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YO NO VALGO MENOS Sugerencias cognitivo-humanistas para afrontar la culpa y la vergüenza Olga Castanyer 129 YO NO VALGO MENOS Sugerencias cognitivo-humanistas para afrontar la culpa y la vergüenza 2ª edición C r e c i m i e n t o p e r s o n a l C O L E C C I Ó N 1ª edición: diciembre 2007 2ª edición: junio 2009 Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación públi- ca y transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la auto- rización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos –www.cedro.org–), si necesita fotocopiar o escanear algún fragmen- to de esta obra. © Olga Castanyer, 2007 © EDITORIAL DESCLÉE DE BROUWER, S.A., 2007 Henao, 6 - 48009 Bilbao www.edesclee.com info@edesclee.com Impreso en España - Printed in Spain ISNB: 978-84-330-2198-4 Depósito Legal: BI-1598/09 Impresión: RGM, S.A. - Urduliz %E2%80%93www.cedro.org%E2%80%93), www.edesclee.com info@edesclee.com Para las flores que han crecido en la parte oscura del jardín, con la certeza de que encontrarán su camino a través de las nubes. Para la Asociación “Crecer Sin Violencia”, que se dedica a proteger a los hijos de mujeres maltratadas. ÍNDICE Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Parte 1: El problema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 1. 1ª carta de Ainara: por qué siento que valgo menos que tú. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 2. Valía versus crítica: cómo reaccionan personas con autoestima sana y no sana ante las mismas situaciones . 23 3. ¿Por qué? (I): Características de la persona con baja y alta autoestima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 4. ¿Por qué? (II): origen y aprendizaje de la baja autoestima y el Crítico Interno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 5. Pero ¿por qué? (III): empatía con la crítica. Su razón de ser . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 6. Los sentimientos ¿qué es eso? 2ª carta de Ainara . . . . . . . 113 7. La vergüenza y la culpa. 3ª carta de Ainara . . . . . . . . . . . . 133 8. Las relaciones cuando hay un Crítico Interno . . . . . . . . . . 151 10 Parte 2: Afrontamiento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171 9. Cambiar el Crítico Interno por un Cuidador Solícito. . . . 173 10. Observarme desde fuera- el sano distanciamiento . . . . . . 183 11. Dar voz a los sentimientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203 12. Cambiar el lenguaje del Crítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223 13. ¿Quién soy? ¿Cómo soy? Mejora de mi autoconcepto. . . 241 14. Tratamiento de los errores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 259 15. Educar en autoestima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273 16. Última carta de Ainara . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 301 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 305 YO NO VALGO MENOS 11 AGRADECIMIENTOS Quiero agradecer la puesta en escena de este libro a todos los pacientes que han pasado y pasan por esta consulta, ya que con su motivación y valentía me alientan día a día a creer en el ser humano. También a Vicente, mi marido y compañero, que se ha encarga- do sin queja de mantener el barco familiar a flote en mis largas horas de encierro y que me demuestra, en otros temas, que querer es poder. 13 INTRODUCCIÓN “Yo NO valgo menos"... Otro libro de Autoestima, pensarán muchos al leer el título... ...Tienen razón y no tienen razón. Este libro trata de la autoestima, por supuesto, porque la autoes- tima engloba todos los temas de los que hablaremos: los pensamien- tos, las conductas, los sentimientos... Pero, dentro de ello, nos vamos a centrar en un área muy específica de la autoestima: la culpa y la autocrítica. Ambos son mecanismos humanos, buenos y necesarios para el desarrollo, tanto el individual como el colectivo. Pero hemos venido observando, a lo largo de años y años de terapia, que parece que existen dos tipos de “autocríticas” y dos tipos de “culpa”. Un tipo es el que poseen las personas cuya autoestima es sana: su mecanismo de autocrítica y su sentimiento de culpa les ayudan a seguir avan- zando y creciendo como personas. Y otro tipo es el que poseen las personas con autoestima baja: su autocrítica y la culpa que sienten parecen bloquearles, hacer que se sientan terriblemente mal consigo mismos, pero sin permitirles con ello, aprender de las situaciones. 14 ¿Por qué? ¿Qué hace que una persona desarrolle una buena autoestima y una autocrítica sana y otra se hunda consigo misma en un mar de reproches y sensaciones de culpabilidad? Dar respuestas a estos dilemas es el objetivo del libro. Para ello, hemos partido de la siguiente base: el mecanismo de la culpa y el de la vergüenza es el mismo en todos los seres humanos: si la educación sabe encaminarlos hacia el crecimiento de la persona, ésta desarrollará una sana autoestima. Pero si se dan ciertas circuns- tancias desencadenantes y mantenedoras (aislamiento, imposibili- dad de tener un criterio propio, hipervigilancia, críticas al "ser", cul- pabilizaciones...), todo el mundo experimentará una bajada de auto- estima y una culpa y vergüenza "tóxicas". En el caso del niño, esto ocurre cuando todavía no ha podido desarrollar su autoestima: es lo que recibe y así lo asume. Pero hay otros casos en los que se dan las mismas circunstancias, porque los mecanismos utilizados son idénticos. En el caso de que haya maltrato (ya sea de pareja, mobbing, lavado de cerebro...), pue- de haber una autoestima previa, pero los elementos desencadenan- tes son tan intensos que dinamitan las defensas de la persona. También hay culpa y vergüenza ante hechos traumáticos (acci- dentes, muertes,…). En esos casos, la autoestima previa puede ser alta o baja, pero es la intensidad de los estímulos negativos y la falta de recursos de la persona ante un hecho traumático la que hace que sus defensas se rompan literalmente. En todos los casos, debido a unas estrategias externas de control que se parecen sospechosamente entre sí, los sanos mecanismos de la autocrítica, la culpa y la vergüenza se truncan y se vuelven en con- tra de la persona. Ésta se encuentra tan “rota” que sólo busca sobre- vivir, buscando la culpa dentro de sí misma. En este libro nos hemos centrado en uno de los casos descritos: cuando es la educación la que no da oportunidad de desarrollar de forma sana la autoestima y sus mecanismos de culpa y vergüenza y la persona se ve abocada a buscar la mera supervivencia psicológica. YO NO VALGO MENOS 15 Sin embargo, estoy segura que las personas que se encuentren en los otros casos descritos se sentirán igualmente identificadas, ya que, como he dicho, los mecanismos son siempre los mismos. En todo momento, he intentado empatizar con las mujeres y los hombres que sienten esa autocrítica y esa culpa feroz. El libro está dirigido y dedicado a estas personas, en un intento de aportar com- prensión, por un lado, y “soluciones”, por otro. Para ello, he conta- do con la inestimable ayuda de “Ainara” (nombre ficticio). Ainara es una paciente que, como otras, todavía está conmigo en terapia y que se ha brindado a ofrecernos su experiencia “desde dentro”, como complemento absolutamente necesario a mi aportación más teórica. Todas las “Cartas” que aparecen en el libro son auténticas y escritas por ella, plasmadas sin ningún recorte ni cambio. A lo lar- go del transcurso de elaboración del libro (algo más de un año), Ainara ha ido evolucionando y avanzando hacia unacada vez mayor autoestima y una autocrítica y culpabilidad sanas y cuidan- tes. Esto se va notando también a lo largo del libro: sólo hace falta comparar su primera carta con la última. Sí, hemos avanzado con- juntamente: ella en su desarrollo personal y yo en la profundiza- ción del tema. Y así hemos logrado que se fuera escribiendo el libro que ahora brindamos. Por último, citamos las sabias palabras de Ann Weiser Cornell, que relata cómo, tras mantener relaciones sociales basadas en su Crítico, pudo cambiarse a sí misma y a su funcionamiento con los demás: “... Entonces me pregunté a mí misma cuál era la diferencia, qué había contribuido a que ocurriera el cambio. Y lo que me surgió es: amor hacia mí misma, estar a gusto por ser quien soy, la sensación de ir por mi propio camino y saber lo que siento y quiero. Cuando me quiero a mi misma, sigo disfrutando y deseando amor de la otra persona, pero no me siento desesperada por conseguirlo, no siento que dejo de existir si no lo obtengo. No necesito hacer cualquier cosa, incluso intentar ser quien no soy, con tal de ser querida. INTRODUCCIÓN 16 Cuando me siento a gusto por ser quien soy, me doy perfecta cuenta de que sigo sintiéndome a gusto cuando estoy con la otra per- sona. Puedo elegir a una potencial pareja no por su apariencia o sus logros, sino por ver si me siento más yo todavía cuando estoy con él. Cuando tengo la sensación de ir por mi propio camino, satisfecha y motivada con lo que hago en mi vida, no tendré celos de los logros de mi pareja ni necesitaré que esté por debajo de mí para no sentirme demasiado ansiosa. Ni necesitaré que alcance más logros para poder montar en el tren de las apariencias. Cuando sé lo que siento y lo que quiero, puedo comunicar mis deseos, y estar igualmente abierta a escuchar lo que mi pareja quie- ra decirme. Cuando sé lo que quiero y confío en ello, no termino con resentimiento hacia la otra persona por no haber dicho lo que necesi- to y el otro no poder leer mi mente. (...) Muchos años de terapia han hecho cambiar todo esto. Puedo estar junto a mi pareja cuando se siente mal, pero no se convierte en mi malestar. Le pertenece a él. Cuando mi sobrino está llorando por sus propias penas de amor, estoy con él... pero no le doy consejo hasta que me lo pide, porque es su sentimiento, no el mío. El espacio que tengo para conectar con los demás es ahora más grande, porque soy yo, no todas las personas que tengo alrededor (...)”. YO NO VALGO MENOS YO NO VALGO MENOS Parte 1 EL PROBLEMA 19 1ª CARTA DE AINARA. POR QUÉ SIENTO QUE VALGO MENOS QUE TÚ Porque realmente creo y estoy convencida de que valgo menos que tú, seas como seas, porque siempre te veré "menos malo" que yo, menos "defectuosa", menos "torpe", más "sensata", etc., porque siempre encuentro un mar de defectos en mí cada vez que intento pensar en positivo. Hasta hace poco no era consciente de hasta qué punto me infra- valoro y critico machaconamente en el día a día. Hasta hace poco ni siquiera me daba cuenta de que el noventa por ciento del día me sien- to, simplemente, "mal", “no válida", lo que me hace volcarme en con- seguir el afecto y atención del que tenga delante o, al menos, no defraudarle u ofenderle exponiéndole mi punto de vista o apetencias, si éstas no coinciden con el punto de vista de la persona. Si lo hago, pago el precio de sentirme fatal. Y el diez por ciento restante del día lo paso de mal humor, triste y con ataques internos y externos de agresividad, supongo que por la frustración de no ser yo misma y no poder hacer lo que quiero y deseo el noventa por ciento restante del día, y por no saber o no conocer otra forma de pensar y comportarme. Desde que tengo uso de razón, todo lo que hacía iba acompañado de críticas constantes e insistentes, daba igual cómo lo hiciera o dije- 1 20 ra, siempre había algo que corregir, las críticas solían ser bastante destructivas aunque en aquel momento no fuera consciente de ello. Todo eran sermones moralizantes, de hecho, vivía en una moralidad rígida y poco realista que no tenía en cuenta que toda persona nece- sita crecer en un entorno de aceptación y confianza. Amenazas, cas- tigos, reproches que hoy en día muchos podrían ver como “normales” para educar a un niño, en mi caso eran continuos y teñidos de "lo hago por tu bien" o “te estoy educando”. Hoy en día puedo decir que no sé lo que es un amor incondicional de una madre, no recuerdo haberme sentido aceptada tal cual soy yo, con mis defectos y mis imperfecciones. Sin embargo, sí veo a mi alre- dedor a todo el mundo que se quiere, incluso con sus defectos. Mis defectos, mis errores, todo ese lado negativo en mí lo en- cuentro mucho más terrible y muchísimo menos perdonable que el de la persona que tengo enfrente. De pequeña no me perdonaban una, ni siquiera me perdonaban a veces las conductas correctas, y ahora yo no me las perdono a mí mis- ma. ¿Has tenido la sensación alguna vez de darle vueltas a todo lo que haces o dices para buscar dónde lo has hecho mal, a ver dónde has metido la pata? Pues es una sensación que al menos hoy soy capaz de detectar. Y, por supuesto, casi siempre encuentro algo de lo que arre- pentirme, algo que no tenía que haber expresado, o alguna forma equivocada de decir o hacer algo. Por otro lado, parece como si todos mis “terribles defectos” fueran transparentes, como si estuvieran a la vista de los demás para ser constantemente detectados. La sensación es que la persona que tienes enfrente te está evaluando y de ella depende tu valía. Por eso son tan importantes sus reacciones, sus palabras, sus gestos. Y así mi estado de ánimo depende del otro, no de mí, como si cualquiera pudiera meter la mano en mi interior y revolver a su antojo, como si fuera una tinaja que se llenara o vaciara según la evaluación del otro. Por YO NO VALGO MENOS 21 supuesto que la persona que tengo delante de mí ni se imagina todo lo que pasa por mi mente. Simplemente, haga lo que haga no me gusto, no me acepto, por- que nunca he vivido lo que es que me acepten y quieran como soy, ni siquiera sé cómo se siente una en ese caso. Desconozco ese senti- miento. En realidad, el resto de sentimientos para mí no “existen”, es decir, están ahí, pero hasta hace poco sólo eran sensaciones “malas”, que no tenía por qué tener, que no tenía que sentir. Si, por ejemplo, tenía un sentimiento de rabia o de tristeza era porque algo no estaba bien en mí. Nadie me ha explicado nunca qué son los sentimientos, pero sí me han enseñado a reprimirlos, a echarlos a un lado. Si lloraba, me decí- an que no tenía derecho ni motivo alguno para hacerlo. En muchos casos, por tanto, me sentía “mala”, “egoísta” por hacerlo. Todo el universo real de los sentimientos no se me descubrió en la educación y ahora son sólo indicativos de mi poca valía. Tengo una sensación de ir por el mundo sobreviviendo más que disfrutando de la vida. La vida me lleva porque tiene que ser así, no porque yo la controle o disfrute. Las amistades son un lujo que yo no me merezco, por ser como soy, por valer menos que tú, ¿quién podría aguantarme? Mejor no tener para evitar el sentir que te vienen a decir esto. Todavía resuenan en mi cabeza frases del tipo: “no hay quien te aguante”, “si sigues así te va a ir muy mal en la vida”, “¡me tenéis harta, no os aguanto más!”. Si la persona que se supone que más te quiere y te acepta no te soporta y te critica constantemente, pues cuánto menos te aguanta- rán las otras personas. Cuando tampoco te destacan lo bueno que hay en ti, el resultado es valía cero. Los refuerzos positivos son esenciales para el desarrollo del niño, leería más tarde, pues es triste reconocer que no recuerdo palabras 1ª CARTA DE AINARA 22 bonitas de amor o aceptación por parte de mi madre, como si hubiera que ser muy buena para conseguirlas... pero nunca llegaron... Por todo esto siento que valgo menos que tú... porque pienso que no me lo merezco, aunque el amor me llegue ahora por parte de otra persona, porque ya me grabaron a fuegolo poco que valía y lo mucho que tenía que hacer para conseguir “valer”. Espero que ahora me entiendas mejor porque para mí, ya sabes... es importante lo que pienses. YO NO VALGO MENOS 23 VALÍA VERSUS CRÍTICA: CÓMO REACCIONAN PERSONAS CON AUTOESTIMA SANA Y NO SANA ANTE LAS MISMAS SITUACIONES Todos tenemos un “crítico” en nuestro interior. Todos, mujeres y hombres, sin distinción de edad, raza, cultura, desarrollamos un mecanismo de autocontrol que vela por nuestro bienestar, señalando cuándo nos hemos equivocado, las repercusiones de nuestros errores y qué podemos hacer cuando los hemos cometido. ¿Qué haríamos si no dispusiéramos de este mecanismo innato de control? Seguramen- te, no llegaríamos a adultos, sucumbiríamos ante nuestros errores, que se repetirían una y otra vez hasta que fueran fatales para nues- tro desarrollo. Sin embargo, hay personas que parecen sufrir más que otras con este proceso, personas que sienten en todo momento una voz crítica que les corrige, regaña, castiga, y en realidad, les maltrata, sin que puedan hacer nada más que seguir intentando hacerlo bien –... para nunca conseguir una sensación de bienestar. ¿Qué ocurre? ¿Por qué algunos disfrutan de una voz sana, que les cuida y previene de peligros, y otros se sienten bajo el yugo de un crítico interno feroz y despiadado? ¿Es una especie de injusticia del destino, es un castigo, hay personas que han nacido “erróneas” y otras “correctas”? Nada de eso es cierto. El rumbo que tome el meca- 2 24 nismo de la autocrítica se hace, no nace y de la educación que haya- mos recibido depende el que estemos en todo momento en un con- tacto amable con nosotros mismos o que haya una parte nuestra que maltrata y no permite a la otra respirar y expresarse. Os invito a mirar, quizás por primera vez, a ese Crítico Interno dañino a los ojos, desenmascararlo y ver qué quiere, por qué nos ato- siga y maltrata. Todos tenemos un crítico en nuestro interior, decía- mos, y es verdad, pero ¡qué diferente es la sensación de una persona que siente eso como “guía” interna, buena y protectora, de otra que siente que, si no tuviera a su crítico maltratador, saldría a la luz lo mala e incompleta que es! Vamos a hacer un ejercicio de acercamiento entre estos dos mun- dos tan diferentes. Seguramente, las personas que sufren bajo el yugo del crítico maltratador estarán sorprendidas de lo sencillamente que piensan y sienten aquellas que no lo tienen y las personas que no sienten ese Crítico Interno tan feroz se impresionarán ante la comple- jidad que puede alcanzar nuestra mente cuando éste está presente. A continuación, describimos unas situaciones, en las que se pone en juego la autoestima. Todas son reales y han sido “sufridas” por pacientes, que se han prestado a describir las sensaciones y pensa- mientos que tuvieron en esa ocasión y revisar su transcripción. Vere- mos lo que pensaría, sentiría y haría una persona con autoestima baja y tendencia a la culpabilidad, y otra con autoestima alta y, por lo tanto, unida y respetuosa con sus necesidades y sentimientos. Situación 1: El cuerpo grita Isabel (nombre ficticio) acompaña a su hermano y al hijo de éste al Parque de Atracciones, para celebrar su cumpleaños. En total son 10 niños de edades comprendidas entre los 8 y los 12 años. Al entrar en la “Casa del Terror”, el hermano le pide a Isabel que entre ella con los niños, ya que él tiene claustrofobia. YO NO VALGO MENOS 25 1. Isabel entra sin pensárselo, olvidando que ella también tiene claustrofobia. No atiende a sus sensaciones corporales de opre- sión, porque en ese momento, tiene más peso para ella la obliga- ción de ayudar a su hermano. En ese momento, no es ni siquiera consciente de que lo está empezando a pasar mal. 2. En el trayecto por la Casa, va agobiándose cada vez más por la mezcla de claustrofobia y la responsabilidad que siente en ese momento respecto a los niños. Tiene que vigilarlos, lograr que permanezcan unidos, que no se asusten, que no se paren...ella sólo es consciente de la tensión que siente por la responsabilidad que tiene, “olvidándose” de su claustrofobia: su atención está puesta al 100% en los niños, no en sus propias sensaciones cor- porales. Pero su cuerpo tiene bien presente el malestar: la tensión casi insoportable que, pese a todo, siente, la atribuye exclusiva- mente a la suscitada por los niños. No se permite atender a sus sensaciones corporales, porque está muy acostumbrada a repri- mirlas como “equivocadas”. 3. En un momento dado, casi al final del recorrido, en el que varios niños “se desmadran” y la tensión es máxima, Isabel da un tre- mendo alarido. “¡Quietos todos!” Los niños se quedan paraliza- dos, se hace el silencio y, poco a poco, terminan de recorrer el recinto. Inmediatamente después de soltar el alarido, Isabel se llena de reproches contra sí misma: “ya lo has vuelto a hacer – siempre haces lo mismo – sabes que no se debe gritar – gritar es de per- sona agresiva y no se debe ser agresivo – eres una mala persona, les has fastidiado la fiesta a los niños – les has infringido un dolor insuperable...”. Se siente terriblemente mal. En ese momento, el grito y lo que significa para Isabel, cobran absoluto protagonismo frente a las sensaciones tensas de antes y prácticamente las anulan. VALÍA VERSUS CRÍTICA 26 4. Los niños salen de la Casa y rápidamente se ponen a jugar. Están alegres, excitados y nerviosos: se lo han pasado en grande. Sin embargo, Isabel no ve todo eso. Sólo se va sintiendo peor a medi- da que pasa el tiempo. Tiene la sensación de haber cometido un error gravísimo, porque le ha infringido un daño a su sobrino, aguándole su fiesta de cumpleaños. La culpa le empuja a com- pensar el daño hecho y pedir perdón casi compulsivamente a su sobrino y a su hermano, pero el perdón de ellos no la deja tran- quila. Durante los días siguientes, llamará repetidamente a su sobrino para ver cómo se encuentra y volver a dar explicaciones a su conducta. 5. Aparte de a su hermano y sobrino, Isabel no contará a nadie el episodio y si le preguntan cómo le fue ese día, contestará “Bien”, sin más. Todo el episodio le da una tremenda vergüenza o, mejor dicho, despierta la vergüenza básica que siente siempre y en todo momento en su interior. Imaginemos el mismo episodio, pero esta vez es Andrea, que tie- ne una buena autoestima, quien acude a la Casa del Terror. 1. En primer lugar, Andrea no entraría a un sitio que le diera claus- trofobia. Atiende más a su sensación corporal que a la obligación de ayudar a su hermano. Buscará soluciones alternativas para que todos estén contentos (ver si hay monitores para grupos; pedir a otra persona que esté con ellas que entre; ir a otra atrac- ción; etc.), sin sentirse mal por ello. 2. Imaginemos que sí entra, quizás porque no sabe que el interior de la Casa es tan claustrofóbico. La situación es la misma que planteábamos: Andrea está sola en un lugar que le está dando claustrofobia, a la vez que tiene que vigilar y guiar a 10 niños. Seguramente, sentirá exactamente lo mismo que Isabel: por un lado, una tensión creciente, debida a la claustrofobia, a medida que avanza el recorrido, unida a una responsabilidad por saber- YO NO VALGO MENOS 27 se la única persona adulta que hay en ese momento con los niños. La diferencia es que Andrea sabe en todo momento lo que le pasa. Aunque en ese momento, debido a lo rápido que tiene que pensar y actuar, no pueda distinguir qué es qué, sí tiene cla- ro y escucha los “gritos de su cuerpo”: se siente muy mal, se lo reconoce y quiere salir lo antes posible de ese sitio. 3. Llega un momento en el que no puede más y da un tremendo alarido a los niños, igual que Isabel. Cuando lo explique más adelante a sus amigos, contará que “no podía más y tuve que pegar un grito que dejó secos a los niños, pobrecitos”. Con esta frase está diciendo: que no se reprocha nada, sino que ve justifi- cado su grito; que la causa no es que ella sea agresiva (como se dice Isabel), sino que no podía más, es decir, una causa centradaen la situación de tensión; y que puede que se sienta un poco mal por haber asustado a los niños, “pobrecitos”, pero ese malestar es mínimo y no merece más que un comentario jocoso al respecto. El sentimiento que puede tener Andrea tras haber dado el grito es de un cierto azoramiento por haber asustado a todos los que estaban cerca o de rabia por no haberse controlado, pero nunca será de culpa. Andrea distingue entre su ser y su conducta en un momento dado, cosa que Isabel no puede hacer. 4. Al salir, la sensación de Andrea es pura y simple: alivio por haber terminado. Lo contará enseguida a su hermano (quizás como forma de descargar la tensión) y observará a los niños. Al ver que están tan felices, jugando, no le dará más vueltas al asunto. Sí que, seguramente, esta experiencia le habrá servido para aprender de cara a una siguiente situación. Sus conclusio- nes pueden ir desde “nunca más me meto en un sitio como éste” a “la próxima vez me informo sobre cómo es esta atracción”, pero siempre irán a enmendar el error que siente ha cometido consigo misma: haberse infringido un sufrimiento que se podría haber evitado. VALÍA VERSUS CRÍTICA 28 5. Andrea no tendrá ningún reparo en contarlo más adelante a sus amigos, porque no siente que con eso se tambalee el concepto que tienen éstos y ella misma de sí. Depende de la importancia que le dé (la cual dependerá, a su vez, de la magnitud de la ten- sión que sintió), tendrá más interés en contarlo o menos. Situación 2: Alabanzas amenazantes Juan es una persona trabajadora, muy competente en su empre- sa. Roza el perfeccionismo: no sale del trabajo y no da nada por con- cluido hasta que no siente que la tarea en cuestión está presentable y sin errores. Un día, su jefe le cita en su despacho: le dice que se han fijado en lo bien que realiza su trabajo, aparte de ser uno de los trabajadores menos conflictivos, y que le quiere proponer para un ascenso si a él le parece bien. Juan agradece los cumplidos y le dice al jefe que se pensará lo del ascenso. 1. Durante una milésima de segundo, Juan se siente bien, reconoci- do, valorado. Pero esa sensación es tan fugaz que, como muchas otras veces, no es siquiera consciente de su aparición. 2. La tímida sensación de bienestar es rápidamente borrada, inuti- lizada y eliminada por la voz crítica. Si Juan ha sido consciente de la sensación genuina de placer, la crítica le dirá que es un vanidoso. En Juan, la crítica ejerce, entre otras muchas funciones, de traductora de sentimientos amenazantes. Cada vez que apa- rece uno, y el sentirse bien consigo mismo es amenazante para Juan (ya explicaremos por qué), la crítica le dice cuál es el senti- miento “correcto”: “eres un vanidoso, sabes que no merecías el halago y mira cuánto te alegras – culpable te tienes que sentir por ser tan mala persona”. La crítica le recuerda que ha conseguido de nuevo engañar a los demás, simulando que es honesto y tra- bajador, cuando en el fondo él no lo hacía por una buena causa, YO NO VALGO MENOS 29 sino llevado por el interés y la presunción (fijaos en las palabras “morales” que utiliza la crítica, luego comprobaremos que, efec- tivamente, la crítica siempre utiliza el mismo tipo de terminolo- gía), y eso, por supuesto, desvirtúa todo mérito. Pero la crítica no se suele quedar ahí. En este caso, continúa ata- cando a Juan, llamándole “desagradecido”. En vez de dar saltos de alegría ante la noticia del ascenso, él se queda pensativo, diciendo sólo que se lo va a pensar. Ahí entra en juego un segun- do elemento importante de la autoestima baja, que la crítica aprovecha ampliamente: la opinión de los demás. Juan tiene la sensación permanente de estar expuesto a la evaluación de los demás –son ellos, su jefe, sus compañeros, su familia, el mundo entero, los que tienen el poder de hacerle válido con sus juicios y opiniones sobre él. “Seguro que he defraudado al jefe con mi reacción. Ahora se estará arrepintiendo de haberme dicho nada”. Aunque está destinada para hacerle sentirse bien, la sensación genuina de bienestar que experimenta Juan al principio es pro- fundamente amenazante para él: es una sensación confiada, in- genua y permitirla indica un relajo peligroso, porque ahora le pueden dar donde más le duele, se puede frustrar hasta límites insoportables, porque Juan no se ve con recursos para afrontar la frustración. La crítica, que no le permite sentirse bien, le está pro- tegiendo de todo ese sufrimiento: “si no sientes –aunque sea agradable– no sufrirás”. Juan tiene, además, y eso forma parte del círculo de la crítica, la sensación permanente de ser una persona incompleta, en eterna formación, que no puede relajar la guardia, no vaya a ser que se relaje en exceso y se “salga de madre”. La sensación que conoce es esa y con ella sabe moverse. El bienestar es una sensación des- conocida y por miedo, la deshecha. 3. Tras estas reflexiones, Juan se ve absolutamente incapaz de hacer frente a lo que le propone el jefe: no tiene la capacidad que se VALÍA VERSUS CRÍTICA 30 requiere para el puesto, va a defraudar a todo el mundo y va a volver a meter la pata con sus decisiones grandilocuentes. Todo ello le está produciendo una gran cantidad de angustia, cosa que aprovecha su crítica para poner el punto final: “si ni siquiera eres capaz de tomarte este tema con calma, como lo haría cualquier persona normal, ¿cómo esperas poder desempeñar tu puesto? En el fondo, te vienen bien estas cosas como prueba de humildad, para que te des cuenta de una vez por todas de que tú no vales para esto.” 4. Con un nudo en la garganta, Juan acude al despacho del jefe y le comunica, con una forma algo tajante que no admite réplica, que no va a aceptar el puesto ofrecido. No sirven de nada las insis- tencias ni los intentos de convencerle del jefe: cuanto más insis- te, más se cierra Juan. Se están mezclando aquí la decisión fir- me de Juan, guiada por su crítica que no admite matices, con su falta de asertividad, preocupado hasta la angustia por la ima- gen que estará dando al jefe en ese momento. Se comprende que, con tanta tensión, la conducta de Juan no puede ser diferente a la que está siendo. Al final, sale del despacho casi huyendo, dejando al jefe prácti- camente con la palabra en la boca. Unos compañeros bieninten- cionados, al verle con cara de disgusto, se acercan a preguntarle, pero ya llegan tarde: Juan les dedica su mejor sonrisa y le quita importancia al tema: “no, no pasa nada, unas cosas sin impor- tancia que tenía que hablar con el jefe, pero ya están resueltas”. El miedo a resultar pesado, a dar la lata, a no dar la talla, a defraudar, a dar imagen de desequilibrado... puede con su dis- gusto y le levanta de un brusco tirón del hundimiento en que se encontraba. 5. Seguramente, Juan intentará no darle más vueltas y para lograr- lo, se volcará obsesivamente en su trabajo, en un intento vano de sentirse algo mejor consigo mismo rindiendo mucho. Su sensa- ción de malestar, no obstante, le durará bastante tiempo, horas, YO NO VALGO MENOS 31 quizás días, hasta que se vaya diluyendo poco a poco, almace- nada en el arsenal de malas sensaciones consigo mismo, que ya de por sí se encuentra repleto. Esta vez es Iván, un hombre con autoestima alta, el que nos va a prestar su experiencia y reflexiones: veremos que el espacio dedica- do en estas páginas al punto 1. y al punto 2. de la situación se invier- te en los casos de Juan e Iván. Así ocurre en la realidad con el tiem- po que dedica una persona con autoestima alta a sus sensaciones positivas y el que le dedica una persona con autoestima baja. 1. Ante el halago, Iván se siente simplemente bien, muy bien. Es como si volara en ese momento. Llevaba esperando desde hacía tiempo un reconocimiento, porque siente que, realmente, se ha esforzado y ha obtenido buenos resultados de su esfuerzo. Él ya se sentía bien consigo mismo, pero todos necesitamos ser reco- nocidos, y más por el jefe, para continuar caminando en la mis- ma dirección. Dicho de otra forma, Iván siente que se merece ple-namente ser alabado, pero necesitaba sentir que su actuación recibía un premio y la sugerencia de ascenso le parece la mejor recompensa. Como, normalmente, un refuerzo tiene más poder que mil casti- gos, el halago le empujará a seguir haciendo el trabajo bien. Nótese que no estamos hablando aquí de si Iván es honesto o no. Puede que haya conseguido su reconocimiento por la vía del engaño y el aprovechamiento o puede que no, que sea por el esfuerzo que ha realizado honestamente. Da igual: estamos hablando de autoestima, no de moral. En cualquiera de los dos casos, si Iván tiene la autoestima alta, se sentirá así como descri- bimos. Es probable, aunque depende de lo introvertido o extravertido que sea Iván, que sienta la necesidad de comunicar la buena nue- va. Puede querer decírselo a sus compañeros, si hay buen VALÍA VERSUS CRÍTICA 32 ambiente entre ellos, y a sus amigos, familiares... a quién se lo diga tiene que ver más con las circunstancias vitales que rodean a Iván. Lo que sí podemos afirmar es que, cuando alguien con buena autoestima se siente alegre y pletórico, siente necesidad de expandirse y comunicarse con los demás. 2. Después de la alegría, viene la reflexión: quizás después de haberlo comunicado, Iván se plantea lo que significa la alabanza y el ascenso que le ha propuesto el jefe. Comienza una fase de evaluación, en la que rápidamente, su mente y su cuerpo van cotejando las ventajas e inconvenientes que le va a suponer el cambio. Esta evaluación se realiza tanto a nivel emocional como mental, es decir, desde lo más consciente como puede ser “¿qué me supone el cambio a nivel de cantidad de trabajo, tiempo, esfuerzo? ¿cuáles serán mis funciones, las tareas concretas que tendré que realizar?...”, hasta lo más emocional e inconsciente, como “¿qué coste emocional me puede suponer el cambio? ¿me veo capaz de cumplir las expectativas?, ¿hay algo que no me encaja, hay algo que temo, algo que me hace especial ilusión?...”. Como hemos dicho, este proceso de evaluación emocional no suele ser tan consciente como el cognitivo, pero la persona puede hacerlo plenamente consciente. Si, por ejemplo, al pensar sobre sus funciones en el nuevo puesto, de repente le viene una sensación de náusea, Iván se parará para intentar identificar qué es lo que no le ha encajado. A veces no es fácil, y la persona se queda con la sensación de: “hay algo que no me gusta de todo esto”. Muchas veces, la imaginación nos ayuda a identificar lo que no sabemos expresar con palabras, ante nuestro ojo mental se suceden una serie de imágenes en las que nos vemos justo –qué casualidad– confirmando la emoción que estamos sintien- do. Este es un ejemplo de que, si sabemos escuchar con respeto al cuerpo y a la mente, veremos que nos están dando toda la información que necesitamos. Iván escucha, aunque sin saberlo conscientemente, lo que le transmite su cuerpo con la sensación YO NO VALGO MENOS 33 de náusea y su mente con las imágenes que proyecta y, tras lo que él llamaría, simplemente, “darle vueltas”, identifica qué es lo que le “chirría”: el tiempo. Sabe que, en el nuevo puesto, tendrá que asistir a numerosas reuniones y negociaciones, ten- drá que viajar y, en cualquier caso, salir del trabajo bastante más tarde de lo que ya lo hace. Y eso le da una gran sensación de náusea y ahogo. Ya ha hecho consciente lo que el cuerpo le estaba transmitiendo, y a partir de ahí, Iván reflexionará sobre el peso negativo que le otorga a ese malestar en comparación al peso positivo que tienen todas las demás funciones. Él no se lo planteará en términos de peso, más bien será una compara- ción emocional. Si al comparar, la sensación de malestar se minimiza frente a las buenas sensaciones del resto de las funciones, Iván continuará adelante, proponiéndose a sí mismo una solución rápida para no seguir dándole vueltas, como puede ser, simplemente, “bueno, espero que no tenga que viajar mucho, o “ya me las arreglaré para sacar tiempo”. Pero si la sensación de malestar no desapa- rece o aumenta al comparar las ventajas e inconvenientes, Iván se planteará muy seriamente si le compensa aceptar el puesto o éste le va a traer más malestar que alegría. 3. En este caso, Iván siente que, efectivamente, su malestar frente al nuevo puesto de trabajo es muy grande y no tiene claro que le vaya a compensar aceptar el ascenso. Al sentir eso, su mente ten- derá a buscar otras desventajas que apoyen su malestar inicial y le hagan ver el nuevo puesto como no tan deseable como cuan- do se lo dijeron por primera vez. Le da vueltas y vueltas, quizás lo consulte con alguien de confianza, pero al final, la respuesta será No. Eso no quita que, tras tomar la decisión, Iván tenga sen- timientos encontrados: por un lado, siente alivio por haber toma- do la decisión de no aceptar y haber evitado un malestar mayor, pero por otro, se siente triste y frustrado por no poder aceptar el puesto que le ofrecen. VALÍA VERSUS CRÍTICA 34 4. Con semblante serio, que se corresponde a cómo se está sintien- do, Iván le explicará al jefe su negativa a aceptar el ascenso. Lo hará de forma asertiva, es decir: con un tono amable (porque el jefe le había ofrecido algo favorable para él), pero firme y con- vencido; mirando a los ojos y transmitiendo en todo momento de forma no verbal que está seguro de lo que dice. Expondrá su negativa a aceptar el puesto, dando para ello una explicación que justifique su decisión – sólo una, no se perderá en explicaciones interminables que sólo lograrían confundir a su jefe. Dependien- do de la confianza que tuviera con el jefe, la explicación será la verdadera –“ no me compensa comerme el poco tiempo que ten- go para mí ”– o algo más eufemístico –“ hay muchas razones, entre otras, el tiempo que me supondría para mí y mi familia”. Seguramente, el jefe insistirá, pero, como Iván está seguro de su decisión, se mantendrá firme, repitiendo una y otra vez con ama- bilidad su negativa y agradeciéndole que la haya tomado en con- sideración. Al salir del despacho y ver los compañeros su semblante preo- cupado, le preguntan. Si tiene buena relación con ellos, les expli- cará más o menos claramente la conversación: necesita consuelo y confirmación, porque, aunque siga seguro de su decisión, se siente triste por no haber aceptado el nuevo puesto. Si no hay una buena relación con los compañeros, preferirá callarse y bus- carse a otra persona de confianza que ejerza la misma función de apoyo. 5. El malestar le durará un tiempo, dependiendo de lo amplia o estrecha que fuera la franja entre el coste y el beneficio que le supo- nía el ascenso. Su mente, que siempre funciona de acuerdo a los sentimientos, intentará buscar razones que confirmen que su deci- sión fue la correcta, como valorar el tiempo libre que tiene, felici- tarse por no haber aceptado el puesto al ver el trabajo que le está suponiendo a la persona que finalmente lo asume, etc. A la larga, el malestar se irá diluyendo pero, si continúa demasiado tiempo, YO NO VALGO MENOS 35 hará que Iván se escuche y se haga un nuevo replanteamiento de la situación. Entiende que sus sensaciones son respetables y merecen ser escuchadas y que, aunque quizás en ese momento, el ascenso no le cuadraba, ahora sí podría compensarle. Las acciones que emprenda a partir de ahí irán encaminadas a atender las demandas que le está enviando su emoción y su mente. Situación 3: Salida con los amigos Toni organiza una salida de cena y copas con los amigos. “Decíd- selo a quien queráis”, les dice a sus amigos más allegados. Pero cuando Elena, nuestra protagonista, le comenta que van a acudir tres amigos suyos, Toni se echa para atrás, dice que tres son dema- siado y le espeta: “Tú verás lo que haces y cómo vas a quedar…”. Elena no entiende muy bien qué significa eso, pero desconvoca a sus amigos y decide acudir sola. Sin embargo, cree necesario decir- le a Toni lo que opina de su gestión, y le envía un SMS en el que pone: “Vale, no vendrán, pero no me parece correcta tu actuación. Ahora quedo mal yo”. 1. Durantela cena, Elena advierte que Toni se sienta en el extremo contrario de la mesa. Tiene la certeza de que Toni se ha enfada- do por su SMS y no desea tenerla ni mínimamente cerca. Al lado de Toni se han sentado sus amigos más cercanos, con los que, como siempre, intercambia comentarios por lo bajo y risas de complicidad. Elena no duda de que, en todo momento, están hablando de ella, incluso en algún momento cree oír su nombre. Aunque intenta no prestar atención y hablar a su vez con las personas que tiene cerca, no puede dejar de desviar la mirada una y otra vez hacia Toni y sus amigos. Para ella, lo más impor- tante en ese momento es que Toni la perdone, le transmita de alguna forma que no ha hecho nada malo y que no está en- fadado con ella. Esa sensación es tan apabullante que Elena se VALÍA VERSUS CRÍTICA 36 siente incapaz de hacer algo, ni siquiera de acercarse y pedir perdón, porque, a la vez, teme el castigo, en forma de desprecio o rechazo, que le puedan dispensar. Así que permanece lo más quieta posible, como un niño que ha hecho algo malo, esperan- do que Toni se apiade de ella. 2. Más adelante, entran en un bar atestado de gente. Mientras Ele- na está en el servicio, quedan libres algunos asientos y se sientan todas las chicas del grupo y un chico, amigo de Toni. Cuando Elena vuelve, se coloca detrás de ese chico, porque no cabe en otro lugar. Al advertir eso, el chico se da la vuelta y dice con retintín: “Ah, pero ¿querías sentarte?”, a lo que todos ríen, mien- tras el chico se levanta y le cede el sitio. A Elena no se le había ocurrido sentarse –aunque había advertido que todas las chicas tenían un asiento menos ella, piensa que no se merece lo mismo, ya que no está a la altura de ellas. Como se siente inferior, ni se le ocurre reclamar un asiento. Evidentemente, al hacerle el chico la broma y cederle el asiento, Elena se siente morir: porque se están burlando de ella, porque queda en evidencia ante los demás, porque siente que ha querido “hacerse la importante” colocándose detrás del chico y está recibiendo su justo castigo y, en último extremo, porque el que hace la broma es de los amigos de Toni, qué casualidad, y “ahora sí que la he fastidiado del todo”. Si todavía esperaba algún tipo de perdón, ahora está cla- ro que nunca lo va a obtener, porque mete pata tras pata y, enci- ma, es una ingenua, que espera que la perdonen cuando está cla- ro que ella, toda ella, es imperdonable. 3. En otro bar, una bodega, otra amiga de Toni se dispone a pedir en la barra para todos. “¿Cervezas para todos?”, pregunta a los amigos. Elena piensa que, ya que es una bodega, debería de pedir vino y dice tímidamente: “Bueno, yo quiero un vino”. La amiga pone los brazos en jarras y dice con teatralidad: “¡mar- chando, cervezas para todos y UN vinito!”. Ahora Elena está segura: Toni les ha hablado mal sobre ella a sus amigos y todos YO NO VALGO MENOS 37 y todas la están castigando, la están haciendo ver que es una per- sona no grata en el grupo. Pero ¿a quién se le ocurre pedir un vino en estas circunstancias? Claro, sólo a ella, a Elena, la que siempre tiene que dar la nota, la que va de diferente. Realmente, puede dar las gracias de que todavía no la hayan echado del gru- po. En ese momento, Elena decide lo que considera es la única cosa acertada que habrá hecho en toda la noche: no volverá a salir con ellos. ¿No le están diciendo, por directa o por indirecta, que no la aceptan, que no la merecen, que, si acaso, la admiten por compasión? ¿No está claro que, tras la metedura de pata con Toni, ya se han hartado definitivamente de sus tonterías? Tras tomar la decisión, Elena casi se siente bien: se está inflingiendo un autocastigo por ser tan mala y, además, así les libera a los otros de tener que soportar la carga que supone ser así. Poniendo una excusa cualquiera, Elena decide irse antes de finalizar la velada. 5. Esa noche, Elena dormirá intranquila. Por un lado, siente que hay otra puerta que se cierra, otra historia que ha estropeado, otra carga de malos actos a añadir a su depósito, ya muy lleno, de acciones equivocadas. Y eso la llena de tristeza y de culpa. Por otro lado, algo en ella la mantiene fuerte: es la voz de la crítica: “no rezongues, tienes lo que te mereces. Lo único bueno que has hecho es decidir ya salir con ellos, porque siendo así, nadie te va a querer nunca. Así, por lo menos, no fastidias a otros y te que- das tú sola con tu porquería, que es como siempre tendrías que haber estado”. ¿Y qué ocurriría si en vez de Elena, es Mara la que se encuentra en esta situación? Mara también pertenece al grupo de amigos, pero la diferencia con Elena es que tiene una buena autoestima. Por ello, no le cuesta protestar cuando ve que Toni no admite que traiga a tres amigos. Aún así, les desconvoca para el encuentro, pero le deja claro a Toni que no le parece bien su gestión. El SMS que envía puede ser igual o similar al que envió Elena. VALÍA VERSUS CRÍTICA 38 1. Al entrar en el primer restaurante, Mara no se fija dónde se sien- ta Toni. Ella misma habrá entrado seguramente hablando con sus amistades más cercanas y se sentará con ellas o buscará un sitio que le pille cerca de las personas con las que quiere conver- sar en la cena. Es decir, en vez de esperar a ver dónde “la sien- tan” o quién quiere sentarse a su lado, Mara elige por sí misma, toma un papel activo en el asunto. Al advertir que Toni se ha sen- tado con sus amigos y comienza a hablar con ellos con complici- dad, no pensará nada o pensará “vaya, como siempre”, ya que sabe que Toni siempre hace lo mismo, vayan a donde vayan. Lo más probable es que, a lo largo de la cena, cada uno se centre en las conversaciones que tiene a su alrededor más próximo y sólo de vez en cuando, se fije en los que están al otro lado de la mesa, cuando se habla de algo en lo que participan todos o se va a tomar una decisión colectiva, por ejemplo. Dependiendo del grado de enfado que le causó, Mara se acorda- rá más o menos de la pequeña discusión telefónica que mantuvo con Toni el día anterior. Puede, desde no acordarse en absoluto, pasando por comentarlo con las amistades más próximas hasta sentir la necesidad de aclarar la situación con Toni. Lo que ocu- rrió en realidad (ya hemos comentado que ésta es una situación real) fue que quedaron algunas personas sin ir y, por lo tanto, asientos libres. Mara aprovechó la oportunidad para decir en alto: “vaya, Toni, conque ¿íbamos a ser demasiados y yo no podía traer a nadie…?”. Lo habitual es que, tras este comentario y la respuesta más o menos mordaz de Toni, Mara dé por cerrada la situación y ya no piense más en ella a lo largo de la noche. Y lo que desde luego no hará es unir otras sensaciones y percepciones a la situación de enfado con Toni. 2. En el segundo bar, al volver del servicio y ver que todos los asien- tos están ocupados, pueden ocurrir dos cosas: que Mara no le dé YO NO VALGO MENOS 39 ninguna importancia, no tenga deseos especiales de sentarse y se vaya a retomar la conversación con las personas con las que esta- ba hablando, ya estén sentadas o de pié. Otra posibilidad es que tenga ganas de sentarse y entonces, seguramente, lo manifestará, de forma más o menos jocosa, según sea su forma de comunicar- se en grupo, pero no molesta ni enfadada. Lo que de ninguna for- ma hará es unir la situación de enfado telefónico con Toni con el hecho de que el chico que está sentado sea amigo de Toni. Cuando éste le dice: “Ah, pero ¿querías sentarte?”, Mara lo inter- pretará como la típica broma que se dice en grupo, le responde- rá como mejor sepa y no le dará absolutamente ninguna impor- tancia al episodio. Continuará centrada en la situación, las conversaciones y en sus sensaciones, que le van transmitiendo constantemente si algo mar- cha bien o mal para ella. En este caso, no hay nada que vaya mal. 3. Ya en la bodega, Mara pide un vino, cuando todos los demás quieren cerveza y la chica que lo va a pedir le hace una broma. Quizás Mara se sienta algo mal en ese momento: a nadie le gus-ta quedar como la única diferente y más aún, si le hacen quedar en evidencia. Puede que sienta algo de vergüenza ante la bromi- ta, incluso que no sepa qué cara poner cuando todos la miran riendo. Su cuerpo le transmite un malestar que hay que atender. Rápidamente, su mente empezará a buscar posibles explicacio- nes a la situación y encontrará una: lo más probable es que, la chica que le hizo la broma sintiera como una molestia el tener que pedir una sola cosa diferente a las demás y por eso le hizo la bromita. Sin embargo, la mente de Mara continuará explorando, observando, y verá que la chica no está realmente enfadada, que le trae el vino sin mostrar ningún signo de disgusto y que tam- bién los demás continúan hablando con ella igual que antes. Esa percepción objetiva de la situación hace que, con bastante rapi- dez, el malestar se disipe y Mara se vuelva a centrar en la situa- ción y no piense más en este episodio aislado. Toda esta serie de VALÍA VERSUS CRÍTICA 40 comprobaciones y tanteos se realizan a nivel semi-consciente, es decir, Mara no se para a pensar qué es lo que está pasando, qué sensaciones tiene y cómo aliviarlas, pero, si se le preguntara, podría “rebobinar” y darse cuenta del proceso complejo que ha seguido en breves minutos. 4. Por la noche, Mara no le dará vueltas especiales a estos episo- dios. Quizás pensará sobre otras cosas que le hayan llamado la atención positiva o negativamente, pero el enfado con Toni que- da lejos y, como a partir de ahí, no ha unido ninguna situación a ese episodio, no pierde ni un minuto en darle vueltas al tema. Y, sobre todo, no se cuestiona a sí misma en esta situación.. EJERCICIO ¿CÓMO REACCIONARÍAS TÚ? ¿CÓMO REACCIONARÍAS CON/SIN CRÍTICO INTERNO NEGATIVO? Este ejercicio es algo difícil, porque exige un buen grado de conoci- miento sobre “los otros”: las personas que tienen un crítico maltratador respecto a las que no lo tienen y viceversa. Es necesario intentar accionar la empatía y ponernos en el lugar de la persona que no tiene a ese crítico maltratador, si sentimos que lo tenemos, o de la que sí lo tiene, si no des- cubrimos grandes críticas destructivas en nuestro interior. A continuación, se describen tres situaciones, todas sacadas de la expe- riencia de personas reales que las han relatado. Analiza cómo reacciona- rías tú en cada una de ellas, qué te dirías, cómo te sentirías y qué harías. Si quieres, te puedes quedar ahí y simplemente (aunque esto no le quita importancia al ejercicio) acercarte un poco al conocimiento de ti mismo/a y tener algo más claro si lo que te guía es un Crítico Interno feroz y des- piadado o una sana voz respetuosa contigo y tus sensaciones. Y si lo deseas, puedes continuar el ejercicio, intentando meterte en la piel de la persona con/sin Crítico Interno negativo y procurando sentir, pensar y tomar decisiones como él o ella lo haría. Te puede servir mucho para comprender los mecanismos por los que se rige el ser humano y te puede ayudar a comprenderte a ti mismo/a. YO NO VALGO MENOS 41 SITUACIÓN 1: Manuel trabaja y vive en Asturias, aunque su familia reside en Teruel. Hasta ahora, Manuel iba todos los fines de semana a casa de sus padres a Teruel, en parte porque le gusta volver a su ciudad, en parte para acom- pañar a su madre, que se quedó muy triste cuando él se fue de casa. Cada vez que él entra por la puerta, la cara de su madre se ilumina y “vuelve a ser la de antes”, le dicen su padre y hermanos. Pero desde hace unas sema- nas, Manuel tiene novia y está muy enamorado de ella. La chica vive en Galicia, bastante cerca de donde vive él y ambos están deseando que lle- gue el fin de semana para encontrarse. Hasta ahora, Manuel va trampe- ando el conflicto de ir a su casa o ir a Galicia con la novia, pero llega un día en el que tiene que decirle a su madre que ya no puede ir tanto a Teruel, porque quiere repartir los fines de semana entre sus padres y su novia. La madre, tras un largo silencio, le dice: “siempre he temido que pasara esto, vas a olvidarte de nosotros, como ya lo hizo tu hermana. Haz lo que quie- ras, me da igual, de todas formas, la poca ilusión que tenía con tus visitas también se me acaba”. PARTE 1: QUÉ TE DIRÍAS: CÓMO TE SENTIRÍAS: QUÉ HARÍAS: PARTE 2: QUÉ PENSARÍA OTRA PERSONA QUE TUVIERA/NO TUVIERA CRÍTICO INTERNO DAÑINO: CÓMO SE SENTIRÍA OTRA PERSONA QUE TUVIERA/NO TUVIERA CRÍTICO INTERNO DAÑINO: QUÉ HARÍA OTRA PERSONA QUE TUVIERA/NO TUVIERA CRÍTICO INTERNO DAÑINO: VALÍA VERSUS CRÍTICA 42 SITUACIÓN 2: Pedro está en el supermercado, esperando su turno para comprar que- so. Tiene mucha prisa, porque tiene que ir al banco y van a cerrar dentro de muy poco. Por suerte, la persona a la que le toca antes que a él se ha ido y ya le toca a él. Cuando está empezando a decir lo que quiere que le pon- gan, aparece corriendo la persona que tenía el número de turno anterior al suyo. “Espere, espere”, grita, “que me tocaba a mí, es que estaba en el turno de la fruta y no me ha tocado hasta ahora, y tengo una prisa tre- menda, venga, pónme un cuarto de jamón y…”. “Perdone, pero es que yo también tengo prisa y usted no estaba cuando le tocaba”, le dice Pedro con amabilidad. “Bueno, ¿a quién atiendo?”, pregunta el charcutero y ahí, Pedro se da cuenta de que todo el mundo a su alrededor está pendiente de la conversación. “Sólo quiero trescientos gramos de queso manchego”, dice Pedro, ”lo siento de verdad, pero es que yo también tengo prisa. Dé- melo en una pieza, así tarda menos. De verdad que lo siento…”. La seño- ra se aparta, muy enfadada, y sigue hablando alto: “Desde luego, hay que ver el egoísmo de la gente. Si le estoy diciendo que estaba aquí al lado y que sólo me he demorado unos segundos y a él le da igual...”. PARTE 1: QUÉ TE DIRÍAS: CÓMO TE SENTIRÍAS: QUÉ HARÍAS: PARTE 2: QUÉ PENSARÍA OTRA PERSONA QUE TUVIERA/NO TUVIERA CRÍTICO INTERNO DAÑINO: CÓMO SE SENTIRÍA OTRA PERSONA QUE TUVIERA/NO TUVIERA CRÍTICO INTERNO DAÑINO: QUÉ HARÍA OTRA PERSONA QUE TUVIERA/NO TUVIERA CRÍTICO INTERNO DAÑINO: YO NO VALGO MENOS 43 SITUACIÓN 3: Pilar trabaja de comercial en un concesionario de coches. Hace bastante poco que ha entrado y se está esforzando mucho por llegar a cumplir con los objetivos que tienen marcados. El jefe aprecia su esfuerzo y la alienta para que intente vender cada vez más. Cuando lleva tres meses en la empresa, Pilar se rompe la pierna. El proceso de recuperación es complicado y tiene que estar de baja varios meses, pidiendo cada semana la baja laboral. Entre operaciones y recuperaciones, hay dos semanas en las que Pilar se olvida de entregar la solicitud de baja. En la Seguridad Social la regañan mucho, diciéndole que no se puede revocar su olvido. Cuando vuelve a incorporar- se al trabajo, su jefe le dice que ha cometido un error grave y que en Recur- sos Humanos están muy enfadados con ella, pero que él la ha defendido, por- que confía en ella y que, trabajando bien y seguido, podrá compensar las posibles pérdidas que haya sufrido la empresa por su despiste. Pilar está dis- puesta a demostrar a su jefe que es digna de la confianza que ha depositado en ella y se dispone a trabajar duro… pero la acaban de llamar de otra em- presa, ofreciéndole un puesto de trabajo maravilloso. Es justo a lo que ella ha aspirado siempre, supone una subida de categoría y de sueldo y también las condiciones de trabajo (horarios, distancias) suponen una mejora de cali- dad de vida. Pilar intenta demorar su decisión e incorporación al nuevo tra- bajo lo máximo posible, para darle tiempo a recuperarse en el concesionario en el que trabaja, pero llega un momento en el que desde la nueva empresa se lo dejan claro: o se decide ya o buscan a otra persona para el puesto. PARTE 1: QUÉ TE DIRÍAS: CÓMO TE SENTIRÍAS: QUÉ HARÍAS: PARTE 2: QUÉ PENSARÍA OTRA PERSONA QUE TUVIERA/NO TUVIERA CRÍTICO INTERNO DAÑINO: CÓMO SE SENTIRÍA OTRA PERSONA QUE TUVIERA/NO TUVIERA CRÍTICO INTERNO DAÑINO: QUÉ HARÍA OTRA PERSONA QUE TUVIERA/NO TUVIERA CRÍTICO INTERNO DAÑINO: VALÍA VERSUS CRÍTICA45 POR QUÉ (I): CARACTERÍSTICAS DE LA PERSONA CON BAJA Y ALTA AUTOESTIMA En este capítulo, vamos a analizar de qué depende el que una persona se maneje y sienta bien en una situación y otra no lo logre, como nuestros ejemplos del capítulo anterior. Para ello, comenzaremos el capítulo con un ejercicio. EJERCICIO Piensa en una situación que te resulte difícil, de esas situaciones coti- dianas que, no sabemos bien por qué, nos cuesta afrontar. Muchas veces, nos da vergüenza confesar estas dificultades, incluso nos cuesta recono- cérnoslas ante nosotros mismos porque... ¡son tan ridículas! A nadie pare- ce costarle afrontar esa situación, ¡sólo a nosotros! Cada uno tiene sus situaciones particulares que le resultan especial- mente arduas. A mi misma, durante mucho tiempo me costaba llamar por teléfono a algún organismo público para pedir información sobre algo, porque eso de no conocer a la persona con la que estás hablando... además, el pertenecer a un organismo le daba a la persona que estuviera al otro lado del teléfono un aire de autoridad..., aparte de que, muchas veces, mi temor se veía confirmado por ser algunos de ellos verdaderamente antipáticos. En fin, que esa era “mi” situación particularmente dificultosa. 3 46 ¿Cuál es la tuya? …………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………… Reflexiona ahora: • ¿Por qué crees que tienes esta dificultad concreta? ¿Por qué tú? …………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………… • ¿De dónde crees que proviene? …………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………… • ¿Crees que sólo a ti te pasan esas cosas, que a nadie más le puede ocurrir? …………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………… En nuestras conversaciones diarias con todo tipo de personas, nos hemos encontrado con ejemplos muy variados de situaciones difíciles, tales como: ir a comprar compresas; hablar a un contestador automático; bajar al parque con los niños; reservar una habitación de hotel; llevar a la hija hasta su clase en la Escuela Infantil; tener que sentarse en un autobús al lado de una persona del sexo opuesto, ir a una piscina pública... he mezclado conscientemente ejemplos de per- sonas que son pacientes con otras que no lo son y ruego al lector o lectora que no intente jugar a distinguir que ejemplo corresponde a quién. Lo que queremos indicar con esto es precisamente que no existe diferencia entre unos y otros. A la hora de relatar dificultades, todas las personas, con autoestima alta o baja, las sanas y las insanas, las asertivas y las no asertivas, tenemos en nuestra memoria una o varias situaciones que, por la razón que sea, nos resultan difíciles de YO NO VALGO MENOS 47 resolver. No existen, pues, dificultades “típicas” de personas con baja autoestima ni situaciones que “todas” las personas con autoes- tima alta resuelvan bien y “todas” las que tienen autoestima baja resuelvan mal. ¿De qué depende, entonces, el que una persona resuelva y se sienta bien en una situación y otra no? Hay un mensaje que, con mucha frecuencia, envía el Crítico Interno negativo del que hablábamos en el caítulo anterior: “esto sólo te pasa a ti –a todos los demás no les cuesta esta situación tan ridícula, sólo a ti te cuesta porque eres rechazable, rara, se te nota lo malo que eres” (o cualesquiera otro insulto que sea el favorito de nuestro Crítico en particular)... No, no es verdad. Conozco a muchas personas con autoestima baja, a las que, por ejemplo, no les cuesta nada manejarse en situaciones sociales. Se mueven bien en ellas por- que tienen buenas habilidades sociales y dominan la llamada “sobre- adaptación”, que explicaremos más adelante. Por el contrario, hay muchas personas tímidas o solitarias, que no necesariamente tienen la autoestima baja. Claro que, por lo mismo, hay personas con auto- estima baja y pocas habilidades sociales, personas con autoestima alta y buenas habilidades sociales... ¿qué queremos decir con eso? ¿De qué depende, entonces, el que una persona se maneje y sienta bien en una situación y otra no? La autoestima es un conjunto de pensamientos, sentimientos y conductas marcadas por el concepto que se tenga de sí mismo, que es independien- te de las habilidades que se hayan aprendido. Lo que marca el que una persona tenga la autoestima alta o baja no depende ni del tipo de situación ni de la habilidad que se posea para resolverla, sino de lo que la persona se DICE y cómo se SIENTA en una situación dada. Veamos un ejemplo. Claudia, Marta, Rosa y Vanessa son vecinas de un bloque de casas que tienen un patio común. Las cuatro tienen un hijo de entre 4 y 5 años. POR QUÉ (I) 48 Es una bonita tarde de Mayo y las cuatro bajan al patio para que sus hijos disfruten del sol. Sentadas en los bancos o de pie en corri- llos, hay ya varias personas charlando. ¿Cuál de las cuatro tendrá autoestima alta y cuál baja? Observe- mos sus conductas: Claudia lleva un libro en la mano. Deja a su hijo en el arenero, le da el camión y la pala que llevan y le dice: “bueno, chiqui, me voy a sentar en ese banco, si quieres algo, me lo dices, ¿vale?” y se enca- mina hacia un banco cercano. Por el camino, saluda a todos los veci- nos y vecinas que conoce, pregunta a una vecina por su madre enfer- ma, pide información a otra respecto a unos campamentos y final- mente llega a su banco, se sienta y comienza a leer el libro. Marta deja a su hijo en el arenero, le da su cubo y su pala y le recuerda: “ya sabes que tienes que compartir ¿eh? No les quites las cosas a los niños, siempre pídeles permiso – es que últimamente está de un posesivo…”, le explica a un vecino que se encuentra cerca. Seguidamente, se une a un grupito de personas que charla anima- damente. Con su sonrisa encantadora, les saluda. “Hola, ¿cómo estáis? Cuánto tiempo…”, y se dispone a escuchar lo que cuentan y reírse con las gracias de un vecino que siempre cuenta chistes. Rosa es muy tímida, eso se le nota enseguida. Con la cabeza baja, pero sonriendo, saluda a las personas que conoce y conduce a su hijo al arenero. Se sienta en el borde del mismo y comienza a ayudar a su hijo a hacer un castillo de arena. En todo el tiempo, permanecerá sen- tada junto a él, jugando con él u observándole. Cuando, en un momento dado, el niño se une a otros niños y sale corriendo, Rosa se queda sentada, mirándole y sonriendo orgullosa. Vanessa lleva a su hijo firmemente cogido de la mano y se diri- ge directamente al arenero, sin mirar a nadie. Cuando se le cruza una vecina, la saluda algo bruscamente y con semblante serio. Al llegar al arenero, se queda al lado de su hijo, muy ocupada en darle jugue- tes, meterle la camisa en el pantalón, atarle los zapatos, etc. Cuando YO NO VALGO MENOS 49 habla con él, lo hace en voz baja. El niño mira a los demás niños con anhelo, pero no se mueve del sitio. Quizás hayas adivinado ya qué madres tienen la autoestima alta y baja, pero no nos vamos a dejar llevar por el impulso. De las cua- tro descripciones, sólo podemos decir con seguridad que Vanessa tiene pocas habilidades sociales y, quizás, que Marta las tiene altas. Demos otro paso. Veamos qué se dicen y piensan cada una de ellas en esta situación. Imagínate cómo se sienten mientras se dicen lo siguiente: Claudia (sentada en el banco): “menos mal que María me ha dado esa información sobre los campamentos, porque se me iba a pasar la fecha... Me parece que la madre de Pilar está peor que lo que ella dice, pobrecilla... Bueno, ¿dónde está Jorge? (hijo) Ah, ahí está, tan contento... Voy a seguir con el libro...” (lee). Marta (hablando con los vecinos): “no me han puesto buena cara cuando he llegado ¿habré metido la pata? O quizás es porque Raúl (hijo) le quitó la muñeca a la hija de Lucía... (mira a Raúl)... ¡ya está otra vez queriendo coger algo que no es suyo! Huy, están contando lo del vecino que se murió... Marta, estás quedando demasiado superficial, pareceque no te afecte lo que están hablando, venga, dí algo (dice algo)... penoso, quedas falsa y patética, mira la cara que te está poniendo la del 5º...” (continúa hablando en el grupo). Rosa (sentada al borde del arenero): “qué bien, he conseguido no tener que hablar con nadie, con lo que me aburren estas conversacio- nes... ¡Qué gracioso es Jaime (hijo), se ha dado cuenta de que le quie- ren quitar el camión y no se deja... cómo defiende lo suyo...! Anda, se ha ido corriendo con los niños y no le veo... Bueno, me quedaré cui- dando de sus cosas hasta que vuelva, se le ve tan feliz... (sigue senta- da, ocupada en recopilar los juguetes desperdigados de su hijo). Vanessa (al lado del arenero): “soy una borde, están pensando que soy rara, anormal. Todos están hablando con alguien y están tranquilos, sin problemas. Tú eres la única a la que se le nota a tres POR QUÉ (I) 50 leguas que no eres como ellos. Mira cómo te miran, seguro que están hablando de ti, estarán diciendo que eres una mala madre, que no saben cómo te aguanta tu marido y tienen razón... qué angustia me está dando, ya no puedo más, me voy de aquí (inicia movimientos para recoger las cosas e irse)”. ¿Quién tiene la autoestima alta y quién la tiene baja? Definitivamente, Claudia y Rosa tienen autoestima alta, aunque Claudia tiene buenas habilidades sociales y Rosa no tanto. Y Marta y Vanessa tienen la autoestima baja, si bien Marta tiene buenas habili- dades sociales y Vanessa no. Al observar qué es lo que se dicen es cuando hemos podido ver claramente quién posee qué tipo de autoestima. Evidentemente, a esos pensamientos o automensajes les acompañan una serie de sen- timientos: Claudia y Rosa parecen estar tranquilas, satisfechas, mien- tras que Marta y Vanessa se sienten incómodas, intranquilas y llegan a rozar, en el caso de Vanessa, la ansiedad. Al analizar lo que se dicen estas últimas, vemos que emiten un tipo de pensamiento completamente diferente al que tienen Claudia y Rosa. Las personas que tienen la autoestima baja suelen reflejar ésta en sus interpretaciones de la realidad. Esto les suele llevar a dis- torsionar lo que perciben, viendo el entorno casi siempre hostil y a sí mismas, criticables. Ahí está la diferencia entre la autoestima alta y la baja, independientemente de cuál sea la situación (que es la mis- ma para las cuatro), la conducta o la habilidad que se posea. Vamos a ver, con la ayuda de Vanessa y de Marta, qué hábitos de pensamiento forma el uso frecuente de las interpretaciones distor- sionadas que hacen. En sus relaciones, las personas de baja autoesti- ma suelen pensar de forma: 1. Autorreferencial: como están muy preocupadas por si mismas, creen que cuando los demás les ven, enseguida piensan algo, normalmente negativo, sobre ellas o que, nada más entrar en un sitio, los demás van a evaluarlos, sin tener en cuenta que “los YO NO VALGO MENOS 51 demás” tienen muchas cosas en la cabeza aparte de pensar en ellos y evaluarles. ¡Atención, críticas: esto no tiene nada que ver con el egoísmo o el querer ser el punto central! Marta y Vanessa están en todo momento preocupadas por la imagen que están dando a los demás, se dan instrucciones cons- tantes y, de paso, también a sus hijos, para no ser rechazadas. Tie- nen la sensación permanente de ser observadas. Claudia, sin embargo, se dedica a observar ella a los demás. Se siente tranquila respecto a si misma y no se le ocurre preocupar- se por lo que vayan a pensar de ella. De hecho, no le da vueltas a no estar integrada en ese momento en el grupo. Rosa no tiene grandes habilidades comunicativas, pero encuen- tra una solución para no tener que estar hablando con los demás, y a partir de ahí, no le da más vueltas. Se centra en su hijo y per- mite que éste se aleje de ella con otros niños. Tanto Marta como Vanessa cometen un error de interpretación o distorsión llamado PERSONALIZACIÓN, que consiste en pensar que toda la atención de los demás está puesta en uno/a mismo/a. 2. Adivinatoria: temen y suelen creer que “los demás” tienen senti- mientos negativos hacia ellos/as: se burlan de ellos, les juzgan, les critican, se quieren aprovechar... Los sentimientos positivos de los demás casi no se perciben o se rechazan con mil explica- ciones (“ Si supieran cómo soy en realidad, no me querrían tan- to”). Este mecanismo es fruto del propio malestar que siente la persona consigo misma. Si yo no me quiero a mí misma, ¿cómo me van a querer los demás? Vanessa y Marta intuyen pensamientos funestos en los demás hacia ellas. No tienen certeza objetiva de nada de lo que están dando por hecho, pero interpretan miradas y expresiones de los demás como contrarias a ellas. Vanessa llega al punto de creer que están hablando todo el rato mal de ella. Tanto Vanessa como Marta cometen una distorsión llamada LECTURA DE PENSAMIENTO. POR QUÉ (I) 52 3. Se confunde la conducta con la valía humana: la persona que tiene la autoestima baja no siente que sea digna de ser querida y valo- rada por sí misma, y, por lo tanto, tiene que mostrar constante- mente una serie de méritos o conductas correctas para que los demás la valoren: “tanto haces, tanto vales”. Como no se valoran de forma intrínseca, simplemente por ser “ellos”, necesitan un apoyo externo (la reacción de los demás a su conducta) que les demuestre lo que valen. Curiosamente, Claudia y Rosa son las que tienen conductas más aisladas. De hecho, la única que se integra en el grupo es Marta y es precisamente ella una de las que más sufre. ¿Por qué? Por- que piensa que, si no se comporta bien, si comete errores de con- ducta, no la van a aceptar, es decir, no van a quererla y darle la sensación de valía que necesita para sentirse bien. Más dramáti- ca es la situación de Vanessa: no tiene buenas habilidades socia- les, con lo cual, no tiene nada “que ofrecer” para lograr obtener la tan buscada sensación de valía. Por eso abandona la escena, ya que su sensación de fracaso (al confundir conducta con valía) la remite, como un espejo, a su propia autoestima baja y eso le resulta insoportable. A esta percepción le suele acompañar un sentimiento muy pro- pio de la baja autoestima: es la CULPA. Claudia y Rosa, sin embargo, distinguen claramente: sus con- ductas son una cosa, su valía otra. No les importa cómo se com- portan ni en un momento dado ni en general, ya que se sienten intrínsecamente válidas. 4. A la hora de sacar conclusiones, hay un excesivo centramiento en el momento presente: si se sienten mal por haber “metido la pata”, no se acuerdan de las muchas veces en las que no la han metido y se concentran en autocriticarse por esa vez. Es más, se dicen a sí mismas que siempre actúan y han actuado así, y que las veces que se han desenvuelto correctamente son excepciones a la regla. YO NO VALGO MENOS 53 También, y por el mismo mecanismo, creen que los demás van a pensar mal de ellos por una cosa aislada que hagan mal (“como estuve torpe, van a pensar que soy un pringado”), sin acordarse de que nos formamos una imagen de los demás por el conjunto de sus conductas y actitudes y que no solemos cambiar la opi- nión que tenemos de alguien por un hecho puntual. Marta y Vanessa terminan la situación muy angustiadas y están en continua tensión. Eso ocurre porque creen que de ese momento y su satisfacción depende toda su valía. Para ellas, la tarde junto al arenero es trascendental, puede marcar un antes y un después. Como las personas con baja autoestima dependen exclusivamen- te del beneplácito de los demás, cada momento es vital para ali- mentar su precaria autoestima. Esa tendencia a sacar una regla general de un hecho aislado es una distorsión llamada GENERA- LIZACIÓN. El sentimiento que suele acompañar a este pensa- miento en las personas con baja autoestima es la ANGUSTIA. Claudia y Rosa, sin embargo, no dependen del exterior, llevan implícita la sensación de valía, con lo que pueden permitirse “fracasar” en un momento dado, no tener ganas de hablar con los demás o incluso aceptar su timidez sin que pase nada.5. Hay una constante sensación de transparencia: las personas con baja autoestima se sienten como si fueran transparentes: como se sienten mal, creen que todos se van a dar cuenta de ello, que todos captan su inseguridad y las fluctuaciones de su ánimo. Se olvidan de que los demás también andan con su autoestima, su personalidad y sus problemas a cuestas e interpretan la conduc- ta de los demás según sus propias necesidades. Sobre todo Vanessa se siente completamente expuesta a los demás, como si estuviera desnuda y todos pudieran ver sus defectos e incapacidades. Como ella se siente rara, anormal, cree que los demás captan su sensación y también la ven así. A partir de sus sensaciones, Vanessa (y también Marta) razona que su conducta POR QUÉ (I) 54 denota todo ese malestar y es negativa. Ambas cometen el error de interpretación o distorsión llamado RAZONAMIENTO EMOCIONAL. El sentimiento terrible que acompaña a esa per- cepción es la VERGÜENZA, a la que dedicaremos, junto con la culpa, un largo espacio en este libro. Distorsiones y esquemas mentales Hemos citado varias veces el término “distorsión”, poniendo ejemplos de algunos de ellos: personalización, lectura de pensa- miento, generalización, razonamiento emocional. Cuando decimos que la persona con baja autoestima comete distorsiones, no quere- mos decir en absoluto que se invente la realidad. A estas alturas, seguramente ya le habrá saltado a algún lector o lectora su Crítico Interno negativo, diciéndole algo así como: “ves, es que estás tan equivocado/a que cometes constantes errores de interpretación. Todo lo mal que te sientes no es más que fruto de tu invención, estás distorsionando la realidad y, en vez de sentirte bien y en paz como todo el mundo, te quejas y sientes cosas que sólo un hipersensible como tú…” ¡PARA! Esos discursos, aunque muy probables, no van a ningún lado, no sirven para nada más que para sentirnos mal y, sobre todo, no son ciertos. La realidad es: El propio Crítico Interno negativo es el que nos hace ver las cosas de forma distorsionada, el que generaliza (“siempre serás un desas- tre”), hace lectura de pensamiento (“están pensando que eres…”) y no nos permite centrarnos en lo que debería de ser nuestra verda- dera guía para interpretar la realidad: la sensación que nos suscitan las cosas. Más adelante veremos por qué lo hace. Por otro lado, todas las personas cometemos distorsiones, las sanas y las no sanas, las que tienen alta o baja autoestima. La diferen- cia entre unos y otros está en la frecuencia con la que se interpreta la realidad de forma distorsionada y la gravedad y credibilidad que se YO NO VALGO MENOS 55 le dé a ello: estoy cansada, llego a casa con ganas de desconectar y no hacer nada más y me encuentro todo empantanado, los niños sin acostar, la cena sin hacer y a toda la familia esperándome, haciendo un juego de ordenador. Seguramente, mi interpretación de la situa- ción distará mucho de ser objetiva y serena. Seguramente, “magnifi- caré” la situación (nombre de otra distorsión), es decir, la agrandaré en mi mente hasta parecerme insuperable; generalizaré: “es que nun- ca puedo estar tranquila, siempre me toca todo a mí”; haré lectura de pensamiento, “porque éstos se creen que soy su sirvienta”, haré un razonamiento emocional, “es imposible, yo ya no aguanto más, me voy a separar, porque no puedo seguir con este ritmo de vida”… ¿Tengo por ello la autoestima baja? No, simplemente, estoy can- sada y me encuentro inesperadamente con una situación frustrante. Bien, todos y todas cometemos distorsiones bastante constante- mente. Sin distorsiones, no podríamos sobrevivir. Si no generalizá- ramos, por ejemplo, no seríamos capaces de tener conceptos en nues- tra cabeza, como “árbol”, “animal”, “madre” y, en este último caso, por ejemplo, tendríamos que preguntar cada vez a una mujer si tie- ne hijos para saber si es madre. Cada distorsión tiene su sentido y es, en algunos casos, buena, en otros, normal que la utilicemos. El contrario del pensamiento distorsionado es el pensamiento objetivo: sólo sacamos conclusiones acerca de lo que realmente esta- mos percibiendo, sin inferencias. Es bueno intentar llegar a tener un pensamiento lo más objetivo posible, porque las distorsiones nos hacen sentirnos mal, a veces, muy mal, pero no debemos de olvidar que es normal cometerlas y que tenemos que aceptar su existencia como parte del funcionamiento del ser humano. Cuando las distorsiones son un problema es cuando están dic- tadas por un Crítico Interno negativo y son muestra de una baja autoestima. En esos casos, la persona suele distorsionar siempre en ciertas situaciones o para ciertos temas. Esas distorsiones o convic- ciones distorsionadas pueden ser: “nadie me va a querer” –“todo el POR QUÉ (I) 56 mundo piensa que soy una inútil” – “soy tonto” – “no soy digno de ser querido” – “no valgo nada”... Estas máximas, que las personas con baja autoestima suelen tener muy presentes, se salen casi del concepto de distorsión, parecen más unas convicciones en toda la regla, unos esquemas mentales o creen- cias que la persona lleva dentro de sí y que son independientes de las situaciones. Cuando aparezca algún acontecimiento en la vida de la persona que no sea del todo claro y satisfactorio (y situaciones de ésas surgen constantemente), saltarán esas convicciones para confirmar que, efectivamente, es cierto lo que predecían. Si yo creo firmemente que nadie me puede querer, cuando en mi trabajo vea que mi compa- ñero está hablando más rato con otra persona que conmigo, se con- firmará mi convicción de que, realmente, nadie me puede querer a mí. Esa distorsión que estoy cometiendo en ese momento es tan pro- funda e inalterable, y yo me la creo tanto, porque responde a un ESQUEMA MENTAL IRRACIONAL. Muchas personas saben ya lo que son los esquemas mentales y conocen el término “racional-irracional”. En un resumen brevísimo, diremos que los esquemas mentales son convicciones o creencias que tenemos los seres humanos dentro de nosotros, que se van formando en nuestro interior desde muy pequeños gracias a nuestra experiencia y, sobre todo, a lo que nos transmiten nuestros padres y que van guian- do nuestros pensamientos y conductas a lo largo de nuestra vida. En los años 50, un psicólogo norteamericano llamado Albert Ellis –recientemente fallecido– estableció un listado de 10 esquemas men- tales o Ideas Irracionales, como lo denominó él, que todos los seres humanos poseíamos en mayor o menor medida. Están reflejados en la tabla 1. Allí se ve que Ellis los expresó (como parte de su teoría) como cuando se formulan de forma irracional o exagerada. La forma sana de poseer estos esquemas mentales es quitándoles el cariz de “necesidad” y “rigidez” y haciéndolos más relativos, por ejemplo “Es necesario ser querido y aceptado por todo el mundo” se conver- YO NO VALGO MENOS 57 tiría, en su versión sana, en: “Es bueno, pero no necesario, ser queri- do y aceptado por las personas a las que yo aprecio”. Como se puede observar, estos esquemas mentales, tomados en su justa medida, son “normales”, nos hacen humanos y son, además, adaptativos: si no los poseyéramos la mayoría de los seres huma- nos, la humanidad habría desaparecido hace mucho tiempo: el esquema nº 1, por ejemplo, nos asegura un esmero en cuidar a los demás, respetarlos, esforzarnos por una buena convivencia; el es- quema nº 6 nos recuerda la prudencia; el nº 9 nos asegura que no olvidemos las malas experiencias y no volvamos a tropezar ante la misma piedra... La dificultad está en la exageración o radicalización de un esque- ma, cuando éste se vuelve irracional o no realista, que es cuando la persona se lo formula tal y como está en la tabla. Cuando ya no sólo me digo que está bien ser querido y aceptado por todo el mundo, sino que estoy convencido de que necesito el amor y la aceptación de los demás para sobrevivir, estaré supeditándome al beneplácito de los demás. No soportaré el que los demás se molesten o enfaden conmigo y, sobre todo, estaré
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