Logo Studenta

Terico 12 - 22-11-05 doc

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

PÁGINA 6
Teórico #12 – 22/11/05. Carlos Gassmann.
Textos obligatorios para el final que no vimos en la cursada.
Laclau y Žižek. Ambos nos sirven como comentario o ampliación de lo que vimos con Laclau y que
Laclau incluye como prólogo en un libro. Y Žižek que está refiriéndose a la teoría de la hegemonía tal cual
ha sido planteada por Laclau.
“Muerte y resurrección de la teoría de la ideología”, en Misticismo, retórica y política, FCE, Buenos Aires, 2002.
Laclau recupera la noción de ideología pero sometiéndola a una profunda reformulación. Es decir, se
encuentra dispuesto a seguir utilizando la noción de ideología pero a condición de que ese concepto sea
redefinido. Por empezar, ha habido una crisis de la noción de ideología, que tiene que ver básicamente con
dos cosas: hay por un lado una crisis de los objetivismos en general, que ha afectado al marxismo y, por
ende, a la noción de ideología que tiene su raíz en el marxismo; y, por otro lado, porque ya no se cree que
exista un metalenguaje privilegiado que sea capaz de desenmascarar la distorsión ideológica. Está
aludiendo a la crisis de la ciencia. Sabemos que con Althusser lo que se había convertido en lo contrario de
la ideología era la ciencia, sobre todo, como la entendía Althusser, la ciencia del materialismo histórico. Esa
ciencia era capaz de desenmascarar las operaciones ideológicas desde un lugar de privilegio. En este
sentido, la ciencia aparecía como un metalenguaje privilegiado. Esa posibilidad ha sido puesta en
entredicho. ya no se cree que haya ningún metalenguaje privilegiado ni ninguna ciencia capaz de develar las
operaciones ideológicas.
Por otro lado, dice Laclau, también refiriéndose a Althusser, que se distinguen niveles en toda formación
social: lo económico, lo político y lo ideológico. Pero, luego, se cayó en la cuenta de que los mecanismos
ideológicos eran esenciales para la estructuración de los niveles económico y político, es decir, que lo
ideológico también estaba presente en esas instancias. También era constitutivo de esas instancias. La
ideología sufrió un proceso de inflación: estaba en todos lados y, entonces, perdió peso analítico y fue
abandonada. O bien abandonada o reemplazada por términos menos ligados a posturas objetivistas, como
la noción de discurso. La noción de ideología es reemplazada por la noción de discurso, que tiene otras
connotaciones.
Laclau dice que estaría dispuesto a admitir el sostenimiento de esta categoría de lo ideológico si se piensa
de otra forma: ideológico serían todos los mecanismos que posibilitan la ilusión de un cierre de los
social. Se trata de una distorsión que es constitutiva, es decir, es inescapable. Siempre se presenta
inevitablemente esta distorsión que consiste en la ilusión de un cierre social, una sutura de lo social.
Aunque no está en el artículo, podemos recuperar el texto La razón populista: Laclau propone un esquema
una representación gráfica de lo que está diciendo y puede aclarar no sólo respecto de este artículo sino
respecto del tratamiento de Laclau en general (ver gráfico).
Las demandas aparecen divididas, tienen como dos caras: por un lado, son demandas particulares
específicas. Esa particularidad, esa singularidad de las demandas es lo que representa la parte inferior de los
círculos (en el gráfico); pero, por otro lado, al constituir una cadena equivalencial frente al antagonista, esas
demandas se vuelven equivalentes. La parte universal que ha sido vaciada de particularidad y ha sido vuelta
semejante al resto de las demandas, es la parte superior de los círculos.
¿En qué consiste la operación hegemónica? En que una de esas demandas se convierte en
representativa de todo el conjunto. En eso consiste lo que Laclau ha venido explicando a lo largo de la
teoría de la hegemonía: una demanda que es particular se convierte en un significante que es
tendencialmente vacío y representa al conjunto de las demandas. Esto se puede hacer de muchas maneras:
puede ser una figura política la que se convierta en significante vacío y se convierta en un representante del
PÁGINA 6
conjunto de las demandas (Ej. Perón). Una demanda particular representa al conjunto y esa es la
articulación que lleva adelante una operación hegemónica.
Esta es una situación ideal, porque lo que generalmente ocurre en los procesos políticos es que hay
operaciones hegemónicas que rivalizan entre sí y que trazan distintas fronteras: no hay simplemente una
división dicotómica del campo político en dos grandes bandos (jacobina). Normalmente, hay otras fuerzas
políticas y sociales operando que llevan adelante operaciones hegemónicas contrapuestas y trazan otras
fronteras, hacen otro corte. Y ahí aparece la posibilidad de que una demanda esté articulada a distintas
cadenas equivalenciales: unas articulan de una forma y otras de una manera distinta.
En ese sentido, se presenta la demanda como un significante flotante. En el sentido de que una demanda
puede ser, al mismo tiempo, articulada a una cadena o a otra aparece como significante flotante; pero
Laclau dice que serían las dos cosas: son las dos caras de una misma operación. Hay que vaciar de
particularidad a una demanda para que pueda representar a otras y, sin ese vaciamiento, no es posible que
adquiera un carácter flotante, es decir, que sea articulada a una u otras cadenas. Ahora, en esta operación
de que algo singular representa a algo universal, ahí estaría la ilusión ideológica para Laclau.
Volvemos al texto principal: “Muerte y resurrección de la teoría de la ideología”, en Misticismo, retórica y
política. En el sentido tradicional, el concepto de ideología ha sido puesto en cuestión. Laclau está
dispuesto a recuperarlo si lo reformula. Los mecanismos ideológicos son aquellos que permiten la ilusión
del cierre de lo social, que permiten representar una plenitud imposible, ausente de la comunidad. Es este
mecanismo. Para que esta demanda logre representar toda una cadena de equivalencias, ha operado la
ilusión ideológica.
Frente al régimen zarista, por ejemplo, la respuesta es revolución, y la revolución como significante vacío
representa la plenitud de la comunidad. Esa ilusión de alcanzar el cierre, la sutura de lo social es
constitutiva, o sea, es inescapable, va a ocurrir siempre; por eso, no hay ninguna posibilidad del fin de las
ideologías. La ideología así entendida, para Laclau, existirá, siempre. Que la ideología desaparezca es
algo imposible, es algo que no se puede dar. Si se diese el caso de que la lógica de la equivalencia o de la
diferencia se impusieran por completo, ahí sí; pero eso no es posible. Siempre habrá un juego combinado
de las lógicas de la equivalencia y la diferencia y siempre habrá la ilusión de que una particularidad puede
representar a una universalidad que, en realidad, es inconmensurable con ella.
“Prefacio a la segunda edición”, en Hegemonía y estrategia socialista. La escribieron diecisiete años después de
la primera edición del libro, o sea, en 2002. Es una excelente síntesis de Hegemonía y estrategia socialista. Las
circunstancias políticas respecto de 1985 han cambiado fuertemente: cayó el Muro, se desintegró la URSS,
se fue configurando este orden de globalización, posmodernidad, hay una hegemonía neoliberal. Esos
cambios, en realidad, para Laclau, confirman lo que intuían en el libro: no es que hay que rectificar la
perspectiva política y teórica a la luz de lo acontecido; sino que más bien lo ocurrido confirma que las
intuiciones eran ciertas.
Hay críticas a Habermas en el sentido de que la idea de que en un espacio público sin exclusiones (...) esto
de alcanzar un consenso racional es ilusorio. También es un error creer lo contrario, como plantea Lyotard,
es decir, un particularismo puro que hace imposible cualquier clase de articulación. Insisten bastante en
que la noción de antagonismo es absolutamente central para su planteo y que, curiosamente, esa noción ha
ido desapareciendo del discurso de la izquierda. Hay críticas a la tercera vía (Guiddens). Esta idea de que
los antagonismossociales han desaparecido y que es posible encontrar soluciones que sean beneficiosas
para todos. Esto es un renunciamiento que han tenido ciertos partidos de izquierda. Hay que trazar
nuevas fronteras políticas para construir una nueva hegemonía. Frente a la hegemonía neoliberal, hay que
construir una nueva hegemonía, en el camino hacia una democracia radical y plural. Crear nuevas cadenas
de equivalencias que articulen las distintas luchas democráticas entre sí: las luchas del feminismo, de los
PÁGINA 6
movimientos ecológicos, anti-racistas, etc., con las reivindicaciones de la clase obrera, etc. En eso
consistiría el proyecto político de construcción de una nueva hegemonía.
Žižek: “Más allá del análisis del discurso”, primera parte, en LACLAU, E., Nuevas reflexiones sobre la revolución de
nuestro tiempo. El aporte fundamental de Laclau en Hegemonía y estrategia socialista es la noción de
antagonismo, o sea, la idea de que el campo social está estructurado como un campo simbólico. Y
no está estructurado de cualquier manera, sino estructurado en torno a una falta, a una fisura que no es
simbolizable. Esto que dice Žižek, se conecta con la idea de lo real como imposible que planteaba Lacan.
Hay una analogía posible de trazar entre la aseveración de Laclau cuando dice que la sociedad como
totalidad suturada es imposible y lo que dice Lacan cuando decía que lo real es lo imposible de simbolizar.
Entonces, lo que hace en este artículo Žižek es explorar los beneficios que tendría extender esta analogía
entre el planteamiento de Laclau y ciertos planteamientos de Lacan.
Especialmente, se detiene en lo beneficioso que sería pensar también a partir de las ideas de Lacan la
cuestión del sujeto. En ese sentido, Laclau ha planteado la noción de posiciones de sujeto como
distinta a la constitución de un sujeto unificado. Pero ese planteo tiene limitaciones: no es un planteo
radical llevado hasta sus últimas consecuencias. Todavía está operando dentro del marco de la
interpelación althusseriana. Cuando me reconozco ocupando una determinada posición de sujeto
(feminista, ecologista, por ejemplo), en realidad, como decía Althusser, me engaño, porque vuelvo a pasar
por alto el antagonismo, ese núcleo traumático cuya simbolización es imposible.
Žižek propone ir más allá y pensar al sujeto a la manera de Lacan, y pensar al sujeto como lugar vacío de
estructura.
Barthes. “De la obra al texto”, en El susurro del lenguaje. Barthes es un autor que resume en su propia
trayectoria personal el camino que han seguido las ciencias sociales. Barthes tuvo una primera etapa
estructuralista, fue su impulsor. ’50 / ’60, fue quien quiso retomar la idea de Saussure de crear una nueva
disciplina, la semiología, que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social. Barthes propone
crear la semiología como translingüística, es decir, proyectar los conceptos lingüísticos a otros objetos.
Desarrolla ese trabajo en el marco del proyecto del estructuralismo. El estructuralismo planteó un análisis
inmanente de los textos. Había que encontrar en el texto mismo las claves de su sentido. Y sabemos que,
cuando surge la perspectiva del discurso que está en ruptura con la lingüística, va a ser muy crítica con
esta idea. El análisis del discurso es siempre interdiscursivo, supone relacionar un discurso con otros
discursos.
Ese pasaje, ese cambio de perspectiva lo lleva adelante también Barthes y este artículo de 1971 ya nos
muestra la crisis de esa idea de análisis inmanente y el pasaje a un nuevo concepto. Está surgiendo la idea
de discurso pero, en este artículo de Barthes, no se habla de discurso sino de texto. Las características que
Barthes le atribuye al texto son las que nosotros le atribuimos al discurso. Desde su perspectiva de crítico
literario, dice que hay que abandonar el análisis de obras y pasar al análisis del texto. Texto
etimológicamente es tejido. En realidad, un texto está entretejido, es una trama en la que se entrecruzan
otros múltiples textos. Está hecho de citas sin comillas, en el sentido de que, aunque no nos demos cuenta,
aunque no podamos decir de dónde proviene eso que decimos, lo que decimos está atravesado por otros
textos. La metáfora que se asocia al texto es la de la red. Un discurso es un tejido. La obra se cierra sobre
un significado que puede ser literal y es lo que estudia la filología, o un significado secreto que hay que
interpretar como lo que puede proporcionar el marxismo o el psicoanálisis. Mientras la obra se cierra
sobre un significado, el texto remite al juego infinito de los significantes. La obra supone una
filiación, la noción de obra es correlativa a la noción de autor. En cambio, el texto se lee sin la garantía del
poder del autor. La restitución inter texto anula la herencia. Es decir, el sujeto de la enunciación es un YO
de papel, es decir, se constituye en la propia enunciación.
PÁGINA 6
A partir del discurso, vamos contra la noción tradicional de obra y de autor, como aquel que es el origen de
la obra. Ni el sujeto es origen del discurso ni el autor es el responsable por entero de la obra. El que
produce el discurso es hablado por una formación discursiva muchas más de lo que cree o de lo que
puede reconocer. El texto elimina la distancia entre escritura y lectura. Un texto se tiene que ejecutar así
como un intérprete musical ejecuta una partitura. No sólo lee la música, sino que, al mismo tiempo, la
recrea. El lector se convierte en coautor.
Por último, en el caso del texto no hay un metalenguaje privilegiado. El discurso sobre el texto no es más
que otro texto. Esto se relaciona con Laclau sobre la crítica a la ciencia como metalenguaje privilegiado.
Castoriadis. Dos textos. También fue marxista. Nació en Grecia. Después de la Segunda Guerra se
trasladó a Francia. Pasó a formar parte de un partido comunista anti-stalinista. Con el tiempo, tomó
distancia del ala troskista. En el ’60 trabajó en una revista que se llamó Socialismo o Barbarie. Ahí
participaron Lefort, Lyotard. En esa revista fue publicando fragmentos de lo que constituirá su libro
principal (1975) La institución imaginaria de la sociedad.
Primer artículo: “Poder, política, autonomía”, en El mundo fragmentado.
El concepto central que aporta Castoriadis y por el cual es reconocido, es el de imaginario social. El
planteo de Castoriadis hace hincapié en lo histórico social como creación. En ese sentido, en que proviene
del marxismo, va a ir tomando distancia de él. El marxismo es un racionalismo objetivista. Piensa en la
historia en términos de un determinismo causal. Pero la historia es el terreno de la creación. Le
interesa subrayar la indeterminidad, la apertura de lo social. La historia como poiesis, es decir, como
creación. En principio, lo que tenemos es un colectivo anónimo, es decir, un grupo indefinido de personas
que conviven juntas durante un cierto tiempo. A lo largo del tiempo, ese colectivo anónimo va dando lugar
a un proceso de creación ex – nihilo. Es decir, una creación pura, de la nada, que no está determinada ni
condicionada.
¿Qué es lo que crea ese colectivo anónimo a lo largo de la historia? Instituye un mundo de
significaciones, va creando sus instituciones, por ejemplo, el lenguaje. El lenguaje lo crean todos y no
lo crea nadie en particular. Es una creación social. Un colectivo anónimo va creando un lenguaje a lo largo
de la historia y todas sus instituciones. Quien lleva adelante esa tarea es el imaginario social.
Castoriadis reconoce en el proceso histórico social dos polos que son irreductibles: psique y soma.
No utiliza el término individuo porque el individuo es una fabricación social. En cambio, la psique es
irreductible a lo social. Aquí vemos la impronta del psicoanálisis que está presente en Castoriadis. Ha
incorporado los aportes del psicoanálisis. Entonces, hay una psique, que es un flujo perpetuo de
representaciones de afecto y de placer. Es irreductible a lo social. Lo social nunca logra anular ese flujo
perpetuo de representaciones. Ambos son fuente de creación.A lo singular, Castoriadis asocia lo que se
llama imaginación radical; a la sociedad, es decir, al colectivo anónimo asocia lo que se llama imaginario
radical. Lo que se va creando es que se instituye ex – nihilo un mundo de significaciones imaginarias.
Esto no significa que se puede hacer cualquier cosa, en cualquier momento; porque, en realidad, hay un
juego constante entre lo instituido y lo instituyente. Hay instituciones imaginarias sociales que ya han
sido instituidas por la sociedad y que condicionan, limitan la posibilidad de creación de nuevas
significaciones. Lo instituido condiciona lo instituyente.
Sin embargo, la posibilidad de instituir nuevas significaciones no desaparece nunca. Siempre hay posibilidad
de alterar el mundo de significaciones imaginarias sociales tal cual han sido instituidas. Una sociedad donde
PÁGINA 6
es muy fuerte el peso de lo instituido, donde se reduce al mínimo la posibilidad instituyente, es para
Castoriadis una sociedad heterónoma, que es lo contrario de una sociedad autónoma. Esa heteronomía
ha caracterizado a la mayoría de las sociedades que han existido y existen a lo largo de lahistoria. Lo que se
encuentra con más frecuencia es la heteronomía, porque los hombres que han instituido estas
significaciones, les atribuyen un origen extra – social, por ejemplo: de los dioses. La sociedad deja de
percibir que se ha auto instituido, es decir, que ella misma ha creado las instituciones por las que se rige.
Una sociedad que se vuelve conciente de este carácter, es una sociedad que va en camino a ser autónoma.
Una sociedad autónoma es aqeulla que no sólo reconoce que ella misma ha creado las
instituciones, sion que ella misma puede modificarlas.
Ese proyecto de autonomía que Castoriadis propone retomar tiene un origen histórico en Grecia. Los
griegos inventaron la política. No lo político. Lo político en cuanto a una dimensión de poder explícito,
existe siempre en toda sociedad. Pero la política como actividad reflexiva, lúcida, de auto institución social,
es decir, de creación de las propias instituciones, nació en Grecia. Reapareció con la modernidad europea
pero una y otra vez tiene que lidiar frente a la heteronomía social. Ese proyecto de autonomía para
Castoriadis es, al mismo tiempo, individual y social, porque no podría haber una sociedad autónoma con
sujetos heterónomos, y sujetos autónomos no podrían dar lugar a una sociedad heterónoma. Hay que
avanzar hacia la autonomía individual social.
El segundo artículo de Castoriadis. “Psicoanálisis y política”, en El mundo fragmentado. De qué modo
interpreta el papel del psicoanálisis. Parte de una frase muy citada de Freud respecto al fin del análisis:
“donde fue ello, devenga yo”. ¿Cómo interpretar esto si esta es la finalidad del análisis? ¿como la
eliminación de lo inconsciente? ¿el control absoluto de las pulsiones? Eso sería imposible y monstruoso.
Lo que al hombre lo vuelve humano es la capacidad de crear. Entonces, él propone una frase
complementaria a la de Freud: “donde era ello, devenga yo” y él añade “donde es el yo, emerja también
ello”. O esa, frente a la represión social, el modo en el que un individuo que es fabricación social reprime
ese flujo perpetuo de representaciones, afecto y placer, en lugar de reprimirlo, liberarlo.
En este sentido, el psicoanálisis se sumaría a un proyecto de emancipación. Ahora, en un momento dice
Castoriadis que hay tres imposibles: la del psicoanalista, la del educador y la del político.
La imposibilidad resulta del hecho de que quieren producir un individuo autónomo a partir de un
individuo heterónomo. Ese problema es un problema del análisis y también del educador. Esa tarea
imposible es la tarea de la política. Es lo que debe llevar adelante un proyecto político de autonomía.
Preparar las condiciones para que hombres autónomos den lugar a una sociedad autónoma que se
imponga, que imponga sus instituciones de un modo reflexivo, deliberativo, lúcido y no simplemente se
someta a la institución social.
Recapitulación.
Partimos el curso planteándonos ciertas preguntas. La idea no era encontrar respuestas. Mucho menos,
respuestas definitivas a esas preguntas. En realidad, estamos frente a un horizonte teórico abierto. Las
preguntas siguen planteadas pero, quizá, a lo máximo que podemos aspirar es que hoy por hoy las
preguntas no sean exactamente las mismas.
Nos preguntamos por la producción social de significaciones. Ese fue el punto de partida del curso. Había
otros interrogantes vinculados con este, por ejemplo, qué papel tiene la sociedad en la constitución de los
sujetos y qué papel tienen los sujetos en la constitución de lo social. ¿Cómo pensar la historia y la relación
entre la historia y los sujetos? ¿La historia es algo que simplemente nos viene dada y tenemos que
adaptarnos, o los hombres somos los protagonistas de la historia? Los hombres hacen la historia, decía
PÁGINA 6
Marx, bajo condiciones dadas. ¿Hasta dónde llega ese peso de las condiciones? ¿Hasta dónde puede
decirse que los hombres y las mujeres hagan la historia?
Primero vimos la teoría de la ideología que es una primera teoría acerca de las significaciones sociales que
tiene distintas variantes: hay un profuso debate en torno al concepto de ideología. En el momento clásico,
lo que podemos decir, imaginar, pensar, está determinados por las condiciones materiales de existencia. Es
decir nuestras representaciones están atadas a ciertas condiciones materiales de la vida.
Llegamos al concepto de discurso. Discurso como esa instancia social en la que las significaciones se
producen y circulan. Para llegar al concepto de discurso, hay que pasar por algunas instancias previas: el
marxismo y la teoría de la ideología junto con el psicoanálisis. El psicoanálisis nos sirvió de puente entre
uno y otro, con Althusser. Claramente, juega un papel de nexo entre marxismo y psicoanálisis. Althusser
lleva las condiciones propias de psicoanálisis al terreno de la teoría de la ideología. Produjo una
reformulación del concepto de ideología que incorpora los aportes del psicoanálisis. Y termina diciendo
que la función principal de la teoría de la ideología es constituirnos como sujetos.
Aparece la cuestión del sujeto. Venimos de una noción de sujeto que es propia de la Ilustración, que se
puede remitir a los orígenes del cógito cartesiano, es decir, sujeto como voluntad soberana, como
arquitecto de su propio destino, como una conciencia lúcida. Esa idea de sujeto fue cuestionada por el
propio marxismo. La teoría de la ideología venía a decir eso: que las representaciones están determinadas
por las condiciones materiales de existencia. El psicoanálisis también cuestiona aún más explícitamente esa
idea de sujeto. Lacan frente a la idea cartesiana: “donde pienso, no soy y donde soy no pienso”. También
el problema del lenguaje y del discurso. Problemas que están imbricados entre sí.
Llegamos, finalmente, al discurso. Un cambio importante ha ocurrido: el giro lingüístico, o sea, y no
creemos que podemos saber lo que las cosas son. En todo caso, podríamos determinar lo que las cosas
significan. De un discurso científico, con pretensiones ontológicas, hemos pasado a un problema
epistemológico y nos dimos cuenta que las cuestiones del conocimiento y la verdad son mucho más
complejas de lo que supuso la modernidad. Estamos en plena crisis de los grandes relatos: el marxismo, el
estructuralismo, etc., que pretendían dar cuenta de las cosas tal cual son. Lo que hoy se plantea es que
tenemos frente a nosotros un universo de discursos, es decir, de significaciones socialmente construidas.
La problemática de lo ideológico no desaparece. Podemos conservarla pero redefiniendo esa problemática.
¿Qué sería lo ideológico en esta etapa? No como dice la teoría clásica un reflejo distorsionado de una
realidad a la que accedemos a traves de la ciencia. En realidad, esas significaciones que son sociales,
construidas, contingentes, que se desplazan, muchas veces se estabilizan. Cuando unas ciertas
significaciones se estabilizan,creemos que hemos dado con las cosas tal cual son. Eso sería, en esta
redefinición, lo ideológico. El análisis ideológico estaría en ver el peso de lo instituido según Castoriadis.
En los otros autores, estaría en ver esos designantes rígidos o point de capiton, que estabilizan durante un
cireto momento las significaciones. Ahí hay una operación ideológica.
Ahora bien, si lo ideológico nos remite al peso de lo instituido, también está la posibilidad siempre abierta
de lo instituyente y esto, más que con la dimensión de lo ideológico, tiene que ver con la dimensión de lo
imaginario. La posibilidad de creación de lo nuevo, la dimensión instituyente de lo histórico social se asocia
a lo imaginario. Pero es una propuesta, de cualquier modo seguimos frente a un horizonte abierto de
propuestas. Las luchas políticas son, en realidad, luchas por la significación. Lo sabemos bien con Laclau,
que planteó las luchas políticas como luchas por la significación: frente al deslizamiento permanente del
sentido, se intentan fijar ciertas significaciones para hacerlas pasar como lo que las cosas sup
uestamente son.

Continuar navegando

Materiales relacionados

6 pag.
Terico 11 - 15-11-05 doc

SIN SIGLA

User badge image

ecoclimafranco

5 pag.
Terico 6 - 11-10-05 doc

SIN SIGLA

User badge image

ecoclimafranco

5 pag.
Terico 9 - 01-11-05 doc

SIN SIGLA

User badge image

ecoclimafranco