Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA DE SEGU�DO DE BACHILLERATO Felipe Giménez Pérez José Manuel Rodríguez Pardo 2013 TEMA 1. LA METAFÍSICA PRESOCRÁTICA 1. Introducción a la filosofía griega. La filosofía occidental nació en Grecia hacia el año �600. Es el período más importante de la Historia de la Filosofía Occidental porque la mayor parte de los problemas filosóficos fundamentales se plantearon en Grecia. En los mitos griegos, se presentan unas relaciones basadas en seres personales (Zeus, Afrodita, etc.), y los primeros filósofos griegos reaccionarán contra esta visión mitológica del mundo, construyendo una cosmovisión basada en elementos impersonales (el agua, el aire), inspirados en las nacientes Matemáticas y Geometría de la época. Para los primeros filósofos griegos, los milesios, la llamada cuestión del ser fue contestada desde una perspectiva cosmológica, naturalista, materialista y monista. Eran los filósofos físicos. Hacían una física cualitativa, filosófica, que buscaba el arkhé del cosmos, del orden visible y eterno del universo. En la metafísica presocrática este arkhé va ir siendo sucesivamente esclarecido y se darán diversas respuestas diferentes y contradictorias entre sí. En el pitagorismo se tratará de las relaciones matemáticas y musicales armónicas y, en última instancia, los números. Heráclito de Éfeso sostiene la inocencia del devenir y su fluencia perpetua y ve en el fuego el logos o arkhé que cambia constantemente y que sin embargo permanece idéntico en su eterno retorno. El fuego es el símbolo del proceso cósmico de transformaciones cíclicas. Parménides señala los caracteres eidéticos ontológicos permanentes del ser e identifica al ser con el pensar, formula así la cuestión con toda madurez; él es propiamente el fundador del idealismo occidental y el que orienta el sentido de la posterior especulación filosófica. En el siglo –V aparecen los últimos filósofos presocráticos (Empédocles, Anaxágoras y Demócrito), quienes elaboran sistemas coherentes de explicación del universo que están basados en la constancia del mismo problema, y por otra parte aparece la corriente de los sofistas, que orientan sus reflexiones y enseñanzas al ámbito antropológico y dan así un nuevo giro a la historia del pensamiento griego. Este nuevo giro culmina en Sócrates, quien antepone a todas las demás cuestiones filosóficas el problema del hombre, su felicidad, la virtud, la justicia, la verdad. Las reflexiones morales y políticas son predominantes en esta época. Platón retoma la pregunta por el ser y la fusiona con la pregunta por el hombre en su idealismo objetivo que identifica la Idea del Bien con el Ser. Aristóteles representa la primera exposición escolar o síntesis de la filosofía griega. Aristóteles desenvuelve su filosofía en dos planos: en el de la amplitud como recapitulación y en el de la profundidad al abordar el Historia de la Filosofía 4 problema del ser y el del movimiento. Tras Aristóteles se multiplican las tendencias teóricas en la filosofía griega. Aparece pues la filosofía helenístico�romana que culmina en Plotino. La significación de la filosofía griega es única para la historia de la filosofía occidental. En efecto, los filósofos griegos mostraron con toda transparencia buen número de las condiciones a partir de las cuales se ha erigido luego todo pensamiento filosófico. Ocuparse de la filosofía griega no es sólo el resultado de una curiosidad histórico�doxográfica, sino también una exigencia filosófica trascendental. No podemos saber filosofía si no sabemos filosofía griega. 2. Los filósofos presocráticos. La metafísica presocrática es el pensamiento griego anterior a Sócrates (�470 � �399). Tradicionalmente se afirma que con Tales de Mileto comienza la historia de la filosofía. Eso es lo que se afirma convencionalmente. Aquí nosotros sostenemos que lo anterior a Sócrates� Platón es metafísica. Tal vez por ello debiéramos denominarla más bien «metafísica presocrática». La filosofía occidental de tradición académica, sistemática, racional de tradición helénica comienza con Platón (�427� � 347) puesto que es él y sólo él el descubridor de las Ideas, el contenido del que se ocupa sistemáticamente la filosofía. La filosofía es el taller de las Ideas y por eso mismo es Platón el fundador de la filosofía. Los pensadores metafísicos presocráticos surgirán no en la Grecia continental, sino en las colonias de Asia Menor y la Magna Grecia (Italia), donde la formación de nuevos estados obliga a un racionalismo peculiar. Estados que se enfrentan a otras culturas del cercano Oriente y demuestran la imposibilidad de mantener el modelo de una sociedad aristocrática, como la que se presenta en la mitología griega. Desde este punto de vista, la metafísica presocrática es el resultado de la reacción de este racionalismo que va creándose en la nueva sociedad (en las colonias de Asia Menor) ante los grandes temas que estaban planteados y resueltos a su modo por los grandes mitos. Así los presocráticos sustituirán a los seres personales de la mitología clásica por principios abstractos (el arkhe) en la cosmología (Anaximandro será el autor del primer mapa mundi) y en la vida política se pasará de una sociedad aristocrática, con una clase privilegiada, a una sociedad democrática basada en los principios de isonomía (igualdad ante la ley) e isegoría (igual derecho a tomar la palabra para todos los ciudadanos). Mientras en la Grecia continental, en Atenas y en Esparta, sobreviven las tradiciones más arcaicas que se expresan en la poesía y en la tragedia, en 5 Felipe Giménez Pérez –José Manuel Rodríguez Pardo las colonias surge una nueva forma de conciencia, a saber, el germen de la filosofía académica. Los presocráticos comienzan así preguntándose por el arkhé de las cosas, el principio supremo unificador de los fenómenos y que está en la base de todas las transformaciones de las cosas. Este principio constituye a la physis o naturaleza. Physis y arkhé son los dos conceptos principales utilizados por los presocráticos en sus especulaciones metafísicas. La respuesta es una ontología monista materialista. El universo es eterno y de lo que se trata es de explicar los cambios y las transformaciones y enunciar un principio que dé cuenta de tales cambios. Tales de Mileto (�640 � �570) fue el primero del que tenemos noticia que se atrevió a pensar sobre el arkhé y acerca de la physis. El arkhé es el agua. Todo es agua y todo está lleno de dioses. Anaximandro (�610 � �546) afirma que el apeiron, lo infinito o indefinido es el arkhé de todas las cosas, de la realidad. Anaxímenes (�585 � �524) afirma que el arkhé es el aire, el pneuma. El pneuma sufre una serie de transformaciones físicas que hacen que puedan darse los fenómenos físicos que percibimos en la vida cotidiana. Pitágoras (�572 � �504) es el primero que afirma la existencia de un principio formal, el número. Todo es número, armonía, ritmo, música. Descubre el intervalo musical de octava, el más perfecto y descubre la relación entre la longitud de las cuerdas de la lira y el intervalo musical. Es el primero que se autodenomina filósofo. Afirma la inmortalidad del alma y su metempsícosis o transmigración. Esto influirá notablemente en Platón. Dialéctica dual de pares/impares, masculino/femenino, etc. Su escuela o secta inspirará a Platón la configuración de su Academia. Fue el primero que se hizo llamar filósofo. Parménides de Elea (�540� 470) sostiene que El Ser es y el No Ser no es. Además, es lo mismo ser que pensar. De aquí se deducen rigurosamente unas paradójicas consecuencias. El Ser es inmóvil, ingénito, eterno, imperecedero, macizo, sin partes, redondo, inmutable. Nada se mueve ni cambia. Todo es Uno. Es el primero que distingue entre doxa y episteme, entre apariencia y realidad. Lo que vemos es apariencia, fenómeno. No es verdad.Lo verdadero es lo que procede del pensamiento, lo racional, que el Ser es y que el No Ser no es, luego nada se mueve. Historia de la Filosofía 6 Zenón de Elea (�490� �440), discípulo de Parménides, consagró su vida a tratar de demostrar racionalmente que su maestro tenía razón. Formula cinco pruebas para tratar de demostrar que el movimiento es pura apariencia y que no puede ser pensado racionalmente, luego no puede existir realmente, la más famosa de ellas, la de Aquiles y la Tortuga, sólo fue resuelta matemáticamente por Georg Cantor en el siglo XIX. Meliso de Samos (�470� �410) afirmó que el Ser tal y como lo había enunciado Parménides era infinito. Heráclito de Efeso (�544 � �484)sostenía que todo cambia, panta rei. Todo está en continuo y en perpetuo devenir. No te puedes bañar en río dos veces. Todo se convierte en su opuesto. Sostiene que hay una armonía de los opuestos y una unidad de los contrarios. Hay un logos o fuego eterno que rige los cambios cíclicos en un eterno retorno de lo idéntico. Empédocles de Agrigento (�492 � �430), formula la teoría de los cuatro elementos, tan influyente ella en Occidente. Hay cuatro elementos: Fuego, Agua, Aire y Tierra. Unos son secos y otros húmedos. También los hay calientes y fríos. Hay dos principios supremos: el Amor, Eros, y el Odio, $eikos, El Amor une y el Odio separa. El universo evoluciona desde el primer momento, en el que domina el Amor y todo está junto hasta el momento último en el que todo está separado de todo, puesto que domina el Odio. Este ciclo es eterno. Anaxágoras de Clazómenas (�500 � �428) crea la teoría de las homeomerías (todo está en todo y forma parte de todo.) La materia se constituye de forma homeomérica. Esto significa que en todas las partes hay un poco de todo el universo. En todo hay de todo y todo está en todo. Al principio todos los elementos o partes e ingredientes del Cosmos, que son infinitos en número formaban una suerte de migma o mezcla informe y el $ous, o entendimiento o espíritu dio orden a tal migma de tal manera que surgieron las cosas que conocemos hoy en día. Después del primer empujón o impulso del $ous operan sólo las causas mecánicas. Esto lo criticará notablemente Sócrates en el Fedón. Demócrito (�460� �370) es el creador de la doctrina atomista. El arkhé está constituido por dos principios: átomos y vacío. Los átomos son el Ser y el vacío un cierto No�Ser pero que es imprescindible para que se muevan por él los átomos. Los átomos son sólidos, impenetrables, sin partes, duros, inmutables y eternos y se mueven en línea recta y a velocidad constante por el vacío. Los cuerpos constan de átomos. Los átomos no tienen sabor, ni olor ni color. Estas son cualidades subjetivas que resultan ser un engaño producido por los sentidos. La apariencia es diferente de la 7 Felipe Giménez Pérez –José Manuel Rodríguez Pardo realidad. En realidad sólo existen átomos y vacío que forman infinitos universos continuamente. El número de átomos es infinito y hay infinitas clases de átomos y de todos los tamaños. Los átomos sólo se diferencian en tamaño, forma y posición. Algunos átomos son rugosos, otros lisos y redondos, algunos son ligeros y otros pesados, etc. TEMA 2. LA SOFÍSTICA. En el siglo –V tras las guerras médicas con el Imperio Persa, Atenas se convierte en la más importante polis griega desde un punto de vista político, militar, económico e intelectual. La democracia (poder del pueblo con participación directa en los asuntos del Estado) se perfecciona y llega a su máximo esplendor y prestigio. En la democracia surge el gusto por la palabra. Ya los griegos desde Homero y ello tanto en la Ilíada como en la Odisea tenían y sentían un gran placer por hablar, por el uso de la palabra. Es sin embargo en el siglo –V cuando surge la retórica (tal palabra es utilizada por vez primera, retoriké, por Platón). Los profesores de retórica se hicieron indispensables para todos aquellos que quisieran hacer carrera política y para todos los que tuvieran problemas judiciales, puesto que los tribunales eran democráticos y no había abogados como ahora y como los hubo en Roma. Cada uno tenía que defenderse a sí mismo, siguiendo los principios de isonomía e isegoría. Se contrataba a un logógrafo que redactaba el discurso de defensa o apología y así uno, aprendiéndose tal discurso, podría salir bien airoso de la prueba. Los profesores de retórica o retores también tenían que enseñar unos ciertos conocimientos para poder componer discursos. Esto era como cultura general, enciclopédica. Se llamaban «sofistas» (sofistes), sabios. Esta palabra desde Platón se hizo peyorativa, despectiva. Al principio tenía un significado neutro, técnico. Los sofistas, claro está, también tenían que saber filosofía. Partiendo de su propia praxis social y política así como profesional, derivaron hacia saberes no tanto naturalistas como los filósofos presocráticos que hemos visto más arriba, cuanto hacia saberes prácticos, políticos, antropológicos, éticos, morales. Los sofistas sostuvieron tesis relativistas. En una democracia el pueblo tiene la oportunidad de cambiar el ordenamiento jurídico cuando quiera. Si al principio se consideraba que las leyes humanas positivas eran un reflejo de las leyes divinas o cósmicas de la physis y que por tanto el nomos seguía a la physis, los sofistas comienzan distinguiendo entre nomos y physis. Las leyes son el resultado de convenios o convenciones humanas que como tales no tienen una obligatoriedad ontológica absoluta, puesto que pueden ser desobedecidas sin que se sigan necesariamente consecuencias penales de tales infracciones. En cambio, la physis mantiene su carácter ontológicamente necesario y obligatorio independientemente de la voluntad de los hombres. De este relativismo moral, político, estético, epistemológico surge un cierto escepticismo y un cierto nihilismo. Contra las consecuencias prácticas de todo esto y contra los principios que las Historia de la Filosofía 10 inspiran reaccionará Platón con su idealismo objetivo. Gorgias de Leontinos (�483 � �390) fue un gran maestro de retórica. En –427 fue a Atenas como embajador de su ciudad natal, para pedir ayuda contra Siracusa. Parece ser que estuvo influido por la dialéctica de Zenón. Publicó una obra titulada Acerca del no.ser o de la $aturaleza en la cual se afirman tres tesis: 1ª Nada existe; 2ª Si algo existiera no se podría conocer y 3ª Si algo se pudiera conocer no se podría comunicar. Gorgias subraya el poder omnímodo de la palabra para configurar la realidad y que puede ser utilizada para cambiarlo todo. Protágoras de Abdera (�480 � �411) afirma «El hombre es la medida de todas las cosas». Sostiene un convencionalismo político y un agnosticismo religioso. No sabe ni se pronuncia acerca de los dioses. Critias (�460 � �403) tío de Platón afirma que los dioses son un invento de los sacerdotes y de los gobernantes para mantener la paz social. Pródico de Ceos. Hay que destacar sus estudios sobre los sinónimos y sobre la gramática. Hipias de Elis. Disponía de una erudición enciclopédica era un verdadero polymathés. Digamos que disponía de polimatía, sabía de todo. Otros sofistas fueron Antifonte, Trasímaco, Calicles, etc. TEMA 3. SÓCRATES. Sócrates (�469� �399) Filósofo ateniense adversario de la sofística y de su relativismo, no escribió nada. Su doctrina filosófica se centra en los temas antropológicos, éticos y políticos. De Sócrates procede toda la filosofía occidental. Su doctrina consiste en inquirir por la verdad mediante la definición rigurosa del concepto universal y abstracto. Hay una creencia fundamental en la existencia de la verdad absoluta frente a las tesis de la sofística. Mediante la inducción, esto es, el paso de definiciones particulares a definiciones universales, se pasa así al concepto universal abstracto. La mayéutica es el nombreque recibe el método de Sócrates. La mayéutica consiste en esto: en el diálogo entre el maestro y el discípulo o interlocutor a través de preguntas y respuestas dirigidas conscientemente al fin que se busca, esto es, a la búsqueda de la definición universal y rigurosa y previamente por esto, se le lleva al interlocutor a tener que admitir la propia ignorancia. Este momento se denomina ironía, la ironía es algo consistente en que el que presume de saber resulta que no sabe nada y que se ve obligado a admitir su ignorancia y que el que presuntamente no sabe nada, sólo sabe que no sabe nada, demuestra que sabe más de lo que aparentemente a primera vista en un primer momento parece que no sabe. La dialéctica socrática es la mayéutica, el arte de las comadronas de ayudar a parir. Esto se articula en un diálogo en el que se llega 1º a la ironía, esto es, el reconocimiento de la propia ignorancia y en 2º lugar a la mayéutica. Esta fase es ya la búsqueda de la verdad propiamente o de la definición universal del concepto. Sócrates postula una ética intelectualista. El sabio es bueno y es feliz. Cuando se sabe lo que es el bien, el bien se persigue y se abraza y te haces bueno y por eso mismo eres feliz. El malo es simplemente un ignorante. Nadie es malo a sabiendas. Si sabemos lo que es bueno, nos haremos buenos y seremos felices. El malo es ignorante e infeliz. TEMA 4. SOCRÁTICOS ME�ORES. Los socráticos menores son las escuelas socráticas siguientes: los megáricos, los cínicos y los cirenaicos. 1. Los megáricos. Esta escuela fue fundada por Euclides de Mégara. A la influencia recibida de Sócrates hay que añadir la influencia eleática. Esta influencia se manifiesta en dos respectos: en la idea de la distinción –y oposición— entre el mundo sensible y apariencial, y el mundo inteligible y real, y en los argumentos desarrollados especialmente por Diodoro Cronos contra el movimiento partiendo de los argumentos de Zenón de Elea. La separación entre el mundo sensible y el inteligible era tan extrema que se criticaba al platonismo precisamente por pretender explicar el mundo sensible como copia del inteligible. Los megáricos defendían que sólo puede hablarse de ser en tanto que ser actual; de lo potencial o de lo futuro no puede enunciarse nada. Los megáricos presentaron varias paradojas semánticas, como la del mentiroso, desarrollada por Eubúlides de Mileto. En ética se inclinaron hacia el cinismo de Antístenes. 2. El cinismo. Es un atajo hacia la virtud. La virtud es el bien. La virtud puede ser enseñada. No necesita grandes especulaciones ni teorías. Se realiza en las acciones. Depende del esfuerzo personal de cada uno. La virtud basta por sí sola para conseguir la felicidad. Ya en Antístenes se encuentra una invitación a desdeñar las normas y convenciones sociales. Todo este ideario alcanza su radicalización con Diógenes. A partir de él el cinismo se considera una forma de vida más que una doctrina. Se trata de vivir de acuerdo con la naturaleza y no seguir las opiniones del vulgo. Para conseguir la felicidad, esto es, la virtud, el cinismo predicaba la autarquía, la libertad y la insensibilidad. El cínico no necesita riquezas, desprecia las normas establecidas y no está atento a los favores de la fortuna. Vida de acuerdo con la naturaleza, frugalidad. Sólo dispone el sabio de un morral con escasas provisiones, un bastón y un tribón, un rudo manto de estameña que utiliza como manta para dormir. El cínico así proclama la Historia de la Filosofía 14 autarquía frente a las normas convencionales. El perro simboliza el ideal del sabio del cinismo. El perro vive kata physin en su modo de nutrirse frugalmente, día a día, en la sexualidad complacida con la misma espontaneidad y sencillez de otras necesidades primarias y, como los animales, en público, ya se tratara de la masturbación, ya del acto sexual, tal como Crates e Hiparquía lo realizaban muchas veces. La vida kata physin es la principal propuesta del cínico. El rigor de la naturaleza se vence con la ascesis infatigable. El esfuerzo es físico y moral porque sólo un cuerpo educado en el rigor puede hacer que el alma sea impasible frente a la adversidad y por lo tanto que el hombre sea libre. La superación de la norma es un proceso que abarca la alteración de todos los valores tradicionales. Diógenes hablaba de paracháttein tò nómisma (falsificar la moneda, falsificar las normas establecidas). El cinismo se declara cosmopolita, sin patria. La única patria es el mundo. Se rechaza así todo compromiso familiar, social o político que ponga en peligro la libertad individual. La alteración de la norma, en fin, condujo al cinismo, encarnado sobre todo en la persona de Diógenes, a modificar el propio concepto de filosofía, reduciéndola a una praxis moral consecuente con el logro de la felicidad. Esta praxis dependía de una ascesis permanente y de una vida matizada por la austeridad y la frugalidad con vistas a una unión con la naturaleza. 3. Los cirenaicos. Aristipo de Cirene (�435 � �350) cifró la consecución de la felicidad en la obtención del placer. El placer es siempre un bien, cualquiera que sea la circunstancia o el hecho que lo produzca. Aristipo identifica el placer corporal como la felicidad. Es mejor el placer físico que el intelectual. El placer es un movimiento dulce acompañado de sensación. El dolor es un movimiento áspero. Los cirenaicos defienden que 1) El fin último de los hombres es el sentir placer físico y no importa de dónde venga. 2) Los placeres corporales son superiores a los del alma. 3) La ausencia de dolor no es ningún placer, sino un estadio intermedio entre el placer y el dolor. Además, los cirenaicos decían que el placer es ilimitado. Intentó explicar el carácter deleitoso del bien identificándolo con el placer corporal disfrutado en cada momento. La virtud socrática se convierte en Aristipo en una capacidad para saber afrontar una vida placentera, un arte para saber disfrutar del placer, sin dejarse dominar ni ser víctima del mismo. Hay un propósito de 15 Felipe Giménez Pérez –José Manuel Rodríguez Pardo autodominio. La virtud y la sabiduría son dos instrumentos para llevar correctamente una vida placentera. La virtud no es un bien, salvo si produce placer. La sabiduría debe buscarse por sus consecuencias placenteras. Argumento para la defensa de la hedoné como fin de la vida — argumento también retomado por los epicúreos— es que todos los animales buscan el placer espontáneamente, así como rehuyen su contrario, el dolor, una actitud que siguen naturalmente los seres humanos. Por tanto, el placer no puede ser algo de lo que nos avergoncemos o un mal, sino en todo caso el ser víctima del placer. Ni tampoco puede ser un mal satisfacer las pasiones, sino el dejarse dominar por ellas; ni el gozar de la vida y de todo lo que nos proporciona, sino que más bien hay que cuidarse de los excesos que puedan derivarse de ese goce. Los cirenaicos, por tanto, acomodaron el desarrollo de las experiencias vitales a la consecución del placer, mesurando las alegrías de la vida con el criterio de la razón. Pronto surgieron las desavenencias doctrinales. Anníceris admitió otros valores que pueden proporcionar la felicidad y entre ellos, la philía o amistad, de la que Epicuro decía que nos enseña a ser cada día más felices. Hegesias (peisithánatos), el persuasor de la muerte, consideraba que el placer es ciertamente un bien, pero que sólo puede lograrse eventualmente y, por tanto, es algo relativo y no algo determinado naturalmente de manera objetiva, y que la felicidad es del todo inalcanzable por las vicisitudes y sufrimientos de la vida –el alma sufre con el cuerpo—, siendo así indiferentes tanto la vida como la muerte. Teodoro el ateo, mientras Aristipo proclamaba que el verdadero placer es el que se goza en el instante, determinó que el fin de la vida noradica en el placer como estricta sensación, sino en un determinado estado de ánimo que necesita del sustento de la sabiduría, que es en realidad un bien, frente al placer y el dolor que son sólo estados intermedios. TEMA 5. PLATÓ� (54275 5347). 1. Introducción a Platón. Hay que partir de la situación creada por la Sofística. Los sofistas habían perdido de vista el sentido de la distinción entre verdad y apariencia y la objetividad de las normas. La verdad se subjetivizó y relativizó, dependiendo de los diversos puntos de vista e intereses que entraren en juego. La verdad en suma, se relativizó y se pragmatizó cuando no se abocó a un nihilismo completo como en el caso de Gorgias. Sobre la base de esta situación, Platón pretende devolver un sentido preciso y normativo a la noción de verdad, sentido que habrá de seguir coincidiendo en principio con el de ser. Platón es por ello el gran enemigo de la Sofística, la cual había empezado a poner en duda la identidad y la correspondencia entre ser y conocimiento, entre ser y verdad. La Sofística es por ello considerada por Platón como la Antifilosofía o filodoxa. Ligado al tema gnoseológico o de la verdad está el tema ético o de los valores, de la justicia, del bien. La verdad y la justicia están íntimamente ligadas entre sí en Platón. La verdad y la justicia son los dos grandes temas de Platón que aparecen ineluctablemente, ineludiblemente en los diálogos de Platón. Sólo el que sabe es bueno, sólo el sabio puede ser justo. Sólo el sabio puede ser bueno, puesto que sabe qué cosas son buenas y qué cosas no lo son. Sólo el sabio puede ser feliz. El problema que se le plantea a Platón es cómo hacer una ciencia verdadera, una política científica para así poder conseguir mediante una ingeniería social de largo alcance hombres sabios, esto es, hombres justos, buenos y felices (puesto que todo hombre justo es feliz y todo injusto es infeliz) que dirijan el Estado justo, la Ciudad y construyan una sociedad armónica, justa y feliz. Así pues, el problema ético�político está íntimamente entrelazado con el problema gnoseológico�epistemológico. Preocuparse por la verdad nos lleva necesariamente a preocuparnos por la justicia. La política es, debe ser una ciencia y la ciencia es inevitablemente política, tiene fines éticos, el bien y la felicidad. La teoría de las Ideas tiene como objetivo el garantizar la objetividad y la realidad ontológica de los valores gnoseológicos (verdadero o falso), éticos (bueno o malo) y estéticos (bello o feo). Historia de la Filosofía 18 2. La teoría de las Ideas. La más famosa teoría filosófica de Platón es la teoría de las Ideas. Platón afirma que hay una dualidad ontológica y gnoseológica fundamental. Hay dos órdenes ontológicos diferentes por completo y por tanto, dos órdenes gnoseológicos también igualmente diferentes por completo: el kosmos noetós o mundo inteligible y el kosmos aisthetós o horatós o mundo visible o sensible. El mundo inteligible consta de esencias eidéticas o Ideas. Las Ideas son esencias, esto es, aquello que hace que una cosa sea lo que es, la determinación en sí de cada cosa. La Idea de Belleza es aquello por lo cual las cosas son bellas. El mundo sensible, por el contrario, es mudable, es el lugar del nacimiento y la corrupción, del devenir, es el mundo de la contingencia, del cambio. Las Ideas existen trascendentemente, son sustancias separadas de los objetos que percibimos sensorialmente. Son entidades que poseen existencia real e independiente: cada Idea es una "substancia" (ousía), algo que existe en sí como realidad trascendente y no inmanente a las cosas. Cada Idea es única, eterna e inmutable, atópica y acrónica. Las realidades no son corpóreas ni tampoco pueden ser conocidas por la percepción sensorial. Sólo pueden ser conocidas por la inteligencia o por intuición intelectual (noesis). Se plantea siempre en Platón el problema de la relación entre las Ideas y los objetos sensibles de nuestra experiencia cotidiana. La relación puede ser de participación o de imitación. La relación entre las Ideas puede ser de comunicación (koinonía) y combinación o ensortijamiento (symploké). Esta comunicación no es de todas con todas. Ni todas las Ideas están en conexión con todas ni todas están desconectadas respecto de todas. El único saber exacto desarrollado hasta entonces era el saber matemático y, en especial, el geométrico. Nosotros decimos de algunos objetos materiales que son circulares o triangulares o esféricos o piramidales, etc., si su forma se aproxima a la forma de círculo o de triángulo, o de esfera o de pirámide. Ahora bien, la forma circular de un objeto sensible nunca corresponde exactamente a la definición que del círculo dan los geómetras. La forma circular de la que hablan los geómetras no se encuentra entre los objetos sensibles, aunque algunos de ellos se parezcan o aproximen a ella (por lo que podemos calificarlos de circulares). 19 Felipe Giménez Pérez –José Manuel Rodríguez Pardo Tampoco entre los objetos sensibles se encuentra la forma perfecta de esfera, o de cilindro, o de línea recta, etc., sino sólo aproximaciones, objetos que se parecen algo a dicha forma, sin realizarla enteramente. Si no existieran más que objetos sensibles, la geometría, la matemática, no tendrían objeto. Pero la matemática constituye el más seguro de los saberes, y por tanto ha de tener objeto y su objeto ha de ser el más real de todos. Según Platón, la seguridad del saber depende de la realidad del objeto sobre el que versa. Por tanto, han de existir objetos que correspondan exactamente a las definiciones de los geómetras, han de existir las formas perfectas de círculo, esfera, pirámide, línea recta, etc. Estas formas no son sensibles, sino inteligibles. Las Ideas son lo verdaderamente existente. El saber geométrico consiste en un conocer las formas geométricas y, por tanto, implica una cierta visión de dichas formas. Estas formas o Ideas no están en este mundo. Si a pesar de ello, las conocemos, ello es señal de que tal conocimiento es un reconocimiento, una reminiscencia de la visión que de las formas tuvimos anteriormente. ¿Cuándo y dónde? No en esta vida ni en este mundo. Luego fue en otra vida (antes de nacer) y en otro mundo. En efecto, el alma es inmortal y transmigra de cuerpo en cuerpo. Entre encarnación y reencarnación, el alma está en otro mundo no sensible ni mortal, el mundo de las formas o Ideas inteligibles inmortales y eternas, el kosmos noetós. 3. �aturaleza de las Ideas. Las Ideas son entidades objetivas, trascendentes, independientes de nuestra conciencia, representaciones que son condición de posibilidad tanto de lo real cuanto de su conocimiento fiable y exacto. Las Ideas son inmutables y eternas, atópicas y acrónicas. Platón habla generalmente de las Ideas de un modo más o menos metafórico: no existen en el mundo sensible. Existen de forma trascendente, en un cosmos propio, el kosmos noetós, separado del mundo fenoménico, empírico, sensible. El mundo inteligible es real. El mundo sensible es cuasi real, es fantasmagórico, apariencial. El mundo inteligible es necesario, consistente, inmutable. El mundo sensible no tiene apenas espesor ni consistencia ontológica, es contingente, está en permanente devenir y cambio. En todo caso, cuatro características atribuye Platón con seguridad a las Ideas: 1) Las Ideas son eternas o intemporales; 2) Las Ideas son únicas, es decir, a cada término general o abstracto corresponde una y sólo una Idea; 3) Las Ideas son simples y 4) Las Ideas son inalterables, no sufren cambio ni transformación alguna, permanecen siempre idénticas a sí mismas. La esencia de la teoría de las Ideas consiste en la aceptación consciente de una clase de entidades cuya mejor denominación quizá sea la Historia de la Filosofía 20 de «universales», que son por entero diferentes de las cosas sensibles.La teoría de las Ideas no se limita a la geometría, sino que lo abarca todo, en especial el campo de la moral. Existen formas o Ideas perfectas del Bien, de la Justicia, de la Virtud, de la Belleza. Nuestro conocimiento de las Ideas es lo que nos permite hablar con verdad de los individuos sensibles. Pero los objetos materiales y sensibles sólo participan de las Ideas imperfecta y fugazmente. Por ello el conocimiento que de ellos tenemos es siempre imperfecto y fugaz. El verdadero conocimiento es perfecto y permanente, no pone en relación objetos sensibles con formas inteligibles (relación siempre cambiante), sino formas inteligibles con formas inteligibles (relación eterna e inalterable): en el desarrollo de ese conocimiento —la exploración del campo eidético y de sus eternas relaciones entre sus eternas Ideas— consiste precisamente la tarea del filósofo y la dialéctica es precisamente ese arte sutil de descubrir las relaciones entre las Ideas y de remontarse (regressus, dialéctica ascendente) así al fundamento incondicionado (la Idea del Bien) y luego desde el progresar (progressus, dialéctica descendente) y ordenar el conocimiento desde él. 4. La Dialéctica. La determinación de algo es a la vez la determinación de otras cosas: cualquier «especie» (species es la traducción latina de eidos y significa propiamente «aspecto») se define por división (diaíresis) a partir de una determinación «superior», a la que Platón llama génos (latín genus, «género») y de la que participan tanto la especie definida como su opuesto en la definición en cuestión, el cual, por lo mismo, se define a una con la especie de la que tratábamos. El conocimiento de las relaciones entre las Ideas, de su symploké, de cómo unas determinaciones participan en otras y se definen a una con otras es lo que Platón llama dialéctica (légein: «determinar», «definir»; diá: «pasando de lo uno a lo otro»). La dialéctica en sí misma contiene la noción de unidad de los opuestos. El conocimiento de las Ideas es, pues, pasar de unas determinaciones a otras, asumir la interdependencia de las determinaciones; la determinación es tal a partir de una anterior o superior y por división (diaíresis) de ella. ¿Cuál es la determinación última, definitiva, a la que «ascendiendo» (synagogé, anairein). podemos pensar que se llega por este camino y que no permite un ulterior ascenso?; la simple determinación de ente; pero «ente» es «Idea»; por lo tanto, la determinación de ente es «la Idea de las Ideas»; Platón le da un nombre: hé tou agathou idéa («la Idea del Bien»). 21 Felipe Giménez Pérez –José Manuel Rodríguez Pardo Esta dialéctica platónica comprende dos momentos (véase Rep., VI, 511b, y Fedro, 265 d): a) una dialéctica ascendente (anairein, synagogé) que se eleva de idea en idea hasta eliminar toda hipótesis, hasta la idea de todas las ideas, es decir, el Bien, el cual sobrepasa en majestad y poder a la esencia misma y se encuentra, en consecuencia, más allá de ella (epekéina tés ousías presbeía kaì dynámei, Rep., VI, 509 b). La dialéctica ascendente va, pues, de lo múltiple hacia lo uno, para descubrir el principio de cada cosa y, finalmente, el principio de los principios; ésta es la dialéctica que Sócrates utiliza en sus diálogos morales. b) Una dialéctica descendente (diaíresis) que trata de desarrollar, mediante el poder de la razón, las diferentes consecuencias de aquel principio carente de hipótesis sobre el cual todo reposa, y de reconstruir así la serie de ideas sin tener que recurrir a la experiencia. Platón compara, de este modo, al dialéctico con un carnicero capaz de disecar un cuerpo según sus articulaciones naturales (Fedro, 265 e). La dialéctica descendente es la que hallamos aplicada en La República y en el Timeo. Con Platón se constituye la verdadera filosofía o filosofía académica. Se sistematiza el método filosófico. Platón lo formuló en su célebre pasaje de La República, Libro VII, 532a, como la estructura de un proceso que, partiendo necesariamente de los fenómenos (y bajo el concepto de fenómenos hay que incluir no solamente a las imágenes y percepciones, sino también a las creencias, contenido de la pistis) va regresando hacia las esencias (synagogé, regressus) para después volver de nuevo a los fenómenos (diaíresis, progressus) en un movimiento circular. La vuelta a los fenómenos equivale a una racionalización de los mismos, pero no a su agotamiento: nuevos contenidos descubiertos en ellos mediante el progressus impulsarán un movimiento, también nuevo, de regressus. 5. Reminiscencia y amor. ¿Cómo es posible el conocimiento si vivimos en lo sensible? Si lo sensible nada tiene que ver con lo inteligible ¿Cómo se puede mediar entre ambas realidades? Hay tres puntos que pueden ayudar a entender y solucionar este problema: a) La relación de mímesis o methexis entre lo sensible y lo inteligible. b) El alma y su carácter intermedio entre ambos mundos. c) Las Ideas y su dialéctica eidética. Las Ideas tienen symploké entre sí. Historia de la Filosofía 22 En el diálogo Menón aparece el tema de la reminiscencia y se afirma la tesis de que aprender es recordar. Esta teoría de la reminiscencia vuelve a aparecer de nuevo en el Fedón y en el Fedro. En estos dos últimos diálogos se añaden dos precisiones importantes. 1ª El alma conoció las Ideas en una existencia anterior separada del cuerpo y que ese conocimiento fue posible porque el alma es ideal, pertenece al mundo de las Ideas, 2ª que dado que las cosas «imitan» a las Ideas, el conocimiento sensible sirve como ocasión para el recuerdo (anámnesis), el cual sirve, a su vez, para reducir a la unidad de la Idea la multiplicidad de las sensaciones. Como conocer es recordar, de aquí se derivan las siguientes consecuencias en materia de educación: «hemos de rechazar la concepción de la educación profesada por aquellos que dicen que pueden introducir en la mente un conocimiento que antes no estaba allí...nuestra argumentación indica que esta capacidad [de llegar a las verdades últimas] es innata en la mente de todos los hombres». La dialéctica se convierte en la República en la ciencia suprema. En el libro VII de la República aparece la exposición platónica de los grados de conocimiento en relación con los grados del ser. Platón allí distingue entre doxa/episteme. La doxa es opinión, conocimiento superficial, empírico, engañoso e incluso falso. La episteme es la ciencia, versa sobre lo inteligible. La doxa comprende dos grados: eikasia y pistis o imaginación y fe o creencia. La eikasia es un conocimiento que descansa sobre analogías superficiales y metáforas. La pistis se ocupa de los objetos de la imaginación. La episteme comprende dos grados: la dianoia o conocimiento racional discursivo y la noesis o intuición intelectual. La dianoia es el conocimiento hipotético, mediato que procede por demostración. La noesis es el conocimiento intuitivo por visión directa de las Ideas, es la dialéctica, un saber anhipotético. Es un conocimiento inmediato y directo de las Ideas. Las matemáticas son un ejemplo de dianoia, emplean un método racional, lógico, método discursivo descendente, deductivo: parten de una hipótesis y deducen conclusiones. En cambio, la dialéctica emplea un método discursivo ascendente. El dialéctico rebasa y supera las hipótesis y llega a un principio no hipotético. El dialéctico parte de una Idea y asciende hasta la Idea suprema. Ello presupone que el mundo de las Ideas se encuentra jerarquizado y que la Idea suprema es el primer principio cuyo conocimiento hace verdaderamente inteligibles las demás Ideas. Esta Idea es la Idea del Bien. Finalmente, el dialéctico emprende el camino inverso: desciende desde la Idea suprema encadenando con ella todas las demás 23 Felipe Giménez Pérez –José Manuel Rodríguez Pardo Ideas. De este modo, el dialéctico consigue establecer lacomunicación (koinonía) y trabazón (symploké) entre las Ideas, adquiriendo una «visión sinóptica» del Mundo inteligible. El amor es también una vía de acceso a lo inteligible, un medio de ascender a las Ideas. Se trata de una dialéctica pasional. En el amor se produce una ascensión desde las cosas sensibles hasta la Idea de la Belleza. El amor platónico es ascensión hacia la Belleza. El Fedro desarrolla el mismo tema que el Banquete en el mito del carro alado y con referencia directa a la reminiscencia. El alma que ha caído a la tierra ha olvidado todo y perdido sus alas; pero «viendo la hermosura de este mundo y acordándose de la verdad, toma alas y, una vez alada, desea emprender el vuelo». Por ello el amor es filósofo. La razón de ese amor por las Ideas es la afinidad del alma con las Ideas. 6. El Alma (������) en Platón. Para Platón el alma es inmortal. La doctrina platónica sobre el alma se halla dispersa en diversos diálogos. Aquí sólo vamos a centrarnos en el aspecto de la inmortalidad del alma, aspecto del que trata el diálogo Fedón. En este diálogo Platón sostiene la simplicidad del alma, así como su eternidad y su doctrina de la reencarnación o transmigración de las almas, metempsícosis, que está ligada muy estrechamente a la doctrina de la anamnesis o reminiscencia. El Fedón narra las últimas horas de Sócrates, que espera la muerte discutiendo con sus amigos el tema de la inmortalidad del alma. Sócrates no teme la muerte, pues tras ella espera encontrarse en la compañía de dioses y de hombres mejores que los de aquí. Además, ha pasado su vida tratando de separar su alma del cuerpo, para mejor pensar. ¿Cómo no alegrarse de la proximidad de la muerte que consumará dicha separación? La filosofía es meditatio mortis. Cebes señala que tales expectativas sólo estarán justificadas si puede demostrarse la inmortalidad del alma. Sócrates la muestra mediante cuatro argumentos. Se trata de probar que el alma no desaparece cuando se libera o separa del cuerpo, que no es algo que se desvanezca como un soplo o una humareda. Primer argumento. El primer argumento es heraclitiano: si es verdad que los vivos renacen de los muertos, es preciso admitir que las almas están allá lejos. Si la muerte viene de la vida, podemos sacar la conclusión de que la vida viene de la muerte, como el sueño de la vigilia y la vigilia del sueño. Esta generación doble implica la existencia del lugar donde reside la Historia de la Filosofía 24 muerte, es decir, del Hades. Sócrates añade que en aquel lugar la suerte de las almas buenas es buena y la suerte de las almas malas es peor. Al dormir sigue el despertar (si no, todo acabaría por estar dormido). Y al morir sigue siempre el revivir (si no, todo acabaría por estar muerto). Segundo argumento. Todo lo que aprendemos es recuerdo, y es necesario pensar que, en un tiempo anterior hemos aprendido todo lo que ahora recordamos. Esto sería imposible si nuestra alma no hubiera estado en alguna parte antes de tomar forma humana. De aquí se deduce fácilmente la afirmación de la inmortalidad del alma. Además, tenemos nociones previas (como la de igual a) que no tenemos de la experiencia (en la cual jamás hay dos cosas exactamente iguales), sino que las recordamos de antes de haber nacido, cuando nuestra alma conoció lo igual en sí, lo bueno en sí, lo bello en sí, etc. Luego nuestra alma es preexistente. Esta teoría de la reminiscencia está ligada a la idea de una especie de olvido y, en segundo lugar, a la idea de una cierta carencia de las cosas sensibles en relación con las inteligibles. Los objetos sensibles tienden a ser esa realidad que es superior a ellos, pero no lo consiguen; lo desean, pero permanecen en una especie de estado de carencia. La sensación está, pues, en el origen de algo que la supera, porque existe un ámbito de las cosas en sí al que están ligadas las cosas sensibles por una relación de insuficiencia e incapacidad ya apuntada. Tercer argumento. El tercer argumento entonces es el de lo visible y lo invisible. ¿Qué puede descomponerse, disolverse? Únicamente lo que está compuesto. Ahora bien, de un lado tenemos lo visible, de otro lo invisible; de un lado lo inmutable, del otro el cambio; de un lado el alma, pariente de lo invisible; del otro, el cuerpo, pariente de lo visible. Es propio del cuerpo el disolverse, mientras que el alma permanece indisoluble. Las cosas incorruptibles son invisibles e idénticas a sí mismas, las corruptibles son visibles y variables. El alma pertenece a las primeras. A continuación expone Sócrates los diversos destinos de las almas tras la muerte. Las almas puras de los filósofos van a hacer compañía a los dioses. Cuando el alma pura va al Hades no es aniquilada, como piensan la mayoría de los hombres, sino que se concentra en sí misma. Va hacia lo que se le parece, hacia lo que es invisible, hacia lo que es inmortal y sabio. Por lo que respecta a las otras especies de almas, quedan como entrecortadas por el cuerpo y toman forma corporal, se hacen pesadas, de tierra y visibles; si participan de algo, es precisamente de lo visible. Las almas impuras y apegadas al cuerpo, sucias y entremezcladas de materia, vagan como fantasmas hasta volver a encarnarse en otros animales u hombres, según su vicio o virtud. La función de la filosofía estriba precisamente en preparar al 25 Felipe Giménez Pérez –José Manuel Rodríguez Pardo alma para la muerte, purificándola y separándola del cuerpo. Platón reintroduce aquí la consideración de la metempsícosis; las almas rendirán justicia de lo que han hecho sufriendo un exilio en las diferentes especies de animales. A estas almas se opone el género de aquellos que son amigos del saber y que filosofan rectamente. Cuarto argumento. Sócrates nos presenta su propio desarrollo filosófico y la teoría de las Ideas. Hay que investigar la causa de la generación y de la corrupción, porque la venida al cuerpo sería una especie de corrupción. Es preciso volver a situar al socratismo en el conjunto de la investigación acerca de la naturaleza, que constituía la primera forma de la filosofía. ¿Cuál es la causa de que un hombre crezca? ¿Cuál es la causa de que el número Uno se transforme en el número Dos? No es la unidad que se añade al primer Uno, ni el hecho de que el primer Uno se añada a la unidad; el Dos no se produce por un fraccionamiento. Tales son los problemas que inquietan al espíritu de Sócrates, cuando, según nos dice el Fedón, abre el libro de Anaxágoras. En él vio que existía el $ous, que disponía las cosas y era causa de todas las cosas. Sócrates entendió que sería lógico buscar para cada cosa en particular la mejor manera en que pudiera ser dispuesta. La generación de las cosas se comprendería atendiendo a lo mejor; la causa dispondría cada cosa según lo mejor para ella y para todos. Ahora bien, Anaxágoras no procede de este modo. Después de su primera afirmación del Espíritu, recurre a unas causas de orden mecánico. Es como si, dice Sócrates, se explicara mi presencia aquí, en el tribunal, por la naturaleza de mi cuerpo, de mis huesos, de mis músculos, por sus distensiones y tensiones. Sucede que se confunde la causa de un hecho con la condición sin la cual ese hecho no puede ser. En ello hay un lamentable olvido de lo que Sócrates llama el logos; si nos adentramos por ese camino, andaremos a tientas entre tinieblas. En realidad, lo que religa y sostiene las cosas y todos los movimientos es el bien y la obligación. Asistimos a la primera formulación de la teoría del bien que habrá de desarrollarse en la República. Pero Sócrates añade, de una forma comparable a lo que se dirá en la República, que es incapaz de descubrir ese bien, y que todos los demás son igualmente incapaces; por consiguiente, no hay que ser demasiado ambicioso y emprender algo así como un segundo camino, o, según sus palabras, una «segunda navegación», dejar de ladolas cosas que son, en otros términos, el ser, y contemplar en el agua, en los reflejos, la imagen de lo que es. Porque la verdad de los seres corre el peligro de escapárseme si miro directamente hacia ella, y es preferible, por tanto, que me refugie en lo que Sócrates llama los logoi, es decir, los razonamientos a propósito de las cosas que son. Tomando en cada ocasión como hipótesis el logos más sólido, afirma como verdadero lo que concuerda con él. Aquí vuelve a esbozar una teoría Historia de la Filosofía 26 que se desarrollará en la República al tratar de la dialéctica; al mismo tiempo observa que no hay nada nuevo en lo que dice, porque sólo es una nueva manera de afirmar que es preciso suponer que existe lo bello en sí, el bien en sí, y las demás cosas de esta manera. He aquí lo que dará en sentido propio la Idea de causa. Y Sócrates espera que a partir de estas cosas podrá exponer y descubrir que el alma es inmortal. Las cosas bellas son bellas porque participan de ese bien situado más allá. La causa de las cosas no es la materia, sino la Idea de la que participan. No se tratará, pues, de explicarlas por otras causas, las causas sabias, como el color bello o el bello dibujo, sino de decir sencillamente, ingenuamente, que lo bello sólo es tal por la presencia y la comunidad de ese bien situado más allá, o por alguna relación con él que todavía no se ha definido. Aquí se plantea todo el problema de la participación, que será retomado, sobre todo, en el Parménides. En cualquier caso, hay que aferrarse al principio de que las cosas se hacen bellas por lo bello, grandes por la magnitud, pequeñas por la pequeñez y, en estos últimos casos, se hacen grandes o pequeñas por la cantidad. Si el Dos se produce es por el poder de la díada; y el Uno es tal por el poder de la mónada. En todos los casos intervienen esencias propias. Sócrates expone ahora de forma un poco más precisa la esencia de lo que todavía no llama la dialéctica; se trata de tomar como punto de partida la aseguración de un presupuesto o de un supuesto y ver si sus consecuencias concuerdan entre sí o no. Para dar cuenta inmediatamente de ese mismo supuesto es necesario remontar más alto el regressus, planteando otro supuesto, el que aparezca como mejor entre todos los supuestos que se encuentran al remontar, hasta que lleguemos a lo que es plenamente suficiente; y, según la República, sabemos que lo plenamente suficiente no puede ser más que el mismo Bien. Hemos afirmado, pues, dos cosas. En primer lugar, que cada una de las Ideas es; en segundo lugar, que las denominaciones que damos a las cosas se explican porque participan de las Ideas. Nos vemos obligados a hacer una distinción: por una parte, existen diferencias entre los seres particulares, diferencias que son como accidentes que les acontecen sin pertenecer a su naturaleza; no pertenece a la naturaleza de Simmias el ser más alto que Sócrates, ni a la naturaleza de Sócrates el ser más pequeño que Simmias; es un problema de relación. Por otra parte, la dimensión en sí nunca podrá ser a la vez grande y pequeña, pero hay que añadir que la grandeza en nosotros nunca podrá recibir a la pequeñez. Si la pequeñez se aproxima a ella, o bien la grandeza huirá o bien desaparecerá por completo. Esta afirmación es muy importante para probar que hay incompatibilidad 27 Felipe Giménez Pérez –José Manuel Rodríguez Pardo entre la muerte y lo que participa de la vida, es decir, el alma participa esencialmente de la forma de la vida y es por tanto inmortal: no puede participar de la muerte. Ante la muerte se apartará. La moraleja de todo lo anterior es que hay que cuidar el alma no sólo pensando en esta vida, sino en la totalidad del tiempo. Posteriormente, Platón, en el Fedro y en la República sostiene que el alma es trimembre y se divide en una parte concupiscible, que rige los procesos orgánicos, una parte irascible que domina la agresión y una parte inteligible que domina el intelecto, la inteligencia. 7. El Amor. La tensionalidad del ��� ��. De la mano del amor, por el amor mediante, accedemos a la contemplación de la verdad, nos hacemos filósofos. La filosofía es amor. Amor a la sabiduría. A través de la pasión amorosa llegamos a la filosofía y así podemos conocer el alma, el bien y la belleza, por tal razón se hace preciso hablar del amor cuando se expone a Platón. Hay tres diálogos que se ocupan del tema: El Lisis, el Banquete y el Fedro. El Lisis es un diálogo que versa sobre la Philía, amistad, amor. Sócrates discute con un joven. La amistad es una búsqueda del bien, y se lo busca porque tenemos la experiencia de un mal. Pero, puesto que la amistad persiste si ese mal cesa, quiere decir que ella tiende hacia un fin que sobrepasa la causa que la ha originado. La amistad es, entonces, buscada en vista de algo que no es un fin determinado que, una vez alcanzado, conduciría a la desaparición de aquélla. Nos hallamos, en consecuencia, en el camino del descubrimiento de una especie de trascendencia, de un objeto que es el objeto de amor absolutamente primero en virtud del cual todos los otros son amados (219 c). Así, pues, la amistad tiende a un fin ideal, independiente de toda consideración pragmática o subjetiva; no apunta a tal o cual fin relativo, sino al Bien, el que está por encima de todo cuanto puede reducirse a las preocupaciones de este o aquel individuo. Los amantes se pertenecen, por así decirlo, el uno al otro en recíproco afecto. La pregunta es: ¿se pertenecen el uno al otro porque son diferentes o porque son parecidos? Ni la idea de parecido, ni la idea de contrario fundamentan la amistad. El amor es una intuición divina. El que es amigo de lo bueno y del bien no es ni bueno ni malo. Quienes filosofan son aquellos que, por no ser completamente sabios, pero tampoco malos, aman la sabiduría. El bien es quien realmente es amigo. Si el enemigo desapareciera, la amistad se evaporaría. La causa de la amistad es el deseo y el deseo es Historia de la Filosofía 28 deseo de lo que nos falta, pero si una cosa nos falta es porque nos es propia. Buscamos lo que nos conviene por naturaleza. Tal es el Bien. El Symposion o Banquete es un diálogo que trata del amor, del Eros. Sócrates aparece en un ambiente festivo, en medio de un banquete o simposio, donde se come, se bebe, se escucha a la flautista y se divierte. Los comensales deciden que la mejor manera de pasar la velada filosóficamente es la de hacer un elogio del amor, así que dejan de beber, echan a la flautista y hacen por turno el elogio del amor. Entre todos los discursos destacan el de Erixímaco, el de Aristófanes y el de Sócrates. Erixímaco afirma que en toda alma humana hay contrariedad; un lazo profundo une la enfermedad y el remedio. El cuerpo está compuesto de elementos opuestos: el frío y el calor, lo húmedo y lo seco se cambian el uno en el otro. En la naturaleza hay una tendencia a la armonía. Aristófanes afirma que todo ser humano es, a la vez, masculino y femenino. Al principio había una cosa llamada andrógino. Pero las criaturas fueron escindidas en dos. De ahí nacieron los hombres y las mujeres. El amor es siempre amor de alguien o de algo, pero es amor de algo que falta. Si el amor tiene necesidad de belleza, es porque no es bello en sí mismo. Esto es lo que va a mostrar Sócrates. Sócrates recurre para explicar su propia doctrina a lo que le dijo la sacerdotisa y profetisa de Mantinea: Diótima. Comienza una narración mítica. Amor es hijo de Poros (recurso, tesoro) y de Penia (pobreza) Eros recibe de su madre unos atributos negativos y de su padre el apetito de todo lo bueno y lo bello, el valor, la perseverancia, recursos infinitos y arte en la persecución de sus deseos. No se concibe el bien de manera radical en Eros. Por un lado Eros se concibe como bueno y recibe el nombre de dios; sin embargo, él no es más que un semidiós, pero es el mayorde los videntes y filosofa durante toda su vida. Nunca está en paz consigo mismo. ¿Qué desea? La felicidad para siempre. No desea en absoluto el placer, sino la generación o la procreación en el seno de la belleza, procreación corporal o espiritual. El amor es precisamente el deseo de esta procreación en lo bello. La sucesión de las generaciones puede darnos, no ya un equivalente de la eternidad, sino la eternidad misma en cuanto que podemos tenerla. La pasión por la paternidad física es la forma más rudimentaria bajo la que se 29 Felipe Giménez Pérez –José Manuel Rodríguez Pardo presenta esta aspiración al gozo del bien eterno e inmutable. Por tanto, la generación de bellos discursos es el fin hacia el que tiende el amor. El elogio de Sócrates del amor culmina en la exposición de la teoría platónica de las Ideas. El amor que sentimos por los jóvenes hermosos puede llevarnos de la consideración de sus cuerpos a la de sus cuerpos en general, y de aquí a la de las ciencias, y de aquí, ascendiendo cada vez más, podemos llegar a la belleza, la belleza en sí misma, absoluta y eternamente bella y de la cual todas las demás cosas bellas participan. Así, la atracción sexual y amorosa que provocan en nosotros los hermosos cuerpos, convenientemente sublimada, puede impulsarnos hacia la contemplación de las Ideas mismas, máxima aspiración del filósofo. Finalmente, llega el bello Alcibíades y afirma que desde el punto de vista que hemos alcanzado, veremos la unión de la templanza, el valor y la reflexión, veremos la virtud misma y hace un elogio encendido de Sócrates. El Fedro es un precioso diálogo sobre la belleza, el amor, el alma y la retórica. Contrariamente al retórico Lisias, Sócrates establece que es malo escuchar las adulaciones de los amantes, pero partiendo de esta idea de amante hay que ir en busca de una verdadera definición del amor. Aquí aparece la importancia del amor. El amor es una forma de locura, de delirio divino, lo mismo que la adivinación, la iniciación órfica y la poesía. El amante está como loco. Esta locura deriva del cielo, es una inspiración divina. Es una gran bendición. El delirio de amor se explica por la reminiscencia de la Idea eterna de la belleza, que vimos en el cielo antes de nacer. Y aquí hace su aparición el maravilloso mito del carro alado. El alma es un carro tirado por dos caballos alados gobernado por su auriga. El alma es un ser vivo inmortal. Es un alma la que cuida todo aquello que está desprovisto de alma. El alma reviste diferentes formas. En el caso de los dioses, los dos caballos son buenos y de buena raza; en el caso de los mortales, uno de los dos es también así, el otro es lo contrario. Gracias a sus alas, las almas de los dioses se mueven por la bóveda celeste y salen afuera y se detienen sobre ella hasta que el movimiento de rotación las vuelve a dejar fuera, en este punto; durante esta estancia contemplan lo que está fuera del mundo sensible, lo ente, y ese es su festín, su regalo. Las almas de los hombres, por la dificultad de conducir el carro (uno de los caballos es díscolo), difícilmente logran seguir a las de los dioses; apenas llegan a saca la cabeza fuera de la bóveda del cielo y ver más o menos; la que logra ver algo queda libre de sufrimiento hasta la próxima revolución, pero si el alma no ha conseguido ver, sino que, por el contrario, en la lucha ha sido derrotada, pierde las alas y cae a tierra, donde toma posesión de un cuerpo, que, por la virtud del alma, parecerá moverse Historia de la Filosofía 30 a sí mismo. Si de todos modos, el alma ha visto alguna vez, no será fijada a un cuerpo animal, sino a un cuerpo humano y, según que haya visto más o menos, será fijada al cuerpo de quien haya de ser una u otra cosa; la del que haya visto más será el alma de un amante de la sabiduría, cultivador de las Musas o del amor. La segunda será la de un gobernante obediente a la ley y así hasta la octava que será la de un sofista y la novena que será la de un tirano. Al final de una vida, las almas son juzgadas, y hasta completar un milenio llevan, «bajo tierra» o «en algún lugar del cielo» una vida concorde con los merecimientos de su vida terrena. Transcurrido el milenio, volverán a la superficie de la tierra, pero esta vez cada una escogerá el tipo de vida que quiere, en qué clase de cuerpo ha de ser instalada, así cada una elegirá libremente según su propio carácter y su propio valor; puede ser que alguna decida ir a parar a un animal: se le concederá, porque esa es su decisión. Ningún alma recuperará las alas antes de 10.000 años, a no ser que se haya mantenido durante tres generaciones en el estado de amante de la sabiduría o de la belleza. Los filósofos, los enamorados de la belleza, los músicos y los amantes figuran entre quienes recuerdan este gran viaje del alma; pero también se cuentan entre ellos los reyes que se conforman a las leyes, los soldados en la medida en que escuchan a la justicia, los hombres de negocios cuando son buenos, los atletas y los médicos, los profetas y los iniciadores, los poetas y los artistas, los sabios en mecánica y los granjeros, los sofistas profesionales y los demagogos, así como los tiranos ocuparán un orden descendente si partimos desde los filósofos, aquellos que mejor han visto las Ideas. Cuando el alma ve en este mundo objetos bellos recuerda la forma de la belleza que vio en el otro, por lo que experimenta una intensa e inexplicable nostalgia y pasión, una locura o delirio divino en que consiste el amor. La presencia del amado excita esta pasión, hace que nos rebroten las alas y que de nuevo podamos volar. De una manera general, el que ama tiende a idealizar, e incluso a idealizar al que es amado, a moldearlo en la imagen cada vez más perfecta del dios. El amor es, por una parte una opinión extraviada, y por otra, un juicio que desea lo mejor; por una parte, algo que está, como hemos dicho, en el mismo plano que el hambre y la sed y, por otra, una revelación de sí mismo y de lo bello. Eros es un dios o, por lo menos, algo divino. El amor es una especie de delirio divino, por encima de la razón. Adecuadamente controlado por el auriga, por la razón, el delirio amoroso se transforma en suma sabiduría, en filosofía verdadera, en contemplación de la Idea pura de la belleza y, en general, de las Ideas eternas. Platón 31 Felipe Giménez Pérez –José Manuel Rodríguez Pardo nunca ha sido un intelectualista puro. La sublimación de la excitación amorosa erótica constituye una vía de acceso privilegiado a la contemplación de las Ideas. 8. Teoría de la reminiscencia. El diálogo � � �. Dos problemas dominan el Menón, y como el segundo está ligado muy estrechamente al primero, podemos decir que este diálogo está relacionado con el Fedón. El primer problema se plantea desde el principio: «¿Podrías decirme, Sócrates, si la virtud se adquiere por la enseñanza, por el ejercicio, o si se da al hombre por la naturaleza, o si procede de cualquier otra causa?». Para resolverlo hay que dar una definición de la virtud. Buscar una definición es buscar una unidad; ahora bien, Menón no presenta a Sócrates más que un enjambre de diversas virtudes y, sin embargo, nosotros queremos definir la virtud en sí misma. En este punto, un segundo problema viene a complicar el primero, al mismo tiempo que nos sitúa en el camino de la solución: ¿Cómo se puede buscar lo que no se conoce? ¿Cómo reconocer que se ha encontrado lo que se buscaba, si no se conoce de antemano lo que se buscaba? En este momento surge el episodio del esclavo que, bajo el impulso de las preguntas de Sócrates, llega a descubrir un teorema de geometría que no se conocía. Estos conocimientos surgieron en él primero como un sueño, pero con sólo interrogarle varias veces acaba por saber estas cosas como algo que pertenece al mundo. Aprendió por sí mismo esa ciencia y, por tanto, hubode aprenderla en un tiempo diferente, cuando aún no era hombre, en ese tiempo que Platón llama el tiempo eterno. En ese tiempo eterno existía su alma; la verdad de las cosas que son está, pues, en el alma, y ese alma es inmortal. Una vez dicho esto, Sócrates insiste en la búsqueda de la definición de la virtud. Al ser un bien, la virtud es una ciencia; sin el saber, sin el espíritu, una virtud como el valor no puede existir, no sería más que una presuntuosa audacia. Alcanzamos la felicidad gracias a la reflexión. Y sin embargo, no es por un saber como podemos alcanzar la virtud, porque la virtud no puede enseñarse; por la educación únicamente pueden producirse oradores, mas no sabios. 9. La teoría de la Ciudad ideal de Platón. Platón hace dos afirmaciones fundamentales: 1. Todos los Estados actuales están sin excepción mal gobernados. 2. Por tanto, se exige una Historia de la Filosofía 32 reforma radical. Platón pone en práctica el proyecto de un saber indubitable. Establece la tesis según la cual la definición del orden de la Ciudad justa supone una ciencia de lo político, que forma parte de un Saber más vasto, el de lo que es verdad. La reforma radical se propone realizar Platón convierte a la Filosofía en una pedagogía de la verdad o en una pedagogía verdadera que es lo mismo. Esta pedagogía es política. El «verdadero político» es aquel que educa a sus conciudadanos en la verdad, en la constante superación de la apariencia, en la que constantemente se encuentran; por lo tanto, el verdadero político es también el filósofo. La reforma radical pasa entonces por el estudio de la filosofía de la cual depende «el obtener una visión perfecta y total de lo que es justo». El sabio ha de gobernar o el que gobierna ha de ser sabio. Esto nos lleva a criticar la democracia régimen en el cual todas las opiniones son equivalentes. Sistema de gobierno de la doxa, de la opinión, que presupone que la verdad absoluta no existe o es imposible de encontrarse, tesis esta que va contra la tesis básica de la filosofía platónica: que existe la verdad absoluta y que es posible conocerla. Igualmente, el rechazo de la democracia presupone la refutación de los principios sobre los que se funda tal régimen, principios de los que los sofistas fueron portavoces. 10. Política y filosofía. Por consiguiente, la primera tentativa del filósofo es constituir en ciencia la moral y la política, las cuales coinciden en su motor común, el Bien, que no es diferente de la Verdad; así como sustraer la política del empirismo para vincularla a valores eternos. que las fluctuaciones del devenir no perturben. Hay que reencontrar la definición de esa virtud que los sofistas pretendían conocer y enseñar; de esa virtud que Sócrates sabía que no hay que confundir con la moneda sin valor de las virtudes en uso. En este sentido, la tentativa de Platón está encaminada a salvar la moral y la política del relativismo a que las reducía Protágoras. La ciencia política debe volver a encontrar las leyes ideales. Por consiguiente, forma una unidad con la filosofía; la política no será ciencia más que cuando los reyes sean filósofos. Se comprende: Platón rechaza todos los regímenes existentes. Su posición es radical. Se trata de construir un régimen que escape al devenir. Se trata de definir las condiciones en las que un régimen es perfecto e indestructible. De esta forma, el problema central de la República es el de la Justicia, individual o colectiva (todo es uno). La política se mide en relación con la idea de Justicia, que no es sino la Verdad y el Bien aplicados al comportamiento social. Platón funda la política como ciencia deduciéndola de la Justicia. Y no ciertamente como descripción 33 Felipe Giménez Pérez –José Manuel Rodríguez Pardo objetiva de los fenómenos políticos, sino como estudio normativo de los principios teóricos del gobierno de los hombres. Uno de los supuestos de la política platónica estriba en la tesis afirmada en el Gorgias y luego en el Libro I de la República, de que el hombre injusto es más infeliz que el justo o que la injusticia es fuente de infelicidad; si no se define previamente en qué consisten la injusticia y la justicia como cualidades del alma resulta absurdo continuar insistiendo en tal tesis. De tal manera podemos afirmar que la República plantea la pregunta ¿Qué es la justicia? Y ello tanto en lo que se refiere al individuo como a la sociedad. Para analizar la justicia en el individuo hay que estudiarla primero en el Estado, en la polis. Hay una correlación estructural entre el individuo y la polis. La justicia es una virtud o excelencia. Hay que conocer la naturaleza y estructura del Estado. Para ello, Sócrates propone construir idealmente una Ciudad, de modo que así será posible asistir al surgimiento sucesivo de los elementos o partes que la integran. La Ciudad surge como respuesta a la incapacidad de cada individuo para satisfacer por sí mismo sus propias necesidades. Por consiguiente, para que haya Ciudad se necesita en 1º lugar, una pluralidad de individuos que atiendan a las necesidades más elementales de la vida humana, alimento, vestido, vivienda y luego otras necesidades más elementales. Todos estos oficios componen la base económica de la ciudad y el conjunto de los individuos que los ejercen forman el grupo o la clase económicamente productiva, la que subviene a las necesidades de la sociedad, la clase de los productores o demiourgoi. El desarrollo de la polis hasta ciertas formas de abundancia y refinamiento hace necesario 2º, el surgimiento de una nueva clase o grupo social: el dedicado específicamente al mantenimiento de la convivencia social, del orden público, a la ampliación del territorio y, en general, a la defensa de éste y de la ciudad frente a las agresiones exteriores y los desórdenes internos. Este grupo lo constituyen los guardianes. Este ejército es profesional. Los guardianes han de ser escogidos de entre aquellos ciudadanos que posean aptitudes especiales para ello (fuerza, rapidez, valentía, amor a la verdad) y habrán de ser educados y entrenados cuidadosamente con vistas a la función que deberán desempeñar. Las tareas de gobierno han de asignarse específicamente a un grupo social. Un grupo Historia de la Filosofía 34 especial de ciudadanos tendrán que gobernar. Estos se reclutarán de entre los guardianes y serán los mejores de ellos. Así queda establecida una diferencia entre auxiliares {ejército}/ gobernantes {guardias perfectos}. Volviendo al mito del carro alado del Fedro, los dos caballos y el auriga representan las tres partes del alma: �to epithimetikón: el apetito (el caballo malo). �to thimoeides: el coraje (el caballo bueno). �to logistikón: la razón, la pertenencia al logos (el auriga). Estas son las tres partes del alma o tres almas: apetitiva, anímica y racional o concupiscible, irascible e inteligible. Platón hace corresponder a estas tres almas tres «virtudes» (aretaí), que son respectivamente: sophrosyne (templanza), andreía (valor, valentía) y sophía (sabiduría); para esta última emplea también phrónesis (inteligencia, cordura, traducción escolástica: «prudencia», como de andreía lo es «fortaleza»). En la polis que Platón dibuja en la República, a las tres almas o partes del alma corresponden tres partes de la polis, respectivamente: demiourgoi (trabajadores), fylakes (guardianes, soldados), arkhontes (gobernantes). El que cada parte esté en su lugar (ta eautou prattein: hacer lo propio de cada uno) es otra «virtud», a la que Platón llama «justicia» (dikaiousyne). Así, hay un paralelismo perfecto del alma con el Estado. La justicia es la misma en la Ciudad que en el individuo. Hay dos principios del platonismo que se aplican en la República: «Principio de la correlación estructural entre el Estado y el alma» y «Principio de la especialización funcional». 1º Hay identidadestructural entre alma y Estado. El Estado no es exterior al individuo, ni el individuo es algo exterior al Estado. Hemos de convenir muy necesariamente que en el alma hay las mismas partes que en el Estado. El Estado no es otra cosa que los individuos que lo componen y, por tanto, el Estado adquiere el carácter y el modo de vida de éstos, y no sólo el carácter sino también el régimen político. Esto es porque los griegos no distinguían entre sociedad civil y Estado. 35 Felipe Giménez Pérez –José Manuel Rodríguez Pardo A cada régimen político le corresponde un tipo de carácter en los individuos y el tipo de carácter que predomina en los ciudadanos determina el régimen político y es determinado por éste. Platón distingue tres tipos fundamentales de hombre: el filósofo, el ambicioso y el avaro, según que en ellos predomine el amor al conocimiento, a los honores o a las riquezas. La tripartición del alma se deduce de algún modo de la estructura del Estado. Las tres clases sociales se deducen de las funciones necesarias para que exista un Estado, juntamente con el principio de especialización funcional, que exige que cada una de las partes se encargue de una función y sólo de una. 2º El principio de especialización funcional hace que haya correlación estructural entre individuo y Estado. El principio de especialización funcional afirma que cada individuo y cada clase social han de desempeñar solamente una función, aquella para la que estén más capacitados. Esto tiene una justificación pragmática. La especialización y la división del trabajo aumentan la eficacia y el rendimiento. Es una ley exigida por la naturaleza misma de las cosas. Cada uno tiene que hacer las cosas que sean adecuadas a su naturaleza. Todos los seres tienen una función que cumplir y esta función constituye el fin al que están encaminados naturalmente. 1. Los ciudadanos integrados en cada una de las clases sociales ejercerán solamente la función social de la clase en que se integren. 2. La inserción de cada ciudadano en la clase correspondiente ha de hacerse atendiendo a sus dotes naturales, a sus inclinaciones y a su capacidad. Platón concibe la educación fundamentalmente no como un instrumento para promover la igualdad, sino como un proceso encaminado a desarrollar y orientar las facultades naturales. Y si bien es cierto que en todos los individuos se dan las tres partes del alma, no es menos cierto que siempre predomina una de ellas sobre las demás. La parte predominante define el carácter, las aptitudes y las inclinaciones de cada cual y cada cual es asignado a la clase social cuya función específica resulte más acorde con su carácter. Historia de la Filosofía 36 Las virtudes platónicas (llamadas por la Escolástica las cuatro virtudes cardinales) son: Prudencia. Es saber político. Es una virtud intelectual que pertenece al ámbito intelectual o episteme. Su objeto es el bien general de la ciudad para que alcance el bien que le es propio. Valentía o fortaleza. Conocimiento también de lo que debe ser temido. Sólo es opinión correcta sobre las cosas a temer. Tal opinión tiene que ser firme. Templanza, moderación o morigeración, autocontrol. Acuerdo o armonía entre lo que es inferior y lo que es superior respecto a la parte que debe gobernar. Justicia. Cumplimiento adecuado del principio de especialización funcional. La justicia es que cada uno haga lo suyo. Los grados del saber y del conocer en República VI5VII. Para resolver el problema referente a la relación o conexión entre el mundo de las Ideas y el mundo sensible, así como para explorar detenidamente el campo eidético, Platón recurre en la República a la dialéctica. Por encima de la doxa, de la opinión está la ciencia (episteme) o, con más exactitud, la multiplicidad de las ciencias, porque Platón observa que cada una de las ciencias delimita, recorta de lo real una parcela, un ámbito particular, y que para estudiar este campo particular construye una hipótesis explicativa que de razón de los contenidos de tal campo, hipótesis que no es la hipótesis de ninguna otra ciencia. Por un razonamiento que se puede comparar por adelantado a los que efectuará Descartes, concluye que debe existir una ciencia muy general que es el presupuesto de las ciencias particulares. Pero por encima de esta ciencia misma está lo que es absolutamente diferente de toda hipótesis, el Bien, principio supremo que no podemos ver. Por ello es necesario remontarse a la ciencia anhipotética, que será la ciencia fundamental. A ella alude Platón cuando habla de la destrucción de las hipótesis, destrucción que les deja su valor en tanto que hipótesis, pero que las niega en tanto que verdades fundamentales. Toda esta ciencia no es más que un momento constitutivo del proceso social y político interno de la Ciudad Ideal. En el Libro VII de la República, Platón nos presenta el mito de la caverna. Platón nos intenta construir una imagen o un modelo explicativo de la condición o situación humana. Somos prisioneros encadenados, que 37 Felipe Giménez Pérez –José Manuel Rodríguez Pardo ven desfilar unas imágenes sobre el muro que está ante ellos. Si queremos representárnoslas, no ya enfrentándonos a imágenes, sino a realidades, es preciso que las imaginemos guiados por algún hombre superior (el Filósofo), para franquear los bordes de la caverna; sin duda, al salir y mirar la luz, serán deslumbrados, pero esto sólo es el principio. Estarán, con todo, en la región de lo cognoscible, en esa región de la que bien podemos decir que está dominada por lo incognoscible, porque la naturaleza del Bien apenas es visible y apenas cognoscible; y ese Bien es la causa universal de toda certeza y de toda belleza; lo mismo que el Sol es la fuente de las generaciones sensibles, el Bien, sol inteligible, es fuente de todo lo verdadero que existe en el mundo inteligible. En el Libro VII de la República se traza por primera vez en la historia de la Filosofía una tipología de los diversos tipos de conocimiento en correspondencia con las diversas regiones ónticas. A. Episteme o Gnosis (conocimiento del noeta) inteligible por el Filósofo. B. Doxa (creencia, opinión) de doxasta (objetos de opinión). Propio del Philotheamon o Filodoxo. [����������������������������������������][���������������������������������] [��������������������������][������������][����������������������][���������] Aa Ab Ba Bb Aa noesis (ciencia, intuición) de eide (formas) por el dialéctico. Ab dianoia (pensamiento, conocimiento discursivo) de objetos matemáticos, geometría, ciencias particulares por parte del matemático. Ba pistis (convicción, fe, creencia) de animales, etc. por el filósofo natural (físico). Bb eikasia (conjetura, analogía, comparación, conocimiento por semejanza y analogía superficial) de sombras, imágenes, etc. por el hombre vulgar y ordinario y la gente inculta. El primer segmento importante, la línea A, simboliza gnosta (cognoscibles), noeta (inteligibles) u onta (realidades). El segundo, B, simboliza aquellas cosas diversamente llamadas gignomena (lo que Historia de la Filosofía 38 deviene), aistheta (perceptibles), doxasta (objetos de creencia u opinión) u horata (visibles). Lo visible es el dominio completo de lo que se denomina como opinión (doxa). Las clases de objetos son, como repetidamente dice Platón, aquellos objetos que son (onta) y aquellos que devienen (gignomena). El error que comete el hombre vulgar u ordinario consiste en no distinguir los gignomena perceptibles de los onta, sino que piensa que existen solamente un conjunto de objetos, los visibles (horata), a los que, sin embargo, él adscribe propiedades tales como «realidad» que pertenecen solamente a
Compartir