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Stop and go

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STOP AND GO 
 
 
La “Fundación Buenos Aires XXI” es una asociación civil sin fines de lucro, compuesta por profesionales y 
empresarios provenientes de diversas disciplinas y actividades, pero con la atención puesta, especialmente, 
en los estudios económicos. 
 
En tal sentido, una de esas investigaciones se encuentra relacionada con las causas que originan en la 
economía argentina un sistema de frenado y arranque. Es decir, hay períodos en los cuales la economía se 
frena y otros en los que despega. Los trabajos fueron investigados y realizados tomando como base los 
modelos matemáticos de la cuenta corriente con el exterior o balanza de pagos, cuyos datos numéricos 
surgen de los publicados en las páginas oficiales. Dichos datos fueron estudiados en series econométricas 
del pasado argentino hasta llegar a la actualidad y, lo curioso de las conclusiones de tal estudio, es que 
existe una crisis del modelo que venimos soportando en los últimos 30 años, donde el problema es la 
incapacidad estructural para combinar al mismo tiempo, aumentos en el nivel de actividad con equilibrios en 
los pagos externos. 
 
 Este fenómeno es conocido con el nombre de “Stop and Go” (frenado y arranque) y se tratará de resumir en 
las siguientes líneas. 
 
Se ha llegado a la conclusión de que la devaluación del tipo de cambio no alienta (como mucha gente cree) 
en forma agresiva a las exportaciones, antes bien disminuye drásticamente las importaciones. Las primeras 
acusan un leve incremento por precios, en tanto que en las segundas se verifica un fuerte decremento por 
precios y por cantidad. De esa disminución surgen las divisas necesarias para pagar el endeudamiento 
externo. 
 
La economía argentina padece del síndrome de insuficiencia productiva. Ello es así como consecuencia de la 
destrucción de la capacidad industrial por aplicación de las políticas instrumentadas desde el 24 de marzo de 
1976 en adelante. Recordemos que ningún gobierno desde esa fecha hasta la actualidad (año 2005) se ha 
preocupado por diseñar un programa de recuperación industrial en la Argentina. 
 
De acuerdo con la actual política económica diseñada, se necesita tener superávit fiscal (relación recaudación 
tributaria vs. gastos medida en pesos) y también se necesita superávit de cuenta corriente con el exterior 
(relación entre ingreso y egresos de divisas medida en dólares). Con el superávit fiscal se compran las 
divisas que se obtienen en la balanza de pagos y de esa forma se intenta pagar la deuda externa. 
 
En definitiva, el sistema funciona de la siguiente manera: Por efecto de la devaluación, se comprimen las 
importaciones porque se encarecen abruptamente. Ergo los dólares que provienen habitualmente de las 
exportaciones, al no usarse para pagar insumos importados, nos sobran y el BCRA debe comprarlos (gracias 
al superávit fiscal) para pagar deuda externa. Por lo tanto, esta institución financiera debe emitir pesos que 
son lanzados al mercado regenerando la economía y reconstituyendo sus fibras (EFECTO GO). Pero ese 
pago se realiza afectando el consumo de los argentinos, sobre todo los de ingresos fijos, pues de acuerdo al 
diseño económico efectuado, solo puede haber exceso de divisas si no hay importaciones y si no importamos 
porque es caro y no podemos comprar en el mercado interno porque la industria argentina no existe, aparece 
el fantasma de la contracción en el consumo. Esto significa, en buen romance que, como consecuencia de la 
 
 
 
 
Rivera Nº 525 – 1º piso – 1832 – Lomas de Zamora Tel. 4392-1464 
 
 
 
 
contracción del consumo pagamos a los acreedores externos. Por eso siempre pagamos la deuda externa 
afectando la capacidad de compra de nuestros habitantes. 
 
Pero la devaluación es un fenomenal disparador de los precios internos que retroalimentan la espiral 
inflacionaria, porque la economía argentina tiene todas sus principales empresas extranjerizadas y necesitan 
girar divisas al exterior, lo cual no pueden hacer si no aumentan los precios. También hay fuga de divisas 
por los pagos de seguros y fletes internacionales dado que la Argentina, como consecuencia de las políticas 
instrumentadas en la década del ’90, tiene su flota mercante totalmente destruida. 
 
Luego del aumento de precios, la economía vuelve a surgir y a demandar más productos importados como 
consecuencia de la insuficiencia productiva nacional. Frente a un tipo de cambio fijo, la inflación interna de 
precios posibilita cada vez más volver a comprar productos importados, luego se vuelve a gastar divisas en 
importaciones y no quedan dólares para pagar al sistema financiero de la deuda externa. El BCRA debe 
entonces contraer la liquidez monetaria quitando pesos del mercado para evitar brotes de inflación por 
exceso de moneda. Si no hay reservas en dólares porque se usaron para pagar las importaciones, entonces no 
puede haber pesos circulando. Cuando la inflación interna alcanza al tipo de cambio se vuelve a frenar la 
economía porque la ausencia total de divisas hace contraer demasiado a la circulación monetaria, entonces 
se necesita una nueva devaluación. EFECTO STOP. Es una nueva devaluación que empobrece más y más 
a toda la economía, a pesar del efecto regenerativo de corto plazo que tal devaluación pueda originar. El 
problema es que con cada nueva devaluación, el empobrecimiento se ubica en un escalón más alto. 
Con la inconsistencia de este modelo, surge la paradoja de desear que no exista trabajo en la Argentina, 
porque si existe trabajo se van a demandar productos y, si tales productos no se encuentran en el mercado 
interno, vamos a tener que importarlos gastando divisas y no pudiendo pagar la deuda externa, lo cual 
eterniza nuestra dependencia con el capital financiero y nuestra pérdida de soberanía nacional. 
 
Entre las decisiones que se deben tomar para dar solución al modelo, sin lugar a dudas, una de ellas 
consiste en armar un programa acelerado de desarrollo industrial sustitutivo de importaciones. Para lograrlo 
se necesita de una adecuada política arancelaria protectora de la industria nacional y un sistema financiero 
con la suficiente capacidad de direccionar el crédito en pos del logro de tal objetivo. 
Dr. Carlos Alberto Ragonesi 
 Setiembre 2005

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