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96 Ginecología general SECCIÓ N 1 cribió antes (pág. 86). También debe incorporarse la detección de otras enfermedades de transmisión sexual. Laparoscopia. En los países escandinavos, las mujeres con sospe- cha de PID aguda se someten a una laparoscopia exploradora. El diagnóstico se confi rma al observar hiperemia de la serosa tubárica, edema en las paredes de las trompas y un exudado purulento pro- veniente de las fi mbrias (condición conocida como piosalpinge) que se acumula en el fondo de saco. Gracias a esta práctica sistemática, Hadgu et al. (1986) establecieron ciertos criterios para pronosticar enfermedad pélvica infl amatoria aguda en el periodo preoperato- rio y evaluaron su validez según los resultados de la laparoscopia. Estos criterios incluyen: 1) estado civil; 2) presencia de tumoracio- nes anexiales, 3) edad menor de 25 años, 4) temperatura >38°C; 5) N. gonorrhoeae en el cuello uterino; 6) secreción vaginal puru- lenta, y 7) velocidad de sedimentación globular ≥15 mm/h. El diagnóstico clínico preoperatorio de PID tuvo una precisión de 97% cuando la mujer satisfacía los siete criterios, evitando así la cirugía. Sin embargo, debido al costo de la laparoscopia, es razo- nable prescribir un tratamiento antimicrobiano basado en el diag- nóstico clínico en pacientes con antecedentes y hallazgos físicos sugestivos de PID aguda. Ecografía. En mujeres con dolor y sensibilidad abdominales intensos, la apreciación de los órganos reproductores superiores a través del examen bimanual es limitada. En estos casos la ecogra- fía es la principal herramienta de imagen para la evaluación de estas pacientes. Trompas de Falopio normales rara vez aparecen en imágenes. Sin embargo, en presencia de infl amación, las trompas aumentan de volumen, se ocluye su luz en la porción distal, se distienden y las paredes y los pliegues internos se engruesan (fi g. 2-17). Los hallazgos característicos incluyen: 1) trompas ovoides y distendidas llenas de líquido anecoico o ecógeno; 2) engrosamiento de las paredes tubáricas; 3) tabiques incompletos, y 4) apariencia de “rueda dentada” cuando se obtiene una imagen transversal de las trompas de Falopio (Timor-Tritsch, 1998). La ecografía tam- bién puede usarse para identifi car un absceso tuboovárico (TOA, tuboovarian abscess) o descartar otra alteración como causa del dolor (Molander, 2001). Tanto en casos de piosalpinge como de TOA, el Doppler a color y el de poder muestran aumento del fl ujo en las paredes y los tabiques. Si la ecografía no proporciona un diagnóstico claro, se recomienda realizar una tomografía com- putarizada (CT, computed tomography) (Sam, 2002). En mujeres con dolor en el hipocondrio derecho sugestivo de perihepatitis, puede ser necesario tomar una radiografía del tórax o realizar una ecografía de la parte superior del abdomen para descartar otros trastornos. Biopsia endometrial. En las mujeres con sospecha de PID aguda, algunos recomiendan realizar una biopsia endometrial para diagnosticar endometritis. La presencia de leucocitos poli- morfonucleares en la superfi cie endometrial se correlacionan con endometritis aguda, mientras que en la crónica aparecen células plasmáticas en el estroma. Asimismo, en mujeres con leiomiomas uterinos o pólipos endometriales sin PID a menudo se observan células plasmáticas en la biopsia endometrial, como ocurre en casi todas las mujeres en el segmento uterino inferior. Según varios autores, este fenómeno indica que en las mujeres con secreciones mucopurulentas, la biopsia endometrial no ofrece información útil que modifi que el diagnóstico o el tratamiento (Achilles, 2005). o C. trachomatis en el cuello uterino. Por tanto, el diagnóstico de PID casi siempre se basa en los hallazgos clínicos. Síntomas y exploración física. Los síntomas comprenden dolor en la porción inferior del abdomen, dolor pélvico, secre- ción vaginal amarillenta, menorragia, fi ebre, escalofríos, anorexia, náusea, vómito, diarrea, dismenorrea y dispareunia. En algunas pacientes también se acompaña de síntomas de infección urinaria. Por desgracia, no existe un solo signo o síntoma acompañado de un dato físico que sea específi co para este diagnóstico. Por lo tanto, se debe contemplar la posibilidad de otras causas del dolor pélvico agudo (cuadro 11-1). En las mujeres con sospecha de PID aguda se debe realizar un estudio endocervical en busca de N. gonorrhoeae y C. trachomatis. Durante la exploración pélvica bimanual, las mujeres con enfer- medad pélvica infl amatoria aguda manifi estan dolor a la palpación de los órganos pélvicos. Se manifi esta dolor con la movilización del cuello uterino (CMT, cervical motion tenderness) al desplazarlo con rapidez en sentido lateral con los dedos. Esto refl eja peritonitis pélvica y puede considerarse un signo “de rebote” vaginal. Si se ha excluido la posibilidad de peritonitis pélvica secundaria a restos bacteria- nos y pus provenientes de las fi mbrias de las trompas de Falopio, este movimiento peritoneal rápido provoca una respuesta dolorosa acentuada. Asimismo, la palpación del fondo de saco con los dedos proporciona información similar. Esta maniobra es menos dolo- rosa puesto que se manipula menos peritoneo infl amado. La peritonitis se identifi ca realizando la prueba del rebote sobre el abdomen. También se puede colocar la palma de la mano en el mesogastrio y desplazarla en forma suave, pero con rapidez, hacia adelante y atrás (agitar), lo cual permite hacer el diagnóstico y pro- voca menos molestias para las pacientes. En las mujeres con PID y peritonitis casi siempre se afecta sólo la parte inferior del abdomen. Sin embargo, la infl amación de la cápsula hepática, que puede acompañar a la PID, puede causar dolor en el cuadrante superior derecho del abdomen, trastorno que se conoce como síndrome de Fitz-Hugh-Curtis. Por lo general, los síntomas de esta perihepa- titis incluyen dolor pleurítico agudo en hipocondrio derecho que acompaña al dolor pélvico. El dolor abdominal superior puede referirse al hombro o al brazo. En la auscultación puede escucharse un frote en el margen costal anterior derecho. Es importante con- siderar que si durante la exploración abdominal están afectados todos los cuadrantes del abdomen, debe sospecharse de un absceso tuboovárico roto. Pruebas de laboratorio. En las mujeres con dolor abdominal inferior se eligen pruebas para diagnosticar infección pélvica y excluir otras causas de dolor. Las complicaciones del embarazo pueden identifi carse con la prueba de gonadotropina coriónica humana-β sérica o urinaria. Se solicita una biometría hemática completa (CBC, complete blood count) como análisis inicial para descartar que un hemoperitoneo sea la causa de los síntomas y para con - fi rmar la presencia de leucocitosis. En pacientes con náusea intensa y vómito o con síndrome de Fitz-Hugh-Curtis, los valores de las enzimas hepáticas pueden ser normales o un poco elevados. Si la muestra se recolecta en forma adecuada, los resultados del análisis urinario deben señalar ausencia de infección. La preparación salina de la secreción cervicouterina o vaginal casi siempre muestra lámi- nas de leucocitos. En las mujeres con sospecha de PID es necesario realizar pruebas para N. gonorrhoeae y C. trachomatis, como se des- 03_Chapter_03_Hoffman_4R.indd 9603_Chapter_03_Hoffman_4R.indd 96 06/09/13 20:5006/09/13 20:50
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