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Biologia de los microorganismos (1601)

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E N F E R M E D A D E S B A C T E R I A N A S Y V Í R I C A S T R A N S M I T I D A S D E P E R S O N A A P E R S O N A 943
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La mayoría de los individuos desarrolla inmunidad contra la 
cepa infectante del virus, lo cual imposibilita que esa misma 
cepa, u otra muy relacionada con ella, provoque una infección 
generalizada (epidemia) hasta que el virus encuentre otra pobla-
ción vulnerable. La inmunidad se logra gracias a las respuestas 
inmunes mediadas tanto por anticuerpos como por células se 
debe, sobre todo, a la producción de anticuerpos y a las respues-
tas inmunes del hospedador, dirigidas contra las glicoproteínas 
H y N. Las epidemias de gripe se pueden controlar por inmu-
nización. Sin embargo, es complicado desarrollar una vacuna 
eficaz debido al gran número de cepas del virus de la gripe exis-
tente como resultado de la deriva antigénica y el salto antigé-
nico (Figura 20.27). Mediante una cuidadosa vigilancia a nivel 
mundial, cada año se obtienen muestras de las principales cepas 
emergentes del virus de la gripe antes de la aparición de las epi-
demias estacionales, y se utilizan para preparar la vacuna de ese 
año. La mayoría de los años, este procedimiento proporciona 
una inmunización adecuada.
La mayor parte de los virus de la gripe humana responde a los 
tratamientos antivirales. Los derivados del adamantano (aman-
tadina y rimantadina) son aminas sintéticas inhibidoras de la 
replicación vírica, y los inhibidores de la neuraminidasa oselta-
mivir (Tamiflu) y zanamivir (Relenza) ( Tabla 27.6), bloquean 
la liberación de viriones de la gripe humana recién replicados. 
Estos medicamentos suelen administrarse al principio de la 
infección para prevenir su desarrollo y gravedad, especialmente 
en personas con inmunidad comprometida y en ancianos.
El salto antigénico puede modificar completamente y de 
inmediato una o las dos principales glicoproteínas víricas H y 
N. Como consecuencia, los virus recombinantes resultan esen-
cialmente irreconocibles para los elementos de respuesta inmu-
nitaria generados como consecuencia de infecciones previas de
gripe. Los virus recombinantes también muestran frecuente-
mente una o varias propiedades únicas de virulencia que ayu-
dan a desencadenar síntomas clínicos inusualmente graves, y
suelen ser catalizadores de pandemias de gripe, que a las cuales
nos referiremos en seguida.
Síntomas y tratamiento de la gripe
El virus de la gripe humana se transmite por el aire de per-
sona a persona, fundamentalmente en pequeñas gotas pro-
ducidas durante la tos y el estornudo (Figura 29.1). El virus 
infecta las membranas mucosas del tracto respiratorio supe-
rior y ocasionalmente invade los pulmones. Los síntomas 
incluyen fiebre baja que dura hasta una semana, escalofríos, 
cansancio, dolor de cabeza y dolor muscular, tos y/o dolor 
de garganta y malestar generalizado (Tabla 29.1). La mayoría 
de las consecuencias graves de la gripe estacional no se debe 
a la enfermedad en sí misma, sino a infecciones bacteria-
nas secundarias, sobre todo en personas cuya resistencia ha 
descendido a causa de la gripe. Por ejemplo, en la población 
infantil y en las personas ancianas, la gripe puede preceder a 
una neumonía bacteriana (Sección 29.2) que, en ocasiones, 
resulta mortal.
Figura 29.27 Deriva antigénica y salto antigénico en la biología del virus de la gripe. (a) Deriva antigénica. Cada año se prepara una vacuna contra la
cepa principal del virus de la gripe que circula entre la población. No obstante, la eficacia de la vacuna disminuye a medida que aparecen antígenos superficiales 
inmunológicamente nuevos a partir de la mutación de los genes que codifican las proteínas de la superficie del virus. (b) Salto antigénico. Las cepas de la gripe 
surgidas en aves y en humanos también pueden infectar a los cerdos. Si un cerdo se infecta simultáneamente con virus aviares y humanos, los genomas víricos 
pueden mezclarse y formar virus recombinantes. Si estos virus, que ahora contienen varios antígenos únicos, infectan a los humanos, se pueden desencadenar 
pandemias de gripe (véase página 929).
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