Logo Studenta

Cambios familiares y Trabajo Social

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

ISBN 978-84-96062-95-5 
J.. 
Cambios familiares y trabajo social. Las familias 
españolas han cambiado a un ritmo vertiginoso en 
las últimas tres décadas. En 1970 -ayer mismo- las 
mujeres no tenían la patria potestad sobre sus hijos, 
y necesitaban la autorización del marido para traba-
jar fuera del hogar. Casi la mitad de la población fe-
menina era analfabeta o sin estudios. Las mujeres te-
nían una media de tres hijos; se esperaba de ellas 
total dedicación a su cuidado, y ninguna de los hom-
bres. Hoy la media de hijos por mujer es poco más 
de uno, hay más universitarias que universitarios, y 
cada vez más mujeres ocupan puestos de alta res-
ponsabilidad polftica, económica y social. Muchos 
de los "nuevos padres" cambian pañales y bañan a 
sus hijos. 
¿ Qué significan estos profundos cambios para la 
vida familiar, para la infancia y para el trabajo social? 
En este libro se describen e interpretan las transfor-
maciones de las familias, de la educación, del 
empleo y del estado de bienestar en su conjunto. Un 
análisis histórico y una comparación con otros países 
europeos permite comprender la situación actual de 
las familias en España y los retos para la intervención 
polftica y social. Se profundiza además en las ruptu-
ras conyugales, en la conciliación de empleo y fami-
lia, en las políticas para las familias, en el logro 
educativo, en el maltrato infantil y en el trabajo 
social y la mediación con niños y familias. Este libro 
está dirigido, por lo tanto, a todas las personas 
interesadas en comprender los cambios familiares y 
la realidad familiar actual y en mejorar a partir de 
esta comprensión la vida de estas nuevas familias. Es 
de especial interés para los que son o aspiran a ser 
trabajadores sociales, para los educadores, y en 
general para todos los que trabajan con familias. 
.-u 
o 
'" o '-ra 
..c 
ra 
Jo. 
+-' 
~ 
'" C1J 
Jo. 
ra 
.-..c 
E 
ra 
u 
Cambios familiares 
y trabajo social 
CAMBIOS FAMILIARES 
Y TRABAJO SOCIAL 
'?f 
TERESA JURADO GUERRERO Ced.) 
CAMBIOS FAMILIARES 
Y TRABAJO SOCIAL 
~ 
@ EDICIONES ACADÉMICAS, S.A. -
Todos los derechos reservados. 
Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por 
ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, 
grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema 
de recuperación, sin permiso escrito de Ediciones Académicas, S. A. 
© Teresa Jurado Guerrero, Jesús Contreras Hernández, Manuela Naldini, José S. Martínez García, 
Josefina Fernández i Banera, Constanza Tobío Soler, Diego Ruiz Becerril, María José Díaz-Aguado 
y José Luis Gaztañaga Moreno. 
© Ediciones Académicas, S. A. 
Bascuñuelos, 13 - P • 28021 Madrid 
ISBN: 978-84-96062-95-5 
Depósito legal: M. 41.911-2007 
Compuesto e impreso por Fernández Ciudad, S. L. 
Coto de Doñana, 10. 28320 Pinto (Madrid) 
Impreso en España/Printed in Spain 
Introducción general 
Teresa Jurado Guerrero 
PRIMERA PARTE: Claves de la evolución de la familia en España 
9 
Introducción............................................................................................... 17 
Teresa Jurado Guerrero 
Capítulo 1. Los grupos domésticos: estrategias de reproducción ......... 
JeslÍs Contreras Hernnández 
Capítulo 2. Democratización de la familia y cambios demográficos en 
23 
España....................................................................................................... 65 
Teresa Jurado Guerrero y Manuela Naldini 
SEGUNDA PARTE: La familia en el régimen de bienestar español 
Introducción .............................................................................................. . 
Teresa Jurado Guerrero 
Capítulo 3. El papel de la familia en el régimen de bienestar español 
Teresa Jurado Guerrero y Manuela Naldini 
Capítulo 4. Clase social, género y desigualdad de oportunidades 
educativas .............................. ................................................................... . 
José S. Martínez García 
Capítulo 5. Trabajo social con familias y mediación ............................ . 
Josefina Fernández i Barrera 
95 
103 
137 
155 
8 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL 
TERCERA PARTE: Familias con niños y trabajo social 
Introducción ............................................................................................... 167 
Teresa Jurado Guerrero 
Capítulo 6. Conciliación o contradicción: cómo hacen las madres 
trabajadoras ........................................................................................... .. 175 
Constanza Tobío Soler 
Capítulo 7. Los hijos y la ruptura matrimonial .................................... . 205 
Diego Ruiz Becerril 
Capítulo 8. El maltrato infantil................................................................ 223 
María José Díaz-Aguado 
Capítulo 9. Trabajo social, familia y escuela ........................................ .. 243 
José Luis Gazta¡¡aga Moreno 
Introducción general 
Teresa Jurado Guerrero 
La familia es una institución que cuenta con más de mil años de historia y 
existe en casi todas las sociedades humanas. Constituye una unidad básica de la 
sociedad y suele ser el refugio social y emocional de la mayoría de las personas. 
La continuidad de la institución familiar a través de los siglos no está reñida con 
su transformación a lo largo de su devenir histórico. Además, existen grandes di-
ferencias entre familias según su ubicación geográfica, social y cultural. 
La institución familiar es estable en su existencia y muy variable en sus for-
mas. ¿Cuál es su núcleo estable? La familia tiene una gran relevancia como uni-
dad de producción de bienes, de reproducción biológica y social de seres hu-
manos y como unidad de seguridad social de sus miembros. En el pasado las 
familias campesinas y artesanas eran sobre todo unidades de producción de bie-
nes, tanto para el consumo propio como .para el intercambio. El ejemplo más cla-
ro se encuentra en la explotación agrícola familiar, en la que la familia en su con-
junto participa en la producción de bienes agrícolas para el consumo propio y para 
la venta en el mercado. En los países occidentales, desde la industrialización, la 
producción se realiza mayoritariamente en unidades empresariales que están se-
paradas del hogar familiar. Las familias se han convertido principalmente en 
unidades de consumo de bienes adquiridos en el mercado y en unidades en las que 
se pone en común y se comparten ingresos u otros recursos económicos. Por lo 
tanto las familias se han transformado de una unidad de producción en una uni-
dad de consumo y de ingresos puestos en común. A pesar de ello, se puede con-
siderar que las familias son todavía pequeñas unidades de producción, porque las 
personas que realizan el trabajo doméstico en un hogar producen bienes y servi-
cios para la familia, básicamente alimentación y limpieza. 
La gran mayoría de familias son unidades de reproducción biológica y so-
cial. Las familias crían, socializan y educan a niños que serán futuros trabajado-
res, soldados, ciudadanos, consumidores y futuras madres. Además, los padres si-
guen estrategias para colocar a sus hijos en una buena posición social, es decir 
intentan que se coloquen igual de bien que ellos o incluso mejor. La reproducción 
10 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL 
o colocación social de la nueva generación es una estrategia familiar que ha ido 
cobrando importancia en las sociedades a medida que aumentaban las desigual-
dades sociales. La transmisión del patrimonio, las alianzas matrimoniales, el pa-
drinazgo y la inversión en la educación de los hijos son diferentes mecanismos 
con un mismo fin, la perpetuación o aumento del patrimonio y del estatus social 
familiar. La labor reproductiva y socializadora de las familias siempre ha desper-
tado interés público, tanto político, económico y militar como religioso. Ejemplos 
de la familia como campo de batalla política y cultural abundan en la reciente his-
toria española. Desde principios delsiglo xx se han sucedido los enfrentamientos 
públicos entre detractores y promotores del matrimonio civil, del divorcio, del 
aborto, de los anticonceptivos modernos, de la educación religiosa de los niños y 
del matrimonio entre personas del mismo sexo (Iglesias de UsseI1998). 
Otras funciones realizadas por las familias no son menos importantes, aunque 
tengan una dimensión más privada. Las familias se pueden considerar unidades 
que dispensan servicios de cuidados a los enfermos y dependientes y que ofrecen 
apoyo emocional y económico a sus miembros, es decir, la familia es una unidad 
de seguridad social. Economistas, médicos, psicólogos, trabajadores sociales, 
maestros y un largo sinfín de profesionales modernos analizan a la familia, cuen-
tan con ella, delegan en ella y acuden a ella en su ejercicio profesional. En suma, 
las familias han sido y son unidades económicas y sociales de producción, de in-
gresos y consumo, de seguridad social y de reproducción biológica y social. 
Los cambios familiares se interpretan frecuentemente en clave de crisis, y es 
recurrente proclamar el fin de la familia. Desde los inicios de la sociología de la 
familia no han faltado quines alertaran sobre los peligros que acechan a las fami-
lias y la progresiva desintegración y desaparición de la misma. El trabajo infantil 
al inicio de la industrialización, la caída de la fecundidad y las enfermedades ve-
néreas, por sólo mencionar algunas preocupaciones, hicieron saltar las voces de 
alarma y propiciaron la intervención de los poderes públicos en asuntos familiares. 
En la actualidad las familias siguen representando una fuente de preocupación por 
el aumento de la infecundidad, de las familias monoparentales, de las parejas del 
mismo sexo, de los divorcios, de la violencia doméstica y del acoso y la violencia 
en el ámbito escolar. 
y sin embargo, a pesar de la continua preocupación por la salud de la familia 
como institución social, ésta se resiste a desaparecer y se adapta asombrosamen-
te bien a diferentes contextos, cumpliendo con las funciones familiares más in-
trínsecas. Las familias siguen criando a niños, naturales y adoptados, ofrecen cui-
dado y apoyo a sus miembros más débiles y a los miembros en situaciones de 
crisis por falta de recursos económicos, por enfermedad o por otros problemas 
personales. La influencia familiar en la colocación social de los individuos tam-
bién sigue siendo de gran relevancia. 
Casi todas las personas en el reciente pasado español se han criado dentro una 
familia nuclear, bajo la tutela de madre y padre. Por ello la mayoría de nosotros 
tiene conocimientos de la realidad familiar por experiencia propia, en nuestra fa-
milia y con las familias de nuestros parientes y amigos. Un objetivo básico de este 
INTRODUCCIÓN GENERAL 11 
libro es ayudar a tomar distancia respecto de las experiencias particulares, per-
catando se de la pluralidad de formas familiares que encontramos en la actualidad 
y que han existido a lo largo de la historia. Hay una tendencia a generalizar a par-
tir de este conocimiento personal y a creer que las familias son como las que no-
sotros conocemos. Es importante evitar los juicios basados en un conocimiento 
muy limitado de la realidad familiar. De hecho hay muchos mitos sobre la familia. 
Es conveniente reparar en algunos de ellos, que como no se tratan en este libro de-
talladamente, se resumen brevemente a continuación. 
Un mito muy extendido es la idea de que las familias en el pasado estaban 
exentas de conflictos conyugales, generacionales y que gozaban de una gran es-
tabilidad a lo largo del ciclo familiar. La demografía histórica ha mostrado que en 
épocas pasadas para las que disponemos de registros de la población, la estabili-
dad familiar se veía amenazada desde varios frentes a la vez: la muerte y las mi-
graciones principalmente. La.mortalidad infantil, la mortalidad de las mujeres en 
el parto, la mortalidad general por epidemias y una larga lista de enfermedades in-
curables hacían estragos: en la España de 1860 la esperanza de vida no llegaba a 
los 30 años (Reher 1996, p. 171). Las crisis económicas, las guerras y el creci-
miento demográfico excesivo producían movimientos migratorios que separa-
ban a cónyuges, a hijos de sus padres y a parientes. La historia de la familia en Es-
paña ofrece muchos ejemplos al respecto, como muestra el recorrido que realiza 
Reher (1996). 
Otro mito, que tiene su origen en la sociología americana de los años 1960, es 
que la industrialización y la modernización social provocaron la nuclearización de 
las familias (convivencia de padres e hijos solamente) y en consecuencia la dis-
minución de su tamaño y la pérdida de los lazos de parentesco'. Los historia-
dores han llamado la atención sobre la importancia de las familias nucleares en 
países como Inglaterra desde antes de la industrialización. También han resaltado 
la importancia de las redes de parentesco para la emigración de zonas rurales a las 
nuevas urbes y la importancia del parentesco en los intercambios de bienes y ser-
vicios en todas las épocas, incluida la actual (Segalen 1997). Además, como se de-
sarrolla en el primer capítulo, incluso dentro de la sociedad rural española, antes 
de la industrialización, la diversidad familiar abarcaba desde familias nucleares a 
familias extensas * y troncales *. La familia nuclear* ni es una realidad nueva ni 
tampoco es la única forma familiar de la actualidad. 
La idea de que las familias de antaño tenían muchos hijos es otra idea ex-
tendida pero incorrecta, al menos para la mayor parte de Europa. La elevada 
mortalidad, sobre todo infantil, que existía con anterioridad a la primera transición 
demográfica, se encargaba de limitar el número de hijos que sobrevivían la pri-
mera infancia. Otros factores limitaban la fecundidad: la tardía edad al matrimo-
nio, la continencia dentro del matrimonio, el amamantamiento prolongado, la fre-
, Las palabras marcadas con un asterisco se pueden encontrar explicadas en los cuadros de conceptos 
básicos que se encuentran en las introducciones a las partes I y II del libro, ver también apartado 
«cómo leer este texto». 
12 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL 
cuentemente mala alimentación y la elevada mortalidad femenina. Según cálculos 
de Reher, alrededor de 1851 en la comarca de Cuenca solía haber un promedio de 
dos hijos menores de quince años viviendo con sus dos progenitores en un hogar 
(Reher 1996, p. 252). 
Por último, es necesario dejar claro que las mujeres siempre han trabajado, 
aunque su trabajo cambió de forma significativa con la industrialización y la 
consecuente separación entre hogar de residencia y lugar de trabajo. En las fami-
lias campesinas, en las que el grupo doméstico y las explotación agrícola se con-
fundían, las mujeres se han dedicado tradicionalmente a realizar tareas agrícolas, 
tareas domésticas y tareas de crianza. En las familias de artesanos y comerciantes 
la mujer combinaba frecuentemente los trabajos productivos con los reproducti-
vos. Es a partir de la industrialización y de la separación geográfica entre pro-
ducción y reproducción, cuando las mujeres se concentran durante gran parte de 
sus vidas en las tareas domésticas y de crianza. En el siglo XIX, entre los obreros 
industriales de Sabadell en Cataluña, las mujeres trabajaban en las fábricas hasta 
más o menos la edad de 30 a 35 años, cuando el primer hijo alcanzaba la edad de 
aportar ingresos a la economía familiar y las tareas domésticas aumentaban, por-
que se incrementaba el número de niños en el hogar (Camps 2002). Por otro lado, 
hay que ser conscientes que la familia compuesta por un hombre proveedor de in-
gresos y una mujer ama de casa solamente ha sido mayoritaria en algunos países 
occidentales y únicamente durante un corto período del siglo xx. 
Estos ejemplos ponen de manifiesto la importancia de adquirir un mínimo de 
conocimiento sobre la evolución de las familias para evitar generalizaciones erró-
neas sobre la familia.Por otro lado la historia ayuda también a comprender que la 
familia ha sido una institución básica de la sociedad en las diferentes épocas, a pe-
sar de sus transformaciones. Pero no sólo la historia ayuda a conocer mejor el fun-
cionamiento de la familia, también la comparación internacional o regional es una 
potente herramienta de análisis. La comparación de las realidades familiares en di-
versas zonas geográficas, dentro y fuera de España, y según diferentes estratos so-
ciales, testimonian la versatilidad y pluralidad familiar. Por ello en esta introduc-
ción a la sociología de la familia se ha considerado esencial esbozar, al menos 
rápidamente, la evolución familiar en España durante el último siglo. 
La pluralidad de la familia va a ser abordada en este libro desde una variedad 
de perspectivas y de autores. La mayoría de los textos aquí incluidos provienen de 
diferentes disciplinas y de diversas fuentes. Las autoras y los autores los escri-
bieron con diferentes propósitos con anterioridad a este proyecto. Se integran en 
esta introducción a la sociología de la familia porque he estimado que ayudan a 
comprender la realidad familiar española y porque creo que son relevantes para el 
trabajo social con familias. Soy consciente que la diversidad de los textos también 
puede constituir una desventaja, por demandar un esfuerzo adicional de reflexión, 
aunque estoy convencida que este posible inconveniente queda compensado por 
dos motivos. Primero, porque la mirada multidisciplinar enriquece enormemente 
el conocimiento, más aún cuando la motivación de entender la realidad familiar va 
unida a la motivación de aprender para el trabajo social. Segundo, porque para fa-
INTRODUCCIÓN GENERAL 13 
cilitar la lectura de todos los capítulos hay en cada parte del libro una introducción 
que resalta la razón de ser de cada tema y su encaje en el marco global del libro. 
El apartado «cómo leer este texto», al final de esta introducción, detalla la im-
portancia de las introducciones. Finalmente, será la lectora o el lector, quien eva-
lúe si el propósito educativo y divulgativo de este proyecto se ha logrado satis-
factoriamente. 
La primera parte del libro propone unas claves para comprender la evolución 
de la familia en España en el último siglo. Para ello se han seleccionado dos te-
mas. El primer capítulo versa sobre las estrategias de reproducción de las familias 
en la sociedad rural española, tal como se ha reconstruido a partir de trabajos an-
tropológicos. En el segundo capítulo se describen e interpretan las reformas de la 
legislación familiar y los cambios demográficos y familiares en España desde el 
advenimiento de la democracia y se comparan con la situación en otros países de 
nuestro entorno. 
En la segunda parte de este libro se ofrece una visión de conjunto del papel 
actual de las familias dentro del entramado institucional formado por mercados, 
Estado de bienestar y sistema educativo. El objetivo fundamental es hacer visible 
en qué medida las oportunidades vitales de las personas dependen de la familia y 
cuáles son las funciones que más les cuesta cumplir a las nuevas familias espa-
ñolas. En el régimen de bienestar español la familia cumple funciones esenciales 
como p011adora de seguridad económica, social y de cuidados para sus miembros 
dependientes. Además, las familias siguen cumpliendo un papel primordial como 
agentes que influyen en la colocación social de sus descendientes. El tercer capí-
tulo se centra en situar a las familias españolas en el régimen de bienestar español. 
Se comparan el reparto de funciones entre Estado y familias en España con la si-
tuación en otros países europeos. La comparación permite dar alas a la imagina-
ción sociológica sobre cómo las políticas públicas pueden ayudar a las familias a 
cumplir sus funciones de reproducción y de cuidados de los dependientes, a la par 
que permite adquirir conciencia de la particular forma en la que se ha institucio-
nalizado el Estado de bienestar español. El cuarto capítulo trata de la reproducción 
social * en una de sus formas más importantes en la actualidad, que es e1logro 
educativo, ya que las estrategias familiares del pasado, basadas en la herencia del 
patrimonio y en las alianzas matrimoniales, han perdido su valor para un gran nú-
mero de familias. Sólo las familias con un patrimonio económico importante 
pueden obviar hasta cierto punto el esfuerzo educativo de sus vástagos, mientras 
que para el resto de las familias el apoyo de los hijos en sus esfuerzos escolares es 
fundamental para la transmisión del estatus social de una generación a otra. En 
este capítulo se hace una descripción de la evolución de las desigualdades edu-
cativas desde 1977 hasta 2004 y se discute la validez de diferentes teorías que in-
tentan explicar las desigualdades del logro educativo según origen familiar y gé-
nero. En el quinto capítulo se une al esfuerzo de diagnóstico de las familias 
contemporáneas el objetivo de reflexionar sobre el papel de las/los trabajadora/es 
sociales en la intervención con familias y sus consecuencias. Además se plantean 
los problemas familiares que pueden surgir a lo largo del ciclo familiar y que pue-
14 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL 
den requerir ayuda por parte de profesionales. Finalmente se ofrece una visión 
amplia de las posibilidades que ofrece la técnica de la mediación familiar. 
La tercera parte del libro está dedicada a la infancia. Para empezar, en el sex-
to capítulo, se ponen en contexto las estrategias de las madres para compatibilizar 
la crianza de los hijos con su trabajo fuera del hogar. Queda evidente la impor-
tancia de las abuelas como cuidadoras y las limitaciones de los centros escolares 
como recursos para compatibilizar cuidados y empleo. A continuación se han se-
leccionado algunos problemas que se presentan en la infancia y que pueden re-
querir la intervención de unja trabajadorJa social. El séptimo capítulo revisa los 
conocimientos existentes sobre los efectos en los hijos de las cada vez más ex-
tendidas rupturas matrimoniales y se discuten las dificultades que presentan los es-
tudios de este tema. El maltrato infantil es el objeto del octavo capítulo, que revisa 
los diversos tipos de maltratos, sus posibles causas y sus consecuencias para el de-
sarrollo infantil. También se dan unas pautas para detectar casos de maltrato 
desde la escuela. Por último, en el noveno capítulo, se vuelve al tema de la rela-
ción entre escuela y familia, pero esta vez desde la perspectiva de la mediación en-
tre ambas. La presentación de tres casos concretos sirve para acercarse a la prác-
tica laboral y para introducir conceptos teóricos que pueden guiar la intervención 
del mediador: el modelo sistémico-ecológico, el modelo construccionista y el con-
cepto de resiliencia. 
¿ CÓMO LEER ESTE TEXTO? 
Para facilitar la tarea de comprensión es muy recomendable, antes de aden-
trarse en una de las tres partes del libro, leer primero la correspondiente intro-
dUQ(,:ión, ya que ésta sitúa los textos en una perspectiva más amplia y justifica la 
selección de los diversos temas. Sia primera vista puede resultar extraño que haya 
toda ul1a parte del libro dedicada a la evolución de la familia en un libro con vo-
cación práctica, en esta introducción general y en la introducción a la primera par-
te se justifica la razón de ser de esta dimensión histórica. Además, en cada intro-
ducción se aportan ideas y datos necesarios para una mejor comprensión de los 
capítulos. Así, la lectura de la introducción a la tercera parte ofrece algunos datos 
sobre la difusión de las pautas que se analizan más detalladamente en cada capí-
tulo. En el caso de que la lectora o el lector se encuentre con términos descono-
cidos puede buscar su definición en los cuatro cuadros de conceptos básicos que 
se reparten a lo largo de las introducciones a la primera parte y segunda parte del 
librq. L~s ,conceptos que se explican en los cuadros están marcados con un aste-
J.l\...-, ¡.'---' t ,. 0' __ ) 1;""' .' , 
risco. Por último, para aquellas lectoras y aquellos lectores que deseen profundi-
zar en algún tema, las introducciones incluyen referencias bibliográficas que 
permiten ampliar los conocimientos de los temas tratados en cada parte. 
Por último, pero no por ello menos importante, expreso mi agradecimiento a 
las autoras, autores y entidades editoriales por su generosa disposición en contri-
buir a la tarea de educación y divulgación a la que van destinadas estas lecturas y 
INTRODUCCIÓN GENERAL 15 
que constituye el objetivo principal del presente proyecto. Sin ellos este proyecto 
hubiera sido inviable. 
Camps, E. (2002): «Trabajo infantil y estrategias familiares durante los primeros estadios 
de la industrialización catalana (1850-1925): Esbozos a partir del estudio de un caso», 
Cuadernos de historia contemporánea, 24, pp. 263-280. 
Iglesias de Ussel, 1. (1998): La familia y el cambio político en Espaiia. Madrid, Tecnos. 
Segalen, M. (1997): Antropología histórica de lafamilia. Madrid: TaulUs. 
Reher, D.S. (1996): La familia en Espaiia. Pasado y presente. Madrid: Alianza. 
Claves de la evolución de la 
familia en España 
INTRODUCCIÓN 
P 
R 
1 
M 
E 
R 
A 
La evolución de la familia en España está marcada por tres grandes cambios 
históricos: la primera transición demográfica, la industrialización y la demo-
cratización. En conjunto estos tres procesos han cambiado radicalmente la vida 
de las personas. Las familias se vieron afectadas por los tres cambios socioeco-
nómicos apuntados, pero también las estrategias familiares influyeron en estos 
cambios, los aceleraron, retrasaron y en cualquier caso los marcaron. 
La primera transición demográfica se refiere a la disminución de la morta-
lidad y a la disminución de la fecundidad. En el pasado la muerte era omnipre-
sente y dejaba poco margen a la planificación vital y a proyectos individuales. An-
tes de la segunda mitad del siglo XIX la vida de los españoles estaba marcada por 
crisis periódicas de mortalidad, debido a epidemias como la peste, a crisis agrí-
colas y económicas y a conflictos bélicos. Desde finales del siglo XIX, aunque con 
importantes variaciones regionales, se inicia un descenso secular de la mortalidad, 
que también se conoce como la transición sanitaria. Desciende la mortalidad en-
tre niños pequeños y en la población en general. «La esperanza de vida se incre-
mentó en 7 años entre 1900 y 1910y en otros 9 años entre 1920 y 1930» (Reher 
1996, p. 172). Estos cambios se consiguen, en una primera fase, mediante la 
mejora de las condiciones de vida, de la alimentación, de la salud pública y me-
diante los avances en los cuidados de los niños recién nacidos. En una segunda 
fase, los avances médicos y la mayor eficacia del sistema sanitario ayudan a re-
ducir la mortalidad. Con posterioridad a la transición sanitaria o a la vez, según las 
regiones, las parejas reducen su fecundidad. Hacia 1910 la fecundidad matrimo-
nial había descendido en la mayor parte del territorio español. En primer lugar se 
inicia el descenso en Cataluña a mediados del siglo XIX, mientras que en regiones, 
como en la Meseta Norte, el control de fecundidad no se observa hasta después de 
1930. En los años 1950, después de la Guerra Civil, culmina la primera transición 
demográfica en España. 
18 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL 
La primera transición demográfica es en parte producto de un cambio en las 
pautas familiares de alimentación, en el cuidado de los niños y en el control na-
tural de la fecundidad, pero además tiene profundas implicaciones en la vida fa-
miliar. Cambia la sensación de vulnerabilidad, el valor de los niños y cambian las 
prácticas de herencia, de ca-residencia de los ancianos y el control de los matri-
monios como instrumento de control de la fecundidad (ver primer capítulo). A 
partir de 1975 se observa de nuevo una intensa caída de la fecundidad, que se ha 
venido a llamar la segunda transición demográfica (ver segundo capítulo). 
Igualmente importantes fueron los procesos de industrialización y de urba-
nización que se observan en España comparativamente tarde, a partir de finales de 
los años 1950, aunque Cataluña y el País Vasco constituyeron islas industrializa-
das desde el siglo XIX. Con la industrialización, la agricultura pierde peso en la es-
tructura económica del país y la producción agrícola se mercantiliza, lo que re-
percute en la organización familiar de las familias campesinas y en su rápida 
disminución. En la actualidad la familia como unidad no suele llevar las riendas 
de la explotación agraria y muchos miembros de la familia no aportan su trabajo 
a la misma. En 1988 el 42% de las explotaciones agrícolas eran explotaciones in-
dividuales, ya que sólo trabajaba una persona de la familia en la mis1p.a, y del to-
tal de explotaciones sólo en un 20% de los casos se trataba de explotaciones 
que cuentan con hijos trabajando en ellas. Se ha pasado de unas estrategias fami-
liares dirigidas a perpetuar una economía y explotación familiar a estrategias fa-
miliares que orientan a sus miembros hacia proyectos educativos, laborales o 
matrimoniales de corte individual y al margen de la explotación agrícola (Gómez 
y González 2002). Li urbanización, es decir una mayor concentración de la po-
blación en ciudades, también ha marcado la vida familiar. El peso de las comu-
nidades tradicionales, del parentesco y su control social ha disminuido, dando 
paso a un mayor anonimato de la vida familiar y de los individuos, lo que incre-
menta sobre todo los márgenes de libertad de las mujeres. 
La democratización de las instituciones políticas y de la sociedad tiene evi-
dentemente consecuencias en la vida familiar, sobre todo por el establecimiento de 
un Estado de derecho y un Estado de bienestar. La igualdad de las personas fren-
te a la ley, sin distinción de sexo ni de origen social, en cuanto a los derechos ci-
viles, como el derecho al voto, y a los derechos sociales, como el derecho al tra-
bajo, a la educación, etc., se traduce en un aumento de la igualdad real entre 
mujeres y hombres en la esfera pública y entre personas de diferentes orígenes so-
ciales. Los derechos formales se complementan además con el objetivo de la 
igualdad de oportunidades, objetivo que poco a poco se introduce en diferentes le-
yes y ámbitos institucionales. En España, tras el largo periodo dictatorial, la de-
mocratización de la sociedad toma de nuevo fuerza a partir de finales de los 
años 1970. Dentro de este amplio proceso se democratizan las relaciones fami-
liares mediante el cambio de la legislación familiar vigente durante el período au-
toritario y mediante el aumento del papel del Estado como regulador público de la 
familia en detrimento de la Iglesia. Las consecuencias familiares más importantes 
de este proceso son el establecimiento de la igualdad entre hombres y mujeres 
CLAVES DE LA EVOLUCIÓN DE LA FAMILIA EN ESPAÑA 19 
dentro del matrimonio y la igualdad de los hijos independientemente de su filia-
ción, como se desarrolla en el segundo capítulo. 
Ante estos profundos cambios no es de extrañar que sea difícil definir los con-
ceptos básicos de la sociología de la familia sin caer en el error de proponer 
conceptos que reflejan la situación familiar actual de un país determinado, pero 
que no se pueden considerar válidos en diferentes zonas geográficas y culturales. 
A pesar de estos problemas, hay que definir y delimitar los conceptos que se sue-
len usar en la sociología de la familia: grupo doméstico, familia, hogar, paren-
tesco, alianza y filiación. Se siguen aquí las propuestas de definición de conoci-
dos expertos en la enseñanza de la sociología y antropología de la familia (ver 
cuadro conceptos básicos 1). En el primer capítulo aparecen algunos conceptos 
muy t~cnicos referentes al parentesco y a la forma de crear una nueva familia que 
se defmen en el cuadro de conceptos básicos II (Zonabend 1988, Segalen 1997 y 
Cherlin 2002). 
En el primer capítulose propone, a cargo del antropólogo social Jesús Con-
treras, un reconido rápido por la geografía de la familia española antes de la mo-
dernización. El autor muestra cómo en la sociedad agraria las estrategias matri-
moniales y la reproducción patrimonial estaban estrechamente ligadas y tenían un 
sentido diferente al que suelen tener en la actualidad y cuáles eran las pautas de-
mográficas más comunes y los sistemas de herencia existentes. Contreras con-
cluye con una descripción de los cambios estructurales más importantes y sus 
efectos sobre las familias: la extensión de las relaciones de mercado, el aumento 
de la división social del trabajo y el proceso de cambio cultural. En el segundo ca-
pítulo a cargo de las sociólogas Teresa Jurado y Manuela Naldini, el viaje por el 
paisaje familiar español sigue su reconido por las décadas de los setenta a los no-
venta del siglo xx. El objetivo es mostrar cuáles han sido los cambios más pro-
fundos de las familias españoles y cómo las mujeres han protagonizado la mayor 
parte de ellos. Se relacionan la democratización familiar, con la revolución edu-
cativa y laboral y los grandes cambios en las pautas de fecundidad y de ruptura 
conyugal. Además se compara España con otros países europeos y se presentan 
las características específicas del modelo familiar español. 
BIBLIOGRAFÍA 
Cherlin, A. 1. (2002): Public and Private Families. An Introduction. New York: McGraw-
Hill. 
Gómez, C. y 1. 1. González (2002): «Familia y explotación en la transformación de la agri-
cultura española». en Agricultura y sociedad en el cambio de. siglo coordinado por 
C. Gómez y 1. 1. González. Madrid: Mc Graw-Hill, pp. 421-450: . . 
Reher, D.S. (1996): Lafamilia en Espalia. Pasado y presente. Madrid: Alianza. 
Segalen, M. (1997): Antropología histórica de la familia. Madrid: Tauros. 
Zonabend, F. (1988): «De la familia. Una visión etnológica del parentesco y la familia», 
Burguiere, A. et al., Historia de lafamilia. Mundos lejanos, mundos antiguos, vol. 1. 
Madrid: Alianza, pp. 17-82. 
20 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL 
(Conceptos básicos ~ 
Grupo doméstico: conjunto de personas que comparten un mismo espacio 
de existencia, es decir que conviven en una residencia común. Pueden 
estar emparentadas o no. 
Familia: Se puede y suele definir de diferentes formas. Contrariamente al 
grupo doméstico, en la familia los miembros están unidos por paren-
tesco. El núcleo mínimo para hablar de una familia es: una pareja sin 
hijos, una pareja con hijos, un padre con hijos o una madre con hijos. 
La familia nuclear se suele considerar aquella que está constituida 
por la pareja formada por el padre y la madre, unidos por una alianza, y 
los hijos. La familia suele convivir en una misma residencia. En algunos 
casos conviven el núcleo de padres e hijos con otros parientes (abuelos, 
tíos, etc.) formando una familia extensa o polinuclear. En la primera 
conviven otros parientes solos con el núcleo familiar y en la segunda 
conviven dos o más núcleos familiares, por ejemplo el matrimonio de 
los abuelos con el matrimonio joven y sus hijos. La convivenCia de nú-
cleos de varias generaciones puede tomar la forma de una familia 
troncal. 
Familia troncal: Familia en la que conviven tres o más generaciones y que 
se rige por un sistema de herencia no igualitario. Hay un único herede-
ro del patrimonio familiar y éste se hace cargo del cuidado de los an-
cianos. 
Alianza: Se refiere al emparejamiento de dos personas, normalmente a 
través del matrimonio, aunque también puede ser a través de una unión 
consensual. 
Filiación: Lazo de unión por la sangre (consanguíneo) que se crea al tener 
un ascendiente común, que incluye relaciones de parentesco entre pa-
dres e hijos y entre hermanos. Este término suele incluir también el lazo 
de unión entre padres e hijos que son el resultado de una adopción. 
Hogar: Se trata de un término que hace referencia a la residencia común. 
Este concepto se ha usado muchas veces de forma sinónima a la fami-
lia, pero a diferencia de familia el hogar se refiere al total de personas 
que comparten una vivienda, independientemente del parentesco entre 
ellas. Es muy similar al concepto de grupo doméstico, aunque más es-
pecífico que éste. 
Parentesco: Las personas unidas por lazos de filiación o de alianza, inde-
pendientemente de su residencia. Es una institución que regula el fun-
cionamiento de la vida familiar y social, más o menos según las socie-
dades. 
CLAVES DE LA EVOLUCIÓN DE LA FAMILIA EN ESPAÑA 
(Conceptos básicos I~ 
Familia cognaticia o bilateral: El reconocimiento de lazos de parentesco 
entre individuos puede tomar diversas formas según las sociedades y 
culturas. Existe a) la filiación unilineal, en la que el parentesco sólo se 
transmite a través del padre o de la madre. En ese caso se distingue en-
tre sistemas de filiación matriliniales y patrilineales. Otra forma distin-
ta de transmisión del parentesco es b) mediante la filiación cognaticia, 
en la que el parentesco se transmite a través de la línea del padre y de la 
madre indistintamente. Este es el tipo de transmisión del parentesco pre-
dominante en las sociedades occidentales. 
Residencia postnupcial: La creación de una nueva familia se realiza me-
diante la alianza de dos personas. El lugar de residencia de la nueva pa-
reja puede ser diferente tipo. 1) En un sistema de familia cognaticia, la 
joven pareja crea a) un hogar nuevo e independiente, que se denomina 
residencia neolocal. Otra posibilidad consiste en b) la convivencia con 
la familia de origen, lo que se denomina residencia ambilocal, ya que 
se puede elegir entre ambas familias de origen. 2) En el caso de la fa-
milia troncal, la residencia de la nueva pareja puede ser patrivirilocal, 
es decir la pareja va a vivir al hogar del padre del marido, o matriuxo-
rilocal, la pareja se instala en el hogar de la madre de la esposa. 
Homogamia: Concepto que se refiere al nivel de igualdad del estatus social 
y de los recursos de las familias de origen de los miembros de una pa-
reja. Una pareja homógama es una pareja en la que ambos miembros 
provienen de familias con un esta.tus similar o en la que ambos tienen 
un mismo nivel de recursos. La homogamia puede ser de tipo educativa, 
profesional, de ingresos y de patrimonio. A veces se usa como sinónimo 
el término endogamia de clase, aunque la endogamia se usa más fre-
cuentemente para referirse a la unión de dos personas de un mismo lu-
gar geográfico, de un mismo origen étnico o de una misma familia. 
21 
Los grupos domésticos: 
estrategias de reproducción 
e 
A 
p 
Í 
T 
U 
L 
o 
Jesús Contreras Hernández* 
Universitat de Barcelona, Departament d'Antropologia 
ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN! 
Estructuras familiares y sistemas de herencia 
La reproducción social está ligada a la producción y reproducción de «uni-
dades domésticas» y a la reproducción de los individuos dentro de las mismas me-
diante estrategias individuales y cooperativas. Ello supone una cierta tensión en-
tre la reproducción de los individuos y la de las unidades domésticas. Y esta 
tensión, que tiene lugar dentro de particulares contextos históricos (condiciones 
demográficas, económicas, políticas, ideológicas, etc.), orienta las estrategias y la 
toma de decisiones (Narotzky, 1989:99). Ahora bien, la reproducción del sistema 
social en su conjunto y la reproducción de las unidades domésticas depende en 
una gran medida de las prácticas de herencia2• Éstas, por su parte (Anderson, 
1988:77) no se pueden abstraer del conjunto total de conductas que siguen los in-
dividuos y las familias con el objeto de mantener, y en lo posible aumentar, su ca-
* En Prat,Joan; Martínez Ubaldo; Contreras, Jesús y Isidoro Moreno (eds.), Alltropología de los Pue-
blos de Espaíia, Madrid: Taurus Universitaria, 1991, pp. 352-380. 
I Como señala Narotzky (1988), es necesario clarificar el concepto de «reproducción», sobre todo 
cuando analíticamente existe una separación conceptual entre el proceso deproducción y el proce-
so de reproducción. Edholm, Harris y Young (1977:105-114) definen tres significados distintos de 
«reproducción»: a) la reproducción social; b) la reproducción de la fuerza de trabajo; y e) la re-
producción biológica. Ahora bien, la regulación de la reproducción biológica forma parte de la re-
producción social y la reproducción de la fuerza de trabajo sería la función de los grupos domésticos 
en la reproducción social. 
2 En el caso de los trabajadores, sin embargo, producción y reproducción están separadas. La pro-
ducción es algo externo a la casa o al grupo doméstico. La familia es una fuerza de trabajo que no se 
emplea a sí misma. Por esa razón, los miembros de la familia trabajadora están totalmente condi-
cionados por el mercado laboral y su movilidad residencial resulta muy alta. En esa misma medida, 
sus estrategias laborales y de reproducción resultan completamente diferentes de las de campesinos 
y artesanos y, así, por ejemplo, la institución de la «casa» resulta irrelevante (Comas, 1988: 160). 
24 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL 
pacidad para generar recursos. En este sentido, las leyes y costumbres sobre la he-
rencia que puedan existir en los diferentes lugares, son sólo uno de los muchos 
imperativos sociales y económicos que influyen sobre la conducta familiar. En 
cualquier caso, 
la transmisión mortis causa no es sólo el medio a través del cual se reproduce el sis-
tema social...; es también la forma en la que se estructuran las relaciones interper-
sonales. Con esto quiero decir que, puesto que normalmente la herencia tiene lugar 
entre parientes próximos y afines, el tono emocional y los derechos recíprocos que 
caracterizan a estas críticas relaciones, se ven influidos a menudo por la posibilidad 
de unir o dividir la finca, o por la previsión de futuras ganancias (oo.) En conse-
cuencia, un tipo distinto de relaciones, unas estructuras familiares variables y unos 
procesos sociales alternativos (por ejemplo, mayor o menor emigración, edad de ca-
samiento, tasas de ilegitimidad) irán unidos a diferentes modos de transmisión, ya 
sea ésta principalmente lateral o lineal, agnaticia o uterina, por vía femenina además 
de masculina, igualo desigual (Goody, 1976: 1). 
* * * 
En buena medida, la literatura antropológica relativa a las estructuras fami-
liares en España ha reducido los tipos, fundamentalmente, a dos: la familia nu-
clear* y la familia troncal*. La primera, caracterizada por la herencia divisible 
y residencia neolocal*. El segundo de los tipos, el troncal, caracterizado por una 
herencia indivisa y por una residencia postnupcial que podríamos denominar pa-
triheredolocal (el nuevo matrimonio va a vivir a la casa de los padres del cónyuge 
que hereda el patrimonio casal). Ha existido un relativo consenso, también, en ubi-
car este segundo tipo de estructura en el norte de España y el primero en las re-
giones del sur y del centro. 
Esta simplificación, excesiva, como se verá, podría justificarse por los dife-
rentes significados que se dan a la palabra «familia». En efecto (Bestard, 
1981: 146-147), la palabra «familia» no tiene un contenido preciso. Si bien en la 
definición corriente que actualmente encontramos de familia se encuentran unidos 
los dos ejes del parentesco* y de la residencia, históricamente no ha sido siempre 
así. A lo largo de la historia, parece como si estos dos ejes se hubieran mantenido 
separados, de tal manera que encontramos definiciones de familia, en los siglos 
XVI Y XVII, en las que predomina el eje de residencia sobre el del parentesco. Ade-
más, estas definiciones incluyen en su significado a individuos que, sin ser pa-
rientes, comparten una residencia común. Se trata de personas que realizaban ta-
reas para la casa, o bien habían sido adoptadas para cumplir alguna función 
propia del parentesco, como por ejemplo la adopción de un individuo para con-
vertido en heredero en sustitución de un hijo. En este sentido, perdido ya en la ac-
tualidad, la palabra «familia» se identifica con lo que en la literatura antropológica 
se denomina «grupo doméstico» y, en el lenguaje ordinario, «casa» u «hogar», es 
decir, un grupo de personas que comparten una misma residencia. 
LOS GRUPOS DOMÉSTICOS: ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN 25 
En la actualidad, en el Estado español, la palabra «familia» puede entenderse 
de diversos modos. Es importante señalar, por ejemplo, que, mientras en la lengua 
castellana la palabra «familia» se centra en torno a dos ejes de significación, los 
de la residencia y del parentesco (el Diccionario de la Lengua Española la defi-
ne así «grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas bajo la autori-
dad de una de ellas»); en Euskadi, en cambio, esos dos ejes se distinguen clara-
mente mediante dos palabras distintas: «familia» y etxecoak. En la palabra 
«familia» predomina la relación de parentesco, sin depender en absoluto de la re-
sidencia común de sus miembros. En la palabra etxecoak, predomina la resi-
dencia, abarcando a todas las personas que habitan en una misma casa o «etxea» 
y que constituyen una unidad o grupo doméstico. Por otra parte, la pertenencia a 
un etxecoak determinado se consigue, además de por los vínculos del parentesco 
(fililación y matrimonio), por vínculos de parentesco ficticio (en el caso de la 
adopción) y por consentimiento (en el caso de parientes o de extraños que son 
acogidos y a los que se les concede el estatus de miembro del grupo doméstico). 
Precisamente, en virtud de ese consentimiento, el «criado» se integra en el grupo 
doméstico; de tal manera que, cuando se contrata un criado, se le contrata como si 
se tratara de un miembro del etxecoak e, incluso, a veces, el grupo doméstico le 
podía entregar una especie de dote en el momento de su despedida (Bestard, 
1981; Caro Baroja, 1971). 
Sin embargo, a pesar de que, en efecto, esos dos diferentes significados de la 
palabra «familia» permitan considerar dos grandes tipos de estructuras familiares 
-la llamada familia nuclear y la llamada familia troncal; en el Estado español, en 
la medida en que encontramos los tres grandes sistemas de herencia3 (indivisa, 
igualitaria y preferencial) cabe considerar una mayor variedad de estructuras fa-
miliares. En efecto, y simplificando la diversidad, nos encontramos con la exis-
tencia de familia troncal y herencia impartible, familia troncal y herencia prefe-
rencial, familia nuclear y herencia igualitaria y familia nuclear y herencia 
preferencial. Estas denominaciones relativas a las formas de familia constitu-
yen, todavía, una simplificación excesiva, pues ignoran la especificidad de algunas 
de las etapas de los ciclos de desarrollo de los grupos domésticos que suponen, 
por ejemplo, la corresidencia de una pareja de esposos con sus hijos solteros y uno 
de sus hijos, casado. Nos referimos tanto a la costumbre, en algunas regiones de 
Castilla-León (Arguedas, 1987; Devillard, 1985; y Vergara Martín, 1909; entre 
otros), de que los nuevos esposos siguieran residiendo y trabajando cada uno en la 
casa de sus padres respectivos (durante un tiempo que, según la costumbre, los lu-
3 Respecto a las prácticas de herencia cabe considerar, además, que no sólo es importante quién o 
quiénes heredan, sino también la forma y el momento en que heredan los que heredan. En efecto, las 
estructuras familiares que puedan ser el resultado de las prácticas de herencia, así como el carácter de 
las relaciones familiares, podrán ser muy diferentes si la parte de la herencia se recibe, por ejemplo, 
en tierras o en dinero o si se recibe en el momento del matrimonio o a la muerte de los padres, o si se 
recibe fragmentada en dos momentos diferentes. De todas estas posibilidades, y otras, encontramos 
ejemplos en el Estado español. 
I 
I 
" 
26 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL 
gares y las circunstancias, podía ser de un año estrictamente, el siguiente a la 
boda, o de varios años y sin que estuviera establecido el número de los mismos) 
como a la costumbre,propia de algunas comarcas andaluzas, riojanas y castella-
nas (Brandes, 1975, 1976; Devillard, 1985; Elías, 1977; Luque, 1974), de que los 
padres ancianos residan, rotativamente, en las casas de cada uno de sus hijos du-
rante un tiempo acordado por éstos. 
Lisón Tolosana intentó (1976: 38-49) trascender esa diversidad de estructuras 
familiares y de prácticas de herencia mediante la elaboración de una tipología ló-
gico-empírica relativa a la composición de la familia en España y ofreciendo, al 
mismo tiempo, la ubicación geográfica de cada uno de los tipos considerados. Di-
cha tipología es la siguiente: 
1. En las ciudades, en la parte central de la provincia de Orense, en conjunto 
en las dos Castillas -exceptuando la mayor parte de Cantabria-, en Aragón si 
descontamos los Pirineos, Prepirineos y algunos puntos de la provincia de Teruel, 
en el centro y sur de Navarra y en amplias zonas del sur de Cataluña, por Valencia 
y las partes más fértiles de Castellón, Murcia y en general Extremadura y Anda-
lucía, predomina el tipo de familia nuclear cognaticia*, con herencia bilateral* 
dividida en partes iguales entre todos los hijos e hijas y con resid~ncia postnup-
cial ambilocal*. 
2. La familia troncal se caracteriza por una filiación patrilineal*, residencia 
patrivirilocal* y herencia bilateral que pasa, casi íntegramente, o en su parte más 
sustancial, a un solo varón, las más de las veces al primogénito. Así, el linaje y la 
«casa», con sus posesiones, se perpetúan de generación en generación. Esta com-
posición y organización familiar se encuentra en el noroeste de la provincia de La 
Coruña y en el noroeste de la de Pontevedra y en la montaña oriental de la provin-
cia de Lugo y en sus estribaciones (a millora). Predomina también, entre los xaldos 
y vaqueiros asturianos (mejora), en partes de la montaña de Cantabria y en el ca-
serío vasco con su erederue. Se extiende por los valles pirenaicos navarros, por todo 
el Alto Aragón con sus mayorazgos y, por al menos, la mitad norteña de la pro-
vincia de Huesca; pasa a la provincia de Lérida, especialmente a las comarcas pi-
renaicas y prepirenaicas, desde donde la institución del hereu se extiende por tierras 
de Gerona, Barcelona, Tarragona y hasta penetra en los campos de las islas Balea-
res. Encuentra resonancia, además, en algún pueblo arrocero de la ribera baja va-
lenciana y en algunas casas fuertes riojanas, así como en las casas pudientes del tu-
rolense Campo de Visiedo, y en la comarca castellonense de Els Ports de Morella. 
3. Familia troncal, pero que en la sucesión, propiedad, adscripción o linaje y 
casa, los derechos y obligaciones correspondientes son transmitidos matrilineal-
mente, de la madre a la hija -a una sola-, en ignorancia completa de los hijos 
varones, siendo la residencia obligada para la mejorada la matriuxorilocal*. 
Este tipo puede localizarse en pequeños enclaves del suroeste de la provincia de 
La Coruña y en numerosos pueblos y aldeas marineras de todo el litoral gallego. 
Por otra parte, la matrilinealidad está bien establecida en todo el norte peninsular, 
incluidas las Baleares, cuando las circunstancias impiden o no hacen posible 
que sea varón el heredero y sucesor. 
LOS GRUPOS DOMÉSTICOS: ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN 27 
4. Una variante de la familia bilateral o cognática* se encuentra en el suro-
este de la provincia de Orense. Su nota distinta viene aportada por los maridos «pe-
regrinos» o «visitantes nocturnos». Hijos e hijas acceden a la herencia, sucesión 
y residencia en pmtes proporcionales e iguales, con las mismas obligaciones y de-
rechos. Cada uno de ellos contrae matrimonio cuando lo desea; pero su nuevo es-
tado es apenas perceptible puesto que desde una perspectiva posicional y de roles 
viven, virtualmente, como si no se hubieran casado. El marido, o la esposa, siguen 
viviendo en su propia casa, con sus padres y hermanos, trabajando para la casa 
propia, como antes de casarse, y sin percibir salario. Para ambos cónyuges, la re-
sidencia diurna, sus comidas, pertenencia y adscripción son natolocales. Por la 
noche, si el trabajo no aprieta o si la distancia no es muy grande, el marido anda el 
camino para pemoctar con y en casa de la esposa. Pero, al morir los padres, y des-
pués de repartirse todos los bienes entre todos los hermanos, en porciones iguales, 
los esposos separados por años, se unen y establecen una casa común. 
* * * 
Para poder clarificar las relaciones entre los sistemas de herencia y los dife-
rentes tipos de estructuras familim'es, Berkner y Mendels (1978) señalaban la con-
veniencia de analizm' su relación en un tipo ideal de sociedad campesina y toma-
ban como referencia la Europa preindustrial. En esa sociedad, cuando la tierra era 
entera posesión de propietarios independientes, que producían, en líneas genera-
les, en el nivel de subsistencia y que usaban la fuerza de trabajo familiar, la can-
tidad de tierra poseída por cada familia estaba fijada por la herencia y no había 
otra forma de acceso a la tierra. Ello exigía que el tamaño de la explotación y la 
composición de la familia estuvieran mutuamente ajustados. En esas condiciones 
ideales, el sistema de transmisión de la propiedad de la tierra debería correspon-
derse con un determinado tipo de familia, de estructura del grupo doméstico, con 
las expectativas de los hijos relativas al matrimonio y a la sucesión y con la es-
tratificación social. En este tipo ideal de sociedad campesina, podrían considerarse 
las siguientes consecuencias derivadas del sistema de herencia: 
A) En el caso de una herencia indivisible: 1) un solo heredero, que se casaría 
y permanecería en el hogar de sus padres; 2) los otros hijos podrían permanecer en 
la casa cuando fueran adultos si contribuían a los requerimientos de trabajo de la 
explotación, pero no podrían casarse; 3) algunos de los no herederos podrían tener 
oportunidades de casarse: algunas chicas podrían instalarse en algunas casas y al-
gunos chicos en aquellas en las que no hubiera herederos masculinos; 4) pero, 
mientras el número de hogares no aumentara, la mayoría de los hijos no tendría 
otra alternativa que elegir entre quedarse en la casa y permanecer solteros o emi-
grar fuera de la comunidad. Así pues, la absoluta impartibilidad de la herencia da-
ría lugar a una familia troncal, alto porcentaje de soltería y/o emigración. 
B) En el caso de una herencia estrictamente igualitaria: 1) muy baja frecuen-
cia de grupos domésticos en los que los padres cohabiten con algunos de sus hijos 
casados, porque, 2) cada hijo recibe una pieza de la tierra con la cual establecer-
28 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL 
se independientemente, a la vez que los padres mantienen alguna porción de tie-
rra para su mantenimiento después del retiro; 3) como todos los hijos reciben tie-
rra, todos pueden casarse en la localidad y no tienen razones para emigrar. Con-
secuentemente, la herencia perfectamente divisible daría lugar a una alta 
proporción de hogares con familia nuclear, alta nupcialidad y baja emigración. 
Entre estos dos extremos, podrían considerarse una amplia diversidad de sis-
temas de herencia, denominados genéricamente de partición preferencial (com-
pensaciones monetarias para algunos hijos, mejoras en las partes de la tierra, la 
casa paterna para uno de los hijos, etc.). Estos sistemas de herencia preferencial 
darían lugar a una gran flexibilidad en las estructuras de los grupos domésticos, 
así como en las pautas demográficas, que dependerían, en gran medida, de las 
oportunidades económicas existentes dentro y fuera de la comunidad. 
Ahora bien, Berkner y Mendels, después de presentar este esquema ideal, afir-
man que sería un error considerar a los campesinos como unas criaturas obligadas 
a seguir los dictados de los sistemas de herencia. Antes al contrario, las prácticas 
de herencia responderían a las estrategias de los campesinos para conseguir sus 
objetivos, relacionándose con las condiciones económicas, internas y externas,y 
las pautas demográficas. Ello no quiere decir que los sistemas de herencia sean 
irrelevantes para explicar la fragmentación de la tierra, cambios en la estructura 
social y determinadas pautas de la población, pero no siempre actúan, e, incluso, 
las prácticas de herencia pueden cambiar de acuerdo con determinadas condicio-
nes económicas y demográficas. De hecho, las oportunidades económicas afectan 
fuertemente las consecuencias que podrían derivarse de los diferentes sistemas de 
herencia. Así, por ejemplo, como señala Comas (1988: 145), en cada circunstan-
cia, la medida de la incidencia de cada forma de familia depende del peso espe-
cífico que tiene el campesinado con tierra dentro de la sociedad rural, así como de 
las características y del grado de flexibilidad en el sistema de tenencia de la tierra 
y en las condiciones del mercado laboral tanto a nivel local como regional. Por es-
tas razones, las estrategias domésticas deben ser consideradas no sólo en relación 
a la transmisión de la propiedad sino también en relación a la ocupación, consi-
derando como variables las relaciones de propiedad y el hecho de si el grupo do-
méstico constituye o no una unidad de trabajo. Ello obliga a considerar las es-
trategias de reproducción dentro de los procesos históricos que las caracterizan y 
en tanto que son cambiantes los factores demográficos, económicos, políticos e 
ideológicos. 
Estrategias matrimoniales y reproducción patrimonial 
Actualmente, predomina una concepción del matrimonio que lo caracteriza 
con unas funciones primordiales que son de tipo intrínseco y afectivo. En esa mis-
ma medida, el matrimonio es concebido, fundamentalmente, como el resultado de 
un acto libre, basado en la voluntad de los contrayentes, justificados por el amor 
mutuo y sin la intervención de los padres respectivos y sin ningún objetivo social 
LOS GRUPOS DOMÉSTICOS: ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN 29 
o económico. Se trata de una concepción relativamente reciente que algunos his-
toriadores empiezan a datar a partir del siglo XVII y relacionándola con la apari-
ción de la familia moderna y su espíritu doméstico cerrado sobre sí mismo. Se 
considera, también, que antes del siglo XVII el matrimonio era de carácter formal 
y estaba ligado a las funciones extrínsecas, es decir, a la mera supervivencia de las 
masas, a la producción y a la reproducción para el campesinado, y al ascenso fa-
miliar para los grupos más altos. Pero la concepción individualista hoy dominan-
te no nos puede hacer olvidar que el matrimonio no es un acto aislado entre dos 
individuos, sin repercusión social y sin que existan condiciones que determinen la 
elección del cónyuge. Por el contrario, la formación de familias y las estrategias 
que se desarrollan al efecto persiguen algo tan fundamental como la reproducción 
del dominio económico y social e, incluso, la reproducción del dominio de un gru-
po sobre otro. En este sentido, la colocación de los hijos -su matrimonio carnal 
o espiritual o su solterÍa- ha de ser vista como una estrategia. Consecuente-
mente, las notas distintivas de una alianza matrimonial vienen determinadas por 
las condiciones demográficas, socioeconómicas, culturales y políticas del grupo de 
familiares del que forman parte los contrayentes. Y estos factores son, precisa-
mente, los que varían tanto en el espacio como en el tiempo, condicionando las di-
ferentes prácticas matrimoniales, así como las diferentes ideologías centradas 
en torno a la alianza matrimonial (Anderson, 1988; Bestard, 1981). 
Tradicionalmente, en el caso de las familias propietarias de medios de pro-
ducción, la alianza matrimonial ha sido el momento en el que se crea un fondo 
conyugal con el que se pretende asegurar el desarrollo del curso familiar. El es-
tablecimiento o regulación de este fondo conyugal ha sido el resultado del acuer-
do entre las familias de orientación de cada uno de los futuros cónyuges. Dicho 
acuerdo quedaba claramente explicitado en las capitulaciones matrimoniales, 
acuerdos a veces sólo verbales, otras escritos y otras, incluso, elevados a docu-
mentos notariales. Así, por ejemplo, con motivo de las capitulaciones matrimo-
niales, en la provincia de Segovia (Vergara y Martín, 1909: 21-22), 
era costumbre que los padres del novio entregaran a la novia 250 pesetas en metálico 
para galas, y se comprometen a sembrarle de trigo o cebada dos o tres obradas [tierra 
arada en una jornada] de tierra de las que tienen en renta, y a falta de éstas, de las pro-
pias, cediéndoselas para que las cultive por su cuenta en lo sucesivo; además le dan una 
o dos vacas, una pareja de pollinos o un caballo. Los padres de la novia, por su parte, 
siembran para ella media fanega o una de garbanzos en las mismas condiciones, ya su 
vez la entregan un par de mulos o una vaca, procurando que se compense el valor de 
los animales auxiliares de labranza que haya de aportar el novio, con los que lleve la 
novia (oo.) Los ganados se les dan al año del matrimonio, cuando se les pone casa apar-
te, y entonces se les entrega el producto de las tierras que se sembraron para ellos. 
Esas mismas capitulaciones matrimoniales estipulaban, por lo general, que el 
primer año de casados se quedara cada uno viviendo en casa de sus padres. Al 
cabo de un año «se les ponía casa aparte». 
30 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL 
En las casas más acomodadas, y sobre todo en el caso del establecimiento 
de un heredero universal, las capitulaciones matrimoniales han acostumbrado a 
elevarse a documentos notariales. De hecho, el matrimonio del futuro herede-
ro constituye el punto crítico en el que se organiza la reproducción de la ' 
«casa«, así como la de los miembros individuales de la misma. Por su parte, la 
muerte de alguno de sus componentes puede suponer la reestructuración del 
proyecto que se estableció en las capitulaciones matrimoniales. Asimismo, la 
ausencia de hijos en el nuevo matrimonio, las segundas nupcias para el viudo 
o viuda, o la emigración del heredero podían ser todas ellas situaciones que po-
dían modificar la organización previamente proyectada en las capitulaciones 
matrimoniales para la reproducción de la casa. En ese caso, el testamento 
era una oportunidad para reorganizar la reproducción social (Narotzky, 
1989:64-65). Así, en Cataluña por ejemplo, las capitulaciones matrimoniales 
han constado por regla general de cinco «capítulos» con los siguientes conte-
nidos aproximados (Narotzky, 1989: 65-70; Brocá, 1985; Bestard, 1981; De la 
Fuente, 1921; etc.): 
1. Los padres del novio hacen a éste donación de bienes, generalmente me-
diante la fórmula de nombrarle heredero universal. Esta donación sólo tiene 
efecto después de la muerte del donante, de tal manera que este último se reserva 
para sí mismo el usufructo y la posesión hasta ese momento y reserva también 
para su esposa (o para su esposo, si es el caso) los derechos de usufructo hasta su 
muerte. Esta donación está condicionada a la aceptación por parte del donatario de 
una serie de condiciones: dar a sus hermanos la legítima o la dote en el caso de 
ausencia de sus padres y a vivir con los donantes, así como a «trabajar por el in-
terés de la casa». Se establece, asimismo, que a la muerte del presente donatario, 
la donación debe pasar al hijo del presente matrimonio y caso de no haberlo, re-
tornar a los donantes o a sus herederos. 
2. Los padres de la novia hacen a ésta una donación como pago de sus de-
rechos legítimos de herencia paternos y maternos. Consistían, generalmente, en 
dinero, vestidos, joyas y artículos de menaje, más raramente alguna parcela de 
tierra. La novia aceptaba esta donación y renunciaba a sus derechos a la legí-
tima. 
3. La novia pone sus bienes en manos de su marido y, eventualmente, en ma-
nos de los padres de éste, pero mantiene el derecho a que su dote le sea devuelta 
en caso de terminación del matrimonio. El novio, y eventualmente sus padres, 
aceptan la dote y se comprometen a su devolución, si llega el caso, junto conun 
incremento o escreix (una cantidad de dinero que se daría a la novia o a su casa de 
procedencia por el usufructo de los bienes que ésta aportó al matrimonio y, por 
tanto, a la casa de su marido) y establecen una hipoteca sobre sus propiedades 
para garantizar dicho pago. 
4. Novio y novia nombran cada uno al esposo sobreviviente usufructuario 
universal de todas las propiedades adquiridas antes de la muerte, tanto si tienen 
hijos como si no. Generalmente, el usufructo estaba condicionado a que el cón-
yuge sobreviviente no contrajera segundas nupcias. 
LOS GRUPOS DOMÉSTICOS: ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN 31 
5. Los futuros esposos, conjuntamente, nombran herederos de sus bienes a los 
hijos que esperan tener y fijan, asimismo, las condiciones en que éstos heredarán, 
previendo así la posibilidad de una muerte intestada. 
De estos contenidos genéricos de las capitulaciones matrimoniales puede 
desprenderse que (Bourdieu, 1962: 39) la lógica de las alianzas matrimoniales es-
tuvo dominada por un fin esencial: la conservación del patrimonio. Y esta lógica 
ha estado sometida, en los casos de herencia indivisa, a dos principios funda-
mentales, el de la oposición entre primogénito y segundogénito, y el de la opo-
sición entre matrimonio de abajoarriba y de arriba-abajo. Éste es el punto en 
que se entrecruzan, por una parte, la lógica del sistema económico, que tiende a 
clasificar las casas en grandes y pequeñas, según el tamaño de sus propiedades; y, 
por otra parte, la lógica de las relaciones entre los sexos, según la cual la supre-
macía corresponde a los hombres. Y, en la medida en que la lógica de las alianzas 
matrimoniales está orientada por la conservación de los patrimonios, controlar los 
matrimonios, es decir, quién puede casarse y quién no, y en qué momento puede 
casarse quien puede hacerlo, es controlar quién, cómo y cuándo accede a los re-
cursos, quién puede quedarse en la comunidad y quién debe emigrar. En esa 
misma medida, las pautas de migración (masculina, femenina; temporal, defini-
tiva ... ) pueden correlacionarse con las pautas de residencia postnupcial, tasas 
de fertilidad y composición de los grupos domésticos. Asimismo, en la medida 
en que, con el fondo conyugal creado con motivo del matrimonio, se trata (Bes-
tard, 1981: 151) de asignar y mantener el estatus familiar en una sociedad econó-
micamente estratificada, la homogamia* o matrimonio entre iguales es uno de los 
rasgos más característicos de estas alianzas matrimoniales. Desde el momento en 
que con el matrimonio se emparejan propiedades, es preferible casarse entre 
iguales (<<Cásate con igual y nadie hablará mal»). 
Por estas razones, el análisis de las. capitulaciones matrimoniales permite 
considerar no sólo el fondo conyugal que se forma, y que ha de asegurar tanto la 
reproducción patrimonial como la de los individuos, sino también el diagrama de 
las relaciones entre generaciones (hasta tres generaciones pueden entrar en juego), 
entre sexos y entre individuos de una misma generación. En este sentido, es 
muy ilustrativa la doble terminología con la que pueden ser reconocidos los 
miembros de un grupo doméstico; la una referente al parentesco, la otra relativa 
a su relación con la propiedad. En efecto, la casa, el patrimonio, en tanto que uni-
dad social, amplía y transforma significativamente la terminología del paren-
tesco. En Cataluña, por ejemplo (y lo mismo podría considerarse en los otros ca-
sos de familia troncal y herencia indivisa), el «padre» es, además l'amo; la 
«madre», mestressa; el hijo mayor y heredero, l'hereu 4; la nuera, lajove; y los 
4 Esta terminología debería ser completada con otros dos términos. Cuando por las razones que sea 
hereda una mujer, ésta recibe el nombre de Pllbilla y su marido, el de plIbill. Estos términos serían 
equivalentes a los de «hereu» y <<jove», respectivamente, a pesar de que, aparentemente, rompen con 
uno de los principios dominantes como es el del dominio masculino sobre lo femenino. 
11 
32 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL 
hermanos y hermanas del heredero, cabalers y cabale res, respectivamente. En 
esta terminología se refleja no tanto la relación de parentesco entre los diferentes 
individuos como su relación en términos de propiedad con el patrimonio familiar, 
su autoridad o dominio sobre la misma así como las diferentes expectativas de 
unos y otros al respecto (de futuro dominio en el caso del hereu, de futura ex-
clusión en el caso de los cabalers y cabaleres). Esta terminología, por otra parte, 
pone claramente de manifiesto las diferentes funciones de cada uno de los miem-
bros del grupo doméstico dentro del mismo y expresa, además; la estratificación 
económica y de autoridad existente dentro de la casa, la división sexual del tra-
bajo y las respectivas áreas de influencia del amo y de la mestressa. En definitiva, 
esta terminología, relativa a la relación con la propiedad, pone de manifiesto (S a-
bean, 1984: 71) el «sistema de derechos y obligaciones ejercidos entre los indi-
viduos sobre las cosas». 
Diversidad de situaciones, comunidad de objetivos 
En el apartado anterior hemos considerado que las estrategia~ matrimoniales 
campesinas estaban orientadas a la mejor reproducción de sus patrimonios den-
tro del orden económico y de la jerarquía social existente. Asimismo, hemos vis-
to que existía una correlación entre las pautas matrimoniales, las pautas de resi-
dencia postnupcial, las pautas de migración y la particular composición que 
adoptan los grupos domésticos. Consecuentemente, no vamos a considerar las 
particulares estructuras que los grupos domésticos adoptan en España como el re-
sultado de determinadas reglas jurídicas o normativas relativas a la herencia o de 
la existencia de determinadas ideologías dominantes al respecto (las de la fami-
lia nuclear y la familia troncal, por ejemplo), sino como el resultado de una di-
versidad de arreglos posibles que, independientemente de esa diversidad, persi-
guen una comunidad de objetivos: la reproducción, en las mejores condiciones 
posibles, de sus condiciones de existencia. En esta medida, las tasas de nupcia-
lidad (así como el matrimonio tardío yel celibato), la emigración de algunos/as 
hijos/as y la particular estructura adoptada por el grupo doméstico no las consi-
deraremos como unas consecuencias mecánicas de un determinado tipo de he-
rencia y de un ideal familiar sino como el resultado de las estrategias conducen-
tes a evitar una fragmentación del patrimonio doméstico que pusiera en peligro o 
bien la subsistencia del propio grupo o de los grupos descendientes, o bien el esta 
tus de sus miembros dentro de la jerarquía socioeconómica existente. Con este 
objetivo, vamos a considerar una serie de casos que ejemplifican una abundante 
diversidad de situaciones por lo que refiere a distintas combinaciones de aquellas 
variables más significativas (tipo de estructura del grupo doméstico, contenido de 
las diferentes fases del ciclo de desarrollo de los grupos domésticos, normas de 
herencia y formas y momentos de hacerla efectiva, pautas matrimoniales, pautas 
de residencia, tipos de propiedad, estratificación socioeconómica, sistemas de va-
lores dominantes, etcétera). 
LOS GRUPOS DOMÉSTICOS: ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN 33 
Región del norte peninsular5 
En esta región encontrábamos un tipo ideal de grupo doméstico que respon-
dería al modelo de familia troncal en tanto que el derecho consuetudinario favo-
recía el establecimiento de un único heredero -por lo general, el primogénito 
masculino, aunque con numerosas excepciones- que adoptaba como residencia 
la de sus propios padres. Eso no quiere decir que la familia troncal sea estadísti-
camente mayoritaria en esta región, pero sí que constituye su ideal preferente. El 
resto de los hijos recibían una compensación o legítima por su renuncia a la he-
rencia familiar. Dicha legítima acostumbraba a consistir en la dote para el matri-
monio, en el caso de las hijas, o para facilitar la emigraciónen el caso de los hijos. 
El matrimonio era asunto familiar, de las dos familias implicadas. La partici-
pación de los futuros esposos podía ser poca o incluso nula como lo pondría de 
manifiesto la existencia de la figura del casamentero a lo largo de toda la región 
pirenaica y la importancia de la negociación de las capitulaciones matrimoniales 
entre las dos familias, con la participación o no de mediadores al respecto. Las 
alianzas matrimoniales estaban orientadas por el ideal homogámico. Este ideal se 
realiza, en buena medida, mediante la institución de la dote: 
Con la dote de la mujer, la homogamia matrimonial impone su ley y se distribuye a 
las mujeres dentro de la jerarquía social, puesto que sólo la mujer con dote entra 
protegida en el juego matrimonial, preservándola, así, de uniones matrimoniales ina-
decuadas y disuadiendo de toda posibilidad de matrimonio a toda mujer que no tu-
viera medios. Estas últimas, si querían mantener una esperanza matrimonial, tenían 
que buscar la protección y la dote en otras familias, donde generalmente trabajaban 
de domésticas. Por ello, se encuentran capitulaciones matrimoniales en las que el 
que constituía la dote no era el padre de la novia, sino el cabeza de familia donde ha-
bía prestado sus servicios« (Bestard, 1981: 153). 
No disponemos de otros datos relativos a la edad media del matrimonio para 
esta región que alusiones tales como que los vascos «suelen casarse tarde» (Dou-
glass, 1978:99). Si consideráramos válido los datos obtenidos por Perrer y otros 
(1987) para la Cataluña central, entre 1803 y 1807, pero no tenemos otro funda-
mento para ello que el hecho de tratarse también de comarcas en las que predo-
mina el ideal de la familia troncal y de la herencia indivisa, la edad media del ma-
trimonio sería de 31,3 años para el hombre y 26,4 para la mujer. En el caso de 
Llivia (Pallarés, 1986), un municipio pirenaico, con una población predominan-
temente agroganadera hasta mediados de este siglo, la edad media de matrimonio 
para los hombres es de 27,43 y, para las mujeres, de 26,5, teniendo en cuenta el 
total de su población entre los años de 1871 y 1959. 
5 Las fuentes utilizadas para esta región han sido: Barrera (1985,1986,1990), Bobadilla (1987), Caro 
Baroja (1971), Comas (1980,1985 Y 1988), Contreras (1982), Devillard (1989), Douglass (1977 y 
1978), García (1976) y Terradas (1980 y 1984). 
, 
'1 
34 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL 
Desde el punto de vista de la propiedad, encontramos a lo largo de toda la re-
gión, dos tipos: comunal y privada. La forma de acceso a uno y otro tipo puede 
considerarse similar, pues si a la propiedad privada se accede, sobre todo, me-
diante la herencia, a la propiedad comunal se accede a través de la casa y/o de la 
vecindad que se adquiere mediante el matrimonio y la residencia dentro de la co-
munidad. Las tierras comunales en esta región suelen ser de pasto y bosques, muy 
raramente de cultivo. 
La extensión de la propiedad supone una diferenciación entre las familias 
campesinas. En términos generales, pueden considerarse tres categorías: casas ri-
cas, casas medianas y casas pobres. Las diferencias internas dentro de cada uno de 
estos grupos podía ser muy grande, sobre todo si tenemos en cuenta la totalidad de 
la región. Cada uno de estos tipos de casas representaba la existencia de diferen-
tes alternativas de cara a la reproducción patrimonial y doméstica. Reproducimos, 
a título de ejemplo, lo indicado, en este punto por Comas (1987). En las casas ri-
cas, el destino de los hombres no-herederos podía ser diferente del de las mujeres. 
Estas casas, además de poseer las mejores tierras y rebaños, acostumbraban a te-
ner negocios diversos en la ciudad; de tal manera que los hijos no-herederos 
eran educados para el manejo de estos negocios, para la práctica.de profesiones li-
berales o para el clero. Las hijas, por su parte, permanecían en la casa paterna, 
preparando su ajuar para el matrimonio o para entrar en una orden religiosa. El 
matrimonio de estas personas, por otra parte, como ya se ha dicho, pretendía con-
certarse con una persona de posición económica equivalente. En las casas me-
dianas y en la mayoría de las consideradas pobres, los jóvenes solteros o solteras, 
así como los tiones (solterones) y tionas (solteronas), proveían la fuerza de 
trabajo para las explotaciones agrarias que lo necesitaban, incluida la propia. 
Además, acostumbraban a desarrollar, si era el caso, trabajos de carácter temporal. 
Podían trabajar en la agricultura, las minas, explotaciones forestales o carbonífe-
ras, contrabando, en la construcción, etc. En el caso de las mujeres, la alternativa 
más común era emplearse como servicio doméstico, que, en algunos casos, de no 
poder acumular una dote suficiente, podía suponer un estatus definitivo. El dine-
ro conseguido con estos trabajos constituía en muchos casos el peculio de los no-
herederos y podía pasar a engrosar su dote o legítima. El destino de los no-here-
deros de las casas pobres era, por lo general, la emigración. Estas familias sólo 
podían mantener grupos domésticos reducidos debido a su precario estatus, casi 
siempre en el límite de la subsistencia. Incluso, dentro de este grupo, el patrón de 
herencia basado en la primogenitura acostumbraba a no cumplirse puesto que el 
primer nacido era el primero en emigrar y, si encontraba una ocupación satisfac-
toria, podía no regresar, ocupando otro hermano el lugar del heredero. 
En relación a los valores y a la ideología dominante, puede considerarse que, 
relacionado con los mecanismos tendentes a mantener el estatus de los hijos res-
pecto a los demás miembros de la comunidad, se encuentra una alta valoración de 
la virginidad de la mujer, mediante la cual se proyecta el honor de la familia. La 
sexualidad femenina se inscribe en el tejido social como un nudo de condensación 
de los valores de prestigio acumulados a lo largo de la historia familiar; hasta el 
LOS GRUPOS DOMÉSTICOS: ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN 35 
punto de que la relación de una familia con la comunidad podría medirse por la ca-
pacidad de protección sobre las hijas o hermanas. En este sentido, la dote que re-
cibe la mujer constituye un índice de esta capacidad de protección, en la medida en 
que es una parte del patrimonio familiar que se dispersa para establecer una alian-
za provechosa para la mujer. La asociación entre dote y virginidad está claramente 
expresada en la dote indirecta catalana: cuando el novio hacía un aumento de la 
dote (el escreix o esponsalicio) a su futura esposa, se explicitaba en los capítulos 
matrimoniales que era en premio a su virginidad (Bestard, 1981: 152-153). 
Por otra pmte, podría decirse que la ideología dominante en relación a nuestro 
tema ha sido la ideología de la casa. La «casa» constituye el valor supremo en re-
lación al cual se organiza todo el sistema matrimonial. La casa, como señala 
Comas (1985: 21) para el Pirineo aragonés, era 
la razón última a la que debían supeditarse todos sus componentes. El interés colectivo 
familiar se anteponía al de sus miembros individuales, así se justificaba la jerarquía 
existente en el interior mismo de la familia, entre los ancianos y los más jóvenes, en-
tre herederos y no-herederos, entre hombres y mujeres. La eficacia de este mecanismo 
ideológico era tal, que los hijos no herederos imputaban su situación de discriminación 
al azar genealógico (no ser varón o no ser primogénito), y ya desde muy jóvenes orien-
taban sus expectativas hacia el matrimonio (en el caso de las mujeres) o hacia alter-
nativas que, en muchos casos, les llevarían lejos de la comunidad de origen. 
En efecto, la ideología de la casa, apoyada en instituciones como el Derecho 
Civil Catalán o el Código Civil Navarro, por ejemplo, orienta la reproducción so-
cial de las personas y de las cosas dentro de unas específicas relaciones de pro-
ducción. La ideología de la casa 
es una ideología que considera la prodilcción y la reproducción como aspectos

Continuar navegando