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428 Endocrinología de la reproducción, esterilidad y menopausia
SECCIÓ
N
 2
1989). La concentración de la primera alcanza su punto máximo 
a la mitad de la fase lútea, disminuye cuando se pierde la función 
luteínica y permanece baja durante la transición luteínica-folicu-
lar y el principio de la fase folicular. La relación inversa entre las 
concentraciones circulantes de inhibina y la secreción de FSH es 
consistente con una función de retroalimentación negativa de la 
inhibina sobre la regulación de la secreción de FSH.
La concentración sérica de activina es reducida aunque detec-
table, y permanece estable durante el ciclo menstrual (Demura, 
1993). Asimismo, la concentración de folistatina se mantiene sin 
cambios durante el ciclo reproductivo. De hecho, la concentración 
de folistatina circulante es similar en pacientes con defi ciencia de 
GnRH y en mujeres posmenopáusicas u ooforectomizadas (Kettel, 
1996; Khoury, 1995). Estos datos indican que la folistatina circu-
sensible a la retroalimentación negativa, incluso por la concentra-
ción reducida de esteroides gonadales en esta fase (Yen, 1986). 
Existe cada vez más evidencia que demuestra que el sistema ner-
vioso central participa en forma decisiva para mantener las con-
centraciones reducidas de gonadotropinas. Una observación que 
apoya este mecanismo es la concentración reducida de LH y FSH 
en las niñas con disgenesia gonadal (Conte, 1975). 
Pubertad. Uno de los primeros signos de la pubertad es el 
aumento en la secreción de LH durante el sueño (fig. 15-23). 
Con el tiempo, la secreción de gonadotropinas aumenta también 
durante el día. En niñas premenárquicas y mujeres posmenopáu-
sicas la cantidad de FSH es mayor en comparación con la de LH. 
Durante los años reproductivos, la LH excede a la FSH, invir-
tiendo esta relación.
La concentración elevada de gonadotropinas estimula la pro-
ducción ovárica de estradiol. Niveles altos de estrógenos incre-
mentan el crecimiento e inducen la maduración de los genitales 
femeninos internos y externos y el desarrollo del fenotipo feme-
nino, incluyendo la maduración mamaria (telarquia). La activa-
ción del eje hipófi sis-suprarrenal provoca una mayor producción 
suprarrenal de andrógenos que se acompaña de la aparición de 
vello axilar y púbico (adrenarquia o pubarquia). Por último, la 
concentración elevada de gonadotropinas estimula la ovulación y 
la menstruación, iniciando así la menarquia. Este proceso tarda 
alrededor de tres a cuatro años y se discute con mayor detalle en el 
capítulo 14 (pág. 382).
Menopausia. Los ovarios posmenopáusicos contienen pocos 
folículos, por lo que las concentraciones plasmáticas de estróge-
nos e inhibina disminuyen de manera considerable una vez que se 
interrumpen los ciclos ovulatorios. Al perderse esta retroalimen-
tación negativa, las concentraciones de LH y FSH se elevan en 
gran medida en las mujeres posmenopáusicas. La concentración 
elevada de LH estimula la producción de esteroides C19 (en especial 
de androstenediona) en las células del estroma ovárico. Esta hor-
mona, al igual que los andrógenos suprarrenales, es convertida por 
los tejidos periféricos en estrona, el principal estrógeno plasmático 
de las mujeres posmenopáusicas. El mejor sitio para la conversión 
de androstenediona a estrona es el tejido adiposo; esta biotrans-
formación periférica está correlacionada de forma directa con el 
peso corporal. Para una masa determinada, la biotransformación 
es mayor en mujeres posmenopáusicas que en mujeres premeno-
páusicas. Esta concentración reducida de estrógenos circulantes es 
insufi ciente para proteger contra la pérdida ósea.
Péptidos gonadales y ciclo menstrual
Sistema activina-inhibina-folistatina. Los ovarios sintetizan 
y secretan un grupo de factores peptídicos: inhibina, activina y 
folistatina. Se cree que la inhibina circulante es de origen princi-
palmente gonadal, puesto que su concentración sérica desciende de 
manera repentina después de la castración (Demura, 1993).
La concentración sérica de inhibina varía de forma considerable 
durante el ciclo menstrual (Groome, 1996; McLachlan, 1987). Al 
principio de la fase folicular, la FSH estimula la secreción de inhi-
bina B en las células de la granulosa (Buckler, 1989) (fig. 15-24). 
Sin embargo, la concentración elevada de inhibina B circulante 
amortigua la secreción de FSH en las siguientes etapas de la fase 
folicular. Durante la etapa lútea, la LH regula la producción de 
inhibina, cambiándola de inhibina B a inhibina A (McLachlan, 
FIGURA 15-24. Gráfica que muestra los cambios en las concentra-
ciones de gonadotropinas, inhibina y esteroides sexuales durante un 
ciclo menstrual normal. En la primera gráfica, se observa el pico de 
hormona luteinizante (LH) (línea púrpura) y la concentración de hor-
mona estimulante del folículo (FSH) (línea rosa). En la gráfica central se 
muestran los cambios en las concentraciones de inhibina A e inhibina 
B. Nótese que la concentración de inhibina B (línea verde) alcanza un 
máximo temporal cerca del pico de LH a la mitad del ciclo, mientras 
que la elevación máxima de la inbihina A (línea naranja) se produce 
varios días después de este suceso. En la tercera gráfica, se observa la 
elevación de la concentración de estradiol (línea roja) antes del pico 
de LH y a la mitad de la fase lútea. El nivel de progesterona (línea 
azul) alcanza su punto máximo a la mitad de la fase lútea. E2, estradiol; 
P4, progesterona.
LH
FSH
100
50U
I/L
0
E2
P4
pm
ol
/L
nm
o/
L
1 500
1 000
500
0
–12 –8 –4 4
Días transcurridos desde el pico de LH
8 12
100
50
0
Inhibina A
Inhibina B
pg
/m
l
pg
/m
l
80 200
150
100
50
0
60
40
20
0
15_Chapter_15_Hoffman_4R.indd 42815_Chapter_15_Hoffman_4R.indd 428 06/09/13 21:1006/09/13 21:10

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