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Teo 8 - Mangone C A quince años Las polémicas sobre TV en los noventa, una excusa para discutir intervenciones intelectuales y políticas culturale doc

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Mangone C. “A quince años. Las polémicas sobre TV en los noventa, una excusa
para discutir intervenciones intelectuales y políticas culturales.
 Mangone comienza su texto argumentando que en los años transcurridos de
democracia no se llevaron a cabo muchos debates académicos o políticos culturales.
Opina que el proceso de institucionalización universitaria, la expansión de Jornadas y
Congresos protocolizo en demasía las intervenciones, al mismo tiempo que el
apasionamiento político de otros tiempos fue reemplazado por la indiferencia o el
cinismo critico sin estrategia. Sin embargo, a comienzos de los noventa y a partir del
nuevo lugar que tenia la televisión en nuestra cultura, cientistas sociales, filósofos
políticos, críticas literarias o culturales se acercaron al tema tanto por su carácter
“democrático” como por la posibilidad de ejercer cierta pedagogía de masas en su
intervención político cultural.
 A quince años de publicaciones como Devorame otra vez de Landi y la crítica
de esta llevada a cabo por Sarlo, las condiciones de la televisión argentina no se han
modificado como para que no apareciera la problemática con nuevas perspectivas y
distintos actores.
 El repliegue de la crítica coincide con una televisión que transforma en naif
aquellas producciones que en los años `70 eran consideradas como un análisis
ideológico. El sensacionalismo extendido a cualquier temática, el bajo costo de la
producción de la programación periodística, la polución publicitaria, entre otros, son
características que ameritan una moral critica al medio. Por el contrario, gran parte de
los académicos, intelectuales y críticos han optado por utilizar el medio para la
promoción de su faena o para hablar de los referentes reales que la televisión convierte
en actualidad. En los últimos años, expertos del campo académico forjaron una alianza
con los sectores dominantes de la industria.
 
Algunos antecedentes de la crítica televisiva 
En los años `70, la critica televisiva tenia como trasfondo teórico una semiológica que
ayudara a la desmitificación ideológica. Según Sarlo, un programa como el de Neustadt,
Tiempo Nuevo, sirve como ejemplo de los mecanismos de naturalización y
estereotipación mediante los cuales la televisión expulsaba clases sociales, distorsionaba
la representación del conflicto y omitía hablar de aquello que la calle gritaba (como la
revolución, la lucha armada o el peronismo). La TV cumplía el mismo papel que en la
actualidad pero la situación política ayudaba para un mayor contraste.
 No muy diferente era la estrategia en el texto TV Guía negra (1974) de Walter y
Ulanovsky. No había en esta publicación ninguna ambición de analizar la televisión
como producto de pioneros, vanguardistas o profesionales que le estaban realizando un
aporte a la cultura nacional. Sin embargo, sin que la televisión se haya modificado
demasiado, Ulanovsky, en los `90, divulga una edulcorada mirada sobre la historia de la
televisión en la cual desaparecen muchos de los juicios negativos presentes en 1974,
adoptando la idea de que todo suma para una historia cultural (vendido cara dura este
Ulanovsky). Esto podría ser percibido como un desgarramiento producto de su inserción
en el sistema de medios gráficos ya multimediaticos.
 
Preparando el terreno 
Antes de arribar al núcleo polémico de los `90, se va perfilando la integración de la
crítica a las estrategias generales de los medios dominantes. Los “hijos de la televisión”
comenzaban a protagonizar la experiencia artística y la movida cultural, la temática
televisiva, que ya era lo suficientemente madura como para que ocurriera, empezó a ser
el centro de argumentos y propuestas que respondían a sentimientos de nostalgia en una
audiencia que, por primera vez, identificaba a la televisión con su infancia o
adolescencia.
 Además, a principios de los `90 se produce un movimiento clave de
condescendencia con la televisión dominante que será promover el análisis televisivo ya
no como un efecto de procedimientos de construcción de sentido, edición o montaje de
la información sino como un consumo cultural más. De ahora en mas, la televisión no
será tan responsable de lo que emite, sino que la audiencia y sus supuestas capacidades
de discernimiento y, por otro lado, el efecto cotidiano que ubica al televisor como
aparato de nuestro hábitat, serán los objetos de estudio que van a entregarnos las claves
de su acentuada hegemonía. Se olvida la pantalla y se comienza a estudiar individual o
grupalmente a los telespectadores.
 
La polémica fundacional, incompleta y nunca retomada 
En el 1991, Oscar Landi organiza un seminario alrededor de la figura de Alberto
Olmedo. Este seminario se prolongo unos años más y dio origen, durante su desarrollo,
a varios textos que analizaron la televisión contemporánea con muy distintas
perspectivas. En este clima académico se publica el libro de Landi y, pocos días
después, el artículo de Beatriz Sarlo.
 El texto de Landi expone el nuevo lugar de la televisión y la invitación a
abandonar prejuicios de la cultura y cierto aristocraticismo intelectual con respecto a la
televisión que convierten al libro en el punto de inflexión de la época. La rehabilitación
del mcluhanismo y de la perspectiva de usos y gratificaciones es el cóctel teórico en el
que se basa Landi. Su libro condensa también la mirada de una “cultura pop” que
describe usos y funcionamientos sin preguntarse mucho sobre efectos y resultados.
 
La polémica, ese paradójico lugar del dialogo 
La televisión es analizada habitualmente en función de tres grandes problemas:
la construcción de un gusto estético, el auspicio de una moral y la formación de
ciudadanías.
 Landi y Quevedo aceptan como inevitable la reformulación de la palabra política
en tiempos videoculturales y rechazan el sustancialismo del discurso político. Para
Quevedo, lo pasado es el razonamiento preciso y la coherencia ideológica, lo que
formaría parte de una idealización mitológica de la cultura letrada que tendría “la edad
de nuestros prejuicios”.
 Sarlo, centraliza su crítica en la debilidad argumentativa de la televisión.
Contrasta la retórica de la argumentación con la carnavalizacion de la política,
haciéndose cargo de que la videocultura desacraliza el contacto del político con la
población en términos de la escena clásica, pero al mismo tiempo produce nuevas
mistificaciones con la instrumentalización de su vida privada, el ámbito familiar o las
peripecias a veces melodramáticas de su vida personal. En otras palabras, la televisión
rompe con la escena que podría llamarse clásica de encuentro del político con las masas
(Perón en la plaza), pero genera un ámbito de contacto nuevo centrado en aspectos más
personales de este.
 Finalmente, se lleva a cabo una caracterización sobre los análisis videopoliticos
de Quevedo y en mayor medida de Landi y se los incluye en la categoría de descriptores
de los nuevos procesos, abandonando casi definitivamente la lógica de la intervención
intelectual. Lo que esto produce es una distinción entre experto e intelectual que será de
fundamental importancia para asimilar, a partir de fines de los `90, su creciente
integración en los grupos multimediaticos. 
 
La rehabilitación del teleteatro 
 Fue el género mas desprestigiado de la crítica ideológica a la televisión. Se lo
veía como una educación sentimental que mitiga la conflictividad social a tal punto que
la ideología populista oligárquica no se debilite. A medida que se fue debilitando el
análisis ideológico, el teleteatro fue legitimando su lugar como producto de la cultura
hasta ocupar los horarios centrales de la programación.
 En relación a esto ultimo, hubo dos modificaciones en la oferta de la industria
que sirvieron para este asentamiento de los teleteatros. La primera fue la juvenilización
de la pantalla y los nuevos hábitos domésticos del consumo televisivo para adolescentes
y jóvenes. Lasegunda fue la producción de tramas en clave parodica, que incluye la
variante del grotesco o la realización de diferentes estilos a la vez. Estos
funcionamientos se dan en el contexto de un muy acentuado oportunismo industrial que
explora las variaciones de ánimo de las audiencias para introducir los cambios que
permitan mantener los índices de repercusión y rentabilidad publicitaria.
 
¿Desde donde se habla? Expertos, funcionario, asesores
 Muchas veces los desplazamientos teóricos o las modificaciones en las
intervenciones críticas de expertos, críticos e intelectuales no se deben simplemente a
que llega a nuevas conclusiones del funcionamiento de la realidad, sino que se derivan
de nuevas colocaciones dentro del campo cultural, académico y político. Cuesta
entender entonces como un mismo autor, en pocos años y con pocas variaciones del
objeto analizado, cambie tan drásticamente su perspectiva. Lo que hay que tener en
cuenta para comprender esto es el lugar institucional, político o en la industria que
ocupa el crítico, periodista o intelectual al momento de la argumentación. Este es uno de
factores que comprende el proceso de repliegue de la crítica (uno crucial). Un ejemplo
claro de esto es el débil análisis de los medios en la época de la dictadura del ’76 o el
casi nulo análisis por parte de los noticieros y diarios pertenecientes al Grupo Clarín del
caso de los hijos de Herrera de Noble (bien Nico con ejemplos actuales).
 Por esto es que resulta necesario recordar la colocación de cada uno en el
campo, sus relativas autonomías o sus explicitas dependencias.

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