hay un orden mateiral
que es reflejado en un orden superestructural. ¿Cómo se relaciona esta crítica con los otros autores?
Evidentemente, estos supuestos que lo llevan a él a descartar esta noción de ideología tiene que ver con al
noción más clásica de ideología. El concepto ha sido objeto de múltiples crítica y reformulaciones. Hay
autores que prefieren descartarlo, como es el caso de Foucault y otros que prefieren reformularlo.
Laclau compartiría, en buena medida, estas objeciones que plantea Foucault; sin embargo, él en Muerte y
resurrección de la teoría de la ideología redefine y termina por completo y se abre mucho de lo que era la noción
clásica. Pêcheux no es tan absoluto, pero rescata la idea de formaciones ideológicas, pero lo plantea de otra
manera.
El concepto de poder de Foucault. Foucault especula acerca de porqué fue enunciada tardíamente esta
noción y había impedimentos políticos para pensarlo. Desde la derecha, se hablaba del poder en términos
de soberanía, en términos de ley. La derecha denunciaba el totalitarismo soviético. Desde la izquierda, se
hablaba del poder en términos de aparato de Estado. Se denunciaba la dominación de clase. Pero no se
podía pensar en los mecanismos concretos de funcionamiento del poder, sus tácticas y estrategias
concretas. Fue a partir del Mayo Francés de 1968 donde se dieron las condiciones que hicieron posible
otro tipo de reflexión acerca del poder. El poder no es un atributo. No es algo que se tiene o no se
tiene. No es una potencia de la que algunos estarían dotados y otros no. El poder es el nombre que le
damos a una relación. El poder nombra una relación. El poder alude al estado de una relación de
fuerzas. Relación que, por definición, es desigual, es asimétrica. El poder circula. En esta concepción que
está proponiendo, el poder no es algo que se posee sino que circula.
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En segundo lugar, el poder no tiene un lugar fijo. No tiene unas sedes claramente localizables. No es un
conjunto de instituciones o de aparatos. El poder está en todos lados. Hay que prestar atención a las
microfísicas del poder, es decir, a la presencia de esas relaciones asimétricas de fuerza en la familia, en la
vida cotidiana, en el trabajo. En todos los ámbitos. El problema es que la concepción tradicional del poder
privilegiaba ciertos ámbitos y subestimaba otros. El poder está en todos lados y funciona a través de una
organización reticular. Debe su eficacia a su irrigación capilar, haciendo una suerte de analogía con el
sistema circulatorio. El poder se irriga capilarmente, atraviesa todas las relaciones sociales, incluso las que
antes eran consideradas menos significativas.
Entonces, si el poder está en todos lados, está señalando que para dar pelea, no hay un lugar privilegiado.
Hay que dar pelea simultáneamente en múltiples frentes, donde también están en juego las relaciones de
poder. El poder circula, el poder está en todas partes.
En tercer lugar, añade que el poder está constituido por una red de consensos. Supone el
reconocimiento que cada uno hace del lugar que ocupa el otro. Hay una complicidad que compromete a
todas las partes, a los que podríamos considerar dominantes y dominados. Hay cierta complicidad sin la
cual no se mantendría esa relación asimétrica de fuerzas. No es una imposición unidireccional de
arriba hacia abajo. La nota que añade Foucault – y esto se vincula con la crítica a la noción de
ideología: dice Foucault que el poder no es una superestructura. No está subordinado a un modo
de producción. No es un epifenómeno. Toda economía presupone mecanismos de poder que son
(inmanentes) constitutivos de ese sistema económico. No está primero el modo de producción y luego
esto se refleja en determinadas relaciones asimétricas de poder. Sino que forman parte inseparable de las
relaciones económicas.
No hay poder sin resistencia. Siempre en esa relación asimétrica de fuerzas hay modos de resistencia al
poder. No hay afuera. Que siempre se esté adentro no quiere decir que la dominación sea imposible de
modificar. Hay resistencias múltiples y esas múltiples resistencias se pueden integrar en estrategias globales.
No hay que tener del poder una concepción negativa, como lo que reprime, censura, impide; sino una
concepción positiva: el poder produce, no sólo prohibe, produce. Por ejemplo: la producción de
discursos, pero siempre en el marco de fuertes resistencias. Pero no sería tan eficaz y no se podrían
sostener las relaciones de poder si simplemente se limitaran a prohibir. Esto sería pasar de una
concepción negativa a una positiva, algo vinculado con el punto anterior.
A Foucault le interesa subrayar que el hecho de que el poder circule no opaca las asimetrías. No es que
minimiza la dominación sino que demuestra porqué es eficaz. Es eficaz porque es capilar, porque existen
microfísicas del poder. Eso es lo que lo hace eficaz. Su articulación con otras relaciones. Las relaciones
micro con las relaciones macro.
Una referencia a la relación poder – discurso. Es una relación compleja, porque el discurso puede
estar, al mismo tiempo, reforzando las relaciones de poder y puede estar minando las relaciones de poder
instituidas. No hay una relación simple. En este sentido, Foucault piensa de la relación discurso – poder
algo semejante de lo que piensa respecto de la relación discurso – verdad. Los discursos están
circularmente ligados a la verdad (ojo). Es una relación compleja y muchas veces contradictoria
La noción de sujeto. Foucault cree que el sujeto es un efecto del discurso. El sujeto se constituye en
el discurso. Como otros autores, no cree en esa ilusión del sujeto como origen del sentido, el que decide
qué decir. Foucault piensa que creemos que hablamos los discursos pero, en realidad, somos
hablados por los discursos. Necesariamente debemos inscribirnos en una red de discursos que nos
antecede y nos excede. Somos un punto en esa red de discursos
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.
Por razones semejantes a las que rechaza la noción de sujeto como sujeto libre, como voluntad soberana,
va a rechazar la noción de autor. Ni el sujeto es el origen del sentido, ni la figura del autor (...).
Cualquier texto debe ser inscripto, para ser comprendido, en una serie de discursos. Se inscribe en una red
de discrusos y allí es donde adquiere su sentido. Esto no tienen nada que ver con las intenciones de un
sujeto hablante.
Foucault va a desarrollar su propio concepto de formación discursiva. Esto está en La arqueología del
saber. Nosotros vimos un concepto de formación discursiva en Pêcheux, como es un discípulo de
Althusser, que habla de formaciones discursivas: una formación discursiva determina lo que puede y
lo que debe ser dicho. Configura el campo de enunciados posibles sin que el hablante se percate de ello.
Sin que sea consciente de que es hablado por una formación discursiva. La noción de formación discursiva
de Foucault no es exactamente la misma pero no deja de tener, sin embargo, puntos de contacto: reglas
para la formación de objetos y de enunciados. Pero también está esta idea de que hay una formación
discursiva que nos habla y por la cual estamos atravesados, pese a lo cual vivimos creyendo que somos cada
uno de nosotros los que definimos qué decir y con qué alcance.
El sujeto se constituye en el discurso. Se aproxima mucho a lo que dice la teoría de la enunciación, por
lo menos, de Benveniste en adelante, que dice que el sujeto se constituye como talen y por la enunciación.
No está antes y por fuera de los procesos enunciativos sino que es sujeto es el que puede decir YO. Ahí
es como se constituye como sujeto. El locutor se inscribe en su propio enunciado. Cuando Foucault dice
que el sujeto se constituye en el discurso, está planteando algo semejante a lo que la teoría de la
enunciación.

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